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El contenido y las imágenes fueron tomadas de la web, con fines ilustrativos y docentes.

Adaptado por Licda. Lilian Afre.

Arco reflejo: características, tipos y funciones

Este mecanismo automático e involuntario nos permite reaccionar rápidamente a estímulos.

Las respuestas automáticas e involuntarias de nuestro organismo que surgen como


reacción a los estímulos externos (como los golpes o el calor) se producen gracias a un mecanismo
nervioso denominado arco reflejo.

Existen distintos tipos de reflejos que nos ayudan desde muy pequeños a sobrevivir y a
protegernos de los peligros de nuestro entorno. En este artículo te explicamos qué es un arco
reflejo, cuáles son sus características principales, su estructura y sus componentes, las funciones
que desempeñan, así como los diferentes tipos de reflejos que existen.

Arco reflejo: definición y características

El arco reflejo es un mecanismo neurofisiológico del sistema nervioso que se activa como
respuesta a un estímulo externo, como cuando nos damos un golpe fuerte o nos acercan una
fuente de calor al cuerpo. Los movimientos reflejos son automáticos e involuntarios, ya que, a
diferencia de lo que ocurre con gran parte de las vías nerviosas, las neuronas sensitivas transmiten
los impulsos nerviosos a la médula espinal, sin que lleguen al cerebro, lo que permite una
respuesta motora más rápida y efectiva.

Los arcos reflejos pueden ser de dos tipos: simples o compuestos. Si en el proceso del arco
reflejo solo intervienen una neurona sensitiva y otra neurona motora podemos hablar de un arco
reflejo simple; en cambio, si hay otro tipo de neuronas implicadas (p. ej. interneuronas)
estaríamos ante un arco reflejo compuesto. Normalmente, los arcos reflejos son compuestos o
polisinápticos; es decir, su circuito está compuesto de varias conexiones sinápticas.

Por otra parte, existen arcos reflejos en el sistema nervioso autónomo, la parte del
organismo encargada del control de las funciones involuntarias del cuerpo (las vísceras, frecuencia
cardiaca, digestión, etc.) y en el sistema nervioso somático, responsable de enviar la información
desde los receptores sensoriales hasta el sistema nervioso central, así como de conducir los
impulsos nerviosos hacia los músculos esqueléticos para producir los movimientos voluntarios.

Existen diferencias entre los circuitos neuronales del arco reflejo del sistema somático y
del sistema autónomo, principalmente en la parte eferente (que es la que controla las respuestas
automáticas y musculares); en este último, entre el sistema nervioso central y los órganos
efectores siempre media la presencia de un ganglio, al contrario de lo que ocurre con el arco
eferente somático.

A través de los arcos reflejos nuestro organismo pone en marcha numerosos mecanismos
nerviosos y su existencia parece haber sido determinante a nivel evolutivo, ya que se ha sugerido
que son los circuitos primigenios desde los cuales surgieron el resto de estructuras nerviosas de
nuestro cuerpo. Su valor es innegable, ya que sin ellos no podríamos enfrentar muchas situaciones
cotidianas peligrosas a los que nos enfrentamos en nuestro día a día.

Estructura y componentes

Un arco reflejo se compone de distintas partes que funcionan de manera integrada y


coordinada: los receptores, las neuronas sensitivas o aferentes, las neuronas motoras o eferentes
y los órganos efectores. Veamos en qué consisten cada uno de ellos.

1. Los receptores

Los receptores sensoriales ubicados en las distintas terminaciones nerviosas y distribuidos


por todo el cuerpo se encargan de transmitir la información que reciben del exterior en impulsos
nerviosos. Estos receptores se constituyen de neuronas especializadas que se encargan de
transformar los estímulos en función de su modalidad, ya sea ésta visual, olfativa, auditiva,
gustativa o táctil (por prensión, dolor, temperatura, etc.).

Entre los receptores más comunes podemos encontrar a los fotorreceptores, las células
encargadas de detectar la intensidad lumínica; los termorreceptores, responsables de la detección
del calor y de los cambios de temperatura; o los mecanorreceptores, neuronas que reaccionan
ante la presión mecánica.

2. Neuronas sensitivas o aferentes

Una vez que los receptores han captado la información del exterior, las neuronas
sensitivas o aferentes se encargan de recogerla y transmitirla hasta los centros nerviosos (la
sustancia gris) de la médula espinal, el lugar donde se va a procesar la información para poder
elaborar la respuesta que mejor se adapte a las demandas ambientales.

3. Neuronas motoras o eferentes


Las neuronas motoras o eferentes conducen los impulsos nerviosos de las órdenes que se
han elaborado en la médula espinal y los centros nerviosos integradores hacia los órganos
efectores que van a producir la respuesta motora.

Los centros nerviosos integradores cumplen la función de conectar las neuronas sensitivas
con las motoras, permitiendo así la transmisión de la información de una parte a otra y la
consecuente respuesta automática. Las neuronas que se encargan de esta labor de interconexión
son las denominadas interneuronas.

4. Órganos efectores

Los órganos efectores constituyen el último componente del arco reflejo. Son las
estructuras encargadas de ejecutar la respuesta automática e involuntaria que proviene de los
centros nerviosos de la médula espinal. Existen de distintos tipos: pueden ser glándulas exocrinas
(p. ej. las glándulas salivales o las del sudor) y músculos (p. ej. músculos esqueléticos o el músculo
cardíaco).

Funciones

La mayoría de los arcos reflejos que existen en el cuerpo humano tienen como objetivo
prevenirnos o responder de forma rápida y efectiva ante situaciones potencialmente peligrosas.
Por este motivo han sido y son tan necesarios para nuestra supervivencia: nos alertan cuando
existe un riesgo de exposición a elementos tóxicos, a través de los receptores del olfato; o cuando
estamos a punto de quemarnos, a través de los termorreceptores.

Con todo, algunos de los reflejos primarios que adquirimos al nacer terminan
desapareciendo a medida que crecemos. Por ejemplo, el reflejo de succión, que permite al niño
alimentarse y desaparece a los 4 meses; o el reflejo de moro, que facilita que el bebé cambie de
postura y se proteja frente a sonidos estridentes, tan necesario cuando somos recién nacidos
como prescindible a partir de los seis meses de vida.

En definitiva, existen distintos tipos de reflejos con diferentes funciones; algunos son
necesarios desde el nacimiento y se vuelven prescindibles con el tiempo; y otros permanecen de
por vida porque cumplen una función adaptativa esencial para la supervivencia y la conservación
de la propia especie humana.

Clasificación de los reflejos

En el cuerpo humano existen diversos tipos de reflejos. Hagamos un repaso sobre ellos:

1. Reflejos innatos o congénitos


Son reflejos comunes en todos los seres humanos. También reciben el nombre de
incondicionados o absolutos, y su principal característica es que no es necesario un aprendizaje
previo para llegar a adquirirlos, ya que son un mecanismo innato que nos protege de condiciones
externas potencialmente dañinas (p. ej. la retirada de la mano al sentir una fuente de calor).

2. Reflejos condicionados

Los reflejos condicionados son lo contrario a los innatos; esto es, se adquieren como
resultado de un aprendizaje y de las experiencias previas ante determinadas situaciones y
estímulos externos.

El más conocido es el condicionamiento clásico o pavloviano, un tipo de aprendizaje según


el cual un estímulo con valor neutro, que inicialmente no provoca ninguna respuesta, termina
produciendo respuestas automáticas por asociación con otro estímulo que normalmente las
provoca.

3. Reflejo miotático

El reflejo miotático o de estiramiento se produce cuando estiramos un músculo y éste


provoca una reacción de contracción opuesta al estiramiento. El más conocido, quizás, es el reflejo
rotuliano que se suele explorar en la consulta médica y consiste en percutir el tendón rotuliano
con un martillo de reflejos, con el objetivo de que la persona responda con una contracción brusca
del músculo cuádriceps femoral.

4. Reflejo de automatismo medular

Este tipo de reflejo se produce cuando existe un traumatismo y se lesiona la médula


espinal. Ésta se desconecta del cerebro y el segmento inferior produce la respuesta del arco
reflejo. Algunos de estos reflejos también intervienen en el funcionamiento de la vejiga o el recto,
en la reaparición del tono muscular o en la realización de determinados movimientos
involuntarios.

Referencias bibliográficas:

 Castillo, G. D., & de Jorge, J. L. V. (2015). Anatomía y Fisiología del sistema nervioso
central. Fundación Univ. San Pablo.
 Dewey, J. (1896). The reflex arc concept in psychology. Psychological review, 3(4), 357.
 Guyton, A. C., Hall, J. E., Zocchi, L., & Aicardi, G. (2006). Fisiología médica (Vol. 11). Madrid:
Elsevier.

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