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La actividad nerviosa tiene un carácter reflejo. Se denomina acto reflejo al mecanismo básico de acción de
toda reacción del organismo que surge como respuesta ante un estimulo como los golpes o el dolor, y que se
realiza mediante el arco reflejo, el cual representa la unidad morfofuncional del sistema nervioso
constituido por un conjunto de estructura que forman las vías nerviosas. Siempre significa una respuesta
involuntaria, y por lo tanto automática, no controlada por la conciencia. Para que un reflejo se produzca es
necesario de tres estructuras diferenciadas, pero que se relacionan con el estímulo que va a provocar la
respuesta y con la misma. Ellas son:
Receptores
Neuronas
Efectores
Los receptores
Son la estructura situada en las terminaciones nerviosas, ampliamente distribuidas en el organismo y que
estan especializada en captar los estímulos y transformarlos en exitacion que se propaga como impulso
nervioso. En los receptores existen neuronas que están especializadas según los distintos estímulos. Se
encuentran por ejemplo receptores especializados:
Ojo → Visión
Oído → Audición
Nariz → Olfato
Lengua → Gusto
Piel → Tacto (Temperatura, Presión, químicos, dolor, etc...)
Arco reflejo
Actividad nerviosa elemental que se desarrolla en la médula espinal o en el tronco del
encéfalo. Intervienen: un receptor, un brazo aferente a la médula espinal, formado por una
célula ganglionar; un brazo eferente, que corresponde a una neurona motora espinal y un
órgano efector, que puede ser un músculo o una glándula. Este es el más simple de los
reflejos (miotático). En la mayoría de los reflejos intervienen una o varias interneuronas que
proporcionan mayores posibilidades para regular la respuesta. Ver reflejo.
Los centros de integración son dos: el centro vasomotor, que incluye las neuronas del bulbo
raquídeo, de la protuberancia anular y de la formación reticular, y que tiene áreas
vasoconstrictoras, vasodilatadoras y sensoriales, que generan cambios en la presión; y el centro
superior, formado por el diencéfalo, el mesencéfalo y la corteza motora, que influye además, en
el centro vasomotor a través del hipotálamo.
Finalmente, los efectores son el músculo liso de las arteriolas, que trabaja cuando fibras
constrictoras y dilatadoras del sistema nervioso simpático descargan continuamente adrenalina.
Generando, al aumentar la secreción de esta sustancia, que las arteriolas se contraigan, lo que
se denomina vasoconstricción, disminuyendo su diámetro, ocasionando un aumento de la
presión sanguínea; y al disminuir la cantidad de adrenalina, que se produzca el efecto contrario.
El corazón, también corresponde a un efecto, cuya estimulación, depende de la actividad
simpática y parasimpática. Así, cuando participa la acción simpática, aumenta su frecuencia, la
fuerza de su latido y la presión sanguínea. En cambio, si la estimulación se realiza producto de la
acción parasimpática, se produce una descarga de acetilcolina, lo que provoca el efecto
contrario.