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ha-muerto/

¿Qué significa la famosa frase de Nietzsche


“Dios ha muerto”?
El filósofo alemán escribió en 1882 una de sus máximas más controvertidas y
conocidas.
Una de las frases más conocidas en la historia del pensamiento humano es, sin
dudas, la frase “Dios ha muerto” (“Gott ist tot” en su alemán original), escrita por el
filósofo alemán Friedich Nietzsche (1844-1900) en 1882 en su obra “La Ciencia
jovial”. Frase que hasta el día de hoy genera la discordia en muchos creyentes y
ateos, los últimos de los cuales suelen empeñarse en encontrar diversos
argumentos y pruebas en contra de la existencia de Dios, tales como el problema
del mal y la aparente capacidad de las ciencias naturales de dar cuenta del origen
del universo

La frase de marras de Nietzsche, quien creció en un ambiente religioso debido a


que su familia era protestante (su padre y su abuelo habían sido pastores
luteranos), aparece en el capítulo 125 del libro “La Ciencia Jovial” llamado “El
Loco” o “El frenético”:

 
“…¿No oísteis hablar de aquel loco que en pleno día corría por la plaza pública
con una linterna encendida, gritando sin cesar: «¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!».
Como estaban presentes muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron la
risa. [...] El loco se encaró con ellos, y clavándoles la mirada, exclamó: ¿Dónde
está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos matado; vosotros y yo, todos nosotros
somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo pudimos vaciar
el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hecho
después de desprender a la Tierra de la órbita del sol? [...] ¿No caemos sin cesar?
¿No caemos hacia adelante, hacia atrás, en todas direcciones? ¿Hay todavía un
arriba y un abajo? ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío [...]?
¿No hace más frío? ¿No veis de continuo acercarse la noche, cada vez más
cerrada? [...] ¡Dios ha muerto! [...] ¡Y nosotros le dimos muerte! ¡Cómo consolarnos
nosotros, asesinos entre los asesinos! Lo más sagrado, lo más poderoso que
había hasta ahora en el mundo ha teñido con su sangre nuestro cuchillo. ¿Quién
borrará esa mancha de sangre? ¿Qué agua servirá para purificarnos? [...] La
enormidad de este acto, ¿no es demasiado grande para nosotros?”…

Así las cosas, la pregunta que se han hecho muchos durante al menos un siglo es:
¿Qué significa que “Dios ha muerto”? En primera instancia simbolizaría la
supuesta liberación del espíritu humano de las formas anquilosadas en las que
estaba preso por los diversos órdenes mitológicos y teocráticos.

 
 
En el párrafo citado anteriormente se desprende la pregunta ¿Dónde está Dios? y
se presenta un escenario donde un conjunto de personas acepta una resolución
negativa hacia esa pregunta. Esta gente no cree en Dios y, por tanto, “ellos” serían
los responsables de que Dios no pueda ser hallado. “Ellos”, según Nietzsche, sería
la Europa de a finales del siglo XIX, cuando el avance imparable de la ciencia y la
Ilustración (con pensadores como Voltaire, Karl Marx y Schopenhauer) comenzó a
convertir a la teología en algo del pasado, algo impráctico e irrelevante en aquellos
tiempos modernos. Sin embargo, la imagen de Dios todavía ocupaba un lugar en
las mentes de millones de europeos, una imagen que representaba la moralidad y
la razón de ser de los seres humanos. Por ello, según Nietzsche, este lugar
debería ser ocupado por algo más que un hombre: el “Übermench” o
“superhombre”, cuyos valores e ideas iban a ser las que en teoría guiarían al
hombre de ahora en adelante.

 
Según el filósofo alemán Martin Heidegger, “ya de joven, Nietzsche había
acariciado la idea de la muerte de un dios y de la extinción de los dioses. En unos
apuntes de la época de la elaboración de su primera obra “El nacimiento de la
tragedia”, escribe Nietzsche (1870): «Creo en la sentencia germánica primitiva:
todos los dioses tienen que morir». En su juventud, Hegel también menciona, al
final del tratado “Fe y saber” (1802) el «sentimiento en que se funda la religión de
los tiempos modernos: Dios mismo ha muerto…».

 
Según Heidegger, la frase de Nietzsche sobre la muerte de Dios alude no sólo al
Dios cristiano, sino que también al mundo sobrenatural, al dominio de las ideas y
los ideales. La frase «Dios ha muerto», entonces, significa que el mundo
suprasensible, el mundo ideal, carece de fuerza operante porque no dispensa vida.
El mundo real es este “valle de lágrimas”, mientras que el mundo ideal es el Monte
de la Bienaventuranza divina en el otro mundo. La metafísica para Nietzsche –es
decir la filosofía occidental entendida como platonismo- también estaría muerta, ya
que Nietzsche entiende su propia filosofía como movimiento contrario a la
metafísica y el platonismo.

 
Como crítico de la cultura occidental, Nietzsche consideraba que el sentido de ésta
era reprimir la vida (lo dionisíaco)* en nombre del racionalismo y de la moral (lo
apolíneo). Por ello, Nietzsche creía que detrás de la racionalidad y la moral
occidentales se hallaban siempre el prejuicio, el error o la mera sublimación de los
impulsos vitales. La «muerte de Dios» que anunciaba el filósofo alemán dejaba
entonces al hombre sin la mezquina seguridad de un orden trascendente, y por
tanto enfrentado a la lucha de distintas voluntades de poder como único motor y
sentido de la existencia.

 
Para Nietzsche la creencia en Dios “se ha vuelto increíble”. Por eso bautizó su libro
como “La Ciencia Jovial” porque, desde su punto de vista, éste encerraba un tipo
de conocimiento que traía alegría al conocedor: el conocimiento alegre es el
conocimiento de que Dios ha muerto. Para Nietzsche la creencia en Dios es
indeseable porque la muerte de Dios nos hace libres de convertirnos en dioses
nosotros mismos.

 
Cuando Dios muere, no muere solo. Junto a él muere el sentido o el significado, la
moral y la razón. Sorprendentemente, sin embargo, Nietzsche considera estas
consecuencias como liberadoras en vez de debilitantes. Ni Dios, ni el significado,
ni la moral, ni la razón nos constriñen, dice el filósofo alemán. Por ello, según él,
somos libres para vivir como nos plazca, para hacer de nuestras vidas lo que nos
plazca. Para muchos pensadores modernos, por supuesto, la manera de Nietzsche
de ver la muerte de Dios no conduce a la bendición, la comodidad y la vida, sino
que a su opuesto, es decir, la aflicción, el dolor y la muerte.

 
Como sea que fuere, no está mal finalizar está filosófica y sesuda nota con uno de
los clásicos chistes del Show de Benny Hill, el famoso programa humorístico del
fallecido comediante inglés Benny Hill. En un gran muro hay un vistoso graffiti
pintado que dice “Dios está muerto”, firmado por supuesto por un tal Nietzsche. El
problema es que más abajo hay otro graffiti que dice “Nietzsche está muerto” y el
que lo firma es…Dios.

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