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Pastor… El perro Chiribaya

Cuenta la leyenda que por los años 1100 en una ciudad no muy conocida pero no
por eso menos importante, vivía Pastor, a las orillas del río Osmore en la ciudad
llamada Chiribaya, un pueblo de campo, de agricultura, de textileria, de ganadería
y sobre todo de pesca, un pueblo de riqueza extraordinaria, un pueblo de
caciques, de familias unidas, muchas de ellas, las más importantes poseían
mascotas, si unas mascotas fieles que solo los privilegiados podían tener, y ahí
entra Pastor a la historia.

Pastor, así era su nombre, era un perro fiel, guardián y sobre todo tierno y
amoroso, su peleja se podía distinguir a metros de distancia era abundante y casi
siempre resplandecía con los rayos del sol por su color amarillo, cuando corría por
el campo su pelaje se movía con el viento y sus orejas caídas bailaban al compás,
sus patas eran tipo como la liebre, es decir le permitía moverse sobre la arena o la
tierra con menor esfuerzo que otro tipo de perro, poseía un hocico fuerte y su
cabeza era muy similar al pastor ovejero o pastor alemán, y su cuerpo largo y de
estatura algo corta.

Cuando llego Pastor a la casa del Cacique jefe, estaba muy asustado nunca se
había separado de su familia, era aún pequeño, pero al pasar los días fue
asimilando que en esa casa lo querían mucho, era una casa más grande de la que
el venía, sus paredes no solo eran de paja sino también de piedra y barro, y tenía
varias habitaciones, lo que más le gustaba era que había un niño, ese era el gran
motivo por el cual él estaba ahí para hacer feliz a Felipe el hijo del cacique.

El cacique era un hombre grande que asustaba mucho a Pastor, salía muy
temprano de la casa y volvía solo para cenar, pero estaba también una dama, la
mamá de Felipe, la señora bonita, ella siempre lo alimentaba, era muy buena y
tenía una sonrisa encantadora, por las tardes con un grupo de damas se ponía a
tejer unos hermosos mantos, a veces cuando estaba jugando con Felipe ella los
miraba fijamente como si los quisiera dibujar en sus figuras que hacía en sus
mantos.

Un día Pastor y Felipe se fueron al valle acompañando a su papá el cacique,


grande fue la emoción al sentirse libre, corría junto a Felipe su fiel compañero de
toda su aventura, hasta jugaban con las llamas que pastoreaban el Cacique con
sus ayudantes los pastores, jugaron a perseguirlas, a tocarlas, a darles de comer,
a darles cariño, el niño reía de felicidad y eso hacia feliz a Pastor ya cayendo el
atardecer ayudó a los ayudantes del cacique a meter a las llamas a sus respetivos
corrales, ¡Qué día tan feliz habían tenido los dos! Esa noche ambos perro y niño
durmieron con la sonrisa dibujada en sus rostros, la madre, la señora bonita se
sentía tan feliz de ver dibujada la alegría de su niño y que al fin no se sentía solo.

Al día siguiente grande fue la sorpresa cuando papá Cacique al levantarse fue a la
habitación de Felipe y le dijo: desde hoy tú y Pastor me alcanzaran en el campo.
Lo que pasaba que se había dado cuenta que Pastor no era un perro cualquiera
sino un perro guardián y un perro pastor y lo mejor un perro de raza, desde ese
día siempre a la misma hora salían Felipe y Pastor a buscar al Cacique, ¡que bien
lo pasaban los dos!, corrían por el río, recolectaban semillas, realizan dibujos en
los cerros, pescaban los peces para llevarle a la señora bonita, todo era felicidad,
eran libres las horas en los campos eran interminables, eran realmente felices, así
fueron pasando los días, las semanas, los meses, hasta que llego el invierno y con
él el frío.

Un día de invierno, de esa cruda estación, el frio era intenso, pero Felipe y Pastor
insistieron en ir a pesar que la señora bonita no quería; al estar en el valle empezó
el viento fuerte, los ayudantes del Cacique no podían controlar a las llamas, ellas
corrían de un lugar a otro, estaban alborotadas como si una fuerza más grande las
llevara a correr, desesperarse, sentir miedo, los ayudantes gritaban ¡Regresen!
¡Regresen!, pero ellas se ponían peor, entonces sacaron sus látigos y empezaron
a golpearlas para que obedezcan, eso asusto mucho a Felipe y a Pastor, todo era
una tragedia, el Cacique estaba molesto y tenía una lanza, Pastor tenía mucho
miedo que la utilice queriendo matar a las llamas que eran sus amigas, así que
pensó … y si yo las ayudo, seguro me hacen caso, están muy asustadas, yo lo sé,
así que empezó a ladrar fuerte con un ladrido diferente como que les estuviera
hablando, fue así que Felipe quien se dio cuenta que Pastor podía comunicarse
con las llamas lo soltó, el cacique no entendía lo que estaba sucediendo y grito
¡Detente! ¡No vayas! ¡Pastor obedece! Pero Pastor sabía que esta vez no podía
obedecer, que él tenía que hacer algo para ayudar a sus amigas las llamas, así
que con diferentes ladridos empezó a tranquilizarlas, los ayudantes uno a uno
fueron bajando sus látigos y comprendían que Pastor se estaba comunicando con
ellas, el Cacique dejo de gritar y correr detrás de Pastor y Felipe reía con felicidad
y orgullo lo que su fiel amigo estaba logrando, una a una iban ingresando las
llamas, ya más calmadas, ya sin gritar como si lloraran, pero siempre temerosas
por el viento tan fuerte que sacudía los campos, ohh! Grande fue la angustia
cuando se dieron cuenta que faltaba una de las llamas, la de las manchas
blancas, la del linaje puro, la más bella, ¿dónde estaba? se preguntaban todos,
por el viento tan fuerte que sacudía la tarde no se podía divisar más allá de dos
metros, pero Pastor si podía, él era un perro de raza, de caza, de agallas, era un
perro pastor y conocía y sabía muy bien lo que tenía que hacer, así que largo la
carrera y con ladridos y aullidos de auxilio fue buscando los rastros de la llama, su
amiga la de las manchas blancas, tuvo que pasar por el rio que ese día estaba
muy acaudalado por el viento tan fuerte que sacudía la tarde, grande fue la
emoción al ver a su amiga al fondo del río, jalo las ramas que no la dejaban
avanzar, con su pico duro que poseía, una a una fue jalando hasta que el camino
quede libre, la llama salió pero Pastor solo le decía con sus ladridos que cruce el
rio y llegue al bosque que ahí estaban las demás, la llama no quería avanzar por
que Pastor no avanzaba detrás de ella, era que no podía salir, se había atorado
su patita en una de las ramas, pero pastor insistía que debía irse, que él estaba
bien, que pronto se desataba y la alcanzaba, pero eso no era verdad, pastor
estaba muy mal herido, sabía que no podría salvarse, la llama corrió y corrió
hasta llegar donde las demás.

Pero cuando Pastor partió a buscar a la hermosa llama de manchas blancas


detrás de él se fue Felipe quien había prometido que nunca lo dejaría y su papá el
Cacique lo siguió temeroso que algo le pasara a su hijo, llegando al río vieron que
Pastor estaba al final del caudal, tratando de salir de las ramas que habían
envuelto su patita, el Cacique detuvo a Felipe y lo puso a salvo, Felipe lloraba
inconsoladamente por su fiel amigo y solo le decía con voz temblorosa y asustada,
¡salva a mi perro papá!, el Cacique se metió al acaudalado río, el viento no lo
dejaba avanzar, con la ayuda de su lanza llego hasta donde estaba Pastor, quién
ladraba de dolor, cálmate le dijo yo te sacaré, rompió con su lanza las ramas que
sujetaban la pata de Pastor, sangraba mucho, realmente estaba mal herido,
lograron salir del río, Felipe abrazo a su perrito y ambos lloraban.

Ya en casa la señora bonita la mamá de Felipe, esa señora tierna y buena que le
daba de comer y le daba amor, fue curándolo con remedios del valle, utilizando
plantas medicinales, todo el pueblo Chiribaya cantaba cantos de alabanza
pidiéndole al Dios Sol que salvara a Pastor, ya que era un perro fiel, y sobre todo
protector no solo de los niños sino de los animales, era realmente un perro
guardián, era un perro Chiribaya

Pastor solo abría sus ojitos para ver a Felipe y con ellos le decía no llores por mí
todo pasará, señora bonita me cuida y tu amor me envuelve las heridas, hasta
papá Cacique invocaba al Dios Sol, para que envíe la protección a tan valeroso
animal y fiel amigo de su hijo, quien se había ganado el respeto no solo de él sino
del pueblo Chiribaya, fueron tres días de agonía para la familia y para todos, días
que no terminan nunca para Felipe el mas afectado, hasta que despertó ladrando
y besando con su lengua a Felipe, moviendo su cola, todos aplaudieron de
felicidad, era una gran fiesta para el pueblo Chiribaya, Pastor no entendía porque
todos se alegraban y abrazaban a sus amos y porque Felipe seguía llorando si ya
estaban juntos otra vez, es que los perros no entienden mucho las cosas de los
humanos, pero igual estaba feliz de poder volver a jugar con Felipe.

Después de varias semanas pudieron salir de nuevo al campo, y visitar a sus


amigas las llamas, todo volvió a la normalidad, jugando en el rio, pescando los
peces, atrapando a las llamas para que vuelvan al corral, lo único que cambio que
ahora se había ganado el respeto de todos, desde el Cacique, los ayudantes, las
personas del pueblo, era ya considerado Pastor el perro Chiribaya.

Una tarde llegaron del campo y grande fue su sorpresa que la señora bonita había
tejido una manta para él con dibujos de él, para mostrarle su agradecimiento salto
de felicidad moviendo su cola y dando vueltas en ella, realmente Pastor había
encontrado su hogar, su sitio, su familia.

La amistad de Felipe y Pastor fue inmensa y duró muchísimos años.

Hoy se le recuerda y es un héroe en la cultura Chiribaya, cuentan los historiadores


que aun existe su raza y es considerado realmente un perro Chiribaya, hasta hace
poco el perro guardián del museo Mallqui era Abdul, y dicen que era descendiente
de Pastor, dicen también que la momia del museo Chiribaya es la del perro Pastor
del niño Felipe, hijo del jefe Cacique, no hay duda que se trata de un perro
originario del PERÚ.

FIN

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