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EL SUEÑO DE LIZARDO

(Cuento)

Fue así como mis ojos se apagaron. Por amor a ti Felicia,


cómo iba a permitir yo, Lizardo Piscoya, ex alumno del Seoane y
de la profesora Xenia, que siempre nos aconsejaba respetar a las
mujeres, que ese abusivo del Serafín te agarre del pelo y te
arrastré por el suelo y te de patadones allí en pleno parque de
Jayanca, frente a toda la gente, tan sólo porque le reclamaste que
está bien que tome pero que no se gaste toda la plata porque
estaban debiendo el agua y justo que Fabricio ya lo iba a cortar.

Estaba bien que era tu marido, tan solo porque cuando


estabas en cuarto de secundaria, con engaños te llevó al río y
abusó de ti, y tus padres tuvieron que arreglar el compromiso, pero
yo había sido tu primer amor, tu primer enamorado y te quería de
verdad, aunque ahora solamente me contentaba con mirarte.

Recuerdo cuando te conocí. Fue una tarde en que yo me


dirigía al mercado por la calle Grau te vi pasar en bicicleta, me
quedé sentado en el parque mirándote y admirándote la belleza
de tus quince años. Te miré y me sonreíste. Cuando te dije: “Mira,
la llanta de atrás está baja: y tú con una voz melodiosa: Felicia”,
me dijiste para luego irte riendo.

Cuando después te vi en el colegio y averigüé sobre ti, supe


que habías sido trasladada del Sara Bullón de Lambayeque, porque
mucho pasaje gastabas y los cobradores eran generosos contigo,
hasta que me gané tu confianza y por fin respondiste mi carta, la
que guardo celosamente y siempre leía a solas en mi cuarto. “Te
acepto Lizardo porque eres bueno, pero te pido que me respetes,
que me cuides y que estudies mucho para que me ayudes en mis
tareas”. Todo lo hice por amor Felicia, hasta que te metieron
chismes, esa mala de la Cecilia que era envidiosa y no paró hasta
separarnos. Y fue allí que te conquistó el Serafín. Por eso cuando
vi que te pegaba sentí que mi corazón latía muy rápidamente y no
me aguanté. Suéltala abusiva, porqué te metes con una mujer.
Porque no te metes conmigo carajo y nos agarramos a golpes,
patadas, puñetes y no sé de donde el Serafín sacó una chaira y
¡zuas! Me hincó en el brazo, yo logré apretarle la mano y ¡fun! De
un cabezazo lo hice rodar por el suelo. Cobarde salió corriendo.
Allí fue que me amarraste el brazo que sangraba, te tomé la mano
y tan cerca de mí estabas que iba a besarte, cuando siento un
hincón en la espalda y empezó a caer lentamente, mientras tú
gritabas. Aún con la chaira en la espalda, cayendo yo sin fuerzas,
deliro y pronunció tu nombre ¡Felicia!, ¡Felicia!... Agggggg.

Así fue como mis ojos se apagaron y para el sueño eterno.


Autor: Lizardo Mauricio Piscoya Rodríguez.
2do Puesto del Concurso de Narrativa Escolar. Piura en 1999.
EL CHOLO DEL PARQUE (Leyenda)

Te lo juro Carmen Julia fue por mi ambición. Cuánto me


pesa haberlo botado a mi hermano Javier. Mi madre antes de morir
me dijo: Como tú eres el mayor, serás como un padre para tu
hermano, ya que él, los abandonó desde que estaban chiquitos.
Cuánto me arrepiento, porque ese día que yo celebraba el
pelamiento de mi Anselmo y lo mandé botar con mis criados, él se
fue por ese caminito de bejucos y amor seco en las afueras de
Jayanca y le pasó lo que ahora todo el pueblo comenta.
Por qué Julia, Por qué, dice mi compadre Lizardo que en
el puente tabla, el mercado y hasta en las misas del curita Murillo
hablaban de eso, que Javier había pagado sus deudas y había
comprendo víveres para todo el mes donde el chino Juan Lay y que
cuando le preguntaron de donde había sacado plata. Javier contó
que justo cuando pasaba por esa huaca que los jayancanos
llamamos Chililí, triste y agotado sintió sueño y se recostó un
ratito, en su sueño escuchaba conversar a la roca con el viento.
Así como te digo Julia, que conversaban. Hablaban de ayudarlo
porque tenía un buen corazón, una mujer sencilla y dos hijos
chiquitos, decían que el viento le traería mazamorra de maíz
blanco y la roca mote de maíz amarillo. Cuando Javier Despertó
asombrado vio al lado de su alforja dos ollitas de barro, una con
mote y otra con mazamorra, dicen que comió con desesperación
pero no todo, guardó, en su alforja el resto para llevarles a sus
hijos y cuando ya estaba regresando a su casa, sintió que la alforja
se hacía cada vez más pesada y plashh. No lo podía creer. La
mazamorra de maíz blanco se había convertido en joyas de plata
y el mote de maíz amarillo, en joyas de oro, brillantísimas.
¡Imagínate Julia! Y dicen también que pasado el asombro
enterró gran parte del tesoro allí al lado del camino y se dirigió al
pueblo con el resto de joyas. Fue mi ambición estoy seguro, porque
cuando supe todo por mi compadre, salí corriendo, así como
estaba nomás con mi sombrero y mi ropa de campo y cuando ya
pasaba por el centro del parque para dirigirme al río, se me
presentó un hermoso racimo de uvas sobre una alta roca, la trepé
y cuando ya la tenía en mi mano sentí que un viento me envolvía
y me dejó así para siempre, petrificado, convertido en una estatua
fría con el racimo de uvas en alto, en el centro de la plaza.
¡Te lo juro, Carmen Julia por eso me arrepiento. A veces
cuando todos duermen bajo a la plaza, camino silencioso cruzo el
río del pueblo y me dirijo a Chililí, A Buscarlo a mi hermano pero
no lo encuentro, por donde vivirá Julia, justo ahorita estoy
regresando ya , cansado, porque pronto cantaran las chilalas y tu
como todos los días pasaras con tu piajeno rumbo al mercado a
vender las guabas, mameyes, mangos y uvas y yo, inmóvil
nuevamente, solo podré observarte como te pierdes a lo lejos, a
lo lejos Carmen Julia!

Autora: María Natividad de la Cruz Damián


Primera mención Honorífica
Concurso de Narrativa Escolar. Piura en 1999.
CHATADA (Cuento)

A la memoria de José Aldana Jiménez.


Tu recuerdo aún vive ente nosotros.

¡Así fue comadre… y con el transcurrir de las horas el


corazón de mi hijo dejó de latir!
Desde entonces busco su voz, su sonrisa, en estas cuatro
paredes que me tienen encerrada, pero mi pepito ya no está
conmigo como antes contándome sus cosas: de los partidos que
jugaba con los muchachos de la Alameda o de sus aspiraciones de
ser aviador, justamente ya estaba inscrito en la FAP; por qué tuvo
que ser así Dios Mío. Yo hubiera dado mi vida porque tú vivieras
ángel de mi corazón y no estuvieses en esa tumba que te aleja
cada día más de mí, pepito, hijoo…
Todo fue por ese domingo fatal, por qué Pepe, por qué fue
así, por qué Dios mío permitiste que la muerte lo envolviera con
su manto oscuro, si él era tan bueno, casualmente venía de abogar
por unos compañeros que habían detenido en la comisaría de
Jayanca, cuando Félix, el alguacil del municipio, le pidió que
colocara el cordón en lo alto del mástil que se encontraba cerca
de la plaza. Tan servicial como era, accedió, comadre, sin pensar
que ese domingo fuese diferente y no habría izamiento, ya había
pasado el cordel por la polea y cuando se disponía a bajar por el
mástil éste empezó a tambalear. Hasta que de un solo ¡trac! Cayó
pesadamente, aplastando el vientre de mi pobre hijo quien
aferrado a él yacía en el suelo. Yo estaba preparándole su
desayuno aquí en mi humilde casita y llegaron a avisarme, salí
desesperada, corriendo, lo encontré aún con vida tendido en el
suelo y rodeado de mucha gente. ¡Es Chatada! Por favor,
retírense… Un carro, ¡traigan un carrooo! ¡Chatadita, hijo! Lo
cogí entre mis brazos y lo besé con todo mi corazón temiendo
perderlo, él me miraba y en sus inocentes pupilas pude ver un claro
brillo como si me hubiera querido decir “No te preocupes
madrecita, no te preocupes”, le juro comadrita que nunca perdí
la esperanza que mi hijo se salvara. Después el Leandro, mi esposo
llegó con la movilidad y lo trasladamos al Belén de Lambayeque.
Mi corazón no daba más y cuando lo introdujeron a la sala de
espera, no me dejaron acompañarlo. Sufrí mucho hasta que el
doctor “lo lamento señora”. ¡Por qué! , ¡Por quééé!...
Ya deje de acordarse comadre, guarde ya la foto de su hijo
que se puede poner mal. Recuerde lo que le ha dicho el doctor
Marcos Gil sobre su presión…
¡Ay hijito mío! mi pepito, cuanta falta me haces, el vacío
que has dejado en mi alma me consume cada día más…cada día
más, hijitooo!

Autora: María Natividad De La Cruz Damián.


LA CATITA (Cuento)

Se lo juro cumpa, por este Cautivito de Ayabaca que no le


estoy mintiendo, es la purita verdad lo que le digo, pero cómo
Pedro! eso es inaudito. Lo sé cumpita, pero yo, Pedro Falla, le juro
que es cierto. Aún en mi mente clarito tengo el recuerdo. Era una
muchacha bonita, tenía dieciséis años y aunque se llamaba
Catalina Adanaqué todos lo conocían por “Catita”, pobre
Catita…Llevaba varios meses enferma, no sé de qué pero se sanó.
¿…y? bueno aquí viene lo extraño que a los pocos días de haberse
mejorado, una mañana amaneció muerta. La lloramos todos los
vecinos de este caserío, la acompañamos y faltando solo minutos
para enterrarla cuando de repente compadrito como que nos vino
un aire de misterio y aunque no crea, el cajón cumpa, empezó a
moverse lentamente y al instante nomás catita, que tenía abierta
la caja para que puedan echarse la bendición sus parientes, se
sentó en la caja cumpa y pedía ¡agua! ¡agua! Hubo alboroto unos
salieron corriendo. Su familia se quedó y lloraban de emoción de
ver a Catita viva de nuevo. ¡Es un milagro Dios Mío!, dijo doña
Manuela Monja y entonces alguien apagó las velas y ella saliendo
de la caja sorprendida y asustada preguntó ¿Qué pasa? ¿Por qué
hay bastante gente? Fue allí que don Pablo Pingo que había estado
tomando yonquecito, le dijo: No pasa nada hija, estamos
celebrando un santo y poco a poco la gente se fue retirando unos
al Arenal y otros a la Soledad, sin dejar de comentar lo sucedido.

Así fue la resurrección de Catita compadre y cuando lo supo


don Juan de Dios, el practicante del pueblo, nos explicó que no
era resurrección sino que Catita había tenido un “parto temporal”,
¿partooo? Infarto querrá decir, cumpa. Eso mismo y desde allí ella
ha quedado un poquito “loquita” y si alguien habla con ella te
empieza a contar de su familia muerta y no hay cuando pare de
conversar.

Pobre Catita, pobrecita, ahora ya tiene setenta años y aquí


en la Tomasita nosotros le tenemos mucha pena y cariño, y cuando
cosechamos maicito le compramos su vestidito o alguna otra
cosita.

Que se va hacer, Pedro, la vida es así y mejor ya vamos a


seguir chaleando el monte porque hoy viene don Asterio Monja y
nos da una reñida. Tiene razón, Vamos compadre…

Autoras: María Falla Valladolid y Roxana Fernández


Chunga.
CUANDO LA LLUVIA CAE (Cuento)
A Carlos Marín,
con la esperanza de algún día sentir
su mano de padre.
Leo.

Aquella noche, cuando hundido en el barro hasta las


rodillas, sentí esa mano sobre mi hombro, nunca pensé que fuese
él. ¡Era increíble! Pero allí estaba y aún no salgo de mi asombro…
Todo empezó cuando las gotas de la lluvia empezaron a
sonar con más fuerza sobre las calaminas de nuestra humilde casa,
y mi madre, al sentir que el agua ya nos invadía, sin temor a
truenos, rayos y relámpagos cogió el balde anaranjado y empezó a
botarla. La lluvia se hacía cada vez más intensa. El viento agitaba
el techo y, en las paredes de adobe empezaron a aparecer las
primeras chorreras.
Mis dos hermanos dormían y yo, al ver a mi pobre madre
luchando contra el agua, sola en la oscuridad, no me importó la
fiebre ni los escalofríos que había sentido desde la tarde y empecé
a ayudarle.
La casa ya parecía un río y eran vanos nuestros esfuerzos
pues toda el agua de allá arriba. De Pueblo Nuevo, venía y se metía
junto con palos y papeles. En eso que estábamos botando el agua,
escucho llantos en el cuarto. ! Mis hijos! No te preocupes mamá,
yo iré a verlos.
Acuéstense hermanitos, es la lluvia, no tengan miedo. Ni bien
acababa de decir esto cuando ¡Plaaasssshhhh! Retumbó en la casa.
¡Mamaaá! Grite. Por suerte la pared sólo le hirió en el brazo,
desesperado le amarré con un trapo y la hice sentar en la cocina
que era la parte más alta de la casa.
Hijo ¡Cuánta falta hace nos hace tu padre…! Tranquilízate
mamá, esta lluvia tiene que pasar y de pronto ¡¡¡bruuumm!!!
Reventó un trueno que hizo estremecer las paredes y a nosotros.
Algo se desplomó en el cuarto ¡Mis hijos! Reaccionó mi madre que
salió corriendo, intenté detenerla pero no me hizo caso, y con la
desesperación hizo a un lado cañas, palos, trapos, y adobes
desechos y buscó como loca en el barro a los frutos de sus entrañas
¡Cuidado mamá!, pero la viga ya se había desprendido y aplastó a
mi pobre madre. Traté de rescatarla pero ya era demasiado tarde,
solo alcanzó a decirme “hijooo…, tus hermanooos…”! Mamaaaá,
mamaá! ¡Nooo, por favor auxilio, ayúdenme!... y ya no me importó
el agua ni el barro, la cargué y puse sobre una mesa y busqué entre
esa masa de tierras, cañas, palos y con mis manos ensangrentadas
encontré el cuerpo de Davisito y también de Sebastián, estaban
abrazaditos. Los junté con el cadáver de mi madre y lloré de rabia,
de dolor, quería morirme junto con mi familia y de pronto estaba
decidido. Aferrado al rostro de mi madre y con el agua roja de la
sangre iba a morirme… Es en este instante que ocurrió aquello que
nunca olvidaré…
Angustiado como estaba, siento una mano calurosa sobre
mi hombro, al voltear, ¡No podía creerlo! Se me enfrió la sangre
al descubrir que quien me tocaba era mi padre, el cual nos había
abandonado cuando yo tenía ocho años y ahora increíblemente
había vuelto, pero demasiado tarde.
No sé por qué me acuerdo de estas cosas, cuando la lluvia
cae…

(Leoncio Marín Sosa).


2° Mención Honorífica
Concurso Escolar Regional de Narrativa
“Rigoberto Meza Chunga”.
Piura – 2000.

LA MOMIA DEL CACIQUE (Leyenda)


Un siglo antes que los españoles llegarán a nuestras costas,
ya el inca Huayna Cápac daba fin y remate a la conquista y
subyugación de los yungas y mochicas, labor que habían
comenzado sus antepasados.
Con cuarenta mil hombres de su ejército, que comandaba
personalmente, y con su hermano Cussi Hualpa derrotó a los
Penachís, furiosa tribu guerrera cuya principal ciudad era el actual
caserío Penachí, y que fue la única que se resistió a perder su
independencia.
Cuando se hizo el primer intento de avance hacia la
cordillera, antes de derrotar a los Penachís, el general Cussi
Hualpa debido a la creciente de los ríos, no pudo continuar y
regresando se estableció con su cuartel general en Jayanca, donde
se casó con la hija del cacique de este pueblo, llamado Falloshuli,
descendiente directo de Llapchillulli, fundador y primer
gobernante del mencionado pueblo.
Como quiera que Falloshuli, se encontraba complicado en
la resistencia que habían ofrecido los Penachís, una vez que se
terminó la subyugación total, se dispuso el traslado del cacique de
Jayanca al Cusco, donde estuvo prisionero algunos años, hasta que
por influencia de su propia hija, la esposa de Cussi Hualpa, obtuvo
su libertad y la correspondiente autorización para volver a su
pueblo.
Partió del Cuzco, el cacique con una numerosa comitiva,
constituida entre otros por: Puiconsoli, Fontam, Chumbi,
Manallulli, Pillacup y Monlotup, que eran sus servidores
distinguidos y principales jefes, y quienes también habían sufrido
prisión, en la capital del imperio, desde que cayeron prisioneros
del inca, junto con su jefe. La vejez, la derrota, la prisión, la
tristeza y humillación habían minado la salud del viejo cacique
Falloshuli, quien murió en el santuario de Pacatnamú, cuando
regresaba a su pueblo. Sus servidores hicieron un acto solemne y
momificaron el cadáver de su jefe, ingresando a sus tierras para
ser sepultado en las faldas del cerro que se halla hacia el este de
la casa actual de la hacienda La Viña, donde estuvo ubicado el
primitivo pueblo de Jayanca.
Antes de emprender la aventura hecha para resistir a las
fuerzas incaicas, el cacique había consultado con los “Ichuris”, o
adivinos profesionales, quienes después de haber efectuado las
solemnidades de estilo, como fueron el sacrificio de un carnero de
color pardo, para estudiar las vísceras, dijeron, simbolizando los
futuros acontecimientos: “Tú cacique, saldrás con tus pies y
volverás con los de otros”. Falloshuli, interpretando estas palabras
como que iría a la guerra y regresaría victorioso en alguna litera
real, se entregó abiertamente a la rebelión, con la derrota
consiguiente.
Y el vaticinio se cumplió, porque Falloshuli, cacique
rebelde de Jayanca, ingresó a su pueblo, ya cadáver, conducido
por sus servidores. Y allí está su cuerpo momificado esperando que
de nuevo sus antiguos servidores y súbditos le devuelvan sus
poderes y sus perdidas tierras.
Relato de: Moisés Ezcurra, En
“Mitos, Leyendas Y Tradiciones Lambayecanas”, De
Augusto León Barandiarán.

SEQUIPO, UN HEROE JAYANCANO OLVIDADO EN LA HISTORIA

En el año 1780 Túpac Amaru II organizó y ejecutó en el


pueblo de Tinta (Cusco) una revuelta en armas contra los
españoles, cansado de los abusos que éstos cometían contra los
indios de la zona entre ellos la cobranza de tributos en exceso.
240 años antes de la revolución de Túpac Amaru, un jayancano
organizó y ejecutó una astuta estrategia sin utilizar armas para
poner resistencia al maltrato y cobranza excesiva de tributos por
parte de los españoles, este jayancano se llamó Sequipo, un indio
natural de Jayanca cuyo accionar consistió en reducir el número
de viviendas y ocultar los productos resultado de muchos meses de
esfuerzo y otros bienes. Los visitadores españoles periódicamente
llegaban a cada localidad indígena para cobrar tributo cuyo aporte
se fijaba de acuerdo a la cantidad de viviendas y vivientes que
había en el lugar y además quitaban en forma abusiva los
excedentes de producción que los indios guardaban con mucho
recelo.

Es por eso que Sequipo lidera la práctica de la estrategia


convenciendo a los naturales de tomar la difícil alternativa de huir
y destruir sus casas sin dejar huella y ocultar sus productos entre
los bahareques (paredes de tabiques de palos y carrizos cubiertos
con barro ) para que los españoles no las encontraran ; los jefes
nativos que no huían tenían la difícil tarea de explicar a los
visitadores españoles por qué habían tan pocas casas de pie,
algunas quemadas y muy poca cantidad de naturales residiendo en
la localidad. El visitador (autoridad con orden de la corona
española para fijar la base del tributo de los indios), quien
entendía la intencionalidad de esas actitudes emprendió una feroz
represalia y mandó ejecutar a Sequipo en plena plaza jayancana
de aquella época. Tal como consta en las crónicas consultadas

“Mandase a ahorcar el mando y principal que se averiguó


haber mandado deshacer ciertos ranchos y los bahareques de ellos
se hubiesen escondido entre los maizales encubiertos con yerbas
otras cosas mal hechas. Tenía cargo desde el pueblo que decía
Sequipo” (26 de julio).
Sin duda alguna, este jefe llamado Sequipo, es uno de los
muchos personajes que dieron la vida por su pueblo, aunque
fueron anónimos, en este caso sabemos el nombre Sequipo; y la
fecha 26 de julio de 1540; y el hecho: intento de reducir el monto
del tributo para proteger a los tributarios.

Evidentemente, su acción no fue aislada así lo demuestran


las demás fugas y ocultamientos que se realizaron en otras
localidades que en su conjunto constituyen todo un movimiento de
resistencia. Pues no sólo puede considerase resistencia los
movimientos alzados en armas, también lo son los actos que
buscan reprimir la opresión y explotación, en este caso del invasor
español.

Sequipo dio la vida por su pueblo, es un héroe jayancano,


lambayecano y peruano, no menos importante que los más
conocidos.
En la búsqueda de valores y de impulsar la identidad de
nuestro pueblo, los educadores debemos tomar muy en cuenta
esta lucha colectiva del pueblo jayancano.

Autor: Lic. Arturo Távara Matheus CP “La


Viña”- Jayanca.
LA CAMPANA DE ORO
Hace muchísimos años al sur de Jayanca existía una huaca llamada “Las
Muñecas” donde en la actualidad se encuentran enterrados muchos huacos y
objetos pre incaicos. Nos contaron nuestros padres que allí llegaron 2
huaqueros, esos huaqueros se pusieron a huaquear en plena fiesta de semana
santa, al rato después de tanto cavar y cavar encontraron una campana que,
cuando amaneció, se dieron cuenta de que era de oro, ambos amigos se
pusieron a pelear y en ese preciso instante, un fuerte viendo llego a la huaca,
que levantó la campana por los aires de aquella huaca, llegando como destino
(según las personas) en una huaca al occidente de Cajamarca.

Todos los años, muchas personas iban a “huaquear” en las zonas del complejo
arqueológico “Jotoro” u “Ojo de Toro” (nombrado por algunos habitantes de
Jayanca), entre ellos un grupo de Huaqueros se fue a una determinada zona a
buscar objetos importantes para vender, comenzando a excavar en varios
lugares, entre todos esos lugares donde buscaban huacos, un huaquero golpeó
algo sólido, con un sonido metálico muy fuerte, los huaqueros emocionados y
curiosos a la vez, excavaron con mucho cuidado en esa zona originaria de sonido
metálico, después de media hora de excavación, lograron desenterrar algo que
no era un huaco, sino era una campaña de oro sólido, los huaqueros
emocionados discutían sobre qué hacer con esta campana, uno de ellos decía
que debían donarla a la iglesia de Jayanca, otro decía para fundir la campana y
repartir el oro, entre estas y muchas discusiones más hablaban los huaqueros,
entre estas discusiones observaron que la campana se movía, los huaqueros al
observar esto, se asustaron, cuando la campana repentinamente salió volando
con dirección al sur oeste, a una huaca llamada Huaca Rivera en Pacora. En la
actualidad, los pobladores más longevos dicen que esa huaca está maldita. Pero
que aún algunas personas van a huaquear en esa zona con la esperanza de
encontrar la campana de oro y otros tesoros

Autor Anónimo
El FANTASMA DE JAYANCA

El martes 14 de diciembre del 2004 se publicó una noticia que conmocionó a la población
y movilizo la prensa Nacional y extranjera: Fenómenos paranormales se habían
desatado en Jayanca - Trujillo.

El caso nos lleva esta vez hasta Jayanca, un pueblito situado a hora y media al este de
Chiclayo, lugar en donde los pobladores son declarados creyentes de los fenómenos
paranormales, la casa en cuestión lugar de los sucesos, queda en la calle Elías Aguirre
148 - Jayanca - Lambayeque. Hasta nuestra redacción llego la noticia de que dicho
fenómeno registrado en último 12 de Diciembre no ha sido el único en la zona, pues
algunos vecinos afirman que un policía y su hija, tuvieron que mudarse porque sintieron
que “alguien” movía objetos. No precisan el detalle del lugar ni la fecha de ocurrido el
anterior suceso.

Carlos Montes, quien trabaja como pequeño comerciante llegó con su esposa María
Elena García Lizama y su familia procedente de Jaén el 1ro de Diciembre, una vez allí
deciden alquilar un pequeño inmueble de dos pisos de la calle Elías Aguirre 148.
Aparentemente todo iba bien durante una semana, hasta que el Domingo 12, día en que
estaban además de ellos dos, sus cuatro hijos, dos de sus sobrinos y su padre postrado
en cama, empezaron a ocurrir cosas anormales en el segundo piso de la casa.

Lo primero que aseguran fue que vieron moverse por sí solos algunos objetos de uso
personal, una botella de alcohol y un paquete de algodón como si alguien los trasladara.

Enseguida llamaron al Sr. Toribio Acosta, el vecino más antiguo de la zona, quien
decidió permanecer en la vivienda para comprobar lo relatado. Bastó solo veinte minutos
para que el Sr. Acosta reafirme que hechos inusuales ocurrían en la vivienda.
Sorprendido comprobó que el sobrino de la familia Montes García, Víctor García
Sánchez, adolescente de 14 años, se había convertido en el blanco preferido de la
extraña fuerza que no se cansaba de lanzarle objetos. Incluso cerca de la medianoche
el menor despertó porque sintió que alguien lo tomaba del brazo.

A partir de allí una misteriosa fuerza se desencadenaría, como lo cuenta María García:
"Y en la noche ya se agravó la cosa, hubo apagón, comenzó a tirarnos los limones, nos
tiraba con lo que encontraba, entonces de la cocina, ya nos hemos venido para el cuarto,
pensando que ya no nos iba a seguir, a mi papá también lo atacó tirándole limones y
una serie de cosas, de un estante que tenemos nos tiró una muñeca, de allí comenzaron
a volar medias, unos shorts y una serie de objetos. Parecía algo diabólico. Nosotros no
veíamos nada, solamente los objetos, ninguna persona, ninguna sombra... ...sólo
piedras, zapatos, limones y otros objetos que iban de un lado a otro, estrellándose
contra mis hijos, mi sobrino y mi padre que esta postrado en una cama".

Los aterrorizados inquilinos se vieron obligados a llamar a la policía. Precisamente el


técnico de segunda PNP Mario Hoyos y dos efectivos más fueron al día siguiente, es
decir, el lunes 13 de diciembre. La fuerza desconocida seguía arrojando hacia la sala y
cocina limones, piedras pequeñas y hasta una llave metálica de quince centímetros. Si
bien el fenómeno comenzó a registrarse durante la noche, ahora lo hacía a cualquier
hora del día y a vista y paciencia de quien se encontrará presente.

Jayanca, 01 de octubre 2019.


Hermes Román Carrillo Mori.

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