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El Renacimiento
Permite el desarrollo de muchas ciencias y entre ellas, también la medicina, con lo cual
se empiezan a oír los primeros comentarios sobre la enfermedad mental como un
problema que no estaba relacionado con con- sideraciones diabólicas. Así surge un
proceso de humanización de la com- prensión de la enfermedad, que está marcado por
algunos hitos importan- tes, señalados a continuación.
En 1564, J. Wier distingue entre posesión diabólica y enfermedad mental; en 1573, A.
Paré especula sobre el carácter hereditario y las posibles causas materiales de las
enfermedades mentales. Diez años después, en 1583, F. Plater describe la melancolía y
la hipocondría, mientras que Gazoni propone que los locos sean recogidos en hospitales.
Cien años después, en 1624, Zacchias insiste en que los locos deben depender sólo del
médico. En 1667, T. Willis publica los primeros tratados de neuropatología y describe la
epilepsia, la histeria y la hipocondría como trastornos del funcionamiento nervioso. En
1682, T. Syndenham profundiza en la patogenia nerviosa de la hipocondría y la histeria
y plantea la nece- sidad de realizar una clasificación nosológica.
Tienen que pasar cien años, hasta que en 1769, W. Cullen acuña el término neurosis
para las enfermedades que dependen directamente de las alteraciones del sistema
nervioso. Mientras que en 1789, Pinel propone una interpretación anatomoclínica del
concepto de neurosis y cuatro años des- pués, en 1793, rompe las cadenas de los
enfermos mentales en Bicetrê e introduce el tratamiento moral, lo cual sucede al filo de
la Revolución Francesa; la misma que introduce dos cambios fundamentales en la com-
prensión de las enfermedades psicológicas: por un lado, se da paso a una seria y
profunda reforma (para la época), de la ayuda psiquiátrica; por el otro, aparece una
concepción más optimista de las enfermedades mentales, las cuales se relacionaron con
trastornos puramente orgánicos o con un des- encadenamiento de las pasiones como las
causas más importantes de la locura.
Los inicios de la psicoterapia
Para comprender mejor el proceso a través del cual surgió la psicote- rapia, es vital
entender la manera en la cual se dio el vínculo entre las con- cepciones de la antigüedad
y las de la época moderna, que conducen, de una u otra forma, al psicoanálisis. Este
vínculo lo realizó la hipnosis y su des- arrollo a partir de un asunto muy controvertido
en su época, como es el magnetismo animal, término propuesto por Van Helmont
(1577–1644), influido por Paracelso, para describir la existencia de un fluido, al que la
voluntad podía guiar para influir en la mente y en el cuerpo.
Sin embargo, fue F. A. Mesmer (1734–1815) quien dio el impulso necesario a la
comprensión del magnetismo animal, lo cual, a su vez, permi- tió el desarrollo de la
psicoterapia, ya que presentó algo, que antes era con- siderado como cosa del diablo,
como una cuestión que podía ser entendida desde el punto de vista científico. Mesmer
presentó su teoría basada en 27 puntos, que pueden reducirse a los siguientes elementos,
citados ya por Ellenberger (1970)9:
• Existe un fluido físico que llena el universo y que es el vehículo de unión entre el ser
humano, la tierra y los astros y también entre ser humano y ser humano.
• La enfermedad se origina debido a una distribución desequilibrada de este fluido en el
cuerpo. Una consecuencia de esta creencia es que la recuperación se logra cuando se
restaura el equilibrio.
• Este fluido puede canalizarse, almacenarse y transmitirse a otras per- sonas con la
ayuda de ciertas técnicas.
• De este modo, se pueden provocar “crisis” en los pacientes y curar las enfermedades.
La Terapia Familiar Sistémica
Aparece en este contexto y constituye la combinación de conceptos y teorías que vienen
desde campos tan diferentes como la Física y la Lingüística a la salud mental. Incluso,
las dos características principales de la terapia familiar y que constituyen su identidad
ya estaban presentes en esta época, puesto que se trata de una nueva propuesta tanto
desde la téc- nica psiquiátrica como también en psicoterapia, pero fundamentalmente se
trata de la aplicación de una nueva epistemología del comportamiento humano.
Gérard Salem (1987: 5) sostiene que desde un punto de vista episte- mológico, los
modelos biológico, conductista y psicodinámico, pese a sus diferencias, proceden de un
camino intelectual común que se puede definir como: “clásico” y “racionalista”; es
decir, un camino que da énfasis al proce- so analítico de la descripción para describir e
interpretar la realidad clínica de los problemas mentales. Por otro lado, el modelo
ecosistémico obedece a un camino intelectual de tipo diferente que se le podría
caracterizar como “evo- lucionista” o “globalista”, es decir un camino que privilegia el
proceso holísti- co de la descripción.
Según Salem (1987: 6), el término holismo fue forjado hacia los años veinte, por Jan
Smuts, a partir del prefijo griego holos (entero, todo), y con- tiene la idea retomada por
la teoría ecosistémica, de que el todo es más que la suma de sus partes. Según Smuts,
sólo en la observación del todo es posible cap- tar la tendencia de la naturaleza a
desarrollar formas organizativas de una comple- jidad creciente (Simon, F.B., Stierlin,
H. y Wynne, L.C. 1993: 187).
Este principio de no sumatividad se opone al concepto de reduccio- nismo,
característico del proceso analítico de la descripción. Según Arthur Koestler (1979), el
reduccionismo ha sido privilegiado durante largo tiem- po, como método en las ciencias
exactas, contrariamente al holismo que noha tenido su lugar en la ciencia ortodoxa,
salvo por la vía de la filosofía de la Gestalt, y más tarde por la teoría general de los
sistemas.
Capítulo 2
Elementos de epistemología sistémica que orientan el proceso terapéutico
Un sistema
Un sistema es el conjunto de elementos y sus interrelaciones. Minuchin (1998) ya lo
dijo muy bien, cuando expresó que la familia es un sistema y de igual forma se entiende
al Sistema Terapéutico, el mismo que se forma por la relación que se establece entre una
familia o un individuo o una pareja y el terapeuta. Este sistema es más que la suma de
estos dos ele- mentos, lo que se conoce como el principio de la no sumatividad y, por lo
tanto, se estructura y funciona de acuerdo a los principios que rigen todos los sistemas
humanos, como una totalidad, en el sentido de que lo que suce- de a uno de sus
miembros afecta al otro.
Como lo muestra la figura, el Sistema Terapéutico se forma por la rela- ción establecida
entre una familia y un terapeuta. En este sistema, es funda- mental la circularidad, ya
que como se revisó al describir los aspectos históri- cos, en el trabajo terapéutico se
toman en cuenta las influencias recíprocas que existen entre los miembros del sistema
terapéutico, terapeuta incluido. Para mantener la circularidad en el proceso se utilizan,
fundamentalmente, las preguntas circulares, que surgieron del trabajo de Mara Selvini y
el grupo de Milán, sobre las cuales se profundizará al llegar a las técnicas usadas para el
proceso terapéutico.
El ser del terapeuta
El ser del terapeuta, con todo su bagaje, tanto histórico como de for- mación, es
fundamental en un proceso de cualquier naturaleza, y lo es más aún en uno terapéutico.
Cada uno de los profesionales que se dedican a la tarea de ser psicoterapeutas, es un ser
humano y es, en calidad de tal, que debería presentarse en la relación con el otro. Cada
uno es un sistema, resultante de la interacción de elementos biológicos, psicológicos,
sociales, culturales y espirituales. Cada uno tiene una historia y el hecho de haberla
vivido, es lo que va a permitir el encuentro terapéutico.
También se trata de una persona que tiene experiencia en algunas áreas, pero en otras
no, lo que también va a ayudar al encuentro, sobre todo si se lo entiende como un
proceso de mutuo crecimiento. Esta persona tiene en sus manos un bagaje que ha ido
adquiriendo conforme ha avanza- do en su proceso vital, en primer lugar; pero también
en su proceso de for- mación, conforme va ganando experiencia con los consultantes o
con las personas que están a su cargo en otros procesos, como la formación o la
supervisión. Por lo tanto, este bagaje constituye una síntesis de:
La experiencia vital: la historia, aquellos eventos que se ha vivido y tam- bién aquellos
que no, constituyen la huella de aquellas cosas a las cuales el psicoterapeuta será
sensible y que señalará en el encuentro con sus consul- tantes. El ser, expresado en
cosas tan simples como la edad o el género, con- tribuye a la construcción de la
relación, pero también puede dificultarla.
El abordaje transgeneracional
Un aporte teórico fundamental en el quehacer terapéutico, es aque- llo que se aprendió
durante la formación en Bélgica, donde se hacía gran énfasis en lo transgeneracional;
aquello que se transmite de una generación a la siguiente y que la influye.
Este abordaje está representado por algunos autores: Murray Bowen es el principal,
aunque también lo postulan Iván Boszormenyi-Nagy, Carl Whitaker, y Framo; cada uno
hace referencia a ciertos elementos en parti- cular, por lo que el bagaje
transgeneracional viene fundamentalmente de Bowen, cuyos principales aportes se
delinean a continuación.
Bowen (1998) comparte con otros sistémicos el hecho de considerar a la familia como
un todo, al cual define como una unidad emocional:
... donde sus miembros están ligados de tal suerte que el funcionamiento de uno influye
sobre el funcionamiento del otro. En este sentido, el funcionamiento de la familia es un
producto de, y está influenciado por las generaciones que la prece- dieron.
Los síntomas se desarrollan en esta unidad emocional y se los consi- dera como una
señal de que se ha producido un cambio en el sistema, el mismo que ha determinado que
se modifique el circuito de retroacciones entre los miembros para acomodarse a dicho
cambio.
La integración del yo
Señala el nivel en el cual una persona se siente “ella misma” para enfrentar las
situaciones que se le presentan. Bowen evalúa el grado de inte- gración de sí en base a
la diferenciación, que implica un equilibrio entre los sistemas intelectual y emotivo que
todos los seres humanos poseen. El equi- librio alcanzado depende de varios factores:
La familia de origen: se denomina así al núcleo conformado por padre, madre e hijos.
La forma en que padre y madre reaccionan, la forma en que se comportan y la forma en
que se relacionan entre ellos y con los hijos, moldea la forma que tendrán éstos de
reaccionar frente a los eventos y las relaciones. A su vez, la forma en que padre y madre
reaccionan, está deter- minada por su aprendizaje en su propia familia de origen, con lo
cual, la forma de reaccionar de los nietos es el resultado de la relaciones entre los padres
y los abuelos.
La relación del individuo y el ambiente: el ser humano no es un ser aisla- do, es un ser
en relación y tanto él como su ambiente avanzan juntos en el proceso de diferenciación,
puesto que existe una interacción circular entre los dos, donde un cambio en uno de
ellos afecta al otro y viceversa.