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El Antiguo

Testamento: Un
Comentario sobre Su
Historia y Literatura
TOMOS I

Por
Carroll Gillis
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
CASA BAUTISTA DE PUBLICACIONES
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16 de Septiembre 703 Ote., Cd. Juárez, Chih., México
NICARAGUA: Apartado 5776, Managua

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PANAMA: Apartado 5363, Panamá 5
PARAGUAY: Pettirossi 595, Asunción
PERU: Apartado 3177, Lima
REPUBLICA DOMINICANA: Apartado 880, Santo Domingo
URUGUAY: Casilla 14052, Montevideo
VENEZUELA: Apartado 152, Valencia 2001-A
© Copyright 1960, Carroll Gillis
Derechos en español asignados a Casa Bautista de Publicaciones, 1986.
Segunda Edición © copyright 1991, Casa Bautista de Publicaciones.
Todos los derechos reservados.
Clasificación decimal Dewey: 221.6
Temas: 1. Biblia. A.T. Crítica, interpretación.
2. Biblia. A.T. Comentarios.
Tomo I, ISBN: 0-311-03081-5
Tomo I, C.B.P. 03081

ABREVIATURAS
a. antes (en fechas).
Ab. Profecía de Abdías.
Am. Profecía de Amós.
Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.
Apoc. Apocalipsis de Juan.
art. artículo.
ASV American Standard Version, versión revisada de la Biblia en inglés, de 1901, hecha
en Norteamérica.
AT Antiguo Testamento.
AV Authorized Version, versión de la Biblia en inglés, de 1611, autorizada por el Rey
Jaime, de Inglaterra.
c. cerca, o cerca de (en fechas).
C. Libro de Crónicas.
Cant. El Cantar de los Cantares.
cap. capítulo.
C. de V., Versión española de Cipriano de Valera de la
Cip. de Val. Biblia, la Versión Reina-Valera.
cit. citado.
Col. Epístola a los Colosenses.
comp. compárese; compárense.
cont. continuación, o continuado.
Cor. Epístola a los Corintios.
Cr., Crón. Libro de Crónicas.
Dan. Profecía de Daniel.
DEHA Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.
Deut., Dt. Libro de Deuteronomio.
DSB W. W. Rand, Diccionario de la Santa Biblia.
EB T. K. Cheyne, y J. S. Black, Encyclopaedia Biblica.
Ecles. Libro de Eclesiatés.

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Ef. Epístola a los Efesios.
Ep. Epístola.
Ep. Cat. Epístolas Católicas, o Generales.
Es. Libro de Esdras.
Est. Libro de Ester.
Ev. Evangelio.
Ex. Libro de Exodo.
Ezeq. Profecía de Ezequiel.
Filem. Epístola a Filemón.
Filip. Epístola a los Filipenses.
FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.
Gál. Epístola a los Gálatas.
Gén. Libro de Génesis.
gr. idioma griego.
Guerra. Historia de la Guerra de los Judíos contra los Romanos, y de la Ruina de
Jerusalén, obra de Josefo.
h. hacia (en fechas).
Hab. Profecía de Habacuc.
Hag. Profecía de Haggeo.
Hch. Libro de los Hechos.
HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.
H. E. Historia Eclesiástica, obra de Eusebio.
heb. idioma hebreo.
Heb. Epístola a los Hebreos.
id. ídem (lo mismo), referente a la obra citada antes.
Intro. Introducción.
Is. Profecía de Isaías.
ISBE International Standard Bible Encyclopedia.
J. C. Jesucristo (en fechas).
Jer. Profecía de Jeremías.
Jn. Juan (referente al Evangelio de Juan, o a una Epístola de Juan).
Jon. Profecía de Jonás.
Jos. Libro de Josué.
Jud. Epístola de Judas.
Juec. Libro de Jueces.
K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.
Lam. Libro de Lamentaciones.
Lc. Lucas (referente al Evangelio de Lucas).
Lev. Libro de Levítico.
lit. literalmente.
LXX La Septuaginta, versión griega antigua del Antiguo Testamento.
m. murió (en fechas).
Mac. Libro de los Macabeos.
Mal. Profecía de Malaquías.
Mc. Marcos (referente al Evangelio de Marcos).
Miq. Profecía de Miqueas.
MS manuscrito.

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MSS manuscritos.
Mt. Mateo (referente al Evangelio de Mateo).
n. nació (en fechas).
Nah. Profecía de Nahum.
Neh. Libro de Nehemías.
No. Número.
NT Nuevo Testamento.
Núm. Libro de Números.
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).
Os. Profecía de Oseas.
pág. página.
pár. párrafo.
Ped. Epístola de Pedro.
Pent. Pentateuco.
pl. plural.
Prof. Profecía.
Prov. Libro de Proverbios.
R. Rabino; Libro de Reyes.
Rm., Rom. Epístola a los Romanos.
RSV Revised Standard Version, versión revisada de la Biblia, en inglés, de 1952.
RV English Revised Version, versión revisada de la Biblia, en inglés, hecha en Gran
Bretaña, en 1881.
s. siglo.
S., Sam. Libro de Samuel.
Sal. Libro de Salmos.
Sant. Epístola de Santiago.
SBD Smith, A Dictionary of the Bible.
sec. sección.
sig. siguiente versículo, o siguiente página.
sigs. siguientes versículos, o siguientes páginas.
Sof. Profecía de Sofonías.
Tes. Epístola a los Tesalonicenses.
Tim. Epístola a Timoteo.
Tit. Epístola a Tito.
V. véase; véanse.
v. versículo.
v. g. verbigracia.
VHA Versión Hispano-Americana, versión moderna del Nuevo Testamento.
VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.
vs. versículos.
WDB Westminster Dictionary of the Bible.
Yad. Yadhayim, una división subordinada del Talmud.
zac. Profecía de Zacarías.

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TOMO I
HISTORIA PRIMITIVA DE LOS HEBREOS
LIBROS COMENTADOS: GENESIS, EXODO, LEVITICO,
NUMEROS, DEUTERONOMIO
con
INTRODUCCIONES A LA BIBLIA Y AL ANTIGUO
TESTAMENTO
DEDICATORIA
Dedico afectuosamente este primer tomo de la obra al Doctor Sidney M. Sowell, gran
misionero en los países del Río de la Plata, y gran maestro de Biblia. Su dulce y manso
espíritu cristiano me ha inspirado, y me inspira aún. En el principio de mi obra de enseñanza
en el campo misionero, él me ayudó mucho, y mucho debo a él.
PALABRAS DEL EDITOR PARA LA SEGUNDA EDICION
Ante la todavía inquietante escasez de comentarios y libros de estudio sobre las Sagradas
Escrituras del Antiguo Testamento, la Casa Bautista de Publicaciones ha decidido publicar
una nueva edición de la presente obra por el doctor Carroll Gillis. Sus cinco tomos fueron
editados originalmente entre los años 1951 a 1960. (Esto explica por qué las citas bíblicas
vienen de la Reina-Valera, revisión de 1909 y de la Versión Moderna de Pratt, en vez de la
Reina-Valera, revisión de 1960, o de alguna versión más reciente.) Su segunda edición debió
haber aparecido por el año 1965. Ciertas circunstancias dictaron su postergación, de modo
que es hasta ahora que se hace.
Conviene que aclaremos ciertos detalles acerca de esta edición, la cual no es una revisión ni
tampoco una actualización, sino una reimpresión con ligeros cambios y correcciones. Entre
los cambios introducidos el lector encontrará éstos:

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(1) Un nuevo título. Ahora se llama: El Antiguo Testamento: Un Comentario sobre Su
Historia y Literatura. Este título mantiene el enfoque de la obra (historia y literatura), pero
lo limita al Antiguo Testamento y recuerda al lector que el libro tiene valor como un
comentario, úsese o no como guía para el estudio formal de grupos en seminarios, institutos
u otras escuelas.
(2) Ligeros cambios de formato y contenido que ayudan a posibilitar su publicación en una
presentación más económica.
(3) Un solo índice para toda la obra, el que ahora aparece en las últimas páginas del Tomo II.
(4) También una sola bibliografía para toda la obra, la que ahora aparece en las páginas
finales del Tomo III.
(5) Nuevas líneas en la parte superior de cada página que facilitan la identificación del
contenido que el lector encontrará en esa página. Creemos sinceramente que estas líneas
ayudarán enormemente a que los estudiosos de la Biblia encuentren en estas páginas socorro
práctico en sus tareas de enseñar y predicar la Palabra semana tras semana.
Quiero agrarecer públicamente la ayuda del doctor Gillis en la preparación de esta segunda
edición. El ha colaborado en varias maneras positivas y útiles, lo que nos pone en su deber y
nos lleva a decir un sincero: “¡Muchas gracias!”
A la vez quiero reconocer que sin la ayuda eficaz de la señora Donna de Enge, como Asistente
Editorial en el Departamento de Biblias y Comentarios, con su acostumbrada diligencia y
eficiencia, es dudable que la presente edición hubiera visto la luz del día, dado que el director
del departamento, quien escribe estas líneas, ha estado sumamente atareado con labores
relacionadas con la Biblia Reina-Valera Actualizada que apareció hace poco (y cuyo Nuevo
Testamento estaba en circulación). Gracias, hermana Enge. Y gracias a los que le han
secundado, como su hijo Gary y también María Luisa de Porflit, Norma de Armengol, María
de McConnell y Atalo Méndez. Otros también han contribuido en una u otra manera: ¡Gracias
a todos!
Ahora sólo resta pedir que el Dios de la historia, y de la literatura que emanó de esa historia,
bendiga esta obra en las manos de miles de estudiantes de la Biblia en todas partes del mundo
hispano. Amén, que así sea.
José Tomás Poe
Departamento de Biblias y Comentarios
Casa Bautista de Publicaciones
El Paso, Texas
CONTENIDO DEL PRIMER TOMO
ABREVIATURAS
BOSQUEJO ANALITICO DEL PRIMER TOMO
INTRODUCCION GENERAL
INTRODUCCION A LA BIBLIA
A. ELEMENTOS QUE HAY EN LA BIBLIA
B. ESCRITURA DE LA BIBLIA
C. LA BIBLIA COMO REVELACION DE DIOS
D. INTERPRETACION DE LA BIBLIA
E. LAS BIBLIAS EN ESPAÑOL
INTRODUCCION AL ANTIGUO TESTAMENTO
A. TEXTO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
B. CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO

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LIBRO I. HISTORIA PRIMITIVA DE LOS HEBREOS
PARTE I. PERIODO DE PRINCIPIOS
PARTE II. PERIODO PATRIARCAL
PARTE III. PERIODO DEL EXODO Y DE LAS MIGRACIONES
TABLA CRONOLOGICA DE LA HISTORIA HEBREA
TABLA DE LETRAS HEBREAS Y ROMANAS EQUIVALENTES
BOSQUEJO ANALITICO DEL PRIMER TOMO
INTRODUCCION GENERAL
1. Materia de estudio y carácter de la obra entera
i. Materia de estudio
ii. Carácter de la obra entera
2. Asuntos diversos
i. Bosquejos
ii. Carácter de las notas
iii. Texto español empleado
iv. Citas
v. Ortografía de los nombres propios
vi. Uso de la obra como libro de texto
INTRODUCCION A LA BIBLIA
A. ELEMENTOS QUE HAY EN LA BIBLIA
1. Elemento histórico en la Biblia
2. Elemento milagroso en la Biblia
3. Elemento literario en la Biblia
i. Nivel de cultura en la Biblia
a. Antiguo Testamento
b. Nuevo Testamento
ii. Clasificaciones literarias en la Biblia
iii. Variedad de figuras en la Biblia
iv. Conclusión del elemento literario en la Biblia
4. Conclusión general
B. ESCRITURA DE LA BIBLIA
1. Autores
2. Período en que fue escrita la Biblia
3. Método en que fue escrita la Biblia
4. Manuscritos del Nuevo Testamento
i. Multiplicación de los manuscritos
ii. Antigüedad
iii. Papiros
iv. Diversidad en el texto
v. Estudio y clasificación de los manuscritos
5. Manuscritos del Antiguo Testamento
6. Materiales empleados en la escritura
i. Tinta
ii. Pluma
iii. Papel
iv. Forma de los libros
7. Arte de escribir entre los hebreos

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8. Conclusión general
C. LA BIBLIA COMO REVELACION DE DIOS
1. Concepto de la revelación
2. Medios de la revelación
3. Principio de la revelación progresiva
i. Definición de la revelación progresiva
ii. Ilustraciones de la revelación progresiva
iii. Causas y condiciones que hicieron necesaria una revelación progresiva
a. Falta de capacidad humana para recibir una revelación
b. Falta de conocimientos básicos de las circunstancias históricas que más tarde existirían
c. Falta de necesidad o de conveniencia de que se haya revelado una cosa
4. Conclusión
D. INTERPRETACION DE LA BIBLIA
1. Doble elemento de la Biblia
i. Elemento divino
ii. Elemento humano
iii. Conclusión acerca del doble elemento de la Biblia
2. Sistemas de interpretación
i. Interpretación literal
ii. Interpretación alegórica
iii. Interpretación tipológica
iv. Interpretación doctrinal
v. Interpretación devocional
vi. Interpretación histórica
vii. Interpretación histórico-literario-espiritual
3. Fines y métodos en la interpretación bíblica
i. Buscar el pensamiento del autor
ii. Buscar el significado exacto de un pasaje
iii. Tener en cuenta la relación con el contexto
iv. Tener en cuenta el principio de la revelación progresiva
v. Conocer y estudiar el carácter y la personalidad del autor
vi. Conocer el fondo histórico, o sea, la época histórica, en la cual se originó un libro bíblico
vii. Tener en cuenta el contenido literario de un pasaje
viii. Tener en cuenta la fecha y la época
ix. Considerar la situación de las personas para quienes se escribió
x. Conocer la ocasión y el propósito de una obra
xi. Comparar las versiones, notando las diferencias en las traducciones y en el texto
xii. Conocer la historia y las costumbres de los judíos
xiii. Conocer el ambiente grecorromano
xiv. Conocer la literatura hebrea
xv. Tener un conocimiento de la historia eclesiástica
4. Conclusión a la interpretación de la Biblia
E. LAS BIBLIAS EN ESPAÑOL
1. Versiones primitivas.
i. Primeras referencias.
ii. La Biblia de Alfonso el Sabio (1280). La Biblia Alfonsina.
iii. Otras Biblias incompletas.

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2. Primeras Biblias impresas.
i. Los evangelios litúrgicos de López.
ii. El Pentateuco.
iii. El Nuevo Testamento de Encinas.
iv. La Biblia de Ferrara.
v. El Nuevo Testamento de Juan Pérez.
vi. La Biblia de Reina y Valera.
a. Casiodoro de Reina.
b. Cipriano de Valera.
3. Biblias católicas.
i. Versiones católicas antes de Scío.
ii. La Biblia de Scío.
iii. La Biblia de Torres Amat.
iv. La Biblia de Nácar y Colunga.
v. La Biblia de Bover y Cantera.
4. Versiones modernas.
i. La Versión Bautista.
ii. La Versión Moderna.
iii. La Versión de Fliedner.
iv. La Versión Hispano-Americana.
v. La Versión de Pablo Besson.
5. Conclusión. Porvenir de la Biblia en español.
6. Apéndice. Una nueva revisión de la Versión Reina-Valera.
INTRODUCCION AL ANTIGUO TESTAMENTO
A. TEXTO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1. Fijación del texto hebreo.
i. Estado del texto.
ii. Adición de las vocales.
iii. Antiguos manuscritos hebreos.
iv. Capítulos y versículos.
a. Divisiones en capítulos.
b. Divisiones en versículos.
2. Versiones antiguas del Antiguo Testamento y su relación con el texto.
i. Versión Samaritana.
ii. Versiones griegas.
a. La Septuaginta.
b. Otras versiones griegas.
iii. Los targumes.
a. El Targum de Onquelos (Onkelos, Onklos).
b. El Targum de Jonatán ben Uzziel.
c. Otros targumes.
d. Relación con el texto masorético.
iv. Versiones latinas.
a. Antigua Versión Latina.
b. La Vulgata.
v. Otras versiones.
a. Versiones siríacas.

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b. Versiones cópticas, o egipcias.
c. Versión Etiópica.
d. Versiones arábigas.
e. Versión Gótica.
f. Versión Armenia.
g. Versión Georgiana.
h. Versión Eslavona.
3. Conclusión al Texto del Antiguo Testamento.
B. CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
1. La Biblia hebrea.
i. Idiomas de la Biblia hebrea.
ii. Peculiaridades de la escritura hebrea.
iii. Divisiones de la Biblia hebrea.
iv. Comparación con las divisiones en nuestra Biblia.
v. División triple de la Biblia hebrea y su significado.
2. Los libros apócrifos y el canon.
i. La palabra apócrifo.
ii. Concepto de un canon.
iii. Referencia en el Antiguo Testamento a libros no incluídos.
iv. Razón histórica para la exclusión de los libros deuterocanónicos.
v. Motivo de los reformadores en rechazar los libros deuterocanónicos.
vi. La Septuaginta.
3. Formación del canon del Antiguo Testamento.
i. Tradiciones judías.
a. El libro de Eclesiástico.
b. El segundo libro de los Macabeos.
c. El cuarto libro de Esdras.
d. El Talmud.
ii. Referencias en el Antiguo Testamento.
a. Referencias más tempranas.
b. Los hombres de Ezequías.
c. Tiempo de Josías.
d. Tiempo de Nehemías.
iii. Versiones de los escritos; sagrados hebreos.
a. Versión Samaritana.
b. Versión griega de la Septuaginta.
iv. Josefo.
v. Concilios judíos.
vi. El Nuevo Testamento en relación con el canon.
vii. El Antiguo Testamento en los primeros siglos de la era cristiana.
viii. El Antiguo Testamento en la Reforma.
LIBRO I. HISTORIA PRIMITIVA DE LOS HEBREOS. (Desde la creación hasta la muerte
de Moisés)
PARTE I. PERIODO DE PRINCIPIOS. (Desde la creación hasta Noé) Gén. 1:1–11:32.
A. INTRODUCCION AL PENTATEUCO.
1. Definiciónde la palabra Pentateuco.
2. Concepto de un Hexateuco de algunos autores.

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3. Autor.
i. Opiniones en cuanto al autor.
ii. Problema del autor en relación con las fuentes literarias.
iii. Pasajes especiales que se relacionan con la paternidad literaria del Pentateuco.
a. Relato de la muerte y sepultura de Moisés (Deut. 34).
b. Pasajes que parece que fueron agregados después de la entrada en Canaán.
(1) Referencia a Dan. Gén. 14:14.
(2) Referencia a los reyes de Edom. Gén. 36:31.
(3) Referencias a los cananeos.
(4) Expresiones de tiempo.
iv. Conclusión del argumento sobre el problema del autor.
B. INTRODUCCION AL LIBRO DE GENESIS.
1. Nombre.
2. Autor y fuentes.
3. Ocasión y propósito.
4. Tema.
5. Carácter y estilo.
6. Análisis.
C. BOSQUEJO DEL PERIODO DE PRINCIPIOS. Gén. 1:1–11:32.
1. La creación. 1:1–2:3.
2. Relato suplementario de la creación del hombre. 2:4–25.
3. La tentación y la caída. 3:1–24.
4. El primer asesinato. 4:1–15.
5. Los dos linajes. 4:16–26.
6. La tabla genealógica de Noé. 5:1–32.
7. El diluvio. 6:1–9:29.
8. Tabla de las naciones. 10:1–32.
9. La torre de Babel. 11:1–9.
10. Genealogía de Abraham. 11:10–32.
D. NOTAS SOBRE EL PERIODO DE PRINCIPIOS. Gén. 1:1–11:32.
PARTE II. PERIODO PATRIARCAL. (Desde Abraham hasta José) Gén. 12:1–50:26.
A. VIDA DE ABRAHAM. Gén. 12:1–25:11.
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE ABRAHAM. Gén. 12:1–25:11.
1. Llamamiento de Abraham. 12:1–9.
2. Primera inmigración de Abraham a Egipto. 12:10–20.
3. Separación de Abraham y Lot. 13:1–18.
4. Guerra de los cuatro reyes contra cinco. 14:1–24.
5. Visión de Abraham y confirmación del pacto. 15:1–21.
6. Nacimiento de Ismael. 16:1–16.
7. El pacto de la circuncisión. 17:1–27.
8. Aparición de Jehová en Mamré. 18:1–33.
9. Destrucción de Sodoma y Gomorra. 19:1–38.
10. Abraham y Abimelec. 20:1–18.
11. Nacimiento de Isaac. 21:1–21.
12. Alianza entre Abraham y Abimelec. 21:22–34.
13. Sacrificio de Isaac. 22:1–19.
14. Noticias de los parientes de Abraham. 22:20–24.

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15. Muerte y sepultura de Sara. 23:1–20.
16. Casamiento de Isaac. 24:1–67.
17. Casamiento de Abraham con Cetura. 25:1–4.
18. Fin de la vida de Abraham. 25:5–11.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE ABRAHAM. Gén. 12:1–25:11.
B. VIDA DE ISMAEL. Gén. 25:12–18.
C. VIDA DE ISAAC. Gén. 25:19–28:9.
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE ISAAC. Gén. 25:19–28:9.
Prefacio. Casamiento de Isaac. 25:19, 20.
1. Nacimiento de Esaú y Jacob. 25:21–26.
2. Carácter de los hijos y situación en el hogar. 25:27, 28.
3. Venta de la primogenitura. 25:29–34.
4. Isaac en Filistea. 26:1–33.
5. Casamiento de Esaú. 26:34, 35.
6. Robo de la primogenitura. 27:1–28:9.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE ISAAC. Gén. 25:19–28:9.
D. VIDA DE JACOB. Gén. 28:10–35:29.
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE JACOB. Gén. 28:10–35:29.
1. Visión de Jacob. 28:10–22.
2. Casamiento de Jacob. 29:1–30.
3. Crecimiento de la familia de Jacob. 29:31–30:24.
4. El trato de negocios con Labán. 30:25–43.
5. Huída de Jacob. 31:1–55.
6. Preparativos de Jacob para el encuentro con Esaú. 32:1–32.
7. Encuentro amistoso de Jacob con Esaú. 33:1–17.
8. Destrucción de Siquem por los hijos de Jacob. 33:18–34:31.
9. Visiones de Jacob. 35:1–15.
10. Acontecimientos varios al fin del viaje. 35:16–29.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE JACOB. Gén. 28:10–35:29.
E. VIDA DE ESAU. Gén. 36:1–43.
(A) BOSQUEJO DE LA DESCENDENCIA DE ESAU. Gén. 36:1–43.
1. Las esposas y los hijos de Esaú. 36:1–5.
2. Separación entre Jacob y Esaú. 36:6–8.
3. Linaje de Esaú. 36:9–43.
(B) NOTAS SOBRE LA DESCENDENCIA DE ESAU. Gén. 36:1–43.
F. VIDA DE JOSE. Gén. 37:1–50:26.
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE JOSE. Gén. 37:1–50:26.
1. Venta de José. 37:1–36.
2. Paréntesis: El pecado de Judá. 38:1–30.
3. Vida de José en casa de Potifar. 39:1–20.
4. Experiencia de José en la cárcel. 39:21–40:23.
5. Ensalzamiento de José. 41:1–57.
6. Primera visita de los hijos de Jacob a Egipto. 42:1–38.
7. Segundo viaje de los hijos de Jacob a Egipto. 43:1–45:28.
8. Descenso de Jacob a Egipto. 46:1–34.
9. Jacob ante Faraón. 47:1–12.
10. Obra de unificación de Egipto bajo Faraón. 47:13–26.

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11. Incidentes relacionados con la muerte de Jacob. 47:27–50:14.
12. Epílogo. 50:15–26.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE JOSE. Gén. 37:1–50:26.
PARTE III. PERIODO DEL EXODO Y DE LAS MIGRACIONES. (Desde el nacimiento
de Moisés hasta su muerte) Ex. 1:1–Deut. 34:12.
(I) OPRESION EN EGIPTO. Ex. 1:1–12:36.
A. INTRODUCCION AL LIBRO DE EXODO.
1. Nombre.
2. Autor y fecha.
3. Ocasión y propósito.
4. Carácter y estilo.
5. Contenido.
6. Relación del libro de Exodo con la historia egipcia.
B. BOSQUEJO DE LA OPRESION EN EGIPTO. Ex. 1:1–12:36.
Prefacio. Multiplicación de los israelitas en Egipto. 1:1–7.
1. Persecución de los hebreos. 1:8–22.
2. Nacimiento y juventud de Moisés. 2:1–25.
3. Visión de Moisés en la zarza. 3:1–4:17.
4. Vuelta de Moisés a Egipto. 4:18–26.
5. Primeros pasos en el programa de liberación. 4:27–7:13.
6. Las diez plagas. 7:14–12:36.
C. NOTAS SOBRE LA OPRESION EN EGIPTO. Ex. 1:1–12:36.
(II) LIBERACION DE LOS ISRAELITAS. Ex. 12:37–18:27.
A. BOSQUEJO DE LA LIBERACION DE LOS ISRAELITAS. Ex. 12:37–18:27.
1. Salida de Ramesés. 12:37–42.
2. Instrucciones adicionales sobre la pascua. 12:43–13:16
3. El pueblo en marcha. 13:17–22.
4. Persecución por los egipcios. 14:1–31.
5. Cánticos de victoria. 15:1–21.
6. En Mara y Elim. 15:22–27.
7. El maná. 16:1–36.
8. Agua de la peña de Horeb. 17:1–7.
9. Batalla de Amalec. 17:8–16.
10. Visita y consejos de Jetro. 18:1–27.
B. NOTAS SOBRE LA LIBERACION DE LOS ISRAELITAS. Ex. 12:37–18:27.
(III) DADIVA DE LA LEY EN SINAI. Ex. 19:1–Núm. 10:10.
A. LEY DEL PACTO. Ex. 19:1–40:38.
(A) BOSQUEJO DE LA LEY DEL PACTO. Ex. 19:1–40:38.
1. La teofanía en Sinaí. 19:1–25.
2. El decálogo. 20:1–17.
3. Paréntesis: Reacción del pueblo a la voz de Dios. 20:18–21.
4. El libro de la alianza. 20:22–23:33.
5. Ratificación del pacto. 24:1–18.
6. Instrucciones sobre la forma de hacer el tabernáculo. 25:1–31:18.
7. El becerro de oro. 32:1–35.
8. Intima comunión de Moisés con Dios. 33:1–23.
9. Las nuevas tablas de piedra. 34:1–35.

14
10. Construcción del tabernáculo. 35:1–40:38.
(B) NOTAS SOBRE LA LEY DEL PACTO. Ex. 19:1–40:38.
B. INTRODUCCION AL LIBRO DE LEVITICO.
1. Nombre.
2. Autor y composición.
3. Ocasión y propósito.
4. Valor de Levitico.
5. Carácter y estilo.
6. Ideas prominentes de Levítico.
i. Deberes del hombre.
a. El sacrificio.
b. La pureza.
c. El sacerdocio.
ii. Carácter de Dios.
a. La santidad.
b. El monoteísmo.
c. La presencia de Dios con su pueblo.
7. Bosquejo.
C. LEY DEL SACERDOCIO. Lev. 1:1–27:34.
(A) BOSQUEJO DE LA LEY DEL SACERDOCIO. Lev. 1:1–27:34
[A] EL CODIGO DE LOS SACRIFICIOS. 1:1–7:38.
Prefacio. 1:1, 2.
1. El holocausto. 1:3–17.
2. La oblación de presente. 2:1–16.
3. El sacrificio de paces. 3:1–17.
4. El sacrificio de pecado. 4:1–5:13.
5. El sacrificio por culpa (prevaricación, transgresión). 5:14–6:7.
6. Resumen de los sacrificios ya comentados. 6:8–7:38.
[B] INICIACION DEL CULTO. 8:1–10:20.
Introducción: preparación para el culto. 8:1–5.
1. Purificación y consagración de Aarón y sus hijos. 8:6–36.
2. Los primeros sacrificios de Aarón. 9:1–24.
3. El error de Nadab y Abiú. 10:1–7.
4. Prohibición al sacerdocio: El tomar vino en el desempeño de sus funciones. 10:8–11.
1. Censo de las tribus. 1:1–4:49.
2. Leyes diversas. 5:1–6:27.
3. La ofrenda de los príncipes de Israel. 7:1–89.
4. El candelero de oro. 8:1–4.
5. Los levitas. 8:5–26.
6. Observación de la pascua en Sinaí. 9:1–14.
7. La nube luminosa sobre el tabernáculo. 9:15–23.
8. Las dos trompetas de plata. 10:1–10.
(B) NOTAS SOBRE LOS PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI. Núm. 1:1–10:10.
(IV) VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. Núm. 10:11–21:35.
A. BOSQUEJO DE LOS VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. Núm. 10:11–21:35.
1. Partida de Sinaí. 10:11–36.
2. Murmuración del pueblo. 11:1–35.

15
3. Murmuración de María y Aarón contra Moisés. 12:1–15.
4. Viaje de reconocimiento de los doce espías. 13:1–14:45.
5. Leyes diversas. 15:1–41.
6. Controversia acerca de la autoridad civil y religiosa. 16:1–17:13.
7. Reglamento adicional sobre el santuario. 18:1–19:22.
8. Ultimo viaje desde Cades a Moab. 20:1–21:35.
B. NOTAS SOBRE LOS VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. Núm. 10:11–21:35.
(V) CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN. Núm. 22:1–36:13.
A. BOSQUEJO DE LA CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN. Núm. 22:1–
36:13.
Prefacio: Llegada de Israel a Moab. 22:1.
1. Balac y Balaam. 22:2–24:25.
2. Idolatría con los paganos. 25:1–18.
3. El segundo censo. 26:1–65.
1. Censo de las tribus. 1:1–4:49.
2. Leyes diversas. 5:1–6:27.
3. La ofrenda de los príncipes de Israel. 7:1–89.
4. El candelero de oro. 8:1–4.
5. Los levitas. 8:5–26.
6. Observación de la pascua en Sinaí. 9:1–14.
7. La nube luminosa sobre el tabernáculo. 9:15–23.
8. Las dos trompetas de plata. 10:1–10.
(B) NOTAS SOBRE LOS PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI. Núm. 1:1–10:10.
(IV) VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. Núm. 10:11–21:35.
A. BOSQUEJO DE LOS VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. Núm. 10:11–21:35.
1. Partida de Sinaí. 10:11–36.
2. Murmuración del pueblo. 11:1–35.
3. Murmuración de María y Aarón contra Moisés. 12:1–15.
4. Viaje de reconocimiento de los doce espías. 13:1–14:45.
5. Leyes diversas. 15:1–41.
6. Controversia acerca de la autoridad civil y religiosa. 16:1–17:13.
7. Reglamento adicional sobre el santuario. 18:1–19:22.
8. Ultimo viaje desde Cades a Moab. 20:1–21:35.
B. NOTAS SOBRE LOS VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. Núm. 10:11–21:35.
(V) CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN. Núm. 22:1–36:13.
A. BOSQUEJO DE LA CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN. Núm. 22:1–
36:13.
Prefacio: Llegada de Israel a Moab. 22:1.
1. Balac y Balaam. 22:2–24:25.
2. Idolatría con los paganos. 25:1–18.
3. El segundo censo. 26:1–65.
4. Leyes de las herencias: Herencia de las hijas. 27:1–11.
5. Nombramiento del sucesor de Moisés. 27:12–23.
6. Ofrendas para el pueblo en las fiestas. 28:1–29:39.
7. La ley de los votos. 30:1–17.
8. Victoria sobre los madianitas. 31:1–54.
9. Establecimiento de las tribus al este del Jordán. 32:1–42.

16
10. Resumen de los viajes de los israelitas desde Egipto a Moab. 33:1–56.
11. Límites de la tierra de Canaán. 34:1–29.
12. Ciudades reservadas. 35:1–34.
13. Regla adicional sobre la herencia de las mujeres. 36:1–12.
Conclusión del libro de Números. 36:13.
B. NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN. Núm. 22:1–
36:13.
(VI) INTRODUCCION AL LIBRO DE DEUTERONOMIO.
1. Nombre.
2. Autor y fecha.
3. Ocasión y propósito.
i. Ocasión.
ii. Propósito.
4. Carácter y estilo.
5. Tema.
6. Bosquejo.
(VII) RECAPITULACION DE LA LEY. Deut. 1:1–30:20.
[I] BOSQUEJO DE LA RECAPITULACION DE LA LEY. Deut. 1:1–30:20.
Introducción a la recapitulación de la ley. 1:1–5.
A. Repaso de la historia de las migraciones. 1:6–4:43.
1. En Sinaí. 1:6–18.
2. Primera tentativa de ocupar la tierra. 1:19–46.
3. Relaciones de Israel con los pueblos paganos. 2:1–37.
4. Primeras actividades de Israel en Palestina. 3:1–29.
5. Conclusión a la primera exhortación: la fidelidad. 4:1–43.
B. La ley y su exposición. 4:44–26:19.
Introducción. 4:44–49.
(A) Los diez mandamientos y su exposición. 5:1–11:32.
1. Recapitulación de la dádiva de la ley. 5:1–33.
2. La ley y el pueblo. 6:1–25.
3. La ley y la tierra de promisión. 7:1–26.
4. Motivos para la obediencia. 8:1–20.
5. Las rebeliones del pueblo. 9:1–10:11.
6. Resultado del pecado y de la obediencia. 10:12–11:32.
(B) Código de estatutos relacionados con la vida del pueblo. 12:1–26:19.
[A] Leyes tocante a la pureza y al culto. 12:1–16:17.
1. Centralización del culto en un lugar. 12:1–28.
2. La tentación a la idolatría. Sus fuentes y su castigo. 12:29–13:18.
3. Separación de Israel. 14:1–21.
4. El diezmo. 14:22–29.
5. El año sabático. 15:1–18.
6. Dedicación del primogénito. 15:19–23.
7. Las fiestas. 16:1–17.
[B] Leyes de justicia y de humanidad. 16:18–26:19.
1. Orden en el gobierno. 16:18–17:20.
2. La ofrenda para sacerdotes y levitas. 18:1–8.
3. Reglamento para los profetas. 18:9–22.

17
4. Las ciudades de refugio. 19:1–13.
5. Relaciones con el vecino. 19:14–21.
6. Leyes de la guerra. 20:1–20.
7. Reglas varias. 21:1–22:30.
8. Reglas sociales diversas. 23:1–25:16.
9. Exterminio de los amalecitas. 25:17–19.
10. Ofrendas y diezmos. 26:1–15.
Conclusión. 26:16–19.
C. Renovación del pacto. 27:1–30:14.
1. Preparativos para la ceremonia. 27:1–26.
2. Bendiciones y maldiciones. 28:1–68.
3. El pacto en Moab. 29:1–30:14.
Conclusión de la recapitulación de la ley. 30:15–20.
[II] NOTAS SOBRE LA RECAPITULACION DE LA LEY. Deut. 1:1–30:20.
(VIII) EPILOGO. FIN DE LA VIDA DE MOISES. Deut. 31:1–34:12.
A. BOSQUEJO DEL FIN DE LA VIDA DE MOISES. Deut. 31:1–34:12.
1. Ultimo discurso de Moisés al pueblo. 31:1–29.
2. Cántico de Moisés. 31:30–32:45.
3. Exhortación al pueblo. 32:46, 47.
4. Advertencia por Jehová a Moisés sobre su muerte. 32:48–52.
5. Bendición de Israel por Moisés. 33:1–29.
6. Muerte de Moisés. 34:1–12.
B. NOTAS SOBRE EL FIN DE LA VIDA DE MOISES. Deut. 31:1–34:12.
INTRODUCCION GENERAL
Conviene decir algunas palabras con respecto a la materia a estudiarse en esta obra, y otros
asuntos varios que se relacionan con su presentación.
1. Materia de estudio y carácter de la obra entera
i. Materia de estudio
En el estudio de la religión cristiana hay muchos temas que son de valor para el creyente. La
teología, en sus aspectos variados, es sumamente provechosa para el discípulo de Cristo. La
historia de la iglesia es también un tema imprescindible para el creyente que quiera
profundizarse en los conocimientos religiosos. Otros asuntos importantísimos los podemos
mencionar sólo brevemente: la evangelización y la obra personal, la homilética, la teología
pastoral, la educación religiosa, la psicología de la religión, y muchos otros temas que son de
valor en el estudio de los asuntos de Dios.
Hay también otra rama de estudio sagrado, quizá la más fundamental y básica, que es el
estudio de los libros sagrados del cristianismo, y es en esta esfera en la que se concretan las
investigaciones que se han de hacer en esta obra.
Pero aquí también vemos diferentes aspectos de estudio. El estudio de los principios de la
hermenéutica es ejercicio de valor incalculable en la búsqueda de las enseñanzas de la Palabra
de Dios. El estudio de los idiomas originales en que fue escrita la Biblia también ocupa a
muchos eruditos. La comparación y el estudio de los manuscritos de la Biblia, con el fin de
determinar el mejor texto, ha llegado a ser una parte importantísma del conocimiento bíblico.
Otros temas que son de utilidad son: la geografía bíblica; las costumbres, la filosofía y la
cultura de los pueblos antiguos; las enseñanzas y la forma literaria de las obras bíblicas; y
muchos otros asuntos que se relacionan con nuestra Biblia.

18
En una obra introductoria como ésta, no se pueden tratar todos los temas que acabo de
mencionar. El título de esta obra describe bien el carácter de su contenido: El Antiguo
Testamento: Un Comentario sobre Su Historia y Literatura. Trata, pues, de la historia del
Antiguo Testamento y de su literatura.
Se estudia la historia, en parte mediante un bosquejo cronológico, en parte por medio de
notas explicativas y exegéticas. El bosquejo se basa sobre la misma Biblia, y continúa desde
el principio del Antiguo Testamento hasta el fin. Las notas exegéticas iluminan el bosquejo,
y aclaran los problemas que se suscitan: problemas históricos, críticos, exegéticos, etc. Con
éstas se sacan las lecciones espirituales, y se exponen muchas ideas teológicas rudimentarias
que son de interés y provecho para el estudiante bíblico. Todo esto ha de ayudar a exponer el
elemento histórico en la obra.

Pero hay una segunda cosa que se trata en la obra , y es el aspecto de la literatura . Los
libros bíblicos tienen sus aspectos literarios. Pertenecen a la gran literatura del mundo. Esto
se expondrá más detalladamente en la Introducción a la Biblia . Aquí nos es suficiente
explicar que este segundo aspecto de nuestro tema , el literario , se trata en esta obra
mediante una serie de introducciones , primero una introducción al Antiguo Testamento y,
además , una introducción a cada libro del Antiguo Testamento y a temas especiales que
necesitan de un tratamiento más extenso del que podemos dar en las notas exegéticas.

ii. Carácter de la obra entera


Se empieza la obra con una introducción a toda la Biblia, que se describirá detalladamente
después. En esta introducción trato los elementos históricos, milagrosos y literarios en la
Biblia; la escritura de la Biblia; la Biblia como revelación; los principios de la interpretación;
y la historia de la Biblia en español.
El Antiguo Testamento: Un Comentario sobre Su Historia y Literatura trata la historia y
literatura del período abarcado en las páginas de nuestro Antiguo Testamento. Hay
introducciones a los libros bíblicos que nuestro Antiguo Testamento contiene. Estos se
estudian en conexión con el ambiente histórico en que tuvieron su origen. Hay un bosquejo
histórico que traza la historia bíblica desde la creación hasta el fin del período del Antiguo
Testamento: el origen de la humanidad; el comienzo de la nación hebrea; su desarrollo desde
una familia hasta formar un gran pueblo; su llegada a la posición de ser una de las naciones
más importantes del mundo en los días de David y Salomón; su decadencia y disolución en
la época del reino dividido; su cautividad en Asiria y en Babilonia; y, finalmente, su
restauración a su tierra en los días de los profetas Haggeo y Zacarías, y los adalides Esdras y
Nehemías. En relación con el estudio de las tendencias históricas, también se estudian los
aspectos culturales y espirituales. Se tratan los libros poéticos y proféticos en orden
cronológico e histórico, hasta donde esto sea factible y posible.
2. Asuntos diversos
Siguen varios asuntos diversos con respecto al arreglo mecánico de la obra, así como el texto
español empleado, la ortografía de los nombres propios, etc.
i. Bosquejos
Hay un bosquejo general de cada libro en relación con la introducción a ese libro, y también
un bosquejo detallado en relación con el bosquejo histórico que la obra entera sigue, en orden
cronológico.
Donde hay pasajes paralelos en distintas partes de la Biblia, sigo una armonía, arreglando en
columnas paralelas las referencias bíblicas; por ejemplo, en el estudio de los libros paralelos
de Reyes y Crónicas. El plan general de la obra sigue el bosquejo detallado de la historia de
la Biblia.
Doy a continuación el sistema de enumeración que caracteriza al bosquejo:
LIBRO I.
PARTE I.
(I)
[I]
A.
(A)
[A]
1.
i.
a.
(1)
[i]
(a)
Con esta configuración de números y letras se indican las divisiones mayores, las
subdivisiones y los incisos del bosquejo. Naturalmente las divisiones mayores se relacionan
con los temas de mayor importancia, mientras que las subdivisiones e incisos indican asuntos
de menor importancia.
ii. Carácter de las notas
Las notas exegéticas han sido escritas con el fin de ayudar al alumno con los pasajes difíciles,
así como en la exposición de los problemas peculiares que los estudiantes a menudo afrontan
cuando estudian la Biblia. Naturalmente, en una obra elemental de esta clase, no es posible
tratar todos los problemas de la interpretación bíblica, ni presentar todas las opiniones que
los hombres han sostenido acerca de aquellos problemas. He procurado incluir una discusión
de aquellos problemas que con más frecuencia se presentan a los estudiantes en las clases
elementales de estudio bíblico, como los he visto presentarse en el aula. El análisis detallado
de los problemas de interpretación, lo dejo para las obras de mayor extensión, tales como mi
Comentario sobre la Epístola a los Hebreos.
iii. Texto español empleado

20
Como base de estudio, empleo la versión de Cipriano de Valera (Reina-Valera, revisión de
1909). Este texto no es tan bueno como el de la VM (Versión Moderna), pero es la que se
emplea comúnmente en las iglesias evangélicas de habla española. Conviene, pues, que el
estudiante conozca esta versión, y que la sepa exponer. En la exposición de las notas, el
pasaje que se cita para ser comentado es de la antigua versión.
iv. Citas
Las citas están hechas, en gran parte, sobre la base de la versión de Cipriano de Valera (Reina-
Valera, revisión 1909), la que más se usa entre las iglesias evangélicas. En algunos casos he
citado la VM (Versión Moderna), y en estos casos, la fuente de la cita se indica claramente.
Generalmente cito a los comentaristas sin referirme explícitamente al lugar en su obra donde
se halla la referencia o la cita. Esto es por cuanto, tratándose de notas sobre la Biblia, se
entiende que el pasaje ha de hallarse en el lugar correspondiente en la obra referida. Así, en
una nota sobre Gén. 19:1–25, cito a varios autores. El alumno, si quiere comprobar la cita,
puede buscar en la bibliografía bajo el nombre del autor, donde hallará el nombre del
comentario citado. En éste, bajo Gén. 19:1–25, ha de hallar la opinión citada o referida.
v. Ortografía de los nombres propios
He adoptado la ortografía de la Versión Moderna, la que es mejor que la de Cipriano de
Valera (Reina-Valera, 1909), y más de acuerdo con la ortografía moderna del castellano.
Excepción es hecha cuando la costumbre y el uso han hecho más aceptable la antigua
ortografía que la de la VM. Así, creo que la ortografía del nombre propio Dalila (Juec. 16:4),
como lo tiene C. de V., es más apropiada que Delila, de la VM. En el caso de Séphora (Ex.
4:25), creo que esta forma es preferible a Zipora de la VM, por ser más conocida, pero con
una escritura modernizada: Séfora. En el caso de un nombre como Benjamín (C. de V.), creo
que esta forma es más española que la forma Ben-jamín (VM). En cambio, he conservado la
forma Beer-seba, que ambas versiones tienen.
Cuando cito directamente la Versión de C. de V., retengo la ortografía de esta versión.
vi. Uso de la obra como libro de texto
Creo que esta obra ha de ser útil en los colegios bíblicos y seminarios, o como libro de
referencia, o como libro de texto. En los cursos elementales y breves, sería conveniente usar
solamente las partes introductorias. En estos casos, los bosquejos minuciosos y las notas
podrían servir para referencia, o para lectura fuera de la clase. En aquellos seminarios donde
el curso es más largo e intenso, los alumnos pueden utilizar toda la obra.
Recomiendo que el estudiante lea detenidamente el Contenido del Primer Tomo, el Bosquejo
Analítico, y esta Introducción General. Luego léanse la Introducción a la Biblia, y la
Introducción al Antiguo Testamento. Han de estudiarse después la Introducción al
Pentateuco, y la Introducción al Génesis. Luego el alumno debe leer el pasaje bíblico en
Gén. 1:1–11:32, que corresponde al Bosquejo del Período de Principios, consultando en la
parte titulada Notas sobre el Período de Principios, cuando halla algún pasaje difícil.
Entonces el alumno puede seguir con estas notas, leyéndolas, y refiriéndose al pasaje bíblico
correspondiente, comparando las notas con la Biblia. Se continúa así el mismo método por
toda la obra.
El bosquejo debe leerse antes de las notas, como he indicado, por cuanto el estudiante hallará
la resolución de muchos de sus problemas de interpretación estudiando los bosquejos. Creo
que de esta forma se aprovechará mejor el estudio.

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


C. de V. Versión española de Cipriano de Valera de la

21
INTRODUCCION A LA BIBLIA
Como medio de introducir esta obra, empiezo con una introducción a la Biblia. Esta
introducción consta de varias partes.
A. ELEMENTOS QUE HAY EN LA BIBLIA.
Este capítulo trata de los elementos históricos, milagrosos, y literarios, en la Biblia. En
relación con el elemento literario en la Biblia, trato el nivel de cultura de los escritores, las
formas literarias, y la variedad de figuras.
B. ESCRITURA DE LA BIBLIA.
En relación con este tema, trato, en términos generales, el asunto de los autores de la Biblia,
el período en que fue escrita la Biblia, el método en que fue escrita, los manuscritos del
Nuevo Testamento, su multiplicación, antigüedad, etc., con una consideración de la
diversidad en el texto, y el estudio y la clasificación de los manuscritos. Sigue un breve
bosquejo de los manuscritos del AT. Finaliza este capítulo con una descripción de los
materiales de escribir en uso entre los hebreos: tinta, pluma, papel, etc., y una discusión del
arte de escribir entre los hebreos.
C. LA BIBLIA COMO REVELACION DE DIOS.
Este capítulo trata del concepto de la revelación, los medios que Dios ha empleado para
revelar la verdad espiritual, y finalmente, la discusión del principio de la revelación
progresiva. Este se define, se ilustra, y se considera en relación con el problema de las causas
y las condiciones que han hecho necesaria una revelación progresiva.
D. INTERPRETACION DE LA BIBLIA.
En esta parte, trato del doble carácter de la Biblia: los elementos divinos y humanos, y su
interpretación. Se da un breve resumen de diferentes sistemas de interpretar la Biblia: literal,
alegórico, etc., y luego un bosquejo de los fines y métodos que han de guiar al intérprete en
su exposición de la Biblia.
E. LAS BIBLIAS EN ESPAÑOL.
Después de una consideración de las versiones más tempranas en español, se mencionan las
primeras Biblias impresas: López, Encinas, Ferrara, etc., con unas notas acerca de cada una.
Sigue una descripción de las versiones impresas católicas, y las versiones modernas. Se
finaliza con algunos juicios tocante al porvenir de la Biblia en español, con un apéndice en
que se hacen algunas observaciones acerca de una nueva revisión de la Versión Reina-Valera.
A. ELEMENTOS QUE HAY EN LA BIBLIA
Cuando entramos en la consideración general de la Biblia, nos vemos frente a una fuente
inagotable de la cual se puede sacar, como de un pozo profundo, lleno de aguas dulces y
claras, del cual nunca cesará de correr el agua que tanto significa para nuestras almas. Durante
casi dos mil años, los hombres han estudiado este hermoso libro, sin cansarse en leer, sin
terminar con las posibilidades que ofrece la Biblia para brindar a la mente nuevos datos, al
alma mejores esperanzas, y a la vida un más amplio desarrollo.
1. Elemento histórico en la Biblia
La Biblia es un libro de religión, y no solamente de religión, sino de la mejor religión, de la
única religión verdadera. Nos acercamos a la Biblia para recibir de ella, no datos científicos,
conocimientos históricos, ideas filosóficas, sino ayuda para la naturaleza espiritual, apoyo
para la fe, y alimentación para el alma.
Sin embargo, la corriente de la revelación se ha desarrollado en un cauce de historia. No se
puede entender la verdadera religión, como se nos presenta en la Biblia, sin entender el fondo
histórico desde el cual nos han llegado estas verdades espirituales. La historia sagrada está

22
inextricablemente enredada con las verdades espirituales, y con la revelación de Dios. Esto
es por cuanto, en la naturaleza de las cosas, no le fue posible a Dios hacerlo de otra forma.
Dios ha hecho a este mundo de tal manera que los hombres que viven en él, tienen que vivir
de acuerdo con las leyes que Dios ha puesto en él. No se puede concebir otro plan en que se
hubiera desarrollado el mundo. Estando los hombres en el mundo, y viviendo de acuerdo con
sus leyes, como forzosamente han tenido que vivir, los resultados de sus esfuerzos para vivir,
para comprender, para ajustarse a su ambiente, reproducirse, abrigarse, protegerse, han
creado ese fenómeno que conocemos bajo el nombre de historia.
Entremezclado con todos los otros deseos de la naturaleza del hombre, ha resaltado el deseo
de conocer a algún Ser Supremo, sea por los motivos de refugio y socorro, por el motivo de
crear una base para creer en una vida en el más allá, o por el motivo de rendir homenaje a un
Ser más grande que el hombre.
Estos impulsos religiosos han sido desarrollados juntamente con los otros impulsos y
acontecimientos de la vida del hombre, y el resultado ha sido historia religiosa.
Creo que Dios ha puesto en el corazón del hombre, desde el principio, como instinto
imprescindible de su personalidad, el deseo de buscar a un Ser supremo, a Dios.
A la vez, no puedo imaginarme otra forma de explicar los fenómenos evidentes en la historia
de la Biblia y del cristianismo, que la de creer que Dios cooperaba con este indefinible
impulso que se ve operando en los seres de todos los hombres, civilizados y primitivos. Dios
siempre ha contestado las súplicas de los seres a quienes El había dado la vida y la existencia,
a sus ruegos hablados y pensados, a sus gemidos silenciosos y gritados para alivio, para
esperanza de algo mejor, para conocer al Infinito.
Vemos, pues, que no actuaba el impulso religioso en la historia de una manera accidental,
sino que actuaba de acuerdo con la Providencia. Dios se introducía en la historia, y se
revelaba con acontecimientos históricos. Aceleraba la historia, la retardaba, la cambiaba, la
amoldaba, la ajustaba, conmoviendo los corazones de los hombres.
Eliminó a algunos que impedían, y levantó a otros que apoyaban sus planes, tales como
Abraham, Moisés, Samuel, David, Isaías, Jeremías, y los otros grandes profetas. A esta lista
agregamos a los héroes de la nueva dispensación, como Juan el Bautista, el eslabón entre la
antigua y la nueva, Saulo, Pedro, Santiago, Esteban, y un sinnúmero de otros, con nuestro
Salvador Jesucristo, el más grande de todos, y la última palabra en la revelación de Dios.
2. Elemento milagroso en la Biblia
Estos hombres que tanto trabajaron a favor del reino de Dios, que desarrollaron un papel tan
individual en el plan histórico de Dios, quienes aparecieron tan justamente en el momento
histórico que pedía su presencia para llevar a cabo la obra que Dios tenía planeada para todos,
estos hombres son milagros de la gracia de Dios. La naturaleza no habría podido producir
hombres como éstos, que vencieron obstáculos sobrehumanos para resistir el mal, para
acometer las dificultades, a fin de cumplir con la misión que Dios había encargado en sus
manos.
Pensando en los milagros personales de Dios que El ha hecho para llevar a cabo la obra de la
redención que ha iniciado en este mundo, no se puede dudar de los otros milagros que con
frecuencia acompañaban a estos hombres. Los milagros que ellos hacían, servían para
engrandecerlos ante los ojos del pueblo a quienes ellos tenían que dirigirse y aseguraban una
firme aceptación, de parte de la gente, del mensaje que Dios había encomendado en sus
manos.
Estos milagros eran necesarios en una generación que carecía de Biblia y de evangelios. Los
ministros de Dios necesitaban de un especial apoyo divino para que, por medio de milagros

23
y otros fenómenos sobrenaturales, así se acreditara el mensaje que ellos pregonaban al
pueblo, y se estableciera la obra que realizaban en medio de éste.
Sin embargo, los hombres del siglo veinte no quieren creer en estos milagros, y se muestran
escépticos frente a las acciones sobrenaturales que en la Biblia se relatan, preguntando si en
realidad estos notables acontecimientos, que tan sencillamente se narran en la Biblia, han
sucedido o no.
¡Frente a nuestros ojos sucede una cosa rara! ¡Una generación de milagros científicos no
quiere creer los milagros bíblicos! Una generación incrédula, acostumbrada a los milagrosos
esfuerzos de una Ciencia creadora, no cree en los milagros de Dios. Vive en medio de un
ambiente cuyos peligros han sido menguados por los muchísimos artefactos de seguridad que
han sido provistos, cuyas dificultades han sido facilitadas por las brillantes creaciones de la
mente humana, cuya naturaleza estética ha sido adiestrada por las invenciones inauditas de
la ciencia, pero no cree en milagros divinos.
Esta generación escéptica no quiere creer que Dios emplea milagros para establecer y afirmar
lo que vale mil veces más que la vida material del hombre, para asegurar la aceptación del
mensaje y la revelación del plan de redención, para ministrar a la vida espiritual del hombre,
y para llevar a cabo ese fin tan alto y tan noble.
Nosotros que vivimos en la época de milagros, ¿cómo podemos dudar que el Dios que ha
dado al hombre la inteligencia para hacer estos milagros científicos, Aquél que es la fuente
de toda la inteligencia y de toda la sabiduría, haya hecho milagros en otras épocas para
establecer sus fines espirituales? Después de todo, ¿qué es un milagro?
La respuesta más sencilla a esta pregunta es que es una cosa que no entendemos, que no nos
explicamos el modo ni los medios por los cuales se ha obrado, y que, sin embargo, ha
sucedido, o existe. En una época pasada, hubiera sido considerado como un milagro el que
un hombre volase por el aire, o que a miles de kilómetros de distancia se pudiese hablar con
otra persona como si ésta estuviese en otro cuarto de la misma casa. Los milagros de la
medicina moderna no se realizaban en una época pasada.
Aquél que en tiempos de antaño hubiera sugerido que tales cosas se efectuarían en épocas
futuras, habría sido considerado como un visionario o como un fanático. Y, sin embargo, ya
se realizan, y todavía quedan por realizarse en los años venideros, cosas que nosotros no
podemos imaginar. Estas cosas las aceptamos, y, ya que se conoce la explicación de ellas, no
se las considera como milagros.
En cuanto a los milagros del Señor Jesús que se relatan en los evangelios, no se nos da
ninguna explicación acerca de ellos, y no los entendemos, y por eso, el hombre moderno no
quiere tener fe en ellos. Sin embargo, si se conociera la explicación, ya no serían milagros.
Pero, ¿no sería posible que Dios se hubiera valido de leyes naturales que no conoce la ciencia
moderna? Nos parece que sí. El que creó al mundo, habría podido utilizar no solamente los
medios ordinarios para convertir el agua en vino (procedimiento muy lento, aunque un
fenómeno bien conocido de la naturaleza), sino también otros medios desconocidos,
haciendo que el procedimiento lento del cultivo y la cosecha de la uva y la fermentación del
jugo de ésta en vino fuesen hechos en un instante.
Un químico acelera las reacciones químicas mediante la introducción de otros elementos que
hacen más rápido el cambio. Si un científico puede hacer esto, ¿cuánto más no lo podría hacer
el que es el Químico más grande de todos, el que conoce todas las fórmulas, el que tenía
previstas, al crear al mundo, todas las reacciones posibles en la química? ¿Acaso no podría
dar el poder para convertir el agua en vino a su Hijo Unigénito, que habría de revelar el
carácter del Padre al mundo en una forma y en una proporción que no se había hecho antes?

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Creo que, pensando en el asunto desde estos puntos de vista, no habría dificultad en creer
que los milagros de la Biblia son una parte íntegra de este libro que tanto bien ha hecho a la
humanidad.
3. Elemento literario en la Biblia
La Biblia ocupa un lugar único entre los libros del mundo, y resalta entre ellos: por su carácter
religioso y espiritual, por el elemento histórico tan importante que en sus páginas se
encuentra, y por el carácter milagroso de los relatos que sus autores registran. Además de
todo esto, la Biblia pertenece a la literatura del mundo.
i. Nivel de cultura en la Biblia
Los escritores bíblicos se caracterizan por el alto grado de cultura que delatan sus páginas,
no solamente en el contenido, sino en el estilo literario.
a. Antiguo Testamento
Tomemos primero los escritos del Antiguo Testamento. En la biblioteca de joyas literarias
que llamamos Antiguo Testamento hay algunos escritos que merecen un lugar en la literatura
del mundo. Es conocido el valor literario de los libros proféticos, cuyos autores, con los
corazones ardientes por el mensaje de Dios que los inflamaba, ponían en lenguaje fervoroso
y sublime sus grandes pensamientos.
Isaías, el más grande de todos los profetas hebreos, escribió con un vigor de estilo que pocos
han podido igualar. Además de ser profeta, fue también un gran estadista; combinó un ardor
y pasión religiosa con un fervor patriótico, pronunciando con vehemente energía e
incomparable elocuencia sus mensajes sobre el plan divino para la nación. Estos mensajes
los recibió directamente del altar en el templo celestial (Is. 6:6, 7).
Otro gran profeta de Israel fue Amós. Profeta del campo, escasamente instruído, sin embargo,
fue un gran orador, y escribió una obra que resalta en la literatura hebrea. ¿Cómo pudo un
hombre sencillo del campo escribir con un estilo tan correcto y elevado, como escribió este
profeta?
Esta pregunta tiene que ver con la corrección de estilo que en general caracterizaba a todos
los escritos hebreos. La contestación a ella la tenemos en el hecho de que la oratoria se había
desarrollado grandemente entre los antiguos hebreos, así como entre muchos otros pueblos
primitivos (como, por ejemplo, los indios de Norteamérica).
El hombre aprendió a hablar bien, en los concilios de su pueblo, en el foro público, en el
contacto que tenía con sus compañeros. Pensando grandes cosas acerca de Dios y de su amor
y de su misericordia hacia su pueblo, los profetas hebreos alcanzaron a expresar
elegantemente los sentimientos sublimes que abrigaban en sus corazones. Sintieron más
profundamente estos pensamientos por cuanto fueron inspirados por un patriotismo que se
mezclaba con la religión.
También entre los antiguos hebreos se había desarrollado el arte de la poesía. Esto no nos ha
de sorprender cuando recordamos que los profetas eran grandes oradores, y la poesía es el
corazón de la oratoria. Los hebreos produjeron algunos grandes poetas, entre quienes
podemos mencionar a David, Asaf, los hijos de Coré, Hemán, Salomón, y otros. Muchos de
los poemas de estos hombres nos han sido heredados en el libro de los Salmos, los Proverbios,
etc.
b. Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento resaltan los escritos del médico amado, Lucas: su evangelio, y el
libro de los Hechos. Lucas era un hombre culto, instruído en la ciencia y la literatura de su
día. Los dos libros que él escribió muestran el alto grado de cultura que había alcanzado.

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Fuera de los círculos cristianos, también se estiman los escritos de Lucas como ejemplos de
pureza literaria y elegancia de estilo.
También se distingue en las páginas del Nuevo Testamento aquel escrito cuyo autor es
desconocido, la Epístola a los Hebreos. Esta obra también merece un lugar entre los escritos
griegos de la época clásica.
Estos dos autores escribían en el coiné, voz que significa común. Se emplea este término
referente al dialecto del idioma griego que en la era de Jesucristo era hablado en todo el
mundo. Este dialecto vino a ser un idioma universal, porque durante un tiempo todo el mundo
había estado bajo la dominación griega. Cuando Alejandro Magno conquistó al mundo, llevó
consigo la cultura griega. Su imperio duró poco tiempo; después de su muerte quedó dividido
entre sus generales, quienes inauguraron dinastías griegas en las regiones donde ellos
reinaron. El griego llegó a ser hablado, pues, en todo el mundo.
Con el tiempo, el coiné llegó a ser afectado en algo por las características lingüísticas de los
pueblos que lo hablaron. Por esto sufrió muchos pequeños cambios que lo diferenciaban del
idioma clásico de Homero y Jenofonte. A pesar de que había cambiado mucho de la pureza
de los escritos clásicos, al coiné no le faltaba elegancia. Otros escritores del período, como
Polibio (aproximadamente 210–125 a. de J. C.), y Josefo (37–95 de la era cristiana), habían
empleado este dialecto en sus escritos con fuerza y poder. El coiné era el dialecto del pueblo,
pero, empleado por autores como Lucas, se elevaba al nivel de las obras clásicas de una época
anterior.
ii. Clasificaciones literarias en la Biblia
Ahora examinaremos con más detenimiento las distintas clasificaciones literarias que
encontramos en la Biblia. Todos conocemos las clasificaciones generales que hacemos de los
escritos del Antiguo Testamento: Ley, Historia, Poesía, y Profecía, y de los del Nuevo
Testamento: Evangelios, Hechos, Epístolas, y Apocalipsis.
Las cuatro clasificaciones que hay en el Antiguo Testamento no son más que aproximadas,
puesto que en los libros del Pentateuco, que generalmente son denominados con el título Ley,
hay también historia, asimismo poesía, oratoria, etc.
Ejemplos de poesía en el Pentateuco son el poema de Lamec (Gén. 4:23, 24); la maldición
de Canaán (Gén. 9:25–27); el Cántico de Moisés (Ex. 15). Hay también trozos históricos en
los libros proféticos (como Is. 36–39). Los libros proféticos son en gran parte poéticos.
Estas cuatro clasificaciones de libros describen muy bien, en general, el contenido de los
libros que en ellas se encuentran, y corresponden a ciertas formas literarias corrientes entre
los hebreos.
Lo que acabo de decir en cuanto al Antiguo Testamento también puede decirse tocante al
Nuevo: Las cuatro clasificaciones de libros, aunque aproximadas, describen bien el carácter
de los libros que en ellas han sido colocados.
iii. Variedad de figuras en la Biblia
Hay una gran variedad de figuras retóricas en la Biblia. Hay alegorías: la alegoría del buen
pastor en Jn. 10, y la alegoría de la vid en Jn. 15. Hay parábolas: la oveja perdida, la dracma
perdida, y el hijo pródigo, en Lc. 15. Hay lírica, o sea, poesía que se presta para ser cantada:
el Cántico de Moisés (Ex. 15), y muchos de los salmos, etc. Hay elegía: el libro de
Lamentaciones es una endecha del profeta Jeremías sobre la ciudad de Jerusalén destruída
por los caldeos. La parábola de Joatam en Juec. 9:7–15 podría ser clasificada como una

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).

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fábula, ya que en ella hablan entre sí los árboles (V. también 2 R. 14:9). Hay también
metáforas (Prov. 28:15; Jn. 6:35); símiles (Prov. 26:8, 17); prosopopeya (Sal. 114:4);
proverbios (el libro de los Proverbios; Lc. 4:23, 24); hipérbole (Lc. 14:26); ironía (Lc. 13:33);
sinécdoque (Mt. 6:11); enigmas (Juec. 14:14).
Muchas otras clases de figuras se hallan en nuestra Biblia. Es justamente en la variedad de
éstas, así como en el juicio con que se eligen, y en el buen gusto con que se emplean, en lo
que consiste, en parte, el valor literario de estos escritos.
iv. Conclusión del elemento literario en la Biblia
En conclusión podemos decir que el arte humano ha contribuído a la Biblia, de modo que en
ella tenemos, presentados en forma artística y atractiva, los verdaderos principios de la
religión, y los correctos preceptos éticos y morales. Dios no ha despreciado el arte humano,
ni lo ha relegado al uso exclusivo de los mundanos e incrédulos. Al contrario, la mejor
presentación del plan de la redención, la más plena exposición de la revelación divina, el más
atractivo cuadro de la vida del Hijo del hombre, la Biblia, es también una obra de arte.
4. Conclusión general
Hemos tratado tres elementos de la Biblia: el elemento histórico, el elemento milagroso, y el
elemento literario.
La Biblia es un libro de historia, pero especialmente de historia de religión, de la historia de
la verdadera religión, de la historia del plan redentor de Dios que obra en el mundo.
La Biblia es también un libro milagroso. Es milagroso en su carácter, y narra hechos y
acontecimientos milagrosos. Dios, para establecer su mensaje en los corazones de los
hombres, ha permitido que sus mensajeros hagan actos verdaderamente milagrosos como
expresión de los propósitos benéficos del Creador.
La Biblia pertenece a la literatura del mundo. En esta esfera ha alcanzado un nivel muy alto.
Algunos de sus escritos se clasifican entre las obras clásicas de la antigüedad.
Siendo la Biblia historia y literatura, se presta para ser interpretada como otros libros
literarios e históricos, con las limitaciones de que es también un libro milagroso, un libro
espiritual y religioso, por lo cual su propósito histórico y su carácter literario se subordinan
a sus grandes propósitos religiosos y espirituales.
B. ESCRITURA DE LA BIBLIA.
Ahora debemos considerar la escritura de la Biblia, a fin de orientarnos en el estudio de este
libro que tanta satisfacción puede proporcionar a aquél que con firmeza y persistencia busca
conocer sus secretos.
1. Autores
Los autores de la Biblia fueron todos hebreos menos Lucas, que era griego, y presenta la
única excepción en esta lista de literatos que han escrito tan bien el libro que Dios les inspiró.
Los escritores de la Biblia provienen de todas las clases sociales, y exhiben todo grado de
preparación y de cultura. Algunos provienen de la alta sociedad: Moisés, instruído en toda la
sabiduría de los egipcios; Isaías, criado en la corte del rey, del linaje real, culto, preparado
para la obra de profeta a la que Dios más tarde lo llamara; Pablo, conocedor de las tradiciones
y de la cultura y sabiduría de su raza, como pocos de su generación, y dedicado a la vocación
de rabino; Lucas, médico, y hombre sumamente culto.
Estos hombres presentan un contraste notable con otros escritores que desempeñaron
igualmente bien el ministerio que Dios les encomendó: Amós, hombre del campo, pastor de
ovejas, cuyo lenguaje refleja la ruda vida campestre; Pedro, pescador, con solamente la

V. véase; véanse.

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instrucción rural más elemental; Juan, el amado hijo del trueno, pescador de oficio, con una
instrucción básica y nada más.
Pero todos estos hombres poseían un elemento común que compensó su falta de cultura, o
sea, un profundo conocimiento de Dios, una voluntad firmemente sujeta a los propósitos
divinos, una contestación adecuada a la pregunta: ¿Cuál es mi relación con Dios, y qué quiere
El que yo haga?
Estos hombres fueron los cauces por los cuales fluyera la corriente de la revelación a los
hombres. Se presentaron como los instrumentos de que El se valió para comunicar su mensaje
a los hombres.
Casi siempre ellos mismos nos cuentan el relato de la ocasión y de las circunstancias cuando
por primera vez escucharon la voz de Dios que les comunicaba el mandamiento para ir a
anunciar el mensaje al pueblo. A veces ellos nos cuentan cuál fue la actitud que asumieron
cuando Dios los llamó: excusándose, rebelándose, etc., finalmente rindiéndose a Dios para
ser utilizados por El.
Al escribir estas historias, profecías, salmos, evangelios, epístolas, y apocalipsis, los autores
bíblicos se sintieron guiados por un móvil muy alto, que venía de Dios. La mente divina
concebía y planeaba el libro que nosotros tenemos como la herencia mayor de las épocas
proféticas y apostólicas. La inteligencia divina inspiraba e impulsaba a aquellos hombres a
recibir primero el mensaje para comunicarlo a sus prójimos, y después a escribirlo para el
beneficio de las generaciones siguientes.
2. Período en que fue escrita la Biblia
La conclusión a que uno llegará, en cuanto al período en que fueron escritos los libros de la
Biblia, variará de acuerdo con su punto de vista tocante a las fechas en que aparecieron los
primeros libros, así como los últimos, de nuestra Biblia.
Según Usserius, el Pentateuco tuvo su origen entre 1491 a. de J. C. (la fecha de Usserius para
el éxodo) y 1451 (la fecha de este erudito para la muerte de Moisés). Una fecha más exacta
para el éxodo es 1446 a. de J. C., de acuerdo con una cronología basada sobre mejor evidencia
que la que tenía Usserius a su disposición.1 Véase la Relación del libro de Exodo con la
historia egipcia, en la Introducción al libro de Exodo.
Los últimos libros de la Biblia que según mi parecer aparecieron, fueron los escritos del
amado apóstol Juan, que tuvieron su origen entre 95–100 de la era cristiana.
Tenemos, pues, un período como de unos mil quinientos años en que fueron escritas las
páginas de la Biblia.

El problema de la cronología bíblica es uno de los más difíciles de todo el estudio bíblico. Varias
tentativas han sido hechas para determinar las fechas de los acontecimientos en la historia sagrada.
Uno de los esfuerzos más famosos para formular una cronología fue la del arzobispo Usserius
(Ussher), quien en 1650–54 publicó su famosa Cronología Sagrada (Annales Veteris et Novi
Testamenti).
La cronología de Usserius fue adoptada por las casas editoriales que publicaban la Biblia. En
cada página de las ediciones impresas de la Biblia ponían la fecha que correspondía, según la
cronología de Usserius. Así su cronología llegó a ser aceptada, siendo considerada en muchos
círculos tan inspirada como la misma Biblia. Sin embargo, los descubrimientos arqueológicos del
siglo pasado, juntamente con los progresos que se han hecho en el estudio de la Biblia, han traído
como consecuencia que cayera en desuso la cronología de Usserius.

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El gran milagro de todo esto es cómo podía ser escrito un libro, o mejor, una serie de libros,
durante un período tan largo, y a la vez ser guardada una unidad tan estrecha como la que
tiene la Biblia. Pero vemos que todos estos escritores se sentían movidos por un mismo
impulso: el de anunciar la voluntad de Dios a los hombres; fueron guiados por un ideal
idéntico: el de levantar el nombre de Dios entre los hombres; siguieron una corriente de
revelación única: la de comunicar el plan de la redención a los hombres.
3. Método en que fue escrita la Biblia
En los días de los apóstoles, ya que no había sido inventada la imprenta, se escribía a mano.
Así es, pues, que se da el nombre de manuscrito, escrito a mano, a los libros que se hacían.
Todos los libros tenían que ser publicados a mano.
Para copiar los libros eran empleados hombres especialmente adiestrados en el arte de
escribir y copiar libros, a quienes se daba el nombre de escribas, y que nosotros llamamos
copistas. Los escribas del Nuevo Testamento representaban un elemento muy influyente en
los círculos intelectuales de la sociedad a la cual pertenecían Jesús y los apóstoles, entre
cuyos cargos y deberes figuraba el de copiar y editar los antiguos manuscritos de los libros
sagrados que eran considerados como una parte del canon de la Biblia hebrea.
Nosotros no podemos imaginar el trabajo que costaría a un copista el escribir palabra por
palabra un libro entero, pero así se hizo hasta que se inventó la imprenta en épocas
relativamente modernas. Este método fastidioso y cansado de publicar y duplicar los libros,
los hacía muy costosos y raros. Solamente las familias adineradas podían tener ejemplares
de las Escrituras. Es dudoso que la familia de Jesús tuviera una copia de algún rollo del
Antiguo Testamento.
Los escritores y escribas, o copistas, siempre buscaban algún hombre rico que los patrocinara
y costeara la publicación de sus libros. Algunos estudiantes de la Biblia han interpretado la
dedicatoria del Evangelio de Lucas a Teófilo, como una ilustración de esta costumbre,
creyendo que Teófilo sufragó los gastos de preparar y publicar este Evangelio.
4. Manuscritos del Nuevo Testamento
i. Multiplicación de los manuscritos
Durante todos los primeros siglos y la edad media, seguía entre los creyentes el afán de
preparar y multiplicar nuevos manuscritos de los libros sagrados, mayormente del Nuevo
Testamento. Tenemos muchísimos ejemplares de estas producciones. En total existen más o
menos cuatro mil manuscritos del Nuevo Testamento en griego, y millares en otros idiomas.
Se cuentan aproximadamente trece mil manuscritos del Nuevo Testamento en todos los
dialectos e idiomas a que fue traducido en los primeros siglos, como el antiguo siríaco, el
latín, el cóptico, el gótico, etc.
ii. Antigüedad
Algunos de estos manuscritos son muy antiguos. Hay dos que vienen del siglo IV después de
Cristo, el Vaticano y el Sinaítico, que se consideran los mejores, no solamente por su gran
antigüedad, sino también por las excelentes cualidades que poseen como fuentes del texto
del Nuevo Testamento. Estos son los manuscritos más antiguos que se conocen hasta ahora.
Puede ser que más tarde se descubran otros más antiguos, que sin duda serían de mucho valor
en el estudio del texto del Nuevo Testamento.
iii. Papiros
Entre las antiguas cartas y otros documentos que han sido descubiertos en las excavaciones
realizadas en las arenas secas de Egipto, han sido halladas algunas porciones del Nuevo
Testamento, muy breves y fragmentarias, que representan las copias más antiguas de

29
escritura sagrada. Pero éstas son muy pocas, y prácticamente nada han contribuído al estudio
del texto del Nuevo Testamento.
iv. Diversidad en el texto
Como hemos dicho, hay unos trece mil manuscritos del Nuevo Testamento. Puesto que éstos
han sido copiados a mano, existe entre ellos mucha diversidad en cuanto al texto. En algunos
pasajes han sido omitidas palabras, en otros han sido agregadas; a veces, versículos enteros
han sido omitidos o agregados. ¿Qué hacen los traductores para saber elegir entre las
variantes que encuentran en los diferentes manuscritos? La contestación a esta pregunta se
hallará en los siguientes párrafos.
v. Estudio y clasificación de los manuscritos
Los grandes eruditos han estudiado y comparado los manuscritos que tenemos del Nuevo
Testamento en griego, valiéndose también de las versiones, y de las citas en los escritos de
los Padres de la Iglesia. Han podido clasificar todos los manuscritos existentes en unos cuatro
tipos, grupos, o familias, sabiendo cuáles de éstos son los mejores.
Después, el trabajo de clasificar se simplifica bastante, ya que no tienen que hacer más que
averiguar cuáles son las características del nuevo manuscrito, su edad y tipo, pudiendo así
saber si es un duplicado de algún manuscrito que ya se conoce, y que ha sido clasificado ya,
o si representa algo completamente nuevo que ha de ser de mucha utilidad en el estudio del
texto del Nuevo Testamento. De los cuatro mil manuscritos que existen en griego, la mayor
parte tiene muy poco valor, siendo el número de aquéllos que sirven y ayudan, menos de
doscientos.
De este estudio, los eruditos han podido formular nuevos textos más correctos del Nuevo
Testamento. Las traducciones recientes, como la Versión Hispano-Americana, y la Versión
Moderna, han sido hechas de acuerdo con los nuevos textos griegos, para cuya formación
han sido empleados los manuscritos mencionados arriba, en conjunto con muchos otros que
en el siglo pasado han sido descubiertos y estudiados.
Se recomienda al alumno que en su estudio bíblico tenga a mano una de estas recientes
versiones que aclaran muchos puntos difíciles, palabras anticuadas, etc., y que en general
representan mejor lo que escribieron y dijeron los apóstoles y el Señor Jesús que la Versión
Reina-Valera.
5. Manuscritos del Antiguo Testamento
Existe un número mucho menor de manuscritos del Antiguo Testamento que del Nuevo, y
son más recientes, y por consiguiente de menor valor. El manuscrito más antiguo que se
conoce del Antiguo Testamento en hebreo viene del siglo X después de Cristo. A. R. Miles
dice que esta escasez se debe a la costumbre de los antiguos judíos de destruir todo
manuscrito que era defectuoso, y de sepultar aquéllos que se deterioraban con el uso
(Introducción Popular al Estudio de las Sagradas Escrituras, pág. 83). Pero, no obstante la
escasez de materiales, algo se ha estudiado del texto del Antiguo Testamento, aunque queda
todavía mucho por hacer.
Sería de esperar que se encontrasen algunas de las copias de las Sagradas Escrituras que
enterraron los judíos. De haber sido enterradas en las secas arenas de Egipto, donde nunca
llueve, existiría la esperanza de que se pudiese encontrar aún algún manuscrito del Antiguo
Testamento que fuera más antiguo que aquéllos que tenemos.
Así han sido hallados, en estado maravilloso de conservación, muchas cartas, tratados
comerciales, contratos, recibos, etc., entre los papiros de las ruinas de Egipto, a pesar de que
el papiro es un material mucho menos durable que el cuero que comúnmente se empleaba en
la antigüedad para la escritura.

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6. Materiales empleados en la escritura
No sería correcto terminar esta discusión sin decir algunas palabras sobre los materiales que
se empleaban en la escritura en los primeros siglos, y las formas que tenían los libros.
i. Tinta
La tinta que se usaba era carbón en polvo, mezclado con algún fluido. El carbón es un
elemento que no es afectado por ninguna substancia química, y en los siglos que han pasado,
se ha conservado admirablemente.
ii. Pluma
Se usaba como pluma un pedazo de caña cortada, o una pluma de ave, para escribir en cuero
o en papiro (papel). Para escribir en cera (madera encerada), se usaba un estilo, una aguja de
metal, o un pedazo de metal con una punta afilada.
iii. Papel
Se usaba el cuero de animales, curtido, y preparado para recibir la tinta. El pergamino todavía
se usa a veces para certificados, diplomas, y documentos legales, por ser durable.
También se acostumbraba usar una substancia menos durable que se llamaba papiro, nombre
de una planta que crecía en Egipto. El nombre de la planta era empleado después para denotar
el papel que era preparado del papiro. El papiro era preparado cortándolo, aplastándolo, y
pegando estos pedazos aplastados en forma transversal hasta formar una hoja de papel
bastante durable, que llegó a ser el material para escribir más común en la época de Cristo.
El papiro era muy caro. Se ha dicho que una hoja de este papel costaba lo equivalente a
aproximadamente veintisiete gramos de plata, que sería otra causa contribuyente al elevado
costo de los libros y su escasez, en la antigüedad.
También eran empleados para escribir, pedazos de vasijas rotas, extraño uso de estas cosas
que para nosotros servirían solamente para echar a la basura; pero, dada la dificultad para
obtener un material más aceptable para escribir, se puede comprender esta medida. Se
empleaban estos pedazos, que llevan el nombre técnico de óstrakon (óstracon), u óstraka
(óstraca), para escribir recibos, contratos, acuerdos de muchas clases, notas de venta, etc.
Los óstracas han sido hallados en las ruinas antiguas en muchos países, y muchos de ellos
han sido leídos y estudiados. Estos datos arrojan mucha luz sobre las costumbres, las leyes,
y la vida de las gentes de aquellas antiguas épocas.
También se emplearon en la escritura, tablillas enceradas, utilizando algún instrumento
afilado para escribir el mensaje.
iv. Forma de los libros
Es sabido que antiguamente se empleaban libros en forma de rollos. Se usaba un largo pedazo
de papel, y éste se arrollaba en dos palitos. Al escribir, o leer después de escrito, se iba
desenvolviendo el papel de un palo, mientras que se arrollaba en el otro. En los siglos después
de Cristo, se empezó a usar el códice, que viene a ser un manuscrito en forma parecida a un
libro moderno.
7. Arte de escribir entre los hebreos
No hay evidencia de que los antiguos hebreos, en su estado nómada, o sea, en el tiempo de
Abraham, Isaac, y Jacob, conocieran el arte de escribir. Exactamente cuándo lo aprendieron,
no lo sabemos, pero probablemente fue durante su permanencia en Egipto. El contacto de los
hebreos con los egipcios, que era un pueblo que tenía un idioma escrito y una literatura
desarrollada desde tiempos muy remotos, los habría introducido al arte de expresarse con
símbolos escritos.
El alfabeto que emplearon los hebreos en su historia posterior fue tomado de los fenicios,
quienes lo originaron alrededor de 1500 a. de J. C. Cabe señalar que éste es el único alfabeto

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que desarrollaron los pueblos primitivos, siendo todos los otros sistemas de escribir, o del
tipo silábico, o del tipo ideográfico. Del fenicio han sido derivados los alfabetos griego,
romano, y semítico.
No se sabe cuándo empezaron los hebreos a usar el alfabeto fenicio, pero tal vez no fue
mucho después de su inmigración en la tierra prometida (hecho ocurrido alrededor de 1406
a. de J. C.). Han sido hallados en Samaria pedazos de vasijas rotas (óstraca) que datan de un
siglo después del reinado de Acab (o sea, en 776–74 a. de J. C.). Esto revela que en la época
de Acab ya se empleaba la escritura en el comercio, y se usaba un alfabeto. Comp. Adams,
Ancient Records and the Bible, pág. 105.
Pero los hebreos pueden haber conocido la escritura alfabética mucho antes.
La piedra moabita, que es de la época inmediata a la muerte de Acab, comprueba que en el
siglo IX a. de J. C. existía el arte de escribir entre los moabitas, que era un pueblo menos
civilizado que los hebreos.
En las excavaciones hechas en Laquís se descubrió un ánfora en la cual se halla un escrito en
el antiguo idioma hebreo. Este hallazgo arqueológico es de la época de Moisés, o poco
después de ésta, e indica que el idioma hebreo era escrito en Palestina en ese tiempo (id., pág.
109).
En la época del cautiverio en Babilonia y después, cuando el idioma popular hebreo
gradualmente se cambió en arameo, dialecto oficial de las provincias occidentales de Persia,
también se cambió el alfabeto, siendo usado el alfabeto arameo en el nuevo idioma comercial
y oficial, y también en los libros sagrados, para escribir el antiguo hebreo.
Una tradición judía (citada por Orígenes, y Jerónimo) afirma que Esdras introdujo el alfabeto
arameo. Pero el cambio se verificó durante un tiempo largo y de una manera gradual, y no
repentinamente, ni tampoco por un hombre solo. Así como se hablaba y escribía un dialecto
con nuevos caracteres en la vida diaria, asimismo se comenzaron a copiar los libros sagrados
en el alfabeto nuevo, aunque se conservaban las palabras del antiguo idioma hebreo. La
semejanza del hebreo con el arameo hacía fácil y factible este cambio.
8. Conclusión general
Durante un período de 1500 años, Dios escogió de todas las clases sociales, a los autores de
su libro. Estos autores escribieron y publicaron sus libros a mano.
El hecho de que los libros bíblicos fueron publicados a mano, dio origen a miles de
manuscritos, especialmente del Nuevo Testamento, los que han sido estudiados y
comparados por los estudiantes de la Biblia, a fin de formular textos más correctos.
Los autores bíblicos emplearon muchos y distintos materiales para la escritura, algunos raros,
otros inferiores, de acuerdo a las costumbres y circunstancias de su época. La forma de los
libros varía entre rollos y códices.
Entre los hebreos el arte de escribir se desarrolló probablemente en el período de
peregrinación en Egipto. Su alfabeto lo tomaron de los fenicios, poco después de la conquista
israelita de Canaán, en 1406–1400 a. de J.C. Este alfabeto fue sustituído después por otro
alfabeto similar, el arameo, en la época del cautiverio babilónico o después de éste.
C. LA BIBLIA COMO REVELACION DE DIOS
La Biblia es la revelación de Dios. En este libro de todos los libros está la revelación de Dios,
escrita en lenguaje humano. Ahí está la revelación de su plan de salvación, de su método de
tratar con los hombres, del estado pecaminoso de los hombres, del porvenir bendito de

id. ídem (lo mismo), referente a la obra citada antes.

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aquéllos que confían en El. Ahí está también la revelación de la personalidad de Dios, y,
sobre todo, de su carácter de amor y de misericordia.
Nos conviene examinar detenidamente este concepto de la revelación, notando su aplicación
a la interpretación de este libro que es la revelación suprema de aquella personalidad
suprema, de Dios, y de su Hijo Jesucristo, el medio de nuestra salvación. Los libros de
teología dan una exposición del aspecto teológico de la revelación, pero aquí estudiaremos
el aspecto hermenéutico, que es el aspecto que nos interesa más, dada la finalidad de
interpretación que seguimos en esta obra. Todo esto lo hacemos con el fin de saber cómo
interpretar mejor las sagradas palabras escritas por la inspiración del Espíritu Santo, por las
cuales se transmite aquella revelación a los hombres, que tanta falta tienen del conocimiento
exacto de Dios.
1. Concepto de la revelación
Siempre ha sido una característica del cristianismo evangélico la doctrina de la revelación.
Ha sido una de las ideas más importantes de la Biblia.
Algunos eruditos, acercándose a la Biblia desde un punto de vista racionalista, han pretendido
quitar de ella toda idea de revelación. La tesis de ellos ha sido que Dios no ha buscado al
hombre, sino que el hombre ha buscado a Dios. Además, ellos creen que Dios no se ha
revelado a sí mismo a los hombres, sino que el hombre ha descubierto a Dios. Según ellos,
los hombres mismos, mediante sus propias inteligencias, empleando los datos y
conocimientos que ellos han alcanzado a percibir, han llegado a Dios; Dios de ningún modo
ha intervenido en el asunto.
El resultado de estas opiniones erróneas sería que la superioridad de una religión sobre otra
quedaría completamente anulada, ya que cada religión tendría igual derecho a reclamar su
superioridad a otra, o a lo menos, su igualdad con otra, porque entre ellas no habría ninguna
que hubiera sido revelada de Dios.
En cambio, la Biblia siempre da por sentado su carácter de revelación, y de ser la única
revelación de Dios. Los profetas del Antiguo Testamento sentían en sus conciencias el
impulso del Espíritu Santo de Dios, y por lo tanto introducían sus mensajes con las palabras:
“Dios ha dicho.” Los apóstoles también sentían en sí la unción del Espíritu Santo que los
conmovía e instruía. Bajo este sentir dijo el apóstol Pablo: “Pues os hago saber, hermanos,
que el evangelio que os fue anunciado por mí, no es según hombre; porque yo ni lo recibí ni
lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo” (VHA, Gál. 1:11, 12).
En todo esto no se quita el hecho de que Dios se ha valido de la inteligencia de los hombres,
a fin de comunicarles su voluntad y sus propósitos. En efecto, la capacidad del hombre para
recibir la revelación de Dios ha sido siempre un factor importante; el hombre ha tenido que
cooperar en una forma activa, esforzándose y a veces agonizando en su gran deseo de percibir
y comprender lo que Dios le comunica. Sin embargo, el factor directivo en el procedimiento
de la revelación ha sido Dios.
2. Medios de la revelación
Los grandes profetas del Antiguo Testamento fueron uno de los instrumentos que Dios
empleó para comunicar a los hombres los planes que El había concebido para su pueblo, así
como lo fueron los apóstoles en el Nuevo Testamento. Ellos primeramente dieron al pueblo
los mensajes en forma oral, y después los escribieron o los dictaron a sus discípulos, como
lo hizo Jeremías.

VHA Versión Hispano-Americana, versión moderna del Nuevo Testamento.

33
En las páginas del Nuevo Testamento tenemos el testimonio de los apóstoles en cuanto a
Aquél que es la última palabra de Dios en su revelación: Jesucristo.
Jesús mismo fue la revelación más completa de Dios. El fue el que mejor conoció a Dios, y
el que mejor lo manifestó en su propia personalidad, en sus acciones, en sus enseñanzas, en
su pureza moral, en su bondadoso y cariñoso trato con todos. En cierta ocasión, cuando le
faltaba poco tiempo para volver al Padre que lo había enviado como la manifestación
suprema de sí mismo, le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre, y nos basta.” Jesús le
respondió: “¿Tanto tiempo ha que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que
me ha visto a mí, ha visto al Padre” (VHA, Jn. 14:8, 9).
Con este dicho Jesús plantea el gran principio de que la suprema revelación de Dios es su
hijo Jesucristo. Si queremos saber cómo es Dios, tenemos que mirar al Señor Jesús. Si la idea
de Dios nos resulta abstracta e intangible, contemplemos al Señor Jesús, quien nos manifiesta
en forma concreta, tangible y palpable, la perfección de Dios en términos humanos, términos
que nos son fáciles de comprender e imitar.
Y el mejor cuadro de esta revelación de Dios en la persona de un hombre, lo tenemos en los
escritos del Nuevo Testamento, donde lo podemos leer descrito con palabras repletas de
significación espiritual y moral que, a medida que las leemos, nos elevan cada vez más a un
debido aprecio de aquel Ser que, glorioso, sublime y divino, se hizo hombre, llegó a ser
siervo, se humilló, se sacrificó, se abnegó, con el fin de manifestar a los hombres el Dios de
amor, el Padre y Creador de todos.
Ya que Jesús es para nosotros el ejemplo de todo lo que Dios es, El debe ser también el
ejemplo de todo lo que nosotros debemos ser. Tomémosle, pues, como el ejemplo de nuestra
vida, de lo que quisiéramos ser; tomémosle como el modelo de nuestras vidas, el que, por ser
la revelación de la perfección de Dios, también viene a ser la manifestación de la perfección
del hombre, siendo El el hombre perfecto.
3. Principio de la revelación progresiva
Como tengo dicho ya, la norma que nos guía en este estudio es la de la relación entre la
doctrina bíblica de la revelación de Dios, y la hermenéutica. Nosotros queremos estudiar el
principio de la revelación, con el propósito de poder aplicarlo a la interpretación de los
pasajes bíblicos en los cuales se nos presenta aquella revelación.
i. Definición de la revelación progresiva
¿Qué queremos decir con revelación progresiva? Voy a explicar.
A veces hablamos de la revelación que recibió Samuel, o David, o Isaías, o cualquier de los
otros profetas del Antiguo Testamento. Estas revelaciones fueron directas, individuales, y
completas. También podemos hablar de la revelación en el sentido en que hemos usado la
palabra en los primeros párrafos de este capítulo, referente al conjunto de la revelación de la
Biblia. En este sentido la revelación es gradual y progresiva.
La revelación progresiva quiere decir que poco a poco Dios se ha revelado a los hombres, en
un período de muchos siglos, y en sucesivas generaciones. Cada generación ha podido
aprender y comprender algo más del carácter de Dios, y de su plan de redención para la
humanidad, que la generación anterior.
El fenómeno de una revelación gradual de Dios a los hombres puede llamarse revelación
progresiva.
ii. Ilustraciones de la revelación progresiva
Será más fácil comprender lo que voy diciendo si notamos algunas ilustraciones que aclararán
mejor nuestro concepto de la revelación progresiva. Podemos citar los casos de algunos

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hombres de la Biblia seleccionados para recibir la revelación de Dios, y que han dejado a su
generación un mejor conocimiento de Dios, y de las cosas referentes a El.
Moisés conoció mejor a Dios que Abraham. David lo conoció mejor que Moisés. Isaías tuvo
una visión más clara del Mesías de Dios que la que tuvo David. Con la suprema revelación
de Dios que se hizo en su Hijo Jesucristo, los hombres llegaron a apreciar mejor a Dios que
en cualquier época anterior. Isaías comprendió mejor el plan de la redención que cualquier
otro profeta del Antiguo Testamento. Ezequiel entendió mejor la idea de la responsabilidad
individual que cualquier otro escritor del Antiguo Testamento. Pero en comparación con los
conocimientos de los apóstoles, los de los antiguos profetas fueron muy deficientes.
La revelación del Mesías, y del plan de la redención que El trajo, fue, pues, gradual. Muchas
veces se ha dicho lo siguiente, y aquí se repite para aclarar el principio que voy asentando: A
Abraham se le reveló la raza del Mesías; a Jacob se le reveló la tribu; a David se le reveló la
familia; a José y María se les reveló el nombre de la madre. De modo que los pormenores del
nacimiento del Mesías fueron revelados paulatinamente sólo a los escogidos para recibir la
revelación de Dios y dar a conocer sus promesas.
A medida que los apóstoles acompañaban al Señor Jesús, se profundizaban más y más en el
conocimiento de la persona y de la obra de su santo Maestro, en su voluntad con relación a
las vidas de ellos, y en sus propósitos con respecto a su reino y su iglesia. Durante los años
después de Pentecostés, la comprensión de ellos referente al significado de la muerte de Jesús
aumentó en una forma lenta, hasta que el evangelio se desarrolló en toda su plenitud en la
predicación de Pedro, de Pablo, y de los otros apóstoles.
iii. Causas y condiciones que hicieron necesaria una revelación progresiva
Es interesante examinar las causas y las condiciones que hicieron necesaria una revelación
gradual de Dios a los hombres. Estas causas están asentadas en el carácter y en la psicología
del hombre.
a. Falta de capacidad humana para recibir una revelación
La primera condición que notamos es la falta de capacidad humana para recibir una
revelación. Para que Dios se pudiera revelar a su criatura, fue imprescindible que hubiera una
persona capaz de recibir esa revelación, algún ser con una capacidad intelectual y espiritual
suficientemente desarrollada para recibirla. El hombre, el ser más alto de la creación de Dios,
tiene una naturaleza apta para recibir las revelaciones de Dios. Sin embargo, no ha sido capaz
para recibir de inmediato una revelación completa sobre la religión. Esto se puede ilustrar
citando algunos casos de la Biblia.
Un ejemplo de la incapacidad del hombre para recibir una revelación final y completa desde
el principio, es el divorcio. Jesús dio a entender que en la creación, lo ideal fue el casamiento
de un hombre con una mujer. Estos debían seguir viviendo juntos hasta la muerte, o hasta el
rompimiento del casamiento por la infidelidad matrimonial de parte de uno de los cónyuges.
Jesús reprendió a los judíos que tenían la costumbre de divorciarse de sus esposas “por
cualquier causa”, es decir, por una causa de poca importancia. Les dijo Jesús: “Por la dureza
de vuestros corazones os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres: mas al principio no
fue así” (VM, Mt. 19:8). En el caso de esta ley, el corazón del hombre no era apto para recibir
la ley más alta de Dios.
Otro ejemplo de la incapacidad del hombre para recibir la ley más alta con respecto a sus
relaciones con el prójimo es el de la ley del tallón: “Ojo por ojo, diente por diente, mano por
mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (VM, Ex.

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

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21:24, 25). Jesús cita la ley del talión en Mt. 5:38, la abroga, y la reemplaza por la ley de la
no resistencia: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo, diente por diente, mas yo
os digo: No resistáis al mal; antes a cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele
también la otra.” Vemos, pues, que la incapacidad moral del hombre ha demorado la
revelación de Dios.
b. Falta de conocimientos básicos de las circunstancias históricas que más tarde existirían
En algunos casos no fue posible que un escritor bíblico previera algún aspecto del evangelio
debido a su falta de conocimiento de pormenores que solamente el desarrollo de la historia
podría revelar. Isaías, por ejemplo, enseña que el Mesías sufriría, pero no que sufriría sobre
una cruz. Esto fue un dato que solamente el tiempo pudo dar a conocer. Isaías no tuvo
conocimiento del dominio romano que más tarde había de ser ejercitado en todo el mundo
incluyendo a Palestina, ni de que los romanos emplearían la crucifixión como modo de
ejecutar a los criminales (un modo de castigo que parece haber sido desconocido entre los
judíos), y mucho menos que el Mesías moriría de esta manera. Todo esto llegó a conocerse
en la época del Señor Jesús.
c. Falta de necesidad o de conveniencia de que se haya revelado una cosa
Solamente los datos necesarios para la comprensión de la voluntad de Dios son revelados.
Lo que no interesa al hombre, o que no tiene ninguna utilidad espiritual o moral, no se revela.
Dios no revela nada que el hombre no necesita saber. Hay muchas cosas que quisiéramos
saber acerca de la Biblia. Hay un sinnúmero de preguntas que vienen a nuestras mentes,
preguntas que no tienen ninguna contestación, ni en la Biblia, ni en las tradiciones guardadas
en los escritos de los Padres de la Iglesia.
Podría haber también una falta de conveniencia de que tal o cual revelación se haga. A María
se le dijo que su Hijo sería para la salvación de todos, y que una espada le traspasaría el alma,
pero los detalles amargos de la muerte de su Hijo no le fueron dichos, puesto que para ella
fue mucho mejor que no supiera todo esto.
Hay, pues, muchos datos de la religión, y del conocimiento bíblico, que satisfarían nuestra
curiosidad si los supiéramos, pero que no tendrían verdadero provecho espiritual para
nuestras almas; cosas como la duración del ministerio de Jesús, las “otras muchas cosas que
hizo Jesús” que no están registradas en los evangelios; cuestiones como la fecha exacta de la
natividad, de la muerte, y de la resurrección de Jesús; la cuestión del cuarto viaje de Pablo; y
muchas más.
4. Conclusión
En todo esto podemos ver la operación del principio de la revelación.
Dios se revela a los hombres por medio de los profetas, por medio de su Hijo Jesucristo, y
por medio de los apóstoles de este Hijo. La revelación más importante ha sido mediante el
Hijo.
Esta revelación ha sido una revelación progresiva. Su carácter gradual o progresivo se ha
debido a ciertas cosas en la naturaleza del hombre, y en las circunstancias del ambiente en
que él vive. Dios revela su voluntad a los hombres a medida que éstos están capacitados para
recibirla.
El que esta revelación haya sido en una forma gradual, no quita tampoco a ella su perfección.
Es una revelación gloriosa y perfecta, precisamente lo que le faltaba tener al hombre, a fin
de que llegase a conocer a Dios y a su Hijo Jesucristo, en la regeneración de su naturaleza y
la salvación de su alma.
D. INTERPRETACION DE LA BIBLIA

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Conviene decir algunas palabras con respecto al método que se sigue en la interpretación de
la Biblia, antes de entrar en el estudio de este gran libro. Hay ciertas consideraciones que, si
se tienen en cuenta, harán más provechoso el estudio de la Biblia. En esta breve exposición
no se puede dar una discusión completa, por cierto.
1. Doble elemento de la Biblia
La Biblia tiene dos elementos, y para una comprensión de ella, es forzoso tener en cuenta
estos dos elementos: el elemento divino, y el elemento humano.
i. Elemento divino
La Biblia ha sido inspirada por Dios, y a menos que se tenga en cuenta este gran hecho, no
se puede entender el elemento espiritual y religioso, que es el elemento sobresaliente, y que
la distingue de todos los otros libros. Creo que no me equivoco en decir que solamente
apreciarán y comprenderán la Biblia aquellos hombres que han tenido personalmente la
experiencia religiosa que en sus páginas está descrita y recomendada, como el fin primordial
del hombre, una experiencia con Dios de comunión y perdón. Esta experiencia viene sólo
mediante la fe en Cristo, y se califica como la conversión, la salvación, la reconciliación, la
regeneración, el nuevo nacimiento, la redención, etc.
La Biblia es un libro espiritual que ha provenido de las experiencias espirituales de los
hombres que lo han escrito, y será comprendida por hombres semejantes, que han tenido la
misma experiencia. Un acercamiento a la Biblia desde un punto de partida que sea histórico,
o gramático, o literario, o filosófico, o crítico, o de cualquier otro interés especial que esté
separado de este interés espiritual, tiene que fracasar completamente.
ii. Elemento humano
El segundo elemento en la Biblia es el elemento humano.
La Biblia ha sido escrita en lenguaje humano, por hombres de talentos y debilidades
humanas. Al escribir los pensamientos que Dios les inspiraba, los escribían empleando sus
propias palabras, peculiaridades de gramática y de estilo, y otras características personales.
Algunos escribían en un estilo muy bueno, otros malo; algunos empleaban un vocabulario
abundante, otros reducido; algunos conocían bien la gramática, otros no. Algunos empleaban
lenguaje figurado, con metáforas, símiles, parábolas, alegorías; otros escribían en un estilo
más bien seco, sin adornos de esta índole. Algunos escribían en forma poética, otros en prosa.
Sus escritos pertenecen a los diversos estilos y géneros literarios. Hay entre ellos literatura
histórica, poética, dramática, epistolar, apocalíptica, etc.
Ahora bien, hay ciertas reglas para la interpretación de estas distintas formas y expresiones
literarias, que ayudan a entender la Biblia. ¡Cuán a menudo oímos decir a algún buen
creyente: “Me gusta leer la Biblia; pero hay muchas partes que me son difíciles de entender!”
Un conocimiento de los principios de la hermenéutica nos ayuda a eliminar esa dificultad.
Existe la impresión en muchos círculos de que solamente se debe leer la Biblia, y que no se
debe leer ningún otro libro. Muchas veces es en estos círculos donde existe la falta de
comprensión a que me refiero. Sin duda, la Biblia es el mejor libro que se puede leer, y
debiéramos leerlo más que otro libro. Sin embargo, así como escuchamos los sermones de
nuestro pastor, aprovechando sus conocimientos bíblicos, y el estudio especializado que él
ha hecho en la Biblia, también podemos leer algún libro escrito acerca de la Biblia, que nos
ayudará tanto como el sermón del pastor. El sermón es hablado, y el libro es escrito; y las
dos cosas pueden producir el bien espiritual de nuestras almas.
No despreciemos, pues, las reglas de la interpretación, y las otras ayudas que podemos
conseguir para mejorar nuestro entendimiento del Libro Sagrado, y acrecentar así nuestros

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conocimientos de él, ya que estas cosas también han sido provistas por la Providencia de
Dios para nuestra edificación.
iii. Conclusión acerca del doble elemento de la Biblia
Vemos, pues, que hay un elemento divino en la Biblia, y un elemento humano. Las dos cosas
están mezcladas, y es imposible separarlas, cosa que tampoco es necesaria. Solamente
debemos tener en cuenta que así es, y acercarnos al estudio de la Biblia con este
conocimiento.
2. Sistemas de interpretación
Doy aquí sólo una breve nota con respecto a los sistemas de interpretación que han
prevalecido en diversas épocas.
i. Interpretación literal
Los judíos del tiempo de Cristo usaron el sistema literal de interpretación, que fue
sencillamente la interpretación de todos los pasajes en una forma literal, sin tener en cuenta
los significados figurados de ciertos pasajes, y sin buscar el significado espiritual. Una de las
protestas más importantes del Señor Jesús en contra de los judíos de su tiempo estaba fundada
en este error de ellos. Observaban la letra de la ley y no el espíritu. Un ejemplo de esta
interpretación es el siguiente:
Los judíos interpretaban el Sal. 130:1, que dice: “De los profundos, oh Jehová, a ti clamo”,
en el sentido de que no se debe subir a un lugar alto, como una cama o banco, o una cuesta,
para orar (cit. de H. E. Dana, Searching the Scriptures, pág. 26).
Este sistema de interpretación descuenta lo esencial y espiritual, y acentúa lo incidental y lo
que tiene poca importancia. Desgraciadamente, no faltan evangélicos que yerran en lo literal
de su interpretación bíblica.
El error que proviene del empleo de este sistema de interpretación, generalmente tiene su
origen en el hecho de que no se tienen en cuenta las relaciones contextuales de un pasaje.
Pero también puede provenir por una falta de comprensión del carácter figurado de cierto
pasaje, como, por ejemplo, en el Apocalipsis.
ii. Interpretación alegórica
La interpretación alegórica consiste en no tener en cuenta el sentido literal y propio de un
pasaje. En cambio, se le da un significado sugerido por la mente de quien lo interpreta, algún
significado de carácter moral, religioso, o espiritual, que puede o no ser doctrina verdadera
enseñada en otra parte de la Biblia, pero que seguramente no pertenece al pasaje que se está
interpretando. Un ejemplo de interpretación alegórica lo tenemos en los escritos del filósofo
judío Filón, que interpretó los cuatro ríos de Gén. 2:10–14 como referentes a las cuatro
virtudes: la prudencia, la templanza, el valor, y la justicia.
La interpretación alegórica se ha prestado a toda clase de errores, ya que, en realidad, no es
un sistema de interpretación, y no conoce regla sino el capricho del intérprete: su propio
propósito preconcebido, y la doctrina ya pensada que él quiere fundar sobre un pasaje dado.
Se ha dicho que se puede comprobar cualquier cosa con la Biblia. Esto es verdad si se emplea
un sistema de interpretación alegórica, o algún otro sistema que no tenga en cuenta las reglas
de la interpretación, y el carácter espiritual tan propio de la Biblia.
Es verdad también que los escritores bíblicos a veces emplean la interpretación alegórica,
como el autor de la Epístola a los Hebreos, y como Pablo (Gál. 4:21–31; etc.). Pero debemos
tener en cuenta que los escritores del Nuevo Testamento estaban metidos dentro del cauce de

cit. citado.
H. E. Historia Eclesiástica, obra de Eusebio.

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la tradición apostólica. Estaban muy cerca del Señor Jesús, y con toda su alegoría, se atenían
a la doctrina apostólica establecida por el Señor Jesús. La mayor parte de los intérpretes que
han empleado la interpretación alegórica no han hecho esto, y han caído en los errores más
groseros de doctrina y de práctica.
Ha de confesarse que si uno interpretase alegóricamente sacando del pasaje solamente ideas
que están claramente enseñadas en otras partes de la Biblia, no haría mucho daño con su
alegoría. Pero tal resultado feliz nunca ha caracterizado a los intérpretes alegóricos, que han
empezado con sana doctrina, quizás, y mediante una alegorización fantástica e imaginativa,
han llegado a todos los extremos de error teológico posibles.
Debemos apegarnos al río apostólico que fluye por el Nuevo Testamento, bebiendo
abundante y profundamente de sus aguas puras, y no apartándonos para nada de su fuente de
verdad.
Hemos de tener en cuenta también que los escritores que emplean la interpretación alegórica
en el Nuevo Testamento son productos de su época. La interpretación alegórica fue una
herencia de los colegios rabínicos en los cuales se crió el apóstol Pablo. Saulo de Tarso se
había entrenado en ese método de interpretación, y cuando se hizo creyente, seguía
empleando las armas de polémica y discusión que antes le habían servido bien. Otros autores
también habían sido influenciados por la interpretación rabínica, o por los métodos alegóricos
de la interpretación de la escuela filosófica judía de Alejandría.
Es significativo que el Señor Jesús nunca emplea la interpretación alegórica. Su
interpretación del Antiguo Testamento es perfecta. Se había compenetrado del Antiguo
Testamento, y los pasajes que El cita están siempre de acuerdo con el contexto: están citados
para enseñar la misma idea que el autor original quería enseñar. Ya que para nosotros el
Señor Jesús es el mejor ejemplo de lo que quisiéramos ser, sigámosle en esto también, y
procuremos ser fieles intérpretes de la Biblia, como El lo fue siempre.
iii. Interpretación tipológica
La interpretación tipológica se refiere a aquel método de interpretación que de un modo
extremo busca en el Antiguo Testamento los tipos de algo en el cristianismo. Los errores que
provienen de este método de interpretación resultan del esfuerzo por hallar en todos los
pasajes del Antiguo Testamento tales tipos. Este método tiene los mismos defectos que el
método alegórico, y puede conducir al intérprete a errores similares.
Esto no excluye el reconocimiento de los verdaderos tipos en la Biblia. Estos existen, y son
claramente indicados por los escritores bíblicos. En efecto, ninguna persona, institución, o
acontecimiento debería ser considerado como tipo, a menos que sea divinamente señalado
como tal en la Biblia misma (comp. Terry, Hermenéutica Bíblica, pág. 129).
Esto tampoco excluye el uso de la Biblia como fuente de ilustración. Los escritores y
predicadores cristianos siempre han empleado a las personas y las instituciones bíblicas como
ilustraciones de la verdad cristiana. El error viene en buscar en el Antiguo Testamento los
tipos de personas e instituciones del Nuevo Testamento, donde el escritor sagrado no tenía
en cuenta tal cosa, o donde no hay ningún verdadero paralelismo que permita el uso del pasaje
de esta manera.
iv. Interpretación doctrinal
La interpretación doctrinal comienza con un sistema de doctrinas, y de éstas, va a las
Escrituras. Busca la confirmación de las doctrinas mediante los pasajes bíblicos, y a menudo
tuerce la enseñanza clara de un pasaje a fin de apoyar la doctrina.

comp. compárese; compárense.

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El interés natural e intenso de los reformadores en la teología hacía que este sistema fuese
una característica prominente del período de la Reforma. Aún hoy es demasiado prevalente,
y la mayor parte de los grandes errores teológicos que persisten durante generaciones,
encuentran su permanencia en el hecho de que los hombres tuercen las Escrituras para
conformarlas a sus doctrinas. Esto no debe disminuir la importancia de la teología, que tiene
un lugar definitivo en nuestro pensamiento y en nuestra predicación. Pero la doctrina debe
proceder de las Escrituras, y debe estar en conformidad con ellas.
v. Interpretación devocional
La interpretación devocional es una característica del misticismo protestante, y da énfasis al
significado práctico de la Biblia, excluyendo todo lo demás. Disminuía la importancia de los
aspectos históricos, doctrinales, y exegéticos de un pasaje, por su gran interés en el aspecto
devocional.
Debemos darnos cuenta que los aspectos devocionales de las Escrituras son importantes, y
todo predicador debe ser hábil en sacarlos y exponerlos a sus oyentes. Pero no deben recibir
demasiado énfasis.
Las tablas genealógicas tienen un interés histórico, pero no serían apropiadas para un mensaje
devocional, a menos que uno buscase, con la selección de un pasaje extraordinario, ganar la
atención de su auditorio, y aun entonces el efecto sería dudoso. Esto lo digo para ilustrar el
hecho de que muchas partes de las Escrituras no tienen ningún aspecto devocional, sino más
bien un aspecto histórico, teológico, etc. Interpretar tales pasajes desde el punto de vista
devocional sería un error, y en esto consiste el defecto de este método.
vi. Interpretación histórica
Aquí también hallamos demasiado énfasis sobre un aspecto de la interpretación. La
interpretación histórica se refiere a aquel método que se acerca a la Biblia como a un libro de
historia, como a cualquier otro libro de historia, y rehúsa tomar en cuenta los aspectos
espirituales, religiosos, y morales del libro. De acuerdo con el punto de vista de estos
escritores, el cristianismo no es más que una religión entre muchas otras de los tiempos
antiguos.
Aquí tenemos otra vez un énfasis exagerado, dado a un aspecto de la interpretación,
excluyendo a todos los otros, que también son importantes. El elemento histórico debe ser
tomado en cuenta, pero solo no basta como medio para llegar al significado verdadero de la
Biblia.
vii. Interpretación histórico-literario-espiritual
Pasamos por alto otros métodos de interpretación que en algunos círculos cristianos han sido
corrientes, tales como el místico, el espiritual, el filosófico, el escolástico, etc. Para una
explicación y comentario de ellos, refiero al lector a algún libro de hermenéutica, como el de
Terry, Hermenéutica Bíblica (Primera Parte, Cap. III), un libro excelente que recomiendo
para el que quiere mejorar su habilidad en la interpretación.
El método de interpretación que yo empleo en la exposición de la Biblia puede caracterizarse
como la interpretación histórico-literario-espiritual, que quiere decir que tenemos en cuenta
tres elementos, o aspectos, de la Biblia: primero, el elemento espiritual; segundo, la historia
en la cual ha tenido su origen el Nuevo Testamento; y tercero, el marco literario en el cual
se ha encuadrado la Biblia, o sea, sus aspectos literarios, gramáticos, retóricos, etc. Definiré
más detalladamente en la siguiente discusión cómo se emplea este método de interpretación
en la práctica.
3. Fines y métodos en la interpretación bíblica

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Ciertos fines y métodos deben caracterizar la interpretación bíblica, para que ésta sea acertada
y correcta.
i. Buscar el pensamiento del autor
Buscar el pensamiento del autor, como fin de la interpretación bíblica, parece ser tan
axiomático que apenas vale la pena comentarlo. Sin embargo, no es así. Una gran parte de la
interpretación de la Biblia tiene como finalidad buscar en algún pasaje dado toda clase de
fines imaginarios, fantásticos, curiosos, sin tener en cuenta que lo necesario es saber qué
dijeron Isaías, Pablo, y Pedro, u otro autor que escribió una porción de la Biblia. Debemos
buscar qué cosa ha dicho el Espíritu Santo mediante el autor cuyas páginas leemos.
ii. Buscar el significado exacto de un pasaje
La finalidad de buscar el significado exacto de un pasaje sigue lógicamente a lo que acabamos
de mencionar y comentar.
Muchas veces existen dos, tres, o más interpretaciones de algún pasaje, que durante los siglos
de la historia cristiana los pastores y los estudiantes de la Biblia han sugerido. Evidentemente
no pueden ser correctas todas estas interpretaciones. Estoy convencido de que son pocos los
pasajes de la Biblia en que un versículo tiene más de un significado. Nosotros queremos tener
como finalidad, pues, no la búsqueda de todas las interpretaciones posibles, ni la
interpretación que convenga a nuestro punto de vista, sino el significado exacto de un pasaje.
Los escritores de la Biblia no hablaban ambiguamente, poniendo un doble o triple sentido en
todas las cosas que decían, y nosotros debemos tener esto en cuenta al acercarnos a la
interpretación de la Biblia, para interpretarla correctamente.
iii. Tener en cuenta la relación con el contexto
La tercera cosa que debemos tener en cuenta es la relación contextual. Esto quiere decir,
relacionar un versículo con el anterior, y con el que le sigue, así como notar también la
conexión dentro del párrafo, con el pensamiento general de todo el libro.
En pocos libros de la Biblia se encuentra un versículo aislado de todos los otros. Esto ocurre,
sin embargo, en el libro de los Proverbios, a veces en los Salmos, y hasta cierto punto en
Santiago. No se halla en estos libros una corriente de pensamientos que siga su curso por
todo el libro.
En cambio, en la Epístola a los Romanos, hay una ilación del pensamiento que se sigue por
todo el libro: hay un tema, o idea general, la justificación por la fe, que el autor desarrolla
por toda la epístola. Todos los versículos tienen que ver con este tema general, y ayudan a
desarrollarlo.
Muchas veces un versículo tomado separadamente no tiene significado, o se puede aplicarle
otro significado que no le sienta bien. Así que, debemos tener en cuenta las relaciones
contextuales de cualquier pasaje que estudiamos.
iv. Tener en cuenta el principio de la revelación progresiva
Ya se ha explicado en detalle qué significa el principio de la revelación progresiva (V. el
capítulo anterior). Si hemos de interpretar de una forma natural a la Biblia, debemos tener en
cuenta este principio. ¿Cómo hacemos esto en la práctica?
Debemos interpretar la Biblia a la luz de la verdad de que Dios ha comunicado su voluntad
a los hombres de una forma gradual. Esto quiere decir que sólo en los libros de la Biblia que
fueron escritos últimamente, tendremos las ideas más desarrolladas del cristianismo. No
debemos buscar en el Génesis la doctrina completamente desarrollada de la Trinidad, o del
plan de la salvación, o del cielo, etc. Todas las doctrinas del Nuevo Testamento se hallan en

V. véase; véanse.

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germen en el Antiguo Testamento, pero no desarrolladas en la perfección que las hallamos
en los dichos del Señor Jesús y en los escritos de los apóstoles. Es un error de la interpretación
pretender hallarlas allí.
v. Conocer y estudiar el carácter y la personalidad del autor
Es de mucho valor conocer algo del carácter y de la personalidad del autor del libro en el cual
aparece el trozo que vamos interpretando. Aunque no sepamos el nombre de un autor,
podemos saber mucho de su personalidad y de su carácter, por cuanto éstos resaltan en el
libro que él ha escrito. Así nos ayuda saber que el autor del tercer evangelio era griego y no
judío, y que escribía para los griegos. Nos ayuda saber también que era médico, que era
compañero de Pablo, y que era un hombre muy culto.
Nos ayuda también, conocer algo de las circunstancias en que escribió un autor, y de la época
histórica en que vivió. Es imprescindible saber, para interpretar debidamente el Apocalipsis,
que Juan se hallaba desterrado por la predicación del evangelio, y que los creyentes que él
conocía, y a quienes escribía, eran perseguidos por el gobierno romano. Al estudiar las
epístolas de Pablo, es de incalculable valor el estudio de su vida, como ésta es relatada en el
libro de los Hechos. El conocimiento de las circunstancias de la vida de Pablo es necesario
para iluminar las cartas que escribió.
vi. Conocer el fondo histórico, o sea, la época histórica, en la cual se originó un libro
bíblico
La historia contemporánea a la Biblia se considera hoy día como elemento necesario para
una comprensión adecuada de los libros sagrados. Así, para poder comprender muchos
pasajes en los Reyes y Crónicas, debemos considerar la historia de Asiria y Babilonia. El
fondo de los libros de Esdras, Nehemías, y Ester, es la historia de Persia. Los enigmas de
Daniel se resuelven con la aplicación de datos históricos de Siria y de Egipto, en el período
griego de la historia judía.
vii. Tener en cuenta el contenido literario de un pasaje
Es de importancia conocer la gramática de los idiomas originales: el hebreo, el arameo, y el
griego. Puesto que los hombres que escribieron la Biblia escribían de acuerdo con los
principios gramaticales, es natural que el conocimiento de estos principios nos ayudará a
comprender lo que han escrito. A veces la interpretación de un pasaje girará alrededor de un
punto gramatical griego.
Además, es de importancia conocer la manera de interpretar las figuras literarias: la parábola,
la metáfora, el símil, etc. Cada figura tiene su propia resolución, y su manera característica
de ser interpretada. No se puede explicar la alegoría de acuerdo con las mismas reglas que
rigen la interpretación de la parábola, y viceversa.
viii. Tener en cuenta la fecha y la época
A veces es de sumo provecho saber la fecha de origen de algún libro, y saber algo de la época
en que se originó. Así, en la interpretación de la Epístola a los Romanos, es de valor saber
que esta epístola tuvo su origen en la misma época que Corintios y Gálatas, en el tercer viaje
misionero de Pablo, en el período de las controversias que el apóstol sostuvo en relación con
su apostolado y su autoridad apostólica.
ix. Considerar la situación de las personas para quienes se escribió
El conocimiento de los datos en relación con la situación de las personas para quienes se
destina una obra es de sumo valor en la interpretación de ella. Las epístolas a los Corintios
se aclaran por conocer algo de la ciudad, y algo de la evangelización de esta ciudad, como se
nos narra en el libro de los Hechos. También nos es de valor saber algo de los problemas que
dividían a los miembros de esta iglesia, el carácter moral de ellos, etc. Nos ayuda a

42
comprender los evangelios el saber que Mateo escribió para los judíos, Lucas para los
griegos, y Marcos para los romanos.
x. Conocer la ocasión y el propósito de una obra
Generalmente las epístolas han tenido como ocasión algo de la situación de las personas a
quienes van dirigidas. Por eso no es cosa arbitraria tener en cuenta la ocasión de una obra, al
emprender la interpretación de cierto pasaje difícil en dicha obra.
Es de mucha importancia el conocer el propósito que ha motivado un libro para poder
interpretar algún pasaje dado. Naturalmente los autores no dicen, en algún pasaje aislado,
algo que sea contradictorio a su propósito general. Tenemos que interpretar todo pasaje de
un libro de acuerdo con el propósito general de su autor.
xi. Comparar las versiones, notando las diferencias en las traducciones y en el texto
Es de suma importancia en el estudio de la Biblia el leer diferentes versiones y comparar las
variaciones en el texto y en la traducción. Cada traducción de la Biblia es una interpretación
de ella, puesto que es imposible representar exactamente en otro idioma el significado del
hebreo, o del griego, en los cuales fueron escritos originalmente los libros de nuestra Biblia.
Muchas veces dos o tres traducciones serán posibles para un pasaje, y cada traductor tendrá
su propia idea tocante a la traducción que corresponda a este pasaje. Los traductores son
intérpretes, y sus traducciones merecen nuestro estudio.
Existen en español varias traducciones que se pueden conseguir para ayudarnos en nuestro
estudio. La versión de Cipriano de Valera, la Versión Moderna, la Versión
HispanoAmericana, la versión de Pablo Besson, todas son excelentes. Tenemos también las
versiones católicas, como la de Scío, la de Amat, la de Nácar y Colunga, la de Bover y
Cantera, etc.
Es de valor también la lectura de la Biblia en otros idiomas, como el inglés, el alemán, el
italiano, el francés, etc.
xii. Conocer la historia y las costumbres de los judíos
Es bueno tener nociones acerca de la historia de los judíos, de sus costumbres, de su manera
de vivir, etc. Si estudiamos las costumbres y las características de los fariseos, por ejemplo,
hemos de comprender mejor la razón del odio que ellos sentían hacia Jesús, y por qué El los
condenaba tan severamente.
xiii. Conocer el ambiente grecorromano
No solamente es de valor el conocimiento del ambiente judío, sino también del ambiente
grecorromano. La cultura de los griegos y de los romanos había influído mucho en el mundo,
por el cual viajaban los apóstoles anunciando el mensaje de esperanza y de amor. Conociendo
algo de esta gran civilización, podemos comprender muchas referencias en las epístolas de
Pablo, así como las que hay en otros escritos del Nuevo Testamento.
xiv. Conocer la literatura hebrea
El estudio de la literatura hebrea fuera de la Biblia es provechoso, especialmente la del
período entre los dos Testamentos. Doctrinas que son paralelas a la teología de la Biblia se
hallan en esta literatura. El desarrollo de estas ideas características puede trazarse estudiando
los escritos no canónicos de los judíos. Libros como Enoc, los Testamentos de los Doce
Patriarcas, etc., arrojan luz sobre la interpretación de muchos pasajes de la Biblia.
xv. Tener un conocimiento de la historia eclesiástica
Conocer algo del desarrollo del cristianismo, en su organización, y en su teología, es de ayuda
en la interpretación de la Biblia. El estudio de la reacción sobre la experiencia humana de las
verdades características de la Biblia es uno de los estudios más interesantes y provechosos
de toda la cultura humana. También ayuda observar el efecto en la comunidad cristiana de

43
ciertas doctrinas que aparentemente se fundan en la Biblia. Así ciertas ideas extravagantes y
fanáticas en cuanto a la segunda venida de Jesús, en cuanto al matrimonio, en cuanto al don
de lenguas, etc., pueden ser estimadas y condenadas a causa del malestar que han producido
en la comunidad cristiana.
4. Conclusión a la interpretación de la Biblia
En conclusión podemos decir que hemos dado un bosquejo breve y general del sistema de
interpretación que nos ha de guiar en el estudio de la Biblia, el sistema histórico-literario-
espiritual. Las reglas que he dado no son arbitrarias, sino que se relacionan con el carácter de
la Biblia, y corresponden con las reglas que los gramáticos han señalado como necesarias y
útiles en la interpretación de toda literatura.
Nuestra norma y nuestra meta deben ser el buscar y el encontrar lo que está en la Biblia. La
Biblia es el verdadero criterio para juzgar nuestra conducta, nuestra doctrina, y nuestras
organizaciones. Es necesario, pues, conocer la Biblia. Y si la vamos a conocer, debemos
aplicar a ella principios sanos de interpretación, principios que se fundan en la misma Biblia.
E. LAS BIBLIAS EN ESPAÑOL
Nos interesa saber algo de la historia de la Biblia en el idioma castellano, puesto que este
tema se relaciona con varias traducciones corrientes de la Biblia que son de valor en el estudio
de ella.
1. Versiones primitivas
Primero estudiaremos algo sobre las versiones más antiguas en el idioma castellano.
i. Primeras referencias
La primera referencia que tenemos a una versión de las sagradas Escrituras en el idioma
español en su forma vulgar, aunque no poseemos ninguna parte de ella, está contenida en un
decreto de 1233, de Juan I, rey de Aragón, en el sentido de que nadie, ya fuera clérigo o laico,
poseyera en su casa, o leyera, alguna versión del Antiguo o del Nuevo Testamentos en la
forma vulgar.
Este decreto indica la existencia de una versión, o quizás más, las que son desconocidas a la
historia posterior. Es probable que ha sido destruído todo vestigio de esta versión, o de estas
versiones, por la vigilancia de los agentes del rey, afanosos por aplicar al pie de la letra las
provisiones del decreto real.
ii. La Biblia de Alfonso el Sabio (1280). La Biblia Alfonsina
La Biblia Alfonsina parece ser la primera Biblia completa en español. Fue hecha por orden
de Alfonso X (1252–1284), rey de Castilla y León que lleva por sobrenombre el Sabio.
Aunque salió en una época tan temprana, ejerció poco efecto sobre la conciencia católica de
España, en parte porque aún no existía la imprenta y porque era publicada en forma
manuscrita.
iii. Otras Biblias incompletas
Los manuscritos que tenemos de los tiempos precedentes a la Reforma son incompletos.
Entre éstos hay un manuscrito del siglo XV que contiene la primera mitad de la Biblia. De
esta versión se dice que el traductor de la parte del Salterio fue un tal Herman, de origen
alemán. El otro manuscrito contiene la segunda mitad de la Biblia. Los eruditos encuentran
semejanzas entre este texto y el antiguo texto visigótico, versión en el lenguaje vulgar de
España antes de que se extendiera el uso de la lengua romance.
Una Biblia temprana, bilingüe, que contiene en una columna la versión de la Vulgata, y en
otra la traducción española, es mencionada por J. M. Eguren (Memoria de los códices
notables de España, Madrid, 1859). Esta traducción fue hecha por R. Salomón. Existe en un
manuscrito incompleto en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia (Madrid).

44
Hay otros manuscritos que vienen de esta época, entre los cuales el más importante es el
llamado Biblia del Duque de Alba (Biblia de la Casa de Alba). Esta versión fue hecha por un
rabino judío, Moisés Arragel (entre 1422–33?), a petición de Luis Guzmán, Maestre de la
orden de Calatrava. Esta Biblia fue publicada apenas recientemente, en el año de 1922, por
el duque de Berwick y Alba, en una edición de 300 ejemplares, habiendo pasado quinientos
años antes de ser distribuída en forma impresa.
Otra versión de menor importancia es la Biblia de Quiroga, hecha de la Vulgata latina,
llamada así porque fue dada por el Cardenal Quiroga a Felipe II (1527–98). Sigue el orden
de libros de la Vulgata. Contiene sólo el Antiguo Testamento. Se cree que la tradujo un judío
convertido.
También puede mencionarse de paso un manuscrito que contiene los libros desde Proverbios
hasta el fin, una traducción hecha para Alfonso V, rey de Aragón (1416–58), también sobre
la Vulgata latina.
Una traducción de la Biblia fue hecha por Martín de Lucema (el Macabeo), un judío
convertido, a petición de Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana. Bajo el título de
Biblia Medieval Romanceada, fue publicado el Pentateuco, por el Instituto de Filología de la
Facultad de Filosofía y Letras de Buenos Aires (1927).
Algunos otros pocos manuscritos existen que no podemos comentar aquí.
2. Primeras Biblias impresas
En esta parte notaremos las primeras ediciones impresas de la Biblia en castellano.
i. Los evangelios litúrgicos de López
Al parecer, la primera porción de la Biblia impresa en castellano fueron los evangelios
litúrgicos, en 1490, traducidos por Juan López, dominicano, publicados por Antonio de
Centenera, en Zamora (The Book of a Thousand Tongues, pág. 305). Esto fue corregido por
Ambrosio de Montesino, sacerdote y escritor español (autor de la obra Comentario de la
conquista de Baeza, etc.), y publicado en Toledo, en 1512.
ii. El Pentateuco
La primera edición de una parte del Antiguo Testamento impresa en castellano fue el
Pentateuco, una edición hecha por los judíos, en Venecia, en 1497.
iii. El Nuevo Testamento de Encinas
Entre los nombres importantes de esta época temprana fue el de Francisco Encinas (m. 1553),
cuyo hermano Jaime murió condenado por la Inquisición. Para evitar semejante destino
trágico, Francisco partió de España, y pasó una gran parte de su vida en el destierro. Estudió
con Melanctón, quien le animó a preparar en su idioma nativo una versión del Nuevo
Testamento.
Encinas hizo publicar en 1543 su Nuevo Testamento de Nuestro Redentor y Salvador
Jesucristo, hecho sobre un texto griego preparado por Erasmo. El impresor fue Esteban
Mierdmanno, en Amberes. Dedicó su edición del Nuevo Testamento a Carlos V, quien hizo
que su confesor, Fray Pedro Soto, examinara la obra, el cual la condenó. Encinas fue preso
en Bruselas, logrando con el tiempo escapar a Inglaterra, y más tarde a Ginebra.
iv. La Biblia de Ferrara
La primera publicación completa del Antiguo Testamento en castellano fue hecha en Ferrara
(Italia), en 1553, por judíos, desterrados de su patria. Esta traducción fue hecha de acuerdo
con el hebreo, siguiendo el canon palestino (menos Lamentaciones), sin incluir los libros
apócrifos.

m. murió (en fechas).

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Los traductores de esta Biblia fueron dos judíos portugueses, Abraham Usque (Eduardo
Pinhel), y Yom Tob Atias (Jerónimo de Vargas). La versión no fue original, sino que fue
arreglada tomando como base una antigua versión española en manuscrito. Esta versión fue
corregida por Menasés ben Israel, en 1630, y por José Atias, en 1661.
v. El Nuevo Testamento de Juan Pérez
Otro Nuevo Testamento apareció en castellano en el año 1556, traducido por Juan Pérez de
Pineda, y publicado por Jean Crispin, en Ginebra. Por la semejanza de esta edición de Pérez
a la de Encinas, y por algo que Cipriano de Valera dijo sobre lo mismo, creemos que es
probable que la obra de Pérez fue mayormente la de impresión y no de traducción. Dijo
Valera: “El doctor Juan Pérez, de pía memoria, año de 1556, imprimió el Testamento nuevo,
y un Julián Hernández, movido con el zelo de aprovechar a su nación, llevó muy muchos
destos Testamentos y los distribuyó en Sevilla, año de 1557.” Tiene este autor tres obras en
el Indice de libros prohibidos y expurgados.
vi. La Biblia de Reina y Valera
Así me refiero a la obra de traducción y revisión de los dos eruditos españoles Casiodoro de
Reina y Cipriano de Valera.
a. Casiodoro de Reina
Casiodoro de Reina (Regno) es el que ha hecho la obra de mayor importancia en la traducción
de la Biblia. Esta obra le llevó doce años de trabajos constantes y arduos. Está hecha de
acuerdo con el texto hebreo para el Antiguo Testamento y el texto griego para el Nuevo
Testamento.
Nacido en Sevilla, Reina estudió en un monasterio. Tuvo que salir de España en 1559 por
razones de conciencia, y se radicó en Inglaterra. Publicó en 1569, en Basilea, su edición de
las Escrituras (impresor T. Guarinus). Fue costeada esta edición con un donativo que había
hecho el difunto Juan Pérez en su testamento (muerto ya en la peste, en 1553).
Al alto carácter literario de esta edición lo testifica el Diccionario Enciclopédico Hispano-
Americano: “Está escrita en lenguaje puro y correcto” (Artículo, Casiodoro de Reina).
Respecto a lo mismo dice Menéndez y Pelayo: “Sobrepuja a las versiones de Felipe Scío y
Torres Amat” (cit. por Varetto, Las Biblias en Castellano, pág. 22). Con referencia a esta
versión, y las de Encinas, y Pérez, dice Lamy: “Dichas versiones están bien desempeñadas y
hacen un gran honor a la nación española y la colocan por esta razón en un grado superior a
las naciones cultas de Europa, pues todos saben que dichas versiones forman una de las
épocas más gloriosas de la literatura española de aquellos siglos” (cit. por Varetto, ob. cit.,
pág. 26).
Esta edición lleva a veces el título de la Biblia del oso, porque los primeros ejemplares
llevaron en la portada la figura de un oso que saca miel de un agujero en un árbol, tapado por
un tonel sostenido de una rama. En el fondo, sobre la tierra, está una Biblia abierta, con la
palabra Jehová escrita en letras hebreas. Sobre las páginas de la Biblia reposan abejas, que
de ella sacan la miel, la que llevan y depositan en el árbol, desde donde es sacada por el oso,
alrededor del cual vuelan las abejas. Esto podría representar el hecho de que de la Biblia el
creyente saca la palabra de Dios, cual miel dulce que la naturaleza brinda libremente al
hambriento.
b. Cipriano de Valera

cit. citado.
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

46
La edición de Reina constaba de unos 2600 ejemplares, muchos de los cuales fueron
secuestrados por los agentes de la Inquisición, y pronto se agotó. Una nueva edición, que fue
poco más que una revisión de la versión de Reina, fue hecha por Cipriano de Valera, quien
trabajó durante veinte años. En 1596 publicó el Nuevo Testamento en Londres, por medio
del impresor Richard Field (Ricardo del Campo). En 1602 hizo publicar la Biblia entera en
Amsterdam, siendo el impresor Lorenco Iacobi.
La versión combinada de Reina y Valera ha sido la que mayor influencia ha ejercido en el
elemento evangélico de habla española. Muchas nuevas revisiones y ediciones han sido
hechas, mayormente por las sociedades bíblicas, pero poco se diferencian entre sí. En 1806
se publicó una edición del Nuevo Testamento de Reina y Valera hecha por la Sociedad
Bíblica Británica y Extranjera, y en 1861 fue publicada una edición de la Biblia entera. La
Sociedad Bíblica Americana hizo una edición del Nuevo Testamento en 1845, y de la Biblia
en 1865. El texto de Reina y Valera que en la actualidad (1953) circula en las ediciones
corrientes es uno preparado por J. B. Cabrera y C. Tornos (1909).
3. Biblias Católicas
Los católicos de España tardaron más en hacer circular la Biblia en la forma vulgar del
idioma, que los católicos de otros países, como los de Francia en 1550 (Versión de Lovaina),
y los de Inglaterra en 1582–1610 (Reims y Douai).
i. Versiones católicas antes de Scío
Cabe señalar que antes de Scío hubo traducciones de porciones de las Escrituras, la mayor
parte de las cuales no llegaron a ser publicadas. Ya nos hemos referido a los evangelios
litúrgicos de López, que fueron impresos en 1490. Otros manuscritos nos han sido heredados
de los tiempos entre 1500 y 1793, cuando la versión de Scío salió.
Entre las versiones que hubo antes de la de Scío figuran los siguientes manuscritos: un
manuscrito en la Biblioteca del Escorial, una traducción anónima de los cuatro evangelios,
no publicado; un manuscrito de una traducción por Juan de Robles (siglo XVI), no publicado;
una traducción de los evangelios de Mateo y de Lucas, de Fray José de Sigüenza (1540 o
1544–1606), no publicado. Existen también traducciones de los Salmos, y otras porciones de
la Biblia, como una del Apocalipsis hecha por Gregorio López.
ii. La Biblia de Scío
La primera versión entera impresa por los católicos es la de Felipe Scío de San Miguel,
publicada en Valencia en 1790–93, siendo los impresores José y Tomás de Orga. No sólo fue
ésta la primera Biblia en idioma castellano impresa por los católicos, sino que fue la primera
Biblia impresa en España, habiendo sido impresas en el extranjero todas las otras que se
originaron antes.
La primera edición de la Biblia de Scío fue de diez tomos, una obra muy costosa, que por
ésta, si no por otra razón, no hizo mucha impresión en el pueblo español. Esta se compara
con la edición italiana de Antonio Martini, de 1781, aprobada por la autoridad eclesiástica,
que salió en veintitrés tomos.
La Sociedad Bíblica Americana ha hecho publicar ediciones de la versión de Scío, del Nuevo
Testamento en 1819, y de la Biblia en 1824. La Sociedad Bíblica Británica y Extranjera
publicó una edición del Nuevo Testamento en Barcelona en 1820, y de la Biblia entera en
Londres en 1821.
iii. La Biblia de Torres Amat
El siguiente traductor católico que debemos comentar es Félix Torres Amat, que en 1825
hizo publicar en Madrid (impresor León Amarita) una edición de la Biblia, con notas, que ha

47
pasado por muchas ediciones. Esta traducción vino en respuesta a la necesidad de una
traducción hecha sobre el hebreo y el griego, y fue encargada por Carlos IV.
iv. La Biblia de Nácar y Colunga
Una edición de la Biblia que ha salido recientemente, con la debida licencia eclesiástica, es
la Sagrada Biblia, por Eloino Nácar Fuster, y Alberto Colunga, publicada en Madrid:
Biblioteca de Autores Cristianos, 1947, una edición con notas. Es una versión de mucho
valor.
v. La Biblia de Bover y Cantera
Otra edición nueva es la Sagrada Biblia, una versión crítica sobre los textos hebreo y griego,
por José María Bover, y Francisco Cantera Burgos. Esta versión es excelente, y da muestra
de erudición, y de atención escrupulosa al sentido de los idiomas originales. La casa
publicadora es la Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, y la fecha es de 1947.
4. Versiones Modernas
i. La Versión Bautista
La llamada Versión Bautista salió en 1855, en Edinburgo, en la parte de los evangelios,
preparados bajo los auspicios de la Unión Bíblica Americana. El Nuevo Testamento entero
salió en 1858.
ii. La Versión Moderna
La llamada Versión Moderna se publicó entre 1876–93. H. B. Pratt, misionero en Colombia,
hizo una traducción de los Salmos, la que publicó en 1876, en Bucarmanga, Colombia. En
1877 salió el Evangelio de Mateo, y en 1886 el Génesis, publicados por medio de la Sociedad
Bíblica Americana. En 1888, en una conferencia misionera en la Ciudad de México, fue
nombrada una comisión para cooperar con Pratt en la traducción de toda la Biblia. En 1893
la Sociedad Bíblica Americana publicó la Biblia entera de Pratt. En 1929 se hizo una edición
corregida de la misma.
iii. La Versión de Fliedner
La Versión de Fliedner consiste de porciones del Nuevo Testamento, traducido por F.
Fliedner, pastor luterano en España. El Evangelio de Mateo fue publicado en 1885 (Librería
Nacional y Extranjera, Madrid); Lucas, 1886; Marcos, 1887; Juan y los Hechos, 1889;
Romanos y Corintios, 1895; Efesios-Filemón, 1899–1900.
iv. La Versión Hispano-Americana
Una de las versiones más importantes es la Versión Hispano-Americana, basada en el texto
griego de Nestle que es un buen texto, aunque no el mejor. Fue empezada con una publicación
de los evangelios en 1910 por la Sociedad Bíblica Americana, traducida por F. Díaz, V. D.
Báez, H. C. Thomson, C. W. Drees, y J. Howland. Estos representaban al grupo americano.
El mismo año fue publicado por la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, en Madrid, el
Evangelio de Mateo, traducido por J. B. Cabrera, C. Tornos, C. Araujo, W. B. Douglas, G.
Fliedner, F. G. Smith, H. Payne, y W. T. Rhodes. Estos representaban a España.
El propósito de estas dos versiones, una de España y otra de América, publicadas al mismo
tiempo, fue hacer una versión que satisficiera las necesidades de todo el mundo de habla
española.
El Nuevo Testamento entero, publicado por las dos sociedades bíblicas, salió en 1916. La
comisión que llevó a cabo esta obra de traducción fue compuesta de algunos de los hombres
mencionados arriba: Drees, Thomson, Báez, Douglas, Cabrera, Smith, y Araujo, con la
adición de Enrique Lindegaard.

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La Versión Hispano-Americana es una versión que tiene muchas cosas buenas: lucidez de
estilo, modernidad de lenguaje, un buen texto griego en el fondo, etc. Pero ha de reconocerse
que no ha tenido la recepción que sus autores esperaban.
v. La Versión de Pablo Besson
La Versión de Pablo Besson fue publicada en Buenos Aires en 1919 (Talleres Gráficos
“Schenone”).
Pablo Besson, por su preparación y erudición, estaba bien calificado para hacer una
traducción del Nuevo Testamento: estudió en Europa con los conocidos sabios F. Godet, F.
Delitzsch, y C. Tischendorf, y siguió después durante toda su vida sus hábitos de investigar
y escribir.
La Versión de Pablo Besson sufre un defecto en el texto por la preferencia de este traductor
por el Texto Recibido.1 Aun así, la versión merece nuestro aprecio como instrumento de
estudio bíblico, dada la erudición de su autor.
5. Conclusión. Porvenir de la Biblia en español
No existe en español ningún texto fijo, como el del Rey Jaime (Versión Autorizada) en inglés
que ha quedado sin otros cambios que los de la ortografía durante más de 300 años como la
Biblia preferida por el pueblo común. La falta de tal texto es debido a que han sido hechas
muchas revisiones de la versión de Cipriano de Valera, y los cambios que han sido
introducidos son mucho más importantes de los que se hallan en la correspondiente versión
popular en inglés.
Para mí es una buena cosa que la versión de Cipriano de Valera haya sido cambiada, aun en
lo poco que se ha cambiado, por cuanto las modificaciones y mejoramientos en la versión
corriente del pueblo, introducidos con el fin de hacer más comprensible el lenguaje de la
versión, impiden que la Biblia llegue a ser ininteligible para el pueblo común. Nuevas
traducciones de la Biblia deben salir en cada generación. Estas deben llevar en sí los
resultados de las conclusiones de los sabios en cuanto al texto y en cuanto a la interpretación,
así como la modernización del lenguaje. Así se evita que el idioma de la Biblia llegue a ser
muerto y anticuado.
El origen de todos los períodos de estancamiento religioso y espiritual se ha debido a que la
Biblia ha sido retirada del pueblo, generalmente porque el idioma en que estaba escrita llegó
a ser desconocido para el pueblo. Tal efecto nefasto puede producirse cuando la autoridad
eclesiástica sanciona y aprueba cierto texto como el único y autorizado, y no permite que
nuevas revisiones sean hechas. Con el correr del tiempo el lenguaje popular del pueblo
cambia, pero el texto aprobado permanece igual, cual frío monumento que lleva epitafios de
hombres grandes pero difuntos. Aunque el pueblo admire el arte con que han sido escritos,
aunque se deleite en sus hermosas y clásicas frases e idiotismos, no se va a conmover en lo
íntimo de su ser con leer sus ininteligibles dichos.
Dios habla al hombre humilde y sencillo en el lenguaje diario a que él está acostumbrado.
Me refiero a aquel intercambio diario que existe entre el hombre sincero y religioso, y el Ser
Supremo, en los problemas de su trabajo, en las enfermedades de sus hijos, en las relaciones
con sus semejantes. En este lenguaje diario, moderno y corriente, debe hablar Dios al hombre
en las páginas del Nuevo Testamento.

1
Texto Recepto (Recibido), versión del Nuevo Testamento en griego impresa por los hermanos
Elzevir, en 1624. Era basado sobre un texto de Erasmo, y otras ediciones anteriores. Era considerado
durante largo tiempo como una versión modelo, aunque es una versión inferior.

49
El poder de la reforma en Alemania fue la Biblia de Lutero, hecha al alcance del pueblo en
el idioma corriente de aquel tiempo, por medio del cual Dios hablaba al pueblo en el lenguaje
que entendía. El éxito de la reforma en Inglaterra, y la fuente del interés moderno en la
evangelización y en la obra misionera, tuvo su fuente en las versiones escritas en la forma
vulgar del idioma, las de Juan Wiclif, Guillermo Tindale, Miles Coverdale, y otros, y
especialmente en la Versión Autorizada de 1611. Si en España el pueblo hubiese tenido
acceso a la versión de Reina y Valera, que reflejaba fielmente la manera de hablar del pueblo
de su época, habría habido una reforma de religión que hubiera puesto a España a la
vanguardia en la carrera espiritual que seguía la civilización occidental en la época del
renacimiento.
La Biblia en el idioma del pueblo es la meta a la cual el cristianismo debe siempre dirigirse,
y para alcanzar este ideal, deben levantarse siempre nuevos traductores. Estos deben conocer
a fondo su propio idioma. Deben beber profundamente de las fuentes originales. También
deben familiarizarse con la espléndida herencia que nos han dejado los traductores del
pasado, y los comentaristas bíblicos, en francés, en alemán, y en inglés, para que el idioma
castellano tenga una versión fiel al pensamiento del autor sagrado, así como adecuada para
el anuncio de este pensamiento al mundo.
En fin, ninguno de los textos nuevos tiene mucha esperanza de suplantar las diferentes
ediciones de Cipriano de Valera que circulan entre las iglesias, ni las han de suplantar. Son
mejores, desde el punto de vista del texto griego y de la interpretación, pero no satisfacen al
pueblo, ni a los mismos pastores, que siguen leyendo desde el púlpito la antigua versión.
Creo que la falta de un buen texto moderno, que se adapte a las exigencias de nuestro
ambiente, se debe a dos cosas, y corresponde a la misma situación que existe en el inglés:
Por una parte hay una exagerada actitud conservadora en corregir el antiguo texto de Reina
y Valera, en aquellas nuevas ediciones de él que han salido; y por otra parte hay una
desviación demasiado radical en las versiones nuevas que han salido. Por supuesto, una
versión nueva, que nada tiene que ver con la antigua, es siempre buena, y ha de contribuir al
fondo que tenemos de conocimientos bíblicos. Pero no ha de pensarse que este nuevo texto
llegue al corazón del pueblo, existiendo otro texto más viejo, muy leído, y más o menos
inteligible.
En inglés existen muchas versiones modernas, las de Weymouth, Montgomery, Goodspeed,
Moffatt, etc., las que tienen su lugar. Pero no ofrecen competencia a la Versión Autorizada.
Los cambios son demasiado grandes. En cambio, en los esfuerzos para hacer una revisión de
la Versión Autorizada del inglés, ha sido cometido el primer mencionado error, el de no ser
suficientemente enérgico en la modernización del antiguo texto. Ni la English Revised
Version, de 1885, ni la American Standard Version, de 1901, satisficieron la conciencia
cristiana de habla inglesa, ni tampoco a los eruditos que abogaban por algo que contuviera
los resultados de los estudios modernos.
Ha salido una versión en inglés, la Revised Standard Version, hecha por una comisión de
estudiosos norteamericanos y británicos. Esta versión tiene como norma el conservar el
elegante y clásico estilo del inglés de la antigua versión, pero con una debida atención a las
conclusiones de la ciencia moderna del texto y de la interpretación. El resultado es algo que
da gusto leer. Creo que es lo mejor que se ha hecho en el inglés.
Me parece que igual cosa podría hacerse en el castellano. Se podría formar una comisión que
fuera compuesta de estudiantes bien versados en griego y castellano, representativos de los
diversos países de habla española donde trabajan, quienes procederían a corregir la antigua
versión de Reina y Valera, a la luz de los progresos hechos en las ciencias bíblicas, teniendo

50
en cuenta los cambios que han sido hechos en el idioma, conservando a la vez lo clásico en
la antigua versión. Sería necesario proceder con energía en divorciar del texto todo vestigio
de lo anticuado y lo erróneo. Y luego sería preciso dejar de publicar el antiguo texto y
comenzar a publicar el nuevo.
6. Apéndice. Una nueva revisión de la Versión Reina-Valera
Desde que escribí lo último, y en días en que doy los toques finales a la presente obra, me
han llegado noticias de una nueva revisión de la versión de Reina y Valera. Los informes que
tengo de la revisión proyectada me han venido por The Bible Translator, publicación de las
Sociedades Bíblicas Unidas.
Nota del editor para la segunda edición:
El resultado del proyecto anunciado en 1951 fue la versión Reina-Valera Revisada, publicada en
1960. Ha sido ampliamente aceptada y usada ahora por casi treinta años. Es frecuentemente designada
como la RVR-1960. Ahora Editorial Mundo Hispano ha publicado otra revisión, conocida como la
Reina-Valera Actualizada.
INTRODUCCION AL ANTIGUO TESTAMENTO
Muchos elementos relacionados con la Introducción al Antiguo Testamento han sido tratados
ya en la Introducción a la Biblia. En esta Introducción al Antiguo Testamento, se tratan dos
temas de gran importancia para la debida comprensión del Antiguo Testamento.
A. TEXTO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Aquí se estudia el procedimiento que se siguió para fijar el texto del Antiguo Testamento en
hebreo: el estado del texto, la adición de las vocales, los antiguos manuscritos, etc. Luego se
estudia la relación de ciertas versiones, en otros idiomas antiguos, con el texto del Antiguo
Testamento, tales como la Versión Samaritana, las versiones griegas, los targumes, las
versiones latinas, la Peschitto, la Bohaírica, la Etiópica, etc.
B. CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Aquí trato de la formación del canon del Antiguo Testamento: características de la Biblia en
hebreo, los libros apócrifos, el procedimiento histórico de la formación del canon, y cómo
este procedimiento se refleja a través de muchas fuentes literarias antiguas: las tradiciones
judías, el Antiguo Testamento mismo, las versiones, Josefo, los concilios judíos, el Nuevo
Testamento, y los reformadores.
A. TEXTO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
En este capítulo trataremos brevemente la historia del texto hebreo del Antiguo Testamento,
así como la relación de ciertas versiones antiguas con el mismo.
1. Fijación del texto hebreo
Estudiaremos primero algo sobre el procedimiento que se siguió para fijar el texto de la Biblia
de los judíos, la Biblia en hebreo, es decir, cómo y cuándo los judíos llegaron a tener un texto
autorizado y fijo para sus escritos sagrados.
i. Estado del texto
En relación con la cuestión de la fijación del texto hebreo, nos interesa investigar cuál es su
estado o condición en la actualidad.
Al principio, no pareció tan importante a los hebreos la conservación exacta del texto de un
manuscrito, actitud que tenían hacia sus libros sagrados en el período precedente a Cristo,
con excepción del Pentateuco. Esto se demuestra especialmente en la gran diferencia que
existe entre la Septuaginta y la Biblia hebrea. Esto era debido a que cada escriba que copiaba
un manuscrito, hacía los cambios que él creía convenientes (como sucedió igualmente en la
transmisión de los manuscritos del NT), incorporando notas marginales, corrigiendo errores,

51
insertando modificaciones doctrinales, etc. Sin duda, algunos de los libros históricos fueron
copiados muchas veces antes de llegar a tener la forma que tenían en el tiempo de Cristo.
Pero este estado de cosas no persistió. La época del Señor Jesús fue una en que se daba mucha
importancia a la letra de la ley y a las palabras, y los judíos sintieron la necesidad de conservar
un texto autorizado.
La atención a la letra de la ley se muestra en el afán que tenían por contar las letras y las
palabras en los libros sagrados, declarar cuál fue el versículo intermediario de la ley (Lev.
8:7), y de la Biblia entera (Jer. 6:7), es decir, de lo que sería para nosotros el AT, y éste según
el canon palestino. Así hacían con cada uno de los libros sagrados. Buscaban también
pormenores curiosos y mecánicos relacionados con la Escritura.
Esta atención extrema a la letra de la ley, y este interés en un texto puro, culminó al fin del
primer siglo de la era cristiana. Dos cosas forzaron a los judíos a fijar y proponer un texto
autorizado: primero, la destrucción del templo y su liturgia con la consecuente dependencia
de los judíos de la palabra escrita; segundo, las controversias con los cristianos, quienes
citaban el AT para comprobar que Jesús era el Mesías, y muchas veces se valían de variantes
del texto para apoyar su doctrina.
Como resultado de los esfuerzos de los judíos del primer siglo de la era cristiana, para
conseguir un texto auténtico, y del cuidado esmerado con que ellos hicieron transmitir este
texto durante los siglos que transcurrieron, podemos decir que, esencialmente, tenemos en
las Biblias hebreas impresas hoy día el texto hebreo que existía al fin del primer siglo (a
excepción de los puntos vocálicos, que fueron agregados posteriormente). Esto es verdad, a
pesar de que el manuscrito más antiguo que tenemos del hebreo data del siglo XI. En cuanto
al Pentateuco, dice Roberto Pfeiffer, de la Universidad de Harvard, que ha habido pocos
cambios desde el año 400 a. de J. C., debido a lo sagrado de estos libros para los judíos
(Introduction to the Old Testament, pág. 101).
ii. Adición de las vocales
Es un hecho consabido que en el antiguo hebreo escrito, como en otros idiomas semíticos,
faltaban las vocales, habiendo solamente consonantes. Las vocales eran pronunciadas, pero
no escritas. Son tan variables, de acuerdo con los cambios en las desinencias de verbo y de
sustantivo, que no es difícil ver por qué la mente primitiva semítica se desesperaba frente a
la tarea de registrarlas en forma escrita.
Jerónimo no conocía nada de vocales en la escritura hebrea, así que podemos saber que aún
a principios del siglo V el texto bíblico carecía de vocales escritas. El manuscrito más antiguo
de la Biblia en hebreo, en el cual aparecen los signos vocálicos, data del año 1010 de la era
cristiana. Tales signos quizás fueron agregados en ese intervalo de 600 años. Podemos fijar,
como fecha aproximada, el año 700 de la era cristiana para la adición de las vocales escritas.
La razón para la invención de estos símbolos fue que el hebreo llegó a ser un idioma muerto,
y los eruditos judíos temieron que se olvidara la pronunciación de éste. Así que insertaban,
debajo de las consonantes en algunos casos (por ejemplo, las vocales hebreas cámets, pátaj,
tseré, etc.), o arriba de las consonantes, (la vocal jólem), o en medio (la vocal súrec), puntitos
y líneas que indicaban el sonido de la vocal. También se han introducido otros signos:
acentos, puntuación, etc. En el margen se hallan muchas anotaciones que tienen que ver con
variantes en el texto: correcciones, enmendaciones, notas, etc., las que han sido agregadas
por los sabios judíos durante el milenio después de Cristo.

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).

52
El texto de la Biblia hebrea, como nosotros lo tenemos, con los puntos y anotaciones
marginales, se llama texto masorético, palabra derivada de la voz masorah, que significa
tradición. Los estudiantes hebreos que revisaron y preparararon el texto se conocen como los
masoretas.
Se cree que todos los manuscritos del texto masorético que se conocen, así como las ediciones
modernas (que están hechas de acuerdo con el texto masorético), se fundan en un sólo
manuscrito arquetipo.
iii. Antiguos manuscritos hebreos
Los manuscritos del AT en hebreo no son tan antiguos como los del NT en griego. Tenemos
dos manuscritos del NT que datan desde el siglo IV, mientras que el manuscrito más antiguo
del AT es del siglo XI. Esto se debe en gran parte a que los judíos tenían la costumbre de
destruir los manuscritos imperfectos y la de sepultar los viejos y gastados (Miles, ob. cit.,
pág. 83); por lo cual ninguno de ellos ha llegado a nosotros.
La porción más antigua del AT es un breve papiro, que data del siglo II (c. del año 150),
llamado el Papiro Nash. Contiene el decálogo y la Schemá (Deut. 6:4 y sig.). Luego viene el
Códice de San Petersburgo, del año 916, (Profetas Posteriores, Isaías hasta Malaquías en el
canon palestino: véase el capítulo siguiente sobre el Canon del Antiguo Testamento). El
manuscrito más antiguo que contiene todo el AT es del año 1010 de la era cristiana. La
edición impresa más antigua de una porción de la Biblia hebrea data del año 1477, y consta
del Salterio con un comentario de David Kimchi. Una edición cristiana de la Biblia hebrea
apareció en 1514–17, patrocinada por el Cardenal Jiménez de Cisneros. Las ediciones
modernas de la Biblia hebrea siguen el texto de Jacob ben Hayyim (1525–26). Franz
Delitzsch ha publicado una edición muy buena y muy diseminada.
iv. Capítulos y versículos
Muchos sistemas de dividir las Escrituras han aparecido en los manuscritos antiguos que nos
han sido heredados de las épocas pasadas. No está dentro de los límites de esta exposición el
comentarlos todos, sino que se propone sólo señalar cuál ha sido el origen del que figura en
nuestras Biblias, hasta donde esto se puede averiguar.
Aunque este capítulo trata el tema del texto del AT, no se pueden omitir ciertas observaciones
referentes al origen de los capítulos y versículos del NT.
a. Divisiones en capítulos
Las divisiones en capítulos del AT en las Biblias modernas siguen en general las secciones
en que se divide el texto masorético.
No se sabe quién fue el que hizo el arreglo de la Biblia en capítulos. Proviene de la Vulgata
latina. Su origen se atribuye a Lanfranc, prelado francés (1005?–89), prior de la abadía de
Bec (1045), y más tarde Arzobispo de Cantórbery bajo Guillermo el Conquistador. Con más
probabilidad se atribuye su origen a Esteban Langton (m. 1228), que fue Arzobispo de
Cantórbery en 1207, autor de una obra inédita: Comentario sobre el Antiguo Testamento.
Con menos probabilidad se ha sugerido el nombre de Hugo de Santo Caro (siglo XIII).
Langton probablemente originó no solamente el sistema ahora corriente de capítulos en el
AT, sino también el del NT.
Este sistema de división en capítulos llegó a caracterizar a la Biblia hebrea, siendo adoptado
por el R. Natán, que en 1450 lo empleó en su Concordancia, tomándolo de la Vulgata latina.
b. Divisiones en versículos

sig. siguiente versículo, o siguiente página.

53
Existe aun más incertidumbre en cuanto al origen del sistema de versículos, que la que existe
en relación con el origen de los capítulos.
Es evidente que entre los hebreos se empleaba una división en versículos similar a la
moderna, de la cual, a lo menos en parte, fue derivada la que está en nuestras ediciones del
AT.
Así, según el Talmud (Kiddushun 30, cap. 1), la Ley contenía 5888 pesuquim, divisiones (o
versículos), y según la división que hay en nuestras Biblias la ley contiene 5845 versículos.
En las sinagogas se leían tres pesuquim, o versículos, cada sábado. En la Misna, Is. 52:3–5
está dividido como en nuestras Biblias, en tres pesuquim. Otros ejemplos podrían ser citados.
En cambio, hay diferencias muy grandes en cuanto a otras secciones. Por ejemplo en el
Talmud, se dice que en los Salmos había 8 pesuquim más que en la Ley, lo que haría un total
de 5853 versículos. En nuestras Biblias el libro de Salmos tiene 2460 versículos.
Por lo general se atribuye a Roberto Estienne (Etienne) (1503–59) la división de la Biblia en
versículos. Este fue un impresor y sabio francés que antes de su muerte tuvo que huir por
cuestiones de conciencia a Suiza, donde abrazó la fe calvinista (1552). En 1532 publicó una
edición en folio de la Biblia latina. En 1551 publicó una edición del NT en griego que
contenía los versículos, y en 1557 publicó el AT con los versículos. En ambos casos fue la
enumeración que hoy día se sigue en todas las Biblias modernas, en todos los idiomas.
Según lo que nos dice Enrique (II) Estienne, su padre Roberto Estienne hizo este arreglo en
versículos cuando viajaba a caballo de París a Lyon (inter equitandum). Aun así, parece que
Roberto Estienne edificaba sobre el trabajo de otros. El padre de Roberto, Enrique (I)
Estienne, imprimió un salterio que contenía los versículos enumerados. En 1528 hubo una
edición de la Biblia entera con versículos, hecha por el dominicano Sanctes Pagninus.
Roberto Estienne sostiene haber conocido la edición de Pagninus (en el prefacio de su edición
del AT de 1557), aunque no dice que la había usado. Es un hecho que la división en versículos
del AT (en los libros canónicos) de Estienne, de Pagninus, y del texto masorético, son iguales.
Aunque las divisiones en versículos de nuestro Antiguo Testamento vienen originalmente
del texto masorético, no es así con la enumeración. Los hebreos no tenían al principio la
división en capítulos, sino que ellos ponían la suma de los versículos al fin de cada libro.
Como hemos visto, la división en capítulos sigue en general las secciones masoréticas. Las
divisiones en capítulos hechas por Langton (o quizás fue Lanfranc) aparecieron en la Vulgata,
y fueron adoptadas por el R. Natán, que en 1450 hizo una Concordancia de la Biblia hebrea,
iniciando, al parecer, la costumbre de usar el sistema de capítulos de la Vulgata,
subdividiendo éstos en los versículos del texto masorético. El empleó números hebreos. Otros
que le siguieron introdujeron los números arábigos, como Jacobo Lefebvre de Etaples (1445–
1537), que en 1509 publicó su Psalterium Quincuplex gallicum romanum hebraicum vetus
conciliatum (las tres versiones del Salterio hechas por Jerónimo), empleando las divisiones
en versículos del R. Natán. Pagninus siguió al R. Natán en usar los versículos del texto
masorético, a lo menos en los libros del canon palestino, siguiendo un sistema original y
probablemente similar en los libros apócrifos (1528). Evidentemente Roberto Estienne
adoptó el sistema de Pagninus en el AT, aunque su sistema para el NT parece ser original: en
el Ev. de Mateo, Pagninus tiene 577 versículos, mientras que la edición del Ev. de Mateo
publicada por Roberto Estienne tiene 1071.
2. Versiones antiguas del Antiguo Testamento y su relación con el texto

Ev. Evangelio.

54
Existen varias versiones del AT de los tiempos antiguos que nos ayudan en el estudio del
texto.
i. Versión Samaritana
Esta casi no puede llamarse versión, por cuanto no es más que una edición del Pentateuco en
un dialecto del antiguo arameo occidental, escrito en letras samaritanas, una modificación
del antiguo fenicio. Esta versión tiene también ciertos cambios hechos para favorecer el
dogma samaritano.
Los samaritanos no descendían de judíos, sino de paganos, transportados por los asirios a
Palestina para poblarla, después que los israelitas fueron llevados al destierro. Adoptaron la
religión israelita, y cuando éstos volvieron de la cautividad babilónica, los samaritanos
quisieron ayudarlos en la reedificación del templo. Los judíos no se lo permitieron, así que
se volvieron enteramente hostiles, y establecieron un templo rival en el monte Gerizim.
Hicieron también su propio texto del Pentateuco, alterando algunos pasajes para apoyar su
doctrina.
La Versión Samaritana ha sido publicada en la Poliglota de París (1645) y en la Poliglota de
Londres (1657). Entre 1914–18 salió una edición crítica (A. von Gall). La copia más antigua
de un manuscrito del Pentateuco Samaritano tiene la fecha de 1232, y está en la Biblioteca
Pública de Nueva York (Raven, Old Testament Introduction, pág. 61).
A pesar de los muchos errores que hay en esta versión, los estudiantes bíblicos creen que ella
es correcta en algunos pasajes donde el texto masorético tiene una variante inferior, pues se
puede mejorar nuestro texto bíblico en estas partes. Así en el Gén. 4:8, donde la Versión
Reina-Valera, que sigue el texto masorético, dice: “Y habló Caín a su hermano Abel”, es
mejor traducir, agregando una frase: Y dijo Caín a su hermano Abel: Vamos al campo,
siguiendo la Versión Samaritana, la Septuaginta, la Siríaca, la Antigua Latina, la Vulgata,
Seudo-Jonatán, etc. Otros casos podrían citarse en que la Versión Samaritana, respaldada por
otras versiones antiguas, es mejor que el texto masorético, y puede presentar una evidencia
corroborativa para su mejoramiento.
ii. Versiones griegas
Varias versiones griegas que datan de los siglos primitivos nos interesan por la luz que arrojan
en el estudio del texto del AT.
a. La Septuaginta
La Septuaginta es la versión antigua de mayor importancia.
El origen de la Septuaginta es obscuro. Una leyenda interesante se conserva en el escrito
apócrifo llamado Epístola de Aristeo (Historia de la Traducción de los Setenta) (c. del año
100 a. de J.C.). Según este escrito, Tolomeo Filadelfio (285–246 a. de J. C.), rey de Egipto,
fue persuadido por Demetrio, el bibliotecario real de Alejandría, para que mandara hacer una
traducción al griego de las Escrituras hebreas. Tolomeo pidió a Eleazar, el sumo sacerdote
de Jerusalén, la cooperación de los hebreos para llevar a cabo esta tarea. Eleazar envió setenta
y dos sabios, seis en representación de cada tribu, quienes hicieron una traducción en la isla
de Faros.
Otras adiciones cristianas a esta leyenda nos dicen que estos sabios judíos, recluídos por
setenta y dos días en celdas separadas, y sin comunicarse los unos con los otros, hicieron sus
traducciones individualmente, y al ser éstas comparadas se encontró que todas eran iguales.
El carácter legendario de este relato es patente.

55
Aristóbulo, el filósofo judío peripatético (h. 150 a. de J. C.), está de acuerdo con la Epístola
de Aristeo en que la traducción fue hecha durante el reinado de Tolomeo Filadelfo. Filón y
otros repiten el relato contenido en la Epístola de Aristeo, con detalles agregados.
La gran obra de traducción que es la Septuaginta da la impresión de que fue hecha por muchas
personas en distintas épocas. Algunas partes, como el Pentateuco, están en un lenguaje
excelente, mientras que otras partes están malamente traducidas, especialmente los libros
proféticos, donde las construcciones gramaticales eran demasiado difíciles y poéticas para
los traductores alejandrinos.
Probablemente la Septuaginta tardó muchos años en ser traducida, y seguramente fue hecha
para llenar las necesidades de la comunidad judía de Alejandría, y no a petición del rey
egipcio.
Hay algunas partes de la Septuaginta en que parece que esta versión tiene un texto mejor que
el masorético, especialmente en Samuel y otros libros históricos, siendo, al parecer, copia de
un arquetipo mejor que el usado para el texto masorético. Por lo tanto, en la restauración del
texto original, a veces nos ayuda mucho la Septuaginta.
Pueden mencionarse varios manuscritos importantes de la Septuaginta:
Códice Vaticano (B). Está en la Biblioteca del Vaticano, y data del siglo IV. Le faltan los
cuatro libros de los macabeos, que evidentemente nunca estuvieron en este MS. Faltan
también ciertos pasajes aislados. Este MS contiene también el NT, y es el mejor texto
conocido del NT.
Códice Alejandrino (A). Contiene también el NT, y es del siglo V
Códice Sinaítico (Alef). Este códice está en el Museo Británico. Contiene también el NT.
Data del siglo IV. En este códice faltan muchas porciones del AT, especialmente del Génesis,
Números, 1 Crónicas, 2 Esdras, siendo más completo en los libros poéticos y proféticos.
b. Otras versiones griegas
Algunas versiones griegas del siglo II que fueron importantes son: la de Aquila, la de
Teodocio (Teodotión), y la de Símaco.
Aquila, que vivió en el tiempo de Adriano (117–138), era pagano, natural del Ponto. Primero
se convirtió al cristianismo, y luego se volvió judío. Su traducción era excesivamente literal.
Teodocio, que vivió en el reinado de Marcos Aurelio (161–180), era de Efeso. Fue pagano
antes de convertirse al judaismo. Su traducción suple muchas de las omisiones de la
Septuaginta. Algunas porciones de su traducción son conservadas en obras posteriores: algo
del texto de la Profecía de Jeremías, según su traducción, está en el Códice Q; su traducción
de la Profecía de Daniel es la base de la Vulgata; algo de su traducción de Job está en el texto
moderno de Swete.
Símaco vivió en el reinado de Cómodo (180–192). Su obra se basa en otras traducciones
anteriores: la Septuaginta, la de Aquila, y la de Teodocio. Fue cristiano, aunque de la secta
herética de los ebionitas.
iii. Los targumes
La palabra targum significa interpretación, o paráfrasis. Un targum es una traducción del
hebreo al arameo y más que una traducción es una paráfrasis, (como el nombre sugiere). Los
targumes fueron compuestos en Palestina, y sus autores fueron contemporáneos de Jesús. No
nos debe sorprender, pues, que muchos elementos farisaicos aparezcan en ellos.

h. hacia (en fechas).


MS manuscrito.
V véase; véanse.

56
Los targumes tuvieron su origen en la costumbre de interpretar las Escrituras hebreas en
idioma arameo, cuando éstas se leían en la sinagoga, las cuales no eran comprendidas por el
pueblo común. La interpretación, al principio, fue libre, pero gradualmente llegó a
cristalizarse en una forma fija, la que, al final, fue escrita. Es probable que los targumes
fueron la obra de muchos hombres durante un largo tiempo.
a. El Targum de Onquelos (Onkelos, Onklos)
El Targum de Onquelos también lleva el nombre de Targum Babilónico sobre el Pentateuco.
No se sabe quién fue este hombre, o cuándo vivió. Algunos han querido identificarlo con
Aquila, el amigo de Pablo (Hch. 18:2). Otros lo han identificado con Aquila, el judío prosélito
del siglo II, autor de la traducción griega de las Escrituras referida arriba. Pero estas opiniones
están en error. Otra tradición indica que él fue discípulo de Gamaliel, aunque esto tampoco
puede considerarse como un dato histórico.
La paráfrasis del Génesis contenida en este targum está libre de muchas de las leyendas y
extravagancias que posteriormente caracterizaban el Talmud y otros escritos judíos. Esta
traducción parafrástica está basada en el texto masorético. Consta de los cinco libros del
Pentateuco. Al leer este targum uno queda impresionado por los elementos farisaicos que se
reflejan en el texto.
b. El Targum de Jonatán ben Uzziel
El Targum de Jonatán ben Uzziel es llamado también el Targum Babilónico sobre los
Profetas. Es una paráfrasis, o traducción parafrástica, de los libros proféticos, es decir, de la
segunda división de la Biblia hebrea, los Profetas Anteriores y Posteriores, que contiene
también algunos libros que nosotros llamamos libros históricos, como Josué, Jueces, etc.
Véase el capítulo siguiente sobre el Canon del Antiguo Testamento, 1 iii.
Según las tradiciones talmúdicas, Jonatán era un discípulo de Hilel, el famoso rabino judío
(n. 75 a. de J. C.), y era un colega de Gamaliel, el maestro de Saulo. Según esto su targum
precedería al de Onquelos. Sin embargo, los eruditos creen que las dos obras son
aproximadamente contemporáneas, y que tienen el propósito de ser obras compañeras.
c. Otros targumes
Los dos targumes mencionados arriba son los más importantes. Otros de menor importancia
son el Targum Fragmentario de Jerusalén, sobre ciertas partes del Pentateuco; el Targum de
Jerusalén (Seudo-Jonatán), también sobre el Pentateuco. Hay varios targumes sobre ciertos
libros hagiográficos: Job, los Salmos, Proverbios, Cantares, Rut, etc.
d. Relación con el texto masorético
Los targumes no tienen mucho que ver con el estudio del texto, por cuanto hay poca variación
entre ellos y el texto masorético. Parece que llegaron a su forma escrita después de que el
texto masorético había llegado a su forma final. Puesto que este texto fue el autorizado, los
que arreglaban los targumes, lo seguían. A veces ofrecen evidencia corroborativa, como en
la variante del Gén. 4:8 ya comentada.
iv. Versiones latinas
Las versiones latinas son de importancia por su antigüedad, y porque el latín fue el idioma
oficial del imperio romano durante la época de su apogeo. Nos son importantes también por
cuanto en este idioma está la versión oficial de la Iglesia Católica Romana, la Vulgata, la que
comentaremos ampliamente en las páginas que siguen.
El primero que hace referencia a una versión latina es Tertuliano (160?–240?), en De
Monogamia, cap. 11, aunque su referencia es obscura. Agustín (354–430) habla claramente

n. nació (en fechas).

57
de traducciones latinas existentes antes de él. Parece cierto que en el siglo III ya existían
versiones latinas.
a. Antigua Versión Latina
La Antigua Versión Latina del AT sólo existe en teoría, por cuanto ya no quedan sino
fragmentos. Nos es conocido este texto a través de ciertos autores de los primeros siglos que
lo citan, y ciertos manuscritos incompletos y fragmentarios. Se encuentran de estas citas en
los escritos de Cipriano (m. 258), quien cita la mayor parte de los libros de la Biblia. También
citan esta versión el donatista Ticonio, y Lucifer, obispo de Cagliari (m. 371). Un texto
modificado se ve a través de tales escritores como Ambrosio, Agustín, y Jerónimo. Ciertos
libros apócrifos que Jerónimo no tradujo son conservados en el viejo texto latín, siendo
incorporados así como estaban en la Vulgata (Baruc, Sabiduría de Salomón, Eclesiástico, 1
y 2 Macabeos). De otras fuentes (códices fragmentarios, y citas) tenemos el Salterio, Ester,
y ciertos libros apócrifos.
Aunque del AT en la Antigua Versión Latina tenemos poco, tenemos casi todo el NT en
dicha versión. Como ejemplo podemos mencionar los siguientes MSS: Códice Veronensis,
del siglo IV o V, actualmente en Verona, que contiene los evangelios; Códice
Claromontanus, del siglo IV o V, se encuentra en el Vaticano y contiene los evangelios;
Códice Gigas Holmiensis, en Estocolmo, que contiene los Hechos y el Apocalipsis, un MS
del siglo XIII que representa un texto del siglo IV; el MS de las Epístolas de Pablo, designado
con el símbolo “d”, la versión latina del Códice Claromontanus en griego (D).
El lenguaje de la Antigua Versión Latina es muy literal. Es útil para el estudio del texto
porque indica cuál fue el texto hebreo o griego en los primeros siglos.
b. La Vulgata
La Vulgata fue columna y baluarte de la Iglesia Católica Romana durante la edad media, y
es la versión oficial hoy día de la Iglesia. Fue hecha por Jerónimo (a excepción de algunas
porciones y libros, como se ha notado ya), uno de los estudiantes más sabios que el
cristianismo haya tenido. De él dijo Agustín: “Lo que no sabe Jerónimo, ningún mortal lo ha
sabido jamás.”
Jerónimo fue comisionado por el papa Dámaso para revisar y corregir el texto de la Antigua
Versión Latina. Por los muchos manuscritos distintos que existían, Jerónimo dudaba de la
posibilidad de hacerlo bien. Dijo él: “La Versión de los Setenta ha llegado a nosotros a través
de tres manos diferentes. Las versiones de Aquila, de Símaco, y de Teodocio eran diferentes.
El Nuevo Testamento estaba escrito, no en hebreo, sino en griego, con excepción del
Evangelio de San Mateo, que fue el primero que apareció en hebreo.”
A pesar de las dificultades que Jerónimo preveía, empezó la tarea en 382, y su versión del
NT, terminada en 390 (o 391) no es más que una revisión del antiguo latín. En el AT empezó
con el Salterio, revisando el texto latín para hacer su llamado Psalterium Romanum,
calificado así por cuanto fue empleado en la liturgia de Roma (todavía empleado en la
catedral de San Pedro en Roma, y en la de San Marcos en Venecia). Luego hizo otra versión
de los Salmos, basada en el texto de Orígenes de la Septuaginta (en las Hexaplas), que llegó
a llamarse Psalterium Gallicum por ser usada en la liturgia de Galia, que fue la versión de
los Salmos incorporada posteriormente en la Vulgata. Al final preparó una tercera versión
del Salterio hecha sobre el texto hebreo, su Psalterium juxta Hebraeos.

m. murió (en fechas).


MSS manuscritos.
MS manuscrito.

58
A la muerte del papa Dámaso (384), que patrocinaba esta obra, Jerónimo fue a Belén, donde
tuvo acceso a las Hexaplas de Orígenes (en Cesarea), y según algo que dijo él, hizo una
traducción al latín de todo el texto de Orígenes de la Versión de los Setenta, al estilo del
Salterio Gálico. Además del Salterio (en la Vulgata), tenemos el libro de Job, y fragmentos
de otros libros, traducidos de la Septuaginta, según el texto de Orígenes.
Jerónimo había hecho un estudio del idioma hebreo con el objeto de hacer una traducción de
la Biblia al latín, cosa que nadie había hecho desde los tiempos de Orígenes. Empezó su
traducción del hebreo en 390 con ciertos libros históricos (Samuel y Reyes), terminándola en
el año 405. Además de los libros canónicos, tradujo los libros de Judit y Tobías. Tradujo
estos dos últimos libros del arameo, obligado por las circunstancias, porque no quería
incluirlos. Terminó el libro de Tobías en un día, lo que muestra la poca importancia que
concedía a este libro.
En esta obra de traducción, Jerónimo se apegó a las antiguas versiones latinas y griegas,
cuando éstas no variaban en sentido del hebreo. Jerónimo no sólo fue un estudiante, sino un
gran eclesiástico, que no quiso escandalizar a los cristianos con cambios demasiado radicales
en el texto. Hay reflejos en su traducción de todas las grandes versiones griegas: la
Septuaginta, la de Aquila, la de Teodocio, y la de Símaco.
A pesar de que Jerónimo se apegó a las versiones corrientes del griego y del latín, y de que
contaba con algunos hombres de gran influencia, que apoyaban su obra, su traducción tardó
mucho en ser aceptada. Rufino declaró que era una versión herética. Agustín lamentaba que
la hubiera hecho, creyendo que no era necesaria una nueva versión, y criticando ciertos
cambios que Jerónimo había hecho en el texto. Pero después, la usó y la citó también.
Mientras vivía Jerónimo, utilizaban en algunos lugares su versión en los cultos públicos, y
poco a poco aumentó la popularidad de dicha versión. En el siglo VI fue empleada juntamente
con la Antigua Versión Latina. Después del siglo VII llegó a ser la versión autorizada en las
iglesias, haciéndose periódicamente nuevas ediciones del texto con el objeto de conseguir
uniformidad en él, cosa que era necesaria por las variantes textuales que entraban en el
procedimiento de la transmisión de los manuscritos.
Debido a estas revisiones repetidas que fueron hechas del texto de la Vulgata (que
generalmente dejaron el texto peor que antes), esta versión es susceptible de estudio y de
corrección, igual como lo es el texto griego del NT que nos ha sido legado en varios miles
de manuscritos. Muchas ediciones de la Vulgata han sido publicadas en los siglos que han
seguido a la invención de la imprenta. (La Biblia de Gútenberg, de 1455, estaba basada en la
Vulgata, aunque con un texto inferior.) La edición que llegó a ser oficial en la Iglesia Católica
(con sólo el cambio de errores tipográficos en ediciones posteriores) es la edición de 1592,
hecha por orden del papa Clemente VIII. La traducción de Felipe Scío está basada sobre este
texto, mientras que la de Bover y Cantera está hecha de acuerdo con el texto griego en el NT
y con el texto hebreo en el AT. Véase el capítulo sobre las Biblias en Español.
Desde el año 1907, estudiantes de la Iglesia Católica han estado ocupados en la tarea de
preparar una edición crítica de la Vulgata. El papa Pío X confió la tarea a la orden
benedictina. Varios tomos de esta obra referentes al AT ya han sido publicados.
Afortunadamente, la Iglesia ha poseído a través de los siglos, como versión oficial, una
versión tan buena como la de Jerónimo. Estudiante capaz y fiel, heredó a la Iglesia una
versión excelente, procurando interpretar, según su propio testimonio: “non verba sed
sentencia” (“no la letra sino el sentido”), empleando hasta donde fue posible, los idiomas
originales.
v. Otras versiones

59
Otras versiones de menor importancia, pero relacionadas con el texto del AT, pueden
comentarse brevemente aquí.
a. Versiones siríacas
El evangelio fue predicado en Siria desde tiempos primitivos (Hch. 11:19, 20), y sin duda,
desde esas épocas se sintió la necesidad de tener una versión de la Biblia en el idioma siríaco.
La versión más importante en siríaco ha sido la Peschitto (Peshitta), voz que significa simple.
Se refiere a la versión común en el siríaco, así como la Septuaginta en un tiempo fue la
versión común de las iglesias de habla griega, y la Vulgata latina llegó a serlo después en la
Iglesia Romana.
Del origen de esta versión no se sabe nada, ni quiénes fueron sus traductores, ni cuándo ni
dónde llegó a verificarse su traducción. Teodoro de Mopsuestia (350–429) dice con respecto
a la Peschitto: “Estas Escrituras fueron traducidas a la lengua de los sirios por alguien en
algún tiempo, pero quién sobre la tierra lo hizo, es desconocido en nuestro día.”
Probablemente no fue la obra de una persona sola, sino de muchos, hecha en un largo período.
Algunos han creído que los traductores de la Peschitto eran judíos, y no cristianos.
Probablemente eran judíos cristianos, aunque esto no puede asegurarse. Jerónimo no era
judío, y sin embargo hizo su traducción del texto masorético, valiéndose de la ayuda de judíos
para hacerlo.
Seguramente la traducción de la Peschitto fue hecha en una época muy antigua. En el año
160 de la era cristiana ya existía en idioma siríaco, la armonía de los evangelios (Diatessaron)
de Taciano, y otros libros probablemente fueron traducidos después, si no es que ya habían
sido traducidos con anterioridad.
Ha sido sugerida la ciudad de Edesa, como lugar en que puede haberse verificado la
traducción de la Peschitto, ya que en este lugar había una colonia de judíos. Pero, en realidad,
no sabemos nada.
El carácter de la traducción de la Peschitto es muy variable en diferentes partes de la versión.
El Pentateuco sigue el texto masorético literalmente, mientras que ciertas partes (como los
Doce Profetas Menores, el Salterio, etc.), muestran la influencia de la Septuaginta. Otras
partes son parafrásticas, en el estilo de un targum, como Rut y Crónicas.
La Poliglota de París (1645) y la Poliglota de Londres (1657) contienen la Peschitto (según
el texto de Gabriel Sionita).
Existen otras versiones siríacas, hechas de la versión en griego de la Septuaginta. Una de
estas versiones, la Filoxeniana, tiene su nombre de Filoxenes (Asenaya), obispo de Mabbogh,
y apareció en 508. Esta versión fue hecha por cuanto se creía que la Peschitto era deficiente.
Otra versión basada en la Septuaginta (texto de Orígenes en las Hexaplas), es la Hexaplar,
que salió en 616–17. Fue hecha por Pablo, obispo de Tella. Era una traducción muy literal,
de la que aún existe el AT en su mayor parte.
b. Versiones cópticas, o egipcias
La Biblia fue traducida a varios dialectos egipcios, y las versiones resultantes se denominan
en su conjunto versiones cópticas. La palabra copto, o cóptico, es una corrupción de egipcio.
Creo que sería mejor llamarlas versiones egipcias, porque la palabra cóptico se emplea
comúnmente para denotar una de ellas, la Bohaírica, versión oficial de la Iglesia Copta hoy
día.
Menciono primero la Versión Sahídica. El sahídico era el dialecto de la antigua Tebas y de
la región circunvecina a ésta, en el Egipto Meridional (Alto Egipto). Es probablemente la
versión más antigua de la Biblia en dialecto egipcio (hay porciones que datan posiblemente
del siglo III). Puesto que el griego, idioma en que estaban las Escrituras, era menos conocido

60
en el sur, fue necesario traducirlas al dialecto nativo. Esta versión existe solamente en
fragmentos.
Otra versión es la Bohaírica, también llamada Cóptica, o Copta. El bohaírico era hablado
antiguamente en el distrito al sur de Alejandría, en el Bajo Egipto. Aunque la Bohaírica está
escrita en una lengua muerta, es la versión oficial actual de la Iglesia Copta. El bohaírico
suplantó a los otros dialectos, para ser más tarde reemplazado por el árabe. Todavía se
conserva el bohaírico en la liturgia de la Iglesia Copta. Aunque es probable que toda la Biblia
fue traducida a este dialecto, faltan algunos libros del AT. Probablemente esta versión data
del siglo IV. (aunque otros estudiantes de esta materia dan fechas anteriores o posteriores a
ésta).
Nos quedan algunos fragmentos de versiones escritas en dialectos hablados en el Egipto
Medio (Fayum), la Fayúmica, y también en el sur (Akhmim), la Akhmímica, pero no son de
mucha importancia.
Estas versiones tuvieron como base la Septuaginta. Siendo la Sahídica la más antigua, las
otras revelan la influencia de ella.
c. Versión Etiópica
Según la tradición de la iglesia oficial de Abisinia, el evangelio fue llevado a ese país por el
eunuco etíope, tesorero de Candace, reina de los etíopes (Hch. 8:27), a quien Felipe ganó
para el Señor. Rufino (345?–410) nos dice que el evangelio fue llevado a Abisinia por el sirio
Frumencio, el “apóstol de los etíopes” (c. 330).
El manuscrito más antiguo de la Versión Etiópica es del siglo XIII. La edición impresa (NT)
más antigua, aunque muy incompleta, fue hecha en 1548–49 (sin las epístolas de Pablo).
La Versión Etiópica data del siglo III o IV, poco después de la inauguración de la Iglesia
Etíope. La base de esta versión es la griega de la Septuaginta. El canon es distinto del
palestino, siguiendo en general el alejandrino (la Septuaginta), aunque con ciertas
variaciones. El NT incluye una sección de ley canónica, que hace el número de sus libros 35.
En el AT su canon constaba de 46 libros, aunque las diferentes listas no concuerdan. Parece
que omitían los libros de los Macabeos, pero, en cambio, incluían algunos libros que no
figuran ni en el canon palestino, ni en el alejandrino, como Jubileos, 4 Esdras, etc.
El antiguo etíope (hoy llamado guez, o guiz) es un idioma muerto, siendo hablado sólo por
los clérigos, y usado en la liturgia de la Iglesia.
La Versión Etiópica no tiene valor especial en la crítica del texto masorético, ni en la crítica
de la Septuaginta, por haber sido revisada y cambiada a la luz de las versiones arábigas. Si
tuviéramos un manuscrito muy antiguo entonces sería de valor. Su valor consiste más bien
en el hecho mencionado de que ha preservado para nosotros ciertos libros apócrifos que no
existen en ningún otro idioma.
d. Versiones arábigas
Las antiguas versiones arábigas fueron traducidas de acuerdo con la región en que se
originaron: del siríaco, del hebreo (texto masorético), del samaritano, y del copto. Estas
traducciones provienen de la época en que los árabes salieron de la obscuridad de los
desiertos, para relacionarse con los cristianos.
La traducción más antigua de que tenemos noticias, es una versión de Juan, obispo de Sevilla,
en 724. Esta traducción fue hecha doce años después de la conquista de España por los moros.
Pero es probable que ya para esta fecha existían porciones en árabe en el Oriente.
Algunas de las versiones existentes están hechas en letras arábigas; otras están en letras
hebreas, otra en letras tunecinas, otra en letra carshuni, y otra en letras romanas. La gran

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extensión geográfica y cultural del idioma árabe dio origen al empleo de esta variedad de
alfabetos.
Una versión del árabe apareció en la Poliglota de París y la Poliglota de Londres. Muchas
versiones han sido publicadas. Por el interés misionero que tiene este idioma, así como por
la amplia difusión del mismo, continuamente se hacen nuevas versiones en los dialectos
vulgares.
e. Versión Gótica
La Versión Gótica, una versión muy antigua, ya no existe sino en fragmentos. Aunque así es,
es importante a filólogos por cuanto es el ejemplar más viejo de la antigua escritura teutónica.
Según lo que nos dice Filostorgio, el traductor de la Biblia (excepto el libro de Reyes) al
idioma de los visigodos, fue Ulfilas, quien inventó un alfabeto para este objeto. Nacido entre
los visigodos (310–313), de padres cristianos, Ulfilas tuvo desde su niñez interés en la
evangelización de este pueblo rudo y bárbaro. Al mismo tiempo tenía el conocimiento nativo
del idioma, factor imprescindible en el equipo del traductor. En 341 fue consagrado obispo
de los godos.
Ulfilas empezó su traducción a mediados del siglo IV, traduciendo toda la Biblia menos
Reyes (según Filostorgio), que Ulfilas dijo era un libro demasiado guerrero para los
visigodos, que eran muy belicosos. Si en realidad él la tradujo toda, habría terminado su
versión antes de 381, año de su muerte.
Existen algunos códices de los siglos V y VI:
Codex argenteus (códice de plata, con letras y encuadernación de plata): está en la Biblioteca
de la Universidad de Upsal (Suecia); consta de 187 hojas; contiene grandes porciones de
Mateo, Juan, Lucas, y Marcos (el orden occidental de los evangelios).
Codex carolinus: un códice bilingüe (gótico y latín), que pertenece a la Biblioteca del duque
de Brunswick-Wolfenbuttel. Fue publicado en 1847 por Gangengigl. Contiene 42 versículos
de Rm. 11–15.
Otros códices son, en resumen: Codices ambrosiani, Codex vaticanus, Codex taurinensis,
Codex vindobonensis.
En todo este conjunto de códices, tenemos porciones de Génesis, de los Salmos, y de
Nehemías, y en el NT, todos los libros menos Hechos, las Epístolas Generales, y el
Apocalipsis.
f. Versión Armenia
El inventor del alfabeto armenio (36 de sus 38 letras) fue Miesrob (m. 441), quien hizo, con
la ayuda de Sahac o Isaac (m. en 428), de Moisés de Chorena, y de otros, una traducción de
la Biblia al antiguo idioma armenio (comenzado c. 397). La Versión Armenia es el
fundamento de toda la literatura posterior armenia, siendo el modelo en estilo. Miesrob y
Sahac hicieron esta versión basándose en la Septuaginta y en la Peschitto.
El antiguo armenio ya no es entendido por los armenios modernos, pues una nueva versión
en el dialecto oriental (ararat) se ha hecho.
g. Versión Georgiana
A Miesrob es atribuída la Versión Georgiana, así como el alfabeto georgiano. Esta versión
data del siglo V o VI. El georgiano es el antiguo idioma de los naturales de Georgia, en la
Transcaucasia, Rusia asiática, actualmente ubicada en la República Federal Soviética
Socialista Transcaucásica.

c. cerca, o cerca de (en fechas).

62
La Versión Georgiana tiene reflejos siríacos, armenios, y griegos, y parece que en parte se
ha basado sobre estas versiones. Algunas partes (los Macabeos) han sido traducidas del
eslavón.
Esta versión tiene cierta importancia en cuanto a la crítica del texto del AT, en relación con
ciertas variantes del texto masorético.
h. Versión Eslavona
Los apóstoles de la Versión Eslavona fueron dos hermanos, Constantino (Cirilo) (m. 869), y
Metodio (m. 885). Nacieron en Tesalónica, según lo que se cree, donde deben haberse
familiarizado con el idioma eslavón desde su juventud.
Según la tradición, Constantino es el que originó (en el año 855) las letras, 38 en número, del
alfabeto eslavón, también llamado el alfabeto cirílico. Este alfabeto ha sido adoptado por los
esclavones, los serbios, los bosnios, los búlgaros, y los rusos.
Empezó Constantino su traducción de la Biblia con el Salterio (una tradición dice que fue el
Evangelio de Juan), y su hermano Metodio completó la obra de traducción.
Al ser nombrado obispo por el papa Adriano (867), Constantino adoptó el nombre de Cirilo.
De la Versión Eslavona hay manuscritos de los evangelios que datan de los siglos X y XI, y
hay manuscritos de la Biblia entera de 1499, que representan un texto variado. Esta versión
no tiene mucho que ver con el estudio del texto del AT: por cuanto está basada sobre un texto
inferior, porque ha sido muy afectada por versiones diversas, y por último, por razón de que
los manuscritos existentes no son muy antiguos.
3. Conclusión al Texto del Antiguo Testamento
No cabe duda de que hace falta una revisión del textomasorético. Pero hasta ahora, se ha
hecho poco en la tarea de formar un texto correcto. Pasará mucho tiempo antes que podamos
hacerlo, por cuanto nos faltan los medios para su realización.
Aunque no soy partidario de un apego riguroso al texto masorético, tampoco miro bien a la
exagerada tendencia que en la actualidad existe, especialmente en algunos comentarios de
los llamados “críticos”, para acudir constantemente a la enmendación conjetural, lo que
consiste en enmendar (corregir, reformar) el texto, introduciendo una variante que no aparece
en ningún manuscrito o versión, pero que el intéprete conjetura sería mejor que las variantes
textuales. No me gusta tal procedimiento, por cuanto no me parece científico. Alguna que
otra enmendación conjetural se podría admitir, si hubiera alguna razón básica que apoyara su
introducción, como un dato histórico o geográfico que la arqueología nos haya traído, que
manifieste indudablemente que las variantes en los textos sean equivocadas.
Fuera de las excepciones que acaban de ser señaladas, creo que debemos atenernos a los
datos de los manuscritos y las versiones hebreas, griegas, siríacas, o las que fueren, porque
en ellas tenemos una evidencia lógica y científica. Aquí también damos preferencia al texto
masorético como base de traducción. La traducción del AT debe basarse sobre este texto. Se
puede admitir que se aparte de este texto, en aquellos casos donde existe una variante de otra
versión, que según principios definitivos de la ciencia de la crítica textual, parece ser la
correcta, o que tenga más probabilidad que la variante del texto masorético.
B. CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Conviene decir algunas palabras introductorias acerca del canon del AT: las características
de la Biblia hebrea, su relación con los libros apócrifos, y el desarrollo del canon.
1. La Biblia hebrea
La Biblia hebrea tiene un interés especial para el estudiante evangélico por estar tan
estrechamente relacionada con nuestra Biblia, y por ser la fuente de nuestro AT. Un estudio

63
de las características principales de la Biblia hebrea, y una comparación con nuestro AT, son
de valor.
i. Idiomas de la Biblia hebrea
Los escritores del AT hablaban y escribían en el antiguo hebreo, que fue el idioma de su país
por la mayor parte de su historia. Durante la cautividad babilónica hablaron el idioma arameo,
o caldeo, y escribieron algunas porciones de la Biblia en este idioma. El hebreo y el arameo
eran dialectos de la misma familia de lenguas, asemejándose más o menos como se asemejan
el español y el italiano.
Las porciones del AT que aparecen en el arameo son: Dan. 2:4–7:28; Es. 4:8–6:18; 7:12–26;
Jer. 10:11. Algunos de estos pasajes son cartas y documentos oficiales. Evidentemente fue el
propósito de los autores conservar el texto literal del documento.
Algunos intérpretes creen que las porciones de Daniel y algunos de los otros pasajes escritos
en arameo fueron agregados en una época posterior a la época en que la parte en hebreo fue
escrita, cuando ya no se hablaba el antiguo hebreo excepto en los círculos académicos de las
clases sacerdotales y los dirigentes religiosos del pueblo, época en que el pueblo común
hablaba y entendía sólo el arameo. Quizás la mejor explicación es que estos libros tuvieron
su origen en una época cuando el pueblo era bilingüe, cuando se entendía el arameo tan bien
como el hebreo, y no importaba en cuál de los dos idiomas se escribía, así que se cambiaba
de uno a otro en el mismo libro.
ii. Peculiaridades de la escritura hebrea
La Biblia hebrea tiene algunas peculiaridades que no se hallan en la nuestra.
En primer lugar, el idioma hebreo se escribía de derecha a izquierda. La enumeración de las
páginas también era en sentido inverso a la nuestra: al tomar una Biblia hebrea para leerla,
se empieza con la página que en nuestra Biblia sería la última, siendo la primera página en la
nuestra la que correspondería con la última en la hebrea.
También el antiguo idioma hebreo carecía de vocales escritas (como otros dialectos
semíticos), siendo éstas pronunciadas pero no escritas. Sólo muchos siglos después de
Jesucristo fueron agregadas las vocales escritas, en una época cuando había comenzado a ser
un idioma muerto y los rabinos temían que se olvidara la pronunciación.
iii. Divisiones de la Biblia hebrea
En la Biblia hebrea hay tres divisiones, la Ley (torah), los Profetas (neviim), y los Escritos
(kethuvim), o sea, los Hagiógrafos.
Sigue el orden de los libros en la Biblia en hebreo de acuerdo con esta triple división:
a. La Ley: Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio.
b. Los Profetas.
(1) Los Profetas Anteriores: Josué, Jueces, Samuel, Reyes.
(2) Los Profetas Posteriores: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás,
Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Haggeo, Zacarías, Malaquías.
c. Los Escritos: Salmos, Proverbios, Job, Cantares, Rut, Lamentaciones, Eclesiastés, Ester,
Daniel, Esdras, Nehemías, Crónicas.
Según esta clasificación, el último libro que aparece en la Biblia hebrea es el de Crónicas.
Los hebreos hacían varias combinaciones de libros, ya que algunos eran muy cortos para
formar un solo rollo. Combinaban en un rollo los doce libros proféticos que nosotros
denominamos Profetas Menores. Combinaban Esdras con Nehemías, haciendo un rollo.
Combinaban en un rollo los libros que en nuestra Biblia figuran como libros dobles, haciendo
así un rollo de los libros de Reyes, uno de los libros de Samuel, y uno de los libros de
Crónicas.

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Con las combinaciones de libros que hacían los hebreos, se reducía el número de rollos, o
libros de la Biblia hebrea, a veinticuatro, un número sagrado para los judíos. También se
agregaban, a veces, el libro de Rut a Jueces y el de Lamentaciones a Jeremías, reduciendo el
número de libros a veintidós, otro número sagrado hebreo, por ser éste el número de letras
en el alfabeto del idioma hebreo.
iv. Comparación con las divisiones en nuestra Biblia
Las divisiones en nuestro AT están bien marcadas, y se diferencian en algo de la Biblia
hebrea:
a. Ley: Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio.
b. Historia: Josué, Jueces, Rut, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Reyes, 1 y 2 Crónicas, Esdras, Nehemías,
Ester.
c. Poesía: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, el Cantar de los Cantares.
d. Profetas.
(1) Profetas Mayores: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel.
(2) Profetas Menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc,
Sofonías, Haggeo, Zacarías, Malaquías.
Una comparación de estas listas mostrará que las diferencias entre el orden de libros, y su
clasificación, en la Biblia hebrea y la nuestra, consiste principalmente en lo siguiente: (1) El
arreglo en tres divisiones en la Biblia hebrea en vez de cuatro. (2) La división de los Profetas
en dos partes en la Biblia hebrea, que constan de Profetas Anteriores y Profetas Posteriores,
tomando los libros históricos de Josué, Jueces, Samuel, y Reyes como libros proféticos. (3)
La clasificación de Daniel entre los Escritos, en vez de entre los Profetas, como nosotros
solemos clasificarlo. Esto nos puede parecer extraño, así como la clasificación entre los
Escritos de libros poéticos (Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantares), y también de
ciertos libros que nosotros llamamos historia, como Rut, Ester, Esdras, Nehemías, y
Crónicas. Pero tiene una explicación histórica, como expondré.
v. División triple de la Biblia hebrea y su significado
La triple división en la Biblia hebrea probablemente representa tres etapas en la canonización
de los libros sagrados de los judíos. La primera Biblia de los antiguos hebreos habría sido la
Ley, o sea, el Pentateuco. La segunda división, los Profetas, representa un segundo ciclo en
la formación del canon judío. Los libros que están en el tercer grupo serían aquéllos que
fueron recibidos últimamente en el canon como libros inspirados y canónicos, y representan
la tercera etapa en la formación de la Biblia hebrea, los Escritos.
Una cuarta etapa en el desarrollo de la literatura hebrea podría ser aquellos libros apócrifos,
escritos en griego, que tuvieron su origen en el período griego de la historia judía, y que
llegaron a ser incluídos en el canon denominado canon alejandrino, ilustrado, en general, en
la Septuaginta. Estos libros fueron aceptados como inspirados, entre los judíos de habla
griega que vivían fuera de Palestina, pero nunca llegaron a ser aceptados como canónicos por
los hebreos de Palestina. De la Septuaginta pasaron algunos de estos libros griegos a la
Vulgata, y así a la lista oficial de la Iglesia Católica.
2. Los libros apócrifos y el canon
Existen ciertos libros que tienen gran antigüedad y que en el pasado han gozado de cierta
popularidad entre los creyentes, que han pretendido ser canónicos. Estos libros se denominan
apócrifos, o deuterocanónicos.
El problema aquí es, por qué ciertos libros han sido escogidos para formar parte del canon, y
otros no. ¿Por qué el cristianismo evangélico reconoce 39 libros en el AT, y ninguno más?
i. La palabra “apócrifo”

65
La palabra apócrifo viene de una palabra griega apokrufos, que denota oculto, escondido.
Entre los antiguos escritores cristianos, esto llegó a referirse a ciertos escritos que tenían
conocimientos secretos acerca del porvenir, que sólo los iniciados comprendían. A estas
obras pertenecían los escritos apocalípticos. De allí el término llegó a aplicarse a aquellos
libros que fueron rechazados, probablemente debido al hecho de que la mayor parte de los
libros esotéricos tuvieron su origen entre los herejes.
Naturalmente el término apócrifo se aplica a diferentes libros entre católicos y evangélicos,
pero esencialmente denota la misma cosa, refiriéndose a los libros que no son aceptados entre
el grupo como canónicos.
ii. Concepto de un canon
La palabra canon parece derivarse de una voz hebrea caneh, que significa caña, o medida, y
de ahí, regla, o norma. Se traduce al griego con la palabra kanon, que significa vara o caña.
De allí llegó a tener el significado de una medida, o una norma. Al final, en su aplicación a
los libros sagrados, llegó a tener el significado de una lista aprobada, o lista autorizada.
Parece que los dos significados (norma y lista) están presentes en la palabra en su aplicación
a los libros que están en la Biblia.
Los antiguos hebreos hablaban de los libros sagrados como libros que contaminan las manos,
una frase misteriosa que algunos creen que significaba que debían lavarse las manos antes de
tocar los libros sagrados, pero creo que se refiere al hecho de que no debían tocar otro objeto,
después de tocar los libros sagrados, sin lavarse las manos, una creencia farisaica (Talmud,
Yad. IV.6).
iii. Referencia en el Antiguo Testamento a libros no incluídos
Como primer paso en la solución del problema de la relación entre los libros apócrifos y el
canon, examinaremos algunos pasajes en el AT que se refieren a libros que han existido en
el pasado, que pudieran haber sido incluidos en el AT, y sin embargo, no están.
En Núm. 21:14 tenemos la siguiente referencia: “Por tanto se dice en el libro de las batallas
de Jehová: Lo que hizo en el mar Bermejo, y en los arroyos de Arnón …” Parece ser una
referencia a un libro que tuvo su origen entre los hebreos, que se cita en nuestra Biblia, pero
no ha sido conservado entre los libros sagrados.
Otros pasajes que contienen referencias a libros perdidos, son:
Jos. 10:13: “¿No está aquesto escrito en el libro de Jasher?”
1 Reyes 11:41: “Lo demás de los hechos de Salomón, y todas las cosas que hizo, y su
sabiduría, ¿no están escritas en el libro de los hechos de Salomón?”
2 Crón. 9:29: “Lo demás de los hechos de Salomón, primeros y postreros, ¿no está todo
escrito en los libros de Nathán profeta, y en la profecía de Ahías Silonita, y en las profecías
del vidente Iddo contra Jeroboam hijo de Nabat?”
2 Crón. 12:15: “Y las cosas de Roboam, primeras y postreras, ¿no están escritas en los libros
de Semeías profeta y de Iddo vidente, en la cuenta de linajes?”
Sigue una posible referencia a un libro canónico: 2 Crón. 20:34: “Lo demás de los hechos de
Josaphat, primeros y postreros, he aquí están escritos en las palabras de Jehú hijo de Hanani,
del cual es hecha mención en el libro de los reyes de Israel” (quizás una referencia a nuestro
libro canónico de Reyes).
La siguiente referencia en 2 Reyes 23:28 no podría ser una referencia al libro canónico de
Crónicas, puesto que Reyes es más antiguo que Crónicas: “Lo demás de los hechos de Josías,
y todas las cosas que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los revés de

Yad Yadhayim, una división subordinada del Talmud.

66
Judá?” Lo probable es que no se trata de nuestro libro de Crónicas en la forma en que está,
puesto que este libro tuvo su origen después que los libros de Reyes.
Véase también la Introducción a los Libros de Crónicas, 2 ii, Fuentes, en el Tomo II.
De los libros ya mencionados no tenemos conocimiento, excepto en el posible caso del libro
de los Reyes, (si es que en el pasaje citado tenemos realmente una referencia al libro canónico
de Reyes). Existen muchos otros libros que se han tenido por libros sagrados e inspirados, y
que han figurado en las Biblias de algunos grupos de judíos y sectas heréticas de cristianos.
Quizás los libros apócrifos más importantes son los que han figurado en la Biblia católica: 1
y 2 Macabeos; Judit; Tobías; Baruc; las varias adiciones a Ester (diez versículos en el capítulo
10, y seis capítulos adicionales al fin); las adiciones a Daniel: la historia de Bel y el dragón
y la historia de Susana (Dan. 13, 14 en la Biblia católica), la oración de Azarías y la canción
de los tres jóvenes (Dan. 3:24–90 en la Biblia católica); la Sabiduría de Salomón; el
Eclesiástico.
Hay también muchos otros libros apócrifos y pseudepigráficos1, tanto judíos como cristianos.
Sin embargo, los que han sido mencionados en el último párrafo son los que más interesan
por su presencia en la Biblia católica, y trazaremos brevemente la historia de éstos en el
pensamiento cristiano.
iv. Razón histórica para la exclusión de los libros deuterocanónicos
La razón histórica por la cual no figuran estos libros en las Biblias protestantes y evangélicas
es que los rechazaron los reformadores que iniciaron los movimientos protestantes y
evangélicos en la edad media. Debido a la influencia de los escritos y de la política de estos
grandes hombres, se daba menos importancia a estos libros. Después, en las ediciones
impresas de la Biblia, se les concedía un lugar aparte, generalmente entre el Antiguo y el
Nuevo Testamento, con una nota en cuanto a la duda con que se les miraba en las iglesias.
Por fin, la mayor parte de las ediciones modernas de la Biblia se publican sin estos libros.
v. Motivo de los reformadores en rechazar los libros deuterocanónicos
Nos ha de interesar saber cuál fue el motivo de los reformadores en rechazar los libros
deuterocanónicos. Fue, en parte, por las circunstancias de su origen, y en parte por el carácter
interno de los libros.
Los libros apócrifos del AT tuvieron su origen entre los judíos de la Dispersión.1 Estos judíos
hablaban el griego, porque en esa época se hablaba el idioma griego en todo el mundo. Por
eso estos libros fueron escritos originalmente en griego, y fueron incorporados a la traducción
griega de la Biblia, la Septuaginta. Aunque eran estimados tan altamente por los judíos
griegos de la Dispersión, nunca llegaron a ser considerados favorablemente por los judíos de
Palestina, quienes odiaban la cultura y el idioma griegos.
Los judíos palestinos aceptaban como canónicos e inspirados sólo aquellos libros que habían
sido escritos en los dos antiguos idiomas semíticos: el hebreo y el arameo. La Biblia de los
judíos de Palestina, y la Biblia del Señor Jesús, contenía solamente los libros que actualmente
contiene la Biblia que usan los evangélicos, no conteniendo aquéllos que están en la Biblia
católica.

1
Pseudepigráfico: Referente a una obra literaria o documento al cual se le atribuye un autor que no
es el verdadero. Pseudepigrafía: La atribución de falsos nombres de autores a los libros. (Webster’s
New International Dictionary; Funk & Wagnalls New Standard Encyclopedia.)
1
ISBE: “La Dispersión es el término general aplicado a judíos que vivían fuera de Palestina, y
mantenían sus observancias y costumbres religiosas entre los gentiles” (articulo, Dispersion).

67
Por otra parte, el carácter interno de los libros deuterocanónicos ha militado en contra de su
inclusión en el canon.
Hay narraciones fantásticas, como el viaje de Tobías desde Nínive a Ecbatana en compañía
del arcángel Rafael, y su casamiento con Sara, cuyos siete maridos anteriores habían sido
muertos por el demonio, Asmodeo (Tobías 3:8; 5:1–8:20).
Hay errores históricos, como la referencia a Nabucodonosor, rey de Nínive (?), en Judit 1:5.
Nínive fue destruída antes de que Nabucodonosor apareciera en el escenario (según un nuevo
dato arqueológico, fue destruida en 612 a. de J.C.). Nabucodonosor llegó a ser rey de los
caldeos, y de la ciudad de Babilonia, cuando su padre Nabopolosar murió en 605. Pero no
fue jamás rey de Nínive.
vi. La Septuaginta
En cambio, fuera de Palestina, era empleada en las sinagogas de los judíos, y por los apóstoles
que evangelizaban el mundo grecorromano, la Biblia griega, que ilustraba el canon
alejandrino. Puesto que el manuscrito más antiguo que tenemos de la Septuaginta data del
siglo IV, no podemos estar seguros en cuanto a la composición de este canon. Pero, en
general, según los mejores manuscritos, habría contenido catorce libros y porciones de libros,
los nueve mencionados antes (párrafo 2 iii), con cinco libros más: La Oración de Manasés,
la Epístola de Jeremías, 3 y 4 Esdras, y el libro de Enoc (Judas, en su epístola, v. 14, cita el
libro de Enoc).
La Septuaginta llegó a ser la Biblia corriente entre los cristianos de los primeros siglos, e
influyó en la Vulgata, que vino a ser la Biblia aprobada en la Iglesia Católica. Pero tampoco
ha seguido la Iglesia a la Septuaginta en cuanto a los libros aceptados como canónicos. Ella,
como los reformadores protestantes, ha rechazado ciertos libros, reteniendo otros, como ya
he indicado. Esto se tratará después en este capítulo (3 viii).
3. Formación del canon del Antiguo Testamento
Estudiaremos ahora con más detalle el problema del origen del canon, que viene a ser una
cuestión de ¿Quiénes lo formaron?, y ¿Cuándo lo formaron? Estudiaremos las
contestaciones que nos dan la tradición y la historia judía.
i. Tradiciones judías
Aunque las tradiciones judías no nos dan contestaciones definitivas, nos conviene estudiar lo
que nos tienen que decir.
a. El libro de Eclesiástico
El libro de Eclesiástico tiene también el nombre de Sabiduría de Sirac, y además, Sabiduría
de Jesús, hijo de Sirac. Es un libro apócrifo, que se halla en la Biblia católica. Tuvo su origen
alrededor del año 200 a. de J.C. Este libro se refiere en el prólogo a “la lectura de la Ley y de
los Profetas y de otros libros” (FTA), lo que reconoce la triple clasificación de libros que está
en la Biblia hebrea. Pero no necesariamente indica que ya, al principio del siglo II a. de J.C.,
estuvieran incluídos todos los libros que se hallaban después en la época de Jesús.
b. El segundo libro de los Macabeos
Asimismo tenemos una referencia de poco valor histórico en el libro segundo de los
Macabeos. Según este pasaje Nehemías “formó una biblioteca, habiendo recogido de todas
partes los libros de los profetas, los de David, y las cartas o concesiones de los reyes, y las
memorias de sus donativos al Templo” (FTA, 2 Mac. 2:13–15). También el mismo pasaje se

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.

68
refiere a Judas Macabeo (m. en 160 a. de J. C.): “A este modo recogió también Judas todo
cuanto se había perdido durante la guerra que sufrimos …”
c. El cuarto libro de Esdras
Hay también una referencia en la obra apócrifa que se denomina cuarto libro de Esdras. Este
libro es de fines del siglo I de la era cristiana.
De acuerdo a un pasaje en 4 Esdras (14:39–48), todos los libros de la Ley habían sido
destruídos, y Esdras oró a Jehová para que le diera nuevamente el contenido de estos libros.
Dios concedió el pedido. Entonces, en visión, Esdras tomó una copa de agua (“con color
como de fuego”), y después de haberla bebido, sintió de inmediato la inspiración de Dios.
De día Esdras dictaba, y cinco hombres escribían “en letras que no conocían”. Después de
cuarenta días, Jehová le dijo que de los noventa y cuatro libros escritos, los primeros
veinticuatro fuesen publicados abiertamente, y los otros setenta fuesen guardados para los
sabios.
El carácter imaginario y fantástico de esta narración es evidente. Otras tradiciones han sido
conservadas referentes a la parte que tuvo Esdras en la formación del canon. Parece evidente
que algo tuvo que ver, pero no tanto como afirman las tradiciones judías.
d. El Talmud
En un pasaje del Talmud (Baba bathra 14) hay una referencia al origen de ciertos libros de
la Biblia. A Moisés es atribuído “su propio libro y la sección tocante a Balaam, y Job”.
Menciona también a Josué, que “escribió su propio libro y ocho versículos de la Ley”. Samuel
es mencionado como autor de “su propio libro, y Jueces, y Rut”. El mismo pasaje del Talmud
representa a David escribiendo el libro de los Salmos bajo la dirección de diez ancianos:
Adán, Melquisedec, Abraham, etc. (!). A Jeremías es atribuído “su propio libro y los libros
de Reyes y Lamentaciones”. Ezequías y sus hombres se presentan como autores de Isaías,
Proverbios, Cantares, y Eclesiastés. A los hombres de la Gran Sinagoga son referidos los
libros de Ezequiel, los Profetas Menores, Daniel, y Ester. A Esdras es atribuído “su propio
libro, y las genealogías del libro de Crónicas hasta él mismo”.
Es evidente que este pasaje es poco digno de confianza. El Talmud, en general, como dice
Driver, “abunda en conjeturas ociosas y afirmaciones no auténticas” (Introduction to the
Literature of the Old Testament, pág. ix).
El pasaje menciona todos los libros del AT menos Nehemías, que seguramente está incluído
en el libro de Esdras. Presupone, pues, la existencia de la división triple del canon en la época
cuando el Talmud llegó a su presente forma, o sea, entre 200–500 de la era cristiana.
ii. Referencias en el Antiguo Testamento
Hay en el AT varias referencias a los libros sagrados, y a ciertos acontecimientos históricos
en los que se dio un paso adelante en la fijación del canon.
a. Referencias más antiguas
Hay una referencia muy antigua respecto al esfuerzo hecho para preservar la ley, en Ex.
40:20, donde se nos dice que las tablas del testimonio fueron puestas en el arca.
Deut. 31:9 nos dice que “escribió Moisés esta ley, y dióla a los sacerdotes”, y luego les mandó
que pusieran el libro de la ley en (heb., mitsad) el arca del pacto (Deut. 31:24–26).
Hay una referencia en 1 Reyes 8:9 que nos dice que cuando Salomón hizo traer el arca al
templo, aún estaban las dos tablas de piedra en ella.

69
En 2 Reyes 11:12 se nos dice que cuando Joiada, el sumo sacerdote, hizo coronar al niño
Joás como rey de Israel, “entrególe el libro del testimonio” (VM).
Estas referencias nos indican que ya en la época más primitiva existía un concepto sagrado
en cuanto a ciertos libros.
b. Los hombres de Exequías
En Prov. 25:1 tenemos una referencia a la actuación de ciertos hombres del rey Ezequías en
relación con libros sagrados: “También estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron
los varones de Ezechías, rey de Judá” (727–698 a. de J. C.).
c. Tiempo de Josías
En 2 Reyes 22:3–20 se nos dice que el sumo sacerdote Helcías encontró “el libro de la ley”
en la casa de Jehová, es decir, en el templo. La profetisa Hulda inmediatamente reconoció
que era el libro de Jehová, y que era obligatorio para el pueblo (vs. 14–16). Luego el rey
Josías hizo alianza con Jehová de que observarían la ley (23:3). Esto fue en el año 621 a. de
J. C.
d. Tiempo de Nehemías
En Neh. 8:8 se nos dice que “leyeron en el libro, en la ley de Dios” (VM). Este pasaje parece
indicar que los libros sagrados fueron reconocidos como autoritativos, y superiores a
cualquier otro escrito, aunque no se expresa aquí ningún concepto que se asemeje al concepto
posterior de canon, concepto que más tarde se encontró entre los judíos y los cristianos.
A Esdras se le llama escriba (Es. 7:6; Neh. 8:4; etc.), y es probable que él tuvo algo que ver
con la colección, y canonización de ciertos libros, aunque la extensión de su actuación no se
sabe.
La restauración del pueblo judío a su tierra, el gran interés religioso que motivó su regreso,
y el intenso celo religioso de los adalides del pueblo (Esdras, Nehemías, y otros),
seguramente hacían de esta época una de actividad en el arreglo de los libros sagrados.
iii. Versiones de los escritos sagrados hebreos
Las dos versiones importantes de los escritos hebreos de la época anterior a Cristo que tienen
que ver con el estudio del canon, son la samaritana y la griega.
a. Versión Samaritana
La Versión Samaritana habría sido hecha después del año 432 a. de J. C., cuando Nehemías
expulsó de Jerusalén a uno de los nietos de Joiada, el que era yerno de Sanballat. Desde este
tiempo, la política y la religión samaritana quedaron separadas del judaísmo.
La Versión Samaritana contenía los cinco libros del Pentateuco, y ninguno más. Por esto
algunos han creído que estos cinco libros fueron los únicos que eran reconocidos por los
judíos en este tiempo como canónicos, no que no existieran otros libros, sino que sólo los
libros del Pentateuco hubieran tenido una posición tan elevada en el concepto del pueblo para
ser considerados como parte de la Escritura sagrada. Según esta opinión, el reconocimiento
de la autoridad de los libros posteriores no habría venido hasta más tarde, y Esdras y
Nehemías habrían tenido que ver sólo con la recopilación de ciertos libros históricos, como
Reyes y Crónicas, y no con la formación del canon.
Pero, por otra parte, el testimonio de la Versión Samaritana, en la esfera del canon, no es
final. Esto es por cuanto los samaritanos, por su hostilidad hacia los judíos y al servicio del
templo en Jerusalén, habrían tenido poco interés en otros libros fuera del Pentateuco, los
cuales tan claramente relacionaban la religión de Dios con el pueblo hebreo y con el templo
en Sion. Así que, aun cuando existieran ya algunos libros de los Profetas y de los Hagiógrafos

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

70
en el canon, los samaritanos no los hubieran incluído en su Biblia, por los prejuicios
doctrinales que tenían.
b. Versión griega de la Septuaginta
La Septuaginta, en el idioma griego, habríase terminado entre 250–150 a. de J. C. El
testimonio de esta versión es incierto por cuanto el manuscrito más antiguo que tenemos es
del siglo IV de la era cristiana, más de 500 años después que la traducción fue hecha. Este
manuscrito contiene los treinta y nueve libros del canon palestino, y algunos libros más.
Puesto que este manuscrito es posterior a la época en que se hizo la traducción, no presenta
evidencia para suponer que los libros no canónicos que contiene, estuvieran en esta versión
griega al principio.
iv. Josefo
Josefo fue el gran historiador judío del siglo I (37–95 de la era cristiana). El fija el número
de libros sagrados en veintidós, lo que probablemente corresponde a nuestros treinta y nueve
libros (véase antes, 1 iii). Dijo Josefo: “Porque no tenemos entre nosotros una multitud
innumerable de libros (como tienen los griegos), sino solamente veintidós libros, que
contienen los informes sobre los tiempos pasados, y que se creen correctamente divinos”
(Contra Apión I.8).
Josefo contaba el canon cerrado después de Artajerjes (rey persa que en el libro de Ester se
llama Asuero): “Nuestra historia desde Artajerjes ha sido escrita en detalle, pero no ha sido
tan estimada por nuestros antepasados, con igual autoridad que la anterior, por cuanto no ha
habido una sucesión exacta de profetas desde aquel tiempo.”
Continúa Josefo: “Nadie se ha atrevido a agregar algo a ellos, ni a sacar nada de ellos, o hacer
cambio alguno en ellos.” Para hacer resaltar el concepto elevado en que eran tenidos estos
libros, Josefo se refiere al hecho de que muchos judíos habían muerto antes de decir ninguna
palabra contra ellos.
v. Concilios judíos
Parece que, para los judíos, la decisión final vino en los concilios de Jamnia en los años 90 y
118 de la era cristiana. Probablemente aún en el siglo II hubo controversias acerca de ciertos
libros, como Proverbios, Eclesiastés, Cantares, y Ester: Proverbios y Eclesiastés, por
supuestas contradicciones, y Ester, por cuanto no aparece el nombre de Dios en este libro.
vi. El Nuevo Testamento en relación con el canon
El NT, cuyos libros tuvieron su origen entre 45–100 de la era cristiana, es un testigo
importantísimo en el estudio del canon del AT. Nos muestra que cuando vivían Jesús y los
apóstoles, existía un concepto definitivo y claro de un canon. Muchas expresiones se emplean
en el NT que indican que la idea de Escritura sagrada, con su clasificación triple de Ley, de
Profetas, y de Escritos, era bien definida. Tales expresiones se emplean como la ley y los
profetas (Mt. 7:12; 22:40; Lc. 16:16). En Hch. 28:23 tenemos la expresión por la ley de
Moisés y por los profetas. En Lc. 24:44 tenemos una triple designación de los escritos
sagrados: en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos. En varias partes se emplea
la expresión la Escritura (Jn. 10:35; 19:36; 2 Ped. 1:20), y en el plural, las Escrituras (Mt.
22:29; Hch. 18:24). En Rm. 1:2 se dice las santas Escrituras, y en 2 Tim. 3:15, las Sagradas
Escrituras. A veces se refiere a la ley, referente a una parte de las Escrituras (Jn. 10:34; 12:34;
15:25; 1 Cor. 14:21).
Hay citas en el NT de todos los libros del AT, a excepción de ocho: tres libros históricos,
Esdras, Nehemías, y Ester; dos libros poéticos, Eclesiastés, y Cantares; y tres de los profetas
menores, Abdías, Nahum, y Sofonías. Esto parece aun menor si recordamos que entre los
hebreos del tiempo de los apóstoles, Esdras y Nehemías eran considerados, con Crónicas,

71
como un rollo; los Doce Profetas Menores eran también un rollo. Por esto, si se citaba un
libro del rollo, se citaban todos. El hecho de no citar Cantares y Eclesiastés no nos ha de
sorprender por el carácter de estos libros. Es probable que ningún autor del NT tuvo
necesidad de citar alguno de estos dos libros.
vii. El Antiguo Testamento en los primeros siglos de la era cristiana
En los primeros cuatro siglos de la era cristiana, se fijó el canon del NT, de modo que desde
aquella época no se ha cambiado. No es así con el canon del AT, sobre el que han persistido
la discusión y la falta de unanimidad de opinión entre los cristianos.
Tertuliano (c. 160?–230?) adoptó el canon de los hebreos de Palestina, rechazando los libros
deuterocanónicos. Lo mismo hicieron Hilario de Poitiers (c. 350–68), Rufino (m. 410),
Jerónimo (m. 420), cuya traducción al latín en gran parte formaba la base de la Vulgata.
Los grandes concilios de Hipona (393), y Cartago (397 y 419), en los que Agustín fue la
persona de mayor influencia, prácticamente cerraron el debate sobre los libros
deuterocanónicos, en la antigua iglesia, a favor de su inclusión. Sin embargo, Agustín en sus
escritos distingue entre la canonicidad de los libros del canon hebreo, y los libros
deuterocanónicos.
El papa Gelasio I (492–96) publicó una lista en que incluyó los libros apócrifos. Casiodoro
(556), e Isidoro de Sevilla (636), ponen juntas las dos listas de Jerónimo y Agustín sin
especificar cuál consideraban correcta, y del mismo modo hicieron muchos otros.
viii. El Antiguo Testamento en la Reforma
El concilio de Florencia (1442), declaró inspirados todos los libros que aparecían en las
Biblias en latín que estaban en uso. A pesar de esto los libros deuterocanónicos eran
considerados inferiores. Esta situación siguió hasta el concilio de Trento, en 1546, que hizo
una distinción entre libros apócrifos y canónicos para aclarar la duda existente, disponiendo
que los libros de la Vulgata latina se considerasen inspirados en todas sus partes, quedando
la lista que se halla en las Biblias católicas modernas.
Los reformadores protestantes y evangélicos, en su actitud hacia el canon del AT, siguieron
la tendencia que los mejores estudiantes de la Iglesia Católica siempre habían seguido, la de
reconocer como canónicos sólo los libros que se encontraban en la Biblia hebrea. Las Biblias
que se usan en las iglesias evangélicas en la actualidad representan, pues, no solamente las
conclusiones de los antiguos judíos, y las opiniones de los reformadores, sino también de
muchos de los más grandes Padres de la Iglesia antigua.
Es interesante que el Señor Jesús nunca cita los libros deuterocanónicos de la Biblia católica,
ni son citados en ninguna parte del NT, mientras que el NT cita muchas veces otros libros
del AT. Esto es más notable cuando se sabe que muchas de estas citas están basadas en la
Septuaginta, que contenía los libros apócrifos, pero que nunca son citados. De unas 300 citas
directas en el NT, no se conoce la fuente de varias de ellas (como Mt. 2:23), y dos son de
libros no canónicos que no están en la Biblia católica: Jud. 9, que, según Orígenes (De
Principiis III. 2), es citado del libro Asunción de Moisés; y Jud. 14, citado del libro de Enoc.
Todas las otras citas están tomadas de los 39 libros comprendidos en el canon palestino.
LIBRO I
HISTORIA PRIMITIVA DE LOS HEBREOS
(Desde la creación hasta la muerte de Moisés)
Gén. 1:1–Deut. 34:12

c. cerca, o cerca de (en fechas).


m. murió (en fechas).

72
El primer libro de la obra se titula Historia Primitiva de los Hebreos.
Este primer libro se divide en tres partes, que se incluyen en el primer tomo de la obra:
PARTE I. PERIODO DE PRINCIPIOS (Desde la creación hasta Noé). Gén. 1:1–11:32.
PARTE II. PERIODO PATRIARCAL (Desde Abraham hasta José). Gén. 12:1–50:26.
PARTE III. PERIODO DEL EXODO Y DE LAS MIGRACIONES (Desde el nacimiento de
Moisés hasta su muerte). Ex. 1:1–Deut. 34:12.
El libro I abarca el período desde los principios más remotos de la historia, hasta el fin de la
vida de Moisés.
Al finalizar el primer libro, hallamos las instituciones, las ideas, y las costumbres de la nación
hebrea definitivamente establecidas. A la muerte de Moisés, este pueblo está listo para
desempeñar su misión en el mundo como pueblo unido y fuerte.
Empezamos con los principios de la humanidad, y trazamos la historia de una familia hasta
que llega a ser nación. Vemos cómo esta nación se guarda de ser absorbida por el pueblo
egipcio. Vemos cómo sale de aquella tierra donde era cuidada pero esclavizada. Luego vemos
cómo se prepara para desalojar a los habitantes de la tierra que será de ella.
Han pasado los siglos; se ha elevado el concepto religioso, se ha desarrollado una ley, se ha
empezado una literatura nacional. Con estas hazañas realizadas, puede decirse que el pueblo
hebreo está preparado para tomar su lugar entre las naciones de la tierra. Aunque su desarrollo
pasa por un eclipse en los días obscuros de los jueces, los adelantos hechos en las épocas de
los patriarcas y de Moisés, y la promesa de un gran porvenir, ha de llegar a su cumplimiento
durante los reinados gloriosos de David y Salomón.
Debemos evaluar correctamente la grandeza de la época de la historia primitiva de los
hebreos, y no disminuir su importancia en la historia política, religiosa, y social del hombre.
En este período se colocan los fundamentos de la nación, y se señala su idea política
característica: Dios en la nación, idea denominada en las ciencias sociales como la teocracia.
En este período se trazan las ideas salientes de la religión, presentes en germen, aunque no
en su desarrollo completo: la idea de un solo Dios; la idea de la naturaleza degenerada y caída
del hombre, con sus inferencias derivadas de pecado, de arrepentimiento, de sacrificio y de
redención; el concepto de la inmortalidad; la doctrina del pueblo separado y dedicado a Dios;
etc.
En este período también se pone la base para la moralidad característica de los hebreos: una
pureza ética basada sobre el concepto de Israel como un pueblo separado; una pureza
ceremonial, esta última ilustrativa de la pureza ética, y a menudo confundida con ella; la
justicia hacia todos; la obediencia a Dios.
Por cierto que la historia primitiva de los hebreos era una época de mucha importancia en la
historia de la religión. Era imprescindible para la inauguración del programa de redención
que Dios tenía ideado para la humanidad. Era el período en que El empezaba a revelarse al
hombre, y a comunicar a éste su gran propósito de redimirlo y salvarlo, para el bien mutuo
de Creador y criatura.
PARTE I
PERIODO DE PRINCIPIOS
(Desde la creación hasta Noé)
Gén. 1:1–11:32
El primer período de la Historia Primitiva de los Hebreos es el Período de los Principios,
que abarca la historia hebrea comprendida en el trozo bíblico en Gén. 1:1–11:32.

73
En los primeros once capítulos del Génesis, tenemos el relato del origen del universo, de la
tierra con la vida que en ella está, de la creación animal y humana. Luego tenemos la historia
de la primera morada del hombre, de su pecado, y de cómo pierde el paraíso en que vive.
Después nacen hijos, la población se extiende, y la impiedad abunda.
La mezcla de la línea religiosa de Set con la línea pagana de Caín (6:2, 4) completa la
degeneración de la raza, y Dios tiene que destruir a la humanidad con un diluvio, menos una
familia buena, la de Noé.
Para completar la obra de poblar la tierra, Dios impide a los hombres primitivos la
construcción de una torre que serviría de punto de reunión y de unidad para toda la
humanidad; confunde sus lenguas, y los esparce por la faz de la tierra.
En cada generación Dios rechaza los elementos inferiores entre los hombres, señalando una
línea justa que empieza con Set, toca a Noé, y llega a Abraham como cabeza de la familia
escogida, aquella familia en la cual había de ser realizada la redención de la raza.
La exposición de este período se divide de la siguiente forma:
A. INTRODUCCION AL PENTATEUCO.
B. INTRODUCCION AL LIBRO DE GENESIS.
C. BOSQUEJO DEL PERIODO DE PRINCIPIOS. Gén. 1:1–11:32.
D. NOTAS SOBRE EL PERIODO DE PRINCIPIOS. Gén. 1:1–11:32.
A. INTRODUCCION AL PENTATEUCO
Antes de iniciar el estudio de los libros individuales del Pentateuco y del texto bíblico,
conviene dar una ojeada sobre el Pentateuco en general, puesto que los libros de que se
compone tienen entre sí una relación definitiva.
1. Definición de la palabra “Pentateuco”
La palabra Pentateuco viene de dos palabras griegas, pente, cinco, y teujos, libro, y significa
cinco libros, referente a los primeros cinco libros de la Biblia. Este nombre es el que se
emplea en la Septuaginta, versión griega del AT. El nombre que los judíos aplicaban a estos
cinco libros fue torah, voz que significa instrucción, o ley.
Formaban estos cinco libros un conjunto definitivo y aparte del resto de la Biblia, siendo
ellos la primera gran división de la Biblia hebrea, como se ha hecho notar ya (Canon del
Antiguo Testamento, 1 iii), con una segunda y tercera división que constaba de los Profetas,
y los Escritos (o Hagiógrafos), respectivamente.
2. Concepto de un “Hexateuco” de algunos autores
Algunos autores han desarrollado la teoría de un Hexateuco, palabra que significa seis libros,
clasificación según la cual se agrega al Pentateuco un sexto libro, el de Josué.
No hay fundamento histórico para tal concepto, ni desde el punto de vista de la paternidad
literaria, ni en relación con la costumbre de los judíos, ni en ninguna versión o manuscrito
antiguo, aunque en la Versión Etiópica se reconoce un octateuco (ocho libros), desde Génesis
a Rut.
Aunque falta base histórica para un Hexateuco, algunos alegan que podría ser ventajoso,
desde el punto de vista de la unidad de la historia, agregar el libro de Josué al Pentateuco,
puesto que aquél completa la historia que se desarrolla en el Pentateuco. Afirman que tiene
el libro de Josué las mismas circunstancias históricas, y sigue con la narración de la conquista
de la tierra prometida, que se empieza en el Pentateuco y que el libro de Deuteronomio deja
sin terminar. En cambio, en el libro de Jueces, dicen que tenemos una situación
completamente nueva y distinta. Además, dicen que hay ciertas afinidades literarias entre el
Pentateuco y Josué.

74
A pesar de las razones alegadas, creo que podemos seguir con la clasificación que
corrientemente hacemos de estos libros, la de un Pentateuco. El hecho de que en estos
primeros cinco libros tenemos los códigos de Israel, les da una unidad y relación entre sí, que
no tiene el libro de Josué con ellos.
Desde otro punto de vista, la situación que se afronta en el libro de Josué es enteramente
nueva. Para su debida explicación he tenido que emplear unos cuatro capítulos de
introducción, los que también preparan al lector para el estudio del libro de los Jueces, de
modo que, al llegar al estudio de este último libro, no es necesario hacer más que referencias
a la parte introductoria de la época de la conquista. La conexión entre Josué y Jueces, pues,
es más estrecha que la conexión entre Josué y Deuteronomio.
3. Autor
Nos ha de interesar una investigación breve del problema de la paternidad literaria del
Pentateuco. Doy a continuación una breve exposición de las opiniones que existen en cuanto
al autor del Pentateuco, con unas notas sobre los fenómenos bíblicos, que han dado lugar a
estas opiniones.
i. Opiniones en cuanto al autor
La idea más común ha sido que el autor fue Moisés, idea que ha regido en círculos judíos
desde la antigüedad, y que ha prevalecido en la teología protestante, evangélica, y católica,
durante los siglos. Según esta opinión, Moisés ha de haber sido el autor de todo el Pentateuco,
con excepción del relato de su muerte (Deut. 34), y algunos otros breves pasajes.
En épocas relativamente recientes, algunos han dudado que Moisés haya tenido algo que ver
con la composición del Pentateuco. Han creído que es una obra compuesta por autores que
vivieron mucho después de la época de Moisés, que combinaron antiguos documentos y
relatos históricos de valor relativo, revisando, compilando, para formar una obra cuya
historicidad es dudosa.
El punto de vista de muchos de estos autores ha sido francamente incrédulo, o si no, ellos,
como fríos investigadores, se han acercado a los relatos sagrados como a cualquier libro
histórico. No han tenido en cuenta los sentimientos religiosos de los creyentes, que podrían
ofenderse por un manejo irreverente de la palabra de Dios. No nos ha de sorprender, pues,
que el mundo cristiano conservador haya rechazado aun lo verdadero entre los
descubrimientos que ellos han hecho referentes a la Biblia, y que sus investigaciones, aun en
la parte buena, hayan causado poca impresión en el ambiente evangélico.
ii. Problema del autor en relación con las fuentes literarias
Vamos a notar primero aquella evidencia que más ha interesado a los investigadores
modernos, y cuál ha sido su interpretación de ella. El problema que se presenta aquí es la
cuestión de la relación de las fuentes literarias con el problema de la paternidad literaria.
La cosa que más ha llamado la atención, y que mayormente ha contribuído a la formación de
ciertas teorías modernas, ha sido el uso en el Pentateuco de varias palabras que significan
Dios. Entre estas palabras está la voz Elohim, que es la palabra genérica en hebreo que
significa dios, o dioses (ya que es plural en forma), y que se traduce Dios en la Versión Reina-
Valera, cuando se usa como nombre personal de Dios. Otra forma que se emplea es Yehowah,
que en nuestra versión se traduce Jehová. Es el nombre personal de Dios que lo distingue de
otros dioses; es el Dios de los hebreos. A veces una combinación de las dos formas se emplea:
Yehowah Elohim. También se emplean las formas apocopadas, o abreviadas. Una forma
apocopada es El, Dios, y se emplea en combinación con otro nombre de Dios (con Elohim,
en Gén. 33:20; 46:3; y con la adición de Yehowah, en Jos. 22:22; Sal. 50:1); o con algún
atributo de Dios (El Elyón: Dios Altísimo, Gén. 14:18; El Schadáy: Dios Omnipotente, Gén.

75
17:1; 28:3; Ex. 6:3; etc.), o en los libros poéticos se emplea solo. Otra forma apocopada es
Yah que se traduce Jehová en Ex. 15:2; Sal. 89:8b; se traduce más literalmente JAH en
muchos pasajes: Sal. 68:4; 94:7, 12; 118:14; Is. 12:2; 38:11.
Arguyen algunos eruditos de la época moderna que el uso de estos términos personales de
Dios puede servir de guía para distinguir entre los autores de ciertos pasajes, o sea, distinguir
y separar las fuentes y los documentos que los compiladores han incluído en su obra
completa. Cuando se usa el nombre Yehowah, según esta teoría, el pasaje en que aparece ha
sido escrito por cierto autor que tenía preferencia para este término. Cuando se emplea el
nombre Elohim, otro autor ha escrito el pasaje. Una combinación de los dos nombres
Yehowah Elohim implicaría un tercer autor, etc. Al principio, había una teoría de que dos
autores o editores habrían actuado en la composición del Pentateuco, pero ha ido
complicándose más y más la teoría con el correr del tiempo.
Las siguientes referencias, con una indicación de los términos empleados, aclararán lo dicho
ya:
En Gén. 1:1–2:3, se emplea el nombre Elohim.
En Gén. 2:4–3:24, se emplea el nombre Yehowah Elohim, nombre doble que vuelve a
repetirse en el Pentateuco sólo en Ex. 9:30.
En Gén. 6:1–9:29, se emplean los nombres Yehowah y Elohim indistintamente, lo que
implicaría, según la teoría que vamos comentando, una mezcla de dos documentos o fuentes.
En Gén. 11:1–9, y 12:1–13:18, se usa el nombre Yehowah.
En Gén. 14:1–24, se emplea el nombre El Elyon (Dios Altísimo).
La relativa consecuencia del empleo de estos términos en ciertos trozos, fue lo que primero
hizo que muchos eruditos en la materia ideasen y desarrollasen las teorías que vamos
comentando. Entre éstos, algunos que han tenido una parte importante son: Juan Astruc (m.
1766), J. G. Eichhorn (1752–1827), F. Bleek (1793–1859), H. Hupfield (1796–1866), K. H.
Graf (c. 1866), J. Wellhausen (n. 1844), y otros, seguidos por muchos en Europa y América.
La teoría que más influencia ha ejercido, recibe su nombre de los dos últimos hombres que
se han mencionado: La Hipótesis Graf-Wellhausen. Según los términos de esta teoría se
distinguen cuatro documentos primarios:
(1) Un documento “J” (preparado por el jehovista, o sea, el redactor que de preferencia
empleaba el término Jehová).
(2) Un documento “E” preparado por el elohista, o sea, el redactor que empleaba el término
Elohim, Dios).
(3) Un documento “D” (el código de Deuteronomio).
(4) Un documento “P” (el código sacerdotal, viniendo la inicial “P” del inglés priest, o
alemán Priester, sacerdote).
Según la teoría, el documento “J” y el documento “E” habrían sido combinados en un
documento “JE” por otro redactor.
Esto representa la teoría en su forma más simple.
Otros autores, que en general han aceptado la hipótesis Graf-Wellhausen, han creído ver aun
en los documentos primarios la evidencia de compilación, y han hablado de J1 y J2, y de E1
y E2, etc. Hay mucha diferencia entre ellos en cuanto a los detalles, aunque una concordancia
general en cuanto a las divisiones fundamentales que ellos creen separan los documentos
originales.

n. nació (en fechas).

76
Los estudiantes conservadores han rechazado, o en todo, o en parte, la teoría Graf-
Wellhausen. Entre éstos podemos mencionar a J. Orr, M. G. Kyle (ISBE, artículo
Pentateuch), J. R. Sampey, B. H. Carroll, J. H. Raven, J. M. Adams, C. T. Francisco, J. W.
Watts, y muchos otros.
¿Qué podemos decir en cuanto a la cuestión de fuentes y documentos originales?
En primer lugar, en general podemos reconocer la posibilidad del uso de fuentes escritas y
documentos originales, en la escritura de los libros históricos de la Biblia, posibilidad que ha
sido reconocida por muchos estudiantes conservadores de la Biblia (como señalaré en
párrafos siguientes). La existencia de tales fuentes escritas se ha confirmado ya en el capítulo
sobre el Canon del Antiguo Testamento, 2 iii, Referencias en el Antiguo Testamento a libros
no incluídos. Entre tales fuentes se incluyen libros como el libro de Jaser, mencionado en
Jos. 10:13; Historia de Natán profeta, en 2 Crón. 9:29 (VM); libro de las crónicas de
Salomón, en 1 Reyes 11:41 (VM); etc.
A. R. Miles, escritor conservador, expresa su objeción a la teoría documentaría que acabo de
exponer, y se refiere a la posibilidad de fuentes escritas: “Esta conclusión no contradice la
posibilidad de que Moisés hubiera empleado documentos antiguos que trataban de hechos
anteriores a su tiempo, algunos de los cuales se hallan en el libro del Génesis” (Introducción
Popular al estudio de las Sagradas Escrituras, pág. 144).
En relación con la cuestión de fuentes escritas, puede citarse la opinión del conservador B.
H. Carroll: “… sin duda hubo multitudes de documentos de distintas clases, acerca de los
hechos del Génesis. Sin embargo el Génesis no es un libro hecho de fragmentos
artificialmente unidos; es una narración directa y continuada hecha por un solo hombre, y
tiene las pruebas más notables de unidad …” (El Libro de Génesis, pág. 52).
Con respecto a fuentes escritas dice J. M. Adams (que antes de su muerte fue profesor de
arqueología bíblica en el Seminario Teológico Bautista del Sur): “Puede concederse que
todas estas obras (del Pentateuco) han sido sujetas al procedimiento de revisión de editores
y escribas por muchos siglos y que, como se ha mostrado en los manuscritos del Nuevo
Testamento, han entrado algunas interpolaciones junto con unas pocas lagunas. Pero resta
que las narraciones que tenemos delante de nosotros, descansen en último caso, no sobre la
tradición oral, sino sobre documentos, los que fueron escritos mucho antes del período de la
Monarquía, y que prácticamente eran contemporáneos con los acontecimientos que
registran” (Ancient Records and the Bible, pág. 155).
Incluyo ahora una cita del conservador J. Orr: “En general, no se niega que los libros
históricos sean compilaciones, en gran parte, de escritos más antiguos, y la Crítica está dentro
de sus derechos al procurar distinguirlos si puede. Es el hecho de que estos libros envuelven
materiales antiguos y auténticos …” (Problem of the Old Testament, pág. 381).
Y es justamente en lo último que ha dicho J. Orr donde estriba el punto fundamental de
divergencia entre estudiantes conservadores, y estudiantes liberales, o científicos: la
autenticidad de los relatos, cosa que afirma el conservador, y que niega muchas veces el
estudiante liberal, o científico.
La reacción más importante que ha venido en contra de las teorías documentarias que acabo
de describir, se debe a que han tenido su origen entre los que han dudado de la autenticidad
y la historicidad de los relatos.

ISBE International Standard Bible Encyclopedia.


VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

77
Se debe notar que, en relación con el Pentateuco, en Núm. 21:14 se menciona una fuente
escrita, que sería un ejemplo de otros libros perdidos que el autor del Pentateuco habría tenido
a su disposición. Este libro se titula: Libro de las Guerras de Jehová. Creo que se debe
admitir, con Orr, Miles, y otros conservadores, que el autor de los libros del Pentateuco podía
haber usado tales fuentes escritas, que le habrían sido heredadas del pasado. Entre los trozos
que habrían sido derivados de tales documentos originales, podemos mencionar las tablas
genealógicas: Gén. 5:1–32; 11:10–26; la tabla de las naciones: Gén. 10:1–32; los pasajes
poéticos: Gén. 4:23, 24; 9:25–27; etc. Estos pasajes, con otros que hay en el Pentateuco,
serían muy antiguos, mucho anteriores a la época de Abraham.
A la vez que se reconoce la posibilidad de tales documentos, se debe notar que la existencia
de ellos es hipotética, puesto que no hay referencias históricas a tales documentos. En efecto,
hubiera sido perfectamente posible que los antiguos hebreos hubieran conservado oralmente
los detalles de las tablas que acabo de mencionar, y los pasajes poéticos que he citado.
De cualquier forma, en algún momento de la historia primitiva, los datos en los trozos
genealógicos y poéticos habrían sido transmitidos oralmente. Así que, si el autor bíblico
consiguió los datos para su obra oralmente, o si tuvo documentos escritos, de los cuales sacara
los informes, la fuente original sería la llamada tradición oral, es decir, la historia de la raza
transmitida por palabra oral.
De todos modos, el hecho de ser un dato transmitido oralmente, o por escrito, no cambia su
historicidad. En cierta manera, hablando desde un punto de vista humano, la existencia de un
documento escrito, que haya servido de fuente para un dato bíblico, aumenta la autenticidad
de los relatos. A la vez, tengamos en cuenta que, desde el punto de vista divino, los libros
bíblicos son inspirados aparte del carácter de sus fuentes originales. Si Dios quiso guiar a los
escritores bíblicos para que emplearan materiales que les habían sido transmitidos oralmente,
o si los guió para que emplearan documentos escritos, y para que los incorporaran
íntegramente en sus relatos, ¿qué podemos decir nosotros? Igualmente son auténticos e
inspirados. En vez de torcer la evidencia para apoyar ciertas teorías particulares tocantes a la
forma en que los libros bíblicos fueron compuestos, debemos descubrir, si podemos, cómo
hizo Dios para que los hicieran.
Así, dentro de los límites de una actitud reverente y de fe, creo que no sería malo investigar
las fuentes originales de nuestros libros. En fin, aunque estos datos no serán tan importantes
para el alma humana como las lecciones devocionales, todo dato que se relacione con nuestra
Biblia ha de ser importante para nosotros y puede contribuir en algo a su valor espiritual. En
la breve consideración de esta exposición, dedicada a los principiantes en los estudios
bíblicos, no es posible, ni conveniente, que hagamos un estudio de las fuentes de los libros
del Antiguo Testamento, un estudio muy teórico e intrincado.
iii. Pasajes especiales que se relacionan con la paternidad literaria del Pentateuco
Examinaremos ahora ciertos pasajes del Pentateuco que se relacionan con la paternidad
literaria.
a. Relato de la muerte y sepultura de Moisés (Deut. 34).
El relato de la muerte y sepultura de Moisés es un pasaje del Pentateuco que ha sido
reconocido casi universalmente como perteneciente a otra mano que no es la del gran
legislador.
Así opina el escritor conservador J. H. Raven, que sugiere que Josué podría haber sido el
autor del relato del cap. 34 de Deuteronomio, y posiblemente de la referencia en Núm. 12:3,
que dice: “Aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre
la tierra” (Old Testament Introduction, pág. 106).

78
En sentido parecido se expresa B. H. Carroll con respecto al Pentateuco: “Moisés … escribió
estos libros con excepción del último capítulo que fue escrito por el autor del libro intitulado
Josué, que fue Josué mismo” (ob. cit., pág. 50).
Así también Miles, otro autor conservador, dice: “… todo esto comprueba que Moisés
escribió el Pentateuco, menos el último capítulo del Deuteronomio, que la tradición judaica
y el Talmud atribuyen a Josué” (ob. cit., pág. 144).
De la misma forma habla el conservador J. Orr con respecto al Deuteronomio: “No se disputa
que, en la forma que lo tenemos, el libro da muestra de redacción editorial. Los discursos han
sido unidos con notas introductorias y conectadoras, y la última parte de la obra, con su
informe sobre la muerte de Moisés … señala claramente tal redacción” (ob. cit., pág. 251).
Efectivamente los pasajes en Núm. 12:3 y en Deut. 34 parecen provenir de la mano de otro
escritor que no es Moisés.
b. Pasajes que parece que fueron agregados después de la entrada en Canaán
Hay ciertos pasajes err el Génesis que dan la impresión de que fueron agregados después de
que los israelitas ya estaban habitando en la tierra prometida. Sigue una lista de algunos
pasajes, ejemplos de muchos otros que se hallan en diversas partes del Pentateuco.
(1) Referencia a Dan. Gén. 14:14.
En este pasaje tenemos una referencia a la persecución de los cuatro reyes orientales, por
Abraham y sus criados, que “siguiólos hasta Dan”. La ciudad de Laís no recibió el nombre
de Dan hasta después de que fue conquistada por los danitas (Juec. 18:29). Estas palabras
deben haber sido agregadas después del incidente mencionado en Jueces, o sea, después del
tiempo de Moisés.
(2) Referencia a los reyes de Edom. Gén. 36:31.
El pasaje en Gén. 36:31 dice: “Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom, antes que reinase
rey sobre los hijos de Israel, fueron estos”, etc. Estas palabras vienen de una época cuando
ya había rey en Israel.
(3) Referencias a los cananeos
En Gén. 12:6 se nos dice: “El Cananeo estaba entonces en la tierra.” Comp. también Gén.
13:7. Esto indica que cuando estas palabras fueron escritas, el cananeo ya no estaba en la
tierra, cosa que no sucedió sino hasta después del tiempo de Moisés.
(4) Expresiones de tiempo
Ciertas expresiones implican una fecha cuando los israelitas ya estaban en su tierra. Tales
son las siguientes: Hoy (Gén. 22:14); hasta este día (Gén. 26:33): hasta hoy (Gén. 35:20);
etc.
iv. Conclusión del argumento sobre el problema del autor
Llegamos a la conclusión de que Moisés es el autor del Pentateuco, con las pequeñas
excepciones mencionadas en los últimos párrafos.
En la composición del Génesis, Moisés tal vez se valió, en parte, de tablillas, traídas
posiblemente por Abraham desde Ur de los caldeos. A este respecto dice Adams: “Como
ciudadano de Ur, Abraham debe haber conocido la literatura de su época … Con ese material
a su disposición, indudablemente consiguió algunas de las tablillas y las trajo consigo en su
viaje a Canaán” (ob. cit., pág. 144).
Tal vez Moisés usó relatos dejados por algún otro, o algunos otros, como José, relatos que
constituían una herencia literaria del pasado.
Quizás usó también datos orales acerca de los orígenes de la raza y de la nación.

ob. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

79
Para el resto del Pentateuco, probablemente utilizó sus propios códigos de leyes, y
experiencias, así como las tradiciones de su nación.
Después fueron agregados otros pasajes explicativos y aclaratorios, por otros que vinieron
después, como el joven ministro Josué, o los profetas, como Samuel, Gad, o Natán, del mismo
modo en que Baruc y otros pusieron en orden las profecías de Jeremías (V. Jer. 36:4; 45:1).
Las referencias que vienen de la época de los jueces pueden ser de algún hombre como
Samuel; las que datan de la época de los reyes pueden haber sido agregadas por alguno como
Gad, o Natán, o algún otro profeta de la época.
Aunque no podemos decir definitivamente quiénes fueron estos hombres, sabemos que eran
hombres semejantes a los que he mencionado, en su conocimiento de la mente de Dios, en
su gran corazón, y en su compenetración en la doctrina revelada de Dios. Eran hombres que
Dios eligió para cooperar en la escritura de su Libro. Véase la Introducción al libro de Josué,
Autor y fecha, en Libro II, Tomo II.
B. INTRODUCCION AL LIBRO DE GENESIS.
Para mí, una de las obras magnas de la literatura es el Génesis. Su significancia trasciende
todo arte humano. Su importancia para el estudio de los orígenes de la raza, y de las
instituciones de la religión, supera a todo otro libro.
Creo que he leído este libro más a menudo que cualquier otro de la Biblia. En mi niñez, al
leerlo, me inspiraba poderosamente con sus palabras y frases tan sencillas y fáciles de
comprender, sus lecciones devocionales y prácticas, y sus relatos interesantes y encantadores.
El Génesis es el baluarte del AT. Sin él, resulta no sólo incompleta la Biblia, sino
incomprensible. Es como la piedra de ángulo del edificio.
Creo que quien no ama este libro que tiene un impulso tan fuerte hacia la espiritualidad y la
religión, no ha de amar el cristianismo. Es un libro cuyo espíritu compenetra el alma del
hombre religioso, y la empapa con jugo celeste.
En el Génesis se inician las normas que han de caracterizar a la verdadera religión, como ésta
es definida y desarrollada en la Biblia: la de la fe en Dios, la de la religión práctica y no
teórica, la de la comunión con Dios como manifestación suprema de la experiencia religiosa.
Además, se hallan en el Génesis otros aspectos de la verdadera religión: la obediencia como
prueba de la fe, el sacrificio expiatorio, los principios morales; todo está claramente
anunciado. Si agregamos a esto la realidad del pecado, la necesidad del arrepentimiento, las
doctrinas de la redención, del castigo, y de la justicia, vemos que tenemos en germen las
doctrinas prominentes del NT.
El Génesis no ofrece ninguna apología o defensa para la religión, ni practica la polémica
atacando a las demás religiones. No discute la existencia de Dios, ni la asevera siquiera. Todo
lo da por sentado, o afirma plácidamente los hechos sin entrar a comprobarlos.
No tiene en cuenta las opiniones de los infieles e incrédulos, lo cual presenta un fuerte
contraste con las ansiosas maniobras con que nosotros procuramos fortalecer y reforzar
nuestras creencias. En esto también se distingue de los escritos de los filósofos griegos,
quienes especulan y razonan acerca de los orígenes del universo, así como respecto a su
carácter, no llegando a conclusiones firmes, sobre las cuales se puedan apoyar ni dicen
tampoco que así indudablemente fue.
Al autor de Génesis no le interesan los principios éticos y morales en lo abstracto. Le
interesan las acciones de los hombres, especialmente como éstas son ejemplificadas en las
vidas de ellos. Esto es por cuanto escribe una historia: la historia de los principios del mundo,

V. véase; véanse.

80
de la creación del hombre, del hermoso huerto donde Dios lo había colocado, de su
consecuente pecado y destierro, de los principios de la historia de la humanidad, de las artes,
de la dispersión de los pueblos, de la historia del pueblo en cuyo seno habíase de desarrollar
el plan redentor del Creador, en relación con la historia de los pueblos circundantes.
El método del autor de Génesis es el del historiador. Se vale de documentos muy antiguos,
de tablillas, de las tradiciones orales de su raza. Por las referencias en otros libros del AT a
libros perdidos, estamos persuadidos que poseía una literatura considerable, la cual habría
estudiado y juzgado de acuerdo con el primitivo criterio de su tiempo, es decir, a la luz del
sentido común, y bajo la dirección del Espíritu de Dios.
Puesto que el autor del Génesis vivía en una época cuando los hebreos tenían contacto con la
civilización más adelantada y culta de su tiempo, la egipcia, y tenía acceso a abundantes
materiales, podemos tener confianza en la fidelidad de sus relatos.
Es un triunfo espiritual, así como una evidencia suprema de percepción espiritual, el que nada
de lo grotesco, ni de lo fantástico, ni de lo supersticioso, de las creencias contemporáneas
expresadas en las inscripciones asirocaldeas, egipcias, y otras, haya llegado a ser incorporado
en nuestro libro. Sobresale en comparación, como la luz se distingue de las tinieblas.
Tampoco encontramos en nuestros relatos nada de aquella tendencia, tan pagana en su origen
y expresión, para suavizar los relatos de los hechos viles de los hombres, ni para engrandecer
las hazañas de sus héroes.
En fin, no hay héroes en el Génesis, en el mismo sentido que los hay en la literatura y en la
mitología pagana. Un Hércules, que va de lugar en lugar dando muerte a monstruos, medio
hombre y medio dios, sería extraño encontrarlo a través de las páginas del Génesis, cuyos
protagonistas son hombres como otros, con defectos morales semejantes a los de otros
hombres, que viven vidas normales, sin hacer milagros ni prodigios. Sus vidas se caracterizan
por la fe en Dios, y por el reconocimiento de una misión especial en la vida, misión que es
mundial en su alcance, espiritual en sus relaciones, y que en sus orígenes fue infundida por
Dios.
A pesar de las debilidades de los protagonistas del Génesis, juzgados por el criterio de dos
mil años después, o sea, el cristianismo, resaltan ellos en medio del ambiente pagano en que
hacen su morada, un ambiente corrompido y perverso e inmoral. Cuando yerran, confiesan
su pecado. Así dijo Caín: “Grande es mi iniquidad para ser perdonada” (4:13). Así también
Judá, hablando de su pecado con Tamar, dice con respecto a ella: “Más justa es que yo”
(38:26).
Ahora vamos a discutir algunas características literarias del Génesis.
1. Nombre
El nombre Génesis, que viene del idioma griego, y que nos ha sido heredado de la versión
griega de la Biblia, la Septuaginta, significa principio, nombre muy apropiado para describir
el carácter de este libro, que se dedica a describir los principios del universo, de la humanidad,
y de la raza escogida.
Los hebreos nombraban los libros del Pentateuco por la primera palabra, o palabras, del libro.
Así la primera palabra del Génesis es en hebreo bereschith, que significa en el principio, que
bien corresponde al nombre griego Génesis, cosa que no hallamos en todos los libros del
Pentateuco.
La palabra Génesis está bien fija en la terminología cristiana, y no es probable que sea
sustituída por el nombre Bereschith, aunque en nuestras versiones seguimos más bien el
canon hebreo y el texto masorético.
2. Autor y fuentes

81
Este tema ha sido discutido ampliamente en un capítulo anterior, la Introducción al
Pentateuco. Puedo hacer un resumen aquí, y agregar algunos detalles que no se han
mencionado.
Creo que el origen de algunos de los documentos sobre los cuales se basa el Génesis, se
remonta a los tiempos de Abraham y a los precedentes a éste. Fueron conservados durante la
época en que el pueblo israelita habitó en Egipto, para ser coleccionados después por Moisés,
gran erudito y legislador.
A lo que ya existía, Moisés agregó los relatos y enseñanzas que tenemos en el resto del
Pentateuco, así como los códigos legales, morales, y ceremoniales. Estos códigos
probablemente ya habían sido conocidos y observados parcialmente por el pueblo israelita,
y, en el Sinaí, fueron reforzados y reformados por Moisés bajo la inspiración del Espíritu de
Dios. Véase la nota sobre Ex. 19:1–25.
Quizás Abraham llevó consigo, cuando salió de Ur de los Caldeos, muchos de los
documentos escritos que suponemos que existieron antes de Moisés y que han de haber
estado escritos en cilindros y tablillas de barro, al estilo babilónico. Tales tesoros literarios y
religiosos han de haber sido legados de generación a generación, desde tiempos remotos, por
toda familia culta.
Podemos suponer que otros documentos fueron preparados por José, quien era hombre culto,
y cuyo contacto con la cultura egipcia le ha de haber hecho conocer el valor de los registros
escritos, despertando en él el interés de poner en orden los anales de su propia familia.
Aunque algunos dicen que es probable que él no supiera escribir, tenía acceso a secretarios
y amanuenses, y pudo haber hecho que éstos escribieran los datos y las tradiciones de su
familia. El sería a quien debemos la abundancia de pormenores acerca de Abraham, Isaac,
Jacob y él mismo. Estos documentos se han de haber conservado, tal vez, durante los años
en que el pueblo permaneció en Egipto, y quizás fueron juntados por Moisés para formar el
Pentateuco.
Finalmente, otros detalles y notas editoriales pueden haber sido agregadas después por
escribas o copistas, o por compiladores o editores, como algunos de los grandes historiadores
o profetas: Josué, Samuel, Gad, Natán, etc. Véase la exposición de este tema en el capítulo
sobre la Introducción al Pentateuco, 3 iii b, Pasajes que parece que fueron agregados
después de la entrada en Canaán, y 3 iv, Conclusión al argumento sobre el problema del
autor.
3. Ocasión y propósito
La ocasión del libro de Génesis fue la necesidad de tener una exposición de los orígenes del
mundo, de la raza humana, y de la nación hebrea.
El propósito del autor del libro de Génesis fue el de dar un relato de los orígenes del mundo,
de la raza humana, y de la nación hebrea. También quiso exponer el origen de la misión
sagrada que distinguía al pueblo hebreo de todo otro pueblo, y que hacía de este pueblo la
nación escogida de Dios. El autor expone también la historia del origen de las naciones que
en épocas posteriores fueron importantes en relación con la historia del pueblo elegido de
Dios.
4. Tema
La frase que mejor caracteriza este libro es: libro de principios, que está de acuerdo con el
nombre que se le da en nuestra Biblia. También, si quisiéramos calificar el libro con una frase
teológica, podríamos escoger la expresión, principios de la redención.
5. Carácter y estilo

82
El carácter histórico del relato del Génesis es evidente. El cuidado y esmero con que su autor
registra nombres exactos, números, localidad geográfica de los acontecimientos narrados, da
testimonio de que es un verdadero historiador. Al mismo tiempo, no se descuenta el carácter
religioso y espiritual de la obra.
El estilo del libro del Génesis es sencillo, con vocabulario reducido y concreto. Aun en
traducción sus modismos característicos se dejan vislumbrar a través del texto español, como,
por ejemplo: “bendiciendo te bendeciré, y multiplicando multiplicaré” (22:17), una
ilustración del carácter redundante del estilo semítico.
6. Análisis
Sigue un bosquejo general del libro de Génesis, libro que se presta para un análisis
sistemático y simétrico. En relación con la exposición de los primeros grandes períodos de
Libro I, Período de los Principios, y Período Patriarcal, doy un bosquejo detallado y
minucioso del libro de Génesis.
Bosquejo general del libro de Génesis
PERIODO DE PRINCIPIOS (desde la creación hasta Noé). 1:1–11:32.
La creación. 1:1–2:3.
Relato suplementario de la creación del hombre. 2:4–25.
La tentación y la caída. 3:1–24.
Nacimiento de Caín y Abel, y el primer asesinato.
4:1–15. Los dos linajes. 4:16–26.
La tabla genealógica de Noé. 5:1–32.
El diluvio. 6:1–9:29.
Tabla de las naciones. 10:1–32.
La torre de Babel. 11:1–9.
Genealogía de Abraham. 11:10–32.
PERIODO PATRIARCAL (desde Abraham hasta José). 12:1–50:26.
Vida de Abraham. 12:1–25:11.
Vida de Ismael. 25:12–18.
Vida de Isaac. 25:19–28:9.
Vida de Jacob. 28:10–35:29.
Vida de Esaú. 36:1–43.
Vida de José. 37:1–50:26.
C. BOSQUEJO DEL PERIODO DE PRINCIPIOS
Gén. 1:1–11:32
1. La creación. 1:1–2:3
Introducción. 1:1, 2.
i. Primer día: Creación de la luz. 1:3–5.
ii. Segundo día: Creación del firmamento. 1:6–8.
iii. Tercer día: Creación de la tierra y del mar; creación del reino vegetal. 1:9–13.
iv. Cuarto día: Creación de las lumbreras celestiales. 1:14–19.
v. Quinto día: Creación del reino de los reptiles, peces, y aves. 1:20–23.
vi. Sexto día: Creación del reino animal y del hombre. 1:24–31.
vii. Séptimo día: Reposo de Dios después de haber hecho sus obras. 2:1–3.
2. Relato suplementario de la creación del hombre. 2:4–25.
i. Resumen de la creación. La primera lluvia. 2:4–6.
ii. Creación del hombre. 2:7.
iii. El huerto de Edén. 2:8–17.

83
a. Los árboles del huerto. 2:8, 9.
b. Los ríos del huerto. 2:10–14.
c. El hombre en el huerto. 2:15.
d. Mandamiento de Dios respecto a los árboles. 2:16, 17.
iv. Formación de la mujer. 2:18–25.
a. Propósito de Dios al hacer la mujer. 2:18.
b. Designación del nombre de los animales. 2:19, 20.
c. Sueño de Adán y creación de la mujer. 2:21, 22.
d. Designación del nombre de la mujer. 2:23.
e. Establecimiento del matrimonio. 2:24.
f. Inocencia de los primeros padres. 2:25.
3. La tentación y la caída. 3:1–24.
i. La tentación. 3:1–5.
ii. El pecado. 3:6, 7.
iii. El descubrimiento. 3:8–13.
iv. La condenación. 3:14–19.
a. Condenación de la serpiente. 3:14, 15.
b. Condenación de la mujer. 3:16.
c. Condenación del hombre. 3:17–19.
v. Paréntesis: Nombre de la mujer. 3:20.
vi. Ejecución del castigo. 3:21–24.
4. El primer asesinato. 4:1–15.
i. Los dos hijos. 4:1, 2.
ii. Los dos sacrificios y su consecuencia. 4:3–5.
iii. Reprensión a Caín. 4:6, 7.
iv. Asesinato de Abel. 4:8.
v. Condenación de Caín. 4:9–15.
5. Los dos linajes. 4:16–26.
i. Línea de Caín. 4:16–24.
a. Lugar donde habitó Caín. 4:16.
b. Familia de Caín. 4:17, 18.
c. Lamec y su familia. 4:19–24.
ii. Línea de Set. 4:25, 26.
6. La tabla genealógica de Noé. 5:1–32.
Prefacio. 5:1, 2.
i. Adán. 5:3–5.
ii. Set. 5:6–8.
iii. Enós. 5:9–11.
iv. Cainán. 5:12–14.
v. Mahalalel. 5:15–17.
vi. Jared. 5:18–20.
vii. Enoc. 5:21–24.
viii. Matusalam. 5:25–27.
ix. Lamec. 5:28–31.
x. Noé. 5:32.
7. El diluvio. 6:1–9:29.
i. La causa: la iniquidad del hombre. 6:1–8.

84
a. Casamiento entre la línea de Set y la línea de Caín. 6:1, 2.
b. Perversión de la raza. 6:3.
c. Los nefilim. 6:4.
d. Ocasión del diluvio. 6:5–8.
ii. Preparación para el diluvio. 6:9–22.
a. Genealogía de Noé. 6:9, 10.
b. Corrupción de la tierra. 6:11, 12.
c. Instrucciones a Noé. 6:13–21.
(1) Anuncio de la destrucción del hombre. 6:13.
(2) Descripción del arca. 6:14–16.
(3) Anuncio del diluvio. 6:17.
(4) El pacto con Noé. 6:18.
(5) Instrucciones acerca de los animales que habían de llevarse al arca. 6:19–21.
d. Obediencia de Noé a las instrucciones de Dios. 6:22.
iii. La entrada en el arca. 7:1–9.
a. Repetición del mandamiento de Jehová. 7:1–4.
b. Obediencia de Noé: entrada en el arca. 7:5–9.
iv. Llegada del diluvio y prevalecimiento de las aguas. 7:10–24.
a. Llegada del diluvio. 7:10–12.
b. Entrada de los hombres y animales en el arca. 7:13–16.
c. Crecimiento de las aguas. 7:17–20.
d. Destrucción de la vida. 7:21–23.
e. Duración del diluvio. 7:24.
v. Desaparición de las aguas. 8:1–12.
a. Disminución de las aguas. 8:1–5.
b. Envío de las aves. 8:6–12.
vi. Salida del arca. 8:13–19.
vii. Sacrificio de agradecimiento. 8:20–22.
viii. Instrucciones acerca de la vida posterior. 9:1–7.
a. Mandamiento para la fructificación. 9:1.
b. Provisión para la comida. 9:2–4.
c. La ley del talión. 9:5, 6.
d. Repetición del mandamiento a multiplicarse. 9:7.
ix. El pacto de Dios con Noé. 9:8–17.
a. El significado del pacto: no se destruiría la tierra con agua. 9:8–11.
b. La señal del pacto: el arco iris. 9:12–17.
x. Maldición de Canaán. 9:18–27.
a. Los hijos de Noé. 9:18, 19.
b. Embriaguez de Noé. 9:20, 21.
c. Falta de reverencia de Cam. 9:22.
d. Reverencia de Sem y Jafet. 9:23.
e. El poema de Noé tocante a Cam. 9:24–27.
xi. Muerte de Noé. 9:28, 29.
8. Tabla de las naciones. 10:1–32.
Introducción. 10:1.
i. Línea jafética. 10:2–5.
ii. Línea camítica. 10:6–20.

85
a. Los hijos de Cam. 10:6.
b. Descendencia de Cus. 10:7–12.
c. Descendencia de Mizraim. 10:13, 14.
d. Descendencia de Canaán. 10:15–19.
e. Resumen de la línea de Cam. 10:20.
iii. Línea semítica. 10:21–31.
a. Los hijos de Sem. 10:21, 22.
b. Descendencia de Aram. 10:23.
c. Descendencia de Arfaxad. 10:24–30.
d. Resumen de la línea semítica. 10:31.
iv. Conclusión. 10:32.
9. La torre de Babel. 11:1–9.
i. Llegada del pueblo a Sinar (Babilonia). 11:1, 2.
ii. Propósito de construir una torre. 11:3, 4.
iii. Descenso de Jehová. 11:5.
iv. Decisión de Jehová a confundir las lenguas. 11:6, 7.
v. Esparcimiento del pueblo sobre la tierra. 11:8.
vi. Explicación del nombre Babel. 11:9.
10. Genealogía de Abraham. 11:10–32.
i. Sem. 11:10, 11.
ii. Arfaxad. 11:12, 13.
iii. Selah. 11:14, 15.
iv. Heber. 11:16, 17.
v. Peleg. 11:18, 19.
vi. Reú. 11:20, 21.
vii. Serug. 11:22, 23.
viii. Nacor. 11:24, 25.
ix. Taré. 11:26–32.
a. Hijos de Taré. 11:26, 27.
b. Muerte del hijo Harán. 11:28.
c. Abram y Nacor y sus esposas. 11:29, 30.
d. Inmigración hasta Carán. 11:31.
e. Muerte de Taré. 11:32.
D. NOTAS SOBRE EL PERIODO DE PRINCIPIOS
Gén. 1:1–11:32.
1:1–2:3. La creación.
No hay conflicto entre la ciencia y la Biblia. En efecto, la doctrina de la creación no tiene
nada que ver con la ciencia. Según la teología y la Biblia, Dios hizo el mundo. Nada se dice
sobre el método. Puesto que la Biblia no comenta el método, se deja en libertad a la ciencia
para que descubra el método si puede. La teología no tiene interés en el cómo, sino en el por
qué y el para qué.
Dice J. B. Tidwell: “El Génesis no es un libro de ciencia, y no hace ninguna tentativa para
explicar muchas cosas que se investigan en las ciencias de geología, zoología, biología,
astronomía, arqueología, y antropología. En efecto, la ‘ciencia no viene por la revelación,
sino por la observación, la investigación, la combinación, la conclusión’, y así el Génesis
deja los campos ilimitados de la ciencia, libres para la investigación y el descubrimiento”
(The Bible Book by Book, pág. 44).

86
Se expresa B. H. Carroll: “La Biblia fue dada para enseñar la religión, y no la ciencia”
(Génesis, pág. 95).
Además dice Sampey: “El método de la creación no es explicado en el Génesis. La ciencia
puede proseguir sus investigaciones sobre este tema sin impedimento de la Biblia” (Syllabus
for Old Testament Study, pág. 63).
En sentido parecido dice B. A. Copass, mi profesor de Antiguo Testamento en el Seminario
Teológico Bautista del Sudoeste (Ft. Worth, Texas, EE. UU. de N. A.): “Hasta donde está
probada la ciencia, ésta está de acuerdo, en general, con el informe del Génesis en cuanto a
la creación. Nada se dice tocante al método de la creación. Simplemente dice que Dios es el
autor. Sin embargo, el Génesis sí enseña que hubo progresos desde las formas bajas de vida
hacia las más altas” (Notes on the Old Testament, Vol. I, edición en mimeógrafo, pág. 3).
A la vez que se reconoce el derecho de la ciencia para investigar el origen del hombre, se
llama la atención del alumno al hecho de que las conclusiones corrientes de la ciencia en
cuanto al origen del hombre, son teorías e hipótesis. La situación de estas teorías es muy
distinta a la de ciertas leyes de la naturaleza que han sido comprobadas, como la ley de la
gravitación. Por esto se habla de la “teoría de la evolución” a la vez que se dice “ley de la
gravitación”
La Biblia es un libro de religión y no un libro de ciencia. Agradó a Dios en su infinita
misericordia revelar a los hombres en su Libro, no los principios de la ciencia, sino los
principios de la religión y de la ética, y las grandes verdades acerca de sí mismo. La Biblia
no se expresa en términos científicos, ni emplea un lenguaje científico, o si lo emplea, es de
acuerdo con la terminología de su día.
Con respecto al carácter no científico de la Biblia, dice Sampey: “La precisión científica no
es una parte del propósito del autor, sino un fundamento sólido para la fe en Dios y la
obediencia a sus mandamientos” (ob. cit., pág. 62).
Marcos Dods dice, con respecto al carácter religioso y moral de la Biblia: “Debemos leer
estos capítulos no como un informe cronológico, astronómico, geológico, y biológico, sino
como un concepto moral o espiritual” (The Expositor’s Bible, Vol. I, pág. 1).
Tanto el método del comentarista que quiere relacionar la Biblia con teorías científicas
corrientes en su época, como el de aquel que quiere señalar contradicciones en la Biblia con
estas teorías, y el de aquel que quiere torcer los dichos de la Biblia para hacerlos armonizar
a toda fuerza con la terminología científica en boga, son erróneas.
El escritor del siglo XX que interpreta la Biblia en términos de la ciencia de su día, puede
prever que en el siglo XXI o XXII (aunque él no viva para verlo) sus escritos ya habrán
perdido su utilidad para el lector de aquella época. En cambio, si se limita al campo de la
religión en el que sus dichos tienen autoridad, su libro tendrá valor permanente.
Dios en la creación.
Creo que no sería correcto dejar el tema de la creación sin referirme al lugar de Dios en la
creación.
Hay una hermosura sin comparación en la doctrina bíblica de la creación.
Dios como Creador se declaró no como un ser solitario o egoísta, sino como un ser sin
egoísmo, abnegado, que tiene un deseo de dar vida, y que quiere la comunión con los seres
que ha creado. La creación implica también que el Creador tomó sobre sí cierta
responsabilidad. Implica que Dios estaba dispuesto a sufrir. No se puede concebir que Dios
no se hubiera dado cuenta del pecado en que habían de caer sus criaturas después de que los

ob. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

87
hubiera creado, así como un padre terrenal sabe antes de que su hijo nazca, que éste habrá de
cometer errores.
Tampoco se debe descontar el hecho de que Dios previó el sufrimiento de sus hijos por las
calamidades naturales, por las enfermedades, y por las dificultades. Así como el sufrimiento
de un verdadero padre es siempre mayor que el de su hijo, asimismo hemos de saber que el
sufrimiento del Padre Dios es mucho mayor que el de sus hijos. Dios sabía de antemano que
iba a sufrir y, sin embargo, no vaciló en realizar este gigantesco programa de creación y de
redención, haciéndolo todo con un amor que no encuentra paralelo en este universo, dando,
como la suprema manifestación de su amor, a su propio hijo, mandándolo para que muriera
en una cruz por nosotros.
Hemos de maravillarnos ante el impresionante espectáculo del Creador en acción, de la
Providencia que preveía todas las verdaderas necesidades que iban a experimentar los
hombres, que preveía su caída, y que proveía el remedio y el medio para que se levantaran
otra vez.
1:1. Dios: Heb., Elohim, un sustantivo en número plural, que significa dioses, o Dios. Cuando
significa dioses, se emplea con un verbo plural, y cuando significa Dios, se emplea con un
verbo singular. Viene de una raíz que significa fortaleza, poder.
Algunos ven en el número plural de este sustantivo un reflejo de la doctrina de la Trinidad
(Clarke, etc.). Pero esta doctrina es una del NT y no debe esperarse que esté enseñada
explícitamente en el AT. Véase la nota sobre 1:26.
Los cielos y la tierra: ¿Qué entendemos por cielos y tierra? Creo que con los dos términos
cielos y tierra, abarcamos todo el universo material. En cielos se incluyen el sol, la luna, los
planetas, y las estrellas, aunque no en su forma final (véanse 1:5 y 1:11 y notas). Así como
la tierra no se encontraba en su forma final (1:2), tampoco los cielos; en los vs. 14–19 tenemos
una referencia a la ordenación de los cielos, cuando fueron puestos en su forma final. Tierra
se refiere a lo que no se incluye en cielos, o sea, este globo terrestre sobre el cual vivimos.
1:2. La tierra estaba desordenada y vacía: Desordenada, heb., tohu, quiere decir sin forma,
desolada, sin la condición ordenada que después tuvo. Se trata de la época después del acto
de la creación, antes de que la mano del Creador pusiera en orden el universo.
Vacía: Heb., bohu; ha de entenderse en el sentido de estéril (K y D).
Estaba: Esta palabra se interpreta a veces llegó a ser, y se supone que con la caída del nombre
hubo un cataclismo en la naturaleza que puso a la tierra en una condición caótica. Pero el
verbo es hayah, que significa era, o estaba, (comp. K y D, Lange, etc.), o existía (R. P.
Smith). La idea que se presenta en este versículo es que después del acto inicial de la creación,
reinó el caos antes de que Dios empezara a poner en orden las cosas.
Abismo: Se trata del abismo de las aguas (K y D, Jamieson, etc.), las profundidades del mar,
que lo cubrían todo, no habiéndose formado aún la tierra seca.
Espíritu de Dios: Algunos han querido traducir viento de Dios, o soplo de Dios (R. P. Smith),
y así lo entienden los targumes, e intérpretes judíos. Sin embargo, creo que debemos ver un
elemento personal aquí. Es Dios como un gran Espíritu que penetra y activa todo. Esto lo
podemos decir, sin ver en el pasaje toda la doctrina neotestamentaria de la segunda persona
de la Trinidad (véanse las notas sobre 1:1 y 1:26).

K y Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.


comp. compárese; compárense.

88
1:5. Y fue la tarde y la mañana un día: ¿Sería un día de veinticuatro horas (K y D, etc.), o un
período más o menos largo? Los intérpretes no están de acuerdo, y la Biblia no dice, pero
creo que fue lo último, y así lo entienden R. P. Smith, Lange (Génesis, pág. 131 y sig.), etc.
Comp. 2 Ped. 3:8: “Un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”, y
Sal. 90:4. Comp. Carroll, ob. cit., pág. 86 y sig.
El concepto de tiempo que ha desarrollado el hombre es muy limitado, y es basado sobre los
movimientos mecánicos del mundo en el cual vive, del sol, de la luna, etc., y son
provisionales, como éstos lo son. Dios piensa en términos de eternidad. No debemos limitarlo
en sus acciones a los conceptos finitos humanos en cuanto al tiempo.
Ha de notarse que no fue creado el sol hasta el cuarto día. Así que el día, en el sentido
ordinario de la palabra (es decir, el período en que la tierra gira sobre su eje con referencia al
sol), no existía. Véanse 1:1 y 1:11 y notas.
Ha de recordarse que el término día, aun entre nosotros, es un término relativo. Así usamos
el término día en el sentido de veinticuatro horas, y también referente al período de luz, en
oposición al período de obscuridad, que llamamos noche. En las zonas polares, el día solar
dura unos seis meses, mientras que la noche también dura seis meses.
Cualquiera que procure interpretar las Escrituras de un modo demasiado literal, caerá en
ridiculeces y absurdos.
1:6. Y separe las aguas de las aguas: Esta expresión ha sido interpretada por algunos (Ryle,
por ejemplo), en el sentido de que los hebreos tenían un concepto de que en lo alto había un
gran depósito de aguas, contenidas en un domo metálico del cual venían las lluvias.
Pero es más lógico reconocer que ellos conocían el fenómeno de la evaporación, y la
recolección de estos vapores en forma de nubes, que se condensaban para formar la lluvia.
Creo que tenemos una prueba de esto en lo dicho en 2:6: “Mas subía de la tierra un vapor,
que regaba toda la faz de la tierra.”
R. P. Smith llama a esto “una descripción popular de lo que diariamente vemos: masas de
agua corriente congregadas sobre la superficie de la tierra, y arriba un mundo de nubes al
cual estas aguas se elevan y flotan, lo que no es contrario a las leyes de la ciencia, sino de
acuerdo con ellas.” Véase también la nota que sigue.
1:7. E hizo Dios la expansión: La palabra hebrea que se traduce expansión es raquía, y denota
espacio, expansión, siendo derivada de racá, que significa extenderse (Gesenius).
Las aguas que estaban debajo de la expansión: Estas aguas serían las que se hallaban sobre
la tierra.
Las aguas que estaban sobre la expansión: Serían las nubes (Jamieson, K y D, Lange). No
hemos de esperar una definición en términos de la ciencia moderna meteorológica. El idioma
hebreo carecía de tales términos.
1:11. Produzca la tierra hierba verde: Se ha criticado este versículo con la suposición de que
tiene que haber sol antes de que pueda haber árbol que lleve fruto. Comp. Skinner, Génesis,
pág. 25. Pueden sugerirse varias resoluciones a este problema:
(1) El autor del Génesis no presenta un libro de texto científico.
(2) Los que creen que la creación del sol fue incluída en el acto creador original de la creación
de los cielos, expresado en el Gén. 1:1 (como Terry, en su nota sobre 1:3), no encuentran
dificultad con la creación de la vegetación indicada en el 1:11.

sig. siguiente versículo, o siguiente página.

89
(3) Debe recordarse que puede haber luz sin sol. En efecto, referencia a la creación de la luz
es hecha en el 1:3. Y donde hay luz, puede haber calor, y donde hay luz y calor, puede haber
vida vegetal.
Hay una gran variedad de condiciones en las cuales pueden crecer las plantas. Hay plantas
que pueden brotar y florecer en la obscuridad. Hay plantas que florecen en climas calurosos,
y que morirían en un clima helado, y viceversa. Hay plantas que crecen en el agua, y que
morirían en lo seco, y viceversa. ¿Quién se atreve a decir qué plantas crecían en las épocas
prehistóricas, en el alba de nuestro planeta, o de qué tipo eran, y cuáles eran las condiciones
necesarias para que florecieran?
1:12. Produjo la tierra … árbol que da fruto, cuya simiente está en él: La simiente de un
árbol está en él. Lo maravilloso de la vida es que el poder reproductor de una entidad viviente,
está en sí misma, y así ha sido desde el principio. Por la misma ley, es imposible cruzar los
individuos duos de distintas especies para formar una nueva especie.
1:14. Sean lumbreras en la expansión: Creación del sol y de la luna. Las señales serían como
aquéllas a que se refiere Jesús (Mt. 24:30).
Para las estaciones: Las estaciones del año dependen de los movimientos de los cuerpos
celestiales.
1:20. Produzcan las aguas reptiles de ánima viviente: Mejor: Que las aguas multipliquen
cardumes de seres vivientes. Comp. Moffatt.
1:21. Ballenas: Una palabra general que también puede referirse a serpientes (Ex. 7:9, 10), y
al cocodrilo (Ezeq. 29:3).
1:26. Hagamos al hombre a nuestra imagen: Algunos han visto en este pasaje, así como en
el nombre plural de Dios (Elohim) (V. 1:1 y nota), una designación de la Trinidad, a lo menos,
en germen (Terry, R. P. Smith). Pero creo que tenemos en este pasaje un ejemplo del pluralis
majestatis, el nos del rey (comp. K y D). La doctrina de la Trinidad es una verdad cristiana,
pero no se debe buscar en el primer capítulo del Génesis. Consúltese el capítulo sobre La
Biblia como Revelación de Dios.
¿En qué sentido está hecho el hombre en la imagen de Dios? No es en un sentido físico o
corporal, puesto que Dios es espíritu. Es más bien en un sentido espiritual y moral.
2:1–3. El séptimo día de reposo.
El sábado de la creación, en que Dios cesó su obra creadora (aunque no dejó de obrar: Jn.
5:17), es típico del sábado judío. Siendo un día de descanso, es típico del domingo cristiano,
aunque el primer día de la semana ha sido escogido de entre los otros días, por ser el día en
que Jesús resucitó. Comp. el Apoc. 1:10. Teniendo en cuenta que los primeros seis días
fueron épocas, vemos que el séptimo día de Gén. 2:1–3 corresponde a la época en que
vivimos.
2:5, 6. Aun no había Jehová Dios hecho llover sobre la tierra … Mas subía de la tierra un
vapor, que regaba toda la faz de la tierra: Aquí tenemos el fenómeno del rocío. No había
llovido, pero sí había caído rocío (comp. Adán Clarke).
2:7. Formó … al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su nariz soplo de vida: La
naturaleza dual del hombre se indica aquí: fue hecho del polvo de la tierra, y del soplo de
vida que respiró Dios en su ser.
2:8–15. La ubicación de Edén.
Aquí tenemos el paralelo teológico del problema científico de la ubicación de la “cuna de la
raza”. El problema aquí es la identificación de los cuatro ríos que se mencionan en el pasaje.

V. véase; véanse.

90
El Hiddekel es el Tigris, y el Eufrates así se llama hoy. Estos son los dos ríos importantes de
Mesopotamia.
No conocemos los otros dos ríos. El Gihón ha sido identificado con el Nilo (Josefo, Ant. I.
i.3), de Egipto, o el Oxus (Amu-Daria), de Turquestán (R. P. Smith). El país de Etiopía,
mencionado aquí como aquél que el Gihón rodeaba, sería, si el Gihón fuera el Nilo, el país
de Abisinia; si el Gihón fuera el Oxus, Etiopía sería la región de Cus, en Arabia. El Pisón ha
sido identificado con el Ganges, en India (Josefo, id.), o con el Karún (Kurán), en Persia
(Rask, cit. en Jamieson), que desemboca en el Chat-el-Arab, en Mesopotamia. El Pisón
también podría ser el Fasis de los antiguos (hoy día el Rión), que separaba la Armenia y la
Cólquide. Havilah no sería Havilah de Arabia (10:7 y nota), pero podría ser la Cólquide
(Reland, cit., en K y D).
En general, puede decirse que los cuatro ríos relacionan a Edén con Armenia, o a lo menos
con Mesopotamia.
2:8. Edén: Gozo, placer, deleite. Al oriente: Respecto a las regiones conocidas a los israelitas
(R. P. Smith).
2:12. Bdelio: Quizás alguna substancia resinosa, odorífera, hecha del bálsamo
(balsamodendron mukul), hallada en Arabia y otros países.
Piedra cornerina: Esto sería el berilo, una esmeralda verdemar, y a veces amarilla, blanca, o
azul, cuya composición química es silicato de alúmina con glucina.
En general, es sumamente difícil identificar las piedras preciosas mencionadas en la Biblia.
2:19, 20. Formó … toda bestia … y toda ave … y trajolás a Adam: El relato aquí no es
cronológico. En realidad, el hombre fue formado después que los animales. El hebreo del
verbo formó permite traducir había formado, como de una acción anterior a lo dicho en este
pasaje.
2:19. Adam: La palabra hebrea adam significa hombre, y se emplea también como nombre
propio Adán, referente al primer hombre.
2:23. Será llamada Varona, porque del varón fue tomada: Este es el primer juego de palabras
en la Biblia: isch, hombre, varón, con ischah, mujer, varona. Las palabras se relacionan con
el hecho de que la mujer fue hecha del hombre.
3:1–19. La tentación y la caída.
El llamado Mito de Adapa es un relato babilónico de la caída del hombre.
En el Mito de Adapa, los protagonistas principales son Adapa, el dios Anu, y el dios Ea. Con
el nombre de este último dios mencionado, Ea, un dios del sistema politeísta babilónico,
compárese el nombre Yah, o Jah, un nombre bíblico de Dios (Sal. 68:4). El idioma hebreo
era un dialecto de la misma familia de idiomas que el arameo, pues estos dos nombres de
Dios eran similares. Comp. El, Dios, en el hebreo, con Alá, nombre árabe de Dios (en árabe
al ilah, la Divinidad); el árabe es otro idioma semítico.
Según el relato del Mito de Adapa, éste ha ofendido a su padre-dios Ea, y es llamado a ir al
cielo para responder ante el dios Anu. Ea da a Adapa instrucciones erróneas en cuanto a la
comida que ha de ser puesta delante de él cuando llega al cielo: le dice que no debe comer,
porque esto causaría su muerte. Cuando después, en el cielo, es puesta delante de Adapa una
“comida de vida” para que coma, él rehúsa comerla, creyendo equivocadamente que es

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.


id. ídem (lo mismo), referente a la obra citada antes.
cit. citado.

91
comida de muerte. El dios Anu entonces lo condena a volver a la tierra por su desobediencia,
y así Adapa pierde las bendiciones del cielo.
Este relato nos es de interés por cuanto muestra que en otras naciones había una tradición de
la caída del hombre, aunque inferior, y llena de elementos mitológicos y politeístas. Véanse
las notas sobre el relato babilónico del diluvio, en 6:1–9:29.
3:1. La serpiente era astuta: Skinner llama la atención al hecho de que entre los árabes, aún
en el día de hoy, “toda víbora es considerada como la morada de algún espíritu, a veces malo,
a veces bueno, de modo que … Shaitan (Satanás) se da como designación de la serpiente”.
La serpiente … dijo a la mujer: La serpiente se aparece primero a la mujer, pensando que
sería más fácil engañarla (1 Tim. 2:14), esperando conquistar luego al hombre mediante el
amor que éste sentía hacia su esposa.
¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?: Lo primero que dice a la
mujer, tiene un elemento de escarnio, y arroja una duda sobre lo que Dios había dicho.
3:2, 3. Y la mujer respondió a la serpiente: La mujer contesta afirmativamente, citando los
términos de la prohibición.
3:4, 5. No moriréis … Seréis como dioses: La serpiente niega que se verificará la promesa de
Dios sobre su muerte. Según la serpiente, comer sería mejorar su estado.
3:7. Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos: Perdieron
el sentido de la inocencia (porque ya no eran inocentes), y equivocadamente vieron aquello
que era el símbolo de su inocencia, o sea, su desnudez, como símbolo de su culpabilidad.
Esto es, se confundieron tanto que el símbolo de su inocencia llegó a ser símbolo de su
culpabilidad. Dice Ziegler (cit. en K y D): “Habían perdido aquella ceguera bendita, aquella
ignorancia de inocencia, que nada sabe de desnudez.” Compárese la actitud de la criatura con
respecto a la desnudez. La niñez es el estado que más se acerca al estado de los primeros
padres en Edén. Muchos aspectos de la modestia, como nosotros la conocemos, no son
innatos, sino que son desarrollados.
Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales: Algunos han supuesto (por el
hecho de que han creído difícil que Eva conociera el arte de coser) que aquí no se trata de la
higuera común, sino de una variedad del plátano, Musa paradisíaca, que tiene hojas de tres
metros, (Gesenius, y Tuch, cit. en Jamieson). No se requeriría mucho arte para enredar entre
sí las hojas de una higuera, así que no es necesario buscar una explicación.
Delantales: Ceñidores, o fajas.
3:8–13. El descubrimiento.
El sentimiento de culpabilidad se manifiesta en seguida, en que se ocultan de la presencia de
Dios (3:8). Pero, no pueden quedar escondidos, y apenas Dios los llama, responden (3:9, 10).
La confesión de desnudez es como una confesión de culpabilidad, y Dios pregunta
directamente a Adán si ha comido del árbol (3:11). La contestación del hombre es evasiva
(3:12). Echa la culpa a la mujer. Esta luego arroja la culpa a la serpiente (3:13). Es notable
que el esfuerzo por disculparse es inútil. Igualmente son condenados y castigados.
3:14, 15. Dios dijo a la serpiente … Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente
y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar: La promesa
aquí es a la simiente de la mujer, a saber, a su descendencia, específicamente, a la simiente
espiritual. No se quita con esto la referencia literal del pasaje, que es la enemistad entre el
hombre y la víbora. Pero el significado típico del pasaje ha sobresalido más que el significado
literal, en las mentes de los intérpretes bíblicos. Se refiere, pues, a la única verdadera
simiente, que había de venir por la línea directa de Set, Noé y Abraham, para llegar a ser el
pueblo escogido de Dios, que en la persona de Cristo había de aplastar el poderío de Satanás.

92
Cristo, pues, es la gran simiente de la mujer, prometida aquí, quien, como representativo de
toda la simiente de la mujer, destruye la serpiente. Comp. K y D, Browne, Watts, etc.
La serpiente hirió en el calcañar a este gran descendiente de la mujer cuando lo crucificó en
la cruz, y Cristo hirió en la cabeza a la serpiente mediante su muerte en la cruz, en cuya
muerte se comenzó a cumplir una afirmación que él una vez había hecho: “Ahora es el juicio
de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera” (Jn. 12:31, VM). Cristo
empezó esta obra en la cruz, y la ha de continuar hasta que la perfeccione, al fin del mundo,
con la completa destrucción del reino de Satanás.
Una nota de Félix Torres Amat sobre el v. 15 lo relaciona con la virgen María. Pero se refiere
más bien a Eva.
3:21–24. Los querubines.
Los querubines eran los seres angélicos que guardaban el trono de Dios. Eran representados
en la poesía hebrea como transportando el trono de Dios de un lugar a otro.
Como guardianes del trono, lo son también de la presencia de Dios, y en relación con esto,
su función era la de impedir que el hombre llegara a la presencia divina. Este es el papel que
desempeñan en este pasaje. El pecado del hombre lo había separado de Dios, y ya no tenía
acceso al Edén, símbolo del cielo y de la presencia de Dios. Los querubines estaban presentes
para impedir que el hombre entrase en el Edén.
Una función similar se encuentra en el simbolismo del tabernáculo y del templo: los
querubines se hallaban en el Lugar Santísimo, guardando la entrada a la presencia de Dios, a
donde el hombre podía entrar solamente por medio de la sangre expiatoria, y más
específicamente (como fue revelado más tarde en el evangelio) por medio de la sangre de
Cristo (Heb. 9:11–14).
4:1. Parió a Caín, y dijo: Adquirido he varón por Jehová: El nombre Caín significa
adquirido. Hay, pues, un juego de palabras entre Caín y adquirido he.
Los niños hebreos recibían nombres que tenían algún significado especial. A veces el nombre
reflejaba las circunstancias de su nacimiento, como Benjamín, a quien su madre llamó
Benoní, hijo de mi sufrimiento, porque lo dio a luz en momentos cuando expiraba (Gén.
35:18). Algunas veces el nombre denotaba alguna característica física, como Esaú, que
significaba velloso, nombre que ilustraba la apariencia física de este hombre (Gén. 25:25). El
nombre podía indicar alguna relación espiritual, como Jesús, salvador (Mt. 1:21). O el
hombre recibía más tarde un nuevo nombre para celebrar alguna experiencia, o algún
acontecimiento, como Israel, príncipe de Dios (Gén. 32:28).
Por Jehová: Entre otras ideas que han prevalecido en cuanto al significado de esta frase,
menciono las siguientes:
Calvino: “Mientras Eva se felicita a sí misma por el nacimiento de un hijo, lo ofrece a Dios,
como las primicias de la raza.”
R. P. Smith: “He adquirido un hombre, aun Jehová”, en que ella relaciona al hijo con la
promesa mesiánica, y ve que ya empieza a cumplirse esta promesa en su primer descendiente
(y así interpreta Terry).

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

93
Jamieson: “He adquirido un hombre de (con la ayuda de) Jehová.” Esta parece ser la mejor
interpretación, y se halla en muchas versiones, como la RV, ASV, Nácar-Colunga, Bover-
Cantera, VM, etc.
No se puede comentar todas las interpretaciones de esta frase difícil.
4:2. Después parió a su hermano Abel: Algunos han supuesto que Caín y Abel eran gemelos,
por cuanto se omiten aquí las palabras conoció y concibió (que aparecen en 4:1), y así piensan
Clarke, y David Kimchi, célebre rabino judío del siglo XII, cit. en Lange. Pero esto es basarse
demasiado sobre una omisión casual. La construcción indica sencillamente que tuvo otro hijo
(y así interpretan Lange, Terry, Leupold, etc.).
4:3–5. Los dos sacrificios.
El NT nos enseña que fue por la fe de Abel por lo que su ofrenda fue acepta a Dios (Heb.
11:4). Es esto y no el carácter del sacrificio lo que valía. Esto indica que tanto las ofrendas
incruentas como las sangrientas tenían su lugar en el sistema levítico. No hay lugar en la
Biblia que indique claramente que el carácter del sacrificio de Abel valiera. V. Heb. 11:4 y
12:24 y notas, en mi Comentario sobre la Epístola a los Hebreos.
4:6, 7. Si bien hicieres, ¿no serás ensalzado?: Si Caín hacía bien, entonces él sería ensalzado,
pero si no, entonces el pecado está a la puerta, como animal del bosque que acecha su presa.
A ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él: Si Caín hacía bien, es decir, si se arrepentía, y
ofrecía en fe, su arrepentimiento y su fe le podían devolver la primogenitura.
4:8. Habló Caín a su hermano Abel: V. el Texto del Antiguo Testamento, 2 i, Versión
Samaritana.
4:10. La voz de la sangre de tu hermano clama a mí: Pedía la venganza.
4:14. Cualquiera que me hallare: V. la nota siguiente.
4:15. Siete veces será castigado: Jehová declara que aquél que matare a Caín sería castigado,
y que su castigo sería siete veces más grande que el de Caín. Este dicho parece reconocer que
el acto de Caín, sería de menor culpabilidad que el de aquél que lo asesinara, tal vez porque
la acción de Caín no fue premeditada. En cambio, la acción de un “vengador de sangre” que
matara a Caín sería premeditada, porque él lo haría a propósito. El vengador de sangre (el
“cercano del muerto” de Jos. 20:3, traducido “el vengador de la sangre” en la VM) sería, en
este caso, algún pariente, quizás un hijo de Abel, o un hermano más joven de Caín y Abel.
Señal: El carácter de la señal es desconocido.
4:16. Nod: Desconocido. Comp. extranjero (vs. 12, 14), heb., nad.
4:17. Y conoció Caín a su mujer: Se refiere al acto carnal con la mujer. Quiere decir conocer
sexualmente a la mujer.
La esposa de Caín sería su hermana. Aunque el relato no lo dice, otros hijos habrían nacido
a Adán. El nacimiento de mujeres no se comenta generalmente en una genealogía hebrea. La
prohibición contra el casamiento con parientes, y el concepto de incesto, no existían aún.
4:20–22. Inteligencia en la línea de Caín.
La línea de Caín, aunque impía, tenía habilidad y genio en las artes. Dice Calvino: “Caín …
no era tan maldito por Jehová que no pudiera aún esparcir algunos dones excelentes entre su
posteridad.”

RV English Revised Version, versión revisada de la Biblia, en inglés, hecha en Gran Bretaña, en 1881.
ASV American Standard Version, versión revisada de la Biblia en inglés, de 1901, hecha en
Norteamérica.

94
4:23, 24. Varón mataré por mi herida, y mancebo por mi golpe: Este pasaje obscuro puede
interpretarse así: Lamec ha dado muerte a un hombre en defensa propia: mataré por mi herida
… por mi golpe: “he matado por haberme herido … por haberme pegado” (VM). Sus dos
esposas temen que venga el vengador de sangre, y él explica que así no pasará porque los
hombres temerán la venganza de Dios. Su acción en defenderse, dice, es más justificable que
la de Caín, que mató por celos. Si Dios prohibió la venganza sobre Caín, mucho más en el
caso de Lamec: Si siete veces será vengado Caín, Lamech en verdad setenta veces siete lo
será. Hay una maldición implicada en las palabras de Lamec que detendrían al vengador de
sangre.
4:26b. Entonces los hombres comenzaron a llamarse del nombre de Jehová: El pasaje quiere
decir que los hombres empezaron a invocar a Dios en el nombre de Jehová. Dice Watts: “El
punto importante aquí no es el hecho de que los hombres adoraran, sino que en el nombre de
JHWH adoraron.”
5:1–32. La longevidad de los patriarcas.
La pregunta que se ha presentado a los intérpretes bíblicos, en relación con la tabla de los
patriarcas, es ¿por qué vivieron más tiempo que los hombres modernos?
(1) Hay tablas babilónicas paralelas a esta tabla. Según la tabla babilónica, el rey Arpi reinó
720 años, Barsalnunna reinó 1200 años, etc.
(2) Una explicación es que en este pasaje se emplea la palabra año en otro sentido, referente
a un período de menos tiempo. Así Hensler (cit. en Lange) cree que un año era un período de
tres meses. Raske (cit. en Lange) cree que se refiere a un período de treinta días. Esto último
sería posible si se adoptasen las variantes de la Septuaginta, según la cual Enoc tuvo su primer
hijo a los 165 años, Mahalalel a los 165 años, Cainán a los 170 años, y Enós a los 190. El
lector puede comparar estas variantes con el texto de nuestra versión, y hacer los cálculos
tomando treinta días como la base de un año.
(3) La explicación más común es que en el período antediluviano los hombres aún
conservaban algo de la perfección física con que fueron creados, y por esta razón vivieron
más tiempo (K y D, Terry, etc.). La presencia del pecado en el mundo acortó sus vidas.
5:24. Caminó, pues, Henoch con Dios: El verbo está en la forma hithpael, que acentúa el
carácter mutuo y recíproco de esta caminata de Enoc con Dios.
Desapareció: Enoc no murió, sino que fue llevado al cielo sin morir, como después Elias.
6:1–9:29. El diluvio.
Hay un relato primitivo del diluvio que se halla escrito en la letra cuneiforme de los antiguos
asirios y babilonios, sobre tablillas de barro cocido. Estas fueron halladas en 1852 por Ormuz
Rassam, en Kuyunjik (el antiguo sitio de Nínive), en el palacio en ruinas ele Asurbanipal
(669–626 a. de J. C.). Estas tablillas fueron traducidas en 1872 por Jorge Smith, que trabajaba
en el Museo Británico.
Según el relato babilónico del diluvio, los dioses quisieron traer sobre la tierra un diluvio. Ea
lo hace saber a Utnapistim (que corresponde a Noé), que hace una nave, pone adentro su
plata y oro, sus familiares y parientes, los artesanos, así como animales domésticos. Viene
luego una lluvia con tempestad que trae un diluvio, y todos mueren, menos los que están en
la nave. Después de doce días la nave descansa sobre el monte Nisir (Kurdistán). El séptimo
día, después de encallar, Utnapistim manda una paloma que se vuelve por no encontrar lugar

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).

95
seco. Después suelta una golondrina que también se regresa. Luego envía un cuervo que no
vuelve. Después todos desembarcan, y Utnapistim ofrece sacrificios.
El lector se dará cuenta que las semejanzas entre el relato babilónico y el relato bíblico son
notables. Pero el carácter politeísta del relato babilónico resalta, así como su falta de moral,
y sus elementos mitológicos. Por la providencia de Dios, la tradición correcta fue conservada
por Abraham, quien se crió en Mesopotamia donde se originó el relato babilónico. El
concepto monoteísta de los hebreos, así como su alto concepto moral, y la constante
vigilancia del Espíritu Santo, han hecho que el relato bíblico sea conservado con toda su
pureza y veracidad.
La citación de informes paralelos a la Biblia, los que son tomados de las fuentes
arqueológicas, tienen un valor corroborativo en relación con el relato bíblico. Muestran
cómo, aun entre las naciones paganas, las narraciones más primitivas de la raza eran
conservadas, aunque en forma imperfecta, apareciendo en su forma más alta y correcta en la
Biblia.
6:2–4. Línea de Set y línea de Caín.
Algunos han supuesto que los hijos de Dios, que se casaron con las hijas de los hombres,
eran ángeles, que se casaron con mujeres, (así creían muchos de los Padres de la Iglesia:
Justino, Clemente, Tertuliano, etc.). Pero el pasaje se refiere más bien a los descendientes de
Set que se casaron con mujeres de la línea de Caín (y así creen K y D, Terry, Sampey, Carroll,
etc.). La pía santidad de la línea escogida es, pues, corrompida con esta mezcla con la línea
pagana, lo que hizo necesaria la purificación de la tierra con un diluvio.
6:3. No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre: Aun la paciencia de Dios se
agota, y El cesa de luchar con el espíritu del hombre, tratando de hacer que rectifique su vida.
Serán sus días ciento y veinte años: Este pasaje ha sido entendido como una limitación de la
vida de cada hombre a 120 años. En contra de esto ha de señalarse que después del diluvio
ciertos hombres vivieron más que 120 años: Noé mismo (9:29); Taré (11:32); Abraham
(25:7); Isaac (35:28); Jacob (47:9, 28). Se refiere más bien al plazo de 120 años que Dios
extendió a los hombres para que se arrepintieran, antes que El trajera el diluvio (y así
interpretan K y D, Terry, Carroll, Watts, etc.).
6:4. Había gigantes en la tierra: Estos “gigantes” serían el fruto de las uniones ilícitas entre
hombres de la línea de Set y mujeres de la línea de Caín. La palabra en el original es nefilim
(que la VM traduce así). Denota los que se arrojan (sobre otros). No denota el tamaño físico,
sino el carácter perverso y violento. Yo propongo la palabra salteador como la mejor
traducción.
6:6. Arrepintióse Jehová de haber hecho hombre: Tenemos aquí un antropomorfismo (comp.
Watts), una forma humana de hablar, lo que acentúa el profundo desagrado de Dios.
Literalmente, Dios no se arrepiente, por cuanto el arrepentimiento implica el defecto y el
desconocimiento, y Dios siempre conoce todos los resultados de sus acciones. Pero Dios
puede raer lo que ha creado, como expresión práctica de su desagrado.
6:9. Noé … perfecto fue: El adjetivo perfecto se emplea aquí en el sentido relativo de justo,
y no en el sentido absoluto de perfección.

K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.


VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.
comp. compárese; compárense.

96
6:14. Hazte un arca de madera de Gopher: Esta madera no puede ser identificada
seguramente, pero posiblemente es el pino, o cedro, o con más probabilidad el ciprés, un
árbol que abunda en Armenia.
Harás aposentos en el arca: Literalmente, nidos, cámaras.
Embetunarás con brea: Se trata de una substancia resinosa, como asfalto, o quizás la resina
del ciprés.
6:15. La medida hebrea del codo.
El largo del codo es inseguro. Algunos eruditos han hecho esfuerzos muy extensos para
determinarlo. El lector puede consultar algunas de las enciclopedias bíblicas mencionadas en
la bibliografía.
Entre los hebreos se usaban a lo menos dos medidas distintas que se denominan codo. Las
autoridades no están exactamente de acuerdo en cuanto a estas medidas, aunque varían poco
entre sí. Sigo las conclusiones de G. F. Hill, en la Encyclopaedia Biblica de Cheyne, artículo
Weights and Measures. Según este autor, la medida más larga, que sería la “medida antigua”
de la VM en 2 Crón. 3:3, o sea, el codo sagrado, sería de 52.5 centímetros, mientras que la
medida más corta sería de 45 centímetros.
Aquí en Gén. 6:15 se trata del codo antiguo, o sagrado, el de 52.5 centímetros. Las
dimensiones del arca serían pues: su longitud, 157.5 metros; su anchura, 26.25 metros; su
altura, 15.75 metros.
6:16. Una ventana harás: Desde luego, esta ventana no sería de vidrio. Se trata de una
abertura que servía para que entrara luz y aire.
6:18. Estableceré mi pacto contigo: Según los términos del pacto, Dios guardaría a Noé y a
su familia. Se entendía que éstos creerían y obedecerían.
7:2. De todo animal limpio te tomarás de siete en siete: De los animales limpios se tomó uno
más, que había de servir para sacrificio.
7:10. Al séptimo día las aguas del diluvio fueron sobre la tierra: La tradición judía nos dice
que se esperaron siete días para que se terminase el período de endecha para Matusalem, que
murió en el año del diluvio (R. P. Smith).
7:11. Fueron rotas todas las fuentes del grande abismo: Un terremoto en el seno del océano
podía haber causado este fenómeno.
8:7. Envió al cuervo, el cual salió, y estuvo yendo y tornando: Algunos comentaristas siguen
el targum al interpretar este pasaje como indicando que el cuervo no volvió más (Jamieson,
K y D, Ryle, etc.). Pero parece mejor interpretarlo en el sentido de que, en la mañana salía,
y en la tarde volvía al arca (y así entienden R. P. Smith, Lange, etc.).
8:20. Y edificó Noé un altar a Jehová: El altar mencionado aquí es el primero que se registra
en la Biblia, aunque, en el relato del sacrificio de Abel, se implica la existencia de un altar.
8:21. Y percibió Jehová olor de suavidad: La expresión es antropomórfica (comp. Watts).
No implica que Dios tenga narices como un hombre. Desde luego, puesto que Dios es un ser
espiritual, no se manifiesta en términos del cuerpo físico del hombre. El pasaje es, pues,
figurado. Se describe a Dios en términos humanos para hacer más comprensible el hecho de
su agrado con la ofrenda que Noé había hecho. El pasaje quiere decir que Dios miró con
agrado al corazón consagrado de Noé, que se inclinaba hacia El en adoración, y que buscaba
el perdón de sus pecados.
Olor de suavidad: Heb., olor de descanso, o de satisfacción, o de deleite.
9:13. Mi arco pondré en las nubes, el cual será por señal de convenio: La Biblia hebrea dice
aquí: Mi arco puse (he puesto) en la nube, y será como símbolo del pacto. Tenemos aquí un
verbo perfecto en la forma cal: nathati, referente a acción pasada, que se debe traducir he

97
puesto, o puse. Esto quiere decir que el arco iris ya aparecía en el cielo. Desde este tiempo
adquirió nueva significación. Comp. Sampey.
9:18–27. La maldición de Canaán.
Por qué se menciona aquí el nombre de Canaán y no el de Cam ha confundido a los
intérpretes.
La tradición judía dice que Canaán estuvo presente, vio primero al abuelo Noé, y luego
informó al padre Cam (Orígenes).
Es más probable que en este antiguo poema, heredado de una lejana época del pasado, el
nombre de Cam fue sustituído más tarde por el de Canaán, quizás en la época de Moisés.
Canaán era el antepasado de los descendientes de Cam que más tenían que ver con los
israelitas. Era antepasado de los cananeos, jebuseos, etc., habitantes de la tierra de Canaán,
tierra que recibió su nombre de este hijo de Cam. Estas tribus fueron los enemigos de los
israelitas desde Moisés hasta Salomón. Así que el poema se refiere especialmente a los
descendientes de Canaán, los cananeos, como los que reciben el castigo de Dios. Comp.
Carroll, Dods, Butler, etc.
Pero el castigo de Dios no fue llevado a cabo sobre los cananeos de una manera arbitraria,
aparte de la propia indignidad de ellos. Estos mismos pecaban al ejemplo de su antepasado,
compartiendo el espíritu irreverente y sensual que él tenía, y mereciendo el castigo que
recibieron. Y la vista profética de Noé vio que los descendientes de Cam tendrían un carácter
como él, y merecerían y tendrían tal castigo. Véase el capítulo sobre el Problema Moral de
la Conquista de Canaán, en Libro II, Tomo II.
En relación con la maldición de Noé sobre Canaán, debemos lamentar la costumbre de
algunos predicadores de épocas pasadas que decían que la esclavitud y la sujeción de ciertas
razas del Africa era permisible, por cuanto Dios así lo había ordenado, y lo había anunciado
por medio de Noé.
9:27. Engrandezca Dios a Japhet: Sería tiempo futuro, engrandecerá. Se refiere a la gran
extensión de esta raza sobre la superficie de la tierra (comp. R. P. Smith, Carroll, etc.).
Y habite en las tiendas de Sem: Tiempo futuro: habitará. Probablemente tiene un significado
espiritual, referente a la influencia religiosa que los descendientes de Sem (especialmente los
hebreos) habían de tener sobre las naciones de la tierra. Los descendientes de Jafet habitan
en las tiendas espirituales de Sem. Y así lo entienden Lange, Terry, Pratt, Carroll, etc.
10:1–32. La tabla de las naciones.
Esta tabla es más bien etnográfica y no etnológica, es decir, no es una división de razas según
sus características físicas, sino según los aspectos exteriores de sus actividades. No es
tampoco una tabla lingüística, puesto que muchos de los descendientes de Cam (los cananeos,
por ejemplo) hablaban idiomas semíticos.
No es una tabla completa, sino que trata solamente a aquellos pueblos con quienes tenían
contacto los hebreos: con quienes tenían relaciones comerciales, políticas, culturales, etc.
Muchos de los nombres que aparecen en esta tabla son de naciones, y no de personas. La
terminación—im es plural, y denota una nación: Mizraim (10:13), Egipto; Lehabim (10:13),
Líbico; etc. Los vs. 15–18 también se refieren a pueblos.
Hay mucha incertidumbre en cuanto a la identidad de algunos de los pueblos mencionados
en la lista.
Doy notas amplias sobre esta tabla por cuanto muchas veces se mencionan los nombres de la
tabla, en las páginas de la Biblia.
Los hijos de Noé se dan en 5:32 y 10:1 como Sem, Cam, y Jafet. En esta tabla se dan en el
orden: Jafet, Cam, y Sem. No sabemos por qué se ha cambiado el orden aquí, a no ser que se

98
traten los pueblos en el orden de su importancia para el pueblo hebreo y el relato bíblico. Así
la línea de Cam, por ser algunos de sus descendientes habitantes de Canaán, toca íntimamente
a los hebreos, así que se pone inmediatamente antes de Sem en la tabla. La línea semítica es
la que ha de figurar en la narración sagrada que sigue, así que el autor la pone por último.
10:2–5. Los descendientes de Jafet.
Se trazan catorce ramas de la familia de Jafet. Estas se hallaban principalmente en Asia
Menor, pero se extendían hacia el oriente a Armenia, hacia el norte hasta el mar Caspio, y a
ambos lados de éste, y hacia el occidente se extendían en Europa hasta el Atlántico.
10:2. Los hijos de Jafet.
Gomer: Mencionado en Ezeq. 38:6. Probablemente los progenitores de los cimerios, pueblo
que invadió a la Lidia en el siglo VII a. de J. C. Son llamados gimirrai en las inscripciones
asirías (Price, The Monuments and the Old Testament, pág. 132).
Magog: Antepasado de los pueblos que más tarde ocupaban la región que se extendía desde
el Cáucaso hasta el mar Caspio, los escitas (Josefo, Ant. I. vi. 1).
Madai: Progenitor de los medos que ya en el siglo IX a. de J. C. vivían en los montes de
Armenia y Persia.
Javán: Grecia. Con esta palabra se relaciona Jonia, una región de Grecia. El término Javán
denota los griegos de Asia Menor. Se compara con Jamanai, o Jamnai, en las inscripciones
asirias. Comp. Is. 66:19; Ezeq. 27:13; Dan. 8:21; 10:20; Joel 3:6; en el texto hebreo de estos
pasajes, aparece la forma Yawán, Javán.
Tubal: En las inscripciones asirias es Tabal (Price, ob. cit., pág. 134). Josefo creía que se
refería a Iberia, y podría ser la Iberia asiática, entre el mar Caspio y el mar Negro (Josefo,
id.).
Meshech: La Septuaginta menciona a Mesec en relación con Tubal y Javán, en Is. 66:19. En
las inscripciones asirias aparece en la forma muski (muskai) (Price, id.).
Tiras: Tracia (Josefo, id.), que algunos creen el sitio original de los godos y escandinavos
(Jamieson), aunque esto no es seguro.
10:3. La descendencia de Gomer.
Ashkenaz: Hay una referencia en Jer. 51:27 (VM) en que el profeta convoca a los reinos de
Armenia, de Mini, y de Askenaz a reunirse en contra de Babilonia. En las inscripciones
asirias se dice Ashguzai (Price, ob. cit., pág. 135). Según una tradición judía, eran los
alemanes (K y D).
Riphat (Diphat): Este nombre es de insegura identificación, y hay varias opiniones, entre las
cuales hay la idea de que se refiere a los Cárpatos, sistema de montañas de Europa central,
especialmente Hungría.
Togorma: Armenia (véase Ezeq. 27:14).
10:4. Los descendientes de Javán.
Javán: Véase 10:2.
Elisa: Josefo dice Eolia (id.). El targum lo pone en Italia meridional, o Sicilia.
Tarsis: Se identifica con Tartesas (Tarteso, o Tartéside) de los escritores griegos y latinos,
una región del sur de España.
Kittim: Chipre.

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.


ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).
id. ídem (lo mismo), referente a la obra citada antes.

99
Dodanim (Rodanim): Algunos lo han identificado con Dárdano, fundador legendario de
Troya, progenitor de los romanos y troyanos (Hurlbut, A Bible Atlas, pág. 9). Otros lo
identifican con Rodas (prefiriendo la segunda variante, Rodanim), en el mar Egeo (Ryle, R.
P. Smith, Driver, etc.).
10:5. Las islas de las gentes: La VM traduce “costas de las naciones.” Se refiere a los países
que fueron accesibles por mar. Comp. Is. 11:11; Jer. 25:22.
10:6–20. Los descendientes de Cam.
Este grupo se hallaba principalmente en Africa, pero se extendía hacia el norte hasta Canaán,
y hasta el sur de Arabia.
10:6. Los hijos de Cam.
Cush: Según un uso de la palabra hebrea (kusch), era Etiopía, y Nubia, en Africa. Según otro
uso del término, denotaba una región en el oeste de Arabia (Núm. 12:1). En diferentes
pasajes, pues, se refiere a ambas regiones. Aquí es la región en Africa; en 10:7 se refiere a la
región en Arabia.
Mizraim: Egipto: desde Palestina hasta la región occidental del Africa septentrional.
Phut: Sería algún pueblo africano. Price dice la región a ambos lados del mar Bermejo (ob.
cit., pág. 137). En general, puede identificarse con Libia (K y D, Terry, Hurlbut, etc.).
Canaán: En Palestina.
10:7. La descendencia de Cus.
Cush: Una región en el oeste de Arabia. Véase la nota sobre 10:6.
Seba: Según Terry, Jamieson, etc., sería Meroe, en los límites de Egipto y Etiopía. Pero más
probablemente se refiere a un país en el sur de Arabia (Bennett, Driver, etc.).
Havila: En Arabia.
Sabta: En el sur de Arabia.
Raama: En el sudeste de Arabia.
Sabtecha: Desconocido, pero en alguna parte de Arabia.
Sheba: En el este de Arabia.
Dedán: En el este de Arabia.
10:8, 9. Nimrod: Un nombre propio; fundador de varias grandes ciudades de Babilonia.
Véanse 10:11, 12 y notas.
10:10. Babel: Babilonia.
Erech: Una ciudad de la Babilonia primitiva, Uruk.
Accad: Una región en el norte de Caldea.
Calneh: Una ciudad de la Babilonia antigua.
Shinar: Nombre antiguo de toda la tierra de Babilonia.
10:11, 12. Las ciudades de Nimrod.
De aquesta tierra salió Assur, y edificó a Nínive, etc.: Es mejor traducir: De aquella tierra
salió (Nimrod) a Asur (Asiria), y edificó a Nínive. Y así traducen Terry, Jamieson, Bennett,
Carroll, etc.
Assur: Asiria.
Nínive: Antigua capital de Asiria.
Rehoboth: Mejor con la VM: Rehobot-ir: ciudad de Asiria.
Calah: Ciudad de Asiria, cerca de Nínive.
Ressen: Ciudad entre Nínive y Calah, cuyo sitio es desconocido.
10:13, 14. La descendencia de Mizraim.

100
Mizraim: V. la nota sobre 10:6.
Ludim: Jer. 46:9 (Lut); Ezeq. 30:5 (Lidia). Una tribu de Africa, según una opinión; según
otra, se refiere a los habitantes de Lidia, en Asia Menor.
Anamim: Nada se sabe. Por su relación con Mizraim, su posición sería en Africa, y
posiblemente en Egipto.
Lehabim: Líbico, pequeña región al oeste del Delta del Nilo, pero no debe confundirse con
el país Libia (Phut, o Put), referido en 10:6. Comp. Nah. 3:9.
Naphtuhim: Algunos creen que sería la costa septentrional de Egipto (K y D), pero mejor es
la opinión de que sea Menfis, ciudad de Egipto (Hurlbut).
Pathrusim: Patros, mencionado en Is. 11:11; Jer. 44:1; etc. Es el Egipto meridional.
Casluim: Desconocido. Algunos dicen que fue una región desolada y seca entre Egipto y
Palestina (Jamieson), o cerca de Gosén (Hurlbut).
Filisteos: Según el texto masorético, y C. de V., se dice: Casluim, de donde salieron los
Filisteos, y a Caphtorim. Sabemos que los filisteos fueron de Caftor, por Deut. 2:23, Jer.
47:4, y Am. 9:7, pues se suscita aquí una dificultad.
Algunos han procurado resolver la dificultad, conservando el texto de C. de V. (que también
tiene la VM), con la suposición de que fuera una colonia de los caslujitas, la que fue
fortalecida después con colonos de los caftoritas, o sea, de Creta, y así creen K y D, Jamieson,
R. P. Smith, etc.
Una idea parecida es sugerida en la traducción de Bover-Cantera: “Los Kaslujitas, de donde
procedieron los Filisteos, y los Kaftoritas”, y en las versiones de FTA, y Nácar-Colunga.
La mejor explicación es que tenemos una transposición en el texto, que se arreglaría poniendo
la frase de donde salieron los Filisteos después de Caphtorim, y así lo explican Bennett,
Ryle, Driver, etc. Comp. Deut. 2:23; Jer. 47:4; Am. 9:7.
Caphtorim: Generalmente identificado con los cretenses, de Creta.
10:15–19. Los descendientes de Canaán.
Doy notas breves aquí. Una exposición más amplia se hallará en Libro. II, Tomo II, en el
capítulo sobre la Tierra de Canaán, 3, Los habitantes antiguos de la tierra.
10:15. Canáan: V. las notas sobre 9:18–27 y 10:6.
Sidón: Un nombre propio, progenitor de los habitantes de Sidón, la ciudad más antigua de
Fenicia.
Heth: Un nombre propio. Los heteos eran una de las razas formidables de Asia Menor, Siria,
y Palestina.
10:16. Jebuseo: Una tribu de las sierras cerca de Jerusalén. Ocupaban esta ciudad aún en el
tiempo de David (2 Sam. 5:6–9).
Amorrheo: Una tribu poderosa de Palestina, en ambos lados del Jordán. En Gén. 15:16 y
48:22, el nombre es sinónimo con cananeo.
Gergeseo: Mencionado en 15:21; Deut. 7:1; Jos. 24:11. Su situación en Palestina es incierta;
no sabemos si podemos identificarlos con los gergesenos de Mt. 8:28.
10:17. Heveo: Hallamos esta tribu en Siquem (34:2), en Gabaón (Jos. 9:7), y “debajo de
Hermón en tierra de Mizpa” (Jos. 11:3).
Araceo: La ciudad de Arca, o Arce, en Fenicia, cuyas ruinas se ven ahora a veinte kilómetros
al norte de Trípoli, en Siria.

V. véase; véanse.
C. de V. Versión española de Cipriano de Valera de la
FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.

101
Sineo: En el Líbano, siendo su sitio exacto desconocido.
10:18. Aradio: La isla rocosa de Arvad, al norte de Trípoli.
Samareo: Una tribu de Fenicia.
Amatheo: Una tribu en la parte septentrional de Siria. Comp. Hamat, o Emath, Núm. 13:22
(VM 13:21); 1 R. 8:65; una ciudad de Siria.
Cananeos: El término general para todos los descendientes de Canaán.
10:19. El término de los Cananeos: Los límites generales de los cananeos: desde Sidón en el
norte, hasta Gerar en el sur, hasta Gaza en el sudoeste, hasta las ciudades de la Pentápolis del
Jordán, en el sudeste de Palestina, hasta la antigua ciudad de Lasa en el norte (véase nota
después).
Sidón: Una ciudad de Fenicia, comentada en 10:15.
Gerar: Cerca de Beer-seba, en el sur de Palestina, ciudad de los filisteos.
Gaza: Ciudad importante de los filisteos, en el sudoeste de Palestina.
Sodoma, Gomorra, Adma, y Zeboim: Cuatro de las cinco ciudades de la Pentápolis del
Jordán, que fueron destruídas a causa de su iniquidad (Gén. 19:1–26), siendo la otra ciudad
del grupo, Zoar. Estas ciudades estaban en la región alrededor del mar Muerto, algunos creen
al sur, otros al norte.
Lasa: Ciudad del norte que algunos identifican con Laís (Juec. 18:7), cuyo nombre fue
cambiado en Dan.
10:21–31. Los descendientes de Sem.
Cinco ramas de la familia de Sem se notan aquí. En general, los pueblos semíticos se hallaban
en Arabia, Siria, y Mesopotamia.
10:21, 22. Heber: El antepasado de los hebreos, ismaelitas, y algunas tribus de árabes, por la
línea de Arfaxad.
Elam: Antiguo estado de los elamitas, la Elimaida de los griegos y romanos, de que era capital
Susa.
Assur: Asiria.
Arphaxad: Una provincia de Asiria que los griegos llamaban Arrapaquitis, cerca de Armenia.
Pero V. 10:24 y nota.
Lud: Lidia, en Asia Menor.
Aram: Los arameos del norte de Mesopotamia y Siria.
10:23. Los descendientes de Aram.
Uz: En el norte de Arabia. Es el país de Job (Job 1:1).
Hul: En Siria.
Gether: Siria (Bennett), o Mesopotamia (Jamieson), o Arabia (Lange).
Mas: Bennett lo localiza en Siria, pero es más probable que estaba en Mesopotamia (Clarke,
Jamieson, K y D, etc.).
10:24–30. Los descendientes de Arfaxad.
10:24. Arphaxad: Antepasado de hebreos y árabes. V. 10:21, 22 y nota.
Sala: Padre de Heber, y antepasado de Abraham.
Heber: V. 10:21, 22 y nota.
10:25. Peleg: Este nombre significa división. Hay varias explicaciones de la expresión
Porque en sus días fue repartida la tierra:.
(1) Que se refiere a la separación de los pueblos en Babel (Ryle, K y D, Driver).
(2) Que se refiere a la división de Mesopotamia en canales (Sayce, cit. en Ryle).

cit. citado.

102
(3) Que indica la repartición de la tierra por Noé (Jamieson).
(4) Que se refiere a la división de la raza en dos linajes, el de los árabes (Joctán), y el de
Abraham (Peleg), y así cree Lange.
Prefiero la primera explicación, con respecto a la separación en Babel.
Peleg: Los semitas del norte.
Joctán: Los semitas del sur (Arabia).
10:26–30. Línea de Joctán.
Los nombres en este grupo representan diferentes tribus de Arabia.
10:26. Almodad: Alguna tribu del sudeste de Arabia.
Sheleph: Comp. la tribu árabe que hoy día se llama Beni Sulaf.
Hazarmaveth: Comp. el país en el sur de Arabia, en la costa del mar, Hadramaut.
Jera: Posiblemente la fortaleza de Gerakh, en el Neyed.
10:27, 28. Hadoram, Uzal, Dicla, Obal, Abimael: Estos lugares estaban en Arabia, aunque
su ubicación exacta es incierta.
Seba: Los sabeos (Job 1:15), en el sur de Arabia.
10:29, 30. Ophir, Havila, Jobad: En Arabia, pero no se sabe dónde.
Mesa: Un distrito de Arabia, pero desconocido.
Sephar: Probablemente lo mismo como Dafar, o Dhafar, nombre de varios pueblos en el sur
de Arabia.
11:1–9. La torre de Babel.
Una característica universal de la arquitectura babilónica fue la torre (zigguratu), y en cada
ciudad había una que servía como templo religioso.
El propósito de los edificadores de la torre descrita en el Génesis, no fue para tener acceso al
cielo, sino para que la torre fuese vista desde lejos, y así sirviera de punto de unión para los
habitantes de la tierra. Comp. Pratt. Ellos querían conservar la unidad, para que no hubiera
más que una nación y que ellos fuesen engrandecidos en esta nación (hagámonos un nombre).
Dios se puso en contra de ellos, y los esparció, por cuanto el propósito de El tenía que ser
desarrollado mediante un pueblo escogido, cuyos conocimientos superiores de la religión no
debían ser suprimidos por la tiranía pagana de una dictadura universal.
11:5. Y descendió Jehová: Una figura antropomórfica. Aunque Dios es un ser espiritual, y
omnipresente, a veces las Escrituras lo describen en términos humanos. V. 6:6 y 8:21 y notas.
11:10–32. Genealogía de Abraham.
Existen variantes en las versiones que hacen imposible el cálculo de la cronología entre Noé
y Abraham. Según el texto samaritano, hubo 942 años entre Sem y Abraham; en cambio, la
Septuaginta da 1172 años, y el texto masorético da 292 años. Por esta razón resulta imposible
fijar la cronología de este período.
11:31. Ur de los caldeos.
Esta ciudad, ciudad nativa de Abraham, ha sido identificada con Mugheir (Mugayyar),
antiguas ruinas a 250 kilómetros del mar. Ur se hallaba probablemente, en los tiempos de
Abraham, en el Golfo Pérsico, pero durante los cuatro mil años que han transcurrido, los ríos
han ido depositando el aluvión hasta aislar estas ruinas del golfo.
Harán: La segunda vez que aparece en este versículo es el nombre de una ciudad, VM, Carán
(heb., jarán), y la primera vez es nombre de un hermano de Abraham (heb., harán). Como
ciudad, es llamada “ciudad de Nacor” en 24:10, hermano de Abraham. Estaba en el norte de
Mesopotamia. Léase la nota sobre 24:10.
PARTE II

103
PERIODO PATRIARCAL
(Desde Abraham hasta José)
Gén. 12:1–50:26
El segundo período de la Historia Primitiva de los Hebreos es el Período Patriarcal, cuyo
relato está contenido en Gén. 12:1–50:26. Incluye la historia de la familia de la cual había de
tener su origen la raza escogida, desde la entrada de Abraham en la tierra prometida hasta la
ida de Jacob a Egipto.
La importancia del Período Patriarcal estriba en que en él se echan los fundamentos de la
nación, y se completa el período de preparación de la familia de la cual había de provenir la
nación.
Este período se divide en seis partes de acuerdo con el siguiente bosquejo:
A. VIDA DE ABRAHAM. Gén. 12:1–25:11.
B. VIDA DE ISMAEL. Gén. 25:12–18.
C. VIDA DE ISAAC. Gén. 25:19–28:9.
D. VIDA DE JACOB. Gén. 28:10–35:29.
E. VIDA DE ESAU. Gén. 36:1–43.
F. VIDA DE JOSE. Gén. 37:1–50:26.
A. VIDA DE ABRAHAM
Gén. 12:1–25:11
Introducción a la Vida de Abraham
La fecha del nacimiento de Abraham es desconocida, pero se cree que sería en el siglo XXI
o XXII a. de J. C. Se cree que el rey Amrafel que se menciona en Gén. 14:1 se identifica con
Hamurabi, que reinó en Babilonia alrededor de 2150? a. de J. C. Según la mejor opinión,
Abraham nació en 2166 a. de J. C. La cronología de Usserius (ahora rechazada) fija 1996 a.
de J. C. como fecha del nacimiento de Abraham.
Abraham se distingue como uno de los grandes hombres de la antigüedad. Erdman lo llama
“el más importante y colosal protagonista que haya aparecido sobre el escenario de la historia,
antes del nacimiento de nuestro Señor” (C. R. Erdman, The Book of Genesis, pág. 50).
Abraham es reverenciado por los fieles de tres religiones: los judíos, los cristianos, y los
mahometanos. Para el cristiano es uno de los grandes ejemplos de fe y de fidelidad al Dios
en quien confiaba.
En medio de una nación idólatra, donde nació, en Caldea, este hombre resalta como adorador
de un Dios invisible. En medio de un politeísmo muy bajo, él se presenta como un seguidor
del monoteísmo, porque adoraba a un solo Dios. Es uno de los primeros misioneros: dejó su
propio país para ir a un país extranjero, obedeciendo un llamamiento que oía de Dios. Seguía
una misión que tenía motivos espirituales, y que proseguía la gran finalidad de establecer el
culto del verdadero Dios en un país ajeno.
En la lista de héroes de fe, el nombre de Abraham ha de ponerse entre los primeros. Este
hombre, por su fe en las promesas de una herencia invisible, nunca realizada durante su vida,
ha hecho una obra mayor en el establecimiento del reino eterno de Dios. A la vez, se ha
constituído en tipo y ejemplo de todos los creyentes que han buscado “una patria … mejor,
es a saber, la celestial” (Heb. 11:14–16).
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE ABRAHAM
Gén. 12:1–25:11
1. Llamamiento de Abraham. 12:1–9.
i. Promesa a Abraham. 12:1–3.

104
ii. Ida de Abraham a Canaán. 12:4–6.
iii. Aparecimiento de Jehová a Abraham. 12:7.
iv. Migraciones al sur. 12:8, 9.
2. Primera inmigración de Abraham a Egipto. 12:10–20.
i. El hambre. 12:10.
ii. Instrucción de Abraham a Sara. 12:11–13.
iii. Sara llevada al palacio de Faraón. 12:14–16.
iv. Castigo a Faraón. 12:17.
v. Devolución de Sara al esposo. 12:18–20.
3. Separación de Abraham y Lot. 13:1–18.
i. Vuelta a Betel. 13:1–4.
ii. Causa de la separación: contienda. 13:5–7.
iii. La proposición de Abraham. 13:8, 9.
iv. La elección de Lot. 13:10, 11.
v. La separación. 13:12.
vi. Iniquidad de los hombres de Sodoma. 13:13.
vii. Nueva reafirmación de la promesa a Abraham. 13:14–17.
viii. Migración de Abraham a Hebrón. 13:18.
4. Guerra de los cuatro reyes en contra de cinco. 14:1–24.
i. Rebelión de los cinco reyes de Canaán. 14:1–4.
ii. Campaña en el oriente de Canaán. 14:5–7.
iii. Vencimiento de los cinco reyes. 14:8–12.
iv. Victoria de Abraham. 14:13–16.
a. Informe a Abraham. 14:13.
b. Persecución de las fuerzas invasoras. 14:14.
c. El ataque. 14:15.
d. El triunfo. 14:16.
v. Vuelta triunfal de la batalla. 14:17–24.
a. Encuentro de Abraham con el rey de Sodoma. 14:17.
b. Bendición de Melquisedec. 14:18–20.
c. Negación de Abraham a tomar parte del botín. 14:21–24.
5. Visión de Abraham y confirmación del pacto. 15:1–21.
i. Promesa de un heredero y de una descendencia. 15:1–6.
ii. La señal. 15:7–17.
a. Pedido por una señal. 15:7, 8.
b. Preparación para la señal. 15:9–11.
c. El éxtasis. 15:12.
d. Profecía de la peregrinación en Egipto. 15:13–16.
e. El horno humeante. 15:17.
iii. El pacto. 15:18–21.
6. Nacimiento de Ismael. 16:1–16.
i. Abraham y Agar. 16:1–4.
ii. Sara y Agar. 16:5, 6.
iii. Encuentro de Agar con el Angel de Jehová. 16:7–14.
iv. Nacimiento del hijo Ismael. 16:15.
v. Edad de Abraham. 16:16.
7. El pacto de la circuncisión. 17:1–27.

105
i. Nuevo aparecimiento de Dios a Abraham y renovación del pacto. 17:1, 2.
ii. Cambio del nombre de Abraham. 17:3–8.
a. Establecimiento del pacto. 17:3, 4.
b. El nuevo nombre. 17:5.
c. Términos del nuevo pacto. 17:6–8.
iii. Señal del pacto: la circuncisión. 17:9–14.
iv. Promesa del hijo que nacerá a Sara. 17:15–22.
a. Cambio del nombre de Sara. 17:15.
b. Promesa del hijo. 17:16.
c. Incredulidad de Abraham. 17:17.
d. Petición de Abraham tocante a Ismael. 17:18.
e. El pacto con Isaac. 17:19.
f. Bendición de Ismael. 17:20
g. Repetición de la promesa sobre Isaac. 17:21, 22.
v. Circuncisión de Abraham y de su familia y de su tribu. 17:23–27.
8. Aparición de Jehová en Mamré. 18:1–33.
i. Introducción. Lugar y circunstancias. 18:1.
ii. Hospitalidad de Abraham. 18:2–8.
iii. Promesa del hijo, y risa de Sara. 18:9–15.
iv. Propósito de Dios de destruir a Sodoma. 18:16–21.
v. Partida de los dos varones. 18:22a.
vi. Intercesión de Abraham por Sodoma. 18:22b–32.
vii. Partida de Jehová. 18:33.
9. Destrucción de Sodoma y Gomorra. 19:1–38.
i. Hospitalidad de Lot. 19:1–3.
ii. Ataque de los hombres de Sodoma. 19:4–11.
iii. Advertencia a los parientes. 19:12–14.
iv. Salida de la ciudad. 19:15–17.
v. Pedido de Lot por permiso de estar en Zoar. 19:18–23.
vi. Destrucción de las ciudades de la llanura. 19:24, 25.
vii. Castigo de la esposa de Lot. 19:26.
viii. Conocimiento de Abraham tocante a la destrucción de las ciudades. 19:27, 28.
ix. Bendición de Jehová a Lot por causa de Abraham. 19:29.
x. Las dos hijas de Lot y su incesto con el padre. 19:30–38.
10. Abraham y Abimelec. 20:1–18.
i. Sara en el palacio de Abimelec. 20:1, 2.
ii. Advertencia a Abimelec en sueños. 20:3–7.
iii. Informe de Abimelec sobre su sueño. 20:8.
iv. Reprensión a Abraham por Abimelec. 20:9, 10.
v. Explicación de Abraham. 20:11–13.
vi. Compensación de Abimelec a Abraham. 20:14–16.
vii. Oración de Abraham por las esposas de Abimelec. 20:17, 18.
11. Nacimiento de Isaac. 21:1–21.
i. Nacimiento del hijo prometido. 21:1–7.
ii. Expulsión de Ismael. 21:8–21.
a. El motivo. 21:8–10.
b. Tristeza de Abraham. 21:11, 12.

106
c. Bendición de Ismael. 21:13.
d. Envío de Agar y de su hijo. 21:14.
e. Desesperación de Agar en el desierto. 21:15, 16.
f. Palabra de Dios a la mujer. 21:17, 18.
g. La fuente de agua. 21:19.
h. Crecimiento de Ismael. 21:20.
j. Casamiento de Ismael. 21:21.
12. Alianza entre Abraham y Abimelec. 21:22–34.
i. Petición de Abimelec por una alianza. 21:22, 23.
ii. Accesión de Abraham. 21:24.
iii. Disputa sobre el pozo. 21:25, 26.
iv. Confirmación de la alianza. 21:27–30.
v. Origen del nombre Beer-seba. 21:31.
vi. Separación de Abraham y Abimelec. 21:32.
vii. Permanencia de Abraham en Filistea. 21:33, 34.
13. Sacrificio de Isaac. 22:1–19.
i. El mandamiento. 22:1, 2.
ii. El viaje a Moría. 22:3, 4.
iii. Partida de Abraham e Isaac para el sacrificio. 22:5, 6.
iv. Sorpresa del hijo por la falta de ofrenda. 22:7, 8.
v. Preparación para el sacrificio. 22:9, 10.
vi. Contraorden del ángel. 22:11, 12.
vii. El sacrificio provisto. 22:13, 14.
viii. Renovación de la promesa. 22:15–18.
ix. Vuelta a Beer-seba. 22:19.
14. Noticias de los parientes de Abraham. 22:20–24.
15. Muerte y sepultura de Sara. 23:1–20.
i. Muerte de Sara. 23:1, 2.
ii. Compra de un terreno para sepultura. 23:3–18.
a. El trato. 23:3–15.
b. La compra. 23:16–18.
iii. Sepultura de Sara. 23:19, 20.
16. Casamiento de Isaac. 24:1–67.
i. El juramento del criado. 24:1–9.
ii. Llegada del criado a Mesopotamia. 24:10, 11.
iii. Oración del criado. 24:12–14.
iv. La prueba. 24:15–21.
v. Conversación con Rebeca. 24:22–27.
vi. Recepción del criado en la casa. 24:28–33.
vii. Explicación del criado. 24:34–49.
viii. El acuerdo. 24:50–60.
ix. La partida. 24:61.
x. Encuentro de Rebeca e Isaac. 24:62–66.
xi. El casamiento. 24:67.
17. Casamiento de Abraham con Cetura. 25:1–4.
18. Fin de la vida de Abraham. 25:5–11.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE ABRAHAM
107
Gén. 12:1–25:11
12:1. Vete de tu tierra: Este llamamiento fue recibido en Ur de los caldeos (Calvino, Lange,
Carroll, etc.), aunque otros creen que fue en Carán (Leupold, etc.).
12:3. Serán benditas en ti todas las familias de la tierra: Dios dice a Abraham que en él serán
benditas todas las naciones de la tierra, lo que se cumple en las bendiciones espirituales de
que el mundo participa por medio de Jesús.
12:4. Era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán: Se calcula que
Abraham permaneció unos veinte años en Carán, pues debe haber tenido unos cincuenta y
cinco años cuando salió de Ur.
12:8. Tendió su tienda, teniendo a Bethel al occidente y Hai al oriente: Betel estaba en la
región que más tarde perteneció a la tribu de Benjamín, al norte de su heredad. Hai estaba al
occidente de Jericó, en la misma región.
12:9. Y movió Abraham … hacia el Mediodía: La expresión Mediodía es un modismo
español. Significa sur, y se originó en el hecho de que en el hemisferio del norte, al mediodía,
el sol está al sur. La palabra hebrea aquí es néguev, sur, y se refiere a la región meridional de
Judá, el Néguev. Véase Pistonesi, Geografía Bíblica de Palestina, pág. 16, 122.
12:10–20. La decepción de Abraham.
Aunque Abraham dice una media verdad (según 20:12 Sara era su hermana), practica una
decepción. El NT no admite el uso de la decepción, pero tenemos que juzgar a Abraham
según la luz de la época en que vivió y, según esto él sobresale como una persona de moral
superior.
12:11. Eres mujer hermosa: Sara tenía unos sesenta y cinco años. Ryle, Bennett, y otros,
explican el relato de la hermosura de Sara a tal edad avanzada como una combinación de dos
documentos que no eran contemporáneos. Pero no hay verdadera dificultad aquí que necesite
tal explicación. Una mujer primitiva como Sara, que no había tenido hijos, que había sido
protegida de peligros por su esposo, que había sido librada de las faenas penosas de la casa
por los criados, y que había vivido en el aire puro del desierto, pudo haber retenido hasta una
edad avanzada la hermosura de su juventud. En la época actual hay mujeres de edad avanzada
que son famosas porque a través de los años han conservado la hermosura de su juventud.
13:1–18. Separación de Abraham y Lot.
El espíritu generoso de Abraham resalta en que dejó que Lot eligiera. La selección de Lot
tuvo malos resultados, como los sucesos posteriores comprobaron.
13:7. Cananeo: V. Gén. 10:18 y nota. Pherezeo: Una voz incierta, quizás rústico, aldeano.
V. la Tierra de Canaán, 3 vi, Tomo II.
13:8. Hermanos: Parientes.
13:10. La llanura del Jordán: En vez de llanura, sería la región a ambos lados del Jordán
(Lange, Terry, etc.), siempre muy fértil.
Como el huerto de Jehová: Como Edén.
13:14. Aquilón: Norte.
13:18. Hebrón: En el sur de Palestina.
14:1–24. Guerra de los cuatro reyes en contra de cinco.
La situación presentada en este capítulo era común en los tiempos patriarcales. Durante siglos
los pueblos bien organizados de Mesopotamia invadían a la “Tierra Occidental”, como ellos
llamaban a Palestina (Price, ob. cit., pág. 272), ya que las tribus nativas por no estar unidas y
por faltarles recursos militares ofrecían poca resistencia.
14:1. Amraphel, rey de Shinar: Este rey ha sido identificado por algunos estudiantes de la
Biblia con Hamurabi, rey de Babilonia en 2150? a. de J. C. Véanse 10:10 y nota.

108
Arioch, rey de Elasar: Ryle identifica este rey con Rim-sin, que él cree que es Eri-Aku, hijo
de Kudur-Mabug, rey de Larsa, mencionado en una antigua referencia sumeria, un
contemporáneo de Hamurabi. Skinner con más probabilidad lo identifica con Arad-sin,
hermano de Rim-sin, el cual reinó después de Arad-sin.
Elasar: Larsa, una ciudad de Babilonia.
Chedorlaomer, rey de Elá: El nombre de este rey significa siervo de Lagamar, una divinidad
elamita. Este rey es desconocido.
Elá: Elam. V. 10:21, 22 y nota.
Tidal, rey de naciones: Este rey es desconocido. Su nombre no ha sido hallado con seguridad
en los antiguos documentos de Mesopotamia, aunque un erudito (Pinches, cit. en Skinner) lo
ha visto en la forma Tu-ud-hul-a, rey antiguo que saqueó a Babilonia (comp. Price, ob. cit.,
pág. 151).
Naciones: Heb., Goím. Rawlinson conjetura que sería Gutim (cit. en Ryle), un pueblo en la
región de Kurdistán.
14:2. Sodoma, Gomorra, etc.: La Pentápolis del Jordán. V. 10:19 y nota.
14:3. Valle de Siddim: Quizás valle de los campos (Terry, Jamieson). Denota el valle en el
cual estaba el mar Muerto.
14:5, 6. Chedorlaomer, y los reyes … derrotaron a los Raphaitas, etc.: No se sabe por qué
los caudillos militares de Mesopotamia siguieron la ruta de Palestina oriental y Edom, antes
de atacar a los reyes de la Pentápolis. Quizás fue porque querían destruir a los posibles aliados
vecinos, antes de atacar a las ciudades rebeldes.
Raphaitas: VM, Refaítas. Una tribu caracterizada por su gran estatura. Eran los aborígenes
de Canaán. V. el siguiente párrafo. V. 2 S. 21:16–22 (VM).
Astheroth-carnaim: Capital de Og, en Basán. Comp. Deut. 1:4. Aunque los refaítas se
hallaban en diversas partes de Canaán, aquí se relacionan con Basán, en el nordeste de
Canaán.
Zuzitas en Ham: Probablemente Ham sería Rabbá, en tierra de Ammón, (2 Sam. 12:26), al
este de Palestina, y los Zuzitas serían los zomzomeos, mencionados en Deut. 2:20. Comp.
Ryle, K y D, etc.
Emitas en Shave-Kiriataim: Un pueblo aborigen (Deut. 2:10), cuya tierra había sido tomada
por los moabitas. Shave-Kiriataim sería llanura de Kiryataim. Según Núm. 32:37, era ciudad
de Rubén, al este del Jordán.
Horeos: Heb., jorí, un troglodita, habitante de las cavernas. Estos habitantes primitivos de
Seir habían sido desposeídos por los edomitas. Seir: Región montañosa al sur del mar
Muerto.
Llanura de Parán: Mejor, El-parán (VM): Elat, en Deut. 2:8, en la parte oriental del desierto
de Parán (K y D).
14:7. Enmisphat: Pozo de juicio, antiguo nombre de Cades.
Cades: Ciudad al sur de Beer-seba.
Amalecitas: Pueblo nómade de las regiones áridas al sur de Palestina, al oeste de Edom.
Amorrheo: V. 10:16 y nota.
Hazezón-tamar: En-gadí, al oeste del mar Muerto (2 C. 20:2).
14:10. Pozos de betún: De asfalto. Los pozos se llenaban de agua después de que era sacado
el asfalto. Hoy hay asfalto en esta región.

109
14:13. Abram el Hebreo: Primer uso del término hebreo. Se deriva de Heber, antepasado de
Abraham (10:21, 22), o de una raíz avar, pasar, con referencia al Eufrates: el inmigrante de
más allá del Eufrates (K y D).
Valle de Mamre: Mejor, los terebintos de Mamré. Mamré era el nombre de una persona, y
también de un lugar.
Mamre … Eschol … Aner, etc.: Aliados de Abraham de los nativos del país, que le ayudaron
contra los reyes orientales.
14:14. Los criados de su casa, trescientos dieciocho: Esto indica que Abraham era jefe de
una tribu bastante grande, de por lo menos dos mil personas. A veces tenemos la impresión
de que Abraham y sus parientes salieron de Ur solos. Pero probablemente era una tribu
grande la que encabezó Taré cuando salió de Ur.
14:15. Y derramóse sobre ellos de noche: Debido al efecto de un ataque sorpresivo de noche,
con una estratagema de que se valió Abraham, éste venció a una fuerza muy superior. No ha
de descontarse la ayuda de sus aliados (14:13).
Hobah … Damasco: En Siria, al norte de Palestina.
14:17. Valle de Shave, que es el valle del Rey: Esto es, que después era llamado valle del
Rey. Según Josefo estaba a dos estadios de Jerusalén (Ant. VII. x. 3), o sea, unos 364 metros.
Se menciona en 2 Sam. 18:18 como sitio de la columna que erigió Absalom.
14:18. Melchisedec, rey de Salem: Probablemente Salem era Jerusalén. Esto lo indica la
tradición de Josefo, citada en el último párrafo, de que el valle del Rey estaba cerca de
Jerusalén.
Melchisedec: Este nombre significa rey de justicia (Heb. 7:2).
El escritor a los Hebreos nos dice que fue “hecho semejante al Hijo de Dios” (7:3). No fue,
pues, una teofanía ni una preencarnación del Hijo de Dios, sino un hombre como Abraham
que, por ciertas cualidades que se aplican a él en las Escrituras, se toma como tipo del
sacerdocio de Cristo.
Lo que se dice de él en Heb. 7:3, “sin padre, sin madre, sin linaje”, quiere decir que no se
dice nada de su genealogía en el AT.
Al decir que “ni tiene principio de días, ni fin de vida” (Heb. 7:3), se quiere decir que no se
habla en el AT de su nacimiento y muerte.
El hecho de que no se dijeran estas cosas de un sacerdote en los libros sagrados, cosas tan
imprescindibles desde el punto de vista judío, impresionó de tal forma al Salmista, que
declaró que Melquisedec fue el tipo de una orden sacerdotal eterna, y que el Mesías había de
ser un sacerdote eterno según la orden de Melquisedec (Sal. 110:4).
15:1. Fue la palabra de Jehová a Abram en visión: Esto describe el carácter de la experiencia
de Abraham con Jehová.
15:2, 3. Es mi heredero uno nacido en mi casa: Faltando heredero al jeque de la tribu,
heredaba su subteniente.
15:8–10. Ceremonia del pacto.
Antiguamente, cuando se concertaba una alianza, se tomaban animales, se cortaban en mitad
(menos las aves), y se ponían los pedazos en dos filas opuestas. Luego los que hacían el pacto
caminaban en medio de las dos filas como una imprecación muda sobre sí mismos, como si
dijeran: “Si yo no cumplo, que venga sobre mí lo que ha pasado a estos animales.”
15:12. Sobrecogió el sueño a Abram: Abraham no había dormido la noche anterior (15:5), y
ahora tiene sueño.
15:13. Tu simiente será peregrina … cuatrocientos años: La permanencia de Israel en Egipto
duró desde 1876 a. de J. C., fecha de la ida de Jacob a Egipto, hasta 1446, fecha del éxodo,

110
un período de 430 años, de acuerdo con Ex. 12:40. Aquí tenemos lenguaje profético, en que,
mediante un número redondo, se refiere en términos generales al período de peregrinación
en Egipto (comp. K y D).
15:15. Vendrás a tus padres: V. 25:8 y nota.
15:17. Un horno humeando, y una antorcha de fuego: La luz y el fuego simbolizaban la
presencia de Dios (Ex. 3:2; 13:21; Deut. 4:11; etc.). Cuando la antorcha pasó en medio de
los pedazos de carne, significaba que Dios confirmaba el pacto.
15:18. El río de Egipto: Según la opinión de Welton, sería el Nilo. Puesto que los israelitas
nunca obtuvieron tal extensión de su dominio, podría ser el uadi Ghuzzeh, al sur de Gaza. En
el oriente Salomón extendió su dominio hasta el río Eufrates, así cumpliendo esta promesa.
15:19. Cineos: Un grupo que habitaba en el sur de Canaán, y que se relacionaba con los
amalecitas (V. Núm. 24:20, 21). Hobab, cuñado de Moisés, era cineo (Juec. 1:16 y nota). En
Núm. 10:29 se llama madianita, pero era cineo que vivía en Madián (Ex. 2:15).
Ceneceos: Un pueblo al sur de Canaán, en los límites con Edom. Caleb era cenizeo (Núm.
32:12; Jos. 14:6).
Cedmoneos: Un pueblo desconocido, que no se menciona más. Ryle y Skinner conjeturan
que serían los habitantes en el desierto oriental, sobre los límites orientales de Canaán.
15:20, 21. Hetheos … Pherezeos … Raphaitas … Amorrheos, etc.: V. notas sobre 10:15–19;
13:7; 14:5, 6.
16:1–16. Nacimiento de Ismael.
No hubo ninguna prohibición en contra de la poligamia, ni contra el concubinato. Por esto
Abraham no cometía pecado al tomar a su criada como segunda esposa. A la vez vemos que
el infringimiento de la ley primitiva de la monogamia trajo sus frutos de tristeza y amargura
para el hogar del patriarca. La ignorancia de una ley no impide que suframos cuando la
infringimos.
16:2. Que entres a mi sierva; quizá tendré hijos de ella: Según la ley primitiva de la sociedad
en la cual vivían los patriarcas, los hijos nacidos a una esclava pertenecían a su señora.
16:6. He ahí tu sierva en tu mano, haz con ella lo que bien te pareciere: Según la ley de
Hamurabi, bajo la cual habían vivido Abraham y Sara en Caldea, una concubina nunca
llegaba a tener una posición igual a la de la esposa. Así comprendemos la reacción fuerte de
Sara; ella siente la obligación de retener la autoridad sobre su casa que le corresponde por su
posición, y así trata duramente a la esclava para ponerla en su lugar.
16:7. Sur (Shur): Desconocido, pero al nordeste de Egipto.
17:10. Este será mi pacto …: Será circuncidado todo varón …: El sello del nuevo pacto fue
la circuncisión, una ceremonia apta, dada la relación del pacto con el nacimiento de un hijo.
La circuncisión fue la consagración a la voluntad de Dios en el cumplimiento de las
obligaciones del pacto, y fue una expresión de fe en las promesas del pacto. En el NT se habla
de la circuncisión del corazón (Rm. 2:29), lo que viene a ser la consagración del corazón a
Dios y a la pureza espiritual y moral. Ni para el gentil, ni para el judío que se convierte al
cristianismo, existe ya la obligación de circuncidarse, puesto que la promesa confirmada por
aquel pacto ha sido cumplida en la venida de Jesús, pues es un rito pasado y anulado.
18:1. Y aparecióle Jehová: En este pasaje tenemos una verdadera teofanía, o sea, una
manifestación divina en forma humana. Los otros dos varones eran ángeles.
18:2–8. La hospitalidad de Abraham.
El hecho de que Abraham personalmente sirve a sus huéspedes no quiere decir que no hubiera
más gente con él en el campamento. Su acción en servir a sus huéspedes es típica del alto

111
concepto de hospitalidad que existe entre los orientales, que hoy también son así. V. 19:8 y
su nota.
18:10. Volveré a ti según el tiempo de la vida: Al mismo tiempo el año siguiente (K y D,
Ryle, Leupold, etc.). V. 17:21.
18:11. Había cesado ya la costumbre de las mujeres: El menstruo.
18:12. Rióse, pues, Sara: La risa incrédula de Sara se relaciona con el nombre del hijo, Isaac
(risa). Comp. 21:6.
¿Después que he envejecido tendré deleite?: Se refiere al placer sexual (Calvino, Skinner,
Leupold, etc.).
18:23–33. Intercesión de Abraham.
La magnífica intercesión de Abraham resalta entre todos los ejemplos de oración que nos ha
heredado la literatura religiosa.
19:1–25. Destrucción de Sodoma y Gomorra.
El método de que Dios se valió para destruir estas ciudades ha sido discutido. Se ha supuesto
que pudo haber sido un terremoto (Ryle). Otra explicación es que se trata de una erupción
volcánica, después de la cual vino una lluvia de lava y azufre ardiente, en combinación con
un terremoto (R. P. Smith). Explica Carroll: “Fue como una erupción volcánica, con una
tempestad eléctrica y un terremoto.” Se ha sugerido que pudo haber sido una lluvia de
meteoritos, una sugestión que se encuentra en el comentario de Lange. Otra idea es que
fueron rayos y relámpagos que encendieron el suelo inflamable (lleno de nitro, azufre, y
asfalto), que quemaron toda la llanura (Clarke). Yo creo que ésta es la verdadera explicación.
Ha de recordarse que el asfalto es una forma de carbón, y que la pólvora consiste en nitro,
azufre, y carbón, así que esta tierra pudo haber sido muy inflamable, si no explosiva.
Por supuesto que esta explicación no quita lo milagroso del suceso; Dios emplea lo natural
para cumplir sus milagros.
19:5. Sácanoslos, para que los conozcamos: Se refiere al vicio de la sodomía, o sea, el
concúbito entre personas del mismo sexo. V. el DEHA, artículo Sodomía. La corrupción de
la sociedad de la Pentápolis se muestra en la conducta de estos hombres. V. Lev. 18:22;
20:13.
19:8. Tengo dos hijas …; os las sacaré afuera: La acción de Lot en ofrecer sus dos hijas a
estos hombres viles, da testimonio al concepto exagerado de la hospitalidad que existía entre
los orientales. Juzgada según la moral universal del cristianismo, su acción fue baja y vil.
19:26. La mujer de Lot miró atrás: Según Lc. 17:31, 32, la mirada de la esposa de Lot no fue
de curiosidad, sino de codicia. Ella caminaba tras el esposo (según la costumbre oriental). Al
mirar atrás, los gases calurosos y sulfurosos entraron en sus narices y la sofocaron, y luego
los elementos del suelo (azufre, nitro, y asfalto), hirviendo con el calor, la engolfaron y la
quemaron. Al enfriarse los elementos de su cuerpo, después de la conflagración, no se veía
más que una gran columna de sal, como muchas que allí se ven en el día de hoy.
19:29. Acordóse Dios de Abraham, y envió fuera a Lot: La salvación de Lot no vino tanto
por sí mismo, sino a causa de Abraham. Quizás Abraham pensaba más en Lot que en otro
habitante de la Pentápolis, cuando hacía su intercesión. Aunque no contestó Dios la oración
de Abraham en su sentido amplio referente a todas las ciudades, sí que la contestó referente
a su objeto primordial: la salvación de su sobrino.
19:30–38. El incesto de Lot con las hijas.

V. véase; véanse.
DEHA Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.

112
La vida de Lot llega a su colmo de desgracia con el incesto con sus hijas. Debemos tener en
cuenta que el incesto no era tan condenable en aquellos días, habiéndose casado Abraham
mismo con una media hermana, Sara. También ha de recordarse que las dos hijas de Lot
creían que ellas con su padre eran los tres últimos seres sobre la tierra (19:31, 32). Su motivo
fue el de perpetuar la raza. Aunque así es, vemos que aquí se infringió una ley universal, y
las consecuencias fueron malas. Las razas de Moab y Ammón fueron pueblos idólatras e
inmorales, y fueron siempre espinos en los costados de Israel a través de los siglos.
La franqueza de la Biblia.
A veces se pregunta: ¿Por qué se relatan en la Biblia acontecimientos tan bajos, con detalles
tan francos?
La contestación a esta pregunta está, en parte, en que el gusto literario de los hebreos era
distinto al nuestro. Ellos escribían con mayor franqueza que nosotros. Los escritores bíblicos
no se han limitado por una falsa modestia, ni eran guiados por las convenciones de alguna
sociedad del siglo XX.
Los autores de la Biblia querían presentar los hechos exactamente como estaban. Podemos
comparar la Biblia a un libro de medicina, que ha sido escrito para instruir, y que presenta
los hechos más íntimos de la vida con detalles francos y exactos.
20:1–18. Abraham y Abimelec.
El problema moral presentado en este pasaje se compara con el de 12:10–20, véase con sus
notas.
20:1. Abraham … asentó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar: En cuanto
a Cades, V. 14:7 y nota. Shur: V. 16:7 y nota. Gerar en Filistea no estaba entre Cades y Shur,
y por esto Driver sugiere que podría ser un lugar al sudoeste de Cades, uadi Jerur, y otro rey
del mismo nombre Abimelec. Es mejor creer que el pasaje quiere decir que Abraham asentó
su tienda permanentemente entre Cades y Shur, luego que viajó al norte para estar una
temporada en Gerar, en Filistea, con Abimelec, el rey de los filisteos, y así lo entienden
Skinner, Lange, Leupold, etc.
20:7. Es profeta: Primer uso de la palabra naví, del verbo navá, hervir, como una fuente, y
de ahí, derramar palabras bajo la inspiración divina (Gesenius).
20:16. El te es por velo de ojos: Según esta traducción, el esposo había de protegerla de otros
hombres. Si se toma la palabra hebrea que se traduce él como neutro, la referencia sería al
dinero que Abimelec daba a Abraham como recompensa para la ofensa que Sara había
sufrido. En este sentido traduce mejor la VM: “Esto te servirá de reparación por todo lo
acontecido.” Y así interpretan Lange, Bennett, Bover y Cantera, etc.
21:8–21. Expulsión de Ismael.
El tener que echar a su hijo Ismael parecía muy triste a Abraham. Le debía parecer una
injusticia. También amaba a este hijo, así como al nuevo hijo que le acababa de nacer. Pero
Dios confirmó la palabra de su esposa mandándole que lo echara.
Existió la certidumbre de que el espíritu salvaje e indómito del hermano mayor, Ismael,
dominaría el espíritu más suave de Isaac, y así el porvenir de la verdadera religión hubiera
sido obscuro. En esto tenemos la explicación del hecho de que Dios mandaba echar a Ismael.
Tenemos aquí un caso en que los celos de una madre cumplían la voluntad de Dios.
En fin, lo más malo en todo este asunto fue la manera en que Abraham lo hizo. Es evidente
que los dos hijos tenían que ser separados. Pero el patriarca hubiera podido dar dinero a la

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

113
mujer, y una buena escolta de hombres para conducirla a su país nativo, a Egipto. En cambio,
la echó como si hubiese sido un animal que ya no servía.
21:8. Fue destetado: A menudo era postergado el destete del niño entre los hebreos hasta el
tercero o cuarto año (Ryle, etc.).
21:14. Tomó pan, y un odre de agua, y diólo a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y entrególe
el muchacho: Ryle, Skinner, Driver, y otros interpretan las palabras como si Agar llevara al
niño sobre el hombro, y suponen una inconsecuencia en la narración, porque Ismael tendría
más de 14 años (comp. 16:16; 21:5). Creo que la traducción de C. de V. representa el sentido
del original, y así lo entienden la VM, K y D, Leupold, etc.
El desierto de Beer-seba: Tierra alta al sur de Palestina.
21:21. Desierto de Parán: V. Núm. 10:12; 12:16. Región silvestre y montañosa al sudeste de
Cades y al oeste de Edom.
21:31. Beer-seba: Esta palabra ha sido interpretada como pozo del juramento (así lo entiende
Clarke). Pero es más correcto explicarlo pozo de siete, con referencia al acto de jurar,
confirmándolo con siete ovejas, y así lo entienden Ryle, K y D, Leupold, etc. Hay un juego
de palabras en el hebreo entre siete y jurar.
21:33. Plantó Abraham un bosque: En vez de bosque sería un tamarisco (K y D, Ryle,
Skinner, Bover y Cantera, etc.).
22:1–19. El sacrificio de Isaac.
¿Cómo resolvemos el problema de que Dios pedía un sacrificio humano?
El problema no se resuelve basando el pedido de Dios sobre su soberanía, afirmando que
Dios puede hacer lo que quiere. Dios no puede caer en la contradicción de prohibir un
asesinato y luego exigir que un padre mate al hijo.
Creo que podemos solucionar la dificultad notando que Dios no exigió el cumplimiento del
sacrificio; mandó a Abraham a sacrificar con el fin de probarle, pero impidió que éste llevase
a cabo el acto de sacrificar. No hemos de suponer tampoco que Dios quería saber si Abraham
tenía la disposición al sacrificio; esto lo sabía ya. Más bien fue que quiso desarrollar en el
carácter de Abraham tal disposición y tal consagración.
Para Abraham esta experiencia fue una verdadera prueba, pero no puede serlo para otro
hombre, por cuanto Dios ha mostrado en este caso único que no quiere el sacrificio humano.
Por esto, en el porvenir se quita todo elemento de incertidumbre, que es una cualidad
imprescindible en la verdadera tentación. Sería, pues, tentar a Dios, que alguno fanática y
locamente buscase una tentación semejante a ésta.
22:1. Tentó: Dios tentó a Abraham en el sentido de que lo probó. V. los párrafos anteriores.
22:2. Tierra de Moriah: Según Skinner, Ryle, etc., no hay evidencia histórica de que se
identifique Moriah con el monte en Jerusalén que más tarde recibe el nombre (2 C. 3:1). Pero
la tradición los ha identificado (Josefo, Ant., I. xiii. 2), y ésta ha sido la opinión común (K y
D, Carroll, Leupold, etc.). K y D suponen que el nombre Moría fue revivificado por la
aparición del Angel de Jehová a David (2 S. 24:16, 17), como había aparecido a Abraham
antiguamente.

comp. compárese; compárense.


C. de V. Versión española de Cipriano de Valera de la
K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.
Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

114
Ofrécelo allí en holocausto: El escritor de la Epístola a los Hebreos llama la atención a que
Abraham esperaba que, después que hubiera sacrificado a su hijo, Dios le resucitaría de los
muertos (Heb. 11:19).
22:18. En tu simiente serán benditas todas las gentes: V. 13:15 y su nota.
22:20–24. Noticias de los parientes de Abraham.
Abraham se hallaba a gran distancia de Carán, donde había quedado su hermano, Nacor, y
hubo poco contacto entre ellos. Al fin tuvo noticias de él, quizás de algún viajero con una
caravana que pasaba por Palestina. Esta lista es incluída en la narración porque contiene el
nombre de Rebeca, que había de ser esposa del hijo de Abraham, Isaac.
Algunos de los nombres en esta lista después llegaron a ser nombres de tribus.
22:21–24. Huz: El nombre de una región en Siria. Comp. el edomita Huz mencionado en
36:28.
Buz: Una tribu árabe (V. Jer. 25:23).
Kemuel padre de Aram: Mejor, Ram, (Job 32:2), de cuya tribu era miembro Eliú. Fue, pues,
una tribu árabe.
Chesed: Quizás el progenitor de los kasdim, voz traducida caldeos en Job 1:17, pero que no
se identifican con los caldeos de Mesopotamia. Vinieron los kasdim para robar los camellos
de Job.
De los otros nombres mencionados, sólo sabemos algo de dos:
Bethuel: Padre de Labán y Rebeca (25:20), y abuelo de Raquel (29:10).
Maacha: Del nombre de este descendiente de Nacor podría venir el nombre maacateos, en
Deut. 3:14 (VM). V. también 2 Sam. 10:6–8; 1 Crón. 19:6. Serían una tribu que vivía al sur
del monte Hermón, y al este del Jordán (Skinner). V. Jos. 12:5.
23:1–20. Muerte y sepultura de Sara.
Llama la atención el hecho de que Abraham, a quien era prometida toda la tierra, tuvo que
comprar un pedazo para sepultar a su esposa.
23:2. Kiriath-arba: Ciudad de cuatro, o de Arba, o sea Hebrón.
23:9. Macpela: Cueva doble, lo que quizás le dio más valor.
23:10, 11. Respondió Ephrón …: Te doy la heredad: Aunque Efrón ofrece la tierra gratis a
Abraham, éste no toma en serio la oferta, que no era más que un gesto oriental. Insiste en
pagar.
23:15, 16. Cuatrocientos sidos de plata …, y pesó Abraham a Ephrón el dinero: El siclo
variaba en peso en diferentes épocas. Podemos fijarlo en 224 granos (Driver, nota sobre Ex.
30:13; Kennedy, artículo Weights and Measures, HDB: el siclo fenicio), o sea, 14.51 gramos.
Pero considerando la escasez de este metal precioso en tiempos de antaño, veremos que los
5.804 kilogramos de plata que pagó Abraham era una suma enorme. Sus aliados se
aprovecharon de él en la hora de su dolor.
Oyéndolo los hijos de Heth: En Mesopotamia, Abraham debe haber conocido el uso de
recibos escritos, los óstracas. V. el capítulo sobre Escritura de la Biblia, 6 iii. Pero en la
civilización nómada de Canaán, se requería sólo el testimonio oral.
24:1–67. Casamiento de Isaac.
El hecho de que Abraham arregla el asunto del casamiento de su hijo, mediante un criado de
confianza, está de acuerdo con la costumbre de la época. El relato es sumamente interesante
por su revelación de costumbres primitivas.
24:2. Un criado suyo: Este criado era posiblemente Eliezer, mencionado en el 15:2.

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.

115
Pon ahora tu mano debajo de mi muslo: Skinner, Clarke, Terry, y otros creen que muslo se
refiere como un eufemismo a los órganos genitales, y esto parece ser correcto, ya que la
circuncisión era señal del pacto, aunque Leupold disiente. Una tradición antigua de los Padres
de la Iglesia relaciona el pasaje con el Mesías, la que es seguida por Leupold. Lo cierto es
que hacía falta un juramento que se relacionara con el pacto de circuncisión, por cuanto la
esposa de Isaac no sería una madre ordinaria, sino la madre de la línea por la cual vendrían
las promesas de Dios al mundo. Esto lo habría visto Abraham, pero hasta donde pudo él haber
visto que estas promesas serían administradas por un gran Descendiente, o sea, el Mesías, no
lo podemos decir.
24:4. A mi parentela: Era imprescindible que la esposa fuese tomada de la familia de
Abraham, una mujer que tuviera los mismos ideales religiosos.
24:6. Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá: La historia posterior de Isaac y sus
descendientes había de relacionarse con la tierra de Canaán.
24:10. Mesopotamia: Heb., Aram-naharáyim, Aram de los dos ríos. Para Aram, V. 10:21,
22 y nota. Aram-naharáyim sería Mesopotamia septentrional, entre los ríos Eufrates y Tigris
(o quizás el Habor, 2 R. 17:6). También se llama Padan-aram (25:20; 28:2). En las cartas de
Tell-el-Amarna, es Naharina (Ryle).
Ciudad de Nachor: Carán (11:31, ortografía de la VM).
24:12–14. Oración del criado.
El siervo también era un hombre religioso, digno de la sagrada tarea.
24:20. Sacó para todos sus camellos: Un camello puede tomar hasta ochenta litros de agua.
Aquí había diez camellos. La doncella no tenía más que un cántaro para darles de beber. En
esta prueba ella es revelada como dispuesta al trabajo, y de buena voluntad.
24:29–31. Labán … vio el pendiente y los brazaletes … y díjole: Ven, bendito de Jehová: El
carácter codicioso de Labán se revela en este incidente, y resalta después en su trato con
Jacob.
24:49. Echaré a la diestra o a la siniestra: El siervo tendría que buscar entre otros parientes
de Abraham.
24:50. Labán y Bethuel respondieron: Podría sorprendernos que el nombre de Labán figurase
primero, y que él tomara más parte que el padre en el trato. La razón está en que, en una
familia polígama, el temor de que el padre favoreciera los intereses de la hija de la esposa
predilecta, hacía que los hijos de las otras esposas tomasen a su cargo los asuntos de una
hermana.
24:51. He ahí Rebeca …; tómala y vete: De acuerdo con la costumbre de aquel día, la
doncella nada tenía que decir con respecto a la elección del esposo.
24:58. ¿Irás tú con este varón?… Sí, iré: La pregunta hecha a Rebeca se relaciona, no con la
elección del esposo, sino con la decisión de ir inmediatamente, o más tarde. La prontitud con
que se decide a ir es una ilustración de la energía característica de Rebeca.
24:64. Descendió del camello: Literalmente se cayó, o se tiró, del camello. Una ilustración
de la acción enérgica de Rebeca. Su acción en descender del camello sería un acto de cortesía
a Isaac.
24:67. Después de la muerte de su madre: Habían transcurrido tres o cuatro años.
25:1–5. Casamiento de Abraham con Cetura.
Hay diversidad de opinión en cuanto a la fecha de este casamiento. Es posible que Abraham
tuviera una revivificación de sus poderes varoniles, como sucede con muchos hombres
ancianos, y así creen Dachsel, Scío, y otros. Pero no hay dificultad en creer que esto sucedió

116
mientras Sara aún vivía, de acuerdo con la costumbre oriental, y así interpretan muchos
comentaristas (Clarke, Jamieson, etc.). El relato no está en orden cronológico.
25:8. Abraham … fue unido a su pueblo: Esta expresión señala la creencia en una existencia
en un estado futuro, y representa la esperanza de la inmortalidad, aun en una época tan
primitiva de la religión. Comp. Calvino, K y D, Terry, etc. V. también 15:15. El hecho de
que Abraham no fuese enterrado en una tumba ancestral, con sus antepasados más cercanos,
sino en un país lejos de su patria, indica que el pasaje significa una unión con su pueblo en
el más allá: una unión espiritual. El que el pasaje no se refiere a un simple entierro se indica
en que el versículo siguiente menciona su sepultura.
B. VIDA DE ISMAEL
Gén. 25:12–18.
En esta parte tenemos un resumen de la vida de Ismael, introducido aquí por cuanto en el
pasaje contiguo se refiere a su vuelta para participar en los ritos del entierro de su padre. La
narración está fuera del orden cronológico, puesto que la muerte de Ismael no se verificó sino
hasta más tarde. Pero, desde que la vida de este hijo de Abraham tuvo poco que ver con la
historia posterior de su familia, hay una naturalidad lógica en terminar el relato de su vida
aquí en este lugar.
Las palabras del ángel tocante a Ismael: “Y él será hombre fiero; su mano contra todos, y las
manos de todos contra él” (Gén. 16:12), eran típicas de este hombre, y de sus descendientes,
entre los cuales se hallan algunas de las feroces tribus árabes del desierto. La niñez de Ismael,
siendo él odiado por la esposa principal de su padre, despreciado como el hijo de una esclava,
y finalmente echado al desierto, fue destinada a producir justamente el tipo de carácter que
hallamos en Ismael y en sus descendientes.
Una hija de Ismael, cuyo nombre se da como Mahalat en Gén. 28:9, y Basemat en Gén. 36:3,
llegó a ser esposa de Esaú. Probablemente ella tuvo ambos nombres.
C. VIDA DE ISAAC
Gén. 25:19–28:9
Introducción a la Vida de Isaac
Isaac era un hombre manso que huía del conflicto. Tenía justamente el carácter que
esperaríamos hallar en uno que era hijo de dos ancianos, unigénito, el objeto de un amor
materno ardiente y celoso, que vigilaba tenazmente los intereses de su hijo.
Isaac fue preservado de todo conflicto en su niñez. Sus hermanos fueron enviados a otra parte
(Gén. 21:14; 25:6). Así que fue privado de la necesidad de luchar con estos rivales naturales
de la niñez, con quienes el niño ejercita y adiestra sus habilidades que han de servirle en la
lucha real de la vida más tarde. Todo deseo de su corazón le fue concedido sin que él tuviera
que pelear por nada. Puesto que no tuvo que luchar en su niñez, tampoco pudo hacerlo cuando
llegó a ser hombre.
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE ISAAC
Gén. 25:19–28:9
Prefacio. Casamiento de Isaac. 25:19, 20.
1. Nacimiento de Esaú y Jacob. 25:21–26.
2. Carácter de los hijos y situación en el hogar. 25:27, 28.
3. Venta de la primogenitura. 25:29–34.
4. Isaac en Filistea. 26:1–33.
i. La promesa de Dios confirmada a Isaac. 26:1–6.
ii. La mentira de Isaac acerca de su esposa, y su resultado. 26:7–11.

117
iii. Engrandecimiento de Isaac. 26:12–16.
iv. Conflicto acerca de los pozos. 26:17–22.
v. Aparecimiento de Jehová a Isaac. 26:23–25.
vi. Alianza con Abimelec. 26:26–33.
5. Casamiento de Esaú. 26:26–33
6. Robo de la primogenitura. 27:1–28:9.
i. Propósito de Isaac a bendecir a Esaú. 27:1–5.
ii. La trampa de Rebeca. 27:6–17.
a. El plan. 27:6–10.
b. La resistencia de Jacob. 27:11, 12.
c. Contestación de la madre. 27:13.
d. Preparación del plan. 27:14–17.
iii. Bendición de Jacob. 27:18–29.
iv. Bendición de Esaú. 27:30–40.
v. El propósito homicida de Esaú. 27:41.
vi. Plan de Rebeca para salvar a Jacob. 27:42–45.
vii. Nueva bendición a Jacob por Isaac, y envío a sus parientes. 27:46–28:5.
viii. Casamiento de Esaú con la hija de Ismael. 28:6–9.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE ISAAC
Gén. 25:19–28:9
25:20. Arameo: V. 10:21, 22 y nota. Padan-aram: V. 24:10 y nota.
25:22. Y los hijos se combatían dentro de ella: La palabra hebrea representa una lucha recia.
Ella ve esta lucha de los gemelos dentro de su vientre como un mal presagio. Por eso se
desanima hasta querer la muerte: Si es así ¿para qué vivo yo? Ella fue a consultar al santuario
de Jehová y recibió una explicación.
25:23. Dos gentes: Los dos pueblos serían el pueblo israelita y el pueblo edomita. El pueblo
más fuerte sería el pueblo israelita. Al decir que el mayor servirá al menor, quiere decir que
los descendientes de Esaú, los edomitas, servirían a los descendientes de Jacob, los israelitas.
25:25. Esaú: Quiere decir velloso. V. 4:1 y nota.
25:26. Jacob: Quiere decir tomador del calcañar, por la circunstancia de su nacimiento:
trabada su mano al calcañar de Esaú. De ahí significa suplantador, o engañador.
25:27. Y crecieron los niños, etc.: El relato está muy condensado. Parece que corre el tiempo.
25:28. Y amó Isaac a Esaú … mas Rebeca amaba a Jacob: La predilección de los padres
para uno u otro hijo destruye la paz del hogar, y promueve los celos, que siempre están más
marcados entre los gemelos. Es interesante que Isaac ama al hijo que tiene esas cualidades
de agresión que él no tiene, y al hijo que es parecido a él, lo quiere la madre.
25:29–34. Venta de la primogenitura.
La primogenitura implicaba las promesas de Dios, y la administración del pacto. Al venderla,
Esaú la menospreció, y se reveló como un hombre que quería gratificar sus apetitos físicos,
un hombre indigno de la primogenitura.
25:30. Fue llamado su nombre Edom: Edom: rojo. Esaú tenía cabello rojo (25:25), y
probablemente por esta circunstancia había sido llamado Edom aún antes. Ahora es
confirmado el nombre por el potaje bermejo. Puesto que el suelo de la tierra de Edom era
rojizo, el nombre se aplicó al pueblo descendiente de Esaú.
26:1–11. Isaac y Abimelec.
El problema moral es el mismo que en 12:10–20; véase con su nota.

118
Este Abimelec podría ser el mismo que conoció Abraham, o con más probabilidad sería el
hijo.
26:8. Abimelech … vio a Isaac que jugaba con Rebeca: La palabra hebrea traducida jugaba
es tsajac, reír, de que viene el nombre Isaac, risa. Hay, pues, un juego de palabras entre
Isaac y jugaba. Aquí la palabra parece referirse a las caricias que un hombre daría a la esposa,
que no daría a la hermana, por lo cual Abimelec reconoce que son casados.
26:18–22. Conflicto acerca de los pozos.
Isaac se revela como un hombre manso, que evita el conflicto. Véase la breve introducción a
la Vida de Isaac.
26:33. Beer-seba: V. la nota sobre 21:31.
26:34. Casamiento de Esaú.
El casamiento de Esaú con mujeres paganas es otro acto que lo incapacita para ser antepasado
del pueblo de Dios.
27:1–28:9. Robo de la primogenitura.
Jacob no hubiera tenido que robar la primogenitura, por cuanto Dios ya tenía el propósito de
hacerlo el administrador del pacto. V. Gén. 28:13, 14.
27:13. Sobre mi tu maldición: Esto es lo que dice Rebeca a su hijo, y de acuerdo con sus
palabras, así sucedió a ella: nunca vio más a su hijo. Pero el hijo también lo pagó caro, siendo
él engañado más tarde por sus propios hijos. Además, durante los veinte años que siguieron
a este incidente, temió volver a afrontar a Esaú.
27:14. Entonces él fue, y tomó, y trájolos a su madre, etc.: Jacob protesta, pero hace como le
dice la madre. Aunque Isaac era de carácter débil, no así la madre: sus maquinaciones a favor
de su hijo predilecto revelan la iniciativa de su personalidad. Aunque Jacob reconoció el
peligro de su conducta (27:12), no pudo librarse de la dominación de la madre. No pudiendo
Jacob nunca hacer frente directamente a nadie, y luchar cara a cara con ellos, siempre recurría
a las trampas y a la astucia para lograr sus deseos.
27:18. ¿Quién eres, hijo mío?: Es evidente que no sólo habían envejecido los ojos de Isaac,
sino que también la mente. Tenía suficiente juicio para sospechar, por la voz de Jacob, que
éste no era Esaú, pero no para distinguir la diferencia entre la piel de un cabrito y la de su
hijo.
27:27–29, 39. La bendición a Jacob y Esaú.
Ambos hermanos recibieron la promesa de la prosperidad material. Lo que Jacob recibió de
los labios del padre fue la primogenitura, con sus implicaciones espirituales. Habiéndole
prometido esto, el padre ya no pudo darlo a Esaú. V. 28:3, 4 y nota.
27:36. Bien llamaron su nombre Jacob, que ya me ha engañado dos veces: V. la nota sobre
25:26.
27:38. Alzó Esaú su voz, y lloró: V. la nota sobre Heb. 12:17, en mi Comentario sobre la
Epístola a los Hebreos.
27:40. Descargarás su yugo de tu cerviz: Bajo David, los israelitas sojuzgaron a Edom, y
bajo Salomón se libraron los edomitas (2 Crón. 21:8, 10).
28:2. Padan-aram: V. 24:10 y nota.
28:3, 4. Nueva bendición de Jacob.
Isaac se inclina a lo inevitable. Reconoce que ya ha dado a Jacob la primogenitura, y ahora
lo confirma. Especifica que es Jacob el que ha de tener la bendición de Abraham, y su
simiente ha de heredar la tierra.
28:5. Padan-aram: V. 24:10 y nota.
Arameo: V. 10:21, 22 y nota.

119
D. VIDA DE JACOB
Gén. 28:10–35:29
Introducción a la Vida de Jacob
La historia de Jacob se extiende más que la de otro patriarca, si se tiene en cuenta que empieza
en 25:26 con su nacimiento y termina con su entierro en 50:13. Sin embargo, los primeros
capítulos tienen que ver con la vida de su padre, Isaac, y los últimos capítulos con sus hijos,
especialmente José.
Pero la importancia de Jacob en la historia de los hebreos no ha de ser descontada,
importancia que se ilustra en que su nombre se da a la nación (Israel). A menudo se emplea
el nombre Jacob como sinónimo de Israel, con referencia a todo el pueblo (Is. 27:9).
El carácter de Jacob ha sido descrito ya, en parte, en las notas sobre la vida de Isaac. Jacob
resalta como un hombre que prefería conseguir lo que deseaba por medio de la decepción, y
no por un conflicto directo. Quizás esta característica se debió a que fue el hijo predilecto de
su madre, y desde su niñez fue dominado por ella y sujeto a su voluntad en todo. Si tenemos
en cuenta que Rebeca era una mujer de voluntad férrea, no nos debe sorprender que el hijo
fuese débil.
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE JACOB
Gén. 28:10–35:29
1. Visión de Jacob. 28:10–22.
i. Sueño de Jacob. 28:10–12.
ii. Promesa de Jehová a Jacob. 28:13–15.
iii. Despertamiento, y temor de Jacob. 28:16–19.
iv. Voto de Jacob. 28:20–22.
2. Casamiento de Jacob. 29:1–30.
i. Encuentro de Jacob con los pastores de Carán. 29:1–8.
ii. Encuentro de Jacob con Raquel. 29:9–11.
iii. Encuentro de Jacob con Labán. 29:12–14.
iv. Trato por la esposa. 29:15–19.
v. Casamiento de Jacob con las dos hijas de Labán. 29:20–30.
3. Crecimiento de la familia de Jacob. 29:31–30:24.
i. Primer grupo de hijos de Lea. 29:31–35.
ii. Hijos de la esclava de Raquel. 30:1–8.
iii. Hijos de la esclava de Lea. 30:9–13.
iv. Segundo grupo de hijos de Lea. 30:14–21.
v. Nacimiento de José, hijo de Raquel. 30:22–24.
4. El trato de negocios con Labán. 30:25–43.
i. El acuerdo sobre el sueldo de Jacob. 30:25–34.
ii. Enriquecimiento de Jacob. 30:35–43.
5. Huida de Jacob. 31:1–55.
i. Acuerdo de Jacob con sus esposas para huír. 31:1–16.
ii. La huída. 31:17–21.
iii. Descubrimiento de la huída de Jacob. 31:22–24.
iv. Encuentro de Labán con Jacob. 31:25–32.
v. Búsqueda infructuosa de los ídolos. 31:33–35.
vi. Disputa de Jacob con su suegro. 31:36–43.
vii. Alianza entre Jacob y Labán. 31:44–54.
viii. Vuelta de Labán. 31:55.

120
6. Preparativos de Jacob para el encuentro con Esaú. 32:1–32.
i. Encuentro de Jacob con los ángeles. 32:1, 2.
ii. Aviso a Esaú de su llegada. 32:3–8.
iii. Oración de Jacob. 32:9–12.
iv. Envío de un presente a Esaú. 32:13–21.
v. Lucha de Jacob con el ángel. 32:22–32.
7. Encuentro amistoso de Jacob con Esaú. 33:1–7.
i. Homenaje de la familia de Jacob a Esaú. 33:1–7.
ii. Obsequio de Jacob a Esaú. 33:8–11.
iii. Proposición de Esaú de ir juntos, y separación de los hermanos. 33:12–16.
iv. Habitación de Jacob en Sucot. 33:17.
8. Destrucción de Siquem por los hijos de Jacob. 33:18–34:31.
i. Llegada de Jacob a Siquem. 33:18–20.
ii. Deshonra de Dina por Siquem. 34:1–5.
iii. Invitación de Hamor a Jacob para hacer alianza. 34:6–12.
iv. Condición de la alianza propuesta por los hijos de Jacob. 34:13–17.
v. Cumplimiento de los siquemitas con la condición propuesta. 34:18–24.
vi. Matanza de los hombres y saqueo de la ciudad. 34:25–31.
9. Visiones de Jacob. 35:1–15.
i. Primer aparecimiento de Dios y su consecuencia. 35:1–8.
a. Aparecimiento de Jehová a Jacob. 35:1.
b. Limpiamiento de la idolatría. 35:2–4.
c. Viaje a Betel. 35:5–7.
d. Muerte de Débora, ama de Rebeca. 35:8.
ii. Segundo aparecimiento de Dios, y confirmación de las promesas. 35:9–15.
10. Acontecimientos varios al fin del viaje. 35:16–29.
i. Muerte de Raquel. 35:16–20.
ii. Campamento cerca de la torre de Eder (VM). 35:21.
iii. Pecado de Rubén con Bilha. 35:22a.
iv. Lista de los hijos de Jacob. 35:22b–26.
v. Llegada de Jacob a Hebrón. 35:27.
vi. Muerte de Isaac. 35:28, 29.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE JACOB
Gén. 28:10–35:29
28:10–22. Visión de Jacob.
En esta primera noche que Jacob pasa lejos de sus padres el joven bien necesita sentir
nuevamente con él la presencia de Dios. Desde Beer-seba a Betel había una distancia de unos
cien kilómetros, una jornada que un joven que va huyendo de un hermano airado bien podría
hacer.
28:10. Harán: V. 11:31 y nota. En Carán vivían los parientes de Isaac y Rebeca. Desde Beer-
seba, en el sur de Palestina, Jacob iba hacia el norte hasta Carán, en Mesopotamia
septentrional, a una distancia de unos 750 kilómetros. V. 24:10 y nota.
28:12. Y soñó, y he aquí una escala: La escala apoyada en la tierra, cuya cabeza tocaba el
cielo, con los ángeles que ascendían y descendían, simbolizaba el contacto íntimo de Dios

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.


V. véase; véanse.

121
con los seres humanos (comp. K y D). La visión revelaba a Jacob que podía confiar con la
protección de Dios.
28:13–15. La promesa de Jehová a Jacob.
Jehová confirma a Jacob la primogenitura con sus promesas.
28:17–19. Casa de Dios … Beth-el: Betel significa casa de Dios. Allí Abraham había recibido
la promesa de Dios (12:8), y allí ofreció culto (12:8; 13:4).
28:19. Luz: Jos. 16:2 sugiere que Betel y Luz eran lugares distintos, pero cercanos.
28:20–22. El voto de Jacob.
Es evidente que Jacob pone como condición para el cumplimiento de su voto que Jehová lo
traiga con seguridad de regreso a Betel. Así hemos de entender también la referencia al
diezmo en el v. 22, como una promesa futura. Lo cierto es que Jacob no da mucha evidencia
durante los veinte años en Carán de que Jehová fuera su Dios. En efecto, su conversión
espiritual a Jehová parece haberse realizado después de su regreso a Palestina. V. las notas
sobre 31:19 y 32:22–32.
29:1. Tierra de los orientales: Frase empleada con respecto a las tribus nómadas en una
región indefinida al este y nordeste de Palestina, que aquí evidentemente incluye también a
Mesopotamia septentrional, y el desierto Siríaco (Terry).
29:7. Abrevad las ovejas, e id a apacentarlas: Jacob, con su experiencia como pastor,
aconseja a los pastores (que aguardan cerca del pozo) que pierden tiempo, y que es mejor
abrevar a las ovejas, y llevarlas nuevamente a la pradera para que sean apacentadas.
29:8. No podemos, hasta que se junten todos: Los hombres explican la costumbre: todos
tienen que juntarse antes que se levante la piedra, posiblemente porque ésta era muy grande,
pero es más probable que fuera por la costumbre.
29:10. Removió la piedra: Jacob, haciendo un esfuerzo, levanta la piedra sin ayuda,
infringiendo así la costumbre. Quizás su exhibición de fuerza impide que los pastores le digan
algo.
29:17. Los ojos de Lea eran tiernos: Débiles, sin hermosura.
29:23. Tomó a Lea su hija, y se la trajo: A nosotros nos puede sorprender que Jacob haya
sido engañado cuando Labán le trajo a Lea en lugar de Raquel, y que no se hubiera dado
cuenta en toda la noche de la sustitución. Pero la mujer venía con un velo puesto. Estando
ella interesada en engañarlo, le fue fácil hacerlo. Pudo haber pasado toda la noche sin decir
una palabra, lo que, aunque hubiese parecido raro a Jacob, no le hubiera parecido imposible.
Jacob no habría sabido qué esperar de su nueva esposa en la noche de bodas, y habría
aceptado todo lo que ella hubiese querido o no hacer. La desilusión de Jacob debe haber sido
muy grande cuando, al llegar la mañana, por primera vez se dio cuenta de la sustitución.
29:26. No se hace así en nuestro lugar, que se dé la menor antes de la mayor: Labán debía
haber dicho esto antes a Jacob.
En Lev. 18:18 se prohibe el casamiento de un hombre con dos hermanas. Parece que en la
época de Moisés era considerado como una clase de incesto. Pero V. la nota sobre Lev. 18:18.
Jacob vivía antes de la ley levítica, así que ésta no regía su vida.
29:30. Amóla también más que a Lea: Esto era natural, en vista de las circunstancias en que
Jacob había recibido a Lea como esposa. Pero la predilección de Jacob para una esposa (y
más tarde para el hijo de ella, José) trajo la infelicidad a su hogar. En vez de despreciar a esta

comp. compárese; compárense.


K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

122
mujer, debería haber anulado el casamiento con ella, puesto que éste se llevó a cabo con
engaño.
29:31. Vio Jehová que Lea era aborrecida: Hay una crítica de Jacob en esto. Si él no anulaba
el casamiento, debía perdonarla y recibirla en las mismas condiciones que a la hermana.
29:32–30:24. Crecimiento de la familia de Jacob.
Los nombres de los hijos de Jacob les fueron dados de acuerdo con las circunstancias de su
nacimiento, o con los sentimientos de la madre. V. la nota sobre 4:1. Rubén: ved un hijo.
Simeón: oída. Leví: juntado. Judá: alabanza. Dan: juez, o él juzgó. Nephtalí: mi lucha. Gad:
buena fortuna. Aser: bienaventuranza. Issachar: hay una recompensa. Zabulón: morada.
Dina: juicio. José: adición, o añadidura. Benjamín nació después de la partida de Jacob de
Carán. V. 35:18. Significa hijo de la diestra.
El alumno puede comparar el significado de estas palabras con el contexto en que aparecen.
En todos los casos menos Dina y Benjamín, hay un juego de palabras con el verbo principal.
Aparentemente nacieron seis hijos y una hija a Lea en el período entre su casamiento y el
nuevo acuerdo de Jacob con el suegro (30:25), o sea, siete años. En este período hubo también
un tiempo cuando no dio a luz, lo que significa que durante unos dos años no tuvo hijos. (Los
niños nacían a Lea probablemente uno cada año. Para que en 30:9 se dijera Y viendo Lea que
había dejado de parir, tenía que haber pasado tiempo.) Puesto que en un año (a lo menos) de
los siete años, no dio a luz, no es posible que en los seis años restantes haya tenido siete hijos.
Terry soluciona la dificultad interpretando el pasaje en 30:21, Y después parió una hija, como
referente al tiempo después de los siete años. Pero no hay nada en el contexto que justifique
esta interpretación. Es más probable que en el pasaje en 29:32–30:24 tenemos un resumen
del nacimiento de hijos en la familia de Jacob durante los trece años después de su
casamiento, y que la última parte de la acción de este pasaje es paralelo a 30:25–43, los
últimos seis años que pasó Jacob en Carán. Comp. Leupold, nota sobre 30:25.
29:34. Esta vez se unirá mi marido conmigo: La rivalidad de estas dos mujeres por el amor
del esposo es típica de las relaciones domésticas bajo la poligamia.
30:3. Parirá sobre mis rodillas: La ceremonia de la adopción.
30:14. Mandrágoras: Una planta con frutos amarillos del tamaño de la ciruela, mandragora
vernalis. Entre algunos pueblos antiguos, se creía que traía la riqueza y la felicidad (V. el
DEHA, artículo Mandrágora). El deseo de obtener mandrágoras que manifiesta Raquel,
revela que ella creía que eran un amuleto de amor, que la superstición del pueblo creía que
produciría la preñez. Es interesante que Raquel, que confía en el amuleto de amor, no
concibe, mientras que Lea, que confía en Dios (30:17), sí concibe.
30:25–43. Enriquecimiento de Jacob.
Es difícil analizar la acción de Jacob en este pasaje. El artificio de las varas que empleó Jacob
es bien conocido y practicado en el oriente, y se cree entre los pastores que tiene eficacia
(Skinner, K y D, Lange, etc.). Pero creo que lo que aquí influyó fue el hecho de que Jacob se
valió de sus conocimientos en la crianza del ganado para enriquecerse.
El color normal de los animales era: en la cabra, café o negro; en la oveja, blanco. Según el
arreglo, Jacob sacó los animales de color anormal: cabras manchadas y ovejas negras. De
éstos formó su propio rebaño, los cuales puso a tres días de camino bajo el cuidado de sus
hijos. Aunque los animales que dejó en el rebaño de Labán eran de color normal, éstos tenían
en sí tendencias anormales, por cuanto no eran de raza pura, sino mestiza, hecho comprobado
en que antes de separarlos, había entre ellos animales de color anormal. Por esta razón,

DEHA Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.

123
aunque los animales de color anormal habían sido separados del rebaño de Labán, todavía
seguían los animales normales de Labán pariendo algunos de color anormal: Las cabras
negras, que generalmente parían cabritos negros, parían algunos manchados; las ovejas
blancas, que generalmente producían corderitos blancos, parían algunos negritos.
Los animales anormales que se producían en el rebaño de Labán, los sacaba Jacob para
ponerlos con su rebaño, de acuerdo con su arreglo con Labán (v. 40). Así que la tendencia
irregular tendía a predominar en el rebaño de Jacob: Las cabras manchadas tendían a producir
manchadas, mientras que las ovejas negras producían corderitos negros.
En cambio, en el rebaño de Labán, los animales de color normal a veces producían cabras
manchadas y corderitos negros, así que éstos eran para Jacob. Los animales de Jacob, en los
cuales predominaban las características irregulares, raramente producían animales de color
normal. De modo que, según el sistema que había ideado y sugerido Jacob, su rebaño
aumentaba grandemente. Es evidente que el rebaño de Labán también aumentaba, pero el de
Jacob crecía más de lo que Labán había previsto.
Para que los animales que le correspondiesen fuesen los más fuertes, Jacob arregló que las
“tempranas” (los corderitos de primavera: febrero en Siria), que tenían más probabilidad de
sobrevivir, fuesen de él, mientras que las “tardías”, las que nacían en el otoño, cuando los
fríos de invierno se acercaban, y el pasto era escaso, fuesen de Labán. Eso lo habría hecho
impidiendo que en el verano los machos estuvieran con las hembras de su rebaño, mientras
dejaba que, en el rebaño de Labán los machos estuviesen con las hembras en el verano.
Cuando Labán se dio cuenta de que Jacob aún le ganaba, cambió el sistema, dando a Jacob
el elemento puro mientras que él tomó los de color irregular (31:7, 41). Pero, puesto que la
mayor parte del elemento de color irregular había sido quitada del rebaño de Labán antes que
él cambiase el arreglo, su rebaño ya producía más animales de color regular. Al introducir
Jacob éstos en su propio rebaño, el nuevo elemento puro influyó sobre el rebaño de él
haciendo que sus animales irregulares empezaran a producir algunos cabritos y corderitos
normales.
El cambio del arreglo no implicaba que Jacob perdería los animales irregulares que ya tenía,
sino que los términos del contrato en cuanto a la cría cambiaban.
Cada vez que Labán variaba la regla, se retardaba en aprovechar el procedimiento natural
que influía en el tipo de animal producido. Si él hubiera seguido fiel al arreglo original, este
procedimiento se habría normalizado, y los rebaños de Labán habrían producido menos cría
anormal, y al final, hubiera sido una ventaja. Pero su codicia no le dejó contento con el
contrato original. En cambio, Jacob, con su habilidad de ganadero, preveía cada vez, que el
nuevo arreglo le sería ventajoso, así que consentía de buena gana en un nuevo contrato.
31:1. Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre: Esto era una exageración. Labán
habría tenido mucho todavía.
Y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta grandeza: Es evidente que la
habilidad de Jacob fue provechosa a Labán (30:30). Puesto que la habilidad de Jacob trajo
un aumento en los rebaños de Labán, él también tenía derecho a participar en este aumento.
Las críticas de los hijos de Labán, promovidas por los celos, son injustas.
31:9. Quitó Dios el ganado de vuestro padre, y diómelo a mi: Jacob correctamente ve la
gracia de Dios en su enriquecimiento. En fin, (como hemos observado en la exposición del
pasaje en 30:25–43), fue una ley de la naturaleza de Dios la que dio a Jacob el aumento de
sus rebaños, a pesar de la hostilidad de su suegro y sus cuñados.
31:15. Pues que nos vendió: Las esposas de Jacob le muestran que su simpatía y su lealtad
están con él, y no con el padre, cuyo código de ética evidentemente detestan.

124
31:17–21. La huída de Jacob.
Habiéndole dicho Dios que se fuera, no tenía necesidad de huir a escondidas. Pero era de
carácter tímido. Hubiera podido hacer frente a Labán al principio, como tuvo que hacerlo al
final.
31:19. Rachel hurtó los ídolos de su padre: La familia de Labán era idólatra. Tampoco había
insistido Jacob en un puro monoteísmo en su propia familia. Esto viene más tarde (35:2). V.
la exposición sobre 28:20–22. Idolos: Heb., terafim, imágenes caseras.
31:23. Alcanzóle en el monte de Galaad: Región en el este de Palestina, entre el Yarmuk y
el uadi Hesbón. La distancia desde Carán sería de unos 500 kilómetros. Jacob había recorrido
esta distancia en diez días (comp. el v. 22 con el v. 23). Sería poco tiempo para el trayecto,
pero dado el peligro de persecución, y el apuro con que iba, no sería imposible.
31:30. ¿Por qué me hurtaste mis dioses?: Puesto que Labán no puede realizar sus propósitos
malos con Jacob, por la advertencia de Dios en sueños la noche anterior, alega una excusa
piadosa como la razón por su persecución.
31:34. Y tomó Rachel los ídolos, y púsolos en una albarda de un camello, y sentóse sobre
ellos: Raquel debe haber hurtado éstos en primer lugar porque le parecía que traerían buena
fortuna a su familia. Ahora se afana en guardarlos sentándose sobre la albarda de camello (la
silla grande en la cual ella montaba a camello), bajo la cual los había escondido.
31:35. Estoy con la costumbre de las mujeres: V. 18:11 y nota. Labán la habría excusado de
levantarse, cosa que la costumbre exigía, por cortesía. Skinner alega el tabú religioso
implicado en Lev. 15:19 como la razón por qué Labán no buscó debajo de ella. K y D dicen:
“Le debe haber parecido imposible que alguna mujer con la costumbre de las mujeres se
sentara sobre sus dioses.”
31:36. Jacob se enojó: Jacob era un hombre de carácter manso como su padre. Pero al final
expresa su enojo con el suegro.
31:38–41. Jacob reprende a su suegro.
Dice Erdman: “Adopta Jacob la treta familiar, que generalmente logra éxito, de reclamar que
es él quien ha sido tratado con injusticia, y de acusar a Labán antes que éste pueda presentar
sus cargos” (ob. cit., pág. 104). Sin embargo, Jacob está en su derecho, como sabemos.
31:43. Respondió Labán …: Todo lo que tú ves es mío: La retirada de Jacob afectaba la
riqueza de la tribu, la que Labán quería acrecentar.
31:46. Hermanos: Parientes: Labán y los que con él estaban.
31:47. Jegar Sahadutha: Esta es la forma equivalente en idioma arameo de Galaad, voz
hebrea que significa majano del testimonio.
31:49. Mizpa: Atalaya.
32:1, 2. Mahanaim: Doble compamento, o dos huestes: La hueste de Dios se une a la hueste
que seguía con Jacob.
32:3. Y envió Jacob mensajeros delante de sí a Esaú: Llega la hora de cuentas. Jacob tiene
que hacer frente a Esaú y arreglar su situación con él, una situación agravada por la injusticia
que Jacob había perpetrado veinte años atrás.
32:6. Cuatrocientos hombres con él: Los hombres que traía Esaú consigo no pronosticaban
la paz.
32:10. Bordón: Vara, bastón.
32:13–21. Envío de un presente a Esaú.

ob. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

125
Los obsequios que Jacob envió a Esaú tenían el propósito de hacer propicio a su hermano, lo
que efectivamente consiguieron.
El regalo valioso que hizo Jacob revela su gran riqueza.
32:22–32. Lucha de Jacob con el ángel.
¿Qué fue esta experiencia? ¿Una teofanía? ¿Un ángel? ¿Una experiencia que sucedió en
visión? Calvino creía que era una visión, como la de la escala (28:10–22), acompañada por
una lucha espiritual en el corazón de Jacob.
Pero fue más que esto. Para que un hombre saliera renco de una experiencia como ésta, tuvo
que haber sido una lucha corporal. Jacob luchó con un hombre en esta ocasión. Pero fue más
que un hombre. Fue una teofanía. B. H. Carroll lo identifica con el Hijo de Dios, o sea, el
Verbo. Pratt lo llama “Angel del Pacto”. V. Os. 12:4, 5.
En esta época primitiva de la religión, era necesario que Dios hiciera sus revelaciones de una
manera visible y corporal. Así Jacob luchaba con este mensajero celestial, gastando su
energía física, y además, agonizando mental y emocionalmente. Puesto que él reconoció el
carácter celestial de su adversario, la lucha tuvo implicaciones espirituales.
Fue, pues, una experiencia en que se envolvió toda la naturaleza de Jacob: física, emocional,
intelectual, y espiritual. Fue una experiencia también que un hombre como Jacob, que no
estaba acostumbrado a la oración, como nosotros lo estamos, no hubiera podido tener, sin
que Dios viniera a él en una forma palpable y corporal.
El pasaje tiene mucho valor como tipo de la experiencia de “luchar con Dios”, o sea,
perseverar en la oración, lucha que todos tenemos que hacer si pensamos progresar en la vida
espiritual. Para Jacob significaba también su conversión.
32:22. El vado de Jaboc: Afluente del Jordán que corría desde el oriente hacia el occidente,
y que cortaba en mitad la región antiguamente asignada a la tribu de Gad, al este del Jordán.
Hoy día se llama Nahr-el-Zerka, Río Azul.
32:28. Israel: Príncipe de Dios.
32:30. Peniel: Cara de Dios; lo llamó así, dijo Jacob, porque vi a Dios cara a cara.
32:32. No comen … del tendón que se contrajo: Se refiere al nervio ciático (nervus ischiatus),
que se extiende desde la región glútea hasta los tobillos. Desde ese tiempo los israelitas
evitaron comer este nervio.
33:1–17. Encuentro de Jacob con Esaú.
Los obsequios que Jacob envió a Esaú, y las oraciones a Dios, lograron éxito. Esaú se muestra
magnánimo y bondadoso, perdonando al hermano. Es interesante que Esaú, aunque alega que
tiene suficiente (33:9), al final acepta los regalos (33:11).
33:2. A Rachel y a José los postreros: A la esposa y al hijo predilectos, los pone atrás, en el
lugar de más seguridad.
33:3. Inclinóse a tierra siete veces: La exhibición de humildad de Jacob tiene el propósito de
pacificar al hermano.
33:4. Echóse sobre su cuello, y le besó: Los obsequios, la exhibición de humildad, y el afecto
natural de fraternidad, hacen que Esaú perdone al instante al hermano.
33:17. Succoth: Cabañas, o tiendas. Al este del Jordán.
33:18. Sichem: Ciudad de los heveos en el centro del país, al oeste del Jordán. Padan-aram:
V. 24:10 y nota.
33:19. Los hijos de Hamor: El grupo dominante de los heveos de Siquem.
Cien piezas de moneda: Piezas, heb., quesitah, una cantidad de plata que se pesaba, cuyo
valor es desconocido.

126
El campo que compró Jacob, según la tradición, fue una llanura en la parte sudeste del Valle
de Siquem (K y D). Allí se señala hoy día el pozo de Jacob (Jn. 4:6). En este campo fueron
enterrados los huesos de José después del Exodo (Jos. 24:32).
34:3, 4. Enamoróse de la moza: Aunque el joven Siquem no se había conducido bien con
Dina, él se había enamorado de ella, y tenía buenas intenciones queriendo hacerla su esposa.
34:5. Estando sus hijos con su ganado en el campo, calló Jacob hasta que ellos viniesen: No
tanto por su cautela natural, sino porque fueron los hijos de Lea los que debían defender la
honra de su hermana. V. la nota sobre 24:50.
34:20. Vinieron a la puerta de su ciudad: Lugar donde se hacían los negocios oficiales de
una ciudad. Comp. Rut 4:1.
34:25. Cuando sentían ellos el mayor dolor: Los hombres de la ciudad estaban incapacitados
para defender a su ciudad.
Simeón y Leví … mataron a todo varón: Los dos hijos de Jacob procedieron insensatamente
al matar a los habitantes del país, siendo los que venían con Jacob pocos y débiles. Por esto
perdieron la primogenitura (49:5–7), que hubiera sido de Simeón primero, y luego (de
perderla él) de Leví, después del pecado de Rubén (35:22; 49:4). Habiéndola perdido los tres,
pasó a Judá (49:8–10).
34:27. Y los hijos de Jacob … saquearon la ciudad: Todos los hijos de Jacob deben haber
tomado parte en esta acción, menos los más jóvenes, como José. Benjamín no había nacido
aún.
34:31. ¿Había él de tratar a nuestra hermana como a una ramera?: Esto fue una
exageración, dicha con el propósito de defender la acción de ellos: el joven quería casarse
con Dina.
35:1–15. Visiones de Jacob.
Sigue una serie de visiones de Dios, que confirman la promesa de una herencia en la tierra
de Canaán, necesarias en vista del temor que sentía Jacob por los habitantes de la tierra.
35:1. Beth-el: V. 28:17–19 y nota.
35:2. Quitad los dioses ajenos: Una reforma religiosa. El voto hecho hacía muchos años en
Betel, se cumple ahora cuando recibe el mandamiento de volver a este lugar. V. 28:20–22 y
nota.
35:6. Luz: V. 28:19 y nota.
35:7. El-beth-el: El Dios de Betel, el Dios de la casa de Dios.
35:8. Murió Débora: No sabemos cómo Débora, ama de Rebeca, llegó a estar con Jacob.
Rebeca pudo haberla enviado a Carán, o Jacob pudo haberla traído de regreso con él en
ocasión de alguna visita a casa de su padre, después de volver a Canaán, visita no mencionada
en la Biblia. Esta visita pudo haber sido ocasionada por el entierro de Rebeca.
El nombre de la encina bajo la cual se enterró Débora, Allon-Bacuth, encina del llanto,
muestra la gran estimación en que esta mujer era tenida.
35:9. Padan-aram: V. 24:10 y nota.
35:16. Ephrata: Fértil (K y D), que también (según v. 19) es Belén (Beth-lehem, casa de
pan). V. Rut 4:11; Miq. 5:2.
35:18. Benoni: Hijo de mi dolor. A Jacob no le gustó este nombre de mal agüero, así que lo
cambió en Benjamín, hijo de la derecha, o, según creen K y D, que lo relacionan con el árabe,
hijo de la buena fortuna.
35:19. Murió Rachel: La muerte de esta mujer nos parece triste, porque era relativamente
joven. Siendo ella tan querida por Jacob, su muerte debe haber sido un gran golpe para él.

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35:21. Migdaleder: Torre del rebaño. Una torre hecha cerca de Belén, como protección de
los rebaños contra ladrones, una torre de la clase mencionada en 2 Reyes 18:8; 2 Crón. 26:10;
27:4 (K y D, Driver).
35:22. El incesto de Rubén.
Rubén aparece como inestable y débil (49:4a). Su pecado con la esposa de su padre le quitó
la primogenitura (49:4).
E. VIDA DE ESAU
Gén. 36:1–43
Introducción a la Vida de Esaú
No puede decirse que la vida de Esaú fuera una vida feliz. La vida de un hombre sensual
jamás es feliz. Esaú, con sus fuertes apetitos físicos y su completa falta de esperanzas
espirituales, no podía lograr una verdadera felicidad.
Lo vemos vendiendo por un potaje aquella preciosa herencia que prometía para todo el
mundo las bendiciones espirituales más importantes de la historia. Después se arrepintió del
acuerdo con el hermano, y quiso rectificar el error, sin poder hacerlo. Luego abrigó en su
seno, durante meses, y quizás años, el cruel odio hacia aquel hermano, que lo llevaba a la
determinación de matarlo.
Habiéndose casado Esaú con dos mujeres de la tierra, y viendo que esto desagradaba a sus
padres, se casó luego con dos hijas de Ismael, nuevamente con el propósito de rectificar un
error cometido.
Esaú es tomado por el autor de la Epístola a los Hebreos como el prototipo del hombre
sensual, que estima, como de mayor importancia, la gratificación de los apetitos físicos, que
los deseos espirituales (12:16).
Fue el carácter carnal y materialista lo que descalificó a Esaú y a sus descendientes, para que
no fueran del linaje escogido. Por eso Dios lo rechazó: conociendo el carácter de este hombre,
no dejó que él fuera el que encabezara el linaje sagrado.
(A) BOSQUEJO DE LA DESCENDENCIA DE ESAU
Gén. 36:1–43
1. Las esposas y los hijos de Esaú. 36:1–5.
2. Separación entre Jacob y Esaú. 36:6–8
3. Linaje de Esaú. 36:9–43.
i. Genealogía de Esaú. 36:9–14.
ii. Jefes de los edomitas. 36:15–19.
iii. Descendientes de Seir (los horeos). 36:20–30.
iv. Reyes de los edomitas. 36:31–39.
v. Lista suplementaria de los jefes de los edomitas. 36:40–43.
(B) NOTAS SOBRE LA DESCENDENCIA DE ESAU
Gén. 36:1–43
36:6–8. Separación entre Jacob y Esaú.
Puesto que la tierra de Canaán era pequeña para Jacob y Esaú, fue el último el que tuvo que
salir, de acuerdo con los términos de la primogenitura que vendió a Jacob muchos años antes.
En la primogenitura estaba la provisión en cuanto a la tierra de Canaán como herencia.
36:9–14. Genealogía de Esaú.
Esaú tuvo cinco hijos, uno de los cuales, Reuel, fue nieto de Ismael.
36:15–19. Jefes de los idumeos.
La palabra duque se traduce mejor con la VM caudillo, o aun mejor jeque.

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36:20–30. Descendientes de Seir.
Los descendientes de Seir no tenían parentesco con Esaú. Eran los habitantes primitivos de
la tierra, los horeos. V. 14:5, 6 y nota. Fueron exterminados, o absorbidos en la nación de
Edom, y el registro de sus caudillos estaba incluído en los archivos oficiales de la nación.
F. VIDA DE JOSE
Gén. 37:1–50:26
Introducción a la Vida de José
En toda la historia no hay ningún hombre que sobresalga como José. Skinner llama el relato
de la vida de éste “la biografía más artística y fascinadora del Antiguo Testamento” (Génesis,
pág. 438). Su carácter puro frente a grandes tentaciones, la alta posición que conquistó
después de grandes reveses, lo señalan como uno de los hombres más distinguidos de la
historia.
A José se le ha tachado de haber tenido demasiado amor propio en su juventud. Esto lo hemos
de reconocer francamente. Los sueños grandilocuentes son siempre expresiones de la mente
subconsciente, y correctamente revelan la personalidad. Pero hemos de recordar que la
predilección del padre para él, debe haber producido en la naturaleza inocente del niño este
sentido de superioridad. Sin embargo, este amor propio exagerado, con el tiempo, quedó
aplastado y amoldado. Los ensueños de grandeza no quedan mal si uno los realiza.
No hay historia que presente mejor el triunfo de la justicia que la de José, ni hay ninguna que
presente contrastes tan marcados entre la desgracia y el éxito.
(A) BOSQUEJO DE LA VIDA DE JOSE
Gén. 37:1–50:26
1. Venta de José. 37:1–36.
i. Envidia de los hermanos. 37:1–4.
ii. Sueños de José. 37:5–11.
iii. Envío de José a Siquem. 37:12–17.
iv. Venta de José a los ismaelitas. 37:18–28.
v. Desesperación de Rubén. 37:29, 30.
vi. Engaño del padre. 37:31–35.
vii. Destino de José en Egipto. 37:36.
2. Paréntesis: El pecado de Judá. 38:1–30.
i. Tamar y los hijos de Judá.38:1–11.
ii. El plan de Tamar. 38:12–14.
iii. Pecado de Judá con Tamar. 38:15–19.
iv. Cumplimiento de Judá con el arreglo con Tamar. 38:20–23.
v. Revelación del pecado de Judá. 38:24–26.
vi. Nacimiento de los gemelos. 38:27–30.
3. Vida de José en casa de Potifar. 39:1–20.
i. Promoción de José. 39:1–6.
ii. Tentación de José por la esposa de Potifar. 39:7–12.
iii. Acusación falsa a José. 39:13–18.
iv. Encarcelamiento de José. 39:19, 20.
4. Experiencia de José en la cárcel. 39:21–40:23.
i. Prosperidad de José en la cárcel. 39:21–23.
ii. Encarcelamiento del copero y el panadero. 40:1–4.
iii. Los sueños de los dos presos. 40:5–19.
a. Oferta de José para interpretar los sueños. 40:5–8.

129
b. Sueño del copero. 40:9–15.
c. Sueño del panadero. 40:16–19.
iv. Cumplimiento de los sueños. 40:20–22.
v. Olvido del copero. 40:23.
5. Ensalzamiento de José. 41:1–57.
i. Los dos sueños de Faraón. 41:1–8.
a. Sueño de las siete vacas. 41:1–4.
b. Sueño de las siete espigas. 41:5–7.
c. Agitación de Faraón. 41:8.
ii. Intervención del copero. 41:9–13.
iii. Llamamiento de José. 41:14–16.
iv. Relato de los sueños de Faraón. 41:17–24.
v. Interpretación de los sueños por José y sus consejos. 41:25–36.
vi. Nombramiento de José como virrey. 41:37–45.
vii. Recolección del trigo. 41:46–49.
viii. Nacimiento de los hijos de José. 41:50–52.
ix. Llegada de la época de hambre. 41:53–57.
6. Primera visita de los hijos de Jacob a Egipto. 42:1–38.
i. Ida a Egipto de los diez hermanos. 42:1–5.
ii. Primera entrevista de los hermanos con José. 42:6–17.
iii. Propuesta de José: traer al hermano menor. 42:18–24.
iv. Partida de los hermanos y hallazgo del dinero en el saco de uno. 42:25–28.
v. Informe de los hermanos a Jacob. 42:29–34.
vi. Desesperación de Jacob. 42:35–38.
7. Segundo viaje de los hijos de Jacob a Egipto. 43:1–45:28.
i. Discusión de los hermanos con Jacob sobre la ida de Benjamín. 43:1–7.
ii. Oferta de Judá a ser fiador. 43:8–10.
iii. Decisión de Jacob a dejar ir a Benjamín. 43:11–14.
iv. Envío de los hermanos a casa de José. 43:15–18.
v. Entrevista con el mayordomo de José. 43:19–25.
vi. Entrevista con José. 43:26–31.
vii. La comida con José. 43:32–34.
viii. La copa en el costal de Benjamín. 44:1–12.
ix. Nuevo comparecimiento de los hermanos delante de José. 44:13–17.
x. Intercesión de Judá. 44:18–34.
xi. Revelación de José a los hermanos. 45:1–15.
xii. Disposición de Faraón tocante a los hermanos de José. 45:16–20.
xiii. Obsequios de José a sus hermanos y a su padre. 45:21–24.
xiv. Comunicación a Jacob sobre su hijo José. 45:25–28.
8. Descenso de Jacob a Egipto. 46:1–34.
i. Sacrificios de Jacob en Beer-seba. 46:1–4.
ii. Ida de Jacob a Egipto. 46:5–7.
iii. Nombres de las personas en la familia de Jacob que bajaron a Egipto. 46:8–27.
iv. Encuentro de José con su padre. 46:28–34.
9. Jacob ante Faraón. 47:1–12.
i. Aviso de José a Faraón sobre la llegada de sus parientes. 47:1.
ii. Presentación de los hermanos a Faraón. 47:2–6.

130
iii. Presentación de Jacob ante Faraón. 47:7–10.
iv. Cuidado de José por sus parientes. 47:11, 12.
10. Obra de unificación de Egipto bajo Faraón. 47:13–26.
i. Recolección del dinero. 47:13, 14.
ii. Recolección del ganado. 47:15–17.
iii. Sujeción del pueblo a Faraón. 47:18–21.
iv. Excepción de la tierra de los sacerdotes. 47:22.
v. El impuesto para Faraón. 47:23–26.
11. Incidentes relacionados con la muerte de Jacob. 47:27–50:14.
i. Resumen de la vida de Jacob en Egipto. 47:27, 28.
ii. Juramento de José acerca del entierro de Jacob. 47:29–31.
iii. Provisión para la herencia de los dos hijos de José. 48:1–7.
iv. Bendición de los hijos de José. 48:8–22.
v. Bendición de los hijos de Jacob. 49:1–28.
a. Introducción: Llamamiento a los hijos para ser bendecidos. 49:1, 2.
b. Rubén. 49:3, 4.
c. Simeón y Leví. 49:5–7.
d. Judá. 49:8–12.
e. Zabulón. 49:13.
f. Isacar. 49:14, 15.
g. Dan. 49:16–18.
h. Gad. 49:19.
j. Aser. 49:20.
k. Neftalí. 49:21.
l. José. 49:22–26.
m. Benjamín. 49:27.
n. Conclusión. 49:28.
vi. Muerte de Jacob. 49:29–33.
vii. Luto por Jacob. 50:1–3.
viii. Permiso de Faraón para enterrar a Jacob en Canaán. 50:4–6.
ix. Sepultura de Jacob. 50:7–14.
12. Epílogo. 50:15–26.
i. Temor de los hermanos y generosidad de José. 50:15–21.
ii. Resumen del resto de la vida de José. 50:22–25.
iii. Muerte de José. 50:26.
(B) NOTAS SOBRE LA VIDA DE JOSE
Gén. 37:1–50:26
37:3. Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos: Habiendo Jacob experimentado en el
hogar de su padre los malos efectos del favoritismo, teniendo como resultado los amargos
celos, no aprendió ninguna lección, sino que practicó él también el favoritismo.
37:5–11. Los sueños de José.
Véase la referencia a los sueños de José en la breve Introducción a la Vida de José.
37:14. Y enviólo del valle de Hebrón, y llegó a Sichem: Hebrón estaba en el sur de Canaán,
y Siquem estaba en el centro del país, a una distancia de unos ochenta kilómetros.
37:17. Dothán: Lugar a unos veinticinco kilómetros al norte de Siquem, en el sur de la llanura
de Jezreel.

131
37:18. Proyectaron contra él para matarle: El resentimiento y el odio que durante años
habían afligido a los hermanos de José, por ser ellos hijos de una esposa menos favorecida,
y ellos mismos menos queridos, ahora llega a su colmo. He aquí el resultado de la poligamia
y de la predilección.
37:20. Cisterna: Puesto que era una región seca, se construían cisternas para conservar el
agua de la lluvia.
37:21. Rubén … librólo de sus manos: A pesar de la debilidad moral de Rubén (35:22), él
tenía mejor espíritu que cualquier otro de los hermanos. Quizás sentía su responsabilidad
como hermano mayor.
37:26. Judá dijo …: ¿Qué provecho el que matemos a nuestro hermano?: Es evidente que
Judá también quería salvar al joven de la ira de los hermanos, y mitigar los efectos del golpe.
Apeló a la codicia de los hermanos.
37:27, 28. Ismaelitas … Midianitas: Serían ismaelitas que vivían en tierra de Madián.
37:36. Potifar: V. la nota de 41:45.
Eunuco: Heb., sarís, tiene el sentido primario de eunuco, pero puede significar oficial, que
es su significado aquí (VM, K y D, etc.).
38:1–30. El pecado de Judá.
Los acontecimientos de este capítulo anticipan los del cap. 39, y son paralelos a 39:1–41:57,
el período de morada de José en Egipto antes que fueran allí los hermanos. Cuando José fue
vendido, tenía diecisiete años. Judá habría tenido entre veinte y ventiseis años (véase la
exposición de 29:32–30:24). En 38:1–30 llega a ser abuelo.
Es conservado este relato en el Génesis por cuanto Judá fue antepasado de David (y así del
Mesías) por medio del hijo Farés (Mt. 1:3), que le nació por Tamar. Era necesario tener la
tabla genealógica completa de los antepasados de David y del Mesías.
38:1. Adullamita: Adullam era una antigua ciudad a unos treinta kilómetros al sudoeste de
Jerusalén.
38:9. La simiente no había de ser suya: Según la ley del levirato, ya en vigencia aquí, un
hermano (o pariente cercano) del muerto tenía que casarse con la viuda. El primer hijo
perpetuaba el nombre y la herencia del pariente difunto, y era considerado como de éste. V.
Deut. 25:5–10 y Rut 4:1–10.
38:10. Desagradó en ojos de Jehová lo que hacía: El acto de Onán mostraba una falta de
afecto para el hermano, y una falta de lealtad para con las costumbres de su pueblo.
38:12. Judá se consoló: Esto quiere decir que Judá dejó de lamentar a su finada esposa: cesó
el período de luto formal.
Timnath: En la región serrana de Judá (Jos. 15:57).
38:13, 14. El plan de Tamar.
En nuestro concepto de moral, la conducta de Tamar era vergonzosa. Pero a los hebreos
antiguos habría parecido como una entratagema justificable para conseguir los derechos de
su esposo difunto. Comp. Ryle.
38:15. Ramera: Heb., zonah, la palabra ordinaria en ese sentido. En 38:21 la palabra es
quedeschah, referente a una mujer consagrada al culto inmoral de Astarte, y de ahí, ramera.
38:23. Tómeselo para sí, porque no seamos menospreciados: Judá decide dejar la prenda con
la mujer, para no tener que andar haciendo más averiguaciones, y así excitar el menosprecio
de la gente.
38:24. Sacadla, y sea quemada: Judá, como jefe de la familia, actúa como juez en
sentenciarla a la muerte.

132
38:26. Más justa es que yo: Judá, confrontado por las pruebas, tiene que reconocer su falta.
El error de Judá empezó mucho antes, cuando se casó con una mujer cananea. A esto, quizás,
se debe la maldad de los hijos, que fue lo que ocasionó la muerte de ellos.
38:29. Phares: Por Farés se traza la línea mesiánica (Mt. 1:3).
39:1–20. José en casa de Potifar.
Hay un relato egipcio del siglo XIV a. de J.C. que se llama Narración de los dos hermanos,
en que la esposa del hermano mayor, Anpu, procura seducir al hermano menor, Bata. Este
resiste la tentación de su cuñada. Ella, para vengarse, informa a Anpu que Bata quiso
seducirla, y Anpu quiere matar al hermano. Luego, convencido de la inocencia de Bata, Anpu
condena a muerte a la falsa esposa. (Relato hallado en el Papiro d’Orbiney, de la dinastía
décimonona.)
39:2. Jehová fue con José: José sentía la protección de Dios en Egipto.
39:4. Le hizo mayordomo de su casa: La recompensa de la virtud.
39:6. Nada más que del pan que comía: Ryle sugiere que los escrúpulos egipcios no
permitían que el extranjero tocase la comida.
39:7, 8. Y él no quiso: Se nota el contraste entre la virtud de José y la sensualidad de Judá y
Rubén, los dos mejores de los diez hermanos mayores.
39:13–18. La acusación falsa a José.
La mezquina venganza de la mujer causó la caída de José, pero adelantó los grandes
propósitos de Dios.
Quisiéramos saber qué se hizo después de esta mujer. Podemos conjeturar que, siendo una
mujer de carácter malo, igual cosa debe haber hecho ella después con otros, hasta que su
infidelidad fue descubierta por el esposo.
El hecho de que José no fue condenado a muerte, sino que recibió un castigo menor de
encarcelamiento, indica que el señor probablemente no creía la palabra de la mujer. Pero ella
había armado un escándalo tal, que algo tuvo que hacer Potifar para cubrir el asunto, y
proteger su honor.
39:21. Jehová fue con José: José no perdió la fe en Dios, a pesar de sus contratiempos, y
Jehová estuvo con él.
40:5–19. Los sueños de los dos presos.
La interpretación de los sueños fue un arte entre los egipcios. Psicológicamente podemos
reconocer que los sueños tienen una base en la realidad. Reflejan los temores, las ansiedades,
y los anhelos y esperanzas de la mente, muchas veces bajo una forma simbólica. La
psiquiatría toma en cuenta los sueños de sus pacientes a fin de descubrir las causas de los
males que sufren. Algunos de los alienistas y psicólogos llegan a ser expertos en el análisis
de los sueños.
Aquí la mente subconsciente del panadero reconoció que había ofendido a Faraón de tal
forma que el perdón no le sería posible, y luego produjo un sueño que ilustró sus temores.
En Egipto los grandes buitres siempre comen los cadáveres expuestos, y en su sueño el hecho
de que comían los panes que él preparaba, significaba la muerte. Aunque el panadero no llegó
al punto de comprender su sueño, José, con el talento especial que tenía, pudo analizarlo.
40:11. Tomaba yo las uvas, y las exprimía en la copa de Faraón: En este sueño, tenemos una
referencia simbólica al procedimiento de hacer vino.

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).

133
40:23. El principal de los coperos no se acordó de José: El relato es muy dramático. El olvido
del copero acrecienta el suspenso, y el interés del lector en saber cómo consiguió José su
libertad. Da a Dios una oportunidad para una liberación mayor de su joven siervo.
41:1. Faraón: Ha sido conjeturado que el faraón de José sería Apepa, uno de los más
importantes de los reyes hicsos (véase después). Sin embargo, no hay evidencia histórica que
indique quién era.
41:14. Le cortaron el pelo: Lo afeitaron, tanto la cabeza como la cara (K y D, Skinner, etc.).
41:34. Quinte la tierra: Levantar cada año la quinta parte de la producción del suelo, que
había de ser guardada bajo la administración de Faraón y sus ministros.
41:37–45. Nombramiento de José como gobernador.
El ascenso de José fue facilitado por el hecho de que ocupaba el trono de Egipto una dinastía
de reyes semíticos, los hicsos, o reyes pastores. Alrededor de 2000 a. de J. C. entraron en
Egipto hordas asiáticas, que lo conquistaron. Véase la Introducción al libro de Exodo. Así se
explica el que un extranjero llegase a tal posición en la política de Egipto.
41:38. En quien haya espíritu de Dios: Aquí el pagano Faraón no habla en términos de la
doctrina cristiana de la Trinidad, sino con referencia al “espíritu de la penetración
sobrenatural y de la sabiduría”, como lo expresan K y D.
41:40. Por tu dicho se gobernará todo mi pueblo: José sería gran virrey de Egipto.
41:42. Faraón quitó su anillo: Sería el anillo empleado para sellar los documentos oficiales.
Puso un collar de oro en su cuello: Una recompensa especial. Quizás era el mismo collar que
llevaba Faraón.
41:45. Zaphnath-paaneah: Una palabra egipcia, hebraizada, que, según K y D, sería salvador
del mundo, o sustentador de vida, y según Ryle sería Dios habla, y vive.
Asenath: Perteneciente a Neit, diosa del cielo.
Potipherah: Es lo mismo como Potifar, don del dios del sol.
Sacerdote de On: Este sacerdote era una persona de gran importancia en la vida nacional. On
era el nombre antiguo de Heliópolis, a unos once kilómetros al nordeste del Cairo. Era el
centro del culto del dios del sol, Ra.
41:46. Era José de … treinta años: Trece años habían pasado desde la venta de José por sus
hermanos (37:2).
41:51. Manasés: Nombre del hijo primogénito de José; significa, que hace olvidar.
Me hizo olvidar … toda la casa de mi padre: ¿Por qué no envió José un mensaje a sus
parientes? En esta época había fácil comunicación entre Egipto y Canaán.
Creo que la contestación está en que la amarga experiencia que había tenido con sus
hermanos habría influído sobre él psicológicamente para que no tuviera ni necesidad ni deseo
de verlos.
Además, habían transcurrido trece años entre su separación de ellos y su levantamiento al
poder.
Pero quizás lo más importante de todo fue que él creía tener entre sus manos la obra más
importante del mundo. Si los hermanos habían sentido celos de él cuando era jovencito,
¿cuánto más ahora? Si antes habían maquinado contra él, ¿cuánto más ahora? Y la obra era
demasiado importante para correr riesgos.
41:52. Ephraim: Doble fructuosidad.
42:4. Mas Jacob no envió a Benjamín: Sin duda la predilección de Jacob para José había sido
transferida a Benjamín. Jacob no había aprendido nada.

134
42:7, 8. José … hizo que no los conocía: ¿Por qué no se dio a conocer José? Ya imagina José
lo que va a hacer. Quiere probarlos para ver si son del mismo carácter que antes, o si se han
arrepentido del crimen hecho hacía más de veinte años.
42:16. Enviad uno … y vosotros quedad presos: Aunque José les guarda en la cárcel por tres
días, no es probable que pensase llevar a cabo este plan. Fue solamente para asustarlos y
avivar sus conciencias.
42:18. Yo temo a Dios: Esta es la razón que da José para cambiar su plan y permitir que todos
menos uno volvieran a su padre. Con este dicho les muestra que los tratará con justicia.
42:19. Llevad el alimento para el hambre de vuestra casa: Probablemente impresionaba en
los corazones de los hermanos el contraste entre el pensamiento bondadoso de este señor de
Egipto respecto a los seres queridos de ellos, y su propia conducta injusta con respecto al
hermano muchos años antes.
42:21. Hemos pecado contra nuestro hermano: La necesidad impuesta sobre ellos de traer al
otro hijo de Raquel, ahora les hace recordar los detalles angustiosos de la venta de José.
Después de veinte años su conciencia aún les atormenta.
42:23. Ellos no sabían que los entendía José: José hablaba el idioma egipcio, pero no se
había olvidado de su dialecto nativo.
42:24. Tomó … a Simeón, y aprisionóle: ¿Por qué se eligió a Simeón? Rubén era el mayor,
y Simeón el segundo nacido. Pero Rubén no era culpable en la venta de José, según acababa
de declarar, y como José sin duda recordaba. Por esto fue tomado Simeón.
Además de esto, Simeón era un hombre de violencia y de sangre (34:25). Quizás él había
tomado la iniciativa en la venta de José, y éste lo recuerda.
42:28. ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios?: Los hermanos quedaron perplejos, al hallar uno
de ellos en su costal, el dinero. Con el fuerte sentido de la justicia y la venganza de Dios que
estos hombres tenían, era natural que su conciencia siempre los acusara y los afligiera con
temor, en vista del crimen que habían cometido. El miedo que tenían en este caso era el de
ser acusados del robo del dinero.
42:36. Habéisme privado de mis hijos: No hemos de creer que Jacob realmente sospechara
la parte que habían tenido sus hijos en la desaparición de su hijo José. Su corazón estaba
sobrecargado, y arrojó la culpa a sus hijos.
42:37. Harás morir a mis dos hijos, si no te lo volviere: Una oferta exagerada de Rubén, que
no piensa que su padre tome en serio. Como un juramento, le parece que refuerza sus
palabras. Es un esfuerzo ineficaz de Rubén para conducirse de acuerdo a su posición original
de primogénito, posición que ya ha perdido.
43:3. Y respondió Judá: Desde aquí Judá toma la iniciativa. Sin duda el pensamiento del
padre acerca de la primogenitura, expresado en el momento de su muerte (49:2–12), ha sido
declarado a los hijos, y Judá sabe que él es quien ha de tenerla. Pero V. 48:5 y nota.
43:8, 9. Judá dijo …: Yo lo fío: Judá, como Rubén antes, ahora toma la responsabilidad de
Benjamín, aunque no en el lenguaje vanaglorioso de Rubén.
43:14. Si he de ser privado de mis hijos, séalo: Jacob, no viendo otra salida, consiente en que
los hijos lleven a Benjamín, sometiéndose a las disposiciones de la Providencia.
43:21. El dinero de cada uno estaba en la boca de su costal: Es posible que la devolución
del dinero por José había de ser una prueba de la honradez de los hermanos. A lo menos ellos
se refieren después al hecho de que lo habían traído de vuelta a José, como una evidencia de
su honradez (44:8).

135
43:23. Vuestro Dios … os dio el tesoro: El mayordomo aquieta los temores de los hermanos
haciéndoles saber que no se proponía daño en contra de ellos. La referencia al Dios de los
hermanos indicaba que su religión era conocida y respetada por el mayordomo.
Vuestro dinero vino a mí: Con esto quiere decir el mayordomo que el dinero no estaba
cargado a cuenta de ellos. En este dicho no se tiene en cuenta que después él lo devolvió.
43:32. Los Egipcios no pueden comer pan con los Hebreos: Esto sería por razones de
limpieza ceremonial. Heródoto se refiere a los prejuicios egipcios tocante a comida tocada
por manos extranjeras (Historia, II. 41). José vivía como egipcio.
43:33. Sentáronse delante de él, el mayor conforme a su mayoría, etc.: José, con su
conocimiento íntimo de los hermanos, los hizo sentar en orden de su edad. Esto impresionaría
a los hombres que probablemente creyeron que José tenía conocimientos sobrenaturales.
43:34. Y alegráronse: Los hermanos ahora sienten que todo está bien, y que las sospechas
que manifestaba José tocante a ellos, han desaparecido.
44:2. Pondrás mi copa … en la boca del costal del menor: La prueba que ahora propone José
ha de revelar si los hermanos abandonarán a Benjamín en Egipto, como muchos años antes,
ellos lo vendieron a él.
44:5. Por la que suele adivinar: La práctica de adivinar con una copa era común en la
antigüedad. Se ponía agua limpia en la copa, agregando a veces pedacitos de plata y oro, y
luego se observaba el líquido para evocar algún agüero sobre el porvenir. La referencia de
José a esta práctica puede ser a la costumbre egipcia en el asunto, y no a una creencia y
costumbre personal de él.
44:13. Rasgaron sus vestidos: La profunda agitación del alma de los hermanos se revela en
esta demostración característica oriental.
44:16. Dios ha hallado la maldad de tus siervos: Aunque los hermanos son inocentes en este
caso, ellos lo ven como una recompensa por culpa secreta, o sea, la venta de José hacía más
de veinte años.
44:18–34. La intercesión de Judá.
La intercesión de Judá es un modelo de su clase, siendo una revelación del sentimiento de
responsabilidad fraternal que él abrigaba hacia el hermano menor. Esta actitud debe de haber
quitado a José, todo vestigio de duda con respecto al cambio de carácter de Judá y de sus
hermanos, puesto que aquél se ofrece para quedar en el lugar de Benjamín y ser esclavo en
Egipto. También el pasaje manifiesta un profundo amor filial, ya que Judá expresa su
ansiedad por el dolor del padre (vs. 30, 31).
44:32–34. Quede ahora tu siervo por el mozo: Aquí tenemos el punto culminante del drama.
Judá ofrece quedar en lugar del hermano, lo que comprueba que hay arrepentimiento.
45:1. No podía ya José contenerse: Convencido José, se da a conocer. Desde ahora habla el
idioma de ellos (V. 45:12 y nota).
45:3. Y sus hermanos no pudieron responderle: El ofuscamiento de los hermanos debe haber
sido absoluto, y su temor grande. ¿Cómo podría José perdonarlos?
45:5–7. Para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros: José siempre veía la
mano de Dios en todo. La vida de José es una buena ilustración de Rm. 8:28.
45:10. Gosén: En el nordeste de Egipto, una tierra fértil.
45:11. Aun quedan cinco años de hambre: José tendría treinta y nueve años de edad.
45:12. Vuestros ojos ven … que mi boca os habla: La prueba final de que él era realmente
José era que hablaba el mismo idioma que ellos, cosa que no se hubiera esperado de un
egipcio.

136
45:24. No riñáis por el camino: Los hermanos procurarían exonerarse de la culpa del crimen
cometido hacía muchos años.
45:26. Su corazón se desmayó: Las noticias de que José existía y que ocupaba una posición
exaltada en Egipto, fueron casi demasiado para el anciano.
45:27. Viendo él los carros: Los carros que José había enviado fueron lo que convenció a
Jacob que su hijo aún vivía.
46:1. Partióse Israel con todo lo que tenía: Según la cronología de Usserius, el descenso de
Jacob a Egipto debe haber sido en 1706 a. de J.C. Pero la fecha más probable es 1876 a. de
J. C.
46:3. No temas de descender a Egipto: Jacob recibió lo que le hacía falta, una revelación de
Dios de que su proyectado viaje a Egipto estaba de acuerdo con la voluntad divina.
46:27. Las almas … que entraron en Egipto, fueron setenta: Los miembros de la familia
personal de Jacob fueron setenta, incluyendo a José y sus hijos (comp. los vs. 19–22). Pero,
además de éstos, había criados, pastores, y otros que habían sido agregados a la casa de Jacob
como por ejemplo, las mujeres y niños de Siquem (34:29), etc. Sin duda que era una tribu
fuerte la que inmigró a Egipto en esta ocasión. Comp. Gén. 14:14 y nota.
46:34. Hombres de ganadería han sido tus siervos: Este versículo ha provocado mucha
discusión. La explicación parece estar en lo siguiente: Los ganaderos eran menospreciados
por los egipcios (porque los Egipcios abominan todo pastor de ovejas). Por esto, una
confesión franca de su profesión traería como consecuencia una concesión de tierra en Egipto
separada de la población egipcia. Y como resultado natural, recibirían la región pastoral de
Gosén. Además, serían eximidos de la necesidad de vivir entre los egipcios, quienes podrían
influir malamente sobre los hebreos, desde el punto de vista religioso y cultural. Así se
protegía el pacto teocrático. Nuevamente se muestra el genio de José. Y así explican Lange,
K y D, Driver, y otros.
El prejuicio egipcio en contra de los ganaderos pudo haberse originado de varias maneras, K
y D: porque entre los egipcios predominaba la agricultura. Terry: porque los egipcios
reverenciaban los animales que los pueblos pastoriles mataban (nota de 43:32).
47:11. En la tierra de Ramases: La ciudad principal de Gosén. V. Ex. 1:11; 12:37.
47:14–21. Avasallamiento del pueblo egipcio.
El avasallamiento del pueblo por José puede parecernos, según nuestro concepto de
democracia, como un error moral. Debemos recordar que el gobierno con el cual cooperaba
José, y el faraón a quien servía, eran extranjeros, y eran de la misma raza que José. Los hicsos
nunca habían logrado un dominio completo sobre el pueblo egipcio. La política que seguía
José estaba de acuerdo con la costumbre diplomática de la época, y al hacer uso de ella, él
demostraba que era un mayordomo fiel y leal a aquél que lo había elevado a la posición en
que estaba.
47:24. De los frutos daréis el quinto a Faraón: El impuesto para el gobierno.
47:28. Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años: Jacob tenía ciento treinta años
cuando entró en Egipto (47:9); así pues, tenía ciento cuarenta y siete años cuando murió. José
debe haber tenido cincuenta y seis años cuando murió su padre.
47:29. Debajo de mi muslo: V. 24:2 y nota.
48:5. Tus dos hijos Ephraim y Manasés … míos son: Rubén y Simeón fueron los dos primeros
nacidos entre los hijos de Jacob, pero aquí Jacob adopta a Efraim y a Manasés como sus dos
primeros hijos nacidos.

V. véase; véanse.

137
La primogenitura, en su aspecto material fue, pues, de José; al primogénito le correspondía
una doble porción de las cosas de su padre, y a José le correspondían dos partes en la
repartición de la tierra. Por esto, tanto Efraim como Manasés, recibieron cada uno, una
herencia en Canaán.
Por otra parte, vemos que las promesas espirituales vinieron al mundo por medio de Judá,
porque por él vino el Mesías y la salvación mesiánica. Las implicaciones espirituales de la
primogenitura vinieron a Judá, después de que los primeros tres nacidos la perdieron: Rubén
(35:22 y nota); Simeón y Leví (34:25 y nota).
48:6. Serán tuyos: Otros hijos que nacieran después a José tendrían su herencia en las tribus
de sus hermanos, Efraim y Manasés. Solamente estos dos encabezaban tribus.
48:7. Se me murió Rachel: La justificación para una doble porción para José la halla Jacob
en que Raquel había muerto prematuramente, antes de que pudiera tener más que dos hijos.
48:19. Su hermano menor será más grande que él: La tribu de Efraim llegó a ser más grande
que la de Manasés, y también más importante.
48:22. Te he dado a ti una parte sobre tus hermanos, la cual tomé yo de mano del Amorrheo
…: Son palabras proféticas; se refieren a una acción futura, o sea, la conquista de la tierra de
Canaán por los descendientes de Jacob.
49:4. No seas el principal: Referente a la pérdida de la primogenitura por Rubén. V. 35:22;
48:5; y notas.
49:6. Ni mi honra se junte en su compañía, que en su furor mataron varón: Una referencia a
la matanza de los hombres de Siquem, por Simeón y Leví, con su consecuente pérdida de la
primogenitura. V. 34:25 y nota. Jacob quiere decir que no ha de tener que ver con personas
de tal carácter, ni con sus hechos de violencia.
49:7. Los esparciré en Israel: Esto se cumplió, en cuanto a Simeón, en que la identidad de la
tribu prácticamente se perdió en la de Judá. Tanto es así que el nombre de la tribu no se
menciona en la lista de tribus en la bendición final de Israel por Moisés (Deut. 33:1–29).
En cuanto a Leví, se cumplió en que esta tribu no tuvo herencia en una región determinada
de Canaán, sino que eran esparcidos por todo el país, teniendo ciertas ciudades en todas las
otras tribus. En parte, el efecto de esta maldición de Leví fue quitado por el celo posterior de
los levitas por la religión (Ex. 32:26–28; Núm. 25:1–15).
49:10. No será quitado el cetro de Judá: Esto se cumplió en el linaje perpetuo de reyes de la
línea de David, que llegó a ser eterno en Jesús.
Hasta que venga Shiloh. Varias interpretaciones hay de la palabra Shiloh, de acuerdo con la
ortografía. Según el texto masorético, base de C. de V., sería hacedor de paz, que me parece
mejor, una descripción del Mesías como Príncipe de Paz, que había de venir por la tribu de
Judá, y así interpretan K y D, Jamieson, Terry, etc.
50:3. Y cumpliéronle cuarenta días: Según Heródoto, el período de embalsamamiento en
Tebas fue de setenta días, período que probablemente corresponde con la siguiente
afirmación: Y lloráronlo los Egipcios setenta días: Este período incluía el período de
embalsamamiento de cuarenta días, y luego el período adicional de luto de treinta días. Comp.
Leupold.
50:4. Ruego que habléis en oídos de Faraón: Por algún concepto de inmundicia entre los
egipcios, José estaba excluído momentáneamente de la presencia de Faraón. Comp. Leupold.
50:10. Era de Atad: Era de la zarza, lugar cerca del mar Muerto, del otro lado del Jordán.

C. de V. Versión española de Cipriano de Valera de la


K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

138
50:11. Abelmizraim: Propiamente, campo de Egipto, o de los egipcios. Es un juego de
palabras entre avel, campo, y evel, endecha.
50:14–21. El temor de los hermanos.
Nuevamente José tiene que asegurar a sus hermanos, para que tengan confianza en el perdón
que él les ha concedido.
50:25. Haréis llevar de aquí mis huesos: Aquí tenemos un extraño mandamiento. Es
probablemente una expresión de fe en la realidad de la promesa de Dios, que había dicho que
algún día habían de dejar a Egipto y entrar en la tierra prometida. A este respecto dicen K y
D: “El ataúd con sus huesos llegó a ser una exhortación perpetua a Israel, para volver sus
ojos desde Egipto a Canaán, a la tierra prometida a sus padres, para esperar en la paciencia
de la fe el cumplimiento de la promesa.”
PARTE III
PERIODO DEL EXODO Y DE LAS MIGRACIONES
(Desde el nacimiento de Moisés hasta su muerte)
Ex. 1:1–Deut. 34:12
Empezamos ahora el estudio del Período del Exodo y de las migraciones de los israelitas en
el desierto. Este relato se halla en los libros de Exodo, Levítico, Números, y Deuteronomio.
Abarca un período de ciento veinte años.
Se muere la generación esclava, la que había nacido en Egipto, aquella generación cuyo
espíritu había sido oprimido por la dureza y por la injusticia, y nace una nueva generación,
con un espíritu nuevo y libre, listo para conquistar a una nueva nación y una nueva vida.
Este período empieza con el nacimiento de Moisés y termina con su muerte. En efecto, el
período podría titularse Vida de Moisés. Se compara con los trozos más breves en el Génesis
que tratan de las vidas de los patriarcas: de Abraham, de Isaac, de Jacob, y de José. En este
caso el relato es más largo, principalmente por la incorporación de largas porciones forenses,
las leyes que Moisés dio al pueblo.
Este período puede dividirse en las siguientes partes:
(I) OPRESION EN EGIPTO. Ex. 1:1–12:36.
(II) LIBERACION DE LOS ISRAELITAS. Ex. 12:37–18:27.
(III) DADIVA DE LA LEY EN SINAI. Ex. 19:1–Núm. 10:10.
(IV) VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. Núm. 10:11–21:35.
(V) CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN. Núm. 22:1–36:13.
(VI) INTRODUCCION AL LIBRO DE DEUTERONOMIO.
(VII) RECAPITULACION DE LA LEY. Deut. 1:1–30:20.
(VIII) EPILOGO. FIN DE LA VIDA DE MOISES. Deut. 31:1–34:12.
(I) OPRESION EN EGIPTO
Ex. 1:1–12:36
El eslabón de conexión entre el Génesis y Exodo es la muerte de José. A él se refiere aquí en
el principio de Exodo. Pero la diferencia en las condiciones del pueblo es sumamente grande.
Al finalizar el Génesis, hallamos a la familia de Israel en una situación de ascendencia y de
favor con el gobierno. Al empezar este segundo libro, hallamos al pueblo crecido y
multiplicado, pero oprimido y esclavizado. Los primeros capítulos de esta obra dan una
descripción de esta esclavitud, junto con un relato de los medios que empleaba Dios para
poner en libertad a su pueblo oprimido.

139
De acuerdo con el principio de que Dios trata con la humanidad por medio de un hombre,
esperaríamos que así haría esta vez, y justamente así sucede. El hombre que escoge Dios esta
vez es Moisés, por medio del cual realiza la salvación del pueblo.
La exposición seguirá las siguientes divisiones:
A. INTRODUCCION AL LIBRO DE EXODO.
B. BOSQUEJO DE LA OPRESION EN EGIPTO. Ex. 1:1–12:36.
C. NOTAS SOBRE LA OPRESION EN EGIPTO. Ex. 1:1–12:36.
A. INTRODUCCION AL LIBRO DE EXODO
El libro de Exodo forma una digna continuación del Génesis. Sigue en el estilo inimitable de
su escritor, haciendo énfasis en el elemento personal e individual. Así como el primer libro
de esta serie ha sido biográfico, y se señalan ciertos individuos para atención especial,
también lo es este segundo libro.
Casi puede decirse que el libro de Exodo es la historia de un hombre, del hombre Moisés,
que representa el punto céntrico alrededor del cual gira la crisis del plan de la redención. En
el corazón de él se verifica el conflicto. El recibe la comunicación de Dios para el pueblo, y
sobre él pesa toda la carga de las peregrinaciones. Es él quien recibe el golpe de la crítica del
pueblo, pues se halla como mediador entre el pueblo y Dios, e intercede ante Dios a favor de
ellos. Así que, ciertamente este libro es la historia de un hombre, un hombre de Dios que,
como profeta, legislador, y caudillo, se mueve entre el pueblo de Dios.
Pero, así como un hombre es más grande que una causa, también debe ser la causa más grande
que el hombre. Y el libro de Exodo es un eslabón en aquella cadena de libros que juntos dan
en forma continuada la historia de aquella causa que Dios desarrollaba: la causa de la
redención del hombre.
1. Nombre
El nombre en hebreo del segundo libro de la Torah es: Weeleh Schemoth, lo que significa: Y
éstos son los nombres. Son las primeras palabras del libro en el original.
El nombre que adoptaron los traductores griegos, siguiendo la costumbre griega, se
relacionaba con el contenido del libro. Ellos adoptaron el título Exodos, que por la Vulgata
latina ha pasado al español. Fue una selección feliz, y así se conoce este libro universalmente
en el día de hoy. No es probable que su nombre se cambie algún día.
2. Autor y fecha
Lo que se ha dicho ya sobre el autor y la fecha del Pentateuco y del Génesis, puede ser
repasado por el alumno. En general, los principios que he asentado allí tienen su aplicación
aquí. El autor del libro de Exodo es Moisés.
3. Ocasión y propósito
La ocasión del libro de Exodo fue la necesidad de tener un relato de aquel período
importantísimo de la historia de Israel: el período de su liberación de la cautividad, y de su
éxodo de Egipto.
El propósito del libro de Exodo es señalar cómo llegó la crisis que terminó con la partida de
la nación de Israel de Egipto, donde había morado durante 430 años. En armonía con este
propósito viene el deseo del autor, de mostrar cómo Dios preparó la vida de su libertador,
Moisés, y cómo lo indujo a emprender su tarea de liberación. El autor quiere relatar también
la historia de la dádiva de la ley, y la historia de aquello que había de ser el punto céntrico de
la religión: el tabernáculo, la manifestación visible de la presencia de Dios, y el sitio donde
se le había de ofrecer culto.
4. Carácter y estilo

140
Las partes del libro de Exodo en que hay narración están escritas en el mismo estilo que el
Génesis, y que las narraciones de Números y Deuteronomio. Hay el mismo interés en la
providencia de Dios que opera a través de las vidas de los hombres. Es marcada también la
atención prestada en este libro, a las vidas de aquéllos por quienes Dios hace su obra, en este
caso, Moisés y Aarón.
El entusiasmo y la lealtad del autor del libro de Exodo para todo lo que se relaciona con la
nación de Israel es también notable.
Resalta además en el libro de Exodo el fuerte interés de su autor en la ley de Dios, y en el
medio por el cual había de adorarse Dios: por el instrumento del tabernáculo. En esto su obra
muestra afinidad con el Levítico, y con aquellas porciones de Números y Deuteronomio que
tratan de las leyes del pueblo.
5. Contenido
Doy aquí, en conexión con la introducción al libro de Exodo, las divisiones principales de su
bosquejo. Después, en relación con el bosquejo histórico del Período del éxodo y de las
migraciones de los israelitas, presento un análisis minucioso del libro de Exodo.
Bosquejo general del libro de Exodo
Prefacio. 1:1–7.
OPRESION EN EGIPTO. 1:8–12:36.
Persecución de los hebreos. 1:8–22.
Nacimiento y juventud de Moisés. 2:1–25.
Visión de Moisés en la zarza. 3:1–4:17.
Vuelta de Moisés a Egipto. 4:18–26.
Primeros pasos en el programa de liberación. 4:27–7:13.
Las diez plagas. 7:14–12:36.
LIBERACION DE LOS ISRAELITAS. 12:37–18:27.
Salida de Ramesés. 12:37–42.
Instrucciones adicionales sobre la pascua. 12:43–13:16.
El pueblo en marcha. 13:17–22.
Persecución de los egipcios. 14:1–31.
Cánticos de victoria. 15:1–21.
En Mara y Elim. 15:22–27.
El maná. 16:1–36.
Agua de la peña de Horeb. 17:1–7.
Batalla con Amalec. 17:8–16.
Visita y consejos de Jetro. 18:1–27.
LEY DEL PACTO. 19:1–40:38.
La teofanía en Sinaí. 19:1–25.
El decálogo. 20:1–17.
Paréntesis: Reacción del pueblo a la voz de Dios. 20:18–21.
El libro de la alianza. 20:22–23:33.
Ratificación del pacto. 24:1–18.
Instrucciones sobre la forma de hacer el tabernáculo. 25:1–31:18.
El becerro de oro. 32:1–35.
Intima comunión de Moisés con Dios. 33:1–23.
Las nuevas tablas de piedra. 34:1–35.
Construcción del tabernáculo. 35:1–40:38.
6. Relación del libro de Exodo con la historia egipcia

141
Los hebreos estuvieron en Egipto durante un período de 430 años, y podemos fijar las fechas,
según la cronología que he adoptado, entre 1876 y 1446 a. de J.C. Jacob entró en Egipto en
1876 a. de J. C., y el éxodo debe haber sucedido en 1446 a. de J.C.
Como ya se ha dicho, fue la presencia de los hicsos en Egipto lo que hizo posible el ascenso
de José al poder (V. la nota sobre Gén. 41:37–45), porque eran de la raza semítica. La
duración de la dominación de los hicsos en Egipto es desconocida. El historiador egipcio
Manetón la fijaba en 500 años. El período de esta dominación debe haberse terminado en
1580 a. de J. C., con la subida de Amosis, al trono egipcio, y la inauguración de la dinastía
décimoctava. Comp. Adams, Ancient Records and the Bible, pág. 230.
Con la caída de la dinastía décimoséptima, subieron dinastías fuertemente nacionalistas en
sus sentimientos. Esto coincidió con la invasión de hordas berberiscas que procedían del
Berber, territorio de Nubia. Esto fue aproximadamente en 1582 a. de J.C. El lema de estos
nuevos gobernadores de Egipto fue “Egipto para los egipcios”.
No es extraño pues, que con el cambio de la dinastía, cambiase la actitud del gobierno hacia
los israelitas. Mientras que bajo el dominio de los reyes semíticos ellos fueron favorecidos,
ahora bajo las dinastías nacionalistas son perseguidos y aborrecidos.
La opinión más antigua en cuanto a la identidad del faraón de la opresión es que fue Ramsés
II, llamado por los griegos Sesostris (1300–1234 a. de J.C.), y el faraón del éxodo, según esta
opinión, sería su hijo, Menefta II (1234–1214). Esta teoría va descartándose, con los nuevos
descubrimientos arqueológicos que van haciéndose.
Aunque la teoría Ramsés-Menefta ya no responde a las exigencias de los hechos
arqueológicos y bíblicos, ha de reconocerse que hay muchas cosas en los reinados de estos
dos hombres que sí concuerdan, cosa que ha traído como resultado la construcción de la
hipótesis. Así, Ramsés fue un gran constructor, y en todas partes de Egipto se hallan las ruinas
de los edificios que él hizo construir. De acuerdo con esta teoría, las ciudades que los
israelitas edificaron en Pitom y Ramesés (Ex. 1:11) fueron hechas para este faraón. Las ruinas
de estas ciudades han sido descubiertas en Tell-el-Maskhuta, en 1883, por Edouard Naville.
En defensa de esta teoría, se alega que los ladrillos de que están hechas las paredes de estas
ciudades son de barro cocido al sol, algunos con paja, otros sin paja (comp. Price, ob. cit.,
pág. 184 y sig.). Como evidencia adicional en apoyo de esta teoría se señala que, con la
muerte de Ramsés II, y la subida de su hijo Menefta II, se verificaron una serie de rebeliones
en todo su imperio, lo que (según se alega) hacía más fácil la salida de los israelitas del país.
La opinión más reciente en cuanto a la identidad de los faraones de la opresión y del éxodo,
concuerda mejor con la historia y cronología bíblica, y con los datos arqueológicos. Según
esta opinión, el faraón de la opresión sería Tutmosis III (1501–1447 a. de J. C.), y el faraón
del éxodo sería su hijo Amenhotep II (1447–1420).
Será evidente, por los datos que doy a continuación, que las fechas de los reinados de
Tutmosis y de Amenhotep más concuerdan con la cronología de la Biblia, que las de Ramsés
y de Menefta. El período de 480 años entre la salida de Egipto y la dedicación del templo de
Salomón, mencionado en 1 Reyes 6:1, no cabría entre el reinado de Menefta (1234–1214 a.
de J.C.) y la fecha de la dedicación del templo (966 a. de J.C.). En cambio, el reinado de

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).
comp. compárese; compárense.
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).
sig. siguiente versículo, o siguiente página.

142
Amenhotep II (1447–1420) concuerda perfectamente bien, y fijamos la fecha del éxodo en
1446, exactamente 480 años antes de la dedicación del templo en 966 a. de J.C.
Cabe señalar que, tomar a Ramsés y Menefta como los faraones de la opresión y del éxodo,
respectivamente, equivaldría a rechazar enteramente el dato de 1 Reyes 6:1 sobre un período
de 480 años entre el éxodo y la dedicación del templo de Salomón.
Ciertos datos arqueológicos apoyan la opinión de Tutmosis III y Amenhotep II como los
faraones de la opresión y del éxodo.
Un dato arqueológico importante que apoya la teoría Tutmosis III—Amenhotep II ha sido el
descubrimiento de la Estela de Menefta, por Petrie, en Carnac, en 1896, que tiene una
referencia a una invasión de Canaán cuando los israelitas ya estuvieron en la tierra, lo que
hace imposible la fijación de la fecha del éxodo durante el reinado de Menefta.
Otro descubrimiento que apoya la teoría Tutmosis III—Amenhotep II ha sido el de las cartas
de Tell-el-Amarna, en 1887. Esta serie de unas 400 tablillas de barro cocido corresponde a
los años 1412–1362 a. de J.C. Son cartas escritas por los gobernadores de diferentes ciudades
de Palestina (región que en aquella época estaba bajo el dominio ele Egipto), enviadas al
gobierno superior de Egipto. En estas cartas, los gobernadores egipcios en Palestina solicitan
la avuda del faraón en contra de un pueblo guerrero y nómada que invadía al país, los habirus,
voz que se asemeja con la palabra bíblica hebreos.
Muchos eruditos creen que hay una verdadera relación entre los habirus de las cartas de Tell-
el-Amarna, y los hebreos de la Biblia. En efecto, la situación presentada en estas cartas
corresponde con lo que sabemos de los reinados de los faraones egipcios de este período,
Amenhotep III (1412–1376) y Amenhotep IV (1376–1362). Era un período de decadencia en
el poderío egipcio, lo que facilitaba la conquista y subyugación de Canaán por Josué (1406–
1400).
En conclusión, podemos decir, pues, que la evidencia, tanto bíblica como arqueológica,
ampliamente nos justifica en proponer, como el faraón de la opresión, a Tutmosis III (1501–
1447), y como el faraón del éxodo, a Amenhotep II (1447–1420). La fecha deí éxodo sería
1446 a. de J.C. Para una exposición detallada de estas conclusiones, V. Adams, ob. cit., pág.
203 y sig.
B. BOSQUEJO DE LA OPRESION EN EGIPTO
Ex. 1:1–12:36
Prefacio. Multiplicación de los israelitas en Egipto. 1:1–7.
1. Persecución de los hebreos. 1:8–22.
i. El nuevo rey y su tiranía. 1:8–10.
ii. El servicio riguroso de los hebreos. 1:11–14.
iii. La matanza de los varones hebreos. 1:15–22.
a. Fracaso en el esfuerzo de conseguir la cooperación de las parteras. 1:15–21.
b. Mandamiento de echar en el río a los varones. 1:22.
2. Nacimiento y juventud de Moisés. 2:1–25.
i. Nacimiento del niño y su salvación. 2:1–10.
ii. El crimen impulsivo de Moisés. 2:11–15a.
iii. Huída de Moisés a Madián. 2:15b.
iv. Moisés y las hijas pastoras de Ragüel. 2:16–20.
v. Casamiento de Moisés y nacimiento de su hijo. 2:21, 22.
vi. Recordación de Dios de la aflicción de su pueblo. 2:23–25.
3. Visión de Moisés en la zarza. 3:1–4:17.
i. Fenómeno de la zarza ardiente. 3:1, 2.

143
ii. Santidad del lugar en que Dios se aparece. 3:3–6.
iii. Comisión dada a Moisés. 3:7–10.
iv. Primera señal de la presencia de Jehová con Moisés: servirían a Dios en Sinaí. 3:11, 12.
v. Segunda señal de la presencia de Jehová: el nuevo nombre. 3:13–15.
vi. Mandamiento para juntar a los ancianos de Israel. 3:16–18.
vii. Promesa de maravillas, y de la liberación del pueblo. 3:19–22.
viii. Otras señales. 4:1–9.
a. La vara. 4:1–5.
b. La lepra. 4:6–8.
c. Las aguas del río tornadas en sangre. 4:9.
ix. Objeción de Moisés en relación con su torpeza de lengua. 4:10–12.
x. Negación de Moisés para ir, y provisión de Aarón como compañero. 4:13–17.
4. Vuelta de Moisés a Egipto. 4:18–26.
i. Permiso de Jetro para volver a Egipto. 4:18, 19.
ii. Viaje de vuelta a Egipto. Enfermedad de Moisés. 4:20–26.
5. Primeros pasos en el programa de liberación. 4:27–7:13.
i. Encuentro de Moisés con Aarón. 4:27, 28.
ii. Convocación de los ancianos del pueblo. 4:29–31.
iii. Primera entrevista con Faraón. 5:1–5.
iv. Endurecimiento del servicio del pueblo. 5:6–14.
v. Queja de los israelitas a Faraón. 5:15–19.
vi. Queja de los israelitas a Moisés. 5:20, 21.
vii. Protesta de Moisés a Dios. 5:22, 23.
viii. Contestación de Dios a Moisés. 6:1.
ix. Nueva revelación y promesa a Moisés. 6:2–8.
x. Comunicación de Moisés al pueblo, y rechazamiento de su mensaje. 6:9.
xi. Mandamiento a Moisés y Aarón para que demanden de Faraón la liberación del pueblo.
6:10–13.
xii. Genealogía de Rubén, Simeón, y Leví. 6:14–27.
a. Rubén. 6:14.
b. Simeón. 6:15.
c. Leví (hasta Moisés y Aarón). 6:16–27.
xiii. Nueva comisión de Dios a Moisés. 6:28–7:7.
xiv. Prueba de las varas con los magos de Faraón. 7:8–13.
6. Las diez plagas. 7:14–12:36.
i. Primera plaga. Sangre. 7:14–25.
a. Anuncio a Faraón. 7:14–18.
b. Instrucciones a Aarón. 7:19.
c. Transformación del agua en sangre. 7:20–25.
ii. Segunda plaga. Ranas. 8:1–15.
a. Anuncio a Faraón. 8:1–4.
b. Instrucciones a Aarón. 8:5.
c. Venida de las ranas. 8:6–11.
d. Fin de la plaga. 8:12–15.
iii. Tercera plaga. Piojos. 8:16–19.
iv. Cuarta plaga. Moscas. 8:20–32.
a. Anuncio de la plaga. 8:20–23.

144
b. Venida de las moscas. 8:24.
c. Acuerdo de Faraón con la ida del pueblo. 8:25–29.
d. Fin de la plaga. 8:30–32.
v. Quinta plaga. Muerte del ganado. 9:1–7.
vi. Sexta plaga. Sarpullido. 9:8–12.
vii. Séptima plaga. Granizo. 9:13–35.
a. Anuncio de la plaga. 9:13–19.
b. Reacción del pueblo frente al anuncio de la plaga. 9:20, 21.
c. El granizo y su efecto. 9:22–26.
d. Arrepentimiento de Faraón. 9:27–32.
e. Fin del granizo y endurecimiento de Faraón. 9:33–35.
viii. Octava plaga. Langostas. 10:1–20.
a. Anuncio de la venida de las langostas. 10:1–6.
b. Permiso para que vayan los varones. 10:7–11.
c. Llegada de las langostas. 10:12–15.
d. Arrepentimiento de Faraón y fin de la plaga. 10:16–20.
ix. Novena plaga. Tinieblas. 10:21–29.
x. Décima plaga. Muerte del primogénito. 11:1–12:36.
a. Anuncio de la décima plaga. 11:1–8.
b. Advertencia de Jehová de que Faraón no oirá. 11:9, 10.
c. Instrucciones a Moisés. 12:1–20.
(1) Reglamento sobre la pascua. 12:1–14.
(i) Fecha. 12:1–3.
(ii) Comida comunal. 12:4.
(iii) Carácter del cordero. 12:5.
(iv) Inmolación del cordero. 12:6.
(v) Sangre en los postes. 12:7.
(vi) Manera de comer el cordero pascual. 12:8–11.
(vii) Significado de la sangre. 12:12, 13.
(viii) Perpetuidad del día de la pascua. 12:14.
(2) Institución de la fiesta de los ázimos. 12:15–20.
d. Instrucciones a los ancianos sobre la pascua. 12:21–28.
e. Muerte del primogénito egipcio y despojo del pueblo egipcio. 12:29–36.
C. NOTAS SOBRE LA OPRESION EN EGIPTO
Ex. 1:1–12:36
1:5. Setenta: V. Gén. 46:27 y nota.
1:8. Levantóse … un nuevo rey: Tutmosis III, 1501–1447 a. de J.C. V. la Introducción al
libro de Exodo, 6.
1:11. Faraón: Esta palabra viene del egipcio per’o, que probablemente denota gran casa,
referente al estado real (Driver). Era el título oficial del rey de Egipto.
1:14. Labor del campo: Construcción de canales y hoyos para la irrigación.
1:16. Asientos: Referente a las dos piedras sobre las cuales las mujeres hebreas se
arrodillaban o se sentaban al dar a luz.
1:21. Les hizo casas: Dios les dio familias. La mayor bendición de una mujer hebrea era la
de tener hijos.
1:22. El río: El Nilo, único río de Egipto.

145
2:1. Tomó por mujer: Sabemos por Ex. 6:20 que el padre de Moisés se llamaba Amram, y su
madre Jocabed. El relato es conciso: Aarón y María nacieron antes que Moisés. Aarón tenía
tres años más (7:7).
2:3. Juncos: Papiros. Se usaban para hacer barcos y papel. Carrizal: Heb., suf; no se conoce,
pero sería una caña.
2:4. Una hermana suya: Probablemente María, aunque podría ser otra.
2:5. La hija de Faraón: Varios nombres aparecen en los libros antiguos para esta hija: El
libro de Jubileos: Tarmut. Josefo (Ant. II. ix. 5): Tarmoutis. Ensebio: Merris. Adams sugiere
el nombre Hatshepsut, hija de Tutmosis III, que, según una sugestión de este autor, habría
dado a su hijo adoptivo el nombre de su padre. Así Moisés habría sido derivado de Tutmosis
(Adams, ob. cit., pág. 235).
2:9. Críamelo, y yo te lo pagaré: Hay una ironía espléndida en que la humilde madre hebrea
no sólo salva a su hijo, sino que recibe pago por cuidarlo.
2:10. Creció el niño: Moisés tendría tres o cuatro años cuando fue destetado. V. Gén. 21:8 y
nota.
2:12. Mató al Egipcio: Moisés tenía el objeto de ayudar a su pueblo. Con este acto declaró
que se compadecía de las injusticias para con ellos, y que se sintió más hebreo que egipcio.
2:17. Moisés se levantó y defendiólas: Defendiendo así a las pastoras, Moisés nuevamente se
muestra como defensor de los débiles y oprimidos, característica que lo calificaba para ser
libertador de su pueblo.
2:18. Ragüel: El nombre del suegro de Moisés es variable, pues parece que tenía varios
nombres. Aquí en el original es Reuel; en Núm. 10:29 es Raguel (VM); en Ex. 3:1 es Jetro.
En Juec. 4:11, según C. de V., el suegro es Hobab, pero es mejor creer que éste sería el
cuñado (V. la VM). En Juec. 1:16, Cineo es el nombre de la tribu.
3:1. Jethro: V. 2:18 y nota.
3:2. Apareciósele el Angel de Jehová en una llama de fuego: La presencia de Dios a menudo
se revela en una llama de fuego. V. Gén. 15:17 y nota; Ex. 16:7 y nota.
3:5. Quita tus zapatos: Todavía es una señal de reverencia en el Oriente.
3:11. ¿Quién soy yo …?: Ha desaparecido la arrogancia juvenil que hizo que Moisés matase
al egipcio.
3:12. Serviréis a Dios sobre este monte: Esta visión sucedería cerca de Sinaí. Dios profetiza
que los israelitas han de servirle sobre ese monte. ¿En qué sería señal? El hecho de que
Moisés hubiera sacado al pueblo con éxito, y que otra vez estuviera en Sinaí, sería una prueba
de que Dios bendecía a su siervo, y que lo había de bendecir en el largo y difícil período de
migraciones que les quedaba por delante, lo que sería aún más difícil que la liberación de
Egipto. Comp. K y D, Driver, etc.
3:14. YO SOY EL QUE SOY: Aquí tenemos, no un nombre de Dios, sino una afirmación
tocante a su carácter. Las palabras originales significan seré lo que seré, y en ellas se contiene
una expresión de voluntad propia, o determinación en cuanto a lo que es Dios.
3:15. Jehová … me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre: Que “YO SOY” no es un
nombre, sino una descripción, se revela en estas palabras. El nuevo nombre es Jehová,
derivado de la misma raíz que soy, heb., hayah, ser, existir. El nombre Jehová denota la

Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.


VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

146
naturaleza eterna de Dios, en relación con su propia voluntad (como ha sido dicho en la nota
sobre 3:14) en ser lo que es. No es Dios por casualidad, sino por su propia voluntad.
3:18. Iremos ahora camino de tres días: El aparente problema moral, con que Dios manda a
Moisés a pedir tres días de ausencia, cuando el propósito era el de irse definitivamente del
país, se desvanece ante la siguiente explicación: Esta petición inicial era una prueba; si
Faraón se hubiera mostrado favorable, se preparaba el camino para pedir más.
4:2–8. Las señales.
Las señales que podía mostrar Moisés serían el medio para convencer al pueblo israelita de
que él era mandado por Dios, lo que efectivamente lograron. Delante de Faraón sirvieron
para aumentar el prestigio de Moisés, aunque no lograron el propósito de convencerlo, para
que dejara ir libre al pueblo.
4:2. Una vara: La vara de pastor (Butler). Rawlinson: un bastón.
4:13. ¡Ay Señor! envía por mano del que has de enviar: Calvino: “Escoge quienquiera desees,
siempre que sea otro, y que yo sea excusado.”
4:19. Ve, y vuélvete a Egipto: La comisión general se registra en 3:1–4:14. Ahora Jehová le
avisa que ha llegado la hora.
4:24. Le salió al encuentro Jehová, y quiso matarlo: Una enfermedad peligrosa. Con esta
opinión concuerdan Jamieson, Watts, Meyer (Moisés, el Siervo de Dios, pág. 65), A. V. de
Canclini (Mujeres de la Biblia, pág. 109), y otros. Aquí la enfermedad es descrita bajo una
figura antropomórfica. Moisés interpreta la experiencia como una advertencia por cuanto no
ha circuncidado al hijo.
Probablemente Séfora no había querido cumplir con el rito porque no era costumbre de su
pueblo. Ahora lo hace bajo protesta.
El asunto era importante por cuanto, si Moisés se hubiera presentado delante del pueblo
israelita sin haber cumplido con el antiguo pacto, se habría anulado su influencia con ellos.
5:1. Deja ir a mi pueblo a celebrarme fiesta: V. 3:18; 8:26; y notas.
5:6. Cuadrilleros: Los oficiales egipcios que tenían a su responsabilidad las tareas y los
obreros. Gobernadores: Los capataces israelitas que vigilaban a los grupos de obreros. V. K
y D, Lange, etc.
5:12. El pueblo se derramó: Los obreros se esparcían en todas partes buscando la paja.
6:3. En mi nombre JEHOVA no me notifiqué a ellos: Era necesario que, en el trato con los
egipcios politeístas, Dios tuviera un nombre distintivo, el de Jehová, para distinguirlo de todo
otro dios.
6:8. Alcé mi mano: Como quien jura; un antropomorfismo.
6:12. Incircunciso de labios: Referente a cualquier cosa imperfecta. Comp. Lev. 26:41; Jer.
6:10. Aquí quiere decir que Moisés no tenía el don de la palabra (comp. 4:10).
7:1. Yo te he constituído dios: Aquí es dios en el sentido de que Moisés haría milagros ante
Faraón, mientras que Aarón hablaría. Los prodigios tendrían más efecto que palabras.
7:5. Y sabrán los Egipcios que yo soy Jehová: Siendo Egipto el país más fuerte del mundo,
se pensaría que sus dioses eran los más fuertes del mundo. Jehová les ha de demostrar que El
es Dios, y así desacreditar a los dioses de Egipto y por consiguiente a los dioses de todo el
mundo.
7:11. Hicieron … lo mismo los encantadores: No poseían los magos poder sobrenatural, así
pues, debe haber sido prestídigitación.
7:13. El corazón de Faraón se endureció: El endurecimiento de Faraón vino primero en su
propio corazón. Luego Dios le endureció. Esto lo hace Dios valiéndose de las leyes de la
psicología humana. Al fin, la mente se acostumbra a la testarudez.

147
7:14–25. La primera plaga. La sangre.
A fines de junio, en Egipto, las aguas del Nilo siempre se enrojecen, por ciertas substancias
que llevan, y entonces es llamado por los nativos el Nilo Rojo. En este estado sus aguas no
son insalubres. Un tiempo antes de que el Nilo se vuelva rojo, el río se vuelve verde debido
a substancias vegetales putrefactas que el río arrastra; entonces es llamado Nilo Verde, y sus
aguas son insalubres. Comp. K y D, Lange, Driver, etc.
En esta plaga tenemos una intensificación milagrosa de un fenómeno natural por la palabra
del varón de Dios. El Nilo era un objeto de culto, y el hecho de que lo hiere Dios, resalta su
poder, en contraste con la importancia de los dioses egipcios.
7:15. Faraón … sale a las aguas: Para bañarse, u ofrecer culto al Nilo.
7:17. Se convertirá en sangre: Clarke lo toma como un cambio químico en sangre, pero es
más bien una referencia al color de la sangre (K y D, Lange, Jamieson, etc.).
7:19. Haya sangre por toda la región de Egipto: El Nilo es la única fuente de agua en Egipto.
Mediante un sistema de canales el agua se lleva a las casas. Al ser herido el río, toda el agua
en el país es afectada.
8:1–15. La segunda plaga. Las ranas.
Este batracio era sagrado para los egipcios. Era un objeto de culto; no se permitía matarla.
La diosa Heka era representada con la cabeza de una rana. Cuando un objeto de culto llega a
ser repugnante para su adorador, éste pierde su fe en él. Por cuanto no se podía dar muerte a
las ranas, la plaga se hacía peor. En la actualidad esta plaga es frecuente en Egipto. Escritores
clásicos comentan semejantes plagas en diversas regiones. Aquí el milagro está en la
intensificación de la plaga, por la palabra del siervo de Jehová.
8:16–19. La tercera plaga. Los piojos.
Hay divergencia en la traducción de la palabra, si es piojo, mosquito, o jején. Josefo creía lo
primero, mientras la Vulgata y otras versiones tienen lo segundo. Estos insectos eran
inmundos, y el hecho de que, por ser tan abundantes, entraban en los templos, sería un motivo
de profanación de la religión. De modo que esta plaga, como las otras, sería un golpe de
Jehová en contra de la religión y los dioses del país.
8:18. Los encantadores … no pudieron: Los magos no pudieron imitar esta plaga, quizás por
cuanto su habilidad en la prestidigitación no alcanzó para el manejo de insectos delicados.
8:19. Dedo de Dios: Mejor, dedo de un dios. Los magos se excusan delante de Faraón,
alegando que hay un poder sobrenatural en Moisés que ellos no tienen.
8:20–32. La cuarta plaga. Las moscas.
La mosca es una plaga común de Egipto (Driver). Este insecto era reverenciado por los
egipcios; aquí el objeto reverenciado se vuelve en objeto repugnante.
8:22. Apartaré la tierra de Gosén: Es fácil que Dios empleara un viento para que no entraran.
Comp. 14:21.
8:26. La abominación de los Egipcios: Figura de metonimia. Los hebreos ofrecerían
animales, lo que sería una abominación a los egipcios, que los reverenciaban. Para evitar
conflictos, sería necesario separarse de los egipcios.
9:1–7. La quinta plaga. Muerte del ganado.
La quinta plaga cayó sobre el ganado. Por medio de la palabra de Moisés, el ganado fue
afligido con una pestilencia, que probablemente ha de haber sido la morriña. Los egipcios
adoraban el ganado, y el golpe sería, además de económico, también religioso.
9:6. Murió todo el ganado de Egipto: K y D: “No en un sentido absoluto, sino, según el uso
popular, denotaba una cantidad, para que lo que quedara, fuese nada en comparación.” Y así,
en esencia, creen Lange, Jamieson, etc. En 9:19, 21, se ve que todavía quedaban algunos.

148
9:8–12. La sexta plaga. El sarpullido.
Esta enfermedad era una erupción cutánea muy dolorosa, acompañada con úlceras. La ceniza
era esparcida por los sacerdotes egipcios en señal de bendición. Cuando Moisés la esparció,
en imitación de los sacerdotes nativos, llegó la plaga. Así uno de los actos benéficos de la
religión nacional, en manos de Moisés, llegó a ser una maldición.
9:11. Y los magos no podían estar delante de Moisés: Evidentemente los magos seguían a
Moisés con el propósito de contrarrestar su “magia”, pero ellos tuvieron que retirarse por lo
malo de la plaga.
9:12. Jehová endureció el corazón de Faraón: V. 7:13 y nota.
9:13–35. La séptima plaga. El granizo.
En Egipto llueve poco, y los relámpagos y los truenos, tan infrecuentes, deben haber sido una
fuente de terror para los egipcios. El tamaño del granizo tiene que haber sido enorme para
haber matado a las personas y al ganado. Se ve que las plagas se hacían cada vez peores. Los
dioses egipcios eran impotentes para proteger al país, y el arrepentimiento de Faraón era
completo.
9:14. Para que entiendas que no hay otro como yo: El propósito de las plagas fue engrandecer
el nombre de Dios.
9:24. Fuego mezclado con el granizo: Relámpagos.
9:31, 32. El lino … la cebada … el trigo y el centeno: Los detalles muestran que el escritor
tenía un conocimiento íntimo de las condiciones.
10:1–20. La octava plaga. Las langostas.
La langosta no se cría naturalmente en Egipto, sino que es traída de otro país por el viento,
igual como el relato bíblico lo representa. En este caso, son traídas por el viento oriental, y
provienen de Arabia, siendo llevadas por el viento, arriba del mar Bermejo, hasta Egipto.
10:7. Deja ir a estos hombres: Los consejeros de Faraón querían que el rey dejase que el
pueblo israelita se fuera. Se ve que lo que lo impedía era el corazón terco de Faraón. Para él
era una contienda personal entre él y Moisés, y entre sus dioses y el de Moisés.
10:21–29. La novena plaga. Las tinieblas.
Los egipcios adoraban a Ra, el dios del sol. El que Jehová trajera las tinieblas sobre el país
por la palabra de Moisés, indicó que el dios del sol era más débil que Jehová. A. Clarke
sugiere que estas tinieblas fueron causadas por una fuerte neblina. Pero es más probable que
el fenómeno natural en esta ocasión tuvo otro origen. El pasaje dice que las tinieblas fueron
tales que podían ser palpadas, lo que implica que su origen fue causado por un fino polvo
que trae el viento llamado Khamsin (viento del desierto), que los viajeros describen como
“noche muy obscura”. Comp. Lange, Rawlinson, K y D, etc. Aquí también el milagro está
en que viene justamente por la palabra de Moisés, y es una intensificación del fenómeno
natural.
11:1–12:36. La décima plaga. Muerte del primogénito.
En relación con la idea errónea de que Menefta sea el faraón del éxodo, muchas teorías
ingeniosas han sido construídas, especialmente en relación con ciertos hallazgos
arqueológicos.
Así Paine afirma que hay inscripciones que ilustran la muerte repentina del primogénito de
Menefta (Century Magazine, Sept., 1889). Menefta II llegó al trono en su vejez, y tuvo un
hijo. Este hijo, cuando tuvo dieciocho años, lo asoció con él en el gobierno. En Tebas se ha
encontrado la tumba, sin terminar, de este hijo. En Gebel-Sicilis hay algunas tablillas que
representan al rey Menefta que ofrece una imagen. Abajo dice la inscripción: “El heredero al
trono de toda la tierra, el escriba real, el general de los soldados, el gran hijo, primogénito

149
del rey, amado de Menefta: difunto.” Según esta teoría la inscripción tendría relación con la
muerte del primogénito de Faraón.
Hay una columna de granito descubierta por Flinders Petrie, en 1896, que conmemora las
victorias de Menefta II sobre los invasores libios; dice que “los israelitas han sido tan abatidos
que no tienen descendencia” (Angus y Green, Los libros del Antiguo Testamento, pág. 43).
Pero, en contra de la idea de que el faraón del éxodo sea Menefta, se puede señalar que se ha
encontrado la momia de Menefta, lo que no hubiera sucedido si él se hubiese ahogado. Por
otra parte, no sería imposible que los egipcios hayan buscado y hallado su cadáver en la orilla
del mar.
La cuestión de la identidad del faraón del éxodo ha sido ampliamente discutida en la
Introducción del libro de Exodo, 6 Relación del libro de Exodo con la historia egipcia. Según
la evidencia que he presentado allí, Menefta no sería el faraón del éxodo, sino Amenhotep II.
Por esto, aunque los datos que acabo de presentar, en relación con la teoría Ramsés—
Menefta, son interesantes, en realidad no tienen aplicación a la conclusión más moderna y
correcta.
11:1–8. Anuncio de la décima plaga.
K y D creen que este anuncio fue hecho antes de la última entrevista de Moisés con Faraón
(10:24–29). Pero no hay dificultad en creer que, en el momento después que Faraón mandó
a Moisés a retirarse definitivamente de su presencia (10:29), él recibió de Dios el anuncio
sobre la última plaga, y lo comunicó a Faraón. La referencia después a su salida de con Faraón
(11:8) hace esto lo más probable. El 11:3 presenta un paréntesis.
12:2. Este mes os será principio de los meses: Un nuevo calendario. Anteriormente el año
empezaba en el mes Tisri, en el otoño, lo que seguía siendo el año civil. Desde este nuevo
mandamiento, el año religioso empezaba con la pascua, en el mes Abib (después llamado
Nisán), en la primavera.
12:6. Entre las dos tardes: Una frase obscura. Onquelos dice que la primera tarde vino a la
puesta del sol, y la segunda al fin del anochecer cuando salían las estrellas.
12:7. Tomarán de la sangre, y pondrán en los dos postes: Al ver la sangre, el ángel vengador
no entraría. Entendemos que esta ceremonia simbolizaba el sufrimiento de Cristo, y su sangre
que nos salva del pecado.
12:15–20. Fiesta de ázimos.
La razón histórica para comer los panes sin levadura está en 12:33, 34: tan súbitamente fue
la partida, y tan rápido el viaje, que no hubo tiempo para cocer con levadura.
La levadura simbolizaba la corrupción moral, que había de ser quitada antes de recibir la
liberación de Jehová (K y D, Driver, etc.). El comer los panes sin levadura era como una
consagración a una nueva vida.
12:22. Hisopo: No se identifica ciertamente, pero probablemente era una mata de las
labiadas, olorosas, que crece hoy en Palestina junto a las paredes.
12:27. La Pascua de Jehová, el cual … libró nuestras casas: El pueblo había de celebrar este
rito para conmemorar la liberación de Israel en Egipto (12:42).
12:36. Despojaron a los Egipcios: Aquí no hay problema moral, en relación con el
despojamiento de los egipcios. Los hebreos cobraban menos de lo que los egipcios realmente
les debían por sus muchos años de servicio.
(II) LIBERACION DE LOS ISRAELITAS
Ex. 12:37–18:27.
La segunda etapa en el período brillante del éxodo, es la liberación de los israelitas de su
esclavitud en Egipto, que se relata en Ex. 12:37–18:27.

150
Fue un período de gran peligro para la multitud del pueblo, en que a la vez gozaban de la
íntima protección y amparo de Dios su salvador. En toda la historia no hay paralelo de una
liberación tan notable como ésta.
A. BOSQUEJO DE LA LIBERACION DE LOS ISRAELITAS
Ex. 12:37–18:27
1. Salida de Ramesés. 12:37–42.
2. Instrucciones adicionales sobre la pascua. 12:43–13:16.
i. Ordenanza sobre el extranjero. 12:43–51.
ii. Mandamiento sobre la necesidad de observar la pascua. 13:1–10.
iii. Redención del primogénito. 13:11–13.
iv. Fórmula para la explicación del significado de la pascua. 13:14–16.
3. El pueblo en marcha. 13:17–22.
i. Evitación del camino de los filisteos. 13:17, 18.
ii. Traída de los huesos de José. 13:19.
iii. Llegada a Etam. 13:20.
iv. La columna de nube y de fuego. 13:21, 22.
4. Persecución por los egipcios. 14:1–31.
i. Anuncio de Dios sobre el endurecimiento de Faraón. 14:1–4.
ii. Persecución del pueblo por Faraón. 14:5–9.
iii. Temor del pueblo. 14:10–12.
iv. Tranquilización del pueblo por Moisés. 14:13, 14.
v. Afirmación de Jehová de que ayudaría al pueblo. 14:15–18.
vi. Confusión de los egipcios por la nube. 14:19, 20.
vii. Separación de las aguas. 14:21.
viii. Entrada de los israelitas en el mar en seco. 14:22.
ix. Destrucción de los egipcios. 14:23–28.
x. Llegada de los israelitas con seguridad. 14:29–31.
5. Cánticos de victoria. 15:1–21.
i. Cántico de Moisés. 15:1–19.
a. Celebración de las victorias de Jehová. 15:1–13.
b. Profecía de lo que Jehová ha de hacer. 15:14–18.
c. Resumen de lo transcurrido. 15:19.
ii. Cántico de María. 15:20, 21.
6. En Mara y Elim. 15:22–27.
i. Dulcificación de las aguas en Mara. 15:22–26.
ii. Llegada a Elim. 15:27.
7. El maná. 16:1–36.
i. Partida de Elim y llegada al desierto de Sin. 16:1.
ii. Murmuración del pueblo. 16:2, 3.
iii. Anuncio a Moisés del maná. 16:4, 5.
iv. Anuncio de Moisés al pueblo sobre el maná. 16:6–10.
v. Anuncio de la venida de carne. 16:11, 12.
vi. Las codornices y el maná. 16:13–18.
vii. Prohibición de guardar para la mañana. 16:19–21.
viii. El maná y el séptimo día. 16:22–30.
a. Provisión para el sábado. 16:22–26.
b. Desobediencia de algunos en el sábado. 16:27, 28.

151
c. Reafirmación de la regla sobre el séptimo día. 16:29, 30.
ix. Descripción del maná. 16:31.
x. El vaso del maná para recuerdo. 16:32–36.
8. Agua de la peña de Horeb. 17:1–7.
9. Batalla de Amalec. 17:8–16.
10. Visita y consejos de Jetro. 18:1–27.
i. Venida de Jetro con la esposa e hijos de Moisés. 18:1–5.
ii. Encuentro de Moisés con su suegro. 18:6–9.
iii. Conversión de Jetro. 18:10–12.
iv. Consejo de Jetro sobre el nombramiento de otros jueces. 18:13–23.
v. Nombramiento de jueces menores para que juzguen al pueblo. 18:24–26.
vi. Despedida de Moisés a su suegro. 18:27.
B. NOTAS SOBRE LA LIBERACION DE LOS ISRAELITAS
Ex. 12:37–18:27
12:37. Rameses: El mismo lugar que Raamses en 1:11, con otra ortografía.
Succoth: La primera parada de los israelitas. Significa enramadas, barracas, o casetas
rústicas. De éstas ha habido siempre muchas al sudeste de Tanis, y en un grupo de éstas
habríase alojado el pueblo. El hecho que había seiscientos mil soldados indica que había
como dos millones de personas.
12:38. Diversa suerte de gentes: Con los israelitas iban también otros malcontentos de los
habitantes de Egipto, mayormente esclavos y oprimidos, tanto nativos como cautivos
extranjeros tomados en guerra. Descontentos con su suerte en Egipto, aprovechaban la
oportunidad para salir de allí.
12:40. Cuatrocientos treinta años: Desde 1876 a. de J.C., hasta 1446 a. de J.C. El período de
paz que caracterizó la época de José, se habría terminado, quizás, con la expulsión de los
hicsos alrededor de 1580 a. de J.C. Véase la Introducción al libro de Exodo, 6.
12:46. Ni quebraréis hueso: La víctima había de ser asada entera y sus huesos no separados,
como símbolo de la unidad. Así el cordero fue un tipo perfecto de nuestra víctima pascual,
Jesús (Jn. 19:33, 36), en quien es perfeccionada la unidad del pueblo de Dios en todos los
tiempos.
13:2, 3. Santifícame todo primogénito: Israel fue el primogénito de Jehová (4:22) que había
sido oprimido por los egipcios; por esto Dios quitó al primogénito de los egipcios (comp.
Angus y Green, ob. cit., pág. 44). El hecho de que el primogénito de Israel fue salvado, trajo
la regla de que el primogénito pertenecía a Jehová.
13:4. Abib: V. la nota de 12:2.
13:5. Hetheo … Amorrheo … Hebeo … Jebuseo: V. Gén. 10:15, 16, 17, y notas.
13:12, 13. Harás pasar a Jehová … todo primerizo: El primogénito de entre los animales
menores tenía que ser entregado a los sacerdotes para ser sacrificado (Núm. 18:17). El
primogénito de los animales más costosos, y el primogénito de hombre, podían ser redimidos
(Núm. 18:15, 16).
13:17. Dios no los llevó por … la tierra de los Filisteos: Este camino era el más cercano,
pero era un camino por el cual una grande muchedumbre de gente fácilmente se podía ver
envuelta en querellas con los habitantes.
13:18. Armados: ceñidos, o mejor, en forma organizada de ejército (K y D). No habrían
tenido muchas armas.
13:19. Tomó … los huesos de José: V. Gén. 50:25 y nota.
13:20. Etham: Su ubicación es incierta, pero estaba al sudeste de Tanis.

152
13:21. Una columna de nube … una columna de fuego: V. Gén. 15:17; Ex. 3:2; 16:7; y notas.
14:2. Pihahiroth … Migol … Baalzephón: Estos lugares no se conocen. Pi-hahirot es
identificado por Lange, y K y D, con el moderno Agrud, cerca de Suez.
14:9, 10. Siguiéndolos … todo su ejército: Heródoto calcula el ejército egipcio en 410,000
(Historia, II. 166–68). Quizás en esta ocasión de emergencia súbita, no habrían podido juntar
más que 100,000. Pero éste era un ejército bien organizado y armado. En Arbela, 47,000
soldados de Macedonia y Grecia dieron muerte a un millón de soldados persas bien armados.
Comp. Rawlinson.
14:21. Hizo Jehová que la mar se retirase por recio viento oriental: El medio que empleó
Dios para hacer este prodigio fue un viento fuerte.
He visto en Buenos Aires, naves de ultramar que han tenido que esperar para entrar en el Río
de la Plata a que el viento amaine, pues éste ha soplado tan fuerte que ha dejado al río casi
sin agua. En conexión con esto cito al escritor Maynard Owen Williams: “Cuando un viento
que sopla río abajo se combina con la corriente, el Río de la Plata se parece a un camino bien
regado listo para una carrera al Uruguay entre los carros de Faraón y los israelitas” (Artículo
Buenos Aires: Queen of the River of Silver; The National Geographic Magazine, noviembre
de 1939, pág. 574).
15:1–19. Cántico de Moisés.
Rawlinson llama la atención a los paralelos entre este poema y la poesía egipcia, afirmando
que nadie sino Moisés lo hubiera podido escribir.
15:22. Desierto de Shur: En el norte de la península sinaítica, al sudoeste de Palestina, y al
este de Egipto.
15:23. Mara: Amargura.
15:25. Les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó: Mejor, estatuto y juicio. Se refiere al
principio en el versículo siguiente de que la obediencia a Dios traería la bendición. La prueba
sirvió para revelar la falta de rectitud en el corazón, y guiar hacia una fe más grande en Dios.
Comp. Calvino, K y D, Cook, etc.
15:27. Elim: Se identifica comúnmente con el valle de Chavendel.
16:1. Desierto de Sin: Este desierto estaba al oeste de la parte meridional de la península
Sinaítica.
A los quince días del segundo mes: Había pasado un mes desde su salida de Ramesés. V.
12:3, 6. Habían tenido cinco campamentos en ese tiempo, así que los períodos en que habían
acampado serían de varios días en cada lugar. Con una muchedumbre tan grande, con mujeres
y niños, y con rebaños y manadas, tales períodos de descanso serían necesarios.
16:7. La gloria de Jehová: La primera vez que aparece esta expresión en la Biblia. Es un
término técnico para la manifestación visible de Jehová, la que se echaba de ver en una nube
luminosa. El término técnico en la teología rabínica posterior era Schekinah, lo que mora. V.
la nota sobre Gén. 15:17.
16:13. Codornices: Tetrao coturnix. En la primavera las codornices vienen del Africa Central
(donde inviernan) a Arabia, y Siria (donde veranean). Agotadas por el largo vuelo a través
del mar Bermejo, caen a tierra en multitudes, y es fácil cazarlas.
16:14–36. El maná.
El maná de las Escrituras fue algo que mandó Dios, y que milagrosamente caía sobre la tierra.
Hay ciertas substancias en el Oriente que se comparan con el maná, y que ilustran cómo Dios
pudo haberlo enviado.
Hay una cosa que es llamada maná por los nativos (mannes-sama, maná celestial), el maná
del Sinaí, o el maná de los hebreos. Se forma en ciertas épocas del año (julio y agosto) en la

153
superficie de los tallos y ramas de una planta que abunda en esa región, el taray, que se llama,
por su supuesta conexión con el maná de la Biblia, Tammarix mannifera. Cuando la corteza
es picada por cierto insecto (gossyparia mannifera), sale la savia y cae al suelo, primero
blanco, y luego amarilla. Tiene la consistencia de la cera, y es empleada por los nativos como
condimento para el pan. Cuando está expuesta al sol de mediodía, se derrite y desvanece.
Comp. K y D, y el DEHA, artículo Maná.
Otras substancias han sido sugeridas, pero ninguna llega a ajustarse a las características del
maná que se describe en la Biblia.
En el comentario de los escritores conservadores Keil y Delitzsch, se sugiere que los israelitas
tenían otras fuentes de abastecimiento además del maná: sus propios rebaños y manadas, que
les proporcionaban carne, leche, y queso, así como pieles para vestido. Otras tribus, como
los amalecitas e ismaelitas, vivían en esta misma región. Bien pueden haber cultivado la
tierra, en aquellas épocas en que permanecieron mucho tiempo en el mismo lugar. Pero
siempre tenían el maná, la milagrosa provisión de Dios, que les aseguraba la existencia.
16:16. Gomer: Una medida que A. R. S. Kennedy calcula que sería 3.7 litros (HDB, artículo
Weights and Measures).
16:31. Maná: Heb., man, que significa maná, derivado de la frase que emplea el pueblo
(registrada en 16:15), man hu, que se traduce allí: “¿Qué es esto?”, y que significa
literalmente: ¿Qué él? La forma man, en sentido de mah, ¿qué?, sería una forma hebrea
antigua. V. K y D, nota de 16:13–15.
El maná del oriente del día de hoy (descrito antes, nota de 16:14–36) es semejante a la
simiente de culantro, de color blanco y amarillo, o gris, de una planta silvestre de Egipto y
Palestina.
16:36. Epha: Según Kennedy (id.), 36.92 litros.
17:1. Rephidim: Descansos. Uadi Feirán, Arabia. El pueblo esperaba hallar allí agua.
Generalmente este río tiene agua, aunque a veces se seca.
17:6. Herirás la peña: Comp. 1 Cor. 10:4. Esta piedra fue típica de Cristo, herido en la cruz,
del cual fluyó el agua de la vida.
17:7. Massah: Prueba, tentación. El pueblo tentaba a Jehová. En el 17:2 Moisés pregunta:
“¿Por qué tentáis a Jehová?” Quiere decir tentar a Dios, en el sentido de ponerlo a prueba:
murmurando en contra de El, pensaban hacer que El probara su divinidad dándoles agua.
Meribah: Altercación, referente al 17:2: “Y altercó el pueblo con Moisés.”
17:8. Vino Amalec, y peleó con Israel: Los amalecitas eran descendientes de Amalec, un
nieto de Esaú (Gén. 36:12). Vivían al sur de Palestina, en el Néguev, y probablemente
apacentaban sus rebaños en la región donde los israelitas acampaban. Pensando que éstos
iban a quedarse allí permanentemente, los amalecitas vinieron para echarlos.
17:9. Escógenos varones: Una fuerza más pequeña, de hombres jóvenes y aptos, sería mejor
que el grande, pero lento ejército de los israelitas.
17:10. Josué: Primera referencia a Josué, que después aparece a menudo como el joven
ayudante de Moisés (Ex. 24:13; 32:17; Núm. 11:28; etc.).
Hur: Este fue un hombre de importancia de quien no se sabe nada. Josefo dice que era el
esposo de María (Ant. III. ii. 4).

DEHA Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.


HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.
id. ídem (lo mismo), referente a la obra citada antes.

154
17:11. Cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía: Así se enseña que la victoria venía
por el poder de Dios.
17:14. Escribe esto para memoria en un libro: La primera referencia en la Biblia al arte de
escribir.
17:15. Jehová-nissi: Jehová mi bandera. Israel había luchado bajo el amparo de Jehová, y
había salido victorioso.
18:2. Séphora la mujer de Moisés, después que él la envió: En ninguna parte anterior se dice
que Moisés enviara a Séfora para estar otra vez con su padre, suegro de él. La probabilidad
de que ella no comprendiera la misión de Moisés, revelada en que lo denominó un esposo de
sangre (4:26), pudo haber motivado su despedida.
18:3. Gersom: Destierro. Se menciona su nacimiento en 2:2.
18:4. Eliezer: No se registra su nacimiento. La referencia a ello en la Vulgata, en 2:22, es
interpolación. V. FTA. Se omite en las versiones críticas de Nácar-Colunga, y Bover-Cantera.
La referencia en 4:20 a “hijos” presupone su nacimiento. Su nombre, Dios es auxilio, le fue
dado porque (dijo Moisés), El Dios de mi padre me ayudó, y me libró del cuchillo de Faraón,
una referencia al hecho de que Moisés pudo escapar de la ira de Faraón, cuando huyó de
Egipto, después de haber matado al egipcio (2:15).
18:5. Monte de Dios: Sinaí (también llamado Horeb). Hay una dificultad en el hecho de que
los israelitas se hallaban acampados en Refidim (17:1), o sea, uadi Feirán, que distaba a unos
treinta y ocho kilómetros del monte Sinaí (Driver). Se resuelve la dificultad teniendo en
cuenta que Refidim estaba en un valle que se abría en la llanura Er-Rahan, donde los israelitas
más tarde acamparon, cerca de Sinaí (19:1). Comp. K y D. V. 19:1 y nota.
18:7. Inclinóse: Moisés es un gran caudillo, pero aún puede hacer honor a su suegro.
18:10–12. Conversión de Jetro.
Parece que en esta ocasión tenemos la conversión del pagano Jetro a la religión de Jehová.
Aunque había vivido tanto tiempo con Moisés, no se había convencido antes, de la verdad de
la religión de Moisés. En vista de que Moisés llegó a Madián solo y huyendo, no nos ha de
sorprender que no haya causado una gran impresión en Jetro, en asuntos de religión. Ahora,
con las noticias de los prodigios hechos en Egipto por Jehová, por medio de Moisés, y la
vista de la gran muchedumbre bajo la dirección de su yerno, Jetro se convence.
18:13–23. Consejo de Jetro sobre el nombramiento de jueces.
Jetro ve que Moisés se agotaba en la tarea de juzgar al pueblo, y aconseja una organización
más completa, que pueda procesar los casos menores, mientras que Moisés atiende los casos
de mayor importancia.
18:24. Oyó Moisés la voz de su suegro: Una prueba de la grandeza es la disposición para
recibir consejos.
(III) DADIVA DE LA LEY EN SINAI
Ex. 19:1–Núm. 10:10
En esta sección trataremos el tema de la dádiva de la ley en Sinaí, que se presenta en las
partes del Pentateuco comprendidas en Ex. 19:1 hasta Núm. 10:10, incluso Levítico.
Una sección extensa del Pentateuco se unifica bajo un encabezamiento, por cuanto, según el
relato, todo sucedió en Sinaí. Si uno dudase de la unidad esencial del Pentateuco, sus dudas
se desvanecerían frente a este dato, de que la dádiva de la ley en Sinaí se presenta en
porciones seguidas, de tres diferentes libros: Exodo, Levítico, y Números.
La discusión se divide según el siguiente bosquejo:

FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.

155
A. LEY DEL PACTO. Ex. 19:1–40:38.
(A) BOSQUEJO DE LA LEY DEL PACTO. Ex. 19:1–40:38.
(B) NOTAS SOBRE LA LEY DEL PACTO. Ex. 19:1–40:38.
B. INTRODUCCION AL LIBRO DE LEVITICO.
C. LEY DEL SACERDOCIO. Lev. 1:1–27:34.
(A) BOSQUEJO DE LA LEY DEL SACERDOCIO. Lev. 1:1–27:34.
(B) NOTAS SOBRE LA LEY DEL SACERDOCIO. Lev. 1:1–27:34.
D. INTRODUCCION AL LIBRO DE NUMEROS.
E. PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI. Núm. 1:1–10:10.
(A) BOSQUEJO DE LOS PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI. Núm.
1:1–10:10.
(B) NOTAS SOBRE LOS PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI. Núm.
1:1–10:10.
A. LEY DEL PACTO
Ex. 19:1–40:38
Esta porción del libro del Exodo trata de la dádiva de la ley del pacto. Incluye los códigos de
leyes, el plano para la construcción del tabernáculo, la historia de la idolatría del becerro de
oro, y la de la construcción del tabernáculo.
En relación con las leyes del Pentateuco, cuya exposición empieza con este capítulo, el
análisis es más difícil que el de los trozos históricos, por lo cual su bosquejo es más detallado.
El alumno debe estudiar con atención los bosquejos de la última parte del Exodo, los de
Levítico, los de Números, y los de Deuteronomio, antes de las notas, por cuanto revelan el
hilo de pensamiento, la relación de las leyes con el grupo en que están, y su significado. A
veces la interpretación de un pasaje no se trata en las notas, por cuanto ya ha sido aclarada
en el bosquejo.
Viene primero el Bosquejo de la ley del Pacto, y luego las Notas sobre la Ley del Pacto.
(A) BOSQUEJO DE LA LEY DEL PACTO
Ex. 19:1–40:38
1. La teofanía en Sinaí. 19:1–25.
i. Llegada a Sinaí. 19:1, 2.
ii. Alianza de Dios con el pueblo. 19:3–6.
iii. Comunicación al pueblo de las palabras de Jehová. 19:7, 8.
iv. Instrucción a Moisés sobre la preparación del pueblo. 19:9–13.
v. Descenso de Jehová sobre Sinaí. 19:14–25.
2. El decálogo. 20:1–17.
i. Primer mandamiento: el monoteísmo. 20:1–3.
ii. Segundo mandamiento: contra el culto de las imágenes. 20:4–6.
iii. Tercer mandamiento: santidad del nombre de Dios. 20:7.
iv. Cuarto mandamiento: el día de reposo. 20:8–11.
v. Quinto mandamiento: honra a los padres. 20:12.
vi. Sexto mandamiento: el asesinato. 20:13.
vii. Séptimo mandamiento: el adulterio. 20:14.
viii. Octavo mandamiento: el hurto. 20:15.
ix. Noveno mandamiento: el falso testimonio. 20:16.
x. Décimo mandamiento: la codicia. 20:17.
3. Paréntesis: Reacción del pueblo a la voz de Dios. 20:18–21.
4. El libro de la alianza. 20:22–23:33.

156
Introducción. Indicaciones en cuanto al culto de Dios. 20:22–26.
i. Prefacio. 21:1.
ii. La ley de la esclavitud. 21:2–11.
a. Los esclavos varones (hebreos). 21:2–6.
b. Ley de las esclavas. 21:7–11.
iii. Daño corporal. 21:12–36.
a. Ofensas capitales. 21:12–17.
(1) Asesinato. 21:12.
(2) Derecho de refugio. 21:13, 14.
(3) Herida de los padres. 21:15
(4) El rapto. 21:16.
(5) Maldición de los padres. 21:17.
b. Daños corporales por personas. 21:18–27.
(1) Daño hecho en una riña. 21:18, 19.
(2) Daño hecho al esclavo castigándolo. 21:20, 21.
(3) Daño hecho a la mujer encinta. 21:22.
(4) Ley del talión. 21:23–25.
(5) Libertad del esclavo por un daño corporal. 21:26, 27.
c. Daño corporal a persona y a animal. 21:28–36.
(1) Daño hecho por un buey malo a una persona. 21:28–32.
(i). Daño hecho a una persona adulta por un animal. 21:28–30.
(a) Daño accidental. 21:28.
(b) Daño por descuido. 21:29.
(c) Compensación. 21:30.
(ii) Daño a un hijo. 21:31.
(iii) Daño hecho a un esclavo por un animal. 21:32.
(2) Daño hecho a algún animal por descuido. 21:33, 34.
(3) Daño hecho a algún animal por otro animal. 21:35, 36.
iv. Compensación por daño hecho. 22:1–17.
a. Compensación por el hurto. 22:1–4.
b. Daño hecho por el ganado y su compensación. 22:5.
c. Daño por incendio y su compensación. 22:6.
d. Depósitos de confianza. 22:7–13.
(1) Depósito de dinero o alhaja. 22:7–9.
(2) Depósito de animal doméstico. 22:10–13.
e. Compensación por daño a lo prestado. 22:14, 15.
f. Compensación por seducción. 22:16, 17.
v. Crímenes y su pena. 22:18–20.
a. La hechicería y su pena. 22:18.
b. El ayuntamiento con animales y su pena. 22:19.
c. La idolatría y su pena. 22:20.
vi. Leyes humanitarias. 22:21–27.
a. El extranjero. 22:21.
b. La viuda. 22:22–24.
c. La usura. 22:25.
d. Vestidos en prenda. 22:26, 27.
vii. Sujeción a las autoridades. 22:28.

157
viii. Pago de las primicias. 22:29, 30.
ix. Pureza ceremonial. 22:31.
x. Justicia en los procesos. 23:1–3.
xi. Tratamiento de los animales domésticos del enemigo. 23:4, 5.
xii. Juicio imparcial. 23:6–9.
xiii. Epocas especiales. 23:10–19.
a. El año sabático. 23:10, 11.
b. El sábado. 23:12, 13.
c. Las tres fiestas principales. 23:14–17.
(1) Introducción: Referencia a las tres fiestas. 23:14.
(2) Fiesta de los ázimos. 23:15.
(3) Fiesta de pentecostés. 23:16a.
(4) Fiesta de tabernáculos. 23:16b.
(5) Conclusión: Regla de asistencia a las fiestas. 23:17.
d. Reglas sobre el sacrificio. 23:18, 19.
xiv. Exhortación final a la fidelidad, con amenazas y promesas. 23:20–33.
5. Ratificación del pacto. 24:1–18.
i. Especificaciones sobre la forma de acercarse a Dios. 24:1, 2.
ii. Servicio de consagración. 24:3–8.
a. Términos de la alianza, y aceptación por el pueblo. 24:3.
b. Sacrificios de consagración. 24:4–6.
c. Lectura del libro de la alianza, y aprobación del pueblo. 24:7.
d. Selladura de la alianza en sangre. 24:8.
iii. Visión de Jehová. 24:9–18.
6. Instrucciones sobre la forma de hacer el tabernáculo. 25:1–31:18.
i. La ofrenda: materiales que han de traerse. 25:1–9.
ii. El arca y sus acompañamientos. 25:10–22.
a. Descripción del arca. 25:10–12.
b. Las varas. 25:13–15.
c. El testimonio. 25:16.
d. La cubierta. 25:17.
e. Los querubines. 25:18–20.
f. Método de comunión de Dios con su pueblo. 25:21, 22.
iii. La mesa del pan de la presencia. 25:23–30.
iv. El candelero de oro. 25:31–40.
v. Los materiales del tabernáculo. 26:1–37.
a. Las cortinas de las paredes exteriores. 26:1–6.
b. Las cortinas del techo. 26:7–13.
c. La cubierta de la tienda. 26:14.
d. Las tablas de madera del tabernáculo. 26:15–30.
e. El velo. 26:31–35.
f. La cortina de la puerta. 26:36, 37.
vi. El altar de bronce. 27:1–8.
vii. El atrio. 27:9–19.
viii. Cuidado del candelera. 27:20, 21.
ix. Vestidura del sumo sacerdote. 28:1–43.
a. Vestidos especiales para el sacerdocio. 28:1–5.

158
b. El efod. 28:6–12.
c. El racional del juicio. 28:13–30.
(1) Los engastes de oro. 28:13, 14.
(2) Material y forma del racional. 28:15, 16.
(3) Las piedras preciosas del racional. 28:17–21.
(4) Las cadenetas de oro. 28:22–25.
(5) Los anillos de oro. 28:26–28.
(6) Manera de llevar el racional. 28:29.
(7) El Urim y Tumim. 28:30.
d. El manto del efod. 28:31–35.
e. La plancha de oro. 28:36–38.
f. La túnica, la mitra, y el cinto. 28:39.
g. Las túnicas de los hijos de Aarón. 28:40.
h. Mandamiento en cuanto a las vestiduras sacerdotales. 28:41.
j. Los pañetes de lino. 28:42, 43.
x. Consagración del sacerdocio. 29:1–37.
a. Preparación para el sacrificio. 29:1–3.
b. Lavamiento de los sacerdotes. 29:4.
c. Investidura y ungimiento del sumo sacerdote. 29:5–7.
d. Investidura de los sacerdotes. 29:8, 9.
e. Las ofrendas. 29:10–34.
(1) La ofrenda de pecado. 29:10–14.
(2) El holocausto. 29:15–18.
(3) La ofrenda de investidura. 29:19–34.
(i) Manera de ofrecer el sacrificio. 29:19–26.
(ii) Paréntesis: reglas permanentes. 29:27–30.
(a) Porciones que pertenecían a los sacerdotes. 29:27, 28.
(b) Disposición en cuanto a las vestimentas de los sacerdotes. 29:29, 30.
(iii) La comida de sacrificio. 29:31–34.
f. Duración de la consagración. 29:35, 36a.
g. Purificación del altar. 29:36b, 37.
xi. El holocausto diario. 29:38–42.
xii. Paréntesis: Santificación del santuario por la gloria de Jehová. 29:43–46.
xiii. El altar del incienso. 30:1–10.
xiv. El rescate de las almas en el censo. 30:11–16.
xv. La fuente de metal. 30:17–21.
xvi. El aceite: su fabricación y su uso. 30:22–33.
a. Manera de fabricar el aceite. 30:22–25.
b. Uso del aceite. 30:26–30.
c. Prohibiciones en cuanto al aceite. 30:31–33.
xvii. El incienso sagrado. 30:34–38.
xviii. Los artesanos y su obra. 31:1–11.
a. Nombramiento de los artesanos. 31:1–6.
b. Enumeración de los artículos que deben hacerse. 31:7–11.
xix. El sábado. 31:12–17.
xx. Conclusión. 31:18.
7. El becerro de oro. 32:1–35.

159
i. Fabricación y adoración del becerro de oro. 32:1–6.
ii. Furor de Jehová contra el pueblo. 32:7–10.
iii. Intercesión de Moisés. 32:11–13.
iv. Arrepentimiento de Jehová. 32:14.
v. Descenso de Moisés. 32:15–18.
vi. Quiebra de las tablas, y destrucción del becerro. 32:19, 20.
vii. Reprensión de Aarón y su defensa. 32:21–24.
viii. Matanza de los idólatras. 32:25–29.
ix. Nueva intercesión de Moisés y su contestación. 32:30–34.
x. Resumen. 32:35.
8. Intima comunión de Moisés con Dios. 33:1–23.
i. Amenaza de la destrucción impedida por la pronta cooperación del pueblo. 33:1–6.
ii. Extensión del tabernáculo del testimonio. 33:7–11.
iii. Pedido de Moisés para ver el rostro de Dios. 33:12–23.
9. Las nuevas tablas de piedra. 34:1–35.
i. Preparación de las nuevas tablas. 34:1–4.
ii. La teofanía a Moisés. 34:5–7.
iii. Humildad e intercesión de Moisés. 34:8, 9.
iv. Exhortaciones preliminares de Jehová a Moisés. 34:10–17.
a. Promesa de echar de la tierra a los paganos. 34:10, 11.
b. Advertencia contra alianzas con los paganos. 34:12–16.
c. Mandamiento contra los dioses de fundición. 34:17.
v. Las fiestas, y otras leyes. 34:18–26.
a. La fiesta de los ázimos. 34:18.
b. La consagración del primogénito. 34:19, 20.
c. El sábado. 34:21.
d. Pentecostés. 34:22a.
e. La fiesta de tabernáculos. 34:22b.
f. Presentación de los israelitas delante de Jehová. 34:23, 24.
g. La pascua. 34:25.
h. La primicia de los frutos. 34:26a.
j. Prohibición de hervir un cabrito en la leche de su madre. 34:26b.
vi. Moisés en Sinaí. 34:27, 28.
vii. Vuelta de Moisés. Su cara resplandeciente. 34:29, 30.
viii. Informe de Moisés al pueblo. 34:31, 32.
ix. El rostro resplandeciente. 34:33–35.
10. Construcción del tabernáculo. 35:1–40:38.
i. Ofrendas para el tabernáculo. 35:1–36:7.
a. Prefacio. El sábado. 35:1–3.
b. Mandamiento sobre la ofrenda. 35:4–19.
c. Recolección de la ofrenda. 35:20–29.
d. Nombramiento de artesanos para la obra. 35:30–35.
e. Cumplimiento de los artesanos. 36:1, 2.
f. Abundancia de la ofrenda. 36:3–7.
ii. Forma externa del tabernáculo. 36:8–38.
a. Las cortinas de las paredes exteriores. 36:8–18.
b. La cubierta del techo. 36:19.

160
c. Las tablas de madera del tabernáculo. 36:20–34.
d. El velo 36:35, 36.
e. La cortina de la puerta. 36:37, 38.
iii. Muebles del tabernáculo. 37:1–38:8.
a. El arca. 37:1–9.
b. La mesa. 37:10–16.
c. El candelero. 37:17–24.
d. El altar del incienso. 37:25–29.
(1) Su forma. 37:25–28.
(2) El aceite y el incienso. 37:29.
e. El altar de bronce. 38:1–7.
f. La fuente de metal. 38:8.
iv. El atrio. 38:9–20.
v. Resumen. 38:21–31.
a. Resumen del trabajo. 38:21–23.
b. Resumen del peso del metal empleado. 38:24–31.
vi. La vestidura de los sacerdotes. 39:1–31.
a. Género empleado en los vestidos. 39:1.
b. El efod de oro. 39:2–5.
c. Las piedras oniquinas. 39:6, 7.
d. El racional. 39:8–21.
e. El manto del efod. 39:22–26.
f. Las túnicas. 39:27–29.
g. La plancha de la diadema. 39:30, 31.
vii. Presentación de la obra a Moisés. 39:32–43.
viii. Erección del tabernáculo. 40:1–33.
a. Instrucciones finales. 40:1–15.
b. Detalles de la erección del tabernáculo. 40:16–33.
ix. Manifestación de la gloria de Dios en el tabernáculo. 40:34–38.
(B) NOTAS SOBRE LA LEY DEL PACTO
Ex. 19:1–40:38
19:1–25. Las leyes de Hamurabi.
Ya se ha hecho referencia a Hamurabi (Amrafel) en la nota sobre Gén. 14:1. Fue un gran
estadista, y unificador de muchos reinos pequeños de Babilonia. También fue un gran literato.
Formó un sistema de derecho, codificando las leyes que ya existían.
En el año 1902 fue hallado en Susa un monumento de piedra negra que celebra el reinado del
rey Hamurabi. Estaba roto en ocho pedazos. Tiene dos metros y medio de altura y dos metros
de circunferencia. En este monumento están grabadas 248 leyes de Hamurabi, escritas en
unas 3600 líneas. Hay también una imagen de Hamurabi, en actitud de adoración.
Hay muchas semejanzas entre el sistema de ley mosaica y el sistema de Hamurabi. Tanto es
así que uno es llevado a la conclusión de que hay una relación real entre los dos sistemas.
Hay varias opiniones en cuanto a esta relación. Algunos han supuesto que el código de
Moisés haya sido derivado enteramente del sistema de Hamurabi. Una idea completamente
opuesta es que no hay ninguna relación, y que las semejanzas son accidentales, o incidentales,
siendo producidas por situaciones similares. Una tercera teoría explica que los hebreos habían
sido influídos por los habitantes de Canaán, quienes recibían sus leyes de los babilonios.
Pero ninguna de las opiniones expuestas arriba se conforma con todos los hechos.

161
La mejor idea parece ser que, bajo el punto de vista humano, los dos sistemas fueron
derivados de un sistema común. Esto no quita el elemento de la revelación, ni el origen divino
de las leyes de Moisés, como aclararé en seguida.
Las leyes que codificó Hamurabi habrían sido derivadas de sistemas más antiguos que él
mismo, corrientes en Babilonia, en la parte central de Mesopotamia. Abraham había vivido
bajo un sistema similar corriente en Caldea, en el sur de Mesopotamia. Estas leyes fueron
heredadas por Abraham a sus descendientes, y en la época del nacimiento de Moisés eran
corrientes entre el pueblo israelita. Muchas de estas leyes fueron retenidas después por
Moisés en el Pentateuco. Desde el punto de vista divino, Dios las habría aprobado, o
permitido, en su trato con Moisés. Esto se aclarará más adelante.
Hay un problema que se suscita en relación con esto: el de la armonización del principio de
la revelación con el de la herencia de un código de ley del pasado. Debemos tener en cuenta
el principio de que Dios no comunica a los hombres algo que ya saben, ni algo que ya les ha
revelado. Estando ya en vigor ciertas reglas de conducta, Dios no tiene que comunicarlas. En
algunos casos las aprueba, en otros casos las permite.
Así fueron adoptadas en el nuevo código que Moisés promulgó, y aprobadas por Dios,
muchas leyes ya en vigor. Entre éstas podemos mencionar la ley en contra del asesinato: Gén.
4:8–15; 9:5, 6; etc. También estaba en vigor antes de Moisés la ley del adulterio: Así Judá
condenó a Tamar por haber cometido adulterio, y luego confesó su propia culpa en el asunto
(Gén. 38:24–26).
Asimismo, ciertas leyes fueron sólo permitidas por Dios. Eran leyes que habían sido
observadas por el pueblo hebreo antes de Moisés, y fueron retenidas por este legislador, aun
cuando representaban una moral más baja. Esto fue por cuanto el pueblo en su desarrollo no
había alcanzado la capacidad espiritual para observar una ley más alta. V. el capítulo sobre
la Biblia como Revelación, 3 iii a, Falta de capacidad humana para recibir una revelación.
Así la lex talionis (ley del talión) aparece en la ley de Moisés (Ex. 21:23–25). Jesús la
condenó, la abrogó, y puso en su lugar nuevos preceptos morales que mejor correspondían a
la moral más alta del nuevo reino, con sus intensificadas exigencias y sus más altas
obligaciones (Mt. 5:38–47).
Véanse Adams, ob. cit., pág. 241 y sig.; y Barton, Archaeology and the Bible, pág. 460.
19:1. Vinieron al desierto de Sinaí: La ubicación de esta región es desconocida.
Generalmente es identificada con Er-Rahan, una llanura de unos seis kilómetros de largo y
dos de ancho, suficiente para la multitud de Israel. A una extremidad de esta llanura está la
montaña Ras Sufsaféh (cabeza-sauce), que pertenece al grupo de picos entre los cuales está
Sinaí.
La mejor identificación de Sinaí es Yébel Musa (Montaña de Moisés), opinión que se
conforma a las tradiciones al respecto. Esta montaña no es la más alta del grupo, pero es la
más prominente.
Sinaí se llama también en las Escrituras Horeb, principalmente en Deuteronomio. La
derivación de Sinaí es incierta, pero es mejor relacionarla con una raíz que significa brillar

V. véase; véanse.
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).
sig. siguiente versículo, o siguiente página.

162
(comp. Conder, ISBE, artículo Sinai). Aun después que se ha puesto el sol, brilla la cima de
granito rojo de este monte.
19:6. Seréis mi reino de sacerdotes: En este reino, todos serían sacerdotes, con el derecho a
tener acceso directo a Jehová. V. 1 Ped. 2:5, 9.
19:9. Vengo a ti en una nube espesa: El aparecimiento de Jehová en una nube era común en
el AT. V. 13:21; 1 Reyes 8:10.
19:15. No lleguéis a mujer: Entre los judíos, se consideraba una virtud la abstinencia sexual
por un tiempo. Comp. 1 Sam. 21:4, 5. Comp. también 1 Cor. 7:5.
19:18. Y todo el monte de Sinaí humeaba, etc.: Tempestad, con relámpagos y truenos, la
manifestación visible de Jehová.
19:24. Mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el término por subir a Jehová: El pueblo
estaba demasiado ansioso para acercarse, así que Moisés vuelve para advertirles y
aconsejarles.
20:1–17. El decálogo.
El lector tendrá interés en comparar este pasaje con el pasaje paralelo en Deut. 5:6–21.
En su división de los diez mandamientos, la opinión católica sigue la opinión de Agustín, en
que Ex. 20:2–6 forman un mandamiento, mientras que, entre los protestantes (menos los
luteranos) y evangélicos, se entiende que este párrafo contiene dos mandamientos.
Mediante el modo de dividir de los intérpretes católicos, lo que nosotros llamamos el segundo
mandamiento (20:4, No te harás imagen, etc.), es tomado como una amplificación del primer
mandamiento (20:3, No tendrás dioses ajenos delante de mí). Comp. las notas de F. T. Amat
sobre estos pasajes. V. también las notas interesantes de Nácar-Colunga, y Bover-Cantera.
El resultado de combinar los dos primeros mandamientos en uno es que se pierde la fuerza
del segundo. El lector verá que es muy distinto el énfasis si se toman los versículos 4–6 como
un mandamiento separado, como uno de los diez, o si se toman como una amplificación de
otro mandamiento.
La diferencia en el modo de dividir los mandamientos entre católicos y evangélicos sigue en
toda la lista. El mandamiento que para nosotros es el tercero, sobre la santidad del nombre
de Dios, para el católico es el segundo; el cuarto (sobre el sábado) sería para ellos el tercero.
Y así sigue esta diferencia en los otros mandamientos hasta el décimo, sobre la codicia, que
los intérpretes católicos dividen en el noveno y el décimo (FTA: “malos deseos referente a
la mujer y bienes ajenos”). En esto siguen a Agustín, que basaba su opinión sobre el orden
de palabras en el pasaje paralelo en Deut. 5:21, que véase.
Pero tanto Ex. 20:17 como Deut. 5:21 presentan un pensamiento, que es el de la codicia. El
texto masorético tiene una oración en cada caso, y lo mismo tiene la Vulgata, arreglada por
Jerónimo.
El escritor judío Josefo fue el primero que dividía los mandamientos como suelen dividirlos
los evangélicos (Ant. III. v. 5). Los judíos modernos no lo siguen en esto, sino que cuentan
la “primera palabra” como Ex. 20:2 (Yo soy JEHOVA tu Dios); ellos también combinan en
un mandamiento, los dos mandamientos de Ex. 20:3–6, siguiendo en el resto del decálogo el
sistema de Josefo. Los luteranos (con los católicos) siguen el sistema de Agustín, ya
comentado.

comp. compárese; compárense.


ISBE International Standard Bible Encyclopedia.
FTA La Sagrada Biblia, versión española de Félix Torres Amat.
Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

163
20:4. No te harás imagen: El mandamiento es específico y terminante. Por el contexto
sabemos que se relaciona con el uso de imágenes en el culto, no siendo una prohibición de la
escultura en general.
20:7. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano: No debe usarse de un modo frívolo
o ligero el nombre de Dios, ni en juramentos, ni en maldiciones, ni en fórmulas mágicas, sino
que debe usarse con reverencia.
20:10. El séptimo día será reposo: Para el cristiano, el día del Señor ha tomado el lugar del
sábado judío (Apoc. 1:10), es decir, el primer día de la semana ha tomado el lugar del
séptimo. Se conmemora cada semana, pues, el día en que Jesús resucitó de los muertos, lo
que es la manera bíblica de conmemorar la resurrección del Señor, y no hacerlo sólo una vez
por año, en la pascua. Observando el domingo en vez del sábado, se observa el espíritu de la
ley y no la letra. V. 23:12 y nota.
20:12. Honra a tu padre y a tu madre: Se exhorta al niño a que su vida sea respetuosa hacia
los padres.
20:16. No hablarás contra tu prójimo falso testimonio: En un tribunal, y también en privado,
contra un vecino.
20:17. No codiciarás: La codicia, base de la séptima y de la octava.
20:22–24. He hablado desde el cielo: Se hace una distinción entre Dios y los dioses. Dios
fue el que habló desde Sinaí, y el pueblo oyó su voz. Puesto que Dios se había manifestado
al pueblo así, no debían hacer imitaciones de él en plata u oro (v. 23), sino rendirle culto en
un altar sencillo (v. 24).
20:25. Altar de piedras: Tenía que ser el altar hecho de piedras en su estado natural, como
Dios las había creado. Si el hombre las labrase serían imperfectas.
20:26. No subirás por gradas a mi altar, porque tu desnudez no sea junto a él descubierta:
Se prohibían así los escalones. Los sacerdotes llevaban puesta una ropa larga; al levantar el
pie para subir un escalón, se descubría la pierna. La desnudez se asociaba con el pecado. V.
Gén. 3:7 y nota.
21:2. Si comprares siervo hebreo, seis años servirá; mas el séptimo saldrá horro de balde:
La suavidad de la ley mosaica se indica en que aun para criados había protección legal.
21:5, 6. Si el siervo dijere … no saldré libre, etc.: A veces la condición de un hombre en la
esclavitud era mejor que cuando era libre.
Su amo lo hará llegar a los jueces: Para constancia legal.
Horadará la oreja con lesna: La oreja es el órgano del sentido auditivo, y es el símbolo de
la obediencia. El poste de la casa en el cual se horadaba la oreja con la lesna, era simbólico
de la autoridad del amo.
21:7. Cuando alguno vendiere su hija por sierva: Vender a la hija era común entre los
hebreos, porque se consideraba que su vida en la casa de un hombre pudiente era mejor que
con los propios padres, si éstos eran pobres.
No saldrá: De la esclavitud. Se entendía que, al ser comprada la hija, llegaría a ser esposa o
concubina del amo de la casa, o de alguno de sus hijos, así que naturalmente quedaría para
siempre en la casa de su amo.
21:8. Si (la esclava) no agradare a su señor, … permitirle ha que se rescate: Puede volver a
sus padres, pero éstos deben devolver el precio que el señor había pagado originalmente.
21:9. Si la hubiere desposado con su hijo: Si el hombre destina a una esclava para la esposa
de su hijo, debe tratarla como una de sus propias hijas.
21:10. Si le tomare otra, no disminuirá su alimento, ni su vestido, ni el débito conyugal: Los
derechos de una esposa tenían que ser respetados, aun en la poligamia. La frase débito

164
conyugal traduce una palabra difícil. Jamieson lo hace referir al alojamiento: “Su comida, su
vestido, y su alojamiento no le retirará.” Terry: “La cohabitación, y asociados derechos
conyugales.” La última opinión es preferible.
21:11. Si ninguna de estas tres cosas hiciere, ella saldrá de gracia sin dinero: Si el hombre
no cumplía, entonces ella podía volver a la casa de su padre sin ser rescatada (V. 21:8 y nota).
Terry entiende las tres cosas como las que se mencionan en el versículo anterior, pero es
mejor entender con Rawlinson y otros las que se mencionan en los vs. 8, 9: (1) Casarse con
ella; (2) Dejar que se rescate; (3) Desposarla con el hijo.
21:13. Te señalaré lugar al cual ha de huir: Después de llegar a la tierra prometida, Dios les
señalaría ciudades (las ciudades de refugio) en las cuales podían refugiarse los que daban
muerte a otros por casualidad.
21:14. Si alguno se ensoberbeciere contra su prójimo, y lo matare con alevosía, de mi altar
lo quitarás: Según la costumbre, un acusado podía refugiarse asiéndose de los cuernos del
altar, desde donde no podía ser sacado sino por procedimiento de la ley. Al probarse que era
culpable, era sacado y ejecutado.
21:20, 21. Si alguno hiriere a su siervo … y muriere … no será castigado, porque su dinero
es: Esto quiere decir que el siervo es su propiedad. La palabra dinero se emplea en vez de
propiedad por una figura, la de metonimia. El concepto legal era que todo hombre tenía
derechos absolutos sobre su propiedad. El concepto del valor del siervo como propiedad
restringiría al amo en la disciplina de sus esclavos, más que ley alguna.
21:24, 25. Ojo por ojo, diente por diente, etc.: La ley del talión (lex talionis).
21:28–31. Si un buey acorneare hombre o mujer, y de resultas muriere … dará por el rescate
de su persona: Si la familia de la persona muerta quiere aceptar una compensación en dinero,
esto se permite. En caso de que fuere menor de edad, conforme a este juicio se hará con él
(v. 31): la misma decisión que en los casos anteriores, expresada en los vs. 28–30.
22:16, 17. Si alguno engañare a alguna doncella … él le pesará plata: Comp. Gén. 20:16 y
su nota.
22:26, 27. Si tomares en prenda el vestido de tu prójimo, a puestas del sol se lo volverás:
Una ilustración de la misericordia de la ley. Comp. Lev. 19:13 y nota.
22:31. No comeréis carne arrebatada de las fieras en el campo: Algunas leyes hebreas han
llegado a nosotros, no como leyes, sino como costumbres de nuestra sociedad.
23:3. Ni al pobre distinguirás en su causa: Una prohibición interesante, la de no favorecer
en un juicio a un pobre por cuanto es pobre.
23:6. No pervertirás el derecho de tu mendigo en su pleito: Lo contrario de la prohibición en
23:3. Aquí tenemos una exhortación a la equidad para el mendigo.
23:10, 11. Seis años sembrarás tu tierra … mas el séptimo la dejarás vacante: El año
sabático, que tenía el propósito de descansar la tierra. Hoy día conseguimos el mismo efecto
oon cambiar el producto que se siembra cada año. V. Lev. 25:1–7 y nota.
23:12. Al séptimo día holgarás: Ningún hombre puede prosperar, ni tener buena salud, si
trabaja siempre.
23:14–17. Las tres fiestas principales.
(1) Azimos y pascua. Se conmemoraba la liberación de Israel en Egipto.
(2) Pentecostés, la fiesta de la siega. En esta fiesta, que se celebraba en la primavera, se daba
gracias por las primicias de la cosecha.
(3) Tabernáculos. Esta fiesta era celebrada en el otoño. y conmemoraba el fin de la cosecha,
con el agradecimiento apropiado del pueblo por esto. Su nombre venía del hecho de que el
pueblo vivía en barracas durante los días de la fiesta, las cuales eran hechas de las ramas de

165
árboles. Esta fiesta conmemoraba también el cuidado de Dios durante el período de
migraciones en el desierto.
23:18. Ni el sebo de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana: El sebo podía hacerse
rancio si se dejaba para el día siguiente, y aun más tratándose de un clima caliente. Por esto
tenía que ser quemado inmediatamente.
23:19. No guisarás el cabrito con la leche de su madre: Muchas interpretaciones existen en
cuanto a este pasaje curioso. K y D suponen que “guisar al cabrito en la leche de la propia
madre indica un desprecio a la relación que Dios ha establecido entre el padre o la madre y
la cría, lo que subvertiría las ordenanzas”. Con respecto a esta ordenanza, dice Lange: “Esto
era repugnante desde un punto de vista simbólico, siendo el cabrito atormentado, aun en
muerte, en la leche de la madre.”
Aunque es difícil penetrar en la psicología de los que idearon este precepto, quizás más
antiguo que la ley de Moisés (V. 19:1–25 y nota), el acto prohibido por él me parece ofensivo.
Probablemente se relaciona con el sentimiento natural que una madre tendría, al ver hervido
a su hijo, como si el animal pudiese entender lo que pasara, o, como los hombres se imaginan
que los animales sentirían.
Parece que en este pasaje se concede al animal los atributos de la personalidad, y se considera
que miraría la acción de hervir al hijo como si fuera una madre humana: en este caso, el
animal vería (si tuviese inteligencia, que por figura se le supone) con mucha tristeza tal
destino para su hijo. Si fuera hervido en la leche de la propia madre, el acto sería aún más
ofensivo. Por esta razón, los hebreos hallaban repugnante este proceder.
La razón moral para la prohibición la hallamos en el endurecimiento consecuente de la
compasión de uno que, en contra de sus propios sentimientos naturales, herviría al cabrito en
la leche de su madre.
Así, en esencia, entiende el pasaje Rawlinson, que sigue a Bochart.
Cada nación tiene sus gustos peculiares y propios, los que tienen su origen en la costumbre,
y no en el instinto. Los chinos no toman leche, pero sí comen sangre. Los africanos no hierven
la leche por temor de matar o dañar a la vaca que la dio.
23:20. Envío el Angel delante de ti: Driver: un ángel “tal como los que guiaron y protegieron
a los patriarcas (Gén. 24:7; etc.) … pleno representante de Jehová”. Bennett: “la
manifestación divina”. Es mejor interpretarlo como el “Angel del Pacto”, a quien
reconocemos nosotros los cristianos como la Segunda Persona de la Trinidad, el Verbo
Divino, que encarnó en persona de Jesús, el Cristo. Y así lo entienden Jamieson, Rawlinson,
etc.
23:29. No los echaré de delante de ti en un año: La razón por la cual no fueron conquistados
inmediatamente los habitantes de la tierra fue para que ésta no quedase desolada.
23:31. Los términos de Israel.
En este versículo tenemos los límites profetizados para Israel. Desde el mar Bermejo, en el
sur; hasta la mar de Palestina, o sea, la mar que tocaba la tierra de los filisteos, el mar
Mediterráneo, su límite occidental; desde el desierto, el desierto de las migraciones, al sur de
Palestina; hasta el río, el río Eufrates, en Mesopotamia, que fijaba los límites al norte y este.
En tiempo de David y Salomón fue alcanzada esta extensión de territorio. Comp. 1 R. 4:21,
24; 2 C. 9:26. V. Gén. 15:18 y nota.
24:7. El libro de la alianza: El libro del pacto, que Moisés había escrito durante la noche
(24:4). Contenía las leyes y preceptos que se hallan en Ex. 20:22–23:33.

K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

166
24:10. Debajo de sus pies como un embaldosado: Vieron la gloría de Jehová a través de un
pavimento de cristal que en color era azul como un zafiro, igual al cielo. Es evidente que se
asemejó esto a la realidad de que Dios está arriba del cielo azulado. Comp. Ezeq. 1:22–28.
24:14. Aarón y Hur están con vosotros: Moisés dejó a cargo de Aarón y Hur la
responsabilidad del pueblo, cuando subió a Sinaí para recibir la ley. V. 17:10 y su nota.
24:15–17. La gloria de Jehová, etc.: V. las notas sobre Gén. 15:17; Ex. 3:2; 16:7.
25:8. Un santuario: El tabernáculo. Aquí tenemos la idea fundamental del tabernáculo como
el lugar de morada y de manifestación de Dios, de la Schekinah. V. 16:7 y nota.
25:10–22. El arca del testimonio.
La palabra hebrea que se traduce arca es arón, que significa estuche, cajón. El arca
simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo. La copia del decálogo puesta adentro del
arca simbolizaba el testimonio que Dios había dejado en cuanto a cuál era su voluntad (v.
16).
25:10. Codo: V. la nota sobre Gén. 6:15.
25:17. Una cubierta de oro: Mejor, propiciatorio de oro, Rawlinson, VM, FTA, Nácar-
Colunga, Bover-Cantera, etc. Era una tabla de oro sobre el arca. Aquí se hacía propicio a
Dios, rociando con la sangre. El significado simbólico de esta tabla era que Dios es
misericordioso.
25:18–20. Los querubines de oro.
Los querubines llevaban el trono de Dios (Ezeq. 1:4–23; 10:1). También guardaban la entrada
a su presencia. V. Gén. 3:21–24 y nota.
25:23–30. La mesa del pan de la presencia.
La frase pan de la proposición (v. 30) se traduce literalmente pan del rostro, llamado así por
cuanto había de estar delante del rostro de Jehová (comp. K y D). Había doce panes puestos
sobre la mesa, uno para cada tribu de Israel. Estos panes simbolizaban las bendiciones
materiales y espirituales de Dios al pueblo. La oferta de pan era un acto de agradecimiento,
así como de reconocimiento del hombre, por lo que Dios hacía. Esta mesa estaba en el lugar
santo.
25:31–40. El candelero.
El candelero representaba al pueblo de Dios como medio de iluminación espiritual en el
mundo. Comp. Mt. 5:14.
26:14. Harás también a la tienda una cubierta: El tabernáculo era esencialmente una tienda,
movible y transportable. Era un santuario que podía mudarse de lugar a lugar.
26:15. Harás para el tabernáculo tablas de madera: Estas eran las maderas, o marcos, del
armazón, o de la armadura.
26:31–35. El velo.
La idea principal en el velo era la de la separación. El velo daba a entender que el acceso a
la presencia de Dios no estaba permitido a todos, sino que sólo el sumo sacerdote podía entrar
a hacer propiciación. Cristo, con su muerte en la cruz, abrió paso a este lugar. El hecho de
que el velo se rompió el día de la crucifixión, simboliza que la separación no existe ya, y que
la entrada está libre. V. Heb. 9:7, 8.
27:1–8. El altar de bronce.
Este era el altar principal, que se hallaba en el atrio del tabernáculo. Sobre este altar eran
ofrecidos los sacrificios. Representaba la necesidad de sacrificar, en las diferentes formas
que los sacrificios eran exigidos, y en el distinto simbolismo que atañía a ellos. V. las notas

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

167
en relación con Lev. 1:1–7:38 sobre las clases de ofrendas. Este altar simbolizaba también
las obligaciones del hombre para con Dios.
27:1. Codos: V. Gén. 6:15 y nota.
27:2. Harás sus cuernos a sus cuatro esquinas: De los cuernos del altar se asía el refugiado,
desde donde no podía ser sacado sino por ley. V. 1 R. 1:50; 2:28. Se ataban las víctimas para
el sacrificio a los cuernos del altar (Sal. 118:27). Se ponía sangre sobre los cuernos en relación
con el acto de sacrificio (29:12; Lev. 8:15; 9:9; etc.).
27:9–19. El atrio del tabernáculo.
Este atrio estaba cercado con una cortina que lo separaba y lo ocultaba del campamento de
Israel. El atrio rodeaba los santuarios interiores, el lugar santo, y el lugar santísimo. No tenía
techo. En él se hallaban el altar de bronce, la fuente de metal (30:17–21), y, en la parte trasera
(occidental), (como ya tengo dicho), el santuario interior.
Este atrio medía cien codos por cincuenta, o sea, 52.5 metros por 26.25.
28:2. Harás vestidos sagrados a Aarón tu hermano, para honra y hermosura: Siendo el
sacerdote una persona importante, por su misión especial, por entrar ante la presencia de
Dios, etc., era natural que asumiera un vestido diferente que lo distinguiera del resto del
pueblo. Este vestido era hecho de materiales que resaltaban la importancia de su oficio: oro
y piedras preciosas; y que resaltaban la pureza de su carácter: de lino blanco.
28:6–12. El efod.
El efod era un vestido llevado originalmente sólo por el sumo sacerdote, aunque, en la historia
posterior de Israel, otras personas llevaban un efod (1 S. 2:18; 22:18; 2 S. 6:14).
La descripción del efod se halla en este pasaje.
28:9, 10. Tomarás dos piedras oniquinas: El sumo sacerdote representaba a todo el pueblo,
delante de Dios, y por esto, las dos piedras tenían escritos los nombres de las doce tribus. V.
28:29.
28:13–30. El racional del juicio.
Esto era una bolsa (28:30) en que se llevaban el Urim y Tumim, mediante los cuales el sumo
sacerdote hacía sus decisiones en cuanto a la voluntad de Dios.
28:17–21. Las piedras preciosas del racional.
Las piedras representaban la unidad del pueblo, y la participación de todos en el carácter y la
obra del sumo sacerdote.
28:30. Urim: Luz, iluminación. Thummim: Perfección, o justicia. Cómo se usaban las dos
piedras, Urim y Tumim, no se puede explicar, pero es probable que fueron suertes que se
echaban para determinar un modo de proceder, y decidir los asuntos que se presentaban a
Jehová (comp. Driver). Muchos asuntos se proponían a Dios de modo que pudieran ser
resueltos con una contestación positiva o negativa. Quizás el sumo sacerdote metía la mano
en la bolsa y sacaba una piedra, quedando así resuelto el asunto negativa o afirmativamente,
de acuerdo a la piedra que se sacaba, ya fuera Urim o Tumim.
28:36. Harás además una plancha de oro: La plancha de oro decía SANTIDAD A JEHOVA,
lo que declaraba el hecho de que el sumo sacerdote (en representación del pueblo) era
consagrado a Dios.
28:38. Llevará Aarón el pecado de las cosas santas: Quitaría el pecado de los que ofrecían,
llevándolo con él, y así expiándolo, en su carácter de sumo sacerdote de la nación (comp. K
y D).
29:1. Esto es lo que les harás para consagrarlos: El acto público de consagración era
necesario para que el pueblo lo viese, y los sacerdotes sintieran que eran realmente dedicados

168
a Dios, y que pertenecían a El. El sacrificio fue un elemento imprescindible de la
consagración.
29:4. Harás llegar a Aarón y a sus hijos … y los lavarás con agua: La ablución era una parte
del sacrificio. Esto fue un antecedente del bautismo cristiano.
29:5–9. La investidura.
Poner sobre un candidato un nuevo vestido era una parte de la consagración. Simbolizaba
que era una persona nueva, con un carácter nuevo. Comp. Zac. 3:3–5; Apoc. 3:5.
29:7. Tomarás el aceite de la unción, y derramarás sobre su cabeza: La consagración a Dios
era acompañada por la unción. Comp. 1 Sam. 10:1.
29:21. Tomarás de la sangre …, y esparcirás sobre Aarón: La sangre era esparcida sobre el
candidato, mostrando que era limpiado del pecado.
29:24. Lo mecerás agitándolo delante de Jehová: En general, las ofrendas que se mecían,
fueron las que llegaban a ser de los sacerdotes (29:26). La idea de mecer parece ser que, eran
ofrecidas a Dios, y luego eran devueltas por El (comp. Driver).
29:31–34. La comida de sacrificio.
La idea de la comida de sacrificio era la de la comunión con Dios. Es interesante que se
comían las cosas con las cuales se hizo expiación (v. 33). Aquí tenemos, en germen, la idea
de la Santa Cena.
29:38–42. El holocausto diario.
Esta ofrenda, aunque se llama holocausto diario, era ofrecida dos veces por día, en la mañana,
y en la tarde. Tenía algo que ver con el pecado y su expiación, pero principalmente daba a
entender que la nación se consagraba a Jehová.
29:40. Flor de harina amasada … y la libación: Los panes y la libación, ofrecidos con el
holocausto, eran una expresión de gratitud para la provisión de Dios.
30:1–10. El altar de incienso.
El incienso que subía del altar simbolizaba la oración a Dios. Comp. Lc. 1:9, 10; Apoc. 8:3.
30:1. Un altar de sahumerio de perfume: El pasaje dice literalmente: un altar de incensar
incienso, y es mejor la traducción de C. de V. que la VM.
30:6. Lo pondrás delante del velo que está junto al arca: Es casi seguro que este altar estaba
en el lugar santo, y no en el lugar santísimo, pero el lenguaje aquí es ambiguo. V. Heb. 9:3,
4, y nota, en mi Comentario sobre la Epístola a los Hebreos.
30:12, 13. Cada uno dará a Jehová el rescate de su persona: La contribución de un medio
siclo era pagada una vez en la vida, y era una clase de expiación (heb., kófer, cubierta,
traducida aquí rescate). Aquí no se trata de dinero acuñado, sino de un pedazo de plata, del
peso de un medio siclo. V. la nota sobre Gén. 23:15, 16. El impuesto del templo que Jesús y
Pedro pagaron, se basó sobre este pasaje. En el tiempo de Jesús, era pagado cada año.
Y no habrá en ellos mortandad por haberlos contado: Un censo podía ser un motivo de
orgullo, si el pueblo se jactaba de su número, con la consecuente confianza en su propio
poderío, y no en Dios. Pero, a veces los censos eran necesarios, cuando era preciso organizar
al pueblo, para la marcha, o para la guerra. En Núm. 1:2, 3; 26:2, tenemos tales censos
ordenados por Dios. El pago de este impuesto, u ofrenda, puede ser considerado como hecho
con el propósito, no de quitar la iniquidad traída por tal disposición hacia el orgullo, sino de
llevar al hombre al recuerdo de su carácter pecaminoso como hombre, y al arrepentimiento,
y a la expiación del pecado. Comp. Rawlinson. El pago del impuesto era un reconocimiento

C. de V. Versión española de Cipriano de Valera de la

169
de la obligación del hombre a Dios. Con su pago y la expiación del pecado implicado en ello,
se acercaba a Dios con el corazón limpio, condición necesaria en ocasión del alistamiento en
el ejército que había de pelear las batallas de Jehová. Era, pues, como una consagración a
Jehová. Comp. Lange.
Obolos: Si el siclo tenía 224 granos, o sea, 14.51 gramos (Gén. 23:16, 17 y nota), el óbolo
tenía 11.2 granos, o .7255 gramos.
30:15. Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá: Todos tenían que pagar una suma igual,
para dar a entender que, delante de Dios, todos eran iguales en cuanto a su condición
pecaminosa.
30:17–21. La fuente de metal.
La fuente de metal estaba en el atrio principal. Contenía el agua con que se purificaban los
sacerdotes. Su purificación ceremonial simbolizaba su purificación moral y espiritual.
32:1. El pueblo … dijéronle: … haznos dioses: El pueblo fue probablemente idólatra durante
su permanencia en Egipto, y esto representa un retroceso. En una época posterior, Jeroboam
hizo becerros de oro que sirvieron a los israelitas de dioses (1 R. 12:28). Es posible que en el
período de su permanencia en Egipto, adoraban a Dios en la figura de un becerro. V. 32:4, 5
y nota. Es interesante que se allegaron a Aarón, y Hur no se menciona. La adición
comparativamente reciente de él a Aarón, no habría hecho mucha impresión en el pueblo.
32:4, 5. Hizo de ello un becerro de fundición … Mañana será fiesta a Jehová. V. la nota del
32:1. La referencia a Jehová indica que el becerro fue una representación del verdadero Dios.
Es el segundo mandamiento el que se infringe, y no el primero.
32:14. Jehová se arrepintió: V. la nota sobre Gén. 6:6.
32:17. Oyendo Josué el clamor del pueblo: En 24:13 se indica que Josué se había retirado
del campamento con Moisés. Probablemente el joven esperó a su amo en el costado del
monte.
32:20. Y tomó el becerro que habían hecho, y quemólo: La gran influencia personal de
Moisés, al ponerse en contra de un pueblo fanáticamente entregado al culto idólatra, se revela
en que él pudo impunemente destruir al ídolo.
32:22. Tu conoces el pueblo, que es inclinado a mal: Aarón arrojó la culpa al pueblo, no
tomando en cuenta su propia debilidad.
32:24. Echélo en el fuego, y salió este becerro: Aarón, para exonerarse de toda culpa, habla
como si la imagen hubiese salido ya hecha del fuego, y como si él no hubiese ordenado que
los artesanos la fabricaran.
32:25. El pueblo estaba despojado: Puede interpretarse de varias maneras: (1) Desnudo
(Rawlinson). (2) Despojado de ornamentos (opinión citada por Clarke). (3) Despojado de
protección (Clarke).
De todas maneras, el pasaje indica el absoluto desenfreno del pueblo (comp. Bennett, Terry).
32:26–28. El celo de los levitas.
El gran celo de los levitas habría quitado el mal efecto de la acción mala de su antepasado.
V. notas sobre Gén. 34:25; 49:7. Siguieron siendo esparcidos en Israel, pero con efecto
benéfico, como ministros de religión.
32:32. Que perdones …, y si no, ráeme ahora de tu libro: Esta es una de las intercesiones
más notables de la Biblia. Por figura de execración, Moisés afirma que prefiere perder su
salvación, a que no se salve el pueblo. Con esto, no quiere decir literalmente que desee que
Dios lo raiga de su libro, sino que expresa su gran deseo de que el pueblo sea salvo.

170
32:35. Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro: Un dicho judío, citado por
Clarke, dice: “Ninguna aflicción ha venido sobre Israel en que no haya habido algo del
becerro de oro.”
33:3. Porque yo no subiré en medio de ti: Jehová retira su presencia del pueblo. Esto significa
un mínimo de bendición durante los cuarenta años de su vida en el desierto. El pueblo que
después ha de temer entrar en Canaán, ya muestra su bajo carácter moral, que al fin lo lleva
a su completo rechazamiento, como individuos, para caer muertos en el desierto.
33:4. Esta sensible palabra: Mala noticia.
33:19. Tendré misericordia del que tendré misericordia: La soberanía de Dios en mostrar
misericordia se declara. No es arbitraria, sino que se basa sobre principios morales, y la
rendición del hombre a su voluntad.
33:20. No me verá hombre, y vivirá: La gloria de Dios es tan magnífica que el hombre moriría
si la contemplase.
33:22, 23. Verás mis espaldas: Una vista parcial de Dios.
34:12. Que no hagas alianza con los moradores de la tierra: Una alianza con los habitantes
de Canaán habría sido perjudicial para la vida religiosa de los israelitas.
34:13. Talaréis sus bosques: La palabra bosque se emplea con frecuencia en nuestra versión,
traduciendo la palabra hebrea ascherah. Se emplea con referencia a una columna alta de
madera que representaba la diosa fenicia y cananea, Asera, o Astarte. También es el nombre
personal de esta diosa, la diosa de la fertilidad. Este culto había sido tomado originalmente
de Asiria.
34:16. Harán también fornicar … en pos de los dioses de ellas: Se prohíbe el casamiento con
los paganos para evitar la corrupción religiosa.
34:18–26. Las fiestas.
V. 23:15, 16, y nota.
34:26. No cocerás el cabrito en la leche de su madre: V. 23:19 y su nota.
34:29–35. El rostro resplandeciente de Moisés.
El contacto con Dios hacía resplandecer el rostro de Moisés. Pablo tiene una inferencia
interesante de esto, que véase (2 Cor. 3:7, 13).
35:1–40:38. Construcción del tabernáculo.
Esta sección es una recapitulación y repetición, a veces con palabras textuales, de la sección
que contiene las instrucciones sobre la manera de hacer el tabernáculo, en 25:1–31:18. El
simbolismo del tabernáculo y sus muebles, se expone en relación con el pasaje anterior.
35:3. No encenderás fuego … en el día del sábado: La regla en cuanto a la observancia del
sábado era estricta. Ni siquiera podían encender fuego los sábados.
B. INTRODUCCION AL LIBRO DE LEVITICO
El libro de Levítico es para muchos un libro seco, y de ningún interés. Pero no es lo uno ni
lo otro. Hay dos elementos de interés que este libro tendrá para quien lo estudie con esmero.
En primer lugar, tiene interés desde el punto de vista de la luz que arroja sobre el NT,
especialmente sobre aquel libro sacerdotal, la Epístola a los Hebreos. Si no tuviéramos
Levítico, sería imposible comprender esta hermosa epístola.
En segundo lugar, tendrá interés este libro para quien lo estudie por sí mismo, con interés en
sus leyes, en sus principios, y en sus ritos. Estos son un reflejo de una etapa en la vida de un
gran pueblo, un pueblo bien organizado, cuyas ceremonias intrincadas revelan un espíritu
religioso, y un celo y entusiasmo único para el culto de Dios.
1. Nombre

171
El nombre de Levítico, en hebreo, es Wayicrá, que viene de la primera palabra del libro, en
la Biblia hebrea: Y llamó. Nuestro nombre Levítico viene de la Vulgata, que lo tomó de la
Septuaginta, Leueitikon, el libro levítico, o de los levitas. Este título bien describe el libro,
porque es un manual de la teoría y de la práctica del sacerdocio en el ejercicio de sus
funciones, y así ha de tomarse.
2. Autor y composición
Léase la discusión de este tema en la Introducción al Pentateuco, y la Introducción al libro
de Génesis.
3. Ocasión y propósito
La ocasión del libro de Levítico fue la necesidad de tener en forma escrita, un manual para
el uso de los sacerdotes en el desempeño de su función.
El autor escribe con el propósito de llenar esta necesidad. Escribe para describir las distintas
clases de sacrificios y el método de hacerlos. Quiere enseñar el modo de consagrar a los
sacerdotes. Tiene el propósito también de exponer su concepto de la purificación ceremonial,
y el modo de conseguirla. Presenta además un código de leyes relacionadas con la vida del
pueblo, para que sean santos delante de Jehová. Este libro está escrito para el uso de los
sacerdotes, y no para el pueblo, en que se distingue del Deuteronomio, libro que fue escrito
para el pueblo.
4. Valor de Levítico
El libro de Levítico no sirve como libro de lectura devocional. Para eso están los Salmos, los
libros proféticos, los evangelios, las epístolas, y los libros históricos. Es un libro de liturgia,
y da direcciones sobre la forma en que los sacerdotes habían de cumplir con los requisitos de
las ceremonias que la religión del tabernáculo exigía. Su valor práctico como guía de la
religión ha pasado con la venida de Jesús, y la destrucción del templo. Pero aun así, tiene un
gran valor histórico, como se ha señalado en los primeros párrafos de este capítulo. Es el
libro de la Biblia que describe con más detalles la liturgia de los antiguos hebreos, y sirve
como base para entender la Epístola a los Hebreos.
5. Carácter y estilo
El carácter del libro de Levítico es definido por su nombre, que lo relaciona con el culto
levítico. Tiene pocos relatos: la consagración de Aarón y sus hijos, las primeras ofrendas, la
muerte de Nadab y Abiú (10:1, 2), y el castigo de un blasfemador (24:10–23). Por otra parte,
el libro contiene la descripción de las ceremonias, y diversas leyes, mayormente de carácter
ceremonial.
El libro de Levítico es una continuación de Exodo, y los primeros capítulos siguen
naturalmente con el hilo de pensamientos que tenemos en la última parte de Exodo. Luego,
el libro de Números sigue con lo que tenemos en Levítico.
Se ve que todos estos libros forman un conjunto, y están estrechamente relacionados entre sí.
Los elementos ceremoniales y legales de Exodo, Levítico, y Números dan cuenta de un estilo
similar. Es un estilo seco, arduo, y detenido, en la parte litúrgica, que nos recuerda más que
otra cosa el estilo de Ezequiel. Este profeta, en lo lógico y explícito de sus escritos, muestra
haber bebido profundamente en los libros litúrgicos del Pentateuco. V. la Introducción al
libro de Deuteronomio, 2, Autor y fecha.
6. Ideas prominentes de Levítico

V. véase; véanse.

172
Varias ideas religiosas sobresalen en este libro. Con respecto a los deberes del hombre,
tenemos los conceptos del sacrificio, el sacerdocio, y la pureza. En relación con el carácter
de Dios, tenemos su santidad, su carácter único, y su presencia con el hombre.
i. Deberes del hombre
El autor del libro de Levítico expone los siguientes deberes del hombre:
a. El sacrificio
No hemos de exponer aquí el carácter y significado de cada sacrificio, lo que se deja para las
notas después (Lev. 1:1–7:38). Lo que proponemos aquí es exponer las ideas básicas de todo
sacrificio.
Primero, como elemento básico en la idea de sacrificio es la substitución, en relación con la
expiación. El hombre merece la muerte a consecuencia de sus pecados. En su lugar, muere
el animal, y esta muerte expía los pecados del hombre. Entendemos que la muerte del animal,
bajo el antiguo sistema levítico, es típica de la muerte de Jesús, el gran sacrificio substituidor,
que ha hecho la verdadera expiación de los pecados de los hombres.
Segundo, viene la idea de la consagración, como elemento principal en la idea de sacrificio.
La víctima ofrecida sobre el altar de Dios, es en lugar del sacrificador, que en este acto
reconoce que su persona pertenece a Dios. Hay aquí también, pues, un elemento de
substitución, así como lo hay en relación con la expiación, notado en el último párrafo. Pero,
el acto de ofrecer es más que un mero reconocimiento de que la persona pertenece a Dios; es
también una verdadera acción de abnegación, por cuanto el que ofrece se desprende de una
porción de sus bienes materiales, los que le han costado energía, tiempo, y sudor, para
conseguir. Es, pues, una parte de sí mismo que ofrece a Dios. Hay, en relación con esto, la
idea de la mayordomía, en que el sacrificador reconoce que Dios es el autor de todo, y que él
debe devolver a El una parte de lo que ha recibido.
En tercer lugar, tenemos en el sacrificio la idea de homenaje, o adoración. El acto de
sacrificar equivale a rendir culto a Dios, atribuirle gloria como el Dios de quien dependemos,
y a quien debemos el culto y la sumisión.
En cuarto lugar, en el sacrificio vemos el elemento de la comunión, especialmente en aquella
parte de él en que el adorador participa en la carne de la víctima, en relación con las comidas
sagradas.
En los diversos sacrificios del sistema levítico, se acentúa uno u otro elemento de los cuatro
que acabamos de comentar, como se señalará después en las notas sobre Levítico.
b. La pureza
Un segundo deber del hombre que resalta en el libro de Levítico, es el de la pureza.
Entre los pueblos primitivos, se creía que la enfermedad era resultado de la influencia de los
espíritus malos. De modo que, el tocar a una persona enferma podía exponer a uno a la
influencia de estos demonios. Efectivamente, al tocarla, muchas veces se contraía la misma
enfermedad. Por todo esto, para contrarrestar la influencia demoníaca, se recurría a
ceremonias mágicas y religiosas de purificación.
En el AT no encontramos ninguna evidencia de tal concepto de influencia demoníaca entre
los judíos, y en efecto, no hay ninguna explicación filosófica o teológica del origen o del
significado del concepto de la inmundicia. Podemos afirmar solamente que las leyes de la
purificación tenían un fin bueno y útil, al hacer más higiénica las vidas de los israelitas, para
así protegerlos de las enfermedades. En la providencia de Dios, parecen haber tenido este fin
salubre.
Además, las leyes ceremoniales que se relacionaban con el concepto de inmundicia, tienen
su paralelo en nuestras costumbres modernas higiénicas. En fin, aun cuando no se puede decir

173
que guardemos las reglas de la higiene con razones religiosas, a la vez vemos que la limpieza
personal y física no está lejos de la limpieza espiritual. A veces, el descuido en cuanto a una
enfermedad contagiosa puede ser criminal. Dios quiere que seamos limpios: espiritual, física,
y mentalmente.
Las leyes ceremoniales de la purificación también tenían otra relación simbólica, puesto que
la purificación personal entre los israelitas simbolizaba la santidad. Casi siempre la
purificación espiritual era acompañada por la purificación ceremonial, o sea, por el
lavamiento del cuerpo en agua, etc. Al mismo tiempo, la purificación ceremonial siempre
tenía que ser acompañada por la purificación interior del corazón, y era inválida sin ésta.
Nuestra ordenanza del bautismo está basada sobre la costumbre judía del bautismo y de las
abluciones, y a la vez sobre este principio que acabamos de comentar, de la purificación
interior, ilustrada por una purificación corporal.
c. El sacerdocio
El concepto del sacerdocio tuvo su origen en el concepto de que Dios es transcendente,
alejado de la vida del hombre común, e inaccesible. Según este concepto, tenía que haber una
clase de personas que, por su conocimiento íntimo de Dios, sabrían tratarlo; por su habilidad
en hacer ciertos ritos y ceremonias, podrían hacerlo propicio; por su pureza moral, o
ceremonial, podrían acercarse a Dios.
El hombre común, sin tales conocimientos sacerdotales, o habilidad, o carácter moral, tendría
que acercarse a Dios por medio de quien los tenía. La idea de la mediación es, pues,
fundamental en el concepto primitivo del sacerdocio. El sacerdote del AT era esencialmente
un mediador.
ii. Carácter de Dios
El libro de Levítico presenta claramente ciertos atributos de Dios que son fundamentales en
la religión israelita.
a. La santidad
Levítico, con su énfasis sobre la purificación, y la expiación del pecado, resalta el carácter
de Dios como un Dios santo. Grandes habían de ser los preparativos para entrar a la presencia
de Dios, porque Dios es santo. El versículo que resalta esta cualidad de Dios es el 19:2:
“Santos seréis, porque santo soy yo, Jehová, vuestro Dios” (comp. el 20:7).
b. El monoteísmo
El libro de Levítico, como todos los libros sagrados de Israel, reconocía un Dios, y ninguno
más. Las ofrendas tenían que ser hechas “a Jehová” (1:2). La santidad de Jehová es la que ha
de servir de ejemplo (19:2; 20:7). Es Jehová el que comunica su voluntad a los hombres (1:1;
4:1; 5:1; etc.). El culto de Moloc es especialmente condenado (20:1–7).
Son los derechos de Jehová los que han de ser guardados (20:22), y precisamente porque son
de El. Es Jehová el que ha de introducir al pueblo en su tierra (20:22), así como es El quien
ha de echar a los habitantes de la tierra (20:23).
c. La presencia de Dios con su pueblo
Otra idea característica del libro de Levítico, en relación con el carácter de Dios, es la
presencia de Dios con su pueblo. Esta idea se expresa mejor en el simbolismo del
tabernáculo, como se ha dicho en relación con el libro de Exodo, porque el tabernáculo
representaba la presencia de Dios con el pueblo. Pero se implica también en todo el libro de
Levítico, por cuanto esta obra trata del modo correcto de celebrar los ritos del tabernáculo.
El primer versículo del libro afirma explícitamente que Jehová llamó a Moisés “desde el

comp. compárese; compárense.

174
tabernáculo del testimonio”, y se sobreentiende que desde entonces venían de este lugar, las
comunicaciones divinas que aparecen en el libro, lo que representaba la continua presencia
de Dios con su pueblo.
7. Bosquejo
En el capítulo que sigue a éste, tenemos un análisis minucioso del libro de Levítico. Aquí
doy un bosquejo general, con las divisiones principales de la obra.
Bosquejo general del libro de Levítico
EL CODIGO DE LOS SACRIFICIOS. 1:1–7:38.
Prefacio. 1:1, 2.
El holocausto. 1:3–17.
La oblación de presente. 2:1–16.
El sacrificio de paces. 3:1–17.
El sacrificio de pecado. 4:1–5:13.
El sacrificio por culpa (prevaricación, transgresión). 5:14–6:7.
Resumen de los sacrificios ya comentados. 6:8–7:38.
INICIACION DEL CULTO. 8:1–10:20.
Introducción: preparación para el culto. 8:1–5.
Purificación y consagración de Aarón y sus hijos. 8:6–36.
Los primeros sacrificios de Aarón. 9:1–24.
El error de Nadab y Abiú. 10:1–7.
Prohibición al sacerdocio: el tomar vino en el desempeño de sus funciones. 10:8–11.
Comida de las cosas santas. 10:12–20.
EL CODIGO DE LA PURIFICACION. 11:1–15:33.
Comida animal limpia e inmunda. 11:1–23.
Inmundicia de personas. 11:24–12:8.
La lepra y su purificación. 13:1–14:57.
Los flujos y su purificación. 15:1–30.
Conclusión de la sección sobre la purificación. 15:31–33.
EL DIA DE LA EXPIACION. 16:1–34.
Los ritos que deben observarse. 16:1–28.
Fecha del día de la expiación. 16:29–34.
EL CODIGO DE LA SANTIDAD. 17:1–27:33.
Los sacrificios y la comida animal. 17:1–16.
Leyes morales. 18:1–20:27.
Reglamento sacerdotal. 21:1–22:33.
Las fiestas. 23:1–44.
Provisión para el tabernáculo. 24:1–9.
Un caso de blasfemia y su castigo. 24:10–23.
Años santos. 25:1–55.
La idolatría: Promesas y amenazas. 26:1–46.
Votos y su redención. 27:1–33.
CONCLUSION DEL LIBRO DE LEVITICO. 27:34.
C. LEY DEL SACERDOCIO
Lev. 1:1–27:34
Esta sección trata de la ley del sacerdocio. No ha sido escrito Levítico para el laico, sino para
el sacerdote. Es un manual de instrucción para el sacerdote hebreo, en el desarrollo de sus
funciones en el tabernáculo.

175
Fue destinado Levítico para los ministros de la religión, y no para el pueblo. A esto se debe
su carácter técnico, con el reglamento minucioso y detallado con respecto al carácter de los
sacrificios, la manera de prepararlos y ofrecerlos, la iniciación del culto, la purificación, y el
día de la expiación.
El desarrollo de la Ley del Sacerdocio seguirá las siguientes divisiones:
(A) BOSQUEJO DE LA LEY DEL SACERDOCIO. Lev. 1:1–27:34.
(B) NOTAS SOBRE LA LEY DEL SACERDOCIO. Lev. 1:1–27:34.
(A) BOSQUEJO DE LA LEY DEL SACERDOCIO
Lev. 1:1–27:34
[A] El código de los sacrificios. 1:1–7:38.
Prefacio. 1:1, 2.
1. El holocausto. 1:3–17.
i. El holocausto de becerro. 1:3–9.
ii. El holocausto de oveja. 1:10–13.
iii. El holocausto de aves. 1:14–17.
2. La oblación de presente. 2:1–16.
i. Descripción general. 2:1–3.
ii. Métodos de cocer la ofrenda. 2:4–7.
a. Al horno. 2:4.
b. En sartén. 2:5, 6.
c. En cacerola. 2:7.
iii. El acto de ofrecer. 2:8–10.
iv. Prohibición de la levadura. 2:11.
v. Las primicias de cereales o de frutos. 2:12.
vi. Uso de la sal. 2:13.
vii. Método de ofrecer la oblación de primicias. 2:14–16.
3. El sacrificio de paces. 3:1–17.
i. De ganado vacuno. 3:1–5.
ii. De ovejas. 3:6–11.
iii. De cabra. 3:12–16.
iv. Prohibición del sebo y de la sangre. 3:17.
4. El sacrificio de pecado. 4:1–5:13.
Introducción. Regla general en los casos de pecado. 4:1, 2.
i. Pecado del sacerdote y su expiación. 4:3–12.
ii. Pecado de la congregación y su expiación. 4:13–21.
iii. Pecado del príncipe y su expiación. 4:22–26.
iv. Pecado de uno del pueblo y su expiación. 4:27–35.
v. Casos concretos que necesitaban la ofrenda. 5:1–4.
a. El testigo que cubre un crimen. 5:1.
b. La persona inmunda. 5:2, 3.
c. El que jura. 5:4.
vi. Procedimiento del que peca. 5:5–13.
5. El sacrificio por culpa (prevaricación, transgresión). 5:14–6:7.
i. En los diezmos y ofrendas. 5:14–16.
ii. Infringimiento de los mandamientos de Dios. 5:17–19.
iii. Daño hecho a propiedad. 6:1–7.
6. Resumen de los sacrificios ya comentados. 6:8–7:38.

176
i. El holocausto. 6:8–13.
ii. La oblación de presente. 6:14–18.
iii. La oblación de presente del sumo sacerdote. 6:19–23.
iv. La ofrenda del pecado. 6:24–30.
v. La ofrenda por culpa. 7:1–10.
vi. Sacrificio de paces. 7:11–34.
a. Modo de hacer el sacrificio. 7:11–21.
b. Prohibición del sebo y la sangre. 7:22–27.
c. Forma de hacer el sacrificio. Porciones para los sacerdotes. 7:28–34.
vii. Conclusión. 7:35–38.
[B] Iniciación del culto. 8:1–10:20.
Introducción. Preparación para el culto. 8:1–5.
1. Purificación y consagración de Aarón y sus hijos. 8:6–36.
i. Lavamiento de Aarón y sus hijos. 8:6.
ii. Investidura del sumo sacerdote. 8:7–9.
iii. Ungimiento de las cosas y personas sagradas. 8:10–12.
a. Ungimiento del tabernáculo y sus muebles. 8:10, 11.
b. Ungimiento del sumo sacerdote. 8:12.
iv. Investidura de los hijos de Aarón. 8:13.
v. El sacrificio de expiación (por el pecado). 8:14–17.
vi. El carnero del holocausto. 8:18–21.
vii. El carnero de las consagraciones. 8:22–30.
viii. Duración de la consagración: siete días. 8:31–36.
2. Los primeros sacrificios de Aarón. 9:1–24.
i. Instrucciones generales. 9:1–6.
ii. Sacrificio por sí mismo. 9:7–14.
iii. Sacrificios por el pueblo. 9:15–21.
iv. Bendición sacerdotal y la gloria de Jehová. 9:22–24.
3. El error de Nadab y Abiú. 10:1–7.
i. Transgresión de Nadab y Abiú y su castigo. 10:1, 2.
ii. Explicación de Moisés. 10:3.
iii. Traslado de los cuerpos de los hijos de Aarón. 10:4, 5.
iv. Prohibición a Aarón en cuanto a la endecha por sus hijos. 10:6, 7.
4. Prohibición al sacerdocio el tomar vino en el desempeño de su función. 10:8–11.
5. Comida de las cosas santas. 10:12–20.
i. Reglamento para comer las cosas santas. 10:12–15.
ii. Desviación de Aarón de la regla. 10:16–20.
[C] El código de la purificación. 11:1–15:33.
1. Comida animal limpia e inmunda. 11:1–23.
i. Mamíferos. 11:1–8.
ii. Peces. 11:9–12.
iii. Aves. 11:13–19.
iv. Insectos alados. 11:20–23.
2. Inmundicia de personas. 11:24–12:8.
i. Inmundicia por contacto. 11:24–47.
a. Inmundicia por tocar un cadáver. 11:24–28.
b. Inmundicia por tocar criaturas pequeñas. 11:29–38.

177
c. Inmundicia por tocar el cadáver de un animal inmundo. 11:39, 40.
d. Inmundicia por comer carne de reptil. 11:41–45.
e. Conclusión. 11:46, 47.
ii. Purificación de la mujer después del parto. 12:1–8.
3. La lepra y su purificación. 13:1–14:57.
i. Síntomas de la lepra. 13:1–44.
a. Síntomas en la piel. 13:1–8.
b. Hinchazón blanca. 13:9–11.
c. Blancura en todo el cuerpo. 13:12–17.
d. Sarna (úlcera) en la piel. 13:18–23.
e. Quemadura de fuego. 13:24–28.
f. Llaga en la cabeza o cara. 13:29–37.
g. Manchas blancas. 13:38, 39.
h. Calvicie. 13:40–44.
ii. Tratamiento del leproso. 13:45, 46.
iii. La lepra en el vestido. 13:47–59.
iv. Purificación de la lepra. 14:1–32.
a. Procedimiento fuera del campamento. 14:1–8.
(1) Inspección por el sacerdote, y ceremonia. 14:1–7.
(2) Lavamiento del individuo por sí mismo. 14:8.
b. Procedimiento dentro del campamento. 14:9–32.
(1) Ceremonia de purificación. 14:9.
(2) Sacrificios de purificación. 14:10–32.
(i) Sacrificios para el israelita común. 14:10–20.
(ii) Sacrificios para el pobre. 14:21–32.
v. La lepra en la casa. 14:33–53.
a. Reconocimiento por el sacerdote, y medidas a tomarse. 14:33–47.
b. Purificación de la casa. 14:48–53.
vi. Resumen. 14:54–57.
4. Los flujos y su purificación. 15:1–30.
i. Los hombres. 15:1–18.
ii. Las mujeres. 15:19–30.
Conclusión de la sección sobre la purificación. 15:31–33.
[D] El día de la expiación. 16:1–34.
1. Los ritos que deben observarse. 16:1–28.
i. Preparativos de Aarón para el sacrificio. 16:1–4.
ii. Selección de las dos cabras. 16:5–8.
iii. Disposición a hacerse de las dos cabras. 16:9, 10.
iv. Expiación de los pecados del sumo sacerdote. 16:11–14.
v. Expiación del pecado del pueblo. 16:15–19.
vi. Envío de la segunda cabra al desierto. 16:20–22.
vii. Purificación del sumo sacerdote después de la ceremonia. 16:23–25.
viii. Purificación del varón que llevó la cabra al desierto. 16:26–28.
2. Fecha del día de la expiación. 16:29–34.
[E] El código de la santidad. 17:1–27:33.
1. Los sacrificios y la comida animal. 17:1–16.
i. Los sacrificios. 17:1–9.

178
a. Forma de hacer los sacrificios. 17:1–5.
b. Esparcimiento de sangre. 17:6.
c. Sacrificios a los demonios (sátiros). 17:7.
d. Necesidad de ofrecer culto en el tabernáculo. 17:8, 9.
ii. Prohibición sobre la comida. 17:10–16.
a. La sangre. 17:10–14.
b. Animales despedazados, etc. 17:15, 16.
2. Leyes morales. 18:1–20:27.
i. Exhortación a la obediencia. 18:1–5.
ii. Relaciones entre los sexos. 18:6–23.
a. Prohibición del casamiento entre parientes cercanos. 18:6–13.
(1) Prefacio. La regla general. 18:6.
(2) La madre. 18:7.
(3) La esposa del padre. 18:8.
(4) La hermana. 18:9.
(5) La nieta. 18:10.
(6) La sobrina. 18:11.
(7) La tía. 18:12, 13.
b. Prohibición del casamiento entre parientes políticos. 18:14–18.
(1) La tía (política). 18:14.
(2) La nuera. 18:15.
(3) La cuñada. 18:16.
(4) La sobrina (política). 18:17.
(5) La cuñada (hermana de la esposa). 18:18.
c. Prohibición de relaciones irregulares. 18:19–23.
(1) La mujer menstruosa. 18:19.
(2) El adulterio. 18:20.
(3) El culto de Moloc (un culto inmoral). 18:21.
(4) La sodomía. 18:22.
(5) La bestialidad. 18:23.
iii. Exhortación general. 18:24–30.
iv. Leyes diversas. 19:1–20:27.
a. Primer grupo. 19:1–37.
(1) Ley de la santidad. 19:1, 2.
(2) Honra a los padres. 19:3.
(3) Idolatría. 19:4.
(4) Sacrificio de paces. 19:5–8.
(5) Ley del pobre en la cosecha. 19:9, 10.
(6) Hurto y engaño. 19:11, 12.
(7) Opresión. 19:13.
(8) Respeto. 19:14.
(9) Justicia. 19:15.
(10) Chisme. 19:16.
(11) Aborrecimiento. 19:17.
(12) Venganza. 19:18.
(13) Misturas no apropiadas. 19:19.
(14) Seducción de una esclava. 19:20–22.

179
(15) Reglamento del nuevo árbol. 19:23–25.
(16) Prohibición de comer sangre. 19:26a.
(17) Prohibición del agüero. 19:26b.
(18) Prohibición de seguir las costumbres religiosas paganas. 19:27, 28.
(19) Prostitución de la hija. 19:29.
(20) El sábado. 19:30.
(21) Prohibición en cuanto a la consulta de los encantadores. 19:31.
(22) Respeto a la vejez. 19:32.
(23) Respeto al extranjero. 19:33, 34.
(24) Justicia en el comercio. 19:35, 36.
(25) Exhortación final. 19:37.
b. Segundo grupo. 20:1–27.
(1) El culto de Moloc. 20:1–6.
(2) Exhortación a la santidad. 20:7, 8.
(3) Maldición de los padres. 20:9.
(4) Inmoralidad. 20:10–21.
(i) El adulterio en general. 20:10.
(ii) Incesto con la esposa del padre. 20:11.
(iii) Incesto con la nuera. 20:12.
(iv) Sodomía. 20:13.
(v) Relaciones sexuales con una madre e hija. 20:14.
(vi) Bestialidad. 20:15, 16.
(vii) Incesto con la hermana. 20:17.
(viii) Relaciones sexuales con la mujer menstruosa. 20:18.
(ix) Incesto con las tías. 20:19, 20.
(x) Incesto con la cuñada. 20:21.
(5) Exhortación a la obediencia. 20:22–24.
(6) Inmundicia. 20:25.
(7) Ley de la santidad. 20:26.
(8) Los espíritus pitónicos. 20:27.
3. Reglamento sacerdotal. 21:1–22:33.
i. Reglas con respecto a los entierros. 21:1–4.
ii. Mortificación de la carne. 21:5.
iii. Santidad del sacerdocio. 21:6.
iv. Casamiento y familiares. 21:7–15.
v. Requisitos físicos del sacerdote. 21:16–24.
vi. Impedimentos en relación con la comida sagrada. 22:1–16.
a. Introducción. Prohibición de ministrar estando inmundo. 22:1–3.
b. La lepra. 22:4.
c. Contacto con animales inmundos. 22:5–7.
d. Comida prohibida. 22:8, 9.
e. Idoneidad para participar en la comida sagrada. 22:10–13.
f. Comida por yerro. 22:14.
g. Resumen. 22:15, 16.
vii. Carácter de las ofrendas. 22:17–25.
viii. Reglas especiales con respecto a los sacrificios. 22:26–30.
ix. Exhortación. 22:31–33.

180
4. Las fiestas. 23:1–44.
i. El sábado. 23:1–3.
ii. Pascua y fiesta de pan sin levadura. 23:4–8.
iii. Primicia de los primeros frutos. 23:9–14.
iv. Pentecostés. 23:15–22.
v. Fiesta de trompetas (del nuevo año). 23:23–25.
vi. El día de la expiación. 23:26–32.
vii. Fiesta de tabernáculos. 23:33–36.
viii. Paréntesis: distinción entre fiestas anuales y sábados semanales. 23:37, 38.
ix. Nota adicional sobre la fiesta de tabernáculos. 23:39–43.
x. Conclusión. 23:44.
5. Provisión para el tabernáculo. 24:1–9.
i. Aceite para el candelero. 24:1–4.
ii. El pan para la mesa de la presencia. 24:5–9.
6. Un caso de blasfemia y su castigo. 24:10–23.
i. El delito. 24:10–12.
ii. Instrucciones a Moisés sobre el castigo de casos criminales. 24:13–22.
a. Los casos de blasfemia. 24:13–16.
b. Otros casos criminales. 24:17–22.
iii. Ejecución del blasfemo. 24:23.
7. Años santos. 25:1–55.
i. El año sabático. 25:1–7.
ii. El año de jubileo. 25:8–55.
a. Reglamento general sobre el jubileo. 25:8–17.
b. Paréntesis: exhortación tocante a la observación del año sabático. 25:18–22.
c. Redención de las propiedades. 25:23–34.
(1) Principio general de la redención. 25:23.
(2) Redención de la tierra. 25:24–28.
(3) Redención de las casas. 25:29–34.
d. Prohibición de la usurería. 25:35–38.
e. Prohibición de la servitud permanente. 25:39–46.
f. Redención del israelita esclavo del extranjero residente de Canaán. 25:47–55.
8. La idolatría: Promesas y amenazas. 26:1–46.
i. Introducción: exhortación a la fidelidad a Dios: 26:1, 2.
ii. Recompensa de la fidelidad. 26:3–13.
a. Prosperidad material. 26:3–5.
b. Paz y éxito en guerra. 26:6–8.
c. El pacto afirmado. 26:9.
d. Abundancia en las cosechas. 26:10.
e. Presencia de Dios. 26:11–13.
iii. Castigo por la infidelidad a Dios. 26:14–39.
a. La alternativa: la desobediencia. 26:14, 15.
b. Opresión por los enemigos. 26:16, 17.
c. Malas cosechas. 26:18–20.
d. Las fieras del campo. 26:21, 22.
e. El sitio y la pestilencia. 26:23–26.
f. Asolamiento de la tierra por enemigos y cautividad. 26:27–35.

181
g. Desolación de la tierra. 26:36–39.
iv. Promesa de la restauración del pueblo. 26:40–45.
v. Conclusión. 26:46.
9. Votos y su redención. 27:1–33.
i. Votos que dedican a las personas. 27:1–8.
ii. Votos que dedican a los animales. 27:9–13.
iii. Votos que dedican a las propiedades. 27:14–24.
a. Las casas. 27:14, 15.
b. Los terrenos. 27:16–24.
(1) Terrenos de la posesión de uno. 27:16–21.
(2) Terrenos ajenos. 27:22–24.
iv. Base monetaria del cambio. 27:25.
v. Votos tocante a las cosas que de hecho pertenecen a Jehová. 27:26–33.
a. El primogénito. 27:26, 27.
b. El anatema. 27:28, 29.
c. Los diezmos. 27:30–33.
Conclusión de la ley del sacerdocio. 27:34.
(B). NOTAS SOBRE LA LEY DEL SACERDOCIO
Lev. 1:1–27:34
1:1–7:38. El código de los sacrificios.
En esta parte tenemos una exposición de los sacrificios: su carácter, su modo de celebrarse,
etc., discutido desde el punto de vista del sacerdocio.
Antes que el lector critique la multitud de detalles con que se describen minuciosamente los
ritos en Levítico, debe tener en cuenta que las instrucciones fueron para guiar a los sacerdotes,
para que supieran cómo hacer las ceremonias.
Los sacrificios presuponen que el hombre va a pecar. A la vez sugieren que el pecado separa
al hombre de Dios, y que hay expiación y propiciación, lo que se basa sobre la gracia de Dios
en perdonar.
1:2. Ofrenda: Heb., corbán. Viene del verbo carav, acercarse. Corbán sería cualquier cosa
acercada a Jehová. Comp. Mc. 7:11.
1:3–17. El holocausto.
La palabra holocausto viene del idioma griego: holos, entero, y kaustos, quemado. Se
quemaba enteramente el cuerpo del animal (6:9). La idea principal de esta clase de sacrificios
es la consagración.
Los holocaustos eran de tres clases: de becerro, de oveja, y de ave.
Los más pudientes entre el pueblo podían traer un becerro, mientras que los pobres traían un
ave. Esto enseña que el valor de la ofrenda en dinero significaba poco, si el que ofrecía no
podía traer mucho. Lo importante era que el corazón mirase hacia Dios.
La ofrenda diaria (de mañana y de tarde) era un holocausto.
La forma de hacer el holocausto se describe en Lev. 1:3–17. En general consistía en poner
las manos sobre el animal, degollarlo, rociar la sangre en el altar, cortar el sacrificio en
pedazos, y quemarlo sobre el altar.
1:4. Para expiarle: Cierta eficacia expiatoria era atribuída al holocausto también, aunque
esto no era la idea principal.

182
1:5. La rociarán alrededor sobre el altar: La sangre era recibida en un cuenco, y luego
arrojada contra las esquinas opuestas del altar, de modo que cada costado del altar recibiese
un poco.
1:9. Olor suave a Jehová: Una expresión antropomórfica, ya que Jehová no tiene narices. V.
Gén. 8:21 y nota. La expresión denota que, así como las narices del hombre sienten con
agrado el olor de la carne asada, así también Dios se agrada en la ofrenda que le hace el
hombre.
2:1–16. La Oblación de Presente.
La ofrenda de presente significa la consagración completa a Dios, de las obras de las manos.
Esta ofrenda generalmente acompañaba una ofrenda cruenta. Consistía, por lo general, de
harina fina mezclada con aceite e incienso, y cocida.
2:4–7. Métodos de cocer la oblación de presente.
La oblación de presente podía ser cocida de tres maneras: al horno (2:4); en sartén (2:5),
cuando se cocía y era partida en pedazos (2:6); y hervida en una cacerola (2:7).
2:11. Ningún presente que ofreciereis a Jehová, será con levadura: La levadura era símbolo
de la corrupción. V. nota sobre Ex. 12:15–20. V. Deut. 16:3; Mt. 16:6; Lc. 12:1; 1 Cor. 5:7,
8. La miel también traía la fermentación.
2:12. En la ofrenda de las primicias las ofreceréis a Jehová: Una ofrenda de cereales o de
frutos, de lo primero de la cosecha, no era quemada.
2:13. Y sazonarás toda ofrenda de tu presente con sal: La sal era un elemento que preservaba
de la corrupción, en contraste con la levadura. Comp. Ginsburg. Comp. Mc. 9:49.
2:14. Tostarás al fuego las espigas verdes: Las espigas eran tostadas, luego traídas al
sacerdote. Una pequeña parte era quemada, y el resto comida por los sacerdotes.
3:1–17. El sacrificio de paces.
La expresión sacrificio de paces viene de dos palabras hebreas: zévaj, sacrificio, y
schelamim, paces, plural de paz. El sacrificio de paces denotaba el gozo, la felicidad, la
comunión con Dios.
4:1–5:13. El sacrificio por el pecado.
El sacrificio por el pecado se relaciona con la expiación del pecado, especialmente de los
pecados por error, o de pasión, y sin conocer, pero reconocidos después. V. 4:2 y nota.
Este sacrificio se refiere a los pecados de cuatro clases: El sacerdote (4:3–12); la
congregación de Israel (4:13–21); el adalid (4:22–26); el individuo de la congregación (4:27–
35).
4:2. Pecare por yerro: Vagar; pecar sin intención, sin propósito, por descuido, por enojo o
indignación, o en pasión. Los pecados que se cubrían en este sacrificio son los que se originan
en las debilidades, o en los apetitos de la carne, en oposición a los que vienen como acto
voluntario y deliberado.
5:15–6:7. El sacrificio por culpa.
El sacrificio por culpa, así como el sacrificio por el pecado, se relaciona con la expiación del
pecado. Pero hay una diferencia entre los dos sacrificios. En el caso del sacrificio por el
pecado, (comentado en las notas sobre 4:1–5:13; 4:2), el adorador llega a ser consciente
después del carácter del error cometido, pero en el sacrificio por culpa, no llega a saber en
qué ha ofendido; teme que haya infringido la ley de Dios, pero no puede definir en qué (5:17).
Tres casos distintos de pecados expiados por el sacrificio por culpa se mencionan: cuando se
retenía sin saberlo alguna ofrenda que debía presentarse a Dios (5:14–16); cuando se infringía
sin saberlo algún mandamiento de Dios (5:17–19); cuando se hacía daño sin saberlo a la
propiedad de otro (6:1–7).

183
5:16. Añadirá a ello el quinto: Como multa, había de agregarse el veinte por ciento sobre la
suma que se había retenido, además de la suma.
7:14. Presentará una parte por ofrenda elevada: Esta parte sería la que era elevada del resto
del sacrificio, y así separada de él para algún fin determinado, que sería un fin religioso.
Denota una consagración especial a la obra de Dios (7:32–34).
8:1–10:20. Iniciación del culto.
Tenemos en los primeros siete capítulos una descripción de los diversos sacrificios que tenían
que ofrecerse. Ahora, en el cap. 8, se vuelve el relato a donde éste terminó, en los últimos
capítulos de Exodo, con la construcción del tabernáculo.
En esta nueva parte tenemos el relato de los primeros actos con que se inició el culto del
tabernáculo, los actos de consagración del ministerio del tabernáculo, los primeros
sacrificios, y otros incidentes que se verificaron en la primera época del establecimiento del
culto.
8:8. El racional: V. Ex. 28:13–30 y nota.
Urim y Thummim: V. Ex. 28:30 y nota.
8:18–21. El carnero del holocausto.
El sacrificio del holocausto simbolizaba la rendición completa de Aarón y sus hijos.
8:22–30. El carnero de las consagraciones.
Este sacrificio simbolizaba, para Aarón y sus hijos, la obediencia.
8:23. Y tomó Moisés de su sangre, y puso sobre … la oreja derecha de Aarón, y sobre … su
mano … y sobre … su pie: La referencia a la oreja indica que Aarón estaba dispuesto a
obedecer; a la mano, que estaba dispuesto a hacer la voluntad de Dios; al pie, que caminaría
a donde El señalara.
9:4. Un presente: La oblación de presente. V. 2:1–16 y nota.
9:6. La gloria de Jehová: V. Ex. 16:7 y nota.
10:1–5. El pecado de Nadab y Abiú.
¿Qué fue lo que hicieron estos hombres? Varias contestaciones han sido sugeridas a esta
pregunta:
(1) Ofrecieron bajo la influencia del vino, según una tradición antigua, V. 10:8, 9. Así cree
Pratt.
(2) Usaron fuego que no había salido del altar (Clarke, Lange, Ginsburg).
(3) Usaron otro incienso (Kurtz, cit. en Lange).
(4) En alguna manera se apartaron de la norma establecida (Jamieson).
Por la referencia a fuego extraño, en 10:1, creo que es la segunda cosa.
10:4. Llamó Moisés a Misael, y a Elzaphán …: Llegaos y sacad a vuestros hermanos: Estos
dos hombres eran primos de los dos sacerdotes difuntos. Moisés los manda a sacar los
cuerpos, lo que hicieron, levantándolos con su túnicas.
10:6. No descubráis vuestras cabezas, etc.: Esto fue un elemento en la endecha formal. El
pueblo podía endechar, pero Aarón y sus hijos no. Puedo mencionar dos explicaciones:
(1) Las lamentaciones hubieran podido tomarse como una crítica a la acción justa de Dios (K
y D, Ginsburg).
(2) Si se hubiera lamentado, de acuerdo con todas las costumbres que aquello incluía, hubiera
sido necesario haber dejado su ministración en el tabernáculo. Esto no convenía, por cuanto
el establecimiento del culto en esta ocasión inaugural, era de mayor importancia que

cit. citado.
K y Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

184
cualquier endecha humana. Creo que ésta es la explicación correcta. Siempre había
limitaciones para el luto de un sacerdote (Lev. 21:1–4), y en esta ocasión aún más. Comp.
Ezeq. 24:15–27.
10:12. Comedlo sin levadura: V. Ex. 12:15–20; Lev. 2:11; y notas.
10:15. La espaldilla que se ha de elevar: V. 7:14 y nota. El pecho que será mecido: V. Ex.
29:24 y nota.
10:16–20. Desviación de Aarón de la regla sobre la comida santa.
Según el reglamento, Aarón tenía que comer de este sacrificio. Pero, por la desgracia que le
había sobrevenido en la pérdida de sus dos hijos, no pudo comer nada. A la crítica de Moisés,
Aarón contesta que en aquel día él había cumplido con todo lo que era exigido, menos en lo
de comer del sacrificio. El pregunta si en realidad Dios hubiera mirado con satisfacción si él
hubiera comido del sacrificio, cuando se sentía tan agobiado por su carga de desdicha. Es
evidente que estaba tan afligido que no tenía ganas de comer. Moisés reconoce que Aarón
estaba en lo justo.
11:1–15:33. El código de la purificación.
El concepto hebreo de la inmundicia y su purificación ha sido discutido ampliamente en la
Introducción al libro de Levítico, 6 i b, La pureza.
11:20, 23. Todo reptil alado: La palabra traducida reptil no tiene correspondencia exacta en
castellano, por cuanto incluye ciertos reptiles, batracios, insectos, pequeños animales, etc. La
terminología hebrea no se ajustaba a la de idiomas modernos, ni a las clasificaciones
corrientes de la zoología.
11:41–43. Todo reptil que va arrastrando: V. 11:20, 23, y la nota allí sobre la palabra reptil.
12:8. Si no alcanzare su mano lo suficiente para un cordero, tomará entonces dos tórtolas:
Los padres de Jesús se valieron de la alternativa de las tórtolas (Lc. 2:24), siendo ellos
demasiado pobres para traer un cordero.
13:1–44. Síntomas de la lepra.
Las reglas para determinar la presencia de la lepra son dadas en forma minuciosa, por cuanto
el sacerdote era quien reconocía la enfermedad. Aunque los primitivos hebreos no reconocían
el principio de la enfermedad contagiosa, su concepto de la inmundicia por contacto físico,
servía para excluir de contacto con el pueblo, a todos los que tenían la enfermedad espantosa
de la lepra.
13:46. Habitará solo: El aislamiento del leproso era una medida necesaria para impedir que
otros se contagiaran de la enfermedad. A éste se le consideraba como muerto. No tenía
derecho de propiedad, ni para heredarla ni para disponer de ella. No podía cohabitar con su
esposa.
13:47–59. Lepra en el vestido.
No sabemos exactamente cuál era la lepra de los vestidos. Clarke sugiere que podía haber
sido alguna infección en los vestidos, como gusanos, u otra cosa, que producían infección
también en la carne.
Una segunda opinión, que me parece mejor, es la que dice que se trata de un género
enmohecido, o apolillado (Butler, Chapman, Kennedy). Butler: “Un moho que no podía
curarse, llamado lepra por analogía.”
14:7. Soltará la avecilla viva: El ave era soltada como parte de la ceremonia de limpieza.
Tres explicaciones hay para ello:
(1) Butler: “El leproso curado veía representada en la liberación del ave, su propia libertad
para entrar en la sociedad de los hombres vivos.” (2) K y D: “Su liberación de la condena
de muerte que descansaba sobre la lepra, y su vuelta a la comunión con su propia nación.”

185
(3) La liberación del ave era simbólica de la liberación del enfermo de su enfermedad
(Jamieson).
La tercera explicación parece ser la mejor.
14:10. Log: Una medida cuya capacidad es dada por Kennedy como .51 litros en la medida
antigua, y .56 en la medida posterior (HDB, artículo Weights and Measures).
14:14. Sobre la ternilla de la oreja, etc.: V. la nota sobre 8:23.
14:33–53. La lepra en la casa.
No se sabe qué era la lepra en la casa. Probablemente era alguna clase de moho, de carácter
fungoso, que aparecía en las paredes de las casas por la humedad (y así creen Butler,
Jamieson, etc.).
15:1–33. Los flujos.
En este pasaje se refiere a ciertos fluidos emitidos del cuerpo, por enfermedad, o por causa
natural. Estas emisiones acarreaban la inmundicia, la que podía ser limpiada mediante ciertas
ceremonias, las que se indican en este capítulo.
15:25. Su costumbre: V. la nota sobre Gén. 18:11.
16:1–34. El día de la expiación.
La idea principal del día de la expiación se expone en 16:34: para expiar a los hijos de Israel
de todos sus pecados una vez en el año. Aunque muchos pecados habían sido expiados con
sacrificios durante el año, convenía que hubiera una ceremonia que incluyera todo.
El simbolismo de los dos machos cabríos es claro. Uno era sacrificado, y expiaba los pecados
del pueblo. El otro era enviado al desierto, donde desaparecía y no era visto más.
Simbólicamente los pecados eran llevados por el macho cabrío, y así separados de la
congregación. Así Dios remite los pecados cuando perdona. V. 16:22.
16:8. Azazel: El nombre Azazel ocurre solamente en este capítulo de la Biblia. Varias
interpretaciones existen:
(1) Una interpretación es que se refiere a alguna personalidad sobrenatural, pero no a Dios,
quizás algún demonio, o ángel caído. S. Clark, Ginsburg, K y D, y otros, lo interpretan como
el diablo. En el libro de Enoc, Azazel es acusado ante Dios de ser el que principalmente
enseña la injusticia en la tierra.
(2) Algunos escritores entienden Azazel como el lugar al cual era enviado el macho cabrío
(así Raschid,1 y el Talmud, Yoma 67b). Comp. Calvino, Harmony, Vol. II, pág. 317. En este
último pasaje en Yoma, se hace referencia a una opinión de que Azazel denota los pecados
que el macho cabrío expiaba.
(3) La mejor opinión es que Azazel denota remisión. Así que se traduciría aquí: La una suerte
para Jehová, y la otra suerte para remisión (en el sentido de enviar a otra parte).
16:14. Tomará luego de la sangre … y rociará … hacia la cubierta: Comp. Heb. 9:13, 25, y
10:4. Este pasaje de Levítico es la base del pensamiento del autor de la Ep. a los Heb. Así
como el sumo sacerdote entraba en el lugar santísimo para rociar la sangre y expiar los
pecados del pueblo, del mismo modo Cristo entró en el cielo llevando su propia sangre para
hacer eterna redención.

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.


1
Raschid Salomón Jarchi, célebre rabino francés que nació en Troyes, vivió en el siglo XI. De grandes
conocimientos, fecundo escritor, la lista de sus obras incluye comentarios sobre varios libros del AT,
incluso su Comentarius in Pentateuchum (1475), que especialmente interesa en la presente
conexión.
Ep. Epístola.

186
16:21. Poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto:
Simbólicamente los pecados eran puestos sobre la cabeza del macho cabrío, que los llevaba
al desierto.
17:1–27:33. El código de la santidad.
En esta parte tenemos reglas que gobernaban la vida religiosa del pueblo, relacionadas con
los sacrificios, la limpieza moral, los sacerdotes, las fiestas, el tabernáculo, los años sabáticos,
la idolatría, y los votos. Estas reglas habían de gobernar la vida diaria del pueblo en el
desempeño de sus funciones religiosas, especialmente las ceremonias, y en el cumplimiento
de sus obligaciones.
17:3. Real: El campamento.
17:7. Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios: La palabra traducida demonios
sería sátiros, que, según la superstición pagana, eran demonios que tomaban la forma de
machos cabríos.
Los demonios, tras de los cuales han fornicado: El adulterio espiritual, o sea, la idolatría.
Israel era la esposa de Jehová, y el adorar a otro dios fue adulterio.
17:16. Llevará su iniquidad: Esto quiere decir que, de haber infringido el reglamento, él
llevaría la responsabilidad por dicho pecado, o sea, recibiría el castigo que la ley prescribía.
18:6–23. Relaciones entre los sexos.
Estudíese el bosquejo detallado de este pasaje en el Bosquejo sobre la Ley del Sacerdocio.
18:18. No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival: V. Gén. 29:26
y nota. La base psicológica de esta prohibición sería la gran rivalidad entre dos hermanas,
muchas veces mayor que entre dos mujeres de diferentes familias. Esta rivalidad habría
producido la desinencia en el hogar.
18:21. No des de tu simiente para hacerla pasar por el fuego a Moloch: Dentro de la imagen
de Moloc, dios de los ammonitas, se ponía fuego y se calentaba la imagen. El niño era puesto
en las manos enrojecidas del ídolo, desde donde caía en el fuego. Al mismo tiempo,
resonaban los tambores para que los gritos del niño no llegaran a oídos del padre.
19:2. Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios: Aquí tenemos el versículo
clave de Levítico. Es la base de lo dicho por Jesús en Mt. 5:48.
19:8. Llevará su delito: V. 17:16 y nota.
19:9. No acabarás de segar el rincón de tu haza, etc.: Siempre se había de dejar algo para
los pobres, para su sustento.
19:13. No se detendrá el trabajo del jornalero … hasta la mañana: Esto quiere decir que el
sueldo del jornalero debía pagarse el mismo día, y no retenerse hasta el día siguiente. Este
pasaje encierra un principio de consideración para el pobre, que depende de sus ganancias
para vivir. Comp. Ex. 22:26, 27.
19:17. No aborrecerás a tu hermano en tu corazón: ingenuamente reprenderás a tu prójimo:
Firmemente, o de todos modos, reprenderás al prójimo. Sin odiarlo por su falta, uno tiene
derecho y obligación para procurar corregir en él lo que es malo.
19:19. Misturas no apropiadas.
La prohibición en cuanto a ciertas misturas es difícil de comprender.
En la prohibición de la procreación por animales de distintas especies, parece que los hebreos
veían en ella una confusión de las leyes originales de la creación (Chapman, Jamieson, etc.),
o quizás se relacionaba con el 20:15, por el temor que tenían de infringir la buena moral en
las relaciones no naturales (comp. Ginsburg).
La segunda prohibición, que se refiere al reino vegetal en cuanto a la mezcla de simientes de
distintos géneros en el mismo terreno, ellos la pueden haber visto como paralela a la primera

187
prohibición referente al reino animal. En la práctica, sería un error mezclar las semillas de
diferentes especies, por cuanto éstas no florecen al mismo tiempo.
En cuanto a la tercera prohibición, la mezcla de diferentes géneros en el vestido, se ha perdido
la razón, pero se derivaría, con toda probabilidad, de la primera prohibición.
19:23–25. Reglamento del nuevo árbol.
Los primeros tres años de la vida de un árbol eran considerados como los primeros ocho días
de la vida de un niño incircunciso, o sea, no consagrado a Jehová. Al fin del tercer año,
hablando figuradamente, se circuncidaba, o sea, se cortaban los frutos, los que no eran
usados. Así se esperaba hasta que la cantidad y la calidad del fruto se desarrollaba. El cuarto
año el fruto era entregado a Jehová, es decir, para el sostén de los sacerdotes. El quinto año,
se podía comer.
19:27, 28. No cortaréis en redondo las extremidades de vuestras cabezas, etc.: Una referencia
a costumbres paganas.
19:34. Como a un natural de vosotros tendréis al extranjero: Esta ley suavizaba la amarga
condición del extranjero.
20:1–8. El culto de Moloc.
V. 18:21 y su nota.
20:27. El hombre o la mujer en quienes hubiere espíritu pithónico: El que fingía tener un
espíritu, con poder para predecir el futuro, y hacer otras cosas misteriosas, debía morir. Esto
tuvo que ser así por la posibilidad que había de que se corrompiera la verdadera religión de
Jehová.
21:7–15. Casamiento y familiares de los sacerdotes.
La esposa de un sacerdote había de tener un carácter ejemplar (vs. 7, 13, 14). Otros familiares
del sacerdote habían de vivir vidas buenas (v. 9). El sumo sacerdote había de evitar el
contacto con un muerto, aun cuando fuera pariente, pues esto era inmundicia (vs. 10–12).
21:17. El varón … en el cual hubiere falta, no se allegará: La rigidez de los requisitos para
el sacerdote acentúan la santidad de la causa que ellos desempeñaban, la de Jehová.
22:2, 3. Que se abstengan de las santificaciones: Esto quiere decir que, si el sacerdote estaba
inmundo, no debía acercarse al ministerio de las cosas sagradas.
22:7. Cuando el sol se pusiere: Entre los hebreos, se finalizaba el día con la puesta de sol.
22:12, 13. La hija del sacerdote, cuando se casare con varón extraño, ella no comerá de la
ofrenda: El sustento del sacerdocio venía de las ofrendas que los israelitas entregaban al
santuario. Si la hija de un sacerdote se casaba con un hombre que no era de la línea sacerdotal,
ella no podía recibir su sustento de las ofrendas. Pero si después se volvía a la casa de su
padre, aun cuando era divorciada, nuevamente podía recibir su sustento de esta fuente (v.
13).
23:1–4. El sábado.
V. las notas sobre Gén. 2:1–3; Ex. 20:10; 23:12.
23:5–8. Pascua y ázimos.
V. las notas sobre Ex. 12:7; 12:15–20; 12:27; 23:14–17.
23:9–22. Pentecostés.
V. Ex. 23:14–17.
23:23–25. Fiesta de las trompetas.
La fiesta de las trompetas celebraba el nuevo año civil y era observada el día primero del mes
Etanim, o Tisri (como los judíos después llamaban este mes). Se anunciaba el año nuevo con
el toque de las trompetas, y observábase el día como un sábado pues no se hacía en él ningún
trabajo. Ofrecíase también un holocausto especial.

188
23:26–32. El día de Expiación.
V. notas sobre 16:1–34.
23:33–36, 39–43. Fiesta de cabañas (tabernáculos).
V. nota sobre Ex. 23:14–17.
23:43. Para que sepan vuestros descendientes que en cabañas hice yo habitar a los hijos de
Israel: Esta fiesta conmemoraba las migraciones de los israelitas en el desierto y la protección
de Dios durante este tiempo; y además era una acción de gracias por las cosechas que se
iniciaban con esta fiesta.
24:10–23. El blasfemo y su castigo.
La causa de la riña entre el hijo del egipcio, y el israelita, no se da. Según la tradición, el
israelita sería un danita, que no quería que el hijo del egipcio tuviera su tienda en el
campamento de su madre israelita, que era de Dan (V. Núm. 2:2). El hijo del egipcio habríase
disgustado por cuanto no se le admitía en el campamento, pues maldijo el nombre de Dios.
24:11. Pronunció el Nombre, y maldijo: Esta traducción de Cip. de Val. era la que aceptaban
los antiguos judíos, y sobre este versículo se basaba su costumbre de no decir nunca el
nombre sagrado de Jehová, empleando en su lugar el nombre Adonáy, Señor (Gesenius,
Lexicon, pág. 686).
El verbo troducido pronunció (heb., nacav) es general en sentido, y puede ser pronunció, o
blasfemó (VM).
24:15. Llevará su iniquidad: V. la nota sobre 17:16.
25:1–7. El año sabático.
V. Ex. 23:10, 11 y nota. En la práctica, el año sabático no era observado jamás, por lo cual
los profetas condenaron al pueblo (2 Crón. 36:21).
25:8–55. El año de jubileo.
Cada cincuenta años había de ser celebrado el año de jubileo, con la devolución de los
terrenos a sus anteriores dueños (a excepción de las casas en las ciudades muradas, vs. 29,
30), y dando la libertad a los esclavos (vs. 10, 13, 41).
No hay evidencia de que se observase jamás el jubileo entre los judíos. Al contrario, la
opresión universal del pueblo muestra que más bien no era observado el año cincuenta como
jubileo.
25:11. Jubileo: No se sabe el significado de este término. Josefo dice que significa libertad
(Ant. III. xii. 3). Los rabinos creían que se refería al cuerno de carnero con que se proclamaba
este año.
25:15, 16. Conforme al número de los años después del jubileo comprarás de tu prójimo:
Según la ley hebrea, la tierra de Canaán, después que se dividiera, había de pertenecer a las
familias que originalmente la tenían. Si uno se empobrecía, y tenía que vender su herencia,
se estimaba el precio de acuerdo con el número de los años después del jubileo, lo que
indicaría naturalmente los años que quedaban hasta el próximo jubileo, cuando el terreno
indefectiblemente había de volver a su dueño legal. Era, pues, arriendo de tierras, más bien
que venta. Comp. Ginsburg.

Cip. de Val. Biblia, la Versión Reina-Valera.


VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.
Ant. Antigüedades judaicas, obra de Josefo.

189
25:21. Hará fruto por tres años: Los tres años serían, según Ginsburg: (1) El resto del sexto
año después de la cosecha; (2) todo el año séptimo; (3) el período del octavo año hasta que
la cosecha fuese juntada. Así en esencia opinan Butler, Scott, Kennedy, y otros.
25:22. Hasta el año noveno: El año noveno empezaba con el primer día del mes Tisri, según
el calendario civil, y correspondía con el otoño. La cosecha juntada al fin del año octavo
(mencionada en el párrafo anterior) servía para sustentar al pueblo durante el año noveno.
25:51, 52. Si aun fueren muchos años, conforme a ellos volverá para su rescate: De acuerdo
con el número de años que quedaban antes del jubileo, muchos o pocos, se pagaba el rescate.
Aquí tenemos el principio opuesto al que regulaba la venta de las propiedades, comentado en
25:15, 16 y nota.
26:14–40. Castigo por la infidelidad a Dios.
El castigo por la infidelidad, amenazado en esta parte, se cumplió en la destrucción del reino
septentrional de Israel, en el año 722 a. de J. C., y la de Judá, en 586 a. de J. C.
27:1–33. Votos y su redención.
Cuando se hacía un voto con respecto a cierta cosa, es decir, cuando se la consagraba a
Jehová, el voto tenía que ser pagado, o si no, la cosa consagrada redimida, de acuerdo a una
regla establecida.
Si uno se consagraba a sí mismo a Jehová, y tenía entre veinte y sesenta años de edad, tenía
que pagar cincuenta siclos (V. Gén. 23:15, 16 y nota) cuando era varón (27:3), y treinta
cuando era mujer (v. 4). Si uno consagraba a su hijo entre los cinco y los veinte años, pagaba
veinte siclos si era varón, y diez si era mujer (v. 5). Si el hijo consagrado fuera de un mes
hasta cinco años, pagaba cinco siclos por el varón, y tres por la mujer (v. 6). Si la persona
consagrada tenía sesenta años o más, el varón pagaba quince siclos, y la mujer diez (v. 7). En
cuanto al pobre, que no podía pagar lo establecido por ley, el sacerdote fijaba la suma que
tenía que pagarse (v. 8).
En cuanto a la redención de los animales inmundos, que no podían ser sacrificados, como el
asno, el sacerdote también fijaba la suma de redención (vs. 11, 12).
El sacerdote también estimaba el valor de las propiedades, para que fueran redimidas (v. 17).
27:13. Añadirán su quinto sobre tu valuación: Cuando una persona redimía un animal que
ya había consagrado, tenía que agregar al precio estimado, la quinta parte, como una multa,
o compensación. Comp. K y D, y Ginsburg. V. 5:16 y nota. La alternativa parece ser que el
dueño podía vender el animal, y entregar el precio de venta a la tesorería del santuario. V.
27:27.
27:18. El sacerdote hará la cuenta del dinero conforme a los años que quedaren hasta el …
jubileo: V. la nota sobre 25:51, 52.
27:29. Cualquier anatema (cosa consagrada) de hombres que se consagrare, no será
redimido: La palabra anatema, jérem, viene de una palabra jaram, cerrar, y de ahí, dedicar,
consagrar. El anatema no podía ser redimido. Por esto, la palabra jaram llegó a usarse en el
sentido de dedicar a la destrucción, o sea, exterminar. En este sentido era aplicada a las
ciudades de Canaán que habían de ser destruídas (Deut. 2:34; 3:6; etc.). Comp. Gesenius, ob.
cit., pág. 371.
D. INTRODUCCION AL LIBRO DE NUMEROS

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

190
El libro de Números continúa el relato donde Levítico termina. V. Núm. 1:1; 7:1; 10:11. La
acción del libro de Números empieza en Sinaí, y termina en la llanura de Moab; cubre un
período de 39 años. Pero la mayor parte de este tiempo es presentada en resumen en el libro,
porque la historia de sus acontecimientos no fue importante. Los sucesos importantes se
relatan en detalle.
El motivo de la larga demora del pueblo israelita en el desierto, en su camino hacia la tierra
prometida fue que la providencia de Dios esperaba hasta que muriese toda aquella
generación, que se había mostrado inepta para la conquista de ella.
Al mismo tiempo, sabemos que en la época de Amenhotep II, el faraón del éxodo (1447–
1420 a. de J.C.), un monarca fuerte, la dominación sólida de los egipcios en Palestina no
hubiera permitido una fácil entrada del pueblo en Palestina. Convenía que los israelitas
aguardasen hasta después de la muerte de este faraón, antes de iniciar su entrada en Canaán.
Su entrada se verificó en 1407 a. de J.C., unos trece años después de la muerte de Amenhotep
II, durante el reinado de Amenhotep III (1412–1376 a. de J. C.). El período de conquista
hebrea de Canaán, y la consolidación de sus victorias, correspondía con el reinado de este
monarca, y con el de su hijo, Amonhotep IV (1376–1362 a. de J.C.).
En los documentos de Tell-el-Amarna, mencionados en relación con la Introducción al libro
de Exodo, 6, Relación del libro de Exodo con la historia egipcia, hallamos memorias de las
peticiones inútiles que hicieron los gobernadores egipcios de Canaán, para que el faraón les
mandase avuda.
Entre las cartas de Tell-el-Amarna halladas en Palestina, cito una porción de la siguiente,
escrita por un tal Ebed-Hepa, de Jerusalén (de quien nada se sabe fuera de sus cartas). Esta
carta fue dirigida al rey de Egipto, y trata de las actividades de los habirus (habiri), a quienes
muchos eruditos identifican con los hebreos. Sigue la cita: “La tierra del rey ha caído a los
habirus … Que el rey atienda a Ebed-Hepa, tu siervo, y envíe soldados mercenarios, para que
la tierra del rey quede bajo el dominio vuestro. Si no hay mercenarios, perdida a las habirus
es la tierra del rey … ¡Que el rey cuide de su tierra!” (citado de Barton, ob. cit., pág. 445).
Esta cita de una carta de Tell-el-Amarna del siglo XV o XIV a. de J. C. es típica de otras que
se hallan en estos documentos, que solicitaban socorro al faraón a favor de sus posesiones en
Palestina. Pero parece que ninguno de los dos monarcas de Egipto, ni Amenhotep III, ni
Amenhotep IV, hizo caso a estas peticiones.
Amenhotep III había sido un faraón muy enérgico, habiéndose ocupado en un programa de
grandes obras públicas. Pero en su vejez, no quiso interesarse en la defensa de Palestina.
Amenhotep IV, hijo de Amenhotep III, dejó la antigua religión del estado, el culto de Amon-
Ra, y en su lugar inauguró una nueva religión que se supone monoteísta, siendo llamado él y
sus sucesores adoradores del disco. A la vez cambió su capital de Tebas a Tell-el-Amarna.
La turbulencia interna que vino como consecuencia de estas reformas hizo que Amenhotep
IV no se interesara en las peticiones para ayuda que venían de los gobernadores egipcios de
Palestina.
Por todo esto, los invasores hebreos en Canaán llevaban a cabo la conquista y la
consolidación de la tierra, sin ser molestados o impedidos por los ejércitos egipcios. En todo
esto vemos la mano de la Providencia: los israelitas entraban en Canaán justamente cuando

V. véase; véanse.
a. antes (en fechas).
J.C. Jesucristo (en fechas).
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).

191
la situación internacional los favorecía. Seguro es que Dios habría tenido en cuenta la
situación existente en la política internacional cuando hacía sus planes, y el pueblo entró en
Canaán justamente en el momento apropiado.
Durante el período de migraciones, la vida incierta y salvaje del desierto desarrolló en el
israelita una personalidad muy distinta de la del hombre esclavo, cobarde, dependiente, que
había salido de Egipto cuarenta años antes. El pueblo israelita, viviendo en Egipto bajo el
amparo de ese gran país, libre del temor de invasión, de hambre, de guerra, avasallado por
una mano tiránica, no pudo hacer frente a la perspectiva de la lucha (Núm. 14:1–5).
Pero después de cuarenta años en el desierto, cuando una nueva generación se levantó, su
personalidad era muy distinta. Estaba acostumbrado a la dureza, a la escasez de comida y de
agua. Tenía que afrontar a cada momento el peligro de un ataque de parte de otra tribu de
pueblos nómadas, que también dependían de la vida escasa del desierto. No temió la lucha,
porque sabía que ésta era la norma de la vida. Esta generación encontró como la cosa más
natural del mundo, la obligación de entrar en la tierra de Canaán por medio de la conquista.
Si hemos de comprender el cambio que se verificó en el pueblo israelita, tenemos que buscar
en el libro de Números los materiales para nuestro estudio. El período de historia israelita
que es abarcado en este libro, aunque abreviado y condensado, presenta en grandes rasgos
las condiciones responsables para dicho cambio.
1. Nombre
El nombre del libro de Números, en la Biblia hebrea, es Bemidbar, quinta palabra del 1:1 en
el texto masorético, que significa en el desierto. El título en la Septuaginta es Arithmoi, que
se traduce Números. Este título viene del hecho de que en el libro se registran dos distintas
ocasiones en que se levantó un censo del pueblo. De la Septuaginta pasó el título Arithmoi a
la Vulgata: Numeri. De la Vulgata pasó a nuestras Biblias: Números.
2. Autor
Consúltese la exposición de la paternidad literaria del Pentateuco, en la Introducción al
Pentateuco, y la exposición de la paternidad literaria del Génesis, en la Introducción al libro
de Génesis.
3. Ocasión y propósito
La ocasión del libro de Números se halla en la necesidad de tener un relato de los incidentes
que se verificaron en el período entre Sinaí y Moab.
El propósito del libro de Números revela los siguientes motivos:
(1) El autor se propone registrar el hecho de los censos que fueron levantados al principio y
al fin del período de migraciones.
(2) El autor quiere dar en términos generales una descripción de los acontecimientos
importantes que sucedieron durante este tiempo.
(3) El autor expone las leyes que Moisés promulgó durante el período de migraciones, con la
ocasión que dio origen a ellas.
(4) El autor desea relatar brevemente las primeras conquistas que hicieron los israelitas, desde
su campamento en las llanuras de Moab.
(5) El autor tiene un fin práctico también, el de mostrar cómo Dios protegió a su pueblo
durante los cuarenta años de peregrinaciones en el desierto, y cómo empezó a introducirlos
a la tierra de Canaán.
4. Carácter y estilo
El carácter y estilo del libro de Números es más parecido al del libro de Exodo, que a
cualquier otro libro del Pentateuco. Hallamos la misma mezcla de materiales legales con

192
narraciones. Los relatos son hermosos en sus lecciones prácticas, así como en las enseñanzas
que dan acerca de Dios y su relación con su pueblo.
Los materiales legales participan del estilo de los últimos capítulos de Exodo y del libro de
Levítico. Son técnicos en su descripción de las formas de celebrar los ritos de la religión, y
tienen muchos detalles minuciosos. Tienen una simetría perfecta que, en el afán del autor
para conseguir esta perfección, resulta ardua y cansadora a un lector moderno, pero que
habría parecido hermosa a alguien acostumbrado al estilo literario de aquel día. Compárese
el estilo de Ezequiel.
5. Valor del libro de Números
El libro de Números es valioso por el lugar imprescindible que tiene en nuestra Biblia.
Primero tiene un valor histórico. Si no tuviéramos este libro, no sabríamos nada de lo que
pasó en el período de migraciones. El libro de Levítico termina en Sinaí, y el libro de
Deuteronomio comienza en Moab. El libro de Números es necesario para enseñar cómo los
israelitas llegaron de uno a otro de estos dos lugares. Si no tuviéramos este libro, muchos
pasajes del NT serían incomprensibles. Compárese, por ejemplo, Jn. 3:14, 15, y 1 Cor. 10:9,
10, con Núm. 21:4–9.
Segundo, el libro de Números tiene un valor religioso. Tiene un mensaje fundamental en
relación con la naturaleza pecaminosa del hombre, y su deber de propiciar al Dios al cual ha
ofendido. Asienta también la unidad de Dios, y su odio hacia las religiones idólatras y
paganas. La necesidad de guardarse separados de los pueblos paganos alcanza a las relaciones
más íntimas de la vida, como el casamiento.
En relación con el valor religioso del libro de Números, esta obra señala que el propósito de
Dios en bendecir a su pueblo, no pudo ser impedido por la voluntad de un hombre, (enseñado
en la historia de Balaam). A la vez, el pecado del pueblo de Dios podía retirar la bendición
prometida, lo que fue probado en el caso de todos los israelitas que salieron de Egipto, de
veinte años y más, que no pudieron entrar en la tierra prometida. La retención de la bendición
de Dios prometida, se revela también en la muerte de Aarón y Moisés, que perdieron la
bendición a causa de su pecado.
En otros puntos, la enseñanza del libro de Números es paralela a la de Levítico: la
significación del sacrificio, la purificación, el sacerdocio; el carácter de Dios como único,
santo, y presente con su pueblo. El alumno puede repasar la Introducción al libro de Levítico,
para una exposición de estas ideas características.
6. Bosquejo
El siguiente bosquejo del libro de Números presenta las ideas salientes del libro. Además, se
hallará después un bosquejo minucioso de este libro, en relación con el bosquejo histórico
general que sigue la obra entera.
Bosquejo general del libro de Números
PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI. 1:1–10:10.
Censo de las tribus. 1:1–4:49.
Leyes diversas. 5:1–6:27.
La ofrenda de los príncipes de Israel. 7:1–89.
El candelero de oro. 8:1–4.
Los levitas. 8:5–26.
Observación de la pascua en Sinaí. 9:1–14.
La nube luminosa sobre el tabernáculo. 9:15–23.
Las dos trompetas de plata. 10:1–10.
VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB. 10:11–21:35.

193
Partida de Sinaí. 10:11–36.
Murmuración del pueblo. 11:1–35.
Murmuración de María y Aarón contra Moisés. 12:1–15.
Viaje de reconocimiento de los doce espías. 13:1–14:45.
Leyes diversas. 15:1–41.
Controversia acerca de la autoridad civil y religiosa. 16:1–17:13.
Reglamento adicional sobre el santuario. 18:1–19:22.
Ultimo viaje desde Cades a Moab. 20:1–21:35.
CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN. 22:1–36:13.
Prefacio. 22:1.
Balac y Balaam. 22:2–24:25.
Idolatría con los paganos. 25:1–18.
El segundo censo. 26:1–65.
Leyes de las herencias: Herencia de las hijas. 27:1–11.
Nombramiento del sucesor de Moisés. 27:12–23.
Ofrendas para el pueblo en las fiestas. 28:1–29:39.
La ley de los votos. 30:1–17.
Victoria sobre los madianitas. 31:1–54.
Establecimiento de las tribus al este del Jordán. 32:1–42.
Resumen de los viajes de los israelitas desde Egipto a Moab. 33:1–56.
Límites de la tierra de Canaán. 34:1–29.
Ciudades reservadas. 35:1–34.
Regla adicional sobre la herencia de las mujeres. 36:1–12.
CONCLUSION DEL LIBRO DE NUMEROS. 36:13.
E. PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI
Núm. 1:1–10:10
El pasaje bíblico que consideramos en este capítulo (Núm. 1:1–10:10) trata de los
preparativos para la partida desde Sinaí.
Como primer paso para prepararse para la partida, fue levantado un censo de las tribus (1:1–
4:49). Este fue el primer censo, siendo levantado otro al fin del período de migraciones en el
desierto. Se comentan los resultados de estos censos en el capítulo sobre Las tribus de Israel
en la tierra de Canaán, en Tomo II de esta serie de obras.
En el pasaje bíblico que se considera en este capítulo, tenemos también la promulgación de
ciertas leyes diversas (5:1–6:27), una descripción de la ofrenda de los príncipes de Israel
(7:1–89), el candelero de oro (8:1–4), la consagración de los levitas (8:5–26), la observación
de la pascua (9:1–14), la nube luminosa sobre el tabernáculo (9:15–23), y las dos trompetas
de plata (10:1–10). Nuevamente se llama la atención del alumno a la importancia de los
bosquejos, como medio de interpretación. Pueden estudiarse con sumo provecho, en
conexión con el pasaje bíblico. Presentan, en resumen, el pensamiento del autor bíblico, dan
el hilo de pensamiento que sigue el autor en el desarrollo lógico de su tema, y muchas veces
exponen el significado de un pasaje de difícil interpretación. Por esto, un pasaje cuyo
esclarecimiento se halla en el bosquejo, no se expone en las notas que siguen el bosquejo.
(A) BOSQUEJO DE LOS PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI
Núm. 1:1–10:10
1. Censo de las tribus. 1:1–4:49.
i. Censo de los guerreros. 1:1–54.
a. Dirección a Moisés sobre el censo. 1:1–16.

194
(1) Forma de realizar el censo. 1:1–4.
(2) Lista de los nombres de los príncipes que habían de cooperar en el censo. 1:5–16.
b. Reunión de la congregación para el censo. 1:17–19.
c. Estadística del pueblo. 1:20–46.
(1) Rubén. 1:20, 21.
(2) Simeón. 1:22, 23.
(3) Gad. 1:24, 25.
(4) Judá. 1:26, 27.
(5) Isacar. 1:28, 29.
(6) Zabulón. 1:30, 31.
(7) José. 1:32–35.
(i). Efraim. 1:32, 33.
(ii). Manasés. 1:34, 35.
(8) Benjamín. 1:36, 37.
(9) Dan. 1:38, 39.
(10) Aser. 1:40, 41.
(11) Neftalí. 1:42, 43.
(12) Resumen. 1:44–46.
d. Excepción de los levitas. 1:47–54.
ii. Ubicación de las tribus en el campamento. 2:1–34.
a. Instrucción general sobre la segregación de las tribus. 2:1, 2.
b. Las tribus al oriente del tabernáculo. 2:3–9.
(1) Judá. 2:3, 4.
(2) Isacar. 2:5, 6.
(3) Zabulón. 2:7, 8.
(4) Judá primero en la marcha. 2:9.
c. Las tribus al sur del tabernáculo. 2:10–16.
(1) Rubén. 2:10, 11.
(2) Simeón. 2:12, 13.
(3) Gad. 2:14, 15.
(4) Rubén primero en la marcha. 2:16.
d. Posición del tabernáculo en la marcha. 2:17.
e. Las tribus al occidente del tabernáculo. 2:18–24.
(1) Efraim. 2:18, 19.
(2) Manasés. 2:20, 21.
(3) Benjamín. 2:22, 23.
(4) Efraim primero en la marcha. 2:24.
f. Las tribus al norte del tabernáculo. 2:25–31.
(1) Dan. 2:25, 26.
(2) Aser. 2:27, 28.
(3) Neftalí. 2:29, 30.
(4) Dan primero en la marcha. 2:31.
g. Resumen. 2:32–34.
iii. Censo de los levitas. 3:1–51.
a. La familia de Aarón. 3:1–4.
b. Los levitas como siervos de los sacerdotes. 3:5–10.
c. Sustitución de los primogénitos por los levitas. 3:11–13.

195
d. Cuenta de los levitas. 3:14–20.
e. Cargos de los levitas. 3:21–39.
(1) Descendientes de Gersón y su cargo. 3:21–26.
(2) Descendientes de Coat y su cargo. 3:27–32.
(3) Descendientes de Merari y su cargo. 3:33–39.
f. Censo y redención de los primogénitos de Israel. 3:40–51.
(1) Censo de los primogénitos. 3:40–43.
(2) Redención de los primogénitos. 3:44–51.
iv. Deberes de los levitas y detalles del censo. 4:1–49.
a. Deberes de los descendientes de Coat. 4:1–20.
b. Deberes de los descendientes de Gersón. 4:21–28.
c. Deberes de los descendientes de Merari. 4:29–33.
d. Informe detallado acerca del censo de los levitas. 4:34–49.
(1) Censo de los descendientes de Coat. 4:34–37.
(2) Censo de los descendientes de Gersón. 4:38–41.
(3) Censo de los descendientes de Merari. 4:42–45.
(4) Resumen del censo de los levitas. 4:46–49.
2. Leyes diversas. 5:1–6:27.
i. Personas inmundas que deben ser excluídas del campamento. 5:1–4.
ii. Pecados e injusticias y su recompensa. 5:5–10.
iii. Ley sobre los celos. 5:11–31.
a. El caso. 5:11–14.
b. Presentación ante el sacerdote. 5:15–18.
c. El juramento. 5:19–22.
d. La bebida. 5:23–26.
e. El resultado. 5:27, 28.
f. Resumen. 5:29–31.
iv. Ley del nazareato. 6:1–21.
a. Requisitos para el voto del nazareato. 6:1–8.
b. Provisión para los casos de inmundicia accidental. 6:9–12.
c. Ritos para la consumación del voto. 6:13–21.
v. La bendición sacerdotal. 6:22–27.
3. La ofrenda de los príncipes de Israel. 7:1–89.
i. Introducción. Presentación de las ofrendas. 7:1–3.
ii. Repartición de las ofrendas entre los levitas. 7:4–10.
iii. Detalle de las ofrendas de los príncipes. 7:11–83.
a. Introducción. Procedimiento general. 7:11.
b. Judá. 7:12–17.
c. Isacar. 7:18–23.
d. Zabulón. 7:24–29.
e. Rubén. 7:30–35.
f. Simeón. 7:36–41.
g. Gad. 7:42–47.
h. Efraim. 7:48–53.
j. Manasés. 7:54–59.
k. Benjamín. 7:60–65.
l. Dan. 7:66–71.

196
m. Aser. 7:72–77.
n. Neftalí. 7:78–83.
iv. Resumen. 7:84–89.
a. Ofrendas hechas. 7:84–88.
b. Comunión de Moisés con Dios. 7:89.
4. El candelero de oro. 8:1–4.
5. Los levitas. 8:5–26.
i. Instrucciones de Dios sobre los levitas. 8:5–19.
a. Manera de purificar y apartar a los levitas. 8:5–13.
b. Significado y propósito de la institución de los levitas. 8:14–19.
ii. Purificación y consagración de los levitas. 8:20–22.
iii. Edad de servicio de los levitas. 8:23–26.
6. Observación de la pascua en Sinaí. 9:1–14.
7. La nube luminosa sobre el tabernáculo. 9:15–23.
8. Las dos trompetas de plata. 10:1–10.
(B) NOTAS SOBRE LOS PREPARATIVOS PARA LA PARTIDA DE SINAI
Núm. 1:1–10:10
1:1–10:10. Preparativos para la partida.
Los primeros capítulos del libro de Números describen los preparativos que hizo el pueblo
para dejar a Sinaí, donde había tenido su campamento durante un año. En esta parte tenemos
la descripción del censo, la promulgación de ciertas leyes, las ofrendas, la celebración de la
pascua, etc.
1:1–4:49. Censo de las tribus.
El pasaje que trata del censo de las tribus contiene la posición de las tribus en el campo y en
la marcha, y el censo de las tribus y de los levitas.
1:4. Estará con vosotros un varón de cada tribu: Estos hombres habían de ayudar con el
censo.
1:47–54. Excepción de los levitas en el censo.
Esta excepción de los levitas del censo general es provisional, puesto que más tarde fueron
contados (3:1–4:49). Su censo fue contado aparte, por cuanto el censo general fue con motivo
de servicio militar, y los levitas estaban exentos del servicio militar general (así Dummelow,
Jones, etc., contra Lange), para constituirse en una guardia especial para el tabernáculo. A
ese fin ellos acamparon alrededor del tabernáculo para impedir que algún extraño (v. 51) se
allegara, o sea, alguno que no fuera levita.
2:1–34. Ubicación de las tribus en el campamento.
El campamento era rectangular en forma, con el tabernáculo en medio, y los levitas alrededor
de éste, con las tribus acampadas a cierta distancia, tres en cada costado.
2:2. Cada uno junto a su bandera, según las enseñas de las casas: La bandera se refiere a la
insignia del campamento de tres tribus, a cada lado del tabernáculo; las enseñas eran las
insignias de las familias. Comp. Binns: “Justamente como en el ejército romano la legión
tenía su aquila, la cohorte su signum.”
3:12, 13. He tomado los Levitas … en lugar de todos los primogénitos, etc.: Los levitas
pertenecían a Jehová en vez de los primogénitos de Israel.
3:21–39. Cargos de los levitas.
Según Gén. 46:11, Leví tuvo tres hijos: Gersón, Coat, y Merari. De acuerdo con las tres
familias, descendientes de los tres hijos de Leví, hallamos entre los levitas tres divisiones.
Cada división tenía su cargo especial en relación con el culto del tabernáculo. Los

197
descendientes de Gersón tenían a su cargo el cuidado de los géneros de que estaba compuesto
el tabernáculo (3:25). En 4:21–28 se habla más detalladamente del cargo de éstos. Los hijos
de Coat tenían a su cargo los muebles del tabernáculo (3:31). Una descripción más detallada
de su servicio está en 4:1–20. Los descendientes de Merari tenían a su cargo las maderas del
armazón (3:36, 37); véase 4:31, 32.
Sobre los cargos de las tres ramas de los levitas, V. 1 Crón. 26:1–28 y notas, en Tomo II de
esta serie.
4:3. De edad de treinta años arriba hasta cincuenta años: Según este pasaje los levitas
servían desde 30 a 50 años (y así en 4:23, 30; 1 Crón. 23:3). Según Núm. 8:24, 25 servían
desde 25 años. Según 1 Crón. 23:24 servían desde 20 años. Es probable que en distintas
épocas la regla variaba, según las necesidades de cada período.
4:15. En acabando Aarón y sus hijos de cubrir el santuario … vendrán después de ello los
hijos de Coath, etc.: Aarón y sus hijos eran descendientes de Coat, pero aquí la frase hijos de
Coath se refiere a los de esta familia que no eran aaronitas. Sólo los descendientes de Aarón
entre los coatitas eran sacerdotes.
4:18. No cortaréis la tribu de las familias de Coath de entre los Levitas: Este pasaje contiene
una prohibición de no dejar que los coatitas corran el riesgo de muerte tocando las cosas
santas que no les corresponde tocar.
4:20. No entrarán para ver, cuando cubrieren las cosas santas: Los sacerdotes cubrían los
muebles del santuario, preparándolos así para que fueran trasladados (v. 15). Luego los otros
coatitas venían para trasladarlos. Antes que éstos vinieran, las cosas santas tenían que estar
ya cubiertas, para que no las viesen.
5:7, 8. Compensarán su ofensa: Se implica que la ofensa acarreaba daño a otra persona, que
había de ser compensada.
Añadirán su quinto: V. Lev. 5:16 y nota.
Si aquel hombre no tuviere pariente: Se implica que la persona dañada ha sufrido la muerte.
En este caso, se recompensaba al pariente del difunto (V. Ex. 21:28–31 y nota). Sí el difunto
no tenía pariente, se pagaba la indemnización al santuario.
5:11–31. La ley sobre los celos.
Tales pruebas como ésta eran comunes entre pueblos primitivos, así como hoy son en el
Africa. La causa probablemente era una sospecha del marido de que la esposa no le había
sido fiel. La prueba consistía en que la mujer tomara una bebida (v. 24), y en que el sacerdote
conjurara una maldición sobre ella (v. 21). Según se creía, si la enfermedad venía después,
la mujer era culpable; si no venía, no era.
Esta ceremonia debe haber sido algo que Dios dejó, o permitió, en la ley, por la falta de
comprensión del pueblo, como el divorcio por cualquiera causa, permitido por la dureza de
corazón de los hombres (Mt. 19:8), y la ley del talión (Mt. 5:38, 39). V. la nota sobre Ex.
19:1–25.
5:15. Epha: V. Ex. 16:36 y nota.
5:22. Amén: Como adjetivo, la palabra hebrea amén denota firme, fiel. Usado aquí, y en
pasajes similares, como adverbio, significa así sea.
6:1–21. La ley del nazareato.
La palabra nazareato viene de nazir, consagrado, dedicado, derivado de nazar, separar. El
nazareo era separado para Dios.
El voto del nazareato era uno de consagración especial a Dios. Este voto podía ser para toda
la vida (como el de Samsón), o para un tiempo señalado. Tres requisitos se señalan aquí: (1)

198
Abstenerse de las bebidas alcohólicas (vs. 3, 4). (2) No cortarse el cabello (v. 5). (3) No tocar
un cadáver (vs. 6, 7).
Cuando Samsón reveló el secreto de su fuerza, y le cortaron el cabello, rompió su voto, y
perdió su poder físico.
En Hch. 18:18, leemos que Pablo se trasquiló la cabeza, “porque tenía voto”. El posiblemente
había hecho voto de nazareato, por un tiempo breve, y lo terminó cortándose el cabello.
Cuando llegó a Jerusalén, probablemente cumplió con las ceremonias prescritas por la ley.
V. Núm. 6:13–21.
6:22–27. La bendición sacerdotal.
Este pasaje hermoso ha recibido el nombre de bendición sacerdotal, o bendición aarónica.
No hay indicios en cuanto a las ocasiones cuando había de usarse.
7:1–89. La ofrenda de los príncipes.
Según 7:10, esta ofrenda fue hecha en relación con el ungimiento del altar, en la consagración
del tabernáculo y sus muebles, pues viene en la cronología después de Lev. 8:10. Pero se
pone aquí para no interrumpir el relato de la dádiva de las leyes promulgadas en Sinaí. Comp.
K y D, Ellicott, etc.
8:1–4. El candelero.
V. Ex. 25:31–40 y nota.
8:5–26. Los levitas.
Notas sobre los levitas se hallan en diferentes partes de esta obra. V. notas sobre 1:47–54;
2:1–34; 3:12, 13; 3:21–39; 4:3; 4:15; 4:20; 1 Crón. 23:2–32; 24:20–31; 25:1–31; 26:1–19 (en
Tomo II); etc. V. también el capítulo sobre Las tribus de Israel en la tierra de Canaán, 13,
Leví, en Tomo II.
9:11. Entre las dos tardes: V. Ex. 12:6 y nota.
9:12. Ni quebrarán hueso: V. Ex. 12:46 y nota.
9:15. La nube cubrió el tabernáculo: V. Ex. 19:9; 19:18; y notas.
10:10. Tocaréis las trompetas: Las trompetas eran tocadas para convocar al pueblo.
(IV) VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB
Núm. 10:11–21:35
En esta parte tenemos una descripción de los viajes entre Sinaí y Moab, un período que cubre
38 años. Aunque los sucesos de este período se relatan en poco más que once capítulos, no
por eso sería un período de poca importancia. Fue una época en que la autoridad de Moisés
fue desafiada más de una vez, primero por María y Aarón, y luego por Coré y su gente.
Moisés mismo, su paciencia probada con las murmuraciones del pueblo durante los largos
años, cayó en un error que le impidió entrar en la tierra prometida (20:11, 12).
Aunque el pueblo se mostraba rebelde, su carácter iba formándose, y llegaba a ser un pueblo
de valentía, capaz para afrontar peligros y dificultades, y vencerlas (véase la Introducción al
libro de Números).
A. BOSQUEJO DE LOS VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB
Núm. 10:11–21:35
1. Partida de Sinaí. 10:11–36.
i. Arreglo de las tribus y orden de su partida. 10:11–28.
ii. Petición de Moisés a Hobab para que se uniera a Israel. 10:29–32.
iii. Partida del pueblo, guiado por el arca. 10:33, 34.
iv. Oración de Moisés al moverse y detenerse el arca. 10:35, 36.

K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.

199
2. Murmuración del pueblo. 11:1–35.
i. En Tabera. 11:1–3.
ii. Las codornices. 11:4–35.
a. Deseo del pueblo de comer carne. 11:4–9.
b. Enojo de Moisés y de Jehová. 11:10–15.
c. Institución de los setenta. 11:16, 17.
d. Profecía de la venida de las codornices. 11:18–23.
e. Aparecimiento de la Schekinah. 11:24–26.
f. Celo de Josué por Moisés. 11:27–30.
g. Venida de las codornices y mortandad entre el pueblo. 11:31–34.
h. Partida del pueblo. 11:35.
3. Murmuración de María y Aarón contra Moisés. 12:1–15.
4. Viaje de reconocimiento de los doce espías. 13:1–14:45.
i. Llegada al desierto de Parán. 13:1.
ii. Instrucciones de Jehová acerca del envío de los espías. 13:2–4.
iii. Lista de los nombres de los espías. 13:5–17.
iv. Instrucciones de Moisés a los espías. 13:18–21.
v. Lugares reconocidos por los espías. 13:22–25.
vi. Vuelta de los espías a Moisés y su informe. 13:26–34.
vii. Reacción desesperada del pueblo frente al informe de los espías. 14:1–5.
viii. Buen informe de Josué y Caleb. 14:6–10a.
ix. Conversación de Jehová con Moisés y condenación del pueblo. 14:10b–35.
a. Intercesión de Moisés por el pueblo. 14:10b–19.
b. Perdón del pueblo y prohibición de su entrada en Canaán. 14:20–25.
c. Anuncio de la destrucción del pueblo en el desierto. 14:26–35.
x. Muerte de los diez espías por plaga. 14:36–38.
xi. Tristeza del pueblo por su destino. 14:39.
xii. Tentativa infeliz para entrar en Canaán. 14:40–45.
5. Leyes diversas. 15:1–41.
i. Ofrendas de presente y libaciones que deben acompañar los sacrificios de holocausto y paces.
15:1–16.
ii. Ofrenda de las primicias de masas. 15:17–21.
iii. Expiación por transgresiones. 15:22–31.
a. Yerro con ignorancia. 15:22–29.
(1) Introducción. El caso general. 15:22, 23.
(2) En la congregación. 15:24–26.
(3) En una persona. 15:27–29.
b. Yerro con altivez. 15:30, 31.
iv. Apedreamiento de un hombre que trabajaba el sábado. 15:32–36.
v. Ley de los pezuelos. 15:37–41.
6. Controversia acerca de la autoridad civil y religiosa. 16:1–17:13.
i. Rebelión de Coré. 16:1–50.
a. La rebelión incitada por Coré, Datan, y Abiram. 16:1–3.
b. Propuesta de una prueba por Moisés. 16:4–11.
c. Negación de Datán y Abiram a ir a Moisés. 16:12–14.
d. Enojo y oración de Moisés. 16:15.
e. Prueba de los incensarios. 16:16–19.

200
f. Intercesión de Moisés y Aarón. 16:20–22.
g. Apartamiento de la congregación del derredor de los rebeldes. 16:23–27.
h. Profecía por Moisés de la forma de su vindicación. 16:28–30.
j. Destrucción de los adversarios. 16:31–35.
(1) Datán y Abiram tragados por la tierra. 16:31–34.
(2) Coré y los príncipes destruídos. 16:35.
k. Los incensarios recogidos por Eleazar. 16:36–40.
l. Acusación del pueblo a Moisés y Aarón. 16:41, 42.
m. Amenaza de la destrucción del pueblo. 16:43–45.
n. Expiación del pecado del pueblo. 16:46–50.
ii. Prueba de las varas. 17:1–13.
a. Instrucciones sobre la prueba. 17:1–5.
b. Las varas puestas delante del tabernáculo. 17:6, 7.
c. Resultado de la prueba: brota la vara de Aarón. 17:8, 9.
d. La vara de Aarón guardada en el arca. 17:10, 11.
e. Temor y arrepentimiento del pueblo. 17:12, 13.
7. Reglamento adicional sobre el santuario. 18:1–19:22.
i. Deberes y recompensa de sacerdotes y levitas. 18:1–32.
a. Tareas de sacerdotes y levitas. 18:1–7.
b. Sostén de sacerdotes y levitas. 18:8–32.
(1) Ofrendas destinadas para los sacerdotes. 18:8–20.
(2) Diezmos destinados para los levitas. 18:21–32.
(i) Diezmos de los levitas por servicio en el tabernáculo. 18:21–24.
(ii) Diezmos que los levitas entregaban a los sacerdotes. 18:25–32.
ii. Purificación por las cenizas de una becerra roja. 19:1–22.
a. Matanza y quema de la becerra. 19:1–6.
b. Purificación de los funcionarios. 19:7–10.
c. Primer uso del agua de la ceniza. 19:11–13.
d. Segundo uso del agua de la ceniza. 19:14–22.
8. Ultimo viaje desde Cades a Moab. 20:1–21:35.
i. Muerte y sepultura de María. 20:1.
ii. Pecado de Moisés en las aguas de la rencilla. 20:2–13.
a. Falta de agua y queja del pueblo. 20:2–5.
b. Presentación del asunto a Jehová e instrucciones de El. 20:6–8.
c. Herida de la peña por Moisés. 20:9–11.
d. Condenación de Moisés y Aarón. 20:12, 13.
iii. Negación de Edom a dejar pasar a Israel. 20:14–21.
iv. Muerte de Aarón. 20:22–29.
v. Victoria sobre el rey de Arad. 21:1–3.
vi. La serpiente de metal. 21:4–9.
vii. Resumen de los campamentos al este de Moab. 21:10–20.
viii. Victoria de Israel sobre Sehón y Og. 21:21–35.
a. Pedido de Israel a Sehón. 21:21, 22.
b. Resistencia de Sehón. 21:23.
c. Victoria de Israel. 21:24, 25.
d. Poesía de victoria. 21:26–31.
e. Batalla en Jazer. 21:32.

201
f. Victoria sobre Og, rey de Basán. 21:33–35.
B. NOTAS SOBRE LOS VIAJES ENTRE SINAI Y MOAB
Núm. 10:11–21:35
10:11–21:35. Viajes entre Sinaí y Moab.
Según Deut. 2:14, este período fue de 38 años, cosa que uno no nota cuando lee el pasaje,
por ser muy condensados los relatos.
10:11. En el año segundo, en el mes segundo, a los veinte del mes: Comparando Ex. 12:3, 6
con Ex. 16:1 (véase con su nota) y con Núm. 10:11, sabemos que había transcurrido un ano
con un mes y cinco días desde el éxodo, y un año con cinco días desde la llegada al desierto
de Sin (Ex. 16:1).
La referencia a la llegada a Sinaí “al mes tercero” (Ex. 19:1) implica que sería el primer día
del mes, pues el pueblo habría pasado once meses con diecinueve días en Sinaí (Ellicott,
etc.).
10:29. Hobab, hijo de Ragüel Madianita, su suegro: V. Ex. 2:18 y nota. En el original, es
difícil saber si la palabra suegro modifica a Hobab, o a Ragüel. Es ambiguo, pero creo lo
último. Hobab posiblemente era, pues, el cuñado. V. también Gén. 15:19 y nota.
11:4. Y el vulgo que había en medio tuvo un vivo deseo: V. nota de Ex. 12:38. Estos, en parte
extranjeros, trajeron la caída del pueblo.
11:16. Júntame setenta varones de los ancianos de Israel:.
Los judíos basaban la organización del sanedrín sobre este pasaje. Aunque el sanedrín tuvo
su origen en el período después de la cautividad, y no tiene ninguna relación histórica con
este pasaje, es probable que el número 70, de que estaba compuesto el sanedrín, proviene de
este pasaje. El pasaje se relaciona también con Ex. 18:13–23 (véase con nota), que relata la
sugestión de Jetro en cuanto a los jueces nombrados del pueblo. V. la nota sobre Núm. 12:1–
15. Aquí está en relación con la venida de Hobab, así como anteriormente había venido en
relación con la venida de Jetro.
11:28, 29. Ojalá que todo el pueblo de Jehová fuesen profetas: El espíritu liberal y tolerante
de Moisés se echa de ver con este dicho, en oposición al celo estrecho de Josué.
11:31. Salió un viento de Jehová, y trajo codornices de la mar: V. Ex. 16:13 y nota.
11:34. Kibroth-hattaavah: Sepulturas de codicia, lugar desconocido.
11:35. Haseroth: Un lugar identificado por algunos con Ain-el-Hadra, a dos días de viaje al
nordeste de Sinaí (así creen Palmer, cit. en G. B. Gray, y Burckhardt, cit. en K y D). Pero
esta identificación es insegura (comp. Gray, K y D, etc.).
12:1–15. Murmuración de María y Aarón contra Moisés.
La envidia de María y Aarón había sido excitada por el éxito de Moisés, y por el favor que
Jehová manifestaba hacia él. Puesto que María fue quien instigó la rebelión, ella fue herida
con la lepra. Después fue limpiada por la oración de Moisés. El resultado de esta rebelión fue
que la autoridad de Moisés llegó a ser más firme que nunca.
Causa evidente de la rebelión de María y Aarón.

V. véase; véanse.
cit. citado.
K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.
comp. compárese; compárense.

202
La causa evidente de la rebelión de María y Aarón, fue la esposa de Moisés, una mujer
Ethiope (v. 1), lo que mejor se traduce mujer cusita (VM). La palabra hebrea kuschith puede
ser traducida etíope, pero también se refiere a Cus, una región en el oeste de Arabia.
Creo que la mujer cusita mencionada aquí era Séfora (y así cree Jamieson), y no una nueva
esposa (como explican Lange, K y D, Ellicott, etc.). Ella había venido con Jetro (Ex. 18:2),
hacía un año. María y Aarón temen que la influencia de la familia de la esposa de Moisés
llegue a ser mayor que la de ellos. Esta influencia se manifestó en la sugestión de Jetro,
aceptada por Moisés, sobre el nombramiento de jueces para que le ayudaran a juzgar al
pueblo (Ex. 18:13–23 y nota).
Aunque Jetro se había ido (Ex. 18:27), Hobab, cuñado de Moisés, había venido poco antes
de la rebelión de María y Aarón, y la implicación de la narración bíblica es que se unió
permanentemente con Israel (Núm. 10:32, 33). María y Aarón buscan fortificar su propia
posición, y rebajar la posición de los parientes políticos de Moisés.
13:7. Caleb: Un cenizeo (Gén. 15:19 y nota; Jos. 14:6), uno de los pueblos de Palestina.
Caleb evidentemente había sido admitido a la tribu de Judá, quizás por el casamiento de su
padre con una israelita (comp. Lev. 24:10).
13:9, 17. Oseas: Forma alternativa de Josué, que viene de la misma raíz. Otra forma es
Yeschua, que se traduce Jesús. Quiere decir salvador.
13:22–34. Viaje de los espías y mal informe de los diez.
El mal informe de los diez espías es típico de la falta de fe de ellos, y del pueblo que aprobó
su informe. Su carácter inferior trajo su destrucción en el desierto.
13:22. Reconocieron la tierra desde el desierto de Zin hasta Rehoh, entrando en Emath: Esto
equivale a decir que pasaron por toda la tierra, desde su extremidad meridional hasta su límite
septentrional. El desierto de Zin era el término septentrional del desierto de Parán (Gén. 21:21
y nota). Rehob sería Bet-rehob (2 S. 10:6), al norte de Dan (G. B. Gray). Emath: V. Gén.
10:18 y nota.
13:23. Subieron por el mediodía: Por el Néguev (Gén. 12:9 y nota). Aimán, y Sesai, y Talmai:
Algunos creen que pueden haber sido tribus, pero también podrían ser individuos, jefes de
los anaceos, que fueron expulsados por Caleb cincuenta años después (Jos. 15:14). Eran
descendientes de Anac (que se supone significa cuello largo: K y D). Los anaceos eran una
tribu aborigen de Palestina, caracterizados por gran estatura (Deut. 2:10, 11). Zoán: Ciudad
en el este del Delta de Egipto, conocida entre los griegos por el nombre de Tanis. Era una
ciudad muy antigua, y Binns supone que la referencia aquí es a su reedificación en la dinastía
décimonona.
13:24, 25. Escol: Significa racimo de uvas, recibiendo su nombre del racimo grande de uvas
que los espías cortaron. La región alrededor de Hebrón es célebre por sus uvas (K y D).
Nahal-escol: Arroyo, o valle del racimo de uvas.
13:27–34; 14:1–5, 23. Reacción del pueblo al informe de los espías.
El espíritu esclavo del pueblo se manifiesta en que se desespera de poder conquistar la tierra.
Jehová reconoce que este pueblo no es apto para conquistar la tierra. Fue necesario que esta
generación muriese en el desierto, para que una nueva generación joven y valiente se
levantara.
13:33. La tierra … traga a sus moradores: Una referencia a los peligros que prevalecían en
Canaán por las continuas luchas entre sus habitantes (K y D, Ellicott, etc.).
13:33. Gigantes: Los nefilim. V. Gén. 6:4 y nota.

VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

203
14:9. Nuestro pan son: G. B. Gray: “Los conquistaremos tan fácilmente como comemos
pan.”
14:45. Amalecita: V. Gén. 14:7 y nota. Cananeo: V. Gén. 10:18 y nota. Horma: V. 21:3 y
nota.
15:4. Hin: Una medida líquida que en tiempos antiguos, según Kennedy, equivalía a 6.12
litros, y en tiempos posteriores contenía 6.75 litros (HDB, artículo Weights and Measures).
15:32–36. El hombre que recogía leña en el sábado.
Si nos parecen duras las ejecuciones ordenadas en las páginas del Pentateuco, recordemos
que fue una época dura y realista. Además, fue necesario que en el establecimiento de la ley,
fuesen seguras y severas las penas, para que el pueblo fuese disciplinado. Israel era un estado
político-religioso. No se separaba entre ley civil y ley religiosa.
15:38. Pezuelo: La franja del vestido (V. Mt. 9:20; Lc. 8:44), heb., tsitsith, propiamente
referente a las borlas, o los flecos, que pendían de la franja del vestido. Su propósito era para
que los israelitas recordasen la ley de Jehová.
16:1–50. Rebelión de Coré y su gente.
El desafío de Coré y los que le apoyaban fue una amenaza muy grande para la autoridad de
Moisés y Aarón, y fue castigado severamente.
16:3. Toda la congregación, todos ellos son santos: Elliott: “Coré reclamaba un sacerdocio
universal para el pueblo, pensando probablemente conseguir el lugar principal en aquel
sacerdocio para sí mismo.”
16:14. ¿Has de arrancar los ojos de estos hombres?: Esta expresión significa cegar con
promesas falsas.
16:32. Y abrió la tierra su boca, y tragólos: Según el 26:11, los hijos de Coré no murieron,
lo que fue un acto de misericordia.
17:1–13. La prueba de las varas.
Esta fue una prueba adicional de la superioridad de la tribu de Leví, y de la familia de Aarón,
en asuntos religiosos, superioridad que se evidenciaba en que la vara de Aarón brotó.
17:3. Y escribirás el nombre de Aarón sobre la vara de Leví: Cada tribu tenía una vara (v.
6), con el nombre de su cabeza escrito en ella. Aarón no era la cabeza natural de la tribu de
Leví, sino la cabeza nombrada por Dios.
18:1. Llevaréis el pecado del santuario: Es decir, tendrían la culpa si dejaran que se
contaminara el santuario o el sacerdocio. V. Lev. 17:16 y nota.
18:2, 4. Júntense contigo: Una alusión al significado primario de Leví, juntado (Gén. 29:34).
18:5. Para que no sea más la ira sobre los hijos de Israel: Como sucedió al pueblo después
de la muerte de Coré (16:46).
18:8–20. Ofrendas para los sacerdotes.
Algunas ofrendas, o partes de ofrendas, eran quemadas sobre el altar. Otras ofrendas eran
para los sacerdotes. En parte eran comidas por los sacerdotes dentro de los precintos sagrados
(vs. 9, 10), y en parte servían para el sustento del sacerdote y sus familiares (v. 11).
18:20, 21. De la tierra de ellos no tendrás heredad: Los levitas no tenían herencia, sino que
recibían diezmos del pueblo. Ellos tenían a su cargo el ministerio espiritual entre el pueblo,
y por esto tenían que estar libres de preocupaciones para que pudieran dedicar su tiempo a
este ministerio.

HDB Hastings, A Dictionary of the Bible.

204
18:22. No llegarán más los hijos de Israel al tabernáculo: Los levitas podían llegarse al
tabernáculo, pero el pueblo no.
18:23. Llevarán su iniquidad: V. Lev. 17:16; Núm. 18:1; y notas. Los levitas tenían la
responsabilidad de ver que el pueblo no se acercara y profanara el tabernáculo.
18:26. Presentaréis … el diezmo de los diezmos: De los diezmos que recibían los levitas,
daban a los sacerdotes la décima parte.
18:27. Se os contará vuestra ofrenda como grano de la era, etc.: La ofrenda de los levitas
sería contada como si ellos hubiesen cultivado los campos.
18:31. Y lo comeréis en cualquier lugar: Algunos sacrificios tenían que ser comidos en el
tabernáculo (18:9, 10). Otros podían ser comidos en cualquier parte.
18:32. No llevaréis por ello pecado: Ofreciendo de lo mejor que tenían, no tendrían pecado.
El retener para sí algo de lo mejor, sería contaminar las cosas santas.
19:1–22. Las cenizas de la becerra roja.
El autor de la Epístola a los Hebreos se refiere a esto en 9:13. La ceremonia en que se
empleaba la ceniza, era para quitar la inmundicia que venía por tocar un cadáver. Otros
medios también eran empleados: Lev. 5:2, 5–13; 11:24–28; 22:4–6; Núm. 6:6–12.
19:2. Una vaca … sobre la cual no se haya puesto yugo: No era común emplear a una vaca
para arar; emplear una así sería descalificarla para el sacrificio (comp. Espin).
20:1. Desierto de Zin: V. 13:22 y nota.
20:7–12. Las aguas de la peña.
Dios dijo a Moisés que hablara a la peña. En una ocasión anterior, Dios le había dicho que
hiriese la peña y saldría agua (Ex. 17:6), y así hace en esta ocasión. En ningún pasaje se dice
explícitamente que en esto consistió el pecado. En el 20:12, se dice “no creísteis”; en el 27:14,
“fuisteis rebeldes”; y en Deut. 32:51 se dice “prevaricasteis”. En todos estos pasajes se afirma
que no fue santificado el nombre de Jehová, es decir, que no fue hecho santo.
Parece que el pecado estaba en la desobediencia, en que Moisés no cumplió al pie de la letra
lo que le dijo Jehová: hirió en vez de hablar. Esto fue rebelión (Núm. 27:14); y
prevaricación, es decir, transgresión (Deut. 32:51); e incredulidad (Núm. 20:12): parece que
no creyó Moisés que sería suficiente hablar, sino que tendría que hacer más, o sea, herir la
peña.
La probable explicación de lo dicho en 20:12 (no creísteis en mí, para santificarme), en
relación con las descripciones variadas de la conducta de Moisés (rebelión, prevaricación, e
incredulidad), comentadas en el último párrafo, es la siguiente: Si hubiese hablado a la peña,
hubiera relacionado el acto con el poder y la persona de Jehová, y así hubiera santificado el
nombre de Jehová. En cambio, hiriendo la piedra con su vara, asoció el acto consigo mismo.
Es interesante que Aarón también cayó en la misma condenación (20:12, 24), así que él habría
compartido con Moisés el espíritu de impaciencia y violencia que éste manifestó. Como
resultado, ninguno de los dos pudo entrar en Canaán. Aarón murió de inmediato, y Moisés
llegó hasta el límite de Canaán.
20:14–21. Negación de Edom a dejar pasar a Israel.
La negación de Edom a dejar pasar a Israel era natural, en vista de la gran multitud de este
pueblo, peligroso para su seguridad nacional. La alegación de parentesco de Israel (Israel tu
hermano, v. 14) se basaba sobre el parentesco entre Jacob y Esaú, los dos antepasados de las
dos naciones, y estaba calculada para conseguir el permiso de Edom para atravesar su país.
20:16. Angel: V. la nota sobre Ex. 23:20.
20:22. Monte de Hor: Desconocido, pero sobre el límite de Edom.

205
20:27, 28. Subieron al monte de Hor … y Aarón murió allí: En Deut. 10:6, es Moserá donde
Aarón murió, mientras que aquí es el monte Hor. Moserá es desconocido; probablemente
estaba cerca de Hor (20:22 y nota).
21:1. Arad: Tell-Arad, a 27 kilómetros al sur de Hebrón (G. B. Gray).
21:3. Horma: Heb., jormah, una dedicación, un lugar desolado; se relaciona, por un juego
de palabras, con jérem, anatema, una dedicación a la destrucción (V. Lev. 27:29 y nota).
21:5–9. La serpiente de metal.
El pueblo no adoraba la serpiente de metal; el mirarla era un acto de obediencia. La serpiente
recordaba su castigo, y el pecado que habían hecho. Jesús se refirió a este relato y lo relacionó
consigo mismo (Jn. 3:14, 15). En 2 Reyes 18:4, leemos que esta serpiente de metal había
llegado a ser un objeto de culto, por lo cual Ezequías la hizo destruir.
21:10. Asentaron campo en Oboth: Un lugar al este de Edom, y al sudeste del mar Muerto.
Su ubicación exacta es desconocida.
21:11. Ije-abarim: Ruinas de Abarim. V. 27:12 y nota.
21:12. Zared: Arroyo y valle, el límite de las migraciones en el desierto (Deut. 2:13, 14).
Estaba al sur del Arnón. Se identifica probablemente con el uadi-el-Hesa (WDB).
21:13. Arnón: Río que desembocaba en el mar Muerto, un río perenne, que antiguamente
dividía entre los amorreos y Moab, y después entre Rubén y Moab. Hov día es el uadi-el-
Mojib (G. B. Gray, WDB).
21:14, 15. El libro de las batallas de Jehová: Un libro sagrado que no nos ha llegado.
Posiblemente otras partes han sido incorporadas en nuestro AT, como este trozo de poesía.
Véase el capítulo sobre el Canon del Antiguo Testamento, 2 iii.
21:15. Ar: Forma antigua de ir, ciudad (K y D). Es lo mismo como Ar-Moab en el v. 28,
llamada Areópolis por los griegos.
21:16. Beer: Pozo. Un campamento donde el pueblo cavó pozos para conseguir agua.
21:18–20. Mathana: Un don. Lugar desconocido. Nahaliel: Uadi de Dios, identificado con
el uadi Zerka Main (G. B. Gray, Binns). Bamoth: Lugares altos. Hay muchos “lugares altos”
en Moab, así que su identificación es insegura. K y D lo identifican con Bamot-baal, de 22:41
(VM), pero Lange y otros difieren. Pisga: La parte septentrional de las montañas Abarim. V.
27:12 y nota. Pisga estaba cerca del término nordeste del mar Muerto. Jesimón: Desierto.
Era un desierto cerca de Pisga.
21:21–35. Victorias sobre Sehón y Og.
Los amorreos ocupaban originalmente la región entre Hebrón y el mar Muerto, pero habían
entrado en el territorio de los ammonitas, pueblo nómada, al este del río Jordán. En la batalla
de Israel con los amorreos, éstos salieron vencidos, e Israel pasó por su territorio.
21:23. Jahaz: En Moab, pero su sitio exacto es incierto.
21:24. Tomó su tierra (la de Sehón) desde Arnón hasta Jaboc, etc.: Aquí se definen los límites
de Sehón: el arroyo de Arnón en el sur (21:13 y nota), la tierra de los ammonitas en el este,
el arroyo Jaboc en el norte (Gén. 32:22 y nota), y el mar Muerto y el Jordán en el oeste.
21:25. Hesbón: Hoy día, Hesbán, situada a unos 30 kilómetros al este de la desembocadura
del Jordán. Pertenecía originalmente a Moab, siendo tomada luego por los amorreos (v. 26).
Fue reedificada por Rubén (Núm. 32:37), y asignada luego a Gad (Jos. 21:39). Estaba en el
límite entre Rubén y Gad (Jos. 13:26).
21:29. Chemos: Dios de los moabitas.

WDB Westminster Dictionary of the Bible.

206
21:30. Dibón: Esta ciudad pertenecía originalmente a los moabitas, siendo tomada por los
amorreos, y luego por los israelitas, reedificada por Gad (32:34), y luego asignada a Rubén
(Jos. 13:17). En 1868 fue hallada en Dibón la piedra moabita, un monumento importante
(comentado en notas relacionadas con el Reino Dividido, en un tomo posterior). Dibón estaba
a unos cinco kilómetros al norte del Arnón, y veinte al este del mar Muerto. Nopha: Ciudad
moabita. Medeba: Ciudad moabita, a unos diez kilómetros al sur de Hesbón, asignada a
Rubén (Jos. 13:16).
21:31. Habitó Israel en la tierra del Amorrheo: Mientras los israelitas progresaban en la
conquista de la región al este del Jordán, iban ocupándola en forma permanente.
21:32. Jazer: Ciudad al este del Jordán, en Galaad (Gén. 31:23 y nota), que más tarde
pertenecía a Gad (Jos. 13:25).
21:33. Subieron camino de Basán, y salió contra ellos Og, rey de Basán: En el sur, el límite
de Basán fue el río Yarmuk; al oeste, el Jordán; al este, el Yébel Haurán; y al norte, se
extendía hacia Hermón. Su conquista fue importante porque facilitó su ocupación posterior
por Rubén, Gad, y la media tribu de Manasés (oriental).
Edrei: Capital del reino de Basán, a unos 65 kilómetros al este del Jordán, donde sale del
lago de Galilea.
(V) CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL JORDAN
Núm. 22:1–36:13
En esta parte, que relata los incidentes que se verificaron en las llanuras de Moab, tenemos
el relato de Balaam (22:1–24:25), las relaciones idólatras con Moab (25:1–18), el segundo
censo (26:1–65), las leyes sobre herencia (27:1–11), el nombramiento de un sucesor de
Moisés (27:12–23), las ofrendas para los días de fiesta (28:1–29:39), los votos (30:1–17), la
victoria sobre Madián (31:1–54), el establecimiento de Rubén, Gad, y Manasés oriental en
su tierra (32:1–42), un resumen de los viajes (33:1–56), los límites de la tierra de Canaán
(34:1–29), las ciudades reservadas (35:1–34), la herencia de las mujeres (36:1–13).
A. BOSQUEJO DE LA CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL
JORDAN
Núm. 22:1–36:13
Prefacio. Llegada de Israel a Moab. 22:1.
1. Balac y Balaam. 22:2–24:25.
i. Llamamiento de Balaam por Balac. 22:2–40.
a. Temor de los moabitas. 22:2–4.
b. Primera tentativa de Balac de conseguir que viniera Balaam. 22:5–14.
(1) Envío de mensajeros a Balaam por Balac. 22:5–8.
(2) Visión de Balaam. 22:9–12.
(3) Contestación de Balaam a Balac. 22:13, 14.
c. Segunda tentativa para conseguir el apoyo de Balaam. 22:15–20.
d. Viaje de Balaam a Balac. 22:21–35.
e. Encuentro de Balaam con Balac. 22:36–40.
ii. Profecía de Balaam a Balac. 22:41–24:24.
Prefacio. Ida al santuario de Baal. 22:41.
a. Primera profecía. 23:1–13.
(1) La ofrenda. 23:1–3.
(2) Encuentro de Balaam con Dios. 23:4, 5.
(3) Bendición de Israel por Balaam. 23:6–10.
(4) Objeción de Balac. 23:11–13.

207
b. Segunda profecía. 23:14–27.
(1) La ofrenda. 23:14, 15.
(2) Encuentro de Balaam con Dios. 23:16.
(3) Bendición de Israel por Balaam. 23:17–24.
(4) Protesta de Balac. 23:25–27.
c. Tercera profecía de Balaam. 23:28–24:14.
(1) La ofrenda. 23:28–30.
(2) Reconocimiento de Balaam de que no era necesario buscar esta vez a Jehová. 24:1.
(3) Bendición de Israel por Balaam. 24:2–9.
(4) Enojo de Balac. 24:10–14.
d. Cuarta profecía de Balaam. 24:15–24.
Conclusión. Separación de Balaam y Balac. 24:25.
2. Idolatría con los paganos. 25:1–18.
i. Idolatría con Moab. 25:1–5.
ii. Hazaña heroica de Finees. 25:6–9.
iii. Pacto de Jehová con Finees. 25:10–15.
iv. Mandamiento para herir a los madianitas. 25:16–18.
3. El segundo censo. 26:1–65.
i. Introducción. Mandamiento para levantar el censo. 26:1–4.
ii. Las doce tribus. 26:5–51.
a. Rubén. 26:5–11.
b. Simeón. 26:12–14.
c. Gad. 26:15–18.
d. Judá 26:19–22.
e. Isacar. 26:23–25.
f. Zabulón. 26:26, 27.
g. Manasés. 26:28–34.
h. Efraim. 26:35–37.
j. Benjamín. 26:38–41.
k. Dan. 26:42, 43.
l. Aser. 26:44–47.
m. Neftalí. 26:48–50.
n. Resumen. 26:51.
iii. Manera de repartir la tierra. 26:52–56.
iv. Censo de los levitas. 26:57–62.
v. Resumen. Sólo Caleb y Josué quedan del primer censo. 26:63–65.
4. Leyes de las herencias: Herencia de las hijas. 27:1–11.
5. Nombramiento del sucesor de Moisés. 27:12–23.
6. Ofrendas para el pueblo en las fiestas. 28:1–29:39.
i. Introducción. La admonición general. 28:1, 2.
ii. La ofrenda diaria. 28:3–8.
iii. La ofrenda sabática. 28:9, 10.
iv. La ofrenda del nuevo mes. 28:11–15.
v. La pascua. 28:16.
vi. La fiesta de los ázimos. 28:17–25.
vii. La fiesta de semanas. 28:26–31.
viii. La fiesta de las trompetas (del nuevo año). 29:1–6.

208
ix. El día de la expiación. 29:7–11.
x. La fiesta de tabernáculos. 29:12–38.
a. Primer día. 29:12–16.
b. Segundo día. 29:17–19.
c. Tercer día. 29:20–22.
d. Cuarto día. 29:23–25.
e. Quinto día. 29:26–28.
f. Sexto día. 29:29–31.
g. Séptimo día. 29:32–34.
h. Octavo día (el día adicional). 29:35–38.
xi. Conclusión. 29:39.
7. La ley de los votos. 30:1–17.
i. La ley general afirmada. 30:1–3.
ii. Los votos de las mujeres. 30:4–16.
a. La soltera. 30:4–6.
b. La casada. 30:7–9.
c. Las viudas y las divorciadas. 30:10.
d. El voto de la mujer hecho cuando casada. 30:11–13.
e. Derecho del marido en cuanto a los votos de la esposa. 30:14–16.
iii. Conclusión. Regla general. 30:17.
8. Victoria sobre los madianitas. 31:1–54.
i. Preparativos para la batalla. 31:1–6.
ii. La batalla con los madianitas. 31:7–12.
a. Destrucción del ejército y las ciudades. 31:7–10.
b. Preservación del botín y los cautivos. 31:11, 12.
iii. Enojo de Moisés. Instrucciones sobre los cautivos. 31:13–18.
iv. Purificación del botín y de los soldados. 31:19–24.
v. Instrucciones sobre la repartición del botín y las cautivas. 31:25–31.
vi. El botín de los hombres de guerra. 31:32–36.
vii. El tributo para Jehová 31:37–40.
viii. Ofrenda del botín a Jehová 31:41–47.
ix. Ofrenda de los oficiales a Jehová 31:48–54.
9. Establecimiento de las tribus al este del Jordán. 32:1–42.
i. Petición de Rubén y Gad para la región oriental. 32:1–5.
ii. Contestación de Moisés: su petición demostraba la desobediencia. 32:6–15.
iii. Promesa de Rubén y Gad para cooperar en la sujeción de Canaán. 32:16–19.
iv. Permiso de Moisés. 32:20–24.
v. Reafirmación de la cooperación de Rubén y Gad. 32:25–27.
vi. Encomienda a Eleazar y a Josué de la tarea de hacer que Rubén y Gad cumplan. 32:28–32.
vii. Referencia adicional a la media tribu de Manasés. 32:33.
viii. Lista de ciudades orientales reedificadas. 32:34–42.
10. Resumen de los viajes de los israelitas desde Egipto a Moab. 33:1–56.
i. Nota introductoria. 33:1–4.
ii. Lista de los lugares de campamento. 33:5–49.
iii. Mandamiento de Jehová de limpiar la tierra de las tribus aborígenes. 33:50–56.
11. Límites de la tierra de Canaán. 34:1–29.
i. Límites de la posesión de las nueve tribus y media. 34:1–15.

209
a. Definición de los límites de la tierra. 34:1–12.
b. Regla general de la repartición de Canaán. 34:13–15.
(1) Las nueve tribus y media. 34:13.
(2) Las dos tribus y media. 34:14, 15.
ii. Formación de la junta de repartición. 34:16–29.
12. Ciudades reservadas. 35:1–34.
i. Ciudades de los levitas. 35:1–8.
ii. Ciudades de refugio. 35:9–34.
a. Señalamiento de las ciudades de refugio. 35:9–15.
b. Leyes sobre el homicidio. 35:16–28.
(1). Asesinato. 35:16–21.
(i) Necesidad de que muera el homicida. 35:16–18.
(ii) El pariente del muerto como verdugo. 35:19–21.
(2). Homicidio accidental. 35:22–28.
(i) Derecho para ser procesado. 35:22–25.
(ii) Obligación de habitar en la ciudad de refugio hasta la muerte del sumo sacerdote. 35:26–
28.
c. Establecimiento del número de testigos necesarios. 35:29, 30.
d. Imposibilidad de redención para el homicida. 35:31–34.
13. Regla adicional sobre la herencia de las mujeres. 36:1–12.
i. El problema presentado: herencia de mujeres que se casan en otras tribus. 36:1–4.
ii. Decisión de Moisés: la herencia queda con la tribu cuando sale la mujer de ella. 36:5–9.
iii. Casamiento de las hijas de Zelofehad dentro de su tribu. 36:10–12.
Conclusión del libro de Números. 36:13.
B. NOTAS SOBRE LA CONQUISTA DE LA REGION AL ESTE DEL
JORDAN
Núm. 22:1–36:13
22:1–24:25. Balac y Balaam.
La historia de Balaam ilustra el carácter del verdadero profeta, que no podía hablar más que
las palabras que Dios ponía en su boca. Balaam fue profeta del verdadero Dios, y tenía el don
de la profecía, pero era afligido con ciertos defectos. Era avaro (2 Ped. 2:15, 16; Jud. 11), y
erró aconsejando al pueblo a la idolatría y la fornicación (Núm. 31:16; Apoc. 2:14).
22:1. Campos de Moab: Campo llano y bajo al este del Jordán, al norte del mar Muerto.
Tenía unos 8–10 kilómetros de ancho, y se extendía al norte unos 15 kilómetros del mar
Muerto.
22:2. Balac: Balac era rey de Moab, que temía la venida de los israelitas, y que buscaba un
adivino que frustrase sus esfuerzos por pasar por su tierra.
22:5. Pethor: Ciudad de Balaam, situada sobre el Eufrates, en Aram (Aram-naharáyim, Gén.
24:10 y nota), distrito en el norte de Mesopotamia. Los parientes de Abraham, Isaac, y Jacob,
vivieron en Aram.
22:6. El que tú bendijeres, será bendito, etc.: Se creía que Balaam mismo tenía el poder para
traer la bendición, lo que no fue cierto, según su propia confesión (v. 18).
22:8, 18, 38. Yo os referiré las palabras, como Jehová me hablare: Balaam les recuerda que
el poder no está en él, sino que tiene él que hablar según le diga Jehová
22:22. Y el furor de Dios se encendió porque él iba: La pregunta que se suscita aquí es: ¿Por
qué se enojó Dios en que iba Balaam, si ya le había dicho que podía ir?

210
Posiblemente Balaam iba con el propósito de hablar lo que convenía a Balac, aunque dos
veces le había dicho Jehová que hablara lo que El le dijera.
Pero mejor es interpretar de la siguiente manera: Una vez que Jehová le dijo que no fuera,
esto debía ser suficiente. Pero Balaam nuevamente preguntó si podía ir (v. 19), cuando ya
sabía que no debía ir. Por esto Dios permitió que fuera, para luego manifestarle de una manera
muy notable, que El no quería que Balaam fuera para agradar a Balac, sino para decir lo que
Dios quería (vs. 20, 35).
22:36. Ciudad de Moab: V. nota de 21:15.
22:39. Ciudad de Husoth: Mejor la VM: Kiryat-huzot. Quiere decir ciudad de calles. Su sitio
incierto, pero cerca de Bamot-baal (v. 41 y nota).
22:41. Altos de Baal: Mejor la VM: Bamot-baal. Su sitio es desconocido, pero sería al norte
del Arnón, en la herencia de Rubén (Jos. 13:17).
Vio la extremidad del pueblo: Vio el ala del campamento más cercana, estando oculta la
mayor parte, en las colinas.
23:7. Parábola: Heb., maschal: Poema, cántico, verso.
23:14. Sophim: Un campo sobre Pisga.
23:28. Unicornio: El buey silvestre (G. B. Gray, ASV, etc.)
23:28. Peor: Pico en el norte de las montañas de Abarim (27:12).
24:1. A encuentro de agüeros: Balaam se debe haber valido de fenómenos de la naturaleza
para conocer la voluntad de Dios, a estilo de su día. Convencido de que Dios ha de bendecir
a este pueblo, ya no siente la necesidad de ir a consultarle.
24:7. Agag: El título de los reyes amalecitas, como Faraón era el título de los reyes egipcios,
y Abimelec de los reyes filisteos.
24:17. Saldrá ESTRELLA de Jacob, y levantaráse cetro de Israel: Una profecía de un rey de
Israel, que había de sojuzgar a las naciones cuyos nombres siguen. Su cumplimiento primario
es en David, pero su cumplimiento absoluto y final es en el Mesías, y su reino eterno, cuyo
establecimiento ha ido realizándose y se realizará, hasta el fin del mundo. Comp. K y D, y
otros.
25:1. Sittim: Acacias. Campamento de Israel en la llanura de Moab, del otro lado del Jordán,
frente a Jericó.
El pueblo empezó a fornicar: Estando desocupados los israelitas, empezaron a tomar parte
en el culto idólatra de Moab, atraídos por el elemento sensual de las ceremonias inmorales
de esta religión, en que la inmoralidad con las mujeres moabitas formaba una parte del culto.
Según el 31:16, fue Balaam el que sugirió a los príncipes moabitas este modo de sembrar
entre los israelitas la debilidad.
25:3. Baal-peor: Deidad moabita, adorada en el monte Peor (23:28).
25:6. Un varón de los hijos de Israel vino y trajo una Madianita: La crisis vino cuando un
israelita trajo a una mujer madianita al campamento y a su tienda, a plena vista de los adalides
y del pueblo.
25:7, 8. Y viólo Phinees … Y fue tras el varón de Israel a la tienda, y alanceólos: El nieto de
Aarón, Finees, tomó la iniciativa y los mató. Este acto, aunque nos parece sangriento, estaba
en armonía con aquella época salvaje y dura. Hemos visto ya que la importancia de conservar
limpio el culto fue tal que las vidas de los individuos no eran importantes. Siendo Finees de

ASV American Standard Version, versión revisada de la Biblia en inglés, de 1901, hecha en
Norteamérica.

211
la familia oficial y gobernadora, es mejor mirar el acto como una ejecución, y no como
asesinato u homicidio.
25:10–15. El pacto de Jehová con Finees.
El celo de Finees en esta ocasión consiguió para él y para sus descendientes la promesa del
sacerdocio, que ejercieron por toda la historia de Israel.
26:1–65. El segundo censo.
La ocasión del segundo censo fue la necesidad de preparar un ejército para atacar a los
madianitas (25:16–18). Además, la generación que había sido registrada en el primer censo
ya había muerto, habiendo desaparecido los últimos en la plaga (25:8), y tenían que hacer
nuevas listas, en preparación para la división de Canaán. Los resultados de este censo, en
comparación con el primero, se comentan en el capítulo sobre Las tribus de Israel en la tierra
de Canaán, en el Tomo II.
27:1–11. Leyes sobre las herencias.
En este trozo se establece el derecho de las mujeres a participar en la herencia.
27:3. En su pecado murió: El padre de estas mujeres no había muerto con Coré y su gente,
sino que había muerto en su propio pecado, es decir, los pecados comunes de los hombres.
Una tradición identifica a este hombre con el de 15:32–36, que recogía leña en el sábado
(Ellicott). Pero el pasaje más bien da la impresión de que no se trata de tal pecado. El
argumento de estas mujeres es, que su padre no había cometido un pecado que trajera la
confiscación de sus bienes, con la consecuencia de que ellas fuesen desheredadas.
27:8. Cuando alguno muriere sin hijos, etc.: Así se introduce un pasaje (vs. 8–11) que da el
orden de sucesión de la herencia.
27:12. Y Jehová dijo a Moisés: Sube a este monte Abarim, y verás la tierra: En Deut. 32:48–
52, se repite el mandamiento de que Moisés había de subir al monte para reconocer la tierra,
y en Deut. 32:1–3 se relata cómo subió. Es evidente (por Deut. 32:49) que los montes de
Abarim incluían al monte Nebo, y (por Deut. 34:1) que Nebo se identifica con Pisga (V.
21:18–20 y nota).
28:1–29:39. Ofrendas del pueblo en las fiestas.
Estos dos capítulos contienen indicaciones en cuanto a los sacrificios que habían de ofrecerse
en relación con los días de fiesta. El significado de estas fiestas ha sido expuesto ya en notas
anteriores: La ofrenda diaria: Ex. 29:38–42 y nota. Pascua y ázimos, pentecostés, y
tabernáculos: Ex. 23:14–17 y nota. La fiesta de las trompetas: Lev. 23:23–25 y nota. El día
de la expiación: Lev. 16:1–34 y notas.
28:11–15. El nuevo mes.
El advenimiento del nuevo mes era celebrado con ciertos sacrificios especiales, sin que el
primer día fuese día de fiesta.
30:1–17. Los votos.
En Lev. 27 tenemos una exposición del tema de los votos, que véase, con sus notas. Aquí se
agregan reglas sobre los votos de las mujeres. Si la mujer no era casada, su cumplimiento
con sus votos dependía de la voluntad de su padre; si era casada, sus votos dependían de la
voluntad de su esposo.
31:1–54. Victoria sobre los madianitas.
La victoria sobre los madianitas había de ser el último acto de la vida de Moisés (v. 2) antes
de su muerte. Debemos recordar que el libro entero de Deuteronomio está redactado en forma
de un discurso que se verificó en poco tiempo. El motivo de esta batalla fue el hecho de que
los madianitas habían incitado a los israelitas a la idolatría (25:1–18).
31:8. Mataron … a Balaam también: Muere Balaam en la batalla.

212
31:17, 18. Matad pues ahora todos los varones entre los niños, etc.: La matanza de personas
nos parece brutal. Pero debemos recordar que esto era guerra, que en la época moderna es
peor que nunca. La protección de la religión nacional, que estos paganos habían minado, era
la justificación de su acción, desde el punto de vista de la dispensación teocrática.
31:27. Partirás por mitad la presa entre … los que salieron a la guerra, y toda la
congregación: Los que pelearon recibieron la mitad del botín; los que se quedaron recibieron
la otra mitad. Los hombres de guerra tenían que dar una parte de cada quinientas a Jehová;
el pueblo daba una parte de cada cincuenta.
31:40. El tributo para Jehová, treinta y dos personas: Estas mujeres probablemente llegaron
a ser esclavas en las familias de los sacerdotes (comp. K y D).
32:1–42. Establecimiento de las tribus al este del Jordán.
Habiendo terminado la conquista de la tierra al este del Jordán, los hijos de Rubén, Gad, y la
media tribu de Manasés pidieron a Moisés que les diera esta región en heredad, porque tenían
muchos ganados, y esta tierra les convenía. Moisés consintió, siempre que ellos enviaran un
ejército para ayudar en el dominio del resto de Canaán.
32:3. Ataroth, etc.: V. 32:34–36 y notas.
32:34–42. Ciudades reedificadas por las dos tribus y media.
Este pasaje se refiere a la restauración y fortificación de ciudades que habían sido
parcialmente destruídas en la conquista. Algunas de estas ciudades han sido comentadas ya,
y otras son desconocidas.
32:34–36. Ciudades reedificadas por los gaditas.
Dibón: V. 21:30 y nota. Ataroth: Cerca del mar Muerto. Aroer: Ciudad al norte del Arnón
(21:13 y nota).
Atroth-sophan: Desconocido. Jazer: V. 21:32 y nota. Jogbaa: Nombre aplicado ahora a las
ruinas de Jebeiha, a diez kilómetros al noroeste de Rabbá, ciudad principal de Ammón.
Beth-nimra: Hoy día Nimrin, a unos quince kilómetros al norte del mar Muerto, y veinte
kilómetros al este del Jordán. Betharán: Tell-er-Rameh, cerca de la desembocadura del uadi
Hesbón.
32:37, 38. Ciudades reedificadas por los rubenitas.
Hesbón: V. 21:25 y nota. Eleale: El Aal, a tres kilómetros al nornordeste de Hesbón.
Kiriathaim: Cerca de Dibón, en Rubén.
Nebo: Ciudad rubenita, cerca del monte Nebo. Baalmeón: Hoy día, Main, a ocho kilómetros
al sur de Nebo. Sibma: Según Jerónimo, estaba a poco menos de un kilómetro de Hesbón,
pero ahora ha desaparecido.
32:39–42. Ciudades reedificadas por los manaseítas orientales.
Los hijos de Machir … Jair … Noha: Estos tres nombres representan tres “clanes”, o familias,
entre los manaseítas.
Galaad: V. Gén. 31:23 y nota. Aquí es Galaad septentrional.
Havoth-jair: Aldeas de tiendas de Jair. Se refiere a un grupo de campamentos de tiendas, o
ciudades no muradas, en la parte noroeste de Basán (21:33 y nota).
Kenath: En el nordeste de la tierra de Israel, que más tarde fue la ciudad más oriental de
Decápolis, las diez ciudades griegas, Libres, de Palestina en el siglo I.
33:1–56. Resumen de los viajes de los israelitas desde Egipto a Moab.
El período de migraciones en el desierto ha terminado. Los israelitas empiezan a ocupar la
tierra. Aquí se da un resumen de los viajes y los campamentos durante los años de
migraciones. Algunos de estos lugares han sido comentados ya; otros se desconocen.
33:1–15. Campamentos desde Egipto a Sinaí (Ex. 12:37–19:1).

213
33:5. Rameses … Succoth: V. Ex. 12:37 y nota.
33:6. Etham: V. Ex. 13:20 y nota.
33:7. Pi-hahiroth … Baalsephon … Migdol: V. Ex. 14:2 y nota.
33:8. Mara: V. Ex. 15:23 y nota. Sitio incierto.
33:9. Elim: V. Ex. 15:27 y nota.
33:11. Desierto de Sin: V. Ex. 16:1 y nota.
33:12–14. Dophca … Alús: Desconocidos. Rephidim: V. Ex. 17:1 y nota.
33:15. Desierto de Sinaí: V. Ex. 19:1 y nota.
33:16–36. Campamentos desde Sinaí a Cades (Núm. 10:11–20:1).
Estos campamentos ocuparon un período de 38 años.
33:16. Kibroth-hataava: V. Núm. 11:34 y nota.
33:17. Haseroth: V. 11:35 y nota.
33:18. Ritma: Se relaciona con el uadi Abu Retemat, al sur de Cades (K y D).
33:19–35. Campamentos desde Ritma a Cades.
Los diecisiete lugares mencionados entre Ritma y Cades son desconocidos enteramente,
menos Esion-geber (v. 36).
33:36. Esion-geber: Cerca de Elat, ciudad en el límite del desierto de Parán (Gén. 21:21 y
nota). Cades: V. Gén. 14:7 y nota.
33:37–49. Campamentos desde Cades a los campos de Moab (Núm. 20:22–22:1).
Estos campamentos corresponden al año 40 del período de migraciones.
33:41. Hor: V. 20:22 y nota. Salmona: Desconocido.
33:42. Phunón: Feinán (WDB), al norte de Petra.
33:43. Oboth: V. 21:10 y nota.
33:44. Ije-abarim: V. 21:11; 27:12; y notas.
33:45. Dibon-gad: Dibón; V. 21:30 y nota.
33:46. Almon-diblathaim: Campamento entre el Arnón (21:13 y nota) y Sitim (25:1 y nota).
33:47. Abarim: V. 27:12 y nota. Nebo: V. 32:37, 38; 27:12; y notas.
33:48. Campos de Moab: V. 22:1 y nota.
33:49. Beth-jesimoth: Una ciudad al este del Jordán, cerca del mar Muerto y Pisga (21:18–
20 y nota). Abel-sitim: Campo de Sitim. V. 25:1 y nota.
34:1–15. Límites de la tierra de Canaán.
En este pasaje tenemos una descripción de los límites que había de tener la tierra de Canaán
en su ocupación por los israelitas, es decir, las nueve y media tribus occidentales.
34:3–5. El límite meridional.
Desierto de Zin: V. 13:22 y nota. Mar salado: el mar Muerto. Acrabbim: Escorpiones.
Posiblemente el uadi Murreh (K y D). Cades-barnea: V. Cades, Gén. 14:7 y nota.
Hasaraddar: Hezrón y Adar (VM, Jos. 15:3), lugares desconocidos. Asmón: Desconocido.
Torrente de Egipto: V. Gén. 15:18 y nota.
34:6. El límite occidental.
La gran mar: El Mediterráneo.
34:7–9. El límite septentrional.
El límite septentrional es incierto, porque son desconocidos los lugares, menos Hamath (Gén.
10:18 y nota), y la forma de expresión aquí es ambigua. Esta ciudad estaba en el Orontes, a
unos 225 kilómetros al norte de Dan.
34:10–12. El límite oriental.
El límite oriental seguía desde Hasar-enán (desconocido, pero en Siria) a Sepham
(desconocido), y Ribla (desconocido), al este de Ain (fuente), que se supone ser la gran fuente

214
Neba Anjar, al pie del Anti-Líbano (K y D). Seguía luego hasta el mar de Cinnereth, o sea,
el lago de Galilea. Luego seguía el río Jordán hasta el mar Muerto.
34:16–29. Formación de la junta de repartición.
Además del sumo sacerdote, Eleazar, y el que había de ser adalid temporal, Josué, se había
de nombrar un hombre de cada tribu (de las diez tribus occidentales) para ayudar en la
distribución de la tierra de Canaán.
35:1–8. Ciudades de los levitas.
Ciertas ciudades, cuarenta y ocho en número, en diversas partes de Canaán, habían de
pertenecer a los levitas. Estúdiese Jos. 21:1–45. Esto no quería decir que la ciudad entera
pertenecía a los levitas, sino ciertas casas dentro de estas ciudades, tantas como éstos
necesitaran. Estas casas eran sujetas a las reglas ordinarias de herencia, y de venta y de
redención. Además, recibían ejidos, heb., migrasch, lugar de llevar (ganado), o sea, campo,
pradera, alrededor de la ciudad. Estos campos se extendían en cada dirección a una distancia
de dos mil codos (Gén. 6:15 y nota) de los muros de la ciudad (v. 5). Seis de las ciudades
levíticas servían para ciudades de refugio (v. 6).
35:9–34. Las ciudades de refugio.
Cuando uno hería o mataba a una persona, aunque fuera por accidente, podía ser muerto por
el pariente del difunto, el vengador de sangre (comp. Gén. 4:15 y nota). Para impedir esto, el
homicida podía refugiarse en una de las ciudades señaladas para este fin. Aquí podía estar
hasta comparecer ante un juez para ser procesado según la ley. Aunque exonerado del delito
por el juez, tenía que permanecer en esta ciudad hasta que muriese el sumo sacerdote (v. 25),
so pena de ser expuesto al ataque por el vengador de sangre (vs. 26, 27). Esta condenación
fue sin rescate (v. 32), es decir, no le era posible librarse del castigo pagando dinero.
35:13, 14. Tres ciudades, etc.: Se habían de establecer tres ciudades a cada lado del Jordán.
35:31, 32. No tomaréis precio por la vida del homicida: El homicida condenado no podía
rescatar o redimir su vida; tenía que morir. Tampoco podía rescatarse el que se refugiaba
perpetuamente en la ciudad de refugio; allí tenía que quedarse irremisiblemente hasta que
moría el sumo sacerdote.
36:1–12. Regla adicional sobre la herencia de las mujeres.
Nuevamente se suscita una cuestión de herencia. Si una mujer se casaba con un hombre de
otra tribu, su herencia iba con ella (de acuerdo con la costumbre que regía), y, a menos que
volviese a la tribu antes del jubileo, se designaba como perteneciente a la otra tribu (vs. 3, 4).
Para impedir la confusión que hubiera resultado, se establece que las mujeres no pueden
casarse con hombres de otra tribu (vs. 6, 7).
(VI) INTRODUCCION AL LIBRO DE DEUTERONOMIO
El libro de Deuteronomio es una obra noble y sublime, un libro favorito de los escritores del
NT, que lo citan muchas veces. Jesús mismo, en su contienda con el diablo, escogió de este
libro los tres textos que citó en aquella memorable ocasión. Es un libro que fue escrito para
el pueblo, aplicando a su vida en la tierra de Palestina muchos de los principios de la ley.
El deseo ardiente del autor del libro de Deuteronomio era que el pueblo israelita viviera
permanentemente en la tierra prometida, una vez que estuviera allí. Con palabras vehementes,
declaró cuáles serían las recompensas de una vida recta, en términos de las bendiciones que
se originarían en la tierra, a la vez que presentó cuáles serían los castigos de la infidelidad,
nuevamente en términos de su relación con la tierra.

215
Con ojo profético, el autor del Deuteronomio reconoció que el pueblo había de pecar, y pecar
gravemente, y que había de ser echado de su tierra. Pero previó que nuevamente había de ser
restaurado a su tierra, recibiendo así la bendición de un Dios misericordioso.
Estudiemos este gran libro con el propósito de compenetrarnos en los pensamientos de un
alma grande, un alma que quiere poner la ley de Dios al alcance del hombre común.
1. Nombre
El libro de Deuteronomio se titula en hebreo Eleh Hadevarim, que significa éstas son las
palabras, frase que empieza el libro. Los judíos también lo llamaban Mischneh Hatorah,
copia de la ley, frase tomada de Deut. 17:18, y traducida en la Septuaginta to deuteronomion
touto, esta segunda ley. De ahí viene el título del libro en la Septuaginta, Deuteronomion,
segunda ley. Este título fue adoptado en la Vulgata, de la cual nosotros tenemos el título
español Deuteronomia.
2. Autor y fecha
La cuestión de la paternidad literaria de los libros del Pentateuco ha sido discutida
ampliamente ya en la Introducción al Pentateuco, 3, Autor, que el alumno puede ver en
relación con el problema de la paternidad literaria del libro de Deuteronomio. V. también la
Introducción al libro de Génesis, 2, Autor y fuentes.
Podemos notar aquí el pasaje en 31:9, 24–27. El v. 9 dice: “Y escribió Moisés esta ley, y
dióla a los sacerdotes …” Lo que Moisés escribió aquí sería el libro de Deuteronomio (comp.
Jamieson), a excepción de algunos breves relatos históricos y notas agregadas por Josué, o
algún otro.
La opinión contraria a la que acabo de presentar en el último párrafo es la siguiente: Porciones
del libro de Deuteronomio fueron halladas en el templo por Helcías, en el año 621 a. de J. C.
Este libro fue presentado a Josías el rey, haciendo suscitar la reforma que ocurrió en el año
18 de su reinado. Estas porciones fueron amplificadas durante los dos siglos siguientes, para
formar el libro completo de Deuteronomio, alrededor del año 400 a. de J. C. Comp. Pfeiffer,
ob. cit., pág. 181 y sig.
Pero parece que lo que halló Helcías fue un libro completo. También es evidente que fue un
libro muy antiguo. Posiblemente fue conocido y usado en épocas anteriores, para ser luego
olvidado en el período de decadencia religiosa que intervino. V. 2 R. 22:8–20.
Creo que es mejor la opinión de que la mayor parte del libro de Deuteronomio salió de la
mano de Moisés, con hechos agregados por Josué, y otros hombres piadosos, profetas de
Dios. V. la Introducción al Pentateuco, y la Introducción al libro de Génesis.
Así como el libro de Levítico es parecido al estilo de Ezequiel, Deuteronomio lo es al estilo
de Jeremías. Debemos reconocer que Jeremías y Ezequiel habían bebido profundamente en
estos libros, y que sus profecías fueron influídas por el Pentateuco. Sería natural que
Jeremías, viviendo en aquella época en que las profecías de Deuteronomio se cumplían,
cuando la infidelidad del pueblo hacía que Dios los echara de su tierra, se expresara en
términos que recordasen el libro de Deuteronomio.
En el caso de Ezequiel, el gran interés del profeta en aquello que para él sobresalía sobre
todas las cosas (o sea, la restauración del pueblo a su tierra y el restablecimiento del templo

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).
ob. cit. obra citada (referente a la obra de un autor que ha sido citada anteriormente).
sig. siguiente versículo, o siguiente página.

216
con su culto), habría hecho que él leyera con esmero el libro de Levítico, y las porciones de
Exodo y de Números que tratan del tabernáculo y sus servicios.
Todo autor bíblico edifica sobre lo que ya hay, y escribe en la atmósfera de los libros que le
han antecedido. La influencia que trazamos entre los libros de Levítico y Ezequiel, y los
libros de Deuteronomio y Jeremías, no es más que aquello.
Por una parte, Levítico es un libro litúrgico, sin nada de profecía, mientras que la Profecía de
Ezequiel es la obra de un verdadero profeta. Levítico se interesa en la liturgia por ella misma,
mientras que Ezequiel se interesa en su gran tema del restablecimiento del pueblo en su tierra
y la inauguración del culto en el templo, siendo subordinado a esto todo elemento litúrgico.
Por otra parte, no hay evidencia de que se siguieran nunca las indicaciones de Ezequiel en
cuanto al culto, que evidentemente eran consideradas, desde el principio, como ideales y
figurados. En cambio, la liturgia de Levítico, aunque destinada para el tabernáculo, fue
empleada durante largas épocas en el templo, con pequeñas modificaciones que las
condiciones cambiadas hicieron necesarias.
3. Ocasión y propósito
i. Ocasión
¿Cuál fue la ocasión del gran discurso que hallamos en el libro de Deuteronomio?
El pueblo estaba en vísperas de grandes batallas. Durante los meses que habían de transcurrir,
tendría que hacer frente a terribles enemigos y pasar por grandes pruebas. Pero esta
generación había sido criada en el desierto, y no había visto los prodigios que Dios había
hecho en Egipto. Fue preciso, pues, que el gran caudillo Moisés, que había visto todo esto, y
que había conducido al pueblo fuera de Egipto, repitiera en oídos de esta nueva generación,
la historia de aquellos prodigios. Bien les hacía falta oír estas cosas, a fin de prepararlos para
las duras campañas que les quedaban por delante.
En cierto sentido, el libro de Deuteronomio puede llamarse el sermón fúnebre de Moisés, por
cuanto en pocos días él había de morir. Predicó, pues, su propio sermón fúnebre. Puede
llamarse también una apología, o defensa propia, en que expone, en su relación correcta,
todas sus acciones y las acciones del pueblo.
Además, esperaba al pueblo israelita una nueva vida en su propia tierra. La ley que habían
recibido anteriormente, la habían observado en su vida nómada. Era preciso que esta ley
fuese aplicada a su nueva vida estacionaria en el país en el cual entraban, y esta aplicación
de la ley a la vida en la tierra prometida se hace en el libro de Deuteronomio.
ii. Propósito
El autor del libro de Deuteronomio escribió con los siguientes propósitos:
a. Preparar al pueblo pscológicamente para el conflicto, relacionando su éxito pasado con el
poder y la presencia de Dios, e implicando que su éxito futuro había de ser de la misma
fuente.
b. Hacer una apología por su propia actividad entre el pueblo.
c. Aplicar la ley de Dios a la nueva vida del pueblo en su tierra.
d. Sacar de la esfera técnica, estrecha, y sacerdotal, las leyes y preceptos de Dios, y ponerlos
en su lugar en el corazón y la vida del pueblo.
4. Carácter y estilo
Lo que nos impresiona en el libro de Deuteronomio, es la abundancia de material
exhortatorio. En efecto, el estilo es el de un sermón o discurso, y no el de un tratado técnico
de leyes. Por esto, el libro es mucho más fácil de leer que Levítico, o que los trozos forenses
y ceremoniales de Exodo y Números.

217
Aunque el libro se titula Deuteronomio, segunda ley, no es exactamente una repetición de lo
que se halla en otros libros del Pentateuco. Más bien se han elegido las partes más esenciales
e importantes de la ley del pacto, y se las ha aplicado, con muchas exhortaciones, a la vida
del pueblo en su nueva tierra. El libro puede llamarse un comentario sobre la ley.
El libro de Deuteronomio es popular en carácter. Levítico fue escrito para los sacerdotes, y
lo mismo puede decirse de muchas partes forenses de los libros de Exodo y Números, pero
no así con Deuteronomio. Es para el pueblo, y a cada momento el autor exhorta al pueblo a
que sean fieles a Dios.
Una idea que resalta en el libro de Deuteronomio, y que contribuye a su carácter, es la de la
tierra, la tierra de promisión, en la cual se introducía el pueblo. La posibilidad de entrar en
la tierra dependía de su obediencia a Dios. Su derecho para continuar en esta tierra dependería
de su obediencia. De la tierra vendrían su prosperidad y su bendición. Para recibir esto,
tendrían que obedecer.
5. Tema
El tema del libro de Deuteronomio es la bendición de la obediencia, y la palabra clave es
obediencia. En todo el libro sobresale el deseo ferviente del escritor de que el pueblo, una
vez que se hubiera establecido en la tierra a la cual Jehová lo introducía, debía obedecer a
Dios. Tal obediencia le traería abundantes bendiciones, y prosperidad en todo sentido.
6. Bosquejo
Si examinamos detenidamente el libro de Deuteronomio, veremos que no es un discurso, sino
tres, que corresponden a las tres grandes divisiones del bosquejo que sigue. Después se dará
otro bosquejo minucioso de Deuteronomio, en conexión con el bosquejo histórico de la Parte
III, Período del Exodo y de las migraciones.
Bosquejo general del libro de Deuteronomio
INTRODUCCION. 1:1–5.
REPASO DE LA HISTORIA DE LAS MIGRACIONES. 1:6–4:43.
En Sinaí. 1:6–18.
Primera tentativa de ocupar la tierra. 1:19–46.
Relaciones de Israel con los pueblos paganos. 2:1–37.
Primeras actividades de Israel en Palestina. 3:1–29.
Conclusión a la primera exhortación: la fidelidad. 4:1–43.
LA LEY Y SU EXPOSICIÓN. 4:44–26:19.
Introducción. 4:44–49.
Los diez mandamientos y su exposición. 5:1–11:32.
Recapitulación de la dádiva de la ley. 5:1–33.
La ley y el pueblo. 6:1–25.
La ley y la tierra de promisión. 7:1–26.
Motivos para la obediencia. 8:1–20.
Las rebeliones del pueblo. 9:1–10:11.
Resultado del pecado y de la obediencia. 10:12–11:32.
Código de estatutos relacionados con la vida del pueblo. 12:1–26:19.
Leyes tocantes a la pureza y al culto. 12:1–16:17.
Centralización del culto en un lugar. 12:1–28.
La tentación a la idolatría: sus fuentes y su castigo. 12:29–13:18.
Separación de Israel. 14:1–21.
El diezmo. 14:22–29.
El año sabático. 15:1–18.

218
Dedicación del primogénito. 15:19–23.
Las fiestas. 16:1–17.
Leyes de justicia y de humanidad. 16:18–26:19.
Orden en el gobierno. 16:18–17:20.
La ofrenda para sacerdotes y levitas. 18:1–8.
Reglamento para los profetas. 18:9–22.
Las ciudades de refugio. 19:1–13.
Relaciones con el vecino. 19:14–21.
Leyes de la guerra. 20:1–20.
Reglas varias. 21:1–22:30.
Reglas sociales diversas. 23:1–25:16.
Exterminio de los amalecitas. 25:17–19.
Ofrendas y diezmos. 26:1–15.
Conclusión. 26:16–19.
RENOVACION DEL PACTO. 27:1–30:20.
Preparativos para la ceremonia. 27:1–26.
Bendiciones y maldiciones. 28:1–68.
El pacto en Moab. 29:1–30:14.
Conclusión. 30:15–20.
FIN DE LA VIDA DE MOISES. 31:1–34:12.
Ultimo discurso de Moisés al pueblo. 31:1–29.
Cántico de Moisés. 31:30–32:45.
Exhortación al pueblo. 32:46, 47.
Advertencia por Jehová a Moisés sobre su muerte. 32:48–52.
Bendición de Israel por Moisés. 33:1–29.
Muerte de Moisés. 34:1–12.
(VII) RECAPITULACION DE LA LEY
Deut. 1:1–30:20
Con el término recapitulación podemos describir esta parte del Pentateuco, aunque quizás la
palabra comentario describe mejor el libro, como he hecho notar en la introducción. Pocos
elementos históricos hay en esta parte, es decir, en el sentido de historia contemporánea a la
acción en que se desenvuelve este libro, aunque hay muchos repasos de la historia anterior.
Tenemos aquí más bien el bosquejo de una serie de discursos que hizo Moisés en los últimos
días de su vida.
[I] BOSQUEJO DE LA RECAPITULACION DE LA LEY
Deut. 1:1–30:20
Introducción a la recapitulación de la ley. 1:1–5.
A. Repaso de la historia de las migraciones. 1:6–4:43.
1. En Sinaí. 1:6–18.
i. Mandamiento para mudarse de Horeb. 1:6–8.
ii. Institución del concilio de los setenta. 1:9–18.
2. Primera tentativa de ocupar la tierra. 1:19–46.
i. Viaje desde Horeb (Sinaí) hasta Cades-barnea. 1:19.
ii. Mandamiento para posesionarse de la tierra. 1:20, 21.
iii. Envío de los espías. 1:22–25.
iv. Incredulidad del pueblo. 1:26–28.
v. Negación del pueblo a entrar en la tierra. 1:29–33.

219
vi. Rechazamiento del pueblo. 1:34–40.
vii. Presuntuoso ataque a Amalec y el fracaso. 1:41–46.
3. Relaciones de Israel con los pueblos paganos. 2:1–37.
i. Partida del desierto y campamento cerca de Edom. 2:l–8a.
ii. Israel y Moab. 2:8b–15.
iii. Israel y Ammón. 2:16–25.
iv. Victoria sobre Sehón. 2:26–37.
4. Primeras actividades de Israel en Palestina. 3:1–29.
i. Vencimiento de Og rey de Basán. 3:1–7.
ii. Repartición del territorio del este del Jordán. 3:8–17.
iii. Mandamiento a las tribus orientales sobre su participación en la conquista del oeste. 3:18–
22.
iv. Oración de Moisés y su rechazamiento. 3:23–29.
5. Conclusión a la primera exhortación: la fidelidad. 4:1–43.
i. La fidelidad traería la posesión de la tierra. 4:1–8.
ii. Recuerdo de la dádiva del pacto en Sinaí. 4:9–14.
iii. Advertencia en contra de las imágenes. 4:15–24.
iv. Pena del olvido de Dios: el destierro. 4:25–31.
v. La unicidad del Dios de Israel. 4:32–40.
vi. Las ciudades de refugio. 4:41–43.
B. La ley y su exposición. 4:44–26:19.
Introducción. 4:44–49.
(A) Los diez mandamientos y su exposición. 5:1–11:32.
1. Recapitulación de la dádiva de la ley. 5:1–33.
i. Convocación del pueblo para oir la ley. 5:1–5.
ii. El decálogo. 5:6–21.
a. El primer mandamiento: adoración de Dios. 5:6, 7.
b. El segundo mandamiento: las imágenes. 5:8–10.
c. El tercer mandamiento: santidad del nombre de Dios. 5:11.
d. El cuarto mandamiento: el sábado. 5:12–15.
e. El quinto mandamiento: honra a los padres. 5:16.
f. El sexto mandamiento: el asesinato. 5:17.
g. El séptimo mandamiento: el adulterio. 5:18.
h. El octavo mandamiento: el hurto. 5:19.
j. El noveno mandamiento: el falso testimonio. 5:20.
k. El décimo mandamiento: la codicia. 5:21.
iii. Petición del pueblo para no oir la voz de Dios. 5:22–27.
iv. Confirmación por Jehová de la sugestión del pueblo: Moisés oirá la ley por ellos. 5:28–33.
2. La ley y el pueblo. 6:1–25.
i. Exhortación a obedecer la ley. 6:1–3.
ii. La Schemá: epítome de la ley. 6:4–9.
iii. Advertencia sobre el olvido de la ley. 6:10–15.
iv. Cuidado con tentar a Jehová. 6:16–19.
v. Obligación de enseñar a los hijos. 6:20–25.
3. La ley y la tierra de promisión. 7:1–26.
i. Exterminio de los pueblos nativos de Palestina. 7:1–11.
ii. Bendición de la obediencia. 7:12–26.

220
a. Prosperidad en la tierra. 7:12–16.
b. Exhortación a no tener miedo. 7:17–19.
c. Los males que Dios traerá sobre los habitantes de la tierra. 7:20–24.
d. Exhortación en contra de las imágenes. 7:25, 26.
4. Motivos para la obediencia. 8:1–20.
i. Bendiciones pasadas de la migración. 8:1–6.
ii. Bendiciones futuras de la tierra de promisión. 8:7–20.
5. Las rebeliones del pueblo. 9:1–10:11.
i. Victoria por el poder de Jehová. 9:1–7.
ii. Repaso de la dádiva de las tablas de piedra. 9:8–11.
iii. El becerro de oro. 9:12–21.
iv. Paréntesis: Varios incidentes de rebelión. 9:22–24.
v. Oración de Moisés por el pueblo. 9:25–29.
vi. Renovación de las tablas. 10:1–5.
vii. Muerte de Aarón. 10:6, 7.
viii. Separación de la tribu de Leví. 10:8, 9.
ix. Segunda estancia de Moisés en el monte. 10:10, 11.
6. Resultado del pecado y de la obediencia. 10:12–11:32.
i. Exhortación a amar a Dios y guardar sus mandamientos. 10:12–11:1.
ii. Juicios de Dios por el pecado. 11:2–9.
a. A Faraón. 11:2–4.
b. Al pueblo. 11:5.
c. A Datán y Abiram. 11:6.
d. Exhortación basada sobre los prodigios de Dios. 11:7–9.
iii. Contraste entre Egipto y Palestina. 11:10–12.
iv. La lluvia y los frutos de la tierra dependientes de la fidelidad a Dios. 11:13–17.
v. Exhortación a observar los mandamientos y enseñarlos a los hijos. 11:18–21.
vi. Exito militar en la tierra de Canaán dependiente de la obediencia. 11:22–25.
vii. La bendición de la obediencia, y la maldición de la desobediencia. 11:26–32.
(B) Código de estatutos relacionados con la vida del pueblo. 12:1–26:19.
[A] Leyes tocantes a la pureza y al culto. 12:1–16:17.
1. Centralización del culto en un lugar. 12:1–28.
i. Mandamiento para destruir a las naciones de Palestina y su religión. 12:1–3.
ii. Mandamiento para ofrecer sacrificios en un lugar. 12:4–14.
iii. Reglamento en cuanto a la comida de las cosas santas. 12:15–28.
2. La tentación a la idolatría. Sus fuentes y su castigo. 12:29–13:18.
i. Adopción de las religiones paganas traería la destrucción. 12:29–32.
ii. Tentación por un profeta. 13:1–5.
iii. Tentación por un pariente o amigo. 13:6–11.
iv. Tentación por algún habitante de las ciudades. 13:12–18.
3. Separación de Israel. 14:1–21.
i. Consagración para Dios del pueblo israelita. 14:1, 2.
ii. Necesidad de comer cosas limpias, como pueblo separado. 14:3–21.
a. Animales inmundos prohibidos. 14:3–8.
b. Peces inmundos prohibidos. 14:9, 10.
c. Aves inmundas prohibidas. 14:11–20.
d. Cadáveres. 14:21a.

221
e. El cabrito cocido en la leche de su madre. 14:21b.
4. El diezmo. 14:22–29.
5. El año sabático. 15:1–18.
i. Remisión de las deudas. 15:1–6.
a. Limitación de la remisión al israelita. 15:1–3.
b. La obediencia haría innecesaria tal ley, porque prestaría el pueblo, y nunca pediría prestado.
15:4–6.
ii. Ayuda a los pobres. 15:7–11.
iii. Manumisión de los esclavos. 15:12–18.
a. Provisión para la manumisión. 15:12–15.
b. Provisión para la voluntaria perpetuidad de la servitud. 15:16–18.
6. Dedicación del primogénito. 15:19–23.
7. Las fiestas. 16:1–17.
i. Pascua y ázimos. 16:1–8.
ii. Fiesta de semanas (pentecostés). 16:9–12.
iii. Fiesta de las cabañas (tabernáculos). 16:13–15.
iv. Fiestas obligatorias. 16:16, 17.
[B] Leyes de justicia y de humanidad. 16:18–26:19.
1. Orden en el gobierno. 16:18–17:20.
i. Nombramiento de jueces y magistrados. 16:18–20.
ii. Reglamento del culto. 16:21–17:7.
a. Prohibición de la idolatría. 16:21, 22.
b. Sacrificios perfectos. 17:1.
c. Castigo del idólatra. 17:2–7.
iii. Establecimiento del principio del tribunal central y supremo en la tierra prometida. 17:8–
13.
iv. Reglamento para el rey y el reino. 17:14–20.
2. La ofrenda para sacerdotes y levitas. 18:1–8.
i. Exclusión de los sacerdotes y levitas, de herencia entre las tribus. 18:1, 2.
ii. Porción para los sacerdotes. 18:3–5.
iii. Porción de los levitas. 18:6–8.
3. Reglamento para los profetas. 18:9–22.
i. Condenación de los hechiceros. 18:9–14.
ii. El profeta semejante a Moisés. 18:15–19.
iii. Método de distinguir a los falsos profetas. 18:20–22.
4. Las ciudades de refugio. 19:1–13.
i. Establecimiento de tres ciudades. 19:1–3.
ii. Disposición en cuanto al homicida accidental. 19:4–7.
iii. Disposición en cuanto a ciudades adicionales. 19:8–10.
iv. Disposición en cuanto al asesino. 19:11–13.
5. Relaciones con el vecino. 19:14–21.
i. Crimen de mover el límite. 19:14.
ii. Testimonio falso. 19:15–21.
6. Leyes de la guerra. 20:1–20.
i. Confianza en Dios. 20:1–4.
ii. Excepciones de la conscripción. 20:5–9.
a. El que ha edificado casa. 20:5.

222
b. El que ha plantado viña. 20:6.
c. El recién casado. 20:7.
d. El medroso. 20:8.
e. Selección de los oficiales de los que quedan, que serían los más aptos. 20:9.
iii. Reglamento para la disposición de las ciudades sitiadas y conquistadas. 20:10–20.
a. Ofertas de paz: aceptadas y rechazadas. 20:10–15.
b. Destrucción de las ciudades paganas de Palestina. 20:16–18.
c. Conservación de árboles en el país conquistado. 20:19, 20.
7. Reglas varias. 21:1–22:30.
i. Ceremonia por el homicida no descubierto. 21:1–9.
ii. Trato de las cautivas. 21:10–14.
iii. Derecho del primogénito. 21:15–17.
iv. Castigo del hijo rebelde. 21:18–21.
v. Disposición del cadáver del ahorcado. 21:22, 23.
vi. Devolución de la propiedad perdida. 22:1–4.
vii. Prohibición en cuanto a la vestimenta. 22:5.
viii. Trato de las aves. 22:6, 7.
ix. Baranda en la terraza. 22:8.
x. Prohibición de misturas. 22:9–11.
xi. Flecos en el vestido. 22:12.
xii. Relaciones sexuales. 22:13–30.
a. Pruebas de la virginidad. 22:13–21.
b. Pena del adulterio. 22:22–24.
c. Violación de una virgen. 22:25–29.
d. Incesto con la mujer del padre. 22:30.
8. Reglas sociales diversas. 23:1–25:16.
i. Individuos excluidos del campamento. 23:1–8.
ii. Medidas para la higiene en el campamento. 23:9–14.
iii. Disposición del esclavo escapado. 23:15, 16.
iv. La ramera y el sodomita. 23:17, 18.
v. Regla respecto al interés sobre dinero prestado. 23:19, 20.
vi. Los votos y su pago. 23:21–23.
vii. Permiso para comer frutos en el campo. 23:24, 25.
viii. El casamiento. 24:1–5.
a. El divorcio. 24:1–4.
b. Exención de deberes cívicos de los recién casados. 24:5.
ix. Prohibición de tomar en prenda la muela de molino. 24:6.
x. Rapto de personas. 24:7.
xi. La llaga de la lepra. 24:8, 9.
xii. Ley de prendas. 24:10–13.
xiii. Opresión del jornalero. 24:14, 15.
xiv. Responsabilidad individual por el pecado. 24:16.
xv. Justicia hacia los débiles. 24:17–22.
xvi. Regla en cuanto al castigo corporal. 25:1–3.
xvii. Trato de los bueyes. 25:4.
xviii. Ley del casamiento del levirato. 25:5–10.
xix. Intervención de la esposa en las riñas. 25:11, 12

223
xx. Pesas y medidas justas. 25:13–16.
9. Exterminio de los amalecitas. 25:17–19.
10. Ofrendas y diezmos. 26:1–15.
i. Ofrenda de las primicias de los frutos. 26:1–11.
ii. Dedicación del diezmo del tercer año. 26:12–15.
Conclusión de las leyes justas y humanitarias. 26:16–19.
C. Renovación del pacto. 27:1–30:14.
1. Preparativos para la ceremonia. 27:1–26.
i. Mandamiento en cuanto a las piedras para el monumento. 27:1–8.
ii. Exhortación a la obediencia. 27:9, 10.
iii. La bendición y la maldición, sobre Ebal y Gerizim. 27:11–26.
2. Bendiciones y maldiciones. 28:1–68.
i. Bendiciones por la obediencia a los mandamientos de Dios. 28:1–14.
ii. Maldiciones de la desobediencia. 28:15–68.
a. Lista de maldiciones. 28:15–20.
b. Peste. 28:21, 22.
c. Sequía. 28:23, 24.
d. Fracaso en guerra. 28:25, 26.
e. Plaga. 28:27, 28.
f. Calamidad. 28:29–35.
g. Cautividad. 28:36, 37.
h. Hambre. 28:38–42.
j. Bendición del extranjero. 28:43, 44.
k. Explicación de las maldiciones. 28:45, 46.
l. Venida de los enemigos. 28:47–57.
(1) Devastación de la tierra por los enemigos. 28:47–52.
(2) Canibalismo en tiempo de sitio. 28:53–57.
m. Plagas. 28:58–62.
n. Cautiverio. 28:63–68.
3. El pacto en Moab. 29:1–30:14.
i. Sobrescrito. Explicación del pacto. 29:1.
ii. Resumen breve de las migraciones. 29:2–9.
iii. Los participantes en el pacto. 29:10–15.
iv. Los malos resultados por el quebrantamiento del pacto. 29:16–29.
v. La conversión a Jehová y la restauración de la cautividad. 30:1–5.
vi. La conversión a Jehová y las bendiciones en la tierra. 30:6–10.
vii. La ley del amor y de la obediencia. 30:11–14.
Conclusión de la recapitulación de la ley. 30:15–20.
[II] NOTAS SOBRE LA RECAPITULACION DE LA LEY
Deut. 1:1–30:20
Las notas sobre Deuteronomio son breves, puesto que en su mayor parte, este libro contiene
repeticiones de trozos anteriores de otros libros del Pentateuco que ya han sido comentados.
Son frecuentes las repeticiones de términos: nombres propios, nacionales, y geográficos. No
es práctico, pues, en una obra como ésta, repetir la explicación de ellos. Para su explicación,
el alumno puede consultar el índice al fin del libro. En el índice se hallarán referencias
también a temas y tópicos expuestos en notas anteriores en esta obra. El alumno puede
consultar también las referencias marginales de su Biblia, para ver si hay pasaje paralelo en

224
Exodo, Levítico, o Números, y luego buscar en las notas correspondientes, para ver si hay
explicación. El bosquejo también ayuda en la exposición de ciertos pasajes.
Por otra parte, Deuteronomio es uno de los libros de la Biblia de más fácil comprensión,
porque está escrito en lenguaje popular, como un sermón, y no en el lenguaje técnico de los
libros de texto. Este libro resultará más fácil cuando el alumno haya estudiado bien las notas
sobre Exodo, Levítico, y Números.
1:1, 2. Estas son las palabras que habló Moisés … en el desierto, en el llano, etc.: La
interpretación de lo dicho en estos versículos es incierta. Aparentemente da el sitio donde
estaba Moisés cuando pronunció los discursos de Deuteronomio. Pero los nombres que
aparecen aquí serían desconocidos si se refiriesen a lugares al este del Jordán o del mar
Muerto, y se relacionan más bien con lugares al sur de Palestina. Puesto que en 1:6–4:43
tenemos una recapitulación de la historia de Israel en las migraciones por el desierto, parece
probable que con la mención de lugares relacionados con estas migraciones (en 1:1, 2),
Moisés quiere introducir el tema de esta recapitulación. En 4:44–46 tenemos el lugar donde
estaba Moisés cuando pronunció los discursos de Deuteronomio. Comp. K y D.
En el desierto, en el llano: El término desierto es indeterminado, y es definido por la
expresión llano: heb., aravah, la llanura a ambos lados del Jordán, desde el lago de Galilea
hasta el mar Muerto, y desde el mar Muerto hasta el mar Bermejo. Aquí, según la
interpretación que he propuesto (en el último párrafo), sería la región al sur del mar Muerto.
Parán: Gén. 21:21 y nota. Thopel: Tafileh, a 25 kilómetros al sursudeste del mar Muerto
(Driver, K y D, etc.). Labán: Libna de Núm. 33:20, pero desconocido. Haseroth: Núm. 11:35
y nota. Dizahab: Desconocido. Horeb: El nombre que generalmente se emplea en Deut. para
Sinaí.
1:6–4:43. Repaso de la historia de las migraciones.
En estos cuatro capítulos, tenemos un repaso de los acontecimientos desde la salida de Egipto
hasta Moab. En general, estos acontecimientos ya han sido comentados antes.
1:9–18. Institución del concilio de los setenta.
V. Ex. 18:13–23 y nota; Núm. 11:16 y nota.
1:28. Ciudades grandes y muradas hasta el cielo: Hipérbole, para dar énfasis a lo dicho.
1:44. Y salió el Amorrheo: Comp. Núm. 14:45, que habla del amalecita y del cananeo. Con
frecuencia la palabra amorreo se emplea en las Escrituras con referencia a todos los
habitantes de Palestina, y así es aquí.
2:1–37. Relaciones de Israel con los pueblos paganos.
V. el índice para consultar sobre los lugares mencionados en este pasaje.
3:4. No quedó ciudad que no les tomásemos: La obra de conquista realizada al este del Jordán
fue más extensa de lo que parece en la lectura del libro de Números. Argob: Región de Basán,
cuyo sitio exacto es incierto.
3:8. Hermón: Monte sagrado. En el sur de la cadena del Anti-Líbano, en el sur de Siria, a 65
kilómetros al nornordeste del lago de Galilea. Tiene una altura de 2794 metros (WDB).
3:10. Salcha: Cerca de Edrei, en Basán, en el límite septentrional de Gad (1 Crón. 5:11).
3:14. Gessuri y Machati: Habitantes de los reinos de Gesur (2 Sam. 3:3), y Maaca (2 Sam.
10:6), provincias que eran reinos independientes, aun en el tiempo de David.

K y D Keil y Delitzsch, Biblical Commentary on the Old Testament.


V. véase; véanse.
WDB Westminster Dictionary of the Bible.

225
3:26. Jehová se había enojado contra mí por causa de vosotros: Moisés arroja la
responsabilidad de su pecado al pueblo. Fue la murmuración de ellos lo que le hizo
impacientarse. Aquí tenemos uno de los elementos de apología comentados en la
Introducción al libro de Deuteronomio.
4:3. Lo que hizo Jehová con motivo de Baal-peor: Referencia a la destrucción del pueblo en
Sitim, por el pecado comentado en Núm. 25:1 y nota. V. Núm. 25:3 y nota.
4:13. El os anunció su pacto: Referencia a la dádiva de la ley en Sinaí.
4:24. Jehová tu Dios es fuego que consume: Cit. en Heb. 12:29.
4:37. Tus padres: Los patriarcas. V. 5:3; 10:22; 30:20.
4:41–43. Las ciudades de refugio.
V. La exposición de este tema en notas sobre Núm. 35:9–34.
Aquí se agregan los nombres de las tres ciudades al este del Jordán: Beser: En Rubén, a unos
quince kilómetros al este del mar Muerto, y un poco al norte del río Arnón, límite entre Rubén
y Moab. Ramoth en Galaad: Ciudad levítica, y de refugio, en Gad, a unos quince kilómetros
al este del Jordán, y quince kilómetros al sur del uadi Jaboc. Golán: Ciudad levítica, y de
refugio, en Manasés oriental, cuyo sitio exacto se desconoce, pero que probablemente estaba
cerca del lago de Galilea. Dio su nombre más tarde a la provincia de Gaulanítide.
5:6–21. El decálogo.
V. Ex. 20:1–17 y notas.
6:4–9. La Schemá.
Aquí en este pasaje tenemos el corazón de la ley. Los judíos interpretaban literalmente lo
dicho en los vs. 7–9, y cumplieron al pie de la letra este mandamiento. Estas palabras de
Deut. 6:4–9, con otras (Ex. 13:1–10, 11–16; y Deut. 11:3–21), eran escritas en pedacitos de
pergamino, y llevadas en la frente (frontales) y sobre la mano (filacterias), y colocadas en los
postes de las puertas. En el pensamiento de Moisés, las palabras tenían una aplicación
espiritual, y no habían de ser interpretadas literalmente, como los judíos las entendían.
7:1–11. Exterminio de los pueblos nativos de Palestina.
El mandamiento para el exterminio de los pueblos aborígenes de Palestina fue un medio
necesario para la conservación de la religión nacional (v. 4). Sobre este problema, véase la
exposición extensa en el capítulo sobre Problema Moral de la Conquista de Canaán, en
Tomo II.
7:7, 8. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová … sino porque
Jehová os amó …: El principio de la gracia. Dios los escogió, no por lo que ellos fueron, sino
por su promesa a los patriarcas.
7:26. Anatema: V. Lev. 27:29 y nota.
8:3. El hombre no vivirá de solo pan, etc.: Cit. por Jesús en su contienda con el diablo (Mt.
4:4).
9:9. Cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan ni beber agua: Bajo condiciones
ordinarias, es posible que un hombre viva más de cuarenta días sin comer, pero no es posible
que viva tanto tiempo sin beber. Aquí es concebible que, estando Moisés en éxtasis, en una
condición quizás de animación suspendida, su cuerpo no consumiera mucha energía, y él así
pudo pasar cuarenta días y cuarenta noches sin comer o beber, sin perder su fuerza.
9:21. Tomé vuestro pecado, el becerro: Por figura de metonimia, el becerro, que causó el
pecado, se llama pecado.
10:6. Beerot-bene-jacaam: Pozos de los hijos de Jaacán, o pozos de Bene-jaacán. Los hijos
de Jaacán (escrito Acán en Gén. 36:27) era una tribu de los horeos que había sido desposeída
por los edomitas (V. Gén. 14:5, 6; 36:20–30; y notas). Comp. Núm. 20:21–23; 33:31.

226
Moserá: V. nota de Núm. 20:27, 28.
10:7. Gudgod … Jotbath: Desconocidos (V. Núm. 33:32–34).
10:15, 22. Tus padres: V. 4:37 y nota.
10:16. Circuncidad … vuestro corazón: Puesto que la circuncisión era la señal, o símbolo,
de aceptación del pacto, y de dedicación y consagración a sus términos, en su sentido
metafórico (como usado aquí) denota la consagración. Driver: “Un corazón incircuncidado
sería uno que está cerrado, que no puede ser penetrado por buenas influencias e impresiones.”
Comp. Jer. 4:4; 9:25, 26. V. Ex. 6:12; Lev. 19:23–25; y notas.
10:22. Con setenta almas descendieron tus padres a Egipto: Véase nota de Gén. 46:27.
11:18. Pondréis estas mis palabras en vuestro corazón … por señal en vuestra mano, y …
por frontales entre vuestros ojos: V. 6:4–9 y nota.
11:24. Todo lugar que pisare la planta de vuestro pie, será vuestro: Estar sobre un terreno
era un elemento de la posesión. En efecto, en tiempos primitivos, el poder para retener una
tierra equivalía a ser dueño de ella. V. nota sobre 25:9, 10.
Será vuestro: desde el desierto, etc.: Los límites de la tierra de Canaán habían de ser: Desde
el desierto, el de Arabia, en el sur. Y el Líbano: El sistema de montañas de Siria, formado
por dos cordilleras, el Líbano propiamente dicho en el oeste, y el Anti-Líbano en el este.
Constituían el límite nornoroeste de Canaán. Desde el río, el río Eufrates: El gran río de
Mesopotamia, el límite nornordeste de Israel. Hasta la mar postrera: El mar Mediterráneo.
V. notas de Gén. 15:18; Ex. 23:31; Núm. 34:1–15.
11:26. Pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: V. 27:11–28:68 para una
lista detallada de las bendiciones y maldiciones. Esto se cumplió en Jos. 8:30–35.
11:29. El monte Gerizim, y … el monte Ebal: Dos montes de Palestina, separados por un valle
estrecho en que se hallaba la antigua ciudad de Siquem (hoy día Nablus, o Napluse). Gerizim
tiene 868 metros de altura, y está al sur de este valle. Ebal tiene 938 metros de altura, y está
al norte del valle.
11:30. Gilgal: Círculo. El primer campamento de Israel después de cruzar el Jordán. Estaba
entre el Jordán y Jericó.
Los llanos de Moreh: Mejor, los terebintos de Moreh, comp. la VM. Era un lugar santo desde
tiempos patriarcales (Gén. 12:6, 7).
Estando visibles los dos montes desde Gilgal, podía ser descrito como frente a los terebintos
de Moreh. Comp. Driver.
12:2, 3. Destruiréis … los lugares donde las gentes … sirvieron a sus dioses: La obligación
de destruir los cultos paganos fue categórica; también fue imprescindible, si la verdadera
religión había de prosperar.
12:5. El lugar que Jehová vuestro Dios escogiere … para su habitación: El primer lugar
elegido fue Gilgal (Jos. 4:19, 20), y después de la conquista fue Silo (Jos. 18:1), donde quedó
durante el período de los jueces. Durante el reinado de Saúl, parece que fue en Nob (V. 1
Sam. 21:1–9 y nota).
Para nosotros, la centralización del culto es una cosa mala. En efecto, Jesús tuvo que corregir
la impresión que prevalecía en su día, de que sólo en Jerusalén se podía adorar, o de que un
lugar fuera más sagrado que otro (Jn. 4:21–23).
Pero en la época de Josué y en la de los jueces, la centralización del culto fue una norma
necesaria. La religión verdadera era nueva, y las religiones falsas estaban bien arraigadas en

comp. compárese; compárense.


VM Versión Moderna, una versión modernizada de las Sagradas Escrituras.

227
la cultura de Palestina. Otros centros de culto a Jehová en el país, lejos de la vigilancia de los
sacerdotes conocedores de la forma prescrita para adorar a Jehová, fácilmente se habrían
mezclado con el paganismo. La religión era una gran fuente de unidad política, como
Jeroboam I percibió cuando hizo los becerros de oro, para que las diez tribus del norte no
bajaran a Jerusalén para adorar (1 R. 12:28, 29).
12:8. Cada uno lo que le parece: Durante las migraciones en el desierto, y antes de la
centralización del culto en un lugar en Canaán, no existía la uniformidad en cuanto al culto
y su modo de celebrarse, que Moisés prevé ha de subsistir después.
12:15, 21, 22. Podrás matar y comer carne en todas tus poblaciones: Se refiere a la carne no
santificada, es decir, la ordinaria, que no se ofrecía a Jehová. Esta podía ser muerta y comida
en cualquier lugar.
12:17, 18, 26, 27. Ni podrás comer en tus poblaciones el diezmo: Nuevamente se refiere a
ofrendas dedicadas a Jehová, las que tenían que comerse en comida sagrada en el santuario
en Jerusalén.
12:19. Ten cuidado de no desamparar al Levita: El levita vivía de las ofrendas; no tenía
terrenos propios, excepto los ejidos alrededor de las ciudades levíticas, poco terreno en
comparación con la gran extensión de tierras de las otras tribus (V. Núm. 35:1–8 y nota).
12:31. A sus hijos e hijas quemaban en el fuego a sus dioses: V. Lev. 18:21 y nota.
13:1–5. La tentación a la idolatría por un profeta.
La prueba del verdadero adalid espiritual sería que dirigiera al pueblo en pos de Dios.
13:5, 9, 15. Tal profeta o soñador de sueños, ha de ser muerto: La destrucción de un
individuo o una ciudad por causa de su idolatría, puede parecernos como un medio severo.
Pero, en la época en que se establecía la religión, era una medida imprescindible para la
conservación de la pureza de ella. Por supuesto que nosotros no estamos bajo este precepto.
Al contrario, el principio de la tolerancia es un principio cristiano.
14:1. No os sajaréis, ni pondréis calva sobre vuestros ojos por muerto: El pasaje se refiere a
endechas extremas para los muertos. No tenían que herirse el cuerpo, ni cortarse el pelo de
las cejas, de la parte entre los ojos, como algunos antiguos acostumbraban hacer.
14:3–21. La necesidad de comer cosas limpias.
Paralelo a Lev. 11:2–23.
14:21b. No cocerás el cabrito en la leche de su madre: V. Ex. 23:19 y nota.
14:23. Comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: V. 12:15 y nota.
15:1–18. El año sabático.
V. notas de Ex. 23:10, 11; Lev. 25:1–7.
15:6. Prestarás … mas tú no tomarás prestado: La recompensa de la fidelidad a Dios sería,
que ellos tendrían suficiente dinero para que pudieran prestar a otros, pero no tendrían que
pedir prestado a nadie.
15:12. Cuando se vendiere a ti tu hermano Hebreo … al séptimo año le despedirás libre:
Entre los hebreos, no existía la verdadera esclavitud de los nativos; después de seis años de
servicio, el esclavo salía libre.
15:16, 17. Si él te dijere: No saldré de contigo, etc.: V. Ex. 21:5, 6 y nota.
16:1–17. Las fiestas.
V. las notas sobre las fiestas en relación con los siguientes pasajes: Pascua: Ex. 12:7; 12:27;
23:14–17; y notas. Pentecostés: Ex. 23:14–17 y notas. Tabernáculos: Ex. 23:14–17 y notas.
16:21. Bosque: V. Ex. 34:13 y nota.
17:1. No sacrificarás a Jehová tu Dios buey … en el cual haya falta: Debemos a Dios lo
mejor que tenemos.

228
17:2–7. Castigo del idólatra.
V. 13:5 y su nota.
17:6. Por dicho de dos testigos, o de tres testigos, morirá:.
El pasaje en Núm. 35:30 especifica que “un solo testigo no hará fe contra alguna persona
para que muera.” El principio general se establece en Deut. 19:15, citado en Mt. 18:16, y
referido en Jn. 8:17; 2 Cor. 13:1; 1 Tim. 5:19; Heb. 10:28. Por la posibilidad de error, o
deshonestidad, de parte de un testigo, se requerían dos o más.
17:16. No se aumente caballos: Los campos de batalla de Palestina no son aptos para la
caballería y el carro.
17:17. Ni aumentará para sí mujeres: Esto fue la causa principal de la caída de Salomón.
18:9–22. Reglamento para los profetas.
Es evidente, por el v. 20 (el profeta que presumiere hablar palabra en mi nombre, etc.), que
en este pasaje (vs. 9–22) se presenta una descripción del orden de los profetas, semejantes a
Moisés, que habían de levantarse. La palabra profeta en 18:15, 18 sería en el sentido genérico.
Esto se comprueba en que en el v. 20 (ya citado) se habla de cómo reconocer al profeta falso.
Se puede aplicar el pasaje figuradamente a Jesús, en el sentido de que todo el orden profético
fue típico de él; para decirlo en otras palabras, Jesús cumplió en su persona, mejor que nadie,
las virtudes del profeta. El fue el Profeta de los profetas. Todo profeta anunciaba la voluntad
de Dios; El más. Todo profeta revelaba el carácter de Dios; El más. Todo profeta ejercía el
poder de Dios; El más.
Pero no debemos olvidar que la aplicación histórica de este pasaje es al orden profético, que
después actuó entre los hebreos, y el objeto del autor en este pasaje es explicar cómo
distinguir entre el verdadero y el falso profeta.
18:22. Cuando el profeta hablare en nombre de Jehová, y no fuere la tal cosa, ni viniere, es
palabra que Jehová no ha hablado: La prueba de la realidad de la vocación profética sería
que se verificaría lo predicho.
19:1–13. Establecimiento de tres ciudades de refugio.
Se refiere aquí solamente a tres ciudades de refugio, que son las del oeste del Jordán,
habiendo sido ya establecidas las tres al este. V. Deut. 4:41–43 y notas. V. también Núm.
35:9–34 y notas. V. Jos. 20:7 para la enumeración de las tres ciudades occidentales de
refugio.
19:14. No reducirás el término de tu prójimo: Los límites de los terrenos y de las herencias
fueron fijados al principio; el mover uno de estos límites sería hacerlos inciertos, lo que
traería la confusión, con los consecuentes pleitos en los tribunales. En algunos casos,
probablemente eran movidos con el objeto de agrandar la posesión de uno, a costa de la del
vecino.
19:15. En el dicho de dos testigos, etc.: V. 17:6 y nota.
19:21. Vida por vida, ojo por ojo, etc.: V. Ex. 21:24, 25 y nota.
20:1–20. Leyes de la guerra.
Las instrucciones en este pasaje se relacionan con guerras futuras, después de la conquista de
Canaán, como los vs. 16, 17 claramente muestran.
20:5–9. Excepciones de la conscripción.
En este pasaje se mencionan cuatro excepciones de la conscripción. La ley se muestra muy
misericordiosa en estos asuntos. El que ha edificado casa, el que ha plantado viña, el que se
ha casado, tendría derecho a gozar de su casa o su viña o su esposa. Estos no serían buenos
soldados, porque su corazón no estaría en la guerra.

229
Los hebreos se muestran más realistas en cuanto al miedo en la guerra que muchas naciones
modernas. Reconocían que hay personas naturalmente tímidas, y que la timidez no es
necesariamente culpable, lo que está de acuerdo a la psicología moderna. Veían que éstos no
serían buenos soldados, y que su miedo sería contagioso. V. Juec. 7:3 para la operación del
principio expresado en este pasaje.
20:9. Oficiales: Dirigentes civiles. Capitanes: Dirigentes militares.
20:11, 12. Si te respondiere, Paz, y te abriere, etc.: V. Jos. 11:13.
20:16–18. Destrucción de las ciudades paganas de Canaán.
La razón para la destrucción de las ciudades se presenta aquí: para que no fuese contaminada
la religión de Jehová.
21:15. Cuando un hombre tuviere dos mujeres: La poligamia era permitida entre los hebreos,
pero no mandada. Esto fue como el divorcio, por la “dureza de sus corazones”.
21:23. Maldición de Dios es el colgado: A este dicho se refiere Pablo en Gál. 3:13.
22:5. No vestirá la mujer hábito de hombre, etc.: Evidentemente el autor bíblico no veía
ningún motivo bueno en tal cambio de vestido, que sería con el motivo de engañar.
22:6, 7. Cuando topares en el camino algún nido de ave …, no tomes la madre con los hijos:
Aquí tenemos un motivo compasivo, o quizás algún concepto de que el ave era propiedad
común, y sólo su cría pertenecía al que la encontraba (Robinson). Más probable creo que se
compara con Ex. 23:19 y Lev. 22:28, véanse. Es posible también que interviene el hecho de
que a la madre se la dejaba en libertad, por cuanto así podía traer al mundo otros pollitos el
año siguiente.
22:9–11. Misturas prohibidas.
V. Lev. 19:19 y nota.
22:12. Hacerte has flecos: V. Núm. 15:38 y nota.
22:13–21. Pruebas de la virginidad.
Aún en el día de hoy es extensa la creencia de que la prueba mencionada aquí es válida, como
comprobante de la virginidad en la mujer que se casa. Sin embargo, investigaciones extensas
han hecho saber que esta prueba no es infalible, puesto que, en relación con el primer coito,
a veces hay un flujo de sangre (como se implica en el v. 17), y a veces no, aun en la virgen.
Esta prueba sería, pues, como la prueba de los celos, comentada en las notas de Núm. 5:11–
31, algo que Dios dejó, o permitió, en la ley, por la falta de comprensión del pueblo, como
fue permitido el divorcio por cualquier causa, permitido por la dureza de corazón de los
hombres (Mt. 19:8), y la ley del talión (Mt. 5:38, 39). Comp. la exposición sobre Ex. 19:1–
25.
23:1. No entrará en la congregación … el que fuere quebrado, ni el castrado: El pasaje se
refiere a eunucos, y a las dos formas de crearlos: quebrando los testículos, o, en segundo
caso, amputándolos. Consúltese el DEHA, artículo eunuco.
Puesto que más tarde había eunucos en Israel (2 Reyes 9:32), la referencia aquí es
probablemente a eunucos que así habían sido hechos con motivo de algún culto pagano
(comp. Driver, y otros).
23:10. Alguno que no fuere limpio por accidente de noche: V. Lev. 15:16.
23:13, 14. Tendrás también una estaca entre tus armas; y … cubrirás tu excremento: Las
reglas de la higiene eran estrictamente observadas, cosa imprescindible tratándose de una
multitud tan grande de gente.

DEHA Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano.

230
23:15. No entregarás … el siervo que se huyere: Aquí la referencia es a un esclavo que haya
venido de un país extranjero.
23:25. Cuando entrares en la mies de tu prójimo, podrás cortar espigas: El Señor Jesús se
valió de este principio benéfico de la ley. Comp. Mt. 12:1; Mc. 2:23; Lc. 6:1.
24:1. Cuando alguno tomare mujer … si no le agradare por haber hallado en ella alguna
cosa torpe, le escribirá carta de repudio: La expresión alguna cosa torpe ha sido disputada
desde tiempos antiguos. Fue disputada entre los rabinos en la época de Cristo. La escuela de
Hilel, un rabino liberal y tolerante, la interpretaba por toda cosa, y tenemos un reflejo de esto
en Mt. 19:3. Según el criterio de esta escuela, un hombre podía divorciarse de su esposa por
cualquier cosa que no le agradara en ella. Pero la expresión en el original denota un defecto
muy serio, como el adulterio, siendo traducida literalmente asunto de desnudez, algo
vergonzoso, o deficiente, relacionado con la vida sexual de la mujer.
24:5. Cuando tomare alguno mujer nueva, no saldrá a la guerra: La libertad del hombre, de
ciertas responsabilidades cívicas durante el primer año de su casamiento, contribuía al éxito
del casamiento, y bien podría regir hoy. V. 20:5–9 y notas para otras excepciones de la
conscripción.
24:16. Cada uno morirá por su pecado: La responsabilidad individual. Comp. Ezeq. 18:4.
24:19. Cuando segares tu mies … y olvidares alguna gavilla … para la viuda será: La
operación de esta regla benéfica la hallamos en el caso de Rut (Rut 2:2). V. Lev. 19:9 y nota.
25:3. Si lo hiriere con muchos azotes …, se envilezca tu hermano: Dando al reo un número
excesivo de azotes, sería tratarlo como a un animal, o como a una cosa sin vida, lo que lo
envilecería.
25:4. No pondrás bozal al buey cuando trillare: Sería un acto inhumano hacer trabajar al
buey entre el grano, sin permitirle que comiese un poco de vez en cuando. Pablo aplicó esto
alegóricamente al obrero cristiano (1 Cor. 9:9).
25:5–10. La ley del casamiento del levirato.
V. nota sobre Gén. 38:9.
25:9, 10. Le descalzará el zapato de su pie, etc.: Cuando se tomaba posesión de un terreno,
se pisaba éste con los zapatos puestos. El zapato, pues, llegó a ser simbólico de posesión.
Quitarse uno el zapato y entregárselo a otro era renunciar al derecho de posesión. Es evidente
que existía mucho oprobio para quien no aceptaba los términos de la ley del levirato, por lo
dicho aquí: Escupirále en el rostro. Por cuanto en Rut 4:1–10, no se cumplía con esta regla,
parece que no existía tal oprobio en tiempos posteriores.
25:13–15. No tendrás en tu bolsa pesa grande y pesa chica, etc.: El pasaje se refiere a la
costumbre que tenían algunos de usar pesa grande para comprar, y pesa chica para vender.
26:5. Un Siro a punto de perecer fue mi padre: La referencia es a Jacob, llamado arameo
(Siro) por cuanto su madre era de Aram-naharáyim (Gén. 24:10 y nota). El mismo habitó allí
veinte años, de allí obtuvo sus esposas, y allí nacieron sus hijos, menos Benjamín, que nació
en Palestina (Gén. 35:16–18).
La expresión al punto de perecer ha sido interpretada de varias maneras: Jamieson: un siro
errante. K y D: un arameo perdido (que perecía). Waller: una referencia a la persecución de
Jacob por Labán, desde Aram-naharáyim hasta Galaad (Gén. 31:22, 23). El pasaje
probablemente se refiere a la situación poco envidiable de Jacob cuando llegó a la casa de
Labán: odiado por Esaú, sin amigos, sin posesiones.
26:12. Cuando hubieres acabado de diezmar todo el diezmo: La expresión diezmar todo el
diezmo es una traducción literal que equivale a tomar todo el diezmo (comp. la VM, Nácar-
Colunga, Moffatt, etc.).

231
El año tercero, el año del diezmo: Después de la fiesta de tabernáculos, que celebraba la
cosecha, quedaba algo para cosechar. Esto también tenía que ser diezmado, y este diezmo
era el segundo diezmo. Este diezmo comúnmente era comido como comida de sacrificio en
el santuario. Pero dos veces durante el período de seis años, antes del año sabático, era
entregado al levita y a los pobres, o sea, en el año tercero, llamado así el año del diezmo,
siendo denominado este diezmo el diezmo de los pobres, por escritores posteriores. Comp. K
y D, Waller, Driver, etc. Este año tercero volvía a repetirse cada tres años, desde luego, por
lo cual ocurría dos veces dentro del período que terminaba con el año sabático, o sea, el año
tercero y el año sexto.
26:13. He sacado lo consagrado de mi casa, y también lo he dado al Levita: Lo consagrado
se refiere al diezmo, y las otras cosas que debían ser ofrecidas a Jehová.
26:14. No he comido de ello en mi luto … ni de ello he dado para mortuorio: De las cosas
santificadas a Dios, no debían comer mientras estaban de luto, ni cuando inmundos, ni debían
dar para mortuorio, es decir, mandar a la casa de quien estaba de luto.
27:11–28:68. Bendiciones y maldiciones.
V. 11:26–29. Esto se cumplió en Jos. 8:30–35.
28:53. Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos: El canibalismo. V. 2 R. 6:28,
29, donde se cumplió esto.
28:64. Y Jehová te esparcirá por todos los pueblos: Para los habitantes del reino septentrional
de Israel, esto se cumplió en 722 a. de J. C., cuando los asirios destruyeron al país. Para los
habitantes de Judá, el reino del sur, se cumplió en 586 a. de J. C., cuando Nabucodonosor el
caldeo llevó en cautividad a los habitantes de Judá.
28:68. Y Jehová te hará tornar a Egipto: La profecía sobre la vuelta a Egipto se cumplió en
tiempo de Jeremías, en la época de la caída de la nación (Jer. 43:7). Pero es mejor tomar el
pasaje figuradamente: Egipto, habiendo sido un lugar de cautividad en el pasado, representa
simbólicamente a los países a los cuales los hebreos habían de ser llevados a la cautividad en
épocas futuras, por Asiria y Caldea.
29:1–30:20. El pacto en Moab.
El pacto en Moab no ha de ser considerado como un pacto nuevo, sino como una afirmación
del que ya existía, y que había sido hecho en Sinaí (Horeb). Tratándose de una nueva
generación, que no había visto Sinaí, ni los prodigios de Egipto, era preciso que éstos también
oyesen los términos del pacto, de los labios del gran legislador Moisés.
29:5, 6. Os he traído cuarenta años por el desierto: … No habéis comido pan …: En el
desierto no tenían comida natural, fruto de la tierra, sino el maná (fuera de la pequeña
excepción notada en una nota sobre Ex. 16:14–36, en que la cantidad de comida, fruto de sus
propios esfuerzos, sería poca en comparación con la provisión sobrenatural). Allá en el
desierto tampoco habían tenido el fruto de la vid (vino ni sidra), porque en el desierto no
podían cultivar la vid. Todo el argumento de este pasaje es que tenían provisión sobrenatural.
29:18, 19. Quizás habrá en vosotros raíz que eche veneno y ajenjo: Este pasaje se refiere a
aquél que anda tras la idolatría. En Heb. 12:15 se cita este mismo pasaje con referencia a la
vuelta de algunos al judaísmo, desde su profesión cristiana.
30:3. Jehová también volverá tus cautivos: Esto se cumplió en 537 a. de J. C., en la
restauración a Palestina bajo Sorobabel, también en 458 a. de J. C. bajo Esdras, y en 445 a.
de J. C., bajo Nehemías.

a. antes (en fechas).


J. C. Jesucristo (en fechas).

232
30:6. Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón: Es decir, consagrará Jehová el corazón. V.
10:16 y nota.
30:11–14. Este mandamiento … no está en el cielo … ni está de la otra parte de la mar …
porque muy cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón, para que la cumplas:
Este pasaje es citado por Pablo en Rom. 10:6–10.
El pasaje, en su contexto en Deuteronomio, resalta el hecho de que el pueblo ha recibido la
ley, y ésta está cerca para que la aprovechen. No está en el cielo, ni más allá que el mar; está
cerca, en sus bocas y en sus corazones, para que la cumplan.
Pablo hace una aplicación evangélica del pasaje, y llama atención a que no es el
cumplimiento de la ley (en Rom. 10:5 cita Lev. 18:5, pero es el mismo sentimiento que Deut.
30:14b: para que la cumplas); el plan del evangelio es creer y confesar (a Cristo), lo que
resalta en Rom. 10:9, 10.
(VIII) EPILOGO. FIN DE LA VIDA DE MOISES
Deut. 31:1–34:12
Llegamos ahora al fin de una época en la historia israelita, aquella época que he titulado
Período del Exodo y de las Migraciones. Es también el fin de la vida de un hombre, de un
hombre que fue el espíritu alentador de aquella época, que fue el medio por el cual la voluntad
de Dios se transmitió al mundo y su poder se hizo eficaz: Moisés.
Ninguno ha habido como Moisés, fuera de Aquél que, como Moisés, inició una nueva época:
Jesucristo. Así como Moisés había iniciado la época de la ley, Jesús inició la del evangelio,
siendo El el mejor representante de la nueva época, como Moisés era de la antigua.
Cuando procuramos describir la vida de Moisés, nada hallamos mejor que la descripción que
hizo de él, el Escritor de la Epístola a los Hebreos: “Moisés a la verdad fue fiel sobre toda su
casa” (3:5).
A. BOSQUEJO DEL FIN DE LA VIDA DE MOISES
Deut. 31:1–34:12
1. Ultimo discurso de Moisés al pueblo. 31:1–29.
i. Promesa de victoria en Canaán. 31:1–6.
ii. Comisión de Josué. 31:7, 8.
iii. Mandamiento para leer la ley en el año sabático. 31:9–13.
iv. Transferencia de la autoridad de Moisés a Josué. 31:14–23.
v. Entrega del libro de la ley a los ancianos. 31:24–29.
2. Cántico de Moisés. 31:30–32:45.
i. El poema. 31:30–32:43.
a. Introducción. 31:30.
b. Exhortación a todo el universo a oir el mensaje. 32:1–3.
c. Grandeza y rectitud de Dios. 32:4–6.
d. Desarrollo del pueblo de Israel bajo el tutelaje de Jehová. 32:7–14.
e. Rebelión del pueblo de Israel. 32:15–18.
f. Ira de Jehová y castigo de su pueblo. 32:19–25.
g. Límite de la venganza de Jehová por amor a su nombre. 32:26–33.
h. Venganza sobre los enemigos de Israel. 32:34–43.
ii. Recitación del poema al pueblo. 32:44, 45.
3. Exhortación al pueblo. 32:46, 47.
4. Advertencia de Jehová a Moisés sobre su muerte. 32:48–52.
5. Bendición de Israel por Moisés. 33:1–29.
i. Introducción. 33:1.

233
ii. Revelación de la ley en Sinaí. 33:2–5.
iii. Bendiciones particulares de las tribus. 33:6–25.
a. Rubén. 33:6.
b. Judá. 33:7.
c. Leví. 33:8–11.
d. Benjamín. 33:12.
e. José: Efraim y Manasés. 33:13–17.
f. Zabulón e Isacar. 33:18, 19.
g. Gad. 33:20, 21.
h. Dan. 33:22.
j. Neftalí. 33:23.
k. Aser. 33:24, 25.
iv. Bendición de Israel bajo el amparo del Dios único. 33:26–29.
6. Muerte de Moisés. 34:1–12.
i. Moisés contempla la tierra de promisión. 34:1–4.
ii. Muerte y entierro de Moisés. 34:5–7.
iii. Endecha de Moisés. 34:8.
iv. Comisión de Josué. 34:9.
v. Caracterización de la obra de Moisés. 34:10–12.
B. NOTAS SOBRE EL FIN DE LA VIDA DE MOISES
Deut. 31:1–34:12
31:9, 24–27. Y escribió Moisés esta ley: V. la referencia a estos pasajes en la Introducción al
libro de Deuteronomio, 2, Autor y fecha.
31:10. Al cabo del séptimo año: El año sabático: Ex. 23:10, 11; Lev. 25:1–7; y notas. El año
de la remisión: Una referencia al hecho de que en el séptimo año no se podía pedir que una
deuda fuera pagada (menos al extranjero), según 15:2, 3.
31:24–32:45. El cántico de Moisés.
Moisés, con el ojo del profeta, y con la experiencia de cuarenta años con la rebeldía del
pueblo, toma un punto de vista muy lejos en el porvenir, cuando el pueblo ya estaría en su
tierra, y anuncia la rebelión en contra de Jehová, cosa que se verificó en toda época de su
historia.
32:10. Guardólo como la niña de su ojo: Guardólo como la pupila del ojo, lo que
figuradamente se refiere al hecho de que lo guardó como la cosa más tierna y más cara, que
había de ser cuidada con celo.
32:15. Y engrosó Jeshurún, y tiró coces: Jeshurún es un término poético aplicado a Israel.
Hay una alusión a yisrael, Israel, pero se deriva de yaschar, ser recto, justo. Se compara la
nación justa a un animal hermoso, engordado (lo que ilustra la beneficencia de Jehová); en
vez de reconocer la bondad de su amo, y someterse a él, más bien es rebelde (tiró coces).
32:21. Me movieron a celos con lo que no es Dios … los moveré a celos con un pueblo que
no es pueblo: Por la idolatría y desobediencia del pueblo, ellos han de ser rechazados como
pueblo de Dios, siendo su lugar tomado por otro pueblo que no es pueblo de Dios. A esto
alude Oseas (Os. 1:8, 9). También Pablo hace referencia a lo mismo (Rom. 9:26). Comp.
Lange.
32:51. Por cuanto prevaricasteis contra mí, etc.: V. Núm. 20:7–12 y nota.
33:1–29. Bendición de Israel por Moisés.

V. véase; véanse.

234
V. las notas sobre las tribus en el capítulo sobre Las tribus de Israel en la tierra de Canaán,
en Tomo II.
33:2. Jehová vino de Sinaí … y vino con diez mil santos: La referencia es a la teofanía de
Jehová en Sinaí, y los diez mil santos serían ángeles. A esto se refiere Pablo en Gál. 3:19, y
el Escritor a los Hebreos en el 2:3 de su epístola.
33:6. Viva Rubén, y no muera: Una referencia al error de Rubén mencionado en Gén. 35:22;
49:3, 4.
33:8, 9. Tu Thummim y tu Urim, con tu buen varón, al cual tentaste en Massa, etc.: El deseo
expresado en este versículo es que siempre tengan un buen sumo sacerdote. Thummim y Urim
eran los ornamentos principales del sumo sacerdote y los símbolos de su función (V. Ex.
28:30 y nota). Moisés, hablando a la tribu de Leví, expresa su deseo de que: Sea tu Tumim y
Urim (es decir, el sumo sacerdocio) con algún buen hombre, parecido en carácter a aquél
que el pueblo tentó en Masa y Meriba (Ex. 17:1–7), es decir, a Aarón, el descendiente de
Leví, que tenía el sumo sacerdocio en el tiempo de Moisés. De este modo podemos
parafrasear el pensamiento de este versículo.
El que dijo a su padre y a su madre: Nunca los vi: Ni conoció a sus hermanos, ni conoció a
sus hijos: Aquí también se refiere a la tribu de Leví. Juzgando los levitas al pueblo
pecaminoso (Ex. 32:27, 28), no se fijaron en su parentesco con los pecadores ni permitieron
que los desviara de su obligación en esa ocasión, a saber, la de ejecutarlos.
33:22. Dan, cachorro de león: Saltará desde Basán: En Gén. 49:17 Dan se compara con una
serpiente, aquí con el león; en el primer caso se acentúa su astucia, en el segundo, su
ferocidad. Samsón ilustra bien ambas características; los danitas que tomaron Laís (Juec.
18:27–29) ilustran la segunda.
Aunque la construcción gramatical relaciona la frase saltará desde Basán con león, y no con
Dan, es verdad que Basán se extendía hasta el pie de Hermón, cerca de Laís (Dan), así que
posiblemente el autor escribe aquí desde el punto de vista de la colonia de danitas en Laís.
Comp. Driver.
33:25. Hierro y metal tu calzado: En vez de calzado, podría ser barra; la palabra es empleada
con referencia a las puertas. Puesto que Aser vivía en el extremo norte del país, y estaba
sujeto a las invasiones del extranjero, la palabra posiblemente se refiere a la fortaleza de las
defensas del país.
33:26. Jeshurún: V. 32:15 y nota.
34:1–4. Moisés contempla la tierra de promisión.
Lo que vio Moisés de la tierra prometida no fue una visión, sino una vista real y evidente.
34:1. Galaad hasta Dan: Desde donde estaba Moisés, frente a Jericó, podía ver la región de
Galaad (Gén. 31:23 y nota) hasta la ciudad de Dan (Deut. 33:22 y nota), o sea, la región de
las tribus orientales.
34:6. Y enterrólo en el valle … y ninguno sabe su sepulcro: Este pasaje obscuro ha traído
mucha especulación en épocas posteriores, como es natural. Pero es mejor atenernos a lo que
sencillamente se dice aquí, separado de toda especulación, lo que es suficiente.
Judas tiene una referencia, también obscura, a una contienda del arcángel Miguel con el
diablo, “disputando sobre el cuerpo de Moisés” (Jud. 9). Este dato, según Orígenes, estaba
contenido en la obra apócrifa Asunción de Moisés.
TABLA CRONOLOGICA DE LA HISTORIA HEBREA
Desde el nacimiento de Taré hasta la Muerte de Moisés

235
2236 a. de J.C. Nacimiento de Taré.
2166 a. de J.C. Nacimiento de Abraham.
2116 a. de J.C. Partida de Abraham de Ur.
2090 a. de J.C. Partida de Abraham de Carán.
2080 a. de J.C. Invasión de Egipto por los hicsos.
2066 a. de J.C. Nacimiento de Isaac.
2006 a. de J.C. Nacimiento de Jacob.
1991 a. de J.C. Muerte de Abraham.
1913 a. de J.C. Nacimiento de José.
1896 a. de J.C. Venta de José.
1876 a. de J.C. Descenso de Jacob a Egipto.
1859 a. de J.C. Muerte de Jacob.
1803 a. de J.C. Muerte de José.
1580 a. de J.C. Fin de la era de los hicsos.
1529 a. de J.C. Nacimiento de Aarón.
1526 a. de J.C. Nacimiento de Moisés.
1486 a. de J.C. Partida de Moisés para Maidán.
1446 a. de J.C. Exodo de Israel de Egipto.
1446–45 a. de J.C. Israel en Sinaí.
1445 a. de J.C. Reconocimiento de Canaán.
1408 a. de J.C. Muerte de Aarón.
1407 a. de J.C. Conquista de la región al este del Jordán.
1407 a. de J.C. Muerte de Moisés.
TABLA DE LETRAS HEBREAS Y ROMANAS EQUIVALENTES
CONSONANTES
Letra Letra
Nombre
hebrea romana

1 ‫א‬ Alef Ninguna

2 ‫ּב‬ Bet (con dáguesch)b

‫ב‬ Bet (sin dáguesch) v

Guímel (con
3 ‫ּג‬ dáguesch)
g, ó gu ante e-i

Guímel (sin
‫ג‬ dáguesch)
g, ó gu ante e-i

Dálet (con
4 ‫ּד‬ dáguesch)
d

a. antes (en fechas).


J.C. Jesucristo (en fechas).

236
Dálet (sin
‫ד‬ dáguesch)
d

5 ‫ה‬ He h

6 ‫ו‬ Wau w

7 ‫ז‬ Zayin z

8 ‫ח‬ Jet j

9 ‫ט‬ Tet t

10 ‫י‬ Yod y

Kaf (con
11 ‫ּכ‬ dáguesch)
k

‫כ‬ Kaf (sin dáguesch) k

12 ‫ל‬ Lámed l

13 ‫מ‬ Mem m

14 ‫נ‬ Nun n

15 ‫ס‬ Sámek s

16 ‫ע‬ Ayin Ninguna

17 ‫ּפ‬ Pe (con dáguesch) p

‫פ‬ Pe (sin dáguesch) f

18 ‫צ‬ Tsade ts

qu, ó c ante a-o-u, y


19 ‫ק‬ Qof (ó Cof)
consonante, o final

20 ‫ר‬ Resch r

237
21 ‫ׂש‬ Sin s

‫ׁש‬ Schin sch

Tau (con
22 ‫ּת‬ dáguesch)
t

‫ת‬ Tau (sin dáguesch) th

VOCALES
Letra Letra
Nombre
hebrea romana

ָ Cámets a

ָ Pátaj a

ָ Tseré e

ָ Segol e

‫י‬ Jírec i

ָ Jírec i

‫ֹו‬ ֹ Jólem o

ָ Cámets-jatuf o

‫ּו‬ Súrec u

ָ Quibuts u

SEMIVOCALES

ָ Schewá (ó Schevá)e

ָ Jatef-pátaj a

238
ָ Jatef-segol e

ָ Jatef-cámets o

239

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