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UNIVERSIDAD DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
PROGRAMA DE ANTROPOLOGÍA
MANIZALES, OCTUBRE DE 2019
VOLVER ASÍ: DE WERA FA A TRAVIESAS.
ALEGORÍAS TRANS SOBRE MUJERES INDÍGENAS EMBERA EN
SANTUARIO (RISARALDA)
Director de tesis
SEBASTIÁN GIRALDO AGUIRRE
Sociólogo
Mg. Estudios de Género
UNIVERSIDAD DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES
PROGRAMA DE ANTROPOLOGÍA
MANIZALES, OCTUBRE DE 2019
AGRADECIMIENTOS
A Natalia Gómez por el trabajo incondicional con las muchachas y por aventurarse
en este viaje junto a mí.
Contenido
Introducción ............................................................................................................. 6
Capítulo 1
En el camino: el método, la metodología y algunas consideraciones sobre lo trans
.............................................................................................................................. 11
1.1. Sobre el método y la metodología ............................................................ 11
1.2. Consideraciones sobre lo trans ................................................................ 17
Capítulo 2
Cosmogonía y representaciones simbólicas de la sexualidad en las comunidades
Embera Chamí y Katío .......................................................................................... 22
2.1. Estar ahí ...................................................................................................... 22
2.1.1 Indígenas en Santuario .......................................................................... 28
2.1.2. Ambachake: Relaciones de parentesco................................................ 32
2.1.3. Violencia y discriminación ..................................................................... 36
2.2. Volver así .................................................................................................... 40
2.3 Recoger ....................................................................................................... 55
2.4 Castigar ........................................................................................................ 65
Capítulo 3
La finca y la disidencia sexual: de Wera fa a Traviesas ........................................ 71
3.1. La finca ....................................................................................................... 71
3.2 Disidir y no disentir: la disidencia sexual y la construcción del concepto de
persona .............................................................................................................. 77
3.3 De wera fa a traviesas: naciendo comunidad .............................................. 86
Capítulo 4
Representaciones y auto-representaciones de la disidencia sexual en contexto
Embera .................................................................................................................. 95
4.1. Apuntes sobre la representación................................................................. 95
4.2. ¿Qué es lo que se teje cuando tejemos? .................................................. 102
4.3. Alegorías trans sobre mujeres indígenas Embera .................................... 110
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................... 119
Introducción
1
Esta investigación retoma la categoría de disidencia entendida como las prácticas sexuales e
identidades de género que trascurren de manera liminal, abyecta y periférica en un régimen de
sexo/género situado histórica y geográficamente. Pensar en disidencia sexual, entonces, nos permite
“considerar las prácticas, cuerpos e identidades que constituyen resistencias dentro de las relaciones
de poder (Foucault) o puntos de fuga a la axiomática heterosexual (Deleuze y Guattari)” (Rubino,
2019, pág. 74). Pensar la disidencia a partir de la posibilidad que tienen las comunidades indígenas
de nombrar, categorizar y representar su sexualidad a partir de sus construcciones de realidad, las
cuales pueden no corresponder con los procesos nominales blanco-mestizos. Sobre el uso de la
categoría, las implicaciones con el sustento teórico, epistémico y político y, la problematización de
ésta en relación con categorías como “diversidad sexual”, se desarrollará con profundidad en el
capítulo 3.
en contextos étnicos (Fernandes, 2014, pág. 137; Giraldo Aguirre, 2018, pág. 121),
apropiando las categorías nominales propias de la comunidad con sus usos
sociales, políticos y culturales para comprender los procesos de auto-
representación que “surgen en la producción de conocimiento desde el interior
mismo de las relaciones intersubjetivas” (Lugones, 2014, pág. 18).
Por último, plantear que los estudios sobre sexualidad y género en el contexto
étnico embera no se agotan en lo sexual, es decir, la carga política de estudiar los
procesos de auto-representación de mujeres indígenas traviesas arrastra una
discusión sobre el carácter político de las identidades de género (Foucault, 1977,
pág. 127; de Lauretis, 1989, pág. 8; Butler, 2007, pág. 106; Duque Acosta, 2010,
pág. 31) y sobre los límites discursivos de lo trans, pues la categoría traviesa tiene
la capacidad de producir agencia, relaciones, significados, formas de auto-
representación y marcos de comprensión de las experiencias colectivas2,
trascendiendo las especificidades de la identidad indígena y la identidad de género
y centrando la comprensión a partir de las implicaciones del cosmos espiritual de
los embera. Es por esto que en la escritura de esta monografía se hablará de
traviesas y se recurrirá la categoría trans de forma genérica únicamente cuando el
ejercicio de escritura lo exija.
Es por esto que, según Viveros Vigoya (2013), “preguntarse por la pertinencia
analítica y política de utilizar categorías como sexualidad, erotismo, género y amor
para hablar de grupos sociales que no se adecuan a los presupuestos sobre los
cuales se fundaron dichas categorías es un reto para los investigadores” (pág 41),
que no se agota exclusivamente en un reto metodológico y/o epistemológico, sino
por el contrario, se expande en un escenario político diferente, en la medida en que
responde a grupos sociales heterogeneos. Es decir, las categorías analíticas y
nóminales sobre el sexo y la sexualidad que se construyeron para dar cuenta de la
estructura sexual occidental no son directamente homologables a contextos étnicos,
en donde factores como la cosmogonía, los ritos, aspectos simbólicos y culturales
2
En el capítulo 3 se desarrollará con profundidad las discusiones que plantea esta categoría y los
quiebre en la mirada etnográfica para comprender las repercusiones colectivas de este proceso.
tienen influencia.
Así bien, esta investigación está compuesta por cuatro capítulos que aportan
a la comprensión de las alegorías trans de mujeres embera, desde un enfoque
decolonial que permita leer y comprender otros discursos y otras formas de ver, de
ser y de estar en el mundo.
4
Modelo que llega a la ciencia histórica producto del giro lingüístico, en el cual cobra importancia teórica,
científica e investigativa la historia social y cotidiana, sin desconocer la importancia de la historia política y
económica, la cual sirvió para el desarrollo de esta ciencia. La historia social y/o cotidiana, da lugar al
enfoque microhistórico, desde el cual se ha agudizado la mirada para que estas categorías (que para las
lenguas derivadas del latín lingüísticamente es difícil plantear, ya que se usa el mismo término para
denominar a la historia y a la historiografía), problematizando el papel de la escala en la investigación
histórica.
los silencios y se propende por ahondar en la cotidianidad a través de las palabras,
“constituyendo una expresión de la permanente interacción entre la historia personal
y la historia social” (Puyana V & Barreto G, 1994. Pág. 186). Así mismo, de forma
paralela, el uso de la historia de vida (history) está presente, definido éste como los
estudios de caso sobre una persona dada, que puede comprender, además de su
propio relato, otro tipo de documentos (Bisquerra Alzina, 2004. Pág 347). Es decir,
la historia de vida no se opone a los relatos de vida, sino, por el contrario, posibilitan
un momento de comparación en lo narrado, ya que la primera insta a confrontar la
información con otras fuentes. En este sentido, los relatos de vida y la historia de
vida, como metodología cualitativa tienen como fin el proceso de interpretación,
dando lugar a las formas de narrar que nacen de los interlocutores.
5
La traviesa es una categoría nominal que utilizan las indígenas para nombrarse, responde a la
representación metafórica que tiene relación con fenómenos naturales, en particular con la
cosecha de café. Sobre esto ahondaré en el capítulo 3.
6
Volver así es la expresión que las indígenas utilizan para referir a sus procesos de tránsito, la cual
servirá de análisis en el capítulo 3.
otra, se cuelan en los intersticios espirituales, coexisten en ellas, abrazan su
complejidad mezclada, se tejen junto a las otras, se piensan en lo colectivo y en el
nosotras. Las traviesas han desarticulado discursos que emergen desde la
colonización discursiva y que constituyen rígidas estructuras que moldean el cuerpo
y las subjetividades, estando al margen de paradigmas biomédicos y cuestionando
el escenario jurídico, posicionan otras formas de entender ser mujer y de entenderse
como mujeres.
Estar ahí es una suerte de refugio que convierte al lugar en un contexto y sitio
desde dónde actuar y representarse. Por esto, se hace referencia al municipio de
Santuario, en el departamento de Risaralda, aunque la población sujeta de estudio
no pertenezca en ningún caso a este lugar, pero sí ha sido un medio de acogida en
el sentido de ser el escenario para asentarse de la población indígena trans
desplazada desde otros municipios en el departamento y fuera de este.
.
En la historia del municipio pueden leerse diferentes momentos de
colonización, por un lado, con el impacto de los españoles en las zonas donde había
asentamientos indígenas que, en muchos casos, llevaron al exterminio de grupos
étnicos y/o el desplazamiento hacia otros territorios y; por el otro, la colonización
antioqueña que, ha impacto socio-económicamente en la historia del Viejo Caldas
y como consecuencias ha dejado una configuración geográfica, un modelo
económico del uso de uso, prácticas culturales y patrones en la arquitectura
(Londoño, El modelo de colonización antioqueña de James Parsons. Un balance
historiográfico, 2002).
Como resultado, una masacre en contra de los militantes del partido liberal
pasó a la historia del municipio como “el día en que Santuario anocheció liberal y
amaneció conservador” (Correa Ramírez, Gil Pérez, Tascón Bedoya, López García,
& Valencia López, 2016, pág. 332) que dejó muchas víctimas en el anonimato y
provocó procesos de desplazamiento de los que no se habla en el municipio, según
una entrevista con el historiador Jaime Vásquez, más de 1,000 personas tuvieron
que abandonar el municipio para salvar sus vidas y muchos liberales que por
inconvenientes insalvables tardaron en huir, cayeron bajo el fuego de los fusiles o
cocidos a cuchillo o despedazados a machete.
Posterior en la década de los 60´s, el municipio presenció nuevos
enfrentamientos, esta vez en relación al panorama de separación de Caldas en la
creación del departamento de Risaralda. Los testimonios de Javier Mahmut y
Everardo Echeverry quienes han hecho parte de la vida pública del municipio,
narran detalladamente en “Santuario Risaralda 1886-1986. 100 años de historia” de
Vásquez Raigosa (1986),
En el parque y en las calles que para ese entonces uno las andaba descalzo, se
organizaron muchos problemas. Todo salía de ahí, cualquier manifestación salía del
parque. Cuando Risaralda empezó a funcionar, aquí se salía con carteleras y
querían cobrárselo a la junta pro-fundación de Risaralda (pág. 325)
7
Según el coordinador municipal de turismo, César Obando. Entrevista, marzo 5 de 2019.
8
Hablar de territorialización significa abordar un proceso de identificación, definición y producción de un
espacio creado por sus actores desde lo individual o lo colectivo con un sentido geográfico (Salas Quintanal,
2006).
conexión ancestral y cosmogónica que los pueblos Embera asentados en los
municipios de Pueblo Rico y Mistrató (Risaralda) le han asignado. El cerro Tatamá,
representa elementos cosmogónicos y simbólicos para el pueblo Embera a tal
escala que, éstos prefieren vivir en asentamientos cercanos al Tatamá amparados
en la conexión necesaria y constante con la tierra.
¡Usted no conoce los hijitos míos? tengo tres, están pa donde mi mamá. La mamá
se murió parece pues lo que dice la gente que enloquecida, murió así ya pocos años
pues. Entonces yo mando plata pa los hijos y ellos saben que yo estoy trabajando y
yo llamo y dicen mamá (Trabajo de campo. Yesica Campo, 22 de marzo de 2019,
finca La Avioneta, Santuario (Risaralda)).
A uno si le da miedo y pena de que miran y que dicen que no es mujer, es que volvió
así. Pero yo le digo una cosa, nosotras no volver así por hacerle daño a nadie, eso
9
“Instrumento que consta de dos maderos, uno de los cuales con orificios para meter la pierna de quienes
hayan cometido una falta en el caserío” (Murcia García, 1993, pág. 23)
es porque mi dios quiso y también por culpa hay veces los niños de chiquitos no les
ponen bien cuidado. Como le parece que fuera diferente, que mi mamá no es mi
mamá, mi mamá es mi abuela y me dio a mi mamá para que ella me tuviera pues
normal como hijo de ella. Lo que parece es que a mí me dejaron hacer cuando
chiquito las curaciones y yo sentir diferente y a mí no me llevaban pal jaibaná. Por
esa razón yo me fui a la edad de 13 años porque yo no sé pues, yo ahí sentía como
raro y me toco irme pues porque no me dejaban como sentir como ser humano y ya
luego pa uno estar solo que no lo conoce nadie, eso si me queda muy duro (Trabajo
de campo. Samanta Enevia, 13 de octubre de 2018, finca El Roble, Santuario
(Risaralda))
Los escenarios de participación y los roles que asumen las traviesas, superan
las “prácticas de control social que impiden que las mujeres se expresen libremente,
participen de manera tranquila en los espacios públicos y, por ende, que socialicen
sus conocimientos (González Henao, 2013, pág. 179). Esto implicó para este grupo
de mujeres la persecución constante de los gobernadores indígenas que ven en
este proceso una pérdida de la identidad indígena y una deshonra para la
comunidad. La disputa vigente entre ambos actores produce inflexiones sobre el
cuerpo y la subjetividad de las indígenas, ya que huir del resguardo implica
exponerse a procesos de aculturación10 en la medida en que el nuevo grupo social
al que se insertan no legitima sus prácticas culturales y por el contrario, impone las
formas blanco-mestizas de habitar y relacionarse con el territorio, formas socio-
organizativas que desconocen la autonomía de las comunidades indígenas y los
contextos culturales de las comunidades Embera, desde donde no se reconocen
sus tradiciones y sus prácticas culturales ancestrales.
10
En el término aculturación el prefijo a implica alguna forma de privación o ausencia. “La entendemos como
un proceso social de encuentro de dos culturas en términos desiguales, donde una de ellas deviene dominante
y la otra dominada” (Mujica Bermúdez, 2002)
excusa de trabajar en las fincas cafeteras, pero posteriormente en las estancias en
el municipio iniciaron sus tránsitos y decidieron quedarse.
Las indígenas viven en los cuarteles de las fincas en las que se emplean
como recolectoras. Esta forma de habitar el espacio no responde a las formas
tradicionales de asentamiento de los Embera, sin embargo, en la mayoría de los
casos, en los cuarteles solo vive población indígena, sirviendo esto de base para la
construcción de vínculos y tejido social. Los cuarteles también son reproductores de
vínculos sexuales y afectivos, de nuevas configuraciones familiares principalmente
por afinidad como respuesta a los procesos de exclusión y precarización a los que
se enfrenta la población.
11
De esta forma se nombra en lengua embera a la familia y las relaciones familiares
12
Alojamiento de los recolectores de café en las fincas. Usualmente son salones grandes hechos de cemento y
techos de zinc, con poca luz natural y con capacidad para albergar más de 50 personas.
culturales y ancestrales propias de la identidad embera, en el marco de un ejercicio
de pleno reconocimiento sin someterse a los castigos a los cuáles estarían
expuestas si decidieran regresar a los resguardos en los que nacieron o, si por el
contrario, son llevadas a la fuerza. El ejercicio de pensarse colectivamente reprodujo
las formas tradicionales “de familias nucleares o extensas en promedio de unas
siete personas” (Pardo, 1984, pág. 24) pero la configuración de estas familias si bien
es extensa, muy pocas veces surgen a partir de vínculos consanguíneos, por el
contrario, las familias se configuran a partir de los vínculos de amistad y el
reconocimiento como prima de las otras traviesas.
13
“Una madre es una que ya está viejita adelante pues, que ya tiene experiencia y puede dar consejo a uno.
Cuando yo estaba chiquita como de 13 años yo conocí a Daniela que ella era la madre y muchos tiempos
después que dicen que yo soy la madre, pues eso dicen las muchas, que Samanta es la madre porque yo le
ayudo mucho a ellas y me toca muy duro por ellas” Entrevista a Samanta Enevia, marzo 23 de 2019.
Tener marido constituye un elemento central en el auto-reconocimiento de
las traviesas, pues al igual que las indígenas en los resguardos, el vínculo conyugal
es la consecuencia de un desarrollo eficaz de los ritos de paso (Van Gennep, 1986)
que configuran la categoría de una mujer embera (embera wera, en lengua embera).
Las construcciones sobre la masculinidad en este caso, para los maridos de las
traviesas, están orientadas en el reconocimiento de mujeres indígenas en la medida
en que ser embera wera no depende necesariamente de las características
corporales, es por esto que, los hombres se interesan en las traviesas porque éstas
han aprendido los significados de ser mujer. Así bien, pensar en lo trans como
categoría cuyos sentidos tienen una considerable especificidad histórica y
situacional (McKenna & Kessler, 2006, pág. 14) implica que aunque las traviesas
producto de procesos de aculturación y de colonización discursiva se nombren
como trans/transgénero, no hay manera de afirmar que el significado al que ellas se
refieren responda a la definición blanco-mestiza.
(…) Cuando yo me llegué por acá y no habían primos a mí me tocó aprender idioma
de español porque uno le decía una cosa al patrón y entonces no entendía, entonces
a mí me daba pena porque dicen que no sabe y si uno a veces estaba enfermo o
necesita un favor, ya no uno se queda así, ya no puede (Trabajo de campo.
Entrevista a Verónica Tascón, 10 de noviembre de 2018, finca El Roble, Santuario
(Risaralda)).
(…) Un día yo entré en esa oficina de la tesorera y ella me dijo un poco de cosas
por eso yo necesito más adelante la reunión porque yo me tengo que hablar eso con
las muchachas, cómo vamos a hacer pa la cédula y que pa los desplazados. Cuando
yo fui que ya no estaba y ya la señora que está ahí que no está y que me llamaba y
a donde que nadie llamó y ningún de nada de documentos (Trabajo de campo.
Samanta Enevia, 10 de noviembre de 2018, finca El Roble, Santuario (Risaralda)).
14
Esta investigación retoma la categoría de disidencia entendida como las prácticas sexuales e
identidades de género que trascurren de manera liminal, abyecta y periférica en un régimen de
sexo/género situado histórica y geográficamente. Pensar en disidencia sexual, entonces, nos permite
“considerar las prácticas, cuerpos e identidades que constituyen resistencias dentro de las relaciones
de poder (Foucault) o puntos de fuga a la axiomática heterosexual (Deleuze y Guattari)” (Rubino,
2019, pág. 74). Pensar la disidencia a partir de la posibilidad que tienen las comunidades indígenas
de nombrar, categorizar y representar su sexualidad a partir de sus construcciones de realidad, las
cuales pueden no corresponder con los procesos nominales blanco-mestizos. Sobre el uso de la
categoría, las implicaciones con el sustento teórico, epistémico y político y, la problematización de
ésta en relación con categorías como “diversidad sexual”, se desarrollará con profundidad en el
capítulo 3.
producto de nuestra interacción y socialización. Es por esto que, para el caso de
esta investigación, las formas como se nombra a las indígenas están ligadas a la
categoría que ellas refieren para nombrarse colectivamente antes de los procesos
de colonización discursiva, es decir, traviesas.
15
En el capítulo 3 se desarrollará con profundidad las discusiones que plantea esta categoría y los
quiebre en la mirada etnográfica para comprender las repercusiones colectivas de este proceso.
traviesas y se recurrirá la categoría trans de forma genérica únicamente cuando el
ejercicio de escritura lo exija.
La raza indígena si hay pocos trans, como adelante que eso no existía, decían que
cómo era, Vero ¿cómo dicen pal Chocó lo que nosotras volver así? Ah, es que como
adelante no existir transgénero la palabra que digo pues, decían que como traviesa
o atraviesas yo no sé hace años pocos añosjajaja [risas] lo que parece que en un
Santuario vinieron de televisión con cámara que una entrevista de porqué volver así
pocos indígenas de Santuario. Ellos decían quesque trans y yo pregunté qué eso
quesque trans quesque como usted y yo me quedé más preocupada que yo le dije
a tesorera, porque nosotros normal como traviesa y en alcaldía explicaron. Porque
en adelante todas porque volver así, un ejemplo pal Chocó que no saben hablar bien
español, ellas volver así y están pal censo ya toca conformar comunidad y toca
dejarse aprender experiencia lo que habla política la gente y toca aprender cuando
a uno llegue un proyecto, una Bogotá que una reunión, que ya toque experiencia y
ya puede ir que no le de pena porque volvió así (Trabajo de campo. Samanta Enevia,
15 de noviembre de 2018, Plaza principal de Santuario (Risaralda)).
16
En el desarrollo del capítulo 3, en el apartado De wera fa a traviesas: naciendo comunidad”, se
plantea la discusión en torno al rechazo que hacen las traviesas a la categoría wera fa (traducido
del embera al español como mujer falsa) que hace parte de los procesos categóricos de las
mujeres embera.
al matizarse en contexto étnicos. Para el caso local, las indígenas trans Embera
Chamí y Katío en múltiples momentos se refieren a sí mismas como “traviesas”,
esto a su vez, alienta la investigación para develar el orden y los procesos sexuales
al interior de los resguardos y cómo estos regímenes pueden ser diferentes,
opuestos o iguales a los mestizos y, así mismo, se piensa en los intersticios por los
que se cuelan formas de nombrar y representar aquello que se sale de la norma.
Vea, yo en Mistrató vivía desde niño con mi mamá y después tuvo con mi tía
también, viviendo pues ahí, como llevando, lidiando a los niños. Entonces poco a
poco mi mamá me entregó pal estuio y estuve estuiando en el Purembará que llama
el indígena, hay un colegio internado en eso estuve estuiando. Entonces cuando yo,
desde pequeño ya sentí igualmente como una mujer, cuando yo tenía la edad, malo,
malo, 10 años y me sentía igual como una mujer. Sentía de jugar de muñecas de
mujeres, ponía faldas, blusas y sabía hacer de comer también, siendo yo teniendo
menor edad. Entonces mi mamá decía: “mijo ¿usted por qué lo hace así?”, y yo
decía mi mamá: “mami lo que parece yo siento igual como una mujer, yo no siento
hombre”, entonces ella decía: “Ah si es así entonces ya es cuestión de usted, pero
más adelante que no me vaya a decir que va a resultar problema con la familia”.
(Trabajo de campo. Samanta Enevia, 8 de septiembre de 2018, Plaza principal de
Santuario (Risaralda)).
17
Retomando la categoría de rito desde los aportes hechos por el antropólogo Arnold van Gennep para
referirse a las determinadas ceremonias que se celebran en un determinado grupo cultural, marcando el
tránsito que las personas hacen de una etapa de su vida a otra. (Van Gennep, 1986)
“operadas” pueden sentir deseo sexual por otras mujeres y el clítoris podría ponerse
erecto como el pene de los hombres, lo cual implicaría un rechazo social hacia esa
mujer (González Henao, 2013).
Es por esto que, por un lado, el rito de la curación deja entrever que ser
emberawera no empieza exclusivamente por nacer en el proceso fisiológico de un
embarazo y posteriormente un parto, es decir, no es un proceso exclusivamente
biológico, sino que requiere de intervenciones de las mayoras y las parteras para
encausar las formas de ser en la construcción colectiva de lo que es ser
emberawera. Dicho de otra manera, el sexo también responde a los patrones
culturales solidificados y orientados por las alegorías cosmogónicas en torno a esta
práctica, superando así los presupuestos sobre los cuales se fundó el sexo como
categoría nominal y de análisis desde una perspectiva meramente biológica, sino
que, para el contexto Embera, esta categoría se compone nominal y analíticamente
desde la transposición de un proceso biológico en articulación con las orientaciones
culturales hechas norma dentro de un grupo particular.
Los tránsitos entre etapas propias del ciclo de las mujeres, supone también
obedecer el orden simbólico que trae consigo el conocimiento ancestral del rito
cumplido, en otras palabras, no es sólo cumplir los ritos en un sentido cuantitativo,
sino que exige la incorporación simbólica y las representaciones sociales, políticas
y económicas de tales ritos, ya que, al no cumplirse, las mujeres no son sujeto de
deseo para los hombres, lo cual no es rentable para la familia, así que el ciclo de
aprender a ser mujer, parafraseando a González Henao (2013) está orientado a lo
que dentro del grupo cultural se espera de las mujeres, es decir, generar un vínculo
familiar con un hombre de la comunidad y a su vez, enseñar a ser mujer a su
descendencia
Si bien hasta ahora se ha reconstruido el ciclo de vida de las mujeres embera
para comprender el epónimo de mujer que orienta en gran medida los referentes de
las traviesas, es necesario entender el género, superando las limitaciones
ontológicas de los supuestos sobre los que éste se cimenta, es por esto que, se
retoma el concepto de género de una mujer indígena mapuche, recuperando su voz
en Bidaseca & Vásquez (2010) “el concepto de género es patrimonio de las ciencias
sociales como categoría de análisis y su construcción teórica es parte de un proceso
social y académico distante a los Andes (2007)”. (pág. 2) para introducir cuestiones
sobre los usos analíticos de esta categoría en contextos étnicos.
Por lo tanto, esta investigación retoma las tensiones del género como
categoría de análisis imbricadas por la raza, el género, la etnicidad y el colonialismo
(Fernandes, 2014) complejizándolas a partir de los planteamientos de Lugones
(2007) y Lugones & Mignolo (2010) con lo propuesto como “colonialidad del género”
a partir del reconocimiento del “poder explicativo del término de la colonialidad del
poder de Quijano [2008]” (Mendoza, 2014, pág. 94)18. Esta episteme (Bidaseca &
Vásquez, 2010) tiene que ver con el dominio y el control de las subjetividades
femeninas racializadas y “está relacionada con la negación del valor y de la
humanidad de las mujeres no blancas, indígenas y afrodiaspóricas” (Álvarez Chica
& Noguera de Echeverri, 2016, pág. 136).
18
Sobre el concepto de colonialidad del poder, véase: “Colonialidad y modernidad / racionalidad”
(Quijano, 1991)
19
Los jais en embera significan espíritus y, según la cosmogonía embera, los jais están en las
plantas, los animales y la naturaleza en general.
20
Corresponde a un ser mitológico que refiere a una perdiz.
21
En castellano los informantes hablan indistintamente de Aribada, Mohana o Diablo, presente en
toda conversación sobre temas de “espantos”. Para ampliar sobre estos mitos, ver Castrillón
Caviedes (2010)
convirtiéndose en una forma de “colonialismo discursivo” (Suárez Navaz &
Hernández, 2008). De acuerdo al planteamiento de Fernandes (2014), el reto recae
sobre el desarrollo de un aparato conceptual que abarque la complejidad de la
relación de la colonialidad de género con las nociones de raza, sexualidad y clase
en las sociedades latinoamericanas, desde donde se pueda construir un
pensamiento que instale lugares legítimos de enunciación no pretendidamente
universales (Bidaseca & Vásquez, 2010, pág. 3)
El ciclo de vida de las traviesas no está definido por una serie de etapas como
ocurre con las emberawera, dado que es un proceso que rompe con las políticas de
la verdad (Foucault, La historia de la sexualidad. Vol 1. La voluntad de saber, 1977)
en el que estas mujeres empiezan a convertirse en personas para las que no hay
espacio dentro de un régimen de verdad dado, tal como es manifestado por una de
ellas,
Entonces poco a poco cuando yo me cumplí como 15 años, yo ya sentía, yo ya me
gustaban los hombres, entonces mi papá me regañaba. Juntos vivía con mi papá,
yo crecí con mi papá. ¿Yo a mi papá por qué no le conté?, porque mi papá no le
gustaba, me regañaba mucho y entonces poco a poco yo le dije a mi papá: “papi, lo
que parece yo no siento hombre, yo siento igual como una mujer, entonces cómo
vamos a hacer eso”. Y mi papá: “No, no, no. Si es así, se me sale de esta casa, yo
no quiero ver”. Y cuando me cumplí 13 años estuve en el internado desde grado
quinto hasta grado octavo. Igual en el colegio también habían mucho keis y me
decían: “¿Usted también es una niña?” y yo les decía: “No, yo soy un niño”, y me
decían: “Pero usted se ve como cara de una niña. Ay sí, somos amigas” (Trabajo de
campo. Samanta Enevia, 8 de septiembre de 2018, Plaza principal de Santuario
(Risaralda)).
Es por esto que, la construcción que la traviesa hace de sí, no sólo remite al
género como elemento propio de la identidad, sino que, además, implica la
construcción de persona22. En este sentido, la construcción que la traviesa
experimenta no está asociada o ligada al ciclo de vida de una emberawera al no
cumplir con los ritos de curación y de la paruka, aunque en su proceso de
socialización ella hubiese aprendido las habilidades y destrezas de hacer destino,
tal como lo manifiesta: “[me] ponía faldas, blusas y sabía hacer de comer también
(…). Entonces mi mamá decía: “mijo ¿usted por qué lo hace así?”, y yo decía mi
22
Refiere al reconocimiento individual como indígena embera. Sobre esto profundizaré en el
capítulo 3.
mamá: “mami lo que parece yo siento igual como una mujer, yo no siento hombre”
(Trabajo de campo. Samanta Enevia, 8 de septiembre de 2018, Plaza principal de
Santuario (Risaralda)),
En contraste, asumir el género desde los presupuestos sobre los cuáles fue
fundado, implica una transposición directa que pasa por alto otras miradas del sexo,
el género y la sexualidad. Retomando los usos analíticos de Quijano (2008) sobre
las formas como la raza como elemento totalizante en la propuesta de colonialidad
del poder reproduce desigualdad y reconfigura el sistema sexo/género, sin
reconocer que, en los intersticios y los límites del género como categoría de análisis
para este contexto particular surgen otros elementos que obligan a agudizar la
mirada sobre las implicaciones de asumirse traviesa. Lo cual, tampoco es
condicionante para prescindir de los avances teóricos y metodológicos que se han
realizado en torno al género, tal como lo argumenta Viveros Vigoya (2013),
Es por esto que, el proceso que las traviesas asumieron, ha constituido que
en lengua embera se les nombre como wera fa que significa en castellano “mujer
falsa”. Así mismo, en lengua embera se hace la distinción entre wera que significa
“mujer” y emberawera que significa “mujer embera”. La conceptualización que se
hace en lengua embera sobre el género, en este caso particular sobre las mujeres,
remite a un orden que no corresponde semióticamente a la estructura del castellano
si se retoma el mismo ejemplo, ya que en embera no es suficiente con el concepto
wera para hablar de las mujeres de la comunidad, sino que este concepto responde
a las mujeres que no son embera, ya que ser mujer embera tiene connotaciones
cosmogónicas y simbólicas particulares expresadas anteriormente. En otras
palabras, las representaciones sobre el género se agotan dada su naturalidad, en
la posibilidad que tienen los embera en nombrar y representar a partir de su lengua,
separando discursivamente entre wera, emberawera, awera y wera fa.
Entonces yo poco a poco estuve enseñando cosas. Yo ser mujer, yo siento mujer y
poco a poco, yo salía con los hombres, amigos, besaban, yo si no besaba, sólo ellos
cogían y besaban y yo sentía como una mujer. Cuando yo tenía ya como 18 años
me volé por aquí, así si no sé mi mamá por onde yo ando, a onde estará mi hijo. Y
yo no le dar ni cuenta por dónde estoy. Los que volvieron así se amañan por aquí
mucho, porque como yo soy líder entonces ellas me buscan para que yo le explique
cosas, todas las que volver así no peleamos porque más adelante vamos hacer
comunidad. (Trabajo de campo. Samanta Enevia, 8 de septiembre de 2018, Plaza
principal de Santuario (Risaralda)).
Yo llegué chiquitica y estaba normal, como un key que la gente dice mariposo. Si
vea que a Mónica me dijo así que el nombre con el que yo me iba a llamar que era
Leidy y listo, así me quedé y ya ahí no se podía hacer nada. Cuando yo me iba a
dejar volver pa Mistrató yo llamé pa donde el papá mío y que bien clarito yo si le
dije: “Yo me voy devolver una semanita para allá pero que sepa que yo ser una
mujer ya. Uy es que yo llevaba como 1 año por acá ya tenía el pelo largo todo y de
regreso de Mistrató ya devolví con el marido (Trabajo de campo. Leidy Wasorna, 15
de abril de 2019, Plaza principal de Santuario (Risaralda)).
En cosecha lo mandan de la casa a uno a trabajar y ya yo me fui quedando delante
de acá. Cuando mi papá vino a coger café yo le dije que yo volver así como mujer y
ya no dijo nada. Pero yo el marido que tenía antes se lo llevé y mi papá lo tiene allá
pa ver si sirve y ese muchacho vamos a ir como de quince días que mi papá ya lo
llamó que necesita se deje trabajar allá a ver si sirve (Trabajo de campo. Yaneth
Dosavia, 29 abril de 2019, Plaza principal de Santuario (Risaralda)).
Lo que parece mi papá lo trae a uno y yo vine con hermanos y uno trabajaba pero
uno no es capaz de alzar esos bultos muy pesados. Entonces yo le pagaba a un
muchacho y me buscaba trabajo sola porque mi papá lo gusta mera finca de
Esperanza y ay no, muy lejos. Bueno yo me fui pa La Virgina dejar poner brackets y
allá me compraba ropa y maquillaje y ya cuando mi prima Samanta me llamó me fui
vivir con ella y ella me dijo, si usted va a ser mujer vamos a quedar todas chicas
pues atraviesas pa hacer una comunidad y cultura indígena y entonces cuando mi
papá me vio no hablaba y mis hermanos tampoco, pero ya normal, tratan normal
como hermanos pues (Trabajo de campo. Verónica Tascón, 8 de septiembre de
2018, Plaza principal de Santuario (Risaralda)).
23
Se retoma la definición presentada por Gayle Rubin (1986) sobre el sistema sexo/género “El
sistema de relaciones sociales que transforman la sexualidad biológica en productos de actividad
humana y en el que se encuentran las resultantes necesidades sexuales históricamente
específicas” (pág. 97). De este modo, se hace referencia a las formas de relaciones entre hombres
y mujeres establecidos en un grupo social.
al rechazo y las connotaciones negativas que trae volver así en las comunidades
Embera Chamí y Katío.
Este mapa (mapa 2), nos ilustra el municipio de Santuario como receptor
de población desplazada tanto de municipios del departamento de Risaralda como
del departamento de Chocó, mencionado anteriormente. La relevancia de este
mapa no se reduce exclusivamente al número de personas desplazadas de cada
municipio, sino en las características poblacionales de estos grupos Embera. Para
el caso del municipio de Bagadó (Chocó), que tiene un registro de 15 raviesas
asentadas en Santuario, las implicaciones de este desplazamiento son mayores,
dado que hacen parte del resguardo Alto Andágueda Tahamí, compuesto en su
totalidad de población Embera Katío, caracterizado por mantener vías de
comunicación exclusivamente en lengua katío. Al no hablar español, su proceso
Mapa 2. Mapa del desplazamiento de mujeres trans indígenas Embera
Chamí y Katío. Fuente propia (realizado con el software Tableau), 2018.
de socialización en Santuario se ha visto limitado y en muchos casos deciden no
habitar la zona urbana del municipio durante los fines de semana, como lo cuenta
Mariana.
Mientras las traviesas cumplen con las tareas domésticas, los maridos
junto a los otros indígenas que están en los cuarteles juegan fútbol, escuchan
música o se quedan relajando, término que utilizan cuando no tienen disposición de
hacer nada. En algunos casos, dependiendo la finca y la patrona, algunas traviesas
son contratadas para trabajar en las cocinas mientras los patrones están en el casco
urbano. Las traviesas katío suelen ser muy calladas en contextos blanco-mestizos
porque no sólo no hablan fluidamente el castellanos, sino que, según los indígenas
chamí, quienes hablan katío lo hacen mal. En palabras de Marcela, traviesa katío,
Lo que ocurre los fines de semana en las finca, también hace parte de un
proceso de resistencia colectiva por no desaprender las prácticas culturales que
asocian a las mujeres de sus comunidades. A su vez, estas limitaciones impiden un
reconocimiento y una participación de las comunidades con la administración
municipales, se agudizan las brechas para conocer las vías de acceso a entidades
públicas. Así mismo la oferta laboral es muy reducida y están expuestas a
remuneraciones incluso menores que otras personas que sí hablan español y que
realizan las mismas tareas.
Como ejemplo pues, como somos dos veredas entonces toca elegir líder de otra
vereda y de otra vereda. Para mí es más bueno que se presenten y que hable pues
lo que es avispada, luego elegimos la votación y así con eso pues, las muchachas
de La Bamba cuando tienen problemas hablan con la líder nueva pues y así ya
hacemos tanta pelea. Que uno no pelea misma comunidad, somos co-mu-ni-dad
¿qué quiere decir eso? Que estamos juntos y unidos. Para mí eso no tiene gracia
que pelea y pelea, toca cuidar entre todas porque si no ¿quién va luchar por
nosotras? (Trabajo de campo. Samanta Enevia, 22 de mayo de 2019, Casa de la
cultura de Santuario (Risaralda))
Toca venir a todas las reuniones, este cuaderno de estudio y ahí anoto todo. Uno
se tiene que dejar aprender, yo sí quiero, yo quiero ser a como Samanta, se sabe
decir las cosas, habla bien, sabe política, tiene marido y sin peleas, patrona pues
como ella es como una emberawera (Trabajo de campo. Angélica Santúa, 13 de
mayo de 2019, finca La Cundina, Santuario (Risaralda))
Yo quiero ser como Samanta, ella es como mujer de raza de indígena. Se tiene su
marido, la trata bien y vive como ambachake [familia] y mire que ella es buena gente
con todos y llegan pocos desplazados y quien comunidad con ella. Y la suegra la
quiere y la vea como la respetan en el pueblo que piensan que los hijos de Ana son
de ella y parece como mamá (Trabajo de campo. María Clara Correa, 2 marzo de
2019, finca La Encantadora, Santuario (Risaralda))
Mis papás no dicen nada pero el cabildo sí están diciendo esas cosas, mejor dicho,
el cabildo no más y están diciendo muchas cosas, quesque nosotras que van a
recoger y así, que van a acabar de eso a mí me contaron así y me da lástima si,
porque el cabildo si lo llevan, lo castigan, lo encierran en cepo, lo dejan trabajar un
año y a mí no me gusta, pero es gratis, uno ahí que trabajar gratis, es muy maluco
y así, por eso nosotras vamos a luchar porque nosotros tenemos mentales o
pensamientos y así, porque nosotros vamos a hacer un reunión pequeño en
Santuraio. Porque nosotras vamos a luchar todas para que no nos recogen de
Chocó, de Mistrató Risaralda que van a recoger y todo a los mariquitas también
(Trabajo de campo. Verónica Tascón, 25 de agosto de 2018, finca el Guadual,
vereda el Roble, Santuario (Risaralda)).
Yo iba a decir una cosa, usted sabe que en Santuario cuántos hay, unos mariposos
como dicen pues maricas, entonces cuantos hay pocos, para mí hay muchos. Me
dejaron escuchar en este momento, entonces la comunidad indígena, resguardo
indígena, el cabildo quiere haciendo papeles, viendo que nosotros ya llevamos
muchos años por aquí, vamos muchos años y nosotros no estamos robando, no
estamos matando, ni nada, ni estamos haciendo cosas. Y el cabildo está diciendo
que no, que a nosotros va a dejar acabar, entonces como nosotros ya no
pertenecemos a la casa estamos diciendo el gobierno qué piensa por nosotros o
cómo puede ayudar a nosotras. Como ejemplo pues, yo vivo en Santuario, en la
finca el Roble, administro una finca, yo quería demandar pues, malo malo porque
por aquí llegaron de la comunidad para hacer maldad a nosotros. Claro nosotros
volvemos así pero nosotros ser humanos, ser humanos. (Trabajo de campo.
Entrevista a Samanta Enevia Siámaga, 25 de agosto de 2018, Plaza principal de
Santuario (Risaralda)).
2.4 Castigar
Con Fabio que lo fuimos pa conocer la papá de él, entonces vinimos pal Mistrató.
Yo no trabajaba, Fabio tocaba dejarse ayudar a la papá y yo en la casa con el mamá
haciendo destindo porque uno tiene que hacer que el mamá diga que sí que esa
muchacha, que esa prima si es buena pal hijo mío. Y ya yo me quedaba en la casa
esperando a Fabio lo que parece es que a mí la hermanas de él lo quieren mucho
entonces yo me amaño por allá (Trabajo de campo. Marcela Valencia, 25 de agosto
de 2018, Finca la Judea, Santuario (Risaralda)).
Yo me dejar levantar cuando Fabio se iba pala trabajo con la papá. Yo me levantaba
y ayudaba lo cocina del fogón, que hacer comida normal pues lo de fritar tajadas,
me toca lavar la ropa y yo me dejaba lavar ropa de Fabio sucia y la que el hermana,
nos molestábamos lo que estaba en el río. Bañanamo los niño y ya quedar en lo
casa porque Fabio no le gusta no le da permiso para salir por ahí con las primas y
pa ayudar la comida a la mamá de Fabio, lo que ella me decía: “Marcela eso lo que
24
En las comunidades Embera no existe la figura de noviazgo. Una vez una mujer ha cumplido los ritos
necesarios para convertirse en mujer, su papá elige con quién casarla. Inmediatamente, su primer vínculo es
dado por una relación marital y su compañero es nombrado como marido. Sin embargo, aunque las traviesas
no pasan por estos rituales y pueden elegir con quién construir vínculo, sus intereses siguen estando
orientadas por los referentes de mujer indígena, por lo tanto no tienen novio, sino maridos.
usted hace, así sí me gusta pa mi hijo (Trabajo de campo. Marcela Valencia, 25 de
agosto de 2018, Finca la Judea, Santuario (Risaralda)).
Normal, la papá no dice nada, normal pues que la mujer y ya, es que nosotros lo
ayudamos mucho, mandamos mercado pa la papás, dan consejo pa no pelear
mucho y ya (Trabajo de campo Diana Queragama, 13 de agosto de 2018, Finca La
Encantadora, Santuario (Risaralda)).
De mí decían que yo ya me iba a quedar sólo, porque indígena no coge grande que
porque usada, eso dicen, entonces después de los 13 ya uno lo pueden casar. Pero vea yo
ya tenía como 16 por eso me tocó quedarme con él, porque a mí no me arrimaba nadie y
ya arrimó él pero ya había tenido familia y mi papá dijo que sí y nos quedamos. (Trabajo de
campo. María Viscuña, 22 de junio de 2019, Asentamiento indígena Los Planes, Santuario
(Risaralda))
Para las traviesas tener marido las legitima como emberawera y de la misma
forma que las mujeres en los resguardos, asumen una relación de dependencia del
marido, le piden permiso para ausentarse, las tareas domésticas las sobrelleva la
traviesa y en algunos casos al final de la semana el dinero ganado lo administra el
hombre. Sin embargo, se enfrentan a una experiencia afectiva basada en el
consenso entre ambas personas, como cuentan Yaneth “el muchacho empezó a
arrimar a mí ahí en cuartel y en el corte cargó el bulto entonces eso para mí es más
mejor”, María Clara “No, yo no fui, el empezó a arrimar a mí, que yo muy linda, que
vamos a vivir juntos y yo le dije, a si usted quiere juntar bien entonces así sí”, y
Angélica “Yo no tengo marido, lo que arrima a mí no me gusta, mucho celo. Pero
amigos si puede tener”. Pareciera que los hombres son quienes toman la iniciativa
de arrimarse y ellas responden de acuerdo a sus intereses. Poder elegir el marido
otorga grados autonomía en las traviesas, pero poder elegir marido y no hacerlo,
como el caso de Angélica, sitúa a las traviesas en un modelo de mujer que no existe
para los Embera: la mujer soltera. Es una preocupación que expresan María Clara,
Leidy, Verónica y Yaneth, pero de ninguna manera son elementos que ponen límites
entorno a lo que debería ser una mujer, ni siquiera supone discusiones entre ellas,
Vea que mi mamá me dijo que me era mejor que yo me quedara sola que por yo no
podía con el uno y con el otro. Pero como voy a quedar sola, mi hermana también
dijo que yo no puedo quedar sola, entonces ya nadie coge y me toca quedarme con
este muchacho porque yo no me pueda dejar coger sola (Trabajo de campo. María
Clara, 4 de mayo de 2019, Finca la Judea, Santuario (Risaralda)).
El primer marido mío con el murió en el río, bueno luego otro marido que me
conseguí quesque una mula mató y yo ya iba a quedar sola y mi papá me dijo que
no y este otro muchacho me arrimó porque yo no puedo quedar sola (Trabajo de
campo.Leidy Dosavia, 12 de agosto de 2019, Asentamiento Indígena Los Planes
Santuario (Risaralda))
Ay no, a mí no me gusta eso marido que lo pega uno y lo cela, yo quiero marido pa
vivir bueno, no así que cuartel a mí no me gusta así. Yo le digo mucho a ellas, yo
doy consejo que no tenga marido que siempre pelea, que no da permiso. Yo pago
uno muchacho veinte mil pa que me cargue el bulto y yo tengo la plato lo de uno. A
mí me gusta mejor así y uno no pelea, vivir mejor es más bueno. Como vea Erika,
que pelea con Robi y que lo es capaz de quedarse sola (Trabajo de campo. Verónica
Tascón, 25 de julio de 2019, Finca la Judea, Santuario (Risaralda))
Me devolví pa’cá, yo si le había dicho mi papá que ese muchacho lo pelea mucho
pero mi papá me mandó, yo no sé, que Willinton lo llamó que yo no quería vivir con
él y mi papá me mandó vivir con él. Yo no sé porque ya me mandó mi papá que uno
puede quedar sola, ¿yo sola qué hago? Uno no puede quedar sola (Trabajo de
campo. Yaneth Dosavia, 25 de julio de 2009, Finca Gabriel Pobre Santuario
(Risaralda)).
Sin embargo, no tener marido es leído desde las otras comunidades
indígenas como mujeres rechazadas, que no son buenas y en algunos casos, como
mujeres calientes25 y por lo tanto deben ser castigadas, como lo afirma Margarita
“pa mí está bien que ellas vengan aquí pala comunidad, pero que no pueden quitar
marido, porque les toca pagar cepo. Si ellas vienen pa la comunidad les toca comer
cepo porque ya están viejas y no tiene marido eso es que no buena mujer toca cepo
para que se deje aprender”. El castigo es un dispositivo regulador del cuerpo y
también es un productor de significados permitidos, pese a esto, hay traviesas que
resisten y construyen colectivamente vínculos filiales como redes y tejidos de apoyo.
Lo que parece quesque el cabildo de nosotros quesque van a recoger y así, por eso
nosotros estamos muy preocupados. En el cabildo ya no les gusta que nosotros
volver así, están llegando en Santuario porque van empezar a llevar, a recoger y
nosotros estamos planeando pa ir pa la casa porque nosotros tenemos leyes y así.
Cuando estamos chiquitos nosotros crecimos pa volver así. Mis papás ya no dicen
nada porque ellos quieren mucho, pero los cabildos sí, eso no más están haciendo
reunión en la casa, están buscando que no más que nosotros entonces no más van
a recoger en este diciembre, quesque van a llevar pa la casa, quesque van a castigar
y así, que van a castigar en cepo, que van a encerrar, pero es muy duro el castigo
que hacen allá o lo pegan, lo maltratan, pero cuando yo estaba en la casa, mis papás
no decían nada y yo hacía to lo cocinaba tolo hacía uno oficio, mi mamá me
mandaba pero yo lo hacía to, porque desde chiquito yo tenía relación con las
mujeres ¿cierto? (Trabajo de campo. Verónica Siámaga, 10 de septiembre de 2018,
finca el Guadual, vereda El Roble, Santuario (Risaralda)).
25
Mujeres con un alto deseo sexual.
Vea yo ya le dije a ellas que si por estas fincas pues llegan preguntando por unos
keis que no digan nada, que no digan nombres de na. Lo que parece es que vinieron
un lunes pues y fueron a buscar y encontraron Tatiana en el hospital y le
preguntaron: ¿señora usted conoce un poco keis indios pues? Y que ella dijo que
no y adelante pues llamó y dijo: Samanta que lo están buscando a nosotras pero no
reconoció pues, me habló como lo fuera mujer pues original. Entonces ya saben no
puede decir nombres de chiquitos pues porque esa gente no ve, ellos ven lo que es,
ven mujeres. Otra cosita, las que menores de edad toca que digan que tienen veinte
años y que María es la mamá, ella como es una señora grande eso creen. Noten mi
número y cuando yo llame que adelante vienen pues se vienen pa la finca que aquí
Don Marco deja estar todas (Trabajo de campo. Samanta Enevia, 10 de mayo de
2019, Casa de la cultura de Santuario (Risaralda))
3.1. La finca
(…) por un lado, las mujeres se dedicaban a las tareas domésticas, que consistían
en cuidar la huerta, ordeñar a las vacas, alimentar a las gallinas y a los cerdos. Las
hijas compartían el trabajo de las madres, que de paso servía como un
entrenamiento para sus futuros matrimonios. Por otro lado, los hombres abrían los
caminos y los mantenían limpios cortando el pasto y la maleza con sus machetes;
además se encargaban del ganado y de los caballos. Los niños, al igual que las
26
En esta investigación, referimos macho a un modelo particular de masculinidad que, operando en el terreno
del “sentido común” defiendo “lo que significa ser un hombre” (Rostagnol, 2017)
niñas con sus madres, emulaban al padre. Se entrenaban para las tareas que
tendrían que llevar a cabo en el futuro (Banco de la República, 2018)
27
Traducido del embera al español “kapunía” significa meztizo/blanco/paisa
recogen los frutos de café y en algunos casos también trabajan en la cocina de las
fincas ayudando en la preparación de alimentos,
La patrona me está pagando pa ayuar la cocina, toca lavar platas y pelar plátanos y
servir pero es más mejor que el corte porque toca trabajo de mujer. Pero a mí no me
gusta porque el patrón eso lo mira uno y yo le digo la patrona que a mí sí gustaría
uno puede tener marido y ser patrona sin el marido de otra (Trabajo de campo,
Verónica Tascón 9 de agosto de 2019. finca La Bamba, Santuario Risaralda)
Los relatos sobre patrones y kapunías que se acercan a las indígenas con
interés sexo-afectivo son frecuentes, en la matriz hetero-colonial las traviesas son
leídas a partir de la fetichización (Escobar C., 2013; Guerrero & Muñoz,
Ontopolíticas del cuerpo trans: controversias, historia e identidad, 2018) que la
heterosexualidad masculina ha construido sobre los cuerpos de mujeres trans,
Lo que parece es que los patrones de finca también está gustando con nosotras,
don Carlos me dice a mí que lo vamos juntos y ese señor paisa que vine con la
cámara me picaba el ojo y me dijo que me fuera con él quesque porque yo era muy
linda. Yo no sé pues pero aquí los patrones son así con las muchachas, no le importa
que tenga mujer, las quieren coger nada más (Trabajo de campo, Samanta Enevia
17 de mayo de 2019. Santuario Risaralda)
¿Usted no sabía lo que dice la gente pues? Vea, que Marcela eso dicen pues que
ella había enomorado no más al patrón y el patrón mandaba la patrona pal pueblo y
que ella se quedaba con él, le hacía lo comida todo pues ahí en la casa como la
mujer. Es que los patrones les gusta mucho así la traviesa (Trabajo de campo,
Verónica Tascón, 9 de agosto de 2019. finca La Bamba, Santuario Risaralda)
No sé pues pero eso lo que está pasando que ya los patrones están gustando mera
traviesa, mejor yo no volví pa esa finca porque no le gusta, no le respeta y le dicen
cosas en el corte. Vea yo le dije a la patrona que yo me iba a ir porque lo que parece
es que no le gusta digan cosas y en el cuartel que uno lo miran mucho. Por ese
motivo yo me fui otra finca, la patrona puede querer mucho pero mejor otra finca pa
más mejor dejar sin problema. La patrona dijo que mejor primo contra primo y paisa
contra paisa y es más mejor, yo prefiero primo que paisa (Trabajo de campo,
Verónica Tascón, 9 de agosto de 2019. finca La Bamba, Santuario Risaralda)
La construcción de las traviesas como sujetos racializados y sexualizados a
partir de una matriz hetero-colonial, también responde a la eficacia de una
epistemología de la colonialidad que produce cuerpos marcados por este
dispositivo. Sin embargo, de acuerdo con Wade (2008) “el énfasis sobre las
relaciones de poder corre el riesgo de poner todo el proceso de la sexualización en
manos de los dominantes: creo que también operan otros procesos” (pág. 44). Por
ejemplo, en los cuarteles de las fincas, las traviesas también son sexualizadas por
hombres indígenas que no son necesariamente sus maridos, al tiempo que otras
mujeres indígenas son cómplices de esto,
Es que el problema es que ellas quitan marido a uno, que se comen el marido
de uno en el corte porque son mujeres muy calientes. La que son traviesas
son como el cuerpo muy caliente y por eso lo que hay problema. (Trabajo de
campo, Luleicy Antivia, 10 de julio de 2019. Asentamiento indígena Los Planes,
Santuario Risaralda)
Al tiempo que se articula con otras dinámicas que son opuestas y que están
ligadas y/o se acercan a la racialización del sexo, como lo manifestó Luleicy y como
la afirma Samanta,
Es que raza indígena es diferente, las muchachas son muy calientes, dicen pues
que las traviesas son muy calientes y los maridos también. Vea, el marido mío era
uno que él quería todo el tiempo porque el indígena es así y así son las muchachas
como calientes del cuerpo y yo les digo muchachas uno no puede tener el cuerpo
tan caliente, sólo cuando el marido le diga a uno pero el marido lo que tiene que
entender que todos los días no porque eso lo seca, se chupa la sangre por dentro
(Trabajo de campo, Samanta Enevia, 15 de mayo de 2019. Finca El Roble,
Santuario Risaralda)
Evitando una transposición directa que pueda pasar por alto otras miradas
del sexo, del género y de la sexualidad. Dado que reproduce formas de
colonialismo, de dominación y de poder. Por esto, la disidencia sexual en esta
investigación toma distancia de las conceptualizaciones que se hacen sobre esta
categoría como un concepto homólogo de diversidad sexual (Rivera Gómez, Tirado
Como yo le digo a usted una cosa pues, porque a uno que dicen pues que lo van a
castigar, si uno acaso ha robado o matado a alguien. Nosotros ser seres humanos
y venir por acá pa este Colombia, pues pa Santuario. Vea yo tengo mi marido,
gracias dios tengo mi trabajo, mi hogar, yo no creo pues que yo no tenga sangre
roja, nosotros ser seres humanos, normal como usted (Trabajo de campo, Samanta
Enevia, 12 de febrero de 2019, finca El Guadual, Santuario (Risaralda)).
Lo anterior como resultado del interés y del deseo de las traviesas por ser
reivindicadas dentro de su contexto, es decir, su cambio del mundo no está con la
idea de que el mundo está en otra parte, el mundo está ahí, en contraposición al
ideal paisa antioqueño de irse a buscar la vida y como resultado del proceso de
colonización del Viejo Caldas, asumiendo que el mundo está siempre en otra parte
y que son siempre otros caminos los que posibilitan la existencia del ser. En el caso
29
La palabra embera en la lengua madre de los indígenas Embera, significa gente. Todo aquel que
no es embera no es persona, no es gente, no existe.
de las traviesas, las intensiones por generar otro concepto de construcción de
persona se da en el marco de asumir el mundo y la vida ahí, de cara al Tatamá, en
la herencia paisa de la finca y en comunión con el trabajo de la tierra. Este es
entonces, el reto político que asumen las traviesas, porque el mundo no está en otra
parte y sus reivindicaciones no serán desde otros lugares, el mundo está en donde
se materializan los mitos de origen y desde donde se cimenta la idea de hacer
comunidad.
Las inflexiones que produjeron las traviesas no sólo al modelo de ser hombre
o mujer embera, o al modelo de familia extensa por consanguinidad, también
generaron rupturas al orden social de las comunidades indígenas al introducir
cuestiones sobre la legitimidad de las prácticas colectivas de colectivas y la
necesidad de organizarse socio-juridicamente. Argumentando que el derecho a
tener derecho no es solamente de los cabildos indígenas “porque ellos del cabildo,
ellos si se ocultan cosas que están mal pa la comunidad y ahí ellos del cabildo no
dicen nada” (Entrevista a Samanta Enevia Siámaga, 15 de febrero de 2018, finca
el Guadual, vereda El Roble, Santuario (Risaralda)). Este fenómeno de lo trans en
indígenas Embera no es resultado de un surgimiento por contacto cultural en los
últimos años, como es expresado por algunos gobernadores indígenas con lo cual
se intenta desacreditar los procesos colectivos de las traviesas. Es por el contrario,
la puesta en evidencia de las posibilidades del ser que rompe con un orden
legitimado histórico y socialmente por un la comunidad Embera. Pero éste orden
ortodoxo en las comunidades, excluye cuerpos y subjetividades que, se han
legitimado así mismas desde el reconocimiento como seres humanos, como
personas, como emberas y como mujeres en otros territorios.
Es por esto que, las traviesas son nombradas en lengua embera como “wera
fa” que traduce “mujer falsa”, una mujer que es un otro diferente a la gente embera,
pero no de la misma forma que las weras (mujeres que no son embera), tampoco
son una emberawera (mujer embera) y mucho menos son aweras (mujeres
indígenas que no han cumplido los ritos del ciclo de vida de una mujer embera), lo
cual exige aunar esfuerzos por ordenar categóricamente la realidad, basados en los
preceptos sobre las posibilidades de ser. La necesidad por nombrar y categorizar a
las traviesas las ubica en un lugar no sólo espacialmente, sino también
discursivamente. Este ejercicio de revisar cómo se nombra y las diferencias sobre
el proceso nominal en la comunidad embera en relación a las mujeres exige
comprender que ser mujer está atravesado por las nociones que se tienen sobre
quién es y a quién se reconoce como gente, propias de las definiciones locales de
lo que se es y lo que se puede ser.
De esta manera, Samanta pone en evidencia con mayor fuerza los procesos
que redefinen y conceptualizan otras formas de ser persona y ser embera en la
construcción colectiva de una comunidad indígena de traviesas, transgrediendo los
límites discursivos embera pero además, generando procesos de cambio socio
espaciales sobre la finca, constituyendo un microcosmos de la auto-representación
de una disidencia sexual que impacta los procesos sexuales indígenas, las políticas
del género y los hechos territoriales, poniendo en evidencia la importancia del
territorio en las representaciones colectivas.
La anterior narración hecha por Maria Yale, indígena traviesa embera katío
proveniente del municipio de Bagadó, articula elementos relacionados con quién es
gente embera y, por lo tanto, qué obligaciones les sugiere. El desacato de éstas
obligaciones las ubica en un espacio liminal de rechazo por parte de las
comunidades, es por esto que Maria Yale afirma que “uno se sale [de la comunidad]
es vivir en Santuario y la gente no se pueden decir que ya volví así, ya no pertenece
de por allá (…) y la gente ya no puede decir que la vida de uno ya no puede sobar
como está uno como así”. De esta forma, hay una manera de exponerse desde la
narración del yo que se construye desde la periferia para dar cuenta de las formas
posibles de ser. Desde allí las traviesas manifiestan las posibilidades de ser
persona, canalizadas en la conformación de la comunidad indígena en Santuario,
donde además, ponen en cuestión quién es gente embera, no sólo por su proceso
de reivindicación, sino también por su intensión de vincular en el ejercicio de
construir comunidad, a quienes desde la legitimidad de la lengua embera no se les
reconoce como gente.
Por otro lado, explorando las formas en que operan los procesos nominales
a partir del reconocimiento del otro, las traviesas no reconocen discursivamente su
proceso de tránsito en el concepto de wera fa. Por el contrario, se nombran dentro
del marco socio espacial en el que deciden reivindicarse, bajo las dinámicas del
oficio que han elegido y en la necesidad de significar otras formas de ser gente
embera. Es por esto que, volver así es el proceso mediante el cual las traviesas
llenan de contenido una categoría sobre la que representan su condición de
persona, esta categoría es,
Nosotros como ante el Chocó la casa mía, pero yo salí de allá porque nosotros volver
así pa traviesar y aquí todos somos así pues normal traviesas ¿y por qué? La gente
listo a ser traviesas, el indígena, cabildo, eso no gustó nada, después se regañaba
y castigaba. Ah, son traviesa si razón aburrida allá en la casa. Después se vienen
de acá y no se va nada a la casa, amañado acá, la comida es bien, es libre, pero la
casa es muy difícil y pues acá consigue marido y lo vive mejor (Trabajo de campo.
Mónica Wasorna, 16 de septiembre de 2018, finca Calichal, vereda Calichal,
Santuario (Risaralda)).
Es decir, hay una apuesta por reconocerse como traviesas en una necesidad
por ubicarse dentro del espacio social y visibilizar su existencia siendo gente,
superando las políticas de quién es persona y quién no que están vigentes en las
comunidades. Son otras formas de ser que, no se agotan en lo sexual, ni en las
categorías nominales construidas y legitimadas en las sociedades blanco-mestizas
y que suponen retos académicos, epistemológicos y teóricos que disidan de las
corrientes cimentadas académica y socialmente en grupos sociales occidentales.
Es decir, nombrarse traviesa es el inicio de un proceso de ruptura del sistema sexual
y social no sólo de los modelos blanco-mestizos vistos como occidente, sino
también, con el orden nativo sexual y social de las comunidades embera.
Ser traviesa es el resultado de representarse metafóricamente con
fenómenos naturales, como seres que nacen “a través de” y no como significantes
de una categoría espontánea. Responde a las relaciones que las comunidades
embera han construido en relación al territorio y a las formas como éste representa
un elemento central en su identidad. La traviesa es una alegoría de las formas de
relacionarse con el espacio y el territorio que, implica recorrer, atravesar, transpasar
y caminar reconstruyendo una territorialidad propia, una territorialidad embera.
Las mujeres indígenas embera deben casarse con quien su padre elija, una
vez que ésta cumpla los ritos de paso para ser mujer. Inmediatamente la indígena
es responsabilidad de su esposo, en donde no es posible, para ninguno de los dos,
separarse o iniciar otra relación sin exponerse a castigos impuestos por el cabildo
del resguardo. Las mujeres indígenas no escogen a sus esposos, son los hombres
indígenas quienes eligen con quién casarse, como lo cuenta Ayalen,
Yo me junté con él como de 16 años, pero yo ya me había graduado del colegio.
Entonces él se me empezó a acercar y pues mi papá a esa edad no me dejaba hacer
nada, es que es muy diferente de la raza de ustedes, a uno no dejaban maquillar,
no dejan salir sola, no dejaban ir a fiestas, yo creo que por uno no dice nada cuando
se le acerca un hombre, porque uno lo que quiere es hacer más cosas y después
de casada ya uno si puede. Pero, por ejemplo, si yo ya me dejara de Pacho y él dice
en el Cabildo que yo lo dejé, me meten en cepo por ahí 5 o 6 años. No, yo mejor me
aguanto con él, porque entonces todo ese tiempo uno sin ganar plata, sin dormir
bien y mejor sigo con él, por eso uno no separa. Y yo ya le dije a él, que si quiere
coger otra mujer y tener más hijos, qué coja tranquilo porque yo ya no quiero más
hijos (Trabajo de campo. Entrevista a Ayalen Viscuña, 16 de mayo de 2018, vereda
Los Planes, Santuario (Risaralda)).
Es que yo le cuento, cuando nosotros vinimos para acá [finca El Guadual] y de las
otras fincas decían que pocos gais, entonces yo un día le dije al patrón, gais no,
trans pues, transgénero. Aunque adelante esa palabra no existe, nosotros quesque
esa palabra un día la dijeron cuando vinieron que pa fotos y que eso le hacen
preguntas normal pues como si fuera entrevista, eso lo decían quesque en la casa
de la cultura, nosotros trans. Como yo le digo a las muchachas pues, en adelante
eso no existía, que existía era traviesas o atraviesa pues (risas) pero la gente se
miraban riendo como chiste, entonces yo pregunté, lo que usted riendo porqué, ah
que Samanta es que no se dice así, se dice trans. (Trabajo de campo. Entrevista a
Samanta Enevia, 16 de mayo de 2018, finca El Guadual, vereda El Roble, Santuario
(Risaralda)).
Yo escucuché Calichal decía así, ella ya era grande y yo estaba chiquita y decían
así, quesque aquí están llegando pocos traviesas y ya quedar así. Ellas decían por
el café porque cuando había café por la peladez todos veníamos pacá y una
muchacha que se llama Gladys ¿usted la conoció? Ella ya era viejita como ancianita
y se murió pal Chocó, esa prima decía que parecíamos como uno los palos de café
y verdad que sí porque todas nos aparecimos por la mitad (Trabajo de campo.
Entrevista a Leidy Enevia, 04 de abril de 2019, finca Calichal, vereda Calichal,
Santuario (Risaralda)).
La narración que hizo Leidy acoge lo que cuentan otras indígenas al enunciar
que se nombran –en algunos casos- o no se nombran –en otros casos- como
traviesas porque otras indígenas mayores les contaban que volver así era ser
traviesa. Pensar a las traviesas en relación con el café parece ser una metáfora ya
que, la producción de café está orientada por dos cosechas al año (a inicios del año
entre abril y mayo y a finales de año entre septiembre y octubre) y en algunos casos
dependiendo de la variedad de café, la edad de las platas, el clima y la fertilidad del
suelo, se presenta una abundancia de café menor a las dos cosechas anuales; esta
cosecha de mitad de año es conocida como una traviesa de café.
De esta forma, es posible pensar las traviesas en una constante relación con
el territorio, elemento central en la cosmogonía embera, desde donde
metafóricamente se hable de mujeres que nacen a través de la tierra, en la mitad
desde dos temporadas de café importantes para esta zona del país. Esta forma de
auto-representarse es, a su vez, una invitación a superar las limitaciones discursivas
de sexo, el género y la sexualidad.
La apuesta política por reivindicar otras formas de ser de las traviesas, pone
en evidencia lo que queda del proceso discursivo nominal y categórico tanto de las
comunidades embera con categorías como wera fa, como de las comunidades
blanco-mestizas con categorías como transgénero, transexual y travesti. Estas
formas posibles de reconocimiento y auto-reconocimiento para el escenario étnico
en Santuario, evidencia tensiones y fisuras desde donde se desarticulan las formas
hegemónicas de entender la sexualidad. Es esta una realidad que cuestiona las
formas blanco-mestizas, coloniales y normativas de pensar en las formas de ser y
de estar en un lugar.
Capítulo 4
Representaciones y auto-representaciones de la disidencia sexual en
contexto Embera
Son los actores sociales los que usan los sistemas conceptuales de su cultura y los
sistemas lingüísticos y los demás sistemas representacionales para construir
sentido, para hacer del mundo algo significativo, y para comunicarse con otros, con
sentido, sobre ese mundo (Hall, 1997, pág. 10)
Es decir, las representaciones sociales son las posibilidades que tienen las
traviesas para orientar y construir colectivamente una comunidad, en donde se
establecen formas específicas de comunicación, de intercambio y de
reconocimiento, en donde los significados no se dan per se, sino que, son los
sujetos los que construyen el sentido (Hall, 1997). Al tiempo que se producen
construcciones de subjetividades y de identidad, conformando diferentes,
yuxtapuestas y hasta contrapuestas representaciones sociales (Weisz, 2017).
También son un medio y un marco para interpretar la realidad y determinar el
comportamiento de los miembros de un grupo hacia su entorno social y físico con
lo representado. Las representaciones sociales de las traviesas guían y orientan las
acciones y relaciones sociales. No son una calca fiel de lo externo en la mente de
los agentes, sino una sustitución de aquello y, en consecuencia, una reconstrucción
individual y social de lo externo (Pina Osorio & Cuevas Cajiga, 2004)
Son representaciones situadas, responden a un contexto y dependen de la
historia y el tejido colectivo de las indígenas; son producto del sistema de referencia
local, de la territorialización y de los procesos de nombrarse individual y
colectivamente. Una mirada que sitúa la categoría no sólo como una forma de
conocimiento específica productora de subjetividades y de lenguajes entre
individuos con un interés constitutivo de la realidad y de las formas de ser y estar,
sino también, a partir de tensionar la categoría para leer sus implicaciones internas
y externas, de acuerdo al análisis sugerido por Zurita & Deharbe (2019).
Las disputas que emergen entre ambos niveles, generan cambios en los
procesos de auto-representación que tienen que ver principalmente con la
posibilidad de institucionalizar el género (Cirulli, Agotborde, & Fuster, 2015), de
estructurar la subjetividad, de limitar la capacidad de nombrar lo sensible y de
organizar los sentidos.
Las mujeres están atravesadas con mayor fuerza por el ciclo de vida y el
cumplimiento de sus obligaciones en la comunidad (González Henao, 2013). Si una
mujer embera no está casada, ésta se debe a su padre o a su hermano, es decir, a
una figura de autoridad masculina. Las mujeres no pueden estar solteras o solas sin
un referente masculino una vez han cumplido lo ritos de paso, es por esto que los
padres de las indígenas buscan crear alianzas matrimoniales desde que éstas se
acercan al cumplimiento del último rito ya que, según las creencias de la comunidad,
una mujer que no tiene marido en los primeros años después de la paruka se debe
a que ésta es una mujer usada.
La gente decía que yo no iba a tener marido porque yo me quedé sola como hasta
los 16. Como en raza de nosotros las mujeres tienen que coger marido desde los 12
o los 13 porque ya dicen que tanto tiempo es que ya uno está usada, eso dicen
pues. Cuando yo junté con Pacho él pensaba eso, que yo no cogía marido porque
a mí gustaba arrimar a varios hombres porque eso es lo que piensan la raza de
30
Okama es el nombre en Embera que reciben las gargantillas elaboradas en chaquira.
nosotros (Trabajo de campo. Olga Boroguara, julio 18 de 2019. Asentamiento
indígena Los Planes, Santuario)
Los hombres embera valoran a una mujer por la cantidad de maridos que ha
tenido antes31. Se espera que una potencial esposa no hubiese estado con ningún
hombre pues, al contraer una relación marital, esta relación no se puede disolver “si
van a casar es para toda la vida, no se puede con uno y otro” (Trabajo de campo.
Benjamín Viscuña, julio 18 de 2019. Asentamiento indígena Los Planes, Santuario)
Las razones por las cuales una relación marital se puede terminar siendo legitimo
para la comunidad, depende necesariamente que una de las dos partes fallezca o
que se vuele32 de la comunidad evadiendo las responsabilidades y los castigos que
este acto conlleva.
Las mujeres embera se deben a los hombres, a sus padres y/o hermanos en
un primer momento y posteriormente a sus esposos. Las indígenas no eligen con
quién casarse, es una elección que hace el padre o el hermano y en algunos casos
los hombres tienen que pagar una dote, usualmente obedece al trabajo de la tierra
en las parcelas de la familia de su futura cónyuge (Oviedo C, Hernández Q, Mantilla
U, Arias P, & Flórez G, 2014). Así bien, las mujeres embera no construyen lazos
afectivos con su marido previamente, “la raza de nosotros es diferente de ustedes.
Uno coge marido rápido con el que la papá diga porque a uno no lo deja maquillar,
salir solo, ir fiestas así como kapunía [blanco-mestizos]” comenta Griseldina
Chalarca. De la misma forma, Ayalen Viscuña precisa que, “uno no coge marido
porque esté enamorado, nosotras no sabemos lo que es eso porque el marido uno
si lo quiere pero ya porque uno vive con él y por lo hijos, pero uno al inicio se sufre,
los hombres pegan”. Sin embargo, terminar una relación no es una opción en las
comunidades, pese a que tanto hombres como mujeres puedan identificar en
algunos casos abusos, agresiones físicas e infidelidades.
31
En las comunidades Embera no existe la figura de noviazgo, es decir, los vínculos entre un
hombre y una mujer son leídos a partir de la figura del matrimonio.
32 Volarse es la expresión que usan para referirse a aquellas personas que abandonan la
El ciclo de vida de las traviesas no inicia de la misma forma que las mujeres
embera. Las traviesas no nacieron para la comunidad por medio del ritual de la
curación y los procesos de socialización en los primeros años fueron similares a los
de sus hermanos. No cumplir con este rito de iniciación en el camino para llegar a
ser una mujer embera, obligó a las traviesas a cumplir con otras actividades y en
otros espacios, el papel que cumplen las mujeres en las comunidades. En muchos
casos aprendieron a hacer destino, el último rito que constituye el cumplimiento del
ciclo de vida de las mujeres
Yo le dije el mamá, vea yo ser diferente como mujer, yo quiero volver así. Entonces
mi casa no dijeron nada pero que si iba ser mujer tenía que ponerme vestido y
aprender tejer y no podía coger marido y cambiar marido. Toca portar bien y la papá
toca llevar marido pa ver si sirve (Trabajo de campo. Yulisa Arce, noviembre 15 de
2018. Finca El Guadual, Santuario)
Yo sé hacer de todas esas cosas, que vestido, que batas, que chaquiras, todas
pocas cosas yo hago. Parece que cuando estaba chiquito como un niño pues yo
aprendí de mi abuela, ella me enseñó con las hermanas mías y chiquitos pues
jugando hacíamos chaquira. La chaquira también la hace lo hombre pero es mejor
lo haga la mujer porque sí sabe (Trabajo de campo. Samanta Enevia, noviembre 08
de 2018. Finca El Guadual, Santuario)
Vea es que nosotros queremos hacer pues que el remedio, como la curación, eso
que como el marrano dizque lo castran pues. En la comunidad hacen eso cuando
uno es chiquito y no muere. Hay mujeres que no hacen eso y las rechazan porque
son malas mujeres, ¿qué es mala mujer? Que es muy caliente y el hombre no le
gusta así, uno si puede tener relación pero cuando el hombre quiera. Cuando la
mujer es muy caliente así como las muchachas a los hombre no les gusta porque
dicen que muy perra y que coge otros hombres. Eso pasa porque uno tiene que
hacer el remedio porque la comunidad lo rechaza a las mujeres así (Trabajo de
campo. Samanta Enevia, noviembre 08 de 2018. Finca El Guadual, Santuario)
Samanta refiere al rito de la curación que es la forma como nacen las mujeres
en la comunidad. Según Raquel González (2011), las mujeres que no pasaron por
este ritual son concebidas de forma negativa en la comunidad, ya que les atribuyen
un deseo sexual muy alto que irrumpe con el rol tradicional de la mujer embera. Las
mujeres embera están sujetas al deseo y al placer sexual masculino, es por esto
que, el ritual de la curación constituye el inicio de la vida de las mujeres, implica la
mutilación genital del clítoris y de esta forma garantizar que serán fieles a sus
maridos y se deberán a los deseos masculinos, asumiendo la ausencia del placer y
del deseo sexual femenino. El mito en torno a la ausencia de este ritual implica que
a las mujeres les crecerá el clítoris como un pene y en el momento de las relaciones
sexuales se pondrá erecto como el pene del hombre, lo que a su vez generaría
molestias para los hombres y éstos rechazarían a la mujer (González Henao, 2011;
Gilaberte Ferrús, 2016), lo cual no es viable para el padre de la mujer porque su hija
pasa a ser usada y a convertirse en su responsabilidad nuevamente.
Yo me quiero quitar eso pues, pa poder tener familia, yo quiero tener dos hijos y pa
ser un mujer pues. Mire que a veces a mí también arrima paisa y me dicen que tan
linda que mine pa residencia, pero yo no voy porque allá. En Mistrató pasa así que
la mujer que no le hicieron eso chiquita el hombre dice que tiene como hombre y ya
nadie coge y esas pobre mujeres nadie quiere y tienen que vivir con la papá hasta
viejita (Trabajo de campo. Mónica Wasorna, noviembre 08 de 2018. Finca El
Guadual, Santuario)
Yo me junté con Yorladi pero yo ya había tenido mujer antes, yo tengo dos hijos,
pero pues normal porque eso no del cuerpo, eso del alma. Entonces lo diferente es
que ella es más caliente y uno a veces está cansado (Trabajo de campo. Jhon
Wasorna esposo de Yorladi Sanapi indígena traviesa, noviembre 22 de 2018.
Hospital Municipal, Santuario)
Las traviesas no se representan como mujeres con pene, son mujeres sin
ablación. Sobre esta base constituyen su identidad y sus relaciones, reconocen que
no son iguales a las otras embera pero esa diferencia tampoco deslegitima sus
construcciones como mujeres, por el contrario, las sitúa como amenazas para las
indígenas cisgénero, como lo afirma Blanca, indígena cisgénero “es que a uno no
le gusta que ellas se le arriman al marido. Los hombres miran mucho a ellas porque
son muy bonitas entonces mejor que no vengan”.
Por otro lado, las traviesas en sus procesos de reivindicación como mujeres
también incluyen a las madres solteras y a las mujeres que fueron rechazadas por
ser usadas. Aunque algunas indígenas tienen relaciones conyugales estables, sus
esposos tampoco evidencian rupturas y/o inflexiones en sus construcciones
individuales como hombres embera, como es el caso de Omar Wasorna quien tiene
una relación marital con una traviesa hace cerca de 8 años
Para Omar, al igual que para las traviesas y sus familiares, es fundamental
cumplir con otros aspectos de la vida en comunidad que están a cargo de las
mujeres. Son espacios que han sido negados para las mujeres que no están con un
marido por no alcanzar los mínimos para ser reconocida como mujer embera. Si
bien es cierto que a las traviesas y a las otras indígenas las reconocen como
mujeres, lo que está en disputa es el reconocimiento como emberas, como persona.
Las muchachas pues que son mujeres, transgénero, porque ellas quieren vivir en
comunidad porque así es mejor. Unas que les da pena hablar, que la gente dice que
ellas son hombres o mujeres y yo les digo como dicen en adelante la gente, son
mujeres, no importa transgénero o no, importa que ellas volvieron así. Que la gente
pregunta cómo así que ustedes parecen normal pues como una mujer y yo le digo
sí, nosotras volver así y pocas gentes dicen pero yo veo solo pocos mujeres. Y a mí
me dicen quesque trans, entonces yo le digo a las muchachas que cuando
pregunten digan que es volver así. (Trabajo de campo. Samanta Enevia, diciembre
08 de 2018. Finca El Guadual, Santuario)
De la misma forma, las categorías que emergen para nombrar a las traviesas
desde las comunidades Embera son desarticuladas de las narraciones individuales
y colectivas. La existencia de una categoría nominal en lengua embera que refiera
lo trans habla de este fenómeno en el seno de las comunidades incluso antes de la
visibilización de las traviesas. Las representaciones sociales de las traviesas en
términos de enunciación constituyen un accionar político por redefinir otras miradas
y otros discursos de lo trans en tanto renuncian a la categoría en lengua embera
wera fa (mujer falsa) para nombrarse a partir de un ejercicio metafórico con el oficio
de la recolección de café, sin desarticular los supuestos cosmogónicos heredados
ancestralmente representándose a través de la relación con la tierra.
Estas nociones nos permiten ampliar los marcos de comprensión del género
y la sexualidad, también de la categoría de decolonialidad e interseccionalidad,
ahondando en nuevas formas de leer, analizar y comprender las representaciones
sociales, los supuestos ontológicos locales y en general la realidad social de las
traviesas. Cuestionando los discursos y los imaginarios hegemónicos que, pasan
por alto las particularidades locales, los contextos, las necesidades y las demandas
de las comunidades. La representación social leída desde la colonialidad del género
posibilita superar hipótesis a priori y superficiales, para profundizar en los campos
de exploración que complejizan las realidades de las indígenas
El tejido, la danza, tener marido y saber hacer destino son algunas de las
alegorías que atraviesan a las traviesas cotidianamente. El ciclo de vida trans no
está definido por un inicio y/o un final, está imbricado en un devenir constante que
no es privativo de los cuerpos trans (Guerrero & Muñoz, Ontopolíticas del cuerpo
trans: controversia, historia e identidad, 2018) pero que es una cualidad que amplía
los intersticios que generan otras realidades (Malvárez Diez, 2017), donde se
supere la visión occidental/moderna/colonial y se permita la comprensión de “la
complejidad de las construcciones corporales y discursivas lo cual implica tratar de
pensar fuera del mundo dicotómico y excluyente para comprender la diversidad de
experiencias que desborda la vida humana” (Oviedo Castrillón, 2017, pág. 123)
Uno puede ser como quiera con respeto sin problema. Vea yo hay poco cosas que
no sé cómo hacer, no me dejaron aprender y yo me vine para por estos lados de
Santuarios. Yo lo amaño muchos por acás con las primas, uno se recocha, pasa
bueno y las primas no están diciendo cosas a uno. Cambio cuando visita casa en mi
comunidad si le dicen que haga una cosa, que una mujer no hace cosas así, tiene
que comportar bien y uno hay cosas que no se sabe si me entiende. Sabes que, uno
aquí no rechaza, hay primas que no hacen una cosa y otras sí y Samanta no las
regaña. A mí no sé como pues como la otras primas que usan la bata, yo no me la
pongo porque no sé es como saber capaz de hacer, pero nadie dice nada. Yo
tampoco digo nada y a mí me gusta así. Uno puede volver así y somos pocos
traviesas pero somos iguales, somo seres humanos y muy bueno que estemos
naciendo comunidad (Trabajo de campo. Marcela Valencia, diciembre 08 de 2018.
Finca El Guadual, Santuario)
Yo no rechazo a ninguna mujer que quiera estar en esta comunidad, las muchachas
que quieran estar con nosotros aquí en adelante van ser de la comunidad porque yo
sé lo duro que es estar volado, es como si uno ya muriera porque toca estar solo.
Pero tiene que saber una cosa, en la comunidad se respeta a las mujeres. Somos
mujeres Embera Chamí y Katío y queremos dejar nacer comunidad indígena porque
somos seres humanos, somos persona igual como ustedes. Somos mujeres igual
como otras mujeres porque nos sentimos así, sentimos mujer así nos toque volarnos
de la comunidad. Las traviesas como decían adelante pues ya estamos
conformando como comunidad para que otras pocos mujeres llegue aquí y vamos a
luchar por la comunidad de nosotros. Somos familia y toca trabajar juntos (…) Me
puse la primera vez bata embera a los 30 años y yo no había usado bata, pero en
adelante vamos a comportar como indígenas, porque las mujeres también volvemos
así y también podemos estar solas, las mujeres no tenemos que dejar pegar del
marido, podemos ser fuertes y trabajar juntas, tenemos danza, chaquiras, pocos
tejidos, proyectos, muchas cosas por hacer. Las muchachas saben que conmigo
tienen casa, techo, comida, dormida y que aquí pueden venir. Yo aprendí a
comportar como mujer indígena porque yo veía a las otras mujeres, pero yo nací
mujer, yo siempre sentí diferente así en el territorio indígena en Mistrató no me
quisieron y ellos tienen que dejar saber que nosotros somos comunidad, somos
embera y somos mujeres. Somos seres humanos y vamos a nacer una comunidad
indígena en el Santuario Risaralda.
BIBLIOGRAFÍA