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Génesis Natalia Tobón Becerra

Estudios Literarios
Universidad Nacional de Colombia
2019 – I

Comunicación y confluencia en las propuestas de Aimé Césaire


Es evidente que todo escritor, poeta o artista desea comunicar un ‘algo’ —sea una idea o un
sentimiento de malestar— frente al contexto social e histórico en el cual se desenvuelve su
producción estética y su vida. Ahora bien, podría decirse que para comprender el ‘mensaje’
que se desea comunicar, es necesario concebir la poética, por ejemplo, de un autor como
una totalidad que da sentido a su propuesta. Por lo que, en el caso de Aimé Césaire, cabe
estudiar sus producciones estéticas en diálogo directo con sus propuestas ensayísticas. Sin
embargo, siendo imposible abarcar la totalidad de la obra del martiniqués en tan pocas
páginas —además de que sería una empresa de toda una vida— tomaremos su primera
entrega poética, Cuaderno de un retorno al país natal (1939), y, tal vez, su discurso más
importante, Discurso sobre el colonialismo (1950), con el fin de establecer ciertos patrones
en su planteamiento y llegar a un esbozo general de su propuesta.
Ahora, uno de los rasgos que une fuertemente las dos obras es el tono irónico que
poseen. Si bien, el Cuaderno… se ve plagado de un lenguaje poético que juega con las
imágenes acústicas y los significantes de una manera que se escapa de la lógica tradicional
—muy similar a como lo hacían los surrealistas—, existen versos y fragmentos enteros del
poema donde se potencia un tono sarcástico por encima de esta experimentación con el
lenguaje, por ejemplo: “Pardiez los Blancos son grandes guerreros / ¡hosanna para el amo y
para el castrador de negros! / ¡Victoria! ¡Victoria, os digo! ¡Los vencidos están / contentos!
¡Alegres hedores y cantos de lodo!” (p. 77). Aquí, la ironía refuerza la brutalidad de Europa
con las negritudes, pues el poema es contado desde el yo poético de Césaire quien es negro,
antillano y, por ende, se encuentra oprimido por las acciones ‘civilizadoras’ de occidente,
así que, sería inverosímil que, en medio de un poema épico que narra el sufrimiento de la
negritud antillana, se celebre la victoria del colonizador, por esto se trata de un tono irónico
frente a esta situación de dolor. En paralelo, en la cuarta parte del Discurso… la ironía del
autor alcanza su punto máximo cuando se apodera de las palabras de estudiosos de diversas
áreas, tanto del siglo XIX como del XX, que proponen teorías imposibles de concebir hoy
en día sobre las razas distintas a la europea. En su diatriba contra la psicología de Mannoni
se apropia del discurso de este y dice:
Veamos, vosotros lo sabéis bien. Estos negros ni siquiera imaginan lo que es la libertad.
Ellos no la desean, no la reivindican. Son los investigadores blancos quienes meten eso en
la cabeza y si se la concedieran, no sabrían qué hacer con ella. (31)
Ambos casos tienen objetivos específicos diferentes, el primero, enfatizar en la naturaleza
salvaje de la empresa colonizadora, y el segundo, mostrar la incompetencia de Europa al
intentar comprender la otredad; sin embargo, a la larga la intención es la misma:
desacreditar la civilización que pretende imponerse frente a la otredad.
Aunque, los dos textos siguen una misma propuesta frente a la colonización, la
identidad negra y la otredad, las herramientas discursivas a las que recurren son diferentes,
desde su propia naturaleza genérica. Por consiguiente, pueden identificarse dos grandes
diferencias discursivas entre estas obras que permiten entender en su totalidad la propuesta
de Césaire. En primer lugar, la focalización de cada uno de los textos es diferente, si se
quiere antitética; en el Cuaderno… el foco se encuentra en el colonizado, en la negritud en
lo que Europa llama la otredad. El poema épico habla desde el negro, el esclavo, y trata un
espacio temporal tremendamente dilatado, pues habla desde los ojos de quien retorna, pero
relata la vida completa que éste tuvo en el ‘país natal’ antes del retorno mismo. En ese
sentido, se presenta todo el tiempo de vida que tuvo lugar en la isla de Martinica sumado a
los recuerdos y el conocimiento aprehendido en su estancia fuera del Caribe. Entonces, se
toma la posición del oprimido por dos razones: primero, es la identidad del mismo Césaire
la que se está desnudando aquí, segundo, el efecto en el lector es más profundo de esta
manera pues se apela a la sensibilidad del yo poético dentro de su propio pensamiento y
voz. Por otra parte, en el Discurso… se toma la decisión opuesta, se enfoca la propuesta en
Occidente. Esto representa una diferenciación incluso de todas las propuestas estéticas
frente a este tema, puesto que la mayoría de las propuestas sobre la supremacía cultural de
Europa y los vejámenes acaecidos en las colonias —tanto africanas como americanas—
están contados desde la otredad, tal y como se encuentra construido el poema. En el
Discurso… Césaire insiste en mostrar cómo la colonización afecta también al colonizador
en sí, por esto se habla de las mismas atrocidades que en el Cuaderno… pero desde las
repercusiones que tienen en la civilización europea, cómo secundan a la ‘descivilización de
Europa’ (Quijano Valencia, p.256). Lo anterior quedará esclarecido con la segunda
diferencia discursiva entre las obras.
En segundo lugar, otra diferencia que resalta y que va estrechamente ligada con la
anterior es el nacimiento de ambos textos, es decir, desde qué lugar ontológico se generan
estas propuestas y a qué objetivo apuntan —el cual, como se verá adelante, resulta ser el
mismo. En primer caso, el Cuaderno… parece nacer de una necesidad del autor de entender
su propia identidad, su negritud, su condición ‘subordinada’ impuesta por Francia; más que
buscar una definición de la negritud en general, o la antillanidad, Césaire apunta a una
exploración del ser martiniqués, visualizando un espectro de posibilidades identitarias en
las que todos los rasgos son posiblemente generalizados, pero no por eso excluyentes. Lo
anterior quiere decir que se comprende una exploración del ser desde características que
aplican a muchos pero que en ningún momento poseen una intención de homogenizar lo
diverso.
Los que no han inventado ni la pólvora ni la brújula
los que nunca han sabido domar ni el vapor ni la electricidad
los que no han explorado ni los mares ni el cielo
pero que conocen todos los rincones del país del dolor
los que de los viajes sólo saben los desarraigos
los que se han amodorrado en los arrodillamientos
los que fueron domesticados y cristianizados (91)
En el anterior fragmento, en los tres primeros versos Césaire se refiere a los negros a partir
de ‘carencias tecnológicas’ que, intuitivamente, se le pueden atribuir al colonizador y, a
partir del cuarto verso, comienza una caracterización del negro a partir de su
comportamiento histórico frente a la colonización en sí, la cual había sido narrada en los
versos anteriores a partir de los logros que se intuyen son europeos. Más adelante, el poeta
hace una declaración más directa sobre el negro:
mi negritud no es una piedra cuya sordera arremete contra el clamor del día
mi negritud no es una mancha de agua muerta
en el ojo muerto de la tierra
mi negritud no es una torre ni una catedral

se zambulle en la carne roja del suelo


se zambulle en la carne ardiente del cielo
agujerea el agobio opaco de su erguida paciencia. (97)
Ahora, en este fragmento inicia la identificación a partir de antítesis, señalando lo que no es
el negro, para llegar a una caracterización en los últimos tres versos del ‘espíritu’ negro
pues, es con imágenes más abstractas cómo se puede llegar a transmitir el ‘sentir de la
negritud’, ya que, hay que recordar que un conglomerado de características físicas no
llevaría a una identificación ontológica del negro. Así, a lo largo del poema se establecen
diversas imágenes con las que se intenta reconocer el negro, sea a partir de antítesis o
comparaciones indirectas entre el colonizador y el colonizado.
Por otro lado, el Discurso… nace desde la reconstrucción histórica del proceso de
colonización no solo del Caribe sino también de varias zonas de África, en donde, a lo largo
del texto, se dialoga con propuestas psicológicas, antropológicas y literarias europeas que
pretenden la identificación del sujeto colonizado. No obstante, las ideas planteadas en el
Discurso…, en conjunto, apuntan a la degradación de la sociedad europea puesto que se
ponen en tela de juicio sus acciones a partir de su propio discurso erudito; en otras palabras,
se descompone el razonamiento eurocentrista desde sus propios argumentos, citando a
autores, etnólogos y psicoanalistas, todos franceses, que proponen teorías sobre las
poblaciones colonizadas, en particular y en general, que rayan en la ignorancia y se
configuran, evidentemente, desde una posición de poder y falsa superioridad ética como la
es la europea, la del colonizador. Lo anterior, nace en función de la independización
cultural del colonizado propuesta por Césaire; aunque el autor no esté negando la
importancia de la civilización europea a lo largo de la historia de la humanidad, en el
Discurso… se apunta a la naturaleza parcial de dicha historia y se propone una nueva
historia desde la otredad y sobre la otredad, puesto que la barbarie que los colonizadores
creyeron encontrar fuera de Europa resultó residiendo dentro de ellos mismos, siendo las
tierras sometidas un espejo para el perpetrador. Esto en el sentido que el conquistador
encontró su propio salvajismo en su accionar en las colonias.
En suma, se puede entender que, desde diferentes orígenes, ambos textos poseen
una finalidad común: la búsqueda de una emancipación cultural con respecto de la
hegemonía europea. El Cuaderno… nace desde la identificación espiritual del negro, la voz
de la negritud, el Discurso… en cambio, se configura desde el otro lado de la discusión,
desde el colonizador, desacreditando sus acciones y permitiendo el levantamiento de la
otredad desde el ocaso de la civilización europea.
En general, se puede entender la propuesta del martiniqués como una reivindicación
del negro frente al mundo erudito, puesto que, a pesar de que se desestima la modernidad
francesa, sus propuestas se configuran en francés, con el fin de también ser escuchado en el
‘primer mundo’. Su propuesta, más que una búsqueda identitaria, es un ‘levantar la voz’, y
esta voz tiene un color y una raza determinada. Lo anterior se sustenta en el hecho de que
sería imposible construir la identidad cultural de una comunidad, o bien de un país,
sobretodo si se trabaja con trasfondos históricos tan diversos y conflictivos —en cuanto a
construcción cultural se refiere— como lo poseen los territorios colonizados, puesto que
cada parte, por ejemplo, de América genera un problema identitario diferente y si se
quisiera ver una identidad que conglomere todo el continente, solo se puede anclar dicha
propuesta en la común conclusión de heterogeneidad que posee un territorio tan grande
como este.
Así pues, solo queda por añadir la importancia de toda la obra de Aimé Césaire para
los estudios culturales del caribe y para las mismas teorías decoloniales que posteriormente
tendrán lugar desde varias perspectivas a nivel global, debido a que el martiniqués,
sobretodo con lo planteado en el Discurso…, es el primero en mostrar la desalineación
cultural entre occidente y el resto del mundo y proponer, de manera completa, una idea de
emancipación tanto cultural como económica, respecto de Europa.

Bibliografía
Césaire, Aimé (1939) Cuaderno del retorno al país natal. Ediciones ERA.
(1950) Discurso sobre el colonialismo. Akal.
Oliva E., Stecher L. y Zapata C. (Editores) (2010) Aimé Césaire desde América Latina.
Diálogos con el poeta de la negritud.
Quijano Valencia, Olver B. (2007) Reseña de "Discurso sobre el colonialismo" Aimé
Césaire. Revista Convergencia. Volumen 14, número 43, p. 255 – 262.

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