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El griego moderno, tal como se lo conoce hoy en día, deriva del griego antiguo a
través del griego medieval o bizantino y es el idioma oficial de Grecia y de
Chipre, además de ser una de las lenguas oficiales de la Unión Europea. El estándar
lingüístico actual se desarrolló tras la guerra de Independencia de Grecia (1821-
1831) y está basado en la lengua popular (el dimotikí), aunque con considerable
influencia de la lengua culta arcaizante desarrollada a lo largo de los siglos xix
y xx (el katharévousa), que fue la norma oficial hasta 1976.1 Existen minorías de
hablantes de griego en el sur de Albania y en el sur de Italia, donde se habla el
griko (o grecocalabrés) y el grecánico (o grecosalentino). En torno al mar Negro
quedan todavía minorías de hablantes del dialecto póntico. Además, desde finales
del xix existen comunidades grecoparlantes descendientes de emigrados en Francia,
Alemania, Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Australia, Argentina, Uruguay,
Brasil, Chile, Venezuela y México.
Aspectos históricos, sociales y culturales
Historia
Artículo principal: Historia del idioma griego
El griego antiguo es la lengua de muchas grandes obras literarias, entre ellas los
poemas homéricos y el Nuevo Testamento. Ha tenido una gran influencia en muchas de
las lenguas modernas de la actualidad, a través, principalmente, del latín.
Origen
En la Edad del Bronce fueron surgiendo diversos dialectos del griego, aunque no se
conoce con precisión ni cómo se produjo la fragmentación ni cómo estuvieron
distribuidos en este periodo. Es a partir de la época histórica (siglo VIII a. C.)
cuando se puede establecer un panorama de la distribución dialectal.2 Si bien estos
dialectos eran mutuamente comprensibles, había diferencias fonológicas y
gramaticales sistemáticas entre ellos.
Dórico
Artículo principal: Dórico (dialecto)
En todo caso, el término Imperio bizantino fue creado por la erudición ilustrada de
los siglos XVII y XVIII y nunca fue utilizado por los habitantes de este imperio,
que prefirieron denominarlo siempre Imperio romano (en griego: Βασιλεία Ῥωμαίων,
Basilía Roméon o Ῥωμανία, Romanía) durante toda su existencia.
El término «Imperio bizantino»
Imperio romano oriental en el 480.
El éxito del término puede guardar cierta relación con el rechazo histórico de
Occidente a reconocer al Imperio romano de Oriente como continuación legítima de
Roma, al menos desde que, en el siglo IX, Carlomagno y sus sucesores esgrimieron el
documento apócrifo conocido como «Donación de Constantino» para proclamarse, con la
connivencia del papado, emperadores romanos. Desde esta época, en las tierras
occidentales el título Imperator Romanorum ('Emperador de los Romanos') quedó
reservado a los soberanos del Sacro Imperio Romano Germánico, mientras que el
emperador de Constantinopla era llamado, de manera un tanto despectiva, Imperator
Graecorum ('Emperador de los Griegos'), y sus dominios, Imperium Graecorum
('Imperio Griego'), o incluso Imperium Constantinopolitanus ('Imperio de
Constantinopla'). Está de más decir que los emperadores en Constantinopla nunca
aceptaron estos nombres. Esta distinción tampoco existió en el mundo islámico. El
imperio bizantino fue conocido por los turcos como ( رومRûm, 'tierra de los
Romanos') y sus habitantes como rumis, calificativo que por extensión acabó
aplicándose a los cristianos en general, y en especial a aquellos que se
mantuvieron fieles a su fe en los territorios conquistados por el islam.
Bizancio puede ser definido como un Imperio multiétnico que emergió como un Estado
cristiano y terminó sus más de 1000 años de historia en 1453 como un Estado griego
ortodoxo, adquiriendo un carácter verdaderamente nacional. Los bizantinos se
identificaban a sí mismos como romanos, y continuaron usando el término cuando se
convirtió en sinónimo de helenos. Prefirieron llamarse a sí mismos, en griego,
romioi (es decir, pueblo griego cristiano con ciudadanía romana), al tiempo que
desarrollaban una conciencia nacional como residentes de Romania.
A medida que avanzó la Edad Media pasaron de referirse a sí mismos como romioi
('romanos') a helenoi (que tenía connotaciones paganas tanto como el de romios) o
graekos ('griego'), término que fue usado frecuentemente por los bizantinos, para
su autoidentificación étnica, en especial en los últimos años del Imperio. La
disolución del Estado bizantino en el siglo XV no deshizo inmediatamente la
sociedad bizantina. Durante la ocupación otomana, los griegos continuaron
identificándose como romioi y helenos, identificación que sobrevivió hasta
principios del siglo XX y que aún persiste en la moderna Grecia.