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Resumen del artículo de investigación de Estefanía Buitrago Paipa: La geoestrategia

en la política exterior colombiana

En un primer momento, varios autores entran a definir el concepto de geoestrategia con

el fin de obtener un consolidado semántico y unificarlo en la categoría: geoestrategia

política. Así pues, viene a definirse como el posicionamiento fundamental o decisivo que

procuran los gobiernos para equilibrar la toma de decisiones respecto al campo de acción

geográfico que se les permite usar. Esto, en procura de proyectar los negocios nacionales,

internacionales, de mantener un equilibrio en la toma de decisiones fronterizas, de procurar

un accionar militar y prospectar la nación en concordia con los demás Estados.

Un uso eficaz del término es su aplicabilidad en lo referente a la política exterior del

Estado colombiano, que si bien posee algunas directrices, también se hace notable el

manejo de sus relaciones en manos de unos pocos. El Estado en sentido estricto tiene como

características principales la población, el territorio, la soberanía, y es precisamente en esta

última peculiaridad que proyecta el concepto de armonía entre las naciones al posibilitar,

dentro del accionar político, las buenas relaciones con otros países o incluso mantener la

paz dentro del mismo territorio.

Tomando como referente lo expuesto en la Constitución de 1991, donde se delegan

funciones al presidente y los diplomáticos consulares de dirigir las relaciones

internacionales, es posible avizorar un limitante correlacional que si bien puede nutrir el

accionar de la geopolítica, también puede aminorarlo.

De esta manera, se hace un rastreo histórico de las condiciones en cuanto a política

exterior de la nación colombiana desde principios del siglo XX, rememorando

acontecimientos como la separación de Panamá, la indemnización de los Estados Unidos, la


construcción del canal y sus repercusiones geoestratégicas, los vínculos con potencias

extranjeras después de las guerras mundiales, los tratados o Acuerdos de paz que se han

venido firmando y la apertura económica de los 90 que desembocó en una mala imagen a

nivel internacional debido a los problemas de narcotráfico, así como del conflicto armado.

Toda esta situación de relaciones internacionales incide directamente sobre la actualidad de

la nación, en la cual se ha procurado ampliar las fronteras de la geopolítica estatal dando

entrada al acompañamiento de otros países en pro de combatir problemas que aumentan en

conflicto interno del país y mejorar los índices de bienestar en la población.

Por otra parte, el artículo plantea que el modelo de análisis de la política exterior según

Kenneth Waltz ha sido usado para indagar sobre las causas que dan origen al conflicto

internacional y de toma de decisiones para actuar en lo referente a política externa. Este

sistema analítico está diseñado en tres niveles: sistémico, estatal y el individual.

Propone que el primero incluye 5 variables: naturaleza, objetivos, grados, distribución,

presencia y alcance. Aquí se resalta se da prioridad a lo nacional como actores individuales,

pero hay recepción de estímulos externos.

En segundo nivel las acciones políticas son vinculadas directamente con el Estado, en

forma interna y buscando satisfacer las necesidades e intereses políticos sin incidir sobre el

gobierno.

En cuanto al nivel individual, propone que la política exterior está dirigida por grupos

pequeños o intereses personales. Posee tres características: naturaleza humana,

comportamiento organizacional y características personales.

A grandes rasgos, el modelo Waltz es útil ante la toma de decisiones en cuanto a política

exterior y todo lo concerniente al manejo de relaciones internacionales. Tomando como

referente el mencionado modelo de análisis y basado en el Artículo 1º de la Constitución


Nacional de Colombia donde se hace alusión a los principios rectores del Estado, el autor

da por sentado que Colombia encajaría en el modelo Individual, ya que el actuar de la

población civil se ha visto apocado y generalmente queda en manos de unos pocos el trazar

los destinos de la nación en cuanto política exterior; olvidando la premisa de democracia

participativa. Se hace claridad en que las relaciones internacionales se han venido

afianzando mediante la lucha que los gobiernos desde mediados del siglo XX han

procurado en pro de una verdadera paz; sin embargo, los objetivos dejan entrever una

manipulación desde la óptica de unos pocos, donde los mandatarios y sus subalternos son

los que proponen la reglas de juego y enrutan cierta sumisión hacia gobierno de la potencia

estadounidense.

Esto denota cierto descuido en las alianzas con grandes potencias europeas y asiáticas,

que no solo encajan dentro de la lucha armada y el narcotráfico, sino que ofrecen grandes

posibilidades de negocios internacionales frente al mercado, inversión y nuevas

tecnologías. Más aún, en el ánimo de combatir las estructuras armadas, se ha ido

inyectando cierto veneno en el ámbito fronterizo exponiendo las puertas de paso hacia los

países vecinos como Venezuela y Ecuador, gobiernos que invitan al silencio, a cerrar el

ingreso de inmigrantes, a la crítica y al juzgamiento, en vez de trabajar en concordia y

unidad.

A juicio del autor, Colombia ha venido en un renacimiento de estructuras políticas

internacionales, en tanto que la geoestrategia ya no es tanto hacia el “norte” y su

implicación bélica, sino que empieza a dar atisbos de otras realidades como la educación, la

salud, el comercio y la misma seguridad nacional. En consecuencia, concluye que la

política exterior debe contribuir a que Colombia se proyecte como un Estado soberano

donde se demuestre mucho más la preocupación por evolucionar en las riquezas que como
nación se tienen, en mostrar la cara amable del país, y para esto se necesita una revolución

pragmática de sus objetivos y políticas internas que reflejen a la Colombia sensible ante su

pueblo y la realidad latinoamericana que la permea.

Bibliografía

Buitrago, E. (2016). La geoestrategia en la política exterior colombiana. Perspectivas e

inteligencia, 8(17), pp. 33-47.

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