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AL – Asamblea Legislativa
Art. – Articulo
Cn. – Constitución
CT – Certificados de Traspaso
Inc. – Inconstitucionalidad
Objetivo General:
Objetivos Específicos:
Analizar en el caso específico de El Salvador, como es proceso del ciclo presupuestario el cual está
conformado por cuatro grandes momentos: formulación, discusión y aprobación, ejecución y, por
último, la fase de seguimiento y evaluación.
Estos problemas requieren medidas y reformas para garantizar un sistema de pensiones equitativo,
sostenible y que proporcione seguridad económica a todos los trabajadores en su etapa de retiro.
INTRODUCCION.
El sistema de pensiones de El Salvador realizó una reforma estructural en 1996 que creó el Sistema
de Ahorro para Pensiones (SAP), la cual fue ofrecida a la ciudadanía como un sistema “privado”,
“administradoras que competirían entre sí promoviendo la eficiencia”, que expandiría la
cobertura, con propiedad de la cuenta individual por los asegurados utilizando esto como un
“incentivo para afiliarse y cotizar”, sin interferencia del Estado y pagando pensiones dignas.
Se han planteado dudas sobre si el sistema de pensiones fue realmente diseñado para satisfacer La
realidad del mercado laboral que presenta el país. Como estos sistemas son Mayor enfoque en el
personal que suele tener una situación trabajadores contratados, para que tengan más
posibilidades de cotizar de tal forma que esto les permita obtener el derecho a la pensión, sin
embargo, también hay beneficios proporcionados a Ciertos grupos de personas que se consideran
vulnerables, conocidos como no contribuido.
Con la implementación del Sistema Privado de Ahorro Previsional (SAP), se pretende, superar las
deficiencias que presentaba el antiguo sistema público, La realidad que viven los salvadoreños
sugiere que las mejoras son mínimas y desenfocadas
La cobertura poblacional sigue siendo la más baja de la región de América Latina, donde los costos
administrativos siguen siendo los más altos de la región, Los grupos de trabajadores más
vulnerables continúan excluidos de la cobertura, Los rendimientos que ofrecen las administradoras
de fondos de pensiones no son las más competitivas en comparación con otros países.
JUSTIFICACION
Se tiene que reflexionar, que todo trabajador se encamina hacia esa etapa de la vida, por
ello es importante instruir y concientizar a las nuevas generaciones en este tema. La
creación de un Programa de Atención Psicosocial que ayude a las personas jubiladas del
Sector Público ya que contribuiría a las Instituciones del Gobierno para que ayuden a las
personas jubiladas a que reciban una preparación que les permita enfrentarse a esta nueva
experiencia de forma adecuada.
Una parte muy importante en cada país es que deben de contar con sistemas de pensiones que
incorporen elementos acordes al contexto y condiciones económicas; además es fundamental para
alcanzar mayores niveles de bienestar. En el caso de El Salvador, desde la década de 1990 se ha
puesto en marcha una cantidad notable de reformas en programas de la protección social tanto
contributivos como no contributivos, diseñadas para alcanzar diversos objetivos de política pública.
Sin embargo, el sistema de pensiones de El Salvador enfrentó grandes desafíos a corto y largo
plazo, generados en gran medida por las características del diseño de los programas y regímenes
que lo conforman. Estos desafíos se han transformado en limitaciones considerables para alcanzar
los principios fundamentales de la seguridad social; en 1996 la Asamblea Legislativa de El Salvador
aprobó la Ley del Sistema de Ahorro para Pensiones (SAP), que sustituyó el Sistema Público de
Pensiones (SPP) por un sistema basado en el ahorro individual y de administración por el sector
privado a través de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
El SAP empezó a funcionar en 1998, un aspecto sumamente relevante de la reforma de 1998 fue el
alto costo fiscal de la transición del SPP al sistema de capitalización individual (SAP), financiado en
mayor medida a través de endeudamiento (externo e interno). Ello ha dado lugar a un alto déficit
fiscal y un nivel de endeudamiento que, sumando el componente de pensiones, alcanzó más del 70
por ciento del PIB en el año 2017. Las tendencias generadas por el diseño del sistema de pensiones
especialmente, en lo que concierne a las presiones sobre las finanzas públicas provocaron que en
2015 se iniciara un proceso de discusión para diseñar una nueva reforma del Sistema de Ahorro
para Pensiones (SAP), sustentada sobre un fuerte contenido fiscal. El proceso se caracterizó por la
existencia de diversas propuestas de reforma elaboradas de forma aislada por distintos actores
sociales.
Limitaciones
Sistema de Pensiones.
Sistema de Pensiones: es un mecanismo de protección social para proveer ingresos a las personas
que pierden su capacidad de autogeneración debido a la edad avanzada (derechos y beneficios de
vejez), discapacidad (derechos y beneficios de invalidez).
Prestaciones: Suele referirse al conjunto de servicios y beneficios que las instituciones, públicas o
privadas, tienen la obligación legal de brindarle a sus trabajadores.
Reglamentos: Son normas que integran nuestro ordenamiento jurídico, formando parte del marco
de juridicidad que rige el actuar de los órganos públicos.
Jubilación: Retiro de un empleo público o privado, una vez cumplidos ciertos requisitos de edad,
tiempo de labor y aportes, con derecho a percibir una remuneración periódica.
Reformas estructurales.
Prestación definida: es aquel mediante el cual los afiliados o sus beneficiarios obtienen una
pensión de vejez, de invalidez o de sobrevivientes o una indemnización previamente definida, de
acuerdo con lo establecido en dicha ley.
Financiación por reparto o colectiva parcial : El sistema de reparto se organiza sobre la base de un
aporte obligatorio realizado por los trabajadores en actividad, con el que se forma un fondo para
atender las pensiones y jubilaciones de los trabajadores retirados.
Plan de pensiones de aportación definida: aquél en el que la cuantía de las aportaciones a realizar
por el partícipe (y, en su caso, por el promotor) se encuentra previamente definida.
El sistema de capitalización individual: consiste en que las y los trabajadores deben depositar cada
mes un porcentaje de su remuneración, sueldo o ingreso imponible en una cuenta personal en una
administradora de fondos de pensiones.
La Administración Privada: se encarga de los procesos funcionales de una empresa para cumplir los
objetivos de su planificación estratégica. En este tipo de administración, lo que se busca
es disminuir los costos de las operaciones y maximizar los beneficios de éstas.
Sistema autónomo público: Son órganos públicos que ejercen una función primordial del Estado,
establecidos en los textos constitucionales y, por tanto, tienen relaciones de coordinación con los
demás poderes tradicionales u órganos autónomos, sin situarse subordinadamente en algunos de
ellos.
Sistema ISSS.
Asistencia social: es una actividad que se ocupa de diferentes situaciones, entre las que se
destacan: promover el cambio social hacia un estado de superación de las personas, la resolución
de conflictos que surjan en la interacción humana.
El Seguro de Invalidez, Vejez y Muerte: otorga pensiones por vejez y por invalidez del asegurado y a
los sobrevivientes del asegurado fallecido.
ANTES DE LA REFORMA DE PENCIONES.
La seguridad social en El Salvador tiene sus orígenes en 1911, cuando se decretó la primera de las
leyes que puede considerarse antecedente del Estado de Bienestar. La Ley sobre accidentes de
Trabajo fue creada para dar seguridad económica a los trabajadores del sector gubernamental
ante percances inesperados durante sus jornadas laborales. Velar por su cumplimiento estaba a
cargo de los alcaldes y jueces, y básicamente estaba destinada a los trabajadores administrativos.
Sin embargo, el resto de la población no tuvo los mismos derechos sino hasta varios años después.
Todas las relaciones laborales, durante las primeras dos décadas del siglo XX, se regían por el
Código Civil y el Código de Trabajo que nacieron por mandato de la Constitución de 1886. Éstos se
dedicaban a regular la forma de contratación por sexo y edades, mas no brindaban «derechos de
trabajo», por lo que estos prácticamente no existían en El Salvador (Burgos, 2004: 4). El principal
trabajo que realizaban los salvadoreños en ese período era el de la agricultura, dedicándose al
cultivo de café. En esa época de feudalismo, los hacendados crearon monedas con las que
pagaban a sus obreros y que solo podían ser canjeadas en las Haciendas. Los bancos, por su parte,
emitían las monedas de circulación nacional.
Fue en la década de 1920 que comenzaron a producirse ciertos cambios, los cuales ocurrieron por
la presión de algunos grupos de trabajadores que se sindicalizaron para mejorar sus condiciones
salariales, que habían sido afectadas por la Crisis del Café a mediados de 1920. Los gremios de
panificadores, zapateros, albañiles, carpinteros y sastres realizaron varias huelgas entre 1920 y
1924, exigiendo mejores salarios y prestaciones laborales, sin éxito. La influencia internacional
tampoco tuvo peso. Durante las «Convenciones de Washington» que se realizaron en 1923, y en
donde los representantes de los países Centroamericanos firmaron el «Tratado General de Paz y
Amistad», se mencionó por primera vez la necesidad de crear instituciones que brindaran
seguridad social en los países del continente americano. Pese a que El Salvador suscribió al
Tratado, no hubo reformas.
En 1930 se creó la Ley de Pensiones y Jubilaciones Civiles, que sería la primera normativa que
buscaba brindar protección económica a los trabajadores en la vejez. Esta última ley estaba
destinada a todos aquellos que trabajaban en la administración pública y comprendía a los
empleados civiles, judiciales y administrativos del sector gubernamental. Tanto la Ley de
Protección a los empleados del Comercio como la Ley de Pensiones y Jubilaciones Civiles dejaron
fuera a la mayoría de la población salvadoreña, pues solo benefició a los empleados del comercio y
a los gubernamentales que vivían en las zonas urbanas. Según el Primer Censo de Población
(1930), el 62 por ciento de la población salvadoreña vivía en zonas rurales y trabajaban en el
campo; y un 95.4 por ciento de la población eran pobres.
En marzo de 1931, Arturo Araujo llegó a la presidencia; aunque su plan de gobierno estaba
inspirado en políticas sociales diseñadas por Masferrer, tenía que enfrentarse a la crisis fiscal que
vivía el país producto de la crisis económica mundial y principalmente a la caída de los precios del
café. La exportación del grano representaba el 90 por ciento de las exportaciones en El Salvador
(Lindo Fuentes, 2004: 289); los precios eran tan bajos que muchos cafetaleros decidieron que no
valía la pena cosechar el grano y no contrataron cortadores o redujeron los salarios a la mitad.
Para contrarrestar la caída en los ingresos, el gobierno de Araujo decidió postergar las promesas
con las que había ganado la presidencia (como la repartición de tierras a los campesinos), rebajó
los salarios (principalmente a los militares) y realizó despidos masivos de empleados públicos.
Ésta última política no logró el aprecio de los terratenientes, quienes encontraron en Hernández
Martínez una amenaza al proceso de diversificación e industrialización de la agricultura. Su
dictadura, lograda mediante la instauración de un único partido político, frenaba para los
terratenientes el desarrollo en El Salvador (el dictador no simpatizaba con la diversificación de la
agricultura); y la población en general estaba desconforme con el fraude electoral y la represión.
Es así como en 1944, en medio de una huelga general apoyada por militares y terratenientes, que
Hernández Martínez renunció a la presidencia y huyó a Guatemala.
El presidente Castaneda fue derrocado, tras modificarse la constitución para que los gobiernos
fueran de seis a cinco años y tras exigírsele que dejara el puesto para el que fue electo (por seis y
no cinco años). El Consejo Revolucionario de gobierno tomó el poder en 1949 y fue el que impulsó,
basándose en las reformas de 1945, la creación de la primera Ley del Seguro Social, con la cual se
fundó el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS). Esta ley, que buscaba dar beneficios en
materia de salud a todas las personas que dependían de un patrono, no precisaba con claridad cuál
era su campo de acción, cuál sería la cuantía que aportaría el Estado al sistema ni en qué se
invertiría el fondo. Estos problemas se solventaron tres años después.
La Ley SAP fue aprobada por la Asamblea Legislativa el 20 de diciembre de 1996. Tres días antes, el
anteproyecto de ley pasó por la Comisión de Hacienda y Especial de Presupuesto y recibió un
dictamen favorable con seis firmas a favor. Lo extraño es que dos de aquellas firmas pertenecían a
miembros de la Junta Directiva de la Asamblea que no formaban parte de la Comisión y en una
sencillamente se lee “Quinteros” y “firma por” el diputado Juan Duch Martínez, de la bancada de
ARENA en Santa Ana, cuando el único diputado de apellido “Quinteros” en aquel entonces era el
diputado suplente del departamento de La Libertad, José Mauricio Quinteros Cubías. Cubías no
tenía nada que hacer en una sesión de esa Comisión. Si las cuestionables firmas no eran suficientes
para detener su envío al pleno del Legislativo, vale recordar que, en una comisión conformada por
trece diputados, hacían falta siete firmas para aprobar el anteproyecto. Y el dictamen favorable
solo llevaba seis, faltaba una. Por éstas y otras irregularidades en el proceso, a mediados de agosto
de 1998 se presentaron más de 150 recursos de amparo contra la Ley SAP, pero ninguno se resolvió
favorablemente.
En 1930, Pío Romero Bosque, cuyo gobierno dio al pueblo un breve respiro después de 14 años de
la dinastía Quiñones Meléndez y poco antes de la instalación de la dictadura del General Martínez,
creó la Ley de Pensiones y Jubilaciones Civiles. Fue una conquista del creciente movimiento obrero
que estaba floreciendo tras la crisis mundial. Garantizaba, con el presupuesto nacional, un salario
completo en caso de enfermedad, subsidio adicional para gastos hospitalarios y quirúrgicos,
servicios médicos a los profesionales, pensiones de invalidez y muerte, y seguro de vida, aunque
sólo para trabajadores de la administración pública y sólo en el área urbana. Su cobertura era
marginal: según el Primer Censo de Población (1930), el 62% de la población salvadoreña vivía en
zonas rurales y trabajaban en el campo y un 95.4% vivía en la pobreza.
La ley sentó las bases para que en 1954 se iniciaran prestaciones médico hospitalarias y quirúrgicas
en los casos de enfermedad común, maternidad y accidentes de trabajo, todo bajo el Régimen del
Seguro Social obligatorio, aplicable a todos los trabajadores que dependieran de un patrón y
trabajaran en el sector privado. Veinte años después se creó en el ISSS el Régimen de Invalidez,
Vejez y Muerte para la cobertura de estas contingencias. Ahí arrancó propiamente lo que se
conoce como sistema de pensiones de El Salvador.
El Instituto Nacional de Pensiones de los Empleados Públicos (INPEP) surgió en 1975 como una
entidad oficial autónoma que podría consolidar un sistema coherente para trabajadores de la
administración pública. Tenía por objeto el manejo e inversión de los recursos económicos
destinados al pago de las prestaciones que darían cobertura a la invalidez, vejez y muerte de los
empleados civiles del sector público. En 1978 el magisterio de la enseñanza pública fue
incorporado al sistema.
El caso de los miembros de la Fuerza Armada fue y es un caso aparte. Se regía por la Ley de Retiro
de las Fuerzas Armadas, pero, debido a la carga que le representaba al Estado mantener sus
prestaciones, contaban únicamente con pensiones por retiro y montepíos. La guerra vino a
cambiar eso, pues ni esta Ley ni la Caja Mutual de la Fuerza Armada daban abasto a las
necesidades de los militares una vez estallado el conflicto armado. En 1981 nació el Instituto de
Previsión Social de la Fuerza Armada como una institución autónoma de derecho público de
crédito y con recursos propios, con el objeto de brindar previsión y seguridad social a los
elementos de la Fuerza Armada, encargada de otorgar pensiones por invalidez, retiro y
sobrevivencia, además de un Fondo de Retiro, Seguro de Vida Solidario y Auxilio de Sepelio. Hasta
la fecha, los militares son el único sector de la sociedad que tiene su propio sistema de pensiones.
UN SERVICIO PÚBLICO
Había razones de peso para sanear el sistema de pensiones salvadoreño. La burocracia era
excesiva, había arbitrariedad en la fijación de montos de las pensiones y la cobertura era escasa,
pues sólo el 24% de la población tenía trabajo fijo en el sistema formal. Además, la institución
fiscalizadora no fiscalizaba prácticamente a las instituciones del sistema y sus funcionarios tenían
manos libres para hacer lo que querían. Esto permitió una corrupción garrafal que chupó las
finanzas de las instituciones involucradas.
En julio de 1995 se ordenó la captura de Romeo Majano Araujo, director del ISSS y de otros cuatro
directivos de la institución. 14 auditorías de la Corte de Cuentas confirmaron que los implicados
cometieron delitos de fraude en la compra de seguros de vida, “pagaron” medicamentos a
empresas fantasmas y robaron 21 millones de colones (2 millones 400 mil dólares). Majano Araujo
huyó del país y los otros implicados fueron sobreseídos años después en un muy cuestionado
juicio.
LA PRIVATIZACION.
La Ley SAP argumentaba en su apartado de justificación que el cambio “se debió a que en su
momento el sistema de reparto era financieramente inviable, tanto en su estructuración como en
su diseño, ya que ni con ajustes administrativos o aumento de tasas de cotizaciones y/o
reduciendo los beneficios, se podría sostener, ya que ello lo único que genera son distorsiones en
el mercado laboral y no logran evitar el deterioro futuro inherente al sistema”. Con la base en esas
mentiras, se logró convencer a la población de que era necesario privatizar las pensiones.
o CONFÍA.
o PREVISIÓN.
o PORVENIR.
o MÁXIMA.
o PROFUTURA.
CONFÍA se posicionó rápidamente como la más fuerte. Fue propiedad del ex-presidente Alfredo
Cristiani y del Grupo Cuscatlán.
PROFUTURO, fue creada con capital de Jorge Zedán, Armando Bukele y Ricardo Perdomo.
Pasar del régimen solidario al régimen individual implicó también que las pensiones vitalicias
serían cosa del pasado. Y así fue. Porque cada quien contaba únicamente con el dinero de su fondo
individual y cuando éste terminaba, ya no recibía nada más.
En el régimen solidario, conocido también como régimen de reparto, todas las cotizaciones entran
a un fondo común y el propio sistema va pagando a los nuevos pensionados con los nuevos
afiliados al sistema. La privatización también desmejoró el cálculo para las pensiones. Antes se
establecía un salario base regulador a partir del promedio de los salarios de los últimos tres años.
Con la privatización la pensión se calcula sobre el promedio salarial de los últimos diez años.
Generalmente, los salarios crecen según se vayan acumulando años, experiencia y según los
incrementos salariales por la inflación. Por eso, le es más favorable al trabajador un cálculo sobre
los últimos tres años, pues se estaría calculando sobre la base de un monto mayor.
MOMENTO DE LA TRANSICION.
El diseño de la transición sesgó el sistema de tal forma que dejó a los pensionados y a las personas
mayores cercanas a su jubilación en las instituciones del Estado. Y pasó a los contribuyentes al
sistema privado. Los afiliados, hombres mayores de 55 años y mujeres mayores de 50 años, debían
permanecer en el régimen de reparto.
Los afiliados, hombres con edades entre 36 y 55 años y mujeres con edades entre 36 y 50 años,
tuvieron la opción de trasladarse al sistema de capitalización individual o de quedarse en el
régimen de reparto. La mayoría optó por el sistema privado, seducida por promesas de mayor
rentabilidad y por la ilusión de recibir pensiones más altas y con mayor seguridad. La competencia
entre las AFP incluyó en las ofertas objetos de promoción tan variados como termos, camisetas,
tazas de café...
Los menores de 36 años y quienes se incorporaban al mercado laboral debieron entrar al nuevo
sistema. A los afiliados que se trasladaban a las AFP se les reconocían las cotizaciones realizadas en
el anterior sistema a través de certificados de traspaso (CT).
El cambio mayor fue la introducción del mecanismo de generación de ganancias para las AFP,
que no ganan en base a intereses, ni de los intereses de los préstamos hechos al gobierno,
porque esos intereses son de las pensiones, no de las empresas.
Las AFP ganan a través de las comisiones y eso las convierte en una de las pocas empresas que
no tienen riesgos porque, mientras dure el negocio, las entradas son seguras. En sus primeros
años, la Ley SAP garantizaba una comisión del 21% a las AFP. Después de una década, el
entonces Presidente Mauricio Funes bajó la tasa al 17%. Si una persona está cotizando, el 17%
proviene de los aportes del trabajador y del empleador. Las AFP dedican una parte de esa
comisión al pago de sus gastos administrativos. El resto se divide así: una parte se usa para
asegurar los fondos con una aseguradora privada y otra parte es la ganancia empresarial.
Asegurar los fondos es un deber de las empresas. Y al mismo tiempo es la llave para hacer un
negocio redondo. CONFÍA, propiedad de la familia Cristiani y del Grupo Cuscatlán, contrató los
servicios de ASESUIZA o SISAVIDA, empresas aseguradoras de la familia Cristiani y del grupo
Cuscatlán. Los dueños de PORVENIR, MÁXIMA y PREVISIÓN también tenían sus propias
empresas aseguradoras. Así, lo que pagaban como AFP lo ganaban como aseguradora.
En estos años, las AFP han ganado aproximadamente 253 millones de dólares y las
Aseguradoras han manejado aproximadamente 500 millones. Las de CONFÍA suman 133
millones y, las de CRECER, 119 millones. Recuperaron el patrimonio inicial 8.8 veces, una tasa
de ganancia del 59% anual.
Como resultado de la transición hoy en día, por cada 10 personas que se jubilan en el sistema
público de pensiones hay apenas una persona cotizando. En el sistema privado es lo contrario:
por cada persona que se jubila hay 10 personas cotizando. El dinero pasó del sistema público
al sistema privado, obligando al Estado a endeudarse para poder seguir pagando pensiones a
todas las personas que decidieron jubilarse con el sistema público.
En el año 2000, PREVISIÓN, MÁXIMA y PORVENIR se fusionaron para formar CRECER, una AFP
bajo la sombrilla de la división internacional de pensiones del BBVA, una corporación
financiera transnacional con base en España, siempre con una participación de las familias
Simán y Baldochi Dueñas. La aseguradora recipiente del negocio de CRECER pasó a ser la
Centroamericana de la familia Simán. Arrancó con el 52% del mercado de pensiones en El
Salvador y con un patrimonio de 1,550 millones de colones ($177 millones).
CONFÍA quedó en segundo lugar, con el 45% del mercado y con un patrimonio de 1,350
millones de colones ($154 millones). Es el único duopolio de AFP que existe en América Latina.
Al mismo tiempo que las empresas privadas estaban consolidando su sistema de acumulación,
las instituciones públicas entraron en crisis, Para entonces, sólo el 3% de las cotizaciones
entraban al INPEP y al ISSS, tenían 24 mil cotizantes y 105 mil jubilados: un cotizante por cada
cuatro jubilados. Esto generó una brecha en las finanzas de estas instituciones que el gobierno
de Francisco Flores ya no podía resolver. No había dinero para pagar a los pensionados del
sistema público. Flores fue el primero en emitir bonos para resolver el problema del pago de
los pensionados. ¿Y quiénes eran los compradores de todos esos bonos? Directa o
indirectamente, terminaron en manos de las AFP, que no las compraban con su propio dinero,
sino con el dinero de los cotizantes.
A finales de 2015 el gobierno debía un aproximado de 4,200 millones de dólares, cantidad que
representa un 30% del déficit fiscal del país. 10 mil personas cotizaban en el ISSS y el INPEP y
670 mil en las AFP. El INPEP y el ISSS estaban pagando pensiones a 98 mil personas, mientras
que el sistema privado pagaba las pensiones de 60 mil.
El cambio más importante de la reforma es que hará autosostenible el fondo público. Tendrá
suficientes cotizantes para pagar las pensiones a quienes van saliendo de la vida laboral. El
famoso fideicomiso dejará de tener razón de ser y quedará como un cuento del pasado.
Los beneficiarios de la muerte del fideicomiso serán dos: la población en general y quienes
cotizan. La población, principal tributaria al Presupuesto General de la Nación, se beneficiará
porque se bajará paulatinamente la deuda pública en un 30%. Actualmente, el monto sin
financiamiento para el pago de pensiones (632 millones de dólares) supera en 5 millones el
presupuesto de salud ($627 millones de dólares). La reforma irá liberando, poco a poco, más
fondos para invertir en las carteras sociales.
Quienes cotizan se beneficiarán porque actualmente son sus ahorros, y no las ganancias de las
AFP, los que aportan al pago de las pensiones del sistema público. En 2015 los intereses del
fideicomiso fueron tema de debate y materia de una resolución de la Sala de lo Constitucional.
Esto, porque la tasa de intereses que paga el gobierno, bajo un estándar internacional, llamada
tasa líbor, adoptada en la legislación del fideicomiso aprobada por ARENA y el PCN en 2006, es
muy baja, lo que afecta la rentabilidad de las pensiones. En el sistema actual, los cotizantes no
pueden ganar. Las opciones son o afectar la rentabilidad de sus pensiones o afectar el
presupuesto de la nación que ellos sostienen con sus impuestos.
Otra ganancia para los trabajadores es que las comisiones se disminuirán, un 2.4% para el
fondo de capitalización individual y un 7.6% en el fondo solidario. Esto será posible porque el
fondo solidario será asegurado por el Estado y no tendrá que realizar pago a las Aseguradoras
Privadas.
Sistema Público de Pensiones
(SPP) : El sistema de pensiones Público, a cargo del ISSS e INPEP, tuvo por finalidad, la
administración de la inversión de sus recursos económicos destinados al pago de sus prestaciones
para cubrir los riesgos de invalidez, vejez y muerte, de los empleados públicos y privados. El SPP no
muestra afiliados desde el año 1998 pero sigue brindándole sus servicios a los pensionados que
estén escritos en el sistema ISSS – INPEP.
ISSS: El ISSS se creó con el objetivo de cubrir contra los riesgos a los que están expuestos las
personas por enfermedad, accidentes de trabajo, maternidad, invalidez, vejez, muerte y despido
involuntario, excepto a los y las trabajadoras agrícolas. (Ley ISSS, 1953). El ISSS administra dos
programas, el de salud y uno de pensiones (IVM). El programa de salud dependía del régimen
general; que cubría enfermedades comunes, maternidad y riesgos profesionales, brindando
servicios médicos u hospitalarios a los trabajadores públicos y privados dependientes. No se toma
en cuenta el análisis de este programa, debido a que el propósito del trabajo sobre la privatización
del Sistema de Pensiones recae en el programa de pensiones conocido como: Régimen de
Invalidez, Vejes y Muerte (IVM), que otorgaba pensiones a los empleados públicos, trabajadores
privados dependientes, docentes del INPEP, independientes del ISSS, como patronos y
profesionales.
Con la privatización del sistema previsional, muchos cotizantes fueron obligados a cambiarse de
sistema y el régimen de pensiones del ISSS fue cerrado, y no acepta nuevos cotizantes, pero
mantiene el pago de las pensiones de las personas que permanecieron en el ISSS. Los requisitos
para quedarse o cambiarse al sistema privado de pensiones establecido según El artículo 184 de la
Ley SAP, para los asegurados del ISSS como del INPEP, eran:
-Los cotizantes hombres con cincuenta y cinco años o más, y cincuenta años cumplidos o más en
las mujeres, fueron obligados a permanecer en el programa IVM del ISSS.
-Los hombres afiliados mayores de treinta y seis años y menores de cincuenta y cinco, y las
mujeres mayores de treinta y seis años y menores de cincuenta, tenían la opción de permanecer
en el programa IVM del ISSS o cambiarse previo aviso al SAP.
-Las personas afiliadas (hombres y mujeres) declarados con invalidez permanente o total por
riesgos comunes, debían permanecer en el programa de IVM del ISSS.
-Los cotizantes menores de 36 años, por ley pasarían al nuevo sistema y se estableció que todos
aquellos que se trasladen, recibirían un Certificado de Traspaso por haber estado asegurados en el
Sistema Público de Pensiones.
INPEP: En 1975 se crea el INPEP, con el objetivo de administrar los recursos económicos aportados
por los contribuyentes, para obtener prestaciones y enfrentar diferentes riesgos, como la invalidez,
vejez y muerte (Ley INPEP, 1975). El INPEP creó dos programas de pensiones, uno administrativo y
otro docente, que comprende a todos los empleados civiles del sector público, ambos basados en
un sistema de reparto, acumulando reservas. El régimen administrativo cubría de forma obligada a
todos los empleados civiles del sector público que no estaban en el ISSS. El régimen docente
incorporaba a todos los docentes del magisterio público excluyendo a los de nivel universitario.
Las cotizaciones del INPEP las conformaban los aportes de los asegurados y del patrono (Estado),
basándose en el sistema de primas escalonadas que tendían a incrementarse, hasta llegar a una
prima máxima. Antes de la privatización y según el art. 26 de la Ley INPEP se establecía que el
sistema de primas escalonadas para el régimen administrativo estaba estructurado en base a tres
escalones de cinco años cada uno, incrementando en 0.5% por escalón los porcentajes de
cotización del empleador y del empleado.
Al igual que el ISSS, el INPEP se cerró a nuevos cotizantes con la reforma sustitutiva de 1998, pero
sigue funcionando para atender las obligaciones de pago de pensiones de los asegurados que se
mantuvieron en este instituto.
ISPFA: El objetivo de creación de este instituto según explica la Ley IPSFA en 1981, era cubrir
contra riesgos a los elementos de la Fuerza Armada por medio de la previsión y la seguridad social.
El financiamiento de este sistema de pensiones se dio por cotizaciones de los asegurados con 4% y
un aporte del patrono (Estado) con 4%. (Ley IPSFA, 1980).
A partir del 2013 sería de 6% por parte del empleador y 6% lo aportaría el patrono. En la
actualidad el modelo de financiamiento se mantiene como uno de primas escalonadas con
acumulación de reservas. Antes de la reforma de 1996, el ISSS, INPEP e IPSFA conformaban los
principales esquemas de previsión de la sociedad salvadoreña, funcionando cada una de forma
autónoma y con una legislatura propia. Después de la reforma El SPP cuyo régimen era de reparto
administrado por el ISSS e INPEP dejó de permitir cotizantes como parte del cambio hacia la
administración privada del sistema de pensiones salvadoreño. Pero el IPSFA permanece hasta la
fecha bajo su propia administración, pues no fue parte de la reestructuración del sistema
previsional salvadoreño.
Por tal motivo, en este documento se excluye al Instituto de Previsión Social de la Fuerza Armada y
el esquema de pensiones no contributivas, ya que el propósito es evaluar las implicaciones que la
privatización del sistema de pensiones ha generado en el déficit fiscal y la deuda pública en el país
Empleador (7.75 %): 1.4 % a la comisión de la AFP y pago del seguro de invalidez y sobrevivencia,
6.35 % a la Cuenta de Garantía Solidaria. Respecto a la ley actual, se disminuiría la comisión de las
AFP de 1.9 % a 1.4 %.
3. Se aumenta la edad de jubilación solo para los nuevos trabajadores, a 60 años para mujeres y
65 años para hombres.
4. Una tasa de rentabilidad promedio no menor al 5.75 % anual, son los intereses que ganarían los
ahorros por su inversión. Se sugiere que sea n requisito inviolable.