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7 de marzo del 2023

Economía en el
Porfiriato

Equipo:
Valentina Gómez Farías
Lisant García
Dana Vázquez
Paula Farfán
Constanza Galván
Presentación
Minería: La actividad minera fue una de las más importantes y en el
Porfiriato esta actividad tuvo un incremento muy considerable y se
amplió la producción de metales preciosos, un ejemplo de ello fue
con la obtención de minerales preciosos
Plata 607 toneladas a 2,305 toneladas
Oro 1,105 kilogramos a 37,112 kilogramos.

Durante este periodo se impulsó la producción de minerales y


metales industriales como el cobre, plomo, zinc, hierro y carbón.

La zona del norte fue donde se encontraba más actividad minera.


Las actividades mineras fueron muy controladas y se crearon
muchos documentos para que compañías extranjeras hicieran
negocios e invirtieran en México, países como USA, Inglaterra y
Francia fueron los principales inversionistas.
En 1885 entró en vigor el Código de la Minería, cuyo objetivo era
homogenizar la legislación minera

Agricultura: Durante todo el Porfiriato la agricultura desempeñó un


papel central en la economía nacional, en la medida que era la
principal fuente de empleo, generadora de divisas mediante las
exportaciones y por su importante papel en la acumulación de
capital. La política agrícola se concentró en facilitar la acumulación
de tierras a unos cuantos y el desarrollo de enclaves de exportación.
Muy pocas fueron las acciones tendientes a mejorar los sistemas de
producción mediante la incorporación de innovaciones tecnológicas,
lo cual se reflejó en un pobre desarrollo de la investigación,
educación y transferencia de tecnología. La producción suficiente de
los alimentos fue una de sus principales debilidades debido al
carácter rígido de las hacienda, que no fueron capaces de responder
a una demanda interna creciente, al mismo tiempo que, al sujetar a
la mayor parte de los campesinos por medio del peonaje, impidieron
que este sector de productores abasteciera el mercado interno.

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La producción de trigo, cebada, frijol y chile en 1910 era la misma que
en 1877, a pesar del notable aumento de la población. De ahí que los
alimentos se encareciera y que productos como el maíz tuvieran que
importarse. Al iniciarse la última década del Porfiriato, el modelo agro-
exportado constituía la base del sistema económico que, bajo la
perspectiva imperante en aquellos tiempos, introducía al país por el
camino del progreso, con una industria apenas incipiente. Las
inversiones extranjeras se habían enfocado a la explotación de los
productos agrícolas demandados por el sector exportador, entre los
que destacaban los siguientes: algodón, azúcar, café, tabaco,
henequén, así como el ganado bovino.
Dicha explotación se vio favorecida por una serie de leyes y
concesiones establecidas por el gobierno porfirista, tanto para el
cultivo de la tierra como para la creación de una infraestructura de
comunicaciones y transportes al servicio del comercio exterior. Entre
las medidas legislativas de referencia, sobresale, por sus implicaciones
sociales, la Ley de deslinde y colonización de terrenos baldíos, en
realidad una nueva versión de la política de desamortización de las
tierras de campesinos indígenas y de tierras comunales, instrumentada
por los liberales a mediados del siglo XIX y que exacerbó descontento
de los campesinos despojados que se unieron a la revolución
maderista.

Como era economía en ese entonces:


El papel que desempeñó la Bolsa en el crecimiento económico de
México, en los primeros años de la globalización, ha sido subestimado
por la historiografía estadunidense, a pesar del interés que le confiere
la revolución y sus postulados económicos
El plan de Díaz se basó en el lema “Orden y Progreso”, el cuál consistía
en hablar con algunos inversionistas extranjeros, esto hacía que la
mayoría del dinero del país fuera la inversión que dio otros países.
Durante el Porfiriato se creó el impuesto al timbre postal así como
gravámenes al comercio exterior como aranceles y tonelaje.
La característica económica más importante del Porfiriato fue la
construcción de las vías de ferrocarril a medida del crecimiento de las
posibilidades de intercambio México se convirtió en una economía
Para 1905 el gobierno realizó una reforma monetaria, adoptando como
respaldo de la moneda mexicana el patrón oro, antes había sido la
plata, fijando la paridad en dos pesos plata por dólar, lo que equivalía a
una devaluación del 50%, medida que provocó inflación, deterioro de
los salarios y aumento de la deuda externa.
Uno de los eventos más importantes de todo este siglo es el de la
invención del teléfono.
El 13 de marzo de 1878, sólo dos años después de su invento, se haría el
primer enlace telefónico en México; esto sucedió entre las oficinas de
correos de la ciudad y la entonces lejana población de Tlalpan
Para sorpresa nuestra, una réplica de este teléfono se encuentra
todavía en su sitio original, en el edificio llamado “La Casona” que data
de 1874 y actualmente es el Museo de Historia de Tlalpan

Uno de los principales pilares de la continuidad del gobierno de Porfirio


Díaz fue su proyecto económico, el cual se basaba en alcanzar el
progreso material mediante la modernización de todos los sectores. Si
bien durante el primer periodo presidencial de Díaz los logros en el
ámbito económico fueron más bien magros, lo cierto es que a partir de
la década de los ochenta estos fueron mucho más contundentes. En
buena medida, México tuvo la oportunidad de integrarse al mercado
mundial a partir del proceso denominado como Primera Globalización
Económica, que tuvo lugar de 1870 a 1914, y durante el cual las materias
primas latinoamericanas fueron muy importantes para apoyar los
procesos industrializadores de Europa y Norteamérica. De tal forma, el
modelo de crecimiento económico desplegado durante los gobiernos
de Porfirio Díaz fue el primario exportador. Las exportaciones
mexicanas tuvieron la oportunidad de colocarse en el mercado
internacional por su gran demanda, al tiempo que fueron
diversificándose, pues el país vendía con profusión no solo metales
preciosos, sino minerales industriales y una gran variedad de productos
agrícolas. Este proceso se vio fortalecido con la elaboración del Código
de Comercio que promovió las asociaciones mercantiles; el Código de
Minería (1884) que dio mayores seguridades a la propiedad, y la
Ordenanza de Aduanas (1891), por la que se establecieron franjas de
protección arancelaria con fines desarrollistas que a su vez apoyaron el
proceso industrializador
Para lograr la integración de México a la economía internacional, el
reconocimiento y arreglo de la deuda fue capital, ya que de ello
dependía el fomento de la confianza de los posibles inversionistas. Así,
en la década de los ochenta, el secretario de Hacienda Manuel Dublán
logró el primer arreglo de la deuda externa inglesa, lo que le abrió las
puertas al país al crédito externo. A aquel arreglo le siguieron otros
tres negociados por el secretario de Hacienda José Yves Limantour. El
arreglo de 1894 logró la reestructuración de la deuda interna; el de
1899 introdujo a los norteamericanos como acreedores y el de 1904
logró la dotación de un préstamo de 40 millones de dólares por parte
de varias casas bancarias norteamericanas y europeas. Los aciertos de
aquellos arreglos fueron la obtención de mejores condiciones en tasas
de interés y plazos de pago, la cotización de los bonos mexicanos en
otras casas de valores, la eliminación progresiva de hipotecas que
pesaban sobre los ingresos aduanales y el Ferrocarril de Tehuantepec,
y la obtención de recursos que estaban dirigidos a apoyar el plan de
infraestructura.

Las finanzas públicas también fueron arregladas, pues uno de los


principales problemas heredados de los periodos previos era el
desequilibrio presupuestal que impedía llevar a cabo proyectos
económicos de largo alcance. José Yves Limantour tuvo entonces
como prioridad lograr y mantener la nivelación del presupuesto
durante toda su gestión como secretario (1892-1911). El objetivo no era
menor, pues implicó el despliegue de una política de reestructuración
y contención del gasto, acompañada de la ampliación de fuentes de
ingreso internas. El denominado “plan de economías” implicó la
clasificación y modificación de montos de partidas presupuestarias al
mínimo indispensable sin afectar el servicio público; el control de los
presupuestos parciales de todas las dependencias del gobierno; la no
disposición de algunas asignaciones con las que se haría un fondo de
reserva y cuyos montos serían invertidos en obras de utilidad pública;
y la contracción en número de la burocracia y dependencias del
gobierno, entre otras acciones que le reportaron muchos ahorros a
Limantour. Con todo esto pudo conseguir el tan ansiado equilibrio
presupuestal, lo que le hizo acreedor del mote de “mago de las
finanzas”.

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