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Editoriales

El “pida nomás”
de la paz total

No es serio un proceso de paz en el


que una parte exige y la otra
suplica y ruega, mientras
minimiza la gravedad de los
hechos violentos.

hace 5 horas 

Los múltiples incidentes y tropiezos que casi a diario


ocurren con el llamado proceso de “paz total”, y en
particular, las reacciones del gobierno a los
caprichos, crímenes y atrocidades de las
organizaciones ilegales con las que negocia,
producen una sensación de desaliento e indignación.
Cada vez que el gobierno vuelve a invocar valores
como la paz, la vida, y la necesidad de proteger las
comunidades, dan ganas de responder: “Estamos de
acuerdo, esos son valores importantes, pero ustedes
no son gente seria”, como en esa escena memorable
de Succession en la que Logan Roy, el patriarca
multimillonario de la famosa serie, les dice a sus
hijos: “Yo los quiero mucho... pero ustedes no son
gente seria”.

Y es que eso, seriedad, es lo que más le ha faltado a


esta caótica iniciativa de paz. Tan caótica, que tal vez
anticipando su fracaso, o anticipando que ella
necesariamente estará por debajo de las expectativas
creadas, el propio presidente Petro la desconoció, y
a!rmó que habían sido los medios de comunicación
los que habían acuñado la expresión “paz total”. Esto
pese a que ella aparece en múltiples comunicaciones,
discursos, y mensajes que vienen desde la época de la
campaña, e incluso en documentos de carácter o!cial
como el propio Plan de Desarrollo.

¿En qué radica esa falta de seriedad? Principalmente


en la falta de método, en la falta de un diseño
riguroso del proceso.

Todo proceso de negociación tiene que tener alguna


clase de método y estructura. Ese método y esa
estructura crean los incentivos para que la
contraparte concurra hacia el logro de un acuerdo.
Crean, también, los incentivos para que esa
contraparte se involucre seriamente en el proceso y
no lo utilice únicamente como mecanismo dilatorio,
como un respiro para fortalecerse !nanciera y
militarmente mientras obtiene concesiones.

Este gobierno, condicionado por premisas


ideológicas, decidió que no se necesitan ni método ni
estrategia y que la buena voluntad basta. La premisa
subyacente, que es en extremo ingenua, parece ser
que la coincidencia política entre proyectos y
movimientos que son de izquierda bastará para que
las organizaciones armadas depongan su actuar y
acudan sin pedir más al llamado del gobierno,
reconociendo en Gustavo Petro el triunfo de las
supuestas causas populares.

Pero como la realidad termina imponiéndose sobre


las fantasías, y esas premisas no son más que pura
fantasía, el gobierno ha venido a encontrarse una y
otra vez con contrapartes cuyas actitudes son fuertes,
sus reclamos son signi!cativos, y no muestran
ninguna disposición a dejar sus armas ni mucho
menos sus lucrativos negocios ilegales como el
narcotrá!co, la extorsión (que está disparada) y la
minería ilegal.

Paralelamente, el gobierno se muestra en todo


momento listo y dispuesto a conceder todas las
pretensiones de las contrapartes.

Cometiendo el error más elemental que puede


cometer cualquier negociador, iniciaron el proceso
aceptando de manera inmediata e incondicional
todas las pretensiones iniciales de los grupos
armados, por ejemplo, la de que a la disidencia
comandada por “Iván Mordisco” se le reconozca
como “estado mayor central” de las Farc, y en esa
medida, como organización política que tiene
continuidad no interrumpida con aquella que negoció
con el gobierno Santos.

Y no solo mostraron que están dispuestos a hacerlo,


sino que van a extremos de absurdo para sostener
tales concesiones. Como cuando por ejemplo el
propio presidente cuestionó el acuerdo con las Farc,
aquel que tanto ha jurado cumplir, aquel por cuyo
supuesto incumplimiento fustigaba día y noche a
Duque, y llegó a insinuar que fue un artilugio del
establecimiento para engañar a la insurgencia. A
“Mordisco”, jefe de esta organización, le permitieron
hacer un show en el que hizo despliegue de moderno
armamento, vehículos de gama alta, y !las de
guerrilleros bajo su mando.

¿Cómo termina saliendo una mesa de negociación así


planteada? Muy sencillo: se vuelve un escenario en el
que una de las partes exige y exige, y la otra corre a
satisfacer sus exigencias.

Esta dinámica no se rompe ni siquiera en aquellas


ocasiones en las cuales, por abusos ya desmesurados
de la organización armada, el gobierno se ve obligado
a ponerse duro. Es así como, tras el atroz asesinato de
cuatro niños indígenas que además habían sido
reclutados forzosamente, el gobierno respondió con
una medida relativamente tímida, que fue levantar el
cese al fuego en cuatro departamentos (lo cual les da
la facilidad de delinquir en uno y refugiarse en otro
donde el cese siga vigente).

Mientras tanto, en comunicación que no ha sido


desmentida, el comisionado Danilo Rueda
nuevamente en tono suplicante rogaba a la
organización mantenerse en el diálogo. Tan de
súplica es su actitud, que dicha comunicación
claramente minimiza la gravedad del asesinato de
estos niños, re!riéndose a ella como “ejecución” y
llamando a la guerrilla a “reconocer errores”.

¿Y qué tal la última? Cuando tras el asesinato de dos


miembros de la Policía y una mujer en Tibú,
repudiado por el país entero, el comisionado Rueda
sale a decir que el hecho de que el Eln de manera
desa!ante reclame la autoría es “un gesto de
responsabilidad” y “un avance”. Actitud totalmente
inaceptable, e incomprensible en quien se supone es
la contraparte en la negociación.

Como si aterrorizar comunidades, robarles sus niños


para poner armas en sus manos, y luego asesinarlos
cuando tratan de recobrar su libertad, fuera apenas
un error que se soluciona reconociéndolo.

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