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Déjense ayudar

Por Francisco Ortíz Bello


Columnista, Editorialista y Analista Político

Si los gobernantes piensan que pueden solos con los problemas de la ciudad,
del estado, del país, se equivocan rotundamente. De cabo a rabo.

Y si eso piensan, entonces ahí está mucho de la explicación sobre las causas por
las que no podemos salir de una vez por todas de nuestros problemas.

Primero, debo insistir en el tema de las alianzas. Y es que, más allá de aspectos
eminentemente políticos y partidistas, las alianzas tienen que ver con una
actitud de equipo, colectiva, de encontrar coincidencias, todo para encontrar
soluciones.

En este mismo espacio he planteado ya el ejemplo de la calle donde vivo, en


donde habitamos poco más de 50 familias, todas con ideologías políticas y
creencias religiosas de lo más diverso posible, tan sólo por mencionar algunas
diferencias evidentes.

Y sin embargo cada día hacemos cosas que benefician a todos, cada día
renovamos una alianza implícita para cuidar a nuestros hijos en la calle, para
limpiar el parque o para vigilar mutua y recíprocamente nuestras casas.
Nuestras diferencias no nos impiden contribuir de manera individual al bien
colectivo.

Es decir, en esta convivencia diaria entre personas distintas, con pensamientos


diversos y objetivos diferentes, logramos grandes acuerdos en cosas y asuntos
que nos son comunes: la seguridad, el bienestar, la integridad.

Y estos pequeños grandes acuerdos diarios, no son motivo para que nadie
renuncie a sus ideas políticas o partidistas, o a sus creencias religiosas ¡Para
nada!

¿Por qué es importante señalar esto? Porque pareciera que hoy, quienes se
dedican a denostar la posibilidad de una alianza PAN-PRD en el Estado de
México (léase PRI), celebrando reuniones para “aplastar” dichas alianzas,
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estuvieran decididos a cancelar la más mínima posibilidad de convivencia


social en paz y armonía, en aras de sus muy particulares intereses.

Y esto es sumamente lamentable, porque en las condiciones en las que


actualmente vivimos, la única posibilidad real de enfrentar en mejores
condiciones la problemática de inseguridad, es precisamente mediante la
unión.

La unidad entre sectores sociales, la unidad entre órdenes de gobierno, la


unidad entre los primeros y los segundos; y la unidad como principio básico de
orden social.

No hablo de que unos renuncien a sus objetivos e ideas en favor de los otros, ni
viceversa, no. Hablo de encontrar en la crisis, los puntos de coincidencia, los
objetivos comunes que nos lleven a trazar guías de acción en las que todos
participemos.

¿Por qué vuelvo sobre un tema tan recurrido y expuesto? Porque simplemente
no entiendo a veces la postura de nuestras autoridades de gobierno. Todas.

Ante diversos hechos recientes, las reacciones de la autoridades vuelven a dejar


mucho que desear, un desagradable sabor de boca y una sensación de
incertidumbre más aguda y desesperante.

Primero, fue lo del virus de la influenza humana, también conocido como


AH1N1 en el que, en principio, se pretendió ocultar información y negar hechos
que ya eran evidentes. ¿Por qué?

Luego, la madrugada de este lunes, ante un hecho violento en la capital del


estado, en donde por lo menos una decena de personas entre testigos
presenciales, autoridades municipales y personal de rescate, dieron cuenta de
una balacera en las instalaciones de Expogan, mientras actuaba el grupo
musical Los Tucanes de Tijuana.

Como es una costumbre de esta casa editora, además de una obligación ética y
profesional, se publicó la nota informativa con toda oportunidad, basada en los
hechos narrados por las personas ya mencionadas, así como fotografías
posteriores al evento y el revuelo que causó.
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Sin embargo, otra vez, la autoridad sale a negar los hechos, a dar versiones
encontradas (aun entre ellos mismos), a minimizar pues lo que había sucedido.

Estamos de acuerdo en que este tipo de notas violentas no se deben magnificar,


con el único fin de no contribuir a potenciar la dimensión que por sí mismas
tienen esta clase de informaciones, pero… de ahí a irnos al otro extremo, hay
una gran diferencia.

Otro caso para ilustrar mejor este razonamiento lo constituyen las


declaraciones que el Alcalde Héctor Murguía, hizo a nuestros reporteros sobre
el caso de los escoltas del Jefe de la Policía acusados de “levantar” a cuatro
jóvenes. Murguía dijo que no daría información alguna al respecto, por tratarse
de un caso en investigación en la FGE.

Se entiende que una investigación deba tener sus espacios de confidencialidad


y secrecía, pero de ahí a negarle a la ciudadanía la información que exige hay
mucha diferencia. Cuando un funcionario, del nivel que sea, le niega
información a un reportero, no se la está negando al periodista que pregunta, se
la está negando a la sociedad.

Estos casos evidencian la enorme necesidad que tiene la ciudadanía por saber
lo que pasa, por enterarse de lo que sus gobernantes hacen, un derecho
absoluto, pero evidencian también el temor de los servidores públicos a hablar
con la verdad, a informar lo que se debe informar.

Si la clase política, en general, acumula un descrédito y falta de confianza


ciudadana en los niveles más altos de la historia contemporánea, ¿Cómo
recobrar esa credibilidad haciendo y diciendo cosas buenas que parecen malas?
¿Cómo creerle a alguien que oculta información?

Si la sociedad no confía en sus gobiernos ambos, sociedad y gobierno, están


condenados al fracaso.

Francisco Ortíz Bello


fcortizb@gmail.com
Ciudad Juárez, Chihuahua
Abril 05 del 2011.

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