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La desertificación 

es un fenómeno que implica la pérdida de suelos fértiles y la


incapacidad de los ecosistemas de cumplir con su función reguladora para suministrar
bienes y servicios. Las áreas áridas, semiáridas y subhúmedas secas se consideran
las más susceptibles de sufrir el efecto de desertificación.
La desertificación1 es un proceso de degradación ecología  en el que el suelo fértil y
productivo pierde total o parcialmente el potencial de producción.
Las causas de la desertificación son la deforestación y destrucción de la cubierta vegetal,
la subsiguiente erosión de los suelos, la sobreexplotación de acuíferos, la sobre irrigación
y consecuente salinización de las tierras o la falta de agua. Con frecuencia el ser humano
favorece e incrementa este proceso como consecuencia de actividades como el cultivo y el
pastoreo excesivos o la deforestación
El cambio climático también puede ser una causa de la desertificación mediante la
reducción o las alteraciones en los patrones de las precipitaciones, lo cual provoca un
mayor estrés hídrico y largos periodos de sequía en distintas zonas de África, Europa y
Asia Esta escasez de lluvias tendría también efecto directo en los cultivos de
secano provocando una reducción de producción de los mismos. Estos aumentos de
temperatura y la reducción de las cantidades de lluvia provocarán la desaparición de gran
parte del bosque de América Latina.
Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el
35 % de la superficie de los continentes puede considerarse como áreas desérticas Dentro
de estos territorios sobreviven millones de personas en condiciones de
persistente sequía y escasez de alimentos. Entre muchos otros factores, se considera que
la expansión de estos desiertos se debe a acciones humanas
Los equinodermos son un filo de animales deuteróstomos exclusivamente marinos
y bentónicos. Su nombre alude a su exclusivo esqueleto interno formado por
osículos calcáreos. Poseen simetría pentarradial secundaria, caso único en el reino
animal, y un sistema vascular acuífero característico.
Existen aproximadamente 7000 especies actuales 1 más unas 13 000 especies extintas, ya
que su historia se remonta a principios del Cámbrico,2 siendo uno de los grupos animales
mejor representados en el registro fósil.
Los equinodermos son conocidos desde la antigüedad. Aparecen en frescos cretenses de
hace más de 4000 años, pero no fueron reconocidos como un taxón independiente hasta
1847
Los animales (Equinoidea), comúnmente conocidos como erizos de mar, son
una clase del filo Equinodermos. Son de forma globosa o discoidal (dólares de arena),
carecen de brazos y tienen un esqueleto externo, cubierto solo por la epidermis,
constituido por numerosas placas calcáreas unidas entre sí rígidamente formando un
caparazón, en las que se articulan las púas móviles.

Los asteroideos (Asteroidea) o estrellas de mar son


una clase del filo Echinodermata (equinodermos) de simetría pentarradial, con cuerpo
aplanado formado por un disco pentagonal con cinco brazos o más

Las holoturias u holoturoideos (Holoturoideos,),2 —conocidos vulgarmente


como pepinos de mar 3 o cohombros de mar4— son
una clase del filo Echinodermata que incluye animales de cuerpo vermiforme alargado y
blando que vive en los fondos de los mares de todo el mundo

Los crinoideos(Crinoideos ) son una clase del filo equinodermos, del subfilo Pelmatozoa.


Reciben el nombre común de lirios de mar, debido al aspecto ramificado de sus brazos.
También son llamados "estrellas con plumas”. Son el grupo de equinodermos viviente
que se considera más antiguo. Fueron muy abundantes durante el Paleozoico, pero hoy
sobreviven poco más de 600 especies

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