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Los Recursos
1.1 DEFINICION
Los recursos son las vías dadas por el legislador a las partes en un proceso y
excepcionalmente a los terceros para atacar o recurrir las sentencias dictadas por
un tribunal con las que no estén de acuerdo, a fin de obtener del tribunal
competente apoderado su reformación o revocación.
“son los medios que se ponen a disposición de los litigantes para obtener un
examen de nuevo de su caso. Constituyen el único instrumento para atacar un
acto jurisdiccional, ya que no se admite la nulidad principal contra una sentencia.
Gracias a estos medios se puede combatir, en primer lugar, la regularidad formal
de una decisión, así como el procedimiento seguido, y, en segundo término, se
puede cuestionar en cuanto al fondo si el litigio ha sido o no bien juzgado”.
ANTECEDENTES HISTORICOS DE LOS PROCEDIMIENTOS QUE HAN
REGIDO EL DESARROLLO DEL PROCESO Y LOS RECURSOS CONTRA LAS
DECISIONES DICTADAS EN MATERIA CIVIL, COMERCIAL, LABORAL,
INMOBILIARIA Y POR El TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Hay que admitir que los principales y más importantes antecedentes que sirven de
fuente jurídica a los procedimientos llevados a cabo en materia civil y comercial en
el país tienen su base en la legislación francesa correspondiente al año 1806,
principalmente la codificación napoleónica, específicamente la relacionada con los
procedimientos civiles, que llegan a Sant0 Domingo con la ocupación bonapartista
de toda la isla.
La referida legislación francesa luego influye en todas las demás leyes especiales,
como la referente a la materia laboral Y tierras, toda vez que en principio la
legislación de derecho común regía para todas las materias, es decir no existían
procedimientos especiales, ni tribunales para conocer una materia en particular, y
aun hoy el derecho común es supletorio de todas las normas especiales en
aquellos casos que sea necesario.
En la República del 1844, la Constitución del 6 de noviembre del año 1844 y la Ley
Orgánica de los Tribunales del 10 de junio de 1845, establecieron los siguientes
órganos del Poder Judicial:
El profesor Froilán Tavares sostiene entre otras cosas, que al ocurrir en el año
1861 la caída de la República con motivo de la reincorporación a España,
sobrevinieron cambios en la legislación en general, principalmente en lo referente
a la organización judicial, la cual fue reemplazada por la organización existente en
esa época en las demás dependencias españolas de ultramar. Se determinó la
creación e instalación de una Real Audiencia con asiento en la Ciudad de Santo
Domingo, con las mismas facultades y atribuciones que las audiencias de las
demás provincias de ultramar, compuesta por un Regente, cuatro Magistrados, un
Fiscal, un Teniente Fiscal, un Secretario y demás subalternos.
Según Froilán Tavares Hijo, el recurso de casación establecido por la Ley 1908
resultó imperfecto y deficiente, lo que motivó que, en el 1911, se promulgara una
ley destinada exclusivamente y regular el recurso de casación, inspirada en la
legislación francesa, La Ley sobre Procedimiento de Casación que rige
actualmente ex la Ley 3726 del 29 de diciembre del 1953, la cual sufrió su última
modificación a través de la Ley 491-08 del 19 de diciembre del 2008.
La normativa procesal civil que se aplicó tan pronto nació el Estado dominicano, y
que aún sigue vigente, es una traducción no bien adaptada a las particularidades
de la isla de Santo Domingo, de la legislación procesal civil de Francia
correspondiente al año 1806. Esta legislación no se correspondió con el nivel
cultural y desarrollo socioeconómico de la isla de Santo Domingo al momento de
su adaptación, la cual tenía, entre otros inconvenientes, la ausencia de un régimen
normativo en materia de organización judicial.
Hay que reconocer que hasta el día de hoy hemos vivido asechando los cambios
que se producen en materia procesal civil en Francia, que siempre se hacen al
compás y conforme la exigencia de los tiempos, para luego nosotros proceder a
copiarlos, teniendo que admitir que no siempre en nuestro país la copia y
traducción de las normas francesas o de cualquier otra latitud, se han hecho con la
eficacia que amerita, principalmente en cuanto al tiempo y adaptación a nuestras
cultura y costumbres.
Las afirmaciones de estos autores se refieren al origen de las normas que rigen el
desarrollo del proceso en materia general, también incluye todo lo relativo a los
recursos. De ahí, que, en lo referente al recurso de oposición, el Dr. Jottin Cury
dice:
“El defecto, generador del recurso de oposición, exige cirugía de gran alcance;
entre nosotros, como en Francia hasta el 1935, es en la mayoría de las veces, una
maniobra dilatoria del demandado, interesado en prolongar el proceso, cuya
insufrible duración favorece, además, las numerosas formalidades que lo rodean y
la defectuosa organización judicial dominicana”.
“¿Por qué no hacer nuestra la sabia reforma francesa que redujo el dominio
del recurso de oposición cerrándole esta vía a las sentencias en defecto por
falta de concluir? Esto significa que el recurso de oposición viene regulado por el
mismo código de Procedimiento Civil Francés”.
Hay que destacar que la pregunta del Dr. Jottin Cury, encontró repuesta con las
modificaciones introducidas al Código de Procedimiento Civil Dominicano en el
año 1978 por la Ley 845 del 15 de julio del año 1978, específicamente en los
artículos 149 y siguientes de la misma. A través de esta reforma se suprimio el
recurso de oposición contra la sentencia dictada en defecto por falta de concluir, la
cual desde entonces son reputadas contradictorias para fines del recurso para
atacarla, tal como aspiraba el señalado autor.
b) la ley 764 de 1944, la que considera de mayor alcance, y que modificó los
artículos desde el 673 al 740 del Código de Procedimiento Civil;
c) la ley 1337 del 1947 que cambió la denominación de Juez Alcalde por la de
Juez de Paz;
d) la ley 1821 de 1948, que modificó el artículo 73, relativo a los emplazamientos a
las personas domiciliada en el extranjero y el plazo que debe mediar entre su
notificación y la comparecencia;
Hay que reconocer que también han sido dictadas recientemente leyes más
auténticas, como son las: 91-83, que crea el Colegio de Abogados de la República
Dominicana; Estatuto Orgánico y el Código de Ética del Colegio de Abogados; la
Ley 25-91, o Ley Orgánica de la Suprema Corte de Justicia del 15 de octubre del
año 1991; la Ley 16-92 del 29 de mayo del año 1992, recogida en el Código de
Trabajo; la Ley 38-98 que eleva la competencia en cuanto a la cuantía de los
juzgado de paz; la ley 50-00 que introduce el sistema presidencial para la Cámara
Civiles y Comerciales para los Distritos Judiciales de Santo Domingo y de
Santiago; la Ley 327-98 del 9 de julio del 1998, que regula la Carrera Judicial; la
Ley 189-01 del 22 de noviembre del año 2001, que deroga y modifica varios
artículos del Código Civil dominicano, relacionado con la Comunidad Matrimonial
de Bienes; la Ley 141-02, del 29 de septiembre del año 2002, que crea la Corte de
Apelación del Departamento Judicial de la Provincia de Santo Domingo y varios
tribunales en las provincias de Santiago y Santo Domingo, la Ley 108-05 y su
reglamento en materia inmobiliaria, que sustituye en todas sus partes la Ley de
Registro de Tierras, No. 1542 del 7 de noviembre del año 1947; y la Ley 491-08,
que modifica la Ley 3726 sobre Procedimiento de Casación, entre otras.
REFERENCIA HISTORICA EN MATERIA LABORAL
Podemos decir que hasta el surgimiento de la Ley No. 637, del 16 de junio del año
1944, la solución de los conflictos entre empleadores y empleados, así como el
procedimiento a usar en el desarrollo del proceso en materia laboral, estuvo
confiado al derecho común, incluyendo los tribunales encargados de conocer de
los mismos, ya que no existían tribunales especiales para conocer dicha materia,
tal como afirmamos anteriormente. Sobre este particular el profesor Rafael F.
Alburquerque,” entre otras cosas sostiene que:
“La Ley No. 637, del 16 de junio de 1944, confió la solución de toda
controversia surgida como consecuencia de la ejecución de los contratos de
trabajo a las denominadas alcaldías, que posteriormente pasaron a llamarse
juzgados de paz, en funciones de tribunales de trabajo. Las apelaciones
contra sus decisiones fueron conferidas a los juzgados de primera instancia
(arts. 48 y 49 de la ley 637)”.
Posteriormente con la Ley No. 5055 del 19 diciembre del 1958 se dispuso la
creación de sendos juzgados de trabajo, con exclusividad para conocer los
asuntos de trabajo, uno para el Distrito Nacional y el otro para el municipio de
Santiago, la misma ley consagró la creación de dos Cámaras de Trabajo, una para
el Distrito Nacional y otra para el Distrito Judicial de Santiago, estas cámaras se
encargarían de conocer los recursos de apelación interpuestos contra las
sentencias dictadas por los juzgados de trabajo de sus respectivas jurisdicciones.
Años después, la Cámara de Trabajo de Santiago fue suprimida.
El recurso de apelación en materia laboral estaba contemplado en el Código de
Trabajo del año 1951, en los artículos desde el 586 hasta el 605; el recurso de
casación lo regulaban los artículos desde el 606 hasta el 614 del mismo código,
mientras que el recurso de tercería estaba normado en los artículos desde 625
hasta el 619 del referido código. Con la entrada en vigor del Código de Trabajo de
1992, que es el que rige actualmente, se crearon los juzgados y cortes de trabajo
y se dispuso que su funcionamiento comenzaría a partir del 1 de enero del 1993,
esto sólo se llevó a cabo en el Distrito Nacional y Santiago, en el resto del país
esta tarea quedó y continúa en manos de los juzgados de primera instancia y las
cortes de apelación como tribunales de derecho común, desapareciendo la
competencia del juzgado de paz para conocer los asuntos laborales en primer
grado y la apelación pasó a las cortes, las cuales antes eran conocidas por el
juzgado de primera instancia.
Todo parece indicar que hasta el surgimiento de la Orden Ejecutiva No. 511 del 1
de julio del 1920, todo lo relativo a las litis surgidas con relación a la propiedad
inmobiliaria y su juzgamiento estaba regulado por el derecho común, conforme se
evidencia de los artículos 2103 hasta el 2265, entre otros, del Código Civil
dominicano.
“Es con la ley u Orden Ejecutiva No. 511 del 1 de julio del año x 1920, del
Gobierno de Ocupación Norteamericana, que se da con seriedad el gran paso que
nos llevaría por la senda del adecentamiento jurídico del régimen legal de la
tenencia de las tierras en nuestro país. Y es una pena que tuvo que producirse
ese acontecimiento de carácter histórico militar para que comenzáramos a
organizarnos”.
“Es precisamente con la Orden Ejecutiva 511 que se crea el Tribunal de Tierras en
nuestro país. Con ella nace la Jurisdicción Catastral dominicana. Y es con ella
que, por primera vez, se instituye el Fiscal ante el Tribunal de Tierras, que fue el
germen llamado a evolucionar en el futuro próximo como Abogado del Estado y
Fiscal ante el Tribunal de Tierras, objeto del estudio que nos ocupa.
Esa Orden Ejecutiva No. 511 del 1 de julio del año 1920, es que le sirve de modelo
al Legislador Dominicano, que la copia casi íntegramente, para crear la No. 1542 o
ley de Registro de Tierras, de fecha 7 de noviembre de 1947”.
Inmediatamente el autor agrega que es con la Ley 1542 del 7 de noviembre del
1947, que surge definitiva y formalmente el órgano catastral u oficina del Abogado
del Estado y Fiscal ante el Tribunal de Tierras.
Por otro lado, y en el mismo tenor, el Dr. Manuel W. Medrano V. bajo el título
de: “El Derecho No Titulado”, dice:
“Ahora bien, la Ley de Registro de Tierras de 1920 que no derogó las reglas del
derecho común, como no las deroga la Ley actual, en cuanto a la manera de
ADQUIRIR y de PROBAR el derecho, aunque sí le hizo una innovación al
establecer una forma especial de prescripción, que luego estudiaremos, le atribuyó
una señalada importancia a un hecho, posesión, para convertirlo en un
PRECEPTO LEGAL”.
Fue registrar todos los terrenos que forman el territorio de la República, las
mejoras construidas o fomentadas sobre los mismos, y los otros derechos
reales que pudieran afectarlos:
El deslinde.
Mensura.
partición de los terrenos comuneros y la depuración de los títulos de
acciones de pesos.
También la Ley 1542, modificada posteriormente por la ley No. 3719 del 28 de
diciembre del año 1953, le dio competencia exclusiva al Tribunal de Tierras, para
conocer de todo lo relativo al saneamiento inmobiliario y las acciones sobre
terrenos registrados, cuando sus artículos 7, 9 y 11 decían:
Art.7- (Modificado por la Ley No-3719 del 28 de diciembre de 1953).
Asimismo, conocerá de todas las cuestiones que surjan con motivo de tales
acciones o que sea necesario ventilar para la correcta aplicación de esta Ley, sin
excluir las que pueden referirse al estado, calidad, capacidad o filiación de los
reclamantes.
“Art. 9. (Modificado por la Ley 1860 del 18 de diciembre de 1948). Mientras dure el
período de saneamiento, la competencia del Tribunal de Tierras es absoluta y
exclusiva para conocer de todas las acciones que se refieran a los bienes en
saneamiento, salvó las excepciones previstas en la presente Ley. El Tribunal de
Tierras podrá ordenar, en Jurisdicción Original, no obstante revisión o cualquiera
otro recurso, medidas provisionales que no causen perjuicio al fondo, en los casos
de urgencia, o cuando se trate de falla provisionalmente sobre las dificultades
relativas a la ejecución de un título ejecutivo o de una sentencia”.
“Toda persona interesada podrá apelar, por ante el tribunal Superior de Tierras, de
cualquiera decisión dictada por un Juez de Jurisdicción Original que deba ser
revisada por aquel”.
Esta ley contemplaba además la revisión de oficio de todos los fallos dictados por
los jueces de Jurisdicción Original, principalmente cuando las partes no
interponían el recurso de apelación contra la decisión dictada, es decir las
decisiones de los jueces de jurisdicción original eran conocidas por el Tribunal
Superior de Tierras, cuando eran recurridas en apelación por una o ambas partes
o de oficio por exigencia de la misma ley. En este sentido el artículo 124 de la
referida ley decía lo siguiente:
“El tribunal Superior de Tierras procederá a revisar de Oficio, después de un mes
de haber sido publicados, todos los fallos Que dicten los Jueces de Jurisdicción
Original, salvo en los casos exceptuados por la presente Ley. La sentencia de
revisión deberá dictarse dentro de los treinta días subsiguientes al vencimiento del
plazo indicado en el presente artículo, salvo prórroga por un término no mayor de
treinta días adicionales por motivo justificados que deberán expresarse en la
sentencia”
En cuanto al recurso de casación estaba regido por los artículos que van
desde el 132 hasta el 136 de la ley 1542, en tal virtud el artículo 132, sostenía:
“El recurso de casación podrá ejercerse contra las sentencias definitivas del
Tribunal Superior de Tierras y contra las de los Jueces de Jurisdicción Original en
los casos en que sean dictadas en último recurso. El recurso afectará únicamente
a las parcelas a que se refiera”.
“Por otra parte, como de manera expresa no se prohibió a los jueces ordinarios el
conocimiento de la constitucionalidad de las leyes, entendemos que el control
difuso permaneció vigente...”
En cuanto a la Constitución del 1924 el referido autor señala que rige el modelo
concentrado de constitucionalidad, cuando en la página 220 de la obra citada
entre otras cosas dice: “en la Constitución de 1924, en cuyo artículo 61.5 se
establecía que corresponde exclusivamente a la Suprema Corte de Justicia, sin
perjuicio de las demás atribuciones que le confiera la ley:
En relación al período 1927 a 1994, el autor afirma que resurge el control difuso de
constitucionalidad, cuando entre otras cosas señala: “El novedoso sistema
instaurado en el año 1924 produjo las reacciones que indicamos en el número
anterior y creó las condiciones para que se reinstaurara el sistema difuso. En las
modificaciones constitucionales de 1927, 1929, y 1930, se volvió al sistema de
1908, en el cual se indicaba como una de las competencias de la Suprema Corte
de Justicia el conocimiento en última instancia de la inconstitucionalidad de la ley,
decreto, resoluciones y reglamento, siempre y cuando existiere controversia entre
partes, dejando abierta la posibilidad, obviamente, de que cualquier juez pudiera
inaplicar las normas invocadas en un caso.”
Para el período 1994 al 2010, el citado autor sostiene que entra en vigencia el
modelo iberoamericano o mixto, en tal virtud en la página 226 de la obra citada
sostiene entre otras cosas: “El 14 de agosto de 1994 fue modificada la
Constitución de la República y en el artículo 67. 1, se estableció que la Suprema
Corte de Justicia tiene competencia para conocer: “(...) de la constitucionalidad de
las leyes, a instancia del Poder Ejecutivo, de uno de los Presidentes de las
Cámaras del Congreso Nacional o de parte interesada.” y más adelante sostiene
que con ese texto se consagra el control concentrado de constitucionalidad,
aunque con un alcance mayor que el que existió entre los años 1924 y 1927. “En
efecto, la primera diferencia que existe es que mientras el otrora control
concentrado era concreto como regla general y excepcionalmente abstracta, el
control concentrado actualmente vigente es abstracto en su totalidad, es decir que
no se necesita de controversia entre partes.
“Pero lo más relevante es que dejó intacto el control difuso, el cual tenía su
fundamento en el artículo 46 de la Constitución, texto según el cual “Son
nulos de pleno derecho toda ley, decreto, resolución, reglamento o acto
contrarios a esta Constitución”.
El referido autor sostiene en la página 227 de la obra citada, que; “La última
modificación al modelo de control de constitucionalidad se produjo el 26 de enero
del 2010, fecha en que fue proclamada la actual Constitución. Aunque en esta
última se mantuvieron ambos modelos, los cambios fueron muy significativos
porque se creó un Tribunal Constitucional y que la legitimación para accionar en
inconstitucionalidad de los presidentes de las Cámaras del congreso fue
transferida a una tercera parte de los senadores o de los diputados”.
Hay que destacar que, hasta el surgimiento del Tribunal Constitucional, a través
de la Constitución del 2010, no existían recursos especiales para atacar una
decisión donde un tribunal ordinario o del orden judicial dejara de aplicar una
norma por considerar la inconstitucional, sino que estas decisiones se recurrían a
través de los recursos ordinarios o extraordinarios reservados para atacar las
sentencias definitivas o de carácter interlocutoria dictadas por los tribunales sobre
el fondo del asunto principal, tales como la oposición, apelación, tercería, revisión
civil, casación etc., según la materia y el tribunal que dictara la sentencia.
“9) Toda sentencia puede ser recurrida de conformidad con la ley. El tribunal
superior no podrá agravar la sanción impuesta cuando sólo la persona condenada
recurra la sentencia;..”
“1. Conocer de las apelaciones de las sentencias dictadas por los juzgados de
Primera Instancia.
“2. Conocer en Primera Instancia de las causas penales seguidas a los jueces de
Primera Instancia, Jueces de Jurisdicción Original del Tribunal de Tierras, Jueces
de Instrucción, Procuradores Fiscales y Gobernadores Provinciales.
Obsérvese que, en principio, de la lectura del numeral 1 del transcrito artículo 71,
se interpreta que todas las sentencias dictadas por los tribunales de primera
instancia, eran susceptibles del recurso de apelación, sin excepción, y en ninguna
parte autorizaba al legislador a suprimir el referido recurso a través de leyes
adjetivas, o sea, la anterior constitución no condicionaba este recurso a ningún
requisito o condición y como sabemos y hemos dicho, con frecuencia el legislador
lo suprimió, haciéndolo inadmisible por diversas razones.
Como se lee del señalado artículo 149, párrafo lll de la Constitución, este sólo
faculta para que las decisiones emanadas de un tribunal sean recurridas por ante
un tribunal superior, no autoriza a las partes intentar contra esas decisiones otro
tipo de recurso, aunque tampoco lo prohíbe. Entonces nos preguntamos, ¿qué
pasará con los recursos cuyo objetivo es la retractación de la sentencia recurrida?,
¿los cuales se interponen por ante el mismo tribunal que dictó la decisión atacada,
como el de oposición, la tercería principal, revisión civil ante la jurisdicción
ordinaria y los recursos de reconsideración, de revisión por error material y por
causa de fraude ante la jurisdicción inmobiliaria?
¿Podrá el legislador a través de leyes adjetivas crear otros recursos para atacar
decisiones de los tribunales, que puedan ser conocidos por el mismo tribunal que
dictó la decisión recurrida?
“En mi opinión, lo que está mal en el Art. 149, párrafo lll, de la Constitución
es la redacción del mismo, que en vez de decir “toda decisión emanada de
un tribunal podrá ser recurrida ante un tribunal superior” debió decir “toda
decisión emanada de un tribunal podrá ser recurrida en la forma establecida
por las leyes”.
El referido artículo sólo se refiere a que se podrán recurrir ante un tribunal superior
las decisiones emanadas de un tribunal, es decir, las dictadas por los tribunales
del orden judicial, como son los de derecho común: primera instancia y corte de
apelación, así como los de excepción que son todos aquellos cuya competencia
está limitada a lo que taxativamente le asigne la ley, como son los juzgados de
paz, tribunales de la jurisdicción inmobiliaria, laborales, municipales, niños, niñas y
adolescentes, contencioso administrativo, y los que pudieran ser creados por leyes
adjetivas.
Hacemos esta observación porque los organismos que han dictado las decisiones
recurrida ante el pleno del tribunal de tierra no tiene categoría de tribunales, y en
virtud chocan con lo establecido en el articulo149, párrafo lll de la constitución
vigente.