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Publicado en Revista Electrónica de Derecho Societario N° 4 - Febrero de 2001

AUTOS: "Villanueva, Justo José c/ Bianchi Harrington, Diego Eduardo s/ sumario"

TRIBUNAL: CNCom., Sala B

FECHA: 3/7/2000

TEMA: SOCIEDAD DE HECHO - PRUEBA - AFFECTIO SOCIETATIS

SINTESIS: Se juzgó que no se había acreditado la existencia de sociedad de hecho


aducida por la actora y desestimó la demanda por los siguientes argumentos: 1) la
inexistencia entre las partes de vínculo asociativo, ni parciario ni parasocietario; 2) la
inexistencia de aportes con destino a una actividad económica en común; 3) la falta de
participación en las pérdidas y ganancias; la existencia de una relación de
dependencia entre las partes impedía se encuadrara la relación como societaria; 4) una
circunstancial participación en las utilidades no excluía la relación de dependencia, ni
erigía al vínculo en societario.

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En Buenos Aires, a los tres días del mes de julio del año dos mil, reunidos los señores
Jueces de Cámara en la Sala de Acuerdos, fueron traídos para conocer los autos
seguidos por "VILLANUEVA JUSTO JOSE" contra "BIANCHI HARRINGTON DIEGO
EDUARDO" sobre sumario, en los que al practicarse la desinsaculación que ordena el
artículo 268 del Código Procesal, resultó que debían votar en el siguiente orden:
Doctores Butty, Díaz Cordero y Piaggi.

Estudiados los autos la Cámara planteó la siguiente cuestión a resolver:

¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?

A la cuestión propuesta el señor Juez de Cámara Doctor Butty dijo:

I.- INTRODUCCION: el juez de primera instancia dictó sentencia rechazando la


demanda, decisión que originó el recurso que, fundado, debe ser resuelto.
Las distintas alternativas de la causa se encuentran reseñadas en la sentencia, por lo
que no abundaré sobre tales aspectos.

II.- EL RECURSO: en primer lugar cuadra considerar que el planteo de nulidad


referido a las declaraciones de los testigos obrantes a fs. 159 vta., 164 vta., fs. 189 y fs.
165 es inaudible: no fue propuesto al Juez de primera instancia (Cpr. Art-277;
Fenochietto-Arazi, "Código Procesal Comentado", T. I, art. 277 pág. 851; Alsina Hugo,
"Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal", T. IV pág. 425, Bs. As. 1961; Palacio
Lino, "Derecho Procesal Civil", T. V, pág. 267, ss.).

El segundo agravio se orienta a sostener que efectivamente existió entre las partes un
vínculo asociativo; argumentándose que la circunstancia de que no se haya
instrumentado no lo excluye de la ley 19.550.

Creo -tal como lo sostuvo el primer sentenciante- que entre las partes no ha mediado
vínculo asociativo, ni parciario ni parasocietario como pretendió el accionante. En este
sentido, los testigos Pereyra Aragón (fis. 158/9), Domínguez (5.159/60), Rocco Fornari
(fs. 164), Canchari (fs. 164 vta.), Denis (fs. 165) y Pini (fs. 189), fueron contestes en
que el accionante era "encargado del lugar", y mantenía una relación laboral con el
accionado.

Tampoco el actor acreditó la existencia de aportes con destino a una actividad


económica en común, ni la participación en las pérdidas y ganancias. En este sentido,
si bien el accionado al absolver posiciones (fs. 149 vta., 5ta. respuesta) reconoció que
parte de la compra de material para la refacción del salón fue asumida por el actor, no
es menos cierto que lo había hecho en su calidad de encargado. Dicha circunstancia
no resulta indicativa de un aporte, dado que pudo ser otorgado por la relación de
empleo, o bien a título de locación de servicios, pues la prestación de trabajo es en sí
misma idéntica, pero puede ser dada por causa y con efectos bien diferentes (CNCom.,
Sala "D", "Bodrone, Hector c/ Verdier, Adolfo s/ ordinario" del 19.06.90).

Esto se vincula con el tan controvertido por cierta doctrina comercialista affectio
societatis, elemento especifico de la relación societaria y que padeció la desgracia de
que los juristas (aparentemente franceses) que lo visualizaran, bautizaran con la
predicha frase latina, violentando una norma de prudencia a la que debiera atenerse el
mundo moderno: no nominar ahora en lenguas clásicas, lo que no lo venga
originariamente por los existencialmente felices parlantes en tales lenguas, so pena de
confundir las cosas. Pues si el vocablo affectio hubiera de traducirse por "afecto" (lo
que por otra parte no parece seguro), la calificación, nominal resultaría errónea: con
este elemento (sumamente útil, precisamente, para distinguir a la relación societaria
de otras que no lo sean) nadie ha querido aislar o destacar nada del orden afectivo,
sentimental, o de la mera concordancia (esta Sala, mi voto en "Macedonio René y otro
c/ Gómez Luis M." del 15-10-99, ED diario del 08-05-00): participamos de la
definición de nuestro ilustre predecesor D. Isaac Halperín, quien la llamó "voluntad de
colaboración activa, jurídicamente igualitaria e interesada" ("Sociedades Comerciales",
Bs.As. 1964, ed. Depalma, pág. 46); y precisamente, lo que excluye ese ingrediente
especifico e impide a cualquier relación su encuadramiento como societaria, es la
relación de dependencia, que de suyo aparta el matiz igualitario, si no se acredita a la
sobre agregación de otro título, lo que aquí no ha sucedido (doctrina cód. proc., 377).

Desde otro punto de vista, la sola circunstancia de que el actor haya percibido el 50%
de las utilidades durante un bimestre (fs. 150, pregunta N° 14) no implica que dicha
percepción sea causa suficiente para tener por acreditada la sociedad de hecho
conforme lo dispone el art. 25 de la ley 19.550: por supuesto que es cierto que la
sociedad de hecho no requiere instrumentación escrita, como no lo necesita ninguna
sociedad, aún regular, para constituir una relación societaria: como enseña Kant, no
cabe confundir a los actos o contratos (ontológicamente inmateriales) con los
ejemplares que los instrumentan. Y como la sociedad de hecho se distingue
conceptualmente de la irregular por no haber siquiera comenzado el pomposo iter
pseudo constitutivo, cuyo primer paso es precisamente en estas comarcas la
instrumentación escrita, en verdad la carencia de ejemplar nada agrega a la cuestión
en examen.

Pero lo cierto es que una circunstancial participación en las utilidades no excluye la


relación de dependencia, ni erige de suyo al vínculo en societario (Halperín, op. cit.,
pág. 48). Véase si no a la mismísima Constitución Nacional, que en su Art. 14 bis
garantiza a los dependientes el derecho a la participación en las utilidades sin que,
desde luego, esto implique que la Carta Magna constituya a los operarios bajo relación
de dependencia, en socios.

En este sentido, si no se probó que haya habido aportes para formar el fondo común,
ni exteriorización del ente, no cabe tener por justificada la existencia de la sociedad de
hecho (esta Sala, "Tallaferro, Fernando c/ Ocampo, Eduardo s/ sumario" 30.09.92).

Lo dicho basta para dirimir la especie. Puede recordarse que el sentenciante sólo debe
plasmar en los considerandos de la sentencia el análisis de aquellas pruebas que
lograron formar en su ánimo la convicción necesaria. Los jueces no están obligados a
ponderar una por una y exhaustivamente todas las pruebas agregadas a la causa, sino
sólo aquellas, que estimen conducentes para fundar sus conclusiones; ni
imperativamente tratar todas las cuestiones expuestas o elementos utilizados que a su
juicio no sean decisivos (CSN, "Martinengo, Oscar M. c/ Banco de Intercambio
Regional S.A. s/ liq.", 04.07.85).

Propongo el rechazo de las quejas.


Las Señoras Jueces de Cámara Doctoras Piaggi y Díaz Cordero adhirieron al voto
anterior.

Con lo que terminó este Acuerdo que firmaron los Señores Jueces de Cámara Ana I.
Piaggi, Enrique M. Butty y María L. Gómez Alonso de Díaz Cordero.

Juan M. Ojea, Secretario de Cámara.

Buenos Aires, julio 3 de 2000.

Y VISTOS:

Por los fundamentos del Acuerdo que precede, se resuelve confirmar la sentencia de fs.
232/236. Con costas al accionante vencido (art. 68 CPCC).

Ana I. Piaggi, Enrique M. Butty, María L. Gómez Alonso de Díaz Cordero.

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