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Tema 6 Análisis de las políticas de la Unión Europea

TEMA 6: ANÁLISIS DE LAS POLÍTICAS DE LA UNIÓN EUROPEA

3. LA UNIÓN MONETARIA
El desarrollo del comercio internacional entre países requiere un sistema de cambio entre
las distintas monedas nacionales, un mecanismo que permita convertir unas monedas en
otras. El tipo de cambio de una moneda refleja su valor frente a otras divisas, el precio al
que puede cambiarse una moneda por otra.
Los tipos de cambio pueden ser fijos o flotantes. Un sistema de tipos de cambio fijos supone
que la paridad de una moneda respecto a las otras se mantiene constante, y que se puede
comprar o vender cualquier cantidad de divisas al tipo de cambio establecido. En un
sistema de tipos de cambio flotantes es el mercado, a través de la oferta y la demanda, el
que determina en cada momento el precio (tipo de cambio) de cada moneda, y éste fluctúa
libremente en función de las variaciones en la oferta y la demanda.
Mientras la circulación monetaria se ajustó a un patrón metálico los tipos de cambio eran
fijos y respondían a la relación de contenido metálico de cada moneda, pero cuando los
países, en ejercicio de su soberanía, se apartan de las reglas de juego del patrón oro, la
divergencia de las políticas monetarias acaba obligando a reajustes en las paridades y,
eventualmente, a adoptar tipos de cambio flotantes.
Después de la II Guerra Mundial, aunque no se restableció el patrón oro, la economía
internacional optó por un sistema de tipos de cambio fijos. En este sistema, nacido de los
acuerdos de Bretton Woods en 1945, jugaba un papel determinante el Fondo Monetario
Internacional, y se fundamentaba en la supremacía del dólar, cuyo valor permanecía
relacionado con el oro, y las demás monedas fijaban su paridad en relación al dólar.
Cuando un país experimentaba desequilibrios pedía asistencia al Fondo Monetario
Internacional, y cuando se alcanzaba una posición de desequilibrio fundamental se recurría
a reajustar el tipo de cambio. El sistema funcionó razonablemente bien durante unas
décadas y proporcionó la estabilidad y certidumbre que necesitaba la expansión del
comercio y las inversiones a nivel internacional.
El nacimiento de la Comunidad Económica Europea se produjo en este contexto de
estabilidad monetaria internacional, por lo que en el Tratado de Roma no se aprecia una
preocupación explícita por las cuestiones monetarias, limitándose a enunciar algunos
principios generales de no restricción a la convertibilidad de las monedas y al movimiento
de capitales y coordinación de las políticas monetarias de los Estados miembros. Con un
sistema de tipos de cambio fijos, la Unión Aduanera, que era el núcleo de la CEE, permitió
multiplicar los intercambios comerciales entre los países comunitarios.
A finales de los años 60 se incrementaron las presiones para reajustar los tipos de cambio.
El crecimiento de los déficits en la balanza comercial estadounidense y el desinterés
creciente de otros países por seguir acumulando dólares fue socavando el sistema
monetario internacional y condujo a la crisis a principios de los 70, con la ruptura con el oro
y la devaluación del dólar. La especulación masiva y las crecientes divergencias entre las
tasas nacionales de inflación, auspiciadas por políticas económicas divergentes, llevaron

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al sistema de tipos de cambio fijos a una situación de colapso. Así, a principios de los 70
la economía internacional cambió a un sistema de tipos de cambio flotantes.
Inicialmente los tipos de cambio flotantes se vieron como una solución que ofrecía un
instrumento adicional de política económica. Los ajustes en los tipos de cambio permitirían
a los países mayor flexibilidad en la persecución de sus propios objetivos de política
económica. Se consideraba que cualquier déficit o superávit de la balanza de pagos podría
corregirse automáticamente por ajustes en el tipo de cambio. También se asumía que el
mercado era un instrumento más adecuado para establecer los tipos de cambio que
cuando eran los gobiernos los que administraban un tipo de cambio fijo. Además, ya no
sería necesario mantener elevados volúmenes de reservas para defender el tipo de cambio
de una moneda, de forma que los tipos de cambio flotantes podían ayudar a aliviar la
insuficiencia de liquidez internacional.
Sin embargo, la experiencia parece indicar que el sistema de tipos de cambio flotantes no
respondió a las expectativas que se habían depositado en el mismo y, por el contrario,
supuso importantes costes.
Por otra parte, la inestabilidad monetaria comporta la tentación de recurrir a medidas
proteccionistas y ponía en peligro los logros del Mercado Común. La incertidumbre y los
costes de la fluctuación de los tipos de cambio constituyen una barrera importante para el
comercio, especialmente para las empresas pequeñas que no cuentan con mecanismos
para protegerse de sus efectos.

3.1. EL PROCESO DE INTEGRACIÓN MONETARIA


Cuando aumentaron las presiones para reajustar los tipos de cambio, y el sistema
establecido en Bretton Woods comenzó a tambalearse, el tema de la unión monetaria
adquirió cierta urgencia. En diciembre de 1969, en la cubre de La Haya, los Jefes de
Gobierno de los seis acordaron dar un nuevo impulso a la integración europea, con el doble
objetivo de ampliar la Comunidad y profundizar en la integración. La Unión Económica y
Monetaria fue formulada como el objetivo final de la Comunidad. Se acordó que durante
1970 una comisión, presidida por el primer ministro luxemburgués Pierre Werner,
elaboraría un plan para la realización de la Unión Económica y Monetaria en etapas que
llevaría a la fijación definitiva de los tipos de cambio, la convertibilidad total de las monedas
y la toma de decisiones de política económica en el nivel comunitario.

3.1.1. La serpiente monetaria europea


El plan Werner quedó en suspenso cuando, en 1971, los Estados Unidos decidieron dejar
flotar libremente el dólar, desatando una crisis monetaria internacional. El resultado efectivo
fue la creación, en 1972, de la llamada “serpiente monetaria europea”, que suponía un
mecanismo de flotación conjunta de los tipos de cambio entre las monedas europeas y de
éstas frente al dólar. Las monedas europeas no podían variar entre sí más de un ±2,5%
dentro de los límites máximos del ±4,25% establecidos frente al dólar. Se trataba de crear
una cierta estabilidad en los tipos de cambio dentro de la Comunidad Europea con una
mezcla de tipos de cambio flotantes y fijos que permitiera cierta flexibilidad a las políticas
económicas sin los costes de una excesiva volatilidad cambiaria.

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La serpiente monetaria tuvo una vida corta. La crisis monetaria internacional resultó más
fuerte de lo previsto, los Estados miembros adoptaron políticas económicas divergentes y
varias monedas importantes fueron abandonando el mecanismo. El fracaso de la serpiente
monetaria y la profundidad de la crisis económica impulsaron a los nueve Estados
miembros a tomar conciencia de los inconvenientes derivados de sus divergencias
monetarias.

3.1.2. El Sistema Monetario Europeo


En el Consejo Europeo de Bremen, en 1978, se decidió el establecimiento de una
cooperación monetaria que estabilizara los tipos de cambio. Surgió así el Sistema
Monetario Europeo (SME), que entró en vigor al año siguiente.
El Sistema Monetario Europeo nacía con dos objetivos: asegurar la estabilidad de los tipos
de cambio entre las monedas comunitarias para mejorar el funcionamiento del mercado
común y reforzar la convergencia de las políticas económicas de los países integrantes,
estableciendo una disciplina que permitiera mantener el primer objetivo.
El funcionamiento del Sistema Monetario Europeo se basaba en tres instrumentos:
• La unidad de cuenta europea (ECU): El ECU (European Currency Unit), era una
cesta de monedas formada por una proporción establecida de las monedas de los
miembros del SME.
• El Mecanismo de Cooperación Monetaria: Se basaba en el Fondo Europeo de
Cooperación Monetaria (FECOM), constituido por el 20% de las reservas en oro y
divisas de los distintos Bancos Centrales.
• El Mecanismo de Tipos de Cambio: Estaba formado por un conjunto de
disposiciones encargadas de mantener la cotización de las monedas dentro de
ciertos límites, sobre la base de la cooperación entre Bancos Centrales.

El Sistema Monetario Europeo se hundió, de facto, entre 1992 y 1993 como resultado de
las intensas crisis monetarias desatadas en estos años. La especulación contra la lira y la
libra forzaron su salida del SME y la peseta tuvo que devaluarse un 11% junto con el escudo
portugués. En mayo de 1993, la peseta, el escudo, los francos belga y francés y la corona
danesa sufrieron nuevos ataques especulativos, lo que obligó a la ampliación de las bandas
hasta el ±15%.

A pesar del fracaso final del Sistema Monetario Europeo, lo cierto es que consiguió
mantener una cierta estabilidad entre las monedas europeas, contribuyó a una
aproximación monetaria, a establecer mecanismos de cooperación y a sentar las bases
para la futura Unión Monetaria.

3.1.3. Las etapas de la Unión Monetaria

El Acta Única Europea, en su artículo 102 A, introduce por primera vez la dimensión
monetaria en un Tratado, al incluir, como finalidad de la Comunidad Europea, la formación
de una Unión Económica y Monetaria.

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En Junio de 1988 el Consejo Europeo encargó a una comisión presidida por Jaques Delors,
entonces Presidente de la Comisión Europea, la elaboración de una propuesta en etapas
concretas para lograr la Unión Económica y Monetaria.
El documento denominado “Informe sobre la Unión Económica y Monetaria en la
Comunidad Europea” (Informe Delors) se presentó en 1989, siendo aprobado en la cumbre
de Madrid del mismo año. El Consejo decidió que la primera etapa de la Unión Económica
y Monetaria empezaría el 1 de julio de 1990, fecha en la que, en principio, deberían
eliminarse todas las restricciones al movimiento de capitales entre los Estados miembros.

Para la realización de las etapas segunda y tercera era necesario revisar los Tratados
constitutivos de la Comunidad Económica Europea con objeto de establecer la estructura
institucional requerida. El nuevo Tratado de la Unión Europea fue firmado en Maastricht el
7 de febrero de 1992 y, tras considerables retrasos en el proceso de ratificación, entró en
vigor el 1 de noviembre de 1993. El Tratado de la Unión Europea incorporó la Unión
Económica y Monetaria en su texto, estableciendo un procedimiento de plazos sucesivos
que desembocan, de manera irreversible, en la creación de una moneda única y un Banco
Central Europeo, determinando asimismo los criterios para la unión económica o criterios
de convergencia. Como anexos al Tratado se incluyen los Estatutos del Sistema Europeo
de Bancos Centrales y del Banco Central Europeo.

La segunda etapa de la Unión Económica y Monetaria se inició el 1 de enero de 1994 con


el establecimiento del Instituto Monetario Europeo. Este Instituto no tenía competencias
directas en la elaboración o ejecución de la política monetaria, que seguía siendo
responsabilidad de los respectivos Bancos Centrales. Sus principales funciones fueron
estrechar la cooperación entre los Bancos Centrales para que éstos coordinasen las
políticas económicas, y realizar los preparativos para el establecimiento del Sistema
Europeo de Bancos Centrales y para que el Banco Central Europeo pueda llevar a cabo la
política monetaria única y la moneda única desde el momento en que se inicie la tercera
etapa.

3.2. LOS CRITERIOS DE CONVERGENCIA


El Tratado de la Unión Europea introdujo importantes modificaciones en la gestión de la
política económica por los Estados miembros: Para asegurar la realización de la UEM era
necesario proceder a una aproximación de las políticas económicas de los Estados
miembros. El Tratado refuerza esta idea al hablar, no ya de aproximación, sino de
convergencia económica, mucho más estricta y que se define en función de determinados
parámetros. La convergencia económica se consideraba condición necesaria para poder
acceder a la tercera etapa de la UEM. En concreto, el Tratado de la Unión Europea
estableció que los países candidatos a formar parte del núcleo de Estados con una moneda
única deberían cumplir las siguientes condiciones, comúnmente denominadas criterios de
convergencia:
• Estabilidad de precios, la inflación no podía situarse por encima del 1,5% del
valor de la media de los tres países comunitarios con menores tasas de inflación
• Disciplina presupuestaria, que se concreta en un doble criterio,
− Déficit público, el déficit presupuestario no podía superar el 3% del PIB
− Deuda pública, la deuda pública no podía ser mayor que el 60% del PIB

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• Convergencia de los tipos de interés, el tipo de interés a largo plazo no podía


superar en un 2% a la media de los tres países comunitarios con tipos más bajos
• Estabilidad de los tipos de cambio, durante los dos años anteriores a la fecha
de inicio de la UEM, la moneda no debía haberse devaluado en más de un 2,5%.

Además de estas condiciones, los distintos Estados venían obligados a ajustar sus
legislaciones internas para asegurar la independencia de los respectivos Bancos Centrales,
con prohibición de financiar los déficits públicos y de monetizar la deuda pública.
Adicionalmente, las políticas económicas de los Estados miembros pasaban a
considerarse como una cuestión de interés común.

3.3. EL ESTABLECIMIENTO DE LA MONEDA ÚNICA


En la Cumbre de mayo de 1998, el Consejo, de acuerdo con la recomendación de la
Comisión en su Informe de Convergencia, decidió que tomarán parte en la moneda única,
desde su inicio, once países: Bélgica, Alemania, España, Francia, Irlanda, Italia,
Luxemburgo, Holanda, Portugal, Austria y Finlandia.
Así, la tercera etapa de la unión monetaria dio comienzo el 1 de enero de 1999, fecha en
la que el Banco Central Europeo inició sus operaciones de política monetaria única. La
Unión Monetaria es un hecho con la fijación irrevocable de los tipos de cambio y el euro se
convirtió en la moneda de los once países citados. Aunque hasta el año 2002 no
comenzaron a circular las monedas y billetes en euros, el euro es una moneda en sentido
propio desde 1999, en que pasó a cotizar en los mercados cambiarios y dejaron de hacerlo
las monedas nacionales de los países que habían adoptado la nueva moneda única. Entre
1999 y 2002, aunque se seguían utilizando las monedas nacionales, éstas se
considerarban expresiones no decimales del euro.

3.4. LA AMPLIACIÓN DE LA ZONA EURO


Los Estados miembros que no cumplen las condiciones para la adopción del euro se
denominan “Estados miembros acogidos a una excepción”, y tendrán que adoptar el euro
como moneda una vez que cumplan los criterios de convergencia, con excepción de
Dinamarca que tiene reconocida una cláusula opting-out (igualmente tenía reconocida esta
cláusula el Reino Unido)
Cada dos años, o a petición de cualquier Estado miembro acogido a una excepción, la
Comisión y el BCE presentarán informes al Consejo sobre el estado de la convergencia
(Informes de Convergencia).
Recordemos que los criterios exigen una convergencia con la zona euro y, en particular:
• una estabilidad de precios, medida por la tasa de inflación de los tres países que
tengan los tipos más bajos;
• unos tipos de interés a largo plazo que estén próximos de los tipos de los países
con mejores resultados en cuanto a inflación;
• un déficit presupuestario anual que no supere el 3% del producto interior bruto
(PIB) y un endeudamiento global que no supere el 60% del PIB o que disminuya
constantemente, aproximándose a dicha cifra;
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• una estabilidad del tipo de cambio de la moneda nacional durante un período de


dos años como mínimo sin que se haya producido ninguna devaluación frente al
euro en los márgenes del mecanismo de tipos de cambio.
Teniendo en cuenta los informes de convergencia de la Comisión y el BCE, el Consejo
toma una decisión, tras consultar al Parlamento Europeo y previo debate en el propio
Consejo. El Consejo decide, por mayoría cualificada y a propuesta de la Comisión, qué
Estados miembros acogidos a una excepción cumplen las condiciones necesarias para la
adopción de la moneda única.

Tras las oportunas recomendaciones de la Comisión y Decisión del Consejo, Grecia se


incorporó al Euro el 1 de enero de 2001, Eslovenia el 1 de enero de 2007, Chipre y Malta
el 1 de enero de 2008, Eslovaquia el 1 de enero de 2009, Estonia el 1 de enero de 2011 y
Letonia ha adoptado la moneda única el 1 de enero de 2014, y el 1 de enero de 2015
Lituania pasó a ser el decimonoveno miembro de la zona euro6.

3.5. LA POLÍTICA MONETARIA EN LA ZONA EURO


Tal como lo define el artículo 127 del TFUE (antiguo art.105) y el art. 2 de los Estatutos del
Banco Central Europeo (BCE), su objetivo principal es mantener la estabilidad de precios.
El Consejo de Gobierno del BCE definió, en 1998, la estabilidad de precios “como un
aumento anual en el Índice Armonizado de Precios al Consumidor (IPCA) para la zona del
euro por debajo del 2%.” En 2003, el Consejo de Gobierno aclaró además que, dentro de
este concepto, el objetivo es mantener las tasas de inflación “por debajo pero cerca del 2%
en el medio plazo".
Sin perjuicio de este objetivo, el Sistema Europeo de Bancos Centrales (SEBC) tiene que
apoyar las políticas económicas generales de la Comunidad Europea.

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Los microestados de Andorra, Mónaco, San Marino y Ciudad del Vaticano utilizan también el euro en
virtud de un acuerdo formal con la Comunidad Europea. Montenegro y Kosovo también utilizan la moneda
única, aunque no existe un acuerdo formal
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Las decisiones de la política monetaria única se adoptan por el Consejo de Gobierno del
BCE. La ejecución, es decir, el ejercicio efectivo de suministro o la retirada de liquidez, se
lleva a cabo por los bancos centrales nacionales (BCN) de los países integrados en la zona
del euro.
El mecanismo de transmisión de la política monetaria comienza con la gestión de liquidez
y el control de los tipos de interés a corto plazo. Con el fin de alcanzar sus objetivos, el
Eurosistema tiene a su disposición un conjunto de instrumentos de política monetaria. El
BCE realiza operaciones de mercado abierto, ofrece facilidades permanentes y exige a las
entidades de crédito el mantenimiento de un coeficiente de caja o de reservas mínimas.

A) Operaciones de mercado abierto

Las operaciones de mercado abierto representan el instrumento más importante de la


política monetaria en el Eurosistema. Sirven para controlar los tipos de interés, para
gestionar la liquidez en el mercado monetario y para señalar la postura de la política
monetaria.
Las operaciones de mercado abierto se pueden dividir en las siguientes cuatro categorías:
− las operaciones principales de refinanciación, que son transacciones que
proporcionan regularmente liquidez con una frecuencia semanal y vencimiento de
una semana;
− las operaciones de refinanciación a más largo plazo, que son transacciones que
proporcionan liquidez con una frecuencia mensual y un vencimiento de,
normalmente, tres meses;
− operaciones de ajuste, ejecutadas sobre una base ad hoc y dirigidas a gestionar la
situación de liquidez en el mercado monetario y suavizar los efectos sobre los tipos

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de interés causados por fluctuaciones inesperadas de liquidez del mercado;


− operaciones estructurales, ejecutadas siempre que el BCE desee ajustar la posición
de liquidez estructural del Eurosistema frente al sector financiero. Estas
operaciones pueden llevarse a cabo mediante transacciones inversas, operaciones
directas o la emisión de certificados de deuda del BCE.

Las operaciones principales de refinanciación son un elemento clave en la implementación


de la política monetaria del Eurosistema. La tasa de interés oficial establecida para estas
operaciones señala la postura de la política monetaria decidida por el Consejo de Gobierno
del BCE.
Las operaciones de mercado abierto del Eurosistema se realizan como acuerdos de
recompra ("repos") o como préstamos garantizados. Los activos elegibles como garantía
es muy amplio, e incluye valores de deuda del sector público y privado. Las operaciones
de mercado abierto del Eurosistema se organizan como subastas para garantizar una
distribución transparente y eficiente de la liquidez en el mercado primario.

B) Facilidades permanentes
Las facilidades permanentes tienen como objetivo proporcionar y absorber liquidez a un
día, señalar la orientación general de la política monetaria y controlar los tipos de interés
del mercado a un día. Las entidades de crédito disponen de dos facilidades permanentes
sujetas al cumplimiento de ciertas condiciones de acceso:
– La facilidad marginal de crédito para obtener liquidez a un día de los bancos
centrales nacionales contra activos de garantía. El tipo de interés de la facilidad
marginal de crédito constituye normalmente un límite superior para el tipo de interés
de mercado a un día.
– La facilidad de depósito para realizar depósitos a un día con los bancos centrales
nacionales. El tipo de interés de la facilidad de depósito constituye normalmente un
límite inferior para el tipo de interés de mercado a un día.

C) Reservas mínimas
El coeficiente de reservas mínimas del Eurosistema se aplica a las entidades de crédito de
la zona euro y tiene como objetivos primordiales estabilizar los tipos de interés del mercado
monetario y crear (o aumentar) el déficit estructural de liquidez.
El coeficiente se aplica sobre una “base de reserva” constituido por un conjunto de pasivos
en su balance general (depósitos, títulos de deuda y títulos del mercado monetario con
vencimiento inferior a dos años.
Las reservas requeridas se remuneran al tipo medio de licitación de las operaciones
principales de refinanciación durante el período de mantenimiento.

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3.6. LA RESPUESTA DEL BANCO CENTRAL EUROPEO A LA CRISIS FINANCIERA:


MEDIDAS NO-STANDARD DE POLÍTICA MONETARIA
En periodos de fuertes tensiones financieras, el Eurosistema puede recurrir, con carácter
excepcional y temporal, a medidas de política monetaria no estándar y no convencionales
para conseguir sus objetivos, siempre que sea compatible con los Tratados de la UE,
Desde que comenzó la crisis financiera en 2007, el BCE ha introducido varias medidas de
política monetaria no estándar para responder a los desafíos planteados por las diferentes
fases de la crisis.
En la primera fase de la crisis financiera, el objetivo principal era proporcionar liquidez a los
bancos y mantener el flujo de crédito en la economía de la zona euro por encima de lo que
se podría conseguir simplemente con la rebaja de los tipos de interés.
En la segunda fase de la crisis, que tomó la forma de una crisis de deuda soberana, las
medidas no estándar del BCE tenían como objetivo ayudar a calmar el mercado y apoyar
un mejor funcionamiento del mecanismo de transmisión de la política monetaria.
Entre las medidas no convencionales de política monetaria podemos destacar:
− Adjudicación total a tipo fijo (Fixed-rate full-allotment). Durante la crisis
financiera, el BCE adoptó un procedimiento de licitación de adjudicación total a tipo
fijo de interés para todas las operaciones de refinanciación, a diferencia del
procedimiento normal, que consiste en una subasta de una cantidad preestablecida
de liquidez mediante un procedimiento de licitación a tipo de interés variable. El tipo
oferta mínima es el tipo de interés clave del BCE en las operaciones principales de
refinanciación. Por lo tanto, contrariamente a la práctica normal, las instituciones
financieras de la zona del euro tienen acceso ilimitado a la liquidez del banco central
al tipo principal de refinanciación (mínimum bid rate), como siempre están sujetas
a garantías adecuadas.

− Extensión de las operaciones de refinanciación a largo plazo (Long Term


Refinancing Operations LTROs). Normalmente el Eurosistema llevaba a cabo
mensualmente operaciones de refinanciación con un plazo de tres meses. Durante
la crisis la frecuencia y los plazos de este tipo de operaciones se ampliaron, con
vencimientos hasta cuatro años.

− Ampliación de la lista de activos elegibles como garantía. La ampliación


de la lista de activos aceptados en las operaciones de refinanciación del
Eurosistema permitió a los bancos refinanciar una parte mayor de su balance con
el Eurosistema. La capacidad de refinanciar activos menos líquidos a través del
banco central proporciona un remedio efectivo a la escasez de liquidez causada por
el colapso del mercado interbancario.

− Provisión de liquidez en divisas (Currency swap agreements). El


Eurosistema proporcionó temporalmente liquidez en monedas extranjeras, a
diversos vencimientos y contra garantías en euros. Para ello, el BCE utilizó
acuerdos monetarios recíprocos, especialmente con la Reserva Federal de los
Estados Unidos.

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− Programa de compra de bonos garantizados (Covered Bond Purchase


Programme CBPP). El objetivo del programa era revitalizar el mercado de bonos
garantizados, que es una fuente principal de financiación para los bancos en gran
parte de la zona del euro. Este tipo de bonos, conocidos como 'cédulas' en España,
son títulos de deuda a largo plazo emitidos por bancos para refinanciar préstamos
al sector público y privado, con un a doble garantía, la del emisor y la de los activos
financiados.

− Reducción del coeficiente de reservas. En enero de 2012 el Eurosistema


redujo del coeficiente de reservas del 2% al 1%. Esta reducción supuso liberar 100
mil millones de euros de liquidez bancaria.

− Indicaciones sobre la orientación futura de la política monetaria


(Forward guidance). El BCE comenzó a utilizar esta herramienta en julio de 2013,
cuando el Consejo de Gobierno anunció que esperaba que los tipos de interés se
mantuvieran en niveles bajos durante un período prolongado. El objetivo de este
instrumento es ofrecer a los mercados financieros, las empresas y los
consumidores, indicaciones sobre la orientación futura de la política monetaria que
la institución implementará en base a las perspectivas de inflación. Actualmente se
informa de las intenciones del Consejo de Gobierno no solo en relación con la senda
esperada de los tipos de interés oficiales del BCE, sino también con respecto al
horizonte de su programa de compras de activos.

− Tipo de interés negativo en la facilidad de depósito. Durante los años


previos a la crisis, este tipo de interés era positivo, es decir, el BCE pagaba a
aquellos bancos que guardaban sus excedentes de liquidez en la institución. En
junio de 2014, decidió establecer el tipo de interés de facilidad de depósito en
negativo en el -0,10%. En septiembre de ese mismo año bajó hasta el -0,20%, en
diciembre de 2015 bajó al -0,30%, en marzo de 2016 al -,40% y en septiembre de
2019 se redujo de nuevo hasta alcanzar el porcentaje actual (-0,50%), para
incentivar a las entidades a destinar su liquidez conceder créditos a particulares y
empresas.

− Programa de Compra de Activos (Asset Purchase Program APP). El BCE


empezó a comprar activos de los bancos comerciales en marzo de 2015 como parte
de sus medidas de política económica no convencionales. Esta política, que
también se conoce como expansión cuantitativa (Quantitative Easing) incluye la
compra de distintos tipos de activos: deuda pública, valores emitidos por
instituciones europeas supranacionales, bonos corporativos, bonos de titulización
de activos y bonos garantizados. Con este instrumento, el BCE trata de conseguir
una transmisión directa de la política monetaria; un reequilibrio de las carteras y un
efecto de señalización con el que indicar a los mercados que los tipos de interés
oficiales se mantendrán en niveles bajos durante un largo periodo.

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