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Surge de la expansión del mercado único, que contempla normativas comunes para los productos y la
libre circulación de mercancías, capitales, trabajadores y servicios. El euro se introdujo como moneda
común de la zona del euro, formada actualmente por diecinueve Estados miembros.
Tres elementos fundamentales lo componen: el mecanismo de tipos de cambio e intervención (núcleo básico del
SME); una moneda, el ecu; y el Fondo Europeo de Cooperación Económica (Fecom) disuelto a comienzos de la
segunda fase de la UEM, traspasando todas sus competencias al Instituto Monetario Europeo. ¿Quiénes forman parte
del SME? Los Estados de la UE, aunque no todos ellos están sometidos al mecanismo de tipos de cambio e
intervención (se trata, en concreto, de Grecia, Reino Unido y Suecia). Este mecanismo establece para cada una de las
monedas un tipo central de cambio del ecu y las paridades fijas de cada moneda respecto a las restantes. En 1993, al
ampliar la banda de fluctuación del sistema, éste entra en crisis.
En 1969, la Comisión Europea presentó el «Plan Barre», con el objetivo de ahondar en la idea de una moneda
única, debido a que el sistema de Bretton Woods mostraba signos cada vez más claros de rigidez. Sobre la
base del Plan Barre, los Jefes de Estado o de Gobierno invitaron al Consejo de Ministros a delinear una
estrategia para la creación de la Unión Económica y Monetaria (UEM). El resultado fue el Informe Werner,
publicado en 1970, que proponía la creación de la UEM en varias fases antes de 1980. Sin embargo, este
proceso perdió impulso en el contexto de considerable inestabilidad de los mercados internacionales de
divisas que siguió al colapso del sistema de Bretton Woods a principios de los setenta, y a causa de la
presión generada por políticas divergentes encaminadas a afrontar las perturbaciones económicas de la
época y, particularmente, la primera crisis del petróleo.
Para contrarrestar esta inestabilidad y la consiguiente volatilidad de los tipos de cambio, los nueve miembros
de la CEE[1] reactivaron el proceso de cooperación monetaria con la creación, en marzo de 1979,
del Sistema Monetario Europeo (SME). Su principal característica era el mecanismo de tipos de cambio
(MTC), mediante el que se definían paridades fijas, aunque ajustables, entre las monedas de los países de la
CEE. Por tanto, resultó necesario ajustar las políticas monetarias y económicas, en cuanto que constituyen
herramientas para la estabilidad del tipo de cambio. En el marco del SME, los participantes lograron crear
una zona de creciente estabilidad monetaria y relajar progresivamente los controles de capital.
La adopción del Acta Única Europea en 1986 representó un nuevo estímulo hacia la moneda única y
la UEM. En ella se establecía un calendario para la creación del mercado único y se reafirmaba la
necesidad de la creación de la UEM.
En 1988, el Consejo Europeo confirmó el objetivo de crear la UEM e invitó a un comité de expertos
en política monetaria, integrado por los gobernadores de los bancos centrales de los países de la
Comunidad Europea, a que propusiera medidas específicas conducentes al establecimiento de la
UEM.
El resultado fue el Informe Delors, que recomendaba que la UEM se alcanzase en tres fases.
Quedaba por establecer aún el marco jurídico de la UEM. Sobre la base del informe se celebraron
diversas negociaciones, que concluyeron el 7 de febrero de 1992 con la firma del Tratado de la
Unión Europea en Maastricht. En virtud de este tratado, se constituyó la Unión Europea (UE) y se
modificaron los tratados fundacionales de las Comunidades Europeas añadiendo un nuevo capítulo
dedicado a la política económica y monetaria, que sentaba las bases de la UEM y determinaba un
procedimiento y un calendario para su creación.
SISTEMA MONETARIO INTERNACIONAL
El objetivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) es lograr un
crecimiento y una prosperidad sostenibles para cada uno de sus 190
países miembros.
El precio del euro varía según la estabilidad financiera de la zona. Es por ello
que las políticas monetarias relacionadas con las tasas de interés y la inflación
son determinantes en el valor de la moneda. El Producto Interno Bruto es
otro de los indicadores fundamentales en la variación del precio del Euro.