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La Humanidad y la Ficción
Yuval Noah Harari en su libro De animales a dioses: Breve historia de la humanidad (2014,
Penguin Random House) menciona que el ser humano ha tenido varias revoluciones que lo
llevaron de ser un oscuro primate que deambulaba por las planicies del África a dominar el
planeta y el átomo y a llegar a la Luna.
La primera de estas revoluciones fue la elaboración de herramientas de piedra hace 2.5 millones
de años. Luego el dominio del fuego hace 300,000 años. Hace 12,000 mil años sucedió la
domesticación de plantas y animales, la revolución agrícola que permitió la fundación de las
primeras ciudades. Después, la invención de la escritura, el dinero acuñado y la creación de los
primeros Estados extensos hace 5 mil años.
Pero, Harari señala que la más importante de estas revoluciones sucedió hace 70,000 años y fue
la Revolución Cognitiva: la aparición del lenguaje ficticio.
En varios organismos vivos existen distintos tipos de sistemas de comunicación. Los usan
insectos como las hormigas y las abejas; aparece en las aves, en diversos mamíferos y no se diga
en los primates superiores. Pero la característica realmente única del lenguaje humano es la
capacidad de transmitir información acerca de cosas que no existen en lo absoluto.
Leyendas, mitos, dioses y religiones aparecieron por primera vez con la revolución cognitiva.
Esta capacidad de hablar sobre ficciones es la característica más singular del lenguaje de los
sapiens. Pero la ficción nos ha permitido no sólo imaginar cosas, sino hacerlo colectivamente.
Los sapiens pueden cooperar de maneras extremadamente flexibles con un número incontable de
extraños.
Cualquier cooperación humana a gran escala (ya sea un estado moderno, una iglesia medieval,
una ciudad antigua o una tribu arcaica) está establecida sobre mitos comunes que sólo existen en
la imaginación colectiva de la gente.
Algunas de las más importantes creaciones de la humanidad no existen fuera de los relatos que la
gente se inventa y se cuentan unos a otros. No hay dioses en el universo, no hay naciones, no hay
dinero, ni derechos humanos, ni leyes, ni justicia fuera de la imaginación común de los seres
humanos.
Así, desde la revolución cognitiva, los sapiens han vivido una realidad dual. Por un lado, la
realidad objetiva de los ríos, los árboles y los leones; y por el otro la realidad imaginada de los
dioses, las naciones, el dinero y las corporaciones.
El Arte: la ficción de la ficción
Que la realidad sea sólo una percepción, una ficción, un sueño, una mentira, una hipótesis en el
mejor de los casos, no es una idea nueva. Desde hace milenios para el hinduismo y el budismo la
realidad visible es una ilusión, es el Velo de Maya. Dice el Tao Te King: «El Tao que puede
nombrarse no es el Tao eterno... La no existencia es el principio del cielo y de la tierra».
Si la realidad es un relato, una ficción, el Arte es la ficción sobre esa ficción: una metaficción.
Arte, según la Wikipedia es: cualquier actividad o producto realizado con una finalidad estética
y también comunicativa, mediante la cual se expresan ideas, emociones y, en general, una
visión del mundo, a través de diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros,
corporales y mixtos.
Las dos definiciones comparten el concepto de que el Arte expresa una visión del mundo, una
interpretación de lo real o imaginado.
Para Aristóteles la esencia del Arte era la Mimesis, la imitación de la naturaleza, y su fin era la
Catarsis, la purificación de las pasiones. Pero también agregó que el arte completa lo que laa
naturaleza no puede elaborar. Dijo Fernando Pessoa: La literatura, como cualquier forma de arte,
es la confesón de que la vida no basta.
El parco diccionario primero dice que el cuento es una narración breve de ficción, pero luego
agrega que es un relato, generalmente indiscreto, de un suceso. Viejos como la humanidad, los
cuentos son anteriores a las letras. Pueblan los libros sagrados, los Vedas de la India, el Libro de
los Muertos del Antiguo Egipto, el Gilgamesh de la Mesopotamia, el Zend Avesta iranio y la
Biblia hebrea. Aparecen en Homero, pero a partir de ahí se empiezan a independizar de las
leyendas, mitos y religiones para tomar vida propia como un fin en sí mismos: la fantasía, lo
mágico, lo maravilloso. Eso sí, tardaron en desligarse de las moralejas y los fines didácticos con
las Fábulas de Esopo, los Panchatantra de la India que llegaron al Mediterráneo a través del
Calila e Dimna.
Es conveniente aclarar que la base del cuento, de la poesía, de la literatura entera, es la oralidad.
En el principio estaba la palabra. Incluso, está hoy. Existen más de seis mil lenguas registradas
en el mundo, el 92% vive en la oralidad y nunca han conocido la escritura, pero absolutamente
todas tienen y conservan sus cuentos, tradiciones y leyendas de generación en generación.
Fue la civilización greco-romana la que liberó a las narraciones del moralismo con los Relatos
Milesios: cortas historias fantásticas, de aventuras y de fuerte trasfondo erótico. Aparecen en el
Satyricón de Petronio y en El asno de oro de Apuleyo. De los Relatos Milesios derivaron las Mil
y Una Noches de los árabes y su influencia alcanza hasta el Decamerón de Bocaccio.
En la evolución del Cuento se han reconocido tres fases: la inicial y ya mencionada fase oral, la
primera fase escrita y a partir del siglo XIV la segunda fase escrita que inicia precisamente
con el Decamerón de Giovanni Bocaccio, que cimentó las bases del cuento tal como lo
conocemos.
A partir de esa segunda fase, el resto de la historia del Cuento es ampliamente conocida. En una
apretada relación no se pueden dejar de mencionar los Cuentos de Canterbury de Geoffrey
Chaucer, las Novelas Ejemplares de Cervantes, Los Sueños de Francisco de Quevedo. Los
cuentos populares europeos tradicionales compilados, y a veces dulcificados, por Perrault, La
Fontaine y los Hermanos Grimm. Mención especial merecen los Cuentos de Hoffmann que
influyeron a grandes autores del género como Édgar Allan Poe y Franz Kafka. Por cierto, los
ballets El Cascanueces de Chaikovski y Copelia de Delibes están basados en cuentos de
Hoffmann.
El siglo XIX, con los avances de la Revolución Industrial en las tecnologías de impresión y el
desmesurado auge de la prensa, se tradujo en una explosión de verdaderos maestros del cuento:
Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, Flaubert, Mary Shelley, ¡Antón Chéjov!, Balzac, Eça de
Queirós, Arthur Conan Doyle, Gógol, Charles Dickens, Turguénev, Stevenson, Kipling,
Chesterton, Mark Twain, …
Hasta llegar al siglo XX en el que ocurrió la verdadera consagración del género con: Virginia
Woolf, Franz Kafka, Henry James, James Joyce, William Faulkner, Ernest Hemingway, Gorki,
Ryonosuké Akutagawa, Katherine Mansfield, Isaac Bashevis Singer, Clarice Lispector, Ray
Bradbury, Raymond Carver, Julio Cortázar. Mención especial merece Jorge Luis Borges.
En México grandes cuentistas han sido Julio Torri, Juan Rulfo, Elena Garro, Juan José Arreola,
Inés Arredondo, José Emilio Pacheco, Jorge Ibargüengoitia, Carlos Fuentes, Salvador Elizondo,
Juan Tovar, Augusto Monterroso…
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Para finalizar, me gustaría agregar que el milagro de las artes dramáticas y narrativas ocurre por
el fenómeno de la suspensión voluntaria de la incredulidad. Afortunado término acuñado por
el poeta inglés Samuel Taylor Coleridge (willing suspension of disbelief). O sea, la voluntad del
espectador o lector de dejar de lado su sentido crítico y su percepción de la realidad para
sumergirse en un mundo ficticio, para integrarse voluntariamente a la fantasía de la obra de arte.
Cuentos recomendados:
• El brujo postergado, del Infante don Juan Manuel (versión de Borges, Historia Universal de
la Infamia)