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Hijo mayor del político y abogado tapatío, Raúl Padilla Gutiérrez, frustrado aspirante a
la gubernatura de Jalisco y que, por cierto, falleció por propia mano. Origen es destino.
Un especial talento para la promoción cultural le permitió a Padilla López sortear los
avatares de la violencia política que se cobró la vida en 1975 de Carlos Ramírez
Ladewig, líder del grupo que entonces dominaba la Universidad de Guadalajara. Se le
atribuye a Carlos Monsivais la definición de la tristemente célebre Federación de
Estudiantes de Guadalajara como una mezcla de socialismo teórico y pistolerismo
práctico. Como presidente de la temible FEG le tocó a Padilla iniciar los primeros e
infructuosos intentos de cambiar la esencia gangsteril de esa desprestigiada
asociación. Al término de su periodo inició en 1979 su trayectoria como profesor y
funcionario universitario y fue nombrado Director del Departamento de Intercambio
Académico. En 1984 transformó esa pequeña dependencia en un renovado y dinámico
Departamento de Investigación Científica y Superación Académica. Junto con Emilio
García Riera promovió en 1986 la fundación del Centro de Investigaciones y
Enseñanza Cinematográfica (CIEC), semilla de la Cineteca y el Festival Internacional
de Cine.
Todo lo anterior sin dejar de ocupar una posición de liderazgo indisputado dentro de la
propia universidad. Promovió múltiples iniciativas de promoción cultural, aparte de la
FIL, tales como la Cátedra Julio Cortázar, el Centro Cultural Universitario —con la
Biblioteca Juan José Arreola, el Auditorio Telmex, el Conjunto Santander de Artes
Escénicas y el Museo de Ciencias Ambientales, aun en construcción —, además del
Festival Papirolas, el Canal 44 de televisión, el Festival Internacional de la Música y la
Feria del Libro en español de Los Ángeles.
Raúl Padilla López nunca dejó de ser un personaje polémico, acusado de ser el
cacique y dueño de la Universidad de Guadalajara y que no evadía los enfrentamiento
con el gobernador Enrique Alfaro y con el presidente López Obrador. Al mismo tiempo,
era toda una celebridad internacional, condecorado con la Orden de Isabel la Católica y
Caballero de la Legión de Honor de Francia, entre otros múltiples reconocimientos,
además de ser un factor político muy respetado e influyente con amplias conexiones en
todo el espectro político estatal y nacional.
Su deceso por propia mano es una muy inoportuna calamidad en estos tiempos
aciagos de nuestra frágil y amenazada democracia. Las consecuencias de su
defunción serán impredecibles al haber sido un protagonista muy conspicuo e
influyente de la vida cultural y política de Jalisco y de México.