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Buen viaje, Raúl Padilla

Por René González Aguilar


Publicado en Letras Libres, el 3 abril 2023

Resulta muy complicado, y quizá inexacto, atribuir el éxito de la evolución y progreso


de toda una comunidad intelectual de la magnitud de una universidad pública a una
sola persona, pero no se falta a la verdad si se señala que la personalidad más
influyente de la Universidad de Guadalajara en el último medio siglo fue Raúl Padilla
López. Las consecuencias de su desempeño y trayectoria personal rebasan el ámbito
meramente universitario y se extienden no solo a la ciudad o el país, sino a toda la
comunidad cultural hispanohablante del orbe.

Hijo mayor del político y abogado tapatío, Raúl Padilla Gutiérrez, frustrado aspirante a
la gubernatura de Jalisco y que, por cierto, falleció por propia mano. Origen es destino.

Un muy joven Raúl Padilla como alumno de la Facultad de Filosofía y Letras se


involucró en diversas actividades editoriales y de difusión cultural seguidas de una
activa participación en la política universitaria. El ambiente estudiantil tapatío de esa
época padeció la cruda del malogrado movimiento del 68 y de la represión de la guerra
sucia, que en los setenta se cebó especialmente en la ciudad de Guadalajara, semillero
de activistas y guerrilleros que nutrieron a la Liga 23 de Septiembre.

Un especial talento para la promoción cultural le permitió a Padilla López sortear los
avatares de la violencia política que se cobró la vida en 1975 de Carlos Ramírez
Ladewig, líder del grupo que entonces dominaba la Universidad de Guadalajara. Se le
atribuye a Carlos Monsivais la definición de la tristemente célebre Federación de
Estudiantes de Guadalajara como una mezcla de socialismo teórico y pistolerismo
práctico. Como presidente de la temible FEG le tocó a Padilla iniciar los primeros e
infructuosos intentos de cambiar la esencia gangsteril de esa desprestigiada
asociación. Al término de su periodo inició en 1979 su trayectoria como profesor y
funcionario universitario y fue nombrado Director del Departamento de Intercambio
Académico. En 1984 transformó esa pequeña dependencia en un renovado y dinámico
Departamento de Investigación Científica y Superación Académica. Junto con Emilio
García Riera promovió en 1986 la fundación del Centro de Investigaciones y
Enseñanza Cinematográfica (CIEC), semilla de la Cineteca y el Festival Internacional
de Cine.

Parafraseando a Borges, hay momentos que definen el destino de un hombre. El de


Raúl Padilla fue en 1986 cuando promovió la creación de la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara. En aquel 28 de noviembre de 1987 se inauguró en la flamante
Expo Guadalajara una modesta feria editorial con 219 pequeños stands, todos iguales,
y con cinco reducidos salones para conferencias cuyos micrófonos competían entre sí.
En medio de la muy grave crisis económica del país en el sexenio de De la Madrid, seis
semanas antes de cortar el listón inaugural solo se habían registrado siete editoriales y
todo auguraba un estrepitoso fracaso. Pero contaban con una carta mágica, la firmada
por Peter Weidhaas, el legendario director de la Feria del Libro de Fráncfort, que
convenció a 92 libreros y bibliotecarios estadounidenses, lo que milagrosamente activó
la participación de los hasta entonces renuentes editores. La sinergia que despertó la
iniciativa de ese muy joven funcionario universitario fue poco menos que asombrosa, se
fueron acumulando los apoyos de políticos e intelectuales, hasta convertir a la FIL de
Guadalajara en la primera feria editorial de habla hispana y la segunda en el mundo,
detrás de la de Fráncfort. El resto es historia.

La destacada actividad cultural, encabezada por la creación de la FIL, entre otros


logros, le permitieron convertirse en el 43° rector de la Universidad de Guadalajara, el
1 de abril de 1989. De inmediato entró en conflicto con la
dominante nomenklatura universitaria de entonces a la que enfrentó con decisión y
frialdad estratégica, con una visión muy clara de la ineludible reforma universitaria, a
pesar de la violencia con que reaccionaron sus opositores.

La creación de la FIL Guadalajara puso el nombre de Raúl Padilla y de la UDG en el


firmamento cultural hispano, pero su aportación más relevante y compleja fue la
transformación y modernización de la propia universidad, que de ser una institución
académica circunscrita a la zona metropolitana de Guadalajara, pasó a ser una
moderna red universitaria con influencia directa en amplias zonas del Estado de
Jalisco, con seis centros temáticos, nueve centros universitarios regionales y con el
sistema de educación media superior más extenso del país.

Los organizadores de la nueva red universitaria la describieron como la reparación de


un avión en pleno vuelo. Todo culminó al final de su rectorado en 1994 con la
promulgación de la nueva Ley Orgánica de la Universidad de Guadalajara en la que se
reconoció por primera vez la plena autonomía universitaria en planeación académica y
manejo de recursos. Se reorganizaron el sindicato y la federación de docentes. Se creó
la Federación de Estudiantes Universitarios que substituyó a la desprestigiada FEG.

Al término de su periodo como rector se involucró en una serie de actividades políticas


extra universitarias: miembro del Grupo San Ángel, que apoyó la transición política del
país que expulsó PRI a la presidencia de la república. Fue aspirante a la gubernatura
de Jalisco, diputado estatal por el PRD y presidente de la Cámara de Diputados de
Jalisco, además de otras actividades, como la participación en la coalición partidista
que apoyó a Ricardo Anaya.

Todo lo anterior sin dejar de ocupar una posición de liderazgo indisputado dentro de la
propia universidad. Promovió múltiples iniciativas de promoción cultural, aparte de la
FIL, tales como la Cátedra Julio Cortázar, el Centro Cultural Universitario —con la
Biblioteca Juan José Arreola, el Auditorio Telmex, el Conjunto Santander de Artes
Escénicas y el Museo de Ciencias Ambientales, aun en construcción —, además del
Festival Papirolas, el Canal 44 de televisión, el Festival Internacional de la Música y la
Feria del Libro en español de Los Ángeles.

Raúl Padilla López nunca dejó de ser un personaje polémico, acusado de ser el
cacique y dueño de la Universidad de Guadalajara y que no evadía los enfrentamiento
con el gobernador Enrique Alfaro y con el presidente López Obrador. Al mismo tiempo,
era toda una celebridad internacional, condecorado con la Orden de Isabel la Católica y
Caballero de la Legión de Honor de Francia, entre otros múltiples reconocimientos,
además de ser un factor político muy respetado e influyente con amplias conexiones en
todo el espectro político estatal y nacional.

Su deceso por propia mano es una muy inoportuna calamidad en estos tiempos
aciagos de nuestra frágil y amenazada democracia. Las consecuencias de su
defunción serán impredecibles al haber sido un protagonista muy conspicuo e
influyente de la vida cultural y política de Jalisco y de México.

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