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En cierto sentido, ésta es una distorsión inexcusable de una teo- II.

LA FEMINIDAD
'tía, aunque resulta necesaria en virtud de nuestro interés espe-
cífico: la psicología de las mujeres bajo el patriarcado. La au-
sencia de toda referencia al lenguaje —el mundo mismo en que
nace el niño humano, mediante el cual es nombrado y situado
(el hombre no habla, el lenguaje «lo habla»)— sólo puede ex-
cusarse por la inagotable serie de otras omisiones que, en tanto
se refieren a la forma en que el ser humano se vuelve humano
y vive su humanidad, influyen en la formación y el significado de
la psicología femenina. De hecho, aquí sólo he seleccionado dos
temas: el significado del padre simbólico y del falo en la apari-
ción de la civilización, y el rol fundamental desempeñado por
la diferencia en la formación del sujeto humano. Obviamente, mi
propósito es, en parte, polémico: medíante estos argumentos de-
seo responder a ciertas reducciones feministas que no acuerdan
ninguna significación paterna ni fálica a las culturas dominadas
por el hombre y, por otro lado, refutar las tesis de Reich-Laing-
Firestone, según las cuales las diferencias pueden eliminarse en 5. El lugar de la mujer
Ínteres de la armonía.

Todas las críticas feministas cuyas obras hemos discutido — y


Wilhelm Rekh en sus primeros escritos psicológicos— elogian a
Freud por la exactitud de sus observaciones sobre las caracterís-
ticas psicológicas de las mujeres de la clase media que están opri-
midas bajo el sistema patriarcal. Empero, refutan su análisis en
virtud de su determinismo biológico y se lamentan de que no
viera la realidad de la causalidad social que tenía ante sus ojos.
Este ataque sólo es justificado en tanto Freud a menudo renun-
ció a esta cuestión al abordar el «fundamento biológico» que
subyacía en su investigación psicoanalítica. Pero Freud abando-
naba la cuestión precisamente porque el psicoanálisis no tiene
nada que ver con la biología, salvo en el sentido de que nuestra
vida psíquica también refleja —de forma transformada — lo que
la cultura ya ha hecho con nuestras necesidades y constituciones
biológicas. Freud estaba interesado por esta transformación. Lo
que sí podemos y debemos criticarle es que nunca plantea con
suficiente énfasis sus repetidas manifestaciones en este sentido,
en el contexto de sus exposiciones de las diferencias sexuales psi-
cológicas. Por el contrario, y por desastroso que resultara para
el futuro del psicoanálisis de la feminidad, precisamente en estos
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puntos se apartó con mayor frecuencia del problema, dejando a
rían Reích, Firestone y Laing (autores interesados en la dia-
las lectoras con la desagradable sensación de que la última pala-
léctica).
bra de Freud sobre el tema las devolvía una vez más a la biolo- El análisis freudiano de la psicología de la mujer tiene lugar
gía o la anatomía. Pero evidentemente es ese gusto por la biolo- en un concepto que no es social ni biológicamente dualista:
gía el que saborearon los analistas «post»-frendíanos. Como crítica ocurre en un análisis del patriarcado. Las teorías de Freud nos
de este aspecto de la obra de ellos, bien está la crítica a Freud. ofrecen el principio de una explicación de la psicología de la mu-
Si se ha de llevar a cabo un análisis de la psicología femenina, jer, inferiorizada y «alternativa» (el segundo sexo) bajo el pa-
ha llegado el momento de terminar con el biologísmo general y triarcado. Su interés se centra en cómo el animal humano con
con la contribución específica que en este caso presta: que en una disposición psicológica bisexual se convierte en la criatura
'la vicia psíquica se refleja un así llamado dualismo biológico en- social sexuada: el hombre o la mujer.
tre ambos sexos. El psicoanálisis trata de la herencia y la ad- En sus obras especulativas sobre los orígenes de la cultura
quisición del orden humano. El becho de que haya sido utili- humana y la filogénesis del hombre —en especial en Tótem y
zado para inducir a la conformidad con ciertas costumbres so- tabú y en Moisés y la religión monoteísta— Freud muestra ex-
ciales específicas es un abuso más que se ha hecho del mismo, plícitamente que el concepto psicoanalítico del inconsciente es
posible a nivel teórico por la misma preocupación biológica de un concepto de la transmisión de la humanidad y la herencia
algunos post-freudianos. Si la anatomía fuese realmente el des- de sus leyes sociales (culturales). En el inconsciente de cada
tino —como Freud observó desastrosamente en una ocasión— hombre reposan todas las «ideas» de la humanidad con respecto
también podemos renunciar a hacer algo, ya que nada distin- a su historia; una historia que no puede comenzar de nuevo
guiría al hombre de los animales. Pero Freud hizo esta fatal ob- con cada individuo, sino que debe ser adquirida y a la que cada
servación en el contexto de una ciencia interesada en la explo- uno debe contribuir con el transcurso del tiempo. La compren-
ración de las leyes sociales humanas tal como están representadas sión de las leyes del inconsciente significa, de este modo, un co-
en la mente inconsciente. mienzo de la comprensión de la forma en que funciona la ideo-
Tanto Reich como las críticas feministas atacan a Freud por logía, cómo adquirimos y vivimos las ideas y leyes dentro de
su ignorancia de los efectos determinantes de la cultura patriarcal, las cuales debemos existir. Un aspecto primordial de la ley con-
pero en sus propios análisis olvidan, irónicamente, lo que han siste en que vivimos de acuerdo con nuestra identidad asexuada,
recordado en su retórica de denuncia. En todas sus exposiciones nuestra siempre imperfecta «masculinidad» o «feminidad».
se olvida lo específico asimétrico de una estructura social domi- El asesinato del padre primitivo en un período prehistórico
nada por el padre, en favor de la oposición macho-hernbra con es la característica determinante de la reconstrucción freudiana de
dominio del macho. La ¡dea general de oposición y dualismo la historia de la humanidad. En una época pre-social imaginaria,
social también es una importante característica de la obra lain- el padre tenía todo el poder y todos los derechos sobre todas las
giana. Si semejante dualismo social reemplaza al dualismo bioló- mujeres del clan; una pandilla de hijos —todos hermanos, débiles
gico, el inevitable resultado del debate será la circularidad. El individualmente pero fuertes unidos— asesinaron al padre para
principio de la dialéctica es la contradicción, no la simple uni- obtener sus derechos. Naturalmente, todos no podían tener sus
dad: los elementos se contradicen entre sí, se resuelven, se unen derechos y, naturalmente, debieron sentirse ambivalentes con res-
e ingresan en otras contradicciones con otros aspectos; toda pecto al acto cometido. El totemismo y la exogamia son los sig-
«unidad» es una unidad compleja que contiene contradicciones. nos duales de su respuesta: en el tótem, o sustituto simbólico
Incluso examinando el 'concepto desde un punto de vista simpli- del padre, se garantiza que nadie lo matará a él o, en ese en-
ficado y formalista, debe haber como mínimo tres elementos y el tonces, a sus herederos (cada uno de los hermanos). Aún más,
tercero no puede ser la sijpple unidad de los dos, como desea- ninguno de los hermanos puede heredar los derechos de este pa-
dre con respecto a todas las mujeres. Como todos no pueden he-
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histérico —hombre o mujer— mora la protesta femenina contra
( redar, T>O heredará ninguno. Este es el inicio de las leyes sociales k ley del padre.1 Pero lo que se reprime es tanto la representa-
y la moralidad. Los hermanos se identifican con el padre que han ción del deseo como su prohibición: en ello no hay nada «puro»
matado e internalizan la culpa que sienten junto con el placer ni «original».
derivado de su muerte. Así, el padre se vuelve mucho más po- La niña sólo adquiere su identidad femenina secundaria den-
deroso en la muerte que en la vida: en la muerte establece la tro de k ley patriarcal en su complejo edípico positivo, cuando
historia humana. El padre simbólico muerto es mucho más deci- es seducida/violada por, y/o seduce al padre. Del mismo modo
sivo que cualquier padre viviente real, que meramente transmite que el niño hereda la ley con su aceptación de la castración sim-
su nombre. Así se origina k historia del patriarcado. Es por esta bólica por parte del padre, la niña asimila su destino femenino
marca simbólica del padre muerto que los niños y las niñas en- con esta seducción simbólica. Pero resulta menos importante que
cuentran su lugar cultural en el interior de k instancia del com- la «castración» del niño, porque en cierta medida ella ha perci-
plejo de Edipo. bido su situación antes de que la misma se viera confirmada por
En la situación del complejo edípico (que reitera las reglas la intervención del padre. Ya ha adquirido la información de
del tótem y k exogamia) el niño aprende cuál es su lugar como que como no heredará el falo no necesita aceptar la castración
heredero de esta ley del padre y la niña aprende a situarse en el simbólica (ya está «castrada»). Pero sin el rol del padre en su'
interior de esta misma ley. Realmente, el complejo de Edipo es complejo edípico positivo, puede permanecer atrapada en los
un mito patriarcal y aunque Freud nunca lo manifestó, sin duda dilemas preedípkos (y en consecuencia volverse psicótica), ya que
la importancia de este hecho se encuentra detrás de su repudio el complejo de Edipo es el ingreso en su herencia humana de la
de un mito paralelo para las mujeres, el así llamado complejo feminidad. Freud siempre afirmó que la mujer era «más bisexual»
de Electra. Freud siempre se opuso a toda idea de simetría en que el hombre. Su aseveración parece apuntar al hecho de que
la «formación» cultural de hombres y mujeres. Un mito para las en el patriarcado el deseo de la niña por ocupar el lugar del pa-
mujeres tendría que estar dominado por las mareas del complejo dre y ser el falo para la madre es tan poderoso como el derecho
de Edipo más intensamente, porque la mujer ingresa en un posterior del niño a hacerlo. La disposición bisexual del momento
mundo del hombre: la complementaridad y el paralelismo están preedípico de la niña conserva su fuerza y su complejo de Edipo
fuera de la cuestión. Al principio, ambos sexos desean ocupar el es una cuestión secundaria. Una cuestión en la que aprende que
lugar del padre y de la madre, pero como no pueden ocupar su sometimiento a k ley del padre entraña su transformación en
ambos lugares, cada sexo tiene que aprender a reprimir las ca- la representante de la «naturaleza» y la «sexualidad», en un caos
racterísticas del otro. Pero ambos, a medida que aprenden a ha- de creatividad espontánea e intuitiva. Como no puede ser «to-
blar y a vivir en el interior de la sociedad, desean ocupar el lugar cada» por la ley, su sumisión a la misma debe consistir en esta-
del padre y únicamente al niño se le permitirá hacerlo algún día. blecerse como su contrario: todo lo que es emocional e irracio-
Aún más, ambos sexos nacen en el deseo de la madre y en virtud nal. Esta es la condición que le asigna k historia humana pa-
de que a través de le herenck cultural lo que la madre desea es triarcal.
el falo-transformado-en-bebé, ambos desean ser el falo para la
madre. También en este caso, únicamente el niño puede recono-
1. El grupo francés de liberación de ¡a mujer Psychanalyse et Politique
cerse plenamente en el deseo de su madre. De este modo, ambos intenta descifrar el lenguaje o grafología de la sintomatología somática, las
sexos repudian las implicaciones de la feminidad. En. consecuen- huellas de la feminidad reprimida en la histeria. Este grupo considera que
cia, la feminidad es, en parte, una condición reprimida que sólo Freud abandonó la búsqueda de este síntoma histérico en su primera
puede adquirirse secundariamente en forma distorsionada. En vir- época psicoanalítica. No estoy segura de coincidir con el énfasis que ponen
en la «violación» de la hija por parte del padre edípico, ya que me parece
tud de que es reprimida, la feminidad es muy difícil de com- que la niña tiene que aprender, precisamente, el arte de la seducción, de
prender, tanto con la investigación psícoanalítica como sin ella: ganar el amor.
reaparece en síntomas tales como la histeria. En el cuerpo del
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El niño ingresa en la perspectiva de su hombría futura con el 6. La revolución cultural
fin de su complejo de Edípo y la internalizacíón del padre «cas-
trador» como su superyó autoritario. Por el contrario, la niña
casi debe construir su complejo de Edipo a partir de las imposi- Como hemos observado, Freud a menudo deseó encontrar
bilidades de sus deseos preedípicos bisexuales. En lugar de inter- una satisfactoria base biológica sobre la cual apoyar sus teorías
nalizar la marca de la ley en un superyó al que obedecerá, sólo psicológicas, pero dejaba de lado este deseo en cuanto lo ex-
puede desarrollar su yo-ideal narcisista. Debe confirmar su iden- presaba. Desde la obra de Ernest Jones hasta la de analistas fe-
tificación precdípica (en oposición a su adhesión) con la madre ministas contemporáneas, como Mary Jane Sherfy,1 se ha buscado
y en lugar de asumir cualidades de agresividad y control, ad- la base biológica del dualismo sexual. Aunque existe un uso evi-
quiere el arte dei amor y la conciliación. Como no es heredera dente de la base biológica en toda formación social, parece dudoso
de la ley de la cultura, su tarea consiste en que la humanidad que la acentúe, porque parece haber pocas evidencias de cual-
se reproduzca dentro de la circularidad de la familia supuesta- quier prioridad biológica. Por el contrario, nos enfrentamos a
mente natural. Por supuesto, la familia no es más «natural» que una situación decididamente social. Esta situación es la transfor-
la mujer, pero su lugar dentro de la ley se encuentra en las fun- mación inicial de la biología por el sistema de intercambio ex-
ciones «naturales». Pero la sexualidad, que supuestamente une presado mediante las estructuras de parentesco y los tabúes so-
a la pareja, es un factor de problemas si se descontrol^: también ciales sobre el incesto, que plantean las condiciones diferenciales
debe ser contenida y organizada. Así, de acuerdo con la designa- de la formación de hombres y mujeres. Por supuesto, esto no sig-
ción del siglo diecinueve, la mujer deviene «el sexo»: le corres- nifica negar que, como en todas las especies mamíferas, existe una
ponde la esfera de la reproducción. diferencia en los roles reproductores de cada sexo, sino que su-
Este es el lugar que ocupan todas las mujeres en la cultura giere que en ninguna sociedad humana ambos roles dejan de su-
patriarcal. Para expresarlo de un modo más generalizador: los frir una transformación. El establecimiento de la sociedad hu-
hombres ingresan en la historia por una vía en que las estructu- mana los relega a un lugar secundario, aunque su reimportación
ras de clase son dominantes, eh tanto las mujeres (en cuanto ta- ideológica pueda hacerlos aparecer como dominantes.
les, cualquiera que sea su función en la producción) permanecen No se trata simplemente de una cuestión de la tesis ahora
definidas por la organización de las pautas de parentesco. En bien conocida en el sentido de que la humanidad, al efectuar el
nuestra sociedad, el sistema de parentesco se encama en la fa- movimiento de la naturaleza a la cultura, «escogió» conservar a
milia, donde la mujer es formada de modo tal que aprende a las mujeres dentro de un rol natural («animal») en nombre de la
permanecer en ese lugar. La expresión de la feminidad puede propagación y la nutrición de las especies, ya que esta sugerencia
variar en función de las diferencias de clase, de la época histó- plantea una división demasiado sencilla entre naturaleza y cultu-
rica o de la situación social específica, pero en relación con la ra y, en consecuencia, una división demasiado sencilla entre el
ley del padre, la situación de las mujeres es prácticamente la mis- destino de ambos sexos. La aparición misma de la «cultura» ne-
ma. Cuando se critica a Freud por no tener en cuenta la realidad cesitaba un rol diferente. No es que las mujeres estén limitadas
social, el concepto de realidad de sus críticos es demasiado limi- a una función natural, sino que se les adjudica un rol especiali-
tado. La realidad social que Freud intenta esclarecer es la repre- zado en la formación de la civilización. Entonces, no es en virtud
sentación mental de la realidad de la sociedad. de sus posibilidades procreadoras «naturales», sino de su utili-
zación cultural como objetos de intercambio (que implica una
explotación de su rol de propagadora) como las mujeres aáquie-

1. Véase Mary Jane Sherfy: «A Theory on Peínale Sexuality», en


Siíterbood Is Powerfttl.
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ren ,ÍK definición femenina. Entonces, la situación en que nacen asesinado— la que define los lugares relativos de los hombres y
niños y niñas es la misma, y el lugar que se les asigna es clara- las mujeres en la historia humana. Este «padre» y sus represen-
mente distinto. Actualmente, en el sentido más importante, ese tantes —todos los padres— son la expresión decisiva de la so-
lugar es el mismo de siempre: los niños ocuparán el lugar de los ciedad patriarcal. Son los pudres, no los hombres, quienes tienen
padres, las niñas desearán producir bebés. Todo deseo biológico el poder decisivo. No se trata de una cuestión de biología ni de
de hacerlo queda enterrado bajo la exigencia cultural que hace una sociedad específica, sino de la sociedad humana.
coincidir la forma en que se adquiere este deseo con la sociedad Semejante proposición parece, posiblemente, más generalizada
humana misma. La conquista tecnológica de la diferencia bioló- y su solución menos viable que !as teorías biológico-tecnológica
gica entre los sexos, que Firestone y otros recomiendan, es re- y sociológica. Pero considero que no es necesariamente así. El
dundante: en este caso, la biología deja de ser relevante. En patriarcado describe la cultura universal; empero, cada modo eco-
este punto, no ha sido relevante desde la creación de la sociedad nómico de producción debe expresar esto mismo en diferentes
humana: su creación misma ha operado la distinción entre ambos. formas ideológicas. Los aspectos universales del patriarcado pues-
¿En qué forma afecta las tareas del feminismo este enfático tos en movimiento por «la muerte del padre» son el intercambio
cambio de terreno? Si identificamos al patriarcado con la historia de mujeres y el tabú cultural del incesto, pero éstos se repiten
humana, la solución a la cuestión de la opresión de las mujeres de forma muy diversa en ]a mente del hombre, según las distintas
parece, en principio, mucho menos accesible que si nos dedicá- sociedades. Considero que con la sociedad capitalista le ha ocu-
ramos a explorar otras teorías. Se ha sugerido que nos esforza- rrido algo nuevo a la cultura que es el patriarcado.
mos por una «revolución ecológica» —un nuevo mundo feliz La complejidad de la sociedad capitalista vuelve arcaicas las
humanizado de bebés extra-uterinos— o que en el juego de po- estructuras de parentesco y los tabúes del incesto para la mayo-
deres de todos los hombres localizamos o desafiamos al enemigo. ría de las personas, pero las conserva incondicionalmente. Freud
En la primera proposición, la tecnología conquista el handícap dio el nombre de complejo de Edipo a la ley universal mediante
biológico de las mujeres: su mayor debilidad física y su dolorosa la cual hombres y mujeres aprenden cuál es su lugar en el mun-
capacidad de dar a luz. En el segundo caso, un análisis socioló- do, pero la ley universal tiene expresión específica en la familia
gico iguala la realidad percibida de la superioridad del hombre: capitalista. (Los argumentos antropológicos que vuelven general
los hombres tienen mayor poder económico y político, y de este el complejo de Edipo sin demarcar su est^cificidad, son inadecua-
modo la igualdad social equilibraría la injusticia. Todas las exi- dos; las insinuaciones políticas de que sólo se encuentra en las
gencias de cambio y todas las esperanzas de equidad se han re- sociedades capitalistas son incorrectas. Lo que Freud trató de
gido por una u otra de estas proposiciones, o por una combina- descifrar fue nuestra herencia humana... pero lo hizo en un lu-
ción de ambas. En este campo, ni la práctica socialista ni la teoría gar y momento específicos.) \M economía capitalista implica que
marxista han estado exentas de estas visiones esencialmente so- para las masas son irrelevantes las demandas de exogamia y el
cial-democráticas. tabú social del incesto; no obstante, debe conservar ambos y
No es sorprendente que en estas circunstancias la revolución la estructura patriarcal que los mismos entrañan. Aún más, pa-
feminista no haya llegado a ningún lado y que las mujeres, en recería que la ideología específicamente capitalista de una familia
formas y grados ampliamente distintos, permanezcan «oprimi- nuclear supuestamente natural, estaría en abierta contradicción
das». Aun cuando importantes detalles de estas teorías son co- con la estructura de parentesco tal como se articula en el com-
rrectos, el planteamiento de un problema biológico y su solución plejo edípico, que en este caso se expresa en el interior de esta
tecnológica, o la explicación sociológica de la dominación del familia nuclear. Considero que es esta contradicción —que ya
hombre y su derrota (por consentimiento o violencia) se encuen- se está sintiendo poderosamente— la que debe ser analizada y
tran en la base de sugerencias erróneas. Es la característica espe- después utilizada para derrotar al patriarcado.
cífica del patriarcado —la* ley del hipotético padre prehistórico Freud consideraba que el «malestar» (grosso modo, la subli-

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mación y represión de ios deseos) era una condición de Id civili- der muchas cosas. Tomando como ejemplo a Inglaterra, podemos
zación. En efecto, parecería ser una condición, pero una condi- ver que en el período 1940-1945 la familia, tal como se encuen-
ción que Freud podría haber dejado de percibir, precisamente tra en nuestras ideologías dominantes, vírtualmente había dejado
porque había alcanzado una especie de etapa «última». Antes de de existir. En los tiempos bélicos, el empleo industrial de muje-
precisar este punto, desearía diferenciar este problema de otro res fue predominante y los padres se encontraban ausentes. Por
que en principio parecería semejante. Herbert Marcuse —un raar- primera vez se planificó una organización social alternativa para
xista que ha utilizado constantemente el psicoanálisis en la for- la familia. Se amplió la educación obligatoria, se crearon par-
mación de sus teorías— afirma que la sociedad capitalista re- vularios pre-escolares, se organizó la evacuación de niños en gran
quiere un exceso de represión, superior a la que exige el fun- escala, el estado se ocupó de las raciones alimenticias, aseguró
cionamiento de la sociedad. Marcuse sostiene que el reino de la la alimentación básica de los niños pequeños y proporcionó res-
penuria real está prácticamente terminado (o podría estarlo), de taurantes comunales, tareas que normalmente están a cargo de
ahí que sea posible la liberación del trabajo extenuante y explo- la familia nuclear. Después de una monumental reacción post-
tador. Pero el capitalismo, con el fin de conservar su naturaleza bélica, en la actualidad se vuelve visible una repetición de al-
específica (la explotación de la plusvalía), debe crear nuevas ne- gunas de esas tendencias. Con los planes gubernamentales de
cesidades, exigir nuevas «realizaciones» e instituir, de este modo, parvularios pre-escolares y guarderías, y el continuo aumento del
una represión innecesaria de los deseos potencialmente liberados. ciclo escolar obligatorio, la escuela puede convertirse rápidamen-
Considero que este argumento, aunque auna las teorías psico- te en la principal institución ideológica en que se inserta al
analítica y marxista, de hecho atrapa al psicoanálisis en la eco- niño. Naturalmente, este desarrollo se produce en forma irre-
nomía marxista. Al hacerlo, el curso de la historia es visto de gular y socialmente brutal, y es contra esta «masificacíón» es-
una forma demasiado evolucionista, como en el caso de Freud colar y de la moderna fábrica automatizada que se alza el ro-
cuando se refiere al progreso de la civilización. A pesar de las manticismo de la familia y el mantenimiento de la intimidad y
apariencias y de su importancia en diversos sentidos, esta teoría la vida privada. Al igual que los cantores del bome-swect-bome
contiene la marca de los aspectos más negativos de las dos cien- del siglo diecinueve, creen que están regresando a una edad de
cias que propone utilizar: el economismo del marxismo y el ma- oro precapitalista, pero de hecho sólo están tarareando la melo-
tiz evolucionista del psicoanálisis. No es que la civilización haya día. La sociedad capitalista establece a la familia en el contexto
superado el punto en que le resulta necesario el malestar, pero de su redundancia. El establecimiento o la abolición de la fa-
existe una contradicción entre el modo de la inmediata expresión- milia no es en sí mismo importante, excepto como un síntoma
represión de estos deseos y las leyes que los prohiben como base de esta redundancia. El acento puesto tanto por reaccionarios
misma de la cultura. La prohibición del incesto y la exigencia como por revolucionarios (como Reich) sobre la familia y su
de la exogamia se basan intensamente en el complejo edípico con- propia naturaleza contradictoria bajo el capitalismo, es lo que
temporáneo porque se las refuerza, precisamente, cuando ya no ha oscurecido la contradicción más fundamental entre las con-
son necesarias. Sólo en este sentido sumamente específico la diciones específicas de la familia y las exigencias de la ley de la
cultura humana.
sociedad capitalista instituye una represión excesiva; sólo el con-
cepto de contradicción (y no el de grado, implícito en la expre- Con el capitalismo (en todas sus variantes: imperialismo, fas-
cismo, etc.), el hombre alcanza el límite de un desarrollo his-
sión de «represión excesiva» utilizada por Marcuse) puede ser-
virnos para prever cualquier transformación política. tórico totalmente basado en la lucha de ciases. Con el trabajo
Podemos abordar e«ta proposición más concretamente. Las social masivo que el hombre emprende por primera vez, dentro
guerras no cambian en modo alguno las relaciones básicas de del capitalismo se encuentran poderosamente presentes las con-
producción, pero ofrecen una situación política diferente que diciones de su propia disolución. También podría parecer que
prefigura el futuro. De la ultima guerra mundial podemos apren- son las condiciones necesarias para una transformación de toda

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ideología previa, de toda condición anterior de la cultura hu- La clase trabajadora, como clase, es la que ve cómo la clase ca-
mana. No obstante, mientras reconocemos que las contradic- pitalista se apropia privadamente del producto de su trabajo
ciones del capitalismo como sistema económico sólo serán re- social; las mujeres son quienes se encuentran en el corazón de
sueltas mediante su derrota (y aun así, no en forma directa), la contradicción del patriarcado bajo el sistema capitalista.
demasiado a menudo olvidamos que algo similar es verdad con El intercambio controlado de mujeres que define a la cultu-
respecto a su ideología dominante. ¿Por qué cometemos esta ra humana se reproduce en la ideología patriarcal de toda forma
omisión? de sociedad. Marcha al lado del conflicto de clase y se entre-
Me atrevo a sugerir que una razón importante es que he- laza con éste, pero no es lo mismo. Las mujeres dan testimonio
mos tenido la tendencia a hacer el análisis ideológico en función de la definición patriarcal de la sociedad humana en la psicología
del análisis económico. (Aunque parece ser todo lo contrario, misma de la feminidad, y no sólo en la ideología de su rol
la obra de Marcuse es un ejemplo.) Quizá sería más correcto como madres y procreadoras. Pero actualmente esta ideología
decir que ambas esferas se han mezclado inseparablemente y patriarcal, en tanto se plantea como la racionalización última,
que el progreso teórico no depende de la amalgama sino de la de hecho se encuentra en la agonía de su propia irracionalidad;
especificación. Sin embargo, semejante confusión tiene conse- en este sentido, es como la economía capitalista misma. Pero en
cuencias aún más serias. Aunque la ideología y un modo dado ambos casos, únicamente una lucha política le pondrá fin. Nin-
de producción son interdependientes, aquélla no puede redu- guna de las dos puede morir de muerte natural: el capitalismo
cirse al segundo ni las mismas leyes gobiernan el mundo. Es- intervendrá, como siempre, a nivel político, para asegurar su su-
quemáticamente: al analizar la sociedad occidental contemporá- pervivencia.
nea (como cualquier otra), nos ocupamos de dos áreas autóno- En virtud de que aparece como la racionalidad última, los
mas. El modo económico del capitalismo y el modo ideológico críticos confunden el complejo de Edipo con la familia nuclear.
del patriarcado. La interdependencia entre ambos se encuentra Por el contrario, lo significativo es la contradicción entre la
en la expresión específica de la ideología patriarcal; en este caso ley internalizada de! orden patriarcal humano —descrita por
el sistema de parentesco que define al patriarcado está sujeto a Freud como complejo de Edipo— y su incorporación en la fa-
la familia nuclear. Pero si analizamos la situación económica y milia nuclear,
la ideológica únicamente en el punto de su interpenetración, nun- La ley patriarcal habla a cada uno y por cada uno en su
ca veremos los medios de su transformación. inconsciente; la reproducción de la ideología de la sociedad hu-
Bajo el capitalismo, el modo ideológico de reproducción con- mana queda asegurada de este modo en la adquisición de la
tiene su propia contradicción, al igual que el modo económico ley por cada individuo. El inconsciente que Freud analizó po-
de producción. Las condiciones sociales del trabajo bajo el sis- dría describirse, entonces, como el lugar de la reproducción de
tema capitalista contienen, potenciaímente, la superación de las la cultura o ideología. En consecuencia, resulta crucial la con-
condiciones explotadoras a las que están sujetas, y son estas tradicción existente entre esta ley —que ahora es esencialmente
mismas condiciones sociales de trabajo las que vuelven poten- redundante pero que continúa hablando en el inconsciente— y
ciaímente redundantes las leyes de la cultura patriarcal. La clase la forma de la familia nuclear. La familia burguesa se creó, por
obrera tiene el poder de apropiarse (para la humanidad) de los así decirlo, para dar a esa ley una última oportunidad. Natu-
productos de su trabajo que por ahora le son sustraídos; pero ralmente, no opera demasiado bien, de modo que la sociedad
no es suficiente ampliar esta posición y aplicarla a la ideología capitalista ofrece al mismo tiempo un programa de sosteni-
patriarcal. Las mismas Acondiciones de trabajo capitalistas (la miento y de socavamiento de la familia. En virtud de que éste
masa de personas que trabajan juntas} crean las condiciones de es evidentemente un punto de debilidad, muchas teorías y estra-
cambio en ambas esferas, pero en virtud de sus orígenes total- tegias revolucionarias se han dedicado a atacarlo. Pero como he-
mente diferentes, el cambi» se producirá en formas distintas. mos visto, su importancia no reside tanto en su interior como
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14. — PSICOANÁLISIS T FEMINISMO
que la clase trabajadora es el agente de la derrota del modo de
en ai relación con la ley patriarcal que supuestamente espresa. producción específicamente capitalista. Ninguna agrupación —ni
Resulta aún de mayor importancia la contradicción entre la ley las mujeres ni la clase trabajadora— pueden cumplir semejante
patriarcal y la organización social del trabajo, contradicción en- rol sin una teoría ni una práctica políticas. Pero en este caso
mascarada por la familia nuclear. no es necesario un orden de prioridades. Depende de las condi-
En el momento en que la estructura misma de la cultura ciones en que tengan lugar. Como el patriarcado no es en modo
patriarcal se vuelve superflua, surge la moda de! hombre-como- alguno idéntico al capitalismo, los éxitos y la fuerza de ambos
animal. A lo largo de toda su historia, el hombre ha realizado movimientos revolucionarios, no seguirán caminos paralelos. En
persistentes esfuerzos intelectuales por distinguirse de las bes- una etapa intermedia, es perfectamente posible que el femi-
tias: ésta siempre fue una característica dominante de su ideo- nismo gane más terreno bajo una democracia social que en los
logía; ahora, cuando la base de su cultura diferencial necesita primeros años de socialismo. Aunque se alcance una economía
una transformación, la única acción posible de retaguardia con- socialista, tampoco debe entenderse que ha de cesar la lucha
siste en considerar que la cultura nunca fue muy significativa. contra el patriarcado. No se trata de que alguno de los dos mo-
En el zoológico humano, el «mono desnudo» masculino es na- vimientos políticos asuma e! rol principal, o que estos grupos
turalmente agresivo, y la hembra naturalmente criadora: deben revolucionarios se excluyan mutuamente, o que cada grupo sólo
recuperar su naturaleza animal instintiva y olvidar lo que el esté abierto a sus afiliados. Quiero decir que cuando la clase
hombre ha hecho del hombre. Semejantes absurdos son un sín- obrera se vuelve revolucionaria, personas que no provienen de
toma del dilema del orden patriarcal humano. Los movimientos la misma pueden sufrir una transformación política de sus pro-
feministas de los siglos diecinueve y veinte son síntomas de un pios orígenes de clase y unírsele. Del mismo modo, si el movi-
orden absolutamente distinto. miento feminista tiene una teoría y una práctica revolucionarias.
Bajo el orden patriarcal, las mujeres son oprimidas en su también los hombres (aunque con dificultad) pueden renunciar
misma psicología de la feminidad; esta opresión se manifiesta a sus privilegios patriarcales y volverse feministas. Esto no equi-
cuando este orden se conserva únicamente en forma sumamen- vale a decir que se afiliarán al movimiento, en tanto éste opera
te contradictoria. Las mujeres tienen que organizarse como gru- a nivel de conciencia feminista, del mismo modo que los inte-
po para efectuar un cambio en la ideología básica de la socie- lectuales marxistas no pueden afiliarse al movimiento sindical (que
dad humana. Para ser eficaz, esta acción no puede limitarse a un es la organización equivalente de la conciencia de clase obre-
desafío de equidad que cuestione simplemente la dominación ra): sólo pueden apoyarlo de un modo práctico. Hago estas
del hombre (aunque esta acción también desempeña un rol tác- comparaciones con el único propósito de contribuir a situarnos
tico), sino a una lucha basada en una teoría que demuestre que en los debates actuales de la izquierda sobre la práctica polí-
las leyes instituidas por el patriarcado no son socialmente nece- tica.
sarias en esta etapa. Cuando sean liberadas las potencialidades de las compleji-
La derrota de la economía capitalista y la crisis política dades del capitalismo —tanto económicas como ideológicas—
resultante no significan, en sí mismas, una transformación de por su derrota, en el inconsciente se representarán gradualmente
la ideología patriarcal. Esta es la implicación del hecho de que nuevas estructuras. La tarea del feminismo consiste en hacer
la esfera ideológica tiene cierta autonomía. El cambio a una que éstas vean la luz. En la sociedad no patriarcal tendrá que
economía socialista no sugiere, por sí mismo, que le seguirá el encontrarse alguna otra expresión del ingreso en la cultura, dis-
fin del patriarcado. Es necesaria una lucha específica contra el tinta a las implicaciones que tiene para el inconsciente el in-
patriarcado: una revolución cultural. También las batallas deben tercambio de mujeres. También tendremos que reconocer que
tener su propia autonomía. De esto parece desprenderse que
todavía no ha existido —o no ha existido el tiempo suficien-
dentro del feminismo revolucionario las mujeres pueden ser la te— ninguna sociedad que permita al «eterno» inconsciente des-
punta de lanza de un cambio ideológico general, del mismo modo
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prenderse de su naturaleza inmortal. Aunque existen los regí- ¿Quién tendrá los hijos? ¿Cómo se harán? ¿O cómo de-
menes matrilineales, parece que pueden excluirse los matriarca- jarán de hacerse? No se trata de cambiar esto. Se trata de de-
dos. Los sistemas matrilineales sólo nos ofrecen una variante del rrotar al patriarcado. Del mismo modo que a través de las con-
tema de la ley del padre. Las sociedades socialistas todavía tradicciones del capitalismo podemos entrever el fin de la «eter-
han permanecido demasiado poco tiempo sobre la tierra como na» lucha de clases, nos parece escuchar el canto de cisne de la
para haber alcanzado algo tan radical como un cambio en el naturaleza «inmortal» de la cultura patriarcal.
inconsciente del hombre. En cierto sentido, esto se refleja en
una reciente conversación entre Mao Tse-tung y el difunto Ed-
gar Snow. En ella, Mao afirmó que a pesar del trabajo colecti-
vo, la legislación igualitaria, la atención social de los niños, etc.,
todavía era demasiado pronto como para que los chinos hubie-
sen cambiado profunda e irrevocablemente su actitud hacia las
mujeres. O, como le dijo a André Malraux: «Claro que era
necesario darles [a las mujeres] igualdad legal, para comenzar.
Pero todavía queda por hacer todo lo demás. Deben desaparecer
el pensamiento, la cultura y las costumbres que llevaron a Chi-
na a donde la encontramos, y aparecer el pensamiento, las cos-
tumbres y la cultura de la China proletaria, que todavía no existe.
Tampoco existe todavía la mujer china en las masas, pero ya
está comenzando a desear existir. Liberar a la mujer no es fa-
bricar lavadoras». El psicoanálisis se interesa por la comprensión
de la forma en que operan los pensamientos, las costumbres y
la cultura. Debemos resistirnos a la tentación de descuidar el
análisis, de tomarlo por un sueño. Del mismo modo que las visio-
nes premarxistas del siglo diecinueve sólo percibían al comunismo
como comunismo primitivo, actualmente existe la tendencia a
imaginar a la sociedad post-patriarcal en términos de un ma-
triarcado primitivo: un mundo que nutre, un reino de la emo-
cionalidad y la no-represión. Evidentemente, ninguna de ambas
visiones tiene mucho que ver con la realidad del pasado ni del
futuro.
Hoy, nuestra ideología específica de una familia biológica
natural (nuestra «sagrada familia») vuelve a expresar como una
saga edípíca reprimida la estructura de parentesco con la que
está en contradicción y los problemas del aprendizaje de las
diferencias. Siempre resultará decisiva alguna forma de estable-
cer diferencias, pero que deba precederse así es otra cuestión.
Pero, entretanto, la niña1 que ingresa en una sociedad patriarcal
«modernizada» debe adquirir rápidamente el destino cultural que
le hacen creer coincidente cqji el biológico,

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