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Derechos Humanos
Existe un conjunto de derechos que poseemos todas las personas por el solo hecho de
ser humanos. Derechos que, dependiendo la corriente filosófica, nos corresponden por
nuestras naturaleza humana y trascienden al derecho positivo (ius naturalismo) o han sido
resultado de un devenir histórico sustentado en diversas corrientes ideológicas e impulsado
mediante acuerdos internacionales.
Los derechos humanos no son creados por las leyes ni por los estados, sino que son
reconocidos por ellos. Los estados tienen la obligación de, en el ejercicio del poder, respetar y
garantizar los derechos humanos sin afectar el goce efectivo de los mismos. “El Estado es el
garante de los derechos humanos, tanto en la esfera doméstica como frente al derecho
internacional” (2010, p. 73). Existe una forma de categorizarlos de acuerdo a como se fue
ampliando a lo largo de la historia la progresiva cobertura de estos derechos, clasificación que
se conoce como las tres generaciones de los DD HH, sobre la cual nos explayaremos
posteriormente.
a) Universalidad y Transnacionalidad.
Los derechos humanos son un atributo de todas las personas humanas, sin distinción de
nacionalidades. Deben hacerse valer en cualquier jurisdicción y para todas las personas. Esta
característica se encuentra intrínsecamente relacionada con la inherencia señalada en el
concepto. Es decir, son atributos inherentes e innatos a la persona, que no le son concedidos,
solamente reconocidos.
La Declaración de Viena reafirma esta universalidad al reafirmar que los estados se
comprometen a “promover el respeto universal, así como la observancia y protección de todos
los derechos humanos y de las libertades fundamentales de todos” y agrega que “...el carácter
universal de esos derechos y libertades no admite dudas” (párrafo 1). Luego afirma que “..
todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y están
relacionados entre sí” y que, pese a que deban tenerse en cuenta las particularidades de queda
estado, desde un punto de vista cultural, histórico y religioso, “...los Estados tienen el deber,
sean cuales fueren sus sistemas políticos, económicos y culturales, de promover y proteger
todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.” (párrafo 5).
b) Indivisibilidad e Interdependencia
De esta forma, los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales deben
entenderse como un conjunto de derechos humanos indivisibles e interrelacionados. por lo
cual los Estados deben asignarles a cada uno de ellos el mismo nivel de importancia.
d) Irreversibilidad
e) Progresividad
En este sentido el art. 5, inc. 2 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
expresa que “No podrá admitirse restricción o menoscabo de ninguno de los derechos
humanos fundamentales reconocidos o vigentes en un Estado Parte en virtud de leyes,
convenciones, reglamentos o costumbres, so pretexto de que el presente Pacto no los reconoce
o los reconoce en menor grado.” El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PIDESC) incorpora un artículo idéntico al citado. Estas disposiciones son
expresiones del principio pro homine, principio pro persona o “cláusula del individuo más
favorecido” (Vasak, en Nikken, 2010, p.72).
Pueden encontrarse autores que se refieren a este principio con la idea que implica un
progreso gradual para el cumplimiento de los derechos, efectuando medidas a corto, mediano
y largo plazo. Queremos destacar que no es el sentido que le estamos atribuyendo aquí, sino
que lo entendemos como una ampliación progresiva del reconocimiento de los derechos, un
reconocimiento que es irreversible.
El texto que utilizamos de base para esta parte de la unidad, cuyo link se encuentra en la
bibliografía, cuestiona, precisamente, el tratamiento diferenciado que han tenido
históricamente los derechos civiles y políticos en contraposición a los económicos, sociales y
culturales. La propia Oficina de Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas lo refleja en su página oficial:
“Todos los derechos humanos, sean éstos los derechos civiles y políticos, como
el derecho a la vida, la igualdad ante la ley y la libertad de expresión; los derechos
económicos, sociales y culturales, como el derecho al trabajo, la seguridad social
y la educación; o los derechos colectivos, como los derechos al desarrollo y la
libre determinación, todos son derechos indivisibles, interrelacionados e
interdependientes. El avance de uno facilita el avance de los demás. De la misma
manera, la privación de un derecho afecta negativamente a los demás.”
(ACNUDH,s.f.)
Un aspecto esencial a tener en cuenta en el estudio de esta materia es que los Derechos
Humanos se afirman frente al poder público. Imponen, de esta manera, una serie de
obligaciones a los gobiernos de los estados, quienes son los responsables del respeto,
satisfacción y garantía de los mismos. Los particulares no cometen violaciones a los derechos
humanos sino que son los Estados, o quienes ejercen el poder público, los que violan estos
derechos, ya sea por acción u omisión. “...Compete entonces al Estado marcar los límites de
cualquier centro de poder que pueda ofender la dignidad humana, e incluso imponer
obligaciones destinadas a satisfacer ciertos derechos humanos.” (Nikken, 2010, p.74)
Podemos ejemplificar esta cuestión con el artículo segundo del PIDESC, el cual expresa
que los cada uno de los Estados “...se compromete a respetar y a garantizar a todos los
individuos que se encuentren en su territorio y estén sujetos a su jurisdicción los derechos
reconocidos en el presente Pacto, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión,
opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o
cualquier otra condición social.” De acuerdo al Comité de Derechos Humanos (Observación
General N° 31 del 2004) la disposición citada del pacto implica que cada Estado debe
garantizar los derechos a cualquier persona sometida a su poder, se encuentre o no físicamente
dentro de su territorio. También declara que todos los poderes públicos (ejecutivo, legislativo
o judicial) están en condiciones de comprometer la responsabilidad del Estado.
Se equipara a esta situación cuando un grupo de personas ejerce el control sobre una
parte del territorio en rebelión o insurgencia contra el gobierno de un Estado, ejerciendo como
autoridad pública en dicho territorio.
Generan en los Estados una obligación de resultado respecto a los Derechos Humanos,
es decir, una satisfacción inmediata y la abstención de cualquier acción que los vulneren o
impida su realización y ejercicio por parte de sus titulares. En este punto podemos destacar
que estos derechos también se fueron ampliando a lo largo del tiempo; basta para ejemplificar
con observar los derechos de las mujeres, a quienes, en muchos estados, no se les reconocía
desde un primer momento el derecho a votar o ser elegidas en cargo público; o de las mujeres
casadas que no tenían la libre administración de sus bienes (en nuestro país fueron
consideradas incapaces de hecho hasta 1968, cuando se sanciona la ley 17.711, modificatoria
del Código Civil y no pudieron votar hasta 1947, con la Ley 13.010).
El respeto que deben tener los Estados por los derechos humanos consiste en no
avasallar los límites que estos derechos imponen al ejercicio del poder público, requiere de su
parte asegurar el efectivo goce de los derechos a todas las personas. Por otro lado, garantizar
los derechos es una obligación aún más amplia para los estados, porque deben proveer los
medios necesarios para la satisfacción efectiva de aquellos, como los mecanismos judiciales y
administrativos necesarios para que toda persona pueda ejercer los derechos que son de su
titularidad, para que se puedan hacer cesar las conductas lesivas a esos derechos, para que
sean debidamente reparados y las personas responsables sometidas a un juicio justo para
aplicar las sanciones correspondientes
Principios
Pro homine
La Dra. Pinto (1997) lo caracteriza como un “criterio hermenéutico que informa todo el
derecho de los derechos humanos” diferenciando su aplicación si se trata de reconocer
derechos protegidos, por lo cual se debe recurrir a la norma y a la interpretación más amplia, o
si se trata de la restricciones permanentes o transitorias al ejercicio de estos derechos, en cuyo
caso la norma a aplicar o la interpretación adecuada será la más restrictiva posible.
En cuanto a las restricciones legítimas a los derechos humanos, los propios instrumentos
internacionales suelen contener restricciones específicas a determinados derechos, observando
requisitos formales (es decir mediante qué instrumento puede hacerse esa limitación, que por
lo general es una Ley) y de fondo (cuál es la justificación de esta limitación).
De la mano de la evolución que han tenido los sistemas judiciales, el acceso a la justicia
pasa a tener otros alcances, como por ejemplo, la implementación de programas de
asesoramiento jurídico a personas de bajos recursos económicos; mecanismos de resolución
alternativa de conflictos, representación de intereses individuales o colectivos mediante
determinadas instituciones o asociaciones.
"...Toda persona puede concurrir a los tribunales para hacer valer sus
derechos. Asimismo, debe disponer de un procedimiento sencillo y breve por el
cual la justicia lo ampare contra actos de autoridad que violen, en perjuicio suyo,
algunos de los derechos fundamentales consagrados constitucionalmente" (art.
18 de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre)
"...Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y
dentro de un plazo razonable por un juez o tribunal competente, independiente e
imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal (...) o para la determinación de sus derechos y obligaciones de
orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter...”(art. 8 del PSJCR)
“...Toda persona tendrá derecho a ser oída públicamente y con las debidas
garantías por Tribunal competente, independiente e imparcial establecido por
la ley en la sustanciación de cualquier acusación de carácter penal formulada
contra ella o para la determinación de sus derechos y obligaciones de carácter
civil…” (art. 3 PIDCP)
Aguilar Cuevas, M. (1998) Las Tres Generaciones de los Derechos Humanos. Derechos
Humanos: Órgano Informativo de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de
México. Número 30, pp. 93-102. Recuperado de Generaciones de los Derechos
Humanos
Corte IDH (1985) Opinión Consultiva OC-5/85, "La colegiación obligatoria de periodistas
(artículos 13 y 29, Convención Americana sobre Derechos Humanos)". Serie A, nº 5.
ACNUDH, Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas en Derechos Humanos (2008).
Los Derechos Humanos, el Terrorismo y la lucha contra el Terrorismo. Boletín
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ACNUDH, (s.f) ¿Que son los derechos humanos?. Disponible en ACNUDH | Qué son los
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Pinto, M. (1997) El principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la
regulación de los derechos humanos. La aplicación de los tratados sobre derechos
humanos por los tribunales locales. Editores del Puerto. pp. 163-172. Recuperado de El
principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación de los
derechos humanos Mónica Pinto