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Filosofia

Serie CLA-DE-MA Pes a TZ]


editorial

Ian Hacking
El surgimiento de la probabilidad

Ciencias altas y ciencias bajas, deducción e inducción, causas Sta


nos, necesidad y contingencia son parejas de oposiciones que reco-
rren toda la historia del pensamiento occidental. Pero sólo durante
el Renacimiento comienza a cuestionarse el desprestigio que tradi- RA
cionalmente se asociaba con el azar, y cobra interés para la filosofia

Pr
la especulación en torno a lo necesario. En esta obra, Ian Hacking

e|
recorre la historia de esa emergencia del conocimiento inductivo

aa
[8]
y probabilístico, presentándonos

E
a los primeros pensadores que
propusieron metodologias que no excluyen el azar ni la contingen-

ae
cia. Así, de la mano de gigantes de la probabilidad como Pascal y
Leibniz, entre otros, Hacking nos presenta con Hume y Berkeley la

ET.
necesaria integración de ciencias altas y bajas, con la consiguiente

ES
disolución de la oposición entre causas y signos, que terminan por
identificarse.
lan Hacking desarrolla esa «prehistoria de las ciencias del caos»

a
con la misma apasionada inquietud que impregnaba La domesticación
del azar, también publicada por Gedisa, haciéndonos partícipes de Ian Hackin
esa lucha entre el orden y el caos todavía no resuelta. EdPa]. 1
La lectura de esta obra, vigorosa y amena, resulta ineludible para 1 DOO 1,000

todos los interesados en los problemas y la metodologfa de las cien- 0,10 0,20 0,25

cias sociales. E)j=pNnSp=1/05

lan Hacking, catedrático de filosofia y miembro del Instituto de


Historia y Filosofía de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad
de Toronto, es actualmente el primer filósofo anglófono en ocupar
una cátedra en el College de France de París. Entre sus obras a
cadas en castellano, cabe destacar ;Por FRITA N B4-7432-

lenguaje importa a la filosofia?, La construcció; 2788 amni E


EL soa doe a 68 PROBABILIDAD
Ea uçs y riori CEVADA Um NSTUDIO FILOSOFICO DE LAS 1 DHAS
a , E TEMPRANAS ACERCA DE LA 4
también publicada en la editorial Gedisa. Ba
jo, a na
editorial
CLA*DE “MA
EL SURGIMIENTO DE LA
FILOSOFTA PROBABILIDAD
SEYLA BENHABIB Los derechos de los otros
Un estudio filosófico de las ideas
Extranjeros, residentes tempranas acerca de la probabilidad,
vy ciudadanos
la inducción y la inferencia estadística
Mario BUNGE Crisis y reconstrucción
de la filosofia

HANNAH ARENDT Tiempos presentes

RicHARD RORTY Filosofia y futuro

ALAIN BADIOU Breve tratado de ontologia


Ilan Hacking
transitoria

Fina BIRULÉS (comp.) Hannah Arendt: El orgullo


de pensar

MARTIN HEIDEGGER Introducción a la metafísica

EDGAR MORIN Introducción al pensamiento


complejo

ERNsT TUGENDHAT Egocentricidad y mística

ERNsT TUGENDHAT Problemas

ERNST TUGENDHAT Ser-verdad-acción


Ensayos filosóficos

ERnsT TUGENDHAT Lecciones de êtica

ERNsT TUGENDHAT Diálogo en Leticia

gedisa
PauL RICOEUR Ideologia y utopia

GIiLLES DELEUZE Empirismo y subjetividad


Título del original en inglés: The Emergence of Probability
O Cambridge University Press, 1975

Traducción: José A. Álvarez


A Daniel
Iustración de cubierta: Juan Santana

Primera edición: marzo de 1995, Barcelona


Primera reimpresión: septiembre del 2005, Barcelona
Reimpresión, 2020

Derechos reservados para todas las ediciones en castellano

O Editorial Gedisa, S.A.


Avda. Tibidabo, 12, 3º
08022 Barcelona
Tel. 93 253 0904
gedisagedisa.com
www.gedisa.com

ISBN: 978-84-7432-548-5
Depósito legal: B.37993-2005

Impreso en Service Point

Impreso en Espafia
Printed in Spain

Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de im-


presión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cual-
quier otro idioma.
Indice

1.
Una familia de ideas ausente ........ secar catesadacaçes 14
Si bien el juego de dados es uno de los más antiguos pasatiempos humanos, no se
conoce una matemática del azar hasta el Renacimiento. Ninguna explicación de este
hecho es convincente.

O. Duslidad.. suas poresmacomonrenpas aaa uama casca cp praca meRERaCaa CEteNnESE Rena 26
La probabilidad, tal como la concebimos ahora, surgió alrededor de 1660. Era
esencialmente dual, relacionada, por una parte, con el grado de creencia y, por otra,
con mecanismos tendientes a producir frecuencias estables de larga duración.

3. Opinión
Enel Renacimiento, lo que entonces se lamaba “probabilidad” era un atributo de
la opinión, en contraste con el conocimiento, que solamente podía obtenerse por
demostración. Una opinión probable no estaba sustentada por evidencia, sino que era
aprobada por alguna autoridad o por el testimonio de jueces reconocidos.

4. Evidencia....eieaisasaersmeraraeasrsamscaseae
ti intaçao sa EAR EO ARES COROS dada 51
Hasta el fin del Renacimiento, carecimos de uno de nuestros conceptos sobre la
evidencia: aquel por el cual una cosa puede indicar, en forma contingente, el estado
de alguna otra cosa. Demostración, verosimilitud y testimonio eran, todos, conceptos
familiares, no así esta nueva idea acerca de la evidencia inductiva de las cosas.

D. SiEDOÊ qi eceniinilitera rr onneeafrinado= ERVA ES O ORE 61


La probabilidad es una criatura de las ciencias bajas, que debian tratar con la
opinión, tal como la alquimia o la medicina, en tanto que las ciencias altas, como la
astronomía o la mecánica, aspiraban al conocimiento demostrable. Un concepto
fundamental de las ciencias bajas era el de signo, descripto aquí en detalle. La
observación de los signos era concebida como la lectura de un testimonio. Los signos
eran más o menos confiables. Así, por un lado, un signo hacía probable una opinión (en
el vigjo sentido del capítulo 3), porque estaba provisto por el mejor testimonio de
todos. Por otro lado, los signos podían ser evaluados por la frecuencia con la que
decían la verdad, Al final del Renacimiento, el signo se transformô en el concepto de
evidencia descripto en el capítulo 4. Esta nueva clase de evidencia conferia una
probabilidad a las proposiciones, esto es las hacía dignas de aprobación. Pero, lo hacia
en virtud de la frecuencia con la que hacia predicciones correctas. Esta transforma-
ción de signo en evidencia es la clave del surgimiento de un concepto de probabilidad
que es dual, en el sentido del capítulo 2.

6. Los primeros cálculos ........... e eeceereriiecenaeasesreerranesareaanirensersectarentos PA


Algunos cálculos aislados de las probabilidades, realizados antes de 1660, se
describen brevemente.

7. Elcírculo Roannez (1654)


Algunos problemas resueltos por Pascal hicieron que la probabilidad comenzara
a rodar. Desde aquí hasta el capítulo 17 usamos a Leibniz como testigo de los inícios
de la teoría de la probabilidad.
18. El designio .........seemeecemensenesenenas 223
B. Lagran decisión (716587)... ires emaneseestsaessenetereresemenssscanetnsetonenoo 91 ç
La concepción inglesa dela probabilidad, ,a a principios
rincipios delaiglo
del siglo XVIIL
XVIII gu sds
d
es la primera
La “apuesta de Pascal”, actuar como si uno creyera en Dios, la filosofia newtoniana adoptada por los miembros de la Royal E orieta dfeiqsrená ja
contribu ción bien entendid a a una teoría de la decisión. estabilidad de los procesos estocásticos demostr ada por los teor í i
evidencia de! designio divino. É EEE
oe 104
9. Elarte de pensar (1662).................... Ra
vez, en la
Algo llamado, actualmente, “probabilidad” es evaluado, por primera 19. La inducción (1737)... erraram 235
que distingue la
Lógica de Port Royal, que es, también, uno de los primeros trabajos El problema escéptico planteado por Hume acerca de la inducción no pudo
capítulo 4, del testimon io. La nueva percepei ón de la
evidencia, en el sentido del originarse mucho antes de 1660, pues no existia anteriormente ningún concepto de
a natural), se ilustra
probabilidad, evidencia y signo convencional (en oposición evidencia inductiva en términos del cual plantearlo. ;Por qué tuvo que esperar hasta '
surgimiento de la
mediante el trabajo de Wilkins, primero en 1640, antes del 1737? En tanto se creyese que el conocimiento demostrativo era posible, un conoei-
probabilidad, y luego, en 1668, después de su surgimien to. miento en el cual las causas se probaban a partir de principios básicos elargumento
de Hume podria ser detenido. Era necesario que la distinción entre opinión y
eeereeeenteress 118 conocimiento se convirtiese en una cuestión de grado. Eso significa que las ciencias
10. La probabilidad y la ley (1665)... seteceeseeeeessene altas y bajas debian integrarse. Este había sido un proceso progresivo a lo largo de
Aún joven e ignorante de los desarrol los de París, Leibniz propuso medir los
0 a 1, sujeto a un crudo todo el siglo XVII. Fue formalizado por Berkeley, quien dijo que todas las causas eran
grados de la prueba y el derecho en la ley con una escala de meramente signos, Las causas habian sido la prerrogativa de las ciencias altas, y los
cálculo de lo que él llamaba “probabilidad”. tas la herramienta de las bajas. Berkeley las identificó y, entonces, Hume se hizo
TRAMA dia tc 127 posible.
11. La esperanza (1657) .......... er rreca E UEC UU GR DACECU
usando la espe-
Huygens escribió el primer libro impreso sobre la probabilidad BIBLIDORATIA usas a
concepto es todavia de
ranza como el concepto central. Su justificación de este SRT
interés.
neerereremeros 139
12. Política aritmética (1662)... ssmssscentscceceeneasereretecarenisemene
inferenc ias estadísti cas detallad as a partir de las
Graunt realizó las primeras
a la necesidad de una
listas de mortalidad de la ciudad de Londres, y Petty instó
oficina central de estadística.

Rentas anuales (1671)...


13. is ssainniceaseeecisorecerareeneanereneeneeetenantarecenese 151
anuales para inferir
Hudde y De Witt utilizaron registros holandeses de rentas
de mortalid ad en base a la cual caleular el precio justo de una anualidad.
una curva
enteeeeeeeenero 166
14, La equiposibilidad (1678)... teeesseneeseseacermesteerassssss
te posibles”
La definición de la probabilidad como una tasa entre “casos igualmen
La definició n, ininteligible para nosotros, era natural para la
se originó con Leibniz. de
de re (acerca de las cosas) o de dicto (acerca
época, pues la posibilidad era, o bien
de las cosas, en el
las proposiciones). Del mismo modo, la probabilidad era acerca
epistémico. De este
sentido de la frecuencia, o acerca de proposiciones, en el sentido
de la probabil idad se preserva ba en la dualidad de la posibilidad.
modo, la dualidad

15. Lógica inductiva ........ mess sserctmeereneneererecenmieraetaeroo 182


essere es
debido al
Leibniz anticipó la noción de lógica inductiva de Carnap. Pudo hacerlo
por el concepto de posibilida d en su plan metafísico . Dentro de
lugar central ocupado
más sentido que en el caso
este esquema, un sistema global de lógica inductiva tiene
de Carnap, en nuestra moderna metafísica.
194
16. El arte de la conjetura (1692 [?] publicado em 1713)...
Jacques Bernoulhi,
El surgimiento de la probabilidad se completa con el libro de
y demuestra el primer
el cual realiza un tímido análisis del concepto de probabilidad
teorema del límite.

17. Elprimer teorema del límite............... e seseesessestessensesseeeetemeninisenneeo 208


Se describe n las posibles interpre taciones del teorema de Bernoulli.

11
10
1
Una familia de ideas ausente

En 1865 Isaac Todhunter publicó Una historia de la teoria


matemática de las probabilidades desde la época de Pascal a la
de Laplace, que sigue siendo un autorizado estudio acerca de
casi todo el trabajo realizado entre 1654 y 1812. Su título es
exactamente correcto. No existia casi ninguna historia que
registrar antes de Pascal, mientras que después de Laplace la
probabilidad era tan bien comprendida que un listado, página
por página, de los trabajos publicados sobre el tema se tornó
casi imposible. Sólo seis de las 618 páginas del libro de Tod-
hunter tratan sobre los predecesores de Pascal. Los estudiosos
posteriores pueden hacerlo mejor, pero aún hoy sólo contamos
con unos pocos primeros apuntes y notas no publicadas. Sin
embargo, “en la época de Pascal”, toda clase de ciudadanos
reconocían la idea naciente de probabilidad. Una historia filo-
sófica no sólo debe registrar qué ocurrió alrededor del 1660,
sino también especular sobre cómo un concepto tan fundamen-
tal como el de probabilidad surgió tan repentinamente.
La probabilidad tiene dos aspectos. Está conectada con el
grado de creencia garantizado por la evidencia y está conectada
con la tendencia, exhibida por algunos dispositivos de azar, a
producir frecuencias relativas estables. Ninguno de estos as-
pectos fue consciente y deliberadamente aprehendido por nin-
gún grupo sustancial de pensadores antes de la época de
Pascal, Ha habido varias explicaciones tentativas de este he-
cho. Las describiré brevemente aquí, pero veremos que ningu-
na de ellas es para nada satisfactoria.
En primer lugar recorramos algunos hechos y conjeturas
bien conocidos acerca de la prehistoria del azar. Siendo que el
juego es antiguo y, posiblemente, primitivo, podemos esperar la
aparición de ideas tempranas acerca de la probabilidad. F.N.

13
David [1962], en su cautivante libro sobre la historia de este lugar donde la gente no use aleatorizadores. Sin embargo, las
tema, especula con el hecho de que el juego sea el primer teorías sobre las frecuencias, las apuestas, el azar y la probabi-
invento de la sociedad humana. Su clave para esto es el talus. lidad sólo aparecieron recientemente. Nadie sabe por qué.
Este aleatorizador, muy común en los tiempos antiguos, es el Podemos examinar algunas de las respuestas que se han dado.
predecesor de los dados: el astrágalo o talus es el “cóndilo” Primero, se ha insistido en que una obsesión por el
(taba), hueso del talón de un animal corredor. En animales determinismo excluía cualquier pensamiento sobre el azar.
Pero esto es doblemente absurdo. Es absurdo porque es
como el ciervo, el caballo, el buey, la oveja y el antílope, este
anacrónico: el modelo de determinismo que se invoca es el
hueso está conformado de tal manera que cuando se lo arroja
reciente, que se convirtió en dominante en el siglo XVII, y no
sobre una superficie nivelada sólo puede caer de cuatro formas. hace ningún intento por entender los conceptos anteriores de
Ejemplares bien pulidos y, con frecuencia tallados, se encuen- libertad y de imperio de la ley natural. Este primer absurdo nos
tran regularmente en los sitios arqueológicos del antiguo Egip- sefiala de inmediato el segundo. Europa comenzó a compren-
to. Las ilustraciones en las tumbas y los tableros para el der los conceptos de aleatoriedad, probabilidad, azar y esperan-
registro de resultados hacen que sea casi seguro su uso en el za precisamente en un punto de su historia en que la visión
juego. teológica de la presciencia divina comenzaba a fortalecerse
Talus similares al de las ovejas comenzaron a aparecer en debido al asombroso éxito de los modelos mecánicos. Una gran
emplazamientos de Sumeria y Ásiria. Cóndilos bien pulidos y cantidad y variedad de determinismos han aparecido en distin-
gastados fueron hallados incluso en moradas paleolíticas. Pero, tas épocas y culturas. La mayor parte de nosotros sólo piensa
a diferencia de los huesos de ovejas de Sumeria, éstos son en la actitud mecanicista hacia la causalidad, que surgió por
engafiosos. Una ojeada casual a una fotografia los hace ver primera vez en el siglo XVII, Lejos de impedir una investiga-
como los talus egípcios, pero en la vida real son enormes huesos ción sobre el azar, este determinismo “mecánico” era su acom-
del talón de bueyes o animales aun más grandes. La parte más pafiamiento. Una conjetura mejor, aunque paradójica, sería
delgada de estos grandes huesos es una inequívoca manija y el que este modo específico de determinismo es esencial para la
formación de los conceptos de azar y probabilidad. No podemos
extremo romo una cabeza de martillo natural. No tenemos
recurrir a algún antiguo fetiche determinista para explicar la
ninguna necesidad de imaginar que éstos eran los poderosos
ausencia de la probabilidad: haríamos mejor si explicásemos su
dados de corruptos y gigantes cavernícolas. Son herramientas. ausencia debido a la falta de tal fetiche.
No tenemos ninguna evidencia de posibles artefactos de juego Segundo, y quizá más satisfactorio, se trataría de un
antes de los sumerios y asirios, y ninguna prueba antes de cambio de enfoque, un determinismo de concepción similar al
Egipto. Esto es suficientemente antiguo. nuestro de vuelta hacia una noción de dioses que determinan lo
Parece deducirse que las frecuencias empíricas y los que va a ocurrir. Producir incisiones en aves para predecir el
promedios deberían ser tan viejos como el rodar de tan antiguos futuro es, si se hace honestamente y con tan poca interpreta-
huesos. Tampoco fueron los talus los únicos aleatorizadores. ción como sea posible, una forma de aleatorización. Pero, las
Decidir al azar es ya familiar en el Talmud, en donde A. M. entrafias de las gallinas son difíciles de leer e invitan a los
Hasofer [1967] ha descubierto recientemente un poco de arit- vuelos de la fantasia o la corrupción. Sabemos que los israeli-
mética de probabilidades. Tampoco podemos suponer que el tas, siempre escépticos de sus complacientes sacerdotes, prefe-
juego fue un invento de un solo pueblo que lo transmitió a sus rían un azar cuyo significado estuviese abierto a la lectura de
herederos culturales. En uno de los primeros libros sobre la cualquier persona. Las loterías y los dados son una buena
teoría de probabilidades, Pierre Rémond de Montmort [1708, p. forma de consultar, directamente, a los dioses. Pero entonces,
xii] elabora las leyes probabilísticas de algunos pasatiempos, (así se ha argumentado) sería perverso o hasta impío tratar de
que los misioneros jesuitas hallaron corrientes entre los huro- calcular lo que los dioses dirán. El papel de los dados en la
nes del siglo XVII. Y así sucesivamente: es difícil encontrar un

14 15
Foo o

adivinación podría haber impedido la investigación crítica de Luego, está la teoría económica, de la que L.E. Maistrov
las leyes del azar. no [1974] presenta alguna evidencia. La doctrina básica es que
Esta explicación no funciona. Había mucha gente, impía una ciencia se desarrolla para responder a necesidades econó-
que apostaba como loca. Marco Aurelio estaba tan obsesionado micas. No sería apropiado contestar que aquellos despreciables
con el juego de los dados como pasatiempo, que se hacia jugadores de tiempos pasados tenían numerosas necesidades
acompafiar regularmente por su crupier personal. El caso de económicas, pero que no inventaron un cálculo. Porque las
caballeros con menor reputación también está bien documenta- necesidades económicas a las que se refiere no son aquéllas de
do. Cualquiera con tan sólo un conocimiento muy modesto de seniores caprichosos, sino las de los medios de producción y de
matemática de las probabilidades podría haberse ganado toda organización del Estado. Una versión no dogmática de esta
la Galia en una semana. El hecho de que algunas personas doctrina debe ser correcta. Una ciencia se desarrolla en una de
los
fuesen piadosas y otras supersticiosas, lejos de impedir a dos formas: como respuesta a problemas que ella misma crea o
oportunistas de un imperio opulento el descub rimien to de en respuesta a problemas que le son traídos desde el exterior.
un incentivo
alguna aritmética elemental de los dados, fue Sólo en épocas muy recientes la teoría de la probabilidad se ha
positivo. fortalecido lo suficiente como para crear sus propios problemas
Luego, se ha sugerido que, a efectos de concebir las leyes y generar sus propios programas de investigación. El estímulo
os
de la probabilidad, necesitamos algunos ejemplos empíric solía provenir de otras disciplinas. En el siglo XVII los seguros
fáciles de comprender. Aún hoy, los mejores textos sobre proba- y las pensiones anuales eran un foco de atención. En el XVIII,
bilidades inculcan las intuiciones matemáticas mediante ejem- fue necesaria una teoría de la medición, principalmente para la
e
plos, más que con preceptos. Los primeros ejemplos siempr astronomía, aunque no sólo para ella. En la última parte del
utilizan lo que Jerzy Neyman [1950, p.15] Ilamó un Conjun to siglo XIX el análisis de datos biológicos demandó una matemá-
Fundamental de Probabilidades (CFP) delas alternativas
igual- tica que dio origen a la “biometria”. La mecánica estadística
mente probables. Sólo después de que el estudtante ha captado requirió un análisis más profundo de los conceptos sobre la
esta idea, puede avanzar a los conjuntos cuyas alternativas no probabilidad. Las necesidades de los experimentos agrícolas y
son equiprobables. Se sugiere, entonces, que en tiempos anti- médicos produjeron el grueso de la verdaderamente gran teoría
guos los conjuntos equiprobables no habían sido advertidos. En estadística de la Europa Occidental, en la primera parte del
particular, los talus no nos proporcionan un conjunto de cuatro siglo XX, mientras que un tipo de problema muy diferente
alternativas igualmente probables. Es más, la distribución de condujo a las nuevas teorías rusas acerca de los fundamentos
las posibilidades varía de un talus a otro, segun la distribución de la probabilidad basados en la teoría de la medida. Cada una
de masa en el hueso del talón. Los dados de épocas posteriores de estas necesidades, con la posible excepción de la teoría sobre
también podrían haber sido imperfectos. No existia un CFP que la medición astronómica, cuya culminación corresponde a
nos dé la idea de probabilidad. Laplace y Gauss (jninguna mera anomalía!) puede, está claro,
Esta explicación es, de hecho, defectuosa. Desde hace ser presentada como una necesidad económica. Por lo tanto,
mucho tiempo se hacen dados de marfil y de otros materiales una historia económica de las probabilidades bien podría pros-
uniformes. Los dados en las vitrinas del Museo de Antigúeda- perar. Puede citar alegremente a Huygens, De Moivre, Gauss,
des de El Cairo, que los guardias, amablemente, me permitie- Galton, K. Pearson, Fisher, A. Markov, Von Mises, Kolmogorov,
ron arrojar durante toda una tarde, parecen estar exquisita- Neyman, Wald y Savage como investigadores cuyas situacio-
mente bien balanceados. Por cierto, un par de ellos, que se nes problemáticas se originaron en los medios de producción de
la sociedad.
veían más bien irregulares, estaban tan bien balanceados que
parecen haber sido limados en uno u otro lado, para hacerlos A pesar del éxito superficial de una historia tan selectiva,
-
equiprobables. En tiempos antiguos había cantidad de Conjun no creo que ninguna teoría económica sobre el origen de las
tos Fundamentales de Probabilidad es estocá sticam ente apro- probabilidades pueda ser convincente. Es verdad que los pri-
piados. meros cálculos europeos sobre el azar los encontramos en

16 17
To oO.

o por ser el precisamente cuando los teoremas del límite se hacen posibles;
trabajos como los de Pacioli [1494], um libro famos
e no es no podía gozar de una seriedad suficiente antes de ese momen-
origen de la contabilidad de doble entrada. Pero lo notabl
an en trabaj os tempr anos to. Sin embargo, el concepto de probabilidad no parece necesi-
que los problemas sobre el azar ocurr
comercio, simo tar de los teoremas del límite y un aprovechado puede arreglár-
de aritmética, dirigidos principalmente al nuevo
er los selas bien sin saber mucho más que simple aritmética. ; Por qué
que tales libros fuesen absolutamente incapaces de resolv
soluci onar hasta alrede - esta aritmética no se le ocurrió a nadie? La respuesta ingenua
roblemas planteados. Nadie los pudo
on. O, consi deran do las es que no había ninguna aritmética.
dor del 1660 y, luego, todos pudier
a Holan- Aún hoy en día es necesaria alguna prestidigitación arit-
anualidades, es verdad que se usaban para financiar
da, y que, en una época en la que Holan da era el asilo de mética para que un principiante llegue a palpar los cálculos
entes, in- probabilísticos. Los cálculos usan números. Si un hombre tiene
Europa, alumnos de Descartes, políticamente influy
o de 37 fósforos en una caja en su bolsillo izquierdo y 21 en una caja
ventaron la matemática actuarial. Pero no fue este métod
bilid ad. Sabem os, de en su bolsillo derecho y toma cualquiera de las cajas al azar,
financiamiento lo que hizo posible la proba
del siglo tercer o, que, al icuál es la probabilidad de que llegue a un punto en que tenga
la lectura de Ulpiano, jurista romano
su estado también obtenía efectivo ven- un fósforo en cada bolsillo? Estos son cálculos con números; si
igual que Holanda,
idades puede hacerlos, sabe bastante de probabilidades. Estos cáleu-
diendo bonos anuales [cf. Greenwood 1940]. Las anual
ningú n razon amien to los requieren alguna destreza con los números. Los griegos, que
de Ulpiano, aunque no se basaban en
an bien, e incluso daban un lugar de honor a la geometria, carecían de una
explícito actuarial o probabilístico, estab
idade s del Esta- notación apropiada para los números. Lo mismo pasaba con sus
astutamente, disefiadas para servir a las neces
a-
do y no a sus habitantes. Los holandeses, en cambio, calcul
herederos. Quizás un simbolismo que facilite la suma y la
des regul armen te multiplicación sea un prerrequisito para cualquier concepto
ban sus anualidades tan mal que las ciuda
n permitió rico de probabilidad. Dos piezas de evidencia circunstancial
perdían dinero. En Inglaterra, el propio Isaac Newto
que parecen sostener este punto de vista. Primero, la matemática
que su aprobación apareciese en un libro de Mabbut [1686]
no permitía tener en cuenta la edad de los rentis tas para de las probabilidades es, como nuestro sistema numérico, casi
nuó con seguridad de origen arábigo. Ciertamente, la vieja palabra
calcular sus réditos anuales. Esta práctica ignorante conti
s consta nte- para azar, esto es, “albur”, es tan arábiga como “álgebra”. Los
por más de un siglo, a pesar de que los matemático
habilidad primeros probabilistas europeos eran italianos y tanto resol-
mente vituperaban en su contra. En resumen, cierta
quince siglos vían los problemas de azar como hacían avanzar el álgebra, en
para obtener rentas anuales sensatas era comun
más gran- el norte de África.
atrás aunque no había ninguna teoria, pero nuestro
la Hay un segundo ítem de evidencia que cada lector juzga-
de matemático, quien tenía una comprensión sustancial de rá como le parezca. En Europa encontramos rastros de una
probabilidad y cuyos contemporáneos la habían inven tado,
ciencia de los dados, en el siglo XV. No existia todavía ni la más
permitió tasas no actuariales para las anualidades. mínima insinuación de que esto pudiese tener alguna aplica-
En este caso, la economía no parece tener una buena
el ción de interés para los no jugadores. La primera sospecha de
correlación con el crecimiento de la comprensión, ni tampoco ello ocurre en la mitad del siglo XVII. No obstante, existe una
crecimiento de la comprensión parece bien correlacionado con
o pizca de evidencia de que habia una ciencia de los dados
la satisfacción de las necesidades económicas. milenios antes, y, lo que es incomparablemente más importan-
La explic ación econó mica del origen de la proba bilid ad es
te, que la gente sabía cómo esta ciencia afectaba temas tales
externa: dice que la comprensión es una respuesta a un proble- como el del muestreo, algo que habríamos pensado que era una
ma, usualmente económico. Existe una historia alternativa
iniciativa del siglo XIX.
que es interna. La matemática, se sugiere, no era lo suficiente- V. P. Godambe ha lamado la atención recientemente
i-
mente rica en ideas, como para generar un cálculo de probab sobre un pasaje de la gran epopeya india Mahábarata. Es muy
lidades. Esta opinió n es correc ta una vez que surgió la probab i-
de las proba bilid ades adqui ere seried ad antigua pero, según eruditos como Renou y Filliozat [1947, p.
lidad. La matemática

19
18
401] la versión actual fue concluida alrededor del afio 400 da por los románticos alemanes, nadie prestó ninguna atención
la
después de Cristo. En el tercer libro hay una interpolación, (hasta donde yo sé) a esta curiosa percepción sobre la conexión
entre los dados y el muestreo.
historia de Nala. Kali, un semidiós de los dados, ha puesto sus
ojos en una deliciosa princesa y queda consternado cuando Por otro lado, las historias sobre los juegos de dados y la
del consecuente pérdida de la fortuna eran frecuentes en la litera-
Nala obtiene su mano. En venganza Kali toma poseslón
quien, en un abrupto frenesí por el tura india. Una de éstas es el tópico principal del libro II del
cuerpo y el alma de Nala
juego, pierde su reinado. Deambula en estado demencial du- Mahábarata. Puede leerse un resumen en el estudio sobre
un
rante muchos afios. Pero entonces, siguiendo el consejo de
literatura india escrito por M. Winternitz [1927, pp. 341-6]. A
rey serpiente a quien conoce en el bosque, toma un trabajo
de juzgar por el estudio de Winternitz, las historias de juegos de
auriga del potentado extranjero Rtuparna. En un viaje este dados, que se reiteran en toda la literatura, tienen un tono
r
último hace alarde de sus habilidades matemáticas al estima
predominantemente moral y quieren alertar a la gente en
había en dos grande s ramas de contra del juego. No obstante, la historia de Nala parece ser un
el número de hojas y frutos que
sola
un árbol frondoso. Aparentemente, lo hace en base a una incentivo positivo hacia el dominio de la ciencia de los dados y,
rama más pequeãia que examin a. Hay, afirma, 2095 frutos. de tal modo, hacia la obtención de grandes ganancias al jugar
por con personas menos informadas. Cuando se toma la historia en
Nala cuenta toda la noche y queda sumamente sorprendido
na, tan frecue ntemen te em la literatura puritana jaina, sin embargo, este elemento logrero
la precisión de su conjetura. Rtupar
ésta, acepta su pedido. En la es ignorado completamente.
lo cierto en situaciones como
p. 76] dice: Los textos hindúes sobre matemática deberían devengar
traducción de H. H. Milman [1860,
una rica recompensa a los estudiantes de la probabilidad. Aún
Yo de los dados poseo su ciencia no han sido investigados con esta finalidad y no está claro qué
y así en los números diestro soy. resultará de ello. Tómese, por ejemplo, al matemático
Mahávárácárya, a quien su traductor M. Rangácárya [1912, p.
x] ubica alrededor de fines del siglo IX después de Cristo. Aquí
Acuerda en ensefiarle esta ciencia a Nala a cambio de
encontramos un uso de lo que los modernos probabilistas
algunas lecciones en el manejo de los caballos. Al final de este
y, Haman un “libro holandés”. Esto es, un comerciante “secreta-
curso ecuestre de muestreo Nala vomitó el veneno de Kali
enun mente” apuesta con dos distintos agentes a dos tasas diferen-
restituido a su forma usual, gana nuevamente su reinado
tes, de manera tal que sin importar lo que finalmente ocurra, el
difícil juego en el cual debe apostar a su siempre fiel prometida.
comerciante tendrá garantizada una ganancia [ibid., pp. 162-
Antes de aprender la ciencia de los dados, el hechizado
3).
Nala era un apostador obsesivo, pero luego de dominar esta
Es razonable suponer, entonces, que una buena cantidad
ciencia es capaz de efectuar apuestas de manera de poder del saber indio sobre las probabilidades es, en la actualidad,
recuperar sus derechos de nacimiento. Esto es evidencia de que
una desconocido para nosotros. Ello se concilia bien con las conjetu-
en la India, mucho tiempo atrás, se reconocia que existia
ras que he estado describiendo de una manera tan parca. ;Por
ciencia genuina por dominar, mientras que en Europa este qué no hubo una teoría de las probabilidades en Occidente an-
conocimiento parecería faltar. Más impactante es cl reconoci- tes de Pascal? Respuestas: una visión determinista del mundo,
miento de que los dados tienen algo que ver con la estimación religiosidad, falta 'de un sistema de numeración posicional y de
del número de hojas en un árbol. Ello indica un nivel muy alto incentivos económicos. Corolario: la irreverencia, la aritmética,
de sofisticación. Aún después del invento europeo de la proba- mucho comercio y diferentes conceptos de causalidad deberían
bilidad, alrededor del 1660, pasó cierto tiempo antes de que conducir a la formación de una matemática de las probabilida-
algún grupo significativo de personas pudiera comprender des. Confirmación: dos milenios atrás la India tenía un avanza-
aquella decisiva conexión. En efecto, si bien la historia de Nala do sistema mercantil, tenía guarismos fáciles de manejar y
fue una de las primeras piezas escritas en sánserito que fuera tanto su religiosidad como sus teorías sobre la causalidad no
ampliamente difundida en la Europa moderna y muy admira-

21
20
entraban en modo alguno en los modelos europeos. En esa concepto de probabilidad determinaron la propia naturaleza de
sociedad encontramos insinuaciones de una todavía desconoci- este objeto intelectual “probabilidad” que todavía reconocemos
da teoría de las probabilidades. y utilizamos y acerca del cual, como filósofos, todavía argúimos.
Lamentablemente, ninguna explicación del tipo de las Las precondiciones del surgimiento de la probabilidad determi-
que he estado describiendo puede aclarar mucho más. Como na el espacio de posibles teorías sobre la misma. Lo que
nos recuerda el ejemplo indio, estas aclaraciones, aunque ins- significa que ellas determinaron, en parte, el espacio de posi-
tructivas, son bastante nebulosas. Quizá las explicaciones y bles interpretaciones de la mecánica cuántica, de la inferencia
conjeturas estén dirigidas a una pregunta errónea. Todos dan estadística y de la lógica inductiva.
por sentado que existía un objeto intelectual —un concepto de No puedo hacer aquí una afirmación tan rotunda, tan
probabilidad— que no era adecuadamente concebido ni estaba pretenciosa. Es un incentivo para la investigación, no una
suficientemente sometido a las reflexiones matemáticas. De conclusión probada. Indica sólo una dirección en la cual avan-
modo que uno se pregunta: «Qué tecnología faltaba?, ;Qué zar. Hace que la prehistoria de la probabilidad sea más impor-
incentivo estaba ausente? Estas preguntas son apropiadas sólo tante que su historia. Pero la prehistoria debe ser adecuada-
si el esquema conceptual de aquellos tiempos anteriores tuvie- mente entendida. No estamos buscando ni precursores ni
se en su seno un concepto de probabilidad. Si no existia tal anticipaciones de nuestras ideas. Las precondiciones de la
objeto, entonces todas estas preguntas son ociosas. probabilidad consistirán en algo que no es la probabilidad pero
Los hombres hicieron aleatorizadores y también genera- que fue, a través de una especie de mutación, transformándose
ron frecuencias estables con dados. Hicieron inferencias en probabilidad. Esta no probabilidad tenía rasgos que deter-
inductivas cuyas conclusiones eran meramente probables. De minaron las peculiaridades de nuestro propio concepto. Los
ningún modo se deduce que tuviesen nada parecido a nuestra más importantes de éstos han sido completamente ignorados
concepción de estas cosas. No debemos preguntar, épor qué no en las explicaciones conjeturales discutidas en este capítulo.
se estudiaron estos objetos? Debiéramos preguntarnos, en cam- Olvidan que la probabilidad que surgió en tiempos de Pascal es
bio, ;cómo llegaron a existir estos objetos del pensamiento? esencialmente dual. Tiene que ver tanto con frecuencias esta-
Todas las explicaciones conjeturales que he descripto bles como con grados de creencia. Es, yo diría, tanto aleatoria
tratan de localizar algo faltante en la época prepascaliana. como epistemológica. Esta característica tan específica de la
Nadie niega que faltaban la aritmética y un capitalismo na- probabilidad es uno de los indicios de sus orígenes. De modo
ciente, ni que uno u otro podrían ser esenciales para el desarro- que, ahora, debemos examinar esa dualidad con cierto cuida-
llo de la teoría de la probabilidad, una vez que la probabilidad do.*
fuese un objeto posible del pensamiento. Deberíamos, sin em-
bargo, tratar de descubrir cómo la probabilidad llegó a ser
posible.
No preguntamos cómo algún concepto de probabilidad se
hizo posible. Más bien necesitamos entender un hecho bastante
específico ocurrido alrededor del 1660: el surgimiento de nues-
tro concepto de probabilidad. Si hubo conceptos indios sobre la
probabilidad hace 2000 anos, indudablemente éstos surgieron
de una transformación bastante diferente de aquella de la que
somos testigos en la historia europea. Desde un punto de vista
puramente histórico, ambas transformaciones quizá sean de * Otra descripción de las primeras ideas acerca del azar apareció
igual interés. Pero, para mí, la búsqueda de precondiciones es mientras este capítulo estaba en prensa: O. B. Sheynin, “On the pre-
más que un intento de explicación histórica. Me siento inclina- history of the theory of probability”, Archive for the History of Exact
do a pensar que las precondiciones del surgimiento de nuestro Science 12 (1974), 97-141,

22 23
Po —
antecediendo su trabajo con oraciones como aquellas que hizo
2 famosas cincuenta afios después Joseph Butler: “La probabili-
dad es la propia guía de la vida”.
Resumiendo, alrededor de 1660 gran cantidad de perso-
Dualidad nas, en forma independiente, dieron con las ideas básicas de la
probabilidad. Llevó algún tiempo juntar estos antecedentes,
pero todos ellos ocurrieron concurrentemente. Podemos encon-
trar unas pocas anticipaciones sin éxito en el siglo XVI, pero
sólo retrospectivamente podemos reconocerlas. No son nada
Según la leyenda la probabilidad comenzó en 1654, cuando comparadas con el florecimiento en torno de 1660. Pareceria
pascal resolvió dos problemas y entonces le escribió a Fermat. que la época estaba madura para el surgimiento de la probabi-
ya bastan- lidad. «Qué hizo que madurase?
En los detalles esto es erróneo. Los problemas hacía
de Pascal en su Lo notable es que la probabilidad, que surgió tan repenti-
te tiempo que eran conocidos y la clave principal namente, tiene dos caras. Por un lado es estadística y le
Pascal podría
resolución —el triángulo aritmético— es algo que concierne las leyes estocásticas de los procesos aleatorios. Por
haber aprendido en la escuela y de lo que se había hablado en
otro, es epistemológica, dedicada a estimar grados razonables
conferencias incluso un siglo antes. Pero, como tantas leyendas de creencia en proposiciones bastante carentes de un trasfondo
verdad. La déca-
ersistentes, la historia de 1654 encapsula la estadístico. Esta dualidad de la probabilidad va a confirmarse
da alrededor del 1660 es la fecha de nacimie nto de la probabi- mediante nuestro estudio detallado de la historia entre los afios
1650 y 1700. También hoy está suficientemente clara. El
ass 1657 Huygens escribió el primer libro sobre probabili- mismo Pascal es representativo. En su famosa correspondencia
dades que fue publicado. En esa época, Pascal hizo la primera con Fermat discute el problema de la división, una cuestión
as que no acerca de la división de la apuestas en un juego de azar que ha
aplicación del razonamiento probabilístico a problem
de decisiones. Su sido interrumpido. El problema es de naturaleza completamen-
fueran juegos de azar y, así, inventó la teoría
impresa te aleatoria. Su argumento de teoría de decisiones en favor de
famosa apuesta sobre la existencia de Dios no fue la creencia sobre la existencia de Dios no lo es. No es, de ningún
de la Lógica
hasta 1670, pero fue compendiada en 1662 al final modo, una cuestión del azar si Dios existe o no, pero sí es una
ar
de Port Royal. Este mismo libro fue el primero en mencion pregunta acerca de creencias y acciones razonables, a la cual el
“pro-
mediciones numéricas de algo que actualmente Ilamamos nuevo razonamiento probabilístico puede aplicarse.
iente,
pabilidad”. Simultáneamente, pero en forma independ La dualidad de la probabilidad queda bien ilustrada por
Leibniz, adolescente alemán estudiante de derecho, pensó en la lista de los otros contribuyentes con los que he iniciado este
aplicar probabilidades métricas a los problemas legales. Tam- capítulo. Huygens escribió principalmente sobre problemas
pién estaba comprometido en escribir una primera monografia aleatorios. Leibniz comenzó de una manera epistemológica,
a fines de la interesado por los grados de prueba en el derecho. Cuando fue
sobre la teoría de las combinaciones. Además,
durante mucho a París, vio inmediatamente que las matemáticas de “Pascal,
década de 1660, las pensiones anuales (usadas
para el financiamiento Huygens y otros” encuadraban en su esquema. La Lógica de
tiempo por las ciudades holandesas Port Royal, escrita por Antoine Arnauld y otros, termina con
úblico) eran colocadas en una base actuarial sólida por J ohn una discusión sobre las creencias razonables y la credibilidad.
Graunt,
Huddey John de Witt. El comerciante londinense, J ohn El Observaciones de Graunt, publicado en el mismo afio 1662,
publicó, en 1662, el primer conjunto extenso de inferencias está enteramente dedicado a la demografia y al análisis de
estadísticas realizadas a partir de registros de mortalidad. frecuencias estables. Sin embargo, la Lógica tiene frases ente-
Hacia fines de la misma década, John Wilkins formuló una ras de exactamente la misma forma que las que se encuentran
versión probabilística del argumento a partir del designio,
25
24
Po.
en Graunt. Hudde y De Witt estaban construyendo la primera Newton, hablar del peso como agens en contraposición al peso
ciencia actuarial. Wilkins no tenía interés en eso y sólo se como patiens. Pero, una vez que los principios de Newton han
ocupaba de la probabilidad de la opinión. Pero ambos estaban sido formulados en términos distintos, nadie quiso hablar de
en el mismo campo nuevo y así lo veían sus contemporâneos. peso activo y pasivo. Nadie habría dicho que, como peso y masa
iDebido a qué necesidad histórica fueron estas familias de satisfacen los axiomas de la teoría de la medición, debemos
ideas, fácilmente distinguibles, construidas simultáneamente usar la misma palabra para ambos. Sin embargo, éste ha sido
y tratadas como idénticas? Si es que existe una tal necesidad el argumento usado para mantener la misma palabra para las
histórica, la misma debe estar entre las precondiciones de la nociones aleatoria y epistemológica de la probabilidad.
probabilidad. Por lo tanto, no debemos preguntar: i Cómo, por Es cierto que las distintas clases de probabilidad son
un lado, se hizo posible la probabilidad epistemológica, y cómo, menos comprendidas y, por lo tanto, menos fáciles de distinguir
por el otro, se hicieron posibles los cálculos sobre sucesos que el peso y la masa inercial. De cualquier manera, actual-
aleatorios? Debemos preguntar cómo este concepto dual de mente existen muchas explicaciones útiles de las diversas ideas
probabilidad se hizo posible. , de probabilidad. Del lado epistemológico, dos escuelas de pen-
La dualidad de la probabilidad era conocid a por los filóso- samiento han sido dominantes. Primero, en las décadas inicia-
fos desde hacía mucho tiempo. La generación actual puede les de este siglo, hubo mucho interés en la teoría formulada por
haberlo aprendido del influyente Logica! Foundations, de Harold Jeffreys y J. M. Keynes, según la cual la probabilidad
Carnap. Un siglo antes se lo podía leer, por ejemplo, en 8. D. conferida a una hipótesis por alguna evidencia es una relación
Poisson [1837, p. 31] 0 en A. A. Cournot [1843, pp.v, 437-40]. lógica entre dos proposiciones. La probabilidad de A, en vista de
Carnap decía que debíamos distinguir una “probabilidad | de e, es algo así como el grado en el que À está implicado lógica-
una “probabilidad,”: después habló de probabilidades inductivas mente por e. Estudiosos posteriores, abandonando el intento de
y estadísticas. Poisson y Cournot dijeron que debíamos utilizar un buen análisis de esta relación lógica, han sido más atraídos
las palabras francesas chance y probabilité para marcar la por lo que L. J. Savage llamó “a probabilidad personal”, intro-
misma distinción. Antes de eso, Condorcet sugirió facilité para ducida por F. P. Ramsey y B. de Finetti. En esta teoría, la pro-
el concepto aleatorio y motif de crotre para el epistemológico babilidad que alguien asigna a cualquier proposición particular
[1785, p.viil. Bertrand Russell usa “credibilidad” para este es cuestión de su juicio personal, pero el conjunto de todas sus
último [1948, p. 359]. Ha habido muchas otras palabras. He- asignaciones de probabilidad está sujeto a reglas bastante
mos tenido Zuverlassigkeit, “propensión”, “proclividad”, así estrictas de coherencia interna. Sin importar si se acepta la
como un sinnúmero de adjetivos modificadores de la palabra teoria lógica o la personal, ambas son, llanamente, epistemo-
“probabilidad”, todos usados para indicar diferentes clases de lógicas, se ocupan de la credibilidad de las proposiciones a la luz
probabilidad. La dualidad de la probabilidad no es noticia. No del juício o la evidencia.
obstante, hay algo erróneo en ella. ;Por qué estas búsquedas, En contraste, existe una familia de teorías estadísticas,
casi frenéticas, de una terminologia que marque las distincio- que se concentra en la tendencia, que exhiben algunos disehios
nes? Considérese una analogía. Cuando Newton distinguió el experimentales o naturales a la producción de frecuencias
peso de la masa inercial, su terminologia prendió em seguida. estables en largas sucesiones de ensayos repetidos. Algunos
Así como la credibilidad puede, a veces, medirse mediante estudiosos, siguiendo a Richard von Mises, han atendido, prin-
frecuencias, igualmente, bajo ciertas circunstancias, la masa cipalmente, al aspecto fenoménico de esto, construyendo teo-
puede compararse mediante pesajes (con g constante). No por rías sobre la aleatoriedad en secuencias infinitas y ahora, con
ello concluimos que alguna construcción basada en el latím resultados que comienzan con À. Kolmogorov y Per Martin-Lôf,
pond- deba ser la palabra a usar en ambos casos. cPor quê sobre la aleatoriedad en secuencias finitas. Otros estudiosos
entonces debemos usar prob- para ambos, azar y credibilidad? han llegado a pensar que las causas de los fenómenos de las
Podemos entender por qué Baliani (en el Prefacio de De motu frecuencias son más importantes que los fenómenos en sí
gravium, de 1638) pudo, escudrifiando en las distinciones de mismos, v así, siguiendo a Karl Popper, desarrollaron el con-

26 27
o
cepto de la propensión de una prueba de alguna clase a dar un introduce un concepto por alguna mutación sorprendente, como
resultado entre varios posibles. Claramente, ninguno de estos es el caso de la probabilidad, pueden existir algunas precon-
trabajos es de naturaleza epistemológica. La tendencia a salir diciones específicas del suceso que determinen los posibles
cara es una propiedad de la moneda tanto como su masa y la cursos futuros de su desarrollo. Todos aquellos que, subsecuen-
frecuencia estable de una serie larga contabilizada en experi- temente, emplean el concepto, lo usan dentro de esta matriz de
mentos repetidos es un factor objetivo de la naturaleza, inde- posibilidades. Cualquiera sea el valor global de este extrano
pendiente del conocimiento que cualquiera tenga de élo de su modelo en la teoria de las ideas, podemos, por lo menos, estar de
evidencia. acuerdo en que, desde 1660, el concepto de probabilidad ha sido
Los estudiosos de las probabilidades con inquietudes curiosamente autónomo y estable desde sus orígenes. En los
filosóficas saltan ágilmente entre las diferentes ideas y se es- pasados 300 afios ha habido numerosas teorías sobre la proba-
meran en aclarar qué concepto de probabilidad están utilizan- bilidad, pero cualquiera que tome distancia de la historia ve el
do en cada momento. La vasta mayoría de los practicantes de la mismo ciclo de teorías reafirmándose a sí mismas una y otra
probabilidad no hacen tal cosa. Continúan hablando de proba- vez. |
bilidad, haciendo sus estadísticas y aplicando su teoría de Considérese, por ejemplo, la moda más reciente, iniciada
decisiones sin tener en cuenta toda esta sutileza acumulada. por F. P. Ramsey en 1926 y que ha ganando un gran reconoci-
Por otra parte, existen algunos pocos extremistas en ambos miento después del libro de L. J. Savage, publicado en 1954.
bandos. Están los personalistas, incluyendo a De Finetti, quie- Algunos la han llamado subjetivismo; Savage la llamó persona-
nes han dicho que las propensiones y las frecuencias estadísti- lismo. La mayoría de los estadísticos la llamaron teoria
cas son alguna especie de “misteriosa pseudopropiedad”, que “bayesiana”. Thomas Bayes falleció en 1760, pero la idea
sólo puede recibir un sentido a través de la probabilidad perso- básica de su contribución fundamental es, dos siglos después, el
nal. Existen frecuencialistas que sostienen que los conceptos núcleo de la teoría más prometedora de la inferencia estadísti-
de frecuencia son los únicos viables. Así, esta labor de distin- ca. Más de un lector puede comenzar a tener una sensación de
guir tipos de probabilidad ha sido curiosamente ociosa. La déjá vu.
mayoría de las personas que, en el curso de su trabajo, usa O, nuevamente, considérese las diferentes interpretacio-
probabilidades, no presta atención a las distinciones. Los nes hechas del trabajo de Jacques Bernoulhi;, cuyo libro póstu-
extremistas de una u otra escuela argumentan vigorosamente mo sobre las probabilidades fue publicado en 1718. Debido a
que la distinción es una farsa, puesto que sólo hay una clase de que introdujo la palabra “subjetivo” en el pensamiento filosófi-
probabilidad. co sobre la probabilidad, ha sido llamado subjetivista. Otros
Carnap, y Cournot antes que él, fallaron notoriamente en dicen que anticipó la teoría “logicista” de la probabilidad de
levar tranquilidad a la controversia mediante sus juiciosas Carnap. Aún otros lo llaman el precursor de la versión fre-
mezclas de análisis conceptual y distinción linguística. Los cuencialista extrema de la estadística, de la cual Jerzy Neyman
filósofos parecen singularmente incapaces de separar el costa- es el exponente vivo más famoso. Neyman, Carnap y el
do aleatorio del epistemológico de la probabilidad. Esto sugiere subjetivismo son todos reconocidos, en forma correcta, como
que estamos en el pufio de poderes más sombrios que los virtualmente incompatibles, si bien diferentes investigadores
admitidos en la ontología positivista. Algo en el concepto de pueden, con cierta justicia, rastrear sus orígenes comunes en el
probabilidad excluye la separación que, Carnap pensó, era trabajo de Bernoulli. Es así que, en un nivel muy basto y hasta
esencial para el progreso futuro. «De qué se trata? ahora imperceptible, podemos fácilmente confirmar el hecho de
Existe un modelo antipositivista que, a pesar de su oscu-
que, a pesar de todos nuestros avances en tecnología matemá-
ridad, podría en este punto ser de algún interés. Deberíamos, tica, una gran cantidad de aspectos de ese concepto dual de
quizás, imaginar que los conceptos están menos sujetos a
probabilidad ha estado allí desde el principio. Las teorías de
nuestras decisiones de lo que un positivista pensaría y que ellos
hoy parecen competir en un espacio de teorías posibles que
hacen su vida, podríamos decir, en un espacio propio. Si se

29
28
=”.
pueden ser identificadas aun en los primeros aíios de nuestro omiso de la anticipación, del hombre que, con una interpreta-
concepto. ción sutil, puede ser presentado como un precursor de la forma
Es mejor exponer las crudezas del propio modelo al co- moderna de pensar. En la prehistoria, no estamos interesados
mienzo, en lugar de esconder una metodologia detrás de frases en lo que es raro , sino en lo que es común. Común no significa
banales. Invito al lector a imaginar, primero, que hay un familiar; puede tratarse de algo totalmente extravagante. Por
espacio de teorías posibles sobre la probabilidad que ha sido ejemplo, digo, con sólo muy leves reservas, que no había proba-
“más bien constante desde 1660 hasta el presente. Segundo, bilidad hasta alrededor del 1660. ;Cómo lo sé? No he leído todos
* este espacio resultó de una transformación sobre alguna es- los textos. Hay muchos libros que ningún experto en la ciencia
tructura conceptual bastante diferente. Tercero, algunas ca- de la probabilidad ha leído jamás. ;Cómo puedo yo, tan confia-
racterísticas de esa estructura previa, de por sí bastante olvida- damente, hablar del comienzo de esta familia de ideas? Porque
das, se han fijado en nuestro esquema de pensamiento actual. estoy hablando de esa época en la que esta familia surge en
Cuarto, quizás un entendimiento de nuestro espacio y sus forma permanente en el discurso. Es ese hecho, y no el milagro-
precondiciones puedan liberarnos del ciclo de teorías de la so golpe de algún ermitahio secreto, el que constituye nuestro
probabilidad que nos han mantenido atrapados por tanto tiem- tema.
po. Este último rasgo tiene un sonido familiar. La imagen es, Una tercera consecuencia del modelo es quela prehistoria
formalmente, la misma que la usada por los psicoanalistas y está bastante estrictamente localizada. Estamos interesados
por los filósofos del lenguaje ingleses. “Acontecimientos preser- en algún período significativo de tiempo antes de 1660. Habla-
vados en la memoria, sólo debajo del nivel de la conciencia”, ré con soltura del “Renacimiento” para referirme, aproximada-
“reglas del lenguaje que yacen profundamente debajo de la mente, a los siglos XV y XVI y trataré de evitar los famosos
superficie” y “un espacio conceptual determinado por pre- debates sobre qué era “el Renacimiento”. Debemos concentrar-
condiciones olvidadas”: las tres tienen, por supuesto, un nos en algunos aspectos del esquema conceptual de aquella
época. Es cierto que podemos encontrar oraciones de Aristóteles
ancestro común en Hegel.
No le pido al lector que crea a ciegas en todo esto. La traducidas como “lo probable es lo que usualmente ocurre”,
historia que narraremos a continuación es de interés aun sila pero eso fue hace demasiado tiempo para nosotros. De nuevo,
analizaré abundantemente el concepto de signo, un buen con-
metodologia que nos condujo a ella resultase sin valor. Planteo
cepto estoico, muy debatido por ejemplo en Sexto Empírico, y
la situación, en parte, para explicar cómo algunos de los datos
han sido seleccionados. que se remite a Aristóteles. Aquellas antiguas frases no son
, Para empezar, la probabilidad a ser descripta es autóno- irrelevantes, pero Sexto nos interesa, no por lo que dijo, sino
ma, tiene una vida propia. Existe en el discurso y no en la sólo por el uso que Gassendi, por ejemplo, hizo de él.
mente de los hablantes. Estamos interesados, no en los auto- Suficiente de metateoria: es, fundamentalmente, un pen-
res, sino por las oraciones que ellos han producido y que nos han samiento ulterior con el fin de caracterizar lo que he estado
dejado para leer. Por supuesto, identificamos las oraciones haciendo. Veamos qué existia en el lugar de la probabilidad
mediante los nombres de los autores, pero esto es, fundamen- antes de 1660. El sitio más sencillo para comenzar es por la
talmente, una cuestión de conveniencia. Esto será así, particu-
propia palabra “probabilidad”, y a ello procedo.
larmente, en la prehistoria. No estamos interesados en quién lo
escribió, sino en lo que se dijo. Esta actitud va a irritar al
historiador propiamente dicho. El quiere saber cómo una idea
fue comunicada de un pensador a otro, qué se agregó de nuevo,
qué error se suprimió. Yo estoy más interesado, cuando la
misma idea aflora en todos lados, en la pluma de las personas
que nunca han oído hablar de las otras.
Mi modelo tiene otras implicancias. Tiendo a hacer caso

30 31
par de siglos atrás, se hablaba fácilmente de un “probable
doctor”, queriendo decir, aparentemente, un médico en quien
se podía confiar. Ya no hablamos de esa manera. Para un
Opinión ejemplo más impactante, considérese un pasaje de la novela
rosa de Daniel Defoe, del 1724, Roxana, or The Fortunate
Mistress. Temprano en su carrera, la dama en cuestión, habien-
do conseguido un hombre con una casa grande, dice de ella
misma: “Esta fue, sin duda, la primera perspectiva de vivir
confortablemente y era un modo muy probable, debo confesar,
El concepto de probabilidad comenzó alrededor de 1660,
viendo que teníamos muchas comodidades, seis habitaciones
pero la palabra “probabilidad” es, en las lenguas que se derivan por piso, y tres plantas de alto”.
del latín, bastante más antigua. La prehistoria de la probabili- Como “probable” tenía esta connotación de aprobación,
dad puede comenzar, útilmente, por un estudio sobre los prime- parecería razonable esperar que, cuando en un trabajo antiguo
ros significados de la palabra. Su relación con ideas numéricas la palabra es usada para calificar alguna proposición, entonces,
de la aleatoriedad parece haber ocurrido en forma impresa el autor está diciendo que la proposición es “digna de aproba-
recién en 1662. Algunos filósofos ingleses, estimulados por el ción”, porque tiene las marcas de la verdad o está sustentada
interés en el “lenguaje ordinario” y, quizá, sospechando de tres por la evidencia mejor que cualquier otra hipótesis. Esta conje-
siglos de éxitos en llevar la probabilidad a la matemática, han tura requiere mucha precaución. Hoy en día, de acuerdo con J.
enfatizado, recientemente, algunos aspectos de la palabra, R. Lucas, “Usamos las palabras “probable”, “proba-
blemente',...para emitir un juicio tentativo. Existen razones,
anteriores a 1662. Hasta llegar a decir que, aun hoy día, el pero no concluyentes, de lo que opinamos”. Llamando la aten-
sentido primario de la palabra es evaluativo. Así, de acuerdo ción sobre esta afirmación, un lector del The Times Literary
con W. C. Kneale, “si escuchásemos a un hombre hablar, en la Supplement, escribió al editor [9 de abril de 1971]:
vida ordinaria, sobre la igualdad probabilística de varias alter-
nativas, debiéramos entenderle como queriendo decir que son parece que para Gibbon, en el siglo XVII [las palabras] tenían
igualmente dignas de aprobación como bases para la acción” un sentido bastante diferente. Resumiendo una discusión so-
[1949, p.169]. O nuevamente: en el uso “común o corriente” de bre los conflictivos informes de los autores antiguos acerca de
la palabra “probable”, “éste es un término evaluativo. Decir que la ruta de Aníbal a través de los Alpes, escribió en su diario, el
una proposición es probable, es como decir que está bien hacer 24 de octubre de 1763: “Concluyamos, entonces, aunque con
tal o cual cosa” [Kúrner, 1957, p.19]. Stephen Toulmin [1950], algún resto de escepticismo, que, a pesar de que la narración
John Lucas [1970] y otros han expresado posteriormente opi-
de Livy tiene más de probabilidad, la de Polybius tiene más de
verdad”. Aun más sorprendente para un oído moderno, escri-
niones similares.
bió en un pie de página, en el capítulo XXIV de Decline and
Sin duda, la palabra latina probabilis significó, entre Fall: “Este hecho es probable pero indudablemente falso”
otras cosas, algo como “merecedor de aprobación”, pero dudo
mucho que la apreciación de Kneale sobre el uso “común o Estas citas pueden sacudir útilmente nuestros precon-
corriente” actual sea correcta. Una manera de cuestionarla es ceptos antes de que comencemos una lectura seria de los
notar cuán extrafios nos parecen los fragmentos de antiguas documentos. He aquí un ejemplo final. A través de toda la
locuciones en las que “probable” realmente significaba digno de primera mitad del siglo XVIII ha habido una considerable
aprobación. La imposibilidad de las antiguas locuciones mues- controversia en Gran Bretafia sobre la relación entre los mila-
tra cuánto ha cambiado el significado y también nos ayudará a gros y los testimonios, y varios fragmentos del conocimiento
retrotraernos a sentidos aun más tempranos de la palabra. Un popular de las probabilidades fueron inyectados en la argu-

se 33
acepta ampliamente que, si p es verdad, entonces una persona
mentación. En 1748, Hume realizó un ataque particularmente puede creer p, mientras que otra, en un estado epistemológico
sensacional sobre la credibilidad de los milagros, basado en su más feliz, puede conocer la mismísima proposición p. Conoci-
enfoque de las probabilidades. Esto provocó un sinnúmero de miento y creencia están en el mismo ramo. Para poder com-
réplicas serias, todas las cuales suministran informaciones prender la doctrina tomista, debemos adoptar una postura
acerca de la comprensión corriente en la época de los conceptos diferente. El conocimiento, lejos de ser creencia verdadera
de probabilidad. Uno de estos libros, de Thomas Church, consi- justificada, ni siquiera tiene los mismos objetos que la opinión.
dera la cuestión de si un hecho puede ser creíble o increíble en En la epistemologia medieval, ciencia —scientia— es
sí mismo, “separadamente de la consideración de cualquier conocimiento. Este es conocimiento de las verdades universa-
testimonio”. El autor se esfuerza en insistir que la credibilidad les, que son necesariamente verdaderas. La necesidad en cues-
es relativa a la evidencia. Church admite, tión no es idéntica a nuestro concepto llamado “necesidad
lógica”, un concepto que no existia propiamente hasta el siglo
que en la conversación común no es inusual llamar a alguna
XVII. Aparte del conocimiento de las primeras verdades, que
cosa creíble o increíble, con antelación a nuestra consideración son tan sencillas y fundamentales que están más allá de toda
sobre su prueba. Pero si examinamos nuestras ideas, encon- discusión, se llega al conocimiento mediante la demostración.
traremos que ésta es una manera vaga y no filosófica de Uno de los requisitos del conocimiento tomista es que tengamos
expresarnos. Todo lo que se quiere significar es que tal cosa es conceptos “correctos”. Tómese un simple ejemplo, la proposi-
posible o imposible, probable o improbable, o, cuanto más, que ción de que “la peste se transmite por las moscas”. No es posible
ocurre muy frecuentemente o muy pocas veces [1750, p.60]. saberlo a menos que, como mínimo, poseamos conocimientos
epidemiológicos suficientes que nos permitan distinguir una
Aquí vemos una muestra de todos los conceptos que han peste bubónica de una de pulmonía, y suficientes conocimien-
venido a reunirse en torno a la probabilidad: credibilidad, tos parasitológicos como para distinguir las clases pertinentes
frecuencia, posibilidad y otros similares. La probabilidad se de moscas. Algunos tipos de peste se transmiten a través de un
mantiene separada del resto. Usos como los de Defoe, Gibbon y organismo que involucra alguna clase de mosca en su ciclo de
Church estaban al final de la línea y comenzaron a desaparecer vida y otros no. Cuando tenemos esa clase de comprensión de la
cuando la probabilidad matemática comenzó a hacerse cada pestilencia, entonces podemos comenzar a formular definicio-
vez más exitosa. Con anterioridad ellos eran el propio estándar. nes que caractericen los conceptos de una manera científica
Claramente, no debemos esperar que las diversas formaciones relevante. Por supuesto, que esos sean los conceptos correctos
de la palabra “probabilidad” en diferentes lenguajes se traduz- es eventual; el mundo podría haber sido diferente. Pero una vez
can, en forma natural, en nuestra propia palabra. ;Cuál era, que sí tenemos una teoría adecuada de la peste, ello va a
entonces, la esencia de los significados precedentes? determinar los significados de los términos de un modo tal que
E. F. Byrne ha publicado, recientemente, un estudio bas- es, al menos plausible decir que, por definición, una clase
tante detallado sobre los conceptos de probabilidad que apare- particular de peste bubónica es transmitida por un miembro
cen en el trabajo de Santo Tomás de Aquino, que es, entonces, particular de la siphonaptera; es justamente esa interrelación
un punto de partida conveniente y natural . Lo primero a
entre conoci- la que forma parte de la caracterización de las dos especies en
aprehender, como Byrne insiste, es la distinción
ciertamente, cuestión.
miento y opinión en el pensamiento medieval. Es,
una distinción antigua que todos asociamos con Platón, pero Consideremos ahora a un residente de El Cairo, en 1837,
aquí estamos interesados por su manifestación en Santo To- que haya conjeturado que la peste que infestaba su ciudad en
más. Esta contrasta fuertemente con toda la epistemologia ese momento era transmitida por las moscas. Podemos noso-
moderna. Desde hace un buen número de afios, los filósofos han tros creerle más que su vecino, que atribuía la peste a emana-
ciones nocivas. Tenemos un verdadero respeto hacia los
venido debatiendo si el conocimiento es creencia verdadera
justificada. Aun si se rechazase esta enérgica definición, se londinenses de 1603 que culparon al algodón importado de su

aa
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epidemia: hay un parásito en particular que necesita de una si está bien sustentada por la evidencia. Este no es el sentido
mosca que, a su vez, necesita del algodón. Pero preguntémonos primario que Santo Tomás le atribuye a la probabilidad, y es
si los egipcios de 1837 o los londinenses de 1603 creían en algo instructivo ver por qué. En su mente, razón y causa están muy
que nosotros ahora sabemos que es cierto. Es natural decir que estrechamente relacionadas. Comprender la razón de p es
las proposiciones sobre la peste, actualmente aceptadas en entender la causa, entender por qué p. Las causas, en cambio
epidemiologia, simplemente no existian hace un siglo o más. deben hallarse en las definiciones reales que subyacen a la
Las pestes bubónica y neumónica, por ejemplo, no habían sido ciencia. Esto es, todas las razones son demostrativas porque las
distinguidas y el propio concepto de parásito huésped no era ni causas son causas necesarias. Hemos llegado a pensar que la
sofado. Existe un cierto aire familiar entre el conocimiento deducción es solamente una forma de dar razones y que mucha
actual y las viejas opiniones, pero ninguna proposición central evidencia es insuficiente para una deducción. Para los medie-
para las teorías modernas sobre epidemias es idéntica a alguna vales, la evidencia que no fuese deducción no era en absoluto
proposición creída hace un siglo. No es el caso que una vieja evidencia. No era ningún accidente que la probabilidad no
opinión, p, se haya convertido en conocimiento moderno. La fuese, primariamente, un asunto de evidencia o razón. La
antigua opinión era, en cierto sentido, inconmensurable con el probabilidad concierne a la opinión, donde no hay ningún
conocimiento moderno. Este uso del término “inconmensura- concepto claro de evidencia. Por lo tanto, “probabilidad” debía
ble” fue popularizado alrededor de 1960 por Paul Feyerabend. significar algo distinto de apoyo evidencial. Indicaba aproba-
Si bien la teoría acerca de las teorías científicas que lo acompa- ción o aceptabilidad por personas inteligentes. Las personas
fa está más bien en conflicto con el positivismo reciente, sensibles aprobarán algo sólo si tienen lo que nosotros llama-
concuerda bastante bien con algunos dogmas de la mos una buena razón, pero sin tener un concepto adecuado de
epistemologia escolástica. Existe, sin embargo, una diferencia buena razón, Santo Tomás sólo podía considerar la aprobación
fundamental. Santo Tomás pensaba que el conocimiento ver- concreta. He aquí una típica declaración sobre la opinión y la
daderamente infalible es una meta genuina que a veces se probabilidad:
logra. El conocimiento es, a la vez, distinto de y mejor que la
opinión. Alguien como Feyerabend podría decir, en cambio, que Como, entonces, el silogismo dialéctico aspira a producir opi-
todas nuestras creencias y teorizaciones están en el dominio de nión, el dialéctico sólo busca proceder sobre la base de las
la opinión y que deberíamos esperar que cualquier teoría sea mejores opiniones, especificamente, lo que sostiene la mayoría
reemplazada por otra. o, especialmente, los sabios. Supongamos, entonces, que uno
La opinio de Tomás de Aquino se refiere a las creencias 0 encuentra en el razonamiento dialéctico alguna proposición
doctrinas no obtenidas por demostración. También puede cu- que pueda ser demostrada mediante un término medio pero
brir proposiciones que, no siendo universales, no pueden (según que, a causa de su probabilidad, parece ser autoevidente. El
Santo Tomás) ser demostradas. La opinio tiende a referirse a dialéctico no necesita más que esto [I. An. Post. 1.38. n.258].
las creencias que resultan de la reflexión , argumentación o
discusión. La creencia obtenida de la sensación se denomina Santo Tomás continúa diciendo que “en la demostración
aestimatio. En la doctrina escolástica, la opinión es la portado- uno no está satisfecho con la probabilidad dela proposición”. La
ra de la probabilidad. El límite del aumento de la probabilidad probabilidad requiere probidad y aprobación, pero para la
de la opinión podría ser una creencia, pero no es conocimiento: demostración debemos poder ver y mostrar qué es qué. El
no porque carezca de algún ingrediente, sino porque, en gene- sentido primario de la palabra probabilitas no es sustento
ral, los objetos de la opinión no son de los tipos de proposiciones evidencial sino sustento de personas respetables. Byrne ha
que puedan ser objetos del conocimiento. resumido muy bien los elementos de este concepto:
Aunque hayamos aprehendido la noción de opinión, esta-
mos aún lejos de la probabilidad medieval. Podemos esperar La atribución de probabilidad a la opinión tiene variadas con-
que una opinión sea probable si hay buenas razones para ello o notaciones. En primer lugar, se refiere a la autoridad de

36 ar
aquellos que aceptan la opinión dada; y desde este punto de aprobación de la opinión tuvo una consecuencia más importan-
vista “probabilidad” sugiere aprobación con respecto a la pro- te. Los físicos renacentistas estaban todavía dedicados al cono-
posición aceptada y probidad respecto de las autoridades que cimiento y a la ciencia demostrativa. Por lo tanto, no encontra-
la han aceptado. En segundo lugar, “probabilidad” se refiere a remos en sus trabajos ninguna necesidad ni uso serio de los
los argumentos presentados en favor de la opinión en cues- conceptos probabilísticos. La prehistoria de los conceptos
tión; y, desde este punto de vista, sugiere demostrabilidad, epistemológicos reside en un área menos conocida, la de los
esto es, capacidad de ser demostrado (aunque no necesaria- proveedores de opinión. En particular, la ciencia médica no
mente realizado). En tercer lugar, “probabilidad” posee una tenía esperanza de ser demostrativa; ni tampoco lo tenía la
connotación algo peyorativa, precisamente en la medida que “magia natural” que es la precursora de la química. Es en los
la proposición en cuestión es meramente probable; porque, signos probables de los médicos y los alquimistas donde encon-
desde este punto de vista, la proposición es solamente probato- traremos los conceptos en evolución que hacen posible nuestra
ria y no estrictamente demostrada, como lo son las proposicio- clase de probabilidad.
nes propiamente científicas [Byrne 1968, p.1881. Primero, unas pocas palabras superficiales sobre el
probabilismo. Es un principio de casuística formulado por la
Obsérvese cómo este sentido de “probabilidad” sobrevivió orden de los jesuitas en el siglo XVI y que habiendo gozado de
en el inglés del siglo XVIII. Hemos leído a Gibbon diciendo que éxito y poder, pero también de un gran antagonismo fue final-
algo probable es falso. En otras palabras, una opinión recomen- mente derrotado en el XVII. ;Qué debe hacerse cuando se
dada por autoridades es, de hecho, equivocada. Dijo que Livy encuentra que las autoridades, en especial los Padres de la
tenía más de probabilidad pero que Polybius tenía más de Iglesia, están en desacuerdo? El problema se hizo apremiante
verdad. Esto significaba que los críticos antiguos y modernos al fin del Renacimiento, a medida que se descubríian más y más
tienden a inclinarse del lado de Livy, pero en este caso están textos y se inventaban más y más interpretaciones de los textos
equivocados. Cuando se lo entiende así, el uso de Gibbon está existentes. Básicamente, hay dos posibilidades. Para resolver
bastante libre de paradojas. El uso “probable doctor” y simila- el conflicto, podemos reducir el número de autoridades que
res está restringido a aquellas clases de profesiones en las que reconozcamos y apegarnos sólo a las Escrituras y a la luz
el lego debe, mayormente, depender del juício de otros. Pode- natural de la razón. O podemos aceptar una amplia gama de
mos ahora degustar la Fortunate Mistress de Defoe. Su agrada- autoridades pero, al decidir entre ellas, tener en cuenta los
ble casa ciudadana “es ciertamente muy probable”: esto signi- efectos sociales y morales de la adopción de sus diferentes
fica, no que ella la apruebe, sino que, más bien, en la estima de doctrinas. En general, las diversas sectas protestantes, inclu-
sus superiores, ésta constituye una buena escalada desde sus yendo a los jansenistas (que se mantuvieron dentro de la
desdenables comienzos. Iglesia), tomaron el primer camino, mientras que los casuistas
La “probabilidad” significaba, fundamentalmente, apro- tomaron el segundo.
babilidad de una opinión. Esto tenía una cantidad de conse- Al contrario de lo que a veces se informa, el probabilismo
cuencias importantes. Una era la doctrina casuística del en teologia no dijo que cuando las autoridades están en conflic-
probabilismo, que es el blanco de la sexta de las Cartas provin- to se debe seguir la opinión más probable. El probabilismo dice
ciales de Pascal [10 de abril de 1656]. Pascal es considerado el que se puede seguir alguna opinión probable u otra, incluso una
fundador de la moderna teoría de la probabilidad. Obtuvo este opinión menos probable. La palabra “probable” aquí no signifi-
título no sólo por su conocida correspondencia con Fermat, sobre ca bien sustentada por la evidencia. Significa sostenida por el
los juegos de azar, sino también por su concepción de la teoría testimonio y la escritura de la autoridad. Cuando se discute
de decisiones y porque fue instrumental en la demolición del una doctrina y se duda sobre cómo actuar, se puede, según los
probabilismo, una doctrina que pudo haber impedido la teoría probabilistas, seguir un curso de acción recomendado por algu-
racional de la probabilidad. Debemos, aquí, discutir brevemen- na autoridad, aun cuando una mayor cantidad de autoridades,
te el probabilismo, pero la concepción de la probabilidad como o de mayor peso, aconsejen un curso de acción opuesto. Pero

38 E
aun esto es solamente la mitad del probabilismo. Dice lo que probabilidades. Más arriba, sólo he escrito sobre el probabilismo
está permitido, pero los jesuitas no eran permisivos. Por el en teología, que es la doctrina que interesaba tanto a nuestros
contrario, desde el punto de vista de los jansenistas, los fundadores de la probabilidad. Este probabilismo está todavia
probabilistas decidirían primeramente acerca de algún curso en ese mundo medieval en el que la probabilidad es un atributo
de acción por su conveniencia social y moral. Luego, encontra- de la opinión y donde la opinión probable es aquella atestigua-
rían algún viejo texto que pudiera ser interpretado como apro- da por la autoridad. No es, en absoluto, la probabilidad poste-
bando ese curso de acción. Posteriormente, aun cuando alguna rior a 1660 y, al margen de alusiones políticas y teológicas, a
autoridad de peso le dijese de hacer exactamente lo opuesto, se eso se debe que los descubridores de la nueva probabilidad la
podría todavía proceder, debido a que se está usando una despreciaran tanto.
opinión “probable”, esto es, una opinión autorizada por alguien. He dicho que no encontraremos estudiosos de las ciencias
El enclave jansenista en Port Royal incluía entre sus físicas que hagan uso de algo que llamen probabilidad, debido
miembros a Antoine Arnauld (1612-94), Pierre Nicole (1625- a que ellos están detrás del conocimiento, no de la opinión.
95) y Blaise Pascal (1623-62), quienes cobran mucha importan- Tomemos, por ejemplo, a Francis Bacon (1561-1626) y a Galileo
cia en nuestra historia de la probabilidad. Arnauld, quizás el Galilei (1564-1642). El primero fue considerado el filósofo de la
más brillante teólogo de su tiempo, fue censurado por los nueva física y Galileo su mayor practicante. Ahora bien, Galileo
jesuitas. La rivalidad era antigua: en 1640 él había escrito una tenía, como veremos, un buen sentido de los juegos de azar y
pequefia nota mordaz sobre el probabilismo. Luego de mucha fue, quizás, el primer científico que realmente abordó el proble-
politiquería, sus enemigos lo denunciaron, si bien la denuncia ma de cómo hacer el mejor uso de mediciones discrepantes de la
fue retirada en 1669. Esto tuvo el efecto de estimular a Pascal misma cantidad. Si alguien hubiese previsto que el juego y la
para escribir sus Cartas provinciales a modo de defensa o, más teoria del error se unirían a la vieja noción de “probabilidad”,
bien, como forma de ataque. La sexta carta es un razonado ése debió haber sido Galileo. Pero, aunque la palabra probabilitá
repudio del probabilismo. Unos pocos crudos pasajes de los aparece con suficiente frecuencia en, digamos, el maravilloso
Pensamientos muestran cuán intensamente Pascal detestaba Diálogo acerca de los dos principales sistemas del mundo [1632],
esa doctrina casuística. Arnauld fue rehabilitado por un conci- posee, principalmente, las viejas connotaciones. Por cierto, en
lo en 1669; en ningún momento perdió el respeto de aquellos de un punto Stillman Drake, su editor y traductor al inglés, ha
sus contemporáneos que nosotros más recordamos. Participó tenido que intervenir con una nota al pie de página, “No
en la redacción de la Lógica de Port Royal en 1662, que, al improbable”, aquí significa “plausible aunque incorrecto”. En
mismo tiempo, contiene un argumento en contra del otra parte, Galileo calificó la opinión de Copérnico de “improba-
probabilismo y es la primera ocasión en la cual es posible ble” debido a las copiosas experiencias que manifiestamente
identificar el uso de la “probabilidad” en nuestro sentido moder- contradecían los movimientos anuales y a raíz de la fuerza en el
no: capaz de ser medido numéricamente. Durante el resto del debate de los ptolemaicos y los aristotélicos. “No hay límite
siglo los escritores posjansenistas de la probabilidad ocasional- para mi asombro cuando reflexiono que Aristarco y Copérnico
mente, se esforzaron por decir que no tenían en mente el pudieron hacer que la razón conquistase a los sentidos en tal
repulsivo concepto casuístico que llevaba el nombre de probabi- medida que, a pesar de estos últimos, la primera se convirtió en
duefia de su creencia.” Esto es, la opinión de Copérnico era
lidad. No se debe inferir que el surgimiento del probabilismo no
tuviese nada que ver con el de la probabilidad. El probabilismo improbable y, aun así, la mejor sustentada por los argumentos
es un símbolo de la pérdida de certidumbre que caracteriza al más profundos. Aquí podemos establecer un contraste con
Renacimiento y de la disposición, hasta la ansiedad, de varios Leibniz que, escribiendo menos de un siglo después, interpreta
poderes por encontrar un sustituto para los viejos cánones del esta mismísima situación en el sentido de que a pesar de todas
conocimiento. Efectivamente, la palabra “probabilismo” había las opiniones en contrario, la hipótesis copérnica era, cuando
sido usada como el nombre de la doctrina para la que la fue promulgada, “incomparablemente la más probable”. Por-
que para Leibniz la probabilidad es lo que está determinado por
certidumbre es imposible, de modo que debía confiarse en las

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la evidencia y la razón; para Galileo, la probabilidad tiene que estar fundadas a la luz de nociones ordinarias (que, aunque
ver con la aprobación. sean pobres y supersticiosas, son, de algún modo, universales
Sin embargo, aún quedan excelentes pasajes en los que y de tendencia general), sino en la oscuridad confinada de
Galileo muestra que la aprobación debería corresponder a la unos pocos experimentos. De este modo, esta especie de filoso-
evidencia y no al peso de las autoridades. Por ejemplo, Sagredo fia parece probable y casi cierta a aquellos que practican
asevera que la velocidad de un cuerpo que rueda sobre un plano diariamente tales experimentos y así han corrompido su ima-
inclinado es función, solamente, de la altura del plano. Salviati ginación, pero parece increíble y fútil a otros Isec. 64].
replica: “Lo que usted dice parece muy probable, pero deseo ir
más lejos y mediante un experimento aumentar la probabili- Resumiendo, si uno no hace otra cosa que experimentos
dad del mismo, de modo de que se transforme casi en una desafortunados, las opiniones, que, difícilmente, puedan ser
demostración absoluta.” La esperienza en cuestión se basa en aprobadas por alguien con una actitud más amplia, parecerán
un péndulo cuya caída es detenida en distintos puntos. Ernst probables. Nótese la dedicación de Bacon a la concepción esco-
Mach sostiene que ello condujo a Galileo a la ley de inercia lástica del conocimiento. El conocimiento se deriva de nociones
[1895, p. 143]. No me parece que el argumento en cuestión ni comunes y afirma sólo verdades universales.
siquiera se acerque a una “demostración absoluta”, pero tene-
mos aquí una muy clara indicación de la noción de que los Nuestro curso y método, sin embargo (como hemos dicho y
experimentos —al menos los experimentos mentales— pueden reiteramos nuevamente), son tales que no deducen efectos de
aumentar la probabilidad hasta, casi, el rango de una demos- efectos, ni experimentos de experimentos (como hacen los em-
tración. No hay ningún intento por medir este aumento de la píricos), sino que en calidad de legítimos intérpretes de la
probabilidad, ni tampoco tiene ningún sentido medirlo. Galileo naturaleza, deducen causas y axiomas de los efectos y experi-
anhela la demostración absoluta. Lo mismo querían sus princi- mentos; y nuevos efectos y experimentos de aquellas causas y
pales contemporáneos. axiomas [sec. 117].
Además de ser el filósofo oficial de la nueva física, Bacon
es un buen escritor a quien consultar porque, como él dice de sí La doctrina baconiana no es distinta de lo que se ha dado
mismo en el Novum Organum [1620], quiere “eliminar a todas en llamar el método hipotético-deductivo en la ciencia, salvo
las autoridades y a todas las ciencias”, en particular al
por ese residuo de la Edad Media que las generaciones posterio-
aristotelismo dogmático y al empirismo alquímico. Por lo tanto,
la “aprobación por los sabios” difíciimente va a ser un medio de res hallaron pernicioso: buscamos verdaderos axiomas y nocio-
valoración y la palabra latina o inglesa para la probabilidad no nes reales que, finalmente, produzcan conocimiento y no opi-
se va a referir a una aprobación de las autoridades. Pero aún nión. Hay poco espacio en este esquema conceptual para un
parece significar “digno de aprobación”, como por ejemplo en la concepto funcional de probabilidad. Los lectores de Bacon o
sec. 122: “Con respecto a la censura universal que hemos aplica- Galileo, en la segunda mitad del siglo XVII, los consideraron los
do, está bien claro, para cualquiera que considere adecuada- grandes iniciadores del nuevo método experimental, combina-
mente el asunto, que es más probable y más modesta de lo que do con un exitoso modelo mecánico del universo. Sólo reciente-
podría haberlo sido para cualquiera una parcial.” Ya no son mente se ha reconocido que esta interpretación es un artifício
más los sabios los que confieren probabilidad por su aproba- del período posterior a 1650, particularmente entre los miem-
ción, sino aquellos que consideran adecuadamente el asunto. Si bros de la Royal Society de Londres. Si examinamos los textos
uno no considera la cuestión correctamente, las cosas pueden de Bacon o Galileo encontramos un mundo de primeras causas.
sólo “parecer probables”:
No hay aquí ninguna necesidad de un concepto matemático de
La escuela empírica produce dogmas de naturaleza más defor-
probabilidad, ni siquiera una necesidad real de probabilidades
mada y monstruosa que la escuela sofista o teorética; por no cuantitativas. No es a las “altas ciencias” de la astronomía,

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geometría y mecánica a las que debemos mirar. Sí, en cambio, atadura de amor puede mantenerlo en las profundidades de la
a aquellas empíricas inferiores que debían vérselas con la tierra, pero brota de sus trincheras, se olvida de su vida y sus
opinión. hábitos y deja su tierna prole y placentera morada...”. Las
La opinión es la compaúera de la probabilidad dentro de multitudes de ratones que, ocasionalmente, invadían algunas
la epistemología medieval. Hay otro concepto de igual impor- de las ciudades de Europa Central, miles muriendo en las calles
tancia para los empíricos que debían trabajar con la opinión. Es llenos de espuma, eran, efectivamente, un signo probable de
el signo. Inevitablemente, Shakespeare lo registra: “El menor una peste por venir. Sin embargo, no tiene ninguna importan-
de todos estos signos era probable” [Henry VI.2.78). Leibniz, cia cuáles signos nos parecen significativos y cuáles absurdos.
recorriendo la prehistoria de la probabilidad, está atento prin- Aquí tenemos una concepción muy claramente formulada de
cipalmente a la ley —véase el capítulo 7— pero recuerda cómo una prognosis parcial, que está, por lo tanto, impregnada de
“Jos médicos tienen los distintos signos e indicaciones que están probabilidad más que de certeza y cuya probabilidad surge de
en uso entre ellos” [P.S. v, p. 447]. La historia del concepto de la frecuencia, de lo que ocurre “casi siempre” o bien “frecuente-
signo es de fundamental importancia. En los libros de texto de mente”.
medicina del Renacimiento se hace una distinción característi- Es importante que Fracastoro no es un mero empírico del
ca entre causa y signo. Las causas son, principalmente, causas tipo castigado por Bacon. Uno de los aspectos fundamentales de
eficientes, esto es, lo que enferma a una persona, y los signos no la nueva ciencia del siglo XVII era la distinción entre cualida-
son tanto lo que Ilamaríamos síntomas, sino cualquier cosa des primarias y secundarias. Los filósofos conocen esto por
mediante la cual podemos hacer una prognosis. Para tomar un intermedio de Locke y, así, no entienden la distinción. El
ejemplo casi al azar, en 1574, H. von Braunsweig dice que problema era producir una ciencia —en el sentido escolástico
“Cuando un hombre tiene una gran enfermedad o debilidad y del término— a partir de la alquimia. La solución, hecha
un sudor frio brota sólo alrededor de la nariz, ello es un signo permanente por Robert Boyle, fue insistir en que los fenómenos
muy mortífero”. Eso suena bastante familiar, pero también de la química debian ser explicados por objetos nouménicos en
encontraremos algo más. Aquí cito a Fracastoro (1483-1553) sí mismos, pequefias partículas rebotando, en movimiento,
acerca de la infección, a quien se atribuye, con frecuencia, la pero no coloreadas, que colectivamente ocupan espacio, pero
primera teoría del efecto de los gérmenes en las enfermedades: que no tienen sabor en sí mismas. Fue, por un largo tiempo, un
excelente modelo. No era nuevo para Bacon o Boyle. Como lo
Las infecciones tienen sus propios signos particulares, de los expuso Fracastoro, las cualidades “llamadas primarias gene-
cuales algunos anuncian, de antemano, las infecciones por ran y alteran todo, pero aquellas llamadas secundarias,
venir, mientras que otros indican que ellas ya están presentes. especificamente la luz, el olor, el sabor y el sonido, no actúan
Los signos que son llamados premonitorios vienen del cielo o una sobre otra, sino que, simplemente, sirven para despertar
del aire o de la vecindad del suelo o el agua, y entre éstos los sentidos” [cap. vi]. Así, en el dominio de la causalidad
puede confiarse casi siempre en algunos y con frecuencia en tendremos un conjunto de proposiciones universales que
otros. Por lo tanto, no debería considerárselos a todos como involucran a las cualidades primarias solamente. El conoci-
pronosticadores, sino sólo como signos de probabilidad [1546, miento de esto es conocirniento de cómo funciona el mundo; es
BK libro 1, cap. xiii]. ciencia. No obstante, a nivel de los fenómenos hay algo más.
Cuando el paciente viene a Fracastoro, está lleno de ronchas,
Los signos en cuestión son una colección heterogénea: los apesta, se queja de un sabor fétido en su boca y produce un
planetas en conjunción, cometas frecuentes, fulgores de tem- ruido extrafio cuando se lo percute en la espalda; fundamental-
pestades en untuosas espumas y moho sobre lienzos de secado mente se queja de dolores. Las causas de todo esto yacen dentro
cuando el viento sopla del este. Los enjambres de langostas del paciente y tienen que ver, en última instancia, con los
intrigan al autor y una vez estalla en un verso: “À veces un átomos. Pero todos los signos son cualidades secundarias, y
pequeão ratón puede augurarte una enfermedad. Ninguna sobre estos signos tenemos que hacer una prognosis meramen-

dd 45
te probable. El mundo real se describe mediante verdades 4
universales, pero los médicos renacentistas deben prescribir y
predecir a partir de los fenómenos. Galileo 0 Bacon podían
aspirar al mundo real, en busca constante de la demostración, Evidencia
pero Fracastoro debe hacer sus pronósticos sobre la base de qué
fenómeno sigue a qué otro con mayor frecuencia.
La conexión entre signo y probabilidad es aristotélica. El
“signo”, sin embargo, tenía una vida propia en el Renacimiento,
a nuestros ojos una extravagante y extrafia vida, pero una vida Muchos filósofos modernos afirman que la probabilidad es
que debemos entender si queremos comprender el surgimiento una relación entre una hipótesis y la evidencia a su favor. Esta
de la probabilidad. La vieja probabilidad, como hemos visto, es afirmación, verdadera o falsa, oculta una explicación del
un atributo de la opinión. Las opiniones son probables cuando surgimiento tardío de la probabilidad: el concepto pertinente de
son aprobadas por la autoridad, cuando son atestiguadas y evidencia no existía antes. La manera en que surgió tiene
sustentadas por antiguos libros. Pero en Fracastoro y otros mucho que ver con la forma específica en la que surgió el
autores renacentistas leemos sobre signos que tienen probabi- concepto dual de probabilidad. Una de las precondiciones de la
lidades. Estos signos son los signos de la naturaleza, no los de probabilidad fue la formación de este concepto de evidencia.
la palabra escrita. Sin embargo, veremos, en el próximo capítu- iQué concepto de evidencia? Crudamente, aquel que
lo, que esta antítesis es errónea. La naturaleza es la palabra
algunos filósofos han llamado “evidencia inductiva”. El rótulo
escrita, la escritura del Autor de la Naturaleza. Los signos
tienen probabilidades porque provienen de esta máxima auto- es impreciso, pero al comienzo nos puede recordar el problema
ridad. Es a partir de este concepto de signo que se crea la filosófico de la inducción, casi siempre atribuido al Tratado de
materia prima para la mutación que yo llamo el surgimiento de David Hume, publicado en 1739. Algunos elementos de este
la probabilidad. problema pudieron haber sido anticipados en el Compendio del
pirronismo [II, 204], escrito por el escéptico griego Sexto Empí-
rico (c. 200 d.C). Pero, aparte de esporádicos y fragmentarios
pasajes, casi con seguridad dedicados a otras cuestiones, no
encontramos ninguna indicación sobre el problema de la
inducción hasta Hobbes, o mejor aún, hasta la obra de Joseph
Glanvill, La vanidad de la dogmatización, de 1661. Todos los
estudiantes modernos de epistemologia están de acuerdo en
que el problema de la inducción es de fundamental importan-
cia. La mayoria de los otros problemas básicos pueden identifi-
carse a lo largo de toda la tradición occidental y tienen textos
clásicos en Platón o Aristóteles. ;Por qué, lo que C.D. Broad
llamó el escándalo de la filosofia —el problema de la induc-
ción— ha entrado en escena tan sólo recientemente? Hay una
respuesta simplista. ; Hasta el siglo XVII no había un concepto
de evidencia con el cual plantear el problema de la inducción !
Hay defectos en esta respuesta. Primero, a pesar de
sugerencias como las que se pueden encontrar en Glanvill, en

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1661, es significativo y explicable que el problema de la induc- mal aparece y se queda allí parado, perfectamente visible, ya
ción tuviera que esperar unos ochenta afios a partir de la no hay ninguna necesidad de recolectar evidencia; su apari-
década del surgimiento de la probabilidad. Como explicaré en ción no me proporciona más evidencia de que sea un puerco.
el capítulo 19, Glanvill meramente planta la bandera sobre un Ahora puedo, simplemente, ver que lo es [1962, p.115].
nuevo continente filosófico, descubierto en la misma época que
la probabilidad, pero que no podrá ser explotado hasta que La evidencia de la que nos ocuparemos, entonces, no es “la
otros acontecimientos hayan ocurrido. Pero nuestra respuesta evidencia de los sentidos”. En los ejemplos de Austin, es la
simplista es en parte correcta. Algún concepto de evidencia es evidencia de las cosas, como la cubeta de los puercos y quizá,
condición necesaria para el planteo del problema de la inducción. también, los ruidos y olores notables. Estos objetos olfatorios y
Este problema no aparece en los anales anteriores de la filoso- auditivos no son experiencias privadas sino alborotos y hedores
fia porque no había ningún concepto de evidencia disponible. tan públicos como los chiqueros.
“Evidencia”, sin embargo, es un término demasiado im- La evidencia de las cosas es distinta del testimonio, de la
preciso. Por supuesto, algunos conceptos de evidencia han evidencia de los testigos y de las autoridades. Probablemente
estado dando vueltas durante un tiempo muy largo. En este Austin no mencionó testigos porque parecen accesorios a la
capítulo me propongo definir un concepto de evidencia que, evidencia que las cosas aportan. Dependemos de ellos cuando
afirmo, estaba faltando. En el capítulo siguiente, describiré los no podemos estar en la escena nosotros mismos. Usamos a las
términos en lo cuales éste surgió. Mi definición de este concepto autoridades cuando somos ignorantes. Las personas y los li-
de evidencia debe ser, necesariamente, por vía de la exclusión. bros, sean autoridades o testigos casuales, parecen estar en
Describiré un número de diferentes tipos de evidencia que reemplazo nuéstro. Informan sobre la evidencia que ellos han
existían y los rotularé de diversas formas. Lo que todos éstos podido adquirir y, así, nos parece que no constituyen el tipo
dejan afuera es algo similar a lo que nuestros filósofos han básico de evidencia. El Renacimiento lo interpretaba al revés.
legado a Ilamar “evidencia inductiva”. El testimonio y la autoridad eran primarios y las cosas sólo
Los conceptos de testimonio y autoridad no faltaban: eran contaban como evidencia en la medida que se asemejasen al
demasiado omnipresentes como base del antiguo tipo medieval testimonio de los observadores y a la autoridad de los libros.
de probabilidad, concebido como un atributo de la opinión. El Nuestra forma de distinción entre estas dos clases de
testimonio es el apoyo de testigos y la autoridad proviene del evidencia, el testimonio y la evidencia de las cosas, es bastante
aprendizaje del conocimiento de la antigúedad. Personas pro- reciente. Fue claramente establecida en 1662, al final de la
veen la evidencia del testimonio y la autoridad. Lo que faltaba Lógica de Port Royal. Sus autores llamaban a la evidencia de
era la evidencia provista por las cosas. La evidencia de las cosas los testimonios, externa o extrínseca. Llamaban interna a la
no debe confundirse con los datos de los sentidos, que, en gran evidencia de las cosas. Puede encontrarse esta distinción algu-
parte de la epistemologia moderna, ha sido considerada el nos afios antes, por ejemplo en Hobbes, pero es, en manos de
fundamento de toda evidencia. Por el contrario, deberíamos estos autores, una nueva distinción. Es la distinción que noso-
preocupamnos por el tipo de evidencia que J. L. Austin ha tros hacemos y está caracterizada de una manera que compren-
distinguido con precisión de la mera mirada: demos: la evidencia primaria, la evidencia de las cosas, es
“interna” y, por lo tanto, básica, mientras que el testimonio es
La situación en la que sería apropiado decir que tengo eviden-
“externo”.
cia de la aseveración de que algún animal es un puerco es, por
No sólo sostengo que la distinción es nueva, sino también
ejemplo, aquella en la cual el animal no está a la vista, pero
que el mismo concepto de evidencia interna lo es. No se debe
puedo ver numerosas huellas de puerco en el piso fuera de su
confundir evidencia interna con verosimilitud. Decimos que
refugio. Si encuentro algunas cubetas de comida para puerco,
una proposición tiene verosimilitud cuando es una proposición
esto constituye un poco más de evidencia, y los ruidos y el olor
del tipo de las que son verdaderas. Por ejemplo, cuando en
pueden proveer mejor evidencia aún, Pero, si entonces el ani- 1440, Lorenzo Valla (c.1406-57) expuso la fraudulenta Dona-

48 49
ción de Constantino, lo hizo de una manera que los críticos
Esto proviene de un manuscrito que, bajo el nombre de
textuales modernos encuentran muy extrafia. Por cierto, como
Perspectiva Communis, circuló ampliamente en el siglo XIV.
uno de éstos me sefialó: “No utilizó ninguna evidencia en
absoluto!”. Lorenzo, en cambio, consideró si la Donación es del Sea o no persuasivo el argumento, la forma del mismo parece
tipo de cosas que podría haber ocurrido. Constantino, de acuer- ser lo suficientemente sencilla. La visión ocurre a través de
do con los documentos, donó el Imperio Romano a la Iglesia, líneas de visión perpendiculares al ojo o no ocurre. Tenemos un
después de haberse curado milagrosamente de lepra. Lorenzo hecho conocido incompatible con esto último, por lo tanto, lo
imagina una larga conversación entre Constantino, entregan- primero debe ser cierto.
do el Imperio al Papa Silvestre, y Silvestre declinándolo. Nin- Demostración, testimonio y verosimilitud eran bastante
gún emperador entregaría jamás su dominio, ni ningún Vicario bien comprendidos al comienzo del Renacimiento. Sólo faltaba
de Cristo lo aceptaría. Y véase la misma prosa, continúa la evidencia interna. Ahora bien, decir que no había concepto de
Lorenzo: no es el tipo de cosa que ocurre en un documento evidencia interna, no significa que las personas no usaban lo
histórico. que nosotros llamamos evidencia. Sin duda, los hombres han
Las críticos textuales modernos toman los solecismos y
inferido durante mucho tiempo que había un puerco en el
los anacronismos históricos como evidencia de que un texto es
defectuoso o fraudulento. Ese es el caso de una cosa (estas matorral por el sonido, el olor y las ramas rotas. Pero los perros
palabras particulares) que sirve de evidencia en contra de la y los jabalíes pueden advertir la presencia de un puerco, y no
afirmación de que el libro en su totalidad es apropiado. Como la por ello poseen el concepto de evidencia, No negamos que los
comida para puercos de Austin, son instancias de algo que es hombres del Renacimiento pudiesen sacar ventaja de lo que
evidencia de otra cosa. Podemos reconocer la producción de nosotros llamamos evidencia. Lo que niego es que su descrip-
alguna evidencia en la polémica de Lorenzo, pero el mismo ción de esta práctica fuera, en absoluto, parecida a nuestra
Lorenzo no está argumentando de esa manera. Está diciendo descripción o, ni siquiera, que encuadre en alguna categoría
que este documento no es como un documento verdadero: le actual,
falta verosimilitud. La evidencia, como yo la empleo, es una Naturalmente, no hago aquí ninguna afirmación sobre el
cuestión de inferir una cosa de otra cosa, mientras que la concepto sánscrito o griego de la evidencia. Estoy concentrado
verosimilitud es una cuestión de que una cosa sea o no sea lo en una carencia específica en un momento particular y estoy
que parece o pretende ser.
interesado en lo que ocupaba el lugar de la evidencia. Esto,
El tipo de evidencia que tengo en mente consiste en algo
como veremos, era el “signo”. Lo que le pasó a los signos, al
que sefiala más allá de sí mismo. Esto debe clarificarse aun convertirse en evidencia, es largamente responsable de nuestro
más. Es un sefalamiento no deductivo. Una sola observación concepto de probabilidad. No podemos ni siquiera especular
que sea inconsistente con alguna generalización apunta a la sobre cómo podría haber surgido otro concepto de probabilidad,
falsedad de dicha generalización y, por lo tanto, “sefiala más en otro lugar y tiempo, a partir de las transformaciones en otra
allá de sí misma”. Pero este sefialamiento es por vía de la cultura.
reductio ad absurdum, una forma demostrativa de argumenta- Afirmaré en el siguiente capítulo que el concepto de la
ción. Esta era bien conocida en la scientia de los tiempos evidencia interna de las cosas es principalmente un legado delo
medievales y principios del Renacimiento. He aquí un ejemplo que he de llamar las ciencias bajas: la alquimia, la geologia, la
típico, del Arzobispo de Canterbury, John Pecham (c. 1230-92). astrologia, y, en particular, la medicina. Por defecto, éstas sólo
Proposición 28: La visión ocurre q través de líneas de radia- podían tratar con la opinio. No podían llevar a cabo demostra-
ción que inciden perpendicularmente al ojo. Esto es obvio, ciones y por lo tanto, debían recurrir a algún otro modo de
pues, a menos que la especie del objeto visible haga una prueba. Las ciencias altas, tales como la óptica, la astronomía
impresión precisa en el ojo, éste no podrá aprehender las y la mecánica, todavía codiciaban la demostración y, en muchos
partes del objeto claramente. [Lindberg 1970, p.109). casos, parecían alcanzarla. Podían desdenar la opinio y cual-

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quier nuevo método de argumentación. Surgieron nuevos mo- modo transmite evidencia inductiva en favor de H, pero esa no
dos de argumento, inevitablemente, entre los estudiosos de la era la intención original porque no había concepto de evidencia
opinión. Usaré algunos de los ejemplos más extravagantes inductiva. La superación de la prueba se denominaba, a menu-
tomados de los herméticos, porque ellos ilustran vigorosamente do, una prueba de H. Aquí prueba tiene ese viejo sentido que
lo que me parece importante, pero podemos encontrar exacta- todavía encontramos en expresiones como “prueba de impren-
mente el mismo surgimiento del “signo” y el nuevo tipo de ta” o “el movimiento se demuestra andando”.
evidencia, enlas cuerdas y cautas palabras del geólogo Agrícola La prueba se realiza en circunstancias en las cuales, si se
(1490-1555), quien permaneció en los claustros establecidos, cree en la teoría, se tienen firmes expectativas acerca del
como lo veremos en las especulaciones alcoholizadas del médico resultado. Una aventura, en cambio, no está guiada por ningu-
itinerante Paracelso (1493-1541). na buena teoría y sólo podemos adivinar lo que va a pasar.
Antes de proceder al estudio de los signos, debería hacer Gran parte de la temprana alquimia parece haber sido aventu-
una distinción entre evidencia y experimento. Existe en la ra. Se calentaba, mezclaba, quemaba y pulverizaba para ver
actualidad un debate entre los historiadores de la ciencia qué pasaría. Una aventura podría sugerir una hipótesis que,
acerca de las raíces del “método experimental”. Algunos histo- subsecuentemente, podía ser probada, pero la aventura es
riadores atribuyen el método a la creciente autoconsciencia de previa a la teoria.
la nueva mecánica. Su principal héroe es Galileo, un hombre Una aventura es un fin en sí mismo. Efectivamente, la
que, si bien no experimentó tanto como una vez se pensó, última aspiración puede ser producir oro o descubrir más sobre
admiraba e imaginaba muchos experimentos. Otros historia- el universo, pero la aventura se realiza por sí misma. À esto
dores enfatizan el papel de las ciencias bajas, haciendo hinca- contrastamos el diagnóstico. En un diagnóstico, por ejemplo, se
pié en los extrafios laboratorios de los nuevos médicos y alqui- agregan sustancias a la orina de un hombre enfermo, se recoge
mistas. Aun una tercera escuela histórica afirma que existen el precipitado y se lo macera. Quizá sólo se pueda conjeturar el
diferentes tradiciones experimentales que convergen en el siglo resultado, pero no es una pura aventura. Más bien, de las
XVII. Como discutiré el origen del concepto de algo como características del precipitado se infiere qué está mal con el
“evidencia inductiva”, podría parecer que yo pueda contribuir a paciente. El cirujano corta a personas vivas y el anatomista lo
este debate sobre los orígenes, pero esa impresión es mayor- hace con los muertos, pero el médico debe contentarse con la
mente ilusoria. lectura de los signos en su laboratorio.
Para comenzar, debemos distinguir, abstractamente, Pruebas, aventuras, disecciones y diagnósticos, todos
numerosos tipos de experimentos. Los llamaré, para una fácil proveen “evidencia”. La evidencia que aportan es de diferentes
referencia, la prueba, la aventura, el diagnóstico y la disección. clases. La prueba refuta demostrativamente una hipótesis o
La disección es una cuestión de desarmar algo para ver qué hay bien la corrobora. La aventura sugiere una teoría. La disección
adentro. Tiene una motivación mayormente visual. Las prime- exhibe el funcionamiento interno del hombre y animales. Mi
ras disecciones de Vesalio y sus compaúeros han sido muy discusión precedente ha excluido todas estas clases de eviden-
estudiadas en la historia de la ciencia, aunque, sin duda, las cia. La Edad Media poseía un concepto de cada clase de eviden-
tesis positivistas, más recientes, de ver para creer, han cia suministrada por tales experimentos. Sólo el diagnóstico
distorsionado nuestro entendimiento de lo que una vez se hizo recibe, en el Renacimiento, una nueva conceptualización. Utili-
en la sala de disección. La prueba es enteramente diferente y za una cosa, el precipitado, como evidencia de otra cosa, el
opera por esa visión interna que es la deducción. Uno prueba estado interior del hombre. No es simplemente una cuestión de
una hipótesis H cuando H implica que si ocurre un suceso 5, mirar, ni una cuestión de probar, ni una cuestión de conjeturar
entonces un resultado R le seguirá. Se intenta hacer que S una nueva ley a la luz de una aventura. Es la evidencia de una
ocurra. Si R no le sigue, entonces H queda invalidada. Si R cosa que sefala más allá de sí misma.
ocurre, H entonces queda corroborada. Hemos llegado a pensar El “método experimental” es, verdaderamente, de mu-
en un resultado positivo de una prueba como algo que de algún chas clases y tiene muchos orígenes. La evidencia interna de

A 55
las cosas no necesita ser conceptualizada antes de que haya un culares en favor de cosas particulares. Anteriormente, la “prue-
método experimental. El diagnóstico no tiene tanto que ver con ba” de las generalizaciones usaba modos deductivos de
el origen del método experimental. Puede, sin embargo, tener inferencia, como en el caso de mi cita de Pecham. Cuando todos
algo que ver con la interpretación en el siglo XVII, cuando “el los experimentos comenzaron a ser concebidos como diagnósti-
método experimental de razonamiento” fue exaltado sobre todo cos, ya no se estaba diagnosticando el estado de un hígado
lo demás. Se puso en boga considerar todo experimento como lo oculto, sino más bien, las leyes ocultas del universo y, así, la
que yo he llamado diagnóstico. En la vieja tradición Aristotélica inferencia inductiva para realizar generalizaciones y la
la scientia debía proceder mediante la demostración de los indueción de particulares en particulares llegaron a ser conce-
efectos a partir de las primeras causas. En la nueva ciencia, se bidas como pertenecientes al mismo ramo.
debía inferir las causas a partir del experimento. Las viejas De esta manera, admito que mi tesis sobre el origen del
causas llegaban a la esencia de las cosas. Las nuevas causas concepto de evidencia puede relacionarse con los debates actua-
eran causas eficientes, que explicaban cómo las cosas funcio- les sobre el método experimental. Esto no se debe a que
nan. Se inferían las causas eficientes a partir del experimento. nuestros bajos científicos fuesen peculiarmente experimenta-
Se infería algo pequeão, interno, atómico y preciso a partir de les, sino a que un tipo de experimento al que se dedicaron tenía
algo grande, exterior, grosero e inexacto. Así como el médico mucho que ver con la subsiguiente interpretación de toda la
leía el estado de su paciente en los signos de la orina, así se ciencia postaristotélica. Sn duda, la tecnologia inventada por
suponía que el científico leía el estado del mundo atómico los protoquímicos afectó lo que los hombres hicieron, pero el
usando sus imperfectas herramientas de diagnóstico. En esta verdadero efecto, de importancia duradera para la nueva civi-
forma la prueba, por ejemplo, fue transformada. Las pruebas lización, puede residir en cómo los hombres pensaron acerca de
de la vieja scientia eran demostrativas y el resultado de pasar lo que hacían. Las probabilidades y la nueva comprensión de
una prueba era precisamente eso: pasar una prueba. Pero enla qué era un experimento tenían ambas, como precondición, la
nueva filosofia de las ciencias inductivas, el resultado de pasar transformación de un viejo concepto de signo en un nuevo
una prueba era obtener nueva evidencia inductiva en favor de concepto de evidencia. Es lo que debemos describir ahora.
la hipótesis. Se estaba, de alguna forma, diagnosticando la
buena salud de la hipótesis. La metodologia de la ciencia de
Karl Popper, brillantemente expuesta en su Lógica del descu-
brimiento científico, es un intento de expulsar de la ciencia a los
alquimistas, a los médicos y sus experimentos diagnósticos,
haciendo que la ciencia retorne a un simple modelo demostra-
tivo.
Podemos ahora comprender mejor una cierta ambigúe-
dad en la terminologia actual del filósofo: “evidencia inductiva”.
Ha llegado a significar dos cosas. Por un lado es evidencia de
una generalización o, incluso, de una ley de la naturaleza,
obtenida a partir de observaciones particulares y experimen-
tos. Por otro lado, es la inducción de lo particular en lo particu-
lar. Hume, de hecho, considera principalmente ésta última,
como cuando se pregunta si este pedazo de pan frente a mí es
nutritivo. J.S. Mill fue tan lejos como para sostener que toda
inferencia es de particulares en particulares, siendo las genera-
lizaciones, meramente, el esquema de inferencias particulares.
En el Renacimiento surgió primero la evidencia de cosas parti-

Do
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5 cia, para bien o para mal, y una en la cual trabaja a través de
otras cosas, como en pinturas, piedras, hierbas, palabras, o
cuando ella fabrica cometas, similitudes, halos y otros produc-
Signos tos anormales de los cielos,

Estas son las palabras de Paracelso [Obras, xii, p.460]. En


su propio tiempo (1493-1541) se lo llamaba “el Lutero de los
médicos”. En la era siguiente, John Donne lo describiría, en
Para comprender el nuevo tipo de evidencia delineado en el versos, como un revolucionario más grande que Copérnico. Sin
embargo, en la mente de Paracelso esa extrafia secuencia al
capítulo precedente, no debemos mirar hacia los físicos compi-
final de la cita: bilder, stein, kreuter,woôrter [...] cometen,
tiendo por el conocimiento demostrativo sino a los proveedores similitudines, halones und ander des gestirns unnatirliche
de opinión que yo he llamado científicos bajos. Los primeros generationes eran, todos, lo que la moderna filosofia Ilama una
empíricos, a quienes Francis Bacon tanto denigró, eran princi- “clase natural”, especificamente una colección entre cuyos ele-
palmente alquimistas, astrólogos, mineros y médicos. Todos mentos existe una manifiesta similitud familiar. Las semejan-
aquellos dotados de una viva curiosidad exploraban cada oficio, zas entre palabras y piedras, hierbas y cometas, están ahora
de modo que no existe una marcada división entre altos y bajos. perdidas para nosotros, sin embargo, es el esquema conceptual
Cardano, el autor del primer libro sobre probabilidades, tenía que genera tales semejanzas lo que debemos tratar de pene-
fama tanto por su habilidad en medicina como por su talento en trar. Estos no son los agrupamientos ociosos de un hombre que
matemática pero, a pesar de la amplitud de sus intereses, no es propenso a las distinciones: “El médico debe saber que
hay cien, quizá más de mil, tipos de estómago”, dice Paracelso
puede llamárselo, con seguridad, un estudioso de las ciencias con desdén hacia aquellos que tienen una sola panacea para
bajas. Copérnico, bien versado en la ciencia médica, fue un todos los dolores de estómago [VI, p.153]. Tampoco es un
científico alto. Sin embargo, podría ser discutible la ubicación incondicional recitador de cuentos:
de individuos que fueran autores de algún trabajo que con
frecuencia categorizamos en uno u otro lado. No compilo mis libros de texto a partir de extraetos de
Herbert Butterfield ha alertado, correctamente, respecto Hipócrates o Galeno. En incesante tarea los creo nuevamente,
de que los estudiosos que tratan de teorizar sobre la alquimia fundándolos en la experiencia. Si quiero probar algo, lo hago,
“terminan tifiéndose con la clase de locura que intentaron no citando a las autoridades sino mediante experimentos y
describir” [1957, p.129]. Si pudiésemos estudiar la ciencia alta razonamiento [Sudhoff 1894, 1, p.29).

del Renacimiento —por ejemplo a Copérnico— nos manten-


Paracelso es un punto focal conveniente para nuestro
dríamos bastante cuerdos. Pero la probabilidad surge de la
estudio de los signos. Sus biógrafos lo retratan como a una
ciencia baja. Alrever el trabajo de los empíricos no tiene ningún
figura extrafia, un tanto más extravagante que muchos otros
valor decir, seriamente, que combinan ciencia y ocultismo, y
médicos itinerantes herméticos, que podrían haber servido de
luego dejar afuera lo “oculto”. Debemos, en cambio, tratar de
modelo para Fausto. Las historias modernas de la medicina lo
absorber un esquema alienígeno. Debemos tratar de compren-
reconocen como el hombre que llevó la química a la medicina,
der una ciencia,
al tratar a los pacientes no sólo con hierbas y semillas sino
también con destilados y precipitados. Se recuerda que desafió
en la cual hay dos clases de operaciones, una, producida por la
naturaleza misma, en la que existe un hombre seleccionado a la teoria de la antipatía de Galeno, al tratar dolencias median-
través del cual la naturaleza trabaja y transmite su influen- te sustancias similares, en lugar de opuestas. Su nueva teoría

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de los elementos —mercurio, sal y azufre— fue un gran estí- los comentarios. El mayor repudio fue el de Martín Lutero.
mulo para la química. Pero, a parte de esto, su lugar en las Pero Lutero no nos invitó a dejar el aprendizaje en los libros.
historias corrientes es incomparablemente menor que su fama Vituperó los testimonios vanos y nos dijo que volviésemos al
en, digamos, el 1600. Fue una figura de la época, venerado Libro, al testimonio real.
como un gran hombre por varias generaciones y luego casi El Renacimiento, efectivamente, luchó por liberarse de
olvidado. la palabra escrita y adoptar el estudio de la naturaleza me-
Las ciencias altas del Renacimiento han recibido mucha diante experimentos. Pero los revolucionarios se concebían a sí
atención erudita, pero recién ahora se ha comenzado a estu- mismos como volviendo a las palabras que realmente han sido
diar la ciencia baja. Su papel en la formación del pensamiento escritas. He aquí a Paracelso:
Europeo está en discusión. Aquí no nos concierne la cuestión
en general, sino solamente la noción de signo. Su estructura El primer y más elevado libro de medicina se lama Sapienta.
Sim este libro nadie puede alcanzar nada fructífero [...], pues,
comienza con una perogrullada que mi última cita de Para-
este libro es el propio Dios [...] El segundo libro de medicina es
celso debe haber recordado: al principio del Renacimiento los el firmamento [...] pues es posible escribir toda la medicina en
libros eran demasiado reverenciados. Indudablemente, hay las letras de un libro [...] y el firmamento es tal libro, que
más en la veneración por los manuscritos antiguos que el mero contiene todas las virtudes y todas las proposiciones [...] las
respeto por una cultura clásica recién descubierta, pero este estrellas en el cielo deben ser tomadas juntas a fin de que
no es nuestro tema. Más bien, estamos preocupados por la podamos leer la oración en el firmamento. Es como una carta
transformación del estudio de los libros al estudio de la natu- que nos ha sido enviada desde lejos y en donde la mente del
raleza. Nótese, de pasada, cuán perfectamente las permanen- escritor nos habla [X1,171-6].
tes copias y comentarios encajan con la probabilidad de la
opínio. “Probable” significaba “aprobado por los sabios”. Si Muchos lectores pensarán que Paracelso habla metafóri-
camente de libros, oraciones, letras, alfabeto y lectura. Habla,
seguimos la exhortación de escribir sólo lo que es probable o
efectivamente, de “leer la orina”, puede objetarse, pero también
demostrado, entonces, en ese viejo sentido de “probable” , es
lo hace el último folleto de instrucciones sobre cómo usar el
una verdad analítica que debiéramos recopiar las palabras de equipo de una prueba de embarazo. El folleto habla metafórica-
otros. Aquél que busca una opinión probable, por necesidad, mente. ; Por qué no, también, Paracelso? La respuesta es doble.
sólo puede ser un copista o un comentarista. Primero, porque él mismo no hace distinciones. Segundo, y más
Paracelso y otras mil voces llegaron a protestar en con- importante, porque el sentido literal de sus palabras es esencial
tra de la vana repetición de Galeno, Avicena y otros similares. para el sentido de su sistema. Para verlo debemos profundizar
Pero ellos no dijeron: abandonemos esta evidencia externa y un poco más en su esquema-de las cosas.
procedamos a la evidencia interna. No dijeron: dejen de copiar Es bien conocido cómo Galeno conducía la medicina basa-
do en el principio del término medio. Las afecciones debian ser
y miren los hechos. Más bien, dijeron: dejen de estudiar malos
tratadas por contrarios. Las dolencias calientes requieren me-
libros y comiencen a estudiar los buenos. “;Cómo puede guiar- dicinas frías y las enfermedades húmedas agentes secadores.
se al hombre iletrado fuera de la ignorancia y hacia la cien- Trátese el exceso de y mediante algo deficiente en y para, de
cia?” - “No mediante sus libros, sino los de Dios.” - “iCuáles son este modo, restablecer el balance. Paracelso se rebeló; dijo que
éstos?” - “Aquellos que escribió con sus propios dedos.” - “:Dón- debemos dar tratamiento por similitud y no por diferencia.
de puede encontrárselos?” - “En todas partes.” Nicolás de Cusa Para curar una gran dosis de veneno, trátese con una peque-
(1401-64) lo escribió en su diálogo Idiota [1967, p.217]. Mucho fiísima dosis del mismo veneno. Para curar el hígado, trátese
antes del nacimiento de Paracelso ya los radicales rechazaban con una hierba que tenga la forma de hígado. Le gustaba citar

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la afirmación de Hipócrates de que el experimento es fútil. Esto proporcionada por Georgius Agricola en De re metallica [1556].
sería así, decía, en el tiempo de Hipócrates, “ipero ahora Gy método de leer los signos en la superficie de la tierra
tenemos una teoría!” Como sabemos qué tipos de remedios seguramente (creemos) ayudará al minero y al empresario, a
quienes está destinado el libro. Aplaudimos su cauta crítica de
serán buenos para qué clases de malestares, podemos comen-
zar a experimentar con dosis exactamente medidas. los pretendidos méritos de la adivinación de la existencia de
minerales a partir de las sacudidas de una rama de avellano.
Cualquier teoría que trate la enfermedad por similitud
Este es un hombre que comprendía la noción de la evidencia. Es
requerirá una teoría de la similitud. Paracelso la tiene. Es la uno de nosotros, pareciera; Paracelso, en cambio, nos parece
doctrina de las sefiales. Cada cosa tiene una sefial y el médico bastante extrano. Si bien, cuando miramos nuevamente, en-
debe dominar las seiales. Las sefiales se derivan, en última contramos que Agricola también nos está diciendo cómo leer
instancia, de las oraciones en las estrellas, pero un generoso correctamente y cómo encontrar las Oraciones, sobre la super-
Dios las ha hecho legibles en la Tierra. Todo está escrito. La ficie de la tierra, que dicen qué minerales están debajo. Debe-
Naturaleza mos aceptar que Agricola (nacido en 1490) y Paracelso (nacido
en 1493) usan los mismos conceptos, aunque tienen estilos
indica la edad de un ciervo por las terminaciones de sus diferentes. Tampoco es éste un fenómeno del “renacimiento
cuernos e indica la influencia de las estrellas por sus nombres. alemán”. En Padua, la capital intelectual del mundo, encontra-
Así también hizo que la hepática y el ombligo de Venus tuvie- mos a Fracastoro (nacido en 1483) diciéndonos que “la tierra
ran hojas con la forma de las partes que pueden curar [...] misma les dará los signos”, “como si supiese lo que vendrá,
(Las hojas del cardo no pinchan como agujas? Gracias a este mientras se estremece y suspiros salen de sus entraiias”.
signo el arte de la magia descubrió que no hay mejor hierba Cuando el mundo dio una sefial de p, dio fe de p. En consecuen-
contra la picazón interna [XIII, pp. 376-7]. cia, en el viejo sentido de “probable”, p era probable. La propo-
sición p no era probable en nuestro sentido de la palabra, el de
En nuestro esquema conceptual los nombres de las estre- tener a su favor mucha evidencia surgida de la experiencia. Era
llas son arbitrarios pero los salientes de la cornamenta no. Para probable en el viejo sentido de la palabra, el de haber sido
Paracelso ambos son signos y las cosas tienen nombres verda- testificado por una autoridad establecida.
deros y reales. Frecuentemente despotricaba contra sus con- Sin embargo, ;cuándo se puede confiar en los signos?
temporáneos y los antiguos porque Ilamaban a las cosas por un Porque, si bien una lectura al libro del universo, si fuera
nombre erróneo, habiendo olvidado, quizás en la época de completa, sería siempre confiable, todavía no hemos consegui-
Babel o en la de la Caída, cuáles eran realmente los nombres. do leer la gran oración que está escrita en el firmamento, por lo
Por ejemplo, Paracelso sabía que el metal mercurio, en la dosis que debemos depender del microcosmos a nuestro alrededor.
correcta, curaría la sífilis y, de este modo, estableció la práctica No todos los signos son igualmente confiables. Como dijo
médica durante tres siglos. Lo sabía a pesar del hecho de que Fracastoro: “Algunos signos son casi siempre, otros son a veces,
sus colegas estaban matando a sus pacientes, por tratar dignos de confianza” y éstos son “signos con probabilidad”. Es
aleatoriamente a los sifilíticos, entre otros, con mercurio. La aquí donde encontramos la vieja noción de probabilidad como
sífilis está signada por el mercado en donde se contrajo; el testimonio asociada con la de frecuencia. Es aquí donde las
planeta Mercurio ha signado el mercado; el metal mercurio, regularidades estables y semejantes a leyes se convierten, al
que lleva el mismo nombre, es, por lo tanto, la cura para la mismo tiempo, en observables y dignas de observación. Son
sífilis. parte de la técnica de lectura del verdadero mundo.
Obtener el signo era cuestión de leer el Libro Verdadero. En el capítulo 2 destaqué la dualidad de la probabilidad
Herméticos extravagantes como Paracelso nos dicen eso, pero que surgió alrededor del 1660. Por un lado es epistemológica y
no necesitamos consultarlos a ellos exclusivamente. Es un tiene que ver con el sustento suministrado por la evidencia. Por
alivio retornar a la sobria instrucción, como por ejemplo, la el otro lado, es estadística y tiene que ver con frecuencias

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