Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Juan Redmond
Instituto de Filosofía
Universidad de Valparaíso
Conicyt (Fondecyt N° 1141260)
Resumen
De los enfoques que postulan objetos abstractos, uno de los que ha merecido mayor atención por su
alcance e influencia en el trabajo de diversos filósofos, es el del filósofo austríaco Alexious Meinong
(1853-1920). El objetivo de nuestro artículo es presentar los lineamientos generales de su perspectiva
y la de aquellos que recogen la tradición iniciada por él. Sus ideas principales, presentes en su libro
Über Gegenstandstheorie (Meinong, 1904), se construye a partir de la noción de intencionalidad, es
decir, de actos intencionales que implican objetos no existentes. Dos principios dan cuenta del com-
promiso realista de su postulación de objetos abstractos y se construyen a partir de la distinción entre
el ser (Sein) de un objeto y su ser-de-tal-modo (Sosein). Pero lo conducen al mismo tiempo a incon-
sistencias y contradicciones que el mismo Bertrand Russell le puntualizará con énfasis. Las soluciones
propuestas por uno de sus alumnos, Ernst Mally, son exploradas en las obras de destacados neo-
meinongianos: Terence Parsons y Edward Zalta y Graham Priest.
INDICE
1. Referencia directa y objetos no existentes .................................................................................................. 1
2. Dos principios ............................................................................................................................................... 2
3. Tipos de ser y de objetos.............................................................................................................................. 3
4. Críticas de Bertrand Russell ......................................................................................................................... 5
5. Meinong y Meinongianos: ficción, inconsistencias y contradicciones ......................................................... 5
6. Terence Parsons y las propiedades nucleares y extranucleares .................................................................. 6
7 Zalta y los dos tipos de predicación: ............................................................................................................. 9
8 Algunas notas críticas a propósito de las perspectivas meinongianas ........................................................ 11
9 Crítica al principio de caracterización: Graham Priest ................................................................................ 11
Mundos imposibles .................................................................................................................................... 12
Principio de caracterización contextual ..................................................................................................... 13
10. Referencias ............................................................................................................................................... 15
Sin embargo, la teoría de la referencia directa propuesta por los irrealistas tiene dificultades respecto
a los nombres vacíos, es decir, nombres de cosas que no existen. Especialmente con los enunciados
existenciales negativos, es decir, los que afirman la no existencia de un supuesto objeto referido por
el nombre propio vacío. Una solución posible, la de Meinong y los meinongianos (Parsons y Zalta,
por ejemplo), consistiría en aceptar el compromiso ontológico de los términos singulares que se uti-
lizan para señalar, por ejemplo, ficciones. En este sentido, en las historias de ficción, la referencia de
los nombres de los personajes son individuos que no existen.
2. Dos principios
Según Meinong los objetos en general son gobernados por dos principios estrechamente ligados y
que determinan su naturaleza. Cabe notar que la noción de objeto en Meinong es bien extendida: él
llama objeto a todo lo que puede ser experimentado. Es decir, a todo lo que puede ser el objetivo (o
blanco) de un acto mental. Es más extendida en la medida que lo existente no se reduce explícita-
mente a lo que se ubica en el espacio y el tiempo. También existe la clase de los no seres. Lo mismo
sucede con los objetos imposibles como el círculo cuadrado o los objetos raros como “el pensa-
miento de sí mismo”. Más abajo daremos más detalles.
Una categorización de los objetos desde el punto de vista intencional de nuestras experiencias men-
tales sería el siguiente:
Objeto Objetivo
[Objekt] [Objektiv] Dignitativo desiderativo
[Dignitativ] [Desiderativ]
Rojo Rojo es un color Lo atractivo del rojo El fruto debe ser rojo
En la perspectiva meinongiana, los objetos se rigen por dos principios: (1) el principio de la indepen-
dencia del ser-de-tal-modo (Sosein) respecto del ser (Sein)1. En efecto, el ser-de-tal-modo refleja la
forma en que se considera un objeto en relación a sus propiedades: ser de tal modo o de tal otro se-
gún las propiedades que lo caracterizan; y (2) el principio de indiferencia2 que sostiene que, en sí
1 “Prinzip der Unabhängigkeit des Soseins vom Sein” (Meinong, 1904b, §3–4)
2 “Satz vom Außersein des reinen Gegenstandes”(Meinong, 1904b, §3–4)
mismo, el objeto puro es indiferente al ser. En efecto, Meinong sostiene que la existencia o no exis-
tencia de un objeto es independiente de su constitución interna; en este sentido, el ser (Sein) de un
objeto nunca es deducible de su ser-de-tal-modo (Sosein): un objeto es siempre exterior al ser
(außerseiend).
De este modo vemos como los objetos para Meinong son indiferentes a la noción de existencia y a
las otras modalidades de presencia de los objetos que detallaremos más abajo. Podemos decir que los
objetos en Meinong son exteriores a la ontología en el sentido que no cargan con las restricciones de
ésta. La institución de un objeto por medio de un conjunto de propiedades se realiza a partir del ser
exterior en la medida en que queda anulada la cuestión de la existencia. En lo que respecta a la fic-
ción literaria, hay en ese “ser exterior” un punto esencial en el sentido de que, independientemente
de la cuestión de saber si el objeto de una descripción literaria es una entidad existente o no, pode-
mos afirmar que él es tal y como la descripción lo define. En este sentido, la sentencia canónica de
Meinong: "hay objetos que no existen", encuentra su sentido en la medida en que uno puede tener en
cuenta los objetos independientemente de su existencia. Más tarde, vamos a ver cuáles son los lími-
tes de una perspectiva de este tipo en relación con la identidad de los personajes de una obra de fic-
ción y a través de diferentes volúmenes de una serie.
Formulado por Ernst Mally –alumno de Meinong- en 1903, el Principio de Independencia afirma
que "el ser-de-tal-modo de un objeto no se ve afectado por el no-ser". Es decir, el hecho de tener
propiedades es independiente de la cuestión de si un objeto tiene un ser o no. De acuerdo con
Meinong este principio combina varias reivindicaciones. Sobre todo (1) el principio de caracteriza-
ción, que postula que cada objeto posee las propiedades que lo caracterizan (por ejemplo, "la rosa
roja posee la propiedad de ser una rosa y la propiedad de ser roja, respectivamente); y (2) la denega-
ción del supuesto ontológico que rechaza que no existan afirmaciones verdaderas sobre cosas que no
tienen ser (Routley 1980).
El principio de indiferencia afirma que “los objetos son por naturaleza indiferentes al ser, pero en
todo caso uno de los dos modos, su ser o su no ser, subsiste [es el caso]”. Esta formulación parece
menos engañadora que la afirmación según la cual « el objeto puro » está más allá del ser y del no
ser [der reine Gegenstand stehe ‘jenseits von Sein und Nichtsein’]. De acuerdo con esta última, tanto
el ser como el no ser no pertenecen a la constitución de la naturaleza de un objeto, lo que no quiere
decir que el objeto no posea ninguna de las dos. Desde un punto de vista lógico, la ley del tercer ex-
cluido continua siendo válida. Aunque el no ser de un objeto pueda ser garantizado por su naturaleza
(su ser-de-tal-modo) –como en el caso del círculo cuadrado– el no ser no pertenece a su naturaleza.
En otras palabras, el ser (o el no ser) no son parte de la naturaleza de un objeto. Sin embargo, la ley
del tercero excluido estipula que a cada objeto le corresponde necesariamente uno de ellos.
La indeterminación en relación al ser no debe confundirse con la indiferencia respecto del ser: el ser
exterior [Außersein], porque cada objeto tiene un ser exterior mientras que sólo algunos de ellos no
están determinados con respecto al ser (Meinong 1915, § 25).
Para Meinong, la determinación más general del ser-de-tal-modo (Sosein) es ser un objeto, mientras
que la determinación más general del ser es el ser exterior [Außersein].
Veamos ahora una tabla no intencional de las diferentes categorías de objetos, sin considerar los ca-
sos paradojales o absurdos:
Para Meinong el ser tiene dos modos: la existencia E! (conectada con el tiempo) y la subsistencia S!
(que es intemporal). Y estipula que la existencia implica la subsistencia, y que la no subsistencia im-
plica la no existencia (Meinong 1915, §11, 63). Todos los objetos que subsisten son completamente
determinados respecto del ser, pero no todos los objetos completos son existentes o poseedores de
ser (Meinong 1915, §§25-7, 169-202).
E !S !
S !E !
x(S !x x está determinado en relación al ser)
[x(x es completo (x existe x posee ser)]
La distinción ideal-real en Meinong puede explicarse por los conceptos de existencia, subsistencia y
simple subsistencia [blossen Bestand]. Un objeto real (Meinong 1978, 252–3, 366–7) existe como
realidad exterior [äußerlich] como en el caso de una silla o un pájaro; o bien podría existir de
acuerdo a las condiciones que lo determinan [innere Realität], como en el caso de una silla de oro.
En este sentido hay cosas reales que son o bien físicas o bien psicológicas.
Si un objeto que subsiste también existe, es un objeto real, pero si un objeto que subsiste no puede
existir (es decir, puede simplemente subsistir), es un objeto ideal. Por lo tanto, los objetos ideales no
existen. Hay también los objetos ideales que no subsisten, como por ejemplo, el ser un biángulo. Las
ausencias, los límites, el número de sillas (existentes o no existentes), similitudes y objetivos, son
nuevos ejemplos de objetos ideales (Meinong 1899, § 6, 1910, § 12).
Algunas de las proposiciones que involucran objetos imposibles (por ejemplo, “el círculo cuadrado
es circular y no circular”) son contradictorias. Incluso si es un hecho que el existente rey de Francia
(o el círculo cuadrado) no existe, debemos concluir (con la ayuda del principio que afirma que los
objetos poseen las propiedades que los determinan) que existe.
Russell cree que puede ofrecer una solución radical a las inconsistencias de Meinong con la aplica-
ción de la teoría de las descripciones definidas. Una descripción definida es una expresión de la
forma " la/el X" o "el tal y tal", donde X describe un solo individuo (por ejemplo, el presidente de
Francia o al autor de Madame Bovary) y, en este sentido, se comporta como un nombre propio
(como París o Londres). En su enfoque, Russell trata descripciones definidas (normalmente expre-
sada en la forma general xPx) como símbolos incompletos que deben ser eliminados a favor de la
utilización de expresiones existencialmente cuantificadas.
De acuerdo con Russell, los problemas surgen de la opinión incorrecta de que la forma gramatical
del lenguaje corresponde siempre a su forma lógica (idea original de Frege), y si una expresión tiene
sentido, pues, siempre debe tener un significado que se establece en términos de su correspondencia
con los hechos. Sin embargo, expresiones que señalan individuos del tipo "el tal y tal" (descripciones
definidas) parecen ser expresiones referenciales, pero no refieren necesariamente. Si la teoría de
Meinong está dispuesta a transgredir la ley del tercero excluido es porque, según Russell, Meinong
cree, erróneamente, que estas expresiones son referenciales. Es pertinente señalar aquí que el tér-
mino referencia posee aquí un sentido externalista fuerte: que siempre hay un elemento fuera del len-
guaje y al cual señalan las descripciones.
La respuesta de Meinong a esta crítica consistió en enfatizar la distinción entre "ser existente" [Exis-
tierend sein ] como una determinación del ser-de-tal-modo, y "existencia" ("existir" [Existieren])
como una determinación del ser. La distinción de Meinong entre los juicios del ser-de-tal-modo y los
juicios de ser, vinculados con el principio de indiferencia (que dice que el ser no pertenece a la natu-
raleza del objeto: el ser-de-tal-modo), recuerda la máxima de Kant que niega que el ser sea un predi-
cado real. Meinong, que tampoco acepta el argumento ontológico de Descartes, sostiene que el "ser
existente" es una determinación del ser-de-tal-modo. En este sentido, el "ser existente" se puede
aceptar incluso para los objetos como la "existente montaña de oro" o para “el existente círculo cua-
drado” donde la existencia, que es una determinación del ser, no pertenece ni a uno ni al otro
(Meinong 1907, § 3, 1910, §20, 141 [105]). En otras palabras, de acuerdo con el principio de la ca-
racterización, "la montaña de oro existente", y “el existente círculo cuadrado” son existentes pero no
existen. Russell no acepta la diferencia entre "ser existente" y "existir".
Las críticas más tenaces contra los principios de la caracterización y comprehensión se remontan a
Russell y se han considerado durante mucho tiempo como una refutación definitiva de la perspectiva
de Meinong. Ellos son: (i) la objeción de inconsistencia, (ii) la afirmación de que el principio de
comprensión ayuda a mostrar que todo existe (producción a priori de las cosas). Veamos estas críti-
cas con más detalle:
(i) en relación a la objeción de inconsistencia, si tenemos en cuenta que en la literatura hay caracteri-
zaciones inconsistentes, el CP nos obliga a reconocer no solo objetos posibles sino también objetos
imposibles. En efecto, hay objetos que instancian caracterizaciones que no respetan el principio de
no contradicción, al modo del famoso ejemplo de Quine (1948): “the round square cupola of Berke-
ley College” que por tal razón sería un objeto imposible.
(ii) si el UCP fuera la única condición, podríamos poner en marcha un argumento ontológico general
que nos permitiría probar la existencia de cualquier cosa. Por ejemplo, podemos elegir la condición
φ[x] = "x es de oro x es una montaña x existe", y el resultado sería una existente montaña de
oro.
Las objeciones de Russell fueron consideradas por los meinongianos y como reacción dieron dife-
rentes soluciones a los inconvenientes de inconsistencia y de generación a priori de objetos. En
efecto, variadas interpretaciones filosóficas y reconstrucciones lógico-semánticas demostraron que la
teoría de los objetos Meinong era sostenible en algunos aspectos. Hay al menos tres formas diferen-
tes para apoyar la teoría de objetos de Meinong:
(i) A partir de la distinción nuclear/extranuclear propuesta por Ernst Mally y seguida por Terence
Parsons; (ii) por la consideración de una doble cópula –igualmente originado en ideas de Mally- y
seguido por Edward Zalta: un objeto es tal o cual cosa (una propiedad) de dos modos: 1. está deter-
minado [determiniert sein] por tal propiedad o 2. satisface [erfüllen] tal propiedad. Esto significa que
hay dos modos de predicar una propiedad: codificación y ejemplificación, respectivamente; (iii)
adoptando una lógica paraconsistente (Routley, Priest).
Otra dificultad a la cual debe confrontarse la perspectiva meniongiana es la presencia de objetos que
poseen propiedades contradictorias. En general, de un punto de vista ontológico, los meinongianos
aceptan los objetos contradictorios, pero la admisión de tales objetos produce inconvenientes lógi-
cos. De hecho, la aceptación de objetos contradictorios amenaza la coherencia del discurso ficcional
en la medida en que las afirmaciones que conforman la narración no respetan el principio de no con-
tradicción. Es el caso, por ejemplo, en que un personaje X es una manzana y no es una manzana al
mismo tiempo. Además, si uno está dispuesto a aceptar que las ficciones son objetos incompletos,
queda en cuestión al mismo tiempo la ley del tercero excluido, esto es, habría elementos para los que
no es cierto que son P o no P.
De hecho, entre las diversas reconstrucciones lógicas de la teoría de los objetos de Meinong, el enfo-
que de Terence Parsons es uno de los más notables y el que utiliza la distinción introducida por Ma-
lly entre propiedades nucleares y extra-nucleares. Mediante el uso de esta distinción, así como de
ciertas restricciones que se detallarán más adelante, Parsons trata de hacer aceptable la perspectiva
meinongiana. En efecto, de este modo proporciona soluciones a los retos que plantea la considera-
ción de los objetos en relación a propiedades que los caracterizan y que fueron mencionadas antes en
el cuento o novela.
Por lo tanto, Parsons adopta la distinción entre las propiedades nucleares y extra-nucleares y los
ejemplos que usa son: para las propiedades nucleares: ser de oro, ser una montaña (Parsons 1980,
p.23). En cuanto a las propiedades extranucleares, distingue cinco categorías: (i) ontológica (existir,
ser mítico, ser ficticio), (ii) modal (ser posible, ser imposible), (iii) intencional (ser pensando por
Meinong, ser venerado por alguien), (iv) técnicas (ser completo) (Parsons 1980, p.23). El principio
de comprehensión en la perspectiva de Parsons, efectivamente, corresponde solo a las propiedades
nucleares. Así, las propiedades que al combinarse representan un objeto ficticio - en el caso de la li-
teratura - son las asignados al personaje en la narración de la novela o cuento. Es claro para Parsons
que si la existencia es una propiedad, no pertenece a la descripción nuclear que caracteriza al objeto:
la existencia es una propiedad extra- nuclear.
Tenemos entonces que, usando dos tipos de propiedades, Parsons recurre a un solo tipo de predica-
ción. En efecto, el principio de la caracterización dice que todos los objetos llevan sus propiedades
de la misma manera, tanto si son objetos de ficción (como Hamlet o Madame Bovary) como objetos
reales (como la Luna o la Torre Eiffel). Y esta consideración es un punto muy importante en la pers-
pectiva de Parsons, ya que confirma que las afirmaciones dentro de una narrativa de ficción se consi-
deran sin la ayuda de un operador de ficción. Así que podríamos decir que en Parsons, Hamlet tiene
la propiedad de ser un príncipe de la misma manera que Carlos de Inglaterra, y que la Torre Eiffel
tiene la propiedad de ser de hierro como el cañón que impulsa a los viajeros a la luna en la historia
de Jules Verne. Por lo tanto, de un punto de vista internalista, Parsons considera las afirmaciones
como genuinas. Pero tal perspectiva debe resolver los inconvenientes lógicos de un discurso de fic-
ción (en una ficción narrativa) en la que el autor describe los objetos con propiedades contradicto-
rias. Por ejemplo, el caballo que no es un caballo o el hombre que tiene la misma herida de guerra, al
mismo tiempo, en el brazo y la pierna. Pero de acuerdo con la teoría de Parsons, el principio de no
contradicción no se aplica a los objetos que no existen. Por lo tanto, la coherencia que debe mantener
un discurso en función del principio de no contradicción sólo se aplica a los objetos existentes de
acuerdo con Parsons.
En efecto, Parsons se refiere a objetos con propiedades contradictorias como objetos imposibles: “If
we read at one point that Watson’s old war wound is in his leg, and we read elsewhere that it is in
his arm, then Watson may turn out to be an impossible object. That depends on how the story goes.
We might discount one of the two statements as a slip by the author. But we might not. In particular,
if each statement is integral to the plot where it occurs, we might add both to the account, especially
if they are so widely separated that we don’t notice the incompatibility. And we may very well fill in
‘the wound is in his leg and not elsewhere’, together with ‘Watson’s arm is not located where his leg
is’, etc., until we have actually got an inconsistency in the account. And this may eventually lead us
to attribute to him a set of nuclear properties such that no real object could have every property in
the set; if so, Watson will be impossible.” (Parsons 1980 p.184) Según Parsons no serían objetos
reales, sino objetos imposibles que no hacen contradictorio el discurso puesto que las afirmaciones
acerca de ellos están fuera del alcance del principio de no contradicción. En este sentido, las afirma-
ciones sobre objetos imposibles o contradictorios no deben tenerse en cuenta, de acuerdo con Par-
sons, en relación con el principio clásico ex falso sequitur quodlibet. Por ejemplo, si decimos, utili-
zando el ejemplo de Parsons, Watson tiene la misma lesión y al mismo tiempo, en el brazo y la
pierna, no tendemos a exigir que la lesión esté exclusivamente en uno de las dos extremidades.
Veamos lo que sucede con el principio de tercero excluido. Al mismo tiempo que Parsons acepta los
objetos ficticios como objetos imposibles, más allá del alcance del principio de no contradicción, los
considera totalmente cubiertos por el principio de tercero excluido. De acuerdo con el principio del
tercero excluido, para cada propiedad considerada, los objetos deben o poseerla o no. Pero las ficcio-
nes, tal como aparecen en una historia de ficción, parecen no verifican este principio puesto que hay
atributos que no son mencionados en la historia. En efecto, si leemos Madame Bovary de Flaubert
no sabremos jamás si ella posee el grupo sanguíneo A positivo o no. En general, todas las afirmacio-
nes que no se refieran a lo que explícitamente esté dicho por el autor en su historia son, a la luz del
principio de tercero excluido, indeterminadas. En este sentido Parsons califica las ficciones de obje-
tos incompletos, es decir, de objetos para los cuales hay propiedades de las cuales no se puede predi-
car con verdad que las posean o no.
En resumen, vemos que Parsons evita contradicciones admitiendo la posibilidad de objetos imposi-
bles pero fuera del alcance del principio de no contradicción que concierne solo a las cosas existen-
tes. En efecto, no hay contradicción pues nunca podremos instanciar el principio x (φxφx) con
un objeto imposible sea cual fuere la propiedad φ. Sin embargo, respecto del tercero excluido x
(φxφx), los objetos imposibles son incompletos.
« I have said that, in a popular sense, an author creates characters, but this too is hard to analyze. It
does not mean, for example, that the author brings those characters into existence, for they do not
exist. Nor does he or she make them objects, for they were objects before they appeared in stories.
We might say, I suppose, that the author makes them fictional objects, and that they were not fic-
tional objects before the creative act. » (Parsons 1980 p.188)
De este modo, los objetos abstractos son, en cierta manera, convocados por el autor al momento de
combinar las propiedades. El estatus de “abstracto” precede al de ficcional y este último es obtenido
a través del autor que lo hace aparecer en su historia de ficción: un movimiento de no existente a no
existente y ficcional.
En efecto, los objetos que codifican propiedades no son objetos mentales ni objetos en el espacio y
el tiempo sino objetos abstractos. En general todo aquello que codifique al menos una propiedad es
un objeto abstracto no existente. Así, en la perspectiva de Zalta, las propiedades de la forma “codifi-
car F” son poseídas solo por objetos abstractos. De hecho, los objetos abstractos codifican sus pro-
piedades nucleares y los objetos ficticios, en particular, codifican las propiedades que se les asignan
en la ficción narrativa. Observamos aquí una primera diferencia con Parsons ya que para Zalta,
Hamlet no es un príncipe, como Carlos de Inglaterra. En efecto, el primero codifica la propiedad de
ser un príncipe, mientras que el segundo la ejemplifica.
A su vez, Zalta propone una solución a las inconsistencias que amenazan el discurso que involucra
objetos contradictorios. En efecto, la falta de coherencia emana de los objetos que no cumplen el
principio de no contradicción: x(PxPx). Y para evitar inconsistencias, Zalta restringe la apli-
cación del principio de no-contradicción solo a objetos que ejemplifican sus propiedades, es decir, a
objetos existentes. Los objetos de ficción que aparecen en una narrativa y que se caracterizan por co-
dificar sus propiedades, están más allá del principio de no contradicción. De este modo nada puede
ejemplificar la propiedad de ser redondo y cuadrado al mismo tiempo. Sin embargo, un objeto no
existente podría codificar las propiedades de ser redondo y no serlo, más allá del principio de no
contradicción.
Desde un punto de vista literario, vemos que, en principio, las propiedades codificadas por una fic-
ción (un personaje, una ciudad imaginaria, etc.), son las propiedades atribuidas por el autor en la fic-
ción narrativa. En el caso de un objeto real que sea parte de la historia, como París en la obra de
Tolstoi, codifica y ejemplifica la propiedad de ser una ciudad. Mientras que Anna Karenina codifica
la propiedad de ser una mujer, pero ella nunca ejemplificará esta propiedad.
Para Zalta, el acto de creación de una ficción, lo mismo que para la mayoría de los meinongianos,
corresponde al acto de bautizar un objeto no existente en tanto que personaje ficticio:
« Instead of pointing and mentioning the relevant name, the author tells a story. I suggest that the act
of storytelling is a kind of extended baptism, and is a speech act more similar to definition than to
assertion. A story is required to baptize a nonexistent object as a fictional character. The author
doesn’t really establish or determine the reference of the name or names used, except in a derivative
sense. » (Zalta 2003)
Zalta propone igualmente una relación primitiva Axy (A es el autor de y), que pretende capturar la
relación entre el autor y sus invenciones literarias. Zalta afirma « we trust that our readers have at
least an intuitive grasp on what it is to author something » (Zalta 1983 p.91) Llama « nativos » a los
personajes que han sido creados u originados enteramente en la historia de ficción, a diferencia de
otros personajes importados desde otras historias. Zalta explica que inicialmente los personajes de
una historia de ficción son objetos que ejemplifican las propiedades « según la historia » (según lo
que relata la historia de ficción).
« x es originario de s (Orig(x,s))
=df
(Persg(x,s) &A !x&(y)(y’)(s’)(Ays & Ay’s’ & (Ay’s’ < Ays) Persg(x,s’)) »
Sin embargo, las dificultades aparecen al momento de considerar afirmaciones que contienen nom-
bres de objetos reales y en una perspectiva internalista. En efecto, al interior de una historia de fic-
ción, las afirmaciones que envuelvan objetos reales deben ser construidas a partir de las distinciones
propuestas por Parsons y Zalta. Y en este caso, cuando decimos “Meursault ha sido condenado a
muerte”, la propiedad “ser condenado a muerte” es nuclear para Parsons y codificada para Zalta.
Pero si un escritor afirma lo siguiente: “Simone de Beauvoir ha sido condenada a muerte”, esta afir-
mación no puede ser analizada como las otras a pesar de que gramaticalmente posea la misma es-
tructura. En efecto, para Parsons no se trata de una propiedad nuclear de Simone de Beauvoir puesto
que (a partir de la documentación histórica disponible) Simone de Beauvoir jamás fue condenada a
muerte. Lo mismo para Zalta: “ser condenado a muerte” no puede ser una propiedad codificada por
Simone de Beauvoir puesto que los objetos existentes para Zalta jamás codifican propiedades (Zalta
1983 p.95).
Así, estas perspectivas no pueden considerar afirmaciones sobre objetos existentes al interior de una
historia de ficción de la misma manera que ellas consideran frases similares sobre objetos ficticios.
Parsons propone una solución que contempla personajes substitutos que llevan los mismos nombres
de personajes reales y que poseen las propiedades nucleares que le son atribuidas en la historia de
ficción. Para “Simone de Beauvoir ha sido condenada a muerte” se considera una substituta de Si-
mone de Beauvoir que posee la propiedad de “haber sido condenada a muerte”. Sin embargo, tal téc-
nica excluye toda posibilidad de hacer intervenir la realidad en las historias de ficción y, según cree-
mos desde nuestra perspectiva, se trata de un costo muy elevado para salvar las distinciones de Ma-
lly.
Priest afirma al respecto que resulta razonable aceptar también que Hφ y Mφ. En otras palabras, que
“el primer hombre en luchar contra los molinos es un hombre” y que “el primer hombre en luchar
contra los molinos de viento es “el primero en luchar contra los molinos de viento”. Así, utilizando
el principio de caracterización, cuando caracterizamos un objeto con la condición M, nada impide
afirmar correctamente M del mismo objeto. Pero la atribución de condiciones a los objetos sin nin-
guna restricción conduce a conclusiones absurdas que evidencian la improcedencia del principio. Por
ejemplo en el caso de “el caballo alado existente” será verdad que hay un caballo que vuela y por “la
esposa existente del Papa” será verdad que el Papa está casado. El objetivo de Priest es de criticar al
mismo tiempo el argumento ontológico que pretende probar la existencia de dios a partir de la des-
cripción que lo define.
De hecho se trata de una de las críticas de Bertrand Russell dirigidas a los meinongianos: siendo que
la existencia en la perspectiva de Meinong es una propiedad de primer orden como cualquier otra,
bien podríamos servirnos del principio de caracterización para probar la existencia de cualquier cosa.
Sería como una suerte de modalidad discursiva de generar existencias (generación a priori): para
cualquier combinación de predicados (incluida la existencia) tendríamos un objeto que le corres-
ponde.
Una tercera posición para solucionar estos problemas viene de las sugerencias de Daniel Nolan
(1998) y principalmente de Graham Priest (2005): (i) construir una semántica de mundos imposi-
bles; (ii) admitir el principio de caracterización pero en una versión contextual5.
Mundos imposibles
En general, un mundo imposible es un mundo donde las leyes lógicas no siguen la interpretación or-
todoxa y dominante de los sistemas lógicos. Si la lógica de la corriente dominante es la lógica clá-
sica L, un mundo imposible es aquel donde el conjunto de verdades no es aquel que corresponde a la
interpretación de L. Teniendo en cuenta que la interpretación clásica tiene su referente en el princi-
pio de tercer excluido, un lógico clásico puede entender que un mundo imposible es aquel donde
este principio no es válido. Lo mismo para el principio de no contradicción: un mundo imposible se-
ría aquel donde ciertas contradicciones son verdaderas, es decir, las frases del tipo φ y φ son verda-
deras simultáneamente contra la ley de no contradicción.
En esta perspectiva, las ficciones son consideradas como el resultado de actos intencionales y de re-
presentaciones cognitivas. La justificación de Priest es la siguiente:
« Cognitive agents represent the world to themselves in certain ways. These may not, in fact, be ac-
curate representations of this world, but they may, none the less, be accurate representations of a dif-
ferent world. For example, if I imagine Sherlock Holmes, I represent the situation much as Victorian
London (so, in particular, for example, there are no airplanes); but where there is a detective that
lives in Baker St, and so on. The way I represent the world to be is not an accurate representation of
our world. But our world could have been like that; there is a world that is like that. » (Priest 2005
p.84)
En efecto, según Priest no necesitamos aislar un subconjunto de propiedades nucleares como en las
otras perspectivas que ya analizamos. En efecto, podemos conservar el principio de caracterización
sin restricciones puesto que los objetos señalados por las condiciones φ[x] no deben poseer en todos
los mundos las propiedades que los caracterizan. Así, para φ = {ser de oro, ser una montaña, ser
existente} no debemos presumir que el objeto caracterizado posee todas estas propiedades en el
mundo real. Las montañas de oro habitan los mundos donde se desarrollan historias de ficción a pro-
pósito de montañas de oro existentes.
Una semántica que considere el principio de caracterización contextual para mundos posibles e im-
posibles es formulado como una estructura de dominio constante. Dicho de otro modo, en la pers-
pectiva meinongiana el dominio de cada mundo es la totalidad de los objetos: pero ciertos objetos k1
existen en el mundo w1 pero no en el mundo w2 y esto permite instanciar el predicado de existencia
E! en w1 pero no en w2.
El principio de comprehensión general que afirma que toda caracterización selecciona un objeto, una
vez contextualizado nos asegura que para toda condición φ(x) hay un objeto que cumple con tales
condiciones pero en un cierto mundo que no es necesariamente el mundo real actual. Por medio de
mundos imposibles, la perspectiva de Priest pretende explicar cómo es posible considerar objetos
contradictorios como la cúpula redonda y cuadrada de Quine. Dicho de otro modo, admitiendo un
objeto k redondo que por tal motivo no podría ser cuadrado, el objeto es redondo y no lo es:
RkRk. Se trata de admitir mundos inconsistentes donde se realizan las contradicciones. De esta
suerte, en la perspectiva de Priest no se necesita admitir que hay contradicciones verdaderas en el
mundo actual.
En efecto, como en el ejemplo de Francesco Berto (2009), cuando se relata la historia de un escala-
dor que sube a la cúpula redonda y cuadrada de Berkeley, siendo “x sube y” un predicado que se
compromete con la existencia de x e y, entonces la cúpula redonda y cuadrada de Berkeley es re-
donda, cuadrada y existente, pero no en este mundo ni en ningún mundo posible sino en los mundos
imposibles descritos por la historia de ficción.
Últimas palabras
Lejos estamos de haber agotado las perspectivas realistas al tema de los objetos abstractos. Una en
particular queda pendiente para un futuro trabajo y es la perspectiva artefactual de Amie Thomasson
(1999). En efecto, Thomasson comprende las ficciones –en especial las literarias- como objetos abs-
tractos con una doble dependencia y los llama artefactos.
10. Referencias
Berto, Francesco, 2009 : Modal Meinongianism and Fiction: the Best of Three Worlds en
https://www.academia.edu/796059/Modal_Meinongianism_and_Fiction_-_Philosophical_Studies
Meinong, Alexius, 1907: Über die Stellung der Gegenstandstheorie im System der Wissenschaften
[On the Place of the Theory of Objects in the System of Sciences], Leipzig: R. Voigtländer. Re-
printed in Meinong 1968–78, Vol. V: 197–365. Meinong's apology of his new theory, reviewed
by Russell 1907.
Meinong, Alexius, 1899: “Über Gegenstände höherer Ordnung und deren Verhältnis zur inneren
Wahrnehmung”, Zeitschrift für Psychologie und Physiologie der Sinnesorgane XXI: 182–272.
Reprinted in Meinong 1968–78, Vol. II: 377–480. Transl. as “On Objects of Higher Order and
Their Relationship to Internal Perception” by Schubert Kalsi 1978, 137–208.
Meinong, Alexius, 1904. “Über Gegenstandstheorie” in Meinong 1904a, 1–51. Reprinted in Mei-
nong 1968–78, Vol. II: 481–535. (Théorie de l’objet, 1999. trad. Jean-François Courtine et Marc
de Launay, Vrin.)
Meinong, Alexius, 1915. Über Möglichkeit und Wahrscheinlichkeit. Beiträge zur
Gegenstandstheorie und Erkenntnistheorie, Leipzig: J. A. Barth. Reprinted in Meinong 1968–
78,Vol. VI: XIII–XXII, 1–728.
Meinong, Alexius, 1978. Alexius Meinong Ergänzungsband zur Gesamtausgabe. Kolleghefte und
Fragmente. Schriften aus dem Nachlaß, ed. by Reinhard Fabian and Rudolf Haller, Graz:
Akademische Druck- u. Verlagsanstalt. Suppl. Vol. of Meinong 1968–78.
Nolan, Daniel, 2008, “Properties and Paradox in Graham Priest's Towards Non-Being,” Philosophy
and Phenomenological Research, 76 (1): 191–198.
Parsons, Terence, 1980. Non-existent Objects. New Haven: Yale University Press.
Priest, Graham, 2005, Towards Non-Being. The Logic and Metaphysics of Intentionality, Oxford:
Clarendon.
Quine, Willard von Orman. 1948. "On What There Is", Review of Metaphysics. Reprinted in 1953
From a Logical Point of View. Harvard University Press.
Routley, R., 1980. Exploring Meinong’s Jungle and Beyond. An investigation of noneism and the
theory of items, Canberra, Departemental Monograph #3, Philosophy Department, RSSS, ANU.
Russell, Bertrand, 1905. « On Denoting », in Mind (14) pp. 479-493.
Russell, Bertrand, 1907, “The Regressive Method of Discovering the Premises of Mathematics,” in
Bertrand Russell, Essays in Analysis, London: Allen and Unwin, 1973, 272–283; also appearing
in Collected Papers, Vol. 5.
Zalta, Edward, 1983. Abstract Objects. The Netherlands: Reidel.
Zalta, Edward, 2003. “Referring to Fictional Characters”, Dialectica 57: 243-54.