El subtexto de género de la violencia

eflexionar sobre la violencia contra las mujeres, me enfrentó

desafío de volver a revisar los complejos mecanismos que la producen
En general, la brutalidad cotidiana que sufren muchas niñas, jóvenes
mujeres o el aparente episodio violento aislado son sólo ejempl
emergentes de una vieja trama —sofisticada y difícil de desmontar— q
alguna vez denominé "la punta del iceber?'. Y si en un iceberg 7/ I
partes están sumergidas, en la violencia contra las mujeres la analog
vale. En principio, por que, como ya señalé, estamos demasiad
convencidos de su "naturalidad" para apreciarla en su total dimensió
por eso valoro la posibilidad de hacernos algunas preguntas al respect
En otras palabras, me refiero a la importancia de tomar en cuenta lo qu
en una línea kantiana, Castoriadis denominó: "las condiciones
posibilidad de la formulación de ciertas preguntas" o también "l
condiciones de lo pensable" (Castoriadis, 2006). En todo caso, se trata
la toma de conciencia de que ciertos factores histórico-sociales favorec
la formulación de algunas preguntas que en otro momento no podí
siquiera plantearse. En suma, asistimos a un proceso de desnaturalizació
de la violencia contra las mujeres, cuya "naturalidad" históri
contribuyó a (in)visibilizar qué se percibe y qué y cómo se la denunci
pero también cómo se la resignifica. Por eso, para detectarla
fundamental tomar en cuenta al menos tres variables (Aponte Sánchez
Femenías, 2008: 47ss.):

I Agradezco a Gabriela Pastoriza la invitación que permitió impartir la conferencia sob

la que baso este trabajo, "Subtexto de género y violencia: algunas consideracione
impartida en el marco del Programa de la Oficina de la Mujer (Unidad
Capacitación) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Buenos Air
Argentina), el día 29 de octubre de 2014.

La estructura invisible
María Luisa Femenías
 l) Sensibilidad ante cualquier tipo de violencia: a) en el lenguaje
insultos, gritos, falacias, amenazas, en sus múltiples
modalidades, etc.); b) negación / ocultamiento de información
sobre los DD.HH. de las mujeres (y de los individuos en
general), para afirmar su autoconocimiento, su autoestima, la
toma informada de decisiones, la estructuración misma de su
personalidad, etc.; c) física (golpes, empujones, tratamientos
médicos cruentos e innecesarios, etc.); d) material-laboral
(menor salario, más carga de responsabilidades, más exigencia,
menor reconocimiento social de necesidades, entre otros). Es
tarea obligatoria del Estado sensibilizar a las mujeres en
particular y a la sociedad en general respecto de estos y otros
modos de violencia promoviendo su desnaturalización y su
visibilidad.
2) Umbral remite a la tolerancia a la violencia. Se trata del
cuantum de violencia que una sociedad o un individuo aceptan
como 'normal". En general, los umbrales de tolerancia suelen ser
muy altos y sesgados, debido a la naturalización de la violencia
en general y de la violencia contra las mujeres en particular.
Además, no se tolera igual la violencia contra los varones que
contra las mujeres; en poblaciones marginadas, en el centro
mismo de las ciudades o en las diferentes clases sociales y/o
etnorrazas. Y, por diversas circunstancias, la violencia contra las
mujeres tiende a soportar niveles más altos.
3) Urgencia se refiere a cuándo y cómo se producen los cambios
medida configurada estructural e individualmente por la cultura, la estructura
socio-histórica y vincular, y la base religiosa de sus miembros. Es de-
estructurales, institucionales y/o simbólicos. Ni en lo social ni
en lo individual el poder de cambio es inmediato, pero debe ser
conjunto; caso contrario toda propuesta individual queda
fagocitada. Volveré sobre algunos aspectos de este problema.
Ahora bien, toda violencia (física, moral, simbólica, etc.) está en buena
de la 161
cir, buena parte de la violencia está entretejida, invisibilizada,
naturalizada, justificada o resignificada en esa misma trama.
En primer término para señalar que, históricamente, las mujeres han
sido relegadas al papel de un grupo minoritario, aunque no lo sean
numéricamente hablando. En efecto, como recuerda la socióloga española
Raquel Osborne, 'un grupo minoritario es cualquier grupo de personas que
a causa de sus características físicas o culturales, se encuentra sometido a
discriminaci6n respecto de los demás miembros de la sociedad en la que
vive recibiendo un trato diferente e injusto" (en este caso de los varones,
portadores del paradigma hegemónico) (Osborne, 1996). Volveré también
sobre esto más adelante.
Por eso, para poder plantear el problema con claridad —y si fuera
posible con precisión—, quisiera comenzar definiendo algunos conceptos
del complejo entramado ideológico de la desigualdad, la opresión, la
violencia física y el silencio, como subproductos estructurales, tanto
interpelados como legitimados de diversas maneras.
Recuerdo, entonces, algunos conceptos básicos que guían la mirada
metodológica de mis reflexiones. Como supongo que muchos/as de Uds.
ya los conocen, me disculpo por la redundancia, pero es una buena forma
de tener presentes los elementos guía de las reflexiones que siguen.
Comienzo con la noción de "género". Remito, en primer término, a un
que se significa y se valora cada sexo, es decir, el modo en que se lo
interpreta y/o se lo vive, siempre pensado como dual, exclusivo y
excluyen-
son modos de construcción sociocultural e histórica; es decir el modo en
sentido que denomino "tradicional" y que supone que género y sexo
tienen una misma extensión aunque refieren a aspectos diversos. En este
primer sentido, el género sería una construcción cultural y social; es decir,
un conjunto de propiedades y de funciones que una sociedad atribuye a
los individuos en virtud del sexo al que pertenecen los individuos en
cuestión. Se trata, por tanto, de una categoría claramente social, histórica
 160 Violemias crzrzadas
violencia
y cultural. Ahora bien, mientras que mujer y varón son dos conceptos
empíricos vinculados a las características biológicas (male/female; macho/
hembra), en cambio femineidad (femenino) y masculinidad (masculino)
te. En un segundo sentido, "género" se entiende como una categoría no
descriptiva sino normativa, que determina nuestra percepción social de
mujeres y de varones. Ilumina la construcción jerarquizada de los sexos y
el establecimiento diferenciado de las características de varones y de
mujeres considerándolas "naturales". Se trata de un "sistema", una
organización estructurante de la sociedad que adquiere diferentes
modalidades CUIturales. En este sentido, "género" es solidario a
"patriarcado". Debemos a Kate Millett una de las primeras definiciones de
"patriarcado" en términos de sistema básico de dominación sobre el que se
asientan los sistemas racista y de clase, y que genera una desigualdad
fundante en todas las relaciones entre varones y mujeres" (Millett, 1963:
24ss.).
Ahora bien, el modo en que tradicionalmente se pensó 'género"
implica una fuerte vinculación con el sexo; de ahí que en la década de los
setenta se elaboró la analogía: el Sexo es a la Naturaleza como el Género
a la Cultura. Analogía que se construyó sobre el par natura/nurtura o lo
natural/lo adquirido, ampliamente difundida por aquella época, y que
abrió la cuestión de qué tipo de "causa" ligaba al sexo con el género. En
efecto, uno de los inconvenientes de la analogía fue que invisibilizó otras
variables altamente condicionantes como la clase, la cultura, la etnorraza,
por ejemplo, y puso el acento en la nociÓn de "causa". Por estas razones,
más adelante, se abandonó esta explicación analógica de la cuestión.
Sobre todo a partir de que un conjunto bastante numeroso de trabajos que
llamó la atención sobre las complejidades mismas de la noción de
"naturaleza", considerada hasta entonces un punto de partida
incuestionable.
Entre otras teóricas, Carolyn Merchant revisa la noción de
"naturaleza" de los filósofos más relevantes de la tradición occidental,
para concluir que había tantas definiciones como filósofos examinados,
lo que menguaba la claridad del concepto en uso (Merchant, 1983). Por
su parte, Julia Annas, experta en filosofía clásica, formula algunas
observaciones interesantes, identificando al menos tres niveles de
campos semánticos en la noción de "naturaleza": a- descriptivo; b-
normativo; c- prescriptivo. En otras palabras, lo que "vemos" que la
naturaleza es, lo que decimos que es normal" porque es "natural" y lo que
consideramos que "debe ser", están
de la 163
El swbtexto de género
entrelazados en el discurso cotidiano, sin que tengamos conciencia clara
de los tres niveles en juego (Annas, 1993). Incluso, Susan Bordo, por su
parte, propone una definición de "género" en la que sostiene
que ...conforma sólo uno de los ejes de una construcción compleja y
heterogénea, que se interpreta constantemente, en modos históricamente
específicos, con otros múltiples ejes de identidad" (Bordo, 1990). Es
decir, la cuestión es compleja y rebasa el sexo -sexualidad. Por eso, Bordo
critica tanto la noción de "género" cuando la de "cuerpo femenino", ya
que metodológicamente "femenino" ya implica aspectos culturales que no
se vinculan necesariamente a 'cuerpo". Por eso, sostiene que el "cuerpo
femenino" es un territorio colonizado inscripto por el patriarcado
predominantemente en el lugar de la víctima (Bordo, 1993: 21). La
primera estrategia, entonces, es rechazar esa inscripción y adoptar un
papel activo que reconozca aspectos raciales, económicos y de clase, que
muestran las diferencias entre las mujeres, y subrayan a su vez su
constante esfuerzo por resistir (Bordo, 1993: 23).
En la misma línea pero algo más enriquecida es la definición que
designa al "género como la forma de los modos posibles de asignación a
seres humanos en relaciones duales, familiares o sociales de propiedades
y funciones imaginariamente ligadas al sexo" (Santa Cruz et al, 1994: 51).
En esta definición ya se anuncia que la correspondencia entre sexo-género
ni es "necesaria", ni 'causal", subrayándose el vínculo imaginario o
normativo que vincula a un sexo dado con un cierto género, como si de
razones biológicas o esenciales se tratara. Resalta, en consecuencia,
también el hecho de que los géneros no se manifiestan "en-sí" y "por-sí"
sino que se establecen en una sociedad y de modo relacional.
Pero la innovación más significativa de las últimas décadas se la
debemos a la filósofa estadounidense Judith Butler. En primer término, a
juicio de Butler, en Beauvoir y demás filosofías de raigambre ilustrada, el
sexo debe entenderse como una constante anatómicamente distintiva que
corresponde a los aspectos fácticos del cuerpo. En cambio, el género
remite a la forma y el significado cultural que adquiere un cuerpo dado
según los modos variables de la aculturaciÓn. Paralelamente, el primer
concepto designaría un conjunto de hechos corpóreos idénticos y fijos
mientras que el segundo designaría la variedad de modos a través de los
cuales los cuer» pos adquieren significado cultural. Al mismo tiempo,
Butler celebra que en la distinción de Beauvoir no sea posible adscribir a
las mujeres ciertos valores y comportamientos sociales como
biológicamente determinados, en tanto que la filósofa existencialista
 160 Violemias crzrzadas
violencia
siempre se refiere a "un cuerpo vivido" (un sexo vivido) y no biológico
per se.
Ahora bien, en sus consideraciones, Butler parece basarse en las
siguientes hipótesis, que toma de la tradición postfundacionalista y del
feminismo de la diferencia: i) "sujeto" y "varón" se superponen; ii) la
cultura se funda en la institución de la diferencia sexual reificada que
declara que lo abyecto —concepto que toma de Julia Kristeva— designa
precisamente el lugar de lo inhabitable, de lo invivible, la zona social más
densamente poblada por quienes no disfrutan del estatus de sujeto, pero
que —paradójicamente— definen su dominio (Butler, 1990; Femenías,
2011). A partir de ahí, Butler se propone buscar el modo de interrogar la
construcción de la noción de sujeto en tanto que premisafundamentalista
pre-dada que requiere de la identificación normativa con el "sexo",
entendido como un constructo ideal regulativo que se materializa con el
tiempo. Por tanto el concepto de "género" —como diferente y hasta
opuesto al sexo, impuesto a la superficie del cuerpo (materia) por la
cultura— es innecesario o, incluso, sinónimo de "sexo".
En suma, para Butler sexo y género son conceptos afines y
redundantes. Ofrece como alternativa apelar al concepto de
"performatividad" sobre la base de la noción de "actos
performativos"(Butler, 1992; 1993; De Santo, 2015). Es difícil decir con
precisión qué es la performatividad para Butler porque muchos otros han
adoptado y reformulado el concepto y ella ha respondido a sus
observaciones. Pero sobre todo, porque en sus propios escritos,
"performativo", "performance" y "performatividad" han sufrido
desplazamientos y resignificaciones. A grandes rasgos, en la teoría
butleriana de la performatividad, conviven dos tipos de recursos: a- el
teatral o dramático propio del art performance y b- un sentido fuertemente
deudor de la noción de "juegos de lenguaje" de Ludwing Wittgenstein y
de la 165
de la Teoría de los "actos de habla" de John Austin. Jacques Derrida entró
en debate tanto con la teoría de los "actos de habla" de Austin cuanto de
John Searle, quien lo acusó de. enunciar sólo contra-verdades evidentes.
Sea como fuere, lo cierto es que Butler recoge las aristas de la polémica y
efectÚa su respuesta desde una concepción de "género" en clave
discursiva, dando cuenta de una doble semántica de la performatividad.
El swbtexto de género
Esto me lleva directa e indirectamente a revisar cómo vemos nuestro
entorno como 'normal", y de qué modo se nos tornan "anormales" una
amplia gama de alternativas. Por eso, a continuación, dedico unos breves
párrafos a la noción de "violencia simbólica." Se trata de un concepto que,
en Argentina, se difundió a partir de la obra La dominación masculina
(1998) del sociólogo francés Pierre Bourdieu (Bourdieu, 1998). Ahora
bien, Bourdieu recoge con maestría la mayor parte de los conceptos
acuñados por la teoría feminista de los veinte años que precedieron la
publicación de su obra, tamizados por una red conceptual propia, en la
que se destaca la noción de habitus, deudora de la vieja noción aristotélica
de héxis. Efectivamente, el habitus implica —grosso modo— esquemas
de obrar, pensar y sentir asociados a la posición social (Bourdieu, 1979).
Dicho muy esquemáticamente, se trata del "estilo de vida" de las personas
de cada entorno social, desde el que perciben el mundo, actuando en
consecuencia. Sea cual fuere el sexo de cada sujeto, este introyecta,
internaliza y aprende con el cuerpo las formas estructuro-sociales en las
que se ubica y se "ve".
Ahora bien, en honor a la verdad, la primera que acuñó el concepto de
"violencia simbólica" fue Iris Marion Young (1983). Young sostuvo que
las categorías políticas, si bien no determinan, al menos sí modelan
fuertemente la conciencia y la identidad de sexo-género de las personas.
No es, por tanto, la naturaleza sino la fuerza de la ideología la que da
lugar a la identidad supuestamente "natural" de los sujetos. Es decir, la
superioridad natural de los varones sobre las mujeres, el deseo de poder y
la agresividad de los varones se legitiman y se alientan en niveles
simbólicos, a partir de un marco metafísico general e ideológico, que
impone (y construye) la normalidad (1983: 135). En otras palabras, para
Young no se trata (sólo
166 Violencias cruzadas
y originariamente) de rasgos individuales naturales de carácter (o
psicológicos), sino de estructuras sociales, mantenidas por una ideología
patriar. cal, que alienta, encubre o invisibiliza la violencia que recae sobre
niñas, jóvenes y mujeres. La "dominación masculina" a la que se refiere
Young remite más que a personas, a estructuras institucionales que
conforman los modos de organización de los aspectos sociales de la vida y
de la realidad (1983: 136ss.).
Por eso, para Young, buena parte de la tarea a realizar es identificar
las principales instituciones que refuerzan la subordinación de las
mujeres, redistribuyen méritos e ingresos de manera diferenciada, generan
reglas organizativas que mantienen órdenes jerárquicos que reproducen la
subordinaciÓn. En suma, para Young, la "dominación masculina" se
refiere a la "organización de una institución particular o de un diseño
particular de la sociedad como un todo e implica que los varones [como
genérico] tienen hasta cierto punto la autoridady el control de las mujeres
[también como colectivo genérico]" (1983: 136). Es decir, los varones
mantienen mayor control institucional sobre las mujeres que viceversa;
incluyendo la potenciación de un "estilo" masculino de ejercicio del
poder, aunque sea una mujer quien ocupe ese lugar.
Young concluye que la "violencia simbólica" torna invisibles las
situaciones inequitativas, debido a que instala una naturalidad en el orden
social, que es ideológica y que sostiene a los varones en los lugares
relevantes. A su juicio, esto significa que:
1) tienenelpoderinstitucionalparacontrolaraspectosfundamentales de
las vidas de las mujeres (incluyendo sus actividades) y los medios
para conculcar [inforce] sus voluntades, mientras que las mujeres
no tienen capacidad simétrica de acción sobre los varones;
2) ocupan posiciones institucionales de decisión social sobre las
mujeres pero las mujeres no tienen equivalentes esferas de control
y de decisión social sobre los varones (ni sobre sí mismas);
3) se benefician del trabajo (labor) y de otras actividades de las
mujeres en mayor medida en que las mujeres se benefician
respecto del trabajo de los varones (1983: 136).
167
El subtexto de género de la violencia
Todo ello implica para Young condiciones de ejercicio de relaciones
asimétricas depoder entre varones y mujeres, donde el vínculo se
legitima en una trama ideológica patriarcal definida además como
heterosexual y monógama, con espacios públicos/privados, políticos y
domésticos "propios' para cada sexo (Young, 1990; Enrahonar, 2013;
Collin, 1994: 231 ss. Precisamente porque este esquema socio-ideológico
se está modificando, se habla de "crisis" y de "desorden".
Resumiendo, la elaboración teórica de Iris Young destaca que toda
"situación" está legitimada (o no) por un nivel ideológico, aunque esas
"formas ideacionales" no se desprenden necesariamente de "las
condiciones materiales de ejercicio de la dominación y de la consecuente
subordinación". Las explicaciones psicológicas ayudan a comprender el
fenómeno en términos de vínculos singulares, pero no agotan la
explicación ni son su fundamento. Además, la filósofa sostiene que el
problema de la "dominación masculina" no es impedir que las mujeres
actúen dentro del sistema. Por el contrario, el problema es que los
beneficios de "las acciones de las mujeres y sus contribuciones se
transfieren sistemáticamente al sistema que privilegia a los varones"
(Young, 1990: 141). En otras palabras, el patriarcado, como institución
estructurante, funciona como un todo anisomórfico, que absorbe (o
fagocita) las contribuciones de las mujeres en su beneficio, incluso para
reforzarse.
Ahora bien, lejos de una conclusión desalentadora, Young propone
que la filosofía y la teoría feminista se pregunten y analicen todas las
organizaciones, todas las instituciones estructurales de control en términos
de beneficios, producción y reproducción de la dominación. Sólo
comprendiendo cómo funcionan se puede desmontar las articulaciones
quej sostienen "la dominación masculina" (Young, 1990: 144).
Con las sugerencias que acabo de sintetizar presentes, retomo ahora un
concepto muy importante acuñadó por la teoría feminista para dar cuenta
de la violencia fáctica contra las mujeres: me refiero a un emergente
dramático de la violencia ideológica: el "femicidio/feminicidio"
(Monarrez Fragoso, 2014). 2 Si bien la producción local es escasa, a nivel
internacio„ nal (sobre todo en México y en Centroamérica), se cuenta ya
168 Violencias cruzadas
con una interesante masa crítica de investigaciones y análisis, de las
cuales tomaré los elementos conceptuales de las consideraciones que
siguen (Feminicidio.
Para esa tarea que no es sencilla, el primer paso necesario es
desmontar las explicaciones estereotipadas vigentes, ofreciendo —en
palabras de Ana de Miguel— "una teoría que irracionalice la visión
establecida [tradicional y patriarcal] de la realidad" (De Miguel, 2005:
231-248). Retomando dichos de Celia Amorós, De Miguel recuerda la raíz
etimológica de "teoría", que en griego significa "ver", para subrayar que el
objetivo de toda teoría es posibilitar una nueva mirada, una nueva
interpretación de la realidad; es decir, su resignificación en términos de
construcción alternativa. Desmontar la explicación estereotipada y
tradicional de la violencia contra las mujeres implica revisar también el
estereotipo que a priori supone cuáles mujeres pueden ser asesinadas y
cuáles no para distinguir el "asesinato" del "feminicidio".
Ahora bien, voy a utilizar el término "feminicidio" (la denominación
más extendida en castellano) para destacar, en principio, que si bien todos
los feminicidios son asesinatos de mujeres, no todos los asesinatos de
mujeres son feminicidios. Y subrayo: por mujeres" voy a entender toda
persona de sexo femenino (o, en todo caso, de género femenino) con
independencia de su edad, clase, etnorraza, cultura. Es decir, en castellano
'mujeres" incluye niñas, jóvenes, adultas y ancianas de sexo (género)
femenino, de donde se sigue que "mujeres" y "women" no son
completamente sinónimos (desde un punto de vista lógico, su extensión y
comprensión es diferente). Por tanto, algunas de las críticas que Diane
Russell le realiza al
2 No tengo palabras para agradecerle a la Dra. Monárrez el tiempo que rne dedicó y la
importancia que tuvo para mí esa conversación por Skype. Abarcó cuestiones
categoriales, problema que puede parecer nimio, pero que a mi modo de ver permite
visibilizar y tipificar la magnitud del problema.
de 169
El subtexto de género la violencia
uso del término "mujer/es" no se aplican lícitamente al castellano
(Russell, 2013).
Como se sabe, en un artículo de 1990, Jane Caputi y Diana Russell
definieron el "femicide" como "asesinato (killing) de una mujer (female)
por un varón (mate) por ser mujer (female)" (Caputi y Russell, 1990;
Russell, 2013). Nótese primero que en la definición se utiliza el
términofemale, y no woman por el motivo arriba señalado. Segunda
cuestión: ¿Por qué no utilizaron simplemente "homicidio"? Según las
autoras, no lo hicieron porque "homicidio" es una definición
androcéntrica inapropiada para referirse al asesinato de mujeres (Russell,
s/d).3 Dejando de lado que apelan a un recurso etimológico bastante
discutible, el objetivo más importante que persiguen es llamar la atención
sobre los crímenes contra las mujeres (females) en términos de "crímenes
de odio" (hate crimes). Es decir, sacan estos crímenes del ámbito privado
(de la emoción violenta, por ejemplo) para inscribirlos en un marco más
amplio. Por que, como subrayan las autoras, la mayor parte de los
asesinatos de mujeres se basaban en actitudes y preconceptos misóginos,
avalados socialmente de modo directo y expreso o indirecto y encubierto.
Ya sea por ignorancia, tradición, pereza crítica u omisión, bajo el
subtexto de misógino, el feminicidio constituye el nivel extremo de la
violencia del patriarcado. En otras palabras, un feminicidio se diferencia
del mero asesinato de una mujer porque cuando se lo comete se asesina a
la/s mujer/es pop el mero hecho de serlo; es decir, por razones de
sexogénero. Cuanto más acríticamente patriarcal es una sociedad, tantos
más asesinatos de mujeres a manos de varones se producen y/o se
encubren; resultando esa violencia un instrumento clave de poder para
someter y subordinar a todas las demás mujeres. De modo que, el
feminicidio como expresión extrema de la violencia patriarcal es también
una forma de manifestar la "política sexual", los "rituales de dominación"
y de "superioridad masculina" que rigen una sociedad dada. Es más, si se
acepta, con Walter Benjamin, que existen dos tipos de violencia —
fundante o instauradora y
3 Efectivamente, homicidium proviene del latín homo (hombre) y cidium (acción de
matar) sobre lo que habría mucho que discutir.
de mantenimiento o sostén— el feminicidio puede entenderse como un
acto socialmente necesario para sostener (o mantener) el status quo de la
170 Violencias cruzadas
dominación y de la superioridad de los varones (Benjamin, 2010: 96)." En
igual sentido, se puede apelar al concepto de Giorgio Agamben nuda vita,
que el filósofo utiliza también para otros fines, pero que a mí me permite
explicar la vida de las mujeres en esos términos (Agamben, 1998). Para
Agamben, la nuda vita es la vida del "hombre sagrado" que puede ser
muerto sin ser sacrificado ni asesinado, pero cuya muerte es una función
política esencial. En esta arcaica Ley Romana, la vida humana es tomada
en cuenta en el ordenamiento jurídico sólo en la forma de su exclusión; es
decir, en la capacidad de ser asesinada, para de ese modo reforzar los
códigos políticos de la voluntad y del poder soberano. En otras palabras,
como nuda vita, esa persona carece de valor alguno en sí misma, y puede
ser eliminada sin costos, sin sacrificios; más aún con beneficio político del
sistema que la elimina.
Uniendo ambos conceptos filosóficos, me permito concluir que el
feminicidio no sólo no tiene costos (o los tiene muy bajos) para los
perpetradores sino que además ofrece el beneficio político de reforzar,
sostener y ratificar el status quo centrado en la superioridad jerárquica de
los varones sobre las mujeres y, por extensión, de los varones
heterosexuales sobre los que no lo son.Qyizá por eso, Russell afirma que
el asesinato de una mujer es irrelevante para el perpetrador. Es decir, no
hiere su imagen, no empaña su fama, no invalida su prestigio. 5 Como
contrapartida, se exaltan las "figuras de lo femenino", paradigmáticamente
en un extremo, "la madre" que en el imaginario popular oculta a la mujer,
y en el otro, "la puta" o la "mala mujer". Polos históricos del deseo erótico
y de la lujuria, tal como Georges Bataille los describe (Puleo, 1992: 131).
En este marco, no es de extrañar que los "feminicidios", en nuestro país,
se midan por los niños que quedan
4 Cito: "...la sumisión del ciudadano a las leyes [... es un fin jurídico. Si la primera
función de la violencia puede ser definida como instauradora de derecho, la segunda
es la que Io mantienen.
5 Entre nosotros, a modo de ejemplo, recordemos la figura del boxeador Carlos
Monzón, asesino de su esposa Alicia Muñiz, lo que nunca lo privó de fama, honores y
estatua.
El subtexto de género violencia
de la
huérfanos. Traducido esto significa: no nos importan las mujeres que aún
no han sido madres; no nos importan las mujeres que lo han sido pero sus
hijos ya no son niños; no nos importan las mujeres que, dada su edad,
nunca lo serán (El Tribuno, 19/2/2015).
Sea como fuere, en 1992, la misma Diana Russell —junto con Jill
Radford— compiló el volumen Femicide: Ibe Politics of Woman Killing
(1992), que se sumó a otros muchos libros de la activista sobre el tema,
de los cuales, sólo uno fue traducido al castellano. Para Russell y
Radford, el feminicidio representa el extremo máximo de un continuum
de terror anti-femenino que incluye una amplia variedad, que va desde
los abusos verbales, emocionales y físicos hasta la violación, la tortura o
la esclavitud sexual (especialmente por trata y prostitución). En esa obra,
incluyen también abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, las
golpizas físicas, el acoso sexual (incluido el telefónico, callejero, en
lugares de trabajo o de estudio y la mutilación genital (clitoridectomías,
escisión, infibulaciones). Extienden también el concepto de feminicidio a
operaciones ginecológicas innecesarias (histerectomías),
heterosexualidad forzada, esterilización o maternidad forzada
(criminalización de la contracepción y/o del aborto), cirugías plásticas y
otras formas de reforzar la idea de "juventud eterna" o del paradigma de
belleza. En la mayor parte de los casos, estas formas de presión social
resultan en la muerte de muchas mujeres; es decir, se transforman en
feminicidios.
Por su parte, Julia Monárrez Fragoso estudia desde hace muchos
años la convergencia de un conjunto de variables sociopolíticas en
Ciudad Juárez, que culmina en feminicidio. Monárrez Fragoso toma
como base la relación estructuralmente inequitativa entre los sexos,
donde el asesinato de niñas y mujeres a manos de perpetradores varones,
muchas veces con relación de parentesco, que las secuestran para
"disponer del momento de su muerte", es un hecho recurrente. Los
motivos a los que se apela para justificar los asesinatos y las violencias
que se ejercen sobre los cuerpos de las víctimas ponen de manifiesto, por
un lado, los cambios estructurales que se producen en esa sociedad y, por
otro, la falta de investigación suficiente con la consecuente inmovilidad
171
de la justicia. Monárrez denomina
 Violencias cruzadas
172
"feminicidio sexual sistémico" a este conjunto de factores que recurren.
temente desemboca en el asesinato de mujeres, las que previamente son
secuestradas, torturadas y violadas, cuyos cuerpos, después de muertas
son descuartizados y dispersados tanto en el desierto de Chihuahua como
en otros sitos de la ciudad.
Monárrez Fragoso considera la denominación de "feminicidio" una
herramienta analítica que le permite dar cuenta de los asesinatos, pero
junto de "ilegalidades" que se permiten impunemente en Ciudad Juárez,
la categoría "mujer" está condicionada y limitada, entre otras
dimensiones, por la clase social y el color de la piel. Esa devaluación se
manifiesta en los cadáveres, semidesnudos o desnudos de esas mujeres,
que se arrojan en diferentes zonas del desierto, en baldíos, desagües,
basurales, matorrales o simplemente en las vías del tren. 6 Constituyen
"un tipo específico de asesinato contra niñas y mujeres"; un asesinato de
mujeres a manos de varones en un continuo de acciones de violencia
sexual.
Monárrez también pone de manifiesto la crueldad de esos asesinatos,
que refuerzan las relaciones sociales inequitativas de género e ilustran,
6 Entre otros trabajos, de Julia Monárrez Fragoso pueden consultarse: "Trama de una
injusticia. Feminicidio sexual sistémico en Ciudad Juárez" en Región y Sociedad,
XXII, 47, 2009; "La víctimas del feminicidio juarense: mercancías sexualmente
fetichizadas" en Fermentum, 16. núm. 46 (Mérida, Venezuela), 2006: 429-445; "La
cultura del feminicidio en Ciudad Juárez, 1993-1999" en Frontera Norte, XII, 23,
2000; "Peritaje sobre Feminicidio Sexual Sistémico en Ciudad Juárez. Caso 12.498,
"González y otras vs. México", Campo Algodonero. Presentación ante la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, 1998 (facsímil disponible on-line);
"Violencia e (in)seguridad ciudadana en Ciudad Juárez" en Rivera Gómez, L. E.
Diagnóstico Geosocioeconómico de CiudadJuárez y su sociedad, Ciudad Juárez, El
Colegio de la Frontera Norte, Instituto Nacional de las Mujeres, 2005; con C.
Fuentes, "Feminici" dio y marginalidad urbana en Ciudad Juárez en la década de los
noventa", en Falcón Torres, M. (comp.) Violencia contra las mujeres en contextos
urbanosy rurales, México, Colegio de México, 2004; "Feminicidio sexual serial en
Ciudad Juárez: 19932001" en Debate Feminista, 13, 25, 2002 y su último libro
Tramas de una injusticia, México, El Colegio de la Frontera Norte-Porrúa, 2009.
El subtexto de género la violencia
también de la clase social de las víctimas. En principio —sostiene—
porque, en el marco de la hegemonía de la violencia patriarcal capitalista
y del condg 173
más allá de toda duda, el carácter de nuda vita al que me referí más arriba.
Asimismo, la investigadora clasifica este tipo de asesinatos en i-
organizados, ii- desorganizados o iii-. espontáneos, según códigos
manifiestos (edad, zona, relación con el perpetrador, etc.), reservando la
denominación de iv- feminicidio íntimo, sólo a aquellos casos en los que
Gracias a ello, los perpetradores obtienen poder, dominación, control y,
muchas veces, incluso placer (Cameron y Frazer, 1987).
Por su parte, la conceptualización de Marcela Lagarde —la más
difundida en nuestro medio— no constituye una mera traducción del
concepto femicide, aunque para fundamentar su adopción de "feminicidio"
remita a la antología de Radford y Russell, que mencioné antes. Rechaza
la traducción literal de "femicidio" porque a su juicio remite simplemente
a "homicidio de mujeres" (Lagarde, 2006). Para el año 2003, Marcela
Lagarde se hizo cargo de la que rotuló Comisión Especial de Feminicidios
(previamente Comisión para dar seguimiento a las investigaciones sobre
asesinatos de niñas y mujeres en Ciudad Juárez), y cambia, junto con el
nombre, el paradigma epistemológico desde el que se abordan esos
asesinatos, adoptando el de las investigaciones que se estaban realizando
en la Frontera Norte. Así, Lagarde considera "feminicidio" una categoría
analítica de la teoría política, que permite enfrentar el problema del
asesinato de mujeres como parte de la violencia de género contra las
mujeres, y plantearlo en el marco general de otros análisis de género
(Lagarde, s/d). Según Lagarde, de ese modo, se toma distancia de "la idea
de los asesinos en serie que matan mujeres", de "los enfermos mentales
que andan matando mujeres", de la concepción del "asesinato de mujeres
como una epidemia contagiosa" y de la explicación de que las "mafias que
se mueven de una ciudad a otra matando mujeres". Es decir, de todas las
excusas que ponen en el lugar de lo "extraordinario" el punto extremo de
una secuencia ordinaria (Lagarde,
174 Violencias cruzadas El subtgxto de género de la violencia
las víctimas son miembros del entorno familiar (esposas, hijas, sobrinas,
novias, etc.) del perpetrador. Como Russell, Caputi y Radford, Monárrez
también considera el feminicidio como la forma más extrema de violencia
contra las mujeres, ejercida por varones contra mujeres por el hecho de
ser mujeres.
 176 Violencias cruzadas
Es decir, Lagarde procura abordar el problema desde una
perspectiva analítica, implementando lo que denomina un "enfoque
sintetizador de género"; un enfoque integral que, como lo hace
Monárrez, exige "un análisis social, económico, político y cultural de las
causas de las desapariciones y de los crímenes de niñas y mujeres en
México y en cualquier parte del mundo". Por ello, retoma la definición
de "feminicidio" en términos de crímenes de odio contra mujeres",
escueta definición que para Lagarde, da cuenta de la misoginia que
culmina en crímenes contra mujeres y que favorecen la violencia social
general contra ellas. Es decir, para la exlegisladora, la sociedad acepta
que haya violencia contra las mujeres, porque la ignora, la silencia, la
invisibiliza, la minimiza y la niega; en fin, le resta importancia,
oscureciendo sus causas y ridiculizando a quienes la denuncian, Esa
violencia se estructura de tal manera que forma parte de los vínculos de
parentesco, de las relaciones laborales y educativas y de los modos en
que se gestan los enlaces sociales, en general. La cultura refuerza
además Id concepción de que la violencia es "natural", y hasta la
legítima, reforzando su carácter extremo.
Lagarde considera también "feminicidio" no sólo los asesinatos,
sino también el conjunto de hechos violentos contra las mujeres que
desembocan en él; donde las que sobreviven engrosan las filas de "las
supervivientes". ¿Cuál es la solución posible ? , se pregunta Lagarde.
Sin duda, las "soluciones" que tan sólo implementan "medidas
policiales" no lo son. No vale (son sus ejemplos): "aumentar el número
de efectivos policiales, colocar cámaras de televisión en las calles para
filmar escenas de posible peligro para las mujeres", "patrullar" y otras
medidas del mismo tenor. Nada de lo anterior evita los feminicidios. En
principio, porque tanto los estudios realizados en América Latina como
en la mayoría de los países del mundo, las estadísticos muestran que la
mayor parte de las agresiones y muertes de mujeres se produce en el
espacio intrafamiliar, cometidos por sujetos varones allegados a la
víctima o a su familia. Es decir, en el espacio "privado", donde ni las
cámaras ni los efectivos policiales ofrecen solución. Para iluminar estas
y otras cuestiones afines, se requieren investigaciones y políticas
públicas integrales, con perspectiva de género, sostenidas en el
175
tiempo, coherentes y que apunten a orientar cambios sustantivos en las
estructuras sociales y legales.
El subtexto de género de violencia
Ahora bien, antes de proseguir, me interesa señalar que, mientras que
la definición de Russell hace caso omiso de las condiciones
socioestructurales del crimen, que define escuetamente como "crimen de
odio" contra las mujeres (female), Lagarde en la línea de las
investigaciones de Monárrez, pero quizá ampliando la extensión del
concepto, incluye en el "feminicidio" tanto los aspectos socioculturales,
de clase y estructurales como las agresiones violentas que no terminan en
asesinato, acuñando en consecuencia el concepto de "superviviente".
También contrariamente a Russell, Lagarde considera que se trata de
"delitos de lesa humanidad", mostrando las implicaciones y
responsabilidades del Estado cuando favorece (en general por omisión), la
impunidad, las prácticas sociales agresivas y hostiles contra las mujeres
concurriendo en tiempo y espacio, el maltrato, el abuso, las vejaciones y
los daños continuos a manos de conocidos y desconocidos, violentos,
violadores y asesinos individuales y grupales, legas y profesionales que
conducen a la muerte cruel de sus víctimas. En esos casos, el feminicidio
constituye, para ella, un crimen de Estado.
Como se ve, la categoría de feminicidio es amplia y exige generar
distinciones internas para analizar mejor la diversidad de situaciones en
las que ocurren los asesinatos de mujeres. Si bien esto implica conocer y
profundizar las características y causas convergentes, es un buen
comienzo hacerlo visible a fin de incidir en las políticas públicas. Por
último, para confeccionar las estadísticas necesarias para ello, en España,
México y otros países de Iberoamérica, se ha procedido a:
• Discriminar entre asesinatos de mujeres y feminicidios,
• Clasificar tipos de asesinatos y los tipos de feminicidios,
• Identificar la red de "causas" inmediatas y los "motivos" que los
provocan,
• Establecer las relaciones entre las víctima/s y los victimario/s,
• Dar cuenta de la violencia previa que padeció la víctima antes de
morir,
e Realizar identificación geográfica del lugar donde fue encontrado
el cadáver.
Ninguna de esas tareas es sencilla.7 La aplicación de los resultados de este
tipo de investigaciones a las políticas públicas con perspectiva de género
implica lograr cambios sustantivos en las estructuras fundantes de la
sociedad. Entiendo que, en el campo legal, mucho se está avanzando.
174 Violencias cruzadas El subtgxto de género de la violencia
Pero los resultados son aún inciertos y carecemos de estadísticas oficiales partir de la aplicación y el ejercicio de un caro principio del liberalismo:
que nos permitan hacer un conjunto relevante de comparaciones. el Derecho de todos los individuos a la libre asociación en tanto nadie
Por eso, quiero adoptar otra distinción, elaborada, tal como sucedió debe estar obligado o presionado para asociarse a un cierto grupo,
con las categorías de Benjamin y Agamben, para otros contextos, pero partido u organización gremial, si no desea hacerlo. Para este caso, son
que considero de gran utilidad teórica. Me refiero a los conceptos de interesantes los aportes de Foucault en términos de "disciplinamiento" y
"segregación" y de "discriminación", acuñados por Hannah Arendt. de "biopolítica" aplicables a la educación formal e informal, como
Brevemente, en 1958, en relación con los disturbios raciales de Little reproductores privilegiados de órdenes discriminatorios (Foucault,1977:
Rock, Arendt diferenció (a) un nivel político (formal, legal) del problema, 168ss.). Arendt, por su parte, aísla así los conflictos que genera la
que vinculó a leyes segregacionistas (leyes ad hoc inequitativas y institución de la Ley de los que se generan a partir de las tramas sociales
excluyentes para las poblaciones "de color"), de (b) un entramado social, y de las relaciones vinculares de sus miembros. Con todo el orden legal
fundado en el derecho de libre asociación de los individuos en términos no-segregacionista propaga una nueva Cultura del Derecho, que poco a
de preferencias personales y de agrupamiento (Arendt, 2002:97-101). De poco irá modificando la trama social.
acuerdo con esto, romper con la segregación implica suprimir o abolir las No obstante, algunas veces, las estructuras sociales suelen retener
leyes que la sostienen, reformulándolas para que guarden estricta equidad en términos de resistencia al cambio, exclusiones fácticas aún cuando
para todos los miembros de una sociedad dada. En nuestro caso, para ciertas leyes ya se hayan abolido. Es decir, una comunidad con fuertes
todas las personas, indistintamente de que sean varones, mujeres, trans o núcleos conservadores vive el presente con las formas del pasado,
bisexuales. Considero que violentando toda emergencia de lo novedoso aunque amplíe derechos
(Della Siega, 2011; Palacio y Carrique, 2006; 2008). A ese estilo que
trata de conservar el status quo a cualquier costo, en otro trabajo, lo
7 Son categorías específicas de feminicidio, además de las mencionadas, el feminicidio
ocasional (o no-íntimo); el feminicidio infantil (de niñas) y el feticidio femenino, el denominamos ethos anacrónico (De Santo y Femenías, 2014: 77ss.). Con
todo, a pesar de la gran utilidad de la distinción analítica de Arendt (que
feminicidio familiar y por conexión próxima amigas, vecinas, etc.); por ocupación
laboral estigmatizada (prostitución, camarera de bar nocturno), por trata, tráfico o
adopto y adapto), cabe subrayar que en la vida cotidiana, tanto el orden
esclavitud sexual, por tráfico ilegal de migrantes, feminicidio transfóbico y político-legal cuanto el social-vincular se encuentran fuertemente
lesbofóbico, feminicidio racista (según rasgos fenotípicos), mutilación genital entrelazados. En principio, Sea como fuere, dada la inequidad
femenina (clitoridectomía, excisión o resección parcial o total del clítoris y los labios subyacente entre varones y mujeres en las estructuras sociales, todos los
menores, infibulación o estrechamiento de la abertura vaginal, etc.); internacional
(genocidio, crimen de lesa humanidad y crimen de guerra), y el indeterminado casos anteriores pueden culminar en homicidio o intento de homicidio,
(cuando no hay datos suficientes para construir el caso), el feminicidio por "honor" es decir, en un feminicidio u otra forma de violencia contra las mujeres,
(que incluye lapidación o mutilación). Esta clasificación está basada en el Estatuto de jóvenes o no. Esto incluye algunos modos que podrían prevenirse, como
Roma y los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949.
el suicidio inducido, los "accidentes" recurrentes por baja autoestima, o
la falta de seguridad, por negligencia o exclusión en el desarrollo de los
modos igualitarios y democráticos de convivencia.
Me interesa señalar, sin embargo, que una definición
excesivamente amplia de feminicidio licuaría la esfera precisa de
competencia de la figura legal y de su aplicación, diluyendo
lo 177 responsabilidades específicas: porque sean cuales fueren las
imperfectas estructuras institucionales del Estado, la clase, la educación
y la religión de los sujetos varones, lo cierto es que unos matan mujeres
y otros no; unos golpean y mutilan mujeres y otros no. Y esto es así
las reformas legales de las últimas décadas van en ese sentido, entre pobres y ricos; morenos y blancos; cultos e incultos; religiosos y
consolidando un orden legal más equitativo, y no voy a minimizar el agnósticos, tal como revelan las estadísticas de Naciones Unidas, y los
valor simbólico de la Ley. En cambio, la discriminación se produce a numerosísimos estudios realizados al respecto a nivel mundial.
 176 Violencias cruzadas El subtexto de género de violencia
Ahora bien, la definición de feminicidio que acuña Naciones '[los Estados] /deben implementar las debidas medidas
Unidas se aleja de las recomendaciones de Russell y Monárrez. En para prevenir, investigar y, de acuerdo con la legislación
efecto, en la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la nacional, castigar los actos de violencia contra las
mujer ( 1993) leemos cómo se define la violencia contra las mujeres: mujeres, ya sean perpetrados por el Estado o por personas
privadas".
vida pública como en la privada".
En su artículo 2do., se especifica además qué acciones se incluyen bajoAl utilizar la fórmula "del sexo femenino", Naciones Unidas incluye: el
esa denominación: "violencia física, sexual, psicológica en la familia,asesinato de millones de fetos, bebés, jóvenes, adolescentes y ancianas del
dentro de la comunidad y/o generada o perpetuada por el Estado". Sesexo femenino (Sen, 2000:4-18). Además tiene en cuenta que el femicidio
subraya también la importancia de "no atender a argumentos que remitanno es un crimen de relación uno a uno, sino que un varán puede cometer
a las costumbres, las tradiciones y/o la religión". Por su parte, el artículomás de un feminicidio, tal como ha sucedido en las Últimas guerras donde
4to incisos c y d) sostiene que pocos soldados han asesinado a miles de mujeres o que millones de
varones en el mundo aún matan a sus esposas por no procrear hijos
varones. Asimismo reconoce que algunas mujeres perpetran feminicidio,
pero, en la mayoría de los casos (si no todos), son forzadas a hacerlo,
sobre todo en los casos de feticidios femeninos en lugares donde los
varones las castigan por no procrear varones, tal como sucede en algunas
regiones de la India o cuando las madres se niegan a matar a sus bebas.
"...todo acto de violencia basado en la pertenencia al En su rol de "custodias de las tradiciones" o "guardianas simbólicas de la
sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado nación", las mujeres se ven obligadas a salvaguardar incluso aquellas
daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la costumbres que las perjudican, incluida la lapidación o la mutilación
mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción genital (Yuval-Davis, 2012: 64-86). Es decir, el reconocimiento de
o la pri179 Naciones Unidas tiene un peso simbólico y real importante. No obstante,
quiero hacer algunos señalamientos, de distinto orden. El primero es el
uso de woman, en singular, con su claro y conocido desplazamiento a la
ontologización del concepto. Segundo, que se define "violencia" como
"todo acto de violencia", lo que lleva a circularidad. Es decir, la definición
no es buena. A estas observaciones de orden
vación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la
 Violencias cruzadas El subtexto de género de la
180

ducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico,

sexual o psicológico a las mujeres tanto en el ámbito público como en el
privado" (no hay circularidad y se usa el plural "mujeres"). La violencia
contra las mujeres constituye una violación a su dignidad, a sus derechos
y al ejercicio de su vida en libertad. Sin embargo, a pesar de que los
países de América Latina son pioneros en la legislación y regulación del
feminicidio y la violencia contra las mujeres, se considera que el
Simposio de Viena sobre Femicidio (2012) fue el punto de inflexión en la
expansiÓn mundial en el uso del concepto, y un acelerador de su
implementación. Esto ha sido de vital importancia en tanto ha politizado
el asesinato de mujeres de modo global, exhibiendo en toda su magnitud
que aún hoy no hay ni igualdad ni equidad real entre varones y mujeres.
La politización del concepto de feminicidio enfatiza el hecho de que
esos asesinatos se producen en un sistema en el cual poder hegemÓnico
y
181

violencia que, en principio, voy a denominar "reactiva", en tanto

reacciona ante factores considerados real o imaginariamente amenazantes
para la propia integridad física, psíquica (en términos de autoestima
identitaria), patrimonial o simbólica de los varones agresores (Femenías,
2009a: 1922). En consecuencia, de la mano de este ethos anacrónico se
genera:
 Violencias cruzadas El subtexto de género de la
a- aumento de la violencia entre pares (modos violentos de relacionarse
recíprocamente de hecho y de palabra en todos los niveles, con pérdida
de las normas mínimas de cortesía); b- incremento de la violencia
"disciplinadora" hacia los/as jerárquicamente inferiores", según los
preconceptos tradicionales de la estructura social ("ese/ a negrito/a",
mujeres, minorías sexuales, grupos religiosos históricamente marcados,
etc.); c- refuerzo de los modos tradicionales naturalizados de
organización social identitaria, jerárquica y de liderazgo (p.e. tribus
urbanas,
masculinidad son sinónimos, e impregnan de misoginia, odio y desprecio foros de chat, etc.); resistencia a todo cambio y/o reordenamiento
por el cuerpo femenino y por los atributos asociados a la feminidad. Por sociocultural menos jerarquizante; negación del valor del esfuerzo (la
eso, ha sido fundamental mostrar la especificidad de los asesinatos de cooperación horizontal y la escucha del otro) búsqueda de seguridad
mujeres, retirándolos de la clasificación general de "homicidios", y identitaria y refugio en los estereotipos de fuerza física; priorización
dándoles un sentido propio y pleno en el contexto del poder patriarcal, de "soluciones" basadas en la fuerza como producto de
que considera una "infracción" femenina desconocer dos leyes enfrentamientos; h- potenciaciÓn del egoísmo de la supervivencia;
(implícitas) fundantes del patriarcado: Los varones incremento de las violaciones, golpizas, crueldad, insultos, etc., tanto
i) controlan o poseen absolutamente los cuerpos de las mujeres, y en el ámbito privado-doméstico como en el espacio público,
ii) son naturalmente superiores a las mujeres, sin mas. especialmente sobre aquellos considerados "inferiores" mujeres,
viejos, niños, minorías sexuales, etc.).
Según estos dos principios, la reacción de odio se desata cuando una
Como estadísticamente son los varones quienes ostentan mayores índices
mujer ejerce autonomía sobre su propio cuerpo, desconociendo o
de violencia y agresión, cabe conjeturar que, en busca de seguridad y
desafiando las reglas implícitas de fidelidad, de castidad o de opción autoafirmación identitaria, se refuerzan según una tabla de valores
sexual. Esto abre un espacio para la categoría de "crímenes de honor" patriarcales tradicionales, jerárquica y naturalizada.
masculino, por supuesto. Pero también, según estas leyes implícitas,
para la violación naturalizada, ya que el cuerpo de una mujer pertenece
natural y necesariamente a un varón como sostienen algunos teóricos del
patriarcado.
En resumen, no es irrelevante la convergencia de un conjunto de
concausas, que operan como terreno fértil para uno u otro modo de
violencia. En muchos casos actuales (incluyendo feminicidios), se trata
de una

el ambiente social
 Violencias cruzadas
182
Ese marco, entendido como un "orden natural" (anisomórfico y no
recíproco) sirve de referencia privilegiada para la afirmación de la
autoestima de muchos varones. En otras palabras, el varón explotado y/o
presionado fuertemente que, por ejemplo, no consigue trabajo y/o el
reconocimiento (incluido el económico y social) que considera que
merece, suele (y aquí interviene fundamentalmente la variable
individual) tratar con saña a quienes considera "sus" inferiores naturales:
sus empleados, su mujer, sus hijos, sus hijas, las mujeres en general. El
objetivo implícito muchas veces inconsciente) es alcanzar ante sí mismo
reconocimiento suficiente para valorar su existencia. Para lograrlo,
utiliza un mecanismo de autoafirmación identitaria que consiste en
"probar" que "el otro/ a" es inferior y/o más vulnerable que él. En
muchos de estos casos, se producen círculos de complicidad y silencio:
no se ve, no se oye, no se interviene.
Por último, haré algunas consideraciones sobre en qué términos
pienso que las políticas públicas deben fortalecer la "equidad" para las
mujeres. En principio, el Diccionario (DRA) define "equidad" como una
cualidad que mueve a dar a cada uno lo que merece. Esta fórmula remite
a una vieja tradición platónica, de República, 433 a- 434. Ahora bien,
¿quién resuelve quién merece qué? En principio, para las sociedades
democráticas, las leyes igualitarias para todos sus ciudadanos obligan a
su aplicación en los mismos términos. Es decir, justicia en términos de
imparcialidad en el trato o en el reparto de bienes, incluyendo el prestigio
y el reconocimiento. Ahora bien, se entiende como Modelo de Equidad
de Género (MEG) un sistema de gestión con perspectiva de género, que
proporciona herramientas a las empresas, las instituciones públicas y las
organizaciones sociales, para asumir el compromiso de la igualdad entre
mujeres y varones y para favorecer las políticas y prácticas internas. Para
reorganizar y definir mecanismos que incorporen la perspectiva de
género e instrumenten, cuando fuere necesario, acciones afirmativas y/o
a favor del personal femenino y se conduzcan a corto y mediano plazo
estrategias para el establecimiento de condiciones igualitarias exigidas
para mujeres y varones en los centros de trabajo. Para ello se desarrollan
las denominadas "acciones positivas". Algunas acciones positivas son:
183
El subtexto de género de la
1- Lograr mayor participación de las mujeres
2- Favorecer la audibilidad de sus planteos
3- Incentivar la concienciación de sexo-género
4- Educar contra la discriminación de sexo-género
5- Controlar la violencia y el sexismo
6- Reconocer los DD de las mujeres sobre el propio cuerpo
7- Revertir las condiciones de feminización de la pobreza
8- Fomentar una cultura laboral y educativa justa y equitativa
9- Evitar la discriminación laboral horizontal y vertical
IO- Impulsar el control responsable sobre el propio cuerpo
I I -Educar en la responsabilidad y el respeto a las diversidades
12- Proteger a las mujeres embarazadas
13- Promover la paternidad responsable
14- Fortalecer la memoria generizada
15- Ofrecer alternativas identificatorias en todos los campos
16-Estar y ser reconocido en el lugar del sujeto; no del objeto
[visibilidad de las mujeres
Sea como fuere, en mayor o en menor medida, todos y todas
contribuimos a reproducir una visión del mundo que enmascara las bases
de la violencia simbólica contra las mujeres. Por eso, considerar a la
violencia de género sólo el subproducto de una relación enferma entre un
varón y una mujer individuales y aislados del marco constitutivo y
reproductor de la desigualdad entre ambos y de su socialización, conlleva
el peligro de quitar la parte política a lo personal invirtiendo el famoso
lema de los sesenta (Soza Rossi, 2006: 163-186).