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EL PERFIL DEMOGRÁFICO EN MÉXICO

Según el censo del año 2000, el crecimiento de la población en México ha seguido


un patrón más o menos similar al resto del mundo. De 16.5 millones de habitantes
en 1930, llegó a 25.7 en 1950 y a 97.5 al final del siglo XX. Por su parte, el Censo
General de Población de 2010 registró una población de 112.4 millones de
habitantes. El mayor incremento se dio entre 1970 y 1980: un aumento de
aproximadamente 18 millones de habitantes en tan solo una década. Asimismo,
sucede que en 1950 México ocupaba el décimo séptimo lugar entre los países
más poblados del mundo, en el año 2000 ocupó el décimo primero, y se estima
que mantendrá esa posición hasta el 2050.

Durante los años sesenta, la dinámica poblacional sigue el patrón de la transición


demográfica: mientras que la fecundidad se mantiene, la mortalidad disminuye
sustancialmente, lo que trae un crecimiento acelerado de la población y cambios
consecuentes en las estructuras de edad – particularmente notable es la
proporción de menores de 15 años. Todavía en los años sesenta la fecundidad se
mantenía elevada – alcanza una tasa global de casi seis hijos por mujer. Entre
1970 y 1980, con la reducción de las tasas de fecundidad, se empieza a romper el
círculo del crecimiento demográfico acelerado.

En esta comparación se aprecia el proceso de envejecimiento de la población. Por


un lado, disminuyen de manera significativa las generaciones de la base,
particularmente los tres primeros grupos de edad. Por el otro, aumentan las
generaciones en edad laboral, mientras que los grupos de 80 años y mas siguen
aumentando respecto a 1970. Las diversas aproximaciones en el estudio del
envejecimiento de la población coinciden en que en los países desarrollados los
procesos se han dado de manera acompasada, de tal manera que han podido
ajustarse al propio avance socioeconómico y de infraestructura. Sin embargo, en
los países en desarrollo, como es el caso de México, los cambios poblacionales se
han dado con tal celeridad que no ha sido posible ajustar el sistema a las
necesidades de los habitantes, que en el caso del envejecimiento se centran en la
atención a la salud y el bienestar.
Otro de los factores que inciden en la estructura de la población es la migración.
En los censos, la migración se mide comparando el dato del lugar de nacimiento
con el de residencia, para identificar así a aquellas personas que viven en una
entidad o país diferente del de su nacimiento. Asimismo, la posibilidad de conocer
los movimientos al interior de una misma entidad o entre sus municipios brinda
información sobre cuáles son los polos de atracción de la población, y permite de
esta manera identificar redistribuciones espaciales en ciertas zonas. Para ello, a
partir de 1990 los censos preguntan cuál era la entidad de residencia cinco años
antes de la fecha de levantamiento censal, lo que ha permitido detectar incluso a
las personas que vivían en Estados Unidos u otros países en el periodo señalado
y que regresaron al país. Esta tendencia de reducción poblacional de las grandes
metrópolis abre un nuevo panorama para la investigación demográfica. Resaltan
variables como la desconcentración hacia áreas no metropolitanas, la dinámica del
crecimiento de ciudades intermedias, la disminución del éxodo rural, entre otras.
En este sentido, es importante plantear en qué medida el proceso de globalización
ha afectado procesos como la redistribución espacial; el impacto en los mercados
de trabajo; los condicionantes de los nuevos patrones de migración interna; las
formas de inserción de los migrantes en la actividad económica del lugar de
destino (con frecuencia, no logran remontar la pobreza de la que tratan de
escapar), y el papel del Estado en la propia trayectoria del proceso de
urbanización.

El estudio y conocimiento de los procesos demográficos son fundamentales para


enfrentar los retos del diseño de políticas públicas dirigidas al bienestar de la
población. Entre los desafíos que ha identificado los demógrafos en el contexto de
la dinámica actual están el perceptible envejecimiento de la población y las
insuficientes herramientas para enfrentarlo – la seguridad social y los esquemas
de pensiones de retiro son ineficientes -, así como las nuevas formas de las
relaciones familiares que tendrán un impacto en los cambios de la estructura de
edad de la población.
Referencias: Perfil demográfico de México, Siglo XXI. Disponible en:
http://archivo.estepais.com/site/2012/perfil-demografico-de-mexico/

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