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Caracas, 6 de diciembre de 2021

U.E. Cumbres II

3er año

Camila Acevedo

Prof. Pablo Alvizu


Hasta hace poco creíamos que la naturaleza, además de sabia, era indestructible. La
creíamos capaz de sobreponerse a terremotos, volcanes, glaciaciones y meteoritos tan
destructivos como 10.000 millones de bombas atómicas. Sin embargo, las imágenes de
una Tierra que en pleno siglo XXI se ahoga en océanos de plástico, se derrite por los
polos y transforma sus bosques en desiertos nos han dejado en evidencia: el planeta se
asoma al abismo y nosotros con él.
Estamos batiendo un triste récord, inédito hasta ahora en la historia de la humanidad. El
ritmo al que desaparecen animales y plantas es hoy miles de veces superior al de los
últimos 500 millones de años y, si no lo remediamos, dentro de un siglo habremos
acabado con el 67% de la fauna en peligro de extinción y un 99,9% estará gravemente
amenazada, según pronostica la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza.

El daño sería tan devastador que la Tierra necesitaría de 3 a 5 millones de años para
recuperarse de la sexta extinción masiva de la historia —la primera provocada por el
hombre—, tal y como aseguraba en 2018 un estudio de la Universidad de Aarhus en
Dinamarca. Los efectos de la urbanización, la agricultura y la ganadería industrial, la tala
de bosques y las emisiones de CO2, entre otras acciones, aceleran la pérdida de la
biodiversidad por el calentamiento global, la desertización o la contaminación de océanos
y ríos.
El calentamiento global es culpa de todos y cada uno de nosotros. En numerosas
ocasiones usamos cosas que contaminan el medio ambiente sin saberlo y que
deberíamos evitar a toda costa. Por ejemplo:

- Utilizar desodorantes en aerosol: Los sprays dañan la calidad del aire, aunque,
según publicó la revista científica Nature Communications en 2018, sus efectos
sobre la temperatura varían en función de la zona del mundo donde se utilizan.

- Beber agua en botella de plástico: Este tipo de recipientes tardan 500 años en
descomponerse y liberan micropartículas perjudiciales para la salud.

- Arrojar un chicle al suelo: La goma de mascar se compone, sobre todo, de


plástico neutro y, además de ensuciar las calles, puede matar por asfixia a muchas
aves si la confunden con alimento.

- Tirar las mallas de los packs sin cortarlas: Estos aros de plástico atrapan
animales como peces y tortugas, ocasionándoles mutilaciones, malformaciones o,
incluso, la muerte
Una vez que somos conscientes de cómo contaminamos el medio ambiente,
debemos buscar soluciones y cambiar nuestros hábitos. Estas son algunas de las
propuestas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU):

- Separa la basura: no mezcles residuos en casa y asegúrate de utilizar


correctamente los diferentes contenedores para el reciclaje.

- Recicla y reutiliza: renuncia a los plásticos de un solo uso y emplea siempre


envases y artículos que puedas usar varias veces. Antes de tirar algo a la basura
piensa si puedes darle una segunda oportunidad.

- Ahorra energía: aprovecha la luz natural, emplea bombillas LED, no enciendas


luces que no necesites, regula el termostato de la calefacción y el aire
acondicionado, etc.

- No utilices bolsas de usar y tirar: cambia las bolsas de plástico y de papel por
otras de algodón.

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