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DICIEMBRE-2021
INVESTIGACION
“Cuanto más se aproxima uno al sueño, más se va
convirtiendo la Leyenda personal en la verdadera razón
de vivir.” Paulo Coelho
PAHOLA JACKELINE MONJARAS ISAULA
1. Estados Unidos
2. Rusia
Rusia produce más de 200 millones de toneladas de basura cada año. A partir
de 2000, la cantidad de residuos producidos anualmente por Rusia se estimó
en alrededor de 207,4 toneladas. Es probable que el número haya aumentado
significativamente entre 2000 y ahora debido a la creciente clase media y la
sociedad capitalista.
3. Japón
4. Alemania
PAHOLA JACKELINE MONJARAS ISAULA
5. China
No es secreto que este país asiático compite con Estados Unidos por el control
del mercado mundial, y esto está relacionado con la contaminación de las dos
potencias. Según la investigación británica, "China e India representan más del
36 % de la población mundial, pero generan el 27 % de los residuos
municipales mundiales", por lo que reitera que la mayor preocupación se centra
en el país americano.
1. Suiza
En los años 80, el país tuvo graves problemas de contaminación, los ríos
estaban llenos de nitratos y fosfatos y el suelo por metales pesados. Optaron
por tomar medidas drásticas y han funcionado.
2. Austria
3. Alemania
Este país logra reciclar el 62% de toda la basura que genera, comenzaron con
el desuso de bolsas de plástico y le siguieron medidas de clasificación de
residuos, educación ambiental desde edad temprana y conciencia social. Un
ejemplo del compromiso de la sociedad alemana es el supermercado sin
envases.
4. Bélgica
5. Países Bajos
No cabe duda de que este breve repaso a las posibilidades que tiene el
colapso climático de
trastocar el avance de
la humanidad
constituye un
aleccionador
contrapeso frente a la
euforia que muestran
otros textos de este
libro. Aunque según
PAHOLA JACKELINE MONJARAS ISAULA
MEDIDAS DE CALADO
A muy corto plazo, la primera y mejor medida que los países podrían aplicar es
la aprobación de un impuesto y un dividendo para el carbono.63 Siempre que
se extraiga un combustible fósil o se importe de otro país se le aplicará un
arancel en función de las emisiones de CO2 que lleve incorporadas (y puede
que también en función de otros gases de efecto invernadero). Al principio el
arancel sería modesto (probablemente menos de 100 dólares por tonelada de
CO2) y se iría incrementando cada año a un ritmo regular, de manera que
terminara por resultar prohibitivo (miles de dólares). Así se solventaría un
enorme problema que plantea el mercado: a la civilización le sale carísima la
contaminación, pero contaminar sigue saliendo gratis. De este modo, las
alternativas a los combustibles fósiles se irían haciendo cada vez más viables
en todos los sectores económicos, desde la electricidad libre de carbono hasta
los alimentos orgánicos de kilómetro cero, pasando por fábricas sostenibles y
formas de viajar más lentas que la aviación. El carácter predecible de los
precios aceleraría tanto una desinversión escalonada y ordenada en
combustibles fósiles como una inversión sistemática en fuentes alternativas.
Naturalmente, los individuos, las instituciones y las empresas buscarían nuevas
formas de utilizar la energía de manera más eficiente (incluso en los alimentos).
Las dietas abandonarían con naturalidad la carne y, para sustituirla, seguirían
desarrollándose productos que los consumidores irían aceptando.