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La novela picaresca
En la novela picaresca se inicia en 1554 con La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y
adversidades, una obra realista que nace en un momento de éxito de los libros de caballerías y la
novela pastoril.
- El ambiente social de la época: las ciudades están repletas de individuos sin trabajo y mendigos.
- La creciente discriminación por cuestiones de ”limpieza de sangre" de las que son objeto los
"cristianos nuevos" o sus descendientes que rompe la convivencia y favorece la crítica.
- La apertura ideológica iniciada por Carlos I y la aparición de las ideas erasmistas, que critica el
carácter inverosímil de las novelas idealistas.
- La reacción literaria que surge contra los libros de caballerías, ante los que la picaresca opone a
un antihéroe como protagonista.
- Trabaja como criado de muchos amos, lo que permite al narrador analizar distintos estamentos
sociales.
- Se mueve principalmente por hambre.
Es esta breve novela de autor anónimo. Se han barajado nombres pero sin llegar a la certeza.
Presenta un título largo como era común en aquellos tiempos: La vida de Lazarillo de Tormes y de
sus fortunas y adversidades. Ya no se trata de las hazañas de los caballeros andantes. Lo
extraordinario de este relato nace de concederle voz a un personajillo humilde, a un vulgar
pregonero de vinos en la ciudad de Toledo. La novela, por ello, presenta una apariencia de realidad,
aunque no puede ser el escrito de un pregonero de vinos, que sería casi con seguridad analfabeto.
No hubo ningún Lázaro de Tormes que escribiera su vida desde niño hasta su vida en matrimonio.
Sin embargo, las situaciones que narra, los lugares que el protagonista recorre y los personajes que
trata pertenecen todos a la realidad de aquellos años. Con El Lazarillo se inicia la novela realista.
En la época de la publicación de la obra las novelas más leídas eran las historias fantásticas de los
caballeros andantes, y poco tiempo después, las historias sentimentales de la novela pastoril.
Mundos muy distintos a los de la cruda realidad que presenta El Lazarillo.
El " vuestra merced" a quien va dirigida esta extensísima carta (epístola) en la que el supuesto autor,
Lázaro, ha de dar cuenta en primera persona de su situación actual, sea una autoridad eclesiástica
que investiga el comportamiento del arcipreste, pero la identidad queda sin aclarar.
Lázaro, en lugar de limitarse a dar explicaciones sobre esa situación, decide contar su vida llena de
contratiempos y penalidades. De ahí que decida "no tomalle por el medio, sino por el principio,
porque se tenga entera noticia de mi persona". No es una decisión inocente: el protagonista quiere
mover a compasión, es decir, pretende justificar su tolerancia hacia un adulterio consentido. No
desea ningún tipo de complicación y menos si esta puede poner en peligro su modesta posición
recién conseguida: lo ha pasado suficientemente mal como para sacrificar su comodidad. Vence el
pragmatismo de quien fue educado en la escasez y el engaño.
De alguna forma, El Lazarillo es la historia de un proceso de mala educación que denuncian las
condiciones morales y sociales de una sociedad que empuja un personaje a formarse en un proceso
educativo para la deshonra y la vileza. Y esto implica otro hallazgo del autor: haber inventado un
personaje que va a construyéndose ante el lector, pues pasa de la inocente ingenuidad del niño a
la falta de escrúpulos moral de un hombre que no cree ya más que en su propia supervivencia en
una sociedad en la que impera la hipocresía y el engaño.
Temas de la picaresca
Los principales temas de El Lazarillo son el hambre, ya que denuncia las miserias de la España
imperial; la honra, pues critica una sociedad inmovilista en la que el ascenso social es imposible
y en la que la honra depende de las apariencias, el linaje y la limpieza de sangre; y la religión. Los
personajes del estamento eclesiástico (el clérigo, el fraile de la merced, el buldero, el arcipreste)
aparecen retratados negativamente. Todos ellos explotan o humillan a Lázaro, son hipóctitas y sus
actos están motivados por la avaricia o por la lujuria.
Estilo
Esta historia está contada según el ideal que desarrolla Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua:
un estilo natural. Se caracteriza, también, por el uso recurrente de la ironía- recurso por el cual se
sugiere lo contrario de lo que explícitamente se afirma-, que exige un lector activo, capaz de leer
entre líneas.