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INTRODUCCION

Tradicionalmente se han denominado delitos de opinión a aquellos tipos penales que habilitan
poder punitivo por la manifestación pública de opiniones políticas. Así sucedió en los
regímenes totalitarios, que penaban la manifestación del pensamiento que fuera contrario al
Estado totalitario. Manifestación de ello ha sido en Italia el código fascista que divinizó al
Estado y también en Alemania el nazismo. La Argentina no ha sido una excepción en cuanto a
la persecución de las ideas y opiniones políticas. Esta ha sido la concepción tradicional de los
delitos de opinión. Actualmente esta concepción debe ser ampliada, incluyendo la punición de
opiniones distintas de las políticas. Es decir incluyendo todo tipo de opiniones. Nuestro Código
Penal, luego de los "delitos contra las personas", contempla a través de 9 artículos, los "Delitos
contra el honor". Esto nos demuestra que para nuestro Código existe una jerarquía de valores:
primero la persona y luego el honor. Además considera a los "delitos contra el honor" como
una categoría especial de delitos, independiente de los delitos contra las personas. Los delitos
contra el honor revisten características jurídicas especiales que justifican que se los legisle
como categoría propia (ejemplo: los delitos contra el honor admiten la reparación posterior
mediante la "retractación" del culpable. En cambio, ningún delito contra la persona física es
reparable). No se discute la existencia del honor como algo apreciable o valorable por la
persona. Pese a las dificultades que se presentan para definir el concepto de honor, podemos
acordar con la posición más tradicional que lo entiende comprensivo del concepto que tenga la
persona sobre sí misma y el que los demás tengan sobre ella. El honor, como bien jurídico
tiene características muy especiales: es un bien de estimación relativa, es decir que no todas
las personas estiman de igual modo. Mientras que para algunas personas su honor vale más
que su propia vida a grado tal que no dudan en sacrificar éste para defender aquél; para otras
en cambio no tiene un valor tan grande y si se deciden a conservar el honor es por las ventajas
de orden material que de su posesión resultan; por último, encontramos personas que dan tan
poco valor a su honor que no dudan en sacrificarlo ante cualquier ventaja patrimonial. El
honor, como bien jurídico reviste dos formas diferentes, esto es, que se da a conocer a través
de dos maneras distintas y bien definidas, a saber: el honor subjetivo, y el honor objetivo.
Todas las personas poseen una autoestima determinada, la que sea. Algunos la tendrán más
elevada que otros, pero ello no obsta a que cada cual tenga la suya propia y que ello sea de
suma importancia para los hombres.
Marco teórico.

A. Antecedentes de la investigación.

El honor mediante el derecho penal es y ha sido una cuestión bastante debatida.


Esto se debe a los conflictos que se presentan respecto, en particular, a las
libertades de expresión, de información, de comunicación. Otro factor decisivo es
la índole claramente perjudicial que los ataques contra el honor tienen en relación
con la persona misma de la víctima y de sus diversos intereses.
Esta problemática se refleja muy bien en la manera como sus presupuestos,
manifestaciones y consecuencias han sido reguladas por el ordenamiento jurídico.
La Constitución y los Convenios internacionales sobre derechos humanos y
libertades fundamentales constituyen el marco en el que se deben interpretar y
aplicar las disposiciones penales protectoras del honor de las personas. Este
mismo marco condiciona el modo en que deben definirse en la ley los delitos
contra el honor, fijar las penas, estatuir las circunstancias excusantes, regular la
prueba liberatoria y decidir si la acción es pública o privada. Además, la situación
político-social, la concepción penal y la político-criminal imperantes juegan un
papel decisivo.
En la Constitución de 1933 no existía referencia expresa al derecho al honor. A
pesar de ello, se puede estimar que se le consideraba de manera implícita en el
artículo 63, dedicado a garantizar la libertad de prensa, en la medida en que se
limitaba el derecho de emitir libremente ideas y opiniones por medio de la
imprenta o de cualquier otro medio de difusión. Este derecho debía ejercerse,
“bajo la responsabilidad que establece la ley”. Por ejemplo, en las disposiciones
represoras de los delitos contra el honor. Se indicaba como responsables “al autor
y al editor de la publicación punible”. A los que se les obligaba, además, a
responder solidariamente “de la indemnización que corresponda a la persona
damnificada”. En el artículo 64, se estipulaba que los tribunales ordinarios
conozcan en los delitos de imprenta.
En el inciso 5 del artículo 1, se estatuyó que toda persona tiene derecho al “honor
y la buena reputación a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”. Al
mismo tiempo, se establecía el derecho de rectificación respecto a publicaciones
hechas en cualquier medio de comunicación social. Se reconocía como titular de
este derecho a toda “persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada en
su honor mediante esas publicaciones”. Además, se estipulaba la gratuidad de la
rectificación y no se excluía “la responsabilidad de ley”, por ejemplo, penal o civil.
 Las convenciones internacionales.
Esta regulación constitucional es reforzada por la suscripción de las convenciones
internacionales relativas a los derechos humanos. Señalemos el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos1 y la Convención Americana sobre derechos humanos
(Pacto de San José)2 . En el primero, se menciona la honra y reputación cuando, junto
a la vida privada, la familia, domicilio y correspondencia, se declara, en el artículo 17,
que nadie será objeto de injerencias arbitrarias o ilegales y que todos tienen derecho a
ser protegidos por la ley contra dichos ataques e injerencias.
El Pacto de San José, con algunas variaciones, sigue la misma orientación. Así, en el
artículo 11, inciso 1, se dice que toda persona “tiene derecho al respeto de su honra y
al reconocimiento de su dignidad”. Estas expresiones contienen las mismas ideas de
honra y reputación utilizadas en el Pacto Internacional sobre derechos civiles. Lo que
es confirmado en el inciso 2 del mismo artículo, en el que se reproduce en cierta forma
el artículo 17 de este último, en el que se hace referencia a ataques ilegales a la “honra
o reputación”.
 Legislación penal:
En el CP de 1924, bastante influenciado por el CP uruguayo, se preveían tres delitos
contra el honor: la difamación, la calumnia y la injuria. Se les distinguía desde diversos
aspectos. En cuanto al comportamiento reprimido, la difamación consistía en atribuir a
una persona, ante varias personas, un hecho, una calidad o una conducta. El referente
a la injuria era, primero, precisado diciendo que no debería tratarse del
comportamiento calificado de difamación y, segundo, se le describía como el hecho de
ofender o ultrajar a una persona, de cualquier manera. Así, la injuria era concebida
como un delito de resultado, mientras que la difamación era considerada como delito
de peligro, en la medida que el hecho, la cualidad o conducta atribuida a la víctima
debía ser capaz de perjudicar el honor o la reputación.
 Honor y libertad de expresión
En cuanto a la protección del honor, conviene recordar que, desde la Revolución
Francesa, la libertad de expresión fue expresamente considerada como uno de los
derechos humanos. En el artículo XI de la Declaración de los derechos del hombre y del
ciudadano de 1789, se estatuyó que: “La libre comunicación de las ideas y opiniones es
uno de los derechos más preciados del hombre. Todo ciudadano puede, por tanto,
hablar, escribir, imprimir libremente, a condición de responder por el abuso de esta
libertad, en los casos determinados por la ley”. Posteriormente, este derecho fue
previsto de la misma manera en las constituciones de numerosos países y en gran
parte de las convenciones internacionales. Por ejemplo, en la CEDH, artículo 10, se
dispone lo siguiente: “Toda persona tiene derecho a la libertad de expresión. Este
derecho comprende la libertad de opinión y la libertad de recibir o comunicar
informaciones o ideas sin injerencia de las autoridades públicas y sin consideración de
fronteras [...]
B. Bases teóricas:
1. Honor:
Es una virtud que puede llegar a poseer el ser humano de acuerdo al carácter
moral que esté presente en el mismo, también va depender de las normas
sociales y éticas por las cuales se rija y que sean aceptadas por la comunidad
en la que vive; pero en realidad va más allá de pretender quedar bien con la
sociedad, se trata de los principios y valores individuales de cada sujeto.
Existen diversas reglas compartidas que se basan en ideales y que constituyen
lo que supone una conducta honorable dentro de una comunidad. Por
ejemplo: estafar a los padres para obtener dinero no es un comportamiento
honorable. Una actitud cobarde, por otra parte, atenta contra el honor de una
persona.
2. Injuria:
La injuria es un delito que consiste en la imputación de hechos o manifestación
de opiniones que atenten contra la dignidad de una persona, lesionando su
fama, honor o propia estimación. Las injurias pueden emitirse de forma verbal,
por escrito o de forma gráfica, y para ser consideradas como delito su
contenido ha de ser objetiva y gravemente ofensivo.
3. Calumnia:

La calumnia es un delito contra el honor que se comete cuando se imputa un


delito a otra persona a sabiendas de que la acusación realizada es falsa. Dicho
de otra manera, es la imputación de un delito a otra persona conociendo que
todo lo imputado es falso pues no pudo ser esa persona la autora del delito.

Por ejemplo, si una persona imputa el robo de unas joyas que había en su casa
a la empleada de hogar, sabiendo que el día en el que se produjo el robo ella
no estaba trabajando, estará cometiendo un delito de calumnias.

4. Difamación:
El que, ante varias personas, reunidas o separadas, pero de manera que pueda
difundirse la noticia, atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una
conducta que pueda perjudicar su honor o reputación, será reprimido con
pena privativa de libertad no mayor de dos años y con treinta a ciento veinte
días-multa. Si la difamación se refiere al hecho previsto en el artículo 131, la
pena será privativa de libertad no menor de uno ni mayor de dos años y con
noventa a ciento veinte días-multa.
C. Base legal.

C.1 Disposiciones Constitucional:

El texto vigente del inciso 7) del Artículo 2° de la Constitución Política de 1993,


establece:

“Artículo 2°.- Toda persona tiene derecho:

7) Al honor y a la buena reputación, a la intimidad personal y familiar así como a la


voz y a la imagen propias.
Toda persona afectada por afirmaciones inexactas o agraviada por cualquier
medio de comunicación social tiene derecho a que éste se rectifique en forma
gratuita, inmediata y proporcional, sin perjuicio de las responsabilidades de ley".

C.2 Disposiciones Legales:

El texto vigente del Artículo 14° del Decreto Legislativo N° 295 “Código Civil”, del
24 de julio de 1984, establece:

“Artículo 14°.- La intimidad de la vida personal y familiar no puede ser puesta de


manifiesta sin el asentimiento de la persona, o si esta ha muerto, sin el de su
cónyuge, descendientes, ascendientes o hermanos, excluyentemente y en este
orden”.

Mediante las Leyes N° 26394 y 26673, del 18 de noviembre de 1994 y 20 de


octubre de 1996 respectivamente, se conformo la Comisión encargada de elaborar
el anteproyecto de ley de reforma del Código Civil.
Para los especialistas en la materia, el cuerpo jurídico civil merece ser objeto de
una reforma, pues existe la necesidad de adecuar las normas al texto
constitucional de 1993, debido a que el primero fue expedido bajo la influencia de
la anterior Carta Política de 1979.

A lo anteriormente descrito, habría que agregar el hecho de que a partir de la


promulgación del Código Civil se han venido produciendo múltiples avances en los
campos de la ciencia y la tecnología, que ameritan regular determinados aspectos,
por cuanto se han detectado una serie de vacíos legales y defectos normativos que
contravienen el ordenamiento jurídico civil, razón por la que resulta necesario
corregir los errores a fin de no perder la calidad que lo caracteriza y su posterior
aplicación y cumplimiento.
En ese sentido, la presente proposición de ley recoge textualmente la propuesta
elaborada por el ilustre jurista Carlos Fernández Sessarego, conspicuo miembro del
grupo de trabajo encargado de revisar el Libro Primero “Derecho de las Personas”
del cuerpo jurídico civil.

El Código Civil Peruano, aprobado mediante el Decreto Legislativo N° 295, del 24


de julio de 1984, es uno de los pocos cuerpos jurídicos que regulan el derecho a la
intimidad personal y familiar.

Precisamente, el precepto 14° recoge esta importante institución indispensable


para el sereno y tranquilo desarrollo de la personalidad.

Por su parte, el Código Civil Italiano de 1942 viene evaluando la incorporación de


la protección del derecho a la intimidad.

La Corte de Casación Italiana siguiendo una indicación de la Corte Constitucional


en un fallo expedido en el año de 1973, resolvió un caso sometido a su
conocimiento en cuya sentencia, de 27 de mayo de 1975, configura un derecho
autónomo a la intimidad. Ello, no obstante que con anterioridad algunas instancias
inferiores de la magistratura habían acogido el derecho que designan como diritto
alla riservatezza.

En Francia a través de ley expedida en 1970 se modifico el Artículo 9° de su Código


Civil con la finalidad de incorporar a este derecho.

En España, existe la Ley N° 1/1982, del 14 de mayo de 1982, “Ley de Protección


Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen”,
norma que garantiza el derecho fundamental al honor, a la intimidad personal y
familiar y a la propia imagen con la finalidad de proteger civilmente a dichos
derechos frente a todo género de intromisiones legales.

La iniciativa legislativa tiene como propósito enriquecer el texto de la norma con


aspectos que antes no fueron expresamente contemplados, lo que permitirá una
mejor y más precisa interpretación de los alcances del derecho a la intimidad.
El texto vigente del precepto, glosado líneas arriba, establece que “la intimidad de
la vida personal y familiar no puede ponerse de manifiesto sin el asentimiento de
la persona o si está ha muerto, sin el de su cónyuge, descendientes, ascendientes y
hermanos, excluyentemente y en este orden”.

Del texto citado en el párrafo precedente, se entiende que el alcance del derecho
no sólo se limita a difundir lo conocido sino a “no conocer” aspectos de la vida
íntima de una persona o de su familia. Es decir, no cabe divulgar lo que no se
conoce.

En el sentido referido en el párrafo anterior, en la exposición de motivos se


expresa que en él se “reconoce la intimidad de la vida privada, en todos sus
aspectos, como objeto de protección jurídica con los únicos límites del
asentimiento de la propia persona o la existencia de un prevaleciente interés
social”. Es decir, y tal como se lee, los autores del texto le otorgan la mayor
amplitud en cuanto a la protección de la intimidad de la vida íntima de la persona
o de su familia.

En la idéntica línea de pensamiento, se manifiesta que el Artículo 14°, objeto de la


modificatoria, “comprende dos distintas pero conexas situaciones vinculadas a la
tutela de la intimidad de la vida privada, ya sea personal o familiar”.

Se señala expresamente que “ellas consisten tanto en la simple intrusión en dicha


esfera como en la divulgación de cualquier acto a ella atinente”. En este sentido se
sostiene que “en el primer caso se persigue evitar que, por razones que no
respondan a un interés social, se mantenga a la persona en constante inquietud o
zozobra con la realización de actos motivados únicamente por la injustificada e
intrascendente curiosidad de terceros”.

Además, Fernández Sessarego en su obra “Exposición de Motivos y Comentarios al


Libro Primero del Código Civil” agrega que la norma “pretende impedir, con el
mismo propósito, el despliegue de diversas actitudes que supongan fisgonear y
entrometerse en la intimidad de la vida privada o represente una invasión, un
hurgamiento o búsqueda indebida en bienes o propiedades de la persona, sin que
medie un público interés”.

No obstante lo expresado con anterioridad, se considera oportuno, para una más


precisa interpretación del texto, perfeccionar la redacción del Artículo 14° a fin de
determinar, de modo expreso, que la violación de la intimidad suponía cualquier
tipo de perturbación así como el tomar indebido conocimiento de hechos que
correspondan a la vida privada y, por consiguiente, a su divulgación sin
asentimiento de la persona.

En razón de los argumentos anteriormente esgrimidos, se ha contemplado incluir


los planteamientos anteriormente mencionados.
En primer lugar, se trata de la acción, de cualquier tipo o utilizando cualquier
medio, que tienda simplemente a perturbar la intimidad de una persona o su
familia.

La segunda situación se relaciona con la toma indebida de conocimiento de hechos


que corresponden al ámbito privado.

La tercera y última situación se refieren a la puesta de manifiesto de cualquier


aspecto de la vida íntima de la persona o de su familia. De esta forma, se
enriquece el texto del Artículo 14° al mostrarse, de modo expreso, las situaciones
que atentan contra la vida íntima del sujeto o de su familia.

La intrusión en la vida íntima de la persona o de su familia obliga al intruso a cesar


en ella, quedando impedido de ulteriores intrusiones. Es evidente que en estos
casos queda a salvo la pretensión del daño causado, si lo hubiere. El juez dispondrá
de las medidas necesarias, oportunas y adecuadas para cumplir con el cese de las
intrusiones actuales, así como prevenir que no se reiteren en un futuro.

Con relación a este último aspecto, es necesario indicar que existe jurisprudencia
comparada en la que sé prohibe al perturbador de la vida íntima de una persona
transitar, por ejemplo, en la calle donde tiene su residencia la víctima de
perturbación, o hacerse presente en los lugares a los que ésta acude
habitualmente y en los que, con anterioridad, se han producido los actos
perturbadores en referencia.

Las disposiciones anteriormente señaladas que, como esta dicho, constituyen el


segundo numeral proyectado, van precedidos de un enunciado muy amplio
contenido en el numeral uno de la fórmula legal propuesta, en el cual se prescribe
el derecho subjetivo de toda persona a ser protegida en su intimidad personal y
familiar, salvo mandato legal o autorización judicial.

En el tercer numeral se establece que, en caso de desaparición, ausencia o


fallecimiento del titular del derecho, corresponde al cónyuge, descendientes,
ascendientes o hermanos, excluyentemente y en este orden, prestar el debido
consentimiento para la divulgación de hechos de la vida íntima de la persona.

En el numeral cuarto de la propuesta, se introduce una novedad. Ella consiste en la


llamada “exceptio veritatis”. Es decir, que el transgresor del derecho a la intimidad
no podrá eximirse de responsabilidad aunque demuestre fehacientemente que los
hechos conocidos o divulgados corresponden a la verdad, que son ciertos.

Finalmente, el numeral quinto del artículo proyectado no tiene otro sentido, que el
de proteger la intimidad personal. Así, la fórmula legal prescribe que toda persona
tiene derecho a que no se proporcione a terceros información que afecte de
alguna manera su intimidad personal o familiar, salvo mandato o autorización legal
o autorización judicial. Esta regla se aplica, en general, a cualquier banco de datos,
sean estos privados o públicos, computarizados o no.
En suma, la proposición de ley propone la modificación del Artículo 14° de la
Sección Primera “Personas Naturales” del Libro Primero “Derecho de las Personas”
del Código Civil a fin de recoger los planteamientos anteriormente referidos, con el
objetivo de contribuir a enriquecer y a hacer más didáctico el texto del precepto,
el mismo que se encuentra orientado a garantizar efectivamente el derecho a la
intimidad personal y familiar de los ciudadanos.

D. Delitos contra el honor:


D.1 ¿En qué consiste?
Los delitos contra el honor y la buena reputación son un conjunto de normas
creadas con el fin de proteger la imagen pública y privada de individuos u
organizaciones frente a cualquier acto que busque menoscabarlos. Dependiendo
del país, estas conductas pueden recibir desde sanciones civiles (multas,
indemnizaciones) hasta condenas de prisión efectiva. La gravedad de las penas
depende del tipo de delito, el nivel de afectación del honor y la situación en que
este hecho se ha producido.

En los sistemas de derecho clásicos, los delitos contra el honor suelen clasificarse
en tres tipos: injuria, calumnia y difamación. La injuria incluye comúnmente los
agravios de cualquier tipo que se profieren de forma personal. La calumnia se
produce cuando se atribuye falsamente a otro la comisión de un delito.
Finalmente, la difamación es similar a la injuria, pero con la diferencia de que los
agravios son hechos públicamente y ante una audiencia considerable.

En los países en donde los delitos contra el honor se castigan penalmente, la


irrupción de Internet ha fomentado en ciertos casos la aparición de lagunas de
interpretación y vacíos normativos. Esto ha motivado que, en ciertos casos, se
modifiquen las normas penales para que incluyan a Internet como medio a través
del cual se pueden cometer delitos contra el honor. Pero a la par de esto, también
han aparecido propuestas de incrementar las penas en dichos casos, teniendo en
cuenta el mayor poder de difusión de esta tecnología.

Son aquellos delitos que afectan la dignidad o reputación de una persona o de una
institución. Son importantes porque buscan proteger la imagen privada y pública
de las personas u organizaciones frente a cualquier acto o gesto que busque
disminuirlos o afectar su honor.
Entre los delitos contra el honor encontramos:
o La injuria o lanzar ofensas: lanzar ofensas con palabras o gestos que dañen el
honor o reputación de una persona corresponden al delito de injuria, quien lo
comete será sancionado con prestación de servicio comunitario entre 10 y 40
jornadas o entre 60 y 90 días-multa.
o La calumnia o atribuir un delito: si acusas falsamente a alguien de cometer un
delito estarás cometiendo calumnia por lo que serás sancionado con 90 a 120
días multa. Atribuir falsamente a otra persona un delito que no cometió daña
su reputación.
o La difamación o lanzar ofensas y/o atribuir un delito en público: si dañas la
imagen o reputación de una persona públicamente, estarás cometiendo el
delito de difamación, por lo que puedes ser sancionado con pena privativa de
la libertad no mayor de 2 años y con 30 a 120 días multa. Hablar mal de
alguien ante una o varias personas y difundirlo, no es juego.

D.2 Aspectos generales.

El bien jurídico honor siempre fue caracterizado como de naturaleza personal e


inmaterial. Históricamente, era representado como un conjunto de valoraciones
éticas, sociales y culturales que se atribuían o recaían sobre una persona, su
trayectoria de vida, sus méritos y deméritos, así como sobre sus calidades
personales e interpersonales. Se le considera, por tanto, como un componente
esencial de la personalidad y una exigencia propia de la dignidad de todo ser
humano. En coherencia con ese enfoque y percepción sobre el honor, el derecho
penal tradicional consideraba que este bien jurídico tenía dos dimensiones en
torno a las cuales se deberían construir las esferas de protección y la
criminalización de los delitos contra el honor. Se aludía, por tanto, a un «honor
subjetivo» que era asimilado a la propia estima personal y que era afectado por el
delito de injurias; pero también a un «honor objetivo», el cual era entendido como
el prestigio y la buena reputación social y al que se lesionaba mediante los delitos
de calumnia y de difamación.

D.3 Libertad de expresión e información y delitos contra el honor.

Un espacio tenso y conflictivo ha sido siempre la relación entre libertad de


expresión e información y la protección penal del honor. En ese contexto, se ha
desarrollado diferentes criterios que han procurado equilibrar y ponderar el
ejercicio, así como la compatibilidad de ambos derechos y valores
constitucionales. En el Perú, tanto la jurisprudencia del Tribunal Constitucional
(sentencia 6712-2005-hc/tc, del 17 de octubre de 2005), como la de la Corte
Suprema de Justicia de la República, se han pronunciado sobre dicha
problemática, destacando la utilidad de los principios de autorregulación y
veracidad diligentemente contrastada de la información, para poder validar y
legitimar noticias y afirmaciones de interés social y público que pueden
colisionar con el honor de las personas. Por ejemplo, en el acuerdo plenario 3-
2006, del 13 de octubre de 2016, se ha señalado lo siguiente:

No se protege, por tanto, a quienes defraudando el derecho de todos a recibir


información veraz, actúen con menosprecio de la verdad o falsedad de lo
comunicado, comportándose irresponsablemente al transmitir como hechos
verdaderos simples rumores carentes de toda constatación o meras
invenciones o insinuaciones insidiosas; las noticias, para gozar de protección
constitucional, deben ser diligentemente comprobadas y sustentadas en
hechos objetivos, debiendo acreditarse en todo caso la malicia del informador
(fundamento jurídico 12).

D.4 Diferencias entre injuria, calumnia y difamación:


En la injuria, se ofende atribuyendo hechos falsos. Ejemplo: decirle a alguien: mantenido,
drogadicto o alcohólico.

En la calumnia, se atribuye un delito falsamente. Ejemplo: atribuirle a alguien de corrupto,


violador, ratero, etc.

En la difamación, se busca dañar la reputación con información falsa. Además, se da frente a


otros o se difunde. Ejemplo: publicar o comentar por Facebook que tal persona es un
drogadicto o corrupto o violador, etc.

D.5 Los delitos contra el honor en el Código Penal

Los delitos contra el honor están integrados en el título II de la parte especial. El


sistema normativo que trata de esta clase de hechos punibles es el siguiente:

Delito de injuria (artículo 130).


Delito de calumnia (artículo 131).
Delito de difamación (artículo 132).
Conductas atípicas (artículo 133).
La exceptio veritatis (artículo 134).
Imposibilidad de exceptio veritatis (artículo 135).
Difamación o injuria encubiertas o equívocas (artículo 136).
Injurias recíprocas (artículo 137).
Ejercicio privado de la acción penal (artículo 138).
Todos los delitos contra el honor son dolosos y han sido configurados como
modalidades típicas de mera actividad. Esto último significa que el delito se
perfecciona en el mismo momento en que tiene lugar la conducta criminalizada y sin
que sea necesario que se produzca un resultado diferente de aquella.

Tradicionalmente, se ha señalado que la comisión de estos delitos requiere la


concurrencia en el autor de un ánimo de dañar o perjudicar el honor de otra persona
(animus injuriandi o difamandi). De esa manera, se excluye de relevancia penal toda
conducta que esté premunida solamente de un ánimo de bromear (animus iocandi) o
de criticar (animus criticandi) a terceros con palabras o gestos que ordinariamente
pueden ser valorados como ofensivos.

A continuación, analizamos las características típicas fundamentales de los delitos de


injuria, calumnia y difamación:

[Delito de injuria]
El delito de injuria se encuentra tipificado y sancionado en el artículo 130 del Código
Penal. Se criminaliza conductas que afectan el honor en su dimensión subjetiva. El
autor del delito pronuncia o aplica contra la víctima frases, gestos o vías de hecho de
significado agresivo o despectivo que hieren, ofenden, humillan o maltratan su estima
personal; es decir, que no respetan su dignidad. Puede tratarse de insultos orales o
escritos, de expresiones corporales o de bofetadas o escupitajos. Lo importante es su
idoneidad para expresar un sentido injuriante o de afrenta personal que debe ser
recepcionado de modo directo o indirecto, inmediato o mediato, pero siempre por el
propio agraviado.
Ahora bien, el Código Penal también regula de modo especial el caso de las «injurias
recíprocas o las proferidas con ánimo de defensa». Al respecto, el artículo 137
establece que cuando, como consecuencia de un altercado, se intercambie injurias
mutuas o recíprocas, la autoridad judicial puede eximir de pena a todos los autores de
las mismas o a solo uno de ellos. Además, la citada disposición legal también declara
justificadas y no punibles las injurias verbales provocadas si fueron proferidas con
ánimo de defensa o como respuesta razonable y secuencial a una ofensa personal.

[Delito de calumnia]
El delito de calumnia no existía en el Código Penal de 1924; sin embargo, la ley
sancionaba como equivalente la denuncia calumniosa (artículo 186), la cual consistía
en acusar o denunciar a otro «ante una autoridad imputándole un hecho punible
determinado, a sabiendas de que la imputación es falsa o sin que existiera motivo que
permitiese creer prudentemente en ella».

En el Código Penal vigente, el artículo 131 tipifica como calumnia «solo la atribución
falsa de un delito». Este hecho punible afecta el bien jurídico «honor» en su dimensión
objetiva, sobre todo por el desvalor social que genera e implica en la esfera social el
ser calificado de delincuente.

La imputación falsa puede hacerla el autor del delito ante cualquier persona e incluso
en presencia del propio ofendido. No obstante, si la calumnia se formula ante una
pluralidad de personas, el hecho será considerado como una modalidad agravada del
delito de difamación (artículo 132, segundo párrafo). Ahora bien, el contenido de la
imputación falsa debe ser siempre un delito de cualquier clase, sea este doloso o
culposo, consumado o que quedó únicamente en tentativa. No constituye, por tanto,
calumnia la falsa imputación de una falta o contravención administrativa.

Resulta pertinente distinguir el delito de calumnia del delito de denuncia mendaz que
se criminaliza en el artículo 402. Este último supuesto constituye un delito contra la
administración de justicia donde el agente denuncia a la autoridad un hecho punible
que no se ha cometido, o cuando quien formula una denuncia conoce que el autor de
un delito es una persona distinta de aquella que es denunciada. Con estas falsas
imputaciones, el agente no busca afectar el honor de terceros, sino activar
innecesariamente y perjudicar el correcto funcionamiento del sistema judicial, así
como el de sus agencias y órganos.

[Delito de difamación]
La difamación es el delito contra el honor de mayor gravedad que sanciona la
legislación penal nacional. Se trata de un hecho punible que lesiona el honor en su
dimensión objetiva; es decir, como la buena reputación social de una persona. Este
delito se encuentra descrito en el artículo 132. Según esta disposición legal, comete
difamación quien «ante varias personas, reunidas o separadas, pero de manera que
pueda difundirse la noticia, atribuye a una persona, un hecho, una cualidad o una
conducta que pueda perjudicar su honor o reputación».
Característica esencial del delito es la magnitud social que adquiere la noticia o
atribución ofensiva al ser difundida o compartida con una pluralidad de personas. Lo
negativo, pues, de la cualidad o conducta atribuida con finalidad difamante a la
persona agraviada trasciende y se extiende entre terceros con mayor perjuicio para el
honor objetivo de la víctima. Como destacan los especialistas:
[…] los medios por los cuales se puede hacer realidad el delito pueden ser verbales,
escritos, gráficos o por medio del video. Todo medio capaz de difundir las ofensas
emitidas por el agente, será idóneo para la consumación de la difamación (Salinas
Siccha, 2015b, p. 302).
Se han incluido, en el artículo 132, dos circunstancias agravantes específicas: la
primera toma en cuenta el carácter delictivo de la conducta atribuida con la
difamación y que suscita mayor desvaloración en el grupo social respecto al honor
objetivo del agraviado; y la segunda funda la mayor punibilidad de la difamación
cuando esta es realizada con el empleo de medios de mayor acceso colectivo, como el
libro, la prensa escrita u otros medios de comunicación como la radio o la televisión.
Conclusiones:
A manera de conclusiones del presente trabajo
se pueden señalar las siguientes:
l. La conceptualización del bien jurídico honor depende
de las condiciones específicas de una sociedad en un
momento determinado, pues se trata de un concepto
eminentemente funcional.
2. El honor implica la tutela de la capacidad de
relacionarse de un ser humano en la sociedad en
cualquier ámbito (laboral, familiar, vecinal, amical,
entre otros), pero no debe ser confundido con
dignidad humana. Tampoco puede implicar la tutela
de la buena reputación, pues eso permitiría que
existan desigualdades.
3. En los delitos contra el honor (injuria, calumnia y
difamación), no se exige un elemento subjetivo
distinto al dolo, pues toda intencionalidad especial o
específica se encuentra plenamente abarcada por el
dolo. La exigencia de la doctrina nacional y en
algunos casos de la jurisprudencia, no sólo es
innecesaria, sino que incluso convierten a dichas
conductas en delitos de lesión y no de peligro.
4. Las personas jurídicas pueden ser sujetos pasivos de la
conducta ilícita, en la medida que un atentado contra la
reputación societaria podría implicar la vulneración
de la capacidad de relacionarse de dicha enteléquia
Bibliografía:
 (Basadre, t. I, p. 75).
 Adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su
resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entrada en vigor el 23 de marzo
de 1976, de conformidad con el artículo 49. Versión en línea: http://bit.ly/1ENb3V0.
 San José, Costa Rica 7 al 22 de noviembre de 1969. Versión en línea: http://bit.
ly/1g6YYsT.
Webgrafía:
 https://www.definicionabc.com/social/honor.php .
 https://ladefinicion.com/honor/.
 https://es.wikipedia.org/wiki/Honor.
 https://www.conceptosjuridicos.com/pe/codigo-penal-articulo-132/.
 https://www2.congreso.gob.pe/sicr/tradocestproc/clproley2001.nsf/pley/
77346B86CB7FA67505256D34007C7BB3?opendocument#:~:text=El%20texto
%20vigente%20del%20inciso,voz%20y%20a%20la%20imagen%20propias.
 https://www.oas.org/juridico/spanish/mesicic2_per_const_sp.pdf

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