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Marcus Manilius

ASTRONOMICON,

(Los cinco libros astrológicos)

Traducción y notas:
Demetrio Santos

Editorial Barath, 1982.


Título original latino: ASTRONOMICON.
Todos los derechos de traducción del latín de los 5 libros
de Marcus Manilius que componen este tratado quedan
reservados para el castellano y cualquier otro idioma
que no realice la versión directa del latín.

C. By Editorial Barath, S. A. y Demetrio Santos.

Diseño de Portada: Adolfo Mangada.

ISBN.: 84-85799-05-04
Depósito Legal: V A-96-1982
Imprime: Encuadernaciones Cabe-Carde, S.A. Políg.
Ind. San Cristóbal, parcela 152. Teléfono: 29 48 88.
Valladolid.
INTRODUCCION

Sabemos muy poco sobre Manilio, incluso el


nombre es dudoso, aunque la mayor parte de los
autores se inclina por el que hemos asignado al
autor del presente libro. La fecha de composición
de éste, sin embargo, es bastante exacta: ya se
había nombrado a Tiberio como sucesor pero
todavía gobierna Augusto como soberano del
Imperio Romano, por tanto, la fecha debe ser
entre el año 6 y el 14 de nuestra Era. Ello en el
supuesto de que en su día fuera considerada la
asociación al mando como muestra de quién iba a
ser el sucesor.
Para nosotros, que no intentamos hacer una
biografía de Manilio, sino estudiar el contenido
de su obra, esto tiene un interés menor. Algunos
han dudado incluso de que fuera romano aunque
esto, como hemos hecho observar en notas al
texto, parece claro desde un punto de vista
general del libro.
El original latino abunda en ediciones diver­
sas: M. Manilio «ASTRONOMICON» (com­
ment. M. Faius) París, Leonard, 1679; el conte­
nido en la Collection des Auteurs Latins, Didot,
París, 1878, etc. -referimos al lector a nuestra
obra «INVESTIGACIONES SOBRE ASTRO­
LOGIA» en su parte bibliográfica- y salvo
algunas mutilaciones, se halla bastante completo,
o al menos nos ofrece una versión astrológica
satisfactoria. La traducción directa del latín que
presentamos hemos procurado hacerla compren­
sible al lector actual, aunque conservando lo más
posible la terminología e incluso la sintaxis de la
lengua original con objeto de falsearla al mínimo.
Nos encontramos con una obra que representa
la astrología de la Primera Escuela Alejandrina
dada la fecha del libro. En efecto, Alejandría tiene

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tres escuelas sucesivas bastante diferentes como
consecuencia de la evolución cultural y social: la
primera va del año 300 al 48 a. de C., con
nombres como Euclides, Aristarco de Samos.
Arquímedes, Eratóstenes, Apolonio, Hiparco y
Heron. Podemos decir que es la más auténtica­
mente científica. La segunda, que abarca aproxi­
madamente del año O al 200 de nuestra Era, tiene
su representante más conocido en Ptolomeo
(c. 150). La tercera, que comprende del 200 al 391,
cuando fue destruida al menos en parte la gran
Biblioteca, cambia su tónica científica en estado
ya decadente. Figuran en ella Pappus, Jámblico,
Diofanto, Theon e Hipatia.
Decimos que el libro pertenece a la primera
escuela porque el autor hubo de recibir sus
conocimientos o datos de tiempo atrás, bien
porque estudiara allí efectivamente, o porque los
textos base procedieran de una época previa a la
publicación de éste. No es difícil que recopilara
manuscritos que circularan por la misma Roma,
pero su procedencia era, como se deduce de la
lectura del texto que estudiamos, y en las notas
que hemos hecho observar en el mismo, de
Alejandría, faro cultural de la época.
La escuela alejandrina proviene de la cultura
helénica, que se expande con las conquistas de
Alejandro Magno, y prolifera especialmente en la
ciudad fundada por éste. Si tenemos en cuenta la
decadencia cultural propia de toda sociedad a
partir de la caída de su poderío político, tal como
sucede en Grecia, luego en Roma y, en general, en
todos los Imperios en función del ciclo de 800
años, es claro el predominio de la cultura
griega en la misma Roma. Pero la cultura griega
culminó hacia el 400 a. de C. poco antes de
Alejandro, y podemos pensar que la que repre­
senta este libro es la misma de esta fecha,
conservada desde entonces, más bien que evolu­
cionada porque, si lo ha hecho, ha sido para

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decaer.
En toda caída de la cultura al final de un
Imperio -ciclo de 800 años- hay siempre unos
hombres que se afanan, previendo la época de
oscuridad que se acerca, en traducir y propagar a
las futuras generaciones unos conocimientos que
ven que desaparecen. O bien, los más inteligentes
en el nuevo ciclo, tratan de conservar igualmente
las ciencias y artes que ya entonces se tienen por
sobrehumanas en medio de la incultura que los
rodea. Un caso claro en nuestro propio ciclo, fue
el de la escuela de traductores de Toledo, ver­
tiendo las obras de la cultura árabe que a su vez
provenían de Oriente. También en fase similar, la
escuela de traductores fundada por Almanzor el
Califa en Bagdad, poco después de la conquista
del área babilónica, y otro caso claro, aunque
venga disfrazado de creación propia, la de los
filósofos griegos que absorbieron y transmitieron
los conocimientos de las escuelas mesopotámicas:
nos encontramos también en esta situación con la
escuela alejandrina, que recopila los textos anti­
guos en su gran Biblioteca y sin duda traduce
también muchos de los antiguos textos babiló­
nicos y egipcios al idioma de su época.
La obra de Manilio, por tanto, podemos
considerarla como una muestra de la astrología
griega, y los mismos términos que utiliza el autor
en último caso son griegos, como más técnicos,
porque el latín, según él mismo confiesa, todavía
no se ha convertido en lengua científica, aunque sí
lo sea literaria. Este ejemplar precede en más de
un siglo a la obra de Ptolomeo y es uno de sus
importantes valores. Comparando ambas po­
demos calcular, por el ritmo de evolución de
dichos textos, la antigüedad de la ciencia misma
en forma aproximada, y también deducir las
fuentes donde Ptolomeo, y acaso Manilio, be­
bieron en sus libros.

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La casi invariabilidad de los conocimientos
sustentados por ambos autores indica, en efecto,
que se trata de una ciencia completamente des­
arrollada, y por tanto, muy antigua, ya que se
aplican en forma utilitaria unas reglas sin que
haya observaciones nuevas ni se mencione para
nada la fase experimental previa que toda ciencia
conlleva en su evolución. No es aventurado
pensar por tanto, unido a otros datos, que esta
astrología proviene de antes del -2800 como
hemos sostenido en otros trabajos nuestros. No
obstante, y dada la evolución cíclica de todo
conocimiento, es difícil extrapolar estos resul­
tados.
Hay en la obra de Manilio conceptos que no
presenta el «TETRABIBLOS» ptolemaico, por
ejemplo, la doctrina de las partes en comparación
con la de las casas astrológicas («ASTRONO­
MICON 111.100» y «TETRABIBLOS» 111.4 y 10).
De otro lado, y particularmente analizando «AS­
TRONOMICON» 111.100 y IV.840 vemos que la
doctrina de Manilio da indicios provinientes de
muy antiguo, puesto que conserva el concepto de
prioridad de la Luna en la formación de la
división zodiacal, y la potenciación del sector del
cielo (Signo o parte) debido al influjo de la
luminosidad de la Luna: es ésta la que, en las
sucesivas conjunciones y especialmente oposicio­
nes con el Sol, ha creado los Signos y su sistema, y
los fertiliza y vivifica con su presencia en ellos.
Esto, unido a otras referencias en el mismo libro
«ASTR.» 1.220), refiriéndose a los pueblos de
Occidente que hacen sonar sus instrumentos ante
la Luna, nos lleva a un tiempo de vigencia del
calendario lunar, que sin duda es anterior al solar,
más tardío.
La misma doctrina nos lleva a pensar que se
tomaba como origen del ciclo (Parte de Fortuna)
el día en que la Luna renace y se hace visible, tras
la conjunción con el Sol, y con este origen se

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consideran las partes o divisiones, esto es, según el
Aspecto que forma la Luna con el Sol, y de aquí
provienen las cualidades correspondientes, doc­
trina que subsiste en el concepto arraigado de los
días críticos, presuponiendo solamente dos cuer­
pos: la Luna y el Sol, que son los primitivamente
observados. También Ptolomeo lo menciona,
pero no le da el énfasis que muestra la misma
materia en Manilio.
Esta doctrina de las partes fue más tarde
cultivada especialmente por los árabes, y ello nos
conduce a pensar en otra vía astrológica ignorada
por Ptolomeo, o no desarrollada por él, que
aquéllos encontraron aún vigente en tiempo de
sus conquistas bien en Alejandría misma (algunos
opinan que la biblioteca fue definitivamente
destruida por ellos) o bien en la escuela de
Bagdad, con las traducciones de tiempo de
Almanzor. La escuela hermética, como una ter­
cera vía de aproximación al tema, podría confir­
marlo. Algunos datos, tales como la duración de
la vida de acuerdo con el Signo o Casa domi­
nantes, que figuran en la obra de Manilio, y no los
vemos en Ptolomeo, confirman estas otras vías
extraptolemaicas.
Nos interesan estas investigaciones exhausti­
vas porque, si son correctas nuestras deduccio­
nes, nos hallamos antes un eslabón que une la
gran tradición babilónica de la época de los
Profetas hebreos, muestra de estas escuelas, con
la posterior que empieza en los libros ptole­
maicos, que ha sido casi la única en que se ha
apoyado la cultura occidental.
Es una lástima que el texto se halle en forma
poética, porque ello fuerza al autor a modificar en
parte conceptos que en el lenguaje científico
estarían más claramente expuestos. Sin embargo,
acaso ha sido esta la razón de haberse salvado del
naufragio de otras obras menos comprensibles

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aunque más técnicas: gracias a su valor poético,
ha podido sobrevivir en tiempos acientíficos.
De cualquier manera que sea, éste es uno de
los libros fundamentales de la astrología occiden­
tal, de donde han extraído sus datos la mayoría de
los astrólogos posteriores, muchas veces bajo una
simple transcripción. Desde otros puntos de vista,
nos ofrece las costumbres y preocupaciones del
ciudadano romano, sus profesiones, oficios y vida
corriente, en tiempo de la culminación de su
Imperio, y esto tiene también su valor, aunque no
sea el objeto particular de nuestra materia.
Creemos, sin embargo, que merece la pena el
esfuerzo de la traducción que hemos intentado
presentar al lector actual.

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LIBRO PRIMERO:
ASTRONOMICON,
EL ORDEN DEL UNIVERSO
Intro­ Voy a tratar de expresar en verso una ciencia
ducción divina, un conocimiento del Hado, una obra de la
razón celeste del Universo, y presentar los dis­
tintos cielos causantes de la evolución del hombre.
Y o soy el primero que conmueve a Helicona con
estos nuevos cánticos, ofreciendo estos sacrificios
religiosos ( 1) ante los bosques que inclinan
reverentes sus verdes copas, que nadie anterior­
mente ha traído a la memoria.
Tú eres, César, príncipe y padre de la patria,
quien me sirve de inspiración con las augustas
leyes con las que gobiernas el mundo y, como un
dios real, has merecido que se conceda a tu padre
un puesto en el cielo: tú eres quién me da la fuerza
10 necesaria para intentar tan elevada meta.
Ayuda más el cielo a aquellos que lo observan,
y desea ofrecer sus tesoros del éter mediante las
armonías. Ello solamente puede lograrse en la
paz, pues ésta ayuda a caminar por el profundo
espacio, vivir tranquilo en el cielo inmenso, y
conocer los Signos y el curso de las estrellas
errantes (Planetas). Pero conocer esto únicamente
es poca cosa: hay que esforzarse más todavía para
penetrar lo más secreto del Universo, y discernir
aquello que influye y engendra los seres vivos por
medio de los Signos, reproduciendo los ritmos
que Febo (el Sol) modula.
20 Los altares, sin embargo, arden para mí con
dos llamas: hago oración en dos diferentes
templos, me hallo sitiado por dos enemigos
diferentes: el verso en sí y la materia a tratar. El
Universo resuena en forma grandiosa en el orbe
inmenso para el poeta que canta con un ritmo
determinado y fijo, y apenas le permite describir
con palabras sus variadas figuras.
1.-El vocablo utilizado por el autor es hospita (hospitalario, hospitalidad),
que indica un pacto de hospitalidad entre el anfitrión y el huésped, es
decir, una relación de dependencia. Esto viene conectado con la
derivación, que algunos hacen, de re-ligare (religión), pero siempre en
sentido de dependencia de la Divinidad.

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¿Quién fue al que primero se le permitió Exposición
conocer lo más profundo del cielo como dádiva histórica
de los dioses? ¿O quién, si ellos se lo ocultaran,
hubiera osado robar subrepticiamente el mundo
regido por todos ellos? ¿Quién sería el que se
atreviera, fiado sólo del valor humano, deseando
igualarse a un dios contra la voluntad de los 30
mismos dioses, a abrir las vías, así las más
sublimes como las más profundas, y extender las
fuerzas hasta el confín del vacío donde nacen los
astros, alcanzando los nombres y curso de los
Signos?
Eres tú, Cilenio (Mercurio), príncipe y autor
de todo lo sagrado: por tí es posible conocer los
astros visibles y lo profundo del Universo, hacer
que la faz del mundo pueda ser ensanchada, y
reverenciar no sólo las cosas sino el poder que hay
en ellas, y que los hombres sientan en lo íntimo a
Dios en lo que es más grande. Por tí la Naturaleza
ofreció las energías que ella misma encierra,
conmovió primeramente a los regios espíritus que
tocan los confines de las cosas, próximos al cielo, 40
que han subyugado a los pueblos incultos en el
Oriente mismo, los que atraviesa el Eúfrates, los
que inunda el Nilo, en donde renace el mundo y la
luz sobrevuela despertando las ciudades oscure­
cidas por la noche.
Después, conmovió a los que cuidan los
templos con los sacrificios en todo tiempo, los
sacerdotes elegidos por voto público para honrar
por oficio a Dios, en los que la manifestación
misma del numen poderoso inflamó su alma
casta, y el mismo Dios transformó en ministros
con su presencia propia en ellos.
Tales fueron los elegidos en el despertar del
conocimiento, y quienes primero creyeron que los 50
hados dependen de los astros errantes. Pues
llevaron la cuenta de los tiempos y del instante
exacto, con especial cuidado durante largos

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siglos, del día de nacimiento de cualquier criatura
viviente, las reglas del acontecimiento y la hora en
que ocurría, y las diferencias que los movimientos
grandes o pequeños ocasionaban. Además, ano­
taban cada situación del cielo al retornar los
astros a la misma, para cada posición de éstos, y
una vez seguros de los influjos de los hados para
cada tipo de situación, la experiencia hizo surgir
las reglas para cada una, habiendo la experiencia
60 hecho nacer la ley. Después de profundas espe­
culaciones, comprendieron que los astros son
regidos por leyes ocultas, que todo el Universo se
mueve por una ley cíclica, y que la sucesión de los
acontecimientos aleatorios discurre bajo determi­
nados signos.
Porque antes, entre los salvajes carentes de
percepción, la vida estaba dedicada a lo material
inmediato, no tenían lógica sobre los efectos de
las cosas, y se asombraban de la aparición de cada
nuevo día, ora afligidos por la desaparición de los
astros, ora contentos de su renacer: azorados por
la variable duración del día y la incierta longitud
de la noche, por la desigualdad de la sombra
70 debido al alejamiento o la aproximación del Sol,
incapaces de averiguar su causa. Todavía el
ingenio humano no había establecido las reglas de
la sabiduría y la extensa tierra se hallaba baldía en
los incultos campos.
Entonces había oro en los montes deshabi­
tados, y las tierras nuevas estaban separadas por
el Océano solitario. No se atrevían los hombres a
confiar sus esperanzas al viento ni su vida a la
mar: cada uno creía que sabía lo suficiente.
Pero cuando pasando largos días se agrió el
corazón de los mortales, y el trabajo dio naci­
miento a la reflexión en las miserias, obligando a
80 cada cual a velar por su propia suerte, se
dedicaron a diversos cuidados las inteligencias,
seducidas por ellos, y todo lo que la razonada

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experiencia descubrió se convirtió en fuente de
pública utilidad, por el placer de cada uno de
comunicar sus descubrimientos.
También entonces la lengua bárbara aceptó
sus propias reglas, y la tierra una vez cultivada
produjo frutos diversos; el marino errante penetró
en el desconocido Océano y descubrió los ca­
minos comerciales en desconocidas tierras. En­
tonces, las antiguas artes de guerra y paz fueron
redactadas, porque siempre el uso da origen a
unas y otras.
Pero no voy a cantar cosas vulgares: se llegó a
comprender el lenguaje de las aves, se consulta- 90
ban las entrañas de los animales, se destruían las
serpientes con sonidos (encantamientos), se evo-
caban las sombras de las almas, se conmovía el
Aquerón en lo más hondo y se convertía el día en
noche y la noche en día.
La inteligencia humana todo lo consiguió
dócilmente en su intento, y no puso fin a su
esfuerzo hasta que la razón llegó al cielo y captó
la naturaleza en sus profundos arcanos, y com­
probó hasta qué punto podía llegar. Se compren­
dió entonces por qué las nubes agitadas chocan
con tanto estruendo, por qué la nieve del invierno
es más blanda que el granizo del verano, por qué
las tierras arden (volcanes) y tiembla el suelo, por 100
qué cae la lluvia y cuál es la causa que origina los
vientos y se solucionó con la razón el milagro de
las cosas. El rayo arrebató a Júpiter la fuerza del
trueno y cedió el sonido a los vientos y a las nubes
el fuego.
Después de haber atribuido cada cosa a su
origen propio, se intentó conocer el Universo
desde el centro en que (el hombre) se halla
situado, y comprender todo el cielo por medio del
pensamiento, y se asignaron las formas y los
nombres a las constelaciones, anotándose los
ciclos y en qué actúan y bajo qué condiciones: y se

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supo que todas las cosas son influenciadas por la
fuerza y el estado del U niverso, y que los hados
dependen de los estados del cielo y de su diversa
110 ordenación.
Esta es mi tarea presente que nadie antes ha
plasmado en sus versos. Que la fortuna me
favorezca en este trabajo, y que una larga vida sea
suficiente para tener tiempo, en una vejez feliz,
para lograr que resuelva tan grande dificultad, y
detallar con el mismo cuidado las cosas grandes y
pequeñas que dependen unas de otras.
Y puesto que la poesía desciende del cielo, y el
orden oculto de los hados llega a la Tierra, lo
primero que debo cantar es la forma misma de la
Naturaleza, y poner a todo el mundo bajo su
imagen.
Cosmo­ El mundo, bien sea que haya existido eterna­
gonías mente y que eternamente haya de existir después,
120 que no provenga de simiente alguna de las cosas
su nacimiento, careciendo lo mismo de principio
que de fin; o bien sea que un cierto Caos separó
las partes primeras de las cosas en su aparición; o
bien sea que las tinieblas, después de dar origen a
un mundo luminoso retrocedieron a lo más
hondo del abismo; o que el mundo haya sido
engendrado por el fuego; que los astros, que son
como los ojos del mundo (el Sol y la Luna), deban
su existencia a una llama extendida en todos los
cuerpos y que forma en el cielo el vibrante rayo; o
bien sea que fue el estado líquido el que lo ha
engendrado, pues sin él la seca materia de las
130 cosas queda entumecida, y que este mismo líquido
pueda crear el fuego en el que se disuelve; o que,
finalmente, la tierra, el fuego, el agua y el aire no
tengan quién los engendre, sino que los cuatro
elementos son componentes de la Divinidad y han
cooperado a la formación de la esfera del Mundo
y que sea inútil buscar más allá de los mismos,
que lo hayan dispuesto todo de manera que se

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transformen el frío y el calor, lo seco y lo húmedo,
lo sólido y lo liquido, y que tal discordia sea
realmente concordia y se hallen unidos entre sí
por esto mismo, capaces de engendrar y con
posibilidad de producir todo lo que existe: todo
ello será siempre cuestión a discutir y queda una
duda latente que estará siempre por encima de los 140
hombres y de los dioses.
Pero subsiste la apariencia de las cosas cual­
quiera que haya sido su origen, y el conjunto se
halla dispuesto en determinado orden. El fuego,
más ligero, se dirige a las partes elevadas,
fijándose en las altas cumbres en que están las
estrellas, y forma una barrera de llamas como
muralla de la Naturaleza. El aire imponderable
desciende en auras tenues extendiéndose por el
vacío del espacio bajo los astros más próximos, y
sirve de alimento al fuego. La parte tercera le
correspondió en suerte a las olas y a las aguas
agitadas, formando la inmensa llanura del mar, 150
para que del estado líquido nazcan los tenues
vapores de los gases que alimentan sirviendo de
simiente a la atmósfera. En el último lugar se
establece la tierra esférica, debido a su densidad,
en el lugar más bajo; el barro mezclado con la
arena se reunió por efecto del oleaje poco a poco
en un lugar mientras la parte líquida se separaba
hacia arriba. Cuanto mayor cantidad de líquido
se evaporaba en forma gaseosa, tanta mayor
extensión de tierra seca llana se acumulaba,
obligando a las aguas a correr en forma de ríos
por los valles: las montañas emergieron del agua,
y nació la superficie terrestre rodeada por todas
partes por el mar.
Sin embargo, la Tierra se mantiene estable, 160
porque todo el Universo se aparta de ella con la
misma fuerza y obliga a que, cayendo hacia todas
partes, no se pueda caer: ella es el centro y lo más
interior de todo. (Porque los cuerpos contraídos
por el empuje, se reunen, y concentrándose,

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impiden el movimiento).
Pues si la Tierra no estuviera suspendida, con
su peso en equilibrio, Febo (el Sol) no recorrería
su curso seguido por los demás astros del
170 Universo hacia el ocaso y regresaría de nuevo al
orto, ni la Luna dirigiría sus carros sumergidos
por el vacío, ni Lucifer (estrella de la mañana)
alumbraría en las horas matutinas habiendo dado
luz al Olimpo (cielo) como Hesperos (estrella de
la tarde).
Cosmología Ahora bien, puesto que la Tierra se mantiene
suspendida, no en lo más bajo sino en el medio,
todas las vías en torno a ella están libres, todas las
partes del cielo pueden pasar por debajo del
Horizonte en Occidente y resurgir en Oriente.
Pues no puedo creer que el nacimiento de los
astros sea milagroso, o que el mundo pueda
formarse y renacer cada día, o que el Sol pueda
nacer y morir diariamente cuando consta que es la
misma la figura de las constelaciones durante
muchos siglos, y que el mismo Febo (el Sol)
180 recorre los mismos lugares del cielo y la Luna
cambia de aspecto y fase de la misma forma, y la
Naturaleza se atiene a los caminos que ella misma
ha formado y no falta a sus propias reglas: que el
día aparece en torno en una claridad, siempre
constante, que presenta las mismas luces ahora a
éstas y luego a aquellas regiones del mundo, y que
de nuevo el Oriente se muestra a quienes caminan
hacia el Este y un nuevo ocaso a los que se
mueven hacia el Occidente.
Realmente, no debe parecerte extraño el que
la Tierra esté suspendida cuando el mismo
Universo se halla también aislado en el vacío, sin
190 estar apoyado en parte alguna (lo cual es evidente
por el movimiento mismo de que está animado).
Y puesto que Febo (el Sol) se mueve aislado en el
espacio y tuerce aquí y allá sus ágiles carros y se
sujeta a los límites del éter; cuando la Luna y las

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estrellas vuelan por el vacío, y también la Tierra,
del mismo modo, se ha de regir por idénticas
leyes.
La Tierra está, por tanto, situada en la
cavidad central del aire, a la misma distancia de
todos los extremos. Y no se extiende en forma
totalmente llana, sino que se incurva elevándose
del mismo modo de todos los lados y depri­
miéndose por igual en todas partes alrededor. Tal
es la forma natural, tal es también la forma del
U niverso, y éste, al moverse, también conforma la
figura de las estrellas de manera esférica: así 200
observamos que es redonda la forma del Sol y de
la Luna, ésta recibe en su cuerpo esférico la luz y
su globo, en consecuencia, no es alcanzado todo
él por los rayos incidentes. Esta forma universal,
semejante a sí misma, es inmanente en los seres
divinos, y en ella no hay principio ni fin en parte
alguna, sino que es igual en todo el círculo y por
todas sus partes es equivalente.
Por eso no vemos las mismas constelaciones
en todas las partes de la Tierra. No has de buscar
el brillo de Canopus en parte alguna del cielo
hasta que hayas cruzado el mar en las orillas del 210
Nilo; en cambio buscan en vano la Hélice (Osa
Mayor) quienes lo tienen (a Canopus) sobre su
cabeza, pues la redondez de la Tierra lo impide y
quita la visión de aquella parte del cielo. Da tú
también, oh Luna, testimonio de ello con tu
forma redonda, pues cuando te ocultas sumergida
en la sombra, por la noche, no atemorizas a todas
las gentes a la vez en todas partes de la Tierra,
sino que en primer lugar buscan tu luz los pueblos
del Oriente, luego los que se hallan en medio, y
por último cubres con tus alas el Occidente,
donde suenan los instrumentos de bronce de las
últimas gentes en tu honor. Porque si la Tierra 220
fuera plana, faltarías al mismo tiempo en todos
los lugares de ella, ocultándote simultáneamente
en todo el mundo. Pero dado que la Tierra se

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eleva en forma de esfera, por esta razón la diosa
de Delos (la Luna) se eleva y desciende a la vez
después que aparece en aquella tierra, ya que se
forma un abombamiento curvo, y se inclina hacia
arriba en un punto tanto como hacia abajo en
otro, avanzando un arco en una parte a la vez que
retrocede el mismo arco en la otra.
Diversas especies de animales, aves y hom­
bres, habitan este cuerpo redondo. U na parte se
eleva hacia las Osas, otra parte habitada está
230 hacia el Sur, se extiende a nuestros pies y ésta nos
cree también bajo los suyos como efecto de que
cada punto del globo está más elevado en un
sentido y más bajo en el otro que el que lo
precede.
Cuando aquí el Sol está en el ocaso, allí
aspecta en el orto, y el nuevo día despierta los
pueblos adormecidos; y cuando la actividad del
trabajo obliga a moverse de día en aquellas
tierras, nosotros estamos en la noche y llevamos
al sueño a nuestro cuerpo. El Océano con sus
aguas separa y une a unos y otros.
Esta obra formada por el cuerpo del inmenso
240 mundo y las partes de la Naturaleza está fundada
en una variable composición de aire y fuego, de
tierra y agua, que se rige por la fuerza divina del
espíritu, y la Divinidad la inspira con su influjo
sagrado y la gobierna con muda relación, dando
numerosas reglas de unión de las distintas partes
para que sus fuerzas se equilibren mutuamente y
actúen entre sí, manteniéndose la unidad de las
diferentes figuras del conjunto.
Descripción Ahora voy a proceder a describirte, en el
astronómica orden debido, las luces de las constelaciones que
brillan en cada lugar, siéndolo primeramente las
que ciñen el mundo oblicuamente y llevan al Sol
alternativamente hasta ellas, y también otras
250 estrellas errantes (Planetas) que se mueven en
sentido contrario al del cielo de las estrellas que

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puedes ver en un cielo sereno, por medio de las
cuales se conoce la relación de los hados, y ha de
ser lo primero que contiene el cénit del mundo.
Aries es el primero (principal) de todos, que
brilla con su vellón de oro y observa con
admiración el nacimiento de Tauro que viene tras
él; éste, con la cabeza baja y la testuz llama a
Géminis. A éste sigue Cáncer, a Cáncer sigue Leo
y a Leo, Virgo. Luego viene Libra en el que se
igualan el día y la noche. Le sigue el brillante
Escorpio con su luminosa estrella. A la cola de
éste dirige la tensión de su arco el hombre 260
combinado con el caballo (Sagitario) a punto de
lanzar su flecha veloz. Después viene Capricornio
estrechado en un corto espacio del cielo; tras éste,
Acuario derrama su cántaro inclinado y los peces
(Piscis) absorben con avidez las aguas que caen. A
continuación de éstos, cierra Aries de nuevo el
último Signo.
Tales son, en resumen, los Signos que dividen
el cielo en partes iguales con sus fuegos celestes
como artesonado del firmamento en diversas
figuras. No hay nada encima de ellos y éste es el
techo del U niverso. La casa común de toda la
Naturaleza está contenida por ellos dentro de sus
límites, abarcando el mar y la Tierra en su 270
interior. Todas las cosas, a su concorde movi-
miento, nacen y mueren, y en una parte el cielo se
oculta a la vez que en otra simultáneamente se
eleva.
Hacia el lugar donde el cielo asciende hasta las
brillantes Osas, constelaciones que observan des­
de el vértice del mundo todas las cosas (cuyas
constelaciones no se ponen jamás y, situadas en el
eje, hacen girar el cielo y los astros ubicados en los
diversos lugares) existe un eje ideal en el aire
helado, que mantiene al mundo en equilibrio,
como si fuera un gozne de las diversas partes del
mismo. La esfera celeste gira en torno a dicho eje, 280

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y hace dar vueltas al éter en sus mov1m1entos:
pero solamente él (el eje) está inmóvil, atrave­
sando en línea recta el vacío y la Tierra hasta las
Osas Australes.

Dicho eje no es resistente debido a la solidez


de la materia que lo forma, ni tiene tampoco peso
alguno, para poder soportar la carga del elevado
éter. Pero dado que la sustancia etérea siempre se
halla girando circularmente, y siempre al mismo
tiempo se mantiene en su estado de movimiento y
todo se mueve (vuela, lit.) en cada lugar por sí
mismo; aquello que se encuentra en el centro (eje)
en torno al que se mueven todas las cosas juntas,
es de tal manera tenue, que no puede girar en sí
mismo (ni tampoco se inclina, ni puede tomar
290 movimiento circular); por esto se le ha denomi­
nado eje, porque no tiene movimiento alguno, y él
ve en torno suyo moverse todo lo demás.

Las constelaciones de los extremos del eje son


las más importantes para los navegantes infortu­
nados, deseosos de hallar orientación en el mar
inmenso: la Hélice (Osa Mayor) es la más grande,
y describe el arco mayor. Siete estrellas brillantes
la determinan; con esta guía los griegos orientan
sus velas por el mar. Cinosura (Osa Menor) es la
más pequeña, y gira en círculo menor, es más
pequeña tanto en espacio como en brillo, pero
gana en utilidad para el habitante de Tiro; para
los cartagineses es la guía más segura cuando
300 buscan la incierta costa en el mar.

No están situadas una frente a otra, sino que


cada cual tiene la cola frente a la parte anterior de
la otra, de modo que parecen perseguirse. Exten­
dido entre ambas, y abarcándolas en torno, un
dragón (constelación del Dragón) las separa y
ciñe con brillantes estrellas, para que no se
confundan y separen de sus lugares respectivos.
Entre este y la parte media del cielo en la que los

20
siete lucientes astros (los Planetas) vuelan (2) en
dirección contraria a las constelaciones, las estre­
llas combinan y agitan sus diversas influencias,
unas en las cercanías del Polo, otras próximas a
las llamas del cielo; algunas, por disimilitud,
contrarían los efectos y atemperan la atmósfera, 310
haciendo que fructifique la tierra para los hom-
bres.
Próximas a las Osas gélidas y al helado Norte,
viene una figura apoyada en sus rodillas (Engo­
nasis), solamente ella conoce la causa de esto.
Detrás de la misma se halla Arctofilax (el
Guardián de la Osa) y también Bootes (el Boyero)
porque parece que con su vara anima a los bueyes
uncidos, y lleva consigo en el pecho a la estrella
Arturo.
En otro lugar vuela la Corona, en forma de
luminoso círculo, luciendo con distinta luz en
distintos puntos de ella, pues el círculo es más
brillante en una de las estrellas, la que está en 320
medio, que radia al máximo y sobresale de la
claridad natural: ésta (la Corona) refulge como un
monumento a Ariadna abandonada.
La Lira, con sus extremos separados, destaca
de las demás estrellas del cielo: Orfeo la cogió en
alguna ocasión y la hizo tañer con su música y
hasta los manes mismos cruzó dominando con ella
las propias leyes del infierno, de aquí los honores
celestes y el poder de su acción atrayendo los
bosques y las rocas; ahora guía a los astros y lleva
consigo el orbe inmenso del mundo en su giro.
La denominada por los griegos Ofiuco (el
Serpentario), agarra a la serpiente por la mitad, y
también trata de desplegar todo su inmenso
cuerpo, desenrollando sus anillos. La serpiente 330
yergue hacia su enemigo su flexible cuello, se
2.-Para los antiguos, los astros moviéndose por el cielo, vuelan, al igual que
las aves, de aquí que sus símbolos vayan frecuentemente en la mitología
dotados de alas: el Horus egipcio, el Hermes griego, etc.

21
libera de la presión y hace inútiles sus esfuerzos.
La siguiente es el Cisne, al que el mismo
Júpiter colocó allí, por su bella figura en el cielo,
en cuya forma sedujo a su amada Leda cuando
como dios descendió, blanco como la nieve,
transformado en este animal, y ofreció la plu­
mosa espalda a la confiada Leda. Ahora vuela
también con sus alas extendidas cuajadas de
estrellas; brilla en el cielo con el movimiento y la
velocidad de la Flecha, y siguiendo a ésta.
340 Detrás de ellas, el ave de Júpiter (el Aguila)
trata de elevarse a lo alto como si transportara
consigo el rayo, volando a los lugarees de
costumbre, digna del cielo y del dios Júpiter,
porque lo provee de las sagradas armas.
Después surge del mar el Delfín, elevándose a
las estrellas, ornamento del Océano como del
cielo, igualmente consagrado a uno y otro. El
caballo (Pegaso) intenta apresurarse y alcanzarlo
en su carrera, brillando su pecho con una
luminosa estrella, y termina la serie en Andró­
meda.
Sigue a gran distancia una constelación deno-
minada el Triángulo, por su parecido con esta
figura: un lado desigual está frente a otros dos
350 iguales. Continúan Cefeo y la Casiopea, dando a
conocer sus angustias, y al final la abandonada
Andrómeda, que está asustada por la enorme
boca abierta del monstruo, expuesta ante el mar
agitado y encadenada a la roca si Perseo, que
todavía en el cielo conserva su amor por ella, no
la auxiliara con su ayuda, sosteniendo la horrible
cabeza de la Gorgona, glorioso trofeo para él y
fatal para quien la contempla.
No lejos de aquí, Henochio (el Cochero o
Auriga) casi apoya las plantas de los pies en el
toro (Tauro), acogido en el cielo por su esfuerzo,
y cuyo nombre es debido a su oficio: en efecto,
360 habiéndolo visto Júpiter volar en un carro de

22
cuádrigas, lo elevó al cielo entre los inmortales.
Luego vienen las Cabrillas, que impiden la
navegación por el mar; la noble Cabra, que por
haber alimentado al rey del Universo con sus
ubres, aquél la ascendió al gran Olimpo, y por
haber crecido el dios salvaje y fuerte por esa leche,
tiene energía para lanzar el rayo y desatar el
trueno. Júpiter la consagró al cielo por estos
méritos, entre los astros eternos, y pagó el cielo
con este precio el imperio celeste.
Las Pléyades y las Híades escalan el firma­
mento boreal, ambas como parte del furioso
Tauro.
Y éstas son todas las constelaciones del
hemisferio boreal.
Ahora vamos a ver por la parte inferior del 370
curso del Sol las estrellas que se mueven sobre las
tierras agostadas, y se hallan entre la gélida
constelación de Capricornio y los luminares del
eje inferior del mundo.
Hay otra parte del mundo bajo el Ecuador que
se halla oculta para nosotros, y gentes ignoradas
para los hombres, y regiones no visitadas. Reci­
bimos la misma luz de un mismo Sol, y sombras
diferentes, pues las constelaciones (Signos) se
ocultan a la izquierda y ven salir los astros del
lado derecho.
No por eso es menor el Universo para ellos, ni 380
su luz peor, ni los astros del cielo son menos
numerosos. En una palabra, solamente son supe-
rados por nuestro Augusto, astro contenido en
nuestro firmamento, César ahora en la Tierra que
algún día será máxima estrella en el cielo.
Se ve próxima a Géminis la constelación de
Orión, extendiendo sus brazos en una amplia
región del cielo y franqueando con su largo paso
no menor extensión del mismo; brillantes luces

23
señalan cada uno de sus hombros, y otras tres, en
oblicuo, sostienen su espada. Orión tiene la
cabeza casi oculta por la altura en el Olimpo, se
indica por tres estrellas su cara difuminada, no
por menos brillante, sino porque está más lejos. A
390 éste lo acatan como jefe los astros de todo el
Universo en su movimiento.
La Canícula (Can Mayor, Sirio) sigue en
rápido curso: ningún astro más violento que ella
sale de sobre la tierra. Quienes observan su salida
desde el monte Tauro presagian la abundancia o
carencia de frutos, el estado del tiempo, las
enfermedades que han de sobrevenir y las rela­
ciones entre Estados. Atrae la guerra, proporcio­
na la paz y, al cambiar su aspecto, produce su
regencia en el mundo según sus Aspectos. Tiene
en sí una gran influencia por el calor y la rapidez
de variación de su brillo, apenas menor que el del
Sol, del que se diferencia por su distancia a
400 nosotros, enviándonos una luz fría de aspecto
blanquecino. Es superior a todos los astros, y no
hay ninguno de aquellos que se ocultan en el mar
y que de éste salen más brillante que él.
Después viene Procyon (Can Menor) y la
veloz Liebre. Luego el noble Argos, transpor­
tado desde el mar, que fue el primero en recorrer,
al cielo, por ostentar el mérito de los grandes
peligros vencidos en el mundo reservando las
hazañas divinas para los dioses.
La Serpiente (Hidra) está cerca de él, semeja el
tachonado de estrellas otras tantas escamas cu­
briéndola. También se ve al ave consagrada a
Febo (el Cuervo) y la copa (Crátera) consagrada a
410 Baco; y brilla el Centauro, de figura doble, una
como hombre y la otra, del pecho hacia atrás,
como caballo.
Después viene el templo de este mundo, un
Ara victoriosa brilla consagrada por los dioses,
cuando la Tierra furibunda llevó al cielo a los

24
monstruosos Gigantes (que llevaban las armas
consigo, creados por una madre destrozada, de
rostros disformes y paridos en confusos cuerpos).
Entonces los dioses interrogaron a los dioses
mayores, dudó Júpiter de su capacidad temiendo
no poder llevar a cabo lo que era realmente su
potestad, cuando vio que la Tierra se rebelaba y 420
creyó que toda la Naturaleza se había transtor-
nado, y que unas montañas se amontonaban
sobre otras e incluso los astros huían ante la
proximidad de estas moles. Aún no conocía los
hados ni si había alguno que fuera enemigo digno
para él, ni si existía fuerza mayor que la suya.
Entonces Júpiter elevó al cielo el altar (Ara) en
forma de constelación, y ésta tiene todavía hoy
esa gran luminosidad.
Junto a ella, la Ballena, con el dorso cubierto
de escamas, se eleva en retorcidos anillos y
flotando sobre su vientre (en un intento de
morder y pareciendo que ya tiene su presa), al
mismo tiempo que, al intentar alcanzar a la hija
de Cefeo (expuesta en la roca) agita el mar hasta 430
más allá de sus límites.
Viene después el Pez Austral, así llamado por
la parte del cielo que ocupa, extendiéndose hacia
él las numerosas olas y remolinos de un río de
estrellas. Más lejos, la líquida corriente de Acua­
rio acumula sus aguas, y se juntan en el centro en
la cabeza del Pez, mezclándose sus constela­
ciones.
Entre la vía del Sol y las invisibles Osas, el
cielo está marcado con estas constelaciones, y dan
vuelta en torno al eje ruidoso del mundo en un
círculo móvil por su peso, y son asterismos
descritos por antiguos astrónomos.
Los astros últimos y más bajos, que siempre 440
giran en el mismo sitio, permanecen como funda-
mento y brillante templo del U niverso, nunca
aparecen sobre el horizonte, y presentan las

25
mismas figuras y Osas, colocadas una frente a
otra.
Orden del Tales son las constelaciones que se distribuyen
Universo en el espacio de la inmensa esfera celeste, repar­
tidas por todo el Universo. Pero no busques
figuras parecidas de estos cuerpos, y que brillen
en todos con la misma intensidad, y no pretendas
que estén completas y que no falte la luminosidad
en ciertas regiones. El mundo no podría soportar
450 tanta luz si todos los astros ardieran en todas las
partes de las figuras dichas. La Naturaleza ha sido
avara temiendo ser aplastada bajo el peso de las
mismas, contentándose solamente con diseñar sus
formas, y tratando de indicar los asterismos con
ciertas estrellas. Una línea dibuja la forma, y a un
fuego corresponde otro: los puntos intermedios
están relacionados con los de los extremos y los
más bajos con los más altos, lo que es suficiente
para no confundirse.
Especialmente cuando la Luna está Llena, en
la mitad de su ciclo, las estrellas más luminosas
son las que destacan en el cielo; al aumentar la luz
de la Luna, todo el conjunto de pequeñas estrellas
460 desaparece en turba innominada. Entonces pue­
den verse los astros más importantes en el cielo
vacío, y no hay duda de su número, pues no se
confunden con las pequeñas.
Para que puedas conocer mejor las más
importantes constelaciones, observa que no cam­
bia el lugar de su nacimiento ni su ocultación,
sino que cada estrella sale a su propio tiempo
cada día del año, y el momento de su aparición y
su ocaso sigue una ley determinada. Nada hay tan
admirable como que en tan gran inmensidad
exista tal orden, y que todas las cosas obedezcan a
unas leyes determinadas. En ningún instante hay
470 transtorno alguno, ni error en parte alguna: en
unos casos veloz y en otros lentamente, todo tiene
lugar en el orden debido. ¿Qué cosa hay tan
compleja y, por otra parte, tan precisa?

26
Por ello pienso yo que una razón tan clara no
demuestra sino que el Universo gira por la acción
de un espíritu divino, y que éste es un Dios, y que
el azar no ha reunido las cosas, como creyó aquél
filósofo primero (3) que colocó ordenadamente las
murallas del Universo con elementos atómicos
como fundamento en los cuales aquél había de
disolverse finalmente. Pensó que a partir de ellas
se formaron los mares y las tierras, los astros del
cielo, construyendo los orbes del éter en sus
confines inmensos, y disolviéndose otros, y que
todos ellos retornaban a sus comienzos cambián-
dose solamente sus formas. ¿Quién podrá suponer 480
que masas tan enormes se han constituido sin un
Ordenador, a partir de unos átomos, y que el
mundo ha sido creado por una ciega relación de
elementos? Si este azar es el que lo formó, él
mismo es el que ha de gobernarlo. ¿Pero por qué
las constelaciones surgen en un determinado
orden? ¿Y por qué vemos que retornan en
períodos prescritos por una ordenación y ninguna
constelación deja atrás ningún astro en su mo-
vimiento?
¿Por qué los mismos astros adornan siempre
las noches de verano, y los mismos correspon­
dientes las del invierno? ¿Por qué cada día
muestra al mundo una cierta figura del cielo y
abandona la precedente? Ya en el tiempo en que 490
los griegos destruyeran las gentes de Pérgamo,
Orión y las Osas se movían unos frente a otros, y
la Osa limitaba su giro a las proximidades del
Polo, y Orión se dirigía al encuentro de ella
recorriendo siempre la mitad del cielo. Ya se
distinguían las horas de la oscura noche por las
constelaciones, y el cielo tenía grabadas esas
horas. ¡ Y después de la caída de Troya cuántos
reinos han desaparecido! ¡Cuántos pueblos han
sido subyugados! ¡Cuántas veces la fortuna ha
conducido al dominio y a la esclavitud y ha hecho
3.-Demócrito, que es el primero en dar referencia al atomismo.

27
variar su papel a cada pueblo! ¡Qué vasto imperio
500 ha hecho nacer de las olvidadas cenizas de Troya!
¡Y lo mismo que Grecia sometió al Asia, aquélla
ha sido a su vez sometida! Da lástima contar los
siglos y el número de veces que ha repetido el
ardiente Sol la iluminación del Mundo en sucesi­
vos ciclos. Todas las cosas creadas mortales
están sujetas al cambio, y andando los años, las
naciones ni siquiera se reconocen a sí mismas; las
gentes, perdida su propia identidad, cambian de
faz cada siglo. Pero el Universo se mantiene
mcólume y conserva sus características: ni aumen­
510 ta la duración del día, ni lo empequeñece la vejez:
será siempre el mismo como fue el mismo siempre.
Nuestros padres no vieron uno distinto, y nuestros
nietos no lo verán: es un Dios porque es
inmutable con el tiempo.
Nunca se desvió el Sol hacia las transversas
Osas, ni cambió su curso, ni se ocultó por el
Oriente. Y no es obra del azar, sino una orden de
la sabiduría divina el que la naciente aurora
ofrezca siempre regiones nuevas, y la Luna no se
aleje de determinados orbes de la luz, sino que se
mantenga aumentando y disminuyendo dentro de
unos límites: y que asimismo no caigan a tierra los
astros del cielo, sino que se mantengan en
determinados tiempos circulando dentro de sus
respectivas constelaciones.
520 Pero la extensión del espacio que ocupa el
Dimen­ Universo en el redondo Olimpo y las dimensio­
siones y nes de los 12 Signos solamente la razón puede
círculos determinarlos: A ella no se le oponen ni la
celestes oscuridad ni la inmensidad de los objetos, pues
todo cede y sucumbe a ella, y puede penetrar
hasta el cielo mismo.
La distancia desde los Signos hasta las tierras
y el mar es de dos Signos. Una recta (diámetro)
que corta el círculo por el centro tiene una
longitud de 1 / 3 con mucha aproximación. La

28
parte más elevada del cielo dista por tanto de la
inferior (cenit á nadir) cuatro Signos, que es la
tercera parte de los 12 Signos. Y dado que la 530
Tierra está aislada en medio del espacio, equidista
de cada extremo del cielo dos Signos.
El espacio por el que la vista puede extenderse
a lo lejos, o que puede alcanzar es por tanto de
dos Signos: seis completan la zona visible del
círculo, y doce forman el total del espacio circular
del cielo.
No es de extrañar que haya bajo los mismos
Signos nacimientos distintos de individuos, y que
su Hado sea muy diferente, ya que cada Signo
tiene una amplitud tan grande, y sale por Oriente 540
en tan largo tiempo que apenas es suficiente una
doble hora para su salida total.
Queda por exponer el límite del espacio y las
líneas que hay en el cielo por las que se guían las
estrellas que forman las constelaciones.
La brillante Osa Mayor delimita un círculo
boreal, que está alejado del Polo mismo seis
divisiones enteras (4). Otro de ellos se traza por el
límite de la constelación de Cáncer, y en él
discurre Febo (el Sol) con sus llamas; al encon­
trarse allí, gira en torno nuestro durante largos
días, y el nombre de estío viene de aestu (calor). 550
La denominación del círculo se ha tomado del
nombre del tiempo (Círculo de Verano). El calor
máximo determina el límite del Sol y los ejes, y
dista del Círculo del N arte (Círculo Polar Artico)
cinco partes.
El círculo tercero, ubicado en la zona media
del mundo (Ecuador) rodea con una inmensa
circunferencia el Olimpo, viendo su eje a cada uno
de sus lados (los dos Polos Norte y Sur), desde su
cima, Febo marca la igualdad del día y la noche,
recorriendo las épocas templadas de la primavera
4.-Cada parte indicada por el autor equivale a 6 grados sexagesimales.

29
y el otoño. Este círculo divide el cielo por la mitad
en dos semiesferas. Su línea está separada del
560 Círculo de Verano (Trópico de Cáncer) por
cuatro partes.
El siguiente círculo lleva el nombre de Círculo
de Invierno (Trópico de Capricornio) e indica el
último borde al que desciende el Sol, y la gran
oblicuidad de los rayos solares nos da un influjo
mínimo de calor, y durante menor tiempo; pero
en los lugares de la Tierra en que se eleva hacia
arriba (Hemisferio Sur), sus habitantes gozan de
mayor tiempo de luz, prolongando la duración de
un ardiente calor, dejando lugar sólo para unas
cortas noches. Este círculo está separado del
Círculo del Medio Cielo (Ecuador) por cuatro
partes.
Queda otro círculo más, próximo al extremo
570 Sur del eje, que circunda y comprende a las Osas
Meridionales. Este también está distante cinco
partes del Círculo de Invierno (Trópico de Capri­
cornio) y está alejado de su polo respectivo tanto
como el de nuestro hemisferio está alejado de
nuestro polo. De esta manera, el espacio celeste
entre ambos polos se halla dividido en dos
mitades (por el Ecuador), ambas semiesferas
juntas constituyen el U niverso, y los cinco círculos
que dividen este espacio determinan las divisiones
del tiempo. Para estos círculos el movimiento es el
mismo que el del Mundo, y giran del mismo
modo que él, sin inclinación, teniendo su orto y
ocaso de igual manera: en efecto, cualquier
trazado por el que gira todo el orbe sigue la
misma dirección del movimiento, y acompañando
el movimiento del elevado firmamento, conser-
580 vando siempre los mismos intervalos y límites
entre sí, según la situación de cada uno.
Entre los vértices celestes hay dos círculos
opuestos entre sí, que se cortan y cortan también
a los indicados anteriormente, uniéndose en el eje

30
del Universo y atravesando el Polo van a parar en
el eje recto del Mundo: marcan éstos los tiempos
del año, y dividen el cielo y los astros en cuatro
partes con nombre igual al de los correspon­
dientes meses.
Uno de ellos empieza en el extremo superior
del Olimpo, sigue por la cola de la Serpiente
(Dragón), separa las enjutas Osas y, por el medio
de las pinzas de Escorpio (platos de Libra) corta 590
el extremo de la Hidra sigue por la parte media
del Centauro en la zona austral y se une al eje
opuesto en la otra parte (Polo Sur); regresa hacia
la Ballena, que atraviesa por su escamosa espalda,
marca los límites de Aries, luego el luminoso
Triángulo, el interior del seno de Andrómeda, los
pies de la madre, (Casiopea), y termina en el Polo
primeramente indicado.
El otro círculo se apoya en la mitad de éste (lo
corta perpendicularmente) en el Polo Norte, pasa
por las patas anteriores y la cabeza de la Osa
(Mayor), la que cuando el Sol se pone es la
primera constelación que se ve con sus siete
estrellas, ofreciendo las primeras luces de la
oscura noche, a Cáncer lo separa de Géminis 600
después, roza ligeramente el brillante Can en su
boca, luego el timón del Navío (Argos) que
venciera al mar; desde allí continúa hasta el
extremo oculto del eje (Polo Sur) atravesando las
constelaciones del círculo primero y desde él de
nuevo toca el límite dirigiéndose a tí, Capricornio
y tus estrellas; señala las del Aguila, y recorriendo
la Lira invertida y los anillos de la Serpiente
(Dragón), se aproxima a las estrellas últimas de
las patas de Cinosura (Osa Menor) y corta la cola
de través en el cercano Polo. De aquí regresa de
nuevo sobre sí mismo recordando el punto del
que partió.
Estos puntos fueron permanentemente esta- 610
blecidos por medio de constelaciones fijas y

31
pos1c10nes invariables. Otros dos se hicieron
variables: el primero parte de la Hélice (Osa
Mayor), divide la mitad del cielo y separa el día en
dos partes, marcando la hora de sexta, estable­
ciendo el orto y el ocaso a distancias iguales. Aquí
varían los Signos según el caso, pues si uno se
dirige hacia el Oriente, o bien al Occidente, se
forma en cada punto de estación un círculo que
pasa sobre su cenit y el Polo, y corta el cielo por
medio, dividiendo el hemisferio del firmamento
visible. Según el lugar de la Tierra en que se halla
620 el observador cambia el tiempo y el cielo y,
cuando el punto es distinto, el cenit es diferente, y
también cambia la hora para cada meridiano, así,
cuando Febo (el Sol) surge de las aguas del mar
en un lugar primero, en un segundo punto es la
hora sexta, ofreciendo allí su dorado disco. A su
vez, para los habitantes de Occidente, es la hora
sexta cuando en Oriente caen las sombras.
Nosotros contamos estas dos horas sextas, una
por la primera, la otra como última del día, y
recibimos al final una luz sin calor.
Si quieres saber los límites del otro círculo
variable, tiende la mirada y el rostro en torno
tuyo: aquello que forma la parte más baja del
cielo y la superior de la tierra, en cuya línea se
630 unen sin diferenciarse con los invisibles, que en el
mar refleja y recibe a los orillantes astros circun­
da el mundo visible con una delgada línea, ésta se
extiende también por todo el cielo. De cualquier
lugar que partan los pasos errantes de tus pies, lo
mismo si avanzas en un sentido que en otro,
siempre será nuevo, y el círculo cambiará con
cada tierra, pues ofrece una parte nueva del cielo
por un lado mientras pierde otra parte en el
opuesto: siempre se ve la mitad del cielo y se
oculta la otra mitad, y se diferenciará con una
línea distinta divisoria, moviéndose simultánea­
mente con el punto de vista propio.
640 Este círculo es terrestre, porque comprende el

32
orbe de la Tierra, y rodea con su plano límite la
mitad del entorno, y dado que sirve de límite, se
denomina Horizonte.
A los anteriores círculos has de añadir dos
más contrarios en dirección y oblicuos entre sí: El
primero contiene las brillantes constelaciones
(Signos) a través de las cuales Febo (el Sol) dirige
sus riendas; Delia (la Luna) sigue el movimiento
del Sol con su carro, y los cinco luminosos astros,
con movimiento contrario al del Universo, avan-
zan a diferente velocidad por una ley natural (los 650
Planetas). Este círculo tiene como punto más
elevado a Cáncer y como punto más bajo a Capri-
cornio. Toma contacto con el círculo que iguala la
luz y la sombra dos veces, cortando su línea en
los Signos de Aries y Libra.
De este modo, el círculo se apoya en otros
tres, y se aparta del movimiento directo con su
inclinación descendente. Salta a la vista y no
puede decirse que solamente se pueda observar
con la mente, como en los casos anteriores. Pues
su cinturón estrellado alumbra en un inmenso
círculo, y engalana el cielo con su clara lumino­
sidad. Su longitud circular es de 360 grados, y su
anchura de 12 grados, y en ellas están limitados 660
los movimientos de las estrellas errantes (Pla-
netas) con sus diversos cursos.
El otro círculo está situado en posición
distinta del anterior y pasa por las Osas, continúa
su dirección muy próxima al Círculo Boreal,
cruzando las estrellas de la Casiopea directa­
mente, de aquí, descendiendo en oblicuo, toca el
Cisne, intersecta los límites del Círculo Estival y el
Aguila desde atrás, después el círculo que iguala
los días, la zona que conduce los caballos del Sol,
entre la ardiente cola del Escorpión a la derecha y
el extremo de Sagitario y su flecha a la izquierda. 670
De allí se curva a través de las patas del otro
Centauro y empieza de nuevo a subir por el cielo,
alcanza los mástiles del Navío (Argos) y el círculo

33
del medio cielo (Ecuador), la parte baja de
Géminis, cortándolo, sube al Cochero y volviendo
hacia tí, Casiopea, de donde partió, atraviesa por
encima de Perseo, completando el círculo en los
mismos lugares de los que había salido.
Este último corta los tres círculos medios y el
que forma los Signos (Eclíptica) en dos partes, y
es a su vez intersectado en otros tantos puntos.
No hay que buscarlo mucho, pues la mirada lo
halla fácilmente y se hace observar por sí mismo.
680 Pues brilla como un círculo blanquecino en el
oscuro cielo, como la aurora antes de salir el Sol,
al abrirse las puertas del día. Y como una senda
destaca en los verdes campos, renovada su traza
por el continuo paso que la trilla, o como el mar
blanquea al surco dejado por el barco que navega,
y las aguas reciben su camino con las olas
espumosas, donde surge la estela tras él hacia
atrás, tal brilla blanquecino este círculo en el
negro cielo, plasmando el firmamento con su
intenso brillo. Y lo mismo que Iris traza sus
690 círculos en las nubes, así se dibuja por encima el
claro círculo con señales luminosas, y hace que los
hombres vuelvan sus ojos hacia arriba cuando
contemplan esta extraña luz en la noche oscura y
buscan en su mente las ocultas causas de ella.
¿Acaso están las dos partes de la bóveda celeste
desunidas, y tiendan a separarse entre sí en dos
mitades, y puedan romperse por la débil ensam­
bladura de esta grieta, que deja penetrar una
nueva luminosidad a través de este debilitamiento
de la envoltura. ¿Quién será el que no se
atemorice viendo estas heridas del inmenso firma­
mento, que hieren nuestros ojos con esta falla del
Universo? También pudiera ser que el Universo
700 estuviera formado por dos mitades, y dos partes
de la esfera que se juntan, y que las dos
semiesferas del cielo se sueldan en esta línea,
manifestándose la unión de la cicatriz mediante
esta señal que hace de línea de fusión, y que la

34
esfera del cielo, condensada y convertida en
niebla aérea espesada en la ensambladura, acu­
mula la materia de construcción en las cuñas del
alto firmamento.
O más bien puede ser verdad la creencia de
que en siglos muy antiguos, los corceles del Sol
habían seguido este camino, por ruta diferente de
la actual, hollando otra vía, requemando largo
tiempo esta zona y cambiando su color azulado
convirtiéndolo en otro grisáceo, como si fueran
las cenizas del Universo. 710
También nos ha llegado la noticia de tiempo
antiguo de que en cierta ocasión Faetón, con el
carro de su padre, volando a lo largo de las
constelaciones (mientras el niño contempla las
nuevas perspectivas del cielo más de cerca y juega
con el firmamento sintiéndose orgulloso en el
luciente carro y deseando llevar a cabo hazañas
más famosas que su padre) había abandonado los
caminos permitidos y establecido una nueva ruta
por el Polo: las constelaciones no pudieron
soportar el calor de este nuevo camino, y el carro
se desbocó. ¿Cómo podemos asombrarnos de que
las llamas ardieran furiosas por todo el orbe y se
incendiaran en una pira todas las ciudades de la 720
Tierra? En aquella ocasión, los fragmentos del
carro dispersos, errando y flotando por todo el
cielo, dieron lugar al incendio de éste. Tales
incendios alcanzaron el mundo entero, los astros
próximos ardieron con nuevas llamas, y todavía
ahora llevan la marca de la antigua catástrofe.
Tampoco debo omitir una tradición anterior y
más agradable: la de que un blanco líquido lácteo
se había derramado del níveo pecho de la reina de
los dioses, y había teñido el cielo de este color, por
ello se le denomina círculo lácteo (Vía Láctea), y
el nombre proviene de esta causa.
Puede ser también algo como una densa 730
corona constituida por un conjunto de estrellas lo

35
que forma esas luces y brilla con mayor lumi­
nosidad, y destaca ese círculo más claro con
fulgor más intenso.
Tal vez las almas de los héroes y los espíritus
liberados de sus cuerpos, elevadas al cielo cuando
abandonan la Tierra, han emigrado aquí, y sus
habitantes viven en este cielo en los años siguien­
tes, y gozan del mundo. Aquí veneramos a los
eácidas y a los átridas, los osados hijos de Tideo,
soberano de !taca, vencedor de la naturaleza, de
la tierra y el mar, el de Pilos, famoso por su triple
vejez (de tres siglos de vida); a Dánao y los reyes
740 de Pérgamo (Troya); Asaraco, Ilo, toda la Troya
que seguía a Héctor; el negro hijo de Aurora,
estirpe de Júpiter y caudillo de Licia. Y tampoco
he de olvidarme de tí, Amazona, y los otros reyes
que Grecia envió, y las gentes de Asia y especial­
mente Pella con el Grande (Alejandro).
También están aquellos hombres que pose­
yeron fuerzas espirituales y juicio equilibrado y
prudente, de valor propio en sí mismos: así el
justo Solón, el esforzado Licurgo, el teórico
Platón y su maestro (Sócrates), cuya condenación
más bien condenó a la misma Atenas. También el
vencedor de los persas (Temístocles) que había
750 pavimentado de barcos el mar; los héroes roma­
nos hoy día ya innumerables, como todos los
reyes a excepción de Tarquino, la familia horacia
que ya forma un verdadero ejército; Scévola, más
noble por su mutilación; la joven Cloelia, más
valerosa que los hombres; Codés, que ciñe la
corona mural por haber protegido a Roma;
Corvino, orgulloso de su nombre y riquezas,
conseguido con el apoyo de Febo (i.e.: el cuervo,
animal sagrado del Sol); Camilo, que mereció el
cielo por voluntad de Júpiter, y ser mirado como
segundo fundador de Roma; Bruto, fundador de
760 la república recibida de un rey (Tarquino);
Papirio, vengador con las armas de Pirro; Fabri­
cio y los Curios; Marcelo, tercera condecoración

36
romana, y Cossas, primera, por matar a un rey;
los combativos Decios, equiparables sus victorias
a su devoción a la patria; Fabio, invicto por su
constancia; Livio, vencedor del nefando Asdrú­
bal, ayudado en la guerra por Nerón; los dos
Escipiones, que resultaron una fatalidad para
Cartago; Pompeyo, conquistador del mundo, tres
veces triunfador antes del tiempo; Cicerón, cuya
elocuencia mereció el consulado; la ilustre pro­
genie de los Claudios, los próceres de la Casa
Emilia y del esclarecido Metelo; Catón, vencedor 770
de la suerte; Agripa, soldado desde que salió del
seno materno. La familia Julia, descendiente de
Venus, que bajó del cielo y lo ha poblado
nuevamente, pues Augusto gobierna como aso-
ciado de Júpiter por su constelación; se ve
también en la reunión al grande y divino Quirino
(Rómulo) por encima del espacio que este círculo
del firmamento hace brillar. Aquél es el lugar de
los dioses, éste, más cercano, es el de los héroes
que por su virtud se aproximan más a aquéllos.
(Hay otros astros que en su movimiento 780
luchan contra el mundo, los cuales están suspen-
didos en su órbita entre el cielo y la Tierra:
Saturno, Júpiter, Marte y el Sol; y debajo de
ellos, Mercurio se sitúa entre la Luna y Venus).
Ahora, antes de que empiece a indicar las
fuerzas que hay en las estrellas, y que explique las
leyes fatales de los Signos, he de exponer la
perspectiva de todo el cielo y la relación de sus
fenómenos. (Porque todo aquello que brilla, en
cualquier lugar que se observe, o en cualquier
tiempo, es digno de notarse).
Consecuentemente diremos que hay fuegos Fenómenos
que surgen de vez en cuando en el aire en forma luminosos
de claridad, y se han visto algunos cometas
790
disiparse de inmediato y formarse llamas de
repente en las crisis de los largos ciclos. Esto
puede originarse porque el gas interior de la

37
tierra, al ser expulsado y ser más húmedo, es
destruido por otro gas más seco. Las nubes,
emitidas por un largo período de sequedad, con
un aire abrasado por los rayos solares, hacen que
salte el fuego e inflame una materia muy apta
para ello. Y puesto que allí no hay cuerpo denso,
sino que la materia está muy rarificada, volátil y
parecida al humo, la acción del fuego es muy
rápida y, apenas iniciados, los incendios se
800 apagan, y los cometas mencionados se encienden
y extinguen casi al mismo tiempo. Si no fueran
simultáneos su nacimiento y destrucción, y du­
raran tan poco tiempo estas llamas, la noche se
convertiría en día, y la luz renacería de nuevo al
anochecer quitando el sueño a todo el mundo.
Además, dado que estos gases resecos de la tierra
no se propagan de modo uniforme, ni son
igualmente alcanzados por el fuego, las luces
también se forman con aspecto diverso, nacidas
súbitamente en las tinieblas. Pues unas veces
flotan como largas crines a partir de un punto que
810 se mueve, imitando una cabellera de fuego,
desplegándose el brillo difuso en ligeros cabellos
como brillantes rayos. Otras veces, la forma
antedicha aparece como una cabellera dispersa, y
el globo ígneo se mueve como la figura de una
barba. Algunas veces está formado por una
estructura de lados iguales, pareciendo una viga
cuadrada, o una columna cilíndrica. Y hasta
incluso, cuando las llamas se ensanchan, se parece
a una tinaja ( o cuba), muy engrosada por la
mitad. Otras veces el fuego se muestra concen­
trado en pequeños glóbulos, como barbas de
chivo, con pelos erizados semejando una luz
820 trémula; otras es como si se dividiera en ramas
luminosas como una lámpara de varias mechas.
Algunas estrellas caen y parecen volar por
doquier, centelleando en el cielo despejado en
forma de luces móviles, dejando en largas estelas
una tenue luminosidad, y también pasan veloces

38
como flechas, estrechándose su delgado trazo
como un filamento. Existen fuegos combinados
por todas las partes del U niverso: unos se
albergan en densas nubes donde se forma el rayo,
otros penetran en las tierras, como el Etna, y se
elevan al Olimpo; los hay que transforman en 830
cálidas las aguas en las fuentes mismas; otros se
ocultan en la dura sílice y en el verde corcho,
cuando la madera al rozar se incendia: hasta tal
punto la Naturaleza es abundante en fuego.
No es extraño que surjan tantas llamas en el
cielo, y brillen en la atmósfera como luces
ardientes, puesto que está repleta de las secas
exhalaciones que la tierra despide, las cuales
alimentan el fuego súbito que desaparece de
inmediato; puedes también confirmarlo en el
relámpago de la tormenta, cuya luz serpenteante
rasga el cielo con el rayo por entre las nubes.
Por ello, unas veces puede darse el origen 840
terrestre, por el que los fuegos repentinos ori-
ginan los cometas, o bien puede ser que la
Naturaleza, habiendo creado esas luces al mismo
tiempo que los astros, brillan en el cielo en
continuas llamas, pero las atrae hacia sí el
Titánido (el Sol) en rápido calor, convirtiéndolos
con sus rayos en brillantes cometas, y a conti-
nuación los expulsa (como la esfera de Mercurio
o la de Venus, cuando al anochecer e iluminar el
crepúsculo, se echan en falta desapareciendo de la
vista, volviéndose a ver luego de nuevo). O
también puede ser que Dios, compadecido de
nuestro destino inmediato, envíe estas luces y 850
estos transtornos de los signos al mundo, porque
nunca el espacio se iluminó con inútiles luces. Es
entonces cuando los agricultores, desesperados,
lloran la escuálida cosecha, y el labrador, fatigado
en los surcos estériles, unce los bueyes entriste-
cidos bajo el inútil yugo. A veces también una
putrefacción lenta corroe con grave enfermedad
los cuerpos, y la fiebre letal arrebata a las gentes

39
decaídas, con sus entrañas exhaustas, y por
todos los pueblos un destmo común se levanta en
forma de piras funerarias. Así fue cómo la peste
hizo desaparecer a los colonos de Erecteo, y se
llevó consigo a la antigua Atenas en un inmenso
860 funeral, derrumbándose los hombres en aquella
ocasión unos sobre otros cuando los hados lo
ordenaban. Ni siquiera valía de paliativo la
ciencia médica ni los votos a los dioses. Se
abandonaba a los enfermos, dejaban de hacerse
oficios de difuntos y no se vertían lágrimas por
ellos; hasta el fuego, cansado de arder, se había
agotado (y ardían los cuerpos con los miembros
en montones), apenas tuvo herederos el, en otro
tiempo, tan numeroso pueb10.
Tales significaciones tienen con frecuencia los
brillantes cometas: Sobrevienen muertes con ho­
gueras, y las ardientes piras amenazan conti­
nuamente mientras el mundo y la Naturaleza
misma languidecen y encuentran en ellas una
870 nueva tumba.
Estos fenómenos luminosos predicen también
guerras, súbitas revoluciones y rebeliones con
ocultas conspiraciones, unas veces por gentes
extranjeras, como en la ocasión en que, roto el
tratado de amistad, la feroz Germania derrotó al
general Varo, y empapó la tierra con la sangre de
tres legiones: entonces ardieron por doquier luces
amenazadoras por todo el orbe, y la misma
Naturaleza traía la guerra por estos lugares, y
oponía sus fuerzas, amenazando con el fin del
mundo.
Tampoco hay que extrañarse de la grave ruina
de hombres y cosas: frecuentemente es culpa
nuestra, pues no queremos creer en las señales del
880 cielo. También tienen significación las anteriores
señales de transtornos entre los hombres y de
guerras civiles. Nunca aparecieron tantas luces en
el cielo como cuando los ejércitos, conducidos por

40
caudillos crueles, llenaron con sus formaciones de
combate los campos Filípeos. Todavía el soldado
romano hollaba con sus pies en la seca arena los
huesos de los muertos y los miembros destro­
zados antaño, cuando el Imperio mismo agotaba
interiormente sus fuerzas y nuestro padre Augus­
to lograba la victoria en esos mismos lugares. Y
todavía no se había terminado todo: aún que-
daban las batallas de Actium, y en juego la 890
atribución de la dote para una reina y en duda la
decisión de los asuntos; finalmente se zanjó en el
mar quién sería el emperador del mundo, cuando
la misma Roma tuvo miedo de caer bajo el mando
de una mujer, y fue el mismo rayo el que midió
sus fuerzas con los sistros de Isis. Aún quedaba la
guerra de los esclavos, con el soldado prófugo,
contra los bandidos internos capitaneados por
Pompeyo, que seguía el ejemplo de su padre
limpiando los mares de bandidos.
Pero ya es suficiente con lo dicho. Apací­
güense las luchas, y que la discordia ya vencida
con cadenas indestructibles tenga frenos perdu­
rables y quede encarcelada en una prisión. Que
sea invencible el padre de la patria, que Roma sea 900
mantenida bajo su gobierno y que cuando sea
elevado al cielo como un dios, no se eche en falta
su presencia en la Tierra.

41
LIBRO SEGUNDO
DESCRIPCION
Y CARACTERISTICA
DE LOS SIGNOS
Proemio El máximo poeta del pueblo griego cantó con
poético voz inmortal los combates de los griegos de
Príamo, y el rey y padre de cincuenta reyes, el
incendio de la tierra de Héctor, a Troya protegida
por éste, los errores tan frecuentes de este
caudillo, que había vencido otras tantas veces
durante años en el mar, y otras tantas ante
Pérgamo (Troya), y los postreros combates en su
patria, cuyos Penates habían sido capturados por
el enemigo. Grecia nos ha ocultado su patria, en
tanto que le otorgaba siete diferentes lugares de
nacimiento. Toda la posteridad después de él ha
extraído a sus versos el abundante flujo de su
10 verbo, y ha osado derivar la corriente en delgados
arroyos, extrayendo las abundantes riquezas de
esa única corriente.
Hesiodo, aún cercano a él en el tiempo,
recuerda a los dioses y a los padres de los dioses,
al Caos generador de la tierra, al mundo nacido
de él, a los astros, titubeando aún en sus primeros
partos, a los antiguos Titanes; a la creadora del
gran Júpiter, con título de marido y de hermano;
del padre sin hermano, y el nuevo nacimiento de
Baco a partir del cuerpo de su padre, y todas las
divinidades que circulan por el inmenso mundo.
20 Más aún, nos ha propuesto las leyes y el
cultivo de la tierra, y el arreglo del sueño, y que
Baco ama los collados, y Ceres fecunda las
llanuras, así como Palas a unos y otros. También,
que las plantaciones de árboles pueden producir
diversas clases de fruto por injerto, obras dignas
de hacerse por el hombre en la paz.
Algún autor ha descrito las diferentes figuras
de las constelaciones, y sus influencias en todas
las partees del firmamento, y ha ordenado su
carácter peculiar y sus causas: la angustia de
Perseo y Andrómeda, la madre dolorida (Ca­
siopea), y el padre que la consuela (Cefeo). La hija
de Licaón (Calixto, la Osa Mayor) elevada al

44
cielo por Júpiter; Cinosura (la Osa Menor) al
cuidado de Júpiter; la Cabra, consagrada a lo alto
por su leche (alimento de Júpiter infante); el 30
Cisne, por su disfraz; Erigona (Virgo) conducida
al cielo por su piedad; el escorpión (Escorpio) por
su venenosa picadura; Leo por sus garras, Cáncer
por su mordedura, Piscis por haber provisto la
conversión de Citerea (Venus), y Aries como guía
de los astros en el Océano dominado.
En las demás constelaciones del firmamento
también trataron de explicarse las diversas causas
por las que fueron fijadas en el espacio, en cuyas
razones no hay sino una fábula celeste, a su vez la
Tierra compuso las figuras del cielo, del cual, en
cambio, sufre la dependencia.
Asimismo, el poeta nacido en Sicilia (Teó­
crito) ha hecho memoria de los ritos de los
pastores, y del dios Pan haciendo sonar las gaitas, 40
y no cantó los bosques en forma salvaje o inculta
sino que describió en rítmicos movimientos los
desiertos campos, llevando su musa hasta lo más
recóndito de las cavernas. Y he aquí que un poeta
se dedica a cantar las aves multicolores y las
luchas de los animales, otro las venenosas ser-
pientes, aquél otro las plantas y hierbas que
producen la vida o la muerte con sus raíces
(Emilius Macer).
También hay quien invoca el negro Tártaro
sumido en las tinieblas, atrayéndolo hacia la luz
nocturna, y alguno que rompe las leyes naturales,
desarrollando el cielo interiormente. Todo género
de asuntos han cantado las sabias hermanas, toda 50
senda de acceso al Helicon está trillada. Ahora
brotan confusos los arroyos de las fuentes, y no
hay bastante para la turba de autores que corre
hacia allí.
Busquemos, pues, algún prado no mancillado,
con la hierba todavía húmeda por el rocío, y el
murmullo del agua en algún solitario rincón, que

45
las aves de córneo pico no hayan rozado, ni el
mismo Febo haya bebido con su etéreo fuego.
Cantaré, por tanto, mis propias inspiraciones,
y no deberé el esfuerzo a poeta alguno, ni tendré
ningún préstamo, sino que mi obra será auténtica.
Volaré por el cielo en mi propio carro, y cruzaré
Hay una
las olas con mi propia barca.
Divinidad He de cantar la poderosa Naturaleza con su
ordenadora íntimo entendimiento, y la divinidad infusa en el
60 cielo, tierras y mares, que gobierna la enorme
masa del Universo con una misma ley. Describiré
todo el Universo que vive por alterno concierto
mutuo, y actúa por un movimiento lógico: que
como un solo espíritu habita por todas sus partes,
y alimenta el orbe eterno, penetrándolo todo y
dándole forma como a un cuerpo animal.
Pues si esta máquina no mantuviera un orden
entre los diversos miembros, si no obedeciera
toda ella a un primer director, y una sabiduría
omnisciente no dirigiera todas sus partes, no
habría estabilidad en la Tierra, ni espacio para los
astros, y el mundo se detendría, y se congelaría al
70 pararse, y los astros no mantendrían sus preorde­
nados cursos, la noche no seguiría al día y lo haría
desaparecer. Las lluvias no fecundarían la tierra,
no habría soplo del viento, el mar no produciría
densas nubes, no irían al mar los ríos, no
brotarían fuentes del interior de la tierra, no se
conservaría toda la proporción en todo lugar
siempre igual y equilibrada, de modo que no
falten las aguas, ni el cielo sea contrario, y que el
firmamento tenga un movimiento exacto, sin
variar en más o en menos.
El influjo El movimiento mantiene, pero no cambia la
celeste acción del mundo. Así, todas las cosas distri­
buidas en torno permanecen en todo el Universo,
80 y obedecen a su dueño. Por ello, este dios, y la
razón que todo lo gobierna, guía mediante las
constelaciones del espacio a los animales de la

46
tierra: aquéllas, aunque estén muy distantes, es
obligado pensar que influyen en las vidas y
destinos de los hombres, y forman unos carac­
teres determinados en el organismo del individuo.
Para ello, no es necesario buscar una razón
demasiado complicada. Del mismo modo influye
el cielo en nuestros campos, de modo que las
cosechas las multiplica o las destruye; también
mueve el mar, haciendo que avance o retroceda
sobre la tierra, y esta agitación marina la tiene en
movimiento, ora por el influjo del acercamiento
de la Luna, ora por el contrario influjo de la Luna
en su retirada, y también con la acción del influjo
solar en el período anual; de igual modo, los 90
animales sumergidos en el mar y dotados de
concha, y los cubiertos por un caparazón, varían
su cuerpo según el movimiento de la Luna, y
siguen sus incrementos y decrementos, oh Delia
(Luna), como tú también pierdes tu luz al
acercarte al Sol, y de nuevo la recobras al salir de
él; y la que Febo te da, la reenvías, y tu brillo
depende del suyo. Finalmente, lo mismo sucede
con los animales domésticos y otras bestias de la
tierra que, aunque ignorantes de su influjo, son
conducidos por la Naturaleza al creador del
Universo, y elevan su alma y observan el cielo y 100
los astros: y se bañan a la aparición de los cuernos
de la Luna Nueva (5), y prevén la llegada de las
tormentas y la vuelta del buen tiempo.
Después de esto, ¿quién dudará de que el
hombre, al que la Naturaleza otorgó el don de la
palabra, puede experimentar la influencia del
cielo con su inteligencia poderosa, su alma
espiritual, y en el que Dios descendió y habita,
como ser capaz de reflexión?
Omito otras artes de las que no está permitido
hacer uso, por su imprecisión, y que no tienen
cabida en la materia tratada. Paso por alto que no
5.-Se cree que tienen esta costumbre los elefantes.

47
llO hay regla alguna de distribución de la fortuna,
que el hado es determinante e inevitable, que lo
propio de la materia es obedecer y lo propio del
cielo mandar. ¿Quién puede conocer el cielo si
éste no tiene a bien otorgarle el conocimiento?
¿Quién puede captar la idea de lo divino sino
quién es parte de la divinidad? ¿O quién podrá
abarcar con su estrecho entendimiento, y com­
prender esa inmensidad sin fin de la esfera visible,
los círculos de los Signos, los techos luminosos
del Universo y la eterna lucha de los astros
errantes contra las demás estrellas, si la Natura­
120 leza no le hubiera dado ojos inteligentes en el
alma y revirtiese hacia ella misma la atención de
la mente humana y le dictara la acción, y que
viene del cielo aquéllo que en el cielo busca, para
la comunicación de las verdades fundamentales
de las cosas (las leyes primordiales que confieren
los astros al hombre al nacer)? ¿Quién negará que
es una temeridad tratar de apropiarse del Univer­
so contra la voluntad de éste, y ofrecerlo como
cautivo al hombre?
No intentemos, empero, comprobar por un
largo razonamiento unos hechos manifiestos,
porque la misma realidad llevará a cabo su
fundamento y autenticidad. Hemos de seguir
estrictamente la vía tradicional a partir de pre­
misas verdaderas, y entonces llegará la conse­
130 cuencia como se había calculado de antemano:
pues la razón no se engaña, ni engaña jamás. Lo
que los hechos ratifican, ¿quién se atreverá a decir
que es falso, y a oponerse al resultado del éxito?
Es mi deseo, con la inspiración divina, de que
ésto, cuando lo refiera a los astros, no lo
fundamentaré en la tierra, ni lo he de exponer al
vulgo. Por el contrario, arrastrado solitario por el
vacío Universo, actuaré libremente en mi carro,
sin temor de chocar con nadie, ni tampoco en
compañía de nadie, ninguno me ha de guiar.
Cantaré lo que debe conocerse en el cielo, en los

48
vigilantes astros, en el mundo alegre por los
versos de su poeta, para aquellos tan poco
numerosos que el cielo no desdeñó para que 140
conocieran sus maravillas. Los demás, tan nume­
rosos en cambio, amantes de la riqueza, del oro,
del mando, del poder, del ocio y del lujo,
embebidos en las músicas placenteras, la ociosi­
dad, como quiera que es necesario un determi­
nado esfuerzo para conocer el destino, se hallan
avocados a la ignorancia, puesto que es preciso
conocer a la perfección las reglas astrológicas.
Descripción
Primeramente observaremos que hay una y caracte­
naturaleza diferente en los distintos Signos según rísticas de
sus nombres y su sexo: de ellos hay seis mascu­ los Signos
linos, y otros tantos femeninos, empezando éstos
por Tauro. ¿No ves cómo, al salir por el horizonte 150
presenta las ancas posteriores? (6). El sexo es
alternativo, y se repite la alternacia en todo el
círculo.
También puedes observar que hay algunas
figuras humanas en ciertos lugares, estos Signos
influirán buenas costumbres; otros en cambio
tienen figura de animales domésticos o salvajes, y
éstos imprimen el carácter correspondiente.
Los Signos constituidos por una figura sóla
indican espíritu agudo, y conservan uniforme la
naturaleza. Otros en cambio, que son dobles, dan
por su combinación efectos poderosos: el socio
aumenta y disminuye mucho el influjo y la acción
de ambas figuras conjuntas refuerzan la bondad y
maldad en el destino.
Observa los cielos: verás los dos peces (Piscis)
y los dos gemelos (Géminis) de miembros des­
nudos, éstos caminan por el firmamento en la
misma dirección con sus brazos entrelazados
mientras aquéllos (Piscis) llevan sentidos contra- 160
6.-En latín tenemosfemen:-inis (muslo, ancas) y al mismo tiempofemina.-ae
(mujer) de aquí la referencia y asimilación del autor de las ancas en
relación con Jo femenino del Signo de Tauro.

49
rios en su movimiento, el número en ambos casos
es el mismo, pero su disposición contraria. Entre
el conjunto de los Signos dobles, éstos poseen
completas sus características, no se ve nada
extraño en ellos, ni les falta nada de lo suyo en la
figura. En cambio hay otros Signos en los que
falta algo, o hay partes extrañas añadidas que
pertenecen a otras figuras, como por ejemplo
Capricornio, o el que tiende el arco unido a un
caballo (Sagitario): en éste hay una parte de
hombre, pero el anterior (Capricornio) no tiene
ninguna.
170 (También hay que observar que hay gran
diferencia en esta cuestión, pues es distinto que
sean dos figuras gemelas, o que sea una figura que
es combinación de elementos distintos). Suele
también considerarse a Erigona (Virgo) como una
constelación doble, no solamente por su figura
sino por otra razón más, es decir, porque pone
término al verano y hace comenzar el otoño a
ambos lados del punto medio de la Virgen. De
aquí que a todos los Signos trópicos precedan
Signos dobles, tales como Aries, Libra, Cáncer y
Capricornio, porque integran las influencias de
las dos estaciones, uniendo sus climas. Así en
180 Géminis, que es seguido por Cáncer en el cielo,
uno de los hermanos hace que florezca la prima­
vera, el otro da plenitud al sediento verano. Pero
los dos están desnudos, porque ambos sienten el
calor, el uno de la primavera, el otro del principio
del verano, y la misma es la suerte del primero que
la del segundo.
Ocurre lo mismo con Sagitario, que te sigue a
tí, Capricornio, formado también por una doble
figura. El otoño, más templado, sigue en él la
parte más sensible de los miembros humanos del
Signo, mientras que las partes animales, la zona
trasera son regidos por el helado invierno, ha­
ciendo pasar el Signo a dicho clima.

50
Aquéllos que preceden a Aries, los dos peces
(Piscis) indican los dos tiempos: el uno cierra el
invierno, el otro ofrece la primavera. Cuando el 190
Sol en su movimiento recorre los Signos de agua,
las lluvias del invierno van a la par con el rocío de
la primavera, y en una y otra clase de líquidos
rigen los Signos de agua.
Además, tres de los Signos se oponen a los
otros nueve, y parece haber una sedición en el
cielo; observa que, al elevarse Tauro, presenta la
grupa, Géminis los pies, Cáncer el caparazón en
tanto que los demás presentan al salir los miem­
bros delanteros. No es de extrañar la tardanza del
Sol cuando se mueve con lentitud por constela­
ciones adversas, durante el ciclo estival, con sus
meses más largos.
Aún has de tener en cuenta que hay Signos 200
diurnos y nocturnos, y deducirlos según la regla:
no se deben sus nombres a las sombras o la luz
pues habría que denominarlos todos con el mismo
nombre, ya que brillan en todo momento alterna y
sucesivamente (unas veces transitando de día y
otras de noche) sino que la naturaleza que se
muestra en ellos con la atribución de unas
determinadas partes de tiempo del Universo,
determinadas en un transcurso continuo. Pues el
Signo de Sagitario, el furioso Leo, el que contem-
pla su espalda de dorado vellón (Aries), Piscis,
Cáncer, Escorpio, de peligroso aguijón, todos se
siguen de inmediato o están separados igual-
mente, y se dice que son diurnos. (Los otros seis
contiguos, o relacionados con el lugar que ocu- 210
pan) distanciados entre sí como los anteriores, se
denominan nocturnos.
Otros autores llaman diurnos a los seis suce­
sivos a partir del comienzo de Aries, y nocturnos
a los seis sucesivos a partir de Libra. También hay
quién dice que son diurnos los masculinos, y
llama femeninos a los que se complacen en las
tinieblas de la noche.

51
Se cree que algunos de ellos tienen induda­
blemente su origen en Neptuno, por ejemplo, el
220 cangrejo (Cáncer), tan abundante en las aguas, y
los numerosos peces (Piscis) repartidos en mares y
ríos. Tauro, el jefe de la manada, Aries, el rey del
rebaño de lana, Leo, el depredador y amenaza de
todos los anteriores y Escorpio, que habita en las
malezas de los sembrados.
También hay Signos comunes, de propiedades
intermedias, Capricornio, de la Tierra, y Acuario,
de las aguas, mezcla de propiedades de los dos
elementos combinados.
230 No hay que pasar por alto los menores
detalles, ni le falta razón a cosa alguna para haber
sido creada: la fecundidad es una característica de
Cáncer; Escorpio tiene la picadura y la pene­
tración, y los peces (Piscis) el alumbramiento de
las aguas. Pero en cambio Virgo es estéril, unido al
vecino Leo, y Acuario no concibe, o al menos da
origen a fruto alguno. Entre ambos se halla
Capricornio, de cuerpo mixto, y Sagitario, que
brilla en el arco que sostiene en su mano. Aries es
igual a Libra, pues se igualan los tiempos del día y
la noche, y Géminis y Tauro gozan de igual
carácter.
240 No creas que no hay una influencia del Signo
sobre la naturaleza de las cosas, pues unos son
creadores, como Leo, Sagitario y Aries, el de los
cuernos amenazantes; otros son erguidos, y man­
tienen equilibrados y rectos sus miembros, como
Virgo, Géminis y Acuario vertiendo el agua.
Otros se sienten cansados, como indicando un
espíritu de agotamiento, Tauro, sujeto el cuello
por el yugo que lo unce; Libra, sentada tras el
duro trabajo de medir el orbe, y tú mismo,
Capricornio, encogido por el frío entre los astros.
Yacen, por su parte, tendidos, Cáncer sobre su
250 vientre, Escorpio con su vientre también en tierra,
y los peces (Piscis) siempre tendidos oblicuamente
sobre un costado.

52
Si observas atentamente el cielo verás conste­
laciones defectuosas a cuyas figuras le faltan
algunos miembros: Escorpio tiene sus pinzas en el
Signo de Libra. Tauro se apoya en una pata
manca; faltan los ojos del cangrejo (Cáncer) y le
sobra uno a Sagitario que busca a su vez otro.
Así el U niverso consuela nuestras desgracias
con los astros, y nos enseña con el ejemplo, que
deben sufrirse los defectos con paciencia, pues
toda orden del destino depende del cielo, y los 260
mismos cielos contienen debilidades en sus
órganos.
Los Signos son asimismo regentes de los
tiempos del año. El verano empieza con Géminis,
el otoño con Virgo, el invierno empieza a
mostrarse en Sagitario, y la primavera con Piscis.
En las cuatro partes se distribuyen tres conste­
laciones en cada una, las del invierno se oponen a
las del verano, las de la primavera a las del otoño.
No es suficiente el conocer las características Aspectos
propias de cada Signo, pues los hados influyen entre los
también por su mutua relación, y se fortifican con Signos.
su unión, y los unos apoyan a los otros según su Triplici­
posición y carácter. El círculo de los Signos, dades
cuando un arco se repite tres veces, partiendo de 270
un punto y coincidiendo el final con el comienzo
del que se partió, aquellos Signos que toca la
cuerda trazada de este modo se denominan
Signos de la misma triplicidad, y distan un
Trígono, porque el ángulo del triángulo que
forman abarca tres Signos, y son el punto de
división que comprende la distancia de tres
Signos intermedios también.
De este modo, Aries aspecta, dejando dos
Signos intermedios, a Leo y a Sagitario, en cada
uno de sus lados. Capricornio también es armó­
nico igualmente con la constelación de Tauro y la
de Virgo. Los demás Signos están en la misma
relación triangular entre ellos.

53
280 Pero si trazamos la cuerda que forme un
cuadrilátero de lados perpendiculares entre sí e
iguales, los Signos que tocan sus extremos forman
una Cuadratura. Capricornio de este modo aspee­
ta a Libra y a Aries, con la misma distancia éste
aspecta a Cáncer, y éste es aspectado por Libra, al
cual sigue desde su izquierda, pues los Signos
precedentes se considera que están a la de­
recha (7).
Así se pueden establecer los demás grupos, y
observar en los doce Signos tres series de agrupa­
ciones ternarias (8) cuyas características se apre­
cian en el mismo orden.
290 Pero si alguno creyere suficiente determinar
las divisiones cuaternarias del cielo, y dividirlo en
cuadraturas ó triplicidades, formando Trígonos
que abarquen hasta el 5º Signo, o que el orto
indique las fuerzas e influencias asociadas y de la
misma clase, y halle las relaciones y conexiones de
los Signos en el firmamento, estaría equivocado.
Porque si suponemos que hay cinco Signos entre
dos puntos, entre éstos no habrá influencia mutua
para tal distancia: no existirá acción del Trígono
aunque se le llame así, ya que por su posición le
falta el influjo y se rechazan los Signos debido al
número ( división del círculo).
300 Pues debido a que los grados del círculo que
Febo (el Sol) recorre con su fuego por los Signos
son 360, la tercera parte de este valor forma el
lado de un triángulo (equilátero) y éste se forma
con tres de estas partes en los Signos. Pero la
cuerda trazada no da esta suma si se toma de un
Signo a otro y no de un punto (grado) a otro: en
efecto, aun cuando los dos Signos se hallan
separados por un intervalo de tres Signos inter-
7.-En Astrología, el punto más importante es el Ascendente u Horizonte
oriental, por ello, mirando a dicho punto como centro, la referencia a
derecha e izquierda de los Signos es patente: los Signos que ya han salido
son diestros, los que están ocultos bajo el Horizonte siniestros.
8.-El autor llama ternarias a las agrupaciones por estar formadas por
Trígonos, pero en realidad son cuaternarias en la denominación actual.

54
medios, si tratas de medir desde el principio del
primer Signo, hasta el final del quinto, el total
serán 150 grados, y su número excede la forma del
Trígono y el trazado montará sobre la siguiente
cuerda al final del recorrido del círculo. Por
tanto, aunque se denominen Signos de triplicidad, 310
sus grados no se hallan a distancia de Trígono
entre ellos.
Ocurre lo mismo con la división cuaternaria.
En efecto, como la cuarta parte del círculo forma
tres por treinta grados (90º ), vemos que desde el
primer grado del Signo anterior, hasta el último
grado del posterior, al trazar la cuerda, habrá 120
grados; si por el contrario, se traza desde el último
grado del Signo primero, hasta el primer grado
del signo posterior, el salto es solamente de dos
Signos, o sea, sesenta grados, y le falta la tercera
parte de la distancia, y aunque alguien diga que 320
ha contado del primero al cuarto Signo, habrá
error en el cálculo de los grados.
Por ello, no es bastante calcular el Trígono
mediante el 5º Signo, ni determinar la Cuadra­
tura mediante el 4º Signo. Si has de trazar la
figura de un cuadrado perfecto, o la forma de un
triángulo equilátero, a la suma de 100 grados has
de añadir la quinta parte de este valor (20 º) en un
caso, y en el otro, quitarle la décima parte (10º) y
de este modo, la medida es exacta (120 ° y 90º).
Cada Signo de los cuatro en que cae cada ángulo
de la figura del cuadrado, o del triángulo equilá- 330
tero, al relacionar directamente y no mediante el
arco dichos puntos, otorga a los mismos unas
características comunes, y una común atracción y
mutuo apoyo.
Por lo anterior se ve que no toda natividad
tiene la armonía de los Signos de la triplicidad, ni
los Signos que están en Cuadratura producen una
relación en los asuntos de los mismos. Es dife­
rente, en efecto, si la cuerda mide partes enteras

55
de división del círculo o se aparta algo del valor
del arco, bien sea triple o cuádruple dicho valor
que excede del número de Signos contenidos en el
340 círculo.
Hay mucha mayor energía en los Signos de la
triplicidad que en los de la Cuadratura, pues la
cuerda de estos últimos es más elevada en el
distante firmamento: aquélla (la del Trígono) se
halla más cercana a nosotros y más distante del
cielo, y la vista (Aspecto) de los Signos está más
próxima a la tierra, y nos envía un mayor influjo a
nuestras proximidades.
Se ha atribuido una dudosa relación a los
350 Signos alternos, pues su conexión mutua no es de
gran intensidad, ya que la cuerda que los une es
oblicua y abarca un arco pequeño. Dado que su
trazado pasa por encima de un Signo solamente,
formando vértice en el Signo siguiente, el polí­
gono se apoya con seis ángulos en el círculo: de
Tauro salta a Cáncer, luego a Virgo, Escorpio, el
frío Capricornio y los dobles Piscis, acaban de
nuevo en el Signo de Tauro donde empezó. El
trazado del otro exágono tiene lugar por los
demás Signos, y tiene sus vértices del mismo
360 modo que el anterior.
Los Signos del exágono se lanzan una visual
oblicua, y la cuerda tiene demasiada inclinación,
parecen mirarse de lado y apenas ven a su vecino;
el Aspecto directo es más eficaz (el tercer Signo se
halla como oculto en su conexión con el primero).
Además, la línea trazada se halla tan próxima a la
bóveda celeste, ya que se traza de dos en dos
Signos, que su fuerza está muy distante, y se
comunica por el lejano cielo, enviando sus in­
fluencias �l mundo desde muy lejos.
A pesar de todo, hay una conexión en dichos
Signos, por la regla de similitud, ya que su sexo es
370 el mismo al haber Signos alternativos: los mascu­
linos se unen con los masculinos en este caso, y

56
también los femeninos entre sí en mutua relación.
De este modo, pese a su débil unión por lo dicho
antes, también están relacionados por las leyes del
sexo.
Finalmente, no hay conexión alguna entre
Signos adyacentes, pues la unión está embotada
al faltar la mutua visión (Aspecto), pues sola­
mente se forman influjos entre astros que pueden
verse. Asimismo se relacionan en el círculo unidos
con sexos contrarios, uno masculino con dos
femeninos uno de cada lado, y no hay armonía
entre Signos dispares. 380
Los Signos unidos por cada sexto Signo (150
grados) no se pueden influir, pues la cuerda que
los une, al repetirse, no completa el círculo: forma
el segundo lado del polígono, cuyos dos Signos
extremos comprenden entre ellos un intervalo de
cuatro, pero no llegan a cerrar el círculo (i.e.: no
lo dividen un número entero dos veces).
Los Signos que brillan en los extremos opues­
tos de un diámetro, dependientes de un Aspecto
de Oposición, separados por toda la distancia del
cielo, que son el 1º y el 7º, aunque alejados entre
sí por su posición, influyen sin embargo desde esa
distancia, y envían sus fuerzas para la paz o para 390
la guerra, según las circunstancias, bien como
amigos de las estrellas o bien por la enemistad de
sus regentes.
Si quieres conocer los Signos contrarios, y
recordar sus caracteres y posición, piensa que el
solsticio se opone a las brumas, Capricornio a
Cáncer, Aries a Libra, en los que el día es igual a
la noche; Piscis a Erigona (Virgo), Leo al joven
Acuario y su ánfora; Escorpio luce en lo alto
cuando Tauro está en lo más bajo, y se oculta el
arquero (Sagitario) cuando Géminis sale por el
horizonte. (Los Signos opuestos oponen mutua-
mente sus cursos). 400

57
Pero aun cuando los Signos opuestos contie­
nen cualidades contrarias, a veces presentan una
naturaleza similar, y nace una mutua armonía en
sus relaciones, debido a su mismo sexo, porque
los masculinos se relacionan con los masculinos, y
lo mismo los femeninos con los similares del
mismo sexo. Piscis y Virgo se mueven contra­
riamente, pero aman los mismos influjos, y
domina la naturaleza sobre la posición, pero
vence aquélla sobre los tiempos (estaciones del
año); así Cáncer te rechaza a tí, Capricornio,
femenino contra femenino, porque el calor del
verano rechaza las brumas del invierno. En uno la
410 rigidez, el hielo y los campos cubiertos de nieve:
en el otro la sed, el sudor y la aridez en los montes
resecos; por otra parte, sin embargo, los días del
verano son de igual duración que las frías noches
del invierno. Así, la misma Naturaleza da origen a
la lucha, y lo mismo que el año es inarmónico, no
es extraño que las constelaciones también se
opongan entre sí.
En cambio, el Signo de Aries no es comple­
tamente opuesto al de Libra, aunque la primavera
sea diferente del otoño, pues éste acarrea los
frutos maduros y aquélla se llena de flores. Pero
hay una condición común, el que la noche es igual
al día; los tiempos se coordinan en una similar
combinación de los tiempos, y producen estacio­
nes equilibradas por una mezcla parecida, y días
420 de cualidades medias entre el invierno y el verano,
conservando la misma distancia a los extremos,
para impedir que tales Signos mantengan una
lucha devastadora. Esta es la relación entre los
diversos Signos.
Regencias U na vez conocido lo anterior, queda por
de los establecer las regencias, (lo que es nuestro si­
Signos guiente objeto), y las influencias propias de los
Signos, la naturaleza de las Casas y el dios
(influjo) atribuido a cada cual, pues cuando la
Naturaleza otorgó en forma divina la forma

58
exterior de las grandes virtudes (fuerzas), esta­
bleció las diversas energías bajo un nombre
sagrado, para que su personificación pudiera
caracterizar a las cosas.
De este modo, Aries es gobernado por Palas,
Tauro por Citerea (Venus) Apolo rige los bellos 430
gemelos (Géminis), el Cilenio (Mercurio) go-
bierna Cáncer, y tú, padre (Júpiter) con la madre
de los dioses gobiernas Leo; Virgo con sus espigas
pertenece a Ceres, la balanza (Libra) a Vulcano,
como construida por él mismo; el agresivo
Escorpio a Marte; Diana al cazador Sagitario,
pero en su parte equina; el contraído Signo de
Capricornio pertenece a Vesta; Acuario, Signo
contrario a Júpiter, es regido por Juno, y
Neptuno reconoce como suyos a los peces (Piscis)
en el cielo.
Esto será para tí de gran utilidad para conocer
el futuro. Cuando tu pensamiento razone sobre
las estrellas y las constelaciones, debes indagar las
causas de cualquier clase y por todos los caminos 440
para que la inspiración divina surja para entender
esta ciencia, y el pensamiento humano llegue a
equipararse al divino. Analiza también la atri-
bución de las partes del cuerpo humano a los
Signos, y cada una de las que se asigna a cada
figura, la cual envía a todo el cuerpo sus más
fuertes energías.
Aries, que es el primero y principal de todos
los Signos, tiene correspondencia con la cabeza;
Tauro rige el hermoso cuello; Géminis se adscribe
a los brazos hasta la espalda; el pecho está regido
por Cáncer; el gobierno de los costados y la
espalda es de Leo; los riñones le han caído en
suerte a Virgo; Libra rige las nalgas; Escorpio 450
conviene a la región inguinal; a Sagitario se
acomodan los muslos; Capricornio rige ambas
rodillas; las pantorrillas son gobernadas por el
vertedor Acuario y, finalmente, Piscis reclama
para sí el derecho sobre los pies.

59
Asimismo, los astros armonizan entre sí con
sus leyes particulares para obrar determinadas
relaciones entre las cosas: se miran favorable­
mente, se prestan oído, producen amor u odio, y
algunos de ellos reflejan sobre sí mismos su
influencia en provecho propio. De aquí que en
460 ocasiones haya favores recíprocos entre Signos
contrarios, y que otros que son afines, en cambio,
luchen entre sí.
Algunos de ellos, aunque en posición inar­
mónica, producen uniones permanentes entre
ambos; otros en cambio se oponen al mutuo
influjo, y se rechazan uno al otro. Pues la
Divinidad, cuando fundó todo el Universo sobre
unas leyes determinadas, también repartió la
atracción entre los distintos astros, y dio ojos a
unos y oídos a otros, estableció las atracciones de
éstos bajo determinada regla de unión, para que
470 pudieran verse entre sí unos, y escucharse otros;
unos amarse y otros promover el mal y la guerra
entre ellos, y que muchos estuvieran de tal modo
contentos con su suerte, que siempre se amasen a
sí mismos y se autocomplacieran: del mismo
modo que vemos la naturaleza de los hombres y
su variabilidad, lo cual toma su carácter de los
Signos correspondientes que forman su Ascen­
dente.
Aries es su propio consejero, como príncipe
digno, y se escucha a sí mismo; mira a Libra y se
engaña amando a Tauro, el cual urde el equívoco
para Aries, y ve más allá y escucha por el
firmamento a los brillantes peces (Piscis); su
espíritu es captado por Virgo. Así, el que una vez
480 transportara a Europa agarrada a su cuerno
izquierdo sobre su lomo, ha sido vestido (dotado
de forma) por Júpiter. Los oídos de los gemelos
(Géminis) se orientan hacia el joven que vierte
continuamente el agua (Acuario) sobre los peces
(Piscis), y su atención tiende al mismo Piscis y los
ojos hacia Leo. Cáncer y Capricornio, opuestos

60
entre sí, se miran uno al otro, y se escuchan
recíprocamente también; Acuario es atraído por
el Signo de Cáncer; Leo une su mirada a Géminis
y el oído hacia el dúplice Sagitario, amando al
Signo de Capricornio. Erígona (Virgo) observa a
Tauro, pero escucha a Escorpio, e intenta engañar 490
a Sagitario. Libra sigue sus propios sentidos y ve
solamente a Aries, y en espíritu está unida a
Escorpio, situado bajo ella. Este ve a Piscis y odia
profundamente a Libra. Asimismo, Sagitario
presta oídos al gran Leo y no aparta sus ojos de la
vasija que vierte el agua de Acuario, y de todos los
Signos únicamente tiene amor a Erígona (Virgo).
Contrariamente, Capricornio dirige su mirada
sobre sí mismo: ¿qué otra cosa puede hacer
cuando ha iluminado el feliz nacimiento de
Augusto? Con sus oídos también capta las cum­
bres del elevado Cáncer. Los desnudos gemelos 500
(Géminis) son escuchados por Acuario, éste
venera al sublime Cáncer y observa la temible
flecha de Sagitario. Piscis por su parte dirige la
mirada al ardiente Escorpio, y trata de oír a
Tauro.
Estas propiedades son las que la Naturaleza
ha otorgado cuando fijó los astros. Los nacidos
bajo ellos tienen las mismas cualidades, los unos
desean escuchar como ellos, los otros ver; éstos
son conducidos por el odio, aquéllos por el amor, 510
los unos tienden trampas a los otros, y los otros
son engañados por los primeros.
Incluso son opuestas las triplicidades entre sí: Amistades
su cuerda, por la posición contraria en que entre los
termina, produce el contraste. De este modo el Signos
orden es armónico en toda la Naturaleza. Aries,
Leo y Sagitario, Signos unidos por una tripli­
cidad, no quieren relación alguna con Libra y su
triplicidad, Géminis y el vertedor Acuario. Y
confirman dos razones este hecho: el que los tres
Signos de una son opuestos a los otros tres de la
otra, y además, porque existe una lucha perma-

61
520 nente entre el hombre y el animal. En efecto, el
rostro de Libra es humano, y contrario a Leo. Los
animales domésticos son dominados porque el
pensamiento es la mayor de las fuerzas. El león
(Leo) brilla vencido entre los astros. A Aries se le
otorgó la dorada constelación debido a su lana, y
Sagitario mismo en su parte animal es dominado
por el hombre. Hasta tal punto es poderoso el
hombre, que sería extraño que la brillante Libra
pudiera ser dominada por aquellos animales. Hay
incluso una razón adicional respecto a estos
Signos: los que aparecen con forma esencialmente
humana prevalecen sobre aquellos de figura
contraria y dominada de animales.
530 Sin embargo, cada uno tiene un espíritu
particular, y hacen una guerra especial a sus
particulares enemigos. Hay una lucha entre los
nacidos en Aries y los de Virgo y Libra, y los de
Piscis, que están en el agua. Los nativos de Tauro
se oponen a los de Cáncer, Libra, el ardiente
Escorpio y Piscis. Los formados por Géminis
están en contraposición a los de Aries y su
triplicidad. Los nacidos en Cáncer hieren a los
descendientes de Capricornio, a los que ven la luz
en Libra, los que pertenecen a Virgo, y los que se
hallan bajo el Signo de Tauro, contrario a él. El
540 enemigo de Aries es común con el del feroz Leo, y
hace la guerra a los mismos Signos. Virgo teme a
Tauro, Géminis, Sagitario con su arco, Piscis, y a
tí, congelador Capricornio. Un gran número
busca a Libra, y también los componentes de la
triplicidad de Aries. Escorpio se crea enemigos
abundantes de todo tipo, el joven de Acuario,
Géminis, Tauro y Leo. Rehuye a Virgo y Libra, y
también los componentes de la triplicidad de
Aries. Aquellos que nacen bajo la constelación de
Sagitario son oprimidos por los nativos de
550 Géminis, Libra, Virgo y Acuario (es decir, por los
de figura humana), éstos mismos, por ley obli­
gada de la Naturaleza, se convierten en enemigos

62
tuyos, Capricornio. Los alcanzados por las pe­
rennes aguas de Acuario son conducidos a la
lucha por Nemeo (Leo) y toda su triplicidad,
grupo de animales bajo el dominio de un solo
joven (Acuario). El vecino Acuario acosa a los
nativos de Piscis, los regidos por el Signo de
Géminis y los nativos de Sagitario.
No hay una razón sola para llevar a los 560
nativos a luchar, y que produzca odio o amistad
entre ellos, sino que principalmente se consti-
tuyen enemigos entre sí cada tres, por el Aspecto
maléfico con que se ven oblicuamente. También
son enemigos por posición los Signos opuestos, y
actúan en forma contraria el uno sobre el otro,
por Aspecto (de Oposición) cada séptimo Signo;
en el espacio intermedio, los terceros forman
Trígono entre sí.
No es tampoco extraño que no haya asocia­
ción entre Signos unidos por triplicidad con los de
la contraria, pues tantas clases de Signos con 570
formas distintas, y unidos de tan diversas maneras
producen otras tantas relaciones de enemistad.
De aquí que nada hay en la Naturaleza tan raro ni
de tan gran valor como la amistad sincera. U nico
ha sido Pilades, también único Orestes, que
prefirió morir él mismo por amistad; es la única
discusión que ha habido por deseo de morir a lo
largo de los siglos: el uno porque el Hado se lo
llevara, el otro porque no quería ceder su puesto
en ello. Ha habido dos más que pudieron seguir
sus huellas, en el momento en que el fiador
decidió que el reo no podía volverse atrás, y el reo
tuvo miedo de no dejar libre al fiador.
Y durante tantas generaciones, tanto tiempo, 580
tantos años, tantas guerras, e incluso bajo las
ocupaciones más diversas de la paz, cuando la
suerte busca la buena fe, apenas la encuentra en
parte alguna. Sin embargo, ¡ qué cantidad de
crímenes en todo el conjunto de los siglos! ¡Qué

63
acumulación de odio en las naciones! (Padres
abandonados a su suerte, y por la muerte de las
madres Febo hizo venir la noche. y abandonó la
tierra). ¿Qué voy a decir de las ciudades asoladas,
los templos saqueados, las subversiones traidoras
en tiempo de paz, los envenenamientos, las
conjuras en el foro, los asesinatos dentro mismo
590 de las ciudades y la reversión de las muchedum­
bres bajo el pretexto de la fraternidad? El crimen
es engendrado en las muchedumbres, y todos
unidos incrementan su irritación, y se hace uso de
él con razón o sin ella; por medio de las mismas
leyes se fabrican barbaries indignas y la maldad es
ya superior al castigo de ella.
Verdaderamente, la paz está en retirada en
todo el mundo porque los nativos vienen al ser
inarmónicamente en Signos distintos, y es cosa
tan rara la buena fe y el tributo de unos pocos
solamente. Y lo mismo que los elementos del cielo
entre ellos, también los de la tierra están opues­
tos dentro de ésta, y los hombres se comportan
como enemigos.
600 Si quieres conocer también los Signos armó-
nicos que unen entre sí las almas, y que se
comportan como amigos, has de unir al nativo de
Aries con toda su triplicidad. Aries, sin embargo,
es más directo, y ayuda más a los nativos de Leo,
y a tí, Sagitario, a cuyos nativos protege: porque
es Signo de naturaleza más suave, se le puede
molestar sin que use de artificio alguno; asimismo
es de un carácter blando, como se puede deducir
de su cuerpo lanoso. En los otros Signos, en
cambio, hay ferocidad, deseo de rapiña, su
espíritu venal los lleva en ocasiones a vender la
buena fe por la comodidad, y su gratitud es poco
duradera. Hay que añadir que en el Signo doble
de Sagitario, que tiene una parte de hombre, hay
610 más energía que en tí, Nemeo (Leo) como forma
simple. Por esta razón hay concordia entre estos
Signos, aunque también alguna querella.

64
Del mismo modo, el Signo de Tauro está
unido a Capricornio, pero sus cualidades son más
armónicas que las de los Signos anteriores en
cuanto a amistad. Los nativos de Virgo desean
unirse a los de Tauro, pero frecuentemente tienen
queja de ellos.
Los nativos de Géminis, Libra y Acuario no
tienen más que un solo afecto, y una unión
indisoluble, y éxito para hacer muchos amigos.
Escorpio y Cáncer llevan la amistad fraterna a
los nativos de su Signo, también los de Piscis
están en armonía con ellos, pero también con 620
cierta frecuencia hay alguna astucia engañosa.
Escorpio induce querellas bajo capa de amistad.
Los nacidos bajo el Signo de Piscis no siempre
tienen firmeza de sentimientos, su espíritu es
cambiante con el tiempo, rompen sus lazos
afectivos, retornan de nuevo y, bajo su aparien­
cia, se oculta una secreta ruptura.
Así son de tener en cuenta la atracción y Aspectos
repulsión de los Signos y su influjo, y bajo la entre los
misma regla se hallan los nativos en la Tierra. Signos.
Pero no es solamente esto lo que hay en los Relaciones
Signos aislados, por la posición que ocupan varía
también el nacimiento, y su Aspecto relativo hace 630
variar su energía: pues la Cuadratura tiene su
propio influjo, el Trígono y el Sextil tienen sus
normas, y también el que divide el cielo en dos
mitades (Oposición). De este modo, el firma­
mento aumenta a veces el influjo, otras lo
disminuye; las enemistades aumentan aquí, y
disminuyen allí (porque no es la misma su energía
cuando los Signos nacen que cuando ascienden o
cuando son cadentes).
Lo más probable entre los Signos opuestos es
el odio; hay una cierta unión entre Signos
relacionados por la Cuadratura, y hay amistad
entre los aspectados en Trígono. No es difícil ver 640
la razón de esto, pues la Naturaleza ubicó en el

65
cuarto Signo del círculo algo que es de la misma
especie. Cuatro Signos dividen el cielo, con ellos,
el mismo Dios creó las partes del año. Aries rige
la primavera, Cáncer el verano (de Ceres), Libra
la estación de Baco (el Otoño), y la cabra
(Capricornio) las brumas y los meses del frío.
Igualmente, los Signos dobles están en la misma
forma, ocupando una distancia de Cuadratura
entre ellos. Por ejemplo, Piscis, el joven Géminis,
la doble forma de Virgo y la de Sagitario unidos
ambos aquí en un solo cuerpo. Los Signos de una
sola figura simple también forman un cuadrado
650 entre sí, pues ni Tauro tiene compañero, ni se une
forma alguna al terrible Leo, ni Escorpio, sin
compañero, tiene miedo a nadie, y también
Acuario se considera un signo sencillo.
De este modo, los Signos basados en el
cuadrado tienen la misma clasificación en cuanto
al número y la estación del año. Estos primeros
permanecen unidos bajo una misma condición,
por ello indican los parientes y consanguíneos, se
acercan a los más próximos en relaciones, y unen
a los nacidos del mismo origen.
Los segundos Signos, que vienen a conti­
nuación, representan a los vecinos; los terceros
Signos representan a los huéspedes (forasteros).
De este modo se establece la ordenación de los
Signos respecto a los cardinales al cambiar la
660 agrupación de los mismos.
Aunque los anteriores dividen el cielo en
cuatro partes, y forman un cuadrado, no se
consideran con la propiedad de la Cuadratura, y
su fuerza es menor como número (o Aspecto) que
como Signo cardinal de la estación del año.
La línea trazada comprendiendo tres Signos
intermedios, que forma el Trígono (la triplicidad)
es más larga en distancia: éstos llevan a atraccio­
nes amistosas por costumbre y consanguinidad, y
a uniones y asociaciones de las almas. Tales

66
relaciones espirituales pueden unir con más fuerza
que algunas asociaciones consanguíneas produ­
cidas por el parentesco. 670
También has de añadir a los Signos sus
partes, y a las partes los Signos, pues en el
conjunto nada se halla aislado, sino que actúa por
la combinación de los elementos. Los influjos
operan en los astros mismos, y aquéllos también
reciben otros influjos, todo lo cual aparecerá
expuesto a continuación en el orden pertinente.
Hay que indagar a partir de lo anterior las
diversas consecuencias deducibles, para que pue­
das distinguir los Signos favorables de los desfa­
vorables.
Observa ahora un hecho muy poco notable en Dodecate­
apariencia pero con una importancia real, que morias
solamente puedo designar con el nombre original
griego: la Dodecatemoria cuya interpretación 680
viene indicada por la misma palabra. En efecto,
los Signos están formados por 30 grados cada
uno. Estos los dividimos en 12 partes: el resultado
será de 2 1 / 2 grados cada parte. La Dodecate­
moria viene indicada por este valor, y hay por
tanto 12 Dodecatemorias en cada Signo. El
Creador del mundo ha atribuido otras tantas a los
brillantes Signos, para que la combinación pueda
ser alterna, y que el universo se asemeje a sí
mismo, y que todos los Signos se incluyan en cada
uno de ellos, de modo que el cuerpo esté en
armonía mediante esta combinación y que el
control mutuo exista como razón común de
todos. 690
Por tanto, aunque el individuo nazca en el
mismo Signo, puede tener diferentes cualidades y
tendencias opuestas. También la Naturaleza yerra
con frecuencia en los animales domésticos, y a
continuación de un macho nace una hembra, y se
mezclan los partos en el mismo Signo, pues el
Signo varía en diversas partes, combinándose los

67
diversos influjos debido a las Dodecatemorias.
Por ello las voy a describir a continuación, y la
cualidad y orden en que se forman, para que no
yerres por la imprecisión de las partes descono­
700 cidas de los Signos. La primera Dodecatemoria se
atribuye al mismo Signo, las siguientes se atribu­
yen a los que van a continuación de él, y la última
se atribuye al último Signo. Cada uno de ellos, de
este modo, rige en el Signo 2 1 / 2 grados, y el total
de la suma da los 30 grados del Signo.
No hay una sola clase de Dodecatemoria, ni
tampoco hay esta sola razón para formarla: la
Naturaleza ofrece su verdad de modos diversos, y
ha complicado los caminos de la misma querien­
do que investiguemos por todas partes. He aquí
otra solución hallada bajo la misma denomi­
710 nación. El grado en que la Luna se encuentra en el
momento del nacimiento, se multiplica por 12, ya
que éste es el número de Signos que hay en el
cielo. A partir de él, atribuye este grado a dicho
Signo, en el que la Luna se halla, y recuerda
contar los grados que faltan del Signo hasta su
final. La serie de 30 en 30 grados la atribuirás a
los Signos siguientes en el mismo orden (Cuando
queden menos de 30 grados, hay que dividirlos en
grupos de 2 1 / 2 grados y asignar a cada grupo el
Signo en que te has detenido y a los siguientes). El
último Signo será el de la Dodecatemoria de la
Luna. Después, ocupará los demás por su orden,
720 tal como se hallan los Signos en el cielo.
No debes equivocarte en esto: veamos algunas
observaciones. Lo que tiene mayor efecto es lo
más pequeño: porque en cada parte de la Dodeca­
temoria hay una nueva Dodecatemoria. Para ello
has de dividir ésta en 5 partes, pues éste es el
número de estrellas (Planetas) que lucen en el
firmamento; a cada parte de éstas le correspon­
derá medio grado, y en cada medio grado tiene
influjo y fortaleza determinados cada uno de los

68
planetas. Hay que observar la parte (dodecate­
morium) y el momento en que las estrellas
errantes se encuentran, La estrella (Planeta) dará 730
su influjo y energía de acuerdo con los límitees
dentro de los cuales se halla en el Signo.
En todos los casos han de variarse los efectos
por los que se forman los acontecimientos, pero
todo esto lo explicaré más adelante en el orden
debido. Por el momento es suficiente haber
indicado estas cosas desconocidas en su utili­
zación, para que cuando se haya fijado el
fundamento de las partes del conjunto pueda
también establecerse con lógica racional el con­
junto completo, y se pueda describir adecuada­
mente la totalidad a partir de los elementos
parciales.
Lo mismo que al niño ignorante se le enseña 740
primeramente las letras en lo relativo a su figura y
nombre, luego se le muestra el uso, más tarde la
formación de sílabas y la unión de éstas, a partir
de aquí viene la estructura de la palabra para leer,
entonces se le indica la fuerza de estos elementos y
la utilización de la ciencia del lenguaje, y surgen
por medio de los pies de versificación los nuevos
poemas: es necesario previamente conocer cada
elemento parcial para que al final se llegue al
conocimiento del conjunto. Si las cosas funda-
mentales no se han constituido con los elementos
primeros, o los maestros han precipitado sus
reglas a causa de un orden prematuro, se le habrá
enseñado en vano.
Igualmente, al querer yo con mi verso adap- 750
table recorrer el Universo entero y exponer los
hados ocultos e impenetrables, apenas visibles en
la niebla, modulando en los números de las
Musas, llamando al espíritu desde la fortaleza
donde el dios reina, llevándolo por partes, y
atrayendo cada cosa a la luz poco a poco, a fin de
que, cuando todas estas cosas se hayan afirmado,
puedan ser aplicadas a su propio uso.

69
Pero del mismo modo que surge una ciudad
en un monte despoblado, que el fundador elige en
las alturas para rodearlo de murallas: antes de
tratar de cavar los fosos estudia· un proyecto. A
continuación derriba los árboles, cae el añoso
760 bosque, se ve allí un nuevo sol y nuevos astros, se
persiguen en todo lugar las especies de aves y
animales salvajes y éstos abandonan sus antiguas
moradas y acostumbrados cubiles. Unos hombres
cortan la piedra para los muros y el mármol para
los templos: se da al hierro la dureza del temple,
se adecúan las artes y todo lo que va a ser de
utilidad. Entonces, finalmente, se resuelve la
obra, cuando se hallan juntas todas las cosas,
para que el desorden no interrumpa el desarrollo a
mitad del camino. Así yo, que he de juntar tal
número de elementos para terminar favorable­
mente, he de reunir primero los materiales, sin
770 entrar en detalles, para que después el razona­
miento no sea vano, o que los argumentos
propuestos no queden detenidos ante los nuevos
resultados.
Casas Por ello, has de preparar y activar tu espíritu
astrológicas científico para conocer los elementos básicos
(círculos cardinales): éstos son cuatro en total,
siempre en la misma posición celeste, y cambian
los Signos que intersectan.
El arco primero empieza en el nacimiento del
cielo, que se eleva por Oriente, y ve el primero las
tierras divididas por igual. El segundo se halla
mirando al lado contrario del cielo, donde el
universo se oculta, y tiende a precipitarse en el
780 Tártaro. El tercero se sitúa en la parte más
elevada del firmamento, en el lugar en que Febo,
cansado, detiene sus caballos anhelantes y empie­
za a hacer bajar el día, trazando las sombras del
mediodía. El cuarto contiene la parte más baja del
cielo, es importante como fundamento del firma­
mento, y en él empiezan de nuevo a ascender los
astros que habían venido descendiendo, y ve a la

70
misma distancia el orto y el ocaso.
Estos cuatro lugares representan las fuerzas
más importantes y los influjos más fuertes de los
hados en esta ciencia, y todo el cielo se apoya en
ellos, como en ejes cardinales. Si éstos no fueran
excepcionales sustrayéndose al movimiento alter-
no de las continuas órbitas de los astros, y 790
sirvieran de punto de fijación (atracción) por
ambos lados las partes más alta y más baja del
círculo, podrían dispersarse las partes de la
máquina del Universo, disociándose el mundo en
desorden.
Aparte de ello, la fuerza en cada arco es
distinta, y los lugares cambian según su posición
siendo diferentes en importancia. El primero es el
que ocupa la parte superior del cielo, y lo divide
por una línea teórica en dos mitades iguales: este
es eminente porque tiene el lugar más elevado.
Dicho lugar es lógico que gobierne lo que es
grande, importante, eminente, lo que representa
la dignidad, y tiene regencia en los diversos
honores. Aquí están el favor, la grandeza (repre- 800
sentatividad), todo el apoyo del público, la
importancia de la persona en el foro, la ordena-
ción de reglas de mando, relaciones con gentes
extranjeras mediante tratados, la nombradía y la
posición social.
El segundo, aunque está situado en la parte
más baja, contiene el apoyo del firmamento en
cimiento sólido, con menor efecto en cuanto a
apariencia, pero mayor en la realidad, y com­
prende los fundamentos de las cosas, gobernando
la riqueza. (Esta estación lleva a cabo la espe­
ranza del hombre en busca de metales y lo que
puede conseguir de la tierra en tesoros). 810
El tercero, que tiene una base igual, ocupa el
luminoso Oriente, en el que salen primeramente
los astros, donde vuelve a renacer el día y el
tiempo inicia las horas (9), de aquí que en las

71
ciudades griegas se denomine horóscopo, y entre
nosotros no tiene otro nombre sino este mismo.
Tal punto posee el gobierno de la vida, la regla de
las costumbres y da suerte en las cosas, conduce a
las artes (actividades), indica el desarrollo del
niño durante los primeros tiempos, su primer
desenvolvimiento intelectual (educación) y su
temperamento, pero con ello se ha de confirmar
820 por las fuerzas combinadas de otros astros.
El último arco es el que oculta las constela­
ciones, que han recorrido el firmamento. Situado
en el ocaso, ve la parte inferior del cielo. Rige el
término de los trabajos, el matrimonio, los
banquetes, el final de la vida, el ocio, las
relaciones sociales y el culto de los dioses ( l O).
No debes contentarte con haber determinado
los círculos cardinales. Hay que tener también en
cuenta el espacio situado entre ellos, en estos
grandes espacios también se muestra su energía.
830 El arco que se extiende entre el Ascendente
(orto) y la parte más alta (Medio Cielo) indica los
años de la primera edad del nativo. El que va
desde este punto más elevado hasta el ocaso, viene
después de los años de la infancia, y rige la
primera juventud. El que está bajo el ocaso
(Descendente) y baja hasta el punto inferior
(Imum Coeli) rige el tiempo de madurez de la vida
y fortalece la experiencia habida en ella. Final­
mente, el curso del cuadrante inferior, ascendien­
do lentamente con cansadas fuerzas, hasta com-
pletar el círculo, rige los años de la vejez, los
840 últimos años de la vida y la senectud tem-
9.-Horóscopo = ver o hallar el Sol, o la hora.
10.-Es un poco extraño que Manilio dé la máxima importancia al Medio
Cielo y al lmum Coeli, ya que poco tiempo más tarde Ptolomeo, que
parece sigue la línea astrológica clásica, da como más importantes el
Ascendente y el Medio Cielo, e incluso el mismo Manilio en otras partes
del texto (p. ej.: 111.585) da a entender que el punto más importante es el
Ascendente. Posiblemente se debe a que Augusto tuviera como
elementos importantes dichos Angulas, y el autor trata de halagar a su
soberano.

72
blorosa (11).
Todo Signo, de una figura cualquiera, es
influido por las otras partes del cielo: la posición
domina sobre el astro, y produce los dones y las
carencias; todos ellos giran en círculo, reciben los
influjos y los envían a otro lugar. Pues prevalece
la raza (generación) sobre la naturaleza, y da las
reglas en sus particulares límites (12), y obliga a
los que pasan por ella a adaptarse a su natura­
leza, unas veces abundando en honores y otras
estéril: los astros que la transitan aportan la carga
de su paso.
La Casa que se halla sobre el Ascendente
(12º-), tercera partiendo del Medio Cielo, es 850
funesta, enemiga de todo lo futuro, y prolija en
defectos; pero no es ella sola, sino que también es
parecida la que hay en su Oposición (6º'). Las dos
producen un influjo de decaimiento y son puertas
del sufrimiento: hay que ascender y caer.
No tiene mejor suerte la que está sobre el
ocaso (8º-) y su contraria, que se halla bajo el Orto
(2� en cuanto a influencia del cielo, pendiente la
una del abismo, y la otra de la altura en que se
halla: una teme su final por su cercanía al eje, la
otra cae defraudada. Tienen atribución, como
lugares rechazables, a Tifón, quien fue creado por
la tierra enfurecida cuando se armó contra el
cielo. Se dieron entonces partos de seres apenas 860
menores que su madre, pero fueron de nuevo
obligados a hundirse en lo profundo, y las
montañas cayeron sobre ellos. Tifón, en su
túmulo, puso al mismo tiempo fin a la guerra y a

11.-Hay contradicción en suponer los cuadrantes ordenados así, aunque hay


autores que siguen esta horma: en efecto, si la Casa 10º (medio Cielo)
rige o representa la vida pública, no se comprende cómo el sujeto ha de
tener vida pública y honores al final de su infancia. La ordenación se
funda en las partes del día con relación al Sol: mañana, tarde y noche.
12.-Es decir, la Casa es más fuerte que el Signo. Pero esto sólo es cierto desde
punto de vista individual que es el que representan precisamente las
Casas. Si consideramos lo genético o racial, el Signo predomina sobre la
Casa sin duda.

73
su vida: su madre misma tiembla cuando él arde
bajo el monte del Etna.
La Casa que sigue al punto más elevado del
cielo luminoso (9º-) no cede en importancia a la
adyacente, en la que está la culminación de los
astros; es mejor en esperanza, busca el triunfo, se
eleva más que las anteriores y casi llega a la parte
más alta del cielo, pero su curso se halla en un
lugar peor, y sus esperanzas no sobreviven. No es
extraño por tanto que por estar tan cerca de la
870 cúspide, e interior a ella, se denomine de la buena
suerte; se aprecia de este modo la proximidad de
nuestra lengua a la griega al traducir un vocablo
por otro. Júpiter habita en ella, y has de tenerlo
por regente de la fortuna.
En el punto opuesto a la anterior, a la misma
distancia bajo el círculo del Horizonte, está la
adyacente a la culminación inferior del cielo (3º"),
y apoyando la parte contraria. Cansada de la
lucha que ha llevado a cabo, y que de nuevo tiene
que emprender, va a penetrar en la cúspide y en el
poderoso efecto de la Casa cardinal (4º-): todavía
880 no sufre el peso del cielo, pero ya espera este
honor. Los griegos la han denominado dáimon, el
lenguaje latino todavía busca su equivalencia en el
verso. Tú has de tener en cuenta este lugar con
agudo entendimiento, y el influjo del dios, y el
nombre del que actúa, lo cual te servirá de gran
utilidad. Aquí se fundan las bases de nuestra
salud, y la lucha de las enfermedades que com­
baten con ocultas armas; tiene en sus influencias
las dos vertientes debido al dios que, unas veces
aquí, y otras allá, combina la distribución de cada
una.
890 Pero Febo (el Sol) prefiere transitar el arco
después de la culminación superior del círculo;
debajo de él, también nuestro cuerpo recibe de su
energía los dones, los defectos y la suerte. Este
lugar ha recibido en griego el nombre de dios. La

74
que se opone a ésta en el otro extremo del eje,
primera en empezar a subir desde la parte
inferior, y que de nuevo conduce al cielo, es la
parte sombría y gobierna la muerte; conoce como
reina la bruma, viendo como frontera vecina al
Sol, y las partes esplendentes del cielo en el lugar
opuesto (y que imita los hados con los dañosos
finales de su Aspecto). A esta parte se le da el
nombre latino de diosa, los griegos en su lengua le
dan la misma denominación ( 13). 900
En la cumbre del cielo, en cuyo punto
culminante del curso ascendente se halla, y en el
cual empieza el curso descendente: donde se llega
al lugar más alto entre el orto y el ocaso,
suspendido el universo equilibrado en su fiel,
Citerea (Venus) ha establecido su sede entre los
astros, y parece que ofrece su belleza a la mirada
del mundo por medio de la cual gobierna a los
humanos. Es influjo propio de este lugar la
regencia del matrimonio, lecho nupcial y bodas.
Esta tutela es digna de Venus que así actúa con
sus armas. El nombre del lugar es fortuna, que 910
debes recordar, para que yo pueda ofrecer luego
un corto resumen de mi largo poema.
En el punto cardinal opuesto, el mundo
sostiene sus fundamentos, y ve todo el Universo
invertido, y se halla en la media noche. En esta
Casa, Saturno ejerce su gobierno, despojado él
mismo del gobierno del mundo y del solio de los
dioses, y como padre, influye en los aconteci­
mientos de los padres y en la suerte de los
ancianos; es el regente más importante de ambos,
los padres y los hijos, y su fundamento pertenece
a esta casa. Austero y reprimido, Grecia le dio el 920
nombre de daimon, cuya denominación indica
bien sus influjos.
Ahora pon atención y observa el ciclo aseen-
13.-La continua alusión a los términos griegos es una señal de la procedencia
griega (escuela alejandrina) del texto de que se valió Manilio.

75
dente en el primer eje cardinal: en este lugar, los
Signos ascendentes empiezan su curso normal,
donde Febo (el Sol) sale húmedo de las frías
ondas del Océano, y poco a poco se va convir­
tiendo en un dorado fuego; estos lugares forman
tu templo, oh Cilenio hijo de Maya (Mercurio),
donde la naturaleza ha depositado toda la fortuna
de los nativos y suspendido en ellos la esperanza
de sus padres.
930 Queda un solo lugar, el ocaso o descendente,
la Casa que precipita al mundo que gira y
sumerge los astros en las tinieblas; aquélla, que
había visto el Sol de frente al amanecer, lo ve
ahora de espaldas. No es extraño esto si Plutón
guarda las puertas de la oscuridad y rige el final
de la vida, y que se le atribuya la muerte. También
el día muere aquí, y hace desaparecer las tierras
del orbe, encerrando el cielo en la cárcel noctur­
na. Esta casa reivindica la buena fe y la sensatez,
tanta es la fortaleza de la Casa que llama y oculta
el Sol, y lo recibe y restituye perpetuando la luz
del día.
940 Has de tener en cuenta estas leyes respecto a la
energía de las Casas, que los astros recorren
sucesivamente, y acomodan y llevan a cabo sus
reglas en aquéllos. Las estrellas giran en un orden
determinado, según lo permite la naturaleza, y
producen diversos influjos en cada lugar, y
siempre que transitan por regencias ajenas, y
cuando se encuentran en lugares extraños como
huéspedes de éstas. Pero esto será objeto de mis
versos en otro lugar.
Por el momento, es suficiente haber indicado
950 las partes del cielo y sus denominaciones, el
influjo de cada lugar por sí mismo, y las
divinidades (influjos) correspondientes; y a qué
parte denominó octotopos el que fundó este arte,
las leyes del movimiento de las estrellas errantes
en sus diversas posiciones, deben explicarse des­
pués, en el debido orden de las cosas.
76
LIBRO TERCERO
CALCULO DEL
ASCENDENTE Y DURACION
DE LA VIDA
Proemio Guiadme,
. oh Musas, en mi nuevo intento. Me .
voy a arriesgar en una empresa que supera mis
fuerzas, y no temo afrontar peligros que nadie
encontró anteriormente: trato de extender vues­
tros límites y conducir mis versos hacia unas
fuentes inagotables.
No voy a cantar la primera guerra del mundo
con la caída del rayo del cielo, y a los paridos
Titanes sepultados en llamas en su madre la
Tierra ni a los reyes coaligados en la caída de
Troya; a Príamo llevando a la pira funeraria el
cadáver de su hijo Héctor, ni pintar a la cólquida
Medea vendiendo los reinos de su padre, y a su
hermano hecho pedazos, por el precio de un
10 estupro; ni la multitud de hombres producidos
por la Tierra; las salvajes llamas de los toros; el
dragón vigilante; el retorno de los años; los
incendios causados por el oro; los hijos nacidos de
una mala concepción y muertos aún peor. No
cantaré las viejas guerras de la funesta Mesena
(Peleponeso) o los siete caudillos y el rayo que
saltó e incendió las murallas de Tebas, ciudad
vencida porque había sido vencedora; ni tampoco
describiré a los hermanos del padre y a los nietos
de la madre, ni el banquete de carne humana de
sus hijos, cuando los astros se volvieron atrás y el
20 día se oscureció de horror; ni las guerras de Persia
declaradas al mar y el mar desapareciendo bajo la
gran escuadra: y el canal cavado en las tierras o el
camino construido sobre las aguas.
No hablaré tampoco de las hazañas de un gran
rey, que ocupan mayor espacio en contrarias
que en realizarlas; ni el origen del pueblo romano
y tantos prohombres de la ciudad, guerras y
paces, leyes de un solo pueblo promulgadas para
regir al mundo: no. Fácil es navegar con viento
favorable, la tierra fértil es de buen cultivo, y el
añadir al oro y al marfil un buen aspecto cuando
30 la materia prima brilla ya en estado bruto, es fácil:
poetizar en obras heroicas es cosa vulgar y

78
sencillo de hacer.
Pero yo tengo que luchar aquí con el ritmo del
verso y el nombre desconocido de las cosas, el
tiempo y las diversas circunstancias, las fuerzas
del U niverso, el giro de los Signos, las divisiones
de sus partes mismas. ¿Qué cantidad de conoci­
miento es la suficiente? ¿Qué hay sobre su
exposición? ¿Qué, sobre el verso en sí mismo?
¿Qué, sobre unos pies métricos del verso determi­
nados? A esto, añade tú, cualquiera que seas el
que puedas prestar ojos u oídos a mi proyecto, y
que escuchas mis palabras verdaderas, y pon
atención: No busques dulces poesías, pues el
asunto mismo es contrario a los adornos y se
limita a la enseñanza. Si hay que utilizar voca­ 40
blos en lengua extranjera, ello será debido a la
materia y no al poeta: no todos los términos
pueden adaptarse al latín y se expresan a veces
mejor en su lengua original.
Ahora, pues, pon atención en algo de la mayor
importancia que una vez sabido te proporcionará
un útil muy provechoso y que en esta ciencia te va
a indicar caminos para conocer los hados, si
logras fijarlo bien en lo profundo de tu espíritu. Divisiones
La Naturaleza, principio de las cosas y guar­ del círculo y
dián de lo oculto, cuando estructuró las grandes correspon­
masas de los Signos en las murallas del U niverso, dencia de
y encerró el orbe con astros a su alrededor, hechos
suspendiendo la Tierra en el medio, y uniendo las
partes en un solo cuerpo y en un orden determi­ 50
nado; y mandó que el aire, el fuego, la tierra y el
agua líquida se proveyesen alimento mutuo alter­
nativamente para que la armonía gobernara
tantos elementos en lucha y se mantuviera el
mundo unido en permanente coherencia, y no
hubiera excepción en la aplicación de la razón
última; y que lo que pertenece al mundo fuera
regido por el mundo mismo; hizo también depen­
der de los astros los hados y la vida del hombre,

79
los cuales habían de gobernar el éxito de las
60 acciones, la fama y la reputación, y que se habían
de mover sin descanso. Estos, dispuestos casi
como el centro del cielo, se apropian de la parte
media del Universo, y dominan sobre el Sol, la
Luna y las estrellas errantes, así como a su vez son
regidos por ellos. La Naturaleza dio a éstos
su regencia, y atribuyó a cada uno sus influjos
propios, y dio su sanción para siempre en todas
partes, para que la lógica del Hado fuera conden­
sada en una única y necesaria relación.
Porque cualquiera que sea la clase de los
70 acontecimientos, cualquiera que sea el trabajo, la
acción, la obra, o cualquier vicisitud de la vida
humana que pueda ocurrir, fue dispuesto en
tantas divisiones como se pueden ordenar de los
Signos, y fueron establecidas sus propias influen­
cias y denominaciones a cada cual, y fue orde­
nado todo hecho del hombre por los astros en
determinado orden, para que cada parte vecina de
las contiguas siempre se mantuviera en sus
propios límites.
Los influjos de tales acciones fueron ubicados
en cada Signo, y no para que permanecieran
constantemente en la misma posición del cielo.
Fueron llevados igualmente al nacimiento de todo
80 hombre, repetido en el mismo lugar, pero en el
tiempo, recibieron posiciones adecuadas a cada
nativo, de modo que cambiaran de Signo (posi­
ción del Ascendente en cada Signo) y que una
suerte cualquiera de uno de ellos formase otras en
otro Signo, para que el nacimiento tomase nueva
forma en los cielos y sin embargo no se confun­
diera todo el conjunto con un movimiento irre­
gular.
Pero como el grado del influjo, que es el
primero (principal), una vez establecido, toma su
posición propia en el momento de nacer, las otras
son sucesivas, y toman posición en los Signos

80
siguientes. El orden depende del principio fijado,
y a continuación viene el resto del ciclo hasta
haberse completado.
Estas Faces de las cosas ubicadas en los 90
Signos, en las cuales estará todo el fundamento de
la fortuna, bien sea que las siete estrellas lo
incrementen, o que la divina potencia mueva el
cielo sobre sus ejes, así resulta feliz o desgra­
ciado el hado de cada cual, y tal es la consecuen­
cia que ha de esperarse del asunto. Esto es lo que
voy a exponer en conjunto en un orden preciso, y
relacionarlo con sus características y las figuras de
sus cosas, para que se vea la futura posición de los
elementos, su designación y propiedades.
Partes
La primera asignación se ha dado a la Fortuna astrológicas
(14). Con esta denominación se conoce en esta en el círculo
ciencia, porque contiene en sí los fundamentos de
esta suerte, y todo lo que se refiere a ella: el 100
número de siervos, la extensión de las tierras, los
grandes edificios que se han de construir, todo
ello según la concordancia de las estrellas errantes
en el cielo.
Después de esta viene la parte de la Milicia.
En ella se cifra lo relativo a las armas, a los que
v1aJan por ciudades extranjeras también se les
comprende en este grupo.

14.-La doctrina de las partes parece aludir a una astrología anterior a la de


las Casas astrológicas fundadas en el Horizonte. Aquella se funda en la
Luna, ésta sobre la división diaria.
Dada la Mayor antigüedad de los calendarios lunares, parece un resto de
una doctrina primitiva que, sin embargo, se ha conservado a través del
tiempo, imbricándose en la más moderna de las Casas. Si consideramos
las 12 partes y su significado, y las comparamos con las 12 Casas y los
suyos, vemos que la máxima correlación se obtiene suponiendo que la
Casa de la Fortuna corresponde a la 3º Casa (Hermanos). Tal como nos
la ofrece Manilio, habrá entonces tres puntos comunes y en el mismo
orden: Matrimonio, Honores, y Ego o Ser individual. Es una doctrina
digna de ser estudiada con más atención.
¿Por qué, en tal caso, se empieza en la 3º- Casa(= 1 º parte)? Posiblemente
porque se refiere al momento en que la Luna empieza a verse, tras el
momento de Conjunción con el Sol, es decir, se tomaría como punto de
partida no la Luna Nueva, sino la Luna visible ya. No se nos oculta, sin
embargo, que es un margen demasiado grande este (60 grados), puesto
que la Luna empieza a verse antes (a los tres días o 362).

81
La tercera estación está dedicada a las Ocupa­
ciones Civiles. Esto también es una especie de
milicia, relacionado con las obras sociales y
también con los vínculos de la buena fe entre las
personas. Indica las amistades y a menudo
servicios desconocidos, enseña las actividades que
110 pueden llevar a muchas recompensas, en especial
si el cielo es armónico debido a los astros
(planetas) situados en él.
En la cuarta, la Naturaleza situó lo rela­
cionado con los Juicios, la suerte en el foro, la
fluidez de palabra en los abogados, al reo
pendiente de su defensor, el que proclama su
discurso en el tribunal, el que desarrolla las leyes
establecidas para el pueblo, el que examinado el
proceso da su resolución y, como juez solvente,
trata de que triunfe la verdad. Todo aquello que
conduce al cumplimiento de las leyes mediante la
palabra se reúne en esta Casa (parte o grado), y lo
llevará a cabo según la clase de regencia de los
astros que dominan.
120 La parte 5º- está dedicada por los Signos al
Matrimonio. También comprende los compa­
ñeros o socios, la hospitalidad y los vínculos de
amistad con los semejantes.
En la parte 6º se agrupa la cantidad de
Riquezas y la Salud perfecta en las cosas: por un
lado se refiere a la cantidad y por otro a su
duración. Según las influencias que envían los
astros (planetas) así tienen regencia las Casas
celestes.
La 7º- se adscribe a los Peligros y Dificultades
que hay que solventar, dificultades que sobreven­
drán en el caso de que las estrellas situadas en los
Signos lo confirmen.
La 89-representa la nobleza u Honores: en ella
130 se fija la condición o clase de triunfos, el tipo de
fama y el origen social del individuo; asimismo la

82
gracia propia de los brillantes ornatos (condeco­
raciones).
El noveno lugar lo tienen las Preocupaciones
por los Hijos, los temores paternos, y todo el
conjunto de cuidados debidos a la nutrición de los
niños.
El lugar siguiente ( l Oº) se refiere a la Conduc­
ta en la vida, en la que formamos nuestras
costumbres, y los ejemplos que hemos de dar a
nuestros hijos o familia, y el orden en que han de
colocarse nuestros criados según sus misiones.
La parte 11º- es la más importante por sus
funciones: rige nuestro propio Ser y energías, en
ella se refleja la salud, unas veces libre de
enfermedades y otras atenazada por ellas, según y 140
conforme los astros influyeren en el cielo. No hay
otra Casa a la que haya que consultar sobre los
remedios y el momento de utilizarlos, o el instante
en que hay que aplicar los jugos curativos para
recobrar la vida.
El último lugar (12º"), que acaba toda la serie
de cuestiones que hay que averiguar, es la
actividad que contiene los resultados de nuestra
Esperanza, lo que cada uno se propone para sí y
los suyos en cuanto a producción y trabajos, para
que no sean vanos, aunque para conseguirlo tenga
que acudir a la adulación, o llevar un difícil
proceso ante los jueces, que busque la fortuna en
el mar siguiendo los vientos, que confíe a Ceres la 150
simiente para lograr buenas cosechas, o que Baco
haga correr abundante mosto. En esta parte, los
días y los hechos serán indicativos de los resul-
tados buenos si las estrellas que transitan por los
Signos son favorables.
Posteriormente indicaré los influjos más im­
portantes de las estrellas (o constelaciones) según
el orden pertinente, al indicar el efecto de las
mismas; ahora, para no confundir al lector con tal

83
cúmulo de datos, es suficiente con lo dicho
respecto a cada elemento aislado.
160 Una vez que hemos expuesto los influjos, su
número y denominación, en el orden adecuado (lo
que los griegos denominan athla (15), porque
comprende los hechos de la vida repartidos en
doce clases), vamos a describir cuándo y con qué
Signos ascienden. Pues los que nacen no tienen la
misma posición celeste en su horóscopo, ni la
misma relación en los astros, por el contrario,
éstas varían al ser distinto el momento de
nacimiento unas veces en un lugar y otras en otro
en el círculo de los Signos; sin embargo, el orden
de sucesión de dichos Signos es invariable.
Por medio de ellos has de operar si no quieres
170 que la figura de la natividad sea errónea, y aplicar
cada lugar al Signo correspondiente buscando la
posición de la Fortuna en el conjunto de los
Signos. Cuando ésta se haya averiguado sin lugar
a dudas, has de asignar el resto de los puntos a los
demás Signos en el orden antedicho, para que
cada cual tenga el lugar adecuado.
Y para que no tengas duda en la búsqueda o
des erróneamente la posición de la Fortuna debes
aplicar dos métodos seguros para encontrarlas:
( lº) Una vez conocido el momento exacto de
nacimiento del niño y la posición de los elementos
del cielo, con los planetas situados en los Signos,
180 si Febo (el Sol) estaba encima del eje transversal
(Horizonte) que une el orto y el ocaso, puedes
afirmar que el niño nació de día. Pero si al
contrario, se hallaba en alguno de los seis Signos
que caen bajo los arcos cardinales que sostienen
por la derecha e izquierda el cielo (Ascendente y
Descendente), el nativo habrá venido de noche al
mundo.

15.�En griego significa luchas, trabajos, ocupaciones de la vida.

84
(2º) Cuando se haya determinado esto de
forma segura, si el nativo recibió el alma de día,
has de calcular los grados que hay entre el Sol y la
Luna en el orden de los Signos: lleva a conti­
nuación este número de grados de arco a partir 190
del Ascendente, el cual denominan horóscopo en
la división entera del cielo. En el grado en que
cayere el final del arco, estará la Fortuna.
Después has de situar los demás ath/a en los
Signos correspondientes según el orden esta­
blecido.
Pero si el nativo salió del vientre materno
cuando la sombría noche tendía sus negras alas
sobre el cielo; has de cambiar el sistema, lo mismo
que cambia la Naturaleza su orden. Consulta en
tal caso la Luna, que imita la luz de su hermano
(el Sol), y que rige su propio tiempo nocturno, y
cuenta el número de Signos y grados que dista de
ella el Sol; este arco ha de medirse a partir del
horóscopo (Ascendente). La Fortuna estará en
dicho lugar, y los demás se situarán en el orden 200
establecido por la Naturaleza en el resto de los
Signos.
Quizá, intrigada tu inteligencia, te preguntes Cálculo del
también otro elemento a tener en cuenta: por qué Ascendente.
medio puedes calcular el Ascendente del cielo a Ascensiones
partir del instante del nacimiento. En efecto, si
esto no puede establecerse mediante un cálculo
preciso, haría inútiles los fundamentos de la
ciencia, y desaparecería el resto del esquema de
las Partes, ya que, si los ejes cardinales son falsos,
que son los que producen el gobierno de las cosas,
y si el cielo yerra en posición y no se puede fijar su
origen, cambian al momento de situación los 210
Signos celestes.
La cuestión es tan importante como difi­
cultosa, ya que se trata de hallar el lugar de los
elementos celestes, que giran en su eterno curso
mediante los Signos, cómo circulan en sus órbitas

85
y componen sus Aspectos, y expresar cada
elemento de todo el conjunto: el grado Ascen­
dente, el del Medio Cielo, el Descendente y el
Imum Coeli.
No ignoro el sistema de cálculo corriente, que
220 atribuye dos horas a la ascensión de cada Signo, y
divide en espacios equivalentes los Signos: el
valor en tiempo que hay desde el punto en que
sale el Sol es proporcional al número de grados a
partir del Ascendente.
Pero el círculo de los Signos es inclinado
respecto al Ecuador y algunos de ellos salen
oblicuamente (es decir, fuera del Ecuador) mien­
tras que otros salen directamente (en la Latitud
Oº), según que la constelación esté más o menos
alejada de nosotros. Así, por ejemplo, Cáncer
apenas deja que desaparezca la luz del día,
mientras que Capricornio en el invierno apenas la
luz del mismo logra aparecer; tan corto como es el
230 círculo allí, es aquí largo. Libra y Aries producen
un día igual a la noche, así los Signos intermedios
y los extremos tienen una condición contraria
(distinta). La duración de la noche no es menos
variable que la del día, pero se mantiene la misma
relación de incrementos de luz en meses opuestos.
En lugares tan diferentes, y con una variación tan
grande en la duración del día y de la noche, ¿quién
puede pensar que todos los Signos recorran el
cielo con la misma velocidad?
Has de añadir a lo anterior que la duración de
240 la hora es variable, y que ninguna es igual a la
siguiente, sino que a medida que cambian los días
el número de grados aumenta o disminuye: no
obstante, cualquier día tiene siempre en el cielo
seis Signos sobre el Horizonte y otros seis debajo
de él.
Por ello, todos los Signos no pueden salir en
dos horas, ya que el espacio ha de ser diferente en
horas diferentes, aunque se suponen doce bajo

86
cualquier condición: la lógica parece dar esta
correspondencia (de un Signo cada dos horas)
pero la realidad no concuerda con ello.
No podrás llegar a conocer los hitos de la
senda de la verdad si no divides el día y la noche
en horas iguales, y ves cuánto es el incremento de
éstas en los distintos tiempos del año, y tomas 250
previamente la hora media que sirva de compa-
ración para el día más largo y la noche más breve.
Esto sucede en Libra, cuando las noches empiezan
a ser más largas que los días, o bien en medio de la
primavera en Aries, cuando las noches empiezan
a ser más cortas que los días. Solamente entonces
son iguales las horas, porque Febo (El Sol) se
mueve por la parte media del Olimpo (cielo).
Cuando aquél brilla por los Signos australes
en el helado invierno, en el 8º grado del biforme
Capricornio, el día más corto tiene 9 1 / 2 horas
vernales (medias), la noche en cambio, que se
olvida del día, tiene 14 1 / 2 horas, para que el
número total de ellas no varíe. De este modo las 260
dos docenas de horas salen de uno y otro (del día
y la noche) y resulta en conjunto la suma
fundamental de la Naturaleza.
A partir de aquí (Capricornio), las noches van
disminuyendo y los días aumentando en duración
hasta que llegan a la lucha los astros del ardiente
Cáncer. Recíprocamente, aquí se cambian las
horas del invierno, las diurnas en nocturnas, y las
tinieblas del invierno se transforman en luz:
dominan alternativamente los tiempos, unas veces
acá y otras allá influidos por los Signos en sus
correspondientes grados. La relación de los mis­
mos se explica por la doctrina de esta ciencia, y
será posteriormente expuesta en esta obra.
La medición tiene lugar por las bocas que 270
alimentan el Nilo (16), incrementado por los
afluentes del verano, y que al desembocar va a la
par con los astros del cielo, con sus siete ríos que

87
desembocan en el mar.
Ahora pon atención en el número de estadios
(17) que tienen los Signos, y el tiempo en el que
salen y se ocultan, para que su conocimiento no te
pase desapercibido con unas reglas tan escuetas.
A la noble (principal) constelación de Aries, a
la que siguen todas las demás, le corresponden en
ascensión 40 estadios, y a su puesta el doble de
este número, 80 estadios. Igualmente, en tiempo,
280 su salida tarda una hora y un tercio (18), y su
puesta una vez más (el doble, 2 h. 2/ 3).
Los demás Signos, en oriente crecen 8 estadios
más, y pierden otro tanto al hundirse en las
sombras heladas de occidente. Nuevamente, cada
Signo aumenta en tiempo 1/ 4 de hora su salida y
se quita una parte de 1/ 12 (5 minutos).
Estos son los incrementos hasta Libra de los
Signos que ascienden; la misma cantidad hay de
decremento cuando se ocultan.
A partir del Signo de Libra, cambia el orden, y
los tiempos se invierten en la misma cantidad. Por
tanto, el mismo valor que Aries había ascendido
290 en estadios u horas emplea Libra para descender;
y los que empleaba Aries en espacio y tiempo para
descender, otro tanto emplea en ascender Libra.
Los Signos siguientes siguen la misma regla.
Cuando hayas fijado las bases anteriores en tu
memoria, ya te será fácil saber cuál es y dónde se
encuentra el punto del horóscopo (Ascendente)
puesto que permite averiguar el Signo que ascien­
de en un momento dado, y calcularlo en cada
16.-Esta parte del texto, como otras ya vistas, parecen confirmar, bien que el
autor había vivido en el centro de estudios alejandrino, o que sus
conocimientos venían de él, nos inclinamos por esto último.
17.-El estadio equivale a un arco de Eclíptica que asciende en 2 minutos de
tiempo sobre el Horizonte.
18.-Si tomamos al pie de la letra el tiempo de ascensión de Aries (1 h. 20
min.), la Latitud correspondiente al punto de observación es la de 32°
Norte, que es la de Alejandría. Ello confirma lo que hemos deducido
por otras vías.

88
instante en el propio grado, pues la lógica te lo
dirá partiendo del punto ocupado por el Sol,
tal como se ha explicado anteriormente. 300
La duración de los días y las noches no es la Variación
misma en todas las regiones, y del mismo modo, diaria
tampoco varían igualmente sus incrementos, ello de luz
es variable bajo la misma estación. En regiones
situadas bajo el vellón de Prixus (Aries) y las
pinzas de Escorpio (platillos de Libra) los Signos
salen en dos horas, porque el mundo es circun­
dado por su parte media ortogonalmente, y gira
uniformemente en torno al eje perpendicular de la
Tierra. Allí las oscuras noches se unen en paz
permanente con los días y el tiempo se mantiene
con la misma regularidad. Hay otoño en todos los
Signos y también primavera, porque Febo (el Sol) 310
recorre su camino con la misma velocidad, sin
importar el Signo en que se halla, bien hierva en
la constelación de Cáncer, o esté en el Signo
opuesto, ya que, aun cuando el círculo de los
Signos abarca los tres círculos (Ecuador y los dos
Trópicos), sin embargo las zonas salen rectamente
(perpendiculares al horizonte oriental) y se tras­
ladan hacia arriba y hacia abajo saliendo sus
puntos a distancias iguales en tiempos iguales, y el
cielo, dividido por igual, muestra y oculta con
uniformidad sus divisiones (19).
Pero en cuanto te alejas de esta zona de la 320
Tierra trasladándote hacia el extremo del eje
(Polo), caminando por la redonda pendiente de la
Tierra, que la Naturaleza dibujó con orbe circular
convexo, y con un suelo esférico, y la suspendió
en el centro del Universo, entonces, al moverte,
vas subiendo esta esfera, alejándote del punto
primitivo: por esto, una parte de la Tierra se
ocultará, y otra se mostrará. De este modo
cuando el cielo gire, se inclinará otro tanto la
19.-Esta afirmación no es completamente exacta, ya que la Eclíptica siempre
tiene una inclinación, pero se puede considerar razonablemente apro­
ximada.

89
posición del cielo al moverse: de tal modo que los
Signos, que antes salían en forma perpendicular
al Horizonte oriental, se moverán ahora en el
cielo en una trayectoria curva inclinada. El
cinturón de los Signos, que era vertical, será
330 ahora un círculo oblicuo, porque aunque la
posición real del mismo es independiente, el
haber cambiado nosotros de punto de vista hace
que su posición varíe.
Es lógico, según esto, que cambie la duración
de los días, y que en esta última región la duración
sea variable, de modo que los Signos ubicados en
el extremo describan trayectorias cortas, mientras
que, al variar su posición, los más distantes tienen
una elevación menor sobre el Horizonte, y los
más próximos a nosotros la tienen mayor. A cada
posición de éstas corresponde una diferente du­
ración del día. Los que salen próximos a nosotros
tienen trayectorias largas mientras que los más
alejados se ocultan en las sombras bajo el
340 Horizonte más pronto.
Cuanto más cerca llegamos de las heladas
Osas, tanto más se alejan de la vista los Signos
invernales, y apenas salen del Horizonte se
ocultan de inmediato. Si se llega más lejos (i.e.: se
asciende más en Latitud) acaban desapareciendo
todos ellos (semicírculo inferior) y estarán 30
noches seguidas cada uno sin verse y faltarán los
días de luz por completo. De este modo, paulati­
namente, va faltando la luz del día y se acaban las
cortas horas y poco a poco desaparece la vista de
los brillantes Signos. La mayoría de ellos, al
desaparecer las partes sucesivas del tiempo, se
buscan en vano, ocultos por la redondez de la
Tierra que se interpone: con ellos igualmente
350 desaparece Febo (el Sol) y aumentan las ti­
nieblas, en tanto que el año luminoso es muy
corto por la pérdida de varios meses. Si la
Naturaleza viva subsiste bajo el vértice del cielo
(Polo), al cual el helado eje mantiene fijo con

90
rígidas ligaduras, caminando en medio de nieves
perpetuas en esta zona gélida, viendo los incli­
nados miembros de la hija de Licaón, el aspecto
del cielo es como de pie, y se moverá por los
Hados en forma de torbellino (circularmente) en
forma horizontal. Desde este punto se verán
solamente seis Signos en un círculo oblicuo, no
desapareciendo nunca de la vista, sino que
acompañarán al mundo esférico de la Tierra con
una circunferencia baja (paralela al Horizonte). 360
Habrá aquí un día que durará en todo lugar
seis meses, mostrando durante medio año una luz
ininterrumpida; Febo (el Sol) nunca se ocultará
en todo ese tiempo, mientras recorre con su
trayectoria los seis Signos dichos pareciendo dar
vueltas en torno horizontalmente. Pero en cuanto
empiece a descender de la mitad del círculo de los
Signos, pasando a los inferiores, de curso más
bajo, soltando las riendas de su carro, una sola 370
noche constituirá las tinieblas durante otros tanto
meses bajo el vértice del cielo (Polo). Porque el
que mira desde el Polo, ve solamente la mitad de
la esfera celeste se le oculta la parte inferior. La
vista no puede abarcar la esfera completa, sino
solamente la mitad de ella, por esto, cuando Febo
transita los seis Signos inferiores no puede ser
visto por el observador que mira desde la parte
superior de la Tierra, hasta que recorridos dichos
Signos en otros tantos meses ha vuelto a donde
partió (Ecuador) y sube de nuevo hacia las Osas,
hace retornar la luz dejando tras de sí las
tinieblas. Este lugar (el Ecuador) separa el año en
dos partes formadas por un día y una noche, en 380
las dos semiesferas de la Tierra.
Hemos descrito la variación de los tiempos y
sus causas; ahora observa los Signos, y el valor de
su ascensión y descensión en cada lugar para
poder tomar el Ascendente con su posición
exacta, a fin de que el horóscopo (Ascendente) no
sea erróneo con valores dudosos.

91
Hay que seguir en esto una ley general para
todos los lugares (pues no se puede calcular para
cada punto el movimiento exacto para una
distancia y definir con precisión su valor y
tiempo) la cual voy a tratar de explicar; cada uno
debe seguir el método general, calculando los
datos para su caso particular, aunque me deberá
390 el método seguido.
El que quiera hacer el cálculo para un punto
de la Tierra, ha de averiguar las horas iguales que
en ese lugar tiene el día más largo y la noche más
corta, que es cuando en Cáncer las sombras son
mínimas. La sexta parte de este valor total se le
asigna a la Casa siguiente a Cáncer, que es Leo,
como tiempo que tarda en salir por el Horizonte
oriental. Por la misma razón, el valor de la noche
se divide en otras tantas partes (seis) y se asigna el
valor de una de ellas al orto (tiempo que tarda en
salir por el Horizonte) del Signo contrario de
400 Tauro. La diferencia entre ésta y la de Leo en su
orto se divide por tres: Una parte de esta división
(1 / 3) se le da a Géminis, añadida al tiempo de
Tauro; otra más (2/ 3) a Cáncer y otra más (3/ 3) a
Leo. De este modo, la razón sacada de la anterior
suma, dará para Leo el mismo valor primitivo. De
aquí se sigue con el mismo incremento para
Virgo, pero siempre con el mismo aumento sobre
el Signo anterior en sucesión creciente. Tales
incrementos en partes iguales, llevados hasta
410 Libra, decrecen a su vez a partir de este Signo.
Del mismo modo que se elevan los Signos al
orto en una y otra parte se hunden en las sombras
en sentido contrario. Esta es la relación a seguir
en todo el círculo en cuanto a los estadios que
salen y se ponen. Estos son 720 en total: se resta
de aquí la parte que Febo {el Sol) al ocupar el
punto más elevado del Olimpo (cielo) da la noche
más corta del verano. Lo que resta divídelo por
420 seis, y asigna una de estas partes al ardiente Leo.
A su vez, lo que queda, correspondiente a la

92
noche, con la misma operación de antes, se lo das
a Tauro. Lo que hay de diferencia entre Tauro y
Leo, o separación de valores entre ambos, divi­
dido por tres, se añade a Tauro y resulta el valor
de Géminis. Los demás se suceden en valor con el
mismo incremento respecto a los anteriores, y
aumentando el valor de los precedentes hasta
llegar al Signo equilibrado de Libra. A partir de
este Signo, igualmente, se van reduciendo los
incrementos hasta el principio de Aries y, en 430
forma inversa, aplicando la regla, incrementan y
decrementan los tiempos de ocultación por el
Horizonte.
Esta regla indica cómo se calculan los valores
de los estadios y el tiempo empleado en la
ascensión en el orto de todos los Signos. Cuando
hayas combinado ésto con las horas corrientes no
te equivocarás en la posición del horóscopo
(Ascendente), pues cada Signo podrá determi­
narse para unos tiempos dados, a partir de la
posición de Febo (el Sol).
Vamos ahora a explicar en qué momento del Principio
invierno empiezan los meses, pues es cuestión del año
muy importante (porque todos los Signos no
varían en los mismos grados hasta que llegan a la
luminosa constelación de Aries y se alcanza la
igualdad de los días y las noches).
Primero has de ver la duración del día más
corto, el cual se forma en Capricornio, y el
número de horas de la noche, que es la más larga: 440
El exceso entre la duración de esta noche y la
noche media, o entre dicho día y el día medio, se
divide por tres, y el resultado se asigna al Signo
intermedio (del invierno, es decir, al segundo
Signo), con esta diferencia, éste sobrepasará al
primero y será sobrepasado en la misma cantidad
por el siguiente (i.e.: el Signo último del invierno). 450
De este modo ha de distribuirse el tiempo total
(de incremento de días). (Estos tres Signos operan

93
de este modo, pero la aplicación de cada incre­
mento al Signo que sigue se hace a todo el número
entero del Signo anterior).
Por ejemplo, si la noche del Solsticio de
invierno fuere 3 horas mayor que el día, en
Capricornio disminuirá (en todo el Signo) media
hora; Acuario tendrá una hora además de la
media anterior (1 1 / 2 horas en total) y Piscis
incrementará otro tanto (1 1 / 2 horas) al valor
anterior (es decir, 3 horas en total), y habiendo
anulado el exceso de tres horas, encargarán a
Aries la igualación del día y la noche en el
460 momento de la primavera.
El exceso de la noche empieza por disminuir
una sexta parte, el Signo siguiente duplica el
incremento, y se triplica en el tercer Signo. Así el
incremento total vuelve al día equiparándose con
la ganancia anterior de las noches; a conti­
nuación del equinoccio, empiezan a regresar los
incrementos según la misma ley anterior. Pues
Aries disminuye la duración de la noche la misma
cantidad que antes había disminuido en Piscis
(3 h.). Otra hora le corresponde a Tauro y,
añadiendo a lo anterior, media hora le corres­
470 ponderá a Géminis. Así, los últimos se corres­
ponden con los primeros y lo mismo con aquellos
que son adyacentes; los Signos intermedios tienen
la misma correlación a su vez, y producen los
cambios principales para variar el tiempo del día
y la noche. De este modo descienden en duración
las noches desde el Signo del invierno, y van
aumentando los días, y el ciclo anual se invierte
cuando llega el solsticio, bajo el tardo Signo de
Cáncer. Entonces el tiempo de duración de la
noche es igual al del día del invierno (correspon­
diente opuesto), y hace el mismo papel en los
480 largos días que la duración de las noches en lo que
Cálculo del se había incrementado.
Ascendente.
También puede utilizarse otro método para
Grado

94
saber el Signo que asciende del horizonte del mar,
y el punto y momento en el círculo celeste del
Ascendente. Has de observar, si es de día, la hora
del día: este número de horas has de multipli­
carlo por 15, porque en cada hora el Horizonte se
mueve 15 grados. Acuérdate de añadir también a
este número el de grados que tiene Febo (el Sol)
en el Signo en que se encuentra. De este valor
total, has de ir dando a cada Signo 30 grados, los
30 primeros al Signo al que se encuentra Febo y el
resto a los siguientes. En el lugar en que termine el 490
cómputo se hallará el Ascendente, su grado y su
forma.
También has de continuar durante la noche.
Cuando hayas calculado la suma total has de
distribuirla de 30 en 30 grados, una para cada
Signo sucesivamente hasta acabar. En el lugar y
Signo en que termina la cuenta está el punto
Ascendente del nacimiento del niño: ambos,
Ascendente y niño han visto el cielo a la vez.
De este modo te será fácil estudiar, en el
cambiante cielo, el movimiento de los Signos y el
Ascendente buscado: así, conociendo exacta­
mente el primer eje cardinal, no puede ser erróneo 500
ni el punto del Medio Cielo, ni el Descendente y el
Imum Coeli, y todos los demás elementos estarán
en su propia situación y con sus influencias
correspondientes.
Vamos ahora a exponer los tiempos en Período y
relación con las clases de Signos cuyas divisiones regencia
también corresponden a determinados años, a vital
meses, días u horas del día, y por las cuales se
indican los influjos principales de cada uno.
El primer año de la vida pertenece al Signo en
el que el Sol se encuentra, porque al girar en torno
a la Tierra realiza dicho giro en un año. El Signo 510
siguiente y sucesivos pertenecen a los años si­
guientes.

95
La Luna rige los meses, porque realiza su
curso en un mes.
El horóscopo (Ascendente, Horizonte) rige las
primeras horas con su gobierno, y los días, y las
entrega a los Signos siguientes (20).
De este modo, la Naturaleza ha querido
atribuir los Signos al año, al mes, a los días y a las
horas, de modo que todo el tiempo esté dividido
entre todos los Signos, y para que varíen los
movimientos con los diferentes Signos, a fin de
que con sus retornos actuase el influjo de cada
520 cual en todo el círculo. De aquí la complejidad en
las cosas del mundo y que los males estén
entretejidos con los bienes, las lágrimas sigan a las
esperanzas, y la fortuna no mantenga la misma
norma con todos: hasta tal punto evoluciona
entremezclada y falta de estabilidad, que hace
perder la confianza en ella al cambiar todas las
cosas en todos los hombres.
No solamente unos años no se corresponden
con otros, ni siquiera unos meses con otros,
incluso un mismo día difiere del otro, y una hora
no es correlativa con otra similar. Porque los
períodos en que se divide el tiempo de esta corta
vida se corresponden con sus propios Signos, y
530 actúan con sus propios influjos, amenazan con
sus crisis particulares semejantes a las acciones de
los astros (constelaciones) sucesivos.
Hay autores que opinan que, siendo el orto del
cielo (Ascendente) el punto del día desde el que se
cuentan las horas, toda clase de relación opera
mediante este momento y Signo: y a partir de
dicho principio han de contarse los meses, años,
días y horas, y continuar por los Signos suce­
sivos; y que aunque todos nacen (los ciclos) a la
vez en el mismo punto, al ser distintos sus
20.-Como puede verse por las anteriores regencias, los antiguos tienen una
idea real de la acción física por resonancia de los diversos periodos, y no
están bajo una idea mágica de la acción de los «dioses» planetarios.

96
períodos, unos actúan más tarde y otros más
pronto, en el cielo (21). Toda hora llega a un
Signo dos veces al día; un día se repite una vez
cada mes; un mes solamente una vez en el año, y
un año cada período de 12 años una sola vez (22). 540
Es difícil que en el mismo momento concurran
todas las circunstancias para que sean del mismo
Signo el mes y el año (de este modo, un año
correspondiente a un Signo benéfico) coincidirá
con un mes desfavorable por el Signo correspon­
diente a éste; si el mes cae en un Signo alegre,
puede haber para el día un Signo triste; y si la
fortuna favorece al día correspondiente, la hora
puede ser infortunada.
De aquí que no está permitido creer nada
como seguro: ni los años correlacionan con los
Signos, ni los meses con los períodos anuales, ni 550
los días con los meses o con las horas. Porque, o
bien unos se aceleran demasiado, o bien se
retardan; a veces falta en unos, sobra en otros
casos; en ocasiones se va, en otras vuelve, y un
tiempo se cambia en otro, interrumpido por la
variada duración de los días.
Puesto que he mostrado cada tiempo corres­
pondiente a la vida individual, y el influjo de que
se trata, cuando aparece, el Signo al que se
atribuye, su relación con el año, mes, hora y día,
he de indicar ahora otra regla que dará la
duración total de la vida, y el número de años que
proporciona cada Signo: has de observar esta 560
relación y tenerla en cuenta para el número de
años.
Aries dará 10 años más 2/ 3 de año. Para Duración
Tauro, añade a éstos 2 más (12 2/ 3 años), pero vital según
será superado por Géminis otro tanto (14 2/ 3 el Signo

21.-Nuevamente vemos la realidad del influjo a partir del Ascendente en


todos los ciclos, los cuales se van defasando según su período propio y
velocidad correspondiente. Parece ser una doctrina caldea.
22.-Doce años es el ciclo de Júpiter, uno de los dos cronocratores de los
antiguos, y próximo al ciclo de lluvias debidas a las manchas solares.

97
años). Tú, Cáncer, das 16 2/3 años. Tú, Nemeo
(Leo) das 18 8/ 12 años. Erígona (Virgo) da
20 2/3 años. Libra no tiene más que Virgo
(20 2/3 años). Escorpio tiene los mismos que Leo
(18 8/12 años). Los dones de Sagitario son los
570 mismos que los de Cáncer (16 2/3 años). Tú,
Capricornio, darás 15, añadiendo 4 meses (15
4/12 años). Acuario da 12 años y 8 meses de vida
(12 8/12 años). Piscis y Aries poseen la misma
suerte y duración 10 años y 8 meses (10 8/12 años)
(23).
No basta con saber los años de los Signos para
conocer la duración de la vida al que investiga:
también las Casas y los grados del cielo propor-
580 cionan su duración y contribuyen a variarla con
sus aportaciones cuando se ha establecido la
posición de los planetas. Pero de momento
solamente vamos a mostrar la regla de las Casas,
luego vendrá la combinación de sus energías.
Cuando hayamos calculado correctamente la
regla de su influencia, no se alterarán los hechos
con la intervención de otras causas.
Si la Luna está situada en forma benéfica en el
primer eje cardinal (Ascendente) en el que el cielo
se muestra sobre el Horizonte, en el momento de
nacer el niño, la vida de éste será de 78 años.
Si la Luna se halla sobre el Medio Cielo, al
número anterior hay que quitarle tres años (75
años).
El Descendente daría 80 años, pero le falta
590 una olimpiada (76 años en total).
Al Imum Coeli han de atribuirse 60 años más
12 meses (61 años).
El que naciere antes del Trígono diestro (9º­
Casa) tendrá 68 años; si es en el siniestro (5º-
2J.-E1 eje de referencia aquí es el Aries-Libra, siendo la edad mínima la de
Aries y la máxima la de Libra. ¿Pero qué significan estas edades? Por
supuesto que no es la edad total, sino un coeficiente, y viene en función de
los tiempos de ascensión de los Signos.

98
Casa), que sigue a los Signos preferentes, le
corresponderán 63 años. La Casa que se halla en
tercer lugar a partir del Ascendente, y ya próxima
al Medio Cielo (11º' Casa) tiene 57 años. La
situada debajo de la anterior (3º' Casa) tiene una 600
duración vital de 50 inviernos. La inmediata a
continuación de la l º' (2º' Casa), suma un total de
42 años, y muere joven el individuo. Por su parte,
la que precede a la hora del eje Ascendente (12º-
Casa) proporcionará al nativo 23 años, arreba-
tada en flor la apenas gozada juventud. La Casa
que se halla sobre el Descendente (8º-Casa), dará 610
al nativo 13 años. La Casa que está debajo de ésta
(6º-Casa), dará la muerte al niño y proporcionará
a los nativos un cuerpo inmaturo, falleciendo
después de los 12 años (24).
Hay que notar especialmente los Signos bá­
sicos, situados en puntos opuestos, y que esta­
blecen la división del cielo en partes iguales: estos
Signos se denominan trópicos, porque en ellos se
produce el cambio de las cuatro estaciones del
año, y se resuelven los nodos; ellos transforman
las condiciones de todo el cielo al cambiar el eje
cardinal, e inducen nuevas figuras celestes para el
influjo sobre las cosas.
CANCER es el que brilla en el punto más alto 620
del período estival, produciendo el día más largo,
en él disminuye muy poco la duración del día, y lo
que merma la luz diurna aumenta en duración la
noche, manteniéndose el número total de horas.
El labrador en este tiempo se esfuerza en desgra-
nar el cereal separándolo de la frágil paja; el
cuerpo se desnuda en las palestras de gimnasia y
el mar tibio se halla en calma con suaves olas. El
24.-La posición de la Luna por Casa nos indica que el máximo de vida lo da
el Ascendente. Coincide con el grado de importancia de las Casas en
autores posteriores aunque el orden varía ligeramente según el caso,
pero todos coinciden en que el punto principal el Aries o la !º'Casa. Las
doctrinas de la intensidad (astrodinas) de las Casas provienen, por tanto,
de diferentes orígenes supuesta esta variabilidad, bien sea debido a
distintas tradiciones, o bien que procedan de distintas escuelas de
investigación.

99
feroz Marte promueve entonces sangrientas gue­
rras; el invierno no defiende a los escitas; Ger­
manía, desecada, retrocede en su ocupación y el
Nilo se hinche con sus inundaciones. Tal es el
estado de las cosas cuando Febo (el Sol) forma
estación en el Signo de Cáncer, y se vuelve atrás
630 en el punto más alto del cielo.
CAPRICORNIO, en la parte opuesta, da
paso al inerte invierno, en los días más cortos del
año, y en las más largas noches: vuelve a
aumentar el día a continuación y se van disol­
viendo las tinieblas, compensándose la duración
de ambos. Todo el campo se hiela entonces, el
mar está prohibido, se fijan las fortificaciones de
los campamentos: las peñas, cubiertas de hielo, no
soportan el invierno, y la Naturaleza permanece
muerta e inmóvil.
Próximos en influencia, y llevando los mismos
640 movimientos, hay dos Signos que hacen iguales
los días y las noches. Puesto que ARIES detiene a
Febo (el Sol) que intenta llegar de nuevo a Cáncer
entre el principio y el final de su carrera, uniendo
tiempos equilibrados en un cielo dividido por la
mitad; y transforma el ciclo ordenando que el día
aumente a partir del Signo del invierno, y que la
noche disminuya, hasta llegar al estival Signo de
Cáncer. Entonces es cuando el mar empieza a
calmar su oleaje y la tierra se atreve a hacer brotar
sus flores. Entonces es cuando los animales y las
650 aves, en los alegres campos, despiertan al amor y
el parto, todos los bosques cantan y reverdece
toda vegetación. Tal es la fuerza con que la
Naturaleza se recobra de su entumecimiento
invernal.
En el lugar opuesto brilla, con las mismas
cualidades, el Signo de LIBRA, dándose el día y
la noche con esa misma relación, pero las noches
vencidas hasta este momento, empiezan a do­
minar, y tiende a partir de ella el tiempo hacia el

100
invierno, mientras el ciclo vuelve atrás. Es enton­
ces cuando el repleto Baco desciende de las
grávidas parras, y el mosto espeso espumea de los
racimos exprimidos. También se echa al surco la
semilla, mientras que la tierra blanda se ofrece en
la tibieza del otoño para recibir la simiente. 660
Estos cuatro Signos son importantes en esta
ciencia, porque cambian las estaciones, así como
también unos u otros acontecimientos humanos,
y de este modo nada puede permanecer en su
estado anterior.
Pero la transformación no ha de tener lugar
igualmente en todos los Signos, ni los cambios de
tiempo se realizan en todo el Signo: pues hay un
solo momento en que el día es igual a la noche,
justamente cuando Aries y Libra forman la
primavera y el otoño. Solamente un día es el más
largo en todo el Signo de Cáncer, al cual equivale
una sola noche de la misma duración en Capri­
cornio. Los demás, o bien van aumentando, o
disminuyendo en duración. Un solo grado, por 670
tanto, hay que tener en cuenta en los Signos
trópicos, el cual puede transformar el mundo,
puede cambiar el tiempo en las estaciones, re-
novar los acontecimientos, hacer fracasar nues-
tras intenciones con resultados diversos, que las
cosas evolucionen en sentido contrario y que se
vuelvan en contra nuestra. Tales fuerzas están
situadas, según algunos (25) en el 8º grado, y no
faltan autores que atribuyen la conexión de los
días e influjos el grado primero. 677

25.-Esta es una teoría caldea. Probablemente debido a la precesión de los


Equinoccios.

101
LIBRO CUARTO
CARACTERES DE LOS
NATIVOS
Y DESTINO HUMANO
Fatalidad ¿Por qué consumimos nuestra vida en años
del destino tan llenos de inquietud? El miedo nos tortura y el
humano ciego deseo de las cosas; envejecidos por las
continuas preocupaciones, perdemos nuestra vida
en una continua búsqueda; nos alegran esperan­
zas que no conducen a fin alguno, siempre
creyendo conseguirlas: ¿pero conseguimos alguna
vez vivir realmente?
¿Por qué el hombre es más pobre cuántas más
riquezas acumula, desprecia lo que tiene y única­
mente lo que no tiene es precisamente lo que
anhela? ¿Por qué, mientras la Naturaleza se
contenta con una mínima utilidad, nosotros
utilizamos las cosas tratando de arruinarlas,
compramos el lujo con las ganancias, la rapiña
con el lujo, y el último resultado de la riqueza es
10 su dilapidación?
Apaciguad el espíritu, oh mortales, aban­
donad los cuidados, librad vuestra vida de inútiles
preocupaciones. Los hados gobiernan el orbe,
todo se rige por una ley, los acontecimientos
concretos son determinados por sus tiempos
correspondientes. Como consecuencia de haber
nacido, morimos, y el final es consecuencia
obligada del nacimiento. De aquí fluyen las
riquezas, los gobiernos, también a menudo la
innata pobreza: los dones del arte, costumbres,
defectos, desdichas, la pérdida y consecución de
20 las cosas. Nadie puede carecer de lo que le ha sido
otorgado, ni adquirir lo que se le ha negado;
tampoco la fortuna que persigue le llegará con
votos, ni escapará de ella cuando le ha llegado:
cada cual debe sobrellevar su propia suerte.
Acaso si los hados no hubieran instituido las
leyes de la vida y de la muerte habría el fuego
huído de Eneas. ¿O bien Troya, mantenida por un
solo hombre, habría renacido de los mismos
hados? ¿Acaso la loba marciana de Roma habría
alimentado a unos hermanos abandonados?

104
¿Habría podido Roma nacer de unas cabañas o
unos pastores de ganado hubieran convertido las
cimas de la ciudad en los montes del Capitolio?
¿O bien, hubiera Júpiter podido entronizarse en
su ciudadela? ¿Habría sido dominado el mundo 30
entero por unos cautivos? ¿Mucio, apagando el
fuego con sus heridas, habría tomado la ciudad
victorioso? ¿Horacio, sólo contra todo un ejér­
cito, hubiera cerrado al mismo tiempo el puente y
la ciudad? ¿Hubiera violado una muchacha los
tratados? ¿O bien, hubieran perecido tres herma­
nos bajo el esfuerzo de un solo hombre? Ningún
ejército consiguió tales triunfos, Roma estaba
pendiente de un solo hombre (Aníbal), la desti­
nada a gobernar el mundo, yacía postrada en
tierra. ¿Qué he de decir de Cannas? ¿Y de los
ejércitos movilizados contra las murallas? En fuga
el valeroso Varrón, creyendo que puede vivir
después de los lagos de Trasimeno, y Fabio con
sus maniobras retardadoras. Pero la vencida
fortaleza de Cartago hubo de aceptar las condi­ 40
ciones (había caído el desesperado Asdrúbal bajo
nuestras cadenas, y lavó con una muerte ignorada
la huida del castigo). Añade a todo esto las
guerras de Italia, Roma luchando con sus propios
aliados, las guerras civiles, Mario venciendo a
Cima y a su vez vencido por César; el mismo
Mario, tantas veces cónsul, exiliado, y del exilio
vuelto de nuevo a ser cónsul; luego se estableció
en una posición igual a las ruinas de Libia, y
desde esta base nuevamente dominó el mundo de
Cartago.
Todo esto, si los hados no lo hubieran
dispuesto nunca la fortuna los hubiera llevado a
cabo. ¿Quién podía creer que tú, magno Pompe­
yo, habrías de perecer en el orilla del Nilo, 50
después de vencer las fuerzas de Mitrídates, haber
pacificado los mares, tras merecidos triunfos en
las fronteras de la tierra, cuando ya incluso podías
erigir otra grandeza, que tu cuerpo náufrago del

105
fuego, fuera enterrado haciendo de pira funeraria
una barca abandonada? ¿Qué es lo que puede
variar en todo ello sin el permiso de los hados?
También él (César), nacido del cielo y por él
acogido, cuando vencedor en las guerras civiles,
organizaba las leyes del Senado, no fue capaz de
evitar las heridas tantas veces predichas: en
60 presencia del Senado entero, teniendo en su mano
el aviso y los nombres de los conjurados, los
borró con su propia sangre, para que al fin se
cumpliese el destino. ¿Qué he de decir de las
ciudades en rebelión y de la caída de los reyes?
¿De Creso, en su pira funeraria; de Príamo,
decapitado en la costa, al que ni siquiera Troya
sirvió de pira? ¿Qué, de Jerjes, caído en naufra­
gio mayor que el mismo mar? ¿Qué, de un rey
impuesto a los romanos de sangre esclava?
(Servio Tulio). ¿Y el fuego sagrado salvado del
incendio y la llama apartándose del hombre que
oficiaba en el templo?¿Cuántas muertes repentinas
sobrevienen a personas saludables cuándo por
otra parte huyen de otros ya en la pira funeraria?
70 Algunos se han vuelto a levantar de la tumba
misma, han gozado una doble vida, otros en
cambio han tenido una sola. En un caso, una
ligera enfermedad produce la muerte, y en otro
caso, otra más grave tiene curación: falla la
ciencia médica, la lógica es inútil, los cuidados
son a veces perjudiciales y la falta de ellos otras
favorece la curación; a menudo, en cambio, el
abandono es causa de las dolencias: los alimentos
son a veces contraproducentes y los venenos en
cambio mejoran la salud. Los hijos en ocasiones
degeneran respecto a los padres, y otras se
perfeccionan respecto a ellos y conservan su
espíritu. La fortuna pasa de largo por unos, y se
80 detiene en otros. Un hombre, loco de amor, puede
atravesar el mar y subvertir Troya: la suerte de
otro, en cambio, se acomoda para dar leyes. Hay
hijos que asesinan a sus padres, y padres que
asesinan a sus hijos, hermanos que luchan y se

106
hieren entre si. Este delito no es por culpa del
hombre, muchas cosas le fuerzan a actuar y a
sufrir sus castigos y a debilitar sus miembros. La
historia no siempre produce Camilos, ni Decíos,
ni al vencido Catón manteniendo indomable su
espíritu: los hechos sobrepasan a la Naturaleza,
pues ésta por lógica los rechaza (la ley del destino
se opone a su aparición). No es la pobreza la
que acorta los años, ni los hados se venden a una 90
inmensa riqueza: la fortuna hace que surja un
funeral en el altivo palacio, y erige la pira de los
grandes personajes y construye su tumba. ¿Qué
fuerza es ésta que da órdenes a los reyes mismos?
Pero no se trata de esto solamente: la virtud
desgraciada muchas veces, y la maldad afortu­
nada; las decisiones impensadas tienen éxito con
frecuencia, mientras que las prudentes fracasan;
la fortuna no sigue reglas ni recompensa méritos,
sino que actúa en forma caprichosa y sin ley
alguna. ¿Existe algo realmente superior que nos
domina y gobierna, guía a los hombres con unas
leyes propias, atribuye a cada cuál sus años de
vida y sus períodos de suerte? Con frecuencia 100
combina partes de animales con otras humanas en
los monstruos: ese parto no se dará por ley
natural, porque, ¿qué de común hay entre noso­
tros y los animales? ¿O qué adúltero puede haber
pecado con tan monstruosa falta? Los astros
inventan estas formas, y el cielo rehace sus
Aspectos. En definitiva, ¿si no existe una ley del
destino, cómo es que se puede predecir? ¿Y por
qué pueden determinarse ciertos acontecimientos
que han de sobrevenir en un momento deter­
minado?
Sin embargo, este razonamiento no nos lleva a
defender el delito, o que se defraude la virtud en
cuanto al premio que se le debe. En efecto, nadie
ha de preferir alimentarse con plantas venenosas 110
que no llegan por nuestra voluntad, sino de una
cierta semilla: ni tampoco se otorgará una menor

107
gracia a los alimentos dulces por el hecho de que
la Naturaleza nos los proporciona en ciertos
frutos y no por voluntad propia alguna. Así, en
los méritos de los hombres, la gloria puede ser
tanto más grande porque viene con el apoyo del
cielo, y al mismo tiempo odiaremos más a los
delitos creados para la culpa y el castigo. Sin
importar de dónde viene, el crimen ha de consi­
derarse crimen: y aunque éste fuere necesario,
Signos: también el expiar el hado lo es.
caracteres Como he dicho anteriormente, queda ahora
de los por ofrecer en determinado orden los métodos
nativos astrológicos que pueden utilizarse correctamente
120 en los astros por quien desee una predicción
adecuada. Voy a mostrarte, pues, ordenada­
mente, las costumbres, apariencia, actividades y
variados oficios a los que inclinan los Signos.
Aries, por su piel productora de abundante
lana, siempre tendrá la esperanza de recuperar
ésta. Se mueve entre el súbito naufragio y la fácil
riqueza. Cae al mismo tiempo que se levanta, y en
su misma esperanza hay que buscar la causa de su
hundimiento. Su producto será entregado al
sacrificio, y su prolífico toisón será buscado para
los fines m_ás diversos, unas veces para amonto­
nar su lana, otras para cardarla, otras para hilarla
130 o tejerla. Sin ella los hombres no habrían podido
subsistir, tan útil es y de primera necesidad. La
misma Palas la trabajó con sus manos, y consi­
deró digno de ella el haber logrado su gran triunfo
sobre Aracnea. Estos trabajos y oficios pueden
decirse de los nativos de Aries: pero también
inducirá en su tímido corazón afectos inseguros, y
siempre estará deseando venderse por una ala­
banza.
Tauro enseñará la agricultura a los sencillos
140 labriegos, y traerá con él el trabajo del campo:
premiará con los frutos de la tierra, y no con
alabanzas a sus súbditos. En el Signo, su figura

108
baja el cuello y demanda el yugo sobre su cerviz.
Lleva en sus cuernos el círculo de Febo (el Sol),
induce al trabajo de las tierras, trae nuevamente a
los campos baldíos a los antiguos cultivos, como
modelo de trabajo que él es. No se detiene a
descansar en los surcos, ni introduce el pecho en
el polvo. Formó a los Serranos y los Curios,
entregó las fasces por medio de los agricultores, y
el mismo dictador acudió a su arado. Da impor- 150
tancia al amor a la gloria y a la meditación, y
proporciona un cuerpo grande y pesado. Cupido,
niño, habita en su frente.
El trabajo de Géminis es más suave y la vida
más placentera: canciones variadas, conciertos
musicales, tañido de instrumentos, cánticos acom­
pañados de música de cuerda o gaita: la misma
diversión constituye un trabajo. Quieren lejos de
guerra y las trompetas, y la triste vejez. Pasan su
existencia en el ocio y perenne juventud con el
amor. También buscan la vía de los cielos, se
dedican al mundo de los números y de las
medidas, y dejan tras de sí los astros (se elevan a
especulaciones teóricas). Su naturaleza (consti-
tución física) es menor que su ingenio, y les sirve 160
para todo. En toda esta variedad de materias es
fecundo Géminis.
Cáncer, brillando en el eje cardinal en su
ardiente estación, en la que Febo inicia su regreso
dando la vuelta a su carro, establece el nodo del
cielo y refleja su luminosidad. Es de espíritu
tenaz, falto de efusividad en su modo de ser;
proporciona al nativo una gran variedad de
recursos y el arte de conseguir la riqueza; logra
fortuna en la ciudad por intercambio de produc­
tos y especulando con la escasez de cosechas;
también confía al viento su riqueza en la nave-
gación, y vende los productos que la gente fabrica 170
al público mismo; promociona el mercado en
tierras ignotas buscando nuevas ganancias bajo
otro sol, y acumula rápida fortuna con el precio

109
de las cosas. Navega y se enriquece en pocos años
con la usura, vendiendo al cabo del tiempo al
doble. De ingenio agudo y tenaz en sus intereses.
¿Quién podrá dudar de la naturaleza del
terrible Leo y decir las cualidades de este Signo?
Dispone siempre nuevas luchas, nuevos combates
contra las fieras, y vive del despojo y rapiña de sus
víctimas. Tal es su tarea: adornar las columnas de
180 su vivienda con pieles, colgar las presas captura­
das de las paredes de su casa, propagar el miedo
por los bosques y vivir de lo que caza. Algunos de
ellos tienen estas inclinaciones no deteniéndose ni
en las mismas murallas, atacando en medio de la
ciudad a los animales domésticos, colgando los
miembros sangrantes frente a su choza, preparán­
dose una comida de lujo y gozándose en sus
costumbres. Su carácter es igualmente brusco y
sin doblez, sencillo de juicio y de corazón
ingenuo.
A los nativos a quienes Erigona (Virgo) dio la
vida, has de atribuirles el magisterio (la ense­
ñanza), y como mujer sujeta por el nodo de los
190 Signos llevará las costumbres mediante el esfuer­
zo, formará su inteligencia en las bellas artes, y
dará no tanto riquezas abundantes como afán de
investigar las razones y los influjos de las cosas.
Inducirá la facilidad de palabra, la corrección en
el discurso, y el sujeto podrá contemplar las cosas
con los ojos del espíritu, aunque se trate de
asuntos de naturaleza oculta. También será un
escritor rápido, y la letra será lo mismo para él
que la palabra, la mano más rápida que la lengua,
y unas cortas notas representarán las largas frases
de un fecundo orador. De buena inteligencia,
pero su timidez será obstáculo en sus primeros
200 años, frenando sus grandes dotes naturales. Poco
prolífico en su descendencia. (¿Por qué ha de
extrañar bajo el gobierno de una virgen?)
Aquellos que nacen bajo el Signo de Libra,

110
donde se igualan el día y la noche, que es el
tiempo en que degustamos los nuevos dones del
maduro Baco, atribuyen el uso de las medidas y
pesos de las cosas. Emularán las fuerzas de
Palamedes, que fue el primero en dar números a
las cosas, y nombre a los números, medida
determinada y figura propia (26). Este también
conocerá las tablas de la ley, las leyes funda­
mentales y las variables; asimismo conocerá lo
lícito y lo ilícito, y la pena con que se castiga; es 210
defensor permanente del pueblo en su despacho.
No en otro Signo pudo haber nacido Servio
Su/picio, que parecía al interpretar la ley más un
legislador que un abogado. En fin, todo aquello
que se hallare en litigio o duda y necesitado de
solución, lo zanjará Libra con el fiel de su
balanza.
Escorpio arma su cola con violento aguijón,
con ella, en el tiempo en que Febo transita con su
carro por el Signo, rotura los campos, y entierra
la semilla en los surcos, dota de fogoso espíritu 220
guerrero y de valor marcial de modo que el nativo
goza con derramar la sangre, y le agrada más el
matar que el saqueo. Incluso en la misma paz, le
gusta utilizar las armas: entonces recorre los
despoblados y cruza los bosques y lleva a cabo
una violenta lucha ora con los hombres ora con
los animales, o también puede perder su cabeza en
los peligros de la arena (combates del circo), y
cada cual se busca, cuando la lucha acaba, su
propio enemigo. Algunos son aficionados a los
simulacros bélicos y los juegos de armas. (Tanta
es su afición a la lucha) que se entrenan en la
guerra durante el descanso, y en todo trabajo que
se refiere a la milicia.
Aquéllos a quienes les ha tocado nacer en el 230
bicorpóreo Sagitario se complacen en guiar ca-
26.-La atribución de las figuras a los números se refiere a la relación de los
polígonos y los números enteros: el 3 es el triángulo, el 4 el cuadrado, el 1
el círculo o el infinito (un polígono de infinito número de lados).

111
rros, sujetar los ardorosos corceles en suaves
riendas, seguir los rebaños que pacen en los
campos y dominar toda clase de cuadrúpedos
como entrenadores, tranquilizar a los tigres,
domesticar la furia del león, hablar con el elefante
y, hablándole, adiestrar su enorme masa para las
artes humanas en diversos espectáculos. Porque el
Signo es una combinación de hombre y animal, y
el hombre prevalece en su dominio por tanto en
las fieras. Y debido a que porta una aguada flecha
240 en su encorvado arco, proporciona fuerza muscular
a los miembros, agudeza a la inteligencia, movi­
miento rápidos y un valor infatigable.
Vesta mantiene tus llamas sagradas, oh Capri­
cornio, en su santuario; de aquí extraes tu fuerza
y tu arte. Pues todo aquello que se usa en el fuego,
y requiere nueva llama para producirse, ha de
atribuirsete a tí: explorar los metales escondidos,
buscar las riquezas acumuladas en las vetas de la
tierra; todo lo que se fabrica de plata y oro, lo que
funde el hierro con el calor, o el bronce en el
horno, y se amplían tus dones con la aplicación
del fuego para preparar los productos cereales.
250 Has de añadir a ésto la afición a los vestidos, y a
los productos necesarios para combatir el frío.
Presides siempre el tiempo del invierno, por el que
atraes el punto de máxima duración de la noche,
hacer nacer el año al volver a incrementar la luz
del día. De aquí nace la movilidad de las cosas y
frecuentemente el cambio en el modo de pensar:
pero la vejez es más soportable en él debido a su
terminación en forma de pez. Su parte anterior se
somete a Venus, incluso a costa del pecado.
El Signo en forma de joven aguador (Acuario)
con una vasija derramando el agua, atribuye al
nativo unas ocupaciones similares a éstas. Obser-
260 var las aguas subterráneas, hacer que broten a la
superficie, hacerlas saltar en surtidores hasta los
cielos, invadir el mar con sus actividades, cons­
truir nuevos embalses y canales, acueductos

112
elevados para las poblaciones: mil otros oficios
que tienen como común denominador el uso de
las aguas. También dotará de condiciones para el
estudio del Universo y sus cuerpos celestes, y la
nueva disposición de los elementos del cielo en el
mundo. El Signo da origen a personas amables,
de carácter suave, de corazón franco, no reco­
rosos y fácilmente adaptables; su riqueza no será
pequeña ni grande. Tales son las características de
Acuario. 270
Los que nacen bajo el último Signo, el de
Piscis, serán aficionados a la mar, confiando su
vida a las aguas, prepararán barcos o armarán
navíos y todo lo preciso para las faenas marinas.
Sus artes son innumerables, y apenas hay sufi­
cientes palabras para su descripción, tantas como
las partes de una embarcación. Has de añadir a
ello la ciencia de gobernar un barco. El piloto ha
de conocer los astros y unir su estudio con el del
mar; ha de conocer el mundo entero, los ríos y los
puertos de la tierra, también es necesario que sepa
los vientos, e inmediatamente, aquí y allá, gober­ 280
nar el timón con el giro adecuado, guiar el barco,
hender directamentee las olas, mover los remos e
inclinar sus lentos vástagos, barrer el plácido mar
con el arrastre de las redes, exponer la pesca
recogida en la playa, ocultar los anzuelos en los
cebos o echar los reteles. También gobierna el
Signo los combates navales, las luchas en un
medio inseguro y donde las olas se tiñen de
sangre. Su raza es fecunda (prolífica) y aficionada
al placer, de movimientos rápidos y continuo
cambio de vida.
Tales caracteres y aptitudes dan los doce 290
Signos con sus influjos y por su propia naturaleza
a los nacidos bajo ellos.
Pero nunca es pura la influencia de cada uno Decanatos
de ellos. Las energías de éstos, cuando se combi­
nan en determinado Signo, o en cierta parte de él,

113
juntan sus cualidades en un lugar del cielo y
otorgan sus peculiares influencias a esa zona.
Estas subdivisiones, de una amplitud de 10
grados, se denominan Decanatos, debido al
número de grados. Cada Signo de 30 grados se
subdivide así en tres partes, y proporciona a cada
Signo de los que se combina un Decanato, por lo
que cada uno recibe el influjo de tres Signos a su
300 vez. Así pues, la Naturaleza se oculta en profun­
das tinieblas, y la verdad se encuentra en lo más
oculto, con gran ambigüedad en los hechos. El
camino no es corto, y el cielo no ama la
simplicidad: pues una cosa en el Signo es opuesta
a otra, la imagen típica falla, sus influencias
engañan, y mantiene secretas sus funciones,
debiéndose disipar la niebla con la inteligencia y
no con los ojos: y la Divinidad ha de ser
experimentada en lo íntimo y no superficial­
mente.
Voy a referirme ahora a los influjos combi­
nados, y en qué Signo y orden se combinan, para
que otras fuerzas no queden ocultas en los
diversos Signos.
310 Aries reclama para sí el primero de sus
propios Decanatos, el segundo lo da a Tauro y el
tercero a Géminis. Así se divide el Signo en tres
partes, dando otros tantos influjos y recibiendo
otros tantos gobiernos.
En Tauro la relación varía, y no aparece en
este su propia influencia en ninguno de sus
Decanatos, otorgándose el primero a Cáncer, el
segundo a Leo y el último a Erigona (Virgo). Sin
embargo, se mantiene la cualidad del propio
Signo, combinándose sus influencias con las de
aquéllos.
Libra toma los primeros diez grados de
Géminis, Escorpio el segundo Decanato, y el
tercero pertenece a Sagitario. No varía en cuanto
320 al número de grados asignado, pero sí en cuanto

114
al orden.
Cáncer es influido por el opuesto Signo de
Capricornio en sus primeros grados (primer
Decanato). En relación con el tiempo bajo el que
los dos se hallan, son afines, porque hacen iguales
los días a las noches en puntos opuestos del eje,
según la misma ley. Acuario se atribuye las luces
del segundo Decanato y a él sigue Piscis en la
última parte del Signo de Cáncer.
Leo recuerda a su compañero de la misma
triplicidad, y recibe el gobierno de Aries (primer
Decanato), y a Tauro (segundo Decanato) en
Cuadratura con él; el tercer Decanato se halla
gobernado por Géminis: a éste se halla también
ligado por Aspecto de Sextil. 330
Virgo da su puesto principal (primer Deca­
nato) a Cáncer, al que otorga su primera parte, la
siguiente se deja para vos, León de Nemea (Leo),
la siguiente es para él mismo (Virgo), contento de
ocupar la desdeñada por los otros dos.
Libra se contenta con el ejemplo y sigue a
Aries, gobernando la igualdad de los días y las
noches, aunque en distinta época del año; aquél
mantiene el equilibrio en la primavera, ésta regula
las horas otoñales en igualdad de luz. La primera
parte no la cede a nadie (Decanato primero,
gobernado por Libra mismo), la segunda la
entrega al Signo siguiente (Escorpio) y la tercera 340
se la da a Sagitario.
Escorpio sitúa en su primer Decanato a
Capricornio, el Decanato siguiente es gobernado
por el que da nombre a las aguas (Acuario) y la
última parte quiere que esté gobernada por Piscis
(Decanato tercero).
El que amenaza con la flecha y la tensión de su
brazo (Sagitario) otorga su primer decanato a
Aries, relacionado con él por triplicidad, los
grados medios (segundo Decanato) a Tauro, y los

115
últimos a Géminis.
No puede acusarse a Capricornio del torpe
350 pecado de ingratitud, pues otorga su gobierno a
Cáncer, y acoge al que lo acogió, dando su primer
Decanato a éste; la parte media pertenece a Leo y
la última es de Virgo.
Alegre Acuario por el ánfora que vierte el
agua, y por fuente eterna, permite que su primera
regencia sea legalmente de Libra (primer Deca­
nato) Escorpio se adueña de los diez grados
siguientes, y el Centauro (Sagitario) retiene del
Signo su último Decanato.
Solamente quedan los dos peces gemelos
(Piscis) que cierran el círculo de los Signos. Dan a
Aries la primera preferencia de sus fronteras. Tú
Tauro eres acogido en los diez grados inter-
360 medios, y lo que resta queda para ellos mismos, y
como se forma en el final del círculo, también la
parte del último Decanato lo cede (27).
Esta relación descubre las fuerzas del mundo
oculto, y divide el cielo de diversos modos, y bajo
distintas bases, conectando las partes del círculo
mejor y de modo más frecuente. No te hagan errar
en tu entendimiento las cualidades más desta­
cadas de los Signos, pues los astros no se ofrecen
claramente a los mortales, sino que más bien se
disfrazan. Hay que penetrar más profundamente
en el estudio y buscar las características con­
tenidas en otro Signo y en el conjunto de los
Signos siguientes: y según la zona del Signo en
que ha nacido el sujeto, se tendrán sus cualidades,
dado que en esa zona se ha formado, y las
características derivan de las condiciones de dicho
370 Decanato.

27.-Los dos primeros Decanatos del Signo han de estar equivocados, pues
pertenecen según la ley general a Capricornio y Acuario respectivamente.
Es un poco extraño el error, ya que la regla es muy sencilla: dar a cada
Decanato el Signo correspondiente en el orden de éstos a partir de Aries
al primero; habrá tres ciclos zodiacales en los 36 Decanatos del círculo.

116
Un ejemplo de ello lo tenemos cuando nacen
varios sujetos bajo el mismo Signo, y que entre
tantos miles de seres animados nacidos en él
existen otros tantos caracteres diferentes: exte­
riormente dependen del mismo asterismo y nacen
confundidos los hombres y los animales. Pero
realmente sus bases se hallan en la parte común de
diversos Signos, que hacen diferenciar a unos de
otros. No solamente se aplicarán Aries a la lana,
Tauro al arado, Géminis a las Musas, Cáncer a
los negocios, Leo a la caza, Virgo a la enseñanza, 380
la poderosa Libra a las medidas, Escorpio a la
lucha, Sagitario a las fieras, Capricornio al fuego,
el joven Acuario a sus aguas y el gemelo Piscis al
mar: sino que han de combinarse las diferentes
influencias de los otros Signos en cada uno.
Tú dirás: me obligas a hacer un trabajo arduo
y sutil, hundiendo mi mente de nuevo en la gran
oscuridad cuando ya me parecía que iba a ver la
luz con un sencillo razonamiento. Pero es que lo
que andas buscando es la misma Divinidad: ¿cómo
vas a intentar escalar el cielo, engendrado tú
mismo por él, conocer los hados de la ley
necesaria que te gobiernan transpasar los límites 390
de tu entendimiento y posesionarte del Universo?
El trabajo ha de ser proporcional al resultado, y
tales conocimientos no se logran sin dificultades,
y no hay que asustarse de las pendientes y
obstáculos del camino. Admitir que se puede
hacer es suficiente, lo demás depende de nosotros.
Pero sin horadar los montes no conseguirás el
oro, la tierra que hay encima se opone a que
extraigas su riqueza (para que lleguen las piedras
preciosas hay que recorrer el mundo entero). Se
afrontan los mares para conseguir gemas de
precio. Las rentas anuales consumen las esperan-
zas del angustiado labrador, y ¿qué producción
darán los engañosos campos? ¿Buscaremos la 400
ganancia en los barcos, o haremos la guerra para
conseguir el botín? Da vergüenza anhelar los

117
bienes perecederos a tal coste. El lujo también
procura fatigas, el vientre vigila entre las ruinas, y
los descendientes suspiran a menudo esperando
nuestra muerte. ¿Qué daremos por el cielo? ¿Cuál
es el precio por el que todo puede venderse? El
hombre ha de entregarse a sí mismo para que
pueda convertirse en Dios.
Los grados Las cualidades del nativo has de establecerlas
críticos con esta regla, pero no es bastante conocer los
Signos dominantes en los otros Signos mediante
los Decanatos, y los que hay en cada uno:
también has de tener en cuenta los grados
410 singulares por sí mismos, bien que se hallen
congelados por el frío, quemados por el fuego, o
estériles por cualquier causa, unos por exceso de
humedad y otros por defecto, por haberla per­
dido.
Todos los Signos se combinan con sus influjos
y sus variadas relaciones. Nada es igual. Mira la
extensión de la tierra y el mar, y los ríos que bajan
de las laderas de los valles. El mal abunda en
todas partes, y lo nocivo se halla junto a lo
benéfico. De igual modo, un año estéril alcanza a
tierras productivas y con una pequeña diferencia
del tiempo atmosférico destruye los nacientes
frutos, y donde antes había un puerto de mar
ahora hay allí una gran roca Caribdis; poco
420 después aparece la tranquilidad del mar; el río
fluye o retoma unas veces por peñascos y otras
por llanuras, siguiendo su lecho, o bien bus­
cándolo. Del mismo modo varían las partes de los
Signos en el cielo. La misma diferencia que hay
entre un Signo y otro existe dentro del mismo
Signo entre sus partes, y con una pequeña
diferencia cambia sus energías y su influjo salu­
dable. Lo que se induce mediante determinados
grados del mismo queda después sin fructificar o
bien desaparece; o bien los diversos bienes al
combinarse acaban siendo variados males.

118
Ahora tengo que exponer en verso adecuada­
mente estos grados: ¿pero, quién podrá acomodar
este lenguaje a tantos números, repetir tantos 430
grados y expresar tantos valores? Si me preocupo
de las palabras, ello será a costa de la precisión. Si
tengo que perfeccionar la armonía, empeorará la
exactitud del trabajo, pero generalmente lo que
carece de consonancia se desprecia. Sin embargo,
yo que estoy estableciendo las reglas de los hados
mediante el verso, y los movimientos sagrados del
cielo, he de expresarlos bajo una misión, y no se
me permiten ficciones, sino únicamente la rea-
lidad.
Excesivo es el haber mostrado la Divinidad:
ella misma dará manifestación de su importancia.
Tampoco es bueno resaltar el Universo con
palabras, pues será siempre mayor que nuestro
poder de expresión. Tampoco la gracia se halla en
nuestras palabras, nos conformaremos solamente
con describir aquellos grados de los que hay que 440
precaverse. Escucha, pues, los grados dañosos
que hay en los Signos (28).
En Aries el grado 4º es nocivo, el 6º tampoco
es saludable, igualmente el 7º, 10º y 12º, el 14º y
el 18º. El 21º hiere, y también el 25º y el 27º.
En Tauro es malo el grado 9º, lo mismo el 13º 450
así como el 17º. Dañan el 22º, 24º, 26º, 28º y 30º.
En Géminis es pestífero el grado 1º y el 3º. El
7º no es mejor, y lo mismo el 15º. Dañan algo el
19º y el 21º· Un daño similar viene del 25º y
también del 23º y 29º.
En Cáncer no son buenos el 1º, 3º, 6º y 8º. El
10º es rabioso y no es mejor el 15º. El 17º y el 20º 460
traen luto, y también el 25º, 27º y 29º.

28.-�Aunque hemos procurado ajustarnos a los términos latinos, éstos


vienen forzados por las exigencias del verso: lo único que podemos tomar
por válido es que son grados críticos: el que hieran. sean pestíferos. no
saludables. defectuosos, etc .• no ha de tomarse literalmente seguramente.

119
También tú, Leo, eres de temer en el grado 1º
en el 4º y 10º. El 15º carece de salud en el cielo, el
21º hiere, el 24º es defectuoso y el 27º. El 30º y
último tampoco es mejor que el primero.
Virgo no es bueno en los grados1º, 6º, 11º, 14º y
470 18º. Han de temerse los grados 21º, 24º y 30º.
En Libra es maléfico a causa del calor el 5º,
7º, 14º, 17º, 24º, 27º, 29º y 30º.
Escorpio es maléfico en los grados lº, 3º, 6º,
10º, 15º, 22º, 25º, 28º y 29º.
Si los hados lo permiten, no elijas el 4º grado
480 de Sagitario. Huye también del 8º, 12º, 16º y 20º;
han de temerse porque infectan la atmósfera.
Igualmente ocurre con los 24º, 26º, 28º y 30º.
Tampoco ha de elegirse el grado 7º de
Capricornio, lo mismo que el 9º, e igualmente los
grados 13º, 17º, 19º, 25º y 26º.
El grado lº de Acuario es siempre dañoso.
490 También se tienen como tales los 11º, 13º, 15º y
19º, y además el 21º, 25º y 29º.
Piscis tiene como nocivos el 3º, 5º y 7º. Han
de temerse también los 11º, 25º y 27º.
Estos grados traen consigo la esterilidad por el
frío y el calor del aire, o por exceso o defecto de
la humedad, o porque los ardores repentinos de
Marte son enviados sobre ellos, o bien el frío de
500 Saturno o los gases de Febo (el Sol).
Grados No debes abandonarte tampoco cuando hayas
críticos en llegado a conocer los grados de los Signos:
el algunos cambian según el momento, tienen sus
Ascendente propios influjos en el instante del orto, y en otra
posición cualquiera dejan de obrar. Por ejemplo,
cuando Aries sale por el horizonte del mar y se
mueve con la cabeza inclinada precediendo a sus
cuernos, no dará lugar en su conjunto a deseos
reprimidos, y engendrará espíritus ambiciosos,

120
eliminando la vergüenza. A tanto es lo que
empuja su osadía. Así, por sus cuernos, indica la
determinación de vencer o morir. No les agrada
estar en el mismo lugar, en descanso placentero y 510
en la vida muelle, sino que, al contrario, les obliga
siempre a correr a ciudades desconocidas, otear
nuevos horizontes y hallarse como huéspedes en
todo el mundo. Prueba de ello es que el mismo
Aries tiñó de oro el mar al dividirlo con su vellón
(Helesponto), y transportó a su espalda a Frixo
desde Phasos dejando la Cólquida, afligido por el
destino de su hermana.
Los influidos por las primeras estrellas de
Tauro en el nacimiento son afeminados: y no hay
que indagar mucho si se puede deducir la
naturaleza mediante sus causas: en efecto, en la
parte trasera aparece en el cielo la pequeña
constelación de las Pléyades, abundante en niñas. 520
También proporciona el Signo la riqueza me-
diante la agricultura, y por la cualidad propia de
los novillos se ejercitan los nativos con el arado en
la roturación de los campos.
Cuando el mar tranquilo nos muestra a
Géminis y lo oculta parcialmente, dará estudios y
conducirá a las bellas artes. El individuo no será
de espíritu triste, sino que tendrá un corazón
alegre y amables afectos; produce destreza en las
armonías de la cítara y además dota para el canto
y el baile.
El negro Cáncer cuando asciende con su
oscura nube (Praesepe) que parece apagar el 530
fuego de las llamas de Febo, y la constelación
extiende su oscuridad en torno, los nacidos en
dicho momento estarán privados de la luz, y los
hados darán una doble muerte a los nativos: cada
cual, por una parte vive, por otra desaparece.
Si el ambicioso Leo sacara su cabeza del
horizonte del mar en el nacimiento de alguno, y
hace orto con sus mandíbulas, el sujeto no dejará

121
las riquezas que ha adquirido ni a su padre ni a
sus hijos: todo lo gastará en sí mismo. Tanta
codicia y deseo de devorar, tan cruel ansia lo
arrebatará, que será víctima de sí mismo y nunca
estará satisfecho, y hasta el coste de su funeral lo
gastará en festines, y el mismo precio de su
540 tumba.
Cuando sale Erígona (Virgo), la que gobernó
con justicia los primeros siglos, y que huye
cuando aquella degenera, dota al nativo de
grandes inclinaciones por el mando supremo, y
proporcionará un legislador o un jurista, y
también ministros de los templos sagrados de los
dioses.
Cuando empieza a salir la otoñal Libra, el feliz
nativo bajo el equilibrado influjo de la balanza,
decidirá como juez el peso de la vida y de la
550 muerte; impondrá su mandato a las naciones y les
dará leyes. Lo temerán las ciudades y los reinos, y
serán gobernadas con su venia, y permanecerán
las leyes del cielo después de las que ha dado en la
tierra.
Escorpio, cuando eleva las estrellas del ex­
tremo de su cola, si alguno hubiere nacido en ese
momento, con el apoyo de las estrellas, poblará la
tierra de ciudades, con los bueyes trazará el cerco
de sus murallas mediante el curvo arado; o
también arrasará las ciudades ya construidas y
reducirá las fortalezas a campos de labranza
haciendo que crezcan maduras cosechas entre las
antiguas casas. Tal será su fuerza, y con la fuerza,
su poder.
Cuando Sagitario asciende en el Oriente con
560 su ropaje, dará ardiente valor en la guerra, y
guiará a grandes triunfos a un destacado caudillo
en las conquistas de la patria; unas veces levan­
tará murallas y otras las derribará. Pero cuando
la fortuna es demasiado indulgente en cosas
secundarias, produce mal de ojo, y se venga de

122
manera cruel: el glorioso vencedor de la guerra en
Trebia, Cannas y el Lago Trasimeno, pensaba de
esta manera antes de su fuga.
La última parte de Capricornio en su última
estrella, indica la guerra en el mar, el arduo oficio
de conducir barcos y el huir de la vida inactiva.
Si quieres encontrar a alguno que sea santo, 570
casto y probo, verás que ha nacido cuando el
Ascendente se halla en la primera parte de
Acuario.
No quieras un Ascendente en los primeros
grados de Piscis, pues influye una detestable
charlatanería, una lengua venenosa, palabras
malignas y divulgación al oído de las cosas más
secretas. Ninguna buena fe se hallará en el nativo,
sino que una líbido máxima hará que su ardiente
deseo atraviese hasta el fuego por lograrlo.
Recordemos que Citerea (Venus) misma se trans­
formó en pez cuando huyó sumergiéndose en las
aguas babilónicas del Eúfrates (del furioso Tifón,
que poseía hombros alados y pies de serpiente) e 580
introdujo sus fuegos en los escamosos peces. No
nacerá solitario el que ha venido al mundo bajo el
Signo de Piscis: habrá un hermano o una dulce
hermana, o bien, como madre, dará a luz
gemelos.
A continuación has de estudiar las constela­
ciones dominantes en las diversas regiones, pero
primeramente hay que referirse a la figura general
de las mismas.
El círculo celeste se divide en cuatro partes: Descripción
Oriente, Poniente, Mediodía y Hélice (Norte). De geográfica
dichas partes salen otros tanto vientos y com­
baten entre sí en el espacio intermedio. El áspero
cierzo parte del Polo, Euro (solano) viene del 590
Naciente, el austro prefiere el elevado mediodía y
el céfiro el Poniente. Entre estos soplan otros dos,
en los espacios intermedios, de la misma clase y de
nombre diferente.

123
La tierra emerge sobre la brillante corona del
mar, que la rodea en medio del universo con su
abrazo líquido; además, ella misma abarca en su
interior otro mar que penetra por el Oeste y deja a
la derecha a los númidas de la ardiente Libia, y las
en otro tiempo fortificaciones de la poderosa
Cartago; envuelve con su litoral sinuoso (entran­
600 te) las vadosas Sirtes, y de nuevo continua hasta el
Nilo directamente (29). La parte izquierda de este
mar bate las costas de los hispanos, y a tí, Galia,
asentada en las tierras inmediatas; asimismo las
ciudades de Italia, torciendo a la derecha hasta
tus perros, Scila, y la absorbente Caribdis.
Cuando se pasa este estrecho, nace el anchuroso
Mar Jónico, que se extiende en vasto oleaje.
Antes de volver hacia la izquierda, rodea toda
Italia, cambiando su denominación por la de Mar
Adriático, recibe las aguas del Río Erídano (Po),
610 forma a su izquierda el Mar Ilírico, baña el Epiro
y la famosa ciudad de Corinto, y se mueve en las
amplias costas del Peloponeso. Tuerce de nuevo a
la izquierda y abarca en su vasto contorno la
costa de Tesalia y los campos de Acaya. Desde
aquí atraviesa el estrecho (Dardanelos) donde el
joven (Frixo) pasó y perdió a Hella, y se une con
el Ponto Euxino (Mar Negro) en las bocas de la
Propóntida (Mármara) y en la laguna Meótida
(Mar de Azof) que se halla situada en el último
lugar y da origen al mar.
Desde este lugar, cuando el navegante vuelve a
620 las estrechas bocas del Helesponto, de nuevo
atraviesa las aguas del Icario y el Egeo, y admira a
su izquierda a los bellos pueblos de Asia Menor y
otros tantos monumentos, tantos lugares como
innumerables gentes: el Monte Tauro, que ame­
naza con sus olas (rompientes), los pueblos de
Cilicia, Siria, requemada por el Sol, las tierras
29.--Nuevamente una vez más se toma como referencia las hacas del delta del
Nilo, como veíamos en otros casos, lo que hace pensar de nuevo en la
escuela alejandrina. Qui1á el texto está tomado de allí, o era uno muy
difundido.

124
que se apartan hacia el interior en un gran golfo
hasta que retorna a las costas de Egipto, mu­
riendo de nuevo en las riberas del Nilo (30).
Esta línea circunda el mar central con sus
tierras, y con estos bordes limita el movimiento de 630
las olas. Mil otras tierras se asientan esparcidas
por este mar. Cerdeña, en el Mar Líbico, tiene la
figura de la planta de un pie. Trinacria (Sicilia)
sólo se aparta una pequeña distancia del litoral de
Italia; los montes de Eubea pueden verse frente a
Grecia y Creta tuvo la suerte de haber sido la cuna
del Tonante (Júpiter) y de que éste fuera ciuda­
dano suyo. Toda Chipre está rodeada por el Mar
de Egipto.
Omito gran cantidad de Islas sueltas y que sin
embargo sobresalen del mar, las amesetadas
Cícladas, Delos, Rodas, Aulida, Ténedos, la triste
Córcega, próxima al litoral de Cerdeña, la de
Ibiza, victoriosa en primer lugar del Océano que
penetra en el Mediterráneo y los campos Ba­
leares. Se elevan también innumerables escollos y 640
promontorios en alta mar.
No solamente en este lugar (Mediterráneo) ha
penetrado el Océano rompiendo las cosas que se
lo impedían, pues inundó otras tierras más sobre
el globo, pero fue detenido por montes más
elevados que impidieron que inundara la tierra
entera. Porque entre el Septentrión y el punto de
salida del Sol en el solsticio de verano (31) hay un
largo brazo de mar que finalmente se confunde
con las amplias llanuras y forma el Mar Caspio,
similar al Ponto Euxino (Mar Negro).
Hacia el Mediodía, el Océano penetra en otros
dos lugares sobre la tierra, pues ocupa las llanuras 650
de Persia, y este nuevo mar toma el nombre de las
costas que baña, en las que penetra por una ancha
boca. No lejos del anterior, otro mar baña la
30. - De nuevo lo mismo que en la nota anterior (29).
31.----Hemos de tomar como referencia Alejandría de nuevo.

125
tierra que goza de un clima delicioso, y nuevos
perfumes de diversas raíces (plantas) en Arabia
Feliz, llegando tranquilo a la costa de las perlas
(piedras preciosas lit.) lleva el nombre de esa
tierra: aquélla (Arabia) se halla entre ambos
656 mares.

(Faltan muchos versos)

En otro tiempo, Cartago ostentó el dominio


político, cuando Aníbal destruyó por el fuego
nuestras fortalezas alpinas e hizo de eterna
660 memoria Trebia, y llenó de tumbas Cannas,
introduciendo el Africa en las ciudades itálicas.
La naturaleza corrompida dio origen a diversas
epidemias y variados monstruos animales a esta
tierra por las guerras futuras. Posee horribles
serpientes, animales llenos de veneno, seres vivos
que se alimentan de cadáveres, desechos de la
tierra, grandes elefantes, feroces leones; esta
región bárbara y fecunda engendra sus propias
desgracias, y se recrea en producir monstruosos
monos y, peor que si fuera estéril, crea raros
productos en los secos arenales hasta donde
impone sus características a los agricultores de
Egipto.
670 De allí se pasa a los pueblos de Asia, una
tierra fértil en toda clase de producciones, donde
corren ríos dorados y el mar brilla con gemas
(perlas); los bosques perfumados transpiran sus­
tancias curativas; la más importante es la India, la
región de los partos es como un mundo, las
murallas (cordillera) del Monte Tauro parecen
llegar hasta el cielo. Otros tantos pueblos de
diversos nombres se encuentran en torno a él,

126
llegando hasta Tanais que, inundando la Escitia,
separa en dos partes el mundo (el lago Meotis, el
peligroso mar del Ponto Euxino y el extremo del
Helesponto en la Propóntida). Este es el final que
puso la Naturaleza a la poderosa Asia.
El resto pertenece a Europa, ésta fue la 680
primera que Júpiter recibió después de su tra­
vesía a nado sobre las olas, después de cambiar su
disfraz de toro (dio al mar el nombre de la joven y
consagró el monumento en recuerdo de su amor).
Tierra abundante en hombres y la más fecunda en
ciudades cultas: Atenas, que destaca en el campo
de la elocuencia; Esparta, en su fuerza guerrera;
Tebas, en sus dioses y Tesalia y el Epiro en un rey
único; la vecina Iliria por sus costas; Tracia, que
tuvo la suerte de albergar a Marte; la admirable
Germania por sus gigantescos habitantes; Galia,
por su riqueza; España, máxima en la guerra;
Italia que lo es en todo y, de ésta, Roma la mayor, 690
pues dominó todas las tierras y se aproxima al
cielo en grandeza (32).
Estos son los límites a considerar en el mundo Gobierno
entre la tierra y el mar; Dios repartió a cada Signo geográfico
una parte, y dió su tutela a cada uno como de los
regencia. También añadió a cada Signo los Signos
pueblos correspondientes y las ciudades impor­
tantes en las que pudieran ejercer su influjo las
constelaciones.
Lo mismo que la figura humana se expresa en
los Signos, aunque el gobierno de éstos se lleva a
cabo en todo el cuerpo, también cada parte del
mundo es gobernada particularmente (así Aries 700
rige la cabeza, Tauro el cuello, Géminis los
brazos, Cáncer el pecho, tú Nemeo (Leo) la
espalda, tú Virgo el Vientre, Libra las nalgas,
Escorpio la región inguinal, Sagitario los muslos,
Capricornio prefiere las rodillas, el joven Acuario
defiende las pantorrillas y el resto del cuerpo
32.�EI autor aquí parece confesarse romano, aunque el texto sea alejandrino.

127
Piscis), del mismo modo cada Signo domina en
las distintas tierras.
De acuerdo con ello, la raza de los hombres
está dispuesta en variadas costumbres y diferentes
figuras corporales, y se forman genetes de un
color característico; tienen entre sí conexión por
medio de leyes particulares propias la consti-
710 tución somática misma y la forma especial de
sociedad. La rubia Germanía engendra individuos
de gran estatura; Galia está menos teñida por este
color que sus vecinos. España, más dura, con­
forma sólidos miembros en sus habitantes. El
padre de la ciudad (Marte) induce un rostro
marcial a los habitantes de Roma, y Venus,
combinada con él, hace que sus miembros sean
armónicos. La inteligente Grecia, en el color de
sus habitantes, indica por su aspecto el gimnasio y
los ejercicios deportivos. El pelo crespo indica el
720 origen sirio. Los etiopes manchan de negro el
mundo ofreciéndonos pueblos que pueden con­
fundirse con las tinieblas. La India da lugar a un
menor ennegrecimiento y proporciona un color
más moderado. Ya más cerca de nosotros, la
tierra egipcia inundada por el Nilo, con sus
campos de regadío, produce una piel menos
atezada. Febo, con el polvo de las áridas tierras de
Africa, reseca a sus habitantes. Mauritania tiene
un nombre que corresponde al rostro, pues debe
su nombre al color mismo de sus habitantes (en
griego amaurós).
Has de añadir a todo lo anterior otros tantos
tonos de la voz, y otras tantas lenguas, costum­
bres según el caso y ritos de cada lugar. Agrega
730 además los frutos particulares de cada región
nacidos de una misma simiente, los cereales de
distintas clases, las diferentes variedades de le­
gumbres; ni siquiera tú, Baco, das tus presentes
con la misma liberalidad a todas las tierras,
enraizando vides diversas en collados diferentes.
Tampoco las plantas aromáticas nacen por igual

128
en todos los campos. A ésto suma las distintas
razas de animales domésticos, los animales sal­
vajes propios de cada lugar, los elefantes, por
ejemplo que sólo se producen en dos regiones de
la tierra. Hay tantos mundos como partes dis­
tintas en el mundo mismo, y las constelaciones
descritas influyen en determinadas regiones y 740
gobiernan a gentes sujetas a su éter.
Aries, situado en la parte media del cielo
(Ecuador), entre el Signo de Cáncer (en un
extremo) y el helado Capricornio (en el otro), nos
trae la primavera, reclama el mar en cuanto a
influencia, que él mismo había vencido cuando
tras la pérdida de la virgen (Helena) llevó a su
hermano a la orilla, y se quedó triste por la
disminución de su carga y el alivio de su espalda.
También lo adora la vecina Propóntida, las gentes
de Siria, los vecinos persas de flotantes capas y
ajustados vestidos; el Nilo se desborda en el Signo
de Cáncer y, por esto, gobierna la tierra de
Egipto, obligada a nadar en él.
Tauro gobierna los montes de Escitia, el Asia 750
poderosa y la Arabia feliz, región abundosa en
bosques.
El Ponto Euxino (Mar Negro) semejante a un
arco de Escitia, te hace compartir, oh Febo, bajo
el nombre de Géminis, el gobierno de tu hermano
(Hércules); el Ganges en su final también es
gobernado por este Signo, y el Indo, tostado por
el Sol.
Los etíopes arden por Cáncer, debido al
exceso de fuego, y su mismo calor lo demuestra.
Frigia es gobernada por tí Nemeo (Leo),
consagrado a la madre de los dioses, y el reino
salvaje de Capadocia, las montañas de Armenia,
la rica Bitinia, y la tierra de Macedonia, que ha
admirado al mundo (con Alejandro).
Bajo la casta Virgo está la feliz Rodas, lo 760

129
mismo en la tierra que en el mar, cuna del
príncipe que ha de gobernar al mundo, y cierta­
mente casa del Sol, al que está dedicada, puesto
que encierra el que ha de ser, después del César, la
luz del mundo. También están bajo su dominio,
las ciudades de Jonia, los campos de Dórida, el
antiguo pueblo de Acadia, y la famosa Caria.
¿Qué Signo mejor para gobernar Italia, si es
que podemos deducirlo, que aquél que rige todas
las cosas, que conoce su proporción, que esta­
blece sus valores, separa lo legal de lo ilegal, del
770 cual dependen las estaciones y en el que son
iguales los días y las noches? Libra gobierna
Italia, bajo ella fue fundada Roma, mantiene con
su dominio del mundo la proporción de las cosas
y en su balanza eleva y aplasta los pueblos, y con
su adecuada venia sujeta al mundo que de ella
depende.
El Signo siguiente (Escorpio) eligió las forta­
lezas de la vecina Cartago, la Libia, los países
fronterizos de Egipto y los antepasados del
pueblo romano. Se extiende su dominio hasta las
costas de Italia y de Cerdeña, y otras islas
esparcidas por este mar. No así Sicilia, contenta
de seguir la regencia de su hermana Italia bajo el
780 mismo Signo que ésta. Próxima a Italia, y
separada por un corto estrecho, sigue sus mismas
vicisitudes, y también está unida por Signo.
La tierra de Gnosia (Creta), circundada por el
mar, pertenece a Sagitario, y el hijo de Minos, que
es doble, concuerda así también con un Signo
doble. De aquí que Creta fabrica veloces flechas,
y sus habitantes imitan la constelación en el
manejo del arco. Este Signo ambivalente, terres­
tre y marino, gobierna los pueblos hispanos, y los
de la Galia feraz, y a tí, Germanía, digna madre de
las fieras, con inundaciones continuas, pareciendo
lo mismo una tierra que un mar.
790 El joven Acuario, de delicados miembros,

130
tiene el gobierno del templado Egipto, y las
fortalezas de Tiro, las gentes de Cilicia y los
campos próximos de Caria.
El Eúfrates se atribuye a Piscis: Venus se
hundió en sus aguas convertida en pez, escapan­
do de Tifón. En los partos (Persia) existe una gran
región circundada de grandes costas, y gentes
dominadas desde hace siglos por ellos, Bactriana,
Ariana, Babilonia, Susa, la isla de Panis, y otras
muchas difíciles de describir, y el Tigris y el
brillante litoral del Mar Rojo.
Tal es la división de la Tierra entre los diversos 800
Signos: de estos hay que tomar la regla de cada
uno, puesto que la misma relación observan las
regiones que la que hay entre los Signos: y lo
mismo que en estos, se atraen o rechazan con odio
entre sí, unas veces por la Oposición, otras unidos
por un Trígono, y otras veces por otra causa, el
resultado se modifica con los diversos influjos. De
este modo, unas tierras se corresponden con
otras, unas ciudades con otras, unas costas con
otras, y unos reinos son contrarios a otros. Por
idéntica razón, cada individuo busca o rechaza
determinado lugar para vivir, así como lo conve­
niente para él o los peligros que ha de tener de un
lugar, puesto que el influjo de su formación
desciende a la tierra desde lo alto del cielo. 810
Observa también ahora los Signos denomina­ Signos
dos en griego eclípticos, porque cansados por los eclípticos
largos años de su movimiento parecen a veces
entorpecidos por su estéril movimiento (influjo).
En realidad, nada hay igual en la eterna duración
del tiempo, ni las flores se mantienen eternamente
y con el mismo color. Por el contrario, todos los
días son diferentes, son distintos los años: las
cepas productivas dejan de dar sus frutos y niegan
sus continuos dones, cansadas de crear. A su vez,
las tierras que había sido estériles a la siembra nos 820
dan luego nuevas producciones sin pedirnos nada.

131
La tierra, apoyada en sólidos cimientos, a veces se
abre bajo nuestros pies, y en cierto modo flota
sobre sí misma: el Océano vomita sus aguas y las
bebe de nuevo con avidez, sin poder contenerse en
sus límites. Así, en otro tiempo, sumergió ciu­
dades, cuando Deucalión quedó como único
heredero del género humano. También cuando
Faetón tomó las riendas de su padre el Sol se
incendiaron los pueblos y se temió la conflagra­
ción del cielo, los Signos ardieron con nuevas
830 llamas y la Naturaleza temió enterrarse a sí misma
en una pira funeraria. De tal manera cambian las
cosas al cabo del tiempo y vuelven a sí misma.
Del mismo modo que los Signos, en deter­
minado tiempo, pierden sus influencias, en otro
tiempo las recuperan. La causa es patente, pues
la Luna priva de la luz de su hermano el Sol a
algunas constelaciones, inmersa en las tinieblas
de la noche, cuando intercepta los rayos del
disco solar, y tampoco aparece la luz lunar, ya
que ésta es la del Sol. Estos Signos se debilitan
de la misma manera que ella, disminuidos a su
vez, desprovistos de su influencia normal (33), y
840 parece que están de luto por el funeral de la
Luna. Su misma denominación de Signos eclíp­
ticos indica sus funciones; los antiguos los deno­
minaron Signos eclípticos, y son dos, no próxi­
mos sino opuestos, de modo que entonces la
Luna solamente tiene eclipse cuando el Sol, en
su movimiento, no ve los Signos contrarios.
Pero en él, el debilitamiento no es el mismo, a
veces tiene efecto todo el año, el final del debi­
litamiento algunas veces se prolonga y otras se
abrevia, pudiendo durar más tiempo del de una
revolución solar de un año.
33.--La idea sustentada es que es la Luna la productora del influjo en los
Signos. Esto es de gran interés. y enlaza con la nota núm. 14 anterior en
la doctrina de las partes: nos retrotraería a tiempos del calendario lunar,
ya que los Signos provienen de la posición de la Luna en cada mes del
año, y además en figura de Luna Llena, que da la luminosidad máxima y
es la que produce la influencia, o excita dicho influjo en el Signo o parte
del cielo correspondiente en que se halla.

132
Cuando se ha cumplido el espacio dedicado 850
a cada uno, y se ha realizado su trabajo en una
estación dada, entonces los dos Signos que
brillan opuestos en el cielo, pasa el influjo a los
siguientes contiguos, que salen y se ocultan
sobre la tierra antes de ellos. La tierra no puede
contrariar el influjo del cielo, sino que el cielo
actúa con su movimiento y ella lo sigue, queda
privada de las influencias que ya han desaparecido,
y no da ni tantas riquezas ni tantos males. El
lugar hace variar todas las cosas. Teoría del
Pero pensamos, ¿por qué apoyarse en tan conoci­
débiles razones escrutando el cielo, si el espíritu miento
de cada cual los rechaza, el temor quita la espe­ 860
ranza e impide que lleguemos hasta el límite del
conocimiento?
En efecto, la Naturaleza oculta su esencia en
su amplio seno, y rehuye la mirada de los
mortales y sus deseos: y no puede ser útil su
estudio porque todas las cosas se rigen por el
hado, y el hado mismo nos es impenetrable.
¿Quién ordenará sufrir su propia desaprobación?
¿O rechazará los bienes que ni la Divinidad
misma puede desaprobar? ¿O bien cerrar los ojos
de la mente que la misma Naturaleza nos dio?
Observemos el cielo: ¿por qué no hacer bajar
estos mismos bienes por la gracia del cielo hasta
lo más profundo del Universo, estudiar esa gran 870
mole con sus elementos esenciales, y hacer via­
jar ese producto del cielo (el espíritu) por aque­
llo mismo que lo alimenta, llegar hasta los lími­
tes del mar, bajar hasta lo más profundo de la
tierra, suspendida en el espacio, y vivir en el
orbe entero? Porque la Naturaleza ya no está
oculta, lo vemos todo. Una vez tomada pose­
sión del Universo, tenemos el poder y nos con­
sideramos una parte de él y, creados por los
astros, accedemos a ellos.
¿Es acaso dudoso que la Divinidad habita en

133
880 nuestro pecho? ¿O que las almas vienen del cielo
y al cielo vuelven? ¿O que todos los elementos
del mundo están formados por aire, fuego,
tierra y agua, además de un espíritu con su mo­
vimiento que vela para que se cumpla lo orde­
nado: del mismo modo que hay en nosotros un
cuerpo de materia terrena, alma en la sangre y
un espíritu que rige todas las cosas y dispone
del hombre? ¿Qué extraño es que los hombres
puedan conocer el mundo, si el mundo se halla
en ellos mismos, ya que cada uno es un ejemplo
de Dios en imagen reducida? ¿Acaso puede creer­
se que el hombre venga de otra parte sino del
cielo mismo?
890 Todos los animales se encorvan hacia la
tierra, o se hunden en el agua, o se suspenden
en el aire: privados de razón, sin el don del len­
guaje, se limitan a descansar, a comer y a los
placeres de los sentidos. (El hombre) es único en
el conocimiento de las cosas, en la destreza de
la palabra y capaz de la inteligencia así como
del cultivo de las diversas artes. Una vez venido
al mundo el que lo había de gobernar, se ha
agrupado en ciudades, ha domeñado la tierra
para que produzca, capturado los animales,
impuesto sus caminos al mar, se mantiene solo
en la cúspide, con la cabeza erguida, victorioso,
900 y ha dirigido los ojos a los astros en triunfo:
mira de cerca el cielo e interroga a Júpiter, no
se contenta con la apariencia de los dioses,
escruta lo profundo del cielo y, estando relacio­
nado con éste, se busca a sí mismo entre los
astros. Inquirimos la señal de los hados unas
veces tomándola de las aves y otras del vientre
de los bueyes en sus trémulas vísceras. ¿Acaso es
menos racional buscarlo en los sagrados Signos
que en la muerte de animales domésticos o en
los cánticos de las aves?
Además, el mismo Dios deja verse en el orbe
910 del cielo, y descubre sus Aspectos y cuerpos

134
siempre girando, se insinúa y ofrece a sí mismo
para que se le pueda conocer bien, y el que lo
observe, aprenda su movimiento y se obligue a
acatar sus leyes. El Universo mismo atrae nues­
tro espíritu hacia los astros y no soporta el
desconocimiento de sus leyes, puesto que no las
oculta. ¿Quién puede pensar que sea malo el
conocer lo que es posible contemplar? No des­
precies tus fuerzas por estar contenidas en un
cuerpo pequeño: lo que tiene dentro es de un
valor inmenso (34), igual que una pequeña canti­
dad de oro tiene mayor valor que grandes
cantidades de bronce. También el diamante es
una piedra diminuta y sin embargo es más
precioso que el oro. Igualmente es pequeña la
pupila y es sin embargo capaz de abarcar el
cielo entero, y lo que ven los ojos es sólo una
parte mínima, mientras que pueden contemplar
lo más grande. Del mismo modo, el lugar del 920
espíritu, situado en un pequeño corazón, reina
en todo el cuerpo, fuera de su estrecho límite.
No tengas en cuenta el tamaño de la materia,
analiza sus fuerzas más bien: éstas dependen de
la razón, no del peso. La razón lo vence todo,
no dudes en creer en una inteligencia divina en
el hombre: él mismo hace ya dioses y proyecta
su espíritu a los astros y, bajo el príncipe
Augusto, el cielo crece más aún.

34.-Esta parte refleja doctrinas de los estoicos, probablemente lo es el mismo


autor, a juzgar por la tónica general de su escrito.

135
LIBRO V:
INFLUENCIA
DE LAS ESTRELLAS FIJAS
Constela- Otro hubiera terminado aquí el camino, una
ciones extra­ vez descritos los Signos: no hubiera ordenado
zodiacales: su trabajo más allá de los cinco cuerpos que se
influjos mueven en sentido contrario a las estrellas,
Febo con sus cuádrigas, y Delia (la Luna) con
sus parejas, dejando el cielo expuesto de esta
manera. Luego descendería del orbe de los
Signos a través de las luces intermedias de
Saturno, Júpiter, Marte y el Sol, y después las
de Venus y el hijo de Maya (Mercurio) y final­
mente tú, Luna, continuamente incierta en tu
posición.
Pero el cielo me ordena que siga el camino y
me deje llevar por la esfera de todas las cons­
telaciones y recorrer el firmamento una vez que
to he sido enviado a viajar en el carro del éter
hasta tocar la más elevada cima de su bóveda.
De una parte me atrae Orión, parte más
extensa del amplio firmamento, y el Barco de
los héroes que todavía ahora navega entre lo�
luminosos astros, el Río tortuoso que discurre a
lo lejos en el cielo, el Centauro, la Ballena
cubierta de escama y con amenazadoras fauces,
el vigilante guardián de las Hespérides y de sus
frutos de oro, el Perro, portador del fuego a
todo el mundo, el Ara de los dioses en la que el
cielo ofrece sus votos. En otro lugar, el Dragón
20 que se retuerce entre las dos Osas gemelas, el
Cochero, que conduce su carro, y el Boyero su
arado, la celeste dote de la Corona de Ariadna,
el victorioso Perseo con su espada, con la que
dió muerte a la horrenda Medusa, Cefeo y su
esposa, que niega ser el padre de Andrómeda, el
estrellado Caballo que vuela, el Delfín, dispu­
tando su velocidad a la Flecha, Júpiter disfra­
zado de ave (el Cisne) y todas las demás conste­
laciones que se mueven por el cielo.
Estas son las que voy a describir con sus
particulares influjos, la intensidad que tienen en

138
el orto y el ocaso, el grado de cada Signo que 30
corresponde (en el orto) a cada una. Antigua-
mente el creador del cielo atribuyó a dichas
constelaciones sus influencias y tiempos propios.
El jefe del rebaño y vencedor del puente (Heles­
ponto), lo que le valió el título y función para
ello, ni siquiera pudo conservar su piel en la
hazaña; éste hizo traer a la princesa de Cólqui­
da y las magas anteriores a Medea a !oleos y
propagó los venenos por todo el mundo. Tam­
bién ahora como si continuara navegando, con­
duce la cercana popa del navío de Argos por los
astros a su derecha. Cuando empieza a salir con
sus luces la popa del barco, el cornudo Aries
está ascendiendo en su grado 4º (35).
El que naciere bajo su Ascendente será timo- 40
nel, agarrado fijamente al timón, cambiará la
tierra por el mar, buscará la fortuna en los
vientos, querrá atravesar todo el mar en barco,
deseando encontrar otros Minyas (Argonautas),
parecer otro Phasin, y vencer en los escollos al
temible Tiphis. Suprime el nacimiento de estos
hombres bajo tal constelación y habrás elimina-
do la guerra de Troya, la efusión de sangre al
partir las escuadras o llegar a tierra; Persia no
habrá sido transportada por mar, ni Jerjes
navegará ni se construirá el puente; la Atenas de
Salamina no hundirá en ruinas a los siracusa-
nos, no flotarán los restos de la escuadra de
Cartago sobre el mar, ni el mundo estará pen- 50
diente del golfo de Actium, ni la suerte del orbe
dependerá de la inconstancia de las olas. Bajo
estos guías, las escuadras son conducidas por el
brumosos mar y la misma tierra es explorada, y
todo el orbe es utilizado para fines diversos
gracias a los vientos.
El gran ORION surge a los 10 grados de
35. --El punto del Signo que se halla en el Horizonte coincide con el punto de
la constelación solamente para una Latitud determinada, que sin duda de
nuevo es Alejandría. En Latitud diferente la coincidencia no existe.

139
Aries a su izquierda, y abarca el gran Olimpo
( éste, cuando brilla sobre la tierra, como arras­
trando a todo el cielo, la noche contrae sus alas
emulando al día).
60 Esta constelación produce espíritus vivos y
cuerpo ágil, una mente dispuesta en su actividad
y en todas las preocupaciones un ánimo infati­
gable y valiente. Vale por todo un pueblo,
parece hallarse siempre en toda la ciudad, reco­
rriendo todas las puertas, con una palabra para
cada uno, saludando a todos como amigos
desde por la mañana.
Cuando Aries se halla ascendiendo en su
grado 15°, el COCHERO sale por el Horizonte
marino, y arranca sus ruedas cuesta arriba
70 desde la parte inferior, en la que el glacial
Bóreas empuja con sus constantes vientos del
Norte.
Esta constelación dota de un esfuerzo particu­
lar y la habilidad que antes había mostrado en la
tierra la conserva ahora en el cielo: mantenerse en
pie en el rápido vehículo, gobernando las cuatro
bocas con las riendas de los espumosos frenos; do­
minar las fuerzas poderosas de los corceles, ceñirse
en la veloz curva, o bien, al salir una vez abierta
la barrera, animar fogosamente a los caballos,
adelantarse en el carro que vuela, con las ruedas
80 tocando tierra levemente, ganando al viento en
su carrera; o bien, conteniendo la cabeza del
grupo, mover oblicuamente el carro arteramen­
te, cruzándose para retrasar a los otros parti­
cipantes en la carrera; o correr unas veces por el
lado derecho situándose en el centro y, asegu­
rándose del estado de la pista, esperar hasta el
último momento, cerca de la meta, suspendien­
do la duda y la esperanza hasta el final. Tam­
bién incluye la habilidad de saltar de una grupa
a otra de los caballos, poder fijar sus pies
volando de uno a otro, jugando sobre la espal-

140
da de los corceles; o también, conduciendo un
sólo caballo, ejercitarse a veces en luchas duran­
te la carrera en el circo, o con ejercicios de
armas. Poseerá cualquier habilidad relativa a 90
esta clase de ejercicios.
Yo pienso que Salmoneus pudo haber naci­
do bajo esta constelación (éste llevaba a cabo la
imitación del cielo, conduciendo una cuádriga
sobre un puente artificial de bronce, expresando
el sonido del trueno, y pretendía atraer a Júpi­
ter a tierra; pero pronto se convenció de que el
rayo malamente puede imitarse y, alcanzado él
mismo por un rayo de verdad, con la muerte
fue adoctrinado por el mismo Júpiter). También
puedo creer que Belorofonte nació bajo esta
constelación, puesto que abrió el camino que
conducía a los signos del cielo. El cielo era su
campo de carreras, y éste y la tierra se halla­
ban bajo sus pies, no dejó rastro alguno del
camino. Has de considerar todas estas cualida­ 100
des cuando el Cochero se encuentra en el As­
cendente del horóscopo.
Al surgir Aries en su grado 20° empiezan a
salir las barbillas trémulas de las CABRAS, y al
final saldrán encima de la tierra sus dorsos
erizados. Bóreas sopla a su derecha.
No creas que el influjo de esta constelación
es de seriedad: no pienses en severos Catones, ni
en Torcuato condenado por su mismo padre, ni
en las hazañas de los Horacios: ello es demasia­
da carga para esta constelación, y no encajan
tales hazañas en las petulantes Cabrillas. Se
divierten, al contrario, en cosas ligeras, propor­
cionan afectos lascivos, se desvelan con ágiles
ejercicios y con la fuerza física, y llevan la ju­ 110
ventud repleta de amores inconstantes. En el
peligro, nunca la virtud, sino mas bien la pa­
sión, los empuja, y la voluptuosidad se vende
por la torpeza o por la muerte. (Y el haber

141
muerto es un mínimo mal, ya que se ha llegado
a ésta por el pecado). Asimismo, la constelación
proporciona inclinaciones por la cría de anima­
les domésticos al nativo, produce pastores de
rebaño, con su gaita al cuello, que emite soni­
dos mediante el juego de sus orificios.
Cuando sale el 27º grado de Aries, nacen las
HIADES: al nacido en ese momento no le gusta
120 la tranquilidad, no es para ellos de ningún fruto
el ocio sino que buscan el populacho y la plebe
y el movimiento de las cosas. La sedición y la
protesta los domina: quieren ser Gracos actuan­
do en el foro y el monte sagrado, y que los
quírites desaparezcan de Roma; aprueban las
guerras civiles, y dan pie a la vigilancia de los
magistrados. También pastorean animales in­
mundos por los campos yermos: probablemente
nació aquí el porquerizo del Laértida. Las Hía­
des generan en el Ascendente estas cualidades.
Cuando ha salido el último grado de Aries,
mostrándolo completo sobre la tierra, y ha
salido de debajo del Horizonte del mar, sale la
130 CABRA, que vigila las Cabrillas que van delan­
te ( estrellada en el helado Polo que queda a la
derecha), nodriza del gran Júpiter, ella propor­
cionó alimento al Tonante, sus ubres llenaron
de leche su ávida boca otorgándole fuerza sufi­
ciente para lanzar el rayo.
Nacen aquí espíritus tímidos, corazones ti­
moratos que huyen del estrépito, pendientes de
las mínimas alteraciones. En ellos hay también
un deseo innato de ver lugares desconocidos,
como cuando las cabras buscan por los montes
nuevos arbustos, siempre contentas de pacer en
sitios más alejados.
140 Tauro camina hacia atrás, y cuando aparece
su 6° grado, muestra las hermanas PLEYADES
similares en brillo.

142
Soplando de ellas el alma, dan lugar a
nativos influidos por Baco y Venus, que buscan
festines, convites, son de corazón atrevido, ale­
gre risa y picante mordacidad. En ellos habrá
siempre el cuidado y la apariencia de sí mismos,
y la fachada de su persona; se ponen ensortija-
das pelucas, recogen su cabello con sujetadores, 150
o bien se hacen un tupé en lo alto, o varían su
aspecto con pelucas. Se depilan con piedra
pómez las partes vellosas del cuerpo, odian todo
signo piloso varonil y les gustaría tener los
antebrazos sin vello alguno. Les agradan los
vestidos femeninos, se calzan no por comodi-
dad, sino por apariencia, les gusta caminar rít-
micamente y a saltos como las mujeres. Se aver-
güenzan de ser hombres, y su ceguera es tal que
se jactan de su enfermedad en nombre de la
virtud. Para ellos, el amar no es suficiente,
quieren hacer ver que realmente aman.
Al salir los hermanos astros de Géminis en
el cielo, ascendiendo del mar en el 7° grado de
los mismos, nace la constelación de la LIEBRE.
A los nacidos en esta constelación, la Natura- 160
leza apenas ha negado las alas y la agilidad de
las aves. En sus miembros habrá tanta fuerza
que igualan la velocidad del viento: han ganado
la carrera aún antes de que se dé la salida.
Están prestos a eludir con rápidos movimientos
los rígidos cestos (guantes de combate); unas
veces con ligereza rehuyen los golpes y otras los
devuelven al adversario; recogen la pelota que
se escapa con veloz salto, utilizando lo mismo las
manos que los pies, y aplican el ágil brinco
moviéndose con impulsos súbitos de sus ágiles
brazos. Otros son capaces de lanzar gran núme-
ro de pelotas, y repartirlas cayendo en todo su
cuerpo cubriéndolo, recibirlas con sus manos
cada una con su trayectoria, para devolverlas a 170
su vez, de modo que cada una revolotea como
dirigida y dominada por ellos. El nativo está

143
vigilante incluso mientras duerme, y supera las
preocupaciones con el ingenio, y su tiempo de
descanso lo llena con diversos juegos.
Voy a describir ahora la constelación próxi­
ma a Cáncer, en cuya parte izquierda sale el
tahalí de ORION.
Aquellos que lo tienen como Ascendente, te
veneran a tí, Meleagro, consumido por las leja­
nas llamas, y que con tu muerte causaste tam­
bién la de tu madre, que perdiste la vida lenta-
180 mente antes de expirar al final. Estos intentan
llevar a cabo los trabajos de Atlas, y veneran a
la heroica joven que en la roca de Caledonia
venció al monstruo, y que era más fuerte de lo
que cabía pensar que fuera como mujer, derri­
bándolo al primer golpe. Admiran a Acteón en
los bosques, antes de ser presa de sus perros,
llevándose las piezas cobradas. Otros también
cazan con redes, se llenan de espantajos las
grandes montañas y preparan lazos con tram­
pas, se colocan cepos, los animales salvajes son
capturados con lazos en su carrera, o son
muertos por los perros o con las armas, y final­
mente se cogen las piezas cobradas. Hay tam­
bién quienes tratan de capturar diversas clases
190 de animales en el mar, y cazar los cuerpos de
los monstruos subacuáticos en las aguas profun­
das llevándolos a las arenas de la costa; llevan
la guerra al mar y hasta el temible Océano;
interceptan las corrientes de los ríos cruzándolas
con redes, y no dudan de perseguir su presa por
medio alguno. Porque ya no es suficiente la
tierra para nuestro lujo, el vientre se hastía de
todo alimento y el mismo Nereo ha de satisfacer
la gula mediante los productos del agua.
PROC/ON (Can Menor) asciende cuando ya
se halla Cáncer en el grado 27 ° emergiendo del
mar.
Esta constelación no caracteriza al nativo

144
como cazador, sino que le da armas para la 200
caza; alimentar cachorros diestros para ello,
estudiar su raza, establecer sus cualidades según
la región de que provienen; hacer redes, vena-
blos fuertes con puntas endurecidas, formar
vallas puntiagudas entretejidas, y todo lo que
suele utilizarse en la caza, será el objeto de
fabricación para una profesión lucrativa.
Cuando Nereo (Leo) nos enseña sus fauces
ardientes, sale una constelación del CAN MA­
YOR, y vomita sus llamas la canícula: quema su
fuego y duplica su calor el Sol cuando lanza su 2 10
hálito sobre la faz terrestre incidiendo con sus
rayos, y el mundo brilla en sus cenizas como si
hubiera llegado a su fin. Las olas de Neptuno
languidecen y desaparece el recuerdo de la verde
savia y de las hierbas. Todos los animales
buscan lejanas tierras y el mundo necesitaría
hallarse en otro lugar. La Naturaleza misma
enferma de sus propias dolencias agobiada por
los calores excesivos y vive su propia muerte.
Tal es el calor extendido por todo el cielo. Y
parece como si todos los astros se centraran en
uno solo.
Si el nativo se halla bajo dicho Ascendente,
cuando la constelación sale por el horizonte
marino, producirá en él un espíritu desenfrena-
do y un valor impulsivo, cederá a los accesos de 220
ira, el odio y el miedo de todo el mundo. Se
deja arrastrar por sus palabras y antes de la
palabra está ya la acción, y sus grandes excita-
ciones provienen de causas mayores, pero su
lengua es airada, y al hablar vocifera: se muerde
y traba la lengua con la excitación de la pala-
bra. El vicio aumenta el vicio, y Baco le insufla
su fuerza, y endurece aún más su cólera. El
nativo no teme los bosques ni despoblados, ni
los leones ni los espumeantes colmillos del jabalí
o las garras de las fieras. Descarga su cólera en
lo primero que se le presenta. No es extraño que

145
sean éstas las cualidades de la constelación, pues
¿no ves cómo esta se encuentra cazando en el
firmamento? Intenta alcanzar a la liebre en su
carrera, la cual corre por delante de ella.
El último grado de Leo ascendiendo en el
cielo señala el nacimiento de la CRA TERA de
oro, cincelada de estrellas.
El que venga al mundo en esta posición será
aficionado a los campos de regadío, los arroyos,
los lagos, y se juntará contigo, Baco, desposán­
dose con tus viñas, arreglando los emparrados,
imitando el movimiento de los astros con el
240 follaje, o bien, confiando la misma fortaleza de
la planta, pondrá guías abandonándola a sí
misma. En otros casos, cortando un sarmiento
de la cepa, plantará una estaca en tierra y
sembrará cereales entre las parras. Y como hay
innumerables formas de cultivo en cada región,
estudiará las de cada una: además, no agotará
el vino recogido, él mismo gozará de los frutos
de su propiedad, y se alegrará con el vino puro,
perdiendo su razón en el vaso que bebe. No
confiará su esperanza solamente en los frutos
anuales de la tierra, buscará también las rentas
sobre la cosecha, y el comercio con ella, prin-
250 cipalmente aquéllas dependientes del agua, y no
se alejará del mar. Tales atribuciones tiene la
Crátera, que tiene influencia sobre los líquidos.
Ahora surge Erígona (Virgo), que cuando ha
subido 5 grados, ascendiendo del mar, vienen al
Horizonte los brillantes monumentos que en
otro tiempo fueron la CORONA DE ARIAD­
NA y que proporcionan a los nativos las bellas
artes. Aquí brillan los dones de la virgen, allí
está saliendo la virgen (Virgo) misma.
El nativo cultivará el primoroso huerto de
brillantes flores, humildes violetas, rojos jacin­
tos, azucenas, la adormidera que imita los colo­
res de Tiro, y la flor de la rosa de primavera, de

146
un rojo brillante. Plantará el oscuro collado con 260
plantas donde no falte el verde césped, y embe-
llecerá los prados con colores auténticos, o
combinará flores variadas colocando guirnaldas,
figurará su constelación. Exprimirá también los
jugos de las plantas y los combinará con el
perfume de los bosques de Arabia proporcio-
nando ungüentos semejantes a los perfumes de
Media para que sea más perfecto mediante la
mezcla de sus componentes. Les agrada también
la práctica de la limpieza, el arte del adorno, los
placeres de la vida y la satisfacción inmediata.
Inclinan a ello las flores de la Corona de la
virgen y su juventud.
Pero cuando la hirsuta espiga (SPICA) surge 270
con el 10º grado de Virgo, lleva delante las
protectoras argañas de su cuerpo. Ello indica el
esfuerzo en cultivar los campos baldíos, confiar
las simientes a las tierras aradas, tener suerte en
la cosecha de abundantes frutos y buscar grane-
ros para la mies (esto debiera ser lo único digno
de ser conocido por los hombres sobre la tierra,
mejor que los metales: no habría entonces ham-
bres ni ayunos en las naciones, los alimentos
serían abundantes para todos, y las gentes se
hartarían). Si acaso no puede dedicarse el nati-
vo al trabajo de la tierra, tendrá un oficio que
no se podrá llevar a cabo sin ayuda de Ceres, o 280
la utilización de semillas; o bien trillará bajo la
dura sílice el trigo, moverá las ruedas suspen-
didas del molino, se dedicará a mojar el trigo,
cocer la harina al fuego, preparar el alimento
del hombre y, con la misma masa, hacer innu-
merables clases de alimentos. Y puesto que la
espiga está dispuesta en forma de ordenadas
hileras de granos, y se parece al orden de
construcción de los edificios, y ofrece alojamien-
tos y celdillas, influirá en que prepare decora-
ciones en los sagrados templos, construyendo un
nuevo cielo para Júpiter bajo techado. Esto era

147
290 en otro tiempo privativo de los dioses, pero
ahora ya forma parte del lujo: los triclinios no
envidian a los templos, y sus antiguos techos de
oro se han convertido en nuestros cubiertos de
mesa, también fabricados en oro.
Observa la FLECHA que asciende con el 8º
grado de Libra.
Ella dotará al nativo del poder de lanzar la
jabalina con los brazos, la flecha con el arco, y
las piedras con la honda; cazar un ave en lo
más alto de su vuelo o atravesar un pez con el
tridente. ¿Qué otro Ascendente puedo dar al
nacimiento de Teucro? O tú, Filoctetes, ¿dónde
300 puedo pensar que hayas nacido? Aquél rechazó
los fuegos de Héctor con el arco y la flecha
(éste lanzaba peligrosos fuegos hacia los mil
barcos de la flota) portaba en su carcaj la suerte
de la guerra de Troya y era, en su exilio, más
peligroso que los enemigos armados. También
ha debido nacer bajo tal constelación aquel
padre capaz de buscar y lanzar diestramente el
arma contra la serpiente asentada en la cara de
su hijo, absorbiéndole al mismo tiempo el sueño
y el alma (sangre). El ser padre le sirvió de
maestro: la Naturaleza venció al peligro, y libró
a la vez al niño del sueño y de la muerte; éste
entonces nació por segunda vez, y fue arrebata­
310 do al destino durante el sueño.
Pero cuando el imprudente CABRITO pare­
ce que busca a sus restantes hermanas errando
por los distantes campos, y tras largo tiempo
vuelve al rebaño, origina espíritus diestros, y
promueve la tendencia a diversas profesiones,
preocupándose de otras cosas y no contentándo­
se con las suyas. Los nativos se dedican a la ad­
ministración del pueblo y se encargan de la
magistratura y leyes públicas. No se realizarán
las ventas públicas sin su presencia, ni faltará
como comprador de los bienes confiscados, ni
320

148
como culpable aprovechándose del castigo, ni
como deudor del erario engañará al Estado. Es
el abogado defensor de la ciudad. Asimismo,
goza de variados amoríos, se olvida del foro si
Liaeo (Baco) lo convence: alegre en el baile y
adaptable al arte escénico.
Al elevarse la LIRA la forma de la TORTU­
GA sobresale en el Horizonte del mar y después
de su muerte sirve aún como heredera del arte
de producir sonidos (como caja del instrumen­
to). Con ella Orfeo, el Oeagrio, antiguamente
dotó de pensamiento a las fieras, de sensibilidad
a las rocas, de oído a los bosques, de lágrimas a
Plutón y de término a la muerte.
De aquí vendrán las facultades vocales, de
los instrumentos de música de cuerda, la melo- 330
día expresiva de la flauta en sus diversas formas
y todo aquello que se puede expresar tocando
instrumentos con la mano, y se produce por el
viento. La constelación dará melodiosos cánti-
cos durante los convites, acompañará a Baco
con la música, y la mantendrá durante noches
enteras. Aunque haya otras preocupaciones,
murmurará canciones en voz baja, repetirá poe-
sías, cantará para sí mismo él solo. De tal modo
ocurren los nacimientos bajo el influjo de la
Lira, que lleva sus cuernos en los astros en el
momento en que ascienden del grado 26º de
Libra.
Cuando Escorpio sale en su grado 8 surge 340
el ARA semejando sus estrellas el fuego del
incienso (en ella los fieles antiguamente sacrifi-
caron a los Gigantes, y Júpiter no armó su dies-
tra con el rayo destructor antes de de oficiar
como sacerdote ante los dioses). En quiénes
podrá influir mejor esta constelación que en los
adoradores del templo, y en los ministros auto-
rizados de tercer grado, veneradores de los espí-
ritus sacros de los dioses mediante los cánticos,

149
casi dioses ellos mismos, y que pueden prever
las cosas futuras?
A cuatro grados más del anterior (12 º Escor-
350 pio) salen las estrellas del CENTAURO y éste
dota con sus cualidades a los nativos.
Influye sobre los mulos y los jacos; el nativo
uncirá animales mestizos, o se paseará erguido
en el carro, adornará los caballos con arneses o
los llevará al combate; tendrá por oficio curar
los cuerpos de los animales, y es cuestión difícil
de la ciencia el observar a los que no se quejan,
curar de una enfermedad desconocida a seres
que no hablan y descubrir al enfermo antes de
que sobrevenga la dolencia.
A continuación sale Sagitario en su 5º gra­
do, apareciendo ARTURO por el Horizonte del
mar. En ese momento la fortuna se atreve a dar
360 sus cualidades al nativo, para confiarle los teso­
ros reales y los sagrados erarios, reinando sobre
su propio rey, hacerlo ministro de sus propie­
dades. Los nativos se encargan de la protección
del pueblo, o son intendentes de las grandes
haciendas, dedicándose al cuidado de las pro­
piedades ajenas.
Cuando Sagitario ha salido por completo del
Horizonte marino, en su 30º grado, aparecen las
estrellas del plúmeo CISNE, que vuela por el
cielo con sus blancas alas.
Quien con dicho orto viene a la luz, aban­
donando el seno materno, al igual que la cons­
telación, se dedicará a los pobladores del aire en
370 el cielo, y a todo género de aves que utilizará
para el comercio. De ello nacerán mil ocupacio­
nes: comunicar la guerra a los aires, cazar aves
en vuelo o cogerlas en el nido o bien en el suelo
con redes, o lanzar estas últimas sobre una
rama cuando se posan para comer. Y todo ello
constituye un lujo, pues en alimentación se llega

150
más lejos que con las armas: comemos alimen­
tos que vienen de las fronteras de Numidia y de
los bosques de Phasos, se hacen llegar alimentos
de donde se transportó la piel de oro (el vello­
cino de oro) en el último mar descubierto.
También enseñará el nativo a las aves el lengua­
je y actitudes humanas, y nuevas relaciones, y
les hará expresar cosas que la Naturaleza no ha 380
permitido a las mismas. Porque el cisne en sí
mismo oculta un dios, y hay una voz en él, no
siendo por completo un ave, y murmura expre­
siones para sí mismo. No has de olvidar tam­
bién a los aficionados a criar las aves de Venus
(palomas) en la parte más alta de la casa, que
las dejan libres y las llaman con ciertas señales;
y los que crían pájaros en jaula, preparados
para obedecer sus órdenes, llevándolos por toda
la ciudad, algunos de los cuales tienen un pe­
queño pájaro como toda su riqueza. Tales ofi­
cios, y otros semejantes, son los que el Cisne
atribuye al nativo.
El SERPENTARIO, rodeado por el gran 390
anillo del Dragón, cuando llega a tu región,
Capricornio, hace a los nativos amigos de las
serpientes. Las mantiene en su seno, en sus
ropas, y aplican besos y caricias a estos veneno­
sos animales.
Cuando el PEZ AUSTRAL sale de su pro­
pio elemento (del Ascendente en el mar) y sube
al cielo actuando en un medio extraño (es decir,
fuera del agua), el que ha entrado en la vida en
dicho momento, pasará sus años en el litoral y
en la costa, pescará con anzuelo el pez en el
mar oscuro, buceando cogerá las perlas en sus 400
conchas y otros productos del fondo. No queda
osadía que no lleve a cabo. Se busca la ganan­
cia incluso a costa de ahogarse, y se saca al
buceador junto con la presa cobrada. No siem­
pre es pequeño el provecho de tan arduo traba­
jo: las perlas igualan a las riquezas, hoy casi

151
nadie es rico sin el brillo de la pedrería, y la
tierra se enriquece con el mar. Tal es, por tanto,
la suerte de quien nace bajo el Pez: induce
ocupaciones en la costa, o bien compra e inter­
cambia productos con otros en cualquier clase
de mercancía marina.
Cuando la LIRA asciende en el extenso
410 cielo, nacerá un investigador de los delitos, y un
ejecutor de los reos, que ordenará las cosas
referentes al crimen y descubrirá los elementos
ocultos del engaño. Igualmente, bajo la misma
constelación, se halla el verdugo ejecutor del
castigo, el cumplidor de la pena, el que demues­
tra la verdad y odia la falta cometida, y el que
apacigua las disputas con un concepto elevado
de la justicia.
El azulado DELFIN, cuando sale del Hori­
zonte marino y muestra sus escamas imitadas por
las estrellas, caracteriza a un nativo que combina
el mar y la tierra. Pues dicho pez, que se desliza
420 por el mar con sus rápidas aletas, unas veces
cortando la superficie y otras hundiéndose en el
fondo y recobrando nuevas fuerzas en su oscila­
ción que semeja la de la ola, así aquél que
proviene de su influjo, volará sobre las ondas:
agitando sus brazos alternativamente con lentos
movimientos, ora haciendo sonar el agua con sus
palmas, ora con ellas hundidas en el mar,
actuando como remos: a veces irguiéndose sobre
la superficie y nadando con los piés y andando
como sobre un suelo horizontal, o bien con los
brazos inmóviles a la espalda o a sus costados
flotando sobre el agua, reposando sobre la cresta
430 de la ola, sostenido por ella, figurando una barca
sin remos. Para los nativos es una alegría el
buscar el mar en el mar mismo, y hunden su
cuerpo en las aguas, penetran en las cuevas de
Nereo y tratan de ver las Ninfas acuáticas; se
apoderan de las riquezas del mar y de los
naufragios que allí yacen, escrutando ávidamente

152
las profundas arenas. Es el mismo el origen de la
inclinación en ambos casos aunque con distintos
oficios, pero resultado de una misma semilla.
Puedes también añadir a estas ocupaciones aque­
llos equilibristas que saltan sobre un balancín
despedidos hacia arriba compensándose uno con
otro en el salto alternativamente. O también los 440
artistas de circo que atraviesan las llamas o los
círculos de fuego, que caen suavemente sobre el
agua, imitando al delfín por la ligereza de sus
movimientos, que vuelan desprovistos de alas y
juegan en el aire. Si es que no llegan a practicar
estas habilidades, tienen al menos aptitud para
ellas: la Naturaleza les dará vigor necesario,
rapidez en la carrera y agilidad en los pies.
CEFEO en el Ascendente, en la región del
húmedo Acuario, no dará cualidades para el 450
juego: da una cara austera, y aspecto y compor-
tamiento de seriedad de carácter. Siempre estará
preocupado, traerá a la memoria ejemplos anti-
guos, elogiará las sentencias del viejo Catón,
tendrá expresión de tutor y la mirada de un tío
riguroso. También dará lugar la constelación a
individuos que gobiernan los años de la infancia
del hombre, utilizados como maestros y amos de
los niños, que los tratan como si fueran sus hijos,
aunque sean solamente los representantes de los
padres. También dota de palabras al actor (o
autor) de tragedias, cuyo estilo mismo será severo
aunque solamente sea en el papel. Se alegrarán los
nativos con el gesto agrio, las revoluciones, el 460
recuerdo del luto y del penoso sepulcro: el padre
que rechaza a sus hijos, el Sol que vuelve atrás
horrorizado y el día convertido en tinieblas. Se
complacerán con la guerra de Tebas y los
hermanos degollándose, un padre hermano de sus
hijos al mismo tiempo; los hijos de Medea, el
hermano y el padre; aquí las ropas envenenadas,
allí el fuego enviado como regalo de bodas, su
fuga por el aire y las dos serpientes que tiran del
carro. Puede ser que también Cefeo aparezca en

153
470 la representación escénica. Otros mil asuntos de
esta clase introducirán en sus versos. Y si alguno
trata de escribir cosas más agradables, com­
pondrá espectáculos cómicos de juegos diver­
tidos, jóvenes apasionados, muchachas raptadas
por amor, viejos enamorados, siervos dispuestos a
cualquier cosa. Todo aquello que para los siglos
futuros compuso Menandro bajo atractivo len­
guaje en su ciudad pues éste ofreció y consagró en
sus escritos los hechos de la vida misma. Y si
Cefeo negare otras tantas actividades con sus
influjos, será apto sin embargo para cosas cir­
cunstanciales, o bien imitando con su voz a los
480 poetas, o bien con mudo gesto: mostrará en su
rostro las pasiones, o lo expresará con sus gestos.
El solo será suficiente para representar todos los
personajes, haciéndose pasar por todos ellos. Su
cara tomará la expresión de cualquier estado de
ánimo, con el gesto se sintonizará con los coros,
hará que veámos a Troya en el presente, y a
Príamo cayendo delante de nuestros ojos.
Voy ahora a describir la constelación del
AGUILA, que aparece en la parte izquierda del
joven cubierto de rocío, a la que la misma tierra
soportó, y sostiene su presa con las alas exten­
490 didas. Ella transporta los rayos de Júpiter y
combate en el cielo con sus alas: asciende la
constelación al orto del 12º grado de Acuario.
El nacido en dicho instante se dedicará al robo
y al bandidaje, o al robo con asesinato (y cuando
acabe con el estrago sobre los hombres, conti­
nuará con los animales) no distinguirá la paz de la
guerra, ni al amigo del enemigo. El constituye la
ley para sí mismo, hace su voluntad y su violencia
donde quiere y es un honor para él hacer la guerra
en todo. Si por suerte su valor accediere a alguna
causa honrosa, su temeridad se convertirá en
verdadero coraje, se transformará en un guerrero
y podrá conseguir para la patria grandes triunfos.
Y dado que el águila no usa sino que solamente

154
transporta las armas, llevando los rayos lanzados 500
y los devuelve de nuevo, será ministro del rey o de
algún gran caudillo de la guerra, y prestará con
sus fuerzas los mayores servicios.
Cuando sale la CASIOPEA a los 20 grados
del joven Acuario, a su derecha ocurre el naci­
miento de orífices, que pueden convertir la
materia en mil figuras, añadirle mediante el
trabajo un valor al oro, y combinar los vivos
colores de las piedras preciosas. De allí derivan
los ricos tesoros de los templos sagrados, compa- 510
rabies a las luces doradas de las llamas de Febo, el
brillo esplendente de los diamantes que irradian
fuegos luminosos. Quedan de aquí los recuerdos
conmemorativos de Pompeyo en sus viejos triun-
fos, y los trofeos con la efigie de Mitrídates. De
aquí las figuras que hacen resaltar la belleza, el
cuidado en el adorno del cuerpo y el acudir al oro
para mejorar la apariencia exterior. Se llegan a
colocar piedras preciosas en la cabeza, en el cuello
y manos, y anillos de oro que se hacen brillar
sobre los níveos pies. ¿Qué mejor cosa puede hacer
una matrona (Casiopea con sus hijos, sino otor-
gar lo que les es posible para su utilización? Y 520
para que no les falte material original de tales
regalos, manda buscar el oro bajo la tierra,
excavar toda la Naturaleza que nos lo oculta,
revolverlo todo en busca de tesoros, separar la
mena de entre las arenas, trayéndola a la luz desde
lo oculto. El nativo asimismo escrutará ávida-
mente las pepitas de oro, lavará las arenas en
sucesivas aguas y formará masas mayores con las
pequeñas pepitas: estudiará el contenido de oro
del mar espumoso y, deseando coger las brillan-
tes escamas, penetrará con sus ojos avaros hasta 530
en medio de los remolinos. Acrisolará también las
arenas de plata, raerá la veta oculta y lavará la
sílice en la corriente de agua. También puede el
nativo ser comerciante de los plateros y orífices,
cambiará de unos a otros según la oportunidad de
su uso. Tales son las cualidades que da la

155
Casiopea al espíritu de sus hijos.
A continuación viene la constelación de AN­
D ROMEDA, de color dorado, la cual se sitúa a
los 12 grados en el orto de Piscis a su derecha. En
otro tiempo, la culpa de sus crueles padres hizo
cargar a ésta con la pena, cuando el mar desbordó
540 todos sus límites ocurriendo entonces en la tierra
una inundación universal. Se propuso como
compensación entregar a Andrómeda a la furia
del mar, para que sus jóvenes miembros fueran
pasto de un monstruo. Este iba a ser su himeneo.
Compensando los males públicos con las
lágrimas privadas, la víctima es preparada para el
castigo: se cubren sus senos con el vestido no
destinado a estos votos. Se arrastra a la virgen
viva a su sepultura. Al mismo tiempo se la lleva a
la costa del mar hostil, se extienden sus tiernos
brazos sobre las duras rocas, se fijan los pies con
grillos a las peñas y queda suspendida en cruz la
joven destinada a la muerte. Sin embargo en el
castigo se conserva la decencia y el pudor. Los
550 suplicios aumentan su belleza. Con su blanco
cuello reclinado blandamente, ella misma protege
su figura, los pliegues de su vestido caen de sus
hombros: la ropa deja descubiertos los brazos y
los cabellos caen en desorden sobre su espalda.
Los halcones volando en círculo aleteaban alre­
dedor de tí llorando tus desdichas con sus
lamentos, y te sirvieron de sombra juntando sus
alas: al verte, el mar calmó sus olas y se contuvo
de invadir la costa hasta sus límites. La Nereida
560 sacó su cabeza del líquido elemento y compade­
cida de tu desdicha, impregnó con sus lágrimas el
mar. El mismo viento, con su leve soplo, refrescó
tus miembros pendientes y murmuró lloroso por
las últimas montañas. Finalmente, un día feliz,
condujo a Perseo, vencedor de la monstruosa
Gorgona a que regresara a la costa. Este se dirige
al lugar en que ve a la virgen colgada de la roca, y
él, que no se había atemorizado ante la faz de su

156
enemiga la Gorgona casi se le escapó de las manos
el despojo de la Medusa, y el vencedor de ella es
vencido por Andrómeda. 570
Ya envidia a las mismas rocas que la sos­
tienen, y piensa que son felices las cadenas que
sujetan sus miembros, y cuando ha sabido la
causa de su castigo por ella misma, está dispuesto
a ir a luchar contra el mar por llevarla al tálamo, y
si viniere otra Gorgona, a no huir aterrorizado.
Rápidamente atraviesa el aire, consuela a sus
dolientes padres (Cefeo y Casiopea) prometiendo
que vivirá, y regresa a la costa con la promesa de
su mano.
Ya el mar poderoso había empezado a hin­
charse y las olas huían en ancha formación ante la
carga del monstruo. Su cabeza sobresale del mar.
Conforme corta las olas, sale agua marina de su 580
boca; el mar resuena entre sus dientes y un
tumultuoso torbellino penetra por sus fauces. De
aquí siguen enormes repliegues con inmensos
anillos, y su dorso casi llena el mar. Las Sirtes (los
escollos) se oyen por doquier, los mismos montes,
y las rocas, tiemblan ante su avance. Infeliz
muchacha, aunque protegida por tan poderoso
vengador: ¡,cuál hubiera sido tu destino? ¡Cómo se
escapa su espíritu al cielo! ¡Cómo su cuerpo todo
se vacía de sangre! jCuando entre las cuevas y
peñascos veías venir la muerte, añadiéndose a tu
suplicio aquél que venía del mar como una 590
diminuta presa de él! Perseo, plegando sus alas,
desciende planeando por el aire, se abalanza sobre
el enemigo hundiendo su espada teñida en sangre
de la Gorgona. El monstruo se yergue y, levan-
tándose del torbellino del mar, con el apoyo de
sus anillos, salta hacia arriba en toda su longitud.
Pero cuanto el monstruo se eleva saltando desde
el mar, otro tanto asciende volando Perseo que
juega libremente en el aire. Pero aquél no cede
ante el héroe, sino que lanza dentelladas al aire y
crepitan en vano sus dientes sin hacer presa.

157
Lanza un torrente de agua hacia el cielo, inunda
600 de sangre al que está volando y hace hervir el mar
hasta los astros. La joven Andrómeda, objeto de
la lucha estaba mirando; ya se había olvidado
de sí misma: tenía miedo por su defensor y está
pendiente de su espíritu más que de su cuerpo.
Finalmente, el monstruo cae, cosidas todas
sus partes a golpes de espada, lleno de agua, de
nuevo vuelve a la superficie de las olas y cubre el
extenso mar con su inmenso cuerpo, entonces aún
más terrible e insoportable para la mirada de la
joven. Perseo se lava en el agua límpida, y más
610 fuerte que antes del combate, vuela desde el mar
hasta las elevt.das rocas liberando a la muchacha
atada de las cadenas que la ligan a la roca,
desposada por la lucha con el monstruo y dote del
marido como futura esposa. Este consagró al
cielo a Andrómeda y la fijó en las estrellas como
premio de tan gran combate, por el que se
destruyó un monstruo no menor que la Gorgona
y libró al mar de él.
Quién nace en el momento en que Andrómeda
sale del horizonte del mar, no tendrá compasión y
será ejecutor de la justicia', partidario de la dureza
y la cárcel. Las madres de los desgraciados
prisioneros se postrarán a sus pies a la puerta de
la prisión, y los padres insomnes tratarán de dar el
620 último abrazo a sus hijos y recoger su último
suspiro: Se ve aquí la imagen del verdugo que
vende la muerte misma, las piras funerarias y la
segur teñida de sangre; el precio es el suplicio. Es
este nativo el que podría contemplar a la joven
Andrómeda colgada de las rocas. Dueño de los
vencidos y asociado con sus cadenas, vigila a los
inofensivos cautivos mientras cumplen su pena.
Cuando salen los Peces (Piscis) en su grado
21º en el Horizonte, surge el caballo celeste
(PEGASO) que volará por el firmamento. El
parto en ese momento da origen a individuos
630 veloces, y sus ágiles sentidos son aptos para

158
cualquier trabajo. Este hará caracolear el caballo
y, erguido sobre su grupa, jefe y soldado a la vez,
llevará a cabo un eficiente combate. Otro enga­
ñará a los espectadores, pareciendo mentira que
haya podido correr a tal velocidad. Aun desde lo
más lejano del mundo, volará con sus noticias
como mensajero, e incluso hará dos veces el
recorrido. También curará las heridas de los
cuadrúpedos con sustancias corrientes, y cono­
cerá el arte de la medicina para los órganos de los
animales, y también las que se usan con los
hombres. 640
La figura arrodillada conocida en griego como
Engonasis (cuya actitud se conoce, pero no el
origen de ésta) eleva sus luces en el último grado
de Piscis. Aquí se forman nativos dados a la
huída, al engaño y a la insidia, y engendra al
bandido que amenaza en el interior de las
ciudades. Y si por casualidad destaca en algún
oficio, ejercerá su profesión en asuntos teme­
rarios, y conseguirá ganancias con su habilidad en
cuestiones peligrosas; se atreverá a caminar por 650
lugares imposibles, andando sobre cuerdas ten-
didas en el aire, parecerá que sube al cielo sin
apoyo alguno, teniendo a la gente pendiente de él.
La constelación de la BALLENA surge a la
izquierda en los últimos grados de Piscis, siguien­
do a Andrómeda por el cielo, en el Horizonte
marino. Esta influye la muerte en el mar, y
heridas a los escamosos seres marinos: el arrastre
del mar mediante redes extendidas en él; el
encadenamiento en cierto modo del furioso mar;
la captura con anchas mallas de las focas, que se
creen seguras en su elemento y se cogen con lazos.
atraer a los incautos atunes engañados por la 660
anchura de las mallas. Pero no es suficiente
capturarlos: luchan con los nudos y se espera a
nuevas capturas, se los mata con cuchillos, méz-
clase el agua de mar con su sangre. Entonces de
nuevo, cuando las capturas yacen en la playa, se

159
lleva a cabo otra carnicería en ellos: se los divide
en trozos, y cada trozo se reparte en diversos
lotes. U na porción mejor se aparta, otra se
conserva con sus jugos. De unos brota un jugo
aprovechable, y constituye la parte escogida de
670 sangre que se mezcla con sal y es de agradable
sabor. Aquello otro se descompone, es el con­
junto de las entrañas, se entremezclan sufriendo
una fermentación y sirven para utilizarlas aún
como alimento. Pero cuando aparece un banco de
peces en todo similar al mismo color azulado del
mar, y el grupo de éstos se mantiene inmóvil y
agrupado, se echa una gran red en torno a modo
de valla y se llenan grandes artesas y toneles y su
hacinamiento hace que los líquidos segregados
conviertan la masa en una especie de salmuera.
Asimismo los nativos pueden trabajar también en
las grandes salinas, para hervir el agua de mar y
680 separar su salitre. Entonces, eligiendo un campo
duro, se rodea de un reborde y se llena de agua de
mar, separándolo de éste. A continuación, la
extensión de agua formada, recibe la acción de
los vientos y, reposado el líquido, blanquea con
el sol. El salitre una vez seco se amontona, la
materia blanca del profundo mar sirve para la
mesa; se forman grandes montones con esa agua
sólida y, de un veneno marino, por el que el agua
estaba estropeada con esa sustancia amarga
imposible de beber, se convierte en sal vivificánte
y saludable.
690 La OSA gira en torno al Polo, inclinada hacia
tierra, su continua marcha vuelve a recorrer
siempre sus propios pasos, no mojándose nunca
en el agua, sino siguiendo una órbita circular. La
OSA MENOR cuando surge con la primera luz, a
la vez que el extenso Leo o el ardiente Escorpio,
saliendo de las tinieblas aparecen sobre la parte
diurna ( del horóscopo).
Estas producen nativos amigos de los ani­
males, y hacen que las relaciones mutuas vayan

160
por buen camino entre gentes pacíficas. Podrán
dominar con su fuerza a los poderosos leones,
tocar los lobos, jugar con panteras domesticadas, 700
y no rehuirán a los osos, que están relacionados
con la constelación. El nativo subirá sobre el
dorso del elefante, lo guiará con la vara, lo
conducirá a hacer actos contrarios, propios de los
hombres, cediendo toda su enorme masa torpe-
mente ante el aguijón. Calmará la fiereza del tigre
y lo domará domesticándolo; los demás animales
que vagan por los bosques hará que sean sus
amigos, y los cachorros de fino olfato...

(Faltan versos)

La tercera forma comprende los Pléyades, Clasifi­


hermanas entre sí, su ruboroso y femenino rostro cación de las
las envuelve de timidez. Se ve en tí Cinosura (Osa estrellas
Menor) un color parecido, también el Delfín está
teñido por estos fuegos, y las tres estrellas del 710
Triángulo, y la brillante Aguila con una luz
semejante, y en los retorcidos anillos de la espalda
de los Dragones.
Después, el 4º y 5º orden se reconocen
fácilmente, comprende todo el número de ellas
(en el cielo) y su propio brillo distingue unas de
otras.
El mayor número de estrellas se incluye en la
última clase, éstas no brillan ni todas las noches ni
en todo tiempo, situadas en lo más profundo del
firmamento. Cuando la brillante Delia (Luna)
oculta su carro, y las estrellas errantes (Planetas) 720
esconden su luz bajo el Horizonte, o el dorado
Orión hunde sus ardientes fuegos y Febo en su
movimiento cambia los Signos del año, estas
estrellas alumbran todas luciendo en las tinieblas.
Entonces pueden verse los luminosos templos del
cielo y observarse concentraciones más brillantes

161
alumbrando todo el cielo apiñado de estrellas: su
número no es menor que el de las flores o el de
granos de arena del curvado lecho de la costa.
Pero lo numerosas que pueden ser las olas que
continuamente nacen en el mar, o los millares de
hojas qüe caen en los bosques, mayor aún es el
número de esos puntos luminosos que vuelan por
el cielo.
730 Y lo mismo que la población se ordena en las
grandes ciudades, estableciéndose primero los
senadores, después los caballeros, a éstos sigue el
pueblo y a éste la plebe y el populacho sin
nombre, del mismo modo hay una república en el
inmenso cielo, formada por la Naturaleza, la cual
construyó en el cielo una ciudad similar. Las
estrellas primeras son semejantes a los jefes, las
más próximas en brillo a las primeras siguen a su
vez, y existen otros grados dependiendo todos de
los más importantes. El pueblo está constituido
por el mayor número de ellas, que son las giran
por lo más alto: éstas, si recibieran de la
Naturaleza una intensidad proporcional a su
número, ni el mismo éter podría soportar sus
741 llamas, y todo el firmamento se incendiaría,
consumiendo el Universo.

162
INDICE
Introducción 3

LIBRO PRIMERO:
ASTRONOMICON, EL ORDEN DEL UNIVERSO ... 9
Introducción ....................................... 10
Exposición histórica ................................ 11
Cosmogonías ....................................... 14
Cosmología ........................................ 16
Descripción astronómica............................. 18
Orden del Universo ................................. 26
Dimensiones y cálculos celestes ...................... 28
Fenómenos luminosos ............................... 37

LIBRO SEGUNDO
DESCRIPCION Y CARACTERISTICAS DE LOS
SIGNOS......................................... 32
Proemio poético .................................... 44
Hay una divinidad ordenadora ................ , ...... 46
El influjo celeste.................................... 46
Descripción y características de los signos ............. 49
Aspectos entre los signos, TRIPLICIDADES.......... 53
Regencias de los signos ............................. 58
Amistades entre los signos ........................... 61
Aspectos entre los signos, RELACIONES............. 65
Dodecatemorias .................................... 67
CASAS astrológicas ................................ 70

LIBRO TERCERO
CALCULO DEL ASCENDENTE Y DURACION DE
LA VIDA ................. ...................... 77
Proemio ........................................... 78
Divisiones del círculo y correspondencia de hechos ..... 79
Partes astrológicas del círculo ........................ 81
Cálculo del ASCENDENTE, Ascensiones ............. 85
Variación diaria de la luz ........................... 89
Principio del año ................................... 93
Cálculo del ASCENDENTE, Grado .................. 94
Período y regencia vital ............................. 95
Duración vital, según el signo ....................... 97
LIBRO CUARTO
CARACTERES DE LOS NATIVOS Y DESTINO
HUMANO ....................................... 103
Fatalidad del destino humano ........................ 104
Signos: caracteres de los nativos ..................... 108
Decanatos ......................................... 113
Los grados críticos ................................. 118
Grados críticos en el ascendente ...................... 120
Descripción geográfica .............................. 123
Gobierno geográfico de los signos .................... 124
Signos eclípticos .................................... 131
Teoría del conocimiento ............................. 133
LIBRO QUINTO
INFLUENCIA DE LAS ESTRELLAS FIJAS 137
Constelaciones extrazodiacales: influjos ................ 138
Clasificaciones de las estrellas ........................ 161

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