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La Prosperidad Falaz fue un término acuñado por el historiador peruano Jorge Basadre
Grohmann para denominar la llamada Era del Guano, un momento histórico del Perú en el
que se alcanzó una relativa y breve prosperidad económica gracias a la venta de este
producto. La prosperidad obtenida fue aparente e irreal. Se sitúa esta era entre 1845 y
1876, aproximadamente.
La frágil economía de Perú en las primeras décadas del siglo XIX encontró una solución
cuando los países europeos y Estados Unidos comenzaron a comprar guano, un potente
fertilizante. Este producto era muy abundante en el país, especialmente en sus islas.
A partir de los años 50 del siglo XIX, Perú obtuvo grandes beneficios por las importaciones
de guano. Su explotación y comercialización quedó en manos de empresas privadas,
primero por el sistema de consignatarios y, después, con un contrato directo con compañías
extranjeras.
Sin embargo, y de ahí proviene el término falaz aplicado por Basadre, los beneficios no
repercutieron en una mejora general del Estado. Entre la corrupción, la inversión en ámbitos
no productivos y la falta de previsión para buscar una alternativa económica, la etapa de
Prosperidad Falaz acabó con la bancarrota del país.
Causas
La luchas por la independencia y los enfrentamientos entre los caudillos habían provocado
que la economía peruana entre 1821 y 1845 pasará por momentos muy malos.
El guano
Aunque en Perú se conocían las propiedades del guano (estiércol de aves marinas, focas o
murciélagos) desde la época prehispánica, no fue hasta el siglo XIX cuando se convirtió en
un producto estrella en las exportaciones.
En el país existían grandes depósitos de este producto, especialmente en las islas del
litoral. Interesado en sacar provecho económico, el Estado se asoció con empresas
privadas, nacionales y extranjeras.
Este, en 1841, obtuvo los derechos de explotación a cambio de una cantidad bastante baja:
10 mil pesos anuales por 6 años.
La demanda inglesa hizo que el Estado se diera cuenta de que podía obtener mucho más.
Procedió a cancelar el contrato en 1842 y empezó a negociar con empresarios nacionales y
extranjeros. En este caso, se utilizó la venta directa.
Entre los beneficiados por estos contratos en los siguientes cinco años se encontraron el
propio Quirós o la empresa británica Gibbs.
La población, que iba aumentando, emigró de manera masiva del campo a la ciudad,
restando mano de obra a la agricultura y la ganadería. Esto generó hambrunas y promovió
que los gobiernos buscaran métodos para que los campos de cultivo rindieran más.
Características
La Prosperidad Falaz, nombre utilizado por el historiador Jorge Basadre Grohmann para
referirse a la Era del Guano, se caracterizó, según el autor, por lo irreal del supuesto
crecimiento económico generado por la venta de ese producto.
El Estado ingresó grandes cantidades de dinero, pero su uso no sirvió para mejorar la
situación de la mayoría de la población.
La mayoría de los expertos dividen ese periodo en dos etapas. La primera, cuando el guano
fue explotado mediante un sistema de consignatarios (1840-1866) y, la segunda, cuando se
firmó el Contrato Dreyfus.
La primera explotación del guano se hizo mediante el sistema de consignaciones, que era la
entrega de concesiones a particulares para que comerciaran con el producto en el exterior.
A cambio, estaban obligados a pagar una comisión.
El principal problema surgido durante la Prosperidad Falaz fue el mal uso de los ingresos
obtenidos, el despilfarro fiscal.
Los historiadores apuntan que un 20% se dedicó a pagar las deudas, tanto externas como
internas. En este punto se incluye el pago de la Consolidación de la deuda interna durante
el gobierno de José Rufino Echenique, que causó un gran escándalo. Otro 54% se gastó en
la expansión de la administración, aumentando la burocracia civil y militar. A esto hay que
unir otro 20% dedicado a construir ferrocarriles, muchos de ellos improductivos. Por último,
el 6% fue destinado a sustituir los ingresos que, hasta su derogación, provenían del tributo
indígena. El Estado debió indemnizar, igualmente, a los dueños de los esclavos cuando
estos fueron liberados.
La Casa Dreyfus, por su parte, pagó sobornos y extorsiones para conseguir el contrato.
Igualmente, también recurrió a esos métodos para que se construyeran los ferrocarriles, a
pesar de que muy pocos reportaron beneficios para la sociedad.
Consecuencias
Como se ha señalado, Perú obtuvo enormes ingresos por la venta del guano. No obstante,
esos beneficios no se invirtieron de manera apropiada para impulsar el desarrollo del país.
Económicas
Perú pasó por una etapa de aparente bonanza debido a los ingresos provenientes del
guano. Precisamente, el término Prosperidad Falaz hace hincapié en que, en realidad, era
solo apariencia y no una mejora real.
Hasta 1879, año de comienzo de la guerra con Chile, Perú había exportado entre 11 y 12
millones de toneladas de guano. Las ganancias obtenidas se calculan en unos 750 millones
de pesos. El Estado se quedó con un 60% de esas ganancias.
En porcentajes, en el bienio 1846-1847 el guano representaba un 5% de los ingresos totales
del Estado. Para el periodo 1869-1875, el porcentaje había subido hasta el 80%.
Desigualdad social
Todos esos ingresos no supusieron ningún beneficio para las clases populares.
Según algunos expertos, solo creó un país rico en el interior de un país pobre.
Los hacendados de la costa fueron parte de los beneficiarios, pues recibieron fondos al
aplicarse la Ley de Consolidación de la deuda interna y las indemnizaciones por liberar a los
esclavos.
Perú, tras el combate del Callao, logró derrotar a la expedición española, que se retiró de
las costas peruanas.
Infraestructuras
La construcción del ferrocarril fue el destino principal del dinero recibido por el contrato
Dreyfus. De los 90 kilómetros de línea férrea con los que contaba el país, se pasó a una red
diez veces mayor en solo una década.
El coste de las obras fue mayor de lo calculado. El gobierno vio cómo el dinero de Dreyfus
no cubría todo el proyecto, por lo que solicitó dos créditos a la misma Casa Dreyfus. En
total, fueron unos 135 millones de soles.
Bancarrota
El país entero colapsó, a consecuencia de basar la economía en un único producto y de su
agotamiento, hacia 1870. En ese momento, tenía la deuda externa más grande de toda
América Latina en el mercado de Londres.
En 1872, Dreyfus empezó a pagar menos al Estado y, en 1875, abandonó del todo el
negocio. Perú se quedó sin ingresos, aumentando su crisis de forma dramática.
El pago de los préstamos solicitados para construir el ferrocarril equivalía, prácticamente, a
todas las mensualidades que pagaba Dreyfus, por lo que era imposible recortar la deuda.
El gobierno peruano intentó sin éxito encontrar otra empresa que sustituyera a la Casa
Dreyfus. Ante eso, la única opción era declararse en bancarrota, lo que hizo en 1876.
La gran crisis afectó a toda la población, ya que el presupuesto no alcanzaba para pagar los
servicios mínimos, incluidos los educativos y los sanitarios.