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PAREJAS
Y
REDES SOCIALES
(Teoría de la comunicación)
INTRODUCCIÓN
Tal y como Matin Luther King, un fiel defensor de los derechos del hombre y pastor baptista
argumentó una vez: “El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una
condición normal de la existencia. Se le otorgó una conciencia. Y ahora ha llegado el día en
que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne
de otro.”. Su afirmación es cierta y es que es completamente correcto afirmar que durante
toda la historia del ser humano este se ha visto rodeado de violencia. Sin embargo, los
tiempos han cambiado y con él las formas de violencia que el hombre trae consigo.
Por tanto, no es de extrañar que con ello surjan nuevos tipos de violencia, muchos de ellos
originados de la mano de las redes sociales y muchos de estos ligados al aumento de
violencia de género entre parejas.
Es inevitable, por tanto, negar que las redes sociales afectan negativamente a la nueva forma
de relacionarse en pareja, siendo las culpables del surgimiento de celos, desconfianzas y
actitudes negativas entre los integrantes de la relación, que usualmente son adolescentes.
Nuestra hipótesis de trabajo se centrará en la idea de que, como consecuencia del surgimiento
y generalización de las redes sociales, se han visto aumentados unos nuevos tipos de
violencia, tanto de género como sexuales.
ESTADO DE LA CUESTIÓN
Las redes sociales se han vuelto un esencial en el día a día de todas las personas. De acuerdo
a una estimación publicada en The Global State of Digital y elaborada por We Are Social y
Hootsuite, dos plataformas web dedicadas a la gestión de varias redes sociales como
Facebook, Twitter, YouTube o Instagram, más de 4,5 billones de personas estaban utilizando
Internet a comienzos de 2020, de los cuales 3,8 billones disponen de algún tipo de red social.
Esto constituye, así, un casi 60% de toda la población mundial conectada a Internet.
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Concorde a lo que We Are Social y Hootsuite publicaron en su The Global State of Digital de
2020 sobre España, 42 millones de personas de las 46 totales de población son usuarios de
Internet y 29 millones de ellos disponen de redes sociales. Adicionalmente, el total de horas
diarias que estos españoles emplean dentro de Internet suma un total de 5 horas y 41 minutos
y dentro de las RRSS 1 hora y 51 minutos.
Una vez se conoce esta información, no es de extrañar que las nuevas tecnologías hayan
provocado un gran cambio en la forma de vivir, socializar y entender el mundo de las
personas. El constante contacto con la red ha hecho que nos adaptemos de diversas formas y
que adoptemos nuevos hábitos, tanto buenos como malos.
Un sector en el que las TIC han tenido un gran efecto es en el ámbito de las relaciones de
pareja. Cada vez son más los medios por los que se puede controlar y estar en contacto con
las personas y si esto cae en malas manos, se puede producir un gran problema.
Según un estudio de López y Galán de 2012, un 80% de los adolescentes afirman emplear las
redes sociales principalmente para mantenerse en contacto con sus amigos. De todos ellos, un
total del 47,8% declara haberse visto envuelto en algún tipo de situación desagradable por y
en ellas, ya sea por insultos, discusiones…
Este tipo de datos alertan a muchos investigadores, que llevan a cabo diversos estudios para
comprobar hasta qué punto las redes sociales han desbloqueado ciertos comportamientos que
no son sanos pero que, debido a su accesibilidad, son pasados por alto.
Nosotras nos centraremos principalmente en los estudios que se interesan por el posible
aumento en la violencia de género que ha venido acompañada por el aumento en el uso de las
RRSS.
En un artículo realizado en 2014 por María Ángeles Blanco Ruiz para el Instituto de la
Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile con título “Implicaciones del Uso de las
Redes Sociales en el Aumento de la Violencia de Género en Adolescentes” Blanco centraba
su estudio en la influencia que las redes sociales tienen en las relaciones de pareja.
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Blanco realizó 457 cuestionarios y 10 entrevistas personales a adolescentes situados entre los
13 y 18 años de toda España. Algunas conclusiones importantes a las que Blanco llegó tras su
investigación fueron:
· 4 de cada 10 chicas con algún tipo de relación (ya sea noviazgo o informal) se habían
visto envueltas en discusiones con su pareja por haber tenido contacto via alguna red
social con algún sujeto con mala relación con su pareja. Del mismo modo, eran 3 de 10
chicos los que habían pasado por lo mismo.
· El 23% de los chicos confirmaba que su pareja tenía acceso a sus conversaciones y el
10% de sus parejas poseían sus contraseñas. En el caso de las chicas, las cifras ascendían
al 33 y 23% respectivamente.
En otra encuesta realizada en 2011 por María José Díaz-Aguado Jalón, directora de la Unidad
de Psicología Preventiva de la Universidad Complutense de Madrid y María Isabel Carvajal
Gómez, Subdirectora General de Prevención y Gestión del Conocimiento sobre la Violencia
de Género, se convocaron a un total de 11.022 estudiantes de 335 distintos centros educativos
y 17 Comunidades Autónomas.
Las letradas obtuvieron de su investigación que, del total de encuestados, el 1,4% habían
recibido mensajes de Internet en los que eran insultados o amenazados.
Por otra parte, el 1,1% había enviado mensajes ofensivos o amenazantes online.
El 0,8% admitía haber sido víctima de la difusión de imágenes propias via Internet sin su
consentimiento.
Y, en oposición, el 1% del total confesaba haber difundido mensajes o fotos ajenas sin el
consentimiento de la otra parte.
Otro artículo a tener en cuenta es el realizado por Ariadna Martín Montilla, María Pazos
Gómez, María del Valle Cecilia Montilla Coronado y Cristina Romero Oliva de la
Universidad de Huelva en 2016.
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En él, de los 511 adolescentes que se prestaron a participar, un 27,27% de ellos anunciaron
haberse creado alguna vez un perfil falso.
Adicionalmente, un 13,9% del total confesaban haber tenido relaciones mientras eran
grabados y haberlo subido posteriormente en la red.
De forma similar, pero en mayor medida, un 24,4% de estos adolescentes reconocían haber
sido grabados sin su consentimiento mientras mantenían relaciones y haber encontrado
tiempo después que dichas grabaciones habían sido publicadas en Internet.
En cuanto a las nuevas formas de acoso y delito que han proliferado debido al “boom”que
supone la aparición de redes sociales, se han realizado otros artículos como: “Sexting: nuevos
usos de la tecnología y la sexualidad en adolescentes” realizado por Mª Isabel Fajardo,
Caldera Marta Gordillo Hernández y Ana Belén Regalado Cuenca de la Universidad de
Extremadura en 2013.
En dicha encuesta, ningún adolescente reconoció haber hecho Sexting, pero algo menos de la
mitad (un 46,97%) afirmaba conocer casos cercanos que si lo hubieran hecho.
Unido a la práctica del sexting se encuentra la sextorsión. Entendida esta como la amenaza de
exponer fotos o vídeos comprometidos de la otra persona contra su voluntad a cambio de un
beneficio económico o sexual, el diario El País alertaba en abril de 2020 que, debido al
confinamiento, habían aumentado los casos de sextorsión en tan cantidad que la policía había
llegado a recibir más de mil casos en solo cuatro días.
La ponencia titulada “Del amor al control a golpe de click” realizada por la psicóloga
especialista en prevención de violencia de género Ianire Estébanez muestra otro punto de vista
a la hora de investigar sobre los nocivos hábitos de pareja.
En ella, la ponente plantea situaciones a las que los entrevistados tienen que responder con su
opinión.
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Ante la afirmación “Tu pareja te llama más de 10 veces al día”, los participantes masculinos lo
categorizaban como una actitud “violenta” en un 76,3%, mientras que las participantes
femeninas eran menos conscientes de la seriedad de este tipo de problema, calificandolo como
solo un 37,3% violento. Esto muestra, así, la distinta visión que tienen los distintos géneros
ante este tipo de situaciones tóxicas, encontrándonos con los hombres percibiéndolo como un
signo de control y las mujeres llevándolo al terreno del amor y percibiéndolo como interés.
Ante otras afirmaciones como “Tu novio no te permite hablar con amigos varones” o “Tu
novio te exige vigilar tus conversaciones privadas” las participantes justificaban estas
conductas alegando que “Todos los chicos lo hacen, porque así son” y “Lo hace porque se
preocupa por mi, es normal”.
METODOLOGÍA
La recogida de datos, que llevamos a cabo para realizar nuestra investigación fue mediante la
creación de una encuesta online.
La investigación contó con la participación de un total de 66 personas con una media de edad
de 19 años (43,9%) de los cuales el 72,7% eran mujeres y el 27,3% hombres.
A pesar de la media de edad tan baja, también contamos con varios participantes de edades
superiores como del año 1962 (3%); 1964 (4,5%) y 1971 (1,5%).
Tras una puesta en común de lo que ambas integrantes del grupo queríamos aprender sobre
este tema controversial, llevamos a cabo la creación del cuestionario a través de la aplicación
que Google proporciona. Y una vez la encuesta estaba finalizada, nos encargarnos de
distribuirla vía Internet a todos los contactos posibles.
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Aunque en la realidad nos esperábamos mucha menos participación, gracias a la ayuda de
nuestros conocidos (que se encargaron de distribuirlo aún más) y de las propias redes sociales
donde colgamos la encuesta, llegamos a un total de 66 personas.
La tercera y última forma de responder era en las que se dejaba al encuestado completa
libertad para responder la pregunta de forma escrita, pudiendo así expresarse más
abiertamente y con sus propias palabras.
INVESTIGACIÓN Y RESULTADOS
La primera cuestión que los encuestados se encontraban al realizar el test correspondía con
una que les preguntaba si habían tenido algún tipo de enlace, ya fuera relación estable o lío
serio en su vida. A esta pregunta obtuvimos un total de 46 votos afirmativos, comprendiendo
el 69,7% total y 20 votos negativos, siendo por tanto el 30,3% restante.
La razón por la que incluimos esta pregunta es porque iría conectada a la que los encuestados
se encontrarían en la siguiente cuestión. En ella, alentamos a los que habían respondido “Sí”
en la pregunta anterior a responder la pregunta de si habían revisado o les había revisado el
móvil su pareja.
Como solo permitir responder “Sí” o “No” nos parecía insuficiente, pues eran respuestas muy
generales, añadimos una tercera opción, “Alguna vez”, para permitir a los encuestados una
mayor libertad en la respuesta, pues considerábamos que, en caso de solo permitir las dos
primeras, aquellos que solo lo hubieran hecho alguna vez optarían por elegir la respuesta
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“No”, pues era menos general que poner “Sí” que podría afirmar que lo hacen
repetitivamente.
Con estos resultados podemos deducir que nuestros entrevistados no tienen tendencia a ser
controladores con el teléfono de sus parejas y, recíprocamente, sus parejas han respetado su
privacidad al no pedirles revisar su dispositivo.
Sin embargo, es un hecho bastante revelador que, si se realiza la suma de los votos
afirmativos, tanto si es una acción reiterada como si solo ha sido un hecho aislado, daría un
total del 29,2% de nuestros entrevistados, 14 personas, que han sido cómplices o han
experimentado una forma sutil de control entre parejas al privar o serle privado el derecho a
la intimidad de su teléfono móvil.
A la siguiente pregunta, la cual era “¿Has sentido celos alguna vez?” un 63,6 % ( un total de
42 personas) respondieron que “Sí”, mientras que un 36,4 % (unas 24 personas) opinaron que
“No”.
Llama la atención la gran cantidad de personas que se consideran celosas, incluso aunque la
pregunta no profundice en el tipo de celos, ya que pueden ser de carácter familiar, laboral,
entre amigos o con la pareja. Tampoco se especifica si son celos ocasionales o si tienen una
continuidad o un rasgo de su carácter.
Aún así, y entendiendo que hace referencia a las relaciones sentimentales, el porcentaje es
elevado y lo podemos volver a llevar al terreno de las redes sociales, donde con frecuencia se
publican comentarios y fotografías que pueden resultar equívocas y causar desconfianza.
También las redes sociales favorecen a la constante vigilancia y control sobre la pareja.
En la pregunta “¿Dejarías o has dejado que tu pareja conozca tus contraseñas?”, un 30,3 %
de los encuestados respondieron que “Sí”, el 50% dijeron que “Nunca” y un 19,7%
respondieron que dependía de qué contraseñas.
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Dentro de este último porcentaje hubo personas que se molestaron en añadir respuestas más
concretas. La gran mayoría de ellos afirmaban que compartir contraseñas de plataformas
como Netflix o HBO no les resultaba ningún problema, y que incluso era un práctica habitual
entre parejas y amigos ya que carecían de importancia.
Otros muchos aclaraban que no les molestaría compartir contraseñas insignificantes, como las
ligadas a cuentas de videojuegos o de música como Spotify, pero que nunca permitirían dar a
conocer a su pareja contraseñas de más relevancia, como el pin del móvil o la contraseña de
Gmail. Aún así, es curioso destacar que un 3% de este total, respondió que no les importaba
confiar el número de bloqueo de sus móviles, pues era una cuestión de confianza.
Es sin duda una pregunta con gran importancia pues nos ayuda a comprobar la probabilidad
de que nuestros entrevistados permitan actitudes tóxicas dentro de su pareja, pudiendo saber,
así, la posibilidad de que las futuras parejas, sobre todo de adolescentes, tengan tendencia a
poseer actitudes tóxicas entre ellas.
El 4,5% del total respondió “Sí” y el 3,1% restante marcó la casilla “Depende de cuáles”, en
la que, en caso de tacharla, les pedía especificar por qué o qué tipo de situaciones violentas o
controladoras estarían dispuestos a permitir.
Otra encuestada, por su parte, añadía mediante texto que todo dependía de lo enamorada que
estuviese. Esta afirmación, sin duda, nos alarmó, pues, con esa premisa, nos hizo darnos
cuenta de que esta chica basa su grado de permisión de actitudes tóxicas en lo enamorada que
esté, haciéndonos recordar que este tipo de mentalidad es la que lleva a muchas mujeres a
soportar actitudes agresivas por parte de su pareja y a que no interpongan ninguna denuncia
ante su agresor solo porque “le quieren y no quieren que le pase nada malo”.
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En la siguiente pregunta, dispuesta de la siguiente manera: “¿Alguna vez has recibido
insultos, malos comentarios o humillaciones a través de redes sociales o chats o has sido tú
el que ha enviado dicho contenido?” Queríamos conocer si nuestros entrevistados habían
experimentado alguna vez malos mensajes vía Internet.
Descubrimos que solo menos de la mitad, el 39,4%, no había pasado por malas situaciones, el
34,8% los había recibido, el 4,5% los había mandado y el porcentaje restante, el 21,2%, se
había visto en ambas situaciones, es decir, había tanto recibido como mandado malos
comentarios.
Con esto llegamos a la conclusión de que este tipo de actitudes son muy comunes en Internet
y que en muchos casos no es unidireccional, sino que los que habían mandado mensajes
hirientes también habían sido receptores de ellos.
Con la siguiente pregunta:“¿Has enviado alguna vez fotos íntimas?” Queríamos averiguar si
los entrevistados habían realizado sexting en algún momento.
Como resultado, obtuvimos que un 43,9 % de los encuestados (29 personas) respondió que
“Si” habían mandado fotos íntimas y un 56,1 % respondió a favor que “No”.
Resulta llamativo la cantidad de personas que han enviado fotos íntimas. En principio se trata
de un acto voluntario y que entra dentro de la intimidad de cada pareja, pero cabe recordar
que existe un riesgo de que estas fotografías acaben siendo compartidas sin conocimiento de
la autora o autor de la foto o, en casos extremos, puedan derivar en acoso o sextorsión.
En resumen, si bien sabemos que el envío de fotos íntimas es una elección propia, es preciso
recordar que al enviar una foto pierdes el completo control de ella a la hora de su difusión por
terceras partes.
Un 4,5 % de ellos, 3 personas, respondió con un “Sí”, y hubo un total de 4 personas que
especificaron que dependía de la situación, dentro de las cuales una persona alegaba que ella
solo permitía cierto control si se encontraba en algún tipo de situación excepcional, como la
ebriedad.
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Estos resultados dan a entender que el control mutuo en una pareja no está bien visto como
concepto, por lo que nos es de extrañar que luego en la realidad sí se den tantas situaciones de
control.
Tras un recuento de las respuestas, vimos que muchos casos mencionaban no solo una sino
dos aplicaciones como las más tóxicas: Instagram y Twitter. Sin embargo, Instagram se
llevaba la victoria con cerca del 55% de los votos. La razón prioritaria por la que los
adolescentes votaban esta aplicación radicaba en que en ella se promueve siempre una
imagen idealizada, idílica del cuerpo perfecto, se dotan de filtros que pueden incrementar la
falsedad de la gente… pero sobre todo lo achacaban (la mayoría de las respuestas lo incluían)
a que Instagram era la aplicación más extendida entre los jóvenes.
Conectado con esta pregunta hicimos otra similar pero que esta vez se enfocaba a cuál era la
que más promovía actitudes y tendencias tóxicas entre parejas y, sorprendentemente,
Instagram se volvió a llevar el triunfo, esta vez con muchísimos más votos: 45 votos de 66,
dejando a las otras aplicaciones con 12 votos para Twitter, 1 para Tinder, 2 para WhatsApp, 3
para Facebook y 3 sin respuesta, alegando que no poseían ninguna RRSS.
En este caso, las razones que los participantes daban a la hora de elegir Instagram como
respuesta final era que Instagram es una aplicación que promueve el control: “las personas
pueden ver quién da like a una publicación, sus comentarios, amigos en común…” añadía un
participante.
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Con esta y otras respuestas dedujimos que la razón principal por la que Instagram es la
considerada como más tóxica entre parejas es que, además de que retrata realidades ilusorias
de otras relaciones, en ella es muy fácil vigilar las acciones que tu novio o novia hace,
ayudando así a aquellos que quieran ser controladores con sus seres queridos a poder serlo sin
ningún tipo de inconveniente.
Esta pregunta daba como posibles respuestas tres opciones: sexting/sextorsión, grooming y
stalking, acompañadas de una breve descripción para asegurarnos que todos entendían de qué
se trataban estos conceptos algo enrevesados.
Para nuestra sorpresa el 54,5% del total (unas 36 personas) afirmaban que el delito actual más
presente en nuestra sociedad es el sexting y la sextorsión. Este alto número de votos creemos
que puede estar ligado con las respuestas que obtuvimos en una pregunta anterior en la que
indagamos en el porcentaje de personas que habían enviado fotos íntimas.
Un 27,3 %, unas 18 personas, consideraban que el grooming es el delito más infringido hoy
en día. Este porcentaje es el que, sin duda, más nos sorprendió de todos, pues, desde nuestra
perspectiva, no lo considerábamos un hecho tan recurrente.
En esta respuesta más de la mitad, un 59,1 % de los encuestados, respondieron que nunca se
plantearían seguir con una persona que hubiera realizado algún tipo de los delitos
anteriormente mencionados.
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El 37,9% restante afirmaron que sí seguirían con su pareja, pero dependiendo del delito
cometido: Todos aseguraban que si el delito era stalking o sexting podría pasarse por alto al
ser considerado como relativamente corriente. Por otro lado, ninguno dejaría pasar delitos
tales como el grooming o la sextorsión.
BIBLIOGRAFÍA:
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la violencia de género en adolescentes.”
https://boletincorteidh.uchile.cl/index.php/RCM/article/view/32375/37657
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Martín Montilla, A.; Pazos Gómez, M.; Montilla Coronado, M. V. C. y Romero Oliva, C. (2016).
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sociales.”https://www.redalyc.org/pdf/706/70645811017.pdf
López, M., López, V. y Galán, E. (2012). “Redes sociales de Internet y adolescentes.” Dimensión
social
Fajardo Caldera, Ma Isabel; Gordillo Hernández, Marta; Regalado Cuenca, Ana Belén “Sexting:
nuevos usos de la tecnología y la sexualidad en adolescentes”
https://www.redalyc.org/pdf/3498/349852058045.pdf
Ianire Estébanez (2012) Del amor al control del amor al control a golpe de click a golpe de click a
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Nora Rodríguez (2015). “El nuevo ideal de amor en adolescentes digitales: el control obsesivo
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