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Territorio ancestral; estilo de vida y de resistencia en Oaxaca.

Javier de Jesús García Ruíz (Gravy)

Propósito: El objetivo de este trabajo es abordar desde los puntos de vista de la


filosofía Toltecayotl y de la Comunalidad la importancia que tiene el territorio
ancestral en Oaxaca, en el desarrollo de los grupos humanos que lo habitan.

Conceptos: Territorio Ancestral, Cultura, Comunalidad, Toltecayotl, Colectividad,


Resistencia, Biodiversidad, Anáhuac.

El territorio es la vida.

El territorio oaxaqueño se caracteriza entre otras cosas por su accidentada


orografía ya que en su área geográfica se entrecruzan la Sierra Madre Oriental,
la Sierra Madre del Sur y la Sierra Atravesada, causa de que en las regiones
montañosas como la sierra norte y sur encontremos bajas temperaturas que
registran nevadas en algunas ocasiones, en la del Istmo, Cañada, Costa y Cuenca
del Papaloapan un clima caluroso con temperaturas que pueden llegar hasta los
40° y en los valles un ambiente templado no sin variaciones propias de las
estaciones del año. De acuerdo con datos de la Comisión Nacional para el
Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) dados a conocer el 22 de
mayo día internacional de la biodiversidad(1), México ocupa el cuarto lugar
mundial entre los 17 países mega diversos, para que un país sea considerado
mega diverso, debe tener entre el 66 y 75 por ciento de la diversidad del mundo y
Oaxaca es el estado que concentra la mayor biodiversidad registrada en el país con
12, 500 especies de flora y fauna debido a la ubicación que tiene entre los dos
grandes bloques que forman el Continente Americano. Entre las especies animales
endémicas más representativas encontramos tepezcuinte, Iguana ,tortuga carey,
águila arpía, venado cola blanca, mono aullador, tapir, jaguar, pelícano, coyamel,
ocelote y serpiente mazacoate, entre las vegetales pochote, oyamel, cactus erizo,
ahuehuete y maguey, todas ellas dispersas en alguno de los 26 tipos de
vegetación existentes (2).

Existen además junto a esta biodiversidad 570 municipios, que de acuerdo al


censo 2015 del INEGI, agrupan a los 3 967 889 habitantes, el 3.3% del total de la
población del país, siendo el quinto estado más grande. El 77% de la población
vive en zonas urbanas donde predominan las actividades económicas secundarias
y terciarias, de industrias y servicios respectivamente y el 23% en rurales
desarrollando actividades primarias como la agricultura y la pesca. Todos estos
elementos y sus interrelaciones integran el territorio oaxaqueño, aunque no todo
puede considerarse como territorio ancestral, amplias regiones donde se sabe que
tuvo presencia la civilización del Anáhuac como el istmo, la mixteca, la sierra sur y
los valles centrales si pueden considerarse por la presencia histórica, la
vinculación con su medio y la cultura que han engendrado los grupos humanos
que ahí habitan.

El espacio que ocupa hoy día Oaxaca en la república mexicana fue hace unos
2200 años entre el 200 aC. a 850 dC. un área fundamental en lo que
investigadores como Guillermo Marín (2016) denominan Anáhuac, un núcleo
cultural que pudo abarcar desde el lago Michigan en la frontera EU-Canadá hasta
la actual Nicaragua, como señala en su libro Rostro propio, corazón verdadero;

Lo que suponemos es que en el periodo Clásico, una extensa zona del Cen Anáhuac
estuvo íntimamente ligada a través de la Toltecáyotl por medio de los toltecas, es decir,
hombres y mujeres de conocimiento que estudiaban e investigaban en los Tollanes, que
hoy llamamos “zonas arqueológicas” y que, Teotihuacán era el centro neurálgico de ese
conocimiento a través de una confederación de confederaciones.

Los toltecas nunca fueron una cultura y menos una etnia, fueron en cambio, un
grado de conocimiento, eran los maestros en el arte del equilibrio, la medida, la
sobriedad, la austeridad, el refrenamiento, el entendimiento. Se sabe por los
registros arqueológicos que Teotihuacán tuvo relaciones culturales con el sureste
de México, con los zapotecos de Monte Albán y los mayas quiches de Tikal en
Guatemala.
El territorio ancestral; una consecuencia histórica.

La idea de territorio ancestral no ha existido siempre, claro está, en algún


momento se originó a partir de dos conceptos que se extienden e integran en el
espacio y el tiempo, entendiendo territorio como aquella unidad física integrada
por la vida y sus interrelaciones orgánicas y no orgánicas, más el componente
temporal ancestral que se basa en la permanencia en el tiempo en este espacio y
que va influyendo en el desarrollo biológico, psicológico y por ende social de los
grupos humanos que lo habitan. Básicamente el concepto de territorio está
relacionado con la idea de dominio o gestión dentro de un espacio determinado;
está ligado a la idea de poder politico, estatal o privado en todas las escalas
(Montañez y Delgado, 1998)

Concretamente fue en la década de 1960 el “mundo” académico se vio en una


encrucijada fundamental ante la rueda de la historia que llevo a parte de las
ciencias sociales a trasladarse hasta el terreno mismo donde tenían lugar la vida
humana, abandonar el escritorio paso a ser la condición necesaria para entender
lo que ocurría con el ser humano incluso actualmente no es muy común en la
sociedad abordar el tema a excepción de algunos foros académicos y políticos,
físicos o virtuales que a partir del dialogo y la experiencia colectiva intentan
esclarecer lo que se ha señalado como el origen del termino; los procesos
históricos, políticos o legales

Hace 526 años, a fines del siglo XV con la llegada al continente americano de las
primeras expediciones del reino de España comenzó un proceso sistemático de
destrucción de las culturas originarias justificado por la religión católica y la
monarquía de Castilla. No podía ser de otra forma ya que se trataba de acciones
que se explicaban a través de la narrativa con que habían entendido el mundo
conocido los núcleos culturales de Europa que habían prosperado sobre las ruinas
de la civilización romana a partir del siglo IV de nuestra era. Aproximadamente en
mil años se consolido el régimen feudal apoyado en la religión y en la propiedad
de la tierra pero en la península ibérica, que fue reconquistada por los reinos de
Castilla y Aragón en 1492 al caer el reino musulmán de Granada, este proceso
logro consolidarse solo a partir de entonces con el nacimiento del nuevo reino
unificado después de casi setecientos años de expansión árabe. La cultura que se
desarrolló en la península ibérica, llegaba al “nuevo continente” con sus
tradiciones medievales recién consolidadas mientras el renacimiento modificaba
los paradigmas en otros países, los que se impusieron en América implicaron la
supresión de otros paradigmas sobre los que existían las culturas de América, es
curioso señalar como antecedente que el reino de España se fundó sobre el
sometimiento de la nación vasca, andaluza, catalana y gallega por el reino de
castilla la par que conquistaba territorios.

Puntualizar estos hechos históricos es importante ya que ayudan a entender los


acontecimientos posteriores como el mestizaje cultural que tuvo lugar a partir de la
derrota militar de Tenochtitlan, la extremada violencia con que fueron sometidas
las anteriores culturas, o lo que nos interesa esclarecer en este artículo, la
importancia que daban los habitantes prehispánicos de México al lugar que
habitaban y la influencia que este tenía en la relación que establecían con su
medio natural y social. Pero no solo importa esclarecer estas cuestiones sino que
además es necesario entender los acontecimientos que se relacionan con la
preservación y la defensa de ese habitad de esa relación que la comunalidad
identifica como huellas de aquel pasado estructurado según investigadores como
Guillermo Marín a partir de la filosofía Toltecayotl.

Las esperanzas renovadas.

La civilización de Anáhuac observó, investigó, sistematizó lo aprendido, pero su


mayor genialidad fue que construyó su saber de modo que ahora, para hacer,
arqueología del espíritu, se requiere observar con atención a la naturaleza y al
firmamento, para reconectarnos con la sabiduría ancestral del Anáhuac. De esta
manera, con la botánica, la astronomía y las instituciones ancestrales que han
sobrevivido al epistemicidio eurocéntrico, podemos hacer aproximaciones o
asociaciones que nos permiten explicarnos el complejo universo epistémico que
posee la Toltecáyotl. Aquí es donde la toltecayotl se relaciona con la comunalidad,
pensada, pero también y más importante, enuncia desde la práctica, es decir,
desde el estilo de vida de los llamados pueblos originarios. Adopta la forma de
quienes lo habitan, porque el concepto nace en quienes lo practican, el término en
si no es importante, lo que importa es la vida, hacer la vida en común.
Comunalidad es un término acuñado por Floriberto Díaz, pensador indígena mixe,
y Jaime Martínez Luna, maestro, investigador y músico zapoteco.  “Comunalidad”
no tiene una definición única o específica.
Referencias.

(1) “Oaxaca con la mayor diversidad biológica”, Periódico EL IMPARCIAL,


Oaxaca de Juárez, 21 de mayo del 2019.

(2) “Evaluación del conocimiento y tendencias de cambio, perspectivas de


sustentabilidad, capacidades humanas e institucionales”, CONABIO, México
2017.

Bibliografía

Marín, Guillermo, (2016) rostro propio y corazón verdadero, Oaxaca, Toltecayotl


A.C.

Montañez, Gustavo; et al. (1997). Geografía y Ambiente: Enfoques y Perspectivas.


Santafé de Bogotá, Ediciones Universidad de la Sabana.
¿Cuál es la importancia del territorio ancestra?

¿desde cuando se considera importante?

¿Por qué se considera importante?

La memoria que fue enterrada

Planteamiento de las adversidades y contradicciones

y la comunalidad.

Este artículo parte de la noción de comunalidad,

como es pensar el territorio como espacio cultural, instrumental e


históricamente apropiado por una sociedad, que por lo común implica
nociones de frontera.es un espacio geográfico fundamental para el
desarrollo del ser humano y por ende de todas sus actividades a lo largo de
su existencia individual y colectiva.

El territorio que ocupan actualmente los 570 municipios del estado de


Oaxaca alberga la herencia multicultural nacida de procesos históricos,
rasgos de las culturas mesoamericanas que coexisten co
En Oaxaca existen 570 municipios donde se fusiona el pasado y el presente
en una dinámica que aspiraa consolidarse como una forma de rafirmare la
identidad cultural

La historia de estas tierras pasa por la forma de vida de zapotecos,


mixtecas, huaves, chontales, ikots, ayukk etc., por la destrucción de la
conquista española y el esfuerzo posterior para construir una identida
mexicana con todos los retos que ellos ha planteado.

Sumerjidas en este proceso histórico las culturas originarias hen


preservado elementos como la unidad comunal, el trabajo colectivo, las
celebraciones rituales, etc. que actualmente se engloban en el concepto
nde comunalidad.

El territorio en e concepto geográfico se entiende de diversas formas pero


fundamentalmente hablamos de una región un pa

Se enuncia desde la práctica y adopta la forma de quienes lo habitan: el


término no es importante, según menciona Jaime, “lo que importa es la
vida, hacer la vida en común”.

“Somos comunalidad, lo opuesto a la individualidad, somos


territorio comunal, no propiedad privada; somos compartencia, no
competencia; somos politeísmo, no monoteísmo. Somos
intercambio, no negocio; diversidad, no igualdad, aunque a nombre
de la igualdad también se nos oprima. Somos interdependientes, no
libres.”

Primer Congreso Internacional de Comunalidad6 al 29 de octubre en puebla Un


hormiguero de ideas y resistencias

El término Comunalidad alude a algo que no se puede definir, es una


apuesta por otra visión del mundo: una en donde no son el mercado ni el
poder los motores de la existencia. Un mundo que no nace únicamente del
lenguaje, sino que en un ciclo interdependiente y continuo permite, a
través de la palabra, -aunque no solo a través de ella, comprendernos,
revalorar lo que hacemos y cómo nos relacionamos a partir de nuevos
referentes, y que tal vez no sean nuevos, sino que forman parte de una
naturaleza y un hábito que ahora nos es preciso recordar.
Si bien el trabajo académico que da soporte a las investigaciones y
aproximaciones sobre lo común fue el centro de este congreso, también
hubo otro tipo de experiencias y lenguajes que forman parte del trabajo
cotidiano, de quienes construyen comunidades o participan en procesos de
lucha, de propuesta, de organización social y de la vida.  Son muchos los
espacios donde se plantean las otras posibilidades: grupos de defensa del
territorio y la biodiversidad, organizaciones campesinas, organizaciones
feministas y ecofeministas, cooperativas de producción y de servicios,
redes de trabajo, de educación y de redistribución de recursos y saberes,
luchas por la autonomía y la soberanía de los cuerpos y de los pueblos.
Están los espacios de lucha, y están las estrategias: los modos de hacer, de
trabajar, de relacionarnos con los otros, de producir y consumir lo que nos
sustenta, de vivir los afectos, de nombrar el mundo, de construir nuestra
identidad. Como retos que se presentan como urgentes, en un tránsito que
no se puede dar el lujo de seguir siendo solamente utópico.

Eso es en realidad la ‘resistencia’, una acción colectiva


transformadora que mantiene viva la comunalidad” apunto Javier
Sánchez.

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