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CORTEZA CONTINENTAL

La naturaleza de la contribución del manto a la formación de la corteza continental tiene


varios modelos. La tectónica de placas parecía ofrecer evidencias de acumulación a
través de vulcanismo orogénico andesítico en los límites convergentes, el modelo de
“andesita” ha sido probablemente el modelo más popular de crecimiento de la corteza
terrestre. Este modelo (Taylor, 1967) fue reemplazado por una idea más compleja de
acreción de vulcanismo máfico y félsico.
Tanto en el Arcaico como hoy en día, los granitoides constituyen el núcleo de la corteza
continental formada en las zonas de subducción. La corteza hadeana era máfica y
sufrió una fusión parcial interna, esta fue interrumpida por un bombardeo meteorítico.
Después de esto, hace unos 3900 Ma, la tectónica de placas comenzó a funcionar.
A final del Arcaico y hasta finales del Proterozoico, la corteza continental creció
episódicamente por la convección acelerada del manto.
Prácticamente no hay afloramientos arcaicos, las suposiciones de los científicos se
basan en datos geoquímicos, geofísicos y mineralógicos; pero todavía no se conocen
cuáles fueron los procesos exactos que actuaron en la Tierra primitiva, y no siempre se
debe suponer que lo que sucede en el presente puede ser clave para saber lo que
pasó en el pasado.
En los últimos 20 años se han producido notables avances en la comprensión sobre los
mecanismos de formación y evolución de la corteza continental gracias, en gran
medida, a la teoría de la tectónica de placas y a los avances en los conocimientos de la
litosfera, los nuevos datos geoquímicos y paleomagnéticos, además de los nuevos
modelos geofísicos de los procesos del manto.
De todas formas, hay muy poca información sobre cómo era la Tierra en épocas tan
remotas como el Hadeano (4500–3800 Ma), el Arcaico (3800-2500 Ma) o el
Proterozoico (2500-540 Ma), dado que en esas edades tuvieron lugar muchos eventos
que borraron toda huella posible, y al ser tan antiguas, a lo largo de 600 Ma hasta hoy,
la Tierra ha sufrido cambios muy intensos que hacen aún más difícil la reconstrucción
de esos tiempos.
Es necesario comparar los procesos actuales que tienen lugar en el planeta con los
que pudo haber en el pasado. En una Tierra temprana, forzosamente tuvo que haber
algún tipo de tectónica de placas primitiva que provocó cambios en la dinámica interna
de la Tierra como consecuencia de un enfriamiento global. La formación y crecimiento
de la corteza a lo largo de los tiempos geológicos, probablemente se originó gracias a
mecanismos tectónicos y magmáticos. Si no se hubiera formado corteza continental, la
Tierra sería un mundo totalmente acuático envuelto por una corteza basáltica y cubierta
por un océano global.
Características principales de la corteza terrestre
La corteza terrestre es la capa superficial sólida de la Tierra, es una capa muy delgada
y está compuesta por una corteza continental, con un espesor medio de unos 35 km, y
una corteza oceánica, mucho más delgada, de unos de 6 km de espesor medio.
La corteza continental ocupa el 41,2% de la superficie terrestre, aunque solo
representa el 0,35% de la masa total del planeta. Desde un punto de vista económico,
se puede considerar como una reserva muy importante de elementos traza (contiene
hasta el 70% del total de estos elementos). Tiene una composición aproximadamente
granodiorítica (ver rocas ígneas), es heterogénea y localmente llega a ser muy antigua.
Esta corteza está compuesta por una gran variedad de tipos de rocas (sedimentarias,
ígneas y metamórficas) cuya edad abarca desde los 4000 Ma a muy recientes, esto
refleja su historia larga y compleja.
La corteza oceánica es joven (200 Ma) y delgada, de composición basáltica, oscura,
con rocas volcánicas y rica en Mg y Fe, es más o menos uniforme. Es más densa que
la corteza continental y se va renovando constantemente a través de las dorsales
oceánicas.
Mapa de la Tierra con las edades de la corteza continental y de la corteza oceánica
(U.S. Geological Survey)
EL MATERIAL MÁS ANTIGUO DE LA TIERRA DESVELA QUE LA CORTEZA SE
FORMÓ RÀPIDAMENTE - SE DESCUBRE UN CIRCÓN DE 4400 Ma (24/02/2014)
Este nuevo descubrimiento significa un cambio en algunas de las conclusiones
expuestas en el trabajo. (ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA CORTEZA CONTINENTAL,
Agüera Àngel, Cristina)
La corteza terrestre se formó 100 Ma de años después del nacimiento del Sistema
Solar, esto lo sabemos ahora gracias al descubrimiento de una pequeña pieza de
cristal de circón o zircón, considerada la más antigua del planeta, encontrada en Jack
Hills en Australia. El mineral cristalizó hace 4400 Ma, 100 Ma de años después del
nacimiento de la Tierra.
Este cristal pasa a ser el material más antiguo del planeta. Además, es la prueba de
una clara evidencia de que la corteza continental se comenzó a enfriar y a desarrollar
mucho antes de lo que se pensaba, solo 100 Ma después de que la Tierra impactara
con un protoplaneta formando la Luna
El planeta Theia el cual tenía casi el mismo tamaño que Marte y viajaba a casi 15
kilómetros por segundo, chocó con la joven Tierra y deformó toda su superficie. El
impacto fue tan grande que la Tierra se alzó por todos lados. Gracias a esto, billones
de escombros se esparcen por el espacio; los escombros de la colisión entre Theia y la
Tierra, gracias a la gravedad se transformaron en la Luna.
La teoría del gran impacto (en inglés Giant Impact Hypothesis, Big Whack o Big Splash)
es la teoría científica más aceptada para explicar la formación de la Luna, que postula
que se originó como resultado de una colisión entre la joven Tierra y un protoplaneta
del tamaño de Marte, que recibe el nombre de Tea (o Theia)1 u ocasionalmente
Orpheus u Orfeo. El nombre de Theia proviene de la mitología griega, ya que Theia o
Tea era la madre de la diosa lunar Selene. La hipótesis se planteó por primera vez en
una conferencia sobre satélites en 1974 y luego fue publicada en la revista científica
Icarus por William K. Hartmann y Donald R. Davis en 1975.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Nuevo México (Estados Unidos) cree
haber descubierto restos de Theia en el interior de la Luna.
Los investigadores examinaron los isótopos de oxígeno en diversos tipos de rocas
lunares, recolectados de varias regiones de nuestro satélite natural. De este modo,
descubrieron que las rocas cuyo origen estaba más profundo tenían isótopos de
oxígeno más pesados, en comparación con los de la Tierra.
Según el estudio, esta es evidencia de los restos de Theia que no se mezclaron con la
Tierra, y que han permanecido relativamente intactos en el interior de la Luna. Esto
confirmaría la teoría del “gran impacto”.
“Claramente, la composición distintiva de isótopos de oxígeno de Theia no se perdió
por completo a través de la homogeneización (mezcla) durante el gran impacto”,
explicaron los autores en su artículo publicado en ‘Nature Geoscience’
La edad arcaica del circón es confirmada mediante una nueva técnica de datación
(Tomografía por sonda atómica – Atom-probe tomography). Los datos de esta técnica
confirman que muchos eventos de la Tierra silicatada debieron ocurrir antes de los
4400 Ma, en consonancia con la formación del océano de magma por el impacto que
formó la Luna hace 4500 Ma. Cualquier edad de homogeneización de la corteza de la
Tierra y el manto es anterior a la formación de este circón, que se formó poco después
de la formación de la Tierra.
El circón o zircón (ZrSiO4), es un mineral con brillo vítreo y de color variado que va del
pardo (o simplemente incoloro) al gris, verde o incluso rojo, siempre según las
impurezas que presente y que son las que le dan color.
Cristaliza en el Sistema Tetragonal y tiene una alta dureza (7.5 en la escala de Mohs)
por lo que es más duro que el cuarzo y evidentemente mucho más que el propio acero,
a los que por tanto va a rayar.
También es muy resistente a la erosión, lo que sumado a la alta densidad que posee
(3.9-4.8 g/cm3), hace que los cristales de este mineral se queden acumulados con
facilidad en sedimentos transportados. Esto mismo ocurre por ejemplo al oro, a las
esmeraldas o a los diamantes, también resistentes y densos, dando lo que conocemos
como depósitos de tipo placer.
Pero los circones no sólo los encontramos en sedimentos transportados, ya que
también es muy común encontrar circones en rocas ígneas y metamórficas, por lo
general como inclusiones dentro de otros minerales que se formaron con posterioridad
que los englobaron.

Los circones son útiles en geología porque en su interior tenemos un reloj natural muy
preciso que es la clave de que sepamos con tanta exactitud la edad del planeta.
Pero para explicar cómo funciona ese reloj debemos recordar que la radiactividad es un
fenómeno natural por el cual los isótopos inestables pasan a isótopos estables
mediante la emisión de energía.
La desintegración radiactiva de un radioisótopo determinado se produce a una
velocidad constante que es única y que recibe el nombre de periodo de
semidesintegración, de manera que si conocemos ese valor y la concentración inicial
del radioisótopo (o la final de su «hijo»), podremos datar de una forma objetiva
cualquier objeto de la naturaleza.
Dentro de la datación radiométrica, la datación U-Pb que a menudo se realiza en el
circón mineral, es debido a que incorporan átomos de uranio en su estructura
cristalina.
Este mineral que se produce directamente a partir de un magma, podríamos decir que
una vez formado ya no se pueden destruir. Gracias a esta peculiaridad la roca original
puede ser erosionada pero los circones formados permanecerán en los sedimentos
resultantes, aunque posiblemente algo redondeados. Y si ese sedimento litifica y se
transforma en una roca sedimentaria, dentro de ella tendremos todavía esos mismos
circones. Lo mismo ocurre si la roca acaba experimentando un proceso de
metamorfismo, e incluso si las condiciones se vuelven más extremas.

Ya sabemos qué son los circones y cuáles son sus características, incluso hemos visto
en qué consiste la datación por radioisótopos.
De manera muy resumida podemos decir que mediante técnicas avanzadas podemos
realizar análisis puntuales de la composición química de una parte concreta del cristal
que queramos; si en ese análisis lo que consideramos es un isótopo radiactivo
concreto, entonces podremos conocer la edad a la que se formó ese cristal.
Pero es muy importante saber qué mineral estamos analizando, ya que en una roca no
todos los minerales se formaron a la vez, debido a que cada uno tiene una temperatura
de cristalización diferente (serie de reacción de Bowen: son dos secuencias que
describen el orden de cristalización de los minerales del grupo de los silicatos a ir
enfriándose el magma).
Pese a su gran diversidad composicional, las rocas ígneas (y los magmas de los que
se forman) pueden clasificarse a grosso modo en función de sus proporciones de
minerales oscuros y claros.
Cerca de uno de los extremos se encuentran las rocas compuestas fundamentalmente
por silicatos de colores claros: cuarzo y feldespatos. Las rocas ígneas en las que éstos
son los minerales dominantes tienen una composición granítica.
Los geólogos también se refieren a las rocas graníticas como félsicas, un término
derivado de feldespato y sílice (cuarzo). Además del cuarzo y el feldespato, la mayoría
de las rocas ígneas contiene alrededor del 10 por ciento de silicatos oscuros,
normalmente biotita y anfíbol. Las rocas graníticas son ricas en sílice
(aproximadamente el 70 por ciento) y son constituyentes principales de la corteza
continental.
Las rocas que contienen cantidades sustanciales de silicatos oscuros y plagioclasa rica
en calcio (pero no cuarzo) se dice que tienen una composición basáltica. Dado que las
rocas basálticas contienen un elevado porcentaje de minerales ferromagnesianos, los
geólogos pueden referirse también a ellas como rocas máficas (de magnesium y
ferrum, el nombre en latín para el magnesio y hierro). Debido a su contenido en hierro,
las rocas máficas son normalmente más oscuras y densas que otras rocas ígneas. Los
basaltos constituyen el suelo oceánico, así como muchas de las islas volcánicas
localizadas dentro de las cuencas oceánicas. Los basaltos se encuentran también en
los continentes.
Por ello, si queremos datar una roca debemos estar seguros de que el mineral que
analicemos se formó con ella y no ha venido heredado de una roca anterior, que ya
hemos visto que con los circones es algo bastante habitual.
Composición promedio de la corteza continental actual
Los datos sobre la composición de la corteza media e inferior son mucho más escasos,
pues también lo son los afloramientos dónde hacer observaciones.
Corteza superior (<15 km) -> es litológicamente heterogénea y granodiorítica,
constituye rocas sedimentarias dispuestas sobre rocas volcánicas y graníticas
intrusivas. Es de composición global félsica (±66% deSiO2), con Vp = 6,2 km/s.
Corteza media (±15-25 km) -> es litológicamente heterogénea, equilibrada en facies
anfibolítica, de composición global intermedia (±60% de SiO2; 3,5% MgO), con Vp=6,2-
6,5 km/s.
Corteza inferior (±25-45 km, o más) -> también es heterogénea litológicamente. Como
promedio corresponde a una granulita máfica con piroxenos alumínicos y plagioclasa.
Es de composición basáltica (± 52% deSiO2; 7% MgO), con Vp=6,9-7,2 km/s.
La corteza continental, comparada con el manto, es en promedio relativamente rica en
SiO2 y pobre en MgO, y está enriquecida en elementos incompatibles respecto a la
composición de la Tierra primitiva.
En la actualidad, todavía no se conocen exactamente cuáles fueron los procesos que
actuaron en la Tierra primitiva, especialmente si los comparamos con los que tenemos
en la Tierra moderna.
Sabemos que el interior del planeta se estudia por métodos indirectos (sismología), y
directos (afloramientos, perforaciones y manifestaciones en superficie de la actividad
interior).
La tarea de averiguar que pasó en la Tierra en el Arcaico es complicada, ya que
prácticamente no hay afloramientos porque estos fueron erosionados o destruidos por
los procesos que tenían lugar en esa época.
Las suposiciones se basan fundamentalmente en datos geoquímicos y geofísicos, y
también en los escasos datos mineralógicos que nos proporcionan las pocas rocas
arcaicas que afloran en la superficie; pero, a pesar de que existen lagunas en los
registros geológicos y ambigüedades en la interpretación de algunos terrenos,
actualmente sabemos lo suficiente como para trazar una secuencia de los
acontecimientos de la Tierra y los procesos principales que operaban entonces.
Se considera que, en la historia de nuestro planeta, ha habido 4 eventos clave, estos
han sido: la formación de los océanos, la formación del núcleo terrestre, la separación
de la Luna y la acreción de la primera corteza basáltica.
De todas formas, hay que tener en cuenta que la composición de las rocas de la Tierra
ha ido cambiando a lo largo del tiempo.
TTG (Tonalita, Trondhjemita y Granodiorita), de Gurur, India. Tienen 3300 Ma. El
gneis es la roca gris, está atravesado por venas de composición granítica (venas
blancas).

Las rocas blancas son diques félsicos de gneis atravesando transversalmente


los “greenstone belts” (Sermersooq, Groenlandia).
Los cinturones de rocas verdes (Greenstone belts), son rocas volcánicas y
sedimentarias que afloran en la superficie de la tierra sobre el zócalo de TTG.
Frecuentemente forman estructuras sinformes alargadas (>100 km de largo y 20 km de
ancho), de ahí su nombre. Típicamente estos cinturones tienen una serie litológica que
comienza con lavas ultramáficas (Komatiites, , seguidas de lavas básicas (basaltos)
intercaladas con sedimentos.

Komatiite de 3445 Ma en Komatii, África del Sur.

La Tierra avanza hacia la creación de un nuevo supercontinente; mediante la creación


de simulaciones y modelos científicos, los expertos auguran la formación de un gran
supercontinente en nuestro planeta dentro de unos 200 millones de años, aunque su
ubicación exacta aún es motivo de debate.
Así que como Pangea se formó hace unos 280 millones de años, y comenzó a
separarse hace unos 180 millones de años, los investigadores creen que el siguiente
supercontinente se formará dentro de unos 200 o 250 millones de años.
Al parecer los científicos saben aproximadamente cuándo, pero también se preguntan
cómo, se formaría el futuro supercontinente. De hecho, un equipo de investigadores de
la Universidad de Lisboa ha planteado cuatro modelos distintos para la formación de
supercontinentes, a los que ha dado los siguientes nombres: Pangea Ultima, Novo
Pangea, Amasia y Aurica. Los dos últimos son los que, según estos modelos,
tendrían más posibilidades de formarse. Así, Amasia se formaría si todos los
continentes avanzaran hacia el hemisferio norte (la Antártida quedaría sola en el
hemisferio sur), y Aurica se formaría alrededor del ecuador y se extendería hacia los
hemisferios norte y sur.
Tanto en el caso de la formación de Amasia como en el de Aurica, se produciría un
cambio drástico en el clima global.
En el caso de Amasia, el modelo planteado pronostica una nueva Edad de Hielo y con
ella la desaparición de la biodiversidad que actualmente se halla presente en las zonas
tropicales (aunque es posible que pudieran surgir nuevas especies que se adaptaran al
clima extremadamente frío de la Tierra).
Por otra parte, en el escenario que prevé la formación del supercontinente Aurica, el
resultado sería muy diferente. La Tierra absorbería la luz solar de esta zona causando
un aumento de las temperaturas, lo que se vería agravado por la ausencia de
casquetes polares, que son los encargados de reflejar el calor de la atmósfera terrestre.

Bibliografía
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA CORTEZA CONTINENTAL, Agüera Àngel, Cristina
Tutor: Martínez, Francisco J 1.1Petrologia y geoquímica, Departamento de Geología,
Universitat Autonòma de Barcelona, 12-06-2014
Tierra y Tecnología: publicación del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos – España, 2018
La Tierra avanza hacia la creación de un nuevo supercontinente, National Geographic
Ciencias de la Tierra UNA INTRODUCCIÓN A LA GEOLOGÍA FÍSICA - Octava edición
Edward J. Tarbuck Frederick K. Lutgens

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