Está en la página 1de 16

Unidad 1V

La cuarta República.
Este recurso fue recuperado por la profesora Amantina Ramírez basado en las siguientes
fuentes

http://www.ioaquinbalaguer.net/biografia-dr-ioaquin-balaguer-ricardo/

https://www.cidob.org/biografias líderes politicos/america central y caribe/republica dominicana/ joaquin balaguer ricardo

https://www.google.com/search?client=firefox-b-d&q=Historia+de+joaquin+balaguer+1966-1978

Abogado, diplomático y escritor. Fue electo presidente de la República siete veces,


superando en esto a Buenaventura Báez, que fue cinco veces elegido primer mandatario
nacional.

Fue presidente de la República Dominicana en los períodos 1960-1962, 1966-1978, 1986-


1996.Compartió el Premio Nacional de Literatura de 1990 con su rival político Juan Bosch.

Finalizada la guerra civil de 1965 con la firma del Acta de Reconciliación Nacional, el
gobierno provisional del doctor Héctor García Godoy gobernó la República con la
responsabilidad de organizar las elecciones generales que fueron celebradas el 1 de junio
de 1966. Joaquín Balaguer, que había abandonado el país en 1962 repudiado por su
condición de "muñequito de papel" de la dictadura de Trujillo, regresó triu nfal en los brazos
del poder extranjero, electo en un sospechoso certamen electoral en el que su oponente, el
profesor Juan Bosch, fue impedido de promover su candidatura, mientras el país continuaba
ocupado por las tropas norteamericanas

El 1 de julio de 1966 Balaguer tomó posesión de su primera presidencia con mandato


popular directo y por un período cuatrienal, inaugurando uno de los lideratos estatales más

1
prolongados y controvertidos en la Latinoamérica contemporánea. Apoyándose en la
oligarquía terrateniente y en la alta oficialidad militar que, como él, había servido a Trujillo,
estableció un régimen fuertemente conservador, tradicionalista y de democracia restringida,
que instrumentó con habilidad el recuerdo de los horrores de la pasada dictadura y de la
reciente guerra civil, el temor a los desórdenes revolucionarios y las circunstancias
internacionales de la Guerra Fría, que en el área del Caribe no admitían indefiniciones con
respecto a la Cuba castrista. La pacificación del país facilitó la retirada de la Fuerza
Interamericana de la OEA, cobertura del contingente invasor de Estados Unidos, en
septiembre de 1966.

Su estilo de gobierno, autoritario y drástico con las cortapisas a la oposición, pero al mismo
tiempo paternalista y alejado de la gestualidad ofuscada o visceral, conforme a su faceta de
hombre de letras y profundamente culto, le encasilló en una particular categoría del
despotismo ilustrado o del caudillismo populista, si acaso compartiendo escuela con su
coetáneo ecuatoriano José María Velasco Ibarra, otro maestro de la oratoria y de las
resurrecciones políticas. Hombre menudo, sobrio en extremo, de aspecto frágil, luciendo
sus características gafas de puente negro y una media sonrisa un tanto gélida, Balaguer se
descubrió como un asceta y un gestor avezado del poder cuyo ascendiente sobre la
población, especialmente la no instruida, fue tan intenso como el odio que levantaban sus
represiones. Ni el lucro económico ni la vida suntuaria suscitaban su interés, aunque no
vacilaba en recurrir a las arcas del Estado para financiar sus campañas proselitistas y
comprar lealtades. Dato añadido que redunda en la singularidad del personaje, el dirigente
dominicano se mantuvo soltero de por vida y no se le conoció pareja femenina (aunque en
los mentideros de Santo Domingo se hablaba de un hijo ilegítimo), estado civil insólito en un
mandatario de la región.

No tuvo reparos en enmendar la Constitución que él mismo había promulgado el 28 de


noviembre de 1966 para permitir la renovación indefinida del mandato presidencial,
reflejando el deseo de asirse al poder, pero salvaguardando las formas de la democracia
representativa. Libre de ese obstáculo jurídico, se presentó a los comicios del 16 de mayo
de 1970 y ganó con el 57,2% de los votos con la ayuda de las intimidaciones y agresiones
de la Banda Colora (temible milicia del PR organizada un poco al estilo de los infames
Tontons Macoute del vecino dictador en la parte haitiana de la isla de La Española, Frangois
Duvalier, quien, por cierto, tenía la misma edad que Balaguer), el boicot de Bosch y,

2
finalmente, el fraude electoral. El plan de reelección suscitó rechazo incluso en miembros
del propio Gobierno, con el vicepresidente Lora a la cabeza. Lora abandonó el PR, fundó su
propia agrupación, el Movimiento de Integración Democrática Antirreeleccionista (MIDA), y
se enfrentó con Balaguer en las elecciones de aquel año.

El desembarco en febrero de 1973 de un reducido grupo de exiliados con la pretensión de


abrir un foco guerrillero brindó a Balaguer el pretexto para declarar el estado de sitio y
lanzar una vasta campaña represiva que empezó con el exterminio de los rebeldes en las
montañas -entre los caídos figuró el mítico coronel Caamaño-y que se prolongó en las
ciudades sembrando el terror entre la oposición civil, incluida la legal. Bosch hubo de pasar
a la clandestinidad y el PRD se resintió de la embestida, fracturándose entre el sector leal a
Bosch, que en diciembre puso en marcha el Partido de la Liberación Dominicana (PLD, de
naturaleza marxista en sus comienzos), y el encabezado por el socialista José Francisco
Peña Gómez, secretario general del partido. En este episodio se constató el talento de
Balaguer para crear disensiones entre sus enemigos.

La sensación de que en la República Dominicana había un híbrido de dictadura y


democracia -y con más rasgos de la primera que de la segunda- se reprodujo en las
elecciones del 16 de mayo de 1974, cuando el PRD y los otros partidos signatarios del
denominado Acuerdo de Santiago retiraron a su candidato, el latifundista Silvestre Antonio
Guzmán Fernández, por considerar que no se daban las mínimas garantías y como protesta
por los desafueros de los paramilitares balagueristas. En estas circunstancias, el aspirante a
la reelección sólo compitió con un rival de escasa entidad, el contraalmirante Luis Homero
Lajara Burgos, del derechista Partido Popular Demócrata (PPD), y se hizo con el 84,7% de
los sufragios, mientras que su partido ganó 80 de los 94 escaños de la Cámara de
Diputados y los 27 del Senado. La abstención alcanzó el 50%.

Una coyuntura favorable en los precios internacionales del azúcar, el auge del turismo
estadounidense, las inversiones privadas foráneas, y los programas de obras públicas
produjeron en estos años una fase de expansión económica, favoreciendo la emergencia en
la sociedad dominicana de la primera clase media sólida. Balaguer eludió siempre su
responsabilidad en los desmanes perpetrados por la Banda Colora y otros irregulares
vinculados con las Fuerzas Armadas, marcando un antecedente de los escuadrones de la
muerte centroamericanos; él siempre achacó la violencia política a sectores incontrolados
del oficialismo y a la subversión de izquierdas, cuya verdadera fuerza exageró

3
enormemente. También, incumplió las promesas sobre la reforma agraria, ya que la
pequeña minoría de propietarios autóctonos y las compañías estadounidenses continuaron
poseyendo la mayoría de las tierras cultivables y las de mejor calidad. Pero cuando anunció
su intención de optar a un cuarto mandato consecutivo en las elecciones del 16 de mayo de
1978, y con un fondo de deceleración económica, el repudio popular alcanzó tal calibre que
la derrota en las urnas ante el PRD se antojó inevitable.

Cuando a las pocas horas de iniciarse el recuento del voto ese escenario se hizo patente,
los milicianos balagueristas y las fuerzas de seguridad violentaron el escrutinio con la
intención de imponer, bien un escandaloso fraude, bien la anulación de la consulta. Pero
desde Washington, el Gobierno de Jimmy Carter, que había presionado para que estas
elecciones se celebraran con las debidas garantías democráticas, advirtió al presidente
dominicano de las serias consecuencias que para las relaciones bilaterales tendría un golpe
de mano electoral; reanudado el escrutinio, se computó la victoria de Guzmán con el 52,7%
de los votos, diez puntos más que Balaguer.
El 16 de agosto de 1978 se produjo la histórica transferencia de poder, que suele señalarse
como el final del postrujillismo, el principio de la despolitización del Ejército y el verdadero
tránsito a la democracia en la República Dominicana. Para Balaguer, fue su primer fracaso
en una trayectoria cuajada de éxitos, pero a su extraordinaria carrera política aún le
quedaba un cuarto de siglo de vida.

Durante ese tiempo, Balaguer vivió en Puerto Rico y luego en Estados Unidos, retornando a
la República Dominicana cuatro años después, durante la guerra de abril
de 1965.

La razón de su regreso fue el estado de salud de su madre. Tras el estallido de la


Revolución de abril de 1965 y de la segunda intervención militar estadounidense, regresó en
1965 con un permiso de 72 horas para visitar a su madre enferma, No obstante, tan pronto
pisó suelo patrio se negó a abandonarlo, esto le permitió participar en las elecciones
generales de 1966, al frente del Partido Reformista, partido este fundado de forma
oportunista por su amigo el Lic. Francisco Augusto Lora durante su exilio en Puerto Rico.

En las elecciones este partido resultó victorioso. estando el país todavía ocupado por los
marines estadounidenses. Por otro lado, era evidente que Balaguer le inspiraba confianza al
Gobierno de Estados Unidos para conducir los destinos nacionales.

4
Segunda Presidencia (Los Doce Años de Balaguer 1966-1978)

Primer Discurso junio de 1966

En junio de 1966, en el Congreso nacional, durante el periodo comprendido como los


12años, inicia con el siguiente discurso:

Hay ciertas cosas, que debo dejar terminantemente aclaradas desde el instante mismo que
asumo mis deberes en la presidencia de la república, una de ellas y no la menos importante
es la de recordar que las huelgas están prohibidas, cuando durante el gobierno que hoy se
inicia, se declare una huelga, los huelguistas quedarán automáticamente cesantes y serán
sustituidos sin contemplaciones, todos los partidos tendrán derecho bajo el gobierno que
hoy se inicia, a ejercer los derechos que les son privativos, pero cualquiera que intente
obstruir el libre funcionamiento del gobierno constitucional, llevar la discordia dentro del
seno de las Fuerzas Armadas, fomentar el odio entre las diferentes clases sociales y
esparcir la división y la cizaña en el seno de la familia dominicana, nos encontrará de frente,
dispuesto a encarar todos los peligros.

Yo no he venido aquí a ponerme el uniforme y las botas de Rafael Leónidas Trujillo, sino a
hacer un intento, un nuevo intento, para lograr que esos símbolos de opresión
desaparezcan de la vida de todo dominicano. La Famosa frase de Winston Churchill, que no
tenía nada que ofrecerles excepto sangre, sudor y lágrimas es la única que el gobierno que
hoy se inicia podrá usar para dirigirse en los próximos 6 meses al pueblo dominicano.

Inicios

El 1 de junio de 1966, jura como presidente constitucional de la República Dominicana, en


acto que contó con la presencia de numerosos invitados nacionales e internacionales, entre
ellos el vicepresidente de los Estados Unidos, Hubert Humphrey. Durante su campaña
electoral solía dirigir sus mensajes propagandísticos a la mujer dominicana y al
campesinado, tratando de atar a su proyecto político personal las fracciones más
conservadoras de estos sectores sociales.

Durante los tres primeros meses de instalado el gobierno, la Asociación Dominicana de


Derechos Humanos, declaró que había recibido quejas. Con la anuencia de sectores del
gobierno se inició en el país la «Operación Chapeo» con la finalidad de exterminar los
remanentes izquierdistas sobrevivientes al conflicto de abril del 65.

5
Con la abstención electoral del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), debido a la
represión política y a la participación de las Fuerzas Armadas en las actividades
proselitistas, el doctor Balaguer fue reelegido en 1970 y 1974.

El 1 de enero de 1971 designó al general Enrique Pérez y Pérez en la jefatura de la Policía


nacional. Varias semanas después hizo su aparición en las calles de Santo Domingo un
grupo autodenominado Frente Democrático Anticomunista y Antiterrorista, mejor conocido
como La Banda que se encargó de implantar el terror en las calles para servir sus propios
intereses. Durante esa época fueron asesinados numerosos dirigentes de la izquierda
dominicana.

Balaguer se consolidaba según algunos como representante de la derecha dominicana,


iniciando un gobierno caracterizado por la influencia de Estados Unidos; un gobierno que
contribuyó inestimablemente al estado de subdesarrollo y atraso de la República
Dominicana.

Sin embargo, a través de la visión que lideraba, incentivó la producción industrial y priorizó
la construcción de infraestructura vial, presas, carreteras, entre otros.

Para las elecciones de 1970 y de 1974, con su Partido Reformista volvió al poder hasta el
1978 cuando las circunstancias políticas mundiales habían cambiado. Para ese entonces,
los EEUU tenían la llamada doctrina de los Derechos Humanos como herramienta política
para el mundo y el hemisferio americano.

Unas de las Características de los doce años de Balaguer

En 1961 tuvo la tarea de iniciar en territorio dominicano el restablecimiento de la libertad.


Libertad que no representó a favor de las masas, sino bajo las condiciones dictadas por los
intereses norteamericanos, a los cuales se subordinó

incondicionalmente. Las represiones de su gobierno dejaron más de 3000 muertos, entre


ellos estudiantes y parte de la intelectualidad dominicana por mera oposición.

Denuncias de violaciones a los Derechos Humano

El periódico El Nacional de 2002 señala:

6
1966, las muertes de Guillermo Peláez, Rolando de la Maza, Radhames García,
Vinicio Antonio Franco, el ex teniente Juan Rafael Bisonó Mera, Miguel Reyes Santini
y Ramón Emilio Mejía -Pichirilo-.

Pichirlo había tenido una destacada participación en la guerra civil, donde gozaba de
prestigio y popularidad entre los combatientes constitucionalistas, su muerte provoca una
ola de protestas ante el nuevo gobierno.

1967, las muertes de Guido Gil Díaz, William Jiménez, Luis de Peña, Vidal Peguero,
Orlando Mazara, Roberto Basilio Perdomo y Roberto Nivar. 1968, las muertes de
Flavio Suero, Modesto Rodríguez, Héctor Santiago, Rafael Mota. 1969, las muertes
de Henry Segarra Santos, Silvio Abud, Salomón Lama B., Rafael Vargas y el profesor
Eladio Peña de la Rosa, entre otros.

En noviembre de 1969 un grupo de mujeres anunció la formación del Comité de madres,


esposas y familiares de los muertos y desaparecidos, donde dieron a conocer un listado de
muertos y desaparecidos, y revelaron que, en los tres primeros años del gobierno, 366
personas fueron muertas o desaparecidas por causas políticas.

1970, los principales muertos fueron: Otto Morales y Amin Abel Hasbún, ambos dirigentes
del Movimiento Popular Dominicano (MPD). 1971, entre los revolucionarios asesinados o
desaparecidos están Maximiliano Gómez Horacio (-El Moreno-), Homero Hernández y
Rafael Guillén.

1972, entre los muertos figuran Sagrario Ercira Díaz Santiago, Amaury Germán Aristy,
Bienvenido Leal Prandy (La Chuta), Virgilio Perdomo Pérez y Ulises Cerón Polanco.
1973, los muertos de mayor renombre fueron el coronel Francisco Caamaño Deñó y
Gregorio García Castro (Goyito).

1974, la muerte de Florinda Soriano (Mamá Tingó).


1975, la muerte del periodista Orlando Martínez Howley.
1976, las muertes de José Vizcaíno y Luis Martínez, entre otros. 1977 y 1978 las
muertes de Guillermo Rubirosa, Héctor García y otros.

LOS OCHO ANO DEL PRD

7
Los cambios políticos, económicos y sociales, tanto nacionales como internacionales
narrados en mi artículo anterior, explican el triunfo aplastante del PRD en 1978, y Antonio
Guzmán, aun cuando Balaguer manipuló para retener ilegalmente la mayoría en el Senado,
y por vía de éste del Poder Judicial. De todas maneras, el Balaguerato de los 12 años llegó
a su fin, gracias a una mezcla de la decisión del nuevo mandatario y al tinglado de
presidencialismo extremo dejado por su predecesor.

En el orden militar, Guzmán aplicó la misma receta que había utilizado Balaguer hasta las
últimas consecuencias, porque primero desplazó a Nivar y su grupo apoyándose en Pérez y
Pérez y un secretario de las Fuerzas Armadas no alineado; para después salir también de
Pérez y Pérez y otros grupos hostiles y despolitizar las Fuerzas Armadas.

El gobierno del PRD se caracterizó desde sus inicios por la plena vigencia de las libertades
públicas, el respeto a los derechos humanos y la independencia de los distintos poderes del
Estado.

Pero el PRD que llegó al poder en 1978 era una comunidad de sobrevivientes de la
represión, la emigración forzosa y la cooptación de líderes capacitados por el oficialismo,
aunque contaba con el apoyo de una red de activistas sociales vinculados a las
organizaciones comunitarias; por lo que tuvo que recurrir a técnicos no partidistas para
administrar sectores claves, particularmente en el área económica. Esto originó una presión
permanente para inflar la nómina regular con cargos innecesarios.

Durante ese período, el país experimentó un notable incremento en la producción


agropecuaria, la erradicación y repoblación de la fiebre porcina africana, se aumentaron los
salarios y repartos de tierras, se nacionalizó la mina de oro de Pueblo Viejo; pero no fue
capaz de contrarrestar los efectos del aumento de los costos del petróleo y la baja de
nuestras exportaciones.

En 1982 inició su gobierno Salvador Jorge Blanco, en pugna con las facciones de Majluta y
Guzmán, y este último se suicidó antes de la toma de posesión presidencial.

En esa ocasión, a pesar de tener mayoría congresional, el PRD no intentó democratizar las
instituciones autocráticas establecidas por Balaguer, pero se dedicó a tratar de revitalizar la
economía, promoviendo el turismo las zonas francas industriales, y la reducción de los
déficits fiscales. Sin embargo, un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional que incluyó
el Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados (ITBI) provocó una fuerte reacción

8
popular que fue reprimida severamente. Además, la política de bienestar social estuvo muy
limitada, siendo un gobierno de vocación social demócrata.

La división del PRD por las precandidaturas presidenciales de Jacobo Majluta y Peña
Gómez en una convención que degeneró en desórdenes, el desgaste en el poder el
crecimiento en su perjuicio del Partido de la Liberación Dominicana, y la votación como
observados de 85 mil perredeista que se inscribieron tardíamente por Ley y el manejo de
Balaguer con presidencia y habilidad como opositor, le dio el triunfo por 40 mil votos.

Tercera Presidencia (Los Diez Años de Balaguer 1986-1996) Para el 1984, el Partido
Reformista se alía con el Partido Revolucionario Social Cristiano, formando así el actual
Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).

El Dr. Joaquín Balaguer regresó al poder en las elecciones de 1986, donde derrotó por
escaso margen al candidato por el PRD, Jacobo Majluta. Gobernaría de nuevo por tres
períodos consecutivos, los cuales se caracterizaron por su apego al desarrollo de
infraestructura del país, pero los que a la misma vez estuvieron plagados por sospechas de
fraudes electorales. Se inició un largo período de gobierno de 10 años, matizados por un
cambio en la forma de manejar la Administración pública y de lo que algunos promulgan
como reducción en la pobreza, aunque muchos otros los consideran como la reducción de
la clase media. Estos resultados mixtos resultaron en una gran división de opiniones.

Muchos opinan que sus acciones motivaron a las fuerzas populares a promoverlo y
mantenerlo en el poder, mientras que una gran parte del pueblo opina que sus hazañas
políticas resultaron ser nada más que el eco del legado Trujillista de decepción y engaño al
pueblo. En este período, Joaquín Balaguer mantuvo una cierta política de populismo, en lo
que se refiere a la entrega de canastas, dinero y otras «dádivas» al pueblo dominicano con
el propósito de gobernar a base de demagogia. Esta actitud, tan diferente a la mostrada
durante el régimen de los doce años, parece confirmar que la mano dura mostrada con
anterioridad, se debía a la falta de conocimiento de una real democracia.

La impopularidad del ajuste económico, los escándalos de corrupción y los conflictos


internos en el PRD relanzaron el gancho electoral de Balaguer, que entraba en su octava
década de vida. En las votaciones generales del 16 de mayo de 1986, después de un largo
y caótico escrutinio, el viejo dirigente fue declarado vencedor con el 41,4% de los sufragios
por delante del postulante oficialista, Majluta, y de Bosch. El ex presidente interino del PRD

9
se quedó a 43.000 votos de Balaguer y protestó por lo que consideró una manipulación del
recuento en favor del anciano estadista. En las legislativas, el Partido Reformista Social
Cristiano (PRSC), nuevo nombre del PR desde el año anterior a raíz de su fusión con el
Partido Revolucionario Social Cristiano, no alcanzó la mayoría absoluta y se quedó con 56
de los 120 diputados.

Tras la toma de posesión, el 16 de agosto de 1986, de su cuarta presidencia por mandato


electoral, Balaguer exhibió un estilo diferente que causó estupor general. Como marcando
las distancias de sus ominosos doce años, el paradigma americano de la senectud física y
política encabezó un combate contra la corrupción y los abusos de las instituciones
públicas. Ello se tradujo en destituciones y arrestos en las cúpulas militares y policiales, que
alcanzaron a dos secretarios de las Fuerzas Armadas, los generales Manuel Cuervo
(cesado en octubre de 1986) y Antonio Cosme Imbert Barrera (quien fuera brevemente jefe
del Estado a mediados de 1965, despedido en junio de 1988), aunque estas
defenestraciones se realizaron sobre un fondo de rumores de complots contra el Gobierno
civil. Su predecesor en el cargo, Jorge Blanco, también fue reclamado por la justicia por
presunta corrupción.

Mientras unos caían en desgracia, otros emergían del ostracismo. Fue el caso de un viejo
adversario de Balaguer, el ex coronel anti constitucionalista Elías Wessin, un conspirador
impenitente, tal como le acusó el presidente cuando lo mandó a un exilio de siete años en
1971; superando viejos rencores, Balaguer nombró a Wessin secretario de Interior y Policía,
y luego secretario de las Fuerzas Armadas en sustitución de Imbert. Ideológicamente, la
absorción orgánica de 1985 permitió al muy conservador PRSC extender su base política
hacia la centroderecha y crear vínculos con la Internacional Demócrata Cristiana. En lo
económico, Balaguer tampoco delegó en sus subordinados y se encargó personalmente de
impulsar el sector de la construcción, una prioridad que la oposición tachó de mero
populismo desarrollista y que contribuyó a reducir sensiblemente el desempleo. Contando
con el respaldo total de la Administración de Ronald Reagan, Balaguer continuó siendo un
celoso protector de los intereses de la oligarquía azucarera nacional y del capital
estadounidense.

El dinamismo de los mercados por la recuperación de las exportaciones gracias a la


depreciación del peso, la promoción de zonas francas industriales y el desarrollo del turismo

10
multiplicó varias veces el coste de la vida, provocando la contestación en las calles. La ola
de disturbios populares entre 1988 y 1989 dejó varios muertos por la actuación brutal de las
fuerzas de seguridad. Por lo demás, bajo Balaguer no mejoraron un ápice, más bien se
deterioraron, los índices de pobreza, analfabetismo y delincuencia, mientras que los
servicios públicos de la sanidad y la electricidad siguieron mostrando déficits propios de los
países menos desarrollados, incluso en la capital.

Con la llegada nueva vez al poder del Partido Reformista, que catapultó por séptima vez
al solio presidencial al doctor Joaquín Balaguer, aunque las circunstancias en esta ocasión
fueron muy diferentes a otras, en las que maniobró como avezado marinero en mares
tempestuosos y da un giro de 180 grados al timón de su estrategia política, se ratifica lo
expresado por Ortega y Gasset: Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me
salvo yo.

Esto quedó de manifiesto cuando, apenas iniciado el período de gobierno, el 8 de octubre


de 1986, firmó un contundente decreto destituyendo al Secretario de Estado de las Fuerzas
Armadas, almirante Víctor Barján Muffdy; al jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra,
vicealmirante Juan de Jesús Jorge Cabrera y al director de la Dirección Nacional de
Investigaciones (DNI), contralmirante Hamlet Bergés Santana, todos con menos de dos
meses en sus cargos y profesionales con diáfanas hojas de servicios. La principal
motivación de estas sorprendentes destituciones fue la aparición de un hombre ahorcado
mientras estaba detenido en el destacamento de la Marina de Guerra hoy Armada de
República Dominicana, de Sabana de la Mar, hecho que fue aprovechado como excusa por
el presidente Balaguer para enviar una señal de que los vientos habían cambiado y que no
estábamos en el gobierno que él encabezó en el 1966.

El presidente Balaguer manifestó ante la Asamblea Nacional, que una tercera parte de la
población haitiana se volcó a suelo dominicano y el campo inundó la ciudad. Y él mismo
admitió que: Perdido el control, la nave quedó prácticamente a la deriva. Envueltos en esa
crisis nos hallamos desde 1961 a la fecha.

Es decir, Con la llegada nueva vez al poder del Partido Reformista, que catapultó por
séptima vez al solio presidencial al doctor Joaquín Balaguer, aunque las circunstancias en

11
esta ocasión fueron muy diferentes a otras, en las que maniobró como avezado marinero en
mares tempestuosos y da un giro de 180 grados al timón de su estrategia política, se ratifica
lo expresado por Ortega y Gasset: Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me
salvo yo.

Esto quedó de manifiesto cuando, apenas iniciado el período de gobierno, el 8 de octubre


de 1986, firmó un contundente decreto destituyendo al Secretario de Estado de las Fuerzas
Armadas, almirante Víctor Barján Muffdy; al jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra,
vicealmirante Juan de Jesús Jorge Cabrera y al director de la Dirección Nacional de
Investigaciones (DNI), contralmirante Hamlet Bergés Santana, todos con menos de dos
meses en sus cargos y profesionales con diáfanas hojas de servicios.

La principal motivación de estas sorprendentes destituciones fue la aparición de un hombre


ahorcado mientras estaba detenido en el destacamento de la Marina de Guerra -hoy
Armada de República Dominicana-, de Sabana de la Mar, hecho que fue aprovechado como
excusa por el presidente Balaguer para enviar una señal de que los vientos habían
cambiado y que no estábamos en el gobierno que él encabezó en el 1966, conocido como
de Los12 años.

Con el discurso florido que le caracterizó, aprovechó la alocución para ofrecer un análisis
sociológico sobre la raíz del problema: La población de la capital de la República, en 1961,
al iniciarse el proceso democrático, era apenas de trescientos once mil almas, la
inmigración haitiana ilegal se hallaba férreamente contenida, la población de los campos no
había irrumpido, aún, en los centros urbanos, revolviéndolo todo, como el agua de las
inundaciones, los turistas eran apenas un puñado de visitantes, los servicios públicos, por
consiguiente, el agua, la electricidad y el transporte público, la recogida de basura, la
atención a los pacientes pobres en los hospitales del Estado, bastaban más o menos para
dar satisfacción a todas las demandas. Pero de pronto en el país se implantó la democracia.
Conjuntamente con la democracia apareció también el populismo. Ambos fenómenos nos
tomaron a todos de sorpresa".

El presidente Balaguer manifestó ante la Asamblea Nacional, que una tercera parte de la
población haitiana se volcó a suelo dominicano y el campo inundó la ciudad. Y él mismo
admitió que: "Perdido el control, la nave quedó prácticamente a la deriva. Envueltos en esa
crisis nos hallamos desde 1961 a la fecha.

12
Es decir, el presidente estaba reconociendo en ese momento, que no se actuó
adecuadamente, ni se planificó, mucho menos se crearon leyes migratorias como
demandaba y demanda la situación. No se colonizó la frontera, como sugirió él mismo en un
escrito para el diario La Nación, de Santiago, en 1927, ni se equiparon ni entrenaron
adecuadamente a las Fuerzas Armadas.

Como resultado, ahora pagamos las consecuencias de no estar preparados como


demandan las circunstancias, sin dejar de reconocer la inversión del actual gobierno en
seguridad fronteriza, la cual aún no es suficiente. Como se puede deducir en los hechos que
narramos, en cuanto a sus relaciones diplomáticas con Haití, el presidente Balaguer
demostró su mimetismo estratégico y capacidad de maniobra en pro de los beneficios que
las mismas generaban y todo iba viento en popa, hasta que, en el 1990, el exsacerdote
Jean Beltrán Arístides, con su Teología de la Liberación y el apoyo del Partido Lavalás
(Avalancha Humana, en Creole), cambió todo al ganar las primeras elecciones libres en
Haití, en unos comicios que fueron apoyados por los norteamericanos.

El tradicional manejo armonioso con los militares, políticos y empresarios que el presidente
Balaguer llevaba desde 1958 con los Duvalier (padre e hijo) se fue por la borda con la
llegada del presidente Aristide, quien denunció ante la ONU los supuestos maltratos a los
haitianos en los bateyes dominicanos, como también hizo gestiones para que un comité de
derechos humanos del Congreso de los EE.UU. arribara al país en función de inspectores,
provocando ataques de American Watch, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la
prensa norteamericana, y algo tan delicado como poner en peligro ante el Consejo de
Comercio Norteamericano la participación de la República Dominicana en los beneficios del
sistema de preferencias arancelarias, que hubiese sido un desastre económico para el país.

Sin nadie esperarlo, el presidente Balaguer reaccionó emitiendo el Decreto No. 23191 que
disponía la repatriación de los haitianos menores de 16 años y mayores de 60 años, en
cuyo proceso se calcula salieron aproximadamente 40 mil haitianos del país. En medio de
esta crisis y presiones internas, el presidente Arístides fue derrocado por un golpe militar el
30 de septiembre de ese año de 1991.

En julio de 1992 el presidente Balaguer, haciendo galas de su fino olfato político, se refirió,
aunque sin presentar pruebas, a los supuestos planes de fusión política de la República

13
Dominicana y Haití por parte de grandes potencias mundiales, aseverando que la idea era
infantil y descabellada, manifestando: El agua y el aceite pueden convivir durante muchos
años, pero no pueden confundirse en una sola, sin pérdida de su materia orgánica o con
menoscabo de su identidad.

En medio de esa avalancha política, confidencialmente, después de que el presidente


Balaguer reforzó el embargo que los EE.UU. le tenían a Haití por el golpe militar al
presidente Arístides, el gobierno norteamericano le reconoció la victoria electoral en los
comicios de 1994, la misma que fue tan cuestionada, local e internacionalmente, y que,
previo a negociaciones entre el presidente Balaguer y el Dr. José Francisco Peña Gómez,
candidato presidencial que gozaba de gran simpatía del electorado, a ese período se le
acortaron dos años.

En las circunstancias actuales se hace necesario llegar a un consenso nacional sobre la


aplicación efectiva y con la severidad de un censor romano de nuestras leyes migratorias,
respetando la dignidad humana, pero bajo el escudo de una voluntad política patriótica,
firme y responsable, que controle la entrada masiva de haitianos ilegales al país, aplicando
siempre la vertical disciplinaria de manera ejemplar, a los militares que se involucren en
actividades ilícitas.

Aún hay una deuda histórica y social, cuya misión principal debe supeditarse a resguardar
la soberanía nacional, y que los gobiernos tomen en cuenta que ahora, a diferencia de
antes, existe la tecnología de Internet, con esas redes sociales que compiten con la prensa
tradicional y no admiten censura alguna, que evite las denuncias en tiempo real al mundo,
sobre acontecimientos que se originan desde 1961 y que se han intensificado con el tiempo,
en esa frontera dominico-haitiana del tráfico de personas, contrabando de carbón, drogas,
armas y mercancías, por lo que resulta imperativo dar siempre señales decididas de respeto
a las leyes que no confundan ni motiven a la inmigración ilegal a nuestro país, acción
dominicanita que constituye ser uno de los grandes retos nacionales.

ente estaba reconociendo en ese momento, que no se actuó adecuadamente, ni se


planificó, mucho menos se crearon leyes migratorias como demandaba y demanda la
situación. No se colonizó la frontera, como sugirió él mismo en un escrito para el diario La
Nación, de Santiago, en 1927, ni se equiparon ni entrenaron adecuadamente a las Fuerzas
Armadas. Como resultado, ahora pagamos las consecuencias de no estar preparados como

14
demandan las circunstancias, sin dejar de reconocer la inversión del actual gobierno en
seguridad fronteriza, la cual aún no es suficiente.

Como se puede deducir en los hechos que narramos, en cuanto a sus relaciones
diplomáticas con Haití, el presidente Balaguer demostró su mimetismo estratégico y
capacidad de maniobra en pro de los beneficios que las mismas generaban y todo iba
viento en popa, hasta que, en el 1990, el exsacerdote Jean Beltrán Arístides, con su
Teología de la Liberación y el apoyo del Partido Lavalás (Avalancha Humana, en Creole),
cambió todo al ganar las primeras elecciones libres en Haití, en unos comicios que fueron
apoyados por los norteamericanos.

El tradicional manejo armonioso con los militares, políticos y empresarios que el presidente
Balaguer llevaba desde 1958 con los Duvalier (padre e hijo) se fue por la borda con la
llegada del presidente Aristide, quien denunció ante la ONU los supuestos maltratos a los
haitianos en los bateyes dominicanos, como también hizo gestiones para que un comité de
derechos humanos del Congreso de los EE.UU. arribara al país en función de inspectores,
provocando ataques de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la prensa
norteamericana, y algo tan delicado como poner en peligro ante el Consejo de Comercio
Norteamericano la participación de la República Dominicana en los beneficios del sistema
de preferencias arancelarias, que hubiese sido un desastre económico para el país.

Sin nadie esperarlo, el presidente Balaguer reaccionó emitiendo el Decreto No. 23191 que
disponía la repatriación de los haitianos menores de 16 años y mayores de 60 años, en
cuyo proceso se calcula salieron aproximadamente 40 mil haitianos del país. En medio de
esta crisis y presiones internas, el presidente Arístides fue derrocado por un golpe militar el
30 de septiembre de ese año de 1991.

En julio de 1992 el presidente Balaguer, haciendo galas de su fino olfato político, se refirió,
aunque sin presentar pruebas, a los supuestos planes de fusión política de la República
Dominicana y Haití por parte de grandes potencias mundiales, aseverando que la idea era
infantil y descabellada, manifestando: El agua y el aceite pueden convivir durante muchos
años, pero no pueden confundirse en una sola, sin pérdida de su materia orgánica o con
menoscabo de su identidad.

15
En medio de esa avalancha política, confidencialmente, después de que el presidente
Balaguer reforzó el embargo que los EE.UU. le tenían a Haití por el golpe militar al
presidente Arístides, el gobierno norteamericano le reconoció la victoria electoral en los
comicios de 1994, la misma que fue tan cuestionada, local e internacionalmente, y que,
previo a negociaciones entre el presidente Balaguer y el Dr. José Francisco Peña Gómez,
candidato presidencial que gozaba de gran simpatía del electorado, a ese período se le
acortaron dos años.

En las circunstancias actuales se hace necesario llegar a un consenso nacional sobre la


aplicación efectiva y con la severidad de un censor romano de nuestras leyes migratorias,
respetando la dignidad humana, pero bajo el escudo de una voluntad política patriótica,
firme y responsable, que controle la entrada masiva de haitianos ilegales al país, aplicando
siempre la vertical disciplinaria de manera ejemplar, a los militares que se involucren en
actividades ilícitas.

Aún hay una deuda histórica y social, cuya misión principal debe supeditarse a resguardar
la soberanía nacional, y que los gobiernos tomen en cuenta que ahora, a diferencia de
antes, existe la tecnología de Internet, con esas redes sociales que compiten con la prensa
tradicional y no admiten censura alguna, que evite las denuncias en tiempo real al mundo,
sobre acontecimientos que se originan desde 1961 y que se han intensificado con el tiempo,
en esa frontera dominico-haitiana del tráfico de personas, contrabando de carbón, drogas,
armas y mercancías, por lo que resulta imperativo dar siempre señales decididas de respeto
a las leyes que no confundan ni motiven a la inmigración ilegal a nuestro país, acción
dominicanita que constituye ser uno de los grandes retos nacionales.

16

También podría gustarte