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PROBLEMA DEL “DESCARTE” COMO EXCLUSIÓN T

Segundo Henry Guerrero Sotelo

Leonardo Bermúdez Romero

Libardo Alirio Hoyos Pedraza

El propósito de este capítulo, que versa sobre la originalidad y el aporte del pensamiento
social del papa Francisco a la Doctrina Social de la Iglesia, desde América Latina, es, por
un lado, precisar la complejidad del problema del “descarte” como exclusión y, por otro,
analizar sus causas y consecuencias más profundas desde el discernimiento y la reflexión
del contexto de América Latina, en las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla; en
el marco del problema del individualismo egoísta, la idolatría del dinero y el consumismo,
basado en el deseo ilimitado e irrestricto; problema planteado por el papa Francisco.

El conjunto de estas nociones sustenta un estilo de vida 1, es decir, una manera de pensar,
sentir y actuar en el mundo; modo de vida asumido en la sociedad como el modelo de
desarrollo global2, que absolutiza la riqueza, privilegia su concentración y premia la
acumulación de capital económico. Como consecuencia, propicia la exclusión de la
mayoría de las personas de los beneficios económicos, desconoce el valor de la cultura y la
ecología3 con base en un criterio utilitarista. Asimismo, se busca indagar en torno a las
alternativas planteadas desde el lugar de los más débiles con quienes Dios se identifica y
cuya voz deja escuchar su voz, en la perspectiva ética de Mateo 25,31-46: “Cuanto no lo
hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”.

Diferentes estudios han asumido este análisis, en una perspectiva sociológica: unos,
basados en los documentos de la Doctrina Social de la Iglesia; otros, correlacionando el
“descarte” social con las formas de exclusión denunciadas por autores que privilegian la
1
Jiménez, “El concepto teológico de ‘estilo’ como clave de lectura de Laudato si’ y Gaudete et exsultate: una
manera de encontrar a Dios en la acción transformadora del mundo”, 3.
2
Pumacaya, “Francisco y los movimientos populares: un encuentro para pensar el cambio social”, 135.
3
Francisco, “Discurso del Santo Padre Francisco, en el 50 aniversario de la encíclica Populorum progressio”.
crítica social en el horizonte de la política y las ciencias sociales. El presente estudio indaga
“el principio y el fundamento” implícito en las formas de decir y testimoniar con sentido
profético del papa Francisco; la denuncia de la injusticia en todas sus formas; y el anuncio
de la esperanza en una justicia siempre mayor, basada en el amor misericordioso de Dios.
Todo ello, de manera coherente con el modo de proceder de un jesuita auténtico, fiel a la
misión de la promoción de la justicia.

En el caso del papa Francisco, el planteamiento de la problemática social, el análisis y las


alternativas surgen del discernimiento de la voluntad de Dios revelada en el clamor de los
descartados de la sociedad, lugar teológico y signo profético de la teología del pueblo. El
modelo de desarrollo, con sus matices, forma parte del amplio universo de las formas
concretas de construir la dignidad humana4. Para el magisterio latinoamericano del papa
Francisco, por un lado, representa una oportunidad de diferenciarse de los gestores sociales
y políticos y, por otro, señala una ruta susceptible de ser integrada hacia formas más
auténticas de promoción del bien común, en concordancia con otros principios
fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia.

Francisco incorpora la sustentabilidad a la integralidad en esta noción de desarrollo: “El


desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la
familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” 5. Y advierte de dos
amenazas claves para el desarrollo ecológico integral: el paradigma tecnocrático y el
“antropocentrismo desviado”6

El papa Francisco y la sociedad del descarte:


originalidad, aporte y prospectiva S1

El “descarte” es una noción conocida en el lenguaje cotidiano popular del juego de cartas.
Descarte significa excluir del juego aquellas cartas que representan un menor valor, para
reemplazarlas por otras que podrían representar un mayor valor y, por consiguiente, ventaja
4
Jiménez, “El concepto teológico de ‘estilo’ como clave de lectura de Laudato si’ y Gaudete et exsultate: una
manera de encontrar a Dios en la acción transformadora del mundo”, 21.
5
Hodge et al., Desarrollo humano integral y sostenible, 10.
6
Francisco, “Exhortación apostólica Evangelii gaudium sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual”
106). Larrú, “La evolución del modelo de desarrollo humano integral desde la Populorum progressio en
diálogo interdisciplinar con otras escuelas de desarrollo”, 259.
en el juego. Se trata de un ejercicio de selección continua de las mejores cartas y su
acumulación progresiva. Las “descartadas” quedan fuera del juego.

En este sentido, el descarte forma parte del lenguaje metafórico utilizado por Francisco para
referirse al contexto de una sociedad egoísta y excluyente. En la realidad de la sociedad
capitalista, acontece una selección de personas útiles para la producción y el consumo. La
población empobrecida es descartada de los distintos niveles de consumo en el mercado,
por la carencia de dinero y producción industrial, debido a las exigencias de preparación
técnica laboral. De esta manera, el papa toma una expresión cotidiana conocida para el
pueblo, con el fin de dar un mensaje profundamente evangélico, de manera sencilla, sin
grandes pretensiones teológicas, pero con claro sentido de apropiación del lenguaje y
sentido de pertenencia a ese pueblo, de donde fue llamado a ejercer su ministerio eclesial.

La noción de descarte representa la paradoja de la realidad de pobreza, en contextos como


el colombiano y el latinoamericano. Por una parte, se constata una creciente marginación y
pobreza, pero persiste la promesa de la equidad y bienestar que será ocasionado por el
crecimiento económico; con base en la “teoría del derrame” 7. Paradójicamente, se afirma
que la libertad del mercado logra una mayor equidad e inclusión social, mientras la
situación de pobreza se profundiza y el número de personas empobrecidas crece.

En el contexto colombiano, el Estado ha dejado al mercado la regulación del acceso a los


derechos fundamentales y, en ese juego mercantil selectivo y competitivo, la mayoría de las
personas es descartada. El Estado no garantiza el cumplimiento del mandato constitucional
del derecho a la paz, que es también un deber de obligatorio cumplimiento; tampoco los
derechos fundamentales de los niños; la atención en salud, saneamiento ambiental y
servicios públicos; y menos el derecho a una vivienda digna 8. La privatización progresiva
de las instituciones públicas deja a cargo del mercado los servicios públicos, a manera de
mercancía, disponible solamente para quienes tengan capacidad de compra.

En este contexto de una sociedad caracterizada por el descarte 9, el material descartado,


desechado, pasa a la basura como algo inservible. En Colombia, llegó a difundirse en el
lenguaje popular el término desechable para referirse a las personas en situación de pobreza
7
Ortega, “Pensamiento social, moral y misión desde el papa Francisco”, 321.
8
Congreso de Colombia, “Constitución política”, art. 22,44, 49,51.
9
Una sociedad donde impera una “economía de exclusión”, donde los “excluidos” no son explotados sino
considerados desechos, “sobrantes” (Francisco, “Evagelii gaudium” 53).
extrema, habitantes de calle. Sin embargo, cabe anotar que, en la lógica utilitarista del
mercado, por el interés de la optimización el uso de los recursos, los materiales desechados
son reutilizados en procesos de reciclaje. En esta misma lógica recicladora, los pobres
pueden ser reutilizados en el mercado informal y la precariedad laboral. Así también en
ejercicio de actividades económicas al margen de la ley, como ocurre en las distintas
modalidades de informalidad laboral y las economías criminales.

La originalidad de la expresión y el significado de descarte, para el papa Francisco tiene


una relación más a fondo con la expresión simbólica, con sentido crítico profético del
lenguaje parabólico10 del Evangelio, como en el caso de los viñadores que se apoderaron de
los obreros y asesinaron al heredero legítimo para quedarse con la viña: “Este es el
heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia” (Mt 21,33-43,45-46); o los
constructores que desecharon una piedra en la construcción. En contraposición de la
perspectiva de la misericordia de Dios, “la piedra que desecharon los constructores es ahora
la piedra angular”; y la viña, el Reino de Dios, será devuelto “a un pueblo que produzca sus
frutos”, la piedra “descartada” es utilizada como base, con funciones fundamentales en la
construcción, es decir, como “piedra angular”.

En contraposición al descarte, la misericordia de Dios incluye, rescata y recupera la


dignidad humana. Dios, por su amor misericordioso, arriesga todo para incluir lo que está
en riesgo de perderse. En esta perspectiva, la originalidad y el aporte del pensamiento social
del papa Francisco en la noción de descarte es, por una parte, la denuncia todas las formas
de injusticia con un sentido profético y, por otra, el anuncio de la misericordia de Dios
como esperanza para quienes han sido descartados de las condiciones reales de posibilidad
para vivir en dignidad. La forma de comunicación del papa Francisco es personal y del todo
original; revela la autenticidad de un latinoamericano, argentino, profundamente conectado
con la manera de pensar, sentir y actuar del pueblo.

En este sentido, encuentra una gran sintonía con el pueblos, a través de formas de lenguaje
simbólico relacionado con la vida cotidiana que, como ocurre con el uso del lenguaje en las

10
“La novedad de los profetas está en que revelan de una manera apremiante a Israel que la respuesta que
Dios espera de su libertad no se da en el culto sino, fundamentalmente, en la justicia y convierte a esta no solo
en un valor humano, sino en una exigencia trascendente en algo que no es solo relación entre un hombre y su
prójimo, sino un acto que implica a Dios” (Rambla et al., Tradición Ignaciana y solidaridad con los pobres,
131).
parábolas11 que representan el mensaje de Jesús a través de gestos, acciones y palabras y, a
su vez, sintetizan el “principio y fundamento”12 que orientan el modo de proceder del papa
Francisco, en la perspectiva de la opción por los pobres, en coherencia con el seguimiento
de la voluntad de Dios en el servicio a los más débiles y “descartados” de la sociedad, en la
perspectiva de Mateo 25,31-46: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero,
desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Por cuanto no lo hicisteis a uno de
estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis”. En este sentido, la aceptación y
proclamación del Dios de Jesús presupone hacerse profundamente solidario con el pobre
sufriente, que adquiere la autoridad del que juzga el egoísmo, en contraposición al amor
misericordioso de Dios.

Por la profunda solidaridad con el pueblo sufriente, asumida desde la auténtica misión de la
Iglesia, el papa Francisco manifiesta su preocupación por la ecología que también supone el
cuidado de la cultura de los pueblos. La cultura no solo en relación con los monumentos del
pasado, sino en el sentido dinámico participativo de los pueblos animado por
significaciones y valores compartidos.

El interés consumista del mercado tiende a homogenizar la cultura y a debilitar la variedad


cultural y, de esta manera, pone en riesgo la vida de los pueblos. Entonces, es necesario
incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, así como entender el
desarrollo social como un proceso histórico en un contexto cultural. Los pobres son los
eslabones más frágiles de la cadena, víctimas de la injusticia y la desigualdad de una
sociedad del descarte que los abandona a su suerte.

Así pues, el descarte es consecuencia del despojo ambiental, ecológico, social y cultural,
con la consecuente ruptura de relación profunda con la tierra. Cabe anotar que, cada vez, es
más frecuente que poblaciones enteras sean presionadas para abandonar sus tierras, con el
fin de dejarlas disponibles para proyectos extractivos o agroindustriales.

11
“En su significado más simple, parábola es una metáfora o semejanza extraída de la naturaleza o la vida
corriente que fascina al oyente por su viveza y originalidad, dejando a la mente con suficiente duda sobre su
aplicación precisa para incitarle a activar la reflexión” (Dodd, “Las parábolas del Reino”, 5, en Donahue, El
Evangelio como parábola, 18).
12
“De acuerdo con el principio fundamento, la salvación no se juega en el nivel de asentimiento intelectual o
especulativo, al fin del hombre sino en el nivel de la opción por los medios […] la amistad con los pobres nos
hace amigos del rey eterno” (Rambla et al., Tradición Ignaciana y solidaridad con los pobres, 130.
La esperanza cristiana es una construcción de cada día, con gestos concretos, el Reino de
amor, justicia y fraternidad en el seguimiento de Jesús. Muchas personas en condiciones de
marginación son capaces de tejer lazos de convivencia comunitaria, superan las barreras del
egoísmo y de una manera creativa y solidaria transforman las condiciones de vida13.

Aporte del papa Francisco a la Doctrina Social


de la Iglesia desde América Latina S1

La originalidad y el aporte del papa Francisco, al referirse a la pobreza a través de la noción


de descarte, tiene que ver con la actualización de una realidad social constatada en las
Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla. Se relaciona también con caracterizar las
nuevas formas de exclusión y pobreza, a nivel global. Así, el clamor del pueblo
latinoamericano, percibido en Medellín y Puebla, resuena en el mundo en la voz del papa
Francisco, quien interpela de manera insistente a la Iglesia Universal. De ese modo,
actualiza la recepción de la Doctrina Social de Iglesia en América Latina, horizonte del
Concilio Vaticano II, desde la experiencia del pueblo sufriente; profundamente compartida
por Francisco, a través del ejercicio del ministerio sacerdotal y episcopal.

Recepción del pensamiento social de la Iglesia en el contexto latinoamericano S2

A partir de la recepción del Concilio Vaticano II, la Segunda Conferencia Episcopal


Latinoamericana, llevada a cabo en Medellín, advierte la distancia social entre el pueblo
empobrecido, destinatario de la acción profética de denuncia de la injusticia social y
anuncio de la esperanza en la justicia de Reino de Dios; y los líderes religiosos: “Los
obispos, sacerdotes y religiosos tenemos lo necesario para la vida y una cierta seguridad,
mientras los pobres carecen de lo indispensable”14.

De esta manera, el Concilio Vaticano II propicia una transformación de la comprensión de


la Doctrina Social de la Iglesia como el modo de proceder de la Iglesia en América Latina a
partir de la escucha del pueblo sufriente, como puede observarse a partir de la Conferencia

13
Francisco, “Carta encíclica Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común” 149.
14
Celam, “Documento conclusivo de Medellín” 14.3.
de Medellín: “La Iglesia, pueblo de Dios, se inserta y se compromete con los pueblos de
América Latina”15. La escucha del clamor del pueblo es la clave del compromiso social de
la Iglesia: “Un sordo clamor brota de millones de hombres, pidiendo a sus pastores una
liberación que no les llega de ninguna parte”16.

El pueblo empobrecido, es un signo de los tiempos que ha ser interpretado para orientar la
misión de la Iglesia: el pueblo ha de ser liberado del mal: “La pobreza como carencia de
los bienes de este mundo es, en cuanto tal, un mal”17. En cambio, la pobreza evangélica es
el “compromiso, que asume, voluntariamente y por amor, la condición de los
necesitados"18; así, los pobres son los primeros destinatarios de la buena nueva de la
liberación a través de la acción profética que "denuncia la carencia injusta de los bienes de
este mundo y el pecado que la engendra"19.

De ese modo, siguiendo las orientaciones del Concilio Vaticano II, la Iglesia de América
Latina, “escruta los signos de los tiempos y está generosamente dispuesta a evangelizar,
para contribuir a la construcción de una nueva sociedad, más justa y fraterna” 20. Así, Puebla
confirma la solidaridad con las angustias “que brotan de su pobreza” 21. Una pobreza,
creciente que constituye

el más devastador y humillante flagelo, la situación de inhumana pobreza en que


viven millones de latinoamericanos […], en mortalidad infantil, falta de vivienda
adecuada, problemas de salud, salarios de hambre, desempleo y subempleo,
desnutrición, inestabilidad laboral, migraciones masivas, forzadas y desamparadas.22

La Iglesia no puede ser indiferente ante el sufrimiento de los pobres, porque la indiferencia
y el abandono de los pobres equivale a la ruptura con Dios: tal ruptura “que envilece al
hombre corresponde siempre en el plano de las relaciones interpersonales la actitud de
egoísmo, de orgullo, de ambición y envidia que generan injusticia, dominación, violencia a
todos los niveles”23.
15
Ibíd. 11.28,40.
16
Ibíd. 14.2.
17
Ibíd. 14.4.
18
Ibíd.
19
Ibíd. 14.5.
20
Celam, “Documento conclusivo de Puebla” 2.
21
Ibíd. 27.
22
Ibíd. 29.
23
Ibíd. 328.
La pobreza es causada por la inequidad social que limita el crecimiento pleno de las
potencialidades humana: “Las desigualdades excesivas impiden sistemáticamente la
satisfacción de las legítimas aspiraciones”24. Por tal razón, en Medellín, la Iglesia
latinoamericana asume el compromiso profético de “denunciar enérgicamente los abusos y
las injustas consecuencias de las desigualdades excesivas entre ricos y pobres, entre
poderosos y débiles, favoreciendo la integración”25.

En esta misma perspectiva, Puebla señala las causas de la pobreza, sobre la base de la
injusticia social, arraigada en las instituciones sociales: “Descubrimos que esta pobreza no
es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y
políticas, aunque haya también otras causas de la miseria”26. Esta situación de pobreza
afecta personas concretas, cuyos rostros interpelan el compromiso social de la Iglesia: “La
situación de extrema pobreza generalizada, adquiere en la vida real rostros muy concretos
en los que deberíamos reconocer los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor"27.

“Rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer”; “rostros de jóvenes,
desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad” 28; “rostros de indígenas y con
frecuencia de afroamericanos que, viviendo marginados y en situaciones inhumanas,
pueden ser considerados los más pobres entre los pobres” 29; y “rostros de campesinos que,
como grupo social, viven relegados en casi todo nuestro continente”, con frecuencia,
“privados de tierra, en situación de dependencia interna y externa, sometidos a sistemas de
comercialización que los explotan”30.

A los anteriores, se suman los “rostros de obreros frecuentemente mal retribuidos y con
dificultades para organizarse y defender sus derechos”; “rostros de subempleados y
desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas” y también por
“modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y sus familias a fríos cálculos
económicos"31. Así también, los "rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble
impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros
24
Celam, “Documento de Medellín” II.4.
25
Ibíd. 4.
26
Celam “Documento de Puebla” 30.
27
Ibíd. 31.
28
Ibíd. 32,33.
29
Ibíd. 34.
30
Ibíd. 35.
31
Ibíd. 36,37.
sectores sociales"; y también “rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente
marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen”32.

De esta manera, tanto en Medellín como en Puebla, se pone en evidencia la crueldad de las
causas estructurales de la pobreza, enmarcadas en una economía que promueve el deseo
para el consumo y la acumulación egoísta sin límites: “La economía de mercado libre, en
su expresión más rígida, aún vigente como sistema en nuestro continente y legitimada por
ciertas ideologías liberales, ha acrecentado la distancia entre ricos y pobres”33.

El clamor del pueblo sufriente es creciente, proporcional al empobrecimiento cada vez más
profundo; "el clamor pudo haber parecido sordo en ese entonces. Ahora es claro, creciente,
impetuoso y, en ocasiones, amenazante" 34. En ese momento histórico, la dialéctica entre el
comunismo y el capitalismo obstaculiza una crítica más directa de cara a la realidad de
pobreza en el contexto de América Latina: “El temor del marxismo impide a muchos
enfrentar la realidad opresiva del capitalismo liberal"35. El capitalismo pone al pueblo “al
servicio de la sociedad del consumo, pero proyectándose más allá de la misma, el
liberalismo económico, de praxis materialista, nos presenta una visión individualista del
hombre"36.

El valor del dinero se ubica por encima de valor de la vida de las personas y de Dios
mismo, en una práctica cotidiana de idolatría de la riqueza. Así, “los bienes de la tierra se
convierten en ídolo y en serio obstáculo para el Reino de Dios”37. El valor absoluto de la
riqueza es la causa de injusticia institucionalizada, las inequidades sociales y la consecuente
esclavitud de los pueblos:

Los crueles contrastes de lujo y extrema pobreza, tan visibles a través del continente,
agravados, además, por la corrupción que a menudo invade la vida pública y
profesional, manifiestan hasta qué punto nuestros países se encuentran bajo el
dominio del ídolo de la riqueza.38

32
Ibíd. 38,39.
33
Ibíd. 47.
34
Ibíd. 89.
35
Ibíd. 92.
36
Ibíd. 312.
37
Ibíd. 493.
38
Ibíd. 494.
La Iglesia latinoamericana confirma la misión del anuncio del Evangelio. Ello, teniendo en
mente que la injusticia egoísta de la idolatría de la riqueza no sustituye la justicia del Reino
de Dios: "[Las] idolatrías se concentran en dos formas opuestas que tienen una misma raíz:
el capitalismo liberal y, como reacción, el colectivismo marxista”39. En consecuencia, es
necesaria una transformación profunda de la Iglesia, en atención a los reclamos del pueblo;
pues los cambios sociales y culturales no responden a la urgencia de las necesidades del
pueblo empobrecido:

Esta realidad exige, pues, conversión personal y cambios profundos de las estructuras
que respondan a legítimas aspiraciones del pueblo hacia una verdadera justicia social;
cambios que, o no se han dado o han sido demasiado lentos en la experiencia de
América Latina.40

En necesario constituir una sociedad nueva, no excluyente que reconozca los derechos de
los más débiles y se interese por el bien común: “Los bienes y riquezas del mundo, por su
origen y naturaleza, según voluntad del Creador, son para servir efectivamente a la utilidad
y provecho de todos y a cada uno de los hombres y los pueblos”41.

Así como María, madre de Jesús, la Iglesia latinoamericana contribuye a resolver la


necesidad fundamental, no se limita a exhortar al pueblo a la construcción de una nueva
sociedad, “sino también a ser agente de una concientización general de responsabilidad
común, frente a un desafío que exige la participación de todos”42.

Aporte del papa Francisco al pensamiento social desde el contexto eclesial


latinoamericano S2

La originalidad de la noción de descarte en el papa Francisco se fundamenta en la


promoción de la justicia, como obediencia de la fe que está en la base de la tradición
judeocristiana: En el Antiguo Testamento, YHWH es proclamado justo (2Cro 12,6; Ne 9,8;
Sal 7,9; Jer 9,24, Dn 9,14) y busca la justicia (Is 5,1-7). La justicia tiene también las

39
Ibíd. 495.
40
Ibíd. 30.
41
Ibíd. 492.
42
Ibíd. 1220.
resonancias de ayuda salvadora. Dios es justo al venir a rescatar a su comunidad amenazada
o a defender a aquellos miembros de la comunidad que no tienen quien los defienda (Sal
82,3-4).

El Evangelio proclama la buena noticia de Jesús a los pobres, al tiempo que advierte el
peligro de las riquezas y se pone del lado de los marginados. Así, el criterio de la
misericordia es fundamental del modo de proceder de Dios: “Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Por
cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis” (Mt 25,31-
46).

En contraste, Evangelii gaudium plantea la opción del desprendimiento de las riquezas43. En


la perspectiva de Lumen gentium, se plantea la inclusión social como acción evangelizadora
fundamental44. De nuevo, Evangelii gaudium, al referirse a los pobres, identifica dos formas
centrales de fidelidad al Evangelio. Por una parte, la inclusión social de los pobres y, por
otra, la paz. Cristo asumió la condición de pobre entre los pobres y excluidos 45. En
consecuencia, la opción por los pobres corresponde en fidelidad al Evangelio de Jesús,
“escuchar unidos a Dios el clamor de los pobres”46. En este sentido en el seguimiento de
Jesús es ineludible el compromiso social con la liberación y promoción integral de los
pobres, teniendo presentes todos los factores de esclavitud (Ex 3,7-8.10).

La economía capitalista promueve el consumo sin límites, en un ambiente de egoísmo e


indiferencia social. En este sentido, las instituciones sociales generan una situación de
pobreza para las mayorías de descartados de la sociedad. Se trata de una economía de la
exclusión, en la cual la idolatría del dinero dirige el mundo hacia la favorabilidad de los
intereses del poder acumulativo de la riqueza47.

La exhortación apostólica Evangelii gaudium añade nuevas formas de pobreza o bien


especifica el rostro de los pobres: los sintecho, toxicodependientes, los refugiados, los
pueblos indígenas, los ancianos y los migrantes. Entretanto, exhorta a la generosidad de los

43
Francisco, “Evangelii gaudium” 2,7,21,48.
44
Ibíd. 186-216.
45
Ibíd. 185-186.
46
Ibíd. 187.
47
Ver ibíd. 53-70.
pueblos, considerando que, entre los pobres más pobres están las mujeres, víctimas de
exclusión, maltrato y violencia48.

La tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en
ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus
valores. En este sentido, en Laudato si’, la tierra es el nuevo rostro de los pobres 49;
establece una estrecha relación entre los pobres y el planeta, explotado y debilitado el poder
de una economía extractivista con la mediación utilitarista de la tecnología 50. La
contaminación, ambiental, afecta de manera más contundente a los más pobres; como se
observa a partir de los desastres ocasionados por el cambio climático51.

Resignificación del desarrollo y creación de una sociedad inclusiva, justa y fraterna S2

En solidaridad con el pueblo empobrecido, la Iglesia latinoamericana convoca “a las


diversas confesiones y comuniones cristianas y no cristianas a colaborar en esta
fundamental tarea de nuestro tiempo” 52. El interés por el diálogo es la acción conjunta de
cara a lo problemática social orientada a “alentar y favorecer todos los esfuerzos del pueblo
por crear y desarrollar sus propias organizaciones de base, por la reivindicación y
consolidación de sus derechos y por la búsqueda de una verdadera justicia”53.

Así, promueve el compromiso de acompañar a los movimientos y las organizaciones de


base, comprometidos en

denunciar la acción injusta que en el orden mundial llevan a cabo naciones poderosas
contra la autodeterminación de pueblos débiles, que tienen que sufrir los efectos
sangrientos de la guerra y de la invasión, pidiendo a los organismos internacionales
competentes medidas decididas y eficaces.54

48
Ibíd. 210,212.
49
Francisco, “Laudato si'” 2.
50
Ibíd. 16.
51
Ibíd. 25.
52
Celam, “Documento de Puebla” 26.
53
Celam, “Documento de Medellín”, II.27.
54
Ibíd. II.32.
La acción profética se universaliza, al “denunciar la acción injusta que en el orden mundial
llevan a cabo naciones poderosas contra la autodeterminación de pueblos débiles”, los
cuales, a su vez, “tienen que sufrir los efectos sangrientos de la guerra y de la invasión,
pidiendo a los organismos internacionales competentes medidas decididas y eficaces”55.

La acción la Iglesia en América Latina incluye la formación de la conciencia crítica:

Una conciencia política en nuestros países hace imprescindible la acción educadora


de la Iglesia, con objeto de que los cristianos consideren su participación en la vida
política de la nación, como un deber de conciencia y como el ejercicio de la caridad,
en su sentido más noble y eficaz para la vida de la comunidad.56

Es prioritaria la “promoción humana de las poblaciones campesinas e indígenas. Esta


promoción no será viable, si no se lleva a cabo una auténtica y urgente reforma de las
estructuras y de la política agraria” 57. Es necesario “capacitar al hombre para convertirlo en
agente consciente de su desarrollo integral” 58. Orientar la promoción de los pueblos hacia
“el verdadero desarrollo, que es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones de vida
menos humanas, a condiciones más humanas”59.

El papa Francisco asume diversos elementos de las nociones de desarrollo, planteadas por
la tradición eclesial que se ha manifestado desde el Concilio Vaticano II (en especial
Gaudium et spes), en las encíclicas sociales de los papados precedentes y las conferencias
episcopales latinoamericanas. Con todo, siendo esta una herencia y reformulación
esperable, Francisco configura una nueva noción de desarrollo (“desarrollo humano
integral”, le llama) que recurre a fuentes y discusiones contemporáneas, más allá de lo
propio eclesial –como queda manifiesto en Evangelii gaudium y Laudato si’–, y que en lo
concreto le permite responder a las necesidades de los más pobres del continente, a los
excluidos, hecho que considera el papa Francisco que hay que denunciar60.

55
Ibíd. II.32.
56
Ibíd. I.16.
57
Ibíd. I.14.
58
Ibíd. IV.16.
59
Ibíd. VI.1.
60
Camacho, “Capitalismo y mercado en el pensamiento de Francisco en sus cuatro primeros años de
pontificado”, 447-465.
El papa relaciona esta exclusión con la “cultura del descarte”. La exclusión es más que la
mera explotación, tantas veces denunciada61:

Hemos [iniciado] la cultura del descarte que, además, se promueve. Ya no se trata


simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo:
con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la
que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se
está fuera. Los excluidos no son explotados sino desechos, sobrantes.62

En las líneas anteriores, se da cuenta de algunos elementos clave de la resignificación a la


que se hizo referencia.

Como se mostró previamente, las conferencias episcopales latinoamericanas retoman, de


diversas maneras, aquellas puntualizaciones de Pablo VI (en Populorum progressio), donde
constata la íntima relación entre desarrollo, justicia y paz, y la conexión entre injusticia y
violencia63 –violencia promovida y mantenida por cierto modelo económico y de desarrollo
que es expresión de aquella injusticia 64–. Justo es lo que retoma Francisco al señalar: “Hasta
que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos
pueblos será imposible erradicar la violencia”65.

Pero, dando un paso más y sin perder aquella raíz sembrada por Pablo VI en torno al
horizonte ético del desarrollo (“promover a todos los hombres y a todo el hombre” 66), el
papa Francisco, resignifica la noción en el horizonte de una noción de ecología integral y de
desarrollo sostenible integral: “El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la
preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e
integral”67. Al interior de esta noción, se mantiene la centralidad del ser humano sin

61
Ibíd., 449.
62
Francisco, “Evangelii gaudium” 53.
63
Bernal, “El desarrollo, camino de liberación”.
64
“América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de
violencia institucionalizada cuando, por defecto de las estructuras de la empresa industrial y agrícola, de la
economía nacional e internacional, de la vida cultural y política”; “Si “el desarrollo es el nuevo nombre de la
paz”, el subdesarrollo latinoamericano con características propias en los diversos países es una injusta
situación promotora de tensiones que conspiran contra la paz” (Celam, “Documento conclusivo de Medellín”
2,1).
65
Francisco, “Evangelii gaudium” 59.
66
Pablo VI, “Carta encíclica Populorum progressio sobre la necesidad de promover el desarrollo de los
pueblos” 14.
67
Francisco, “Laudato si'” 13.
absolutizarlo, sin ego-centrarlo, dado que, “cuando el ser humano se coloca a sí mismo en
el centro, termina dando prioridad absoluta a sus conveniencias circunstanciales, y todo lo
demás se vuelve relativo”68.

La manera como asume su lugar el humano en relación con el otro (humano o no-humano)
ya ha sido vislumbrada en la tradición anterior. Puebla, por ejemplo, acentúa la cuestión
como tipo de integración, en su época, referida a las relaciones de dependencia entre países
los latinoamericanos y los más industrializados: “La dependencia no favorece el desarrollo
integral del ser humano y su cultura” 69. Un desarrollo y progreso solo cuantitativo –se decía
allí– no considera al hombre el centro de la sociedad, y afecta no solo a la población en
general, sino también a la naturaleza y al equilibrio ecológico en tanto lo horadan, por sus
formas extractivo-productivas expoliadoras y las tendencias consumistas que así las
exigen70.

Esto es algo que, años después, no olvida Francisco: se trata de “uno de los desafíos más
grandes de nuestra época: convertirnos a un desarrollo que sepa respetar la creación” 71. La
evocada imagen vivencial-situada (“Lo veo en América, y también en mi patria: tantas
selvas despojadas, que se convierten en tierra que no se puede cultivar, que no puede dar
vida”72) y la visión retrospectiva-evaluativa de las ideologías del desarrollo (“Un desarrollo
tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente
superior no puede considerarse progreso”73), dan paso a un juicio ético-teológico: “Este es
nuestro pecado: explotar la tierra y no dejar que nos dé lo que tiene dentro, con la ayuda de
nuestro cultivo”74.

68
Ibíd. 122.
69
Celam, “Documento conclusivo de Puebla” 8.
70
Conservan vigencia aquellas indicaciones de 1979: “Si no cambian las tendencias actuales, se seguirá
deteriorando la relación del hombre con la naturaleza por la explotación irracional de sus recursos y la
contaminación ambiental, con el aumento de graves daños al hombre y al equilibrio ecológico” (ibíd. 1). “Hay
que tomar conciencia de los efectos devastadores de una industrialización descontrolada y de una
urbanización que va tomando proporciones alarmantes […]. Afirmamos una vez más la necesidad de una
profunda revisión de la tendencia consumista de las naciones más desarrolladas; deben tenerse en cuenta las
necesidades elementales de los pueblos pobres, que forman la mayor parte del mundo” (ibíd.).
71
Francisco, “Discurso del Santo Padre Francisco en el Encuentro con el mundo laboral y de la industria”.
Sábado, 5 de julio de 2014.
72
Ibíd.
73
Francisco, “Laudato si’” 194.
74
Francisco, “Encuentro con el mundo laboral y de la industria”.
Lo anterior encuadra su acento. El desarrollo humano integral busca “integrar en el
desarrollo todos los elementos que lo hacen verdaderamente tal”. Estos elementos son
“diferentes [y específicos] sistemas” (economía, finanzas, trabajo, cultura, vida familiar,
religión, los que menciona), irrenunciables para una noción adecuada de desarrollo y, por lo
mismo, en constante búsqueda de interpretaciones y tonalidades compartidas: “Como una
orquesta que suena bien”, dice el papa, “si los diferentes instrumentos se afinan y siguen
una partitura compartida por todos”75. En esta partitura compartida, aparece el pentagrama
de la sustentabilidad, que Hodge y otros califican como el “aporte distintivo de Francisco
en Laudato si’, desde una perspectiva creyente y abierta al diálogo”76.

En la encíclica mencionada, Francisco presenta un diagnóstico de la crisis socioambiental,


con una visión ética unitaria; y alude a su raíz humana (presente en las amenazas del
paradigma tecnocrático y un antropocentrismo desviado77), donde insiste en la tarea
fundamental de “buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los
sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales” 78, con lo cual, se daría paso al
vínculo entre lo sustentable y lo integral79.

Este diagnóstico de la crisis socioambiental, provocada por diferentes factores, entre otros,
una concepción de desarrollo inadecuado y en continuidad con el mensaje de la Doctrina
Social de la Iglesia, lanza un mensaje profético, en el que denuncia la deshumanización
debida a la globalización económica e ideológica, social, política y cultural. Una de sus
constantes llamadas consiste en frenar y superar la creciente “globalización de la
indiferencia”, que da paso al avance de la cultura del descarte80.

Lo anterior puede quedar sintetizado con palabras prestadas: la visión del papa Francisco
“no solo tiene en cuenta una defensa del ecosistema cultural del ser humano y su
biodiversidad, no solo natural sino cultural”, sino también “la conexión cristiana de la
ecología con la dimensión espiritual trascendente del ser humano”81. No se trata de una
visión etérea, sino anclada en el mundo, sin ser del mundo. Por ello, reclama “conversión
75
Francisco, “Discurso del Santo Padre Francisco, en el 50 aniversario de la encíclica Populorum progressio”.
Martes, 4 de abril de 2017.
76
Hodge et al., “Desarrollo humano integral y sostenible”, 10.
77
Al respecto, ver Francisco, “Evangelii gaudium” 106.
78
Francisco, “Laudato si’” 139.
79
Sobre lo dicho en este párrafo, ver Larrú, “La evolución del modelo de desarrollo humano integral”
80
Cáceres, “La globalización según el pensamiento del papa Francisco”, 163.
81
García de Andoin, “El desarrollo humano integral en la teología cristiana”, 214.
ecológica”: “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un
estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del
paradigma tecnocrático”82.

De allí que la denuncia de la crisis socioambiental está vinculada a su voz profética de


denuncia de la deshumanización, que la globalización económica sigue provocando.
Naturalmente, para el papa, la globalización no se reduce al ámbito económico, por lo que
también se pronuncia sobre la dimensión ideológica-cultural en Laudato si’: “No podemos
dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual modelo de desarrollo
y de la cultura del descarte en la vida de las personas”83.

El papa Francisco retoma la crítica que ya había realizado Juan Pablo II, en una de sus
audiencias generales de junio de 2013:

El peligro es grave, porque la causa del problema no es superficial, sino profunda: no


es solo una cuestión de economía, sino de ética y antropología. La Iglesia lo ha
subrayado muchas veces; y muchos dicen: sí, es justo, es verdad... Pero el sistema
sigue como antes, pues lo que domina son las dinámicas de una economía y de unas
finanzas carentes de ética. Lo que manda hoy no es el hombre: es el dinero, el dinero;
la moneda manda.84

En la exhortación apostólica, el papa señala las causas de la exclusión que convierte a


muchos seres humanos en desechos. “Una de las causas es la crisis antropológica, que
afecta todo el sistema económico vigente: se ha negado en él la primacía al ser humano
para que ese lugar sea ocupado por el dinero y su lógica”. Explica: “En eso consiste la
idolatría del dinero”85, “ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y
la especulación financiera86. Puede decirse que esto se relaciona con lo que algunos
teólogos de la liberación (Hugo Assmann, Jon Sobrino, Pablo Richard, Franz
Hinkelammert y Jung Mo Sung, entre otros) consideran sobre el sistema capitalista, el cual,
para ellos, en la práctica cotidiana funciona como una religión idolátrica; y lo rechazan
porque genera sacrificios.

82
Francisco, “Laudato si’” 111.
83
Ibíd. 43.
84
Francisco, “Audiencia general”. Miércoles 5 de junio de 2013.
85
Camacho, “Capitalismo y mercado en el pensamiento de Francisco”, 449.
86
Francisco, “Evangelii gaudium” 56.
De allí que el papa Francisco invite a “luchar contra el sistema económico actual, el
liberalismo/capitalismo, que es injusto e inmoral en su raíz”. Pues, ejerce la dictadura e
idolatría del crecimiento económico, de la libertad del mercado y de la competitividad, que
mata y excluye a las personas y pueblos, a los pobres. El actual capitalismo no quiere que
los mercados sean regulados por la ética, por la sociedad civil y el Estado, garantes del bien
común. Sino que impone la especulación y la usura financiera, endeudando a las personas y
creando paro y explotación laboral. Todo ello genera la cultura del descarte, por la que son
excluidos los que no son rentables y tampoco tienen poder de consumo. “Es un sistema que
se funda en el dios del dinero, en la idolatría de la riqueza, del ser rico”87.

El actual sistema económico, que idolatra al dinero y trae como consecuencias la falta de
trabajo y la falta de dignidad, instaura esa cultura. Consecuentemente, su constante
invitación de decir no a esta cultura del descarte y a este sistema económico globalizado
que “nos hace mucho daño”88. De ahí su crítica al capitalismo e invita a construir un sistema
que ubique en el centro al ser humano y no al dinero89.

La exclusión económica y social es una negación total de la fraternidad humana y un


gravísimo atentado a los derechos humanos y al ambiente. Los más pobres son los
que más sufren estos atentados por un triple grave motivo: son descartados por la
sociedad, son, al mismo tiempo, obligados a vivir del descarte y deben injustamente
sufrir las consecuencias del abuso del ambiente. Estos fenómenos conforman la hoy
tan difundida e inconscientemente consolidada “cultura del descarte”.90

Este desempeño problemático del sistema económico se explica por el modelo de desarrollo
que se ha adoptado. “Este modelo de desarrollo se apoya sobre la cultura del descarte, a la
que tantas veces alude el papa Francisco, y que afecta tanto a los seres humanos excluidos
como a las cosas que rápidamente se convierten en basura” 91. No quedan meramente
explotados, sino que son superfluos, sobrantes. Con la misma desidia con la que se tira la
comida que pertenece a los pobres, se desecha a los excluidos.

87
Ortega, “Pensamiento social, moral y misión desde el papa Francisco”, 460.
88
Cáceres, “La globalización según el pensamiento de papa Francisco”, 167.
89
Ver Francisco, “Discurso el Encuentro con el mundo laboral y de la industria”. Domingo 22 de septiembre
de 2013.
90
Francisco, “Discurso del Santo Padre durante la visita a la Organización de las Naciones Unidas”. Viernes
25 de septiembre de 2015.
91
Francisco, “Laudato si’” 22.
Una forma de expresión de esta cultura del descarte es la globalización de la indiferencia 92.
Es preciso nombrar también aquí, como escenario de exclusión y muerte, la distopía global
de la movilidad forzada que manipula las vidas precarias de millones de personas en el
planeta. Ese disfuncionamiento de la movilidad humana, producido por la sociedad
moderna tardía, se traduce en migraciones internas y externas de vidas precarizadas, como
analiza Judith Butler, “basurizadas” en términos de Francisco. Se trata de un fenómeno
global de exilio forzado por motivos de crisis ambiental, violencia de mafias criminales y
pobreza extrema, generada por el capitalismo extractivista93.

En este mismo contexto Laudato si’ denuncia el mito del progreso absoluto en un mundo
limitado. No puede haber desarrollo real cuando se obvia la premisa de los límites del
planeta, que conllevan barreras no franqueables en la utilización de los bienes naturales.
Por el contrario, nosotros hemos ignorado los ciclos naturales sobre los que se apoyaban las
civilizaciones que nos precedieron, transformándolos en procesos lineales que comienzan
con la extracción y que, tras la transformación y el consumo, finalizan en residuos. Estamos
llenando el planeta de basura94.

En el imaginario colectivo, está relacionado los conceptos de desarrollo y progreso, en el


que se valora el progreso en el sentido exclusivamente económico. Este mito del progreso
se apoya sobre un paradigma tecnocrático que convierte “la metodología y los objetivos de
la tecnociencia en un paradigma de comprensión que condiciona la vida de las personas y
el funcionamiento de la sociedad”95.

Idelfonso Camacho, catedrático de moral de la Facultad de Teología de Granada, considera


que todo lo anterior se agrava con “la mentalidad relativista e individualista, que se expresa
en una globalización de la indiferencia, que hace que se vea con naturalidad la inequidad de
tantas personas96:

92
Álvarez, “Defender al pobre y proteger la naturaleza”, 81-98.
93
Ver Mendoza, “La crisis civilizatoria: colapso y alumbramiento: una meditación teológica”. Del Boston
College. Lectio inauguralis presentada el 8 de febrero de 2022, en la Facultad de Teología de la Pontificia
Universidad Javeriana, Bogotá.
94
Álvarez “Defender al pobre y proteger la naturaleza”, 10.
95
Francisco, “Laudato si’” 107.
96
Camacho “Capitalismo y mercado en el pensamiento de Francisco”, 447-465.
La cultura del bienestar nos anestesia y perdemos la calma, si el mercado ofrece algo
que todavía no hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de
posibilidades nos parecen un mero espectáculo que de ninguna manera nos altera.97

A lo que se agrega que “este individualismo nos hace humanamente pobres y culturalmente
estériles”. Considerando que “del individualismo indiferente nace el culto a la opulencia,
que corresponde a la cultura del descarte en la que estamos inmersos”98.

En Fratelli tutti, se presenta una diferente caracterización de la cultura del descarte, en


comparación con Laudato si’. Esta caracterización alternativa que hace hincapié en los
graves efectos para las relaciones humanas99:

Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que


favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo no se considera
ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar,
especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” –como los no
nacidos–, o si “ya no sirven” –como los ancianos–. Nos hemos hecho insensibles a
cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los
más vergonzosos.100

Esto puede aplicarse también a los procesos migratorios, a la cerrazón en los propios
intereses y a la muerte de la fraternidad. Para salvar a la humanidad, el papa Francisco
invita a promover la cultura del encuentro101.

El sucesor de Pedro no se limita a realizar la crítica, sino que hace una propuesta
relacionada con la inclusión de los pobres. Esta propuesta tiene que ver con la superación
de las causas estructurales, la absolutización del mercado, la especulación financiera y la
política de crecimiento económico. Para lograr un desarrollo humano, integral y sostenible
para todos, no puede dejarse todo en manos del desarrollo económico o de cambios
estructurales, es necesario que estos cambios vayan acompañados de “nuevas convicciones
y actitudes”102. Para justificar estas nuevas convicciones y actitudes remite, en Evangelii
97
Francisco, “Evangelii gaudium” 54.
98
Ibíd. 462.
99
Baggio, “Nadie se salva solo, sola. La cultura del encuentro vs la cultura del descarte en la Fratelli tutti”, 1.
100
Francisco, “Fratelli tutti” 18.
101
Ibid. 1.
102
Francisco “Evangelii gaudium” 189.
gaudium, a una reflexión teológica y ética, que adquiere una motivación propia para los
cristianos “la opción por los pobres”103. Además, “de nuestra fe en Cristo hecho pobre, y
siempre cercano a los pobres y excluidos, brota la preocupación por el desarrollo integral
de los más abandonados de la sociedad”104.

Conclusiones S1

El problema no es el desarrollo, sino la concepción de desarrollo y su lógica que absolutiza


lo económico y lo cuantitativo. El papa Francisco asume las distintas nociones de desarrollo
de la tradición eclesial desde el Concilio Vaticano II y fuentes diversas, externas a las
propias de la Iglesia, para configurar una noción de desarrollo humano, integral y
sustentable. De allí que busca integrar los diferentes elementos y sistemas de la cultura.
Esto se relaciona con una orquesta, que para que suene bien, la interpretación de los
instrumentos y las tonalidades, siguen una partitura compartida por todos.

A partir del diagnóstico de la crisis socioambiental provocada, entre otros factores, por una
concepción de desarrollo inadecuada, en el que denuncia la deshumanización causada por
la globalización económica, ideológica, social, política y cultural, que ha dado paso a la
cultura del descarte. En la raíz de esta exclusión, que convierte a muchos seres humanos en
desechos, está la crisis antropológica, que afecta todo el sistema económico vigente, en el
que se niega la primacía al ser humano y en su lugar se absolutiza el dinero. Esto es lo que,
históricamente, ha sido denominado idolatría del dinero.

Si el problema de fondo no es solo del sistema económico, sino que también es ético-
antropológico, se requiere, por supuesto, un cambio del sistema capitalista neoliberal. Pero
esto debe ir acompañado de una “conversión ecológica”, que implica “una mirada distinta,
un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad
que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático”105.

103
Ibíd. 187-193.
104
Ibíd. 86.
105
Francisco, “Laudato si’” 111.

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