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PSICOANALISIS Y ACTOS CRIMINALES

En la lectura, se trata de dar una explicación de la mente criminal desde la perspectiva del
psicoanálisis, tomando en cuenta el control o descontrol de las pulsiones e impulsos sexuales
del “yo” del individuo.

Para Freud, un neurótico es una persona que reprime sus impulsos negativos de perversión,
debido a cierto grado de moralidad que no le permite ejecutar esos actos perversos.

También, explica el sadismo como la vuelta pasiva de un masoquismo, es decir, una vez
cumplida la meta masoquista de sufrir dolores, puede surgir la meta sádica de infringir dolor.
Por tanto, la mente criminal que goza del dolor ajeno, seria consecuencia de una meta
masoquista. Respecto al Voyerismo o exhibicionismo, seria consecuencia de mirar el propio
cuerpo, y a otros, para después ser mirado por otros.

Por otro lado, la mente criminal tambien tiene la característica de transformar el amor en odio,
como el opuesto de la pulsión sexual del individuo. El “yo” narcisista busca la satisfacción y
placer de sus pulsiones sexuales, y al no ser cubiertas sus expectativas subordina estas
pulsiones transformándolas en odio, aversión, “repulsión” del objeto odiado, creciendo el
deseo de agredir al objeto odiado.

Fetichismo: El caso patológico sobreviene sólo cuando la aspiración al fetiche se fija, y


remplaza a la meta sexual, lo cual implica que el fetiche se desprenda de esa persona
determinada y pase a ser un objeto sexual por sí mismo.

El perverso, en cambio, se ubica como instrumento de goce exigiendo de su objeto la renuncia


a los límites que imponen la educación, las normas, los prejuicios, y trata de obtener por
medio del sufrimiento este goce. La preocupación del perverso es que el otro goce el mal que
se le aflige.

Según Freud (1933), esa es la naturaleza de las pulsiones: son un empuje constante y no logran
ser satisfechas en su totalidad. Esto implica que aun después de ejecutado el crimen que
satisfizo ese furor, al poco tiempo este vuelve a aparecer de modo silencioso, va
gestándose en el criminal perverso y se va activando la imperiosa urgencia de repetir el acto, lo
cual explica los crímenes en serie. Este furor incontrolable se activa de modo silencioso hasta
producir un estallido sorpresivo y brutal que desemboca en un nuevo acto cruel

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