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Rogoff sugiere que la participación de los niños y los adultos en actividades compartidas
contribuye al progreso de los niños en cuanto a su socialización y desarrollo intelectual
en la sociedad en que viven. Sin embargo, advierte que es necesario estudiar cuáles son
las características de la interacción niño-adulto, ya que la sola relación no necesariamente
fomenta el aprendizaje y el desarrollo individual del niño. Rogoff plantea, que “buena
parte de lo que los niños son capaces de hacer exige que estén inmersos en su cultura”
(Rogoff, 1993, p.180). Pero es un error pensar que los procesos socioculturales conducen
a la variabilidad y que los procesos biológicos llevan a los universales. Por ejemplo, los
fundamentos de la comunicación social, como poder tomar turnos al hablar o poner
atención a las intenciones de los otros, pueden ser rasgos innatos (Trevharten, citado por
Rogoff, 1993).]
Para estudiar las características de la interacción entre niño y adulto o entre iguales,
Rogoff hace una comparación entre las teorías de Piaget y Vygotsky sobre los
mecanismos de influencia social. Las perspectivas de estos autores difieren en los
mecanismos fundamentales de influencia social. Mientras que Vygotsky parte de la base
social de la mente, Piaget toma al individuo como punto de partida. Vygotsky concibe el
desarrollo como un proceso de aprendizaje relacionado con el uso de instrumentos
culturales. En este contexto, el modelo de interacción social más eficaz es la resolución
conjunta de problemas bajo la guía de una persona más capaz, sea un adulto, o un
compañero con mayores destrezas. Al trabajar con un experto, el niño comparte procesos
cognitivos y destrezas que le resultarían inaccesibles si trabajara de forma individual. En
el proceso, el niño interioriza aquellos conocimientos y habilidades que construye con la
ayuda del experto.
Piaget y Vygotsky le conceden distinta importancia al papel del adulto y de los iguales.
Para Piaget, las discusiones de los niños con los adultos no conducen a la re-
estructuración cognitiva debido a las diferencias de poder entre ambos que hacen que la
interacción sea asimétrica y dificultan la cooperación. Dado que las ideas de los niños
están formuladas de forma más pobre, en una discusión con un adulto, se terminarían
imponiendo las ideas que propone el adulto. Según Piaget, sólo en la adolescencia los
niños pueden discutir con sus mayores en un plano de igualdad. En cambio, Vygotsky
plantea que los compañeros ideales son los adultos o los compañeros con mayores
destrezas, ya que en las interacciones con una persona que maneje los instrumentos
culturales, el niño puede conocerlos y aprender a utilizarlos.