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EL MANTENIMIENTO DE LA TIPIFICACIÓN DEL DELITO DE CONDUCCIÓN DE

VEHÍCULO EN ESTADO DE EBRIEDAD EN EL CÓDIGO PENAL PERUANO

1.1. REALIDAD PROBLEMÁTICA

El intenso avance de la tecnología en la sociedad tiene importantes ventajas para

que los seres humanos, a fin de que podamos realizar más actividades, con

efectivo ahorro de tiempo y costos, sin embargo el avance tecnológico trae

algunas cuestiones que asumir o que el sujeto tendrá que lidiar como costo de los

beneficios obtenidos, básicamente a estas cuestiones, se le denominan riesgos.

El derecho penal, desde no hace poco ha denominado a éste fenómeno

sociedades de riesgo, que implica, una reformulación del estudio de la teoría del

delito, en virtud de los cambios que vive la sociedad, que muchas veces limita con

los principios que inspiran el Derecho Penal, específicamente con los principio de

carácter fragmentario, última ratio, y de protección de bienes jurídicos penales.

Es en este fenómeno que encontramos a los delitos de peligro, y en específico a

los delitos de peligro abstracto, que se caracterizan con romper con la lógica de

los delitos comunes, en los que se necesita que las conductas típicas lesionen

efectivamente bienes jurídicos; o los coloquen en un peligro inminente de

producirse dichos resultados comprendidos en el radio de acción del tipo penal.

1
Uno de los fenómenos de la sociedad de riesgos lo constituye el tráfico rodado,

pues en la actualidad en nuestro país, ya no es aislado encontrarse conduciendo o

involucrado en el tráfico rodado, es por lo contrario común hallarse en un plano

participativo del tráfico rodado e incluso es un fenómeno que a través de los

medios de comunicación nos ha mostrado una lamentable realidad de accidentes

de tránsito o acciones públicas reprochables de los conductores de éstos

vehículos, que en su mayoría ocasionaron estos accidentes por actuar

conduciendo en estado de ebriedad.

Nuestro legislador tipificó inicialmente esta conducta de Conducir en Estado de

Ebriedad en el artículo 274° del Código Penal de 1991, con la siguiente redacción:

“ El conduce vehículo motorizado en estado de ebriedad o drogadicción será

reprimido con prestación de servicio comunitario no mayor de veinte jornadas e

inhabilitación conforme al artículo 36, inciso 7), hasta por seis meses.”

Luego por Ley Nº 27054, publicada el 23 de enero de 1999, este tipo penal se

modificaría en el siguiente sentido: El que encontrándose en estado de ebriedad o

drogadicción conduce, opera o maniobra vehículo motorizado, instrumento,

herramienta, máquina u otro análogo, será reprimido con pena privativa de la

libertad no mayor de un año e inhabilitación según el Artículo 36 incisos 6) y 7).

Cuando el agente presta servicios de transporte público de pasajeros o de

transporte pesado, la pena privativa de libertad será no menor de uno ni mayor de

dos años e inhabilitación conforme al Artículo 36 incisos 6) y 7

2
Posteriormente por Ley N° 27753, publicada el 9 de Junio de 2002, se modificaría

nuevamente el tipo penal, del modo siguiente: “El que encontrándose en estado de

ebriedad, con presencia de alcohol en la sangre en proporción mayor de 0.5

gramos-litro, o bajo el efecto de estupefacientes, conduce, opera o maniobra

vehículo motorizado, instrumento, herramienta, máquina u otro análogo, será

reprimido con pena privativa de la libertad no mayor de un año o treinta días-multa

como mínimo y cincuenta días-multa como máximo e inhabilitación, según

corresponda, conforme al Artículo 36, incisos 6) y 7”). “Cuando el agente presta

servicios de transporte público de pasajeros o de transporte pesado, la pena

privativa de libertad será no menor de uno ni mayor de dos años o cincuenta días-

multa como mínimo y cien días-multa como máximo e inhabilitación conforme al

Artículo 36 incisos 6) y 7)”

Finalmente por Ley N° 29439, publicada el 19 noviembre 2009, tenemos que la

redacción vigente es la siguiente. “El que encontrándose en estado de ebriedad,

con presencia de alcohol en la sangre en proporción mayor de 0.5 gramos-litro, o

bajo el efecto de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o

sintéticas, conduce, opera o maniobra vehículo motorizado, será reprimido con

pena privativa de la libertad no menor de seis meses ni mayor de dos años o con

prestación de servicios comunitarios de cincuenta y dos a ciento cuatro jornadas e

inhabilitación, conforme al artículo 36 inciso 7)”. “Cuando el agente presta

servicios de transporte público de pasajeros, mercancías o carga en general,

encontrándose en estado de ebriedad, con presencia de alcohol en la sangre en

proporción superior de 0.25 gramos-litro, o bajo el efecto de drogas tóxicas,

3
estupefacientes, sustancias psicotrópicas o sintéticas, la pena privativa de libertad

será no menor de uno ni mayor de tres años o con prestación de servicios

comunitarios de setenta a ciento cuarenta jornadas e inhabilitación conforme al

artículo 36, inciso 7)."

Toda este iter de la tipificación del delito de conducción de vehículo en estado de

ebriedad, nos muestra como el Estado ha reaccionado ante la creciente

propagación de este delito y su ineficacia para combatir a través del tiempo este

delito.

Es en este punto en que subyace la cuestión central del presente trabajo, respecto

a si es necesario mantener este delito tipificado en nuestro Código Penal, y si es

que su mantenimiento en lugar de solucionar el problema del creciente aumento

de este delito, por lo contrario, lo empeora debido a que su existencia en el Código

Penal, no obedecería a los fines preventivos de la penal ni a los fines que inspiran

y legitiman el Ius Puniendi Estatal.

1.2. Antecedentes.

4
La presente investigación teniendo en cuenta todos los problemas y cuestiones

que aquí se discutirán, hasta la fecha no ha sido abordada en su integridad en

ninguna obra jurídica, tesis de pregrado y post- grado, ponencia, articulo jurídico,

ensayo jurídico, clase u en otro medio informativo.

Sin embargo hemos encontrado hasta la fecha algunos trabajos que tratan sólo

algunos puntos que aquí hemos problematizado, a continuación señalamos los

más importantes

A) TESIS:

El Dr. CARDOZO POZO en su Tesis Doctoral Titulada “Bases de Política

Criminal y Protección Penal de la Seguridad Vial” para obtener el grado

Académico de Doctor en Derecho por la Universidad de Salamanca en dos

de sus conclusiones refiere “Se transforma al Derecho penal en herramienta

principal y casi única de la Política criminal. De este modo, el objetivo

preventivo de aquélla se deja en manos de una mera Política penal,

restringiendo la respuesta estatal sólo a esta parcela, transmutando, por

tanto, el principio penal de última ratio en prima ratio… el alejamiento de la

idea de la prevención como algo complejo, instaurando a la seguridad en

términos absolutos como objetivo político, que aunque por todos sabido

resulta materialmente irrealizable, sin embargo, político y

comunicacionalmente en extremo rentable”1.


1
CARDOZO POZO, Rodrigo Christian “Bases de Política Criminal y Protección Penal de la
Seguridad Vial” Tesis para Optar el grado académico de Doctor por la Universidad de Salamanca.
Departamento de Derecho Público General. Área de Derecho Penal. Salamanca, 2009, p.455-456

5
Asimismo, MORALES POLLONI, en su Tesis denominada, “Conducción de

Vehículo Motorizado en Estado de Ebriedad” para obtener el Título de

Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Sociales en la Facultad de Derecho de

la Universidad de Chile, señaló en sus conclusiones que: “La respuesta del

Estado ante el fenómeno de la delincuencia debe diversificarse. Es

importante contar con estrategias que no estén sustentadas en la sanción.

Debe establecerse una variable de prevención que busque la solución de

manera alternativa a los conflictos sociales…existe una pluralidad de

procedimientos para sancionar los ilícitos derivados de la ingesta de

alcohol, y su tramitación dependerá de la gravedad de los mismos según

sean crímenes, simples delitos o faltas, y si se da lugar a la prueba, ésta se

regirá por el procedimiento ordinario. Serán de competencia del Tribunal

Oral o del Juzgado de Garantía según el procedimiento a aplicar”2.

En la tesis titulada “Aplicación del Principio de Oportunidad en los Delitos

de Conducción de Conducción en Estado de Ebriedad” para obtener el

título de Abogado por la Universidad Nacional de Trujillo, se indicó en la

conclusión segunda que: “El delito de conducción en estado de ebriedad, es

uno de los delitos que se ha presentado con mayor frecuencia en nuestra

ciudad desde el año 2007, en este sentido es necesario precisar que es una

de las principales causas de accidentes de tránsito tanto con


2
MORALES POLLONI, Leticia Isabel “Conducción de Vehículo Motorizado en Estado de
Ebriedad” Tesis para obtener el grado de Licenciatura en Ciencias Jurídicas y Ciencias Sociales de
la Universidad de Chile. 2006, et passim.

6
consecuencias fatales y no fatales que se han registrado a nivel nacional;

por lo que, en cuanto al tratamiento de las personas que han cometido el

delito mencionado por el órgano jurisdiccional y por el Ministerio Público, ha

sido premial, más aun si no se ha tomado en consideración que en algunos

casos el agente ha tenido una conducta reiterada, en la comisión del delito

de conducción en estado de ebriedad3”

Finalmente encontramos en la Tesis, “La Reducción de la Pena en los

procesos de Terminación Anticipada y sus fines preventivos en los delitos

contra la Vida, el Cuerpo y la Salud, cometidos por Conductores en Estado

de Ebriedad” para Optar el Título de Abogado por la Universidad Nacional

de Trujillo, se refiere en un extremo de la conclusión sétima que: “Del año

2007 al año 2010 los delitos contra la vida, el cuerpo y la salud,

específicamente los delitos de homicidio culposo y lesiones culposas

cometidos por conductores de vehículos en estado de ebriedad, así como el

delito de conducción de vehículo en estado de ebriedad, ha ido en

incremento, lo que refleja que el fin de prevención general de la pena no se

viene cumpliendo4”

3
AGUILERA RODRÍGUEZ, Mily Lisbeth “Aplicación del Principio de Oportunidad en los Delitos de
Conducción en Estado de Ebriedad” Tesis para Obtener el Título de Abogado. Universidad
Nacional de Trujillo. 2010, p.246.
4
CASTRO JUAREZ, Leomara Junior “La Reducción de la Pena en los procesos de Terminación
Anticipada y sus fines preventivos en los delitos contra la Vida, el Cuerpo y la Salud, cometidos por
Conductores en Estado de Ebriedad” Tesis para Obtener el Título de Abogado. Universidad
Nacional de Trujillo. 2010, p.229

7
B) ARTÍCULOS JURÍDICOS:

El autor NÚÑEZ PÉREZ, en su artículo titulado “La aplicación del principio

non bis in ídem en el delito de manejar en estado de ebriedad”; manifiesta

que: “Consideramos que, no existe ninguna diferencia sustancial entre el

delio de conducción de vehículo en estado de ebriedad y la infracción al

reglamento de tránsito por manejar en estado de ebriedad, por compartir un

elemento nuclear común (conducir en estado de ebriedad o drogadicción),

sin que ambos requieran la existencia de un peligro real o de temeridad al

respecto5.

El Dr. AVALOS RODRÍGUEZ, en su artículo, “El Delito de Conducir, Operar

o Maniobrar en Estado de Ebriedad o Drogadicción”, trabajo publicado en la

Revista Peruana de Ciencias Penales del Perú, ha señalado respecto a la

legitimidad de la tipificación del delito de conducción de vehículo en estado

de ebriedad, que: “Una evaluación desde el principio de intervención

mínima nos dice que el recurso a la protección del Derecho Penal en los

supuestos contenidos en el artículo 274 resulta sumamente cuestionable. El

Derecho Penal sólo debe actuar para prohibir y sancionar los casos en que

se lesione o ponga en peligro gravemente los bienes jurídicos más

5
NUÑEZ PÉREZ, Fernando Vicente “La aplicación del principio non bis in ídem en el delito de
manejar en estado de ebriedad ¿Cuál es la consecuencia si el primero que interviene es el derecho
administrativo sancionador y posteriormente pretende intervenir el derecho penal?” en
Jurisprudencia Penal & Procesal Penal. RAE Jurisprudencia. Lima, Mayo 2009, p.419

8
importantes para la vida comunitaria, cuando los demás medios de control

social resulten incapaces para brindar la protección necesaria”6.

1.3. Justificación de La Investigación:

1.3.1. Justificación Metodológica: La presente tesis titulada El mantenimiento de la

Tipificación del delito de Conducción de Vehículo en estado de Ebriedad,

importa en la medida que nos permitirá realizar un estudio enfocado

integralmente desde la perspectiva dogmática, legislativa y práctica, el

abordaje de la problemática de la legitimidad de la tipificación del delito de

conducción en estado de ebriedad en el Código Penal Peruano.

1.3.2. Justificación Práctica: La presente investigación tiene la finalidad de

analizar el problema de la legitimidad de la tipificación del delito de

conducción en estado de ebriedad en el Código Penal Peruano, en su

aplicación a través del estudio de la solución de casos en aplicación de

principio de oportunidad como remedio procesal.

2.1.3.3. Justificación Teórica: El estudio sobre la legitimidad de la tipificación

del delito de conducción en estado de ebriedad en el Código Penal Peruano,

nos permitirá analizar e indagar las bases teóricas de los principios que

6
ÁVALOS RODRÍGUEZ, C. Carlos “El Delito de Conducir, Operar o Maniobrar en Estado de
Ebriedad o Drogadicción” en Revista de Ciencias Penales Número 11- URQUIZO OLAECHEA,
José (Dir.) Idemsa, Lima, 2002, p.115.

9
inspiran la naturaleza del Derecho Penal, asimismo de los fines de la pena

que se vinculan a su existencia en la legislación nacional y comparada.

1.4. Enunciado del Problema

¿Debería mantenerse la tipificación del delito de conducir un vehículo

en estado de ebriedad, que regula el Código Penal Peruano en el

artículo 274°?

MARCO TEÓRICO

TÍTULO I

2.- FINES DE LA PENA:

La finalidad que ostenta la pena ha tratado de explicarse mediante dos teorías,

la que comprende una justa retribución por la actuación a la imposición de la pena,

como la teoría absoluta; y otras que consideran que se debe de ver la

direccionalidad o el que logramos con la imposición de la condena a una persona,

siendo esta la relativa. Como sigue, es el comentario de varios autores, al

respecto:

2.1. TEORÍAS DE LA PENA.-

Algunas definiciones que necesitamos abarcar previamente son:

a) La Pena. La pena es la consecuencia jurídica, la sanción tradicional del

delito, y hoy sigue siendo la principal forma de reacción contra el delito.

10
Consiste en una privación o restricción de derechos, de bienes jurídicos,

aplicada obligatoria, y si es preciso, coercitivamente al delincuente. 7

b) Pena Privativa de Libertad. Supone la pérdida de la libertad

ambulatoria del sujeto imputado, por el tiempo señalado específicamente

en la sentencia. Modalidades Temporal o a plazo determinado. Se

encuentra sujeta a límites temporales, que en su extremo mínimo

corresponde a dos días y en su extremo máximo a veinticinco años.

c) Cadena Perpetua. Como su mismo nombre lo dice, implica pues la

reclusión de por vida del condenado. Es ilustrativo aquí citar la frase del

autor nacional SILFREDO HUGO VIZCARDO quien señala “La adopción

de la cadena perpetua en nuestro sistema punitivo, ha determinado la

inclusión de una sanción verdaderamente “muerte en vida”, porque no es

otra cosa a lo que se somete el condenado, ya que se trata de un

confinamiento de por vida”8.

2.1.1. TEORÍAS ABSOLUTAS

El fundamento de la pena será exclusivamente la justicia o la

necesidad moral. La pena será legítima, según esta teoría, si es la

retribución de una lesión cometida culpablemente. Las teorías

absolutas, en consecuencia, legitiman la pena si ésta es justa. La pena

necesaria, para esta teoría, será aquella que produzca al autor un mal

(una disminución de sus derechos) que compense el mal que él ha

causado libremente. Los representantes más caracterizados de esta


7
LUZON PEÑA, Diego Manuel “Curso de Derecho Penal Parte General I” 1º Edición Universitas
Madrid 1996 p.54
8
VIZCARDO, Silfredo Hugo “Manual de Derecho Penal y Penitenciario” 1º Edición NovusJuris Lima
Perú p.79

11
concepción son Kant y Hegel. Se considera que, una pena útil, pero

injusta, carecerá de legitimidad. La utilidad de la pena queda

totalmente fuera del fundamento jurídico de la misma. Sólo es legítima

la pena justa, aunque no sea útil. De la misma manera una pena útil,

pero injusta, carecerá de legitimidad. Para la postura absoluta, el fin de

la pena no es relevante, lo que se busca es imponer una sanción por

una conducta no deseada, aunque esta carezca de utilidad, siendo una

venganza social o un fin en justicia, legitimando una pena por el

menoscabo realizado por el autor.

2.1.1.1. POSTURA DE KANT

2.1.1.2. POSTURA DE HEGEL

2.1.2. TEORÍAS RELATIVAS

Esta teoría, procura legitimar la pena mediante la obtención de un

determinado fin, o la tendencia a obtenerlo. Su criterio legitimante es

la utilidad de la pena. Si este fin consiste en la intimidación de la

generalidad, es decir, en inhibir los impulsos delictivos de autores

potenciales indeterminados, se tratará de una "teoría" preventivo-

general de la pena. Si, por el contrario, el fin consiste en obrar sobre

el autor del delito cometido para que no reitere su hecho, estaremos

ante una "teoría" preventivo-especial o individual de la pena. El

representante más caracterizado de las "teorías" preventivo-

generales es Feuerbach, quien sostuvo que era "una preocupación

del Estado, que se hace necesaria por el fin de la sociedad, que


12
aquel que tenga tendencias antijurídicas se vea impedido

psicológicamente de motivarse según estas tendencias". La

amenaza de la pena tendría precisamente esta función de disuadir.

Pero ello permite, como se ha objetado, elevar las penas

indefinidamente, pues, cuanto más grave sea el mal amenazado,

más fuerte será el efecto intimidante. Por esto, la prevención general

requiere, en todo caso, límites que no se pueden extraer de su propia

lógica y que deben ser, por decirlo así, externos (por ejemplo, la

culpabilidad del autor). Concluimos que en la teoría relativa, la pena

tiene importancia, si ha sido suficiente medio disuasorio como para la

prevención de la aplicación de la misma, con lo que eventualmente

estaremos contribuyendo y logrando un sistema preventivo de futuras

reacciones delictivas. El fin justifica un medio de prevención, la pena

como prevención o advertencia, usando la futura culpabilidad del

criminal. A fin de usar la pena como un agente disuasorio e

intimidante.

2.1.2.1. PREVENCIÓN GENERAL

Entendida como aquella concepción de la pena, como medio

para contrarrestar la criminalidad latente en la sociedad. Esta

postura es defendida en su sentido moderno por FEUERBACH, y

también por FILANGIERI y BENTHAM, la prevención general

supone la prevención frente a la colectividad. Para FEUERBACH,

en efecto, la pena sirve como amenaza dirigida a los ciudadanos

por la ley para evitar que delincan. Esto es, opera como
13
"coacción psicológica" en el momento abstracto de la tipificación

legal. La ejecución de la pena sólo tiene sentido, en esta

construcción, para confirmar la seriedad de la amenaza legal. 9

2.1.2.1.1. PREVENCIÓN GENERAL POSITIVA

La criminalización se funda en su efecto positivo sobre los no

criminalizados, pero no para disuadirlos mediante la

intimidación, sino como valor simbólico productor de

consenso y, por ende, reforzador de su confianza en el

sistema social en general. Así, se afirma que el poder punitivo

se ejerce porque existe un conflicto que, al momento de su

ejercicio, aún no está superado; por lo cual, si bien éste no

cura las heridas de la víctima, ni siquiera atribuye la

retribución del daño, sino que hace mal al autor. Este mal

debe entenderse como parte de un proceso comunicativo.

Por ello, se afirma que el poder punitivo supera la

perturbación producida por el aspecto comunicativo del

hecho, que es lo único que interesa, y que es la perturbación

de la vigencia de la norma, imprescindible para la existencia

de una sociedad En definitiva, el delito sería una mala

propaganda para el sistema, y la pena sería la forma en que

el sistema hace publicidad neutralizante. Se le ha objetado a

esta teoría que en los denominados crímenes de cuello

blanco no alteran el consenso mientras no sean percibidos


9
MIR PUIG, Santiago “Introducción a las Bases del Derecho Penal” Colección Maestros del
Derecho Penal Nº 5 2da Edición Editorial B de F Montevideo Uruguay 2002 p.53

14
como conflictos delictivos, su criminalización no tendría

sentido. Con ello podríamos decir que en la práctica, se

trataría de una ilusión que se mantiene porque la opinión

pública la sustenta, y que conviene seguir sosteniendo y

reforzando porque con ella se sostiene el sistema social;

éste, es decir, el poder, la alimenta para sostenerse” 10.

Por todo lo anterior, se puede afirmar que el Derecho penal

tiene que ser la ultima ratio y en la creación o modificación

de figuras penales se debe buscar una proporcionalidad en la

fijación de la pena de tal manera de que tenga el efecto de

prevención general positiva. Las garantías constitucionales

tendrán vigencia, cuando el proceso penal se adecúe a éstas.

En este sentido se pronuncia el profesor Zaffaroni quien

afirma que: “lo que el derecho penal debe hacer, después de

constatar los defectos, es ejercer al máximo –optimizar- el

ejercicio del poder jurídico de contención para reducirlos y

eliminarlos. La resistencia jurídico-penal a al admisión del

concepto de enemigo en el estado de derecho deber ser

frontal, aunque las limitaciones del poder jurídico en ese

momento no permitan eliminarlo”11.

2.1.2.1.1.1. POSTURA DE JAKOBS

10
ZAFFARONI/ALAGIA/SLOKAR ob. cit. p.60
11
VILLAMOR LUCÍA, Fernando. “El Delito de peligro Abstracto. Una aproximación al derecho penal
del enemigo”. Información obtenida el 20 de Julio del 2013 del la World Wide Web:
http://www.cienciaspenales.net Citando a Cfr. Raúl Zaffaroni, Op. Cit, 175.

15
2.1.2.1.1.2. POSTURA DE WELZEL

2.1.2.1.2. PREVENCIÓN GENERAL NEGATIVA

Aspira a obtener con la pena la disuasión de los que no

delinquieron y pueden sentirse tentados de hacerlo. Se parte

de una idea del humano como ente racional, que siempre

hace un cálculo de costos y beneficios. La disuasión estaría

destinada a algunas personas vulnerables y respecto de los

delitos que éstas suelen cometer. Se le critica a la prevención

general negativa que con este discurso, la criminalización

asumiría una función utilitaria, libre de toda consideración

ética y, por tanto, su medida debiera ser la necesaria para

intimidara los que puedan sentir la tentación de cometer

delitos, aunque la doctrina ha puesto límites más o menos

arbitrarios a esta medida. Una criminalización que selecciona

las obras toscas no ejemplariza disuadiendo del delito sino de

la torpeza en su ejecución, pues impulsa el

perfeccionamiento criminal del delincuente al establecer un

mayor nivel de elaboración delictiva como regla de

supervivencia para quien delinque. No tiene efecto disuasivo

sino estimulante de mayor elaboración delictiva. 12

2.1.2.1.2.1. POSTURA DE FEUERBACH

2.1.2.2. PREVENCIÓN ESPECIAL


12
ZAFFARONI/ALAGIA/SLOKAR Derecho Penal Parte General Ediar Editores Buenos Aires
Argentina 2002 pp.57-58

16
Tiende a prevenir los delitos que puedan proceder del delincuente:

la pena persigue, según ella, evitar que quien la sufre vuelva a

delinquir. Frente a él, la imposición de la pena ha de servir como

escarmiento o como camino para la readaptación social. La

prevención especial no puede operar, pues, como la general, en el

momento de la conminación penal, sino en el de la ejecución de la

pena. Dejando aparte lejanos precedentes la prevención especial

sigue a la general en la reciente historia de las ideas penales. Se

extiende, sobre todo, a partir del último tercio del siglo XIX,

defendida por distintas tendencias: el correccionalismo en

España, la escuela positiva en Italia y la "dirección moderna" de

VON LISZT en Alemania. El influjo más poderoso en favor de la

generalización de los puntos de vista de la prevención especial se

debe especialmente a este último autor alemán La función de la

pena es, pues, para VON LISZT la prevención especial (frente al

ya delincuente), por medio de la intimidación y la corrección. Si

VON LISZT se aparta así de la prevención general, ello es debido

a su consideración del derecho penal como "instrumento de lucha

contra el delito", lucha que concibe como ataque a las causas

empíricas del delito, las cuales se reflejarían en la personalidad

del delincuente. El objetivo a que ello debía llevar era la

"protección de bienes jurídicos. En resumen, para VON LISZT la

función de la pena y del derecho penal era la protección de bienes

17
jurídicos mediante la incidencia de la pena en la personalidad del

delincuente con la finalidad de evitar ulteriores delitos 13.

2.1.2.2.1. PREVENCION ESPECIAL POSITIVA

Parte del presupuesto de que la pena es un bien para quien

la sufre, sea de carácter moral o psicofísico. En cualquier

caso, oculta el carácter penoso de la pena y llega a negarle

incluso su nombre, reemplazándolo por sanciones y medidas.

Si la pena es un bien para el condenado, su medida será la

necesaria para realizar la ideología en que se sostenga y no

requerirá de otro límite. Si aceptásemos este criterio se

llegaría al extremo de que el delito sería sólo un síntoma de

inferioridad que indicaría al estado la necesidad de aplicar el

benéfico remedio social de la pena. Si el delito es sólo un

síntoma, la ideología se debe postular que, a partir de ese

síntoma, el estado debe penetrar en toda la personalidad del

infractor, porque la inferioridad lo afecta en su totalidad. En

definitiva, con ZAFFARONI creemos que se trata de una

intervención del estado que, en caso de ser factible contra

todos los datos sociales consistiría en una imposición de

valores en que nadie cree, privada de todo momento ético 14.

2.1.2.2.2. PREVENCIÓN ESPECIAL NEGATIVA

13
MIR PUIG, Santiago ob. cit. pp.55 y ss.
14
ZAFFARONI/ALAGIA/SLOKAR ob. cit. p.63

18
Aquí la criminalización también se dirige a la persona

criminalizada, pero no para mejorarla sino para neutralizar los

efectos de su inferioridad, a costa de un mal para la persona,

pero que es un bien para el cuerpo social. En general, no se

enuncia como función manifiesta exclusiva, sino en

combinación con la anterior: cuando las ideologías fracasan o

se descartan, se apela a la neutralización y eliminación 88. Se

puede observar, que aquí lo importante es el cuerpo social, o

sea que responde a una visión corporativa y organicista de la

sociedad, que es el verdadero objeto de atención, pues las

personas son meras células que, cuando son defectuosas y

no pueden corregirse, deben eliminarse. La característica del

poder punitivo dentro de esta corriente es su reducción a

coacción directa administrativa: no hay diferencia entre ésta y

la pena, pues ambas buscan neutralizar un peligro actual. 15 El

sujeto sería aniquilado de caer en imposibilidad de

corregirse.

2.1.3. TEORÍAS MIXTAS

Este tipo de teorías, tratan de combinar los principios legitimantes de

las teorías absolutas y de las relativas en una teoría unificadora. Por

lo tanto, se trata de teorías que procuran justificar la pena en su

capacidad para reprimir (retribución) y prevenir (protección) al mismo

tiempo. Dicho en otras palabras, la pena será legítima, para estas

Ibid p.64
15

19
teorías, en la medida en que sea a la vez justa y útil. Los valores de

justicia y utilidad, que en las teorías absolutas resultan excluyentes y

en las relativas son contemplados sólo a través de la preponderancia

de la utilidad (social). Las "teorías" de la unión deben admitir que el

fin represivo y el preventivo de la pena pueden no coincidir e

inclusive ser antinómicos. La pena justa con respecto al hecho

cometido puede ser insuficiente con referencia al autor del mismo y

las necesidades preventivas que éste plantea a la sociedad. Este

conflicto de fines y de criterios legitimantes se debe resolver, como

es lógico, optando por uno de ellos, al que se otorga preponderancia

sobre el otro.

2.1.3.1. POSTURA DE LA UNIDAD DIALÉCTICA DE ROXIN

Este autor no distingue entre finalidad general de la pena y fines

específicos según los sujetos intervinientes en el proceso de

punición. Se limita a centrar la problemática en las tres fases

esenciales de la vida de la pena: la conminación penal, la

medición de la pena y la ejecución de la condena. A cada una de

estas etapas corresponde una respuesta distinta a la función de la

pena, pero de tal modo que cada una de ellas presupone la

anterior. Tal vez por esto la formulación de ROXIN recibe el

nombre de "teoría dialéctica de la unión". En el primer momento

de la conminación típica, lo primero que debe preguntarse, en

opinión de ROXIN, es: ¿qué puede prohibir el legislador bajo

pena? Ninguna de las posiciones tradicionales -retribución,


20
prevención general y prevención especial- da respuesta a esta

cuestión. Ello es evidente en la teoría de la retribución, que se

ocupa sólo de que la pena sea adecuado castigo del delito, sin

precisar qué es lo que merece considerarse delictivo. Pero

también es cierto respecto de las teoría de la prevención general y

especial, pues se limitan a exigir que la pena prevenga la

comisión de delitos y no pueden, por sí solas, decidir qué

conductas deben constituir los delitos a prevenir, salvo que se

admitiese que la prevención especial condujese a resocializar a

todo "asocial" -lo que sería intolerable-, y que la prevención

general llevase a castigar hechos de poca gravedad con las

máximas penas -lo que instauraría un derecho penal del terror.

ROXIN intenta superar la insuficiencia de las teorías tradicionales

afirmando que la pena sólo es lícita para conductas que: a)

lesionen o pongan en peligro los bienes jurídicos, caracterizados

como "presupuestos indispensables de la existencia comunitaria"

"incorporados a estados valiosos" como la vida, la integridad

física, la libertad, el patrimonio, o b) se opongan a los "fines

públicos de prestación" necesarios para la existencia del

ciudadano en el Estado social. El derecho penal debe cumplir con

ello una doble función: protección de bienes jurídicos y de los

mencionados "fines públicos de prestación" imprescindibles. De

ello deriva ROXIN dos consecuencias: 1°) El carácter subsidiario

del derecho penal, que ha de limitar su intervención a los casos en


21
que no baste otro tipo más leve de sanción jurídica; 2°) la

imposibilidad del castigo de hechos puramente inmorales Ahora

bien, si la función de la pena es, en el momento legislativo, la

protección de bienes jurídicos y prestaciones públicas

imprescindibles, ello habrá de tener lugar deduce ROXIN- por la

vía de la prevención general, pues la conminación típica es

anterior al delito y no podría, por tanto, ser base de la retribución

ni de la prevención especial del delincuente. Sin embargo, la

previa limitación efectuada del ámbito de lo punible impediría los

excesos a que por sí sola la prevención general puede llevar. En

resumen, la conminación penal típica sirve a la función de

protección de bienes jurídicos y prestaciones públicas

imprescindibles por medio de la prevención general Al segundo

momento de la realización del derecho penal, el de la imposición y

medición de la pena, corresponde, en primer lugar, servir de

complemento a la función de prevención general propia de la

conminación típica: la imposición de la pena por el juez es la

confirmación de la seriedad de la amenaza abstracta por parte de

la ley. Pero en la medición de la pena el juez debe someterse a

otra limitación: la pena no puede sobrepasar la culpabilidad del

autor. Sólo dentro del límite de la culpabilidad cabe imponer la

pena exigida por la prevención general en la conminación típica 16.

MIR PUIG, Santiago ob. cit. pp.64 y ss.


16

22
2.1.3.2. POSTURA DE LA DIFERENCIACIÓN DE SCHMIDÄUSER

Esta teoría parte de la distinción entre teoría de la pena en

general y sentido de la pena para los distintos sujetos

intervinientes en la vida de la pena. A su vez la teoría de la pena

en general comprende dos aspectos: la finalidad (o función) de la

pena y el sentido de la misma. La finalidad del castigar, visto

como fenómeno global, no podría ser otra que la prevención

general, aunque entendida, de modo realista, no como pretensión

de evitar todo delito, lo que es imposible, sino como medio de

reducir la delincuencia dentro de los límites que hagan posible la

convivencia normal. En este sentido, si es lícito castigar, sería por

la absoluta necesidad que la sociedad tiene de la pena"'.

Resumiendo y simplificando: en el momento de la conminación

penal predomina la prevención general, en el de la medición de la

pena la justicia y en el de la ejecución de la pena la tutela del

delincuente y la prevención especial.17

2.1.4. POSTURAS MODERNAS

2.1.4.1. POSTURA DE URS KINDHÄUSER-

El penalista alemán, señala que las sociedades modernas

implican una serie de riesgos que apenas pueden ser dominadas

por el conjunto de la sociedad. El único instrumento que tiene

posibilidad es el derecho y específicamente el penal, el que, es

17
Ibíd. pp.63-64y ss.

23
invocado cuando hay que asegurar mediante sanciones la

observancia de los valores límites para los riesgos socialmente

tolerados. Se acude al Derecho penal determinando la protección

de bienes jurídicos que Kindhäuser los define como “aquellas

características de las personas, cosas o instituciones que sirven al

libre desarrollo del individuo en un Estado Social Democrático de

Derecho”18.

De esta manera aparece el problema de la legitimación de los

delitos de peligro ya que según el autor citado en estos delitos el

injusto no radica en el menoscabo de las sustancias de un bien

jurídico sino que, mediante el hecho se crea, más bien, el peligro

de una lesión. El injusto de peligro seria únicamente un estado

previo necesario al injusto de lesión. Por tanto el paradigma de la

agresión según Kindhäuser se enfrenta al siguiente dilema: En

caso de que se haya producido una lesión para la fundamentación

del injusto objetivo, no es necesaria la búsqueda de estados

previos de puesta en peligro y si la lesión no se ha producido,

tampoco hay un estadio previo a la lesión cuyo injusto objetivo se

pudiera derivar de la lesión. Y por ello, concluye, que el injusto

objetivo de los delitos de peligro o bien no se puede ni siquiera

fundamentar o bien el objeto del injusto de los delitos de peligro es

un injusto autónomo respecto a la lesión de un bien jurídico en sus

18
Cfr. Urs Kindhäuser Op. Cit.

24
sustancia. Kindhäuser encuentra la fundamentación del injusto

penal en la lesión del bien jurídico y define a los bienes jurídicos

como características de las personas, cosas o instituciones que

sirven al libre desarrollo del individuo en un Estado social y

democrático de derecho. El valor de los bienes jurídicos radica

entonces, en la función de hacer posible la libertad y por ello,

cuando los bienes jurídicos son menoscabados en su función de

ser medio de libre desarrollo, su valor disminuye. Ahora este

menoscabo, puede afectar a la sustancia, pero también a la

modificación de la sustancia que reduzca la posibilidad de servir al

libre desarrollo. Y por ello, es que debe admitirse que la

posibilidad de una utilización de los bienes puede ser en la

sustancia o en la modificación de la sustancia. Y en consecuencia

no es posible ver razón alguna por la que el derecho penal

solamente deba proteger a los bienes jurídicos frente a

menoscabos de su sustancia, sino también a la modificación de

ella. Y por ello, es que, se puede fundamentar la punición del

peligro de que pueda atacarse la sustancia del bien jurídico.

POSTURA DE HEIKO HARMUT LESCH

2.1.4.2. POSTURA DEL CARLOS GOMEZ JARA- DIEZ

25
TÍTULO II

3. LÍMITES AL PODER PUNITIVO DEL ESTADO:

3.1. IUS POENALE.-

El poder para regular ciertas conductas no acordes a la sociedad, es lo que

configura el ius Poenale, implica que configuran delito. Se entiende por Jus

Poenale, el conjunto de normas jurídico-penales que regulan la actividad

punitiva del Estado; determinando en abstracto los delitos, las penas y

medidas de seguridad.

El Jus Poenale, según la doctrina, no sólo constituye un conjunto de normas

dirigidas a los jueces ordenándoles imponer penas o medidas de seguridad,

sino también, antes de ello un conjunto de normas dirigidas a los

ciudadanos que les prohíben bajo la amenaza de una pena la comisión de

26
delitos, además. Igual que el resto de Derecho, el Derecho Penal, no sólo

está integrado por normas en sentido estricto, sino también por

valoraciones y principios19.

3.2. IUS PUNIENDI

A). Definición.-

Mediante el ius puniendi, el Estado tiene la facultad de intervenir y

sancionar las conductas que no están acorde al orden público, aquellas

conductas que buscan el desmedro de la sociedad, con el fin de proteger a

la colectividad, es que se hace uso de este poder. En otras palabras, es la

potestad o facultad que ostenta el Estado para intervenir y sancionar las

conductas que por su naturaleza son necesarias reprimir en aras de

proteger a la Sociedad. También se le denomina Derecho Penal Subjetivo

definiéndosele como “decisión política criminal plasmada en una norma

que declara punible un hecho perseguible a su autor. Es la expresión del

poder único y exclusivo del Estado para ejercer violencia legítima” 20. El

poder punitivo estatal recae exclusivamente sobre el estado. El

representante por excelencia de este tipo de control lo constituye el Sistema

Punitivo o Sistema de Justicia Penal. Tomando en consideración, la postura

asumida por el profesor VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, asumimos que el

poder punitivo se encuentra íntimamente ligado al poder del ius puniendi

estatal, al cual se le define como “…la potestad radicada en cabeza del

19
MIR PUIG, Santiago Ob. Cit. p.52.
20
BUSTOS RAMÍREZ, Juan “Obras Completas”. Lecciones de Derecho Penal. Parte Primera
Fundamentos del Sistema Penal 3.La Política Criminal y el Derecho Penal 1°Edición Ara editores
Lima-Perú 2005 p.546

27
Estado en virtud de la cual éste, revestido de su poderío e imperio, declara

punibles determinados comportamientos que por su especial gravedad

atentan contra la convivencia comunitaria y les impone penas y/o medidas

de seguridad a título de consecuencia jurídica”; 21 a través de tal enunciado

se reconoce una legitimación intrínseca de la potestad del estado para

realizar el control de una determinada sociedad, ejerciendo una violencia

institucionalizada, para lograr que la política de estado-gobierno le permita

al estado como configuración de supra control, realizar una protección y

control social, amparada no solo en el derecho penal como sistema, sino

que también se imponga como una necesidad de realizar un control de la

actividad del denominado sistema de derecho penal, pues por más que el

sistema posea métodos y medios adecuados para realizar la prevención

generalizada del delito, a la vez se debe implementar una especie de

correlativo control del mismo, para evitar que aquella potestad punitiva

atribuida al estado como legítimo controlador de los aspectos sociales, sea

utilizada en forma inadecuada. El Sistema Penal punitivo acciona mediante

una fuerza imperiosa para hacerse cumplir; entronizándose como un

mecanismo exterior coercitivo que presupone un sometimiento de la

voluntad individual a la fuerza del Derecho, cuyo ejercicio legitimado lo

ejerce el estado como agente seleccionado por excelencia para ejercer el

poder, enrolándose al análisis de la sociedad dos poderes supraestatales

que en su conjunto monopolizan la actividad controladora del estado. El

sistema penal punitivo, resulta difícil de entender, si no lo valoramos en su


21
VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Manual de derecho penal: Parte General. Bogotá –
Colombia, Ed. TEMIS S.A., 2002, p. 24.

28
doble arista de manifestación: a) el plano normativo-abstracto; y, b) el plano

práctico-concreto. De una manera abstracta se organiza cuando la agencia

legislativa concibe y plasma en leyes todos los elementos definitorios

delictivos y funcionales del sistema, estructurando en su discurso teórico-

normativo, el "deber ser" del Régimen Penal. Es así que el poder legislativo

elabora y describe las ilicitudes que serán consideradas como tipos

delictivos; y llevar a término los procesos penales al definir legalmente la

competencia y variantes de actuación e interacción de las agencias

ejecutivas del aparato de Justicia Penal. El plano práctico-concreto se

constituye cuando todo ese aparato normativo concebido en su momento

por la agencia legislativa, debe entrar en funcionamiento práctico al

aparecer las conductas vulneradoras de la norma penal o aparecen

configurados los denominados ilícitos penales. Esto último es lo que pone

en funcionamiento las instancias de aplicación del sistema penal punitivo y

el producto de sus actividades no necesariamente coincide siempre con las

previsiones abstractas del ordenamiento jurídico.

B). Alcances.- Resulta de mucha importante para los objetivos

metodológicos y doctrinales el determinar el correcto fundamento y

alcances del poder que ejerce el estado y que le otorga la legitimación para

ejercer la potestad punitiva; precisamente tal premisa se reduce al

enunciado de dos interrogantes: ¿por qué se puede castigar o imponer

sanciones penales?, y ¿por qué el estado puede hacerlo?; reduciéndose el

rango de explicación teórica a dos criterios fundamentales: a) el material; y,

29
b) el formal; con relación al aspecto material que fundamenta la naturaleza

jurídica del poder punitivo (expresado con el ius puniendi estatal), al

respecto, comprendemos acorde a la teoría preventiva, por cuanto

argumenta que es precisamente a través de la sanción penal como medio

de coerción y restablecimiento del orden interno, es decir, se fundamenta a

través de una tendencia preventiva para la imposición de una sanción

penal, buscando que el actor social que a pesar de tener conocimiento de

la vigencia de una norma penal y de su carácter preventivo, incumple su rol

y consuma una conducta dirigida a la vulnerabilidad de la referida norma,

pueda ser castigado con una sanción penal ejemplar que permita su

reinserción social; criterio teórico-normativo que permite que el poder

punitivo que ejerce el estado se convierte en preventivo, y posteriormente

en sancionador. Podemos afirmar que el fundamento del poder punitivo

material del estado se basa en una argumentación de la teoría preventiva

de la función de la pena, por la cual se toma en cuenta a la sociedad como

núcleo de protección, y justamente la pena se constituye en el medio más

idóneo para concretizar la tarea preventiva, pues al ser enfocada como un

mal ulterior, la constituye como un medio de freno psíquico social hacia la

conducta del actor social. Desde una perspectiva neoliberal y asumiendo

como argumento filosófico al funcionalismo, en la etapa post modernista

surge el estado constitucional de derecho como fundamento o ideal político

– formal para explicar los presupuestos del Poder Punitivo estatal. Este tipo

de política es ideal para sociedades cuyo desarrollo funcional se oriente

por perspectiva de riesgos (el desarrollo de la industria incrementa los


30
riesgos sociales), cuya característica fundamental es la globalización y la

integración supranacional, buscando desde luego destruir todo tipo “…de

barreras arancelarias internas…”22 que puedan crear los llamados grupos

de poder mercantil. Al asumir el Estado Constitucional de Derecho la

argumentación de la supremacía de las normas constitucionales sobre

cualquier norma jurídica, y el sometimiento de los integrantes de la

sociedad a todo el ordenamiento jurídico en general, garantiza

directamente el respeto de los derechos fundamentales de cada uno de los

ciudadanos, y el poder punitivo del estado encuentra su límite y se

reorienta al concreto respeto de los mismos; es decir, el estado por más

monopolio de poder punitivo que pueda ejercer a través de sus organismos

estatales, tiene el deber de respetar los derechos fundamentales de cada

uno de los miembros de la sociedad en la que funciona y se encuentra

estructurada su supra organización, pues al existir una constitución como

norma rectora de los mismos, su poder otorgado a él como supra

organización también se encuentra sometido a las normas de rango

constitucional, lo cual quiere decir que su actuación se debe circunscribir a

los parámetros de prevención y control social brindados por la propia

constitución política de cada estado; constituyéndose aquella

circunscripción en el campo y guía de actuación del ejercicio del poder

punitivo por parte del estado, por lo cual se deberá observar un respeto por

parte del estado a las normas de la constitución.

22
VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Manual de derecho penal: Parte General. Bogotá –
Colombia, Ed. TEMIS S.A., 2002, p. 27.

31
C. Justificación.- Se justifica esta función, por su fundamento, que viene a

ser la Constitución Política, y en ella se encuentra su justificación política,

como también en las normas internacionales. Políticamente, el Estado es

su único titular y pueden diferenciarse matices en el ejercicio del poder

Penal: función Penal Legislativa, Judicial y ejecutiva. En este orden de

ideas, la doctrina, entiende al Jus Puniendi, como la potestad o facultad

que ostenta el Estado para intervenir y sancionar las conductas que por su

naturaleza son necesarias reprimir en aras de proteger a la Sociedad.

También se le denomina Derecho Penal Subjetivo definiéndosele como

“decisión política criminal plasmada en una norma que declara punible un

hecho perseguible a su autor. Asimismo el Jus Puniendi, se refiere al poder

único y exclusivo del Estado para ejercer violencia legítima” 23.

F. Límites.- Líneas arriba, estuvimos comentando que el poder punitivo del

estado tiene un límite en su actuación, de allí se desprende hasta donde

puede ser su alcance y de donde surge la justificación para ejercer tal poder

sobre la sociedad. Ahora hablaremos un poco al detalle a que se refieren

estos límites. Ahora bien, la idea de que el Estado no tiene un poder

absoluto, no es cierta. El Estado tiene un poder absoluto, pero existen

ciertos límites que guardan su buen funcionamiento. Los límites a los que

nos referimos están concebidos como principios, que en su mayoría son de

nivel constitucional. Por tanto, el Estado, cuando promulga y aplica

23
BUSTOS RAMÍREZ, Juan “Obras Completas”. Lecciones de Derecho Penal. Parte Primera
Fundamentos del Sistema Penal 3.La Política Criminal y el Derecho Penal, Lima, Ara editores,
2005 p.546

32
determinadas normas Penales, tiene que mantenerse dentro del marco de

estos principios garantistas24.

G. La legitimidad.- denominada legitimidad intrínseca25, es la que se

encuentra representada por una serie de principios que inspiran y limitan su

actuación. Entre los cuales se destacan.

3.2.1. PRINCIPALES PRINCIPIOS LIMITADORES DEL IUS PUNIENDI

3.2.1.1. PRINCIPIO DE NECESIDAD.-

Este principio, nos da a entender que debido a la necesidad del

ius puniendi que existe, debe de establecer lo mínimo de

afectación a los ciudadanos, pero al mismo tiempo, reconocer la

necesidad de aplicación de este principio. Es denominado también

como principio de utilidad, o de absoluta necesidad de

intervención26 él mismo que se entiende como una exigencia

necesaria de utilidad27 de la manifestación punitiva estatal. Ante la

crítica de la eficacia de la pena nos parece acertado citar aquí

aquella célebre frase que nos dice “la eficacia de la pena debe

medirse por sus éxitos y éstos han de buscarse entre los que no

han delinquido y acaso lo hubieran hecho de no concurrir la

amenaza de la pena28” De lo anterior parece enseñarse que si la

reacción penal es inútil, esta misma debería desaparecer o dar

24
VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe “Derecho Penal Parte General” Lima, Editorial Grijley,
2006, p.88
25
MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes Ob.Cit.p.77
26
BUSTOS RAMÍREZ, Juan Ob. Cit.p.548
27
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal…” Ob. Cit. p.125-126
28
ANTON ONECA en MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal…” Ob. Cit. p.126

33
paso a una pena más leve29. Concluimos manifestando que la

utilidad de la pena, estará dada sí hay menos afectación a la

colectividad al otorgarse que al no hacerlo. Lo que permitirá el

orden público y la construcción de la vida en el mejor desempeño

normal posible.

3.2.1.2. PRINCIPIO DE INTERVENCIÓN MÍNIMA

Implica verificar si es racional o no y cúal será el costo social que

los medios del Estado tendrán sobre la población. Ya que, “sólo

debe intervenir en los casos de ataques muy graves a los bienes

jurídicos más importantes”30. El Estado para el control de la

delincuencia tiene que emplear la pena.31 Puesto que el Derecho

penal cuando interviene tarde e interviene mal, pues no

instrumenta una respuesta etiológica adecuada a las causas del

problema sino meramente sintomatológico acorde a sus signos

externos32. El estado busca mantener la civilización al utilizar la

pena, como método de violencia, para contrarrestar una violencia

más severa aún que al no intervenir por parte del Estado en su

regulación, pues se acabaría en una anarquía y probablemente

desembocaría contra lo que conocemos como democracia.

3.2.1.3. PRINCIPIO DEL CARÁCTER FRAGMENTARIO DEL

DERECHO PENAL

29
Ibíd. p.126
30
MUÑOZ CONDE, Introducción al Derecho Penal 1° Edición Editorial Bosch Barcelona España
1975 p.59
31
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.378
32
Ibíd. .p.381

34
Se entiende por carácter fragmentario del derecho penal, aquella

posición o facultad, mediante la cual no se sanciona todas las

conductas lesivas para la sociedad, ahora esto dependerá de las

condiciones reales del sistema, ya que como lo comentamos en

los anteriores principios y en los que comentaremos, siempre va a

existir la necesidad estricta de prevención. El carácter

fragmentario aparece de una triple forma en las actuales

legislaciones penales: en primer lugar, defendiendo el bien jurídico

sólo contra ataques de especial gravedad, exigiendo

determinadas intenciones y tendencias, en segundo lugar

tipificando sólo una parte de lo que las demás ramas del

ordenamiento jurídico; y por último, dejando en principio, sin

castigo las acciones meramente inmorales, como la

homosexualidad y la mentira33. Este principio entiende que el

Derecho Penal no sanciona todas las conductas lesivas de bienes

jurídicos, más bien, por lo contrario la función del Derecho Penal

se considera, menos ambiciosa pues responde contra los ataques

más intolerables o lesivos que puedan amenazarle 34. Estos

graves ataques son los que aparecen como más intolerables o

perturbadores de la paz desde el punto de vista de la convivencia

33
MUÑOZ CONDE, Francisco Ob. Cit.p.72
34
RODRÍGUEZ MOURULLO, Gonzalo “Derecho Penal Parte General”, Madrid, Editorial Civitas,
1978 p.18

35
social, serán a su vez aquellos que entrañen un mayor riesgo que

se conciban como las modalidades más peligrosas 35.

3.2.1.4. PRINCIPIO DE ÚLTIMA RATIO DEL DERECHO PENAL

Cuando no haya más que hacer, ahí interviene el Derecho Penal,

ya que la pena y la medida de seguridad no son los únicos

medios de protección de la sociedad de que dispone el

ordenamiento jurídico. Ello significa que debe acudirse al derecho

penal de manera subsidiaria, es decir cuando hayan fallado o

fracasado36 todos los demás controles, ya sean formales o

informales37. Ésta cirugía penal por sus efectos traumáticos e

irreversibles, por su nocividad intrínseca sólo puede proscribirse in

extremis, en otras palabras cuando no se disponga de otras

posibles técnicas de intervención o éstas resultan ineficaces 38, ya

que como se ha dicho en las anteriores líneas la dureza de los

recursos del derecho penal adquieren aquella nocividad en la

“privación o restricción de los más preciados bienes del individuo

(vida, libertad, honores, derechos profesionales) 39” .

3.2.1.5. PRINCIPIO DE EXCLUSIVA PROTECCIÓN DE BIENES

JURÍDICOS.- También entendida como principio de lesividad,

implica que la conducta incriminada ha de ser inequívoca y

tendencialmente lesiva para aquellos valores e intereses


35
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal Parte General” 7°Edición, Montevideo-Buenos Aires
Editorial B de F 2004.p.109 y 129
36
MARTOS NUÑEZ, Juan Antonio Ob. Cit.p.126
37
BUSTOS RAMÍREZ, Juan Ob. Cit.p.548
38
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.383
39
RODRÍGUEZ DE MOURULLO, Gonzalo Ob.Cit.p.20

36
expresivos de genuinos bienes jurídicos40. Los mismos que se

entienden como condiciones de vida social, en la medida en la

que afecten a las posibilidades concretas de participación del

individuo de los procesos de interacción y comunicación en el

sistema social41, pues encontraremos la existencia de bienes

jurídicos42 según la observación empírica, de un correcto

funcionamiento de los sistemas sociales 43. Este principio legitima

una restricción severa de los derechos del individuos, si la

intervención penal es imprescindible para garantizar los derechos

y libertades de la mayoría social44.Se corresponde con el principio

de ofensividad ; nullum crimen sine iniuria y opera como límite

material del Ius Puniendi45. Significa que las incriminaciones

penales no pueden pretender meros valores éticos o morales 46 ni

la sanción de conductas socialmente inocuas 47. Responde a

convicciones liberales48. “Desde un punto de vista negativo el

principio de exclusiva protección de bienes jurídicos reclama la

despenalización de las conductas que no sean nocivas para el

40
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.367
41
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal…” Ob. Cit. p.130
42
De similar sentido se expresa en MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes Ob.
Cit. “El bien jurídico es un fundamento necesario de la intervención del Derecho Penal en la
convivencia humana”p.89
43
MIR PUIG, Santiago “Introducción… p.123
44
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.365
45
Ibíd.p.365
46
MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes Ob. Cit. “La misión del Estado es…
garantizar el orden externo y no tutelar moralmente a los ciudadanos”p.90
47
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.366
48
Ibíd.p.368

37
orden social y pongan en tela de juicio los propias bases de la

convivencia”49

Sus principales consecuencias pueden sintetizarse en que a) el estado

no puede establecer una moral; b) en lugar de ello debe garantizar un

ámbito de libertad moral y c)las penas no pueden recaer sobre acciones

que son ejercicio de esa libertad50

El Principio de Lesividad se constituye en el más importante de los

límites materiales que nuestro ordenamiento penal consagra, y es a

través de él como se determina que la potestad punitiva ejercida por el

estado se reduce a proteger derechos, 51 asumiéndose como

presupuesto dogmático el concepto personalista del derecho, en tanto el

Derecho Penal debe estar al servicio de la persona y no de cualquier

mito que la trascienda. Existe la cuestión que, el Estado muchas veces

atribuyéndose una arbitraria e ilimitada función punitiva pretende

imponer una moral ―a una determinada sociedad―, que se ajuste a

sus parámetros ideológicos, conducta aquella que es contravenida por

el Principio de Lesividad, por cuanto éste desde su concepción de

injerencia coactiva determina que la posición del estado se convierta en

inmoral, por cuanto la moral pública es “…producto de una elección libre

frente a la posibilidad de elegir otra cosa: carece de mérito el que no

pudo hacer algo diferente”;52 asimismo, el estado como un ente


49
Ibíd.p.368
50
ZAFFARONI/ALAGIA/SLOKAR Ob. Cit.p.127
51
Estrada, Curso, p. 180. Citado por ZAFFARONI, Eugenio Raúl; PLAGIA, Alejandro y BLOCAR,
Alejandro. Derecho Penal: Parte General…, Ob. Cit, p. 127.
52
ZAFFARONI, Eugenio Raúl; PLAGIA, Alejandro y BLOCAR, Alejandro. Derecho Penal: Parte
General…, p. 127.

38
supranacional ético debe reconocer un ámbito de libertad moral,

posibilitando de esta forma el mérito de sus habitantes, por cuanto si se

afirma que el derecho es moral, ello se realiza precisamente porque la

moralidad es la posibilidad (accionar) de lo inmoral, lo cual a decir del

profesor ZAFFARONI, la moral está “…vinculada íntimamente a la

distinción entre conciencia jurídica y conciencia moral”. Al respecto, el

profesor VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, en su tentativa de definir el

Principio de Lesividad suele hacer referencia al tradicional aforismo

liberal que determina que “no hay delito sin daño”, es decir que no existe

una conducta punible “…sin amenaza concreta o real, o daño para el

“bien jurídico tutelado”, pues el cometido del Derecho Penal no es

defender ideas morales, estéticas o políticas, ni patrocinar actividades

sociales concretas”;53 con lo cual se determina que sólo se constituye en

viable la intervención punitiva del estado para aquellas conductas que

tengan trascendencia social y que afecten las esferas de libertad ajenas.

Para MEZGER, quien afirmó que “…hay numerosos delitos en los que

no es posible demostrar la lesión de un derecho subjetivo y en los que,

sin embargo, se lesiona o pone en peligro un bien jurídico”; pero dicha

concepción fue ampliada formalmente por el profesor ROCCO, quien

expresamente afirmó que “el bien jurídico, …se puede definir como todo

valor de la vida humana protegido por el derecho”, con lo cual la idea del

bien jurídico pasa a ser asumida como una idea de valor, la cual

53
VELÁSQUEZ VELÁSQUEZ, Fernando. Manual…, Ob. Cit, p. 48. WELZEL, Hans. Derecho Penal
Alemán: Parte General. Santiago de Chile – Chile, Edit. Jurídica de Chile, Trad. por Bustos –
Yáñez, 1976, p. 399.

39
necesariamente viene a ser la base de todo el sistema jurídico, porque

si se tiene en cuenta que la aspiración del Derecho Penal es vigorizar y

garantizar los valores de la acción, se puede dar como válida la

afirmación expuesta por los profesores HASSEMER y MUÑOZ CONDE,

quienes en el año 1989 expusieron que “la intervención del Derecho

penal es cernir determinados valores éticos-sociales del fuero interno y

tratarlos dentro de los marcos compatibles que son justamente los

principios de legalidad y protección de los bienes jurídicos”; 54 con lo cual

se convierte en permisible y justificada la labor de las prohibiciones y

mandatos que establece el Derecho Penal. Desde el punto de vista

material, los profesores COBO DEL ROSAL y VIVES ANTÓN, expresan

que el bien jurídico adquiere una gran importancia, por cuanto se

constituye en “… el corazón del delito, sienta las bases de una noción

material, factor decisivo en la interpretación, elaboración de la teoría

jurídica del delito y, sobre todo, de los distintos tipos en singular”; 55 con

lo cual se determina la permisibilidad de la vigencia del principio de

ofensividad o Lesividad, el cual se expresa en el axioma “nullum crimen

sine inuria”, siendo por ello coherente la afirmación que expresa que “…

el delito, pues, conlleva, la exteriorización y materialidad de un hecho, y

al mismo tiempo, que con tal hecho se daña un bien jurídico

54
ROCCO, p. 261. Citado por PEÑA CABRERA, Raúl. Tratado de Derecho Penal I: Estudio
Programático de la Parte General. Lima – Perú, Ed. GRIJLEY, 2da. e., Junio, 1995, p. 74.
HASSEMER, Winfried/MUÑOZ CONDE, Francisco. Introducción a la Criminología y al Derecho
Penal. Valencia – España, Ed. Tirant lo Blanch, 1989, p. 102.
55
COBO DEL ROSAL, Manuel/VIVES ANTÓN, Tomás. Derecho Penal: Parte General. Valencia –
España, Ed. Tirant lo Blanch, 1991, p. 247.

40
protegido…”.56 La función del Derecho Penal es “…tutelar los bienes o

valores que por su importancia el legislador a erigido en intereses

merecedores de especial protección, sean de carácter individual o

colectivo“.57 Así pues, al concepto de bien jurídico se le asignan tres

tareas importantes: a) la función sistematizadora; pues, el Código Pernal

consagra los diversos hechos punibles describiéndolos y clasificándolos

en atención a un determinado bien jurídico, el cual cumple un innegable

cometido de sistematización del derecho penal vigente y se constituye

en concepto medular de la ciencia penal; b) la función de orientación

para la interpretación de la ley penal, pues cuando se logra precisar cual

es el bien jurídico protegido al regular una determinada figura delictiva,

la interpretación lógica con base en el elemento teleológico, permite

excluir del tipo penal las conductas que no lesionan o amenazan

efectivamente el bien jurídico tutelado por la ley, o que siendo típicas, se

excluye la antijuricidad de ellas por ser sólo contrarias al ordenamiento

en apariencia; y, c) la función de delimitación para el legislador y el juez,

por la cual, para el primero, demarca la órbita de su intervención,

permitiéndole actuar sólo cuando sea imprescindible para la protección

de los bienes vitales y para la convivencia de la sociedad; y para el

segundo, puesto que debe tener el bien jurídico como criterio para medir

la pena dentro de los marcos señalados por la ley; por lo cual, el grado

del injusto es una de las pautas de tasación de la sanción. Concluímos,

56
COBO DEL ROSAL, Manuel/VIVES ANTÓN, Tomás. Derecho Penal: Parte General…, p. 247.
57
Loc. Cit, p. 48.

41
que el derecho penal, solo puede intervenir en determinados actos, los

que atenten contra nuestros derechos fundamentales, pero que su

intervención además de ser acompañada por una buena política

criminal, debe ser adecuada para no lesionar a los otros bienes jurídicos

del Estado, siempre buscando lo mejor para la sociedad.

3.2.1.6. PRINCIPIO DE LEGALIDAD

Nullum crimen, nulla poena sine lege, este aforismo es procedente de

su formulación latina, pero es a partir de FEUERBACH 58 quien precisa,

una de las conquistas centrales de la Revolución Francesa (art. 8 de la

Declaración de Derechos del Hombre de 26 de agosto de 1789 y de la

Constitución de 3 de septiembre de 1791) 59. Los antecedentes

anteriores a la Ilustración que pueden mencionarse principalmente la

Magna Charta Libertatum inglesa de Juan sin Tierra, de 1215 y la

Constitutio Criminalis Carolingia germánica, de 1532 no poseen el

sentido moderno del principio de legalidad. Así, la Magna Charta inglesa

no excluía la costumbre y, al parecer, tenía significado de garantía

procesal y la Carolingia no prohibía la analogía contra reo. Pero, sobre

todo, el actual significado político inspirador del principio de legalidad

diverge del que poseían los antecedentes anteriores a la Ilustración 60.

Sólo a partir de la ideología liberal impulsada por ésta y consagrada

58
“El juez solo puede imponer las penas legalmente reconocidas, no teniendo potestad la potestad
de buscar nuevos males penales e incluso, en las penas arbitrarias” FEUERBACH en LOPEZ
BARJA DE QUIROGA, Jacobo “Derecho Penal Parte General” Tomo III Las Consecuencias
Jurídicas del Delito 1°Edición Editorial Gaceta Jurídica Lima-Perú 2004 p.100
59
MIR PUIG, Santiago ““Introducción a las Bases del Derecho Penal” 2° e Editorial. B de F
Montevideo-Buenos Aires. p.125
60
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal… Ob. Cit. p.114

42
políticamente sobre todo a partir de la Revolución Francesa se concibe

como limitación del poder punitivo del Estado dotada del sentido de

garantía para la libertad del ciudadano 61. En su sentido actual, el

principio de legalidad o de intervención legalizada 62 se derivó en un

principio de la teoría ilustrada del contrato social y presuponía una

organización política basada en la división de poderes, en la que la ley

fuese competencia exclusiva de los representantes del pueblo. El

ciudadano sólo admite el paso del estado de naturaleza al estado civil

en virtud de un pacto contrato social en el que asegura su participación

y control de la vida política de la comunidad 63. Tal participación tiene

lugar por medio del Poder Legislativo, que representa al menos

teóricamente al pueblo. Sólo de él puede emanar la ley, que constituye,

pues, la expresión de la voluntad popular. Exigir que las penas se hallen

previstas por la ley persigue, como se ve, que cuenten con el consenso

de los ciudadanos, únicos legitimados para establecer las privaciones de

derechos fundamentales que implican. El significado o fundamento

axiológico lo encontramos en la seguridad jurídica y prohibición de la

arbitrariedad64. Entre las manifestaciones más importantes del principio

de legalidad que sintetizan sus valores fundamentales tenemos en

primer lugar, el presupuesto de la realización de la justicia penal, en

61
En este sentido URQUIZO OLAECHEA, José “El Principio de Legalidad” 1°Edición Editorial
Gráfica Horizonte Lima - Perú 2000 p.9
62
MUÑOZ CONDE, Francisco “Introducción al Derecho Penal” 1° Edición Editorial Bosch
Barcelona- España 1975 p.79
63
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Derecho Penal. Introducción” 1°Edición Servicio de
Publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid España 2000.p.321 y ss.
64
CASTILLO ALVA, José Luis “Principios de Derecho Penal Parte General” 1°Edición Editorial
Gaceta Jurídica Lima- Perú p.38

43
segundo lugar constituirse como el elemento de certeza y seguridad

jurídica, en tercer lugar el sentido de expresar legítima voluntad popular

y por último circunscribirse en dos valores básicos fundamentales que lo

vienen a ser la libertad e igualdad.65 El fundamento último del principio

de legalidad lo encontramos en el principio de culpabilidad en la

configuración de un ordenamiento democrático y por último en la

concreción de los postulados de un Estado de Derecho.

3.2.1.6.1. EXPRESIONES DEL PRINCIPIO

Las limitaciones de este principio vienen a ser:

a) LEX PREVIA. Con la exigencia de una lex praevia se expresa

la prohibición de retroactividad de las leyes que castigan

nuevos delitos o agravan la punición: es preciso que el sujeto

pueda saber en el momento en que actúa si va incurrir en

algún delito o en alguna pena. Este aspecto del principio de

legalidad afecta a su sentido de protección de la seguridad

jurídica. No está prohibida, en cambio, la retroactividad de las

leyes penales más favorables, que vienen a suprimir algún

delito o atenuar su pena66.

b) LEX SCRIPTA.- También llamada reserva de la ley, significa

la exclusión como fuentes del Derecho Penal a cualquier

norma que no sea norma escrita, por ello, mientras que para el

resto del ordenamiento jurídico (Derecho Civil, Mercantil,

65
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.323-324
66
MIR PUIG, Santiago Ob. Cit. p.116.

44
Administrativo) rige en materia de fuentes, la ley, la costumbre

y los principios generales del Derecho; en cambio en el

Derecho Penal, sólo es fuente de Derecho la Ley. No es

posible que la consideración de una conducta como delito o la

imposición de una pena se haga en aplicación de la costumbre

o los principios generales del Derecho; nisiquiera cuando los

principios generales del Derecho tienen rango Constitucional,

pueden utilizarse como fuente para la incriminación de una

conducta que no esté contemplada en la ley como delito 67.

c) LEX STRICTA.- La lex stricta, impone un cierto grado de

precisión de la ley penal y excluye la analogía en cuanto

perjudique al reo (analogía in malam partem). El postulado de

precisión de la ley da lugar al llamado “mandato de

determinación”, que exige que la ley determine de forma

suficientemente diferenciada las distintas conductas punibles y

las que pueden acarrear, el “mandato de determinación”, se

concreta en la teoría del delito a través de la exigencia de la

tipicidad del hecho, y en la teoría de la determinación de la

pena obliga a un cierto legalismo que limite el por otra parte

arbitrio judicial68.

d) LEX CERTA.- El postulado de “Lex Certa” en Derecho Penal

se orienta al legislador a fin de que cuando emita normas en

67
ZUGALDÍA ESPINAR, José Miguel, PEREZ ALONSO, Esteban y otros “Derecho Penal Parte
General” Valencia, Tirant Lo Blanch, 2002, p.243-244
68
MIR PUIG, Santiago Ob. Cit.

45
materia penal, cumpla con una descripción definida e

indubitable capaz de ser entendible por cualquier ciudadano.

El principio “lex certa” de la ley penal se halla vinculado a los

criterios preventivo- generales de la pena. Una norma

indeterminada al carecer de objeto de regulación específico,

difícilmente puede motivar a los ciudadanos a evitar un

comportamiento. El mensaje normativo debe al ser genérico

es probable que no sea comprendido con suficiente claridad. A

una mayor imprecisión de la ley penal le corresponde una

mayor exigencia al ciudadano de adecuar su comportamiento

conforme al derecho69.

3.2.1.6.2. CONSECUENCIAS SU INOBSERVANCIA

a) Prohibición de la Analogía in malam partem: Esta

consecuencia señala que el juez no puede castigar como delito

una conducta no incriminada por la ley amparándose en la

semejanza existente entre dicha conducta y otra u otros así

tipificados en aquélla, se convertiría en legislador invadiendo sus

competencias70, pues de hacerlo el juez daría pase al quebranto

del principio de división de poderes, pues se daría paso a la

arbitrariedad y a la inseguridad jurídica 71. Por lo tanto, en caso de

69
URQUIZO OLAECHEA, José Ob. Cit. p.64
70
MUÑOZ CONDE, Francisco Ob. Cit. “Sería dejar la puerta abierta al legislador y a que éste se
irrogara los poderes que sólo le corresponden al legislador” p.91
71
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.341

46
aplicación del Derecho en perjuicio del sujeto el poder del juez

penal termina en los límites de la interpretación 72.

b) Prohibición de la retroactividad perjudicial al reo: La

prohibición de la retroactividad, se creó para proteger al individuo

frente al poder punitivo estatal. Pero cuando de lo que se trata es

de eximir o de atenuar las consecuencias de la intervención del

poder punitivo, la prohibición de retroactividad carece de objeto 73.

c) Prohibición de leyes indeterminadas: Esta consecuencia

ostenta una implicancia legislativa cuando se expresa en el

mandato de determinación o taxatividad, el mismo que pesa

sobre el legislador quien como representante de la voluntad

popular y único legitimado para establecer en su nombre delitos y

penas, le corresponde la función de definir la conducta prohibida

según la doctrina de la división de poderes 74. Asimismo este

principio ha sido asimilado en 3 básicas fundamentaciones, una

democrática (leyes claras que legitimas como garantía de libertad

de los ciudadanos), una segunda como seguridad jurídica

(normas claras que reducen al mínimo la discrecionalidad del

juez), una tercera de carácter preventivo (mejor motivación del

ciudadano dirigiendo su actuar conforme a derecho.) 75

72
ROXIN, Claus “Derecho Penal Parte General Tomo I Fundamentos. La Estructura de la Teoría
del Delito” Traducción de Diego Manuel Luzon Peña, Miguel Díaz y García Conlledo y Javier de
Vicente Remesal, 2° Edición, Madrid, Editorial Civitas, 1997 p.140
73
MUÑOZ CONDE, Francisco Ob. Cit.p.94
74
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.345
75
CASTILLO ALVA, José Luis Ob. Cit.p.76-77

47
d) Prohibición del Derecho Consuetudinario para fundamentar

la pena:

Esta prohibición nos expresa que una costumbre no puede crear

ni agravar delitos o penas. No se acepta por tanto, la costumbre

que incrimina ni la costumbre punitiva, de otro modo se

resquebrajaría el imperio de la ley. Esta prohibición alcanza a su

vez al razonamiento del rol de fuente que podría acaso tener la

costumbre; si bien es cierto quien muestra esta idea se

encuentra a favor de su disposición como fuente de

determinación de otros tipos penales, en virtud de su uso en

otras ramas del Derecho76

3.2.1.7. PRINCIPIO DE CULPABILIDAD

Los fundamentos que contiene este principio los encontramos a decir de

un sector de la doctrina en el derecho al libre desarrollo de la

personalidad y la dignidad de la persona 77.Este límite del Ius Puniendi

no sólo opera en orden a la determinación de los presupuestos de la

pena, sino también en el que atañe a la individualización judicial que

ésta hace…la pena entonces no debe exceder del límite de lo que

resulte adecuada a la gravedad de la culpabilidad del autor. 78 79


Este

76
CREUS, Carlos, “Derecho Penal Parte General”, 3°Edición, Buenos Aires, Editorial Astrea, 1994
p.57
77
BACIGALUPO ZAPATER, Enrique Ob. Cit.p.159
78
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.394-395
79
MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes Ob. Cit. “El concepto de culpabilidad
tiene triple significación: la procedencia de imponer una pena al autor de un hecho típico y
antijurídico; como elemento de la determinación o medición de la pena y como proscripción por el
resultado, o responsabilidad objetiva”.p.102-103

48
principio es considerado por algunos como el más importante de los que

se derivan en forma directa del estado de derecho, en virtud de que su

violación importa el desconocimiento de la esencia del concepto de

persona80. En sentido estricto se refiere sólo a la concurrencia de

determinadas condiciones psíquicas personales o situaciones que le

imposibilitan el acceso normal a la prohibición y por ende condicionan la

posibilidad de atribuir el hecho antijurídico a su autor 81. La culpabilidad

es sinónimo de normal motivabilidad del autor 82. Se alega en referencia

a lo anterior con la denominación de igualdad real que la prohibición ha

de alcanzar a la prohibición de castigar a un sujeto que no posee el nivel

de motivabilidad normal previsto por la ley.83 Existe a decir de un sector

de la doctrina dos fundamentos en el principio de culpabilidad el

filosófico en el sentido de la referencia adecuada al sujeto es, en el

fondo, lo que confiere consistencia al juicio de culpabilidad,

ramificándose a su vez los fundamentos dogmático, antropológico y

ético en virtud de la integración de elementos ético sociales en el núcleo

de la culpabilidad84; el fundamento político se basa en que en el derecho

penal se vincula “el principio del hecho culpable”, a cuyo tenor “el

ciudadano sólo responde criminalmente de lo que hace en términos

susceptibles de legitimar el juicio de reproche a título de dolo o

imprudencia85.
80
ZAFFARONI/ALAGIA/SLOKAR Ob. Cit.p.139
81
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.391 y p.394
82
Ibíd.p.392
83
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal…” Ob. Cit. p.134
84
MARTOS NÚÑEZ, Juan Antonio ob.cit.p.149
85
Ibíd.p.149

49
Los principios que se derivan del principio de culpabilidad son:

3.2.1.7.1. PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD POR EL

HECHO,.

Exige el presupuesto mínimo exigible a la intervención penal

del Estado ya que ésta no se legitima sin lesividad o

dañosidad social que, al menos el hecho cometido

representa.86Tiene dos consecuencias, en primer lugar nadie

puede ser castigado por sus pensamientos y en segundo lugar

no se puede castigar por la forma, carácter o modo de ser 87

del sujeto, la personalidad no ha de servir de fundamento de

responsabilidad o la agravación de la misma 88. Se niega por lo

tanto el derecho penal de autor 89. Este principio también

denominado principio de responsabilidad por la conducta o

responsabilidad por los actos, implica que el sujeto agente va

a ser responsable sólo por los actos ilícitos punibles que son

de su obra, mas no va a ser responsable por sus ideas,

pensamientos, personalidad, religión, raza o nación. Este

principio además implica que el Derecho Penal va intervenir

para responsabilizar al sujeto agente cuando éste ha cometido

hechos que lesionan o ponen en peligro la lesión de bienes

jurídicos.

3.2.1.8. PRINCIPIO DE PROPORCIONALIDAD


86
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.360
87
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal…” Ob. Cit. p.134
88
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.359
89
MIR PUIG, Santiago Ob. Cit. p.134

50
También denominado principio de proporcionalidad mínima 90.

Hace referencia a la gravedad del injusto y de la pena 91.92 Implica

un juicio lógico o ponderación que compara valorativamente la

gravedad del hecho antijurídico y la gravedad de la pena, la

entidad del injusto y la del castigo mismo 93. Se quiere decir que a

cada uno debe dársele según sus merecimientos y que los

desiguales deben ser tratados desigualmente94.Podemos destacar

entonces dos exigencias fundamentales la necesidad de que la

pena sea proporcional y la exigencia de la medida de

proporcionalidad.95 Por este principio se rechaza a su vez “el

establecimiento de conminaciones legales (proporcionalidad in

abstracto), y la imposición de penas que carezcan de relación

valorativa con el hecho cometido contemplado éste en su

significado global96 o trascendencia social del ataque hacia el bien

jurídico97”, finalmente se considera que el derecho penal debe

escoger entre irracionalidades, para impedir el paso de las de

mayor calibre, no puede admitir que a esa naturaleza o racional

del ejercicio del poder punitivo se agregue una nota de máxima

90
ZAFFARONI/ALAGIA/SLOKAR Ob. Cit.p.130
91
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.399
92
MUÑOZ CONDE, Francisco y GARCÍA ARÁN, Mercedes Ob. Cit. “El principio de
proporcionalidad es una idea de Justicia inmanente a todo Derecho”p.93
93
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.400
94
MUÑOZ CONDE, Francisco Ob. Cit.p.78
95
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal…” Ob. Cit. p.137
96
GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, Antonio Ob. Cit.p.398
97
MIR PUIG, Santiago “Derecho Penal…” Ob. Cit. p.137

51
irracionalidad, por la que se afecten bienes a una persona en

desproporción groera con el mal provocado 98.

TÍTULO III

4. POLÍTICA CRIMINAL DE LOS DELITOS DE PELIGRO

4.1 POLÍTICA CRIMINAL

4.1.1 DEFINICIÓN.- Según CARDOZO99, la Política criminal ha sido

esencialmente caracterizada en función de su tarea crítica

respecto del derecho vigente, de la que devendría una

consecuente propuesta de modificación de las normas que

fuesen objeto de dicha labor. De la asignación de esta tradicional

función buen ejemplo encontramos ya en VON LISZT quien,

desde la perspectiva dual en la que se sustentaba, se refería a

ella en los siguientes términos: “La Política criminal nos da el

criterio para la apreciación del Derecho vigente y nos revela cuál

es el que debe regir”100.

Definir la política criminal, es complicado, a consideración del

profesor JIMÉNEZ DE ASÚA, identificaba la Política criminal


98
ZAFFARONI/ALAGIA/SOLOKAR Ob. Cit.p.130
99
CARDOZO POZO, Rodrigo Christian “Bases de Política Criminal y Protección Penal de la
Seguridad Vial” Tesis para Optar el grado académico de Doctor por la Universidad de Salamanca.
Departamento de Derecho Público General. Área de Derecho Penal. Salamanca, 2009.
100
Vid. VON LISZT Franz, “Tratado de Derecho Penal”, T. I, ob.cit., pág. 3.

52
como una parte, un elemento más del Derecho penal, como un

“…corolario de la dogmática: crítica y reforma”. De semejante

signo se manifestaron también ANTÓN ONECA, SALDAÑA y

LANGLE. Señalaba el primero que la ciencia del Derecho Penal

es a su vez Política criminal, en el sentido de ser crítica de las

instituciones vigentes y de la preparación de su propia reforma,

de acuerdo a lo que él denominó “ideales jurídicos”, mismos que

se irían configurando conforme a las transformaciones sociales

(histórico-culturales). Ya antes, también en España, opinaba

SALDAÑA que la Política criminal presenta dos funciones

principales. La primera referida a una tarea crítica de la

legislación penal vigente, a la luz de los fines del Derecho y de la

pena, y la observación de sus resultados; y la segunda

encaminada a efectuar proposiciones para la reforma del

Derecho penal actual101. En esta misma línea, LANGLE otorgaba

a la Política criminal la función de indicar los fines para el sistema

penal y crear una legislación que respondiera a los mismos. De

ahí que reconociera en ésta sus dos funciones: “Es crítica y

legislativa, somete a examen el Derecho vigente y prepara el del

porvenir”. Sintético sobre la perspectiva que se viene

comentando, citaremos por último a KAISER, quien en este

sentido explica que ante la imposibilidad de resultar

completamente satisfactorio un régimen de protección social,

101
Ídem, Vid. LANGLE Emilio, “La teoría de la Política Criminal”, Madrid, Reus, 1927, pág. 174.

53
cualquier sistema, si se tiene como parámetro la criminalidad y

sus efectos secundarios, la política criminal (criminalista, dice

este autor) encontraría su “punto de gravedad en la renovación

del derecho penal, la reforma de la justicia y sistema de penas” 102.

Por ello, según el mismo autor, la Política criminal se basa en “la

expectativa de realizar la óptima solución de la política

criminalista”103, búsqueda que vendría a explicar que muchas

veces se conceptúen como equivalentes Política criminal y

reforma del Derecho penal 104. En este punto inicial debe ya

destacarse que, básicamente, la evolución de la Política criminal

no se ha distinguido por la supresión de las funciones que se han

venido señalando, si no que se caracteriza, más bien, por la

incorporación, la adición, el asentamiento, de nuevas tareas a las

ya existente sin perjuicio, claro está, de las diversas tendencias

que ha ido adoptando de acuerdo a las circunstancias socio-

culturales de cada época105. Así, se ha llegado a la suma de

aquellas que son características de nociones más actuales. De

esta forma, lo que se ha venido confeccionando es una suerte de

“ampliación inventarial” del concepto, en base a la progresiva

102
Ibídem, Vid. KAISER Günther, “Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos”,
trad. José Belloch, Madrid, Espasa-Calpe, 1983, pág. 60 (cursiva en el original).
103
En CARDOZO POZO, En el mismo sentido, señala SCHÜLER-SPRINGORUM: “Sin embargo, la
política criminal es tenida con frecuencia, y no por excepción, como de sentido equivalente a la
reforma penal”. Vid. SCHÜLER-SPRINGORUM Horst, “Cuestiones Básicas y estrategias de la
Política Criminal”, ob.cit., pág. 9.
104
En CARDOZO POZO, Vid. KAISER Günther, “Criminología. Una introducción a sus fundamentos
científicos”, ob.cit., pág. 60.
105
Ibídem., Sobre las distintas corrientes que han ido marcando este desarrollo, por todos, vid.
HERRERO HERRERO César,“Política Criminal integradora”, ob.cit., esp., págs. 81-90.

54
yuxtaposición de funciones añadidas, más que una sucesiva

sustitución de los elementos conformantes del mismo, que

permita ir delineando una silueta contenedora. Es de esta manera

que, como señala SERRANO GÓMEZ: “se extiende la política

criminal a la prevención general y especial, a la interpretación de

la ley por los tribunales, al proceso penal, ejecución de la pena,

sistemas penitenciarios y, en consecuencia, resocialización del

delincuente”106. Es justamente en esa forma de evolución de la

Política criminal donde puede encontrarse una de las causas a

los aprietos conceptuales a que se ha hecho referencia al

comenzar estas líneas. Esa falta de criterio uniforme sobre su

contenido, objeto y función. Y es que a partir de la forma en que

se entendió la Política criminal (crítica del derecho vigente y

propuesta de lege ferenda) las interpretaciones y agregaciones,

han sido tantas y tan variopintas que se ha llegado a esta

actualidad en la que predomina abiertamente el desconcierto. Ha

perdido, parafraseado a ZAFFARONI, todo contenido

semántico107. Teniendo en cuenta la situación precedentemente

señalada, es que se han ido levantado algunas “plataformas de

observación” que permitan apreciar de mejor manera las distintas

tendencias contenidas en lo que se conoce como Política


106
Íbid. Vid. SERRANO GÓMEZ Alfonso, “Dogmática jurídica-política criminal-criminología como
alternativa de futuro”, ob.cit., pág. 617. En parecido sentido, vid. ZAFFARONI Eugenio, ALIAGA
Alejandro, SLOKAR Alejandro, “Tratado de Derecho Penal”, PG., Buenos Aires, Editorial EDIAR,
2002, esp., págs. 155-157
107
Ibídem. En este sentido, vid. SERRANO GÓMEZ Alfonso, “Dogmática jurídica-política criminal-
criminología como alternativa de futuro”, ob.cit., pág. 616.

55
criminal. De esta manera la doctrina ha ido estableciendo ciertas

distinciones, a modo de “marcas”, para hacer posible un análisis

más fructífero. Así, por ejemplo, se ha dicho que debe

distinguirse entre una perspectiva “extensiva” y otra “estricta” de

la Política criminal. La primera se caracterizaría por la inclusión

dentro de ella de un objetivo preventivo, mismo que no se

encuentra en la segunda, pues estaría referida meramente a la

represión con eficacia de actividades ilícitas por parte del Estado.

En parecido sentido RODRÍGUEZ DEVESA108 establece ciertos

distingos al interior del concepto de Política criminal. Así, se

refiere a una encargada de lo que denomina “problemas utilitarios

que presenta la realidad en la lucha contra el delito” y otra

abocada a buscar las soluciones legislativas34 más adecuadas a

situaciones concretas (ejemplificando con un auge de los delitos

contra la vida o la propiedad). Para este autor la primera se

encontraría dentro de la Criminología y la segunda, a su juicio

“inseparablemente”, en el ámbito del Derecho penal. MUÑOZ

CONDE destaca también la función reformista de la Política

criminal, a la que el autor llega a través de la labor crítica de la

Dogmática Penal, en un claro acuerdo con lo que JIMÉNEZ DE

AZÚA había propuesto ya muchos años antes. En Latinoamérica,

por último, se puede destacar la perspectiva que sobre esta arista


108
Ídem, SÁNCHEZ LÁZARO Fernando, “Política criminal y técnica legislativa: prolegómenos a una
dogmática de lege ferenda”, Granada, Editorial Comares, 2007; SANZ MORÁN Ángel, “Algunas
consideraciones en torno a la política criminal”, en AA.VV., " Universitas Vitae", Homenaje a
Ruperto Núñez Barbero, Fernando Pérez Álvarez (Ed.), Salamanca, EUS, 2007, págs. 729-740.

56
tiene FERNÁNDEZ CARRASQUILLA, quien distingue dentro del

concepto de Política criminal, una perspectiva del “Ser” y otra del

“Deber ser”. La primera asimilada a los medios que oficialmente

utilizará el Estado para prevenir la delincuencia, y la segunda se

referiría a la descripción de estos medios, pero también, a la

fijación de esa práctica estatal a los principios y valores del

sistema específico de que se trate 109. Desde un enfoque diferente

de aquellas líneas generales que se han venido indicando,

encontramos la posición del profesor BARATTA. Éste, desde una

perspectiva más categórica, extiende el concepto de Política

criminal y, consecuentemente con ello, también su objetivo y

función. Así, sustentado desde una plataforma marxista, propone

que la Política criminal debe erigirse como un instrumento al

servicio de la transformación social. Esta herramienta debería

también incorporar como labor, auxiliar al movimiento obrero en

su lucha contra la injusticia estructural del capitalismo, y con ello

poder alcanzar las “grandes reformas sociales e institucionales

para el desarrollo de la igualdad, de la democracia, de las formas

de vida comunitarias y civiles alternativas y más humanas, y del

contrapoder proletario, en vista de la transformación radical y de

la superación de las relaciones sociales de producción

capitalista”. De lo que se ha venido esbozando, ya puede

109
Ibídem., Vid. FERNÁNDEZ CARRASQUILLA Juan, “Derecho Penal Liberal de hoy. Introducción
a la dogmática axiológica jurídico penal”, Bogotá, Ed. Jurídicas Gustavo Bañiz, 2002, págs. 225-
226.

57
comprobarse aquello en que la doctrina es unánime: no existe

hasta ahora claridad conceptual respecto de la disciplina en

comento. Se ha de señalar además, y por último, que de los

intentos “conceptualizadores” ya referidos, puede arribarse a

otros más bien de carácter incierto (con la carga paradojal que

ello implica si de lo que se habla es de la concreción de un

concepto). Así, pueden encontrarse definiciones que ya no

hablan de ciencia sino más bien de “arte”. A manera de

conclusión, usamos la conceptualización de CANTARERO y

ZÚÑIGA nos describen a la Política criminal como una disciplina

orientada por valores, en la que convergen una serie de objetos y

métodos característicos de la interdisciplinariedad. En ella se

encontrarían teoría y práctica110 y se vería justificada por la

“efectividad”.

En efecto, si el objetivo de toda Política criminal es el control y

por su intermedio mantener en niveles aceptables para la

convivencia social los índices de comisión de delitos, dentro de

los cauces propios del Estado social y democrático de derecho

del que es herramienta, resulta coherente con ello que la Política

criminal vaya más allá de la mera cuestión penal 111. De este

modo, se ha de tener en consideración que la cuestión criminal


110
En CARDOZO POZO, Vid. CANTARERO Rocío y ZÚÑIGA Laura, “¿Tiene futuro la ciencia total
del derecho penal en España?”, en AA.VV., Estudios penales en homenaje a Enrique Gimbernat, t
I, Carlos García Valdés, Antonio Cuerda Riezu, Margarita Martínez Escamilla, Rafael Alcacer
Guirao, Margarita Valle Mariscal De Gante (coords.), Madrid, Edisofer, 2008, pág. 144.
111
Íbidem, En este sentido, vid. HERRERO HERRERO César, “Política Criminal integradora”,
ob.cit., esp., págs. 89-92.

58
se enmarca en un sistema social, lo que requiere por su

naturaleza105 ir más allá de lo relativo a la mera criminalización.

No es discutible, por tanto, que el Estado tenga que elevar su

mirada más allá del sistema de control penal para comprender la

problemática delictual y sus causas, poniendo más atención en

los conflictos sociales derivados de la insatisfacción de

necesidades humanas básicas aún no resueltas. Dejando, por

tanto, de anteponer la justicia penal a la justicia social. No se ha

de perder de vista que la definición de los conflictos sociales

como delitos, antes que la solución, es la declaración del fracaso,

o en el mejor de los casos, de la insuficiencia de las políticas

sociales. Evidentemente no se está afirmando que el Estado

deba desechar el castigo frente al ciudadano que ignore las

normas básicas de convivencia, pero ello no significa avalar

estrategias que propugnen por potenciar el gasto policial en

desmedro de la inversión social112. En definitiva, lo que se quiere

dejar en limpio es que el carácter subsidiario del Derecho penal

en relación con las otras ramas del ordenamiento jurídico es

directamente vinculable a la subsidiariedad de las políticas

punitivas respecto de las políticas sociales. Y es que sólo desde

esta doble configuración de la subsidiariedad, cobra algún sentido

Íbidem. Vid. GARCÍA-PABLOS DE MOLINA Antonio, “Tendencias del Actual Derecho Penal”, en
112

AA.VV., Modernas Tendencias en la Ciencia del Derecho Penal y en la Criminología, Madrid,


UNED, 2001, pág. 43.

59
político criminal hablar en este ámbito del Derecho penal como

“última ratio”.

En definitiva, pues, si de lo que trata la Política criminal, como

señala ROXIN, es: “…de cómo debe tratarse a las personas que

atentan contra las reglas básicas de convivencia social y con ello

lesionan o ponen en peligro al individuo o a la comunidad

constituye el objeto principal de la Política criminal…” 113 Teniendo

en consideración lo hasta aquí señalado, puede entenderse que

la Política criminal está referida más bien a la estrategia que ha

de desarrollar el Estado para mantener en límites razonables los

delitos cometidos, esto es, que permitan la vida en sociedad.

Pero, como esa actividad del Estado, en uno social y democrático

de derecho, no puede ni debe ser pura represión autómata, es

que requiere de la racionalidad necesaria para enfrentarse al

fenómeno delictivo114 , racionalidad que viene dada,

precisamente, por la Política criminal en su acepción

multidisciplinaria de aproximación científica desde saberes

diversos pero interconectados.

4.1.2 POLÍTICA CRIMINAL y DERECHO PENAL DEL RIESGO

113
En CARDOZO POZO, Vid. ROXIN Claus, “Acerca del Desarrollo reciente de la Política
Criminal”, ob.cit., pág. 795. Vid. también, del mismo, “Política Criminal y Estructura del Delito”, trad.
Juan Bustos y Hernán Hormazábal, Barcelona, PPU, 1992, pág. 9.
114
Ídem. , Vid. ZÚÑIGA RODRÍGUEZ Laura, “Política Criminal”, ob.cit., pág. 131.

60
Para CARDOZO POZO, esta sociedad postindustrial en que la

aceleración exponencial de las relaciones intersubjetivas se hace

cada vez más marcada, la marcha para no volver, del Estado de

bienestar y los avances en tecnología que han superado el

ámbito y la capacidad de sorpresa de las personas para ocupar

los campos del agobio, caracterizan de manera somera, pero

cierta, a la sociedad en la que nos desenvolvemos 115. Esa

sociedad del riesgo, cuya denominación a partir de la obra de

BECK alcanzó el carácter de “paradigma” y, por lo mismo, una

nueva plataforma para ver y comprender la sociedad. Dice

MENDOZA BUERGO que de los aspectos más definitorios de

esta sociedad del riesgo pueden destacarse básicamente tres:

primero, el cambio en la naturaleza de los potenciales peligros

(riesgos naturales/riesgos artificiales); segundo, el alto grado de

complejidad organizativa de las relaciones de responsabilidad

(irresponsabilidad organizada); y tercero, la sensación de

inseguridad subjetiva (aún en ausencia de realidad peligrosa).

Siendo precisamente este último, el punto, la arista que conecta

con nuestro actual interés y al que nos referiremos en las líneas

que siguen. La realidad del riesgo “objetivo” Comencemos

señalando que las denominadas sociedades post industrializadas

caracterizadas como “sociedades del riesgo” o “sociedad de

115
Íbidem. , Vid. MONTIEL FERNÁNDEZ Juan Pablo, “Peripecias Político-criminales de la
expansión del Derecho Penal”, DPCRI, n º17, 2006, esp., págs. 119-126.

61
riesgos” hacen gran hincapié en éste, el riesgo, casi como un

fenómeno integral explicativo de la sociedad actual. Señala sobre

el punto PAREDES CANTAÑÓN116 que las actuales “sociedades

capitalistas desarrolladas”, se vienen conformando cada día con

mayor claridad “como auténticas sociedades del riesgo”. En ellas:

“…las implicancias negativas del desarrollo tecnológico y del

sistema de producción y consumo cobran entidad propia y

amenazan de forma masiva a los ciudadanos”. En palabras de

SILVA SÁNCHEZ, “…la vivencia subjetiva de los riesgos es

claramente superior a la propia existencia objetiva de los mismos.

Expresado de otro modo, existe una elevadísima sensibilidad al

riesgo”117.

Como primer, y lógico, paso puede darse una aproximación

conceptual que tenga en cuenta a la RAE. Así, el diccionario de la

Real academia española de la lengua define al riesgo como

contingencia o proximidad de un daño, a la seguridad como

cualidad de seguro, seguro que, a su vez, es definido como

aquello, libre y exento de todo peligro, daño o riesgo 118 .

Ciertamente es éste un criterio fácilmente tachable de formalista,

116
En CARDOZO POZO, Vid. PAREDES CASTAÑÓN José, “Responsabilidad Penal y Nuevos
riesgos: El caso de los delitos contra el medio ambiente”,RAP, nº 10, 1997, pág. 217.
117
Vid. SILVA SÁNCHEZ Jesús, “La Expansión del Derecho Penal. Aspectos de la política criminal
en las sociedades
postindustriales”, ob.cit., pág. 37 (las cursivas son mías). En el mismo sentido, por ejemplo, vid.
BRANDARIZ GARCÍA José, “Política Criminal de la Exclusión”, Granada, Comares, 2007, págs.
53-65.
118
Información Obtenida el 20 de Julio del 2013 en la World Wide web,
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=seguro

62
pero no lo es menos que resulta muy gráfico si se tiene en cuenta

que al término riesgo se le opone la voz seguridad (cual reverso),

que en su definición excluye expresamente todo riesgo, en

inquietante similitud con la expectativa que desde las actuales

sociedades, de riesgo, se tiene de la seguridad como eje político

criminal. Ahora bien, desde un punto de vista dogmático penal, y

si se quiere menos anecdótico, la expresión “Derecho penal del

riesgo” se encuentra asociado, como se lee de su propia

denominación, a las características esenciales de la sociedad que

le otorga su nombre. Así, por ejemplo, NAVARRO CARDOSO lo

conceptúa de la siguiente manera: “El derecho penal del riesgo

se caracteriza por pretender desarrollar un Derecho penal

preventivo que afronte los nuevos grandes riesgos de la sociedad

moderna, acudiendo a la tutela anticipada de los bienes jurídicos

universales mediante las técnicas de peligro, fundamentalmente,

a través de los delitos de peligro abstracto”.

De esta manera florece un exacerbado aumento en la utilización

del Derecho penal, pues se le tiene a éste como herramienta

preferida por el Estado para hacer frente a la conflictividad propia

de toda sociedad119 predilección dilatada al calor de la congénita

complejidad de las actuales. El Derecho penal del riesgo presenta


119
En este sentido, por ejemplo, vid. LARRAURI Elena, “Populismo punitivo… y como resistirlo”,
ob.cit., págs. 19-21;
MAQUEDA ABREU María, “Políticas de Seguridad y Estado de Derecho”, ob.cit., pág. 1293, y en,
de la misma, “Crítica a la reforma penal anunciada”, ob.cit., págs. 7-8; ACALE SÁNCHEZ María,
“Del Código Penal de la Democracia al Código Penal de la Seguridad”, ob.cit., págs. 1199-1226.

63
así: “…otra de sus peculiares características: es

instrumentalizado como mecanismo formal de control de las

fuentes de peligro de origen sistémico”. En concordancia con

esto, destaca la doctrina que la idea del Derecho penal del riesgo

que se ha ido construyendo en las sociedades avanzadas, se

encuentra determinado por una Política criminal básicamente

inspirada en una concepción del riesgo como permanente y por

ello sometida a la inacabable búsqueda de mayores niveles de

seguridad en todo ámbito.

Son diversos los orígenes o causas con que se ha intentado

explicar esta perenne situación de inseguridad de las sociedades

actuales, casi todos relacionados con la pérdida de referentes, ya

sea sociales, morales, religiosos, etc… que actuaban como una

suerte de parapeto ante la incertidumbre, y que otorgaban a los

sujetos un grado mayor de certeza y confianza que el que se

estima tienen hoy. Sobre la plataforma que implica este concepto,

se han dado no sólo manifestaciones de Política criminal basadas

en una nueva realidad social, sino además, en esta idea de

seguridad un tanto difusa que intenta conceptualizar como

institución lo que es más bien una tendencia, pueden encontrar

cabida también, ya rancias expresiones de inconfundible aroma

castrense, o si se prefiere, de nítido carácter autoritario. Estas,

poco o nada tienen que ver con “modernización”, ni con

“expansión” a nuevos ámbitos sociales necesitados de


64
intervención penal, antes bien por el contrario, encontramos aquí

un buen alero para, por ejemplo, exigencias de tolerancia cero

tan en boga en estos días. Sobre dicha plataforma no se

perseguiría tan sólo prevenir o reaccionar frente a nuevos riesgos

de origen tecnológico, sino también se anhelaría controlar, e

incluso Es en esta dirección, en que me parece conveniente

destacar la toral diferencia existente entre conceptos como

“expansión” o “modernización” y la idea del “Derecho penal del

riesgo”, ya que en esta última se puede dar cabida a

manifestaciones como las señaladas que en verdad nada tienen

que ver con “evolución” del Derecho penal, dejando patente que,

si bien es cierto generalmente se les tiene por sinonímicas, no lo

es menos que ello es un error, pues dichos términos responden a

discursos político criminales e intereses esencialmente disímiles.

Es por ello que, sería del todo adecuado alcanzar una mayor

precisión terminológica doctrinal para referirse a las nuevas

tendencias que se marcan en nuestra área de conocimiento 120.

4.1.3 POLÍTICA CRIMINAL y EXPANSIÓN DEL DERECHO PENAL

Toma de postura: de la necesidad de distinguir entre expansión

expansiva y expansión intensiva Es por ello que ha de

120
Sobre la utilización tópica del concepto riesgo, vid. PAREDES CASTAÑÓN José, “Riesgo y
Política Criminal: La
selección de Bienes Jurídico-Penalmente Protegibles a través del Concepto de Riesgo Sistémico”,
ob.cit., págs. 91-111.

65
distinguirse de la manera que se ha venido señalando, dejando

de lado aquellas manifestaciones político criminales que nada

tienen que ver con la protección de la sociedad del riesgo

originada por una nueva realidad (cuya legitimación y

conveniencia es otra controversia) asociados evidentemente a

una discusión de modernización en términos de adecuación a

“nuevos riesgos” y la búsqueda de la seguridad pública que nada

tiene que ver con riesgos de nuevo cuño447. Es claro que no se

puede prestar cobertura científica tratando a cuestiones distintas

como iguales, nada tiene que ver en este sentido la “expansión

expansiva” con la “expansión intensiva” 121 del Derecho penal, de

la misma manera que se asocia “riesgo objetivo” con “riesgo

sentido”.

El Derecho Penal puede enfrentar las nuevas problemáticas que

implican las actuales sociedades post industrializadas. Para ello,

analizaré las posturas de “modernización” y “expansión” del

Derecho penal. Respecto de ambas observaremos sus ventajas e

inconvenientes, pues es claro que dichas visiones no son aún de

pacífica aceptación, para luego decantarnos por nuestra opción

de trabajo. Respecto de la calificación de “moderno” del Derecho

Penal, ésta dice relación con lo que se viene considerando como

un cambio de época, “la aparición de este neologismo implica la

121
Vid. DÍEZ RIPOLLÉS José Luís, “De la Sociedad del Riesgo a la Seguridad Ciudadana: Un
Debate desenfocado”, en AA.VV., Derecho Penal y Política Transnacional, Silvina Bacigalupo y
Cancio Melía (coords.), Barcelona, Atelier Libros Jurídicos, 2005, pág. 256.

66
consciencia de una ruptura en la continuidad histórica: lo que fue

ya no es; se viven tiempos nuevos” 122. Considerando lo anterior

ha caracterizado GRACIA MARTIN el “moderno Derecho penal”

en los siguientes términos: “El Derecho penal moderno tiene ante

todo una dimensión clara y manifiestamente cuantitativa que se

traduce en una importante ampliación de la intervención penal y,

por ello, en un relevante incremento de su extensión actual en

comparación con la que se tenía en el momento histórico

precedente”. En efecto, si se entiende, como se entiende aquí,

que en un Estado social y democrático de derecho, la función del

Derecho penal viene a ser legitimada por el fin de la protección

de bienes jurídicos, y su política criminal ha de, necesariamente,

enmarcarse dentro de las coordenadas que éste impone. De esta

forma, la utilización declarada del Derecho penal como

instrumento de persecución de determinados sectores sociales,

sean estos desfavorecidos o poderosos, como es ahora el caso,

puede, aunque no se pretenda, finalmente redundar en un

Derecho penal del enemigo para estos últimos. Respecto del

concepto “expansión”, bien es conocido que ha sido en España

SILVA SÁNCHEZ el promotor de dicho término, logrando una

repercusión dogmática incuestionable en virtud de la

trascendencia que su texto alcanzó, de forma tal que resulta


122
En CARDOZO POZO, Definición de Ignacio Sotelo, citado por GRACIA MARTÍN Luís,
“Prolegómenos para la lucha por la Modernización y Expansión del Derecho Penal y para la crítica
del Discurso de Resistencia”, ob.cit., pág. 44.

67
ineludible a la hora de entrar en el análisis de este tema.

Teniendo en cuenta lo anterior, este autor delimita la expresión

que ahora se estudia, básicamente caracterizándola de la

siguiente manera: “Creación de nuevos bienes jurídico-penales,

ampliación de los espacios de riesgo jurídico-penalmente

relevantes, flexibilización de las reglas de imputación y

relativización de los principios político criminales de garantía no

serían sino aspectos de esta tendencia general, a la que cabe

referirse con el término de expansión123.

“El espacio de la expansión razonable del Derecho penal de la

pena de prisión viene dado por la existencia de conductas que,

por sí solas, lesionan o ponen en peligro real un bien individual;

eventualmente, cabe admitir lo mismo a propósito de bienes

supraindividuales, siempre que sea la conducta del concreto

sujeto la que efectivamente los lesione o ponga en peligro real” 124.

Respecto de los cuales, como ya bien se sabe, se deben

mantener todos los principios y garantías clásicos. Es así como, a

pesar de abogar por la unidad del Derecho penal, esto es en la

respuesta del Estado, en diferencia que marcamos antes

respecto de la tesis sustentada en Alemania por HASSEMER y

su propuesta de Derecho penal de Intervención que sería un


123
Vid. SILVA SÁNCHEZ Jesús, “La Expansión del Derecho Penal. Aspectos de la política criminal
en las sociedades postindustriales”, ob.cit., pág. 20.
124
Vid. SILVA SÁNCHEZ Jesús, “La Expansión del Derecho Penal. Aspectos de la política criminal
en las sociedades
postindustriales”, ob.cit., pág. 162

68
Derecho intermedio y no parte del Derecho penal, SILVA

SÁNCHEZ en su propuesta opta por una reacción estatal dual

ante los delitos, esto caracterizado por los conflictos sociales de

nueva época, sin embargo no se escapa de la crítica del doble

baremo. Señala GÓMEZ MARTÍN, “…es igualmente preferible,

en mi opinión, que en el Derecho penal solo quepa aplicar una

única velocidad, la que permite imprimir la observancia de los

criterios de imputación y las garantías político-criminales y

procesales del Derecho penal liberal clásico, sea cual sea la

naturaleza de la consecuencia jurídica” 125.Para CARDOZO

POZO, la importancia de la modernización del Derecho penal,

que en verdad no se aprecia el por qué deba hacerse de

espaldas al Estado Social y de Derecho al que sirve 126, es más

bien por el contrario, pues dicha modernización, para que sea

equiparable a “evolución” o “desarrollo”, debe llevarse a cabo en

ese cauce, y ser aquél, y no el de siglos pasados, el que se

oponga a manifestaciones que sólo propongan derrame punitivo

en el tejido social.

4.1.4 POLÍTICA CRIMINAL DE LA SEGURIDAD VIAL

Vid. GÓMEZ MARTÍN Víctor, “Libertad, Seguridad y Sociedad del Riesgo”, ob.cit., pág. 81
125

126
Vid. MOCCIA Sergio, “De la Tutela de bienes a la tutela de Funciones: entre ilusiones post
modernas y reflejos liberales”, ob.cit., pág. 142.

69
Si de la trascendencia social que tiene al tráfico rodado no cabe

discusión alguna, tampoco la merece el hecho de afirmar que,

desde el plano político criminal, el legislador desde ya tempranos

tiempos se ha dedicado a la regulación de esta materia, dándole

no poca importancia, y sobre todo, con un interés siempre en

alza127.

Desde esta plataforma de análisis, es que se ha venido

observando, por la sociedad, y actuado, por los poderes públicos,

sobre la cuestión de la siniestralidad vial. La conmoción social

provocada por el impacto mediático ha dibujado el escenario

indicado para que el gobierno muestre su “fortaleza” ante el

peligro inminente que supondría desplazarse por las carreteras

españolas, según con esmero se ha inculcado en el inconsciente

colectivo, de un “colectivo inconsciente”. De esta forma, sin lugar

a dudas, la persecución de la seguridad vial se ha transformado

en un objetivo político general, y criminal en particular, de

carácter perentorio para el Estado. Evidentemente, esta

tendencia político criminal no se refiere sólo al ámbito del tráfico

rodado, sino que se enmarca en esa perspectiva integral, que

hemos desarrollado antes, catalogada generalmente como

expansión o modernización del Derecho penal, que en esta tesis

se ha asociado más al denominado Derecho penal del riesgo, y


127
En este sentido vid. GANZENMÜLLER C, ESCUDERO F, FRIGOLA J, “Delitos contra la
Seguridad del Tráfico. Los delitos cometidos con ocasión de la conducción de vehículos a motor”,
Barcelona, Bosch, 1997, pág. 30

70
que en este ámbito, el de la seguridad vial, se ha presentado en

sus dos modalidades, tanto extensiva como, sobre todo,

intensivamente. ¿Puede calificarse la actual protección penal de

la seguridad vial como un ejemplo de moderno Derecho penal?

Pues depende de cuál sea la concepción que del Derecho penal

moderno se tenga. Un buen ejemplo de lo que se viene

comentando encontramos en ALBRECHT, quien luego de criticar

ácidamente la referida modernización, termina por tachar a la

misma de “contra ilustración”128. Ahora bien, y atendido al hecho

de que aquí se ha seguido una línea diversa, distinguiendo

expresamente entre expansión o modernización y Derecho penal

del riesgo, se requiere de algunas precisiones que vayan en

dirección de salvar eventuales equívocos respecto de la postura

que aquí se sostiene, y por consiguiente, de la coherencia de

esta tesis. Con dicho objetivo, se debe recordar, como ya antes

se ha explicado, que son toralmente divergentes las bases

político criminales sobre las que éstas se sustentan. De manera

que la opción por una u otra plataforma político criminal no resulta

inocua. De esta forma, se entiende aquí, en sucinta síntesis, que:

hay una expansión razonable y una modernización inexcusable

pero, para que sea tal, y no sólo una mera sustitución involutiva,

requiere desarrollarse por una Política criminal que necesaria, y

no tan sólo potencialmente, se mantenga dentro de los márgenes


128
Vid. ALBRECHT Peter-Alexis, “El Derecho Penal en la Intervención de la Política Populista”,
ob.cit., pág. 474.

71
propios del Estado social y democrático de derecho de la que es

producto y en los que ha de encontrar, por requisitos de su

esencia, su fuente de legitimidad y límite a la vez. Ahora bien,

distinto es el caso del Derecho penal del riesgo. Éste se ha

caracterizado por desarrollarse sobre las bases de un discurso

político “mega preventivo”, que tiene a su servicio una Política

criminal abandonada a la suerte del circunstancial estrépito social

que puedan causar leyes penales cada vez más drásticas. Ese

eventual efecto disuasivo inherente a la norma penal,

fundamentado en el innegable efecto comunicativo simbólico del

Derecho penal, del que se abusa, hasta hacer desaparecer todo

efecto instrumental, que, paradojalmente, es justamente el que

propicia que el Derecho penal no se transforme en un mero

mecanismo de ocultamiento de disfunciones estructurales del

sistema. Desde esta plataforma político criminal, no se trata ya de

contemporizar dichos consubstanciales efectos, sino de la

sustitución del segundo por el primero, En definitiva, es éste, en

mi opinión, el marco político criminal que mejor describe la actual

protección penal de la seguridad vial en España. Ello, desde

luego, no puede ser catalogado como manifestación de una

expansión De acuerdo con este autor, también encontramos a

BERISTAIN IPIÑA, quien, abogaba directamente por la sanción

penal de los ilícitos cometidos en este terreno, pero desde una,

para él, justificada especialidad, “En resumen, el Derecho penal


72
de tráfico es un Derecho penal especial en todos sus estratos y,

sobre todo, en los más decisivos: culpabilidad y punibilidad.

Pretender la autonomía total, o pretender la coincidencia en el

Derecho penal común sería pretender un anacronismo mortal”129.

4.2 DELITOS DE PELIGRO

A manera de consideraciones generales sobre los delitos de peligro,

se manifiesta lo sostenido por RODRÍGUEZ DEVESA, que

específica que, el delito de peligro no comporta la destrucción, sino

la creación de una situación tal que es probable que ese resultado

lesivo se produzca, “La naturaleza peligrosa de la acción no puede

percibirse sino acudiendo a una consideración ex ante, porque el

peligro existe en un juicio de probabilidad cuyo objeto es

comparar la situación concreta creada por la acción o la

omisión del sujeto. Un juicio de tal clase carece de sentido cuando

se formula ex post. El peligro pasado ya no es peligro, pues,

presupuesto lo que realmente ha ocurrido, nunca “pudo” pasar otra

cosa que lo efectivamente ha sucedido”. Por lo anterior se establece

que para este tipo de delitos es necesario determinar cuándo una

acción es peligrosa. Según Romeo CASABONA 130, una acción es

peligrosa cuando en el momento de su realización, esto es desde

129
Vid. BERISTAIN IPIÑA Antonio, “Especialidad del Derecho penal del tráfico”, RDC, nº 12, 1964,
esp., pág. 751.
130
En VILLAMOR, op cit. Carlos María Romero Casabona, Aportaciones del principio de precaución
al Derecho penal, en, Modernas tendencias en la Ciencia del Derecho penal y en la Criminología ,
UNED, Madrid, 2001.

73
una perspectiva ex ante no aparezca como no absolutamente

improbable la producción de la lesión de un bien jurídico.

Para Cerezo Mir, afirma que es delito de peligro concreto cuando el

peligro del bien jurídico es un elemento del tipo; de modo que el

delito queda solo consumado cuando se ha producido realmente el

peligro y del bien jurídico. Ejemplo típico es la conducción de un

automotor violando las disposiciones de tránsito. En cambio, en los

delitos de peligro abstracto el peligro es únicamente la ratio legis, es

decir el motivo que indujo al legislador a crear la figura delictiva. Se

castigan ciertas conductas porque generalmente llevan consigo el

peligro de un bien jurídico. El peligro no es un elemento del tipo y el

delito queda consumado, aunque en el caso concreto no se haya

producido un peligro del bien jurídico protegido; es el caso de la

conducción de un vehículo bajo la influencia de alcohol o droga. Al

existir una presunción iuris tantum, a efectos de la existencia del

peligro para cuidar la seguridad jurídica, el citado profesor dice que

el juicio de peligro coincide básicamente con el juicio de

previsibilidad objetiva. Se trata de un juicio ex ante, pues ex post si el

resultado no se ha producido es porque no concurrían la condiciones

necesarias para ello.

La posición unánime, para determinar la peligrosidad de la acción,

debe ser contrastada la necesidad de establecer que en el momento

de su realización aparezca como no absolutamente improbable la

producción de la lesión del bien jurídico. Así, afirma Zaffaroni, que:


74
“en cada situación concreta debe establecerse si hubo o no peligro

para un bien jurídico y en caso negativo no es admisible la tipicidad

objetiva”131. Asimismo, para Blanca Mendoza la peligrosidad de la

conducta es elemento imprescindible de los injustos y sólo se ha de

afirmar cuando la conducta, además de coincidir con la descripción

del tipo, constituya una acción antinormativa y, literalmente afirma:

“el desvalor objetivo material de la acción peligrosa constituye el

elemento central de la constitución del tipo de injusto. En

consecuencia, sólo cabe adelantar la tutela penal de forma legítima

al momento en que pueda apreciarse que el comportamiento

prohibido es objetivamente capaz de afectar al bien jurídico; teniendo

además en cuenta las exigencias propias de la atribución de

responsabilidad penal, ello no debe determinarse en abstracto por la

pertenencia a una clase de acciones, sino que exige que sea

evidente tal peligrosidad objetiva al menos en el momento de realizar

la conducta”132.

En la sociedad en que vivimos pues estas sometidos a constante

peligro, y la continua desobediencia a la norma constituye riesgos y

peligros que pueden afectar ciertos bienes jurídicos. Con respecto al

moderno derecho penal frente a estas circunstancias, tomamos en

consideración lo señalado por el profesor Gracia Martín, quien

131
En VILLAMOR, op cit. Eugenio Raúl Zaffaroni, Manual de Derecho Penal, Parte general, EDIAR,
Argentina, 2005,371 y ss.
132
En VILLAMOR, op Cit. Blanca Mendoza Buergo, La configuración del injusto (objetivo) de
posdelitos de peligro abstracto, en revista del Derecho penal y Criminología, UNED, Madrid, 2002,
68.

75
literalmente afirma: “el moderno Derecho penal de riesgo se ha

convertido en primera – y tal vez en única – ratio en la defensa del

orden social. Por ello, sería contrario a las garantías liberales de

protección subsidiaria de bienes jurídicos y del recurso a la pena

como ultima ratio. El “lugar natural” para la solución de los problemas

específicos de la sociedad de riesgos, es decir, de la protección de

seguridad, es el Derecho de policía el Derecho administrativo

sancionador”133.

A. Posición de ROMEO CASABONA.-

El análisis del alcance de la peligrosidad, según Romeo CASABONA

se da mediante el principio de precaución, que consiste en la

respuesta a una situación determinada que puede ser la exigencia

de las máximas cautelas posibles, pudiendo llegar, incluso a la

recomendación (prohibición, si es adoptada por autoridad

competente), de no iniciar la actividad, de asumir una moratoria

sobre la misma, en tanto no se dispongan de conocimientos más

viables. Desde la óptica de este principio, los rasgos más marcados

del derecho penal actual, es su expansión, mediante la inclusión de

los delitos de peligro abstracto – concreto. Con este proceder el

legislador releva al juez de comprobar que haya sido suficientemente

acreditada una relación de causalidad con un determinado resultado,

pues se prescinde de este en el tipo correspondiente, teniendo que

En VILLAMOR, op. Cit. Vid. Luis Gracia Martín, Modernización del Derecho penal y Derecho
133

penal del enemigo. IDEMSA Lima - Perú, 2007, 87.

76
centrase aquel únicamente en las características de la acción

realizada por el sujeto acusado. El principio de precaución en

relación con los delitos de peligro, fundamentalmente de los de

peligro abstracto, podría contribuir a la elaboración de un

procedimiento de imputación para alguno de estos delitos. En este

sentido, este principio, podría ayudar a construir una acción

peligrosa, al margen del criterio de partida de la previsibilidad, pero

con semejantes, sino superiores, presupuestos de seguridad jurídica

basados en las prescripciones de conducta que tal principio

impone134.

B. El paradigma de la agresión por KINDHÄUSER.-

A esta postura se le objeta que, que hay algunos tipos penales que

la sanción por un delito de peligro es más que, la de un delito de

lesión. Kindhäuser, critica al paradigma de la agresión por cuanto si

el injusto está fundamentado en la sustancia de un bien jurídico

¿cómo puede una puesta en peligro constituir ni siquiera un injusto?

El injusto de peligro seria únicamente un estado previo necesario al

injusto de lesión. Por tanto el paradigma de la agresión según

Kindhäuser se enfrenta al siguiente dilema: En caso de que se haya

producido una lesión para la fundamentación del injusto objetivo, no

es necesaria la búsqueda de estados previos de puesta en peligro y

si la lesión no se ha producido, tampoco hay un estadio previo a la

134
En VILLAMOR, Op. Cit. Carlos María Romero Casabona Conducta peligrosa e imprudencia en
la sociedad de riesgo, ediciones Coyacan México 2007, 114.

77
lesión cuyo injusto objetivo se pudiera derivar de la lesión. Y por ello,

concluye, que el injusto objetivo de los delitos de peligro o bien no se

puede ni siquiera fundamentar o bien el objeto del injusto de los

delitos de peligro es un injusto autónomo respecto a la lesión de un

bien jurídico en sus sustancia. El concepto de peligro implica la

incapacidad física, psíquica o cognitiva de poder evitar

intencionadamente la producción de un daño cuando se ejecuta un

comportamiento. Kindhäuser, caracteriza como delito de peligro

concreto la descripción en un tipo penal de un daño inminente cuya

producción solamente depende desde la perspectiva del bien de la

casualidad. Se pueden caracterizar como puestas en peligro

abstractas, aquellos casos en los que, ejemplarmente se habrían

dado todas condiciones de una puesta en peligro, si un bien se

hubiera encontrado en el mismo lugar, por ejemplo, cuando alguien

corta una curva sin visibilidad concurre un peligro abstracto pues no

se habría podido evitar intencionadamente un menoscabo en caso

de que un vehículo se hubiera aproximado en sentido contrario. Que

de hecho no se haya aproximado vehículo alguno era, desde la

perspectiva del conductor o desde la perspectiva de cualquier

participante en el tráfico casualidad.

En resumen Kindhäuser, establece tres conclusiones: a) Los bienes

jurídicos son características de las personas cosas e instituciones

que sirven al libre desarrollo del individuo en un Estado Social

78
Democrático de Derecho. En esta función como medios de libre

desarrollo, los bienes jurídicos pueden ser menoscabados en su

valor de tres modos: “Primero.- Pueden ser modificados en sus

sustancia de tal manera que ya no puedan cumplir su función o que

ya no puedan cumplirla en su totalidad. En este caso se ha

producido la lesión de un bien jurídico. Segundo.- Se coloca a un

bien jurídico en una situación en la que depende solamente de la

causalidad que se ha menoscabado en su sustancia. En tal tesitura,

disminuye considerablemente el interés, orientado a la existencia

segura, en la utilización del bien. Concurre un menoscabo del bien

jurídico en el sentido de una puesta en peligro concreta. Tercero.- Se

da una situación en la que no están garantizadas las condiciones de

seguridad necesaria para una disposición racional sobre un bien.

También en este caso el bien solamente se puede utilizar de manera

restringida y por ello, pierde el valor para su titular. Concurre un

menoscabo del bien jurídico en el sentido de una puesta en peligro

abstracta”135.

4.2.1 CONCEPTUALIZACIONES.-

4.2.1.1 Definición de Peligro.-

Acorde a Urs Kindhäuser136 el concepto de peligro es

normativo en dos sentidos. Por una parte, se refiere a la

En VILLAMOR. Op Cit. Pág. 4.


135

KINDHÄUSER, Urs “Estructura y Legitimación de los Delitos de Peligro del Derecho Penal” en
136

Revista Electrónica INDRET, Barcelona, 2009

79
posibilidad de un acontecimiento lesivo cuya producción no

es deseada por quien habla. De ahí que el concepto de

peligro no sea utilizado con sentido en caso de que quien

habla no contemple el posible suceso como un daño. Por

ejemplo, quien compra un número de lotería no se expone

al peligro de ganar el premio principal, sino, en todo caso,

al peligro de haber gastado su dinero en vano. El

equivalente positivo del peligro es la posibilidad. Por otra

parte, el concepto de peligro implica la incapacidad física,

psíquica o cognitiva de poder evitar intencionadamente la

producción de un daño cuando se ejecuta un

comportamiento. De ahí que no se hable de un peligro

cuando se está seguro de la producción de un daño, como

ocurre, por ejemplo, en el salto del suicida desde el

rascacielos. Y no se habla de un peligro cuando se

considera seguro que se puede evitar la producción de un

daño. Por tanto, al concepto de peligro pertenece

esencialmente el elemento de la inseguridad. Con otras

palabras, peligro es inseguridad consciente.

Evidentemente, alguien puede encontrarse

inconscientemente en peligro. Por ejemplo, alguien ignora

que cerca de él hay una serpiente venenosa. Sin embargo,

quien emite el juicio según el cual el afectado se cuenta en

peligro sabe, en primer lugar, de la existencia de la


80
serpiente y parte, en segundo lugar, de que el afectado no

ve a la serpiente y de que, por ello, este último no se

puede proteger intencionadamente frente a una posible

picadura. En esta situación, el juicio de peligro está

caracterizado de manera decisiva por el hecho de que el

amenazado no tiene plena capacidad de evitación, debido

a su ignorancia. El peligro es la inseguridad respecto a la

evitabilidad intencionada de un posible daño.

4.2.1.2 Definición de Delito de Peligro propiamente dicho.-

Según AGUILAR LOPEZ137, los delitos de peligro suponen

un adelantamiento de la barrera penal a momentos previos

a la lesión, en aquellos ámbitos en los que la experiencia

ha permitido tipificar, suficientemente, los límites de la

norma de cuidado. Se habla de peligro y lesión, según la

intensidad del ataque al bien jurídico. Así Marino Barbero

Santos138 entiende que en los delitos de lesión se produce

un menoscabo o destrucción del bien jurídico, en tanto que

los delitos de peligro se situarían en un momento anterior a

dicha lesión. Santiago Mir Puig se refiere a un resultado,

que constituye la proximidad a la lesión del bien jurídico.

En los delitos de peligro, la exigencia de un límite de

garantía ya que al menos debe configurarse la lesión del


137
AGUILAR LOPEZ, Miguel Ángel. “Delitos de peligro e imputación objetiva”.
En AGUILAR LOPEZ, Op Cit. Contribución al estudio de los delitos de peligro abstracto”, en
138

Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, Madrid, 1973, especialmente pp. 487 y ss. y p. 492.

81
bien jurídico como probable, con lo cual se reduce el

riesgo de castigo de conductas meramente formales o de

simple desobediencia a la norma. Pero tomar el bien

jurídico como categoría referencial no está exento de

crítica. El primer problema reside en el concepto de bien

jurídico y su naturaleza. La escasa atención prestada al

bien jurídico hace que las concepciones que del mismo se

tengan sean múltiples. Ligado con esto se encuentra el

problema de la función del bien jurídico en la teoría del

delito. Para ello, debe de partirse de la idea de que la

potestad punitiva estatal solamente puede justificarse si

deriva de la función que le corresponde al Derecho Penal

en el marco del ordenamiento jurídico, esto es, la tutela

efectiva de los bienes jurídicos fundamentales dentro de

una sociedad. Si el Derecho Penal encuentra su razón en

la protección de bienes jurídicos, defendiéndolos con la

más enérgica de las reacciones de que es capaz el

Derecho, ello obedece a que la ley penal limita al particular

en su libertad de actuar, para conseguir un fin más sublime

y generoso que es lograr la coexistencia pacífica y libre de

una sociedad y, en conclusión, sólo puede conminarse con

una pena aquello que es imposible proteger con medidas

alternativas.

82
4.2.2 CLASIFICACIÓN.-

Es clásica la distinción entre dos clases de peligro, a razón de

AGUILAR LÓPEZ, a decir peligro concreto y abstracto. En los

primeros, el tipo requiere la concreta puesta en peligro del bien

jurídico; el peligro concreto es el resultado típico. De ahí se sigue

que la afirmación de la tipicidad de estos delitos pasa por la

prueba de que la conducta produjo en el supuesto real un peligro,

el que debe coincidir con el establecido en la ley. Es decir, existe

una situación o estado de peligro separable de la conducta. En

los de peligro abstracto, por el contrario, se castiga una acción

“típicamente peligrosa” o peligrosa “en abstracto” 139, en su

peligrosidad típica, sin exigir, como en el caso concreto que,

efectivamente, se haya puesto en peligro el bien jurídico

protegido.

4.2.2.1 DELITOS DE PELIGRO CONCRETO.-

Con respecto a la relación que tiene los delitos de peligro

concreto con la clasificación de los delitos, a consideración

de EISELLE JÖRG, se establece, que están vinculados a

los delitos de resultado. Ya que, “los delitos de peligro

139
En AGUILAR LÓPEZ, OP CIT. PÁG. 15.

83
concreto presentan en principio la misma estructura típica

que los delitos de lesión. Sin embargo, es suficiente, según

la forma legal de la norma penal, ya un peligro concreto del

bien jurídico protegido, es decir, un resultado peligroso” 140.

Así, por ejemplo la conducción en estado de ebriedad, es

ya típica, si ha sido causado a través de la conducción de

un automóvil, en estado de incapacidad para conducir, un

peligro para el cuerpo o la vida de otra persona o cosas

ajenas de valor considerable. Afirmando nuestra opinión, el

tipo se configura cuando las características que lo

determinan son ejecutadas, ahora el peligro es únicamente

un estadio transitorio hacia la lesión. Sigamos con los

cuestionamientos de JÖRG, él se realiza la siguiente

pregunta con respecto a la aplicación del delito de peligro

concreto: ¿Cuándo un peligro es suficientemente concre-

to? Porque sin la realización de un peligro concreto, y con

ello de un resultado peligroso, no es punible la acción

peligrosa. Bajo un peligro concreto se entiende una

situación en la cual existe la no lejana posibilidad de la

lesión de un objeto concreto y la acción típica conduce

por su peligrosidad latente inherente, externamente a

una situación crítica para el bien jurídico protegido 141.

140
EISELLE, Jörg “Razón y Límites del Delito de Peligro Abstracto” en Gaceta Penal, Lima, N° 14,
Agosto 2010, pp.77-87
141
En JÖRG, comentando a Lackner/Kühl, núm. 22.

84
Según la experiencia general de la vida, la seguridad de

una determinada persona tiene que haber sido afectada de

manera tan fuerte -lo que según la opinión dominante se

juzga en virtud de una prognosis objetivo-posterior - que

solo dependió de la casualidad si se lesionó o no el bien

jurídico. Asimismo, se necesita de una determinada

situación crítica, por ejemplo, el hecho próximo a un

accidente, en donde el autor, en estado de incapacidad

para conducir bajo la influencia del alcohol, atraviesa con

su auto el carril contrario y allí el conductor de un auto que

viene al encuentro puede evitar en el último segundo una

colisión solo a través de una hábil maniobra evasiva.

4.2.2.2 DELITOS DE PELIGRO ABSTRACTO.-

Los delitos de peligro abstracto son delitos de mera

actividad que se consuman con la realización de la

conducta supuestamente peligrosa y el juez no tiene que

entrar a valorar si esa peligrosidad podría o no ocasionar

el daño. RIQUERT afirma que, los delitos de resultado

podrán ser de “resultados de lesión” o de “resultado de

peligro” (que será concreto) quedando como simple

“delitos de peligro”, los de peligro abstracto, cuya

85
constitucionalidad se discute a partir de no satisfacer los

requisitos mínimos de lesividad material 142.

Acorde a EISELLE, Jörg, los delitos de peligro abstracto

con los delitos concretos en los delitos de mera actividad,

se tiene, que el legislador parte de que son determinadas

acciones típicamente peligrosas y por eso deben ser

prohibidas. Porque no depende de la realización de una

situación de peligro concreto, es decir, no tiene que estar

referido a ningún concreto objeto de agresión en su

existencia o seguridad; también se habla aquí de delitos de

peligro abstracto. En forma distinta que en los delitos de

peligro concreto está incluido el peligro no como

elemento típico de la norma, sino permanece como

motivo legislativo en segundo plano 143. En la mayoría

de los casos el legislador nombra de manera concluyente

en el tipo todas las circunstancias que fundamenten la peli-

grosidad del comportamiento144.

Finalmente, trataremos el enfoque del profesor JAKOBS,

quien afirma que en los delitos de peligro abstracto, su

justificación esta en el mantenimiento de la vigencia de la

Vid. Marcelo Alfredo Riquert, Crisis Penal, Política Criminal, Globalización y Derecho Penal,
142

EDIAR, Buenos Aires, 2007 Pág. 62 ss.; también vid. Matías Bailone, La tenencia y portación de
armas en el Código Penal Argentino, en ‘Letras Jurídicas’, Revista de la Universidad Veracruzana,
Xalapa, México, Año 7, Nº 13, p. 109 y ss.
143
En JÖRG, Arzt/Weber, núm. 44; Roxin, AT 1, 11 núm. 153.
144
En JÖRG, op cit. Pág. 81.

86
norma y no del mantenimiento de determinados objetos y

por ende la elevación de rango de los supuestos que

afectan la seguridad, es decir los delitos de peligro

abstracto ya no solo perturban el orden público sino que

lesionan un derecho a la seguridad entendida esta en el

sentido normativo. Jakobs parte de la máxima de Ulpiano

cogitationis poenan nemo patitur: el pensamiento no

delinque, y establece que un legislador juicioso no regula

nunca procesos que están fuera de sus posibilidades de

control. Sostiene también que para el Derecho penal está

el ámbito interno y el ámbito privado es decir la esfera civil

interna, por ejemplo las relaciones sociales intimas o

comunidades religiosas y por otra parte esta la esfera

externa a la que pertenecen los contactos sociales no

reservados, los derechos a la utilización de bienes de uso

común, etc. Son evidentes las consecuencias que para la

anticipación de la punibilidad se han de extraer del hecho

de que ámbito interno del sujeto delincuente, no solo

abarque sus pensamientos sino que comprenda su entera

vida privada: así como un mero pensamiento no pude

constituir ninguna perturbación de la vida en común,

tampoco puede serlo cualquier conducta que se mantenga

en la esfera privada en la medida en que la esfera privada

no concurra con la de otra persona y deje entonces de ser


87
privada. Para comprender con cierta exactitud el

pensamiento de JAKOBS145, creo necesario citar

textualmente sus conclusiones: “En relación con la

tentativa de participación y con la constitución de

asociaciones criminales y terroristas puede parecer que no

es evidente una inclusión, como la efectuada aquí en el

principio, en el ámbito interno de un sujeto. ¿Es pues – así

cabría preguntar – la constitución de bandas un asunto

privado?. En la medida en que con esta pregunta se

insinúe que la persecución de fines antijurídicos no podría

ser una cuestión privada, por ella se ve afectada no sólo la

constitución de bandas, sino la concepción en su conjunto.

Toda preparación de un delito se puede definir como una

conducta que es no – privada, pero entonces no se tiene

ya ningún motivo para detenerse ante la criminalización de

pensamiento. Por esta vía todo Derecho penal se convierte

en un Derecho penal de enemigos. El cuestionamiento del

carácter privado de la constitución de bandas puede

afectar también, sin embargo, a la circunstancia de que los

miembros de la banda, por definición, traban relación unos

con otros, es decir, abren recíprocamente su ámbito

privado. El ámbito común que así se genera queda, no

obstante, cerrado para sujetos ajenos; pues el hecho de


En AGUILAR LOPEZ, OP CIT, PÁG 16. Gunther Jakobs, Moderna dogmática penal, Editorial
145

Porrua, Mexico, 2002, 393.

88
que alguien trabe relación con otras personas no legitima

ninguna intromisión pública. En la medida en que haya

relaciones sociales que pertenezcan al estatus de

ciudadano, esas relaciones sociales pueden ser objeto de

abuso, del mismo modo que se puede hacer mal uso de

otros elementos de ese estatus. La relación social

preparatoria de un delito es tan genuinamente privada

como cualquier otra relación y como cualquier otra

conducta que recaiga en el ámbito privado” 146.

4.2.3 TIPO OBJETIVO

Los llamados “delitos de peligro”147 corresponden a una categoría

de tipos penales que tienen como elemento de diferenciación la

relación de lesividad o afectación que los vincula con el bien

jurídico cuya protección justifica la punición. Desde dicha

perspectiva se los ha concebido tradicionalmente como delitos

cuyo centro radica en la generación de una condición que hace

peligrar al bien jurídico. Así se evidencia en los llamados delitos

de peligro concreto. Sin embargo en ocasiones dicha

consecuencia (el riesgo) pasa a ser presumida por el legislador

ya sea por dificultades referidas a la acreditación de un vínculo de

imputación entre éste y la conducta a incriminar o por concurrir en

Ídem.
146

147
MALDONADO F., Francisco “Reflexiones sobre las Técnicas de Tipificación de los llamados
“Delitos de Peligro” en el Moderno Derecho Penal” en Revista de Estudios de Justicia, Santiago de
Chile, N°7, Año 2006, pp.23-63

89
determinados comportamientos una alta probabilidad estadística

de generar dichos riesgos, dando con ello lugar a los

tradicionalmente llamados delitos de peligro abstracto. Estos

últimos, por ello, aparecen generalmente descritos como fórmulas

de mera actividad y no de resultado en tanto el peligro (como

consecuencia o, más propiamente, como resultado jurídico) ha

sido la ratio o motivo del legislador148.

4.2.3.1 IMPUTACIÓN OBJETIVA EN LOS DELITOS DE

PELIGRO

A consideración de AGUILAR LÓPEZ149, lo que la teoría

de la imputación objetiva hace es reunir toda una serie de

criterios normativos excluyentes de la tipicidad. Los delitos

que le conciernen a la teoría de la imputación objetiva son,

en origen, los de resultado material. Sin embargo,

actualmente se propone la extensión de su ámbito de

aplicación también a los delitos de actividad y a los

omisivos; en la tentativa; en la participación criminal; así

como en el tipo doloso y culposo. Al respecto, Reyes

Alvarado comenta que: […] cuando se hace referencia a

una imputación objetiva del resultado, se está entonces

prolongando la inútil polémica sobre a cuál de los

desvalores (de acción o de resultado) se debe otorgar

148
En MALDONADO F. OP CIT.
149
En AGUILAR LOPEZ, op cit. pág. 21.

90
preeminencia, y además se está desconociendo que en

sus orígenes la imputación objetiva no fue simplemente un

mecanismo para atribuir resultados, sino que fue

bosquejada por Hegel como un instrumento para

determinar cuándo una conducta podía ser considerada

como la obra de alguien150. Sin embargo, el hecho de

referir a la imputación objetiva sólo a los delitos de

resultado ha sido simplemente por consecuencia lógica de

la estrecha interpretación que considera a esta teoría

como un mecanismo exclusivamente apto para atribuir

resultados. Pero si de acuerdo con lo ya expuesto por

Reyes Alvarado: […] correctamente a la imputación

objetiva como la teoría que permite establecer lo que para

el Derecho Penal es una conducta lesiva de los intereses

sociales, es decir, como el núcleo de la acción penalmente

relevante, de la cual forma parte no sólo un resultado sino,

además, el imprescindible aspecto de la creación de un

riesgo jurídicamente desaprobado, resulta innegable que la

imputación objetiva no debe quedar reducida a los

denominados delitos de lesión, y mucho menos a unos

determinados tipos de resultado como los homicidios y las

En AGUILAR LÓPEZ, op cit. Cfr. Reyes Alvarado, Yesid, Imputación objetiva, Bogotá, Temis,
150

1998, p. 72.

91
lesiones personales, como en algunas escasas

oportunidades se ha llegado a sugerir151.

La postura, con relación a la teoría de la imputación

objetiva para AGUILAR LOPEZ, Miguel Ángel 152, es un

método para comprobar el tipo de injusto, que ha de

implicar que junto al criterio de la creación de un riesgo

típicamente relevante, la necesidad de constatar que la

conducta concreta realizada se presenta como una

actuación peligrosa por suponer ex ante un riesgo real

para el bien jurídico. En este sentido, la función del juez al

momento de comprobar la realización de los delitos de

peligro abstracto, por ejemplo, requiere de la creación de

un riesgo penalmente relevante, atento al juicio de

pronóstico ex ante. Obviamente, se tendrá que desechar la

postura de la peligrosidad de la conducta como mera ratio

legis que no requiere, en la medida que no es elemento

expresamente incluido en el tipo, su constatación por parte

del juez en el caso particular.

4.2.4 TIPO SUBJETIVO.-

El tipo subjetivo es desarrollado por RODRÍGUEZ MONTAÑEZ,

TERESA153, ella establece que el elemento volitivo del dolo,

151
Ibídem., OP CIT. pág. 21
152
Ídem, pág. 23.
153
RODRIGUEZ MONTAÑEZ, TERESA. Delitos de peligro Dolo e imprudencia ….pág. 173

92
específicamente el dolo de peligro no es una clase especial de

dolo, sino el concepto común referido a una concreta clase de

delitos, esto es, conforme a la definición más usual, el

conocimiento y la voluntad e realización de los elementos del tipo

objetivo de esta definición se desprende que los elementos que

integran su estructura son dos: el intelectivo (conocimiento) y el

volitivo (voluntad), y que el objeto de referencia de los mismos es

el conjunta de elementos que configuran el tipo objetivo,

especialmente la acción típica peligrosa y el resultado. Esta

referencia al resultado impone el tratamiento diferenciado e los

delitos de peligro concreto y de los de peligro abstracto, pues en

los primeros la efectiva producción del peligro es un elemento del

tipo y habrá de ser abarcado por el dolo (por ello hablamos de

dolo de peligro, entendido como dolo de poner en peligro),

mientras en los de peligro abstracto, al no ser el peligro el

resultado típico, en principio parece que el dolo no habría de

referirse a la puesta en peligro, siendo problemático si ha de

abarcar la peligrosidad de la acción o sólo los elementos típicos

que fundamentan tal peligrosidad de la conducta.

Con respecto al dolo de peligro, existe una tesis en que los

delitos de peligro son en realidad combinaciones de dolo e

imprudencia. Esta tesis es defendida en Alemania por

REINHARD V. HIPPEL, el que sostiene que: Los delitos de

93
peligro concreto (en el ámbito de la circulación) como acciones

típicas peligrosas, que suponen un peligro estadístico o abstracto

de lesión del bien jurídico protegido, a lo que se añade la

exigencia de un concreto objeto de ataque que tiene una función

limitadora de la punibilidad, proporcionando certeza a la

cualificación de la conducta como injusto penal. “El delito de

lesión es, en relación con el de peligro, una cualificación por el

resultado material. El delito cualificado por el resultado es,

sustancialmente, un delito de peligro. El delito de peligro es un

delito de peligro (no cualificado por el resultado), al cual, caso de

una posible cualificación por el resultado que representa el

concepto de peligro, le es aplicable exactamente igual que en los

delitos cualificados por el resultado real. Con otras palabras (…)

bastaría para su enjuiciamiento como delito doloso con la

imprudencia en relación con la producción del resultado. La

autora citada manifiesta que la postura HIPPEL, es algo confusa,

ya que viene a sostener que lso delitos de peligro concreto son

delitos cualificados por el resultado en los que la comisión dolosa

exige dolo respecto de la acción típica, que él interpreta como el

delito base de peligro abstracto y dolo o imprudencia, es

indiferente, respecto de resultado de puesta en peligro concreto.

Según MONTAÑEZ154, la consideración de los delitos de peligro

concreto como delitos de mera actividad cualificados por el

154
En MONTAÑEZ, RODRIGUEZ MONTAÑEZ, TERESA. Delitos de peligro Dolo e imprudencia ….

94
resultado de apuesta en peligro le parece dogmáticamente

rechazable. ¿Por qué habrían de recibir un tratamiento diferente,

quedando excluídos de las reglas generales de la imputación? La

extensión de los delitos cualificados por el resultado a los delitos

de peligro concreto sobrepasa los límites trazados por su

concepto, finaliza.

4.2.4.1 DOLO DE PELIGRO Y DOLO DE LESIÓN.-

Para AGUILAR LÓPEZ155, el “Dolo de lesión” y “dolo de

peligro” no son conceptos idénticos. Explica que el dolo de

lesionar implica necesariamente dolo de poner en peligro,

puede existir dolo puro de peligro sin dolo eventual de

lesionar. La diferencia entre ambos conceptos radica en el

“elemento volitivo” no entendido por la doctrina en forma

mayoritaria como consentimiento, sino como “tomarse en

serio” o “conformarse” ”confiar en”. Al respecto, existen

modernas teorías que renuncian a ese elemento de

voluntad, pero exigen en el elemento cognitivo una

especial toma de posición o actitud del autor. Resulta

necesario establecer límites objetivos a las posibilidades

de confianza del sujeto (grado de peligro, dominabilidad o

posibilidad de control del riesgo, protección), límites que

sean especialmente estrictos en el dolo de peligro e

155
Ídem.

95
imperativo el real conocimiento y toma de posición del

autor ante el peligro, que el sujeto sea consciente de que

su acción pone en concreto peligro un bien jurídico, sin

poder confiar ya en la evitación del peligro mismo, pero

que no se conforme con el eventual resultado lesivo sino

que confíe fundamentalmente en poder controlar el peligro

y evitar la lesión. Este criterio diferenciador es el mismo

utilizado para delimitar el dolo eventual y la imprudencia

consciente, por lo que se impondrá igualmente en el caso

el análisis de la relación de ambos conceptos. “Dolo es el

conocimiento de la acción y sus consecuencias”. Con esta

definición se sitúa JAKOBS156 entre los modernos

defensores de la reducción de este concepto al elemento

intelectivo, prescindiendo por completo del elemento

volitivo.

4.3 POLÍTICA CRIMINAL DE LOS DELITOS DE PELIGRO.-

La Política Criminal es entendida como una ciencia del Derecho

Penal, cuya misión básica es la valoración crítica, la creación, y

modificación del Derecho Penal, e incluso la contribución a su

elaboración dogmática157o como aspecto del control penal que tiene

relación con el poder del Estado para caracterizar un conflicto social

156
Véase “Criminalización en el estadio previo a la lesión de un bien jurídico”, en Estudios penales,
Madrid, UAM/Civitas, 1997, España, pp. 293-325.
157
LUZÓN PEÑA, Diego-Manuel Manual de Derecho Penal Parte General Madrid 1999. p.99

96
como criterio criminal158.Se ocupa de cómo deba conformarse el

Derecho penal para cumplir mejor su misión de proteger a la

Sociedad.

La política criminal tiene como objeto realizar el estudio crítico y

prospectivo de las normas penales y de las instituciones que se

encargan de la oportuna y eficaz aplicación represiva y preventiva.

En virtud de lo anterior promueve las reformas legislativas adecuadas

a las nuevas situaciones sociales159.

En este orden de ideas, la política criminal tiene como finalidad la

represión más eficaz de delitos que atentan contra bienes jurídicos

de especial importancia para la sociedad. Con respecto a los delitos

de peligro comentamos, que de la técnica legislativa a la opción

político criminal160, se tiene que al describir a los “delitos de peligro”

debemos necesariamente centrar la atención en la función protectora

de bienes jurídicos atribuida al sistema penal, y particularmente en

las modalidades que puede detentar dicha función en las diversas

formulaciones delictivas que dispone el legislador y su correlación

con la exigencia de lesividad del bien jurídico. De ahí que la temática,

ya sobre sus bases conceptuales, nos refiera al ámbito de

justificación del injusto penal y por extensión al de la legitimidad de la

intervención penal en su conjunto. Es ahí donde precisamente se


158
BUSTOS RAMÍREZ, Derecho Penal Parte General Obras Completas Ara Lima 2005O p.505
159
VILLAVICENCIO TERREROS Ob.Cit.p.28; JESCHECK, Hans Heinrich Derecho Penal Parte
General 4°Edición Editorial Comares Granada – España 1993 p.18
160
MALDONADO F., Francisco “Reflexiones sobre las Técnicas de Tipificación de los llamados
“Delitos de Peligro” en el Moderno Derecho Penal” en Revista de Estudios de Justicia, Santiago de
Chile, N°7, Año 2006, pp.23-63

97
centra en la actualidad la polémica en torno a los denominados

“delitos de peligro” junto a otros institutos de regular consagración

legislativa en el contexto del llamado “moderno derecho penal”. En

general para la mayoría de la doctrina que sitúa a la protección de

bienes jurídicos en el centro de la misión del sistema penal 161 el

injusto penal se expresa formalmente sobre la base de la descripción

de conductas precisas y determinadas de las cuales deriva

necesariamente una forma de afectación o lesión. Las modalidades

de relación de estos dos elementos (conducta y lesividad) dan lugar

a una de las formas tradicionales expuestas por la doctrina para

catalogar o clasificar a los delitos (o más precisamente, a las formas

de tipificación de éstos), permitiendo distinguir básicamente aquellos

tipos penales que describen una conducta que “lesiona un bien

jurídico” en relación a aquellas que sólo lo “ponen en peligro”. En

ambos casos se ejecuta una conducta que afecta el bien jurídico, o

que lo “lesiona” en sentido amplio. En el primer caso se ejecuta una

conducta lesiva de por sí (delitos de lesión de mera actividad) 162 o de

cuya ejecución deriva como consecuencia una la lesión para el bien

jurídico (delitos de resultado de lesión) reflejada, en ocasiones, en la

exigencia de un resultado material.

161
JAKOBS, GÜNTHER: Derecho Penal. Parte General. Fundamentos y Teoría de la Imputación”,
2°Edición corregida, (Traducción de Cuello Contreras, J. y Serrano González, J.L.), Edit. Marcial
Pons, Madrid. 1997, págs. 47 a 50, 55 y ss. y 44. (especialmente evidente en Nota 2, pág. 46
162
DIEZ RIPOLLES: “La contextualización del bien jurídico protegido en un derecho penal
garantista”, en Revista de Ciencias Penales Nº 15, Asociación de Ciencias Penales de Costa Rica,
1998, en http://cienciaspenales.org/REVISTA%2015/diez15.htm

98
Los delitos de peligro como opción político criminal, se puede

circunscribir y definir a los delitos de peligro por oposición a los

delitos de lesión, refiriendo ambos parámetros a la relación que

detenta la conducta en cada figura respecto de la Lesividad u

ofensividad para con el bien jurídico protegido. El peligro abstracto,

toda vez que ha sido precisamente considerado por el legislador

como fundamento para describir la conducta: “Se penaliza en este

caso porque se pone en peligro el bien jurídico” 163. Es así que luego

de realizar un estudio de las normas penales, se procura la

aplicación represiva o preventiva por la conducta del tipo penal, ya

sea considerada delito de peligro concreto o abstracto. Ya que todas

las reformas existentes y consideraciones van a tener la única

finalidad de mejorar la vida en sociedad.

4.3.1 LEGITIMACIÓN DE LOS DELITOS DE PELIGRO

4.3.1.1 POSTURAS A FAVOR DE LA TIPIFICACIÓN DE LOS

DELITOS DE PELIGRO.-

Las razones para normar los delitos de peligro abstracto,

parte de la opinión dominante que la protección de los

bienes jurídicos es la tarea principal del derecho penal,

entonces se puede fundamentar en forma fácil la imposición

de una pena criminal, si el tipo penal está enlazado a una

163
Vid MENDOZA BUERGO, Límites dogmáticos…, pág. 75 y ss.

99
lesión del bien jurídico. Pero también los tipos de peligro no

están, a priori, en oposición con la concepción de la protec-

ción de los bienes jurídicos. Ya la punibilidad en los delitos

de resultado de ninguna manera forzosa exige la realiza-

ción del injusto de la acción y del resultado. En tanto que

en los delitos de lesión es punible también la tentativa, no

depende, a decir verdad, de la ejecución de un resultado.

La punibilidad de la tentativa muestra con ello una segura

cercanía a los delitos de peligro. La amplitud de la tentativa

se extiende con esto desde los peligros concretos de la

víctima por ejemplo, el autor falla apenas con su disparo a

la víctima en una tentativa de homicidio, hasta un puro

peligro abstracto en una tentativa imposible- el autor

dispara a un espantapájaros porque él toma a este por

persona. En conexión con la punibilidad de la tentativa se

debe observar que los delitos de peligro abstracto pueden

cumplir con la tarea de llenar los vacios que resultan del

limitado alcance de aquella, » En conexión con la

punibilidad de la tentativa se debe observar que los delitos

de peligro abstracto pueden cumplir con la tarea de llenar

los vacíos que resultan del limitado alcance de la

punibilidad de la tentativa164. Así puede también existir una

necesidad penal en las acciones preparatorias, que están

164
En JÖRG, op cIt. pág. 82.

100
anticipadas a la preparación inmediata. Se piensa por

ejemplo, en el suministro de armas, para que perpetre

luego con ello hechos punibles. Además de ello, la

punibilidad de la tentativa en el ámbito subjetivo, exige por

lo menos el dolo eventual, así que la causación de peligros

permanece impune, si aquel no puede ser demostrado.

Finalmente, se pueden relacionar los delitos imprudentes

con el derecho penal del peligro, porque aquellos quieren

proteger el bien jurídico frente a los peligros de la acción

contraria al deber de cuidado o riesgosa165. La conducta

meramente peligrosa y también conscientemente

imprudente no es típica, puede ser la ausencia del resulta-

do también completamente improbable y basarse en una

gran casualidad. Los delitos de peligro abstracto cubren

estos vacíos en el ámbito de la imprudencia, en tanto que

ellos separan la punibilidad del resultado y la unen a una

actividad contraria al cuidado. Llega a ser dudosa no solo

la legitimación político-criminal de una penalidad en el

campo previo de la real lesión del bien jurídico 166, sino

también la unidad con los preceptos jurídicos

constitucionales. También la crítica en los tipos de peligro

adolece permanentemente de una argumentación muy

165
En JÖRG, pág. 82. Arzt/Weber, BT, 35 núm. 12.

166
Ídem.

101
general, porque se renuncia a un análisis bastante exacto

de la respectiva norma legal bajo la consideración del bien

jurídico protegido. Así, podrían existir dudas apenas

razonables en la legitimación del legislador, para colocar

bajo pena la conducción en estado de ebriedad en vista de

los conexos peligros para la generalidad. En cuanto se

discute que los delitos de peligro sean sobre todo

apropiados para contrarrestar los riesgos de las

sociedades modernas, sin embargo, se trata ya hace

mucho de una mera afirmación, por la falta de inves-

tigaciones empíricas suficientemente exactas que puedan

confirmar un semejante resultado. En los delitos de peligro

se debe precisar lo que se entiende por acción peligrosa,

que es a ella que se enlaza la imposición de una pena

criminal. Si se parte además, que el derecho penal sirve a

la protección de bienes jurídicos, entonces debe estar

dada una referencia bastante clara de un bien jurídico 167.

Este es por ejemplo el caso, cuando se trata de la

protección del cuerpo y la vida. La sanción de una acción

peligrosa tropieza sin embargo con la duda, cuando falta

toda referencia a un bien jurídico o esta se deja determinar

solo difusamente, en vías de una anticipación de la

punibilidad, con referencia a intereses de la generalidad.

167
Ídem.

102
Seguidamente se echará una mirada a algunas razones

que fueron decisivas para la norma del delito de

peligro abstracto. a) Si tiene lugar la anticipación, porque

la punibilidad de la tentativa evidentemente de un delito de

resultado será considerado como reducido, entonces tiene

que disminuirse análogamente el marco punitivo, en vista

del insignificante contenido de gravedad del hecho en el

campo previo, en atención del principio de culpabilidad

Además, puede estar impuesta en el caso particular de

normar reglas sobre un arrepentimiento activo, para que

limite la amplia punibilidad del campo previo en la

voluntaria renuncia del hecho168. Por ejemplo, el abuso de

seguros con su amplia anticipación ya que, el tipo está ya

realizado si se destruye o bien se oculta, por ejemplo, un

objeto asegurado y el autor además posee la intención de

proporcionarse luego los pagos del seguro. Es decir, el

autor coloca su auto en un garaje diferente, con el fin de

denunciarlo, luego por robado y de esta manera recibir los

pagos del seguro, entonces el hecho está consumado.

Porque no está previsto un arrepentimiento activo y la

opinión dominante rechaza una analogía con otras

normas, entonces será castigado el autor también si él

abandona el plan poco después de renunciar a una

168
En JÖRG, op. Cit.

103
denuncia de pérdida, recoger el auto nuevamente del

garaje y continuar usándolo como antes. b) Más

problemáticas son algunas normas que deben evitar las

dificultades en cuanto a la prueba de lesión del bien

jurídico individual y para ello norman una condición

objetiva de punibilidad. Porque aquí entre la acción

peligrosa, por ejemplo, de la participación en una pelea, y

la condición objetiva, según opinión dominante, no existe

causalidad, y con respecto a la grave consecuencia,

tampoco el dolo ni la imprudencia tienen que estar dados,

por ello algunos hablan de que se trata de una pena por

sospecha, incompatible con el principio de culpabilidad169.

Tales condiciones “Los delitos de peligro abstracto son expuestos a

menudo a significativa crítica. En este sentido, se pone en duda la

legitimación político-criminal de una penalidad en el campo previo de la

real lesión del bien jurídico, así como la unidad con los preceptos jurídicos

constitucionales”170. Aplicado al tipo de ebriedad total,

configurado de manera similar, tal construcción aparece,

sin embargo, como dudosa, porque la mera embriaguez

apenas merece una pena privativa de libertad. El principio

de culpabilidad puede, en todo caso, ser salvaguardado en

una interpretación conforme constitucionalmente, si se

169
Ídem.
170
Ídem.

104
exige una lesión del habitante. Se discute hace mucho, si se

niega el tipo en los casos en los cuales el autor se cerciora

antes de la ejecución del hecho, que no puede suceder un

peligro de la vida de las personas, porque nadie permanece

en la vivienda. Se podría decir con todo eso, que falta tanto el

injusto de la acción como también el injusto del resultado si el

autor no provoca objetivamente ningún riesgo peligroso y se

convence subjetivamente de la imposibilidad del peligro del

bien jurídico. A manera de conclusión JÖRG, establece que

los delitos de peligro abstracto no deben rechazarse en

general. Antes bien, estos pueden encontrar íntegramente su

justificación, si existe en el campo previo del perjuicio del

bien jurídico un comportamiento merecedor de pena y se

aprecian las particulares expresiones del principio de

culpabilidad. En vez de una crítica global hace falta un

análisis crítico de cada delito, en el cual, al lado de la forma

concreta del tipo, se incluya también el bien jurídico

protegido.

4.3.1.2 POSTURAS EN CONTRA DE LA TIPIFICACIÓN DE LOS

DELITOS DE PELIGRO

No se que poner aquí

Las conclusiones de Francisco Maldonado fueron estas:

105
1. La distinción tradicional entre delitos de peligro abstracto

y peligro concreto, hace que en ambos casos nos

encontremos ante construcciones que justifican la

proscripción penal de determinadas conductas en razón a

que generan un resultado de peligro. Este resultado es en

el primer caso presumido por el legislador, mientras que en

el otro debe ser afirmado en concreto.

2. La técnica legislativa de la presunción, tanto “iure et de

iure” como “iuris tantum”, no son aceptables en derecho

penal, por vulnerar garantías consideradas básicas.

3. En el concepto de peligro abstracto se confunden

diversas categorías de conductas, incluyendo aquellas en

las que el fundamento de su consideración radica en una

apreciación estadística, general –abstracta- del legislador

acerca de la probabilidad que detentan de producir un

resultado de peligro como aquellas conductas que por si

mismas aparecen como aptas para producirlo (conductas

peligrosas).

4. Para distinguirlas se hace necesario conceptualizar

claramente los conceptos de peligro y peligrosidad, lo que

sólo puede llevarse a cabo mediante un juicio de

apreciación de carácter objetivo. El primero concepto (el

peligro) es un resultado que debe ser afirmado ex–post

mientras que el segundo (la peligrosidad) es una cualidad


106
o atributo de una conducta que necesariamente se precisa

ex–ante.

5. Sobre esta base, los llamados “delitos de peligro” son

delitos de “peligrosidad” (acción peligrosa) o de resultado

de peligro, debiendo ambos juicios afirmarse en concreto

de manera objetiva. No puede fundarse ninguna

imputación penal sobre la base de juicios de probabilidad,

sea que recaigan sobre el “peligro” o sobre la

“peligrosidad” de la conducta, por cuanto las

consecuencias de este procedimiento vulnera los

principios de lesividad y de culpabilidad.

6. La posibilidad de justificar la sanción de los delitos de

peligrosidad depende en la actualidad no sólo del

contenido que se atribuya al injusto penal, sino más bien a

la forma como se conciba que éste incide en la función

protectora de bienes jurídicos.

7. Desde este punto de vista quienes –hoy

mayoritariamente- sostienen una tesis dualista de lo injusto

deberán rechazar la idea de punición de conductas en

base a su sola peligrosidad, a menos que se conciba la

afectación (por lesión o peligro) de algún interés diverso,

cumpliendo las exigencias de merecimiento y necesidad.

Parte de la doctrina, en todo caso, asume

excepcionalmente, su punición por razones de prevención,


107
en el ámbito de la tentativa del delito, donde cobra especial

relevancia, para estos efectos, la configuración del dolo

(como elemento transitivo hacia la lesión). Por su parte,

quienes sostienen una construcción dualista “intermedia”

aceptan mayoritariamente su punibilidad, como delitos de

peligrosidad.

8. Bajo tales supuestos no queda otra opción que afirmar

que en dichos esquemas se acepta la legitimidad de las

figuras de peligrosidad, ya sea directamente o en atención

a su reconocimiento “excepcional”. Tarea pendiente es

desarrollar una adecuada coordinación entre las

argumentaciones que aceptan excepcionalmente su la

punibilidad de conductas peligrosas y el principio general

que recurre, al menos formalmente, a la exigencia de un

resultado de peligro, como supuesto “mínimo

indispensable” de legitimidad. Ello pasa por una adecuada

descripción de los presupuestos que deben exigirse para

entender que existe una relación que implica afectar el

bien jurídico tutelado, que se haga cargo de explicar cómo

ello se alcanza con la sola afirmación de la

peligrosidad del comportamiento. Ello excede los objetivos

que nos hemos propuesto en este lugar.

9. En el otro extremo, las tesis monistas más extremas -

minoritarias en la actualidad- justifican la sanción de


108
conductas respecto de las cuales no se afirma siquiera el

juicio de peligrosidad, como sucede con las tesis

funcionalistas extremas, esta vez, por no considerar

relevante el bien jurídico ni su lesividad.

10. Desde esta perspectiva, es absolutamente mayoritario

hoy en día el exigir un juicio concreto de peligrosidad sobre

la conducta, ya sea que éste haya sido incorporado en

diversos elementos de la descripción típica o deba ser

requerido por la vía de la interpretación dogmática 171, como

base mínima para llegar a aceptar la punibilidad de todas

las figuras que son agrupadas bajo el tradicional concepto

de delitos de peligro abstracto. Se excluyen en todo caso

de la esfera mayoritaria, las figuras que no cumplan dicha

condición, como los denominados delitos por acumulación,

de preparación o de intensión, en su caso.

11. En algunos casos se exige adicionalmente para la

legitimidad de la punición –por el principio de lesividad- un

resultado de peligro (asumiendo en este caso sólo la

legitimidad de la sanción de los delitos “de peligro” y no de

los “de peligrosidad”) o un concepto equivalente a la

potencialidad peligrosa o lesiva ex–post.

12. La exigencia de “peligrosidad”, “idoneidad lesiva” o el

“juicio de peligro”, según corresponda, en tanto exigencias


EN MALDONADO F. op cit. TORIO LOPEZ, Op. cit. pág. 831, 843 y 847; RODRIGUEZ
171

MONTAÑES, Op. cit

109
materiales de justificación, pueden ser requeridas por la

vía interpretativa172.

TÍTULO III

172
En F MALDONADO. Op cit. TORIO LOPEZ, Op. cit. pág. 831, 843 y 847.

110
5. DELITO DE CONDUCCIÓN EN ESTADO DE EBRIEDAD:

Comentaba, RODRÍGUEZ173, estos últimos días, la prensa se ha sensibilizado

con los accidentes de tránsito que han provocado la muerte de numerosas

personas, producto, mayormente, de la conducción de vehículos en estado de

ebriedad. El tema en sí mismo no es muy novedoso, puesto que en ciudades

como Lima, este tipo de hechos ocurre con mucha frecuencia. Hay que tener

presente que la conducción de vehículos motorizados es un fenómeno de

masas, por lo tanto si participan en él un gran número de ser humanos hay que

esperar también un gran número de infracciones de tránsito, sobre todo si la

adaptación a unas condiciones circulación modificadas se ha de verificar en un

tiempo relativamente corto174. La utilización de los automóviles se ha convertido

en nuestra sociedad postmoderna en una necesidad impostergable, nadie

podría ser capaz de imaginarse la vida cotidiana sin el empleo de los autos, que

ya son parte de la sociedad en general; en otras palabras, su uso resulta

beneficioso para el ser humano en la gran mayoría de casos. Sin embargo, el

empleo de dichas maquinas genera per se un riesgo para el ser humano, el

mismo que tampoco es cuestionado, pero es un riesgo que la sociedad en su

conjunto tolera por los múltiples beneficios y facilidades que ello le aporta al

desarrollo de la misma175.
173
RODRÍGUEZ DELGADO, Julio A. Delitos cometidos mediante el empleo de vehículos,
información obtenida: https://
174
Tomado de Gladys Nancy ROMERO, El delito imprudente y los accidentes de tránsito, en
Revista de Derecho Penal, Delitos Culposos, Editorial Rubinzal-Culzoni, Tomo I, Buenos Aires
2002, página 185.
175
Se puede consultar ROMERO, Gladys Nancy, ob. cit., 2002, página 187. En Rodríguez, Delitos
cometidos mediante el empleo de vehículos. Op. cit.

111
El motivo del trabajo, es explicar el delito que deviene de la conducción en

estado de ebriedad y las razones por la que este no debe ser considerado como

un delito. Hemos visto que el mismo hecho de la conducción es un riesgo que

es asumido por la sociedad, ahora hablaremos de la consideración del delito y

de sus aspectos más resaltantes.

5.1 DELITO DE CONDUCCIÓN EN ESTADO DE EBRIEDAD

Como todo delito, requiere de la presencia del elemento objetivo y

subjetivo. Hay que tener presente que se trata de un tipo penal de

peligro. Lo que significa que, el legislador ha adelantado las barreras

punitivas para establecer un mayor ámbito de protección para el bien

jurídico, cuando las formas imprudentes no alcanzan a proteger ese

ámbito que el legislador estima necesario tutelar. Los delitos de

peligro se subdividen en delitos de peligro concreto y delitos de

peligro abstracto. En los primeros, se exige una efectiva puesta en

peligro del bien jurídico objeto de protección. Mientras que en los

segundos, se exige una peligrosidad general para determinados

bienes jurídicos, o en su caso la idoneidad para la producción de un

determinado resultado; es decir, que la conducta desplegada por el

autor sea adecuada para producir el resultado lesivo en el bien

jurídico objeto de protección por la norma penal. Aunque en el caso

concreto se corre el peligro de que el peligro se presuma, relevando

al juez de la necesidad de constatar su presencia en cada caso en

particular176. Por ello, las formulas de peligro abstracto muchas veces


176
En Rodríguez, citando a CARMONA SALGADO, C., y otros., ob. cit., 1997, página 178.

112
vulneran garantías constitucionales y penales elementales

(verbigracia presunción de inocencia, principio de mínima

intervención, principio de legalidad, principio de culpabilidad, entre

otros). Como ejemplo de peligro concreto, HEFENDEHL 177, coloca el

siguiente supuesto si una persona conduce bebida y, después de

observar cómo un ciclista se cruza directamente en su trayectoria,

consigue en el último segundo con un giro de volante esquivar a

éste, puede ser condenado por un delito de peligro concreto. Un caso

de delito de peligro abstracto, en este mismo ámbito, podría venir

referido a la conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas sin

provocar una situación crítica, es decir, cuando uno conduce en un

grave estado de ebriedad y sin embargo no produce una situación

crítica.

El tipo penal en análisis, indiscutiblemente, es una fórmula de peligro

abstracto en la cual el legislador no exige la materialización fáctica

del peligro, y por ende se produce un adelantamiento considerable

de las barreras punitivas. Este adelantamiento de las barreras

punitivas, acarrea los problemas arriba señalados, por lo que dentro

de una rigurosa concepción de Derecho penal garantista esta forma

de tipificación lesiona las bases de un Derecho penal en un Estado

Social y Democrático de Derecho. El tipo penal exige para su

configuración de una conducta consistente en conducir o maniobrar

177
HEFENDEHL, Roland “¿Debe Ocuparse el Derecho Penal de Riesgos Futuros?” en Revista
Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, RECPC 04-14 (2002) _ http://criminet.ugr.es/recpc.

113
un vehículo motorizado178, bajo los efectos de alcohol o de drogas. Al

ser un tipo de peligro abstracto y alternativo, no se requiere la

presencia del peligro material, y menos aún un resultado lesivo, la

mera conducción sobre el límite legal permitido de alcohol en la

sangre configura la tipicidad positiva. Aunque, debe tener presente el

juzgador un criterio individual y circunstancial aplicable siempre, en el

caso concreto, como lo pueden ser, cantidad de alcohol ingerido,

edad del conductor, tipo de vía por la que circulaba, hora en la que

conducía, velocidad a la que conducía, entre otras. Todo ello, con la

intención de hacer del tipo penal en la aplicación práctica un tipo

penal de peligro concreto179.

5.1.1 ANTECEDENTES LEGISLATIVOS.-

Se puede comentar que su inicio en la regulación fue en el año

1924, que en el artículo 392° prescribía 180: “Será reprimido con

multa de dos soles a cinco libras y prisión de dos a treinta días o

con una sola de éstas penas: En general, el que con actos de

cualquier naturaleza originase un peligro de daño personal que

puedo ser fácilmente previsto”.

Hay un elemento genérico en el tipo penal vinculado con la

producción de un daño a la persona no especificando su causa,

sólo menciona actos de cualquier naturaleza, creemos que se


178
En RODRIGUEZ, op cit pag. 22
179
Ídem.
180
Información obtenida el 20 de Julio del 2013, en la World Wide Web:
http://www.pnp.gob.pe/direcciones/dirseg/biblioteca/Investigacion%20de%20Delitos/Delitos%20de
%20peligro%20comun/Delitos%20de%20Peligro%20comun.pdf

114
trata de una redacción insuficiente toda vez que tanto la

determinación de las causas y efectos de tales actos también

pueden ser diversos. En un momento ante el desarrollo de la

sociedad pudo haberse hecho uso de esta tipificación, pero para

la gravedad del ilícito, se necesita más que una multa, sino pena

privativa de libertad y también ciertas circunstancias que se

desempeñen como agravantes de la lesión al bien jurídico. Este

tipo penal es muy genérico, amplio e impreciso, si bien es cierto

podía incluirse como lo comentamos el llamado delito de

conducción por estado de ebriedad, pero al mismo tiempo podía

cubrir otros bienes jurídicos. Dicha descripción típica, era la

contenida en el título V correspondiente a las “Faltas contra la

seguridad en general”.

Posteriormente se procede a regularse en el código penal de

1991, en el Art. 274°, se señalaba que: “El que conduce vehículo

motorizado en estado de ebriedad o drogadicción será reprimido

con prestación de servicio comunitario no mayor de 20 jornadas e

inhabilitación conforme al artículo 36° inc. 7, hasta por seis

meses”.

En lo referido a la penalidad, no se considera la privación de

libertad, y la multa tampoco es considerada como parte de la

infracción administrativa correspondiente limitándose a sancionar

la conducta con la prestación de servicio comunitario e

115
inhabilitación, tampoco considera las circunstancias agravantes.

Procede a modificarse el presente artículo con la Ley 27054, del

23 de Enero de 1999, prescribiéndose: “El que encontrándose en

estado de ebriedad o drogadicción conduce, opera o maniobra un

vehículo motorizado, instrumento, herramienta, máquina u otro

análogo, será reprimido con pena privativa de libertad no mayor

de un año e inhabilitación según el artículo 36°, inc. 6 y 7”, al

respecto comentaba AVALOS, Carlos181, que no hay que ser muy

analíticos para notar las diferencias. En un principio únicamente

se prohibía la conducción de un vehículo motorizado, ahora se

prohíbe “conducir”, “operar”, “maniobrar”, pero no sólo un

vehículo motorizado, sino también un “instrumento”,

“herramientas”, “máquina” e incluso “otro análogo”. Mediante la

redacción primigenia del artículo 274° se buscaba asegurar que

el riesgo de afectación de los bienes jurídicos vida e integridad

corporal de la persona en el tránsito motorizado no se incrementa

por razones de conducción en estado de ebriedad o drogadicción

hasta alcanzar magnitudes que ya no podrían ser ni jurídicamente

ni socialmente permitidas. No obstante, innumerables heridos y

muertos producto de accidentes que tenían su origen en el

estado de ebriedad de los conductores de vehículos motorizados

se encargarían de demostrar que la fórmula de anticipación de


181
ÁVALOS RODRÍGUEZ, C. Carlos “El Delito de Conducir, Operar o Maniobrar en Estado de
Ebriedad o Drogadicción” en Revista de Ciencias Penales Número 11- URQUIZO OLAECHEA,
José (Dir.) Idemsa, Lima, 2002 pp.113-143

116
tutela penal contenida en el artículo citado había fracasado, ya

que no lograba prevenir adecuadamente el surgimiento de

riesgos no permitidos consustanciales al estado de ebriedad o

drogadicción de la manera como se había programado

normativamente. Sobre esta cuestión, el autor citado manifiesta

que el principal medio para lograr que las personas no creen

riesgos prohibidos para los bienes jurídicos penalmente

protegidos no se encuentra en la agravación de la calidad o

cantiad de sanción conminada, sino en la sensación de seriedad

de la conminación penal, lo que se logra mediante la certeza y

prontitud en la aplicación de las consecuencias jurídico penales

legalmente previstas. En esta perspectiva, la idoneidad del

derecho penal para alcanzar niveles razonables de eficacia en la

protección de bienes jurídicos con la nueva redacción del artículo

274°, no pasa por la agravación del marco penal, sino por la

eficacia en la persecución; responsabilidad que le incumbe a la

policía nacional, al ministerio público y al poder judicial, de la

misma forma que a los ciudadanos que deben ser quienes

colaboren llevando la noticia criminis.

Se comenta además que posterior a esta ley, se modificó

nuevamente mediante la Ley 27753, publicada el 09 de Junio del

2002, estableciéndose lo siguiente:

117
Artículo 274°.- Conducción en estado de ebriedad o

Drogadicción

El que encontrándose en estado de ebriedad, con presencia de

alcohol en la sangre en proporción mayor de 0.5 gramos-litro, o

bajo el efecto de estupefacientes, conduce, opera o maniobra

vehículo motorizado, instrumento, herramienta, máquina u otro

análogo, será reprimido con pena privativa de la libertad no

mayor de un año o treinta días-multa como mínimo y cincuenta

días-multa como máximo e inhabilitación, según corresponda,

conforme al artículo 36°, incisos 6 y 7. Cuando el agente presta

servicios de transporte público de pasajeros o de transporte

pesado, la pena privativa de libertad será no menor de uno ni

mayor de dos años o cincuenta días-multa como mínimo y cien

días-multa como máximo e inhabilitación conforme al artículo 36°

incisos 6 y 7."

TABLA DE ALCOHOLEMIA

1er Periodo: 0.1 a 0.5 g/l: subclínico.

No existen síntomas o signos clínicos, pero las

pruebas psicométricas muestran una prolongación

en los tiempos de respuesta al estímulo y posibilidad

de accidentes. No tiene relevancia administrativa ni

penal.

118
2do Periodo: 0.5 a 1.5 g/l: ebriedad.

Euforia, verborragia y excitación, pero con

disminución de la atención y pérdida de la eficiencia

en actos más o menos complejos y dificultad en

mantener la postura. Aquí está muy aumentada la

posibilidad de accidentes de tránsito, por

disminución de los reflejos y el campo visual.

3er Periodo: 1.5 a 2.5 g/l: ebriedad absoluta.

Excitación, confusión, agresividad, alteraciones de la

percepción y pérdida de control.

4to Periodo: 2.5 a 3.5 g/l: grave alteración de la

conciencia.

Estupor, coma, apatía, falta de respuesta a los

estímulos, marcada descoordinación muscular,

relajación de los esfínteres.

5to Periodo: niveles mayores de 3.5 g/l: Coma.

Hay riesgo de muerte por el coma y el paro

respiratorio con afección neumonológica, bradicardia

con vaso dilatación periférica y afección intestinal.

119
Fuente:

http://www.congreso.gob.pe/comisiones/2001/justicia/ley277

53.htm.

Se modifica en el sentido que añade valores de drogas,

determinándose así la determinación del delito. Es así que el que

se encuentra en estado de ebriedad, en proporción mayor de

0.5gr por litro de sangre, o bajo el uso de estupefacientes,

conduce, opera o maniobra el vehículo motorizado, instrumento,

herramienta, máquina u otro análogo, será reprimido con pena

privativa de la libertad no mayor de un año o con 30 días de multa

como mínimo y 50 días de multa como máximo e inhabilitación,

según corresponda al artículo 36, inc. 6 y 7.

A consideración de un informe emitido por PNP 182, se establece

que, no se trata de cualquier acto que pueda originar un daño a

otros o de la sola conducción de un vehículo motorizado en

estado de ebriedad, se trata a grandes rasgos de una situación

de peligro colectivo generada por una acción humana por parte

de un sujeto que encontrándose en estado de ebriedad o

drogadicción. Asimismo señala, que la modificatoria comentada

agrega una modalidad agravada, en el caso de que el agente o

sujeto activo del delito se encuentre prestando los servicios de

transporte público de pasajeros o de transporte pesado. Es así


182
Información obtenida el 20 de Julio del 2013, en la World Wide Web:
http://www.pnp.gob.pe/direcciones/dirseg/biblioteca/Investigacion%20de%20Delitos/Delitos%20de
%20peligro%20comun/Delitos%20de%20Peligro%20comun.pdf

120
que, podemos apreciar que esta conducta pudo tenerse

considerada en las faltas contra la seguridad general en el código

Penal de 1924, pero posteriormente se consideró como un delito

de peligro común, sea como conducción de vehículo motorizado

en estado de ebriedad o drogadicción, siendo esta figura la más

apropiada para la protección.

Comentaba Julio A. Rodríguez Delgado, que se estaría

pensando incorporar una nueva modificación al artículo

estudiado, siendo el paradigma como sigue: artículo 274-A “El

que, a sabiendas, financie, facilite o autorice la prestación de

servicios con un vehículo de transporte público de pasajeros o de

transporte de mercancías, que no cuente con habilitación vigente

otorgada por la autoridad competente o su conducción por

persona no habilitada, será sancionado con pena privativa de

libertad no menor de tres ni mayor de cinco años (…)”. En primer

lugar, es una ley que se remite continuamente a normas

administrativas para determinar si la conducta es o no punible.

Cuando se refieren a la habilitación vigente, es decir, se funda el

injusto de la vigencia de la habilitación y la convierten en “fuente”

de peligro o de riesgos y será el financista o el empresario la

persona responsable. Pero, como desde el Derecho Penal se

crea la “sensación” de

121
que el problema se aborda realmente y que se mandará a la

cárcel a los (malos) empresarios y estos hechos no sucederán

más, entonces, el Estado se convierte en el genuino protector de

los ciudadanos. En realidad, el punto de referencia no es el

Derecho Penal, que le sirve al Estado para encubrir sus

deficiencias estructurales y de control. Estos deberes de control

son la esencia y probablemente el medio más eficaz para asistir a

un “cambio” en las opciones propias al transporte público. No

carguemos al ciudadano las obligaciones que el Estado tiene.

5.1.2 DEBATE SOBRE LA LEGITIMACIÓN DE LA TIPIFICACIÓN EN

EL CÓDIGO PENAL.-

5.1.3 ANALISIS DEL TIPO:

Se procederá a analizar, según los elementos de este tipo penal.

5.1.3.1 TIPO OBJETIVO.-

El delito de conducción en estado de ebriedad 183 o bajo

estupefacientes se encuentra regulado en el artículo 274°

del Código penal. La conducta típica está integrada por

dos elementos concurrentes:

1. El sujeto activo, tendrá que encontrarse en un estado

de embriaguez -en proporción mayor de 0.5 gramos-litro-

o bajo los efectos de estupefacientes, de ahí que se diga


183
REÁTEGUI SANCHEZ, James “Estudios de Derecho Penal Parte Especial” Lima, Jurista
Editores, 2009

122
que este delito sea considerado de propia mano o de

carácter especial; solo puede llevar adelante la conducta

típica el conductor del vehículo, sin admitir cualquier tipo

de intermediación: autoría mediata. Sin embargo, habría

que aclarar que el estado de embriaguez tendrá

relevancia para otros delitos en la medida en que el sujeto

activo (hombre de atrás-sobrio) desencadena su accionar

dentro de su ámbito de responsabilidad, e instrumentaliza

a un tercero, (hombre de adelante-ebrio) para cometer un

ilícito penal cualquiera184.

2. En dicho estado de embriaguez debe estar

conduciendo, operando o maniobrando un vehículo

motorizado, instrumento, herramienta u otro análogo (este

último componente típico debe entenderse como una

interpretación analógica). Por "conducir" debe entenderse

como el traslado de un vehículo de un sitio a otro,

manejando sus mecanismos de impulso y dirección, y que

el desplazamiento se produzca gracias al impulso del

motor. Con tal apreciación se deja sin relevancia penal el

caso de empujar un vehículo malogrado. Aunque no lo

mencione textualmente el tipo penal en estudio, como

exigencia se infiere, que dicha conducción habrá de

realizarse por vía, camino o superficie publica, en todo


184
Ídem.

123
caso, ello solo cobrara realidad normativa en la

circunstancia agravante.

5.1.3.1.1 Sujeto Activo.-

No se hace ninguna exigencia especial para poder

realizar el tipo como autor, cualquier persona puede

hacerlo. Nos encontramos ante un tipo penal de sujeto

agente indeterminado. Para la comisión del delito de

conducir185, operar o maniobrar en estado de ebriedad

o drogadicción no importará para nada que el sujeto

que realizó la conducta descrita en el tipo pueda tener

o no la licencia especial que en algunas ocasiones se

exige para desarrollar la actividad en cuyo ejercicio se

lesionó el bien jurídico seguridad pública. El tipo penal

se complementa tanto cuando el sujeto tiene licencia

hábil, como cuando la tiene pero se encuentra

suspendida, o cuando no la tiene por qué nunca la

tuvo, la está tramitando, caducó o porque le fue

cancelada; incluso, cuando se trate de una persona

que ha sido inhabilitada definitivamente para obtenerla.

El tipo penal se cualifica no en razón de que el sujeto

agente infringe un deber de cuidado que surge de la

autorización administrativa que tiene para conducir una

185
En AVALOS, op. Cit. pág. 121

124
determinada clase de vehículo, sino en atención al

peligro que se genera para la vida e integridad de los

pasajeros186 y a la especial gravedad que representa el

ataque de la seguridad pública con un vehículo pesado.

5.1.3.1.2 Sujeto Pasivo.-

Se señala a la sociedad en su conjunto como sujeto

pasivo, no se quiere decir que para reputar, cometido el

delito bajo análisis, se requiera la presencia de un

número de personas alta o medianamente

representativo. Para que el tipo se perfeccione bastará

que se haya creado un peligro no permitido para la vía

o integridad de una sola persona, en tanto se trata de

un integrante de la colectividad a cuya seguridad se

pretende proveer187.

5.1.3.1.3 Vehículo motorizado.-

El Decreto Supremo N° 033-2001-MTC, Reglamento

nacional de tránsito, señala que un vehículo motorizado

es aquel vehículo de más de dos ruedas que tiene

motor y tracción propia. AVALOS 188, también señala

que en lo que se refiere a vehículos motorizados, por

conducir se debe entender el comportamiento

186
Ídem.
187
En AVALOS, op. Cit. pág. 122
188
Ídem.

125
consistente en trasladar el vehículo de un lugar a otro,

mediante la fuerza propulsora de sus correspondientes

motores, con el manejo de sus mecanismos de

propulsión y dirección. Por maniobrar un vehículo de

motor se debe entender la utilización que se hace de

los mecanismos de dirección del artefacto para

trasladarlo de un lugar a otro, pero sin utilizar sus

motores como mecanismos de propulsión. Ahora es

difícil pensar en que estos puedan ser operados. La

infracción del mandato de determinación que importa la

introducción de los elementos instrumentó,

herramienta, máquina u otro análogo, impone como lo

más aconsejable solo fijar criterios generales respecto

de lo que sería conducir, operar o maniobrar. Sin

embargo, se debe notar que un sujete conduce cuando

desplaza n artefacto manejando los mecanismos de

dirección con dominio sobre sus mecanismos de

impulsión, opera cuando utiliza un artefactos para el fin

técnico para el que este ha sido diseñado y maniobra

cuando, cualquier que sea el empleo que haga del

artefacto, lo hace manualmente189.

5.1.3.1.4 Que se entiende por embriaguez?

189
Ídem.

126
La embriaguez, siguiendo a Obregón García 190 se define

como una intoxicación etílica aguda que afecta

transitoriamente, en mayor o menor medida, a las

facultades del sujeto y que, prima facie, no deja huella

permanente en el psiquismo; por ello es frecuente

referirse al alcoholismo como una forma ser y a la

embriaguez como una forma de estar. El fundamento de la

represión jurídico- penal de la embriaguez no radica tanto

en el hecho mismo de embriagarse que puede responder

a patrones sociales de tolerabilidad, sino el de

embriagarse en determinadas circunstancias (v. gr.

manejando un vehículo) que pueden lesionar o poner en

peligro los bienes jurídicos de los demás. El embriagarse

constituye, entonces un injusto penal por el peligro que el

autor, debido a la embriaguez, genera.

Según REATEGUI, se puede inferir tres posiciones

doctrinales, a efectos de determinar el alcance jurídico del

estado de embriaguez191, en el delito en cuestión:

• Para algún sector existe estado o influencia de embriaguez con la sola

concurrencia de la situación de ebriedad o ingesti6n de alguna otra sustancia por

el sujeto activo, llamamos a este "criterio literal del tipo".

190
En REATEGUI SANCHEZ, op cit. Citando a OBREGON GARCIA, Antonio;'Xa eximente de estado
de intoxication penal por consu-mo de alcohol u otras drogas" en: Revista de Derecho Penal y
Criminologia, 2° Epoca, N° 1, Madrid, 2000, pag. 278.
191
En REATEGUI. Op. Cit. pág.

127
• Para otros, en cambio exigen una cierta alteraci6n, mínima o grave,

sufrida en las facultades físicas o psíquicas del sujeto.

• Por último, existe una tercera position extrema, que afirma que debe

existir una repercusión ocasionada precisamente por la in-gesta de licor en la

forma concreta de conducir un vehículo.

En cuanto a su origen, la ebriedad puede originarse en

tres modalidades: la embriaguez fortuita o accidental,

cuando no es querida ni prevista por el agente, o

cuando llega a ella en base a deficiencias orgánica del

propio sujeto o desconoce las cualidades toxicas del

licor que ingiere, lo que hace descartar, en principio, la

presencia del dolo y la culpa o imprudencia. La

embriaguez voluntaria o culposa, en cambio, es

cuando el sujeto debía conocer los. efectos que le

produce la ingesta del licor, en este estado no es

responsable intencionalmente de sus actos a

posteriori, pero se le reprocha el hecho de que sabia y

debía prever los peligros de dicho estado, lo cual

genera un castigo reservado a través de conductas

culposas siempre y cuando exista tal posibilidad 192.

5.1.3.1.5 BIEN JURÍDICO PROTEGIDO.-

192
En REATEGUI, Op. Cit. pág. 135.

128
Usualmente se entiende protegida a la Seguridad

Pública en este tipo de delito, pero a consideración de

RODRIGUEZ193, la Seguridad Pública resulta un bien

jurídico de difícil definición, ya que es muy abstracto y

de contenido diverso, pues constituye un título que

prevé figuras de riesgo en general, pues el peligro que

le es inherente afecta a una colectividad o a un grupo

genérico e indeterminado de personas, aglomerados

bajo un capítulo denominado Delitos de Peligro Común,

que contiene tipos penales muy diversos y variados. No

obstante, se puede entender que el objeto de protección

de la norma en sentido específico es la Seguridad del

Tráfico, entendido como una parte de la seguridad

colectiva o pública. Sin lugar a dudas, la Seguridad del

Tráfico no es un fin en sí mismo, pues su protección es

un mero instrumento para evitar riesgos y ulteriores

lesiones de bienes jurídicos más importantes

(usualmente más graves, verbigracia la vida, la

integridad física, entre otros), que aun siendo

individuales se entiende su protección en sentido

colectivo194.

RODRÍGUEZ DELGADO, Julio A. Delitos cometidos mediante el empleo de vehículos. Op cit.


193

Consultado en Rodríguez, citando a CARMONA SALGADO, C., y otros., ob. cit., 1997, página
194

176.

129
Según AVALOS, el bien jurídico protegido es la

seguridad pública, entendida como el conjunto de

condiciones de interrelación social que garantizan que

los bienes jurídicos vida e integridad de la persona no

corran el riesgo de verse afectadas. En relación con el

bien jurídico seguridad pública, el delito de conducir,

operar o maniobrar en estado de ebriedad o

drogadicción se encuentra configurado como un delito

de lesión. Cuando el comportamiento prohibido

penalmente en el artículo 274° tiene lugar no se está

poniendo en peligro las condiciones de la interrelación

social que garantizan que los bienes jurídicos vida e

integridad personal no corran el riesgo e verse

afectados195, sino que se las está quebrantando; con

otros palabras, en este delito la seguridad pública no es

objeto de una simple puesta en peligro sino que es

lesionada.

5.1.3.2 TIPO SUBJETIVO.-

Para la configuración del delito, se exige la presencia del

dolo como elemento subjetivo. En este sentido, el dolo se

debe entender como consciencia y voluntad (aspecto

volitivo y cognitivo) de perpetrar el acto típico. A diferencia


195
En AVALOS, op. Cit. pág. 119.

130
de los otros tipos penales analizados, en el presente caso

el sujeto debe tener absoluta consciencia de realizar el tipo

penal. Por ello, nada impide que el agente pueda realizar

la conducta por dolo indirecto o por dolo eventual. En el

primer caso, el agente puede tener la intención de beber

alcohol para conducir más rápido, y llegar a tiempo a una

reunión social, siendo su intención el llegar en punto a esa

cita, no obstante sabe que para ello requiere beber

alcohol. En el segundo supuesto, -dolo eventual- el agente

puede beber alcohol, y confía que su organismo al

momento de conducir ya lo habría asimilado o por el

transcurso del tiempo el efecto ya habría cesado, y no

obstante conduce, y aún se encuentra bajo los efectos del

alcohol o de la droga196.

Se requiere de dolo, conocimiento y voluntad, pero se da

el caso también cuando el sujeto deliberadamente se

coloca en estado de ebriedad para cometer un hecho

punible (delito o falta), buscando una causa de exención o

de atenuación de su responsabilidad. Se trata, en otras

palabras de lo que técnicamente se denomina actio libera

in causa que tiene su origen en el Derecho canónico; es

decir, que el sujeto al momento de ocasionar el hecho

punible -la causa- faltaba el elemento voluntariedad, que

196
RODRIGUEZ, Op cit. pág. 24.

131
no era totalmente "libre"'197. La mayoría de autores

coinciden que en dicho estado, el sujeto es responsable

penalmente de sus actos, porque permite imputar hechos

realizados en situación de irresponsabilidad, bien sea con

el propósito de delinquir o bien si no tenía tal propósito,

cuando era previsible que en ese estado cometiera un

hecho punible.

5.1.3.3 TENTATIVA Y CONSUMACIÓN

El delito materia de análisis se consuma en el momento en

que se realiza el comportamiento peligroso consistente en

conducir, operar o maniobrar, en estado de ebriedad o

drogadicción, un vehículo motorizado. El hecho deberá

tenerse por consumado apenas se inicie el

comportamiento peligroso, o cuando el comportamiento

que inicialmente no lo era se torne en peligroso 198.

Para la consumación no basta que el sujeto haya

conducido, sino que es necesario que su conducta resulte

peligrosa. El delito que estamos estudiando, debe

considerarse como un delito de lesión respecto del bien

jurídico de seguridad pública, pudiéndose colocar una

197
En REATEQUI, Op. Cit.
198
En AVALOS, op. cit. pág. 140

132
pena a la tentativa. A consideración de AVALOS 199, la

consumación en el delito materia de análisis se prolonga

por todo el tiempo que dure el comportamiento de

conducir, maniobrar u operar, en estado de ebriedad o

drogadicción, en vehículo motorizado, instrumento,

herramienta, máquina u otro análogo, razón por la cual

tiene la calidad de permanente.

5.1.3.4 COMENTARIO SOBRE LA AUTORÍA y

PARTICIPACIÓN.-

En el diario Terra, se menciona la incidencia que está

teniendo el delito de conducción en estado de ebriedad, se

comenta que la pena privativa de la libertad es la máxima

sanción; sin embargo, existen otros castigos como son la

suspensión y la inhabilitación de la licencia de conducir”;

se remarcó además que para evitar los accidentes de

tránsito, producto del consumo de alcohol, el fiscal Ureta

Torres señaló que el Ministerio Público realiza

continuamente operativos inopinados de alcoholemia, a

través de las Fiscalías de Prevención del Delito 200, en

coordinación con la Policía Nacional del Perú, en diversos

distritos de la capital y a nivel nacional organizándose 2 mil


199
Ídem.
200
Información obtenida el 23 de Junio del 2013: http://noticias.terra.com.pe/nacional/conducir-en-
estado-de-ebriedad-se-sanciona-con-
prision,c6caf1fdbf27f310VgnVCM10000098cceb0aRCRD.html

133
731 operativos de control vial; 2 mil 399 de “Tolerancia

Cero”; mil 547 de alcoholemia y 310 de sensibilización en

el 2013. A pesar de los intentos de la fiscalía

conjuntamente con la policía aún se dan este tipo de

accidentes, bajo los efectos del alcohol.

Pero quien es el autor, en este tipo de delitos, se habla de

autores indeterminados, cuando no se necesita de una

cualidad especial, para que el tipo quede realizado, solo

basta que una persona conduzca bajo cierto estado- que

previamente haya consumido alcohol o que haya ingerido

alguna sustancia que le imposibilite su normal desempeño-

creando así una exposición del bien jurídico tutelado, en

este caso, lesiones o la vida de una tercera persona, a

parte de la propia de ser el caso.

El autor de este delito, es cualquier que este bajo la

influencia del alcohol en exceso de 0.5 gramos litros.

5.1.4 CUESTIONES PROCESALES

5.1.4.1 PROCEDIMIENTOS ESPECIALES.-

Ante la comisión de un hecho delictivo, teóricamente se

presentan dos alternativas; el principio de legalidad por

una parte configurándose en la búsqueda del Estado para

sancionar un delito, sin tener alguna excusa, siendo

134
irretractable e inevitable, ya que se busca que alguien

pague por el delito cometido y por otro lado existen otros

mecanismos especiales, que contribuyen a la aplicación de

una sanción, pero cada una con sus características, por

ejemplo el principio de oportunidad, mediante el cual se va

poder elegir mediante en que casos se va a ejercer el ius

puniendi del estado y en casos no, en lo relativo a la

imposición de una pena, ya que se va a observar a los

órganos estatales a fin de que se vea la utilidad social.

Ahora, se la justificación esta en que los procesos

especiales, vienen a desembocar en resoluciones que

vienen a ser equivalentes funcionales, por que atienden a

la solución del conflicto. Asimismo, representan una

contribución a la racionalización de los recursos del

sistema; es decir son modos de solución de conflictos, en

relación a lo que implica llevar la causa en un juicio.

Procedemos a comentar el principio de oportunidad.

5.1.4.1.1 APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE OPORTUNIDAD:

135
5.1.4.1.1.1 CONCEPTO.- Para COLPAERT ROBLES201,

Juan Reimer, citando a Butrón Baliña, establece

que el principio esta referido a las facultades y

límites de los poderes públicos, a las facultades

de actuación del órgano de la acusación pública

en el ámbito del proceso; por tal motivo no están

comprendidos en el principio de oportunidad las

distintas manifestaciones de disponibilidad

procesal que pueden corresponder al ofendido o

al inculpado. De la Oliva Santos, plantea una

definición semejante haciendo hincapié en la

limitación discrecional que tiene el Ministerio

Público para la aplicación de principio de

oportunidad, con lo que hace referencia a la

oportunidad pura y a la reglada, es decir, pura

cuando el Ministerio Público es libre para

formular o no la acusación y los términos en que

pude hacerlo, y reglada cuando, sobre la base

generalizada del principio de legalidad, se

admiten por excepción facultades de

oportunidad202.
201
COLPAERT ROBLES, Reymer Juan. El principio de Oportunidad en el nuevo código procesal
peruano. Información obtenida el 27 de Julio del 2013 [on line]:
http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/articulos/a_20110807_01.pdf
202
Ibídem. BUTRON BALIÑA, Pedro M. La conformidad del acusado en el proceso penal. Mc
GRaw Hill Madrid, 1998, p; ág. 51; DE LA OLIVA SANTOS, Andrés. Derecho procesal penal.
Madrid, 2000. Pág. 21

136
Según lo expresado por Víctor Cubas

Villanueva, el principio de oportunidad es un

mecanismo de simplificación del procedimiento,

es decir una opción para la obtención de una

solución al caso a través de procedimientos

menos complejos que el procedimiento

común203.

Se relaciona con la visión del delito como

conflicto y con las teorías relativas de la pena,

dando paso a la idea de alternativas frente a la

pena, priorizando la solución real –no simbólica-

del conflicto. Este criterio de selectividad

denominado principio de oportunidad es una

excepción del principio de legalidad. La

oportunidad en ordenamientos procesales como

el nuestro, se encuentra reglada, es decir sólo

se puede aplicar a algunos delitos, en función de

que afecten levemente el interés social y bajo

determinados presupuestos.

El principio de oportunidad, se caracteriza, por

que es potestad del fiscal, el ejercerla, tiene que

203
CUBAS VILLANUEVA, Víctor. Criterio de Oportunidad y procesos especiales. Obtenido el 27 de
Julio del 2013 en la World Wide Web:
http://www.mpfn.gob.pe/escuela/contenido/actividades/docs/2064_3_salidas_alternativas_y_celerid
ad_procesal.pdf

137
estar expresamente en la ley, tiene que ser

taxativo, las decisiones que emanen del

acuerdo, serán tomadas como cosa decidida,

implica su aplicación la no continuación de la

investigación preparatoria y la persona reconoce

su falta, por lo que ser renuncia al principio de

presunción de inocencia.

5.1.4.1.1.2 Fundamentos.-

 Escasa relevancia social de la infracción.

 Escasa entidad del daño social producido.

 Político, ya que descongestiona el sistema

judicial.

 Consecución de la justicia material a cambio de la

justicia formal.

Además de verse justificado por las razones

señaladas precedentemente, su objetivo es la

descriminalización204, un reconocimiento rápido y

efectivo de la víctima y la efectividad en el sistema

penal. Siendo los beneficiarios de este principio el

agraviado, ya que accede rápidamente a la

reparación del daño sufrido; al imputado, ya que este

204
Ídem.

138
resuelve de manera pronta su situación no teniendo

que enfrentar un proceso penal; la sociedad, ya que

se estaría resolviendo armoniosamente un conflicto;

el sistema de administración de justicia, ya que se

estaría descongestionando el despacho judicial con

ahorro y tiempo de recursos.

5.1.4.1.1.3 SUPUESTOS DE APLICACION.- Acorde con

El artículo 2° del Código Procesal Penal establece tres supuestos para la

aplicación del Principio de Oportunidad:

a.- Agente afectado por el delito (Inciso 1° art.2°):

Es el caso del “infractor-víctima” o agente que resulta víctima del delito que

cometió pudiendo ser doloso o culposo para aquellos de mediana y mínima

lesividad social; determinando la falta de interés público de punición, no requiere

reparar el daño debido a que el autor ha sufrido una afectación grave sobre sus

propios bienes jurídicos o su futuro entorno familiar.

139
b.- Mínima Gravedad del Delito (Inciso 2°):

Que los delitos “insignificantes” o denominados de bagatela cuya

reprochabilidad es escasa y cuando el bien jurídico se protege es de menor

relevancia pudiendo ser doloso o culposo, pero se requiere que la pena

mínima no supere los 2 años de pena privativa de la libertad, no afecte

gravemente el actuar público ni el agente sea funcionario público que genera

en la comisión del hecho delictuoso en ejercicio de sus funciones; se

fundamenta en políticas descriminalizadoras y efectivo instrumento procesal

penal.

c.- Mínima Culpabilidad del Agente (Inciso 3°):

Está referida a la autoría o participación mínima

del agente en la comisión del ilícito penal. La

mínima culpabilidad del autor debe valorarse

atendiendo los casos que la ley faculta

disminución de pena por consideraciones

personales del autor o el hecho que se investiga;

no es procedente si el autor es funcionario

público que delinquió en ejercicio de su cargo.

140
3. Hipótesis

No debería mantenerse, en virtud que esta regulación afecta los principios

limitadores del Ius Puniendi Estatal, y no cumple con los fines preventivos de la

pena.

4. Variables

4.1. Variable dependiente:

 Delito de Conducción de Vehículo en Estado de Ebriedad

4.2. Variable independiente:

 Principios Limitadores del Ius Puniendi Estatal.

 Fines Preventivos de la Pena.

5. Objetivos.

5.1. Objetivo General.

 Determinar si debe mantenerse o no la regulación del delito de

conducción de vehículo en estado de ebriedad tipificado en el

artículo 274° del Código Penal Peruano

5.2 Objetivos Específicos.

 Analizar los principios limitadores del Ius Puniendi en la

tipificación del delito de conducción de vehículo en estado de

ebriedad.

141
o Estudiar los fines preventivos de la pena en la tipificación

del delito de conducción de vehículo en estado de

ebriedad.

o Establecer la línea de argumentación de la doctrina

respecto a la legitimidad de la tipificación del delito de

conducción en estado de ebriedad.

o Analizar los efectos y alcances de la aplicación del

principio de oportunidad en los delitos de conducción de

vehículo en estado de ebriedad.

o Realizar un análisis del derecho comparado respecto a la

tipificación del delito de conducción de vehículo en estado

de ebriedad.

6. MATERIALES Y MÉTODOS.

6.1. Material de Estudio.

 Población

o La población está constituida por las actas de principio de

oportunidad por las que se ha concluido los procesos por el delito de

conducción de ebriedad en el Ministerio Público.

 Muestra.

142
o Actas de principio de oportunidad por las que se ha concluido los

procesos por el delito de conducción de ebriedad en el año 2012 en

el Ministerio Público del Distrito Judicial de la Libertad.

6.2. Métodos.

6.2.1. Métodos Generales.

A) Deductivo.

Este método implica partir de bases o datos generales para

llegar a una conclusión particular, utilizaremos el método

deductivo para analizar diversas aristas de la problemática

planteada como lo es el mantenimiento de la regulación del

delito de conducción en estado de ebriedad del Código

Penal Peruano.

B) Inductivo.

A partir de éste método se partirá de datos particulares para

llegar a una conclusión general, esto se aplicará en la

medida del estudio de las posturas de la doctrina sobre la

legitimidad de la regulación del delito de conducción en

estado de ebriedad.

143
6.2.2. Métodos Especiales.

A) Análisis.

A través de éste método se podrá estudiar descomponiendo

cada uno de los elementos que configuran la problemática

sobre la legitimidad de la regulación del delito de

conducción en estado de ebriedad.

B) Síntesis.

En aplicación del método Sintético se podrá deconstruir

todos los elementos que fueron analizados particularmente,

a fin de llegar a conclusiones que nos permitan una visión

integral del estudio de la problemática de la regulación del

delito de conducción en estado de ebriedad.

6.2.3. Métodos Particulares.

A) Hermenéutico.

Este método será de vital importancia en el desarrollo de la

presente tesis, pues a partir de la interpretación sistemática

de los textos legales, la opinión de la doctrina, la

jurisprudencia, podremos no sólo conocer las posiciones

respecto a la problemática planteada, sino también los

alcances de la solidez, debilidad y lógica de su

interpretación y argumentación de la legitimidad de la

regulación del delito de conducción en estado de ebriedad.


144
7. Diseño de Contrastación de Hipótesis.

Corresponde a una investigación descriptiva simple y se aplicará la

fórmula siguiente:

ESQUEMA

M O

1 1

Donde:

M Tipo Penal de Conducción de Vehículo en Estado de Ebriedad


1

O1 Principios Limitadores del Ius Puniendi Estatal y Fines

Preventivos de la Pena.

7.3. Técnicas de Investigación.

1.3.1. Para recolectar información.

i. Técnica del Fichaje.

145
Para acumular de manera ordenada y selectiva el contenido de la

información de libros, revistas especializadas consultadas y poder llevar un

fichero de registro.

ii. Archivos.

Consistentes en documentales referidas a los procesos culminados en

aplicación de acuerdos reparatorios, principio de oportunidad y

terminaciones anticipadas, sobre Conducción de Vehículo en Estado de

Ebriedad.

7.3.2. Instrumentos de Investigación.

Para Recolectar Información.

A) Fichas de Registro.

I. Bibliográficas: se refieren al autor y a su obra.

II. Hemerográficas: para el registro de revistas y

periódicos.

B) Fichas de Investigación.

i. Ficha Textual: para la trascripción literal de un

pensamiento o idea.

ii. Ficha de Resumen: presentan la información

esencial y básica en forma condensada.

146
iii. Ficha de comentario: representa el aporte del

lector y pone de manifiesto su creatividad. Es la

más valiosa para el estudio y sobre todo para la

redacción del trabajo.

iv. Fichas combinadas o mixtas: Con fichas

textuales más resumen y ficha textual más

comentario.

8. RESULTADOS

9. DISCUSIÓN DE RESULTADOS

10. CONCLUSIONES

147

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