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MARCO INTRODUCTORIO

INTRODUCCIÓN

El presento trabajo de investigación trata sobre la exposición al peligro en


el tránsito terrestre según el código procesal penal paraguayo, debido al
incremento de muertes, lesiones y daños producidos por la circulación en
todo el país, que son hechos conocidos por los integrantes de la sociedad
aunque nos afecte directamente, no se toma conciencia de la
envergadura del problema. Se mencionan como causas que coadyuvan a
la producción del accidente, el factor humano, los que se derivan del
estado del vehículo, la situación de las rutas, el otorgamiento de licencias
para conducir concedidas sin responsabilidad por ciertos municipios, los
controles insuficientes, el descuido de la víctima, etc. El derecho penal
abstracto cobra vida a través de la Jurisprudencia en los casos referidos a
los accidentes de tránsito.
El incremento de muertes, lesiones y daños producidos por la circulación
en todo el país, son hechos conocidos por los integrantes de la sociedad
aunque, salvo que nos afecte directamente, no se toma conciencia de la
envergadura del problema. Se mencionan como causas que coadyuvan a
la producción del accidente, el factor humano, los que se derivan del esta-
do del vehículo, la situación de las rutas, el otorgamiento de licencias para
conducir concedidas sin responsabilidad por ciertos municipios, los con-
troles insuficientes, el descuido de la víctima, etcétera. El derecho penal
abstracto cobra vida a través de la Jurisprudencia en los casos referidos a
los accidentes de tránsito.

Se trata de una investigación descriptiva, se presentará como un


resultado de una investigación realizada sobre la Exposición al Peligro en
el tránsito terrestre, cuyo objetivo principal es conocer los requisitos
para la configuración del hecho punible y las consecuencias que genera
en todos los aspectos

En el trabajo expuesto a continuación, se presenta el resultado de una


investigación realizada dentro del ordenamiento jurídico paraguayo, sobre
el citado hecho punible. Se halla estructurado en cinco capítulos; el
primero se refiere al marco introductorio, el segundo al marco teórico, el
tercero al diseño metodológico, un cuarto capítulo se refiere a discusión y
resultados, y por ultimo un sexto capítulo se exponen conclusiones y
recomendaciones
CAPÍTULO I EL TEMA DE INVESTIGACIÓN

I.1. Planteamiento y delimitación del problema


El derecho penal abstracto cobra vida a través de la Jurisprudencia en los
casos referidos a los accidentes de tránsito y sus consecuencias. La
determinación de los presupuestos objetivos del tipo del art. 217 inc. 1º
del Código Penal paraguayo, "Exposición a peligro del tránsito terrestre",
conduce a un problema probatorio. Sobre la exposición al peligro del
tránsito terrestre, la ley señala que se da cuando un conductor maneja un
vehículo en estado de ebriedad, carece de licencia de conducir o cuando
existe una prohibición legal. La mayoría de los casos en los que la
Fiscalía imputa por este delito son porque el autor manejó alcoholizado un
vehículo.

En el ámbito Jurídico:

En referencia específica al tráfico rodado o tránsito, la doctrina ha


entendido que no puede pensarse a este bien jurídico como algo a lo que
pueda lesionarse directamente, no pudiendo concretarse como un objeto
material determinado. Resulta pues que el legislador ha entendido que
ante la imposibilidad de lesionar el bien jurídico, éste puede ponerse en
peligro, e indirectamente generar la elevación del riesgo de que se
produzcan daños a bienes jurídicos determinados de manera mediata o
indirecta (vida, integridad corporal, etc.).
En el ámbito Social:

La conducción automovilística se ha convertido en un fenómeno de


masas y eso hace que comportamientos negligentes, o simplemente
imprudentes, que en otros ámbitos apenas tienen repercusión social,
tengan enorme trascendencia en la circulación por el potencial destructor
que implican y la gravedad de los daños que puedan producir. 

En el ámbito económico

Los accidentes de tránsito constituyen una de las causas de muerte más


frecuentes en el país, y generan gastos al sistema de salud, que se podría
utilizar a otros fines

En el ámbito Personal;

La seguridad del tránsito es solo un segmento particular de la seguridad


pública general y se encuentra vinculada estrechamente al sentimiento de
confianza de la población, en el sentido de no verse expuesta a hechos
de violencia física o a acciones delictivas de otra índole en el transcurso
de la vida cotidiana. Es un ámbito aplicado al individuo de todo cuanto
acontece en el ámbito social

FORMULACIÒN DEL PROBLEMA

¿Cuáles son los requisitos para la configuración en el delito de Exposición


a peligro del Tránsito Terrestre, sanciones de sus consecuencias?
Preguntas de investigación

1- Es posible que una persona conduzca un vehículo estando


alcoholizado?

2- Es posible conducir un vehículo sin la licencia correspondiente?

3- Cual es el grado de responsabilidad del propietario que tolera su


utilización estando en conocimiento?

4- Cuales son las Consecuencias del delito de exposición a Peligro de


Tránsito terrestre especificar ámbitos Jurídicos, Social, Económico y
Personal.?

I.2. Objetivos de la Investigación

I.2.1. Objetivo General

Conocer los requisitos para la configuración en el delito de Exposición a


peligro de la Tránsito Terrestre.-
I.2.2. Objetivos Específicos
Identificar.

a) La posibilidad de conducir.

b) Cual es la posibilidad de conducir sin los requisitos administrativos.

c) Identificar el grado de responsabilidad.

e) Identificar las consecuencias del delito de Exposición a peligro del


Tránsito Terrestre en el ámbito Jurídico, económico y personal-

I.3. Justificación de la investigación

Existe una figura típica prevista en el artículo 217 del Código Penal:
EXPOSICIÓN A PELIGRO EN EL TRÁNSITO TERRESTRE, que en su
inc. 2º, establece “…condujera en la vía pública un vehículo automotor
pese a carecer de la licencia de conducir” que prevé una pena privativa de
libertad de hasta dos años; el doble de la pena prevista para el que
lesiona culposamente a otro, por ejemplo ocasionándole la pérdida de un
miembro inferior.

Es decir, resulta perseguible de oficio e inclusive con un marco penal


superior un hecho punible que tan solo generaría un peligro abstracto
para el bien jurídico protegido, en el peor de los casos, que sería conducir
sin contar con licencia, mientras otro que llega a lesionar efectivamente el
bien jurídico, la integridad física de una persona, es solo perseguible a
instancia de la víctima por medio de la promoción de una querella
autónoma y merece tan solo una pena privativa de libertad de hasta un
año.

Por algún motivo, para el legislador, los delitos de peligro abstracto


resultarían más graves que el delito de lesión culposa o imprudente,
inclusive que el de lesión dolosa leve, artículo 111 C.P., ya que aquellos
tienen previsto un marco penal superior, el doble de pena privativa de
libertad que estos últimos y, además, ponen mayor énfasis en la
perseguibilidad, ya que la misma está a cargo del Ministerio Público de
oficio, mientras que para la lesión culposa sea grave o no siempre
dependerá de la instancia de la víctima.

Bien, conforme a la situación expuesta resulta indudable que corresponde


una revisión de las normas penales, y de las procesales que hacen a la
perseguibilidad de tales conductas a los efectos de que las mismas
cumplan real y efectivamente una función preventiva. Se trata de una
figura típica nueva, incluso inexistente en ordenamientos jurídicos
modernos. Por lo mismo, se destaca la importancia del presente estudio
desde todo punto de vista

El resultado de esta investigación generaría de utilidad para su autor a


entender el cuestionamiento del párrafo anterior y contribuiría a ensayar
propuestas legislativas válidas para subsanar el vacío legal existente.
CAPITULO II MARCO TEORICO

II.1. Bases Teóricas.

En los delitos de peligro, principalmente abstracto, el concepto de bien ju-


rídico ha sufrido una crisis que torna oscura la función delimitadora o re-
ductora, ya que no se lo define a partir del individuo considerado como
persona a la que debe respetarse por encima de cualquier interés colecti-
vo o función del sistema, sino por el contrario, se da prioridad a una tutela
fuertemente anticipada que se materializa en la incriminación de conduc-
tas notablemente distantes a la realización efectiva de una agresión. El
análisis y conceptualización de los Delitos de Peligro excedería el marco
de la presente investigación, pero entendemos que debemos referirnos a
ellos brevemente dado que el tipo estudiado participa de las
características de esta clase de figuras.

Roxin, expresa que esta caracterización se opone a los llamados Delitos


de Lesión, que constituyen la mayor parte de los tipos descriptos en los
códigos, pudiendo caracterizarse a estos como aquellos delitos en los
cuales el objeto de la acción (bien jurídico) ha de ser realmente dañado
para que haya un hecho consumado (Homicidio, Lesiones, Daño). En
cambio en los delitos de peligro el hecho solo supone una amenaza más
o menos intensa para el objeto de la acción. Entre los mismos la división
más importante es la de delitos de peligro concreto y abstracto.

Zaffaroni señala que ninguno de los criterios esgrimidos para justificar la


punibilidad de los  tipos de peligro abstracto son constitucionalmente
admisibles: unos insisten en que el peligro se presume iure et de iure y
otros en que se trata de la existencia de un peligro del peligro. En el
primer caso estaríamos frente a simples infracciones administrativas –
delitos de desobediencia como los llamó Binding- y en el segundo se
presentarían consecuencias inusitadas con la tentativa –triplicación de
peligros: riesgo de riesgo de riesgo

En el fondo de estos delitos, enseña MUÑOZ CONDE ( 2004 ), late la


idea de adelantar la intervención del Derecho penal para poder emplearlo
en el castigo de conductas peligrosas que, cuando se dan en esos
ámbitos, deben ser castigadas por la gran trascendencia de los daños que
pueden originar para bienes jurídicos personales (vida, integridad física,
salud, patrimonio y también para bienes jurídicos sociales o universales
(medio ambiente, flora y fauna) y a la colectividad en su conjunto.

II.1.1. Delitos de Peligro

Los delitos de peligro, que en su estructura típica objetiva no se


diferencian de los delitos de simple actividad- sólo requieren que el autor
haya realizado la acción prohibida, en particular, la acción que, según la
experiencia general, representa en sí misma un peligro para los bienes
jurídicos con abstracción del caso particular. 

La penetración de los delitos de peligro abstracto en las legislaciones


penales ha conducido a discusiones científicas en las que no han recaído
aún conclusiones reconocidas de modo general. Los delitos de peligro
abstracto han sido criticados desde diversos puntos de vista:

Desde el siglo pasado, la teoría ha entendido que los delitos de peligro


abstracto solo constituyen “ilícitos menores” que cabrían dentro de la
especie de las “puras desobediencias” y que la sanción penal de las
mismas (y no la meramente administrativa) en tanto que no contienen de
ninguna manera una puesta en peligro de los bienes jurídicos, sería un
extravío del legislador. 

Sin embargo, esta no es una opinión necesariamente compartible. En


primer lugar, porque los delitos de peligro abstracto encuentran su
justificación en la necesidad de garantizar una tutela más acabada y
eficaz de los bienes jurídicos como exigencia del Derecho Penal
preventivo aparece satisfecha. En segundo término, porque la materia de
prohibición de los delitos de peligro abstracto es siempre una acción
peligrosa, esto es, una acción que ex ante puede vincularse con
posibilidades objetivas de lesión de un bien jurídico.

Por otra parte se ha denunciado la presunción de peligro contenida en los


delitos de peligro abstracto. Como la puesta en peligro es muchas veces
difícil de probar, el legislador vería siempre la existencia de peligro en
acciones solo normalmente peligrosas y emplearía una presunción iuris
es de iure de peligrosidad del comportamiento, que no sería peligroso en
concreto, sino solo abstractamente. Para aplicar el tipo penal, el Juez,
naturalmente, tampoco necesitaría comprobar una puesta en peligro;
incluso la prueba de la carencia de peligrosidad de la acción no excluiría
la aplicación de la ley penal. 

Por último, se ha denunciado la desproporcionalidad de las penas con las


que se sancionan algunos delitos de peligro abstracto, ya que la entidad
del ilícito de estos delitos no se corresponde muchas veces con la
gravedad de la pena con la que se los amenaza. Concretamente se
considera que resulta difícil justificar que un hecho que solo representa un
peligro más o menos remoto para la vida o la salud individual-como es el
tráfico de drogas-resulte en muchas ocasiones más severamente
castigado que el que directamente causa una lesión del mismo bien
jurídico. 
Pese a los problemas a los que se ha hecho referencia, se ha afirmado
que existe la necesidad de prever delitos de peligro abstracto
excepcionalmente siempre que solo quepa organizar un ámbito social
normalizando una conducta. Un comportamiento que solo es arriesgado
marginalmente en un caso concreto puede llegar a ser efectivamente
arriesgado por su acumulación, por lo que puede resultar necesario
prohibirlo totalmente para preservar el modelo de conducta.

Zaffaroni ( 1999 )  por su parte, sostiene “sólo hay tipos de lesión y tipos


de peligro, y que en estos últimos siempre debe haber existido una
situación de riesgo de lesión en el mundo real

 No hay delitos de peligro concreto y delitos de peligro abstracto, sino sólo
tipos en los que se exige la prueba efectiva del peligro corrido por el bien
jurídico, en tanto que en otros hay una inversión de la carga de la prueba,
pues realizada la conducta se presume el peligro hasta tanto no se
pruebe lo contrario, circunstancia que corresponderá probar al acusado

En los delitos de peligro, principalmente abstracto, el concepto de bien


jurídico ha sufrido una crisis que torna oscura la función delimitadora o
reductora, ya que no se lo define a partir del individuo considerado como
persona a la que debe respetarse por encima de cualquier interés
colectivo o función del sistema, sino por el contrario, se da prioridad a una
tutela fuertemente anticipada que se materializa en la incriminación de
conductas notablemente distantes a la realización efectiva de una
agresión.

El análisis y conceptualización de los Delitos de Peligro excedería el


marco de la presente investigación, pero entendemos que debemos
referirnos a ellos brevemente dado que el tipo estudiado participa de las
características de esta clase de figuras.

Esta caracterización se opone a los llamados Delitos de Lesión, que


constituyen la mayor parte de los tipos descriptos en los códigos,
pudiendo caracterizarse a estos como aquellos delitos en los cuales el
objeto de la acción (bien jurídico) ha de ser realmente dañado para que
haya un hecho consumado (Homicidio, Lesiones, Daño). En cambio en
los delitos de peligro el hecho solo supone una amenaza más o menos
intensa para el objeto de la acción. Entre los mismos la división más
importante es la de delitos de peligro concreto y abstracto. (Roxin Claus,
2006)

Más claramente lo expresa MIR PUIG al decir que si el tipo requiere la


lesión del bien jurídico protegido, dará lugar a un delito de lesión, mientras
que si se contenta con su puesta en peligro, constituirá un delito de
peligro.Por su parte POLAINO NAVARRETE en una conceptualización
que entendemos correcta, caracteriza a los delitos de lesión diciendo que
por lesión debe entenderse el perjuicio efectivo, en el sentido de
causación de una alteración in peius del objeto protegido por un concreto
tipo de delito. Y por puesta en peligro debe considerarse, en cambio, la
probabilidad de un evento lesivo del bien jurídico. Pero esta presunción no
es el resultado de una arbitraria selección de riesgos, sino de lo que la
experiencia y la realidad social imperante demuestren una aptitud real,
sumada a la idoneidad, de provocar un deterioro en los bienes jurídicos
de los ciudadanos. La implementación de uno u otro tipo de delitos de
peligro pueden generar consecuencias punitivas relevantes en los
derechos constitucionales del justiciable. Los Delitos de peligro concreto
se caracterizan porque el tipo exige la concreta puesta en peligro del bien
jurídico, el peligro concreto sería el resultado típico. En los delitos de
peligro abstracto, se castiga una acción típicamente peligrosa, peligrosa
en abstracto, sin que sea necesario que el bien jurídico haya estado
efectivamente en peligro, bastando la conducta peligrosa per se para
configurar el delito.

Un criterio didáctico de diferenciación es el que refiere a las presunciones


hechas por el legislador a la hora de punir las conductas de peligro. En el
caso del delito de peligro concreto, la presunción de puesta en peligro del
bien jurídico es iuris tantum pudiendo acreditar el autor, en el caso
concreto, que el peligro requerido por la norma no se verifico, siendo la
figura en ese caso atípica

Los delitos de peligro se consuman con la creación de un mero peligro


para el bien jurídico tutelado, es decir que se puede concebir como una
simple probabilidad de lesión. En los delitos de peligro abstracto, el
peligro es sólo la motivación que indujo al legislador a la tipificación, pero
no es un elemento del tipo, es más, su acaecimiento y punibilidad no
dependen ni siquiera de la realización de un peligro concreto. Son
generalmente delitos de pura actividad, donde ni siquiera el legislador
incluye la expresión ‘peligro’ en el supuesto de hecho típico.

Roxin caracteriza a los delitos de peligro abstracto como aquellos en los


que se “castiga una conducta típicamente peligrosa como tal sin que en el
caso concreto tenga que haberse producido un resultado de puesta en
peligro”

Se han cuestionado a los delitos de peligro abstracto en razón de su


contradicción con el principio de lesividad, base del derecho penal liberal
que tiene como regla esencial aquella que impide prohibir y castigar una
acción humana si no perjudica u ofende los derechos individuales o
sociales de un tercero, la moral o el orden públicos.
La necesaria lesividad del resultado condiciona toda justificación
utilitarista del derecho y constituye su principal límite axiológico externo.

Zaffaroni señala que ninguno de los criterios esgrimidos para justificar la


punibilidad de los  tipos de peligro abstracto son constitucionalmente
admisibles: unos insisten en que el peligro se presume iure et de iure y
otros en que se trata de la existencia de un peligro del peligro. En el
primer caso estaríamos frente a simples infracciones administrativas –
delitos de desobediencia como los llamó Binding- y en el segundo se
presentarían consecuencias inusitadas con la tentativa –triplicación de
peligros: riesgo de riesgo de riesgo.

II.1. 2. Los delitos de peligro abstracto en la doctrina: características,


justificación, crítica y alternativas de interpretación.

a) Noción. Se atribuye a Binding la actual concepción de los delitos de


peligro fundada en su teoría de las normas. Esta concepción,
mayoritariamente aceptada, distingue dos clases de delito de peligro:
concreto y abstracto. El primero sería aquel en el cual el tipo exige la real
puesta en peligro del bien jurídico tutelado. El segundo, en cambio, sería
aquel en que la ocurrencia del peligro no es exigido como elemento del
tipo. Hasta aquí, relativamente, llega el acuerdo doctrinal.

Antes de empezar, es preciso hacer algunas observaciones preliminares.


Esta categoría ha subsistido tranquilamente en las leyes y códigos
penales, asociada principalmente a bienes jurídicos de menor valoración
o cuyos ataques no fuesen particularmente graves, en comparación con
los habituales delitos de lesión. También es posible asociarlos
mayoritariamente a delitos en la frontera con las infracciones
administrativas. Así, por ejemplo, no ha generado mayores sobresaltos su
inclusión como categoría necesaria para la protección de la seguridad del
tráfico, "donde se parte de la presunción de su alto grado de peligrosidad
general".

Sin embargo es sólo con el cambio de paradigma acerca de los fines y


funciones del Derecho penal desde la década del setenta en adelante,
que estos delitos comienzan a extenderse progresivamente hacia otras
parcelas del ordenamiento punitivo, multiplicándose su inclusión en
códigos penales y leyes de variada índole. Una de las áreas afectadas por
esta "invasión" la constituye, sin duda, el llamado "Derecho penal
económico", creación propia de los totalitarismos de mediados de la
pasada centuria, pero también lo es en la actualidad el denominado
"Derecho penal del medio ambiente". En estos casos ya no podemos
hacer la antigua aseveración relativa a que se trataba de una categoría
orientada casi exclusivamente a infracciones de menor entidad, pues
ambos bienes jurídicos constituyen preocupaciones sociales contingentes
y objetivos prioritarios de regulación por parte del legislador, el cual puede
sentirse tentado a recurrir al recurso penal en forma indiscriminada, como
de hecho parece haber ocurrido.

b) Características principales. Como ya hemos apuntado, los delitos de


peligro abstracto constituyen una categoría que, al menos en apariencia,
se basa en una presunción iuris et de iure pues se presume que la
conducta tipificada siempre constituye un peligro, aun cuando éste no se
verifique materialmente, verificación que sí se exige en los de peligro
concreto

A su vez, una parte importante de los autores considera que en estos


delitos el peligro es sólo el motivo del legislador para incriminar la
conducta, no siendo parte integrante del tipo

Respecto al criterio para determinar dicha presunción se suele acudir a


los de probabilidad o posibilidad, en todo caso, estadística, acerca de que
ciertos actos, de acuerdo a la observación persistente de sus resultados,
permiten concluir que éstos, considerados en abstracto, tienden a
producir resultados lesivos que el ordenamiento jurídico quiere proteger
antes de su destrucción o menoscabo.

Se afirma que los delitos de peligro concreto son delitos de resultado,


mientras que los de peligro abstracto serían de mera actividad,
satisfaciéndose por la mera realización de la conducta, sin importar si ésta
ha causado un resultado o no.

Un sector aun minoritario de la doctrina agrega que el motivo de la


punición de estas conductas en que el peligro no es exigido, se debe a
que, de no punirse, aumentarían en forma desmedida, afectando en forma
grave e irreparable el bien jurídico que se pretende proteger. Es decir,
sólo el conjunto de las conductas punibles podrían poner "en peligro
concreto" el bien tutelado lo que no se logra con una única acción

Finalmente, si bien no puede afirmarse en todos los casos, se entiende


que estos delitos protegen preferentemente bienes jurídicos colectivos y
que los delitos de peligro concreto protegen preferentemente bienes
jurídicos individuales.

El panorama que nos presentan estos ilícitos es de suyo complejo. Dadas


las características antes enunciadas, es indudable que la categoría de
"peligro abstracto" embiste directamente con principios cardinales del
Derecho penal, como los de última ratio, ofensividad, incluso de
culpabilidad. La polémica, de todos modos, no es nueva y puede
remontarse incluso hasta Binding; pero su creciente uso en las últimas
décadas ha puesto la discusión nuevamente en boga, tanto en aquellos
que critican la categoría, como en aquellos que la defienden, pasando por
los autores que buscan una interpretación que permita su subsistencia sin
dar en la cara con los principios de esta disciplina.
No nos parece posible soslayar estas críticas. En efecto, los delitos de
peligro abstracto adelantan las barreras de punición a diferencia de lo que
sucede en el llamado "núcleo clásico" del Derecho penal, lo que supone
que esta rama del ordenamiento posee atributos suficientes como para
"educar", o "concienciar" a los sujetos acerca de los bienes jurídicos  y, a
la par, que la protección exclusiva de bienes jurídicos cede terreno ante
esta función, no siendo necesario entonces la verificación, primero, de un
verdadero bien jurídico y, segundo, una verdadera afectación de éstos,
pues se caracterizan estos delitos como aquellos en que el peligro no es
elemento del tipo, sino "motivo" del legislador. Si sólo constituye el motivo
de la incriminación, éste puede versar tanto de la tutela de bienes
jurídicos como también del castigo de meras desobediencias,
desconectadas de un interés concreto y real o sin la necesidad de hacer
referencia a él. Con ello no se cumple la exigencia de que el Derecho
penal constituya la última de las posibilidades de reacción frente a una
conducta contraria a Derecho, posicionándose, a la inversa, como la
primera. De esta forma, al adelantarse las barreras de punición a estados
o momentos muy anteriores a la lesión de bienes jurídicos, el Derecho
penal estaría utilizándose en forma más bien simbólica.

También constituyen un potencial atentado al principio de culpabilidad.


Dejando en claro que no se requiere de un dolo especial, distinto de las
categorías de dolo ya estudiadas, el hecho que la conducta se incrimina
no tanto por el acto individual, sino por el peligro ante su ocurrencia
indiscriminada, haría requerir que el sujeto se represente dicha posibilidad
que escapa por completo de su control, pues éste no puede hacerse
cargo de lo que otros individuos harán o no harán.

Jescheck considera que, en los supuestos en que la posibilidad de


producción de un peligro para el objeto de protección está absolutamente
excluida, la conducta sigue siendo ilícita, pero la ilicitud desciende por
debajo de lo injusto punible, aunque excluye de esta conclusión aquellas
normas que desempeñan una función de organización, como las de
seguridad en el tráfico.

Otra técnica de limitación de los delitos de peligro es aquella defendida en


Alemania por Horn y Brehm, que propugna la exclusión del tipo de los
delitos de peligro abstracto de las acciones que respondan al cuidado
objetivamente debido. Los delitos de peligro abstracto serían entonces,
conductas imprudentes sin resultado, tentativas imprudentes. En una
línea similar a la anterior, Roxin, siguiendo a Schünemann, excluye la
punibilidad en estos delitos si el autor observa las medidas de precaución
subjetivamente requeridas desde su perspectiva, aunque excluye de este
grupo las llamadas "acciones masivas" en razón de fundamentos
preventivos generales, didácticos de la prohibición, como la conducción
bajo la influencia de bebidas alcohólicas.

Uno de los intentos más conocidos por dar mayor legitimidad a estos
delitos es el que emprendió Torío López con los llamados "delitos de
peligro hipotético", los cuáles serían una especie de peligro abstracto. "En
ellos es necesaria, aunque también suficiente, la ejecución de una acción
peligrosa, idónea para producir un peligro para el bien jurídico protegido.
No es bastante, por ello, la coincidencia formal entre acción y descripción
ofrecida por el legislador". Se trataría así de delitos de peligro posible en
los cuáles el tipo exige una acción idónea para asignar un peligro para el
bien jurídico, pero no establecen cuándo una acción posee el grado de
peligrosidad precisa para ser sometida al Derecho penal. Así, se requiere
de acciones que por sus propiedades materiales sean susceptibles de ser
consideradas por un juicio de pronóstico como peligrosas para el bien
jurídico y además que exista un contacto posible entre el acto y el bien
jurídico, en el sentido que en la situación concreta hubiera podido
producirse un peligro efectivo para el bien jurídico
También en España, Barbero Santos, quien no tiene una postura tan
contestataria respecto de los delitos de peligro abstracto, ha trazado una
distinción entre delitos de peligro abstracto de mera actividad y de
resultado. Los primeros pueden consumarse por el simple movimiento
corporal del agente, pudiendo subclasificarse entre aquellos en que ese
simple movimiento corporal constituye un peligro o menoscabo y en
aquellos en que un elemento subjetivo del injusto les confiere ese
carácter. Los segundos son aquellos que exigen la producción de un
resultado externo, pudiendo subclasificarse en aquellos en que el
resultado constituye en sí mismo un peligro de lesión para el bien jurídico
y en aquellos que un elemento subjetivo del injusto le confiere el carácter
de delito de peligro abstracto. La conducción de vehículos bajo la
influencia del alcohol sería un ejemplo de delito de peligro abstracto de
mera actividad en que el simple movimiento corporal constituye un peligro
de destrucción o menoscabo

En Argentina, David Baigún parte de la base de la distinción entre


probabilidad y posibilidad. La probabilidad "es la medida cuantitativa de la
posibilidad de realización de un acontecimiento cualquiera", rechazando la
opción de que posibilidades meramente formales, es decir, aquellas que
"carecen de condiciones necesarias para realizarse en el tiempo" sean
materia de regulación penal. Los delitos de peligro abstracto serían
tipificaciones de situaciones que poseen una mera "posibilidad formal" de
generar un riesgo, según el encuadre tradicional de estas figuras, el cual
considera erróneo. Luego, entiende que sólo existe el peligro concreto, o
al menos, es el único que interesa al Derecho penal. Entiende por
"concreto" como "la unidad de lo diverso y comprende inexorablemente
las relaciones entre los fenómenos. No se concibe el daño potencial sin la
situación de riesgo anterior; y por eso, lo concreto como unidad abarca el
conjunto y no el fenómeno aislado, el sistema y no cada uno de sus
componentes". La abstracción en cambio implicaría el aislamiento de una
parte de esa integridad, procedimiento de simplificación no aceptable por
el Derecho penal. Por ello, en verdad, no existen peligros abstractos; en
todos los casos en que se nos presente esta situación, debe realizarse un
proceso cognoscitivo que lleve finalmente de la abstracción a la
concretización, eliminando por tanto la idea de que en estos el peligro se
presume.

Los delitos de peligrosidad, en cambio -al menos aquellos de peligrosidad


concreta-, se satisfacen con una conducta que, por regla general, tiende a
producir resultados lesivos para el bien jurídico cuyo tipo no puede
abarcar todos los casos concretos. Así, se impone al Juez la tarea de
verificar que la conducta ha sido peligrosa en las concretas circunstancias
en que obró el agente -también desde una perspectiva ex ante-,
concretando la explicable abstracción del legislador al tipificar la conducta.
Así, no bastaría la mera coincidencia formal entre la conducta y la
descripción típica, sino que se requiere una conducta que se adapte a lo
que el legislador considera como peligrosa, aun cuando no haya puesto
en peligro concreto bien jurídico alguno. Es decir, debe verificar si la
conducta del agente hubiese podido poner en peligro el bien tutelado, sin
requerir de una penetración en el arco de las situaciones que tienden a
colocar el bien en peligro.

Esto no implica transformar a los delitos de peligro abstracto en concreto.


Como sabemos, en estos últimos es requisito exigido por el tipo la
causación de un peligro concreto, real ("peligro corrido"). Entendemos que
esta interpretación no pretende exigir lo mismo, en el sentido de que el
tipo no requiere que el bien jurídico haya sido puesto en peligro
"concreto", sino que la conducta haya sido apta para producir un peligro.

Esta postura, además, parece ser la posición de la doctrina nacional, al


menos de una parte de ella. Así, según Carnevali y Fuentes, a propósito
del delito de asociación ilícita -delito de peligro abstracto- se pronuncian
por "la exigencia de la peligrosidad de la conducta, salvo que se pruebe
que aquella quedó apartada de antemano en el caso concreto.

 Es interesante antes de proseguir y atendiendo a fines sistemáticos,


lógicos y explicativos, exponer genérica y brevemente, cada uno de los
diferentes Delitos, haciendo especial hincapié mediante algunas
reflexiones sobre el concepto y la naturaleza jurídica del delito de peligro
abstracto.

Podríamos encajar dentro de los delitos lesivos, aquellos que atentan


directamente contra alguno de los bienes jurídicos protegidos por el
Derecho Penal clásico (vida, integridad física, honor). Son pues, la
materialización de un riesgo. Son delitos de lesión aquellos en que la ley
describe una conducta que trae consigo la efectiva destrucción o
menoscabo de un bien jurídico, de manera que la consumación del delito
requiere la efectiva lesión del bien jurídico protegido.

Delitos de peligro, en cambio, son definidos como aquellos en que el


legislador considera suficiente para la incriminación la puesta en peligro,
es decir, la probabilidad de una lesión concreta al bien jurídico tutelado.
Podemos hablar de delitos de peligro concreto cuando existe un riesgo
sobre un bien jurídico protegido penalmente. Son delitos de peligro
concreto aquellos que requieren una efectiva sensibilización o conmoción
del bien jurídico, que se juzga sobre la base de la experiencia común y
que permite concluir (ex post) que existió un curso probable que conducía
al resultado temido.

Por otra parte, los Delitos de peligro abstracto son concebidos por
POLIOTOFF como "la prohibición pura y simple de una conducta que el
legislador considera portadora de un peligro, sin que se admita probar que
la realización de la misma no significaba un riesgo efectivo para el bien
jurídico tutelado".
El profesor CRAMER, por otra parte, en una investigación sobre el tipo de
embriaguez como delito de peligro trató de probar, desde un punto de
vista científico, la existencia de un resultado en ese delito. Este autor
distingue tres formas de delito, atendiendo a la intensidad del ataque al
bien jurídico:
(i) Delito de lesión
(ii) Delito de peligro concreto
(iii) Delito de peligro abstracto.

Este autor llega a la conclusión de que el peligro abstracto es la


probabilidad de la probabilidad de la lesión, la posibilidad de la posibilidad,
el peligro del peligro, demostrando el bucle infinito en el que nos vemos
inmersos.

Por otra parte, el profesor JAKOBS (1996), caracteriza al delito de peligro


abstracto como un riesgo no permitido y contrario a la vigencia de la
norma, lo que toma una gran importancia, ya que en las modernas
civilizaciones "la seguridad" hoy no se concibe como un reflejo de la
actividad de policía, sino que se convierte en un derecho que puede ser
exigido al estado. Dicho de otra manera, los delitos de peligro abstracto
ya no solo perturban el orden público, sino que lesionan un derecho a la
seguridad entendida esta en el sentido antes referido, es decir, en el
sentido normativo.

Son delitos, por tanto, en los que se castiga la conducta


independientemente del resultado.
II.1.2.1. El bien jurídico protegido.

El Código Penal Paraguayo (Arts. 216 y 217, Intervenciones peligrosas en


el tránsito terrestre, y Exposición a peligro del tránsito terrestre
respectivamente) reprime por un lado la intervención del agente en el
tránsito con una pena de hasta tres años o multa al que: 1º 1. destruyera,
dañara, removiera, alterara, manejara incorrectamente o pusiera fuera de
funcionamiento instalaciones que sirvan al tránsito; 2. como responsable
de la construcción de carreteras o de la seguridad del tránsito causara o
tolerara un estado gravemente riesgoso de dicha instalaciones; 3.
produjera un obstáculo; o 4. mediante manipulación en un vehículo ajeno,
redujera considerablemente su seguridad para el tránsito, y con ello
peligrara la seguridad del tránsito terrestre; 2º El que realizara el hecho
mediante una conducta culposa, será castigado con pena privativa de
libertad de hasta dos años o con multa(Art. 216 Código Penal Paraguayo).

El art 217 del mismo cuerpo legal reprime con una pena privativa de
libertad de hasta dos años o con multa al que dolosa o culposamente 1.
condujera en la vía pública un vehículo pese a no estar en condiciones de
hacerlo con seguridad a consecuencia de la ingestión de bebidas
alcohólicas u otras sustancias enajenantes, de defectos físicos o síquicos,
o de agotamiento. 2. condujera en la vía pública un vehículo automotor
pese a carecer de la licencia de conducir o existiendo la prohibición de
conducir señalada en el artículo 58 o habiendo sido privado del
documento de licencia; o 3. como titular del vehículo tolerara la realización
de un hecho señalado en los numerales anteriores.

La seguridad del tránsito es solo un segmento particular de la seguridad


pública general y se encuentra vinculada estrechamente al sentimiento de
confianza de la población, en el sentido de no verse expuesta a hechos
de violencia física o a acciones delictivas de otra índole en el transcurso
de la vida cotidiana15. Resulta claro que la tranquilidad pública que la
sociedad exige para llevar adelante su vida en armonía y bienestar no
podrá ser asegurada si se legisla mediante delitos de resultado material o
de lesión, ya que de ser así, se desvirtuaría la protección penal que el
bien jurídico en cuestión requiere.

Podremos categorizar claramente a la seguridad del tránsito como un bien


jurídico derivado de la seguridad pública o seguridad común16, siendo
esta el género y la seguridad del tránsito la especie. NUÑEZ entendió
esto afirmando que la seguridad común, como bien jurídico protegido por
este título, es el estado colectivo exento de situaciones físicamente
peligrosas o dañosas para los bienes o las personas en general.

Por su parte SOLER afirma que en esta clase de delitos, la seguridad


común de los bienes es el bien jurídico vulnerado; el peligro común es la
situación objetiva creada por la acción.

En referencia específica al tráfico rodado o tránsito, la doctrina ha


entendido que no puede pensarse a este bien jurídico como algo a lo que
pueda lesionarse directamente, no pudiendo concretarse como un objeto
material determinado. Resulta pues que el legislador ha entendido que
ante la imposibilidad de lesionar el bien jurídico, éste puede ponerse en
peligro, e indirectamente generar la elevación del riesgo de que se
produzcan daños a bienes jurídicos determinados de manera mediata o
indirecta (vida, integridad corporal, etc.).
Como correctamente lo expone CARMONA SALGADO, este
planteamiento puramente formal no impide entender que la seguridad del
tráfico
II.1. 2.1.2. La Seguridad en el Tránsito como componente de la
Seguridad Pública.

Nos encontramos ante la inclusión de un nuevo bien jurídico supra


individual al derecho positivo argentino. Es así que la puesta en peligro
de bienes jurídicos individuales nos hace pensar que el presente, el
tránsito, es un medio o instrumento de protección de otros bienes jurídicos
trascendentes y medulares (la vida e integridad corporal de las personas),
y no un fin en si mismo. Es decir que en primer término lo que la ley
protege es la vida e integridad física de las personas, mediante la
represión de conductas peligrosas que se desarrollan en el tránsito
vehicular.

De todas maneras la inclusión de este bien jurídico se justifica en relación


a los demás tipos de peligros que protegen la seguridad del transporte y
los medios de comunicación o cualquier puesta en peligro de bienes
jurídicos indeterminados. En el fondo de estos delitos, enseña MUÑOZ
CONDE ( 2004 ), late la idea de adelantar la intervención del Derecho
penal para poder emplearlo en el castigo de conductas peligrosas que,
cuando se dan en esos ámbitos, deben ser castigadas por la gran
trascendencia de los daños que pueden originar para bienes jurídicos
personales (vida, integridad física, salud, patrimonio y también para
bienes jurídicos sociales o universales (medio ambiente, flora y fauna) y a
la colectividad en su conjunto.

La seguridad del tránsito es solo un segmento particular de la seguridad


pública general y se encuentra vinculada estrechamente al sentimiento de
confianza de la población, en el sentido de no verse expuesta a hechos
de violencia física o a acciones delictivas de otra índole en el transcurso
de la vida cotidiana. Resulta claro que la tranquilidad pública que la
sociedad exige para llevar adelante su vida en armonía y bienestar no
podrá ser asegurada si se legisla mediante delitos de resultado material o
de lesión, ya que de ser así, se desvirtuaría la protección penal que el
bien jurídico en cuestión requiere.

Podremos categorizar claramente a la seguridad del tránsito como un bien


jurídico derivado de la seguridad pública o seguridad común, siendo esta
el género y la seguridad del tránsito la especie. NUÑEZ entendió esto
afirmando que la seguridad común, como bien jurídico protegido por este
título, es el estado colectivo exento de situaciones físicamente peligrosas
o dañosas para los bienes o las personas en general.

Por su parte SOLER afirma que en esta clase de delitos, la seguridad


común de los bienes es el bien jurídico vulnerado; el peligro común es la
situación objetiva creada por la acción.

En referencia específica al tráfico rodado o tránsito, la doctrina ha


entendido que no puede pensarse a este bien jurídico como algo a lo que
pueda lesionarse directamente, no pudiendo concretarse como un objeto
material determinado. Resulta pues que el legislador ha entendido que
ante la imposibilidad de lesionar el bien jurídico, éste puede ponerse en
peligro, e indirectamente generar la elevación del riesgo de que se
produzcan daños a bienes jurídicos determinados de manera mediata o
indirecta (vida, integridad corporal, etc.).

Como correctamente lo expone CARMONA SALGADO, este


planteamiento puramente formal no impide entender que la seguridad del
tráfico pueda aparecer como tal lesionada, siempre que se evite
permanecer anclado en ese sentido estrictamente gramatical, relativo a la
destrucción real en que la lesión consiste, y se atienda a una noción
menos material y más teleológica de dicha seguridad
II.1. 2.1.3. El Bien Jurídico tránsito como objeto de protección.

La denominación del bien jurídico protegido nos parece acertada en su


terminología. No pensamos lo mismo en la denominación que contiene la
rúbrica del Derecho Español y que fuera incluida en el texto de la reforma
argentina remitida al Poder Ejecutivo, y que felizmente fuera modificada
oportunamente. En aquel caso el legislador ibérico debió haber
especificado aún más el objeto de protección como claramente lo hace la
norma penal argentina, clasificando al bien jurídico tráfico como “tráfico
vial”, por ejemplo, para así diferenciarlo de otros medios de comunicación
terrestre (Tráfico Ferroviario). Por otro lado la palabra tráfico puede
ocasionar equívocos terminológicos y ser confundida con el tráfico de
substancias, estupefacientes o de otra índole, o en su caso, el tráfico de
cualquier mercadería. La ausencia de un aditamento a la palabra tráfico
(Ej. vial, automotriz, rodado, etc.) torna el bien jurídico vago e impreciso.

II.1.2.1.3. El Peligro como situación objetiva de protección. La


elevación del Riesgo.

El legislador, consciente de la sociedad en que vivimos, opta por la


utilización para estos casos de los Delitos de Peligro, tanto en abstracto
como en concreto, como herramienta dogmática de protección y
prevención; adelantando los estadios de punibilidad con el fin de prevenir
las conductas lesivas, reprimiendo la elevación del riesgo de que se
produzcan daños en las personas sin que estos bienes jurídicos se vean
efectivamente lesionados.

La sociedad actual moderna, altamente tecnificada y con un desarrollo


vertiginoso de la ciencia importa una constante elevación del riesgo de
que se produzcan eventos dañosos para las personas o sus bienes. Es
por ello que el legislador debe echar mano a una configuración normativa
que contraría el estricto principio de lesividad, para dar paso a la
protección y resguardo de bienes jurídicos novedosos únicamente
asegurables mediante la sanción de delitos de peligro (Ej. Medio
Ambiente).

El peligro (Hazzard), afirma CORCOY BIDASOLO, ( 2000 ) se concibe


como “capacidad intrínseca de una sustancia o de una conducta para
provocar efectos adversos” y el riesgo (Risk) es la “probabilidad de que,
en el caso concreto, ese efecto adverso ocurra”. En este orden de ideas
deben rechazarse las tipificaciones que puedan surgir de los llamados
peligros hipotéticos, mediante presunciones ex ante sobre la afectación
del bien jurídico protegido. Por ello los adelantamientos de punibilidad en
los delitos de peligro deben ser proporcionados a la presunción que el
legislador tenga de la probabilidad cierta
de que ese bien jurídico se vea afectado; o para expresarlo de manera
mas simple, a mayor adelantamiento en la punibilidad menor debe ser la
pena conminada en abstracto para ese tipo de delito.

La afectación al principio de lesividad solo puede justificarse si el riesgo


es cierto o concreto, y de ser puramente abstracto, la pena conminada en
los delitos de este tipo debe ser mínima a fin de que se preserven las
garantías constitucionales. Es decir, comprobar ex post, en el caso
concreto, que el peligro ex ante – Hazzard – se ha transformado en riesgo
– Risk -23. Solo de esta manera el legislador puede sancionar delitos de
peligro sin contrariar las disposiciones constitucionales que informan la
materia penal.

El peligro debe entenderse entonces como la probabilidad de lesión de un


bien
jurídico atribuida a una manifestación típica externa de la voluntad
humana, y, aun con mayor precisión, como el estado situacional de
probable causación de lesión de un bien jurídico: tal situación constituye
algo real, no un mero juicio de probabilidad

II. 2 ASPECTOS LEGALES

Según el Código Penal, en el Libro Segundo, Título III, Capítulo III,


se trata de hechos punibles contra la seguridad de las personas en el
tránsito:

Artículo 217º.Exposición a peligro del tránsito terrestre.

El que dolosa o culposamente

1. Condujera en la vía pública un vehículo pese a no estar en


condiciones de hacerlo con seguridad a consecuencia de la ingestión de
bebidas alcohólicas u otras sustancias enajenantes, de defectos físicos o
síquicos, o de agotamiento. 

2.  Condujera en la vía pública un vehículo automotor pese a carecer


de la licencia de conducir o existiendo la prohibición de conducir señalada
en el artículo 58ª o habiendo sido privado del documento de licencia.

Sobre la exposición al peligro del tránsito terrestre, la ley señala que se da


cuando un conductor maneja un vehículo en estado de ebriedad, carece
de licencia de conducir o cuando existe una prohibición legal. La mayoría
de los casos en los que la Fiscalía imputa por este delito son porque el
autor manejó alcoholizado un vehículo.

Si bien las cifras revelan que cada departamento posee sus propias
características en cuanto a qué delitos son los más comunes, el hurto es
el hecho punible que en casi todas las zonas del país figura entre los más
frecuentes.

Resulta más que claro que una conducta de lesión sea culposa o dolosa
no reviste la misma gravedad, desde el punto de vista objetivo, cuando
tiene como consecuencia uno de los resultados previstos en el inc. 1º del
artículo 112 C.P. “…pusiera a la víctima en peligro de muerte; la mutilara
considerablemente o la desfigurara por largo tiempo; la redujera
considerablemente y por largo tiempo en el uso de su cuerpo o de sus
sentidos, en su capacidad de cohabitación o de reproducción, en sus
fuerzas psíquicas o intelectuales o en su capacidad de trabajo; o causara
una enfermedad grave o afligente”.

Sin embargo, conforme a la actual redacción del Código merecen la


misma pena aquellas conductas que lesionen la integridad física de otro
de manera culposa independientemente del resultado que acarreen.

Es decir, sería lo mismo, ya que merecen la misma pena ocasionar


culposamente una lesión que ponga a la víctima en peligro de muerte o la
mutile considerablemente (como el caso que se expuso al inicio) que
aquella que solo ocasione un corte en la piel u otra lesión leve que no
revista mayor gravedad.

Para la ciudad de Asunción, conforme al reglamento general de tránsito,


JM Nº 21/94, el procedimiento se rige por la Ley de faltas Nº 1276, cuya
competencia está a cargo de los juzgados municipales, o sea el Juzgado
de Faltas. Por lo tanto, vemos que el juzgamiento de las infracciones a
estas normas es competencia de dichos juzgados municipales, conocidas
como faltas administrativas, donde el proceso se inicia en base a los
antecedentes remitidos por la Intendencia Municipal, ya sea por un parte
policial u de otra forma en casos excepcionales. 
El parte policial es un documento por el cual la Policía Municipal o
Nacional labra acta de un acontecimiento sucedido en la vía pública, que
puede ser como consecuencia de un accidente de tránsito o
transgresiones a los artículos del reglamento de tránsito.

II. 3. Alcotest es inadmisible como prueba

La determinación de los presupuestos objetivos del tipo del art. 217 inc. 1º
del Código Penal paraguayo, “Exposición a peligro del tránsito terrestre”,
conduce a un problema probatorio. La práctica tradicional en nuestro país
de utilizar solo la medición del alcohol en el aliento (el llamado alcotest)
como medio de prueba es inadmisible dentro del proceso penal. Con base
en los criterios de la medicina legal y a la praxis, el único método
admisible para la determinación de los elementos de este tipo penal es la
extracción de una muestra de sangre y su ulterior examen. El alcotest no
es ni siquiera suficiente para el inicio de una investigación ni mucho
menos para una condena, ya que es un mero pretest, es decir, un
indicador. Esto es así porque la calidad de la prueba es insegura. Con la
utilización del alcotest es altamente probable el riesgo de resultados
falsos positivos. Por ejemplo: el consumo de bombones que contienen
alcohol; el empleo de determinados enjuagues o spray bucales y la
ingestión de ciertos medicamentos pueden falsear el resultado de la
medición del alcohol en el aliento. Todos estos riesgos probatorios no
pueden ser asumidos en un proceso penal.

II.3.1. La problemática

La tendencia actual en la legislación y en la praxis de la persecución


penal exige un proceso penal más rápido, más eficiente y más
económico.
La eficiencia de la persecución penal se basa en la comunicación y
estrecha cooperación entre la policía y la fiscalía. El común objetivo
apunta a una efectiva lucha contra la delincuencia y hacia el
esclarecimiento de conductas punibles.

Un “mejor” proceso penal se define básicamente a través de una “mejor”


etapa investigativa. Por ello, es la etapa de investigación “núcleo y centro
de gravedad del proceso penal”

En el contexto de una investigación por la sospecha de conducción bajo


estado de embriaguez es necesaria la extracción de una muestra de
sangre para el cumplimiento de los elementos del tipo de los §§ (arts.)
315c párrafo 1 Nr. 1a, 316 StGB (Código Penal alemán. Estos artículos
equivalen a los arts. 215, inc. 1° num. 2 y 217, inc. 1° del Código Penal
paraguayo respectivamente); así como del § (art.) 24a StVG (Ley de
Tránsito Terrestre).

Cuando el sospechoso se niega a la realización de esta extracción, y esta


tiene importancia para la constatación de circunstancias fácticas
referentes al proceso, según el § (art.) 81a párrafo 2 StPO (Ordenanza
Procesal Penal alemana. Este artículo tiene cierta coincidencia con el art.
81 del Código Procesal Penal paraguayo, excepto por los párrafos 2 y 3
de la disposición procesal alemana), la orden para la realización de dicha
prueba la tiene, en primer lugar, el juez. Este es el primer paradigma.

Solo en caso de peligro del resultado de la investigación por retraso, es


decir, “peligro en la demora”, la fiscalía y sus investigadores tienen
competencia para ordenar la ejecución de esta medida (la llamada
competencia por la urgencia). Pero en primer lugar tiene esta facultad la
fiscalía. Es este el segundo paradigma. Ambos paradigmas rigen también
para el procedimiento de faltas y contravenciones según el § (art.) 46
párrafos 1 y 4 OWiG (Ley de Contravenciones).

Estos dos paradigmas han sido erigidos constitutivamente por el Tribunal


Federal Constitucional (BVerfG) mediante la interpretación del § (art.) 81a
párrafo 2 StPO, respecto de casos sobre conducción bajo embriaguez en
el tránsito terrestre.

La discusión jurídica gira en torno a la determinación de las condiciones


del § (art.) 81a párrafo  2 StPO, el cual concede la competencia
excepcional a los órganos de la persecución penal para la extracción de
una muestra de sangre en el ámbito de los delitos contra la seguridad en
el tránsito terrestre.

Por ello, la pregunta principal reza: ¿cuándo existe peligro en la demora


en la extracción de una muestra de sangre para la determinación de la
CAS (concentración de alcohol en la sangre), en casos de conducción
bajo efectos del alcohol en el tráfico terrestre? Tanto la jurisprudencia
como la literatura responden a esta pregunta en forma totalmente
heterogénea.

El otro interrogante es: ¿cuándo se da la llamada competencia por la


urgencia de los órganos de la persecución penal para la disposición de
este examen corporal?; es también en la jurisprudencia y en la doctrina
arduamente debatido.

El objeto de esta investigación es, por consiguiente, analizar y exponer si


y en qué dimensiones las autoridades investigativas podrían actuar, con
base en su competencia por la urgencia para disponer la extracción de
una muestra de sangre, cuando exista la sospecha de una conducción
bajo los efectos del alcohol.

En principio existe peligro en la demora cuando la orden judicial no puede


ser obtenida, sin que el fin de la medida investigativa se ponga en peligro.

Según opinión del Tribunal Federal Constitucional (BVerfG) el peligro en


la demora se da, cuando la previa obtención de una orden judicial
impediría el éxito de la medida; en donde la mera posibilidad de la pérdida
de la prueba aquí no es suficiente.
Resumiendo: “peligro en la demora” significa básicamente competencia
por la urgencia para los órganos de la persecución penal: la fiscalía y la
policía. Esta competencia decisoria es la excepción. Para la decisión en la
intervención de derechos fundamentales tiene competencia, en primera
línea, el juez. Con otras palabras: el “peligro en la demora” como
elemento del tipo divide la competencia procesal entre el juez de la
investigación y las autoridades de la persecución penal.

II.3.2 Las distintas posiciones

La problemática gira en torno a qué tipo de peligro para la prueba (la


muestra de sangre) se requiere; es decir, peligro general o peligro
concreto.

En este sentido, se presenta un entrecruzamiento entre parte de la


jurisprudencia y parte de la literatura. Por un lado, se sostiene que un
peligro en la demora general no puede darse, sino solo en un caso
concreto. Por otro lado, se afirma, que obtener la decisión de un juez (o
también de un fiscal) en los casos de sospechas de conducción en estado
de embriaguez constituye un peligro en la demora concreto. De todo esto
se deducen las siguientes dos posiciones antagónicas: 1) a favor de la
reserva judicial; y 2) en contra de la reserva judicial. “A favor de la reserva
judicial” significa que para la decisión de una extracción de sangre del
sospechoso se requiere la actuación de un juez, porque no se configura
un peligro en la demora general. Precisando: en los hechos punibles
vinculados con la conducción bajo estado de embriaguez, drogas o
medicamentos, no es suficiente per se el peligro de la desintegración del
material en el cuerpo del sospechoso para la admisión de un peligro del
éxito de la investigación. Por otro lado, la expresión “en contra de la
reserva judicial” refiere que para la disposición de una extracción de
muestra sanguínea no es necesario una resolución judicial, porque en
este caso el peligro en la demora constituye un peligro concreto para la
prueba. Concretamente, esta posición pretende la derogación de la
necesidad de una orden judicial para la extracción de sangre, actualmente
vigente en el ordenamiento procesal penal.
II.3.4. Los caracteres materiales

Como caracteres materiales se encuentran los siguientes elementos: la


especial configuración de los delitos de embriaguez como una
combinación entre aspectos jurídicos y médicos, y de las ciencias
naturales; el tránsito terrestre como un fenómeno masificado; la
conducción en estado de embriaguez como delitos en masa; y las
consideraciones de la prevención general basadas en el interés general
de proteger a todos los participantes del tráfico terrestre de accidentes de
tránsito graves.

II.3.4.1. Las características procesales


a) Generalidades

Según los §§ (arts.) 160 y 163 StPO la fiscalía y la policía deben


investigar los hechos. También deben recolectar los elementos
probatorios necesarios para el juicio oral, y evitar su pérdida.

Aunque la StPO (Ordenanza procesal penal alemana) prevé una


formalidad estricta sobre los medios probatorios, cada actividad
investigativa se adecua a un determinado objeto de investigación. Es
decir: cada investigación tiene formas determinadas y especiales
situaciones probatorias.

El principal acto investigativo en delitos de embriaguez en el tránsito


terrestre se basa en la constatación de la CAS (concentración de alcohol
en la sangre) a través de la extracción sanguínea. Esto se debe a
trasfondos farmacológicos y médico-legales. Por ello, puede
caracterizarse a este momento de recolección probatoria como una
situación probatoria dinámica. Este aspecto funda en forma constitutiva la
existencia del peligro del éxito de la investigación por demora según el §
(art.) 81a párrafo 2 StPO.

Cuando se sospecha de una conducción bajo embriaguez en el tránsito


terrestre, la extracción de una muestra sanguínea realizada en forma
oportuna puede ser una prueba decisiva. La calidad de esta evidencia
decrece cuando es mayor el espacio temporal entre el inicio de la ingesta
y la extracción, y esto incluso puede conducir a la pérdida total de la
prueba. Con otras palabras: el concreto peligro en la demora surge de la
descomposición rápida y continua del alcohol en la sangre.

En primer lugar, la investigación de la CAS sirve para determinar un


elemento objetivo del tipo penal y del tipo de las contravenciones en el
tráfico terrestre. En los hechos punibles contra la seguridad de las
personas en el tránsito terrestre es crucial la exacta medición de la CAS
del sospechoso al tiempo del hecho para la cuestión de la punibilidad. En
este sentido, es condición para la determinación de la incapacidad
absoluta de conducir, según los §§ (arts.) 315c párrafo 1 Nr. 1a, 316
StGB, la constatación de un valor de por lo menos 1,1 miligramos para
conductores de vehículos automotores o bien de 1,6 miligramos para
ciclistas. La relativa incapacidad de conducción puede darse por debajo
de este límite en un nivel de alcoholemia de 0,3 miligramos. Según el §
(art.) 24a párrafo 1 StVG (Ley de Tránsito Terrestre) es necesario un nivel
de alcoholemia de por lo menos 0,5 miligramos.

En este contexto, los valores límites constituyen reglas probatorias para


los tipos penales contenidos en el StGB (Código Penal alemán).

La regla reza: cuando más extenso es el espacio temporal entre el hecho


y la extracción de la sangre, más inexacto puede ser el valor del nivel de
alcoholemia.

Según Beulke, esto funda tradicionalmente un peligro abstracto de la


pérdida de evidencia. Sin embargo, desde el punto de vista naturalístico
(la cinética del alcohol) se demuestra que una extracción tardía de la
sangre conduce a una pérdida de la evidencia. El valor de degradación
promedio por hora es de entre 0,14 a 0,16 miligramos, o por lo menos de
0,1 miligramos por hora.

En este marco debe tenerse en cuenta que ya sin la obtención de una


resolución judicial escrita, entre el momento del hecho y la extracción de
una muestra de sangre transcurre un largo espacio temporal.
Por ello, indudablemente se da en los hechos punibles contra la seguridad
de las personas en el tránsito terrestre –en relación a la determinación de
la CAS–, un peligro concreto de pérdida de la evidencia. En puridad, este
fenómeno farmacológico y médico legal de la rápida degradación del
etanol en el cuerpo del sospechoso constituye un “genuino peligro en la
demora”, porque la degradación del etanol está sujeta a las leyes de la
naturaleza. En este sentido, se puede afirmar que existe un “genuino
peligro en la demora” cuando la prognosis se basa en la más alta
probabilidad de destrucción de la evidencia según factores biológicos.

La eficiencia de la persecución penal se basa en la comunicación y


estrecha cooperación entre la policía y la fiscalía. El común objetivo
apunta a una efectiva lucha contra la delincuencia.

Cuando se sospecha de una conducción bajo embriaguez en el tránsito


terrestre, la extracción de una muestra sanguínea realizada en forma
oportuna puede ser una prueba decisiva.

II.4. Estructura del Hecho Punible

Los elementos comunes de los hechos punibles de los artículos 216 y


217, ubicados en esta sección del código, que son: 

a) la conducta típica (conducción): se trata de delitos de propia mano, en


los que no cabe la autoría mediata, pero sí la coautoría (profesor de
escuela) o cualquier forma de participación (por ejemplo: inducción o
cooperación del acompañante, etc.)   

b) el instrumento delictivo (el vehículo automotor). Según establece la


ordenanza en el reglamento general de tránsito para la ciudad de
Asunción, JM Nº 21/94 (la que tomamos como referencia, ya que la
mayoría de los municipios contienen símiles normativas), en su artículo 5º
se considera vehículo al medio de transporte, que sirve para transportar
personas o cargas por una vía y define al vehículo automotor a todo
vehículo que posee propulsión propia.  

c) el lugar en que se realiza el delito (vía pública). Aunque no se diga


expresamente, la conducción de un vehículo a motor solo puede tener
relevancia para la seguridad del tránsito –bien jurídico protegido- en tanto
se lleve a cabo en la vía pública, destinada al tráfico motorizado.    

Respecto al concepto de vía pública, que no es otra cosa que "todo lugar
apto para el tránsito de vehículo automotor", la ordenanza que establece
el reglamento general de tránsito para la ciudad de Asunción JM Nº 21/94,
en su artículo 5º define la vía pública "como cualquier calle, avenida,
pasaje, plaza, parque o espacio libre de cualquier naturaleza librado al
tránsito público".    

Por lo dicho y en concordancia con lo expuesto por la doctrina, se debe


excluir del ámbito de estos delitos aquellas conductas de conducción de
vehículos de motor por vías privadas no dedicadas normalmente al uso
común o público y los lugares no transitables o cerrados al tránsito, como
los cauces secos de los ríos, los patios, garajes, etc.

Luego de estas aclaraciones conceptuales y básicas, cabe desarrollar los


interrogantes planteados, y que el Código Penal, en este caso concreto,
contempla como hecho punible a aquel que la doctrina llama "conducción
temeraria" (contemplada en el artículo 381 del Código Penal Español), por
lo que no basta la mera infracción de las normas contenidas en el
Reglamento Municipal de Tránsito (código de circulación en el
ordenamiento español) para la conformación del tipo legal.    
II.5 Marco Referencial

Evidentemente, su antecedente es el código Penal español de 1995 en


sus artículos 379 al 385 del Capítulo IV del Título XVII del L II: “De los
delitos contra la seguridad del tráfico”. El bien jurídico protegido es la vida
o integridad física de las personas no tutelando los bienes en general, ni
exigiendo un resultado material. Cambia la impronta del Capítulo ya que
no atenta “contra el tránsito vehicular” sino contra la salud física de
terceros ajenos al evento.

Es un delito de peligro concreto por el riesgo de afectar la vida o


integridad física de las personas indeterminadas, ocasionado en el ámbito
del tránsito vehicular por un automóvil, no contemplando otros medios de
locomoción. La exigencia es que debe crearse una situación de riesgo
para los bienes mencionados y el elemento normativo lo encontramos en
la falta de autorización por autoridad competente para la realización de
estos eventos.

Las críticas que se realizan a este artículo son: que se podría llegar a una
responsabilidad objetiva, no indica ninguna circunstancia de tiempo o
lugar, la restricción en el medio utilizado (vehículo automotor) no
considerando por ej, motos de alta cilindrada, nada dice del acompañante
del conductor, no contempla la posibilidad de la conducta por culpa, no
incorpora la conducción bajo la influencia de drogas o bebidas
alcohólicas, etc. aunque, ¿podría decirse que el legislador quiso introducir
la responsabilidad por dolo eventual

A modo de comparación corresponde señalar que el Código Penal


español en su artículo 152 prevé, para los hechos punibles de lesión
culposa, penas privativas de libertad que van de tres meses a tres años,
dependiendo de la gravedad del resultado ocasionado por el autor.
Por su parte, el Código Penal alemán (StGB §229) prevé una pena
privativa de libertad de hasta tres años o multa para los delitos de lesión
culposa; el Código Penal argentino en su artículo 94 prevé una pena
privativa de libertad de hasta tres años.

Como se podrá notar, las legislaciones de estos tres países prevén


marcos penales más elevados para las lesiones culposas, lo cual no
constituye un argumento para que se justifique la modificación del Código
Penal paraguayo, por aquello de que la simple agravación de las penas
no tiene como consecuencia directa la eficacia preventiva de la norma.

Pero no se puede perder de vista el hecho de que se prevea el mismo


marco penal para las lesiones ya sean dolosas o culposas, como se
expuso antes, y además que no se prevea como modalidad agravada la
lesión grave culposa como sí se hace con la lesión dolosa.

Por último, e independientemente de la postura que se pueda asumir


frente a los denominados delitos de peligro abstracto en cuanto a su
legitimidad como figuras susceptibles de protección penal, al hilo de la
situación más arriba expuesta resulta también preocupante que exista una
figura típica como la prevista en el artículo 217 inc. 2º, C.P.: “…condujera
en la vía pública un vehículo automotor pese a carecer de la licencia de
conducir” que prevé una pena privativa de libertad de hasta dos años; el
doble de la pena prevista para el que lesiona culposamente a otro, por
ejemplo ocasionándole la pérdida de un miembro inferior, como sería el
caso publicado semanas atrás.

Y como si esto fuera poco, en el caso de la conducción careciendo de la


licencia de conducir, el Ministerio Público interviene de oficio, ya que la
exposición al peligro en tránsito terrestre, artículo 217 C.P., es un hecho
punible de acción penal pública.
Es decir, resulta perseguible de oficio e inclusive con un marco penal
superior un hecho punible que tan solo generaría un peligro abstracto
para el bien jurídico protegido, en el peor de los casos, que sería conducir
sin contar con licencia, mientras otro que llega a lesionar efectivamente el
bien jurídico, la integridad física de una persona, es solo perseguible a
instancia de la víctima por medio de la promoción de una querella
autónoma y merece tan solo una pena privativa de libertad de hasta un
año.

Por algún motivo, para el legislador, los delitos de peligro abstracto


resultarían más graves que el delito de lesión culposa o imprudente,
inclusive que el de lesión dolosa leve, artículo 111 C.P., ya que aquellos
tienen previsto un marco penal superior, el doble de pena privativa de
libertad que estos últimos y, además, ponen mayor énfasis en la
persiguibilidad, ya que la misma está a cargo del Ministerio Público de
oficio, mientras que para la lesión culposa sea grave o no siempre
dependerá de la instancia de la víctima.

II.6. El tipo penal.

El tipo reza: “Será reprimido con prisión de seis (6) meses a tres (3) años
e inhabilitación especial para conducir por el doble del tiempo de la
condena, el conductor que creare una situación de peligro para la vida o
la integridad física de las personas, mediante la participación en una
prueba de velocidad o de destreza con un vehículo automotor, realizada
sin la debida autorización de la autoridad competente.

II.6.1. Acción Típica

La acción reprimida por la norma consiste en “crear una situación de


peligro” para la vida o integridad física de la personas mediante la
participación en una prueba de velocidad o de destreza con un vehículo
automotor. Es decir que no completa la exigencia típica el hecho de
solamente participar en una prueba de destreza con un vehículo sin que
con esta acción se haya puesto concretamente en peligro la vida o
integridad física de las personas. En el tipo en estudio la elevación del
riesgo debe consistir en la participación en una prueba de velocidad o
destreza con un vehículo automotor. El término prueba de velocidad o
destreza importa por un lado, la demostración de habilidades en la
conducción del vehículo automotor (destreza), de manera solitaria o en
conjunto, y por otro lado, la competencia de velocidad (carreras, picadas,
cuarto de milla, etc.) tanto grupal como individual (por distancia o por
tiempo). No existiendo, como dijéramos, la conducción temeraria o por
fuera de los límites de velocidad tipificada como delito en nuestro
derecho, solo resulta posible la incriminación de esta conducta peligrosa
cuando la misma se realice en los términos que la ley exige como
presupuesto de tipicidad, es decir, participando de una prueba de
velocidad o destreza. Resulta por lo tanto una mera contravención la
puesta en peligro de la vida o integridad física de las personas, en la
conducción antirreglamentaria de un vehículo automotor en las vías
normales de tránsito. Junto a estos presupuestos la norma contiene un
elemento normativo que ante su ausencia excluye la tipicidad de la
conducta.

El tipo no solo exige la participación en una prueba de velocidad o


destreza y la puesta en peligro de la vida e integridad física de las
personas, sino, que esta prueba de velocidad o destreza debe haberse
realizado sin la debida autorización de la autoridad competente. La
autorización otorgada por la autoridad componente (Dirección de Tránsito,
Municipalidad, etc.), como elemento normativo del tipo, excluye la
punibilidad de la prueba de velocidad o destreza, y la puesta en peligro de
la vida o integridad física de las personas, deviene atípica, solo siendo
punibles las conductas lesivas de estos bienes jurídicos (vida; integridad
física) lo que traslada dichas acciones a los tipos penales específicos
(Lesiones, homicidio, etc.).

La indicación del objeto de protección en forma plural (vida e integridad


física de las personas en general) por parte de la norma, no condiciona el
tipo a que se deba verificar la conducta sobre una multiplicidad de sujetos
pasivos. Basta la puesta en peligro de una sola persona para que el delito
se vea configurado.

En el mismo orden de ideas debe entenderse que la puesta en peligro de


la vida o integridad física del copiloto del vehículo no se encuentra
alcanzada por el tipo, dado que participa de la prueba de velocidad o
destreza, no solo prestando su consentimiento, sino, colaborando en la
conducción mediante la asistencia o indicación del terreno, etc. En este
caso debe entenderse que el aporte al hecho típico por parte del copiloto
se rige por las reglas comunes de la participación.

II.6.2. Sujetos.

El tipo penal identifica al autor particular de la conducta, es decir al


conductor, entendiéndose éste como aquel que comanda la dirección,
aceleración o tracción del vehículo automotor este el motor encendido o el
auto se impulse por una pendiente, ya se hacia el frente o en reversa.
Esta conducta, conducir, puede realizarse directamente sobre el volante o
mecanismo normal de conducción del vehículo como por comando a
distancia (radiocontrol o similar). Debemos entender que el tipo no admite
la autoría mediata, es decir que solo puede ser autor quien conduce el
vehículo. Lo que deberá desentrañarse es si esto de por sí lo transforma
en un delito especial, y si el mismo puede calificarse como de “propia
mano”.
II.6.3. El elemento normativo “vehículo automotor”.

El objeto del delito por medio del cual el autor debe poner en riesgo la
vida o integridad física de las personas participando en una prueba de
destreza o velocidad sin autorización es el vehículo automotor,
excluyéndose de por sí, todos aquellos vehículos que utilicen tracción a
sangre (Carros, carretas, volantas, etc.).

La combustión interna es necesaria para que el vehículo sea a motor,


siendo indiferente la alimentación que se realice de este (GNC,
electricidad, luz solar, etc.).

II.6.4. Tipo objetivo 

Vemos así que el procedimiento legal a seguir en el caso de cometerse


una infracción a la ley de tránsito consiste en una falta y no en un delito. 

De ahí que la diferencia con lo planteado en el Artículo 216 del Código


Penal es que en este artículo se está haciendo alusión a la conducción
temeraria manifiesta, entendiéndose como temeridad, la imprudencia en
su forma más grave. 

Esto significa que el conductor debe comportarse con desprecio absoluto


de las reglas del tráfico más elementales. Como por ejemplo, conducir a
100 km/h donde solo está permitido ir como máximo a 50 km/h, invadir la
parte izquierda de la calzada en una curva sin visibilidad y viniendo
mucho tráfico enfrente, pasar por la puerta de una escuela a la hora de
salida a más de 100 km/h, conducir en marcha atrás o  en zigzag a gran
velocidad y con mucho tránsito, etc. Debe constituir en sí un
comportamiento objetivamente peligroso, aunque ese peligro no se
actualice en el caso concreto. El juicio de peligrosidad es objetivo y
realizable "ex ante", aunque posteriormente haya de tener en cuenta
también las circunstancias particulares del caso. No es lo mismo conducir
a gran velocidad por el centro de una población en las horas de mayor
tráfico que en una autopista rural apenas sin circulación a altas horas de
la madrugada.    

La temeridad ha de ser además manifiesta, es decir, ha de ser patente


para terceros. No basta por tanto con la mera infracción de las normas
contenidas en el reglamento de tránsito (sea de la Caminera o Municipal)
para configurar este tipo penal. 

Es dable destacar que esta conducta es punible, porque dicha forma de


conducir pone en peligro la vida o la integridad de las personas.
No basta, por lo tanto, tampoco que se conduzca con temeridad
manifiesta, sino que es necesario que en el caso concreto se ponga en
peligro alguno de dichos bienes jurídicos.  Esto quiere decir que no basta
la realización de la acción peligrosa sin más (conducir un vehículo motor
en una playa desierta un día de invierno en horas de la madrugada), sino
que deberá existir un mínimo de peligro para los bienes jurídicos, aunque
no llegue a actualizarse (el conductor es detenido por la policía antes de
que se cruce con alguien). 

Según criterios generalmente admitidos, no basta con que el conductor


ponga en peligro SU vida o SU integridad (imprimir una velocidad mayor a
lo permitido en cartel de tránsito, en un camino rural, debido a la
presencia de animales), sino que se requiere que con la conducción
ponga en peligro bienes jurídicos individuales ajenos. Eso adquiere más
connotación, ya que estamos ante un delito de riesgo y seguridad
colectiva.   

II.6.5. Tipo subjetivo 

La conducta ha de ser dolosa, es decir, el sujeto debe ser consciente de


su forma de conducir y de la puesta en peligro de los bienes jurídicos. 

El dolo es, por tanto, un dolo de peligro que no se refiere al posible


resultado lesivo, sino a la acción peligrosa en sí.    

Se concluye que la conducta de "manejar incorrectamente", analizada


desde los elementos objetivos y subjetivos del artículo 216 inciso 1º
numeral 2 del Código Penal Paraguayo, se aplica al autor que conduce en
el tránsito terrestre, interviniendo dolosamente de una manera que ponga
en riesgo la seguridad de las personas. 

En ese orden, constituye típico de este delito, cuando por ejemplo el


conductor cruza aviesamente la luz roja, en una avenida plena de
automovilistas, o también cuando un conductor maneja a alta velocidad
en zigzag en medio de gran cantidad de transeúntes.  Estos casos no
pueden quedar en la simple "falta administrativa", pues como presupuesta
el tipo legal analizado, contiene todos los elementos de la tipicidad del
hecho punible, que protege la seguridad de las personas en el tránsito. 

De ahí que estos "delitos de peligro" se configuran cuando en forma


desdeñosa a bienes jurídicos ajenos se "maneja incorrectamente",
poniendo en latente riesgo la salud, integridad física o la vida misma de
las personas.    
II.7. Casos denunciados

CASO 1

El adolescente José Enrique B.B. (17) fue imputado por la fiscal de la


Niñez y Adolescencia, María Graciela Vera, por la comisión del hecho
punible de Exposición al Peligro en el Tránsito Terrestre. El menor
atropelló con su motocicleta a una niña de 10 años, quien sufrió lesiones
diversas. El hecho ocurrió este martes 28 de enero, a las 21:00 horas,
sobre una calle sin denominación en el Sector II del barrio San Rafael de
Ciudad del Este. Según el informe oficial, el encausado se desplazaba en
un biciclo, de la marca Leopard 150 cc, de color rojo, con chapa 333 CAX,
sin luz, cuando protagonizó el accidente vehicular. Luego del
atropellamiento, la niña fue auxiliada por sus familiares y trasladada hasta
el Pabellón de Traumas del Hospital Regional de la capital del Alto
Paraná, donde permanece internada en estado de observación.

CASO 2

Un profesor de informática fue procesado por el Ministerio Público por


exposición al peligro en el tránsito terrestre, al dar positivo al alcotes
durante un procedimiento efectuado en el barrio San Isidro de la capital
del Alto Paraná. El indiciado es Edgar Ariel Bogado, domiciliado en el
kilómetro 6,5 del citado barrio esteño. La acción fue presentada por la
fiscal Juliana Giménez quien pidió la aplicación de medidas alternativas a
la prisión. Los hechos datan del 6 de enero de este año cuando agentes
policiales de la Comisaría 2ª del barrio Ciudad Nueva tomaron
intervención en un desorden en la vía pública protagonizada por una
furgoneta SW Wagon,  color plata, sin chapa, al mando del educador. El
rodado estaba estacionado en  medio de la avenida San José
obstaculizando el tránsito, según el informe. Los uniformados procedieron
a verificar y encontraron en el vehículo a Bogado con aliento etílico y por
disposición fiscal le trasladaron hasta la citada dependencia policial,
donde le practicaron el alcotest, que dio positivo.

II.8. Ordenanza 43/2011 CAPITULO SEGUNDO DE LA LICENCIA DE


CONDUCTOR

ART. 11º Todo conductor deberá circular munido de su licencia de


conductor. La Autoridad competente  podrá requerirle la exhibición de
dicha licencia en cualquier circunstancia y la misma deberá serle
entregada para la verificación de su autenticidad, de su vigencia o de
otras informaciones que contenga, como asimismo para la confección de
las boletas de infracción (Su  inobservancia constituye falta grave).

Los aprendices que conduzcan vehículos automotores de enseñanza,


acompañados por un instructor autorizados, están eximidos de portar
licencia de conductor.

Los registros de conductor serán revalidados anualmente en los 4 (cuatro)


primeros meses, con una perforación en el lugar establecido para el
efecto. Su inobservancia será multada con 1 (un) jornal mínimo por año.

ART. 12º  Para obtener la licencia de conductor o para su


recategorización se requiere:

1. A.      Tener la edad  exigida de acuerdo con la categoría.


2. B.      Saber leer y escribir.
3. C.      Prestar certificado de capacitación  expedido por una escuela
de conducción legalmente autorizada.
4. D.      Demostrar aptitud física y mental para conducir  mediante
examen medico y psicotécnico practicados por médicos
debidamente registrados ante  la autoridad competente para este
efecto, de conformidad con la reglamentación  que establezca  la
intendencia municipal.
5. E.       Demostrar ante la autoridad de transito competente  actitud
para conducir vehículo respectivo, mediante examen practico.
6. F.       Demostrar, mediante examen ante la autoridad competente,
conocimiento de las normas vigentes de tránsito y de seguridad
vial, de  primeros auxilios médicos,  prevención y extinción de
incendios y de los demás que determine la intendencia municipal
para cada categoría de licencia de conductor.
7. G.     Estar domiciliado en San Lorenzo o tener el centro de sus
actividades  en la misma.
8. H.     Acreditar no tener sentencia firme de juez  competente  que lo
inhabilite para conducir.
9. I.     Presentar fotocopia de cedula de identidad  policial, o
pasaporte  en caso de extranjero.

ART. 13º  La Municipalidad de San Lorenzo expedirá, a solicitud de los


interesados, previo cumplimiento de los requisitos correspondientes, las
licencias de:

1. A.      Conductor  profesional


2. B.      Conductor particular
3. C.      Conductor de motocicleta y similares.

ART. 14º La licencia de conductor   profesional,  habilita  su   titular para


el manejo del siguiente tipo:

PROFESIONAL A: Ómnibus de transportes  público o privado de


pasajeros, transporte escolar y turismo.

PROFESIONAL B: Camiones de más de 10 (diez) toneladas de carga


útil, con o sin acoplados.
PROFESIONAL C: Automóviles de alquiler, taxis, remises, camiones de
2.5 (dos y medio) a 10 (diez)  toneladas de carga útil y maquinarias
agrícolas  y de construcción vial.

ART. 15º La licencia de conductor particular  habilita a su titular para el


manejo de automóviles y vehículos particulares con capacidad de hasta
16 (diez y seis)  pasajeros, así como camionetas de hasta 2.500 (dos mil
quinientos) kg. de carga útil.

ART. 16º La licencia de conductor de motocicleta habilita a su titular para


el manejo de dichos vehículos, triciclos  y cuadriciclos a motor y similares.

ART. 17º Para la obtención de licencia de la categoría profesional, el


aspirante deberá  dar  cumplimiento a los  siguientes requisitos:

1)- PROFESIONAL  A:   

A. Haber cumplido 22 años de edad

B. Contar con dos años de antigüedad  en las categoría inferiores


(“Profesional B ó II)

C. Cumplir los requisitos de  ART. 12. 

D. Deberá presentar un Certificado expedido por las instituciones


habilitadas para estos casos.

2)- PROFESIONAL B:

1. Haber cumplido 20 años de edad.


2. Contar con dos años de antigüedad como conductor en categoría
particular.
1. Cumplir los requisitos del ART. 12

3)-  PROFESIONAL C:
A. Haber cumplido 18 años de edad.

B. Cumplir los requisitos de  ART. 12.

ART. 18º  Para  la obtención  de la licencia de conductor de auto-


vehículos de la categoría particular, el aspirante deberá llenar los
siguientes  requisitos:

1. Haber cumplido 18 años de edad.


2. Llenar las condiciones  establecidas en el  Art.12.

ART. 19º Para la obtención de la licencia de conductor de motocicletas,


triciclos o cuatriciclos a motor y vehículos similares, el aspirante deberá
haber cumplido 18 (diez y ocho)  años de edad, además de llenar las
condiciones establecidas en el Art. 12. del presente  reglamento.

ART. 20º A quien  padezca  limitación física parcial, comprobada 


mediante examen médico legal, se le expedirá la licencia de conductor si
cumple con los  siguientes  requisitos:

1. A.      Que el vehículo esté provisto de mecanismo que, previa 


demostración, le capaciten  para   conducir
2. B.      Las personas sordas o con disminución auditiva severa, sólo
podrán acceder a la licencia de  conductor  particular.
3. C.      La Intendencia Municipal podrá reglamentar otros requisitos,
para éstos  u otros casos de discapacidad física o mental,  que
tiendan a garantizar la seguridad  vial.

ART. 21º Corresponderá a la Intendencia Municipal llevar el Registro


Municipal conductores e infractores, el cuál contendrá como mínimo
los datos siguientes:

1. A.      Número y categoría de la licencia de conductor


2. B.      Datos personales
3. C.      Tipo de sangre
4. D.      Limitaciones físicas
5. E.       Renovaciones de la licencia de conductor
6. F.       Recategorización de la licencia de conductor
7. G.     Historial de infracciones y accidentes de tránsito, multas y
pagos

ART. 22º La renovación  y vigencia de la licencia de conductor se regirá 


por las reglas siguientes:

1. A.  La licencia de conductor tendrá una vigencia de 5 (cinco) años


y podrá ser renovada por un término igual, previa solicitud  a  la
autoridad de tránsito, debiendo cumplir con lo establecido en el  
ART. 12. inciso D, y acreditando estar sin multas pendiente de 
pagos y sin sanciones  que lo inhabiliten temporal o
definitivamente.

B.   Si el historial de  infracciones  o accidentes de transito del solicitante,


a criterio de la Intendencia  Municipal,  induce a  una duda razonable
sobre su  idoneidad  como conductor, se podrá exigir  el cumplimiento de
los incisos  c al g  inclusive, del  ART. 12.

C.   En cualquier momento se podrá solicitar una nueva categoría,


siempre y cuando se cumplan  los requisitos generales y específicos
establecidos para su expedición

D.   Los conductores mayores de 65 (sesenta y cinco) años, cualquiera


sea la categoría que posean, deberán acreditar anualmente la idoneidad
física y psíquica  en la forma establecida en el ART. 12. No se otorgará 
licencia de conductor en la categoría “profesional”, por primera vez,  a 
personas con más de 60 (sesenta) años de edad
ART. 23º. Las licencias de conductor legalmente expedidas en otro país y
que sean utilizadas por turistas, serán válidas para conducir en San
Lorenzo, conforme a los convenios  internacionales.

ART. 24º.    La licencia de conductor se cancelará  en forma temporal  o


definitiva: por disposición de las autoridades  de  tránsito,  basada en
imposibilidad física o mental   del titular  para conducir.

1. Por sentencia definitiva de juez competente


2. Por muerte del titular
3. Por sanción, según lo estipulado en la presente ordenanza.

ART. 25º.   En caso de pérdida, hurto o deterioro de la licencia  de


conductor, el titular solicitará el duplicado ante la Intendencia  Municipal.
La nueva licencia deberá llevar la inscripción  “duplicado”,  debiendo
presentar copia  auténtica de la denuncia formulada ante la autoridad
competente, en caso de pérdida o  hurto, o el original de la licencia de
conductor, en caso de deterioro verificados los requisitos anteriores, la
intendencia  municipal  procederá   a expedir  el duplicado de la licencia
de conductor en la misma categoría y con una vigencia igual al término
que falta para el vencimiento  de   la anterior.

Deberá presentar una constancia de la Policía Caminera y/o la


Organización Paraguaya de Cooperación Intermunicipal (OPACI) que no
se encuentra retenida en dichas dependencias.
II.8. Definicion de las Variables.

II.8.1. Definición Conceptual.

Marco legal:
Sistema integrado de la legislación de un estado

Hechos punibles:
Hechos tipificados en una Ley Penal

Seguridad de las personas en el tránsito:


Bien jurídico protegido que tutela la vida y la integridad física de las
personas en el tránsito

II 8. 2. Definición Operacional.

La medición de las variables a ser estudiadas se realizará por medio del


análisis e interpretación de a través del estudio documental.
CAPÍTULO III DISEÑO METODÓLOGICO

III.1. Características metodológicas

Tipo de investigación.

El tipo de investigación realizado es de enfoque cualitativo durante el


proceso de investigación.

Nivel de conocimiento esperado.

El nivel de la investigación es de tipo descriptivo porque expone la


legislación, la doctrina y la jurisprudencia sobre la seguridad de las
personas en el tránsito terrestre.

Diseño de la investigación

Es diseño de la investigación es no experimental, transversal

III.2. Descripción de la población y la muestra.

El trabajo se centró en una investigación bibliográfica, de reseña teórica


por lo que carece de población.

III.3. Técnicas e instrumentos de recolección de datos.

Como técnica se emplearon el análisis de documentos

Fuentes secundarias y terciarias


Las informaciones fueron obtenidas mediante el soporte técnico que
comprende fuentes secundarias y terciarias, su presentación se realiza
mediante la explicación exhaustiva de cada teoría seleccionada. Revisión
Bibliográfica, del Marco Legal, y la Jurisprudencia.

III.4. Descripción del procedimiento de análisis de los datos.

El procesamiento de análisis de los datos se realiza a través de:


Revisión de la Literatura.
Análisis
Síntesis.
Revisión del Marco Legal.
Revisión de la Jurisprudencia
Revisión de Legislación Comparada.
Análisis de casos
Elaboración del informe final.
CAPÍTULO IV - RESULTADOS Y ANÁLISIS DE LOS DATOS

El delito de exposición al peligro en el tránsito terrestre, posee un marco


penal de solamente hasta 2 años de pena privativa de libertad o multa.
Así las cosas, la norma procesal permite al Ministerio Público requerir la
aplicación de Criterios de Oportunidad conforme los estipula el art. 301
numeral 2 y el artículo 19 del Código Procesal Penal, siempre y cuando la
persona no posea antecedentes o no sea reincidente en la comisión del
hecho de exposición al peligro en el tránsito terrestre, y reúna el
presupuesto exigido por el artículo 19 inciso 1, en este caso el reproche
reducido, que se perfecciona cuando el afectado repara el daño social
donando bienes materiales o alimentos no perecederos y eventualmente
sumas de dinero que posteriormente son destinadas a centros de
atención de ancianos, niños con capacidades especiales, comunidades
organizadas para asistir a niños, adolescentes y adultos, parroquias u
otras instituciones encargadas en la formación de niños y adolescentes.

El aumento de casos de conductores que manejan en estado de ebriedad


preocupa al Ministerio Público, que advierte que las personas reincidentes
pueden ir a la prisión.

* La modificación de la ley no permite que las personas con antecedentes


sean beneficiadas con medidas alternativas a la prisión preventiva.

* La ley castiga hasta con dos años de cárcel el hecho punible de


exposición al peligro en el tránsito terrestre.

* Las personas sorprendidas en el volante incumpliendo la disposición


legal son puestos a disposición de la Fiscalía y evitan el proceso penal
con donaciones a entidades de beneficencia.
CAPÍTULO V – CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

V.1. Conclusiones.

La exposición al peligro en el tránsito terrestre constituye el hecho


punible por excelencia entre los tipificados por el Código Penal
Paraguayo, dentro del título correspondiente. El bien jurídico tutelado es
la vida y la integridad física de las personas en el tránsito terrestre.

El marco legal regulador de los hechos punibles contra la seguridad de


las personas en el tránsito terrestre, se encuentra establecido en el Art
217 del Código Penal Paraguayo, que tipifica el delito de EXPOSICIÓN
AL PELIGRO EN EL TRÀNSITO TERRESTRE, estas son infracciones de
tránsito las acciones u omisiones que pudiendo y debiendo ser previstas
pero no queridas por el Agente, se verifican por negligencia, imprudencia,
impericia o por inobservancia de las leyes, reglamentos y más
disposiciones de tránsito o de órdenes legítimas de las autoridades y
agentes a cargo del control y vigilancia."

La ley al hablar de agente, se refiere a la persona o ser humano que


ejecuta un determinado acto ya sea por acción o por omisión.

Los presupuestos del Hecho Punible son

- Debe ser típico, esto es que la conducta deberá estar previa y


expresamente descrita como ley penal.
- Debe ser antijurídico, describe la conducta activa u omisiva que sea
contraria a derecho y lesiona un bien jurídico penalmente protegido.

- Culpable, ya que desde el punto de vista subjetivo, el acto puede ser


imputado o reprochado al autor.

Para analizar las conductas descritas como delitos de tránsito es


necesario resaltar, que las infracciones de tránsito, son culposas, ya que
existe la falta de intención de causar daño, que se persigue la sanción a
las personas porque incumplen un deber, asignado a todo individuo que
es el de actuar con el necesario cuidado, con la diligencia indispensable,
para evitar que sus actos causen daños a las personas o a la comunidad.

El cinco por ciento de las causas que ingresaron al Ministerio Público en


el 2013 fueron por exposición al peligro del tránsito terrestre.

Además de asaltos y hurtos, el año estuvo cargado de conductores


borrachos. Así lo señalan las estadísticas del informe de gestión del 2013
del Ministerio Público. Las cifras revelan que los  delitos más denunciados
este año a nivel país fueron el hurto, el robo agravado y la exposición al
peligro del tránsito terrestre.

La conducta ha de ser dolosa, es decir, el sujeto debe ser consciente de


su forma de conducir y de la puesta en peligro de los bienes jurídicos.
 
El juicio de peligrosidad es objetivo y realizable "ex ante", aunque
posteriormente haya de tener en cuenta también las circunstancias
particulares del caso.
V.2. Recomendaciones

La conducción automovilística se ha convertido en un fenómeno de


masas y eso hace que comportamientos negligentes, o simplemente
imprudentes, que en otros ámbitos apenas tienen repercusión social,
tengan enorme trascendencia en la circulación por el potencial destructor
que implican y la gravedad de los daños que puedan producir. 

Hay que convencer a los ciudadanos de la importancia que tiene respetar


las reglas de tránsito y el de comportamiento, en sí, inocuos o pocos
graves en otros ámbitos de la vida, pueden ser muy graves en el tránsito,
dadas las nefastas consecuencias que producen ilustrados en los
negativos registros estadísticos contra la salud y la vida, que cada día en
nuestro país se convierte en una imperiosa necesidad que antes, por el
acelerado crecimiento urbano, acompañado de la gran cantidad de
automovilistas que transitan en todas las condiciones, y algunos
incumpliendo en su totalidad las regla de transito.   

Independientemente al tipo penal analizado, cabe una profunda reflexión


sobre la alarmante cantidad de fallecidos y minusválidos producto de la
forma irresponsable de conducir en el tránsito, que según los datos,
pareciera que estamos en un conflicto armado, ocasionando al Estado un
gasto extraordinario en medios y recursos, y sumiendo a la sociedad en
una verdadera tragedia que en un alto porcentaje son previsibles y
evitables.   

Finalmente cabe destacar la importancia de una reglamentación de la Ley


que regula el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública y la
responsabilidad de los organismos encargados de expedir licencias de
conducir, que lo hagan de manera responsable, otorgando a personas
realmente preparadas e idóneas para la conducción de un vehículo
automotor.
BIBLIOGRAFÍA

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