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Un análisis de las tendencias y las dinámicas de las memorias frente al espacio del mercado
y el marketing urbano en una sociedad y cultura particulares en el período 1980-2010,
permite comprender: el conflicto de la transición tecnológica de las organizaciones
económicas y sociales; las turbulencias que brotan enel imaginario cultural en el acto de
querer apropiar reglas y principios de conocimiento para trasplantarlos a contextos
culturales y sociales distintos en procesos de memorias vitales originarias e hibridas; el
sincretismo que emerge en los territorios desvalorizados de las antiguas industrias o
ciudadelas industriales y su conversión en megaespaciosinculturizados del capital
transnacional; otro tanto ocurre, en la mutación de la barriada obrera, de las prótesis fabriles
urbanas, que son convertidas en guetos residenciales autísticos; y de las plazas y comercios
injertados en templos del mercado asépticos despojados de identidad y memoria.
Cómo lo comenta Salomón Kalmanoviz (2003) al final del Frente nacional hacia mediados
de los años setenta se registró un cambio sustancial de orientación en las políticas Estatales,
al reducirse la intervención pública en la economía privada (Kalmanovitz, 2003:457)
además el valor de las exportaciones se elevó con la bonanza cafetera de 1976 a 1978 y con
la de los narcóticos de 1978 a 1983; el autor señala que ambas afectaron el conjunto de la
economía al financiar y abaratar las importaciones, desacelerando el proceso industrial
1
Anglicismo que traduce la mercadotecnia o mercadeo, en lo referente a las prácticas y estudios de
posicionamiento de las empresas, marcas y mercancías en las sociedades.
interno, al tiempo que la economía llamada subterránea (Lavado de activos y contrabando
entre otros fenómenos) impuso en lugar de la economía proteccionista, una filosofía del
consumo del lujo importado. (Kalmanovitz, 2003)
Sumado a lo anterior, José Antonio Ocampo (1997) describe que los ochenta
históricamente son tomados como la década perdida, según la Comisión Económica para
América Latina, este periodo se caracteriza por la transición de la crisis de deuda externa a
una inserción del neoliberalismo con movimientos de apertura y reajustes arancelarios que
cambiaron el panorama, económico de la región. En este contexto se da una continuidad a
la ampliación del comercio y el fortalecimiento del mercado transnacional el cual se vería
concretamente reflejado en la circulación masiva de mercancías y franquicias a mediados
de los años noventa y principios del presente siglo.
Para pensar contemporáneamente las memorias del mercado urbano, en este caso el espacio
comercial y su papel de vector ordenador de la cultura y de la sociedad, es necesario
plantearse un ejercicio de crítica a los conceptos de marca, publicidad y marketing, así
como pensar cómo la memoria agencia en lo masivo y la sociedad de consumo puntos de
fuga o solapas conceptuales para delimitar un conjunto de relaciones vigentes.
En este contexto es valioso preguntarse: ¿De qué manera la marca y la publicidad han
contribuido a la resignificación de las memorias como activadoras de la experiencia del
espacio urbano en Bogotá estas tres últimas décadas?
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El acto de comprar, el sistema de las compras y en este sentido el orden de las formas del consumo se
sintetizan cuando se habla del Shopping, en este sentido el Shopping Center, o Centro comercial recoge un
conjunto de escenarios del acto de comprar, lo que enmarca el mercadeo y las estrategias de oferta y
publicidad.
En este conjunto de prácticas se evidencian los anclajes a una cultura campesina originaria
localizada que produce vínculos con el consumidor actual, generando fracturas frente a los procesos
tecnificados y masivos del mercado de las grandes superficies donde se presenta una carencia de
esos rasgos Nemo - funcionales caracterizados por relaciones de confianza y por el juego de signos
y símbolos que se establecen en la búsqueda de una negociación efectiva para comerciante y
consumidor.
A partir de este grupo de técnicas, gestos e intercambios sobreviven las plazas y los comercios
informales, a pesar de la necesidad de vincularlos al mercado convencional como lo han hecho con
la implementación de lugares organizados a manera de Ferias Campesinas donde las cooperativas
sacan sus productos con acuerdos preestablecidos en precios y sin posibilidad de entramar una
relación de regateo o retóricas de negociación entre quien compra y quien vende. Pretendiendo la
adaptación funcional del mercado “de la plaza” al de la “gran superficie”.
El interés por los procesos de memoria implicados en las relaciones de mercado puede verse desde
los fenómenos de fractura frente a las grandes superficies como instituciones de mercado que
proyectan un Standard de presentación de los productos y otras relaciones con el consumidor; hasta
las plazas donde se generan otras lógicas permanentes en las cuales parte de la población de la
ciudad sitúa lugares de consumo donde buscan suplir deficiencias y necesidades insatisfechas que
no se ubican en las propuestas tecnificadas del nuevo performance de mercado. (Por referirse
también a una apuesta estética).
Entonces podríamos estar hablando de una memoria social originaria internalizada sumada a una
memoria imagética de los objetos y sus marcas, la cual habla a través de las prácticas por la
necesidad inconsciente de mantenerlas vivas, pues cabe aclarar que no se trata de una memoria
celebrada/celebrante o conmemorativa como se ha abordado en los estudios sobre la memoria
colectiva en estos últimos años3, pero si hay algo de ritual en algunas costumbres de intercambio
por ejemplo el “regateo” o lo que simboliza el hecho de “bajar bandera” en estos escenarios.
3
Varios trabajos sobre la memoria en los últimos años han transmutado su objeto pasando de la mirada de la
reconstrucción de símbolos nacionales y compromisos colectivos del pasado, sociedades sepultadas y
arqueologías urbanas como: Pierre Nora, Les lieux de memoire1992; Jacques Le Goff, El orden de la
Memoria 1991; Marc Augé, Las Formas del Olvido 1998; Rosa, Bellelli y Bakhurst (comps), Memoria
Colectiva e Identidad Nacional 2000. A la reivindicación de procesos posconflicto y conflictos derivados de
la invisibilización de actores/victimas por parte de un régimen de verdad instituido por actores/victimarios y
la sociedad civil. De estos estudios se pueden mencionar: Elizabeth Jelin y Victoria Langland (comps.),
Monumentos memoriales y marcas territoriales 2003; Gonzalo Sánchez, Guerras, memoria e historia 2003;
Luisa Passerini, Memoria y utopía 2006; Elizabeth Jelin y Susana Kaufman (comps.), Subjetividad y figuras
de la memoria 2006; Adrián Serna Dimas (comp.) Memoria y Conflicto 2008; del mismo Editor, Memorias
en Crisoles 2009. finalmente la traducción del texto: Los Marcos Sociales de la Memoria 1925/ 2004 , de
Maurice Halbwachs también permitió fortalecer el panorama en habla hispana de los problemas de la
memoria y su publicación es posible que estuviera muy ligada a esta generación de textos alrededor del
recuerdo, pues como lo describe Joel Candau (2002), como en Francia en las décadas de 1980 y 1990 se
pusieron de moda los estudios conmemorativos de la Revolución, es posible que en América Latina la llegada
del bicentenario trajera consigo la reivindicación de todas las memorias.
Por lo menos un posicionamiento de la relación espacial – relacional se puede ubicar en el trabajo
de Miles Richardson (2004) “Being – in – theMarket versus Being – in – the plaza: Material
Culture and theconstructionthe social reality in SpanishAmerica. Donde plantea las relaciones que
posicionan a los pobladores con respecto a la plaza como espacio de interacciones entre la estética
simbólica de lo que representa la plaza histórica/arquitectónica, por decirlo así, y la plaza
comercio/mercado, en donde se juega con el palimpsesto de la dinámica espacial y se interroga
sobre cómo se desarrollan este juego de símbolos y signos que transitan en la construcción de este
espacio social en Costa Rica.
Richardson se pregunta por las formas en que la gente transforma y apropia físicamente la plaza,
teniendo en cuenta los dos sentidos que ostenta este espacio de mercado y escenario histórico
republicano, para poder responderse la cuestión relaciona la genealogía de la plaza recordando que
de centro de la cuadricula hispánica, lugar de armas colonial, mercado y parque público, debía
centrar su mirada a las relaciones que la gente establece con el lugar.
Es interesante que al sumergirse en la plaza Richardson encuentra sistemas de notación muy finos y
formas internas de territorialidad, episodios de micro especialización (Richardson, 2004:77) donde
define la existencia de micro dramas sociales, o pequeñas escenas cotidianas que configuran esa
realidad de la plaza. Sobre este tipo de relaciones hay procesos de memoria que es importante
estudiar ya que ellos conforman sistemas rituales que se podrían observar al interior de los dramas
que en el caso de el estudio de Richardson se enfocan al análisis entre el común denominador
espacial como es el caso de la plaza.
Aunque este estudio antropológico centra su mirada hacia el espacio y sus relaciones, el aporte que
se puede obtener de él gira sobre la forma en que se visualizan las relaciones del mercado, y las
categorías que se pueden tejer alrededor de la revisión de las relaciones que se establecen.
Por otro lado la interacción entre este conjunto de técnicas o maneras de relacionarse con las
mercancías y vendedores – consumidores, permite observar un fenómeno que analiza DilipGaonkar
en su texto OnAlternativemodernities, el cual consiste en que diferentes versiones de lo moderno
van evolucionando y conviviendo en lugares comunes, como en el estudio de Richardson y en la
presente propuesta de investigación, la presencia de un espacio como la plaza de mercado frente a la
existencia de espacios como los hipermercados demuestra una confluencia cultural y material de la
modernización social frente a la cultura moderna, la cual explica a través de fenómenos como el
Market – driven industrial economy, el cual remite a las transformaciones sociales involucradas en
el surgimiento e institucionalización de economías industriales de mercado, administración
burocrática estatal, medios masivos, creciente movilidad, literatura, instrucción y urbanización
(Gaonkar, 2001) en las cuales tiene sus pilares el movimiento globalizador.
Estas modernidades alternativas como se pueden pensar, se materializan a través de las relaciones
entre los individuos y su medio o escenario de actuación teniendo en cuenta que en el mercado hay
una transversalidad de las lógicas de negociación, a partir de las cuales se establecen las redes de
comercio y por lo tanto son las estructuras por medio de las cuales la cultura a través de la memoria
transporta los códigos simbólicos de diferentes momentos y a manera de sedimentos se van
acumulando en el repertorio de las relaciones y los intercambios.
Retomando el mercado como definición el articulo de John Lie, “Sociology of markets” permite
entender que este término/campo ha carecido posiblemente de una perspectiva interdisciplinaria
para definir algunos fenómenos asociados al universo conceptual que puede implicar hablar del
mismo. Así como la referencia al espacio como entorno dinamizador o sujeto transformador,
establece posibilidades de estudio, o de la misma forma la memoria como camino y lugar
experimenta sentidos múltiples, en la visión de la presente propuesta es importante desbordar al
mercado más allá de la perspectiva económica y funcional con que se ha tomado en la mayoría de
estudios que le enfocan, salvo los que se ubican en el campo del consumo, como los de Stuart
Ewen, y Robert Merton4 que ya pertenecen al campo sociológico donde hay una apuesta sobre los
elementos simbólicos que se ponen en juego en este conjunto de relaciones.
Estas relaciones con los objetos nos llevan como lo afirma David Miller (1999) a observar
cómo los bienes alienables han llegado a ocupar un lugar comparable al que tenían los
bienes inalienables en otras sociedades: “Esto nos lleva de regreso al argumento de que las
mercancías se emplean para constituir la complejidad de las relaciones sociales
contemporáneas”(Miller, 1999:22) el consumo entonces ha devenido en dos vertientes que
Miller propone como las que han enmarcado los enfoques en los estudios sobre las
compras: por un lado los de tipo comportamental que son de corte positivista dirigidos
hacia las costumbres del consumidor (estudios de marketing y sondeos), los otros se
enfocan en los grandes centros comerciales, la fantasía y el postmodernismo generando
debates muy amplios (Baudrillard 1974; Bauman 1991; Amendola 2000; Muller 2004;
Chacón 2010)
Por otro lado La experiencia del espacio comotercera dimensión, remite a dos cuestiones
importantes: la representación y apropiación del mismo, la explicación de cómo se
comporta el espacio social obedece desde diferentes referentes a las relaciones de los
elementos involucrados y los efectos de la circulación que generan los rasgos de
identificación de los lugares tanto en las megaciudades como en los asentamientos urbanos
más pequeños.
Para Henri Lefebvre la producción del espacio remite al proceso en el cual el capitalismo
tuvo su posesión del espacio social a través de elementos pre capitalistas como la
agricultura y la ciudad, es interesante ver como en la propuesta de Lefebvre aparece el
concepto de la industria del ocio en el ejercicio de la regulación de los espacios: “el
capitalismo ya no se apoya solamente sobre las empresas y el mercado sino sobre el
espacio. Hay también el ocio. Con la industria del ocio el capitalismo se ha amparado en
los que han quedado vacantes: el mar, la playa y la alta montaña… por esta industria
nueva, por esta producción del espacio nuevo, el espacio entero ha sido integrado al
mercado y a la producción industrial a la vez que este espacio ha sido
transformado.”(Lefebvre, 1974: 221) la alusión al ocio moviliza la circulación de las
mercancías y también de la publicidad que se posiciona sobre los espacios, cabe aclarar que
el espacio vive en constante mutación; por lo tanto supera la contenencia de la humanidad
y produce humanidad, es decir, que el espacio es transformador de lo social y en una
relación sinérgica afecta y se deja afectar.
Lefevbre introduce la estrategia como un concepto que enriquece el panorama de este
trabajo, por ser un mecanismo de apropiación del espacio: con el cual el autor describe la
fragmentación de los espacios globales. En este caso es una categoría que permite
preguntarse: ¿Cómo las empresas y el Estado establecen estrategias de control de los
espacios y de regulación de las prácticas sociales y por lo tanto del estatus de visualidad del
espacio, en la cual lo óptico muestra todo un sistema de ordenación y producción de signos
y sentidos?: “El análisis estratégico del espacio moderno no ha sido hecho, hay muchas
informaciones que nos faltan, por ejemplo sobre las firmas multinacionales”. (Lefebvre,
1974:224) que se han respondido en las correlaciones de la geografía económica6 pero aún
en deuda con la visión cultural del fenómeno.
Finalmente entre los autores que permiten analizar la relación desde una semiótica espacial
se encuentra Milton Santos quien desde una vasta bibliografía7 permite pensar una
formulación que articula las relaciones de consumo e identificación con los objetos, las
marcas y sus implicaciones: el espacio como sistema de objetos y acciones.
Siguiendo a Santos en su premisa teórica es necesario revisar de cerca la elaboración que
cristaliza tal afirmación, ella es la implicación de los objetos como elementos significativos
y factores, insertos en la circulación de unos flujos que materializan y movilizan la acción
como acontecimiento constituyente de una realidad, esto quiere decir, que los objetos se
revisten de signos y en su dinamismo el signo permanece independiente del objeto, lo que
6 BENKO, Georges (2000). “Estrategias de comunicación y marketing urbano”. EURE (Santiago), Santiago,
v. 26, n. 79, dic. del mismo autor: (2000). “La recomposición de los espacios”. Madrid: Geographicalia, 38, 5
– 12; David Harvey analiza los excedentes de capital en la ciudad en: (2008) “la libertad de la ciudad”
Revista AntipodaNº 7 Bogotá. Universidad de los Andes.
7
Véase: Santos, Milton: Por otra Globalización. Del pensamiento único a la conciencia universal. Bogotá
Convenio Andrés Bello 2004; La Naturaleza del espacio. Técnica y tiempo. Razón y emoción. Barcelona:
Ariel. 1996/2000; Por una Geografía Nueva. Madrid: Espasa Calpe 1990.
explica la acción de la marca. Estas relaciones entre lo fijo y lo móvil vienen a agenciarse y
mediarse con la tecnología, en la medida que configura y produce imagen urbana en el
sujeto fortaleciendo la complejidad de lo que se ha denominado sociedad en red.
Desde la sociología Manuel Castells establece la comprensión de la sociedad informacional
“Los análisis del proceso de urbanización se sitúan generalmente en una perspectiva
teórica evolucionista, según la cual cada formación social se va produciendo sin ruptura,
por desdoblamiento de los elementos de la formación social anterior. Las formas de
implantación espacial son entonces una de las expresiones más visibles de esas
modificaciones. Incluso se ha utilizado a veces esta evolución de las formas espaciales
para clasificar las etapas de la historia universal. De hecho, mas que establecer criterios
de periodización, es absolutamente necesario estudiar la producción de las formas
espaciales a partir de la estructura social de base” (Susser, 2001:39).
El enfoque propuesto, plantea que existe una estrecha reciprocidad entre un “modo
informacional” de gestión del capitalismo contemporáneo, de la publicidad y de la marca
con la reorganización semiótica de la urbe planetaria, a lo cual nombramos como
totalización semiótica de las ciudades, que es indicio de lo que Manuel Castells denomina
urbanización sin ciudad.
Expresiones que son rotuladas por las imágenes visuales y los relatos que transportan las
narrativas de la cotidianidad que alimenta los espacios: “la exposición de objetos
inalcanzables alimenta la relación amorosa entre el Shopping y sus visitantes, quienes
salen de allí transportando muchas veces una bolsa minúscula que contiene una vela, o un
frasco de esencias perfumadas, o un peine de madera o una hebilla para el pelo… cómo si
se tratara de tesoros de joyería para los más pobres”(Sarlo, 2009:21)
Con sus trabajos sobre el Shopping y los centros comerciales Sarlo nos abre el campo para
pensar en las relaciones de la marca, más cuando en sus trabajos se devela esa consigna
posmoderna que define al ciudadano por su presencia en el mercado, es decir el ejercicio de
la ciudadanía urbana es mediada por el mercado y por el mismo camino constituye su
espacialidad creando nuevas expresiones de monumentalidad y de topofilias; de espacios
que se alimentan del deseo y de la imagen de quienes consumen y asumen identidad:
“Última invención urbana del mercado, el Shopping llegó en el momento en que se creyó
que la ciudad se volvía insegura… a esta forma de enfrentar un conjunto de cambios, que
sucedieron en todas las ciudades del mundo, el mercado le ofreció su creación: el
Shopping un espacio público de gestión privada”. (Sarlo, 2009:23)
En Contribuciones para una antropología del diseño, Fernando Martín Juez, desarrolla una
metodología de análisis etnográfico de los objetos. Reconoce que “en la vida cotidiana, tal
vez por obvia, no llama la atención hacia uno de los rasgos más elocuentes y
conmovedores de lo humano; la convivencia continua e ininterrumpida con los objetos y la
intrincada red de vínculos que con ellos establecemos” (Martín, 2002:22).
Una interesante lista de análisis de los objetos, nos da pauta para pensar sus relaciones con
el espacio humanizado: los nombres de los objetos; las metáforas, las prótesis y la
designación de los objetos según necesidades, deseos, habilidades y destrezas; la
cualificación del espacio por los objetos; lecturas y escrituras urbanas que en el juego del
mercado urbano se pueden ubicar en la circulación de denominaciones y conceptos:
“Cuando los objetos llegan al comercio cambian de nombre; ahora pueden ser artículos,
mercancías o géneros, y, siendo un poco más explícitos en su cantidad o su precio, pueden
convertirse en baratijas, bagatelas, chucherías…”(Martín, 2002:34) esta visión desde el
diseño y sus transferencias, permite encontrase con espacios configurados desde la
mercancía, la marca, el producto, más que desde los oficios como lo exploro Michel de
Certeau en la invención de lo cotidiano.
Entonces se hace necesario pensar como lo propone Luis Enrique Alonso (2005) en las
transiciones de los ciudadanos que viven el espacio público: cómo pasaron del Flaneur de
Walter Benjamin que se ve como el paseante soñador comprador en potencia, alBuyer
posmoderno rendido y encerrado en una imagineria del marketing que maneja sus sueños y
deseos. Esa relación se expresa también en las calles, en las fachadas, avisos e inclusive
pasa por la lente de quienes critican un mundo que se viste y reviste continuamente con la
marca.
2.2.1 Visiones del espacio comercial: escenarios de las tecnologías del mercado
Existe un acervo documental que da cuenta del análisis de las políticas públicas, de forma
tangente o directa: se pone sobre la mesa el carácter regulador de las mismas de la mano de
los dispositivos que permiten el agenciamiento de las costumbres en la población (Sáenz
2007; Outtes 2005), desde permanencias hegemónicas (Barbosa 2005) y exclusivas hasta
intentos de pedagogización de lo ciudadano y su ética urbana, (Sáenz 2009). El elemento de
coerción y organización espacial de la política pública urbana entre otros aspectos se
sustenta en la defensa del espacio público por sobre cualquier interés ( Jiménez 2001;
Beltrán 2003) y finalmente la falta de continuidad con los programas de gobierno producen
las fracturas sobre las concepciones del espacio urbano generando materialidades
fragmentadas y formaciones discursivas del espacio excluyentes (Serna 2006; Sanabria
2009) para este último autor la posibilidad de recuperación y democratización se basa en el
análisis de las dinámicas urbanas donde puede enfocarse en tres polos fundamentales de la
vida social: la ley, la moral y la cultura. En este caso es muy pertinente la relación que
establece Sanabria con referencia a la relación Cultura y Economía pues la primera permite
la construcción de una ética civil sin separarse de la segunda, permitiendo entender lo
urbano en una metáfora de actores y espectadores involucrados en una tramoya colectiva.
Brevemente se puede comentar que el ubicar la filosofía de las políticas públicas urbanas
permite entender la manera en que se interactúa desde el Estado con los espacios urbanos
comerciales, la mano directa de la ley sobre los lugares de abastecimiento y las medidas
policivas frente al cumplimiento de los mercados móviles y el control de la informalidad,
piratería y el contrabando. En este panorama resulta interesante entender cómo se regula
esa ética o moralidad del espacio urbano en el control de la marca y su difusión desde la
política urbana, y qué tensiones genera la imposición de medidas que siempre buscan un
bienestar de un sector poblacional en soslayo de otro.
Se podría estar hablando de una tendencia muy fuerte hacia el estudio de los mercados
urbanos, la de pensar su desarrollo desde sus factores de riesgo, es decir que fruto de las
políticas publicas urbanas, cuya filosofía entra en tensión con lo marginado (Sáenz 2007) la
visión que existe se origina desde los índices de pobreza, desplazamiento, economías
subterráneas y finalmente informalidad o estabilidad amorfa con relación a lo legal e
institucionalizado como lo formal del mercado urbano. En este sentido lo presentan
informes oficiales sobre mercados callejeros en Bogotá (Cámara de Comercio de Bogotá8
2005;) e informes de entes conformados para su estudio como el Observatorio de la Región
Bogotá – Cundinamarca, (CCB 2009) maneras contemporáneas de ver las tramas de
interacción del comercio en la ciudad.
Sin embargo además de los informes, es valioso mirar cómo se ha pensado la cuestión
desde otros puntos de vista, una referencia clásica es la de Rosemary Bromley: El trabajo
de Bromley permite observar una serie de ritmos urbanos que hacen posible analizar el paso
que dieron los mercados periódicos a la circulación diaria; su enfoque es interesante por
cuanto devela la relación entre los mercados periódicos con los establecimientos fijos,
situación que se refleja más en las fluctuaciones del comercio informal que a pesar de
presentarse como transgresión al espacio de mercado de los negocios fijos, se beneficia de
la permanencia de estos últimos para garantizar una clientela o demanda regular.(Bromley
1975, 1998, 2009) Estaríamos hablando de unas relaciones espacialmente parasitarias con
respecto a los establecimientos fijos por cuanto hay una relación directa entre las diversas
8
En adelante C.C.B.
zonas clasificadas por productos, marcas, slogans y sus correspondientes vendedores
informales.
Un trabajo más reciente de la misma autora permite visualizar las tendencias de las
relaciones que se establecen ente los locales comerciales en Quito: para Bromley la
propagación mundial del supermercado y del centro comercial es el proceso que configura
la transformación de locales comerciales en la ciudad de América Latina. Gran parte del
dinamismo del comercio de plaza se asocia con la intervención del gobierno, con las
principales políticas como la creación de los mercados menos atendidos en las zonas
urbanas y una reducción en la concentración del comercio popular en zonas céntricas.
(Bromley 1998) un último trabajo lo realiza en Cuzco para analizar el desplazamiento de
los comerciantes informales de la zona céntrica por las políticas gubernamentales en pro del
espacio público y el aprovechamiento del turismo (Bromley and Mackie 2009) otro factor
que tiene una directa relación con la marca y la imagen que se sustenta en ficciones
comerciales representadas desde un patrimonio que se muestra como un paisaje sin gentes
que puedan degradarlo en su exhibición.
Junto a Bromley, estudios sobre el tema en países como México han acuñado términos
como el del ambulantaje, el cual hace referencia a la trashumancia/nomadismo de
comerciantes que no están instituidos en el marco legal que indican las políticas de
industria y comercio en el espacio público (la informalidad colombiana). John E. Cross en
principio preocupado por el desplazamiento de lo que se ha denominado el ambulantaje del
centro del D.F. encontró cómo la política del PRI llevo a los comerciantes a agremiarse y
militar en este partido para proteger sus derechos (Cross 1996) y posteriormente se
concentró en los procesos de negociación con los mismos en el debilitamiento del cuerpo
electoral del PRI en el escenario popular tiempo después (Cross 1997). Este trabajo permite
dimensionar el papel de los comercios informales en los movimientos políticos con relación
a lo masivo, categorías que intervienen en el orden de las relaciones observadas. Además de
integrar un panorama de un tema de investigación que ha ocupado especialmente a los
analistas económicos y por supuesto a los urbanistas.
Objetivo General
Establecer una crítica del uso de la imagen y la marca por el mercado transnacional, para
comprender las lógicas semióticas de la estrategia publicitaria en la producción de
memorias e imaginarios urbanos y su articulación con la emergencia en la megaciudad de
territorios culturales y espacialidades vinculadas a dispositivos transnacionales del
consumo y del intercambio de técnicas y tecnologías del habitar.
Objetivos específicos
El proyecto teniendo en cuenta la apuesta por comprender las transformaciones que han
sido mencionadas, toma como periodo de observación el comprendido entre 1980 y 2010
por encontrar que es en estos años en que se da una transformación palpable en lo
concerniente a la experiencia del espacio y la memoria con relación a la influencia de la
marca y por lo tanto el cambio de identificación desde la imagen, la marca, la mercancía y
su territorialidad en la ciudad. Todo esto sumado a las condiciones expuestas en el numeral
2.1 del presente proyecto.
En este caso hay dos frentes de trabajo metodológico que se apoyan en mecanismos de
análisis utilizados en trabajos como los de Douglas &Isherwood (1990) expuestos
anteriormente en el numeral 2.2 del presente proyecto, en los cuales se realizan
comparaciones sobre relaciones de consumo en diversa escala, que para este caso se
propone es la relación con los relatos y repertorios de la publicidad y la marca en escalas
pequeñas como las de los consumidores y comerciantes de la calle y por otro lado la escala
mayor del gremio de publicistas y creativos de las empresas que desde una perspectiva
corporativa determinan la producción.
Fases:
I Fase: Reconocimiento documental como antecedente en la configuración visual y urbana
del mercado y el marketing en las localidades mencionadas de Bogotá, archivos
fotográficos y fílmicos, además de artículos de prensa, revistas y reportajes gráficos que
hagan relación a sus mercados. Recopilación de documentos que permita la construcción de
matrices de análisis donde se pueda dar cuenta de relaciones como:
Archivo de Bogotá. 1 2 3 4
Archivo Nacional.
Fase I
Bib. Luis A.
Revisión Arango.
Documental
Bibliotecas Locales
Archivos filmicos
Preparación de 1 2 3
Instrumentos de
registro
Visitas a espacios
focalizados de
Fase II comercio y
Recuperación circulación.
de Memoria y
Etnografía Historias de vida en
el comercio y en
agencias
publicitarias
Cartografías y
registro audio visual
Categorización de 1 2 3
las Historias de Vida
y organización de
repertorios
narrativos.
Redacción informe
final
9
Propuestas a partir de la aprobación del proyecto por parte del comité evaluador.
Creación de guion 1 2
museográfico de la
exposición.
Fase IV Clasificación y
disposición de
Preparación y
imágenes y objetos
ejecución de la
exposición
Gestión del espacio
e instalación
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