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La sociología de otro modo: Willian Foote Whyte

Son muchas las enseñanzas que se pueden extraer de un texto como La sociedad
de las esquinas, de Willian Foote Whyte. Llego a él por la recomendación de una
amiga y colega que me lo sugiere luego de preguntarle una ruta para hacer un
estudio socio-etnográfico sobre la cuestión urbana. Originalmente el libro fue
editado en 1943 por la Universidad de Chicago, y luego tuvo numerosas
reimpresiones. En castellano salió en la Editorial Diana de México en 1971. Que
yo sepa, lamentablemente no fue reimpreso. Me detengo en dos apartados que me
parecen especialmente reveladores: la introducción y el último titulado “Sobre la
evolución de la ‘Sociedad de las esquinas’”.

El libro es una investigación sobre las pandillas y la violencia en un barrio popular


de italianos en Estados Unidos, en un momento de particular estigmatización de su
población por su origen y el clima de tensión política internacional. Los medios de
prensa daban noticias que construían la imagen de un lugar acorde a sus intereses,
pero en verdad decían muy poco de lo que realmente pasaba. Whyte sugiere que
para comprender realmente lo que sucede hay que ver en la vida cotidiana, “sólo se
puede responder a preguntas particulares cuando se ha estudiado la estructura de
una sociedad y sus patrones de funcionamiento”. Se trata entonces no de sacar
conclusiones rápidas, sino más bien profundizar en el estudio de las lógicas locales.

La sugerencia de Whyte es sumergirse en la dinámica de los grupo que se quiere


estudiar, fijar la mirada en “gente particular y observar las cuestiones particulares
que ellos hacen”, los comportamientos generales son importantes pero sólo se los
puede explicar a través del examen de las acciones individuales. Con esa idea en
mente, el autor se va a vivir al barrio por años, y busca insertarse en las dinámicas
internas.

Por supuesto que esta opción tiene sus propios riesgos y exigencias, sobre las
cuales el sociólogo reflexiona en la última parte de su libro. Una de ellas es
preguntarse cuál es el límite de la inserción. Whyte describe un episodio en el cual
él mismo se encontraba hablando con acento y con términos del barrio popular al
cual, finalmente, no pertenecía, y como esto lo llevaba no a mimetizarse sino más
bien, paradójicamente, a marcar la distancia. El justo equilibrio entre observación y
participación es complejo, y en todo caso un tema de autoanálisis.

En otro episodio, el autor reflexiona con una sinceridad que no abunda entre los
sociólogos, en torno a su poca claridad sobre su objeto de estudio. Narra cómo
muchas de sus observaciones no tenían sentido, o más bien no estaban articuladas,
y cómo la maduración de una idea toma tiempo: “No pensamos por lo general los
problemas siguiendo una línea recta. Tenemos a menudo la experiencia de estar
sumergidos en una masa de datos confusos”. Construir un problema sociológico,
más allá de la primera observación periodística, puede llevar años, por supuesto
muchos más del tiempo de la beca asignada para el estudio. Por eso, “el estudio
de una comunidad o una organización no tiene punto final”; o como decía un
profesor: una tesis no se termina, se defiende.

El contacto regular con la población implica largos intercambios con personas clave
del lugar. Whyte describe su relación con Doc, pero además de presentarlo como
una de las personas clave para su estudio, cuenta el proceso analítico que el propio
Doc vive, lo que lo conduce a mirar las cosas de otro modo. Incluso confiesa que
en algunos lugares de su texto, es difícil diferenciar las ideas suyas de las de Doc.

Insertarse en una comunidad popular y en sus redes de violencia implica ponerse


la pregunta –que acompaña desde siempre a la sociología- sobre la política y el rol
del investigador. Whyte dice con claridad que su vocación era comprender y
“construir una sociología basada en la observación interpersonal de los
acontecimientos”, lo que es una apuesta teórica y metodológica, pero a la vez una
posición política: escribir y explicar –sugiere este autor-, es una manera de
intervenir.

El trabajo de Whyte refuerza una manera de trabajar en sociología, tomándose las


cosas con calma, dejando que el tiempo esté de nuestro lado, sumergiéndose en la
complejidad de los hechos sociales y mirando las cosas desde el comportamiento
de los individuos. Por supuesto que es un autor del cual hay mucho que aprender.

BUENOS AIRES ❖ ARGENTINA

✍ La sociedad de las esquinas [1943]


por Teoría de la historia
Pages from la-sociedad-de-las-esquinas-w-foote-whyteSon muchas las
enseñanzas que se pueden extraer de un texto como La sociedad de las esquinas,
de William Foote Whyte. Llego a él por la recomendación de una amiga y colega
que me lo sugiere luego de preguntarle una ruta para hacer un estudio socio-
etnográfico sobre la cuestión urbana. Originalmente el libro fue editado en 1943 por
la Universidad de Chicago, y luego tuvo numerosas reimpresiones. En castellano
salió en la Editorial Diana de México en 1971. Que yo sepa, lamentablemente no
fue reimpreso. Me detengo en dos apartados que me parecen especialmente
reveladores: la introducción y el último titulado “Sobre la evolución de la ‘Sociedad
de las esquinas’”. El libro es una investigación sobre las pandillas y la violencia en
un barrio popular de italianos en Estados Unidos, en un momento de particular
estigmatización de su población por su origen y el clima de tensión política
internacional. Los medios de prensa daban noticias que construían la imagen de un
lugar acorde a sus intereses, pero en verdad decían muy poco de lo que realmente
pasaba. Whyte sugiere que para comprender realmente lo que sucede hay que ver
en la vida cotidiana, “sólo se puede responder a preguntas particulares cuando se
ha estudiado la estructura de una sociedad y sus patrones de funcionamiento”. Se
trata entonces no de sacar conclusiones rápidas, sino más bien profundizar en el
estudio de las lógicas locales. La sugerencia de Whyte es sumergirse en la dinámica
de los grupo que se quiere estudiar, fijar la mirada en “gente particular y observar
las cuestiones particulares que ellos hacen”, los comportamientos generales son
importantes pero sólo se los puede explicar a través del examen de las acciones
individuales. Con esa idea en mente, el autor se va a vivir al barrio por años, y
buscaSCS_1943 english insertarse en las dinámicas internas. Por supuesto que
esta opción tiene sus propios riesgos y exigencias, sobre las cuales el sociólogo
reflexiona en la última parte de su libro. Una de ellas es preguntarse cuál es el límite
de la inserción. Whyte describe un episodio en el cual él mismo se encontraba
hablando con acento y con términos del barrio popular al cual, finalmente, no
pertenecía, y como esto lo llevaba no a mimetizarse sino más bien,
paradójicamente, a marcar la distancia. El justo equilibrio entre observación y
participación es complejo, y en todo caso un tema de autoanálisis. En otro episodio,
el autor reflexiona con una sinceridad que no abunda entre los sociólogos, en torno
a su poca claridad sobre su objeto de estudio. Narra cómo muchas de sus
observaciones no tenían sentido, o más bien no estaban articuladas, y cómo la
maduración de una idea toma tiempo: “No pensamos por lo general los problemas
siguiendo una línea recta. Tenemos a menudo la experiencia de estar sumergidos
en una masa de datos confusos”. Construir un problema sociológico, más allá de la
primera observación periodística, puede llevar años, por supuesto muchos más del
tiempo de la beca asignada para el estudio. Por eso, “el estudio de una comunidad
o una organización no tiene punto final”; o como decía un profesor: una tesis no se
termina, se defiende. El contacto regular con la población implica largos
intercambios con personas clave del lugar. Whyte describe su relación con Doc,
pero además de presentarlo como una de las personas clave para su estudio,
cuenta el proceso analítico que el propio Doc vive, lo que lo conduce a mirar las
cosas de otro modo. Incluso confiesa que en algunos lugares de su texto, es difícil
diferenciar las ideas suyas de las de Doc. 51Zo0Yozg4L._SL500_Insertarse en una
comunidad popular y en sus redes de violencia implica ponerse la pregunta –que
acompaña desde siempre a la sociología– sobre la política y el rol del investigador.
Whyte dice con claridad que su vocación era comprender y “construir una sociología
basada en la observación interpersonal de los acontecimientos”, lo que es una
apuesta teórica y metodológica, pero a la vez una posición política: escribir y
explicar –sugiere este autor–, es una manera de intervenir. El trabajo de Whyte
refuerza una manera de trabajar en sociología, tomándose las cosas con calma,
dejando que el tiempo esté de nuestro lado, sumergiéndose en la complejidad de
los hechos sociales y mirando las cosas desde el comportamiento de los individuos.
Por supuesto que es un autor del cual hay mucho que aprender.

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