Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Módulo I.
Índice de contenido
3. La violencia como problema social ............................................................ 2
Desde los años 80, teóricas feministas se cuestionaron la categoría ‘mujer’ como
objeto de estudio. ‘Mujer’, decían, no responde a una esencia, ni siquiera a una
entidad homogénea, sino que se construye histórica y culturalmente y precisamente
había que atender a cómo se produce dicha construcción paralelamente a cómo se
construyen las relaciones de subordinación entre hombres y mujeres (Méndez, 2005).
tiene una proyección más amplia como la violencia institucional, la violencia que unas
mujeres ejercen sobre otras, también sobre varones, etc.
Por otro lado, desde las instituciones y desde algunos discursos autodenominados
‘feministas’, se está identificando la agresión (o agresiones) ejercida como violencia y
específicamente violencia de género si es ejercida por un varón sobre su mujer pareja-
heterosexual y en ningún caso se considera violencia de género aquella que no entra
en esta estrecha y ambigua definición. Nuevamente encontramos que el género es
utilizado de un modo instrumental y mecánico, de manera que en vez de ser
considerada una categoría que se funda en lo relacional, se presenta como
constituyendo una esencialidad y además en unos límites sociales muy específicos.
c) Imposibilita analizar esta violencia desde otros elementos, además del género,
que convergen, coadyuvan, producen manifestaciones diversas y de distintas
intensidades.
― (2008): “Cinco tópicos sobre las mujeres víctimas de violencia y algunas respuestas
del feminismo oficial”. En P. Laurenzo, M. L. Maqueda y A. Rubio (Coods.).
Género, violencia y derecho. Valencia: Tirant to Blanc, 311-327.
TUBERT, Silvia (ed.) (2001). Del sexo al género. Los equívocos de un concepto.
Madrid: Cátedra.
Es innegable que las personas que ejercen violencia sobre otras son responsables de
los actos que realizan, pero es necesario considerar que el problema de la violencia ni
tiene aquí únicamente su raíz ni que su solución está en las medidas punitivas y
terapéuticas para las personas que ejercen violencia y asistenciales, y terapéuticas
para las que la sufren. El análisis de la violencia en las parejas pone de manifiesto,
más allá del esquema simplista de que es consecuencia de un enfrentamiento entre
varones y mujeres concretos, que es necesario adentrarse en el estudio de los
mecanismos que subyacen a las relaciones sociales en general y afectivas en
particular.
Para nosotros ‘estructural’ tiene más que ver con una lógica de relación social
presente no sólo en el ámbito de la pareja, sino en el conjunto de ámbitos de
interrelación social en contextos socioeconómicos determinados. Además, desde
aquella formulación se considera que este tipo de violencia (no la circunstancial) es
exclusiva y patrimonio de los varones. Frente a estos análisis, hay otros también
desde el campo de la psicología y psiquiatría, como los de Hirigoyen (2005), que
relacionan este tipo de comportamientos con el modo como están organizadas las
relaciones de pareja. Estos modos de organización son un reflejo de los modelos de
interrelación social, que son resultados del sistema económico y social que los genera.
Por ello, los análisis pueden focalizar la atención en múltiples aspectos. Por ejemplo,
cómo construyen formas de relación la división sexual del trabajo y, con ello, las
posiciones sociales que genera; cómo construyen formas de relación las posiciones
psíquicas construidas socialmente: cómo intervienen en formas de relación los valores
sociales de una cultura y época histórica determinada, etc. Estas y otras
focalizaciones, siendo parciales, deben aspirar a atender sus interrelaciones y cómo,
de forma holística, contribuyen a comprender la generación y perpetuación de los
procesos violentos para, posteriormente, poder diagnosticar de un modo diferenciado
qué elementos y factores están incidiendo más en cada caso, y diseñar intervenciones
más efectivas sobre el problema y prevenciones más allá de la buena voluntad que se
pone.
4Que algunos como Holter (2005) o Izquierdo (2020) consideran que es la base estructural del orden del
género en el capitalismo moderno. El trabajo en el hogar y fuera de él se realizan bajo condiciones
diferentes y, por tanto, tienen un significado cultural diferente
5Para esta cuestión y sus transformaciones, ver trabajos de Eva Illouz referenciados en la bibliografía de
este apartado
6El mito de la media naranja que recoge el testigo del mito platónico del andrógino que Platón describe en
El banquete, es una de las representaciones más fuertes del amor romántico en Occidente y que sería la
metáfora de dos mitades de un todo que se buscan (atracción) para lograr la felicidad, solo alcanzable
con esa mitad, naturalizándose este proceso. De ahí la exclusividad del amor romántico, tan útil a la
organización social en nuestras sociedades y que tanto sufrimiento genera en los sujetos. En nuestro
trabajo de campo hemos encontrado la importancia que la fidelidad sexual y afectiva tiene para nuestros
informantes, y se percibe como una consecuencia natural del amor que se siente por una persona. Esto
unido a la idea de que “el amor verdadero lo puede todo”, a que “existe una persona en algún sitio que es
nuestro complemento” y que la familia es la continuación del amor, la consecuencia natural de haber
encontrado “la pareja”, forma un cóctel que puede explicarnos la persistencia de la familia, a pesar de la
“vida líquida” de la que habla Bauman (2006b), de ante un fracaso afectivo intentar “rehacer la vida” y que
las rupturas sigan viviéndose con frustración, amargura y en no pocas veces con violencia latente o
abierta (Castells y Subirats, 2007: 36).
7Según el INE, en 2017, las defunciones que hubo en España a causa de suicidios fueron un total de
3679, de ellas 2716 fueron varones y 961 mujeres. La franja de edad con mayor incidencia en varones fue
de 30 a 39 años (354 muertes) y en mujeres de 55 a 59 años (108 muertes).
8Según el INE, en 2019 las defunciones que tuvieron como causa homicidios fueron un total de 340, 304
varones y 36 mujeres.
9Según el INE, en 2018 las muertes por accidentes de tráfico de vehículos a motor fueron 1996: 1452
Si bien no podemos saltar del plano de las relaciones sociales en general a las
específicas de la subalternidad de las mujeres, en las dimensiones económicas,
política y simbólica, no podemos perder esto de vista y abordarlas como realidades
ajenas una a la otra.
Gerda Lerner data el nacimiento del patriarcado en un periodo histórico de unos 2500
años, es decir, del 3100 al 600 a.C. (Lerner, 1990: 25) y afirma que muchas feministas
utilizan este término no en su significación tradicional y estricta. El término patriarcado
se viene utilizando, en su sentido estricto, como el sistema sostenido desde la
legislación histórica griega y romana que establecía que el cabeza de familia tenía un
poder legal y económico absoluto sobre los otros miembros de la familia, fueran
mujeres o varones. Cuando se utiliza el término en este sentido, se puede afirmar que
se ha llegado al fin del patriarcado con la concesión de derechos de ciudadanía,
derechos civiles, a las mujeres. Sin embargo, dice Lerner, que este concepto
distorsiona la realidad histórica pues la gestación de la dominación de los cabezas de
familia se remonta al tercer milenio a. C. Por otro lado, la dominación masculina dentro
de la familia no desaparece a partir del siglo XIX, sino que toma una nueva forma.
Autoras como Rubin consideran que solo debe usarse el término patriarcado para
referirse al dominio paterno predominante en el pasado. Propone la expresión el
sistema sexo-género para distinguir «entre la capacidad y la necesidad humana de
crear un mundo sexual, y los modos empíricamente opresivos en los que se han
El sistema teje sus propias estrategias para reproducirse. Una de las estrategias es
reforzar la contraposición binaria efecto de los desequilibrios que el propio sistema
patriarcal produce, ya sea
— considerando, bajo esa lógica, que el objetivo de una sociedad más justa e
igualitaria se alcanzará cuando las mujeres alcancen el objetivo de la modernidad
de alzarse como ‘individuo’ con las atribuciones y derechos que en estas
sociedades se ha configurado como ‘lo masculino’;
Ahora bien, en estos discursos suelen presentarse ciertas contradicciones como son
que aunque las mujeres desde el patriarcado están explotadas, dominadas, sometidas
y cosificadas, sin embargo parecen que sean sujetos no ‘dañados’ intelectual y
moralmente por esta situación, sino que conserven un espíritu puro, unas
disposiciones morales e intelectuales que permanecen indemnes ante tal atentado
contra su ser mismo. María Jesús Izquierdo ironiza sobre tales contradicciones al
decir: “Si un sistema de explotación y dominación nos hace maravillosas, no veo qué
interés tiene cambiarlo, sobre todo cuando ese tipo de discursos reivindicativos y
reificadores de las cualidades femeninas, contienen una afirmación de ser frente a
poseer, como el patriarcado nos quita cosas pero nos da esas cualidades personales
supuestamente positivas ¿cuál es el problema?, lo uno compensa ampliamente lo
otro» (Izquierdo, 1999: 45).
Izquierdo hace una reflexión acerca de que «una teoría del patriarcado y el sexismo es
reaccionaria si se construye ignorando la participación consciente e inconsciente de
las propias mujeres en el sostenimiento de la situación» (2020: 172), entendiendo por
‘reaccionaria’ que al criticar al patriarcado, lo afirma y legitima pues confirma que las
mujeres no son sujetos, no tienen capacidad de intervención sobre sus vidas y que lo
que les ocurre y que deje de sucederles es responsabilidad de los varones; por tanto,
criticándolo, confirma y reafirma el poder de los varones.
Luchar contra el patriarcado encierra una dimensión ética, bajo los presupuestos que
los pensadores griegos de la antigüedad establecían (quien daña, se daña también, y
fundamentalmente, a sí mismo) y en la línea de Nietzsche (el ejercicio del dominio
revela la debilidad de quien domina y su sometimiento a ese ejercicio de dominio). La
lucha contra el patriarcado es una contienda que exige indagar en los mecanismos
estructurales y menos visibles de este y buscar los resquicios desde los que atacar
una forma de organización de la vida humana que nos mutila a todos y daña la
convivencia.
HOLTER, Oystein G. (2005). “Social theories for rearching men and masculinities:
direct gender hierarchy and structural iniquality”. En M. S. Kimmel, J. Hearn y R.
Connell. Handbook of Studies on Men and Masculinities.Thousand Oaks, Sage,
15-34
— (2012). Por qué duele el amor. Una explicación sociológica. Madrid: Katz.
— (2020). El fin del amor. Una sociología de las relaciones negativas. Madrid: Katz.
RUBIN, Gayle (1986). “El tráfico de mujeres: notas sobre la <economía política> del
sexo”. En revistaNueva Antropología, vol. VIII, n.º 30. México, 95-145 [1975].
Nombre del autor para citar este documento: Evelina Zurita Márquez