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La realidad social como objeto de enseñanza

Hola a todas, como estuvimos trabajando en el último encuentro, para revisar la enseñanza de
las Ciencias Sociales, de acuerdo a las demandas de la escuela y de la sociedad actual,
Isabelino Siede propone que es necesario volver a considerar y problematizar además de los
sentidos (el para qué), el objeto de enseñanza de las Ciencias Sociales, (el qué), al que
describe como la REALIDAD SOCIAL.

La Realidad Social implica:

La actualidad, el pasado y la prospectiva


Los espacios cercanos y lejanos
Las diferentes dimensiones de la complejidad social
La multicausalidad de sus procesos y fenómenos
Los datos empíricos y los discursos
Las técnicas y procedimientos de cada disciplina
Las pautas éticas y las valoraciones.

Por otra parte, nos afirma que la Realidad Social tiene las siguientes características

Multifacética, diversa y desigual:


Cada sujeto la vive de una manera diferente

Nos implica como objeto:


Porque formamos parte de ella, tomamos posición

Admite múltiples dimensiones de análisis:


político, cultural, económico.

Es cambiante.
La realidad social se encuentra en permanente cambio, debido a las acciones de los sujetos

Es conflictiva.
Los sujetos tienen intenciones y propósitos distintos

Las aproximaciones a la realidad social, y a los propósitos que sistematizamos, se dan de


manera diferenciada en los dos ciclos de la educación primaria:

En el 1er Ciclo se busca:


ALFABETIZACIÓN en el área de Ciencias Sociales: Propuestas para construir nociones
básicas complejas
Provocar la reflexión sobre la realidad social a través de preguntas o problemas
Revisar las propias representaciones y ampliar la experiencia social
Mientras que, en el segundo Ciclo, se profundiza en:

Trabajo sistemático en Historia y Geografía


Trabajo con fuentes escritas y audiovisuales
Estudio personal y trabajo en equipo
Temas: formación del Estado Argentino y desafíos pendientes
En el tramo final del 2do ciclo (6to):

- abordar preguntas sobre la realidad social,


- confrontar proceso de la sociedad argentina con el contexto mundial

La vida de las sociedades se desarrolla en el entrecruzamiento de dos categorías


fundamentales: el tiempo y el espacio, y esto se vivencia en la cotidianeidad. De allí que se
considera que los conceptos de tiempo histórico, espacio geográfico y sujetos sociales, son los
que estructuran las Ciencias Sociales.

Por otra parte, para orientar el análisis de los fenómenos sociales, desde la Didáctica de las
Ciencias Sociales, se ha propuesto la utilización de Principios Explicativos. Algunos autores
como Pilar Benejam (1997) los denominan conceptos transdisciplinares o conceptos clave
paradigmáticos, ya que además de posibilitar el abordaje de las diferentes disciplinas que
integran las Ciencias Sociales, organizan el enfoque de su enseñanza y del análisis de la
realidad social mediante el estudio de su complejidad. A partir de ellos, los alumnos construirán
progresivamente, en los sucesivos años de escolaridad, la comprensión de la sociedad desde
concepciones más cercanas a las que se recurre en las Ciencias Sociales y que son
facilitadoras de la enseñanza.

En el documento encontrarán una descripción de los siguientes:

• dinámica cambio - continuidad


• integralidad
• multicausalidad
• intencionalidad de los sujetos sociales
• multiperspectividad
• identidad - alteridad
• interrelación
• organización social
• conflicto de valores y creencias
• diferenciación
Los cuales los ayudarán a pensar y enriquecer las problemáticas pensadas en la clase
pasada.

Es importante considerar que en el conocimiento de la Realidad Social puede ser de diversos


orígenes y con diferentes características, en decir, cada niño traerá al aula un conocimiento
cotidiano, que va a entrar en diálogo con el conocimiento escolar que el docente va a
presentarle. En ese diálogo pueden aparecer divergencias, contradicciones y resistencias,
siendo fundamental que el docente tenga en cuenta esos saberes, invitando a los niños a
argumentar, es decir, a buscarles un fundamento, y que presente desafíos que inviten a los
niños a poner en diálogo esos conocimientos – que pueden resultar insuficientes- con nueva
información.

Por otra parte, es necesario considerar que el conocimiento que el docente transmite es un
conocimiento particular, es una construcción específica para ser enseñada que indaga y
selecciona en el conocimiento científico, que está constituido en este caso, por las
producciones del conjunto de las disciplinas sociales.

Estas relaciones pueden ser expresadas en el siguiente cuadro:

En esta clase y la siguiente profundizaremos sobre dos disciplinas fundamentales dentro de las
Ciencias Sociales: La historia y la geografía. La importancia de estas radica en su poder
integrador y explicativo, sobre todo por sus aportes para la comprensión de la temporalidad y la
espacialidad. Las dos disciplinas tienen una importante tradición educativa, ocupando hasta el
día de hoy un lugar central en el currículo de todos los niveles, así mismo tienen un mayor
tratamiento didáctico que el resto de las ciencias sociales.

Sin embargo, y como veremos a lo largo del desarrollo, ambas disciplinas no pueden
considerarse como un ámbito separado del saber, sino que para acercarse a una comprensión
más global de lo social han ido ampliando su campo y vinculándose con las otras disciplinas
(antropología, economía, ciencia política)

La historia. Concepto.

El concepto de historia tiene dos acepciones:

por una lado se utiliza para referirse a lo que sucedió, la realidad histórica
por otro a la reconstrucción de eso que sucedió, el Conocimiento histórico
Mientras que el devenir de la historia puede marcarse a través de algunos acontecimientos
concretos, el conocimiento histórico tiene muchas versiones y perspectivas.

Actualmente se considera “historia” a la ciencia que investiga las transformaciones de la


sociedad (con palabras de Pierre Vilar, “la dinámica de las sociedades humanas”), analiza
distintos tipos de hechos (de masas: demográficos, económicos, de mentalidades;
institucionales y acontecimientos), trata de describirlos, analiza las posibles causas de las
innovaciones, saca conclusiones, selecciona lo que se valora como fundamental, y escribe los
resultados de su indagación.

Historia y Memoria

Suele haber confusión entre los conceptos “historia” y “memoria”. Esto quizás se deba a que la
historia de los aficionados está muy cercana a la memoria, si no plenamente identificada con
ella, o porque la historia oficial estuvo durante mucho tiempo ligada a la memoria de las clases
dominantes.

La memoria es el recuerdo, la reconstrucción que un individuo o un grupo más o menos


numeroso (memoria colectiva) mantiene de un hecho o de una época. Es selectiva,
fragmentaria y parcial: responde a los intereses o a los sentimientos de alguno de los distintos
sectores de la sociedad. Es subjetiva: es de alguien, sea ese “alguien” una persona o una
comunidad.

La historia, en cambio (según definición de Marc Bloch) es “una ciencia de los hombres en el
tiempo, y que incesantemente necesita unir el estudio de los muertos al de los vivos”. Si la
memoria de lo acontecido fuera exactamente igual a lo que realmente sucedió, el rol del
historiador no tendría sentido (Noiriel, 1997: 173). El historiador necesita tratar de despegarse
del entorno en el que vive y de la memoria colectiva que lo domina o circunda a fin de realizar
su investigación científica lo más objetivamente posible. En el nivel de producción, la
comunidad profesional de historiadores es la que define las normas de cientificidad propias de
la investigación histórica. Terminado el trabajo de investigación, su difusión por medio de
publicaciones destinadas al gran público o a través de la enseñanza, contribuye a que se
integre en la memoria y la enriquece.

Los precursores de la ciencia histórica

Los primeros precursores de la Historia como disciplina científica se remontan a la Antigüedad


clásica, en la que destacan tres grandes historiadores: Herodoto de Halicarnaso, fue el primero
que empezó a distanciarse «del tiempo de los dioses y de los héroes homéricos» y se ciñó al
tiempo real de los hombres, el tiempo de la historia vivida por sus predecesores más próximos,
dedicándose a reconstruir e interpretar las guerras médicas; Tucídides tomó como objeto de
estudio histórico acontecimientos de los que él mismo fue espectador e incluso protagonista,
como la guerra del Peloponeso entre Atenas y Esparta, de cuya importancia histórica fue
plenamente consciente. Hellánicos de Mitilene fue el primero en utilizar e ilustrar el género
histórico de la monografia erudita, lo que supone el primer intento de especialización en un
tema histórico. Este tipo de investigación será cultivada desde entonces durante toda la
Antigüedad grecorromana, plasmada en monografias sobre ciudades o pueblos, biografías,
recopilación de documentos de diversa índole, etc. A Hellánicos se debe, también, el primer
intento conocido de utilización de un cuadro cronológico para escribir la historia, en el que
intenta situar con precisión todos los acontecimientos conocidos a lo largo del tiempo de la
historia humana.

La aparición del cristianismo tuvo también notables repercusiones en el de­venir de la ciencia


histórica: introdujo una interpretación de la historia desde el punto de vista de las ideas, lo que
filósofos como Voltaire y Hegel denominarán luego la filosofía de la historia. Los autores
cristianos harán teología de la historia, como podemos ver en La Ciudad de Dios de san
Agustín. Esta teología de la historia se con­vierte en un medio, a veces el Único, de
interpretación de los fenómenos históri­cos, y de resolución de los problemas del presente,
haciendo que el historiador vea las cosas desde la óptica divina y de la Iglesia como
interpretadora de la mis­ma, constituida como instancia dominante y reguladora de toda la
realidad, in­cluso del saber.

Los humanistas del Renacimiento fueron los primeros en elaborar el método científico de
investigación histórica, recuperando así el vínculo con los historiadores de la Antigüedad
clásica, roto durante el período medieval. Se dedicaron con gran empeño al descu­brimiento,
fijación y edición de diferentes escritos, tanto de los textos bíblicos como patrísticos y de los
autores clásicos, en un ejercicio, también, de discrimi­nación de las obras auténticas. Desde el
siglo XVI al XVIII se fueron depurando diversas técnicas de investigación y de datación que
suponen herramientas decisivas para el historiador.

En el siglo XIX se trató de profesionalizar la historia, estableciendo una metodología para el


quehacer historiográfico que aún se considera válida. Constaba de los siguientes pasos o
momentos (Cassani y Pérez Amuchástegui, 1976):

a) Heurística: etapa inicial en la cual el historiador busca entre los testimonios del pasado las
fuentes para su investigación. En esta instancia está ayudado por distintas disciplinas: la
museología, la archivística y la bibliotecología. Esta búsqueda se hace con objetivos claros,
teniendo en la mente qué se quiere encontrar, aunque a veces se tope con documentos
inesperados que pueden cambiar la estructura de su investigación.
b) Crítica: es la instancia donde se efectúa el análisis del documento para establecer su
autenticidad (es decir, que realmente haya sido realizado por quien lo firma, o que sea una
fuente de la época que se dice), y también el examen de su contenido, para constatar el grado
de veracidad de la información que contiene. A través de este estudio se pueden encontrar
documentos auténticos que tengan noticias falsas (por ejemplo, periódicos argentinos de la
época de la guerra de las Malvinas) o equivocadas, o documentos falsos (de otra época o
firmados por una persona distinta de la que figura) con situaciones parcial o totalmente
verdaderas.
c) Hermenéutica: es el momento en el cual el historiador interpreta las fuentes teniendo en
cuenta la situación social, política, económica de la época, así como también analiza los
antecedentes. El historiador generalmente compara bibliografía sobre el hecho estudiado, a fin
de sacar sus propias conclusiones. En esta tarea interpretativa juega un rol fundamental su
formación previa y su cosmovisión del mundo o ideología: por un lado, cuanta más información
tenga, más correcta puede llegar a ser su versión; por otro lado, ésta va a estar influida por su
concepción de las clases dirigentes y de las dominadas, por su adhesión a determinadas
doctrinas económicas y políticas o por su “apoliticismo”.
d) Síntesis: es la instancia en la cual el historiador selecciona del material analizado lo que
considera fundamental para su trabajo, mediante el ordenamiento y la comprensión de las
fuentes y de distinta bibliografía sobre el tema. Con estos elementos, re-crea la situación, la
coyuntura o la época que está estudiando, se la imagina, la compone mentalmente, “resucita el
hecho en su mente”, le da coherencia a los datos, los transforma en explicación. Es el
momento de “creación histórica” por excelencia (Cassani y Pérez Amuchástegui, 1976).
e) Exposición: es la manera de presentar los resultados de la investigación, que puede tener
una forma más o menos narrativa. Debe tener en cuenta los aspectos formales de todo trabajo
histórico, como las citas al pie de página o el vocabulario específico, pero también los que
atañen a las obras literarias: es importante que esté bien escrita, con ideas claras y
comprensibles. Si bien no se espera que todas las obras de investigación histórica estén al
alcance de cualquier lego, el historiador francés Marc Bloch afirmaba que el historiador debe
ser comprendido por el “gran público”.

La Historia como ciencia moderna

Positivismo

Normalmente se acepta que la historia considerada como ciencia moderna alcanza su madurez
con las aportaciones de Leopoldo von Ranke. Este autor alemán pretendía hacer de la historia
una ciencia positiva, cuyo objetivo no debía ser otro que la reconstrucción de los hechos
pasados tal como realmente se produjeron. Para ello proponía un estudio serio y crítico de las
diversas fuentes. Se trataba de dotar a la historia de un método positivo, científicamente
«objetivo». Sus seguidores, entusiastas, se dedicaron a desempolvar y llevar a la luz miles y
miles de documentos que podrían desentrañar la verdad de lo acontecido. Pero muchos se
quedaron en eso, sin crear un marco explicativo más amplio, naufragando en un mar de
papeles, creyendo que el conocimiento histórico procede en forma acumulativa y progresiva.
Si bien la historia positivista fue descalificada por los historiadores de este siglo tachándola de
narrativa, acontecimental, política, biográfica, descriptiva, etcétera, es mucho más aceptada en
la práctica de lo que se admite. Algunas de sus características, como la exigencia de erudición,
la creencia en la imparcialidad del historiador, el interés por los archivos, la crítica de las
fuentes, brindan una imagen académica y legitiman nuevas formas de hacer historia que
tengan en cuenta la mayoría de estos requisitos.

Marxismo

La teoría marxista de la historia fue elaborada por Marx para determinar “las leyes de la
historia”, y poder guiar, de este modo, al movimiento obrero en sus luchas revolucionarias. A
mediados del siglo pasado, Marx partió del análisis razonado de una realidad concreta –el
capitalismo industrial inglés– e investigó, con técnicas rigurosas, los procesos que originaban y
producían el capital. Tomando a la realidad como una totalidad en la cual cada una de las
partes que la componen condiciona y transforma a las demás, elaboró un instrumento teórico:
el modo de producción, que capta la realidad social en su conjunto, teniendo en cuenta que las
relaciones entre economía y sociedad son las características fundamentales de todo período
histórico. El modo de producción es la forma en la cual se organiza el trabajo en una sociedad
determinada, dependiendo de quiénes lo realicen, quién se apropie del mismo, quiénes son
dueños de los medios de producción. Constituye la estructura económica de la sociedad, es
decir, su base material. Sobre la estructura se asienta la superestructura, que es la
organización jurídica, política, religiosa de la sociedad, y la justificación ideológica de la
estructura económica y social. Pero la sociedad y la economía no son estáticas: son dinámicas.
Impulsados –entre otros aspectos– por los conflictos sociales que dan lugar a la lucha de
clases, surgen los cambios que marcan el progreso de la sociedad en la historia. Analizando la
historia europea occidental, Marx determinó que de las primeras sociedades primitivas sin
clases sociales (donde todos luchaban por su sustento) –el comunismo primitivo– se pasó al
esclavismo, en el cual un grupo (gracias al excedente económico producido por la agricultura y
la ganadería), se pudo apropiar del trabajo de una gran masa de hombres. Por distintas
circunstancias se pasó al feudalismo –donde los señores feudales sometieron a gran parte del
campesinado a servidumbre–, y de éste al capitalismo en la Edad Moderna. En el capitalismo la
burguesía domina los medios de producción, pasando muchos trabajadores a ser mano de
obra asalariada. La situación de miseria en la que estaba reducido este proletariado a
mediados del siglo XIX y el comienzo de la organización obrera para enfrentar los abusos y
mejorar su situación llevaron a Marx a pensar que se estaban dando las condiciones para
producirse una revolución socialista. La misma impondría una dictadura del proletariado que
socializaría los medios de producción, disolviéndose así las diferencias de clases e instaurando
un modo de producción comunista.

En Gran Bretaña la historiografía socialista y marxista tuvo un desarrollo constante desde fines
de siglo XIX y durante el XX. En este sentido y con estos antecedentes, será un grupo de
historiadores ligados al Partido Comunista de Gran Bretaña que al finalizar la segunda guerra
mundial compondrá el núcleo de una "tradición" historiográfica de innovación y reconocimiento
hasta nuestros días. Entre estos se destacan Mauricce Dobb, Edward P. Thompson y Eric J.
Hobsbawn. Estos historiadores de Gran Bretaña colaboraron en publicaciones comunistas
como Marxism Today y la colección de folletos Our History; también constituyeron en 1952 la
revista Past and Present de alto nivel científico, que alcanzó prestigio internacional.

La obra de Dobb "Estudios sobre el desarrollo del capitalismo" (1946); genero un famoso
debate con Paul Sweezy, publicado originalmente en Science and Society. Frente a la tesis de
matriz marxista de Dobb que estimaba que el origen del capitalismo debía explicarse a partir de
las contradicciones y crisis del feudalismo, Sweezy sostuvo la teoría circulacionista, que definía
al capitalismo como resultado de la ampliación en la circulación de mercancías en el proceso
de conformación del mercado mundial. Thompson contribuyó con la historia del movimiento
obrero británico y una mirada "disidente" del marxismo sobre los conceptos de clase y
conciencia colectiva; su obra esencial es “La formación de la clase obrera en Inglaterra” (1963),
donde revisa la interpretación marxista tradicional desde un materialismo histórico no
dogmático, que ha sido llamado “culturalista”. Por último Hobsbawn se destaca por sus trabajos
de historia social y movimiento obrero, trascendiendo la historia inglesa con su trilogía: La era
de la revolución, La era del capital y La era del imperio, a la cual en 1994 se añade Historia del
siglo XX.

Las categorías de análisis histórico marxistas, son utilizadas en este siglo por la mayoría de los
historiadores, se identifiquen o no como marxistas.

Escuela de los Annales

En la Francia de fines del siglo XIX comienza una profunda revisión entre quienes piensan y
escriben la historia, se acelera el proceso de profesionalización de la historia y aparecen
revistas especializadas sobre la temática. En este marco fue fundada en 1929 por Lucien
Febvre y Marc Bloch, la revista Annales d' histoire économique et sociale, marcando el inicio de
la Escuela de los Annales. Desde ese lugar se propuso un acercamiento a las ciencias sociales
y un combate contra la historia tradicional. Opusieron a la historia relato una historia problema,
una historia que construía su objeto a partir de interrogantes que surgían del presente,
reformulando la relación del historiador con el pasado. Para responder a estas preguntas la
historiografía tradicional no ofrecía un método ni perspectivas de análisis adecuadas que, en
cambio, debieron buscar en las ciencias sociales. Se abrió así un diálogo fecundo con la
geografía, la sociología y en menor medida con la economía. Después de la Segunda Guerra
Mundial, la escuela de los Annales toma una nueva impronta con Fernand Braudel, quién
postuló que en lugar de mirar a la superficie de los acontecimientos, el historiador debe buscar
en las profundidades para descubrir la historia más lenta de los grupos humanos en relación
con el medio en donde viven, con el fin de desvelar las estructuras que modelan las
sociedades. En su obra El mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II
(1947) descompone el tiempo histórico en fenómenos de corta duración (historia política y
diplomática), de mediana duración (que se corresponde con los procesos económicos y
sociales) y de larga duración (que hace referencia a las relaciones del hombre con el medio
geográfico). Su perspectiva definió una “segunda generación” en la historiografía de los
Annales, que orientó las investigaciones a la historia económica y social. A esta le siguió una
tercera generación que fue definida por Jacques Le Goff y Pierre Nora, como "La Nueva
Historia", se interesó por la historia de la cultura, de las mentalidades y de las
representaciones, implicando un vínculo estrecho con la antropología. Paralelamente, en Italia
se estaba produciendo el nacimiento de la microhistoria, Guinzburg logra con El queso y los
gusanos (1976), a través de la reducción de escalas un acercamiento a los problemas de la
cultura popular. Por último, una cuarta generación de Annales se inicia en 1989, con la caída
del Muro de Berlín y la posterior desintegración de la Unión Soviética. Se caracteriza por:
recuperación y renovación de la historia social y económica, recuperación y actualización crítica
de las perspectivas de la historia global y de la larga duración, la búsqueda de apoyos en los
aportes de otras disciplinas científicas, propuesta de una historia social de las prácticas
culturales, y la interconexión de la cultura con su entorno socio-económico

En la actualidad, la escuela de los Annales y la tradición marxista son complementarias, ya que


los historiadores situados en uno u otro campo reconocen los aportes de la otra. En general,
según Barros, se distinguen por los temas de estudio y por la radicación de los centros de
estudio, mientras los primeros se ocupan por la metodología, la estructuras y la historia
medieval y modernos, los materialistas lo hacen por la teoría, revoluciones, historia
contemporánea; los primeros son mayoritarios en los países del sur europeo y los segundos en
los del norte (Barros, Estudios sociales n° 10).

Actividades
La autora plantea que a pasar de la renovación disciplinar en el campo de la investigación
histórica, en la escuela se verifica un desinterés por los contenidos históricos. Las causas las
atribuye a la selección de contenidos y el modo de presentarlo: un listado de acontecimientos,
con criterio cronológico y descriptivo, que responde a las preguntas qué (sucedió) y cómo
(sucedió). Propone en cambio que lo necesario es que los estudiantes se acerquen a los
conceptos, las causas, los conflictos y los intereses en juego. ¿Cuál sería el modo de presentar
los temas? ¿Qué rol destina a los estudiantes?
A lo largo de su configuración disciplinar la historia fue cambiando su propósito (el para que de
la investigación, y transmisión), así como su objeto de estudio (el que estudia, que faceta o
aspectos del hombre, que tipo de sujetos). a. Diferenciar estos aspectos en las distintas
corrientes (principalmente positivismo e historia social). b. En su trayectoria escolar ¿a qué tipo
de historia se han acercado?
La Historia Social (HS) produjo una renovación disciplinar que tuvo importantes consecuencias
en la enseñanza. Sintetizar: a. Cuales son los aportes de la HS, b. Como se considera y
complejiza el concepto de realidad histórica. c. Cuales son niveles para acercarnos a la
realidad histórica, d. Cuál es el trabajo del historiador.
Realice una reflexión teniendo en cuenta la siguiente imagen, y algunos de los siguientes
interrogantes: a. Qué valor tiene enseñar historia en la escuela, b. Qué importancia tiene
enseñar a hacer historia, c. Hay Historia o Historias

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