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El Romanticismo
El Romanticismo
Este movimiento cultural surgió en Alemania en torno a un grupo de jóvenes artistas que
reaccionaron contra la rigidez de las normas neoclásicas. Esta corriente precursora se
denominó "sturm und drang" (tormenta e impacto) y contó entre sus adherentes escritores de
la talla de J. V. Goethe y F. Schiller. La producción del autodenominado "movimiento de los
genios" se desarrolló a fines del siglo XVIII y en un lapso breve (1775-1810). De este período
data la novela Werther de Goethe, considerada la primera novela romántica.
Otros antecedentes del romanticismo se relacionan con los ideales expuestos por los
teorizadores de la revolución francesa, principalmente, Jean J. Rousseau. El fracaso de la
revolución y la restauración momentánea de la monarquía, deja en la joven generación
romántica un sentimiento de decepción y melancolía que tiñe toda su obra.
De este modo, podemos considerar dos vertientes en este movimiento: una vertiente
social, que alcanzó gran desarrollo en Sudamérica por coincidir con la etapa de liberación de
la dominación española, y una vertiente de evasión, considerada por algunos teorizadores de
la literatura como "postromántica”, que pone énfasis en los sentimientos subjetivos de
inadecuación a la realidad, imposibilidad del amor y refugio en la fantasía, la soledad, la
naturaleza, llegando en muchos casos a la idea del suicidio, del exilio, del viaje al lugar lejano,
de la locura como la forma extrema de evitación de la realidad.
Características generales del movimiento romántico:
- Individualismo y subjetividad.
- Rechazo de la racionalidad y exaltación del sentimiento y las pasiones.
- Búsqueda de la libertad en todos los planos.
- Ideal heroico en relación con una misión social que termina en fracaso o en martirio.
- Huida o evasión hacia el mundo interior como reacción frente al fracaso: exilio, muerte,
locura.
- Revalorización de lo fantástico.
- Interés por la reconstrucción del pasado pasional: revalorización del medioevo, de las
leyendas folklóricas, del paisaje nativo.
- Sentimientos místicos de la naturaleza: proyección de sentimientos en el paisaje, gusto por
las ruinas, los cementerios, los conventos y castillos abandonados e invadidos por la
maleza.
- Preferencias de los temas relacionados con la noche y el misterio, el ensueño, el
sonambulismo.
- El amor imposible: los amantes son separados por la muerte o por figuras que representan
el poder ejercido en forma injusta o arbitraria. El amor no es correspondido, o está lejos, o
el amado muere.
- Visión idealizada de la mujer, en sentido positivo (la mujer ángel, la heroína, la salvadora,
como la María de La cautiva de Echeverría) o la mujer-demonio (la que hechiza al hombre
y lo conduce a muerte o a la locura, como la dama-genio de "Los ojos verdes" de G.
Bécquer).
- Creación del antihéroe: el marginado, el desclasado, como el Martín Fierro de José
Hernández, que es víctima de la injusticia social.
- El personaje dividido entre el deber de estado y su inclinación como individuo, entre la
sociedad y la pasión.
- Lo salvaje, lo exótico, el indio, las tierras extrañas.
En lo literario y lingüístico:
Época romántica:
También un café, creado en esos tiempos, el hombre de la nueva época elige su mesa, y
se siente libre para buscar su soledad o encontrar compañía sin reglas ni etiquetas.
Los castillos medievales con sus leyendas de fantasmas, con su clima de misterio, y de
terror, constituyen por su parte, el escenario de algunas obras permanentes de este estilo.
Aparecen en la literatura paisajes siniestros con ruinas y aves de mal agüero, pero también
bosques salvajes por donde pasean los amantes de la soledad o las parejas enamoradas y
bosques de leyenda, poblado por hadas, ondinas, princesas encantadas u otros personajes
fabulosos.
Ambientes exóticos que chocan con las costumbres del mundo europeo, sirven de marco
a las aventuras románticas: el colorido, el brillo, la seducción de oriente como sus historias de
cautivos, piratas, guerras árabes; la España de los gitanos, los toreros, y las manolas; las
tierras americanas con sus llanuras dilatadas, sus costumbres grandiosas, sus selvas
tropicales, sus habitantes característicos (el indio, el gaucho).
Así, el hombre romántico, buscando esos mundos extraños, solitarios o misteriosos se
aleja de la rutina que lo ahoga, de las injusticias que no puede remediar.
Además el romanticismo nos ofrece otras imágenes distintas: jóvenes revolucionarios que
desafían a tiranos o invasores en las luchas callejeras, en las “barricadas”; o que se destierran
voluntariamente y en un largo peregrinaje recorren mares, tierras, cielos, siempre añorando a
la patria abandonada; idealistas que sufren persecuciones por proteger a los desdichados y
anhelar una sociedad mejor; paladines, cruzados, caballeros andantes, el mundo heroico de la
edad media. Muchas de estas actitudes y escenas románticas se llevan a la vida y el arte las
reflejaba. Aparentemente eran muy diversos, sin embargo debieron tener algo en común, para
que lo podamos situar bajo el mismo signo.
Romanticismo americano