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DOCUMENTACION

SO CIAL
REVISTA
DE
SOCIOLOGIA
APLICADA

experiencias
de S>

promoción
9

social
\

CARITAS ESPAÑOLA
Cuesta de Santo Domingo, 5 - MADRID-13
AÑO VI S E P T I E M B R E 1966 T r i m e s t r a l
nota bibliográfica
* Thuiller, Guy. LA PROMOTION SDCIALE. Presses Univ. de Fran-
ce. Col. «Que sais-je?» París, 1963.

El térm ino promoción social tiene hoy tantas y tan diferentes


acepciones que no está de más señalar el ámbito que el mismo
tiene en esta obra. La promoción social, para Thuiller, abarca todo
lo que concierne a la educación de adul os. Recoge la definición,
propuesta por la Comisión Chenot, como la más precisa: «Debe
ser considerada como acción de promoción social, teda acción de
formación y de perfeccionamiento, de la naturaleza que cea, y a
cualquier nivel que se sitúe, desde el memento e i que se d rige
a una persona ya incorporada a la vida profesional. A la promoc ó i
social interesa esencialmente tres campos:
1) Actividades profesionales. Debe perm itir al individuo man
tener y mejorar su cualificación que le perm itirá conser­
var su empleo o acceder a puestos de respcn3abilid?d cre­
ciente, debe perm itirle también efectuar las reconversio­
nes de actividad, que la evolución general impondrá fr e ­
cuentemente.
2) Actividades sociales y cívicas. La acción correspondiente,
conocida bajo el térm ino ambiguo de «promoción co le cti­
va» se refiere a la formación de representantes cual fica
dos de las agrupaciones de trabajadores, las cole ctivida ­
des sociales o profesionales.
3) Actividades de recreo. La acción correcpor.d en^e tiene por
objeto perm itir a cada uno d isfrutar plenamente del patri­
monio cultural común.»
La necesidad, cada día más urgentemente sentida, do comple
tar la formación que se recibe en las aulas escolares, obliga a
buscar unos medios de «educación» quo acompañen al hombre
a lo largo de su vida activa.
Hacer participar al mayor número de hombres en el bien co­
mún de la sociedad, tratando de evitar frustraciones y sagregac c-
nes, es la idea central del libro, y su mayor interés está en des
tacar, una y otra vez, como para la construcción de un m urdo
«más humano» la lucha por la formación y la participación cultu
ral es esencial.
sumario

Páginas

Presentación.................................................................... 3

Los problemas sociales y la acción social, por


Dem etrio CASADO .................................................. 5

Metodología de la promoción social, por A ntonio


DEL VALLE .................................................................. 15

La animación social en medio urbano: una solu­


ción, por M ichel BLONDIN .......... 27

Una asociación de fomento cultural en zona in­


dustrial, por Ignacio A L B IS U ................................. 51

Fomento ganadero y promoción rural, por Fran­


cisco IÑ IG O ................................................................ 59

Bibliografía seleccionada, por M. J. M ................. 72

Educación y desarrollo rural. La experiencia de


Treviso, por Giuseppe ROSSETTO ................... 73

Un tele-club rural, por A ntonio ALBARRAN ......... 85

Noticiario Legislativo, por Luis MADRIGAL ......... 92

Núm. 3 * SEGUNDA EPOCA * septiem bre 1966


consejo de redacción
D ire ctor: Ramón ECHARREN.

M iem bros del Consejo: Demetrio CASADO, Antonio DEL VALLE,


José María DIAZ-MOZAZ y María Jesús MANOVEL.

Colaboran en este número: Antonio ALBARRAN, Ignacio ALBISU,


Michel BLONDIN, Francisco IÑIGO, Luis MADRIGAL y Glusep-
pe ROSSETTO.

Redacción y A d m inistración: CARITAS ESPAÑOLA. Cuesta de Santo


Domingo, 5. Madrid (13). Teléf. 248 94 05.

Suscripción anual (4 núm eros): ESPAÑA, 160 pesetas. EXTRAN­


JERO, 4 dólares.

Esta colección está preparada por el CENTRO DE ES­


TUDIOS DE SOCIOLOGIA APLICADA de Cáritas Nacional
y tiene como finalidad fa c ilita r una serie de números mo­
nográficos que versan sobre temas de acción social y des­
arrollo com unitario. La Dirección so licita , para cada tema
concreto, la colaboración de aquellos especialistas que
han trabajado en la práctica y conocen a fondo cada una
de las m aterias, presentándolas a través de una visión
social.

D epósito Legal: M. 6.021 - 1959.


ARTEGRAF - Navas del Rey, 34 - Madrld-11,

2—
iO
índice
presentación

En el número uno de su segunda época, DOCUMENTACION SO­


CIAL presentó lo que podríamos denominar los fundamentos teóri­
cos de la promoción social. Tomando como punto de partida el
examen de la noción y objetivos específicos de la promoción so­
cial, se trazaron las grandes líneas de la misma en el marco di­
verso del medio rural y del medio urbano.

El número que ahora presentamos enlaza con aquél en cuanto


que intenta dar un paso más hacia la realidad o, si se quiere, ha­
cia lo que puede ser la aplicación real de ese conjunto de técnicas
que se denomina promoción social.

El sistema seguido ha sido esencialmente inductivo. Partien­


do de una serie de experiencias realizadas con una incidencia real
en las situaciones que pretendían modificar, partiendo también de
una visión sociológica y sistemática de los problemas sociales,
visión ordenada a la acción social, se ha inducido la metodología
de la promoción social.
En consecuencia, la estructura del número, respondiendo a idén­
ticos criterios, presenta en primer lugar un trabajo sobre «Los
problemas sociales y la acción social», pasando a continuación a
examinar la «Metodología de la promoción social», trabajo que re­
coge y generaliza las constantes metodológicas que se derivan de
la serie de experiencias que a continuación se presentan. Las «ex­
periencias» que se presentan recogen aspectos diferentes de la
promoción social aplicada o realizada en medios rurales y ur­
banos.

— 3
iO
índice
Así, como experiencias urbanas se ofrecen «La animación so­
cial en medio urbano», que recoge una experiencia canadiense,
y «Una asociación de fomento cultural en zona industrial», de una
localidad guipuzcoana. De la acción realizada en medio rural pre­
sentamos «Fomento ganadero y promoción rural», de la provincia
de Castellón; una experiencia italiana sobre «Educación y desarro­
llo rural» y «Un tele-club rural», de un pueblo de la provincia de
Madrid.

Algunas de estas experiencias han sido tomadas, mediante una


selección previa y las ampliaciones necesarias, de las que la re­
vista «Perspectivas Sociales» ha presentado a lo largo del últi­
mo año.

El número se cierra con las acostumbradas secciones de «no­


tas bibliográficas» y «noticiario legislativo».
Finalmente queremos destacar el valor metodológico que pre­
senta la experiencia canadiense que publicamos y que puede ser
considerada como modelo, tanto por su interés social como por
su profundidad técnica y riqueza metodológica.

Por exceso de original, en este número no se incluye nues­


tra habitual sección NOTAS BIBLIOGRAFICAS. Sin embargo,
la Bibliografía referente a este tem a puede consultarse en
los números 1 y 2. En la página 72 se incluyen algunos tí­
tulos nuevos que hacen referencia a las experiencias de pro­
moción social.

4—
iO
índice
los problemas sociales
y la
acción social
p o r D e m e trio C A SA D O

Por lo general los fenómenos y los problem as sociales (1) se


definen y se clasifican desde el punto de vista de su naturaleza
social. De ello resulta un planteam iento, que siendo ú til en una
perspectiva de conocimiento, no lo es tanto en una perspectiva
de acción. La cada vez más urgente necesidad de abordar con el
máximo rigor cie n tífico y técnico los problem as sociales, entraña
la exigencia de plantear su estudio con una perspectva operativa;
se trataría en ú ltim o té rm ino de elaborar un cuadro de conceptos
e ideas capaces de interpretar y d e scrib ir los problem as sociales
y sus circunstancias, de tal manera que se responda a las nece­
sidades de inform ación que plantea la planificación y ejecución
de la acción social.
En las páginas que siguen se plantea un aporte te ó ric o m odes­
tísim o y parcial dentro de la línea indicada. Su objeto co nsiste en
apuntar los elem entos que componen la problem ática social desde
el punto de vista de la acción social.

NIVELES DE LA PROBLEMATICA SOCIAL


En las d iferentes experiencias de acción social puede obser­
varse que sus objetivos se sitúan en varios niveles. En p rim e r lu­
gar ha de señalarse el correpondiente a Jas carencias y perturba*
clones del bienestar y el desarrollo del hombre; en segundo lu­
gar debe considerarse el nivel de las perturbaciones del equilibrio
social; en te rce r lugar puede d efin irse el de los recursos de la
acción social, y en cuarto lugar, puede contem plarse un se ctor
particular e im portante de este te rce r nive l: el marco institucio­
nal público en relación con la acción social.

— 5
iO
índice
La enumeración precedente corresponde exactamente a los fac­
to re s de la acción social. La acción social tiene su fundamento
en la existencia de carencias y perturbaciones que afectan ai
hombre, bien sea directam ente o de manera inm ediata a través
de los efectos del d esequilibrio social. Para atajar estas situacio­
nes la acción social procura u tiliza r o crear unos recursos ade­
cuados, entre los cuales tienen una especial im portancia los que
se refieren al cuadro de normas, institucion es, fondos y funciones
correspondientes a la A dm inistración Pública del país.
Es evidente que de las cuatro dim ensiones citadas, solamente
la prim era y la segunda tienen un contenido de fenómenos que
pueden considerarse problemas sociales en sentido e stricto ; sin
embargo, las otras dos dim ensiones im plican una serie de d ifi­
cultades y carencias que condicionan negativam ente la acción
social y que pueden ser consideradas tam bién problemas sociales.
Por ello, desde la perspectiva operativa de la acción social, in­
teresa considerar integrados en la problem ática social las men­
cionadas carencias y dificu ltad es. En la vida social se producen
problemas sociales ta les como la fa lta de viviendas para ciertos
sectores de población. La acción social ha de responder a esta
carencia y por ello— si se desean e vita r las fórm ulas «benéficas»
(2 )— necesita hombres dispuestos a organizarse en cooperativas
u otras form as de asociación que sirvan de base para resolver el
problem a; asim ism o es necesario que existan fondos públicos que
perm itan financiar la construcción de las viviendas. La carencia
de hom bres dispuestos a asociarse y la carencia de fondos pú­
blicos, que son carencias al nivel de los recursos y del marco
institucion al, constituyen problemas para la acción social y, por
ello, en mi opinión, deben integrarse en el cuadro de la proble­
m ática social.

CARENCIAS Y PERTURBACIONES DEL BIENESTAR Y DEL


DESARROLLO HUMANO
Esta prim era categoría de problem as es la que corresponde
a los fenómenos humanos que más impresionan la sensibilidad
social, y vienen a ser algo así como la incidencia final de la pro­
blem ática social en el hombre. Provisionalm ente podrían c la s ifi­
carse en los siguientes tip os: situaciones de dependencia, situa­
ciones de pobreza y situaciones de desajuste personal.

a) Situaciones de dependencia.
La acción social se enfrenta, con frecuencia, con el problema

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iO
índice
de las categorías sociales dependientes; es decir, incapaces de
s u b s is tir sin una ayuda ajena: niños, enferm os y ancianos desvá­
lidos, inválidos, dism inuidos de todos los órdenes, etc. La s o c ie ­
dad responde de estos problemas, en general, a través de fó rm u ­
las «benéficas»; sin embargo, a la acción social se le plantean
también problemas y posibilidades de rehabilitación de inválidos,
integración profesional, creación de puestos de trabajo especia­
les para todo tip o de dism inuidos, prom oción de fórm ulas asocia­
tivas (asociaciones de padres de niños subnorm ales), prom oción
de servicios de previsión (residencias y se rvicio s para ancianos,
gestionados y financiados por los m ism os), etc.
Las situaciones de dependencia provienen a veces de depen­
dencias congénitas o adquiridas (enferm os y d is m in u id o s ); otras
veces la dependencia tiene su origen en in fo rtu n io s fa m ilia re s
(niños desvalidos); en o tros casos la dependencia arranca de
factores fisio ló g ico s (ancianidad). Sin embargo, debe tenerse en
cuenta que las exigencias sociales que estos problem as plantean
vienen matizados por determ inados factores de tip o social. Cuan­
do están muy desarrolladas las funciones de a uxilio Ínter o intra-
fa m iliar, los servicios que ha de prestar la sociedad fre n te a las
distin ta s situaciones de dependencia es mucho m enor que en el
caso contrario. La dependencia del anciano, incluso, se produce
con más frecuencia en las sociedades donde su e statuto está
poco valorado (cual es el caso de las sociedades m odernas), que
en aquellas otras donde es objeto de gran estim ación. Por otra
parte, la tendencia a considerar que la sociedad tiene la obliga­
ción de afrontar estos problemas, plantea unas exigencias de
atención crecientes.

b) Situaciones de pobreza
La insatisfacción de las necesidades fundam entales de a lim en­
tación, salud, educación, vivienda, empleo y renta co n stitu ye una
problem ática social encuadrable, con más o menos propiedad, en
el concepto genérico de pobreza. Este problem a se produce en
muchos casos a un nivel carencial intenso, y co nstitu ye un pro
blema de carácter absoluto (hambre, analfabetism o, paro to ta l, e t­
cé te ra ); en otros casos el problema es relativo, es decir, resulta
de comparar la realidad con los niveles a que han llegado otros
sectores sociales y a los que se aspira socialm ente.
La pobreza se presenta a veces afectando a grupos y com uni­
dades enteras, pero en otros casos afecta, de manera más o m e­
nos generalizada, a individuos y fa m ilias aisladas (parados, s i­

— 7
iO
índice
niestrados, personal no cualificado, clases inferiores, clases pasi­
vas, e tc .). Este segundo caso es el que se encuadra dentro del
tip o que consideram os «carencias y perturbaciones del bienestar
y del desarrollo humano». Este tip o de pobreza recibe, con fre ­
cuencia, un tratam iento de tip o «benéfico», más, también es ob­
je to con frecuencia de una acción social encaminada a resolver
sus problemas de alim entación (cooperativas de consumo, educa­
ción en economía dom éstica, educación alim entaria, e tc.), salud
(educación sanitaria, saneam iento, e tc .) , educación (alfabetiza­
ción, educación de base, e tc .), empleo (form ación profesional,
prom oción de la m ovilidad social, form ación de m igrantes, pro­
m oción cooperativa, e tc ).
En la problem ática de la pobreza las d istin ta s m anifestaciones
de la m ism a vinculan en una relación de causa y efecto (analfabe­
tism o — bajo nivel de renta— ; paro— mala alim entación— ; e tc.).
A sim ism o las situaciones de dependencia no atendidas desembo­
can en situaciones de pobreza; por otra parte, muchos de los
problem as que verem os después pueden conducir a situaciones
individuales o colectivas de pobreza.

c) Situaciones de desajuste personal

Aunque este enunciado puede englobar un repertorio muy am­


plio de situaciones de inadaptación y desintegración, en este ca­
so quiere refe rirse exclusivam ente al conjunto de situaciones in­
dividuales, más o menos generalizadas, en las que los individuos
no están adaptados o integrados a la cultura o a la comunidad a
que pertenecen.
Con frecuencia estas situaciones originan perturbaciones de
la conducta y del e q u ilib rio psicosom ático. Aparte de factores in­
dividuales y fam iliares casuísticos, es muy general la incidencia
en estas situaciones de la desorganización social a que se hará re­
ferencia más adelante.
Los desajustes personales suelen ser objeto de tratam iento
asistencial (case w o rk ), más cuando aparecen de manera bas­
tante generalizada, plantean exigencias operativas diferentes a la
acción social, que debe in c id ir sobre todo en sus causas sociales,
según se verá más adelante.

PERTURBACIONES DEL EQUILIBRIO SOCIAL

La satisfacción de las necesidades humanas y la realización


del desarrollo humano están condicionadas a la organización so-

8—
iO
índice
cial, por ello los problem as de carencias y las lim ita cio n es a que
se hizo referencia anteriorm ente tienen una ciara reiación con las
perturbaciones del e q u ilib rio social. Estos pueden tip ific a rs e de
varias maneras; en este caso se u tilizan estos tre s tip o s : situa­
ciones de marginalidad, atraso cultural y desorganización social.

a) Situaciones de marginalidad
Las situaciones de m arginalidad se producen en grados muy
diferentes, de tal manera que a veces se incluyen en otros tip os
de problemas, sin embargo, existen algunas muy típ icas que han
sido afrontadas en diversas ocasiones por la acción social. Tal es
el caso de los gitanos, los delincuentes y las p ro stitu ta s, entre
otras categorías. No se trata, en estos casos, de situaciones in d i­
viduales más o menos generalizadas de m arginalidad, sino que
esta situación afecta a categorías y grupos enteros, las cuales
se encuentran en una posición claram ente desventajosa en orden
a lograr unas metas de bienestar y desarrollo.
b) Atraso cultural

Este concepto— poco sociológico aparentem ente en cuanto que


contiene un ju ic io de valor— corresponde a aquellas situaciones
en las que la cultura vigente en cierta s comunidades, grupos o
sectores, está menos evolucionada que la predom inante en la so­
ciedad general a que pertenecen dichos grupos o comunidades.
Esta situación no constituye en sí misma un problem a social,
puesto que los estadios culturales no son susceptibles de valo­
ración; sin embargo, de hecho, constituyen un «handicap» para el
desarrollo de la vida social de las comunidades rezagadas que
tienen que contar— en una sociedad comunicada— con el resto del
conjunto social.
El medio rural, en general, está rezagado socialm ente respecto
a la cultura urbana, que es la que tiende a im ponerse en la vida
social. Una gran parte de los esfuerzos de la acción social en
este medio, apuntan, en ú ltim o térm ino, a aproxim ar el nivel de
vida rural al urbano mediante la incorporación de las pautas c u l­
turales, el modo de vida en d e fin itiva , de las ciudades.

c) Desorganización social
Esta denominación se refie re a una serie de anorm alidades so­
ciales cuya característica común es la falta de consenso social.
En una sociedad en rápida evolución, cual es el caso de la

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iO

índice
nuestra, este problema afecta en cierta medida a toda la so­
ciedad (con flictos de padres e hijos; indeterm inación de las
normas de com portam iento; rápida declinación de los valores;
e tc é te ra ).
En algunos sectores y comunidades el problema se presen­
ta con una agudeza especial. En las comunidades rurales que
han entrado en contacto con la nueva cultura de manera súbita
e intensa, es normal que se haya producido una situación de
c ris is cu ltural; es decir, de confusión, ambigüedad y enfrenta­
m iento de normas, crite rio s , conductas, etc.; en las comunida­
des de nueva creación (barrios suburbiales, nuevas ciudades,
barrios de absorción, etc.) es tam bién normal que se produzca
una situación de caos social, originado en el desconocim iento
de sus habitantes, en la ausencia de un sedim ento de pautas
de com portam iento y en la carencia de relaciones, grupos, lí­
deres, etc.; es decir, de organización social.
La Organización de Comunidad es una form a de acción so­
cial que responde adecuadamente a esta problem ática, y los
centros sociales y las asociaciones, en general, se utilizan con
frecuencia como m edios para co rre g ir la desorganización com uni­
taria.
Una form a de desorganización sociai a la que los m ovim ien­
tos sociales de carácter moderado y refo rm ista no suelen de­
dicar mucha atención, es aquella que consiste en una lim ita ­
ción anormal de las posibilidades de participación social de c ie r­
tas categorías o grupos, como consecuencia de determ inados
desequilibrios de poder (caciquism o, monopolio, opresión de de­
term inados sectores sociales, e tc .). No cabe duda de que es­
tos problemas tienen una clara resonancia política, y por ello,
se tiende a pensar que deben ser afrontados por los m ovim ien­
tos de acción política.
La acción social ha incidido, en ocasiones, sobre estos pro­
blemas y puede hacerlo con toda propiedad (aún sin abando­
nar su orientación refo rm ista no re v o lu cio n a ria ). La educación
cívica, la creación de instituciones, la organización social y eco­
nómica de los sectores perjudicados, y otras acciones, son m e­
dios adecuados para (incidir favorablem ente en los desequili­
brios de poder y aun co rreg irlo s en cierto s casos.

PROBLEMAS RELATIVOS A LOS RECURSOS


Desde el punto de vista de la acción social el concepto de

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iO
índice
recursos es muy amplío. Todo elem ento que cumple una fun­
ción social, o que puede ser utilizado positivam ente, es un re­
curso. He aquí una enum eración de las grandes categorías de
recursos (3 ):

— la población
— las estructuras culturales
— las estructuras sociales
— las estructuras económ icas
—- la infraestructura.

Los fenómenos y elem entos socioeconóm icos a que aluden


los enunciados anteriores existen siem pre, como es lógico, en
todas las sociedades y com unidades; de lo contrario la socie­
dad no e xistiría . Lo que im porta resaltar en orden a la s is te ­
m atización de la problem ática social, desde el punto de v is ta
de la acción social, es que tales fenóm enos, para ser recursos
de la acción social, deben estar conform ados de tal manera que
sean un fa cto r positivo de sus objetivos. Con frecuencia la rea­
lidad es d istin ta de este supuesto, bien sea porque las e s tru c ­
turas mencionadas carecen de cierto s elem entos de los que
sería necesario disponer, bien sea porque existen elem entos de
incidencia negativa respecto a los fin es de la acción so cial. En
el prim er caso se plantea, pues, la necesidad de crear recursos,
en el segundo, de orientarlos favorablem ente.

La acción social necesita contar con la población en cuanto


tal y con sus características. La población siem pre es un recur­
so, más puede o cu rrir que sea un recurso insu ficien te para los
fin es de la acción social en ciertos casos (de seq uilibrio de se­
xos, escasez de población joven, o, en general, d e se q u ilib rio de
edades, etc.) en tal caso se puede d e cir que existe un p ro ble ­
ma social (4 ).
En los elem entos cu lturale s de una población pueden e xis­
t ir tam bién problemas de recursos. La o rientación de los va lo ­
res, las actitudes y los com portam ientos, es de una im p orta n ­
cia grande respecto a la acción social. Probablem ente puede
decirse que es en este nivel donde se sitúan los recursos más
im portantes. En térm inos generales puede decirse que, desde
el punto de vista de la acción social, uno de los problem as más
graves con que ha de enfrentarse es con la carencia de un cua­
dro de valores y actitudes propicios para el logro de las m etas
de la acción social. Las actuaciones de m entalización a que se

— 11
iO

índice
hizo referencia anteriorm ente persiguen la creación de este tipo
de recursos,

A l nivel de las estructuras sociales pueden producirse tam ­


bién carencias de condiciones favorables (recursos) im portan­
tes. La ausencia de líderes, la endeblez de ios m ovim ientos aso­
ciativos, los obstáculos para la m ovilidad social, la inadecua­
da distribu ción de la renta, etc., son fenómenos harto frecuen­
tes que constituyen obstáculos a la acción social. Del mismo
modo que la insuficiencia de equipam iento social constituye un
problema de recursos.

Como consecuencia de los problem as que se plantean en la


carencia o inadecuada ordenación de los recursos correspondien­
tes al nivel que consideram os, la acción social, como en el caso
anterior, se ve obligada a crearlos (form ación de líderes, or­
ganización com unitaria, etc.) o a orientarlos adecuadamente (re ­
d istribu ción de la renta, adaptación de servicios, e tc.).

En el campo de las estructuras económ icas y en el de la in­


frae structura los problem as son análogos.

PROBLEMAS RELATIVOS AL MARCO INSTITUCIONAL

La expresión «marco institucional» se emplea aquí en una


acepción, a la vez amplia y restringida, que alude a las in s titu ­
ciones públicas y a las form as de convivencia política. La acción
social ha de te ne r en cuenta estos fenóm enos, que entrañan po­
sibilidades y d ificu ltad es. Los problemas sociales en este nivel
surgen cuando las estructuras p olíticas carecen de aquellos ele­
m entos que precisa la acción social para el cum plim iento de sus
fin es o cuando la orientación de dichos elem entos no es ade­
cuada.
La sistem atización de esta problem ática com portaría un tra ­
bajo que no es posible desarrollar aquí, más cabe aludir a algu
nos fenómenos que sirvan de orientación y muestra.
En la vida pública se instituyen una serie de pautas; unas
escritas como son las leyes, otras no escritas como son aquellas
que se m anifiestan y crean a través de com portam ientos re ite ­
rados y homogéneos. En este nivel, y siem pre desde la perspec­
tiva de la acción social, se dan problem as de carencia (actual­
mente no está ordenada norm ativam ente el campo de la integra­
ción de los gitanos, por ejem plo) o de orientación inadecuada

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iO

índice
O tro sector de problem as de interés es el que se deriva de las
posibles anorm alidades funcionales en la aplicación de las nor­
mas.
O tro aspecto de las estructuras p olíticas que interesa a la
acción social es el correspondiente a las d ire ctric e s , medidas y
programas de ación social emanados de la A d m in istra ción Pú­
blica. Tales elem entos tienen el carácter, en p rin cip io , de recur­
sos, mas pueden producirse tam bién en ellos problem as de ca­
rencia de orientación. A l p rim er tip o correspondería, por ejem ­
plo, la carencia de programas de educación sanitaria; al segundo,
tipo podrían a dscribirse todos aquellos program as en los que
la A dm inistración, desestim ando el princip io de subsidiariedad,
asume responsabilidades ejecutivas que podrían ser incorpora­
das por la sociedad. De la m isma manera que a p ropósito de las
normas, además de los problemas estructurales apuntados, e xis­
ten problemas funcionales, como por ejem plo las frecuentes d i­
ficultades adm inistrativas con que tropiezan los aspirantes a be­
neficiarse de los programas públicos.
Como no se pretende analizar la estructura de la problem á­
tica social, sino sim plem ente apuntarla, creo que puede con­
cluirse esta referencia a los problemas sociales que se le pre­
sentan a la acción social al nivel de las estructuras p olíticas, in­
dicando que el esquema manejado anteriorm ente (carencias, o rie n ­
tación inadecuada, desviaciones funcionales) podría aplicarse a
los restantes sectores de las estructuras política s que interesan
a la acción social; es decir, los órganos de la A d m in istra ció n com ­
petentes en la m ateria y los fondos financieros aplicables a la ac­
ción social (5).

NOTA FINAL

Algunos de los problemas mencionados en el nivel de los re­


cursos y en el del marco institucion al, no son aparentem ente de
naturaleza social; sin embargo, y por las razones que expuse an­
teriorm ente, me pareció oportuno integrarlos en la e stru ctu ra
funcional de la problem ática social que aquí se ha apuntado. No
pretendo, en esta nota final, ju s tific a r este planteam iento que es­
taría dispuesto a cam biar si ello supusiera un progreso doctrinal
o de comunicación para la acción social, lo que pretendo es sub­
rayar que la acción social, en los dos niveles citados, en enfrenta
con una amplia serie de fenómenos de naturaleza social, econó­
mica y política con los que está vinculado necesariam ente el lo ­

— 13
iO

índice
gro de sus objetivos, y que por e llo ha de m ejorarlos, crearlos y
o rie n ta rlo s adecuadamente. Ello explica el que la acción social
debe abordar campos tales como la prom oción Institucional o la
prom oción legislativa, los cuales, aunque no son específicam en­
te sociales, pueden convertirse en plataform as de lo social cuan­
do sirven a sus fines. En ú ltim o té rm ino esta consideración pue­
de generalizarse, en cuanto que la acción social no se caracteriza
por la naturaleza social de los elem entos que maneja, sino de los
fin e s que persigue, aun cuando, en rigor, éstos varían en alguna
m edida según la posición de los agentes de la acción social.

(1) El concepto «problema social» se maneja en este artículo en un


sentido muy amplio. Espero que en otra ocasión será posible abor­
dar el estudio de las varias acepciones de este concepto.

(2) A la palabra «benéfico» se le adjudica en este trabajo un signifi­


cado convencional e impreciso, que viene dado por el conjunto
de las características (paternalismo, pasividad del beneficiario,
ausencia de promoción, etc.) de la acción social tradicional, que
las modernas corrientes impugnan. Ei lector aceptará esta vague­
dad en razón a la tremenda y larga tarea que supone poner en or­
den y claridad en el actual caos de la terminología de la acción
social (esta misma expresión es equívoca). Esperemos que al­
guien sea capaz de hacerlo.

(3) Como puede observarse en la enumeración que sigue, el nivel de


los recursos comprende la totalidad de la realidad socio-económica.
Esto es cierto en términos generales, más debe entenderse que
en la práctica, al planear o desarrollar una actividad de acción
social no se precisa contar con la totalidad de los elementos com­
prendidos en las estructuras sociales y económicas, sino que se
sigue un criterio selectivo que facilita la acción.

(4) Como es sabido, la población, cuando se considera excesiva, tiende


a plantearse más como problema que como recurso. Esta orienta­
ción, salvadas las implicaciones neomaltusianas que lleva consigo
en la mayor parte de los casos, es aceptable en el contexto en que
se plantea y no es incompatible con la concepción de recurso qua
aquí se postula en cuanto que, según la tesis que se viene mane­
jando, los recursos tienen dimensiones problemáticas.

(5) Deliberadamente dejo sin tratar el importante problema de las


estructuras políticas al nivel de las instituciones fundamentales.
En mi opinión a este nivel pudieran plantearse problemas socia­
les importantes que, si bien corresponden a una acción política,
no son Invulnerables a la acción social.

14
iO
índice
metodología
de la promoción social
p or A n to n io DEL VALLE

No cabe duda que en estos momentos el m ovim iento de pro­


m oción social que en nuestro país se desarrolla va cuajando y
elaborando sus fundam entos, sus o bjetivos y sus técnicas. Los
prom otores, adm inistradores, trabajadores sociales y líderes de la
acción social van forjando la armadura m ental e intelectua l que
fundamenta su acción, íntim am ente unida con una concepción pro­
gresiva de la sociedad, del cambio social y del respeto a la per­
sona humana.
Parece claro que la acción social, y la prom oción social como el
proceso dinám ico de elevación com unitaria que aquélla postula,
no puede definirse y catalogarse únicam ente como un conjunto de
técnicas de sociología aplicada y de terapéutica social, sino que
responden de algún modo a unas form as concretas de concebir la
reform a de la sociedad, ya sea en concordancia con una ideología
determ inada, ya sea en línea de una concepción p ositiva de la
vida y de la convivencia social.
Los m ovim ientos de prom oción social, creados in icia lm e n te en
los países occidentales, tal vez como respuesta a unos desniveles
sociales acusados y en un intento de reform a social que no im ­
plicara cambios radicales, se han convertido hoy día en un con­
jun to de técnicas aceptado por países muy d iferen te s y aplicadas,
de un modo sistem ático por sectores públicos y privados con mo­
tivaciones ideológicas, p olíticas y m orales muy d ife re n te s.
De todos modos, y al menos en este m om ento, la prom oción
social puede d efin irse como un proceso social de auto-elevación

— 15
iO
índice
de las personas y grupos, socialm ente deprim idas o marginales,
provocado por personas ajenas a esos grupos y que son conscien­
te s de las deficiencias que presenta el orden social existente y de­
seosas de reform as eficaces y no de cambios radicales, produc­
to re s de nuevos desajustes y problem as sociales.

LA IDEOLOGIA Y EL METODO

En este contexto se considera que la idea de la promoción


social hay que traspasársela a los grupos y personas a pro­
m over, con objeto de que la sientan como suya. No descubrimos
las Am éricas si decim os que esta m etodología es moneda co­
rrie n te en casi todas las actuaciones de acción social e incluso
de propaganda política.
Sin embargo, renunciando de antemano a proseguir el análi­
sis de la ideología y tomando la prom oción social como un he­
cho de la reform a social, parece de gran actualidad considerar
la metodología de la prom oción social toda vez que, por una
parte, ideología y m étodo no son com partim ientos estancos, y,
por otra, del m étodo utilizado o a u tiliza r se derivan los resul­
tados.
Antes de nada me atrevería a adelantar que, con indepen­
dencia de la madurez en la ideología, e incluso en un intento
de superación de la misma, lo que más le hace falta al mo­
vim ie nto de prom oción social es método. Los recursos y
las técnicas, por m uy cuantiosos y perfectos que sean, fraca­
san o producen bajos rendim ientos cuando no encuentran el cau­
ce adecuado, continuo y progresivo, que la m etodología les pue­
de señalar.
En España tenem os claros ejem plos que ilustran esta a fir­
m ación: Campañas de educación de adultos que fracasan, re­
form as de la empresa que se quedan en puros enunciados, te le ­
clubs que no pasan de ser meros «disfrutes colectivos de la
televisión» y m il ejem plos más, de todos conocidos.
Por supuesto que la m etodología no es la panacea, la piedra
filo s o fa l de cualquier actuación de promoción social. La metodo­
logía tiene su puesto y no puede rem ediar todas las deficiencias.
Pero si la m etodología se apoya, como debe ser, en la sicología
del grupo a prom over, en sus centros de interés reales, en un
liderazgo representativo y en unos o bjetivos sentidos y desea­
dos, muchos aparentes fracasos pueden ser auténticos progre-

16—
iO
índice
sos en la Integración del grupo y en su desarrollo cu ltural.
Lo que parece claro es que en m ateria de acción social no
privan los m odelos económ icos de que los resultados corren
parejos con las inversiones realizadas. Con solo m entalidad eco­
nóm ica no se pueden apreciar los cambios de actitudes, los
avances culturales, el m ejoram iento de la vida social, la tom a
de conciencia ante los problemas, el aumento del sentido de
responsabilidad, la aprehensión de o bjetivo s comunes, etc. Los
resultados externos de la prom oción social (número de peones
transform ados en obreros especializados, de analfabetos «alfa­
betizados», de cooperativas, de centros co m u n ita rio s...) son fá ­
cilm e nte cuantificables, pero aquéllos que se refieren a los va­
lores m orales y socio-culturales no se pueden m edir si no se
posee una fina intuición desprovista de pre ju icios sobre lo que
«hay que alcanzar». Quizá por esta razón— y por prim ar los va­
lores económ icos— se busquen con ansia los resultados e x te r­
nos y se m enosprecie la tarea educativa y la acción social en­
dógena.

PROMOCION DESDE «FUERA» O DESDE «DENTRO»

El prim er aspecto m etodológico que se nos plantea en la


obra de promoción es aquél que se re fie re a quién debe in ic ia r el
trabajo. Como en cualquier otra actividad social, hay que poner
a consideración si las actuaciones prom otoras se han de re a li­
zar desde «arriba» o desde «abajo».
En m ateria de prom oción social parece claro que más que
hablar desde «arriba» o desde «abajo», hay que re fe rirs e a des­
de «afuera» o desde «dentro»; es decir, ¿la prom oción social
es un proceso que debe ponerse en marcha desde fuera de la
propia comunidad que padece los problemas, o por el c o ntrario,
la iniciación de ese proceso debe ser patrim onio del propio grupo
social que precisa promoverse? Un som ero análisis de la s itu a ­
ción a este respecto nos m uestra que, generalm ente, el pano­
rama actual se puede presentar así: las actuaciones de prom o­
ción social que se orientan al logro de resultados e xternos
(form ación profesional, cooperativas, centros com unitarios, etc.)
suelen ser iniciadas desde «fuera» o bien por prom otores de
gran dinam ism o que a menudo resultan casi im p rescind ible s para
conducir a buen puerto las obras creadas; por el co n tra rio , la
prom oción social endógena (acción en el terreno de las a c titu ­
des, de lo cultural, de la integración so cia l...) representa casi

— 17
iO
2
índice
siem pre una obra solidaria, en la que los líderes de la comuni­
dad juegan un papel preponderante, básicam ente educador.
Y es que ambos tip os de promoción tienen características or­
ganizativas y de animación muy dispares. El m ontaje de unos cur­
sos de form ación profesional, por ejem plo, precisa gruesas in­
versiones, gestiones sin cuento, un aparato organizativo a tono con
la obra a desarrollar y un m ínim o de animación socio-cultural:
grandes sectores de la población sienten la necesidad de cuali­
fica rse profesionalm ente y «esperan» la ocasión para acceder a
ella. Sin embargo, el grupo de vecinos que lucha por crear un
interés común a toda la barriada para enfrentarse con los proble­
mas vecinales, precisa un a lto grado de animación, previo a la
puesta en marcha de la acción externa. Y esta animación sólo
se logra desde dentro del grupo vecinal, o al menos con su pro­
pio esfuerzo y deseo solidario.
Parece claro que los prom otores que se proyectan sobre un
determ inado grupo social, las instituciones de gran ámbito de
acción e incluso los «notables» de la localidad, se orientan hacia
la promoción social de resultados externos, dado que no exige
gran dedicación a la tarea educacional, de conducción de perso­
nas o de animación a través de los líderes de la comunidad. No
cabe duda que esta manera de proceder, que es beneficiosa en
sí misma, no suele producir resultados duraderos y se parece
más bien a la acción benéfica que a la verdadera acción social,
aunque el objeto de sus actuaciones sean m aterias específica­
m ente sociales.
La participación de las personas a promocionar, contar con sus
opiniones y con sus líderes naturales, conformar las obras y ser­
vicios de promoción de acuerdo con sus deseos más profundos
y «tenerlos en cuenta», no sólo en los discursos, parecen postu­
lados esenciales en los que debe fundam entarse la m etodología
a emplear. No podemos extendernos aquí sobre el grado de pre­
paración, la responsabilidad com unitaria y el «si saben lo que
quieren» que muchos argumentan al llegar a este punto. Lo que
sí parece claro es que la promoción social no se puede imponer
ni re p artir como el que da un aguinaldo.
Los animadores experim entados de la prom oción social, aqué­
llos que fomentan el cambio social en la base y revisan con sin­
ceridad y sin «aprioris» los métodos que utilizan, saben que hay
que armonizar los dos tip os de promoción social aquí apuntados.
No bastan los resultados externos, sino que se precisa un pro-

18 —
iO
índice
tundo trabajo en el plano cu ltural (in te rn o) y de la responsabilidad
ante el mundo de los demás, por lo que tratan de conjugar lo
exógeno y endógeno que la prom oción social lleva consigo. Y en
esta orientación, el concurso de la propia comunidad es im pres­
cindible; y la comunidad se representa por sus líderes y por su
solidaridad de grupo, latente o en potencia.

LA ACTITUD PROMOTORA

Sin caer en la crítica destructiva, hay que re fe rirs e a la a c ti­


tud prom otora en aquellos aspectos que inciden en la m etodología
de la promoción social. Parece conveniente señalar que el mé­
todo en la acción social no puede contem plarse solam ente como
la técnica en «la manera de proceder». La metodología se tiene que
apoyar en unas técnicas de acción social correctamente estable­
cidas, pero básicamente se ha de inspirar en una actitud, un «es­
tilo de acción» y una concepción del desarrollo social.

Por ello la promoción social repele la actitud paternalista, los


intentos de colonización cu ltural, la fa lta de espíritu educador, el
carácter autocrático en las decisiones y el sentirse «intérprete» y
«profeta» de los deseos de la comunidad.
«Sentir con el pueblo» debe ser el lema de todo el que quiera
acercarse con honradez para prom ocionar a los grupos y cate­
gorías que no han alcanzado su puesto en la sociedad.

No cabe duda que la situación actual de muchos sectores de


la población no es muy propicia para asegurar su particip a ció n
real y efectiva en la tarea prom ocional. Pero esta situ ación e x te r
na no hace que los hombres sinceros, aquéllos que son capaces
de detectar los valores que no han tenido posibilidad de desarro­
llarse y m anifestarse, se queden en la p e rife ria de los problem as
internos. Por el contrario, les estim ula. Ellos saben muy bien
que su actitud ha de ser de servicio auténtico, dedicando
una gran parte de sus energías a la formación de hombres y a
la tarea educadora, ayudando ai grupo a manifestarse, a sentirse
solidario, a tomar sus propias decisiones comunes y a desarro­
llar sus valores culturales. Estos animadores de la acción social
cuando se ven obligados a decir «queremos lo m ejor para estas
gentes» lo hacen con respeto y con sinceridad, lejos de la hipo­
cresía que la propaganda p olítica ha puesto en esta frase.

19
iO
índice
LA PLANIFICACION SOCIAL «DE OFICINA»

Los proyectos de prom oción social se han beneficiado de los


avances que la sociología aplicada les ha proporcionado. Las té c ­
nicas de planificación social han aportado una parte del método
a u tiliza r. Han sido capaces de sistem atizar el estudio de los pro­
blemas, de proporcionar las pautas necesarias para establecer las
grandes fases de la acción y de o rien ta r el establecim iento de
los objetivos. Pero, al aplicar estas técnicas, se ha olvidado en
muchas ocasiones que no se manejan índices estructurales sino
factores humanos y una realidad dinám ica y viva como es la vida
social.
De ahí que la planificación, aplicada a la m ateria que nos ocu­
pa, sea un buen auxiliar, pero al que hay que manejar con el m is­
mo cuidado que a una serpiente de cascabel. La planificación so­
cial exige participación «desde abajo» y una flexibilidad sin lí­
mites. Los planes preconcebidos, establecidos «en la oficina» por
unos técnicos muy com petentes, siem pre son válidos como orien­
tación, pero no sirven para la acción. A l contrario, pueden des­
viarla. La planificación social hay que hacerla, no sólo contando
con visita s a la zona, sino contando realm ente con los animadores
y líderes de la comunidad. La «participación» y el «establecim ien­
to de objetivos» son el talón de A quile s de la planificación «de
oficina». Cuando logrem os que técnicos y animadores de la ac­
ción social admitan el diálogo de igual a igual y se sienten en
la m isma mesa, podremos augurarle muchos fru to s a la p la n ifi­
cación social.
En la m etodología de la promoción social se impone, c ie rta ­
mente, la planificación, pero no establecida de antemano, sino
elaborada a p a rtir de la acción social, que se va realizando en
cada momento. Y para ello es necesario disponer de una m eto­
dología que apunte con claridad los «cornos» de la promoción.
A sí se cum plirá aquéllo de que «un programa debe empezar
de tal form a que desde el p rincipio eche raíces en la comunidad
y debe desarrollarse tan lentam ente como se necesite para que
la comunidad siem pre esté de acuerdo con él». (1)

LOS LIDERES

El elem ento más im portante para el desarrollo de todo progra­


ma de acción social son los líderes de la comunidad. Ellos son

20 —
iO
índice
los que aseguran el carácter representativo, por así decir, de las
actuaciones. Podríamos d ecir que su función básica, además de
las propias de su liderazgo (anim ación y educación), es la de
s e rv ir de «puente» entre los prom otores o iniciadores del proce­
so social y la comunidad sobre la que se actúa.
El term óm etro que nos p erm itirá m edir sin vacilaciones el gra­
do de influencia y el carácter popular que pueda te ne r una d ete r­
minada obra social lo proporciona la presencia o no de líderes,
representativos de la comunidad, en la m ism a. Aquellas realiza­
ciones que cuentan con una gran masa de b en eficiarios y un equi­
po prom otor, más o menos am plio, pero sin líderes, surgidos del
propio grupo, están haciéndole un flaco se rvicio a la prom oción
social ya que, quieran o no, estim ulan el desarrollo del «espíritu
de beneficiarios» y no crean una vida com unitaria auténtica.
A este respecto conviene señalar que las d ific u lta d e s con que
se tropieza para contar con los líderes de la comunidad suelen
ser de tre s tip os:
1. Temor hacia los líderes.— Hay prom otores sociales que con­
sideran que los líderes son peligrosos para el p orven ir de
las obras de prom oción social, ya que pueden poner a d is ­
cusión los fundam entos m ism os de dichas obras o, cuan­
to menos, darles una orientación d istin ta de la que han
pensado los prom otores. Aparece aquí el hecho de la «in­
docilidad» de los líderes.
2. Incorporar líderes sin prestigio.— Por fa lta de orientación,
por la prisa de empezar cuanto antes, por m alicia o por
ignorancia, algunos prom otores erigen en líderes de las ac­
tividades a personas que no gozan de p re s tig io entre sus
compañeros o que representan grupos m in o rita rio s, y cuya
intervención es más disolvente que beneficiosa.
3. Inexistencia de líderes por desorganización social.— En zo­
nas suburbiales, comunidades de reciente form ación o loca­
lidades con gran presión ideológica o social, parece que no
se pueden encontrar los líderes naturales, bien por no e xis­
t ir o por la fa lta de ám bitos de convivencia a través de los
que se m anifiesten. También suelen presentarse estas s i­
tuaciones por el abandono secular y la fa lta de vida asocia­
tiva que se padece, a este respecto, en el país. En ta les
situaciones, el m étodo más adecuado puede ser el de
orien ta r los esfuerzos hacia la creación de un liderazgo de
nueva planta.

— 21
iO
índice
La experiencia de animación urbana en el barrio de Saint Hen-
ri, que se incluye en este m ism o número, m uestra claram ente el
in s u stitu ib le papel que los líderes han de cu m p lir en cualquier
realización social.
En un libro sobre el desarrollo de líderes comunales, publi­
cado en los Estados Unidos, se presenta la siguiente lista de t i ­
pos y características de líderes. Nos parece de gran importancia
esta tipología dado que parece llegada la hora de d iscrim inar en­
tre líderes y «líderes»:
1. El que tiene fama.
2. El perito o experto que tiene conocimientos.
3. El tipo ««padre de familia» que resuelve el problema de sus
«niños».
4. La fuerte o querida personalidad que atrae, no importa sus
conocimientos.
5. El manipulador.
6. El organizador de la comunidad que concentra sus esfuer­
zos en el programa.
7. El organizador, o educador, de la comunidad que concentra
sus esfuerzos en el desarrollo de la gente.
8. El líder-participante que desarrolla por medio de su parti­
cipación activa en cualquier forma de actividad comunal.
(2)

LOS MEDIOS ECONOMICOS

No nos corresponde analizar aquí la precaria situación económica


de muchas realizaciones de prom oción social, ni siquiera intentar
descu brir nuevas fuentes. La relación entre lo económico y la
m etodología hemos de establecerla en referencia a aquéllos as­
pectos educativos que del uso de los m edios económ icos se des­
prende.
A nte todo hay que reafirm ar una Idea vieja, m il veces m ostra­
da su bondad por la experiencia y otras tantas echada por la
borda a causa del tem or al fracaso: en la acción social no se va­
lora aquéllo que se regala. O, más positivam ente, cuando se con
tribuye económicamente al sostenimiento de una realización so­
cial, aunque sea simbólicamente, en el contribuyente pueden des­
arrollarse dos importantes impulsos: el de sentir ««aquéllo» como
propio y el de creerse en el derecho a recibirlo.
No cabe duda que en m ateria de educación económica los es-

22 —

iO
índice
pañoles somo un desastre: o pesim istas u o ptim istas, pero valo­
rando escasamente que la gente, por pequeños que sean sus in­
gresos, sea capaz de sostener económ icam ente una obra social.
Y generalm ente se enfoca mal este asunto ya que los pesim istas
creen que «la gente es incapaz de co n trib u ir para una obra que
beneficia a todos», cuando en realidad lo que pasa es que la gen­
te o no considera «aquéllo» como suyo o nadie ha desarrollado
su responsabilidad económ ica como para que colabore.
También sucede a veces que de los asuntos económ icos de
una realización social sólo se enteran un grupo de «iniciados», bien
porque se considere que «los demás bastante tienen con p a rti­
cipar en lo que pueden», bien porque «estas m aterias sólo las
pueden resolver los especialistas» o porque convenga guardar el
«secreto de procedencia». Con independencia de las situaciones
particulares, el m étodo en la acción social exige inform ación
porque únicamente los que tienen información se interesan.
A veces la gente sencilla tiene ideas geniales sobre cómo f i ­
nanciar determ inadas actividades sociales. Y el potencial humano
que se puede m oviliza r cuando una actuación «prende» en la co ­
munidad, traducido en valores económ icos, es de una cuantía in ­
imaginable: prestación personal, fa cilita ció n de vehículos y trans
portes, m aterial, etc., son ejem plos conocidos y poco empleados,

LA ASISTENCIA TECNICA

A ctualm ente las realizaciones en línea de prom oción social


presentan unas características originales, a veces d ifíc ilm e n te
im itables. Ello parece debido al hecho de que dependen en gran
medida de sus prom otores y no se apoyan en una m etodología y
unas técnicas específicas, pero comunes.
No somos de los que pretenden u n ifica rlo todo y echar una ta ­
bla rasa sobre la acción social. Sin embargo, la ausencia de m é­
todo, la incom unicación entre unas experiencias y otras, y la fa l­
ta de instituciones que permitan disponer de una asistencia té c ­
nica constante, adaptada y accesible económ icam ente, provocan
esta originalidad, dándole a la acción social el carácter de un tra ­
bajo de artesanía. A ello hay que sum ar la desconfianza, la im p ro ­
visación y el desconocim iento que sobre esta m ateria de la a sis­
tencia técnica existe entre algunos sectores.
La asistencia técnica que se precisa en las actuaciones de p ro ­
m oción social puede ser de tres tip o s:

— 23
iO
índice
1. Asistencia técnica para organizar la obra. Suele ser muy
variada y de carácter especializado (organizar una coope­
rativa, un centro profesional, e tc .). D ifíc il de encontrar y
de alto costo.
2. Asistencia técnica para encontrar recursos. Supone un am­
p lio conocim iento del marco leg isla tivo e instituconal de
la promoción social. Se so licita con gran frecuencia.
3. Asistencia técnica para la animación. Precisa instituciones
com petentes en la m etodología de la promoción y el tra ­
to con las personas. Los prom otores no suelen valorar su­
ficien te m e nte la necesidad de este tip o de asistencia té c­
nica.

LA PROMOCION SOCIAL COMO PROCESO

Los aspectos m etodológicos de la prom oción social requieren


una atención p articular por parte de los prom otores, líderes y ani­
m adores de la misma. Cuando se hace referencia al tema de la
form ación y adiestram iento de los animadores sociales conviene
te n e r en cuenta que el objetivo es doble: por una parte, form a­
ción como «conductores de personas», como educadores del pue­
blo y como «antenas» capaces de detectar las necesidades y los
centros de interés de la comunidad; y de otra, adiestram iento en
las técnicas específicas que las m aterias objeto de la promoción
social requieren (enseñanza, acción cooperativa, promoción rural,
e tc .) . Pero todo ello im buido de una concepción de la vida social y
de la m etodología necesaria para lograr el cambio.
A modo de resumen, según nuestra concepción de esta m etodo­
logía, un esquema ideal del proceso de prom oción social sería el
siguiente:

1. Estudio y conocimiento de los problemas que se preten­


den abordar.
2. Determinación del proyecto. Financiación inicial.
3. Descubrimiento y formación de líderes de la propia comu­
nidad.
4. Incorporación de estos líderes al proyecto de promoción.
5. Establecimiento de los objetivos a alcanzar y de los me­
dios a emplear.
6. Presentación a la comunidad e iniciación de algunas acti­
vidades.
8. Ampliación y desarrollo de las actividades. Financiación.

24 —

iO
índice
9. Revisión constante de los resultados y rectificación, si pro­
cede. Asistencia técnica.
10. Influenciar masivamente a la comunidad. Participación*
11. Especialización de los animadores para reemplazar la asis­
tencia técnica.
12. institucionalización con carácter permanente.
13. La comunidad dirige el proyecto.

CONCLUSION

Hemos intentado pasar revista a ios grandes fa cto re s m eto­


dológicos que las actuaciones de prom oción social llevan co nsi­
go. Nos ratificam os en cuanto a que la prom oción social no pue­
de ser considerada como una pura técnica social. Su m etodología
precisa un «estilo» y una concepción del orden social hacia el
que la promoción se ha de d irig ir.
Las experiencias, tanto de tip o urbano como rural, que a con­
tinuación se exponen, confirm an este planteam iento. La vida y el
dinam ism o que de ellas se desprende, p erm itirá captar en su justa
dim ensión esta m etodología que hemos apuntado.

(1) Ware, Caroline F. «Organización de la comunidad para el bienestar


social». Unión Panamericana. Wáshington, D. C., 1964.

(2) Biddle, William W. «The cultivation of community leaders». Edito­


rial Harper. New York, 1963.

— 25
iO
índice
lO
índice
la animación social
en medio urbano:
una solución
p o r M ie h e l B LO NDIN

En marzo de 1963 el Consejo de Obras de M ontreal confiaba


a un trabajador social la responsabilidad de un barrio obrero: el
barrio de Saint-Henri, en M ontreal. Su m isión: intentar por nue­
vos métodos ia aportación, para los problemas de este barrio, de
soluciones complementarias a las que ofrecía el «servicio social»
tradicional. Al tratarse de una de las prim eras experiencias de
este género en Quebec e incluso en Canadá, puede ser im p or­
tante sacar de ella el número mayor posible de enseñanzas. De­
seamos que el relato de esta experiencia y las lecciones que sa­
quemos, susciten com entarios que perm itan re c tific a r o bjetivo s
y métodos de esta d ifíc il empresa que es la anim ación en m edio
urbano.

EL BARRIO DE SAINT-HENRI

Como todas las ciudades norteam ericanas, M ontreal contiene


en su centro zonas más o menos deterioradas, refugio de pe­
queños obreros y de gente dependiente de todas clases. El barrio
SH es una de estas zonas. C ontrariam ente, sin embargo, a lo que
se observa en la mayoría de las ciudades norteam ericanas, este
barrio, como algunos o tros de M ontreal, no está ocupado por una
población étnicam ente marginal, sino por una población perte-

(*) Reproducimos esta experiencia de la revista «Recherches Soclo-


grafiques», número 3. Publicada por el Departamento de Sociolo­
gía y Antropología de la Universidad de Laval (Quebec).

— 27
iO
índice
neciente a la mayoría étnica y que permanece socialm ente mar­
ginada.

La situación actual

La población del barrio, según el censo de 1961, era de 53.284


habitantes, siendo en gran parte (en una proporción de 81,7 por
100) canadiense-francesa y católica. La parte noroeste del barrio
contiene un islo te de negros anglófonos. Los italianos están agru­
pados en la parte oeste del barrio.
Entre 1956 y 1961, la población ha dism inuido un 9,6 por 100
°n todo el barrio; en el extrem o este la tasa de decrecim iento ha
llegado hasta el 25 por 100. El salario anual m edio de los cabe­
ras de fa m ilia vería según los sectores del censo entre 2.600 y
3.600 dólares, y esta progresión va de este hacia oeste. El salarlo
anual medio de los cabezas de fa m ilia para la ciudad de M ontreal
os de 3.962, contra 3.184 para el barrio. El núm ero medio de hi­
tos por fa m ilia pasa de 2,3 en el extrem o este del barrto, a 1,8
hacia el centro y oeste. La cifra media es alrededor de 2,0. La fa ­
m ilia m ontrealista media, por el contrario, cuenta 1,5 hijos. Casi
todos los que trabajan son asalariados. La mayoría de losr obreros
r40 por 100) trabaja en fábricas y éstos están poco especializados.
Los trabajadores de transportes y de com unicaciones form an la
segunda categoría profesional. Los empleados de despacho y los
trabajadores en los diversos «servicios», por su parte, co nstitu ­
yen respectivam ente alrededor del 10 por 100 de la población
activa.

Breve historia

SH fue prim eram ente, en la segunda m ital del siglo XIX, un


barrio obrero. Según el te stim o n io de algunas personas que han
conocido el fin al de esta época (1890-1900), el barrio tenía mu­
cha vida; las parroquias, dinám icas sin ser ricas; las rentas me­
dianas. No había parados y una proporción im portante de los obre­
ros era propietaria de su casa. Hacia 1910 el te rrito rio estuvo casi
enteram ente ocupado. Habitaba el barrio un núm ero' im portante
de profesionales, hombres de negocios y com erciantes.
Sobrevino la c ris is de 1929. Los obreros fueron duramente afec­
tados. La mayoría perdió su empleo. Fue un período de gran m i­
seria. La población se agrió y endureció. Sin embargo— se nos ha
dicho— la ayuda mutua continuaba. Todavía sabían d ive rtirse , a la

28 —
iO
índice
manera de las gentes del campo, en veladas y en bailes populares
y seguían dando im portancia a las relaciones fa m iliares.
La cris is provocó transform aciones decisivas. M ontreal se des­
arrolla hacia el norte y el este. Aparecen zonas residenciales en
las proxim idades de SH. Se puede fija r en esta época el com ien­
zo de la em igración fuera de SH, que proseguirá siem pre. Los
elem entos más dinám icos, y a menudo los más afortunados, aban­
donan el barrio para establecerse en otra parte. Los profesiona­
les y los com erciantes continúan ejerciendo su o ficio en el barrio,
pero eligen sus d om icilios en barrios más atrayentes.
En consecuencia, SH se compone de dos categorías de po­
blación: los obreros y los indigentes. Los obreros consiguen me­
diocres rentas de su trabajo. No cualificados, ejercen su a c tiv i­
dad bien en los transportes, bien en las industrias antiguas y
poco mecanizadas del barrio. Tienen poca ocasión de ver aumen­
ta r sustancialm ente sus rentas. Si están sindicados son poco ac­
tiv o s en sus sindicatos. Son estables en su empleo y su vida fa ­
m ilia r es de alta calidad.
La otra categoría de la población com prende personas o fa ­
m ilias que sacan su renta de la asistencia pública o de fuentes
irregulares. Son los parados, los inestables, los inaptos para el
trabajo, los inválidos, las madres necesitadas. Según te s tim o n io
de sacerdotes y de otros observadores, su número crece sin ce­
sar, porque los nuevos habitantes que van llegando al barrio per­
tenecen a esta categoría. Todos están caracterizados por la ines­
tabilidad y la inseguridad. C onstituyen un estrato social in fe rio r
que hay que d istin g u ir de los obreros que acabamos de m encio­
nar. Geográficam ente, están concentrados al este y al sur del ba­
rrio, m ientras que los obreros habitan más bien al norte y al
oeste. No deberá olvidarse esta d iferenciación social y geográ­
fica si se quieren com prender los problem as que plantea SH.
De estas observaciones notemos sobre todo que el destino
de SH ha sido perder gradualm ente sus elem entos dinám icos y
acoger a una población económ icam ente débil y depauperada. Ha­
remos notar más adelante que este d eclina r se ha v is to acompa­
ñado de un deterioro físico paralelo.

Mentalidad

La población de SH se siente poco ligada a M ontreal. Pertenece


a «su» barrio y encuentra en él todo lo que necesita. Por su par­

— 29
iO
índice
te, los demás m ontrealistas m anifiestan una incomprensión total
hacia este barrio y reaccionan bajo la tenaz influencia de prejui­
cios alim entados por la prensa y la te levisión . Hay que haber
vivido en SH para com prender lo que significan estos prejuicios
y qué reacciones provocan.
La población de SH pertenece a un mundo aparte. Encuentra
en ella misma la satisfacción a una necesidad profunda: la de con­
tactos cotidianos con otras personas de la misma condición
(«gente como nosotros», d ice n), que comparten los mismos va­
lores y la misma manera de percibir el mundo. Los habitantes
de este barrio encuentra reconfortante v iv ir entre ellos. Tienen
necesidad de estos contactos, bastante rudos a los ojos de cual­
quiera que sea extraño al barrio, pero cuán sinceros para las
personas y fa m ilias de allí. De ahí nace un sentimiento intenso
de pertenencia al medio. Es el aspecto positivo del aislam iento.
La población se id e n tifica con su barrio, está orgullosa de per­
tenecer a él y encuentra esenciales satisfacciones que impiden
una decadencia más profunda. Este se ntim iento de pertenencia
compensa quizá la inhumanidad del mundo del trabajo.
Una im portante proporción de la mano de obra de SH trabaja,
bien como obreros no cualificados en industrias donde la lengua
de trabajo es el inglés, bien como empleados subalternos en pe­
queñas empresas habitualm ente bajo dirección inglesa. La ma­
yoría de los hom bres ejercen o ficio s sin interés y desprovistos
de sentido, en empresas donde su opinión no cuenta y en las
que entran en contacto con sus patronos en un idioma que no es
el suyo. Estos obreros no tienen ninguna fuerza y no consiguen
más que frustraciones.
No debemos sorprendernos si otra a ctitud de esta población
hacia su b a r r io e s la apatía. Esta se vuelve el mecanismo que
permite sobrevivir, sobre todo, cuando el obrero no encuentra en
el hogar la seguridad y el calor humano que necesita. La apatía
se combina con la necesidad de v iv ir con «gentes de su mundo»
y el orgullo de pertenecer a este barrio, im pidiendo que estos
sentim ientos se traduzcan en acciones positivas.
La cohesión política de SH es mínim a. Los ciudadados están
poco interesados en la política. Si votan, se contentan con apoyar
al candidato «elegido» por la máquina electoral. Se saben y se
sienten sin peso. Las autoridades m unicipales han acentuado este
sentim iento al dejar empobrecerse el barrio desde hace veinte

30—
iO
índice
años, m ientras aportaban sustanciales m ejoras a un barrio ve­
cino. Los representantes p olítico s del barrio se interesan poco
por las mejoras, porque no son tanto los representantes de la
pobación como los servidores de los reales detentadores del
poder: los m iem bros de profesiones liberales y los hom bres de
negocios, dominados a su vez por unos cuantos individuos. La
población local no tiene poder real y se hunde en la desespe­
ranza.
Estos puntos resumen nuestras observaciones en el curso de
la exploración p re lim ina r del barrio. Reconstruirem os ahora la
h istoria de nuestra experiencia de anim ación, dividiéndola se­
gún los dos campos principales en que se ha desarrollado.

I. DESARROLLO DE LA EXPERIENCIA DE ANIMACION

LOS COMIENZOS

N uestros prim eros pasos fueron lentos. Nos habíamos fija d o


de partida algunos objetivos que debían o rie n ta r el conjunto de
nuestros esfuerzos. Estos objetivos eran los siguientes: 1) El
mejoramiento físico y social del medio y su revalorización a los
ojos de sus habitantes; 2) La coordinación de las agrupaciones
del barrio o que actuaban en él, para conseguir la máxima efi­
cacia; 3) La creación o la plena utilización de recursos que res­
pondieran a las necesidades que habíamos diagnosticado; 4) La
creácón de un liderazgo nuevo por intermedio del cual se opera­
rían los cambios en el barrio y que serviría de aglutinante de la
población para conseguir una verdadera participación de ella en
las decisiones que la concerniesen.
Una de nuestras prim eras preocupaciones era escoger y ha­
cer la guerra a algún problema que se planteara agudamente en
el barrio y que podría movilizar al conjunto de la población. Pronto
lo descubrim os. Había necesidad de obtener una nueva escuela
elemental para reemplazar a la antigua, que se había v u e lto pe­
ligrosa de puro vieja. Todos los padres estaban preoupados. Los
profesores exigían clases en m ejores condiciones. Los bom beros
ya habían condenado a la escuela por ruinosa. Los p erió d ico s
locales venían hablando de ella a menudo y desde hacía m ucho
tiem po. Por otra parte, la población tenía necesidad de un sím-

— 31
iO
índice
bolo que le probara que el barrio no sería dem olido. La escuela
se tomaba como fa cto r de estabilidad y de prestigio. Tenía un
va lo r sim bólico.
Con el fin de form ar el grupo de ciudadanos que se iban a
ocupar de este problema, juzgamos conveniente apoyarnos en un
organism o que ya existía, aunque con poca vitalidad, para que
convocara a los padres en una reunión semi-pública. Se elig ió
una quincena de personas que tom ó el nombre de Asociación de
Padres de SH. La Asociación de Padres lim ita ría su tarea al pro­
blema de la escuela. El campó de acción estaba, por el mismo
hecho, reducido al de la parroquia de SH, al que prestaba servi­
cio la escuela. La parroquia está situada en el centro del barrio
de SH y es una de las más antiguas y la más populosa, contando
con doce m il personas.
La Asociación em prendió su trabajo con ardor. El 18 de abril
estableció el p rim er contacto con la C om isión de Escuelas Cató­
licas de M ontreal (C. E. C. M .). A! m ism o tiem po, efectuaba un
sondeo con los padres para conocer su opinión. Sobre un total
de 1.209 padres a que se elevaba la cifra , 1.114 dieron la segu­
ridad de que apoyarían la acción de la Asociación.
El 28 de mayo se efectuó la prim era asamblea general de pa­
dres de SH. El objetivo de esta reunión era presentar el nuevo
com ité, inform ar a los padres de las acciones emprendidas y pe­
d irle s su apoyo y sugerencias. Hubo gran entusiasm o y los padres
de SH apoyaron con vigo r las iniciativa s de su Asociación.
Después de esta asamblea pública tuvo lugar una reunión con
los com isarios de la CECM. Durante esta reunión los m iem bros
del com ité estuvieron intim idados por el «bombo» que rodeaba
a los com isarios y reivindicaron débilm ente, contentándose con
medías respuestas. De regreso a SH tenían la im presión de ha­
ber estado por debajo de su m isión, pero sacaron de ello una
lección para el fu tu ro .

EL PROGRESO (1963-1964)

En octubre de 1963 la Asociación reem prendió sus actividades.


La cuestión de la escuela continuaba en el prim er plano porque
habían sobrevenido dificu ltad es. Se decidió volver a la CECM,
pero esta vez los m iem bros de la Asociación quisieron preparar
bien esta reunión con los com isarios. Se recogieron datos, se preci-

32 —
iO

índice
saron las cuestiones que se tenía la intención de plantear, se
pusieron de acuerdo para e xig ir ciertas m ejoras inm ediatas y se
designó un ponente.
La reunión con los com isarios tuvo lugar el 9 de octubre. Se
d iscu tió sobre el equipam iento de la escuela y sobre o tros pro­
blemas de orden escolar. Se inform aron de todas las gestiones
necesarias para la construcción de una escuela. Term inó la re­
unión con gran satisfacción de los padres, pues todas sus deman­
das fueron aceptadas. La cuidada preparación de esta reunión per­
m itió al com ité sentirse a gusto y e xig ir respuestas precisas. Los
com isarios — d ije ro n — estaban tan sorprendidos que no pudieron
más que acceder a las peticiones.
En las reuniones que siguieron continuaron ocupándose a c ti­
vamente de la escuela, interesándose al m ism o tie m p o p ro g re si­
vamente por otras cosas, tales como los esparcim ientos. La A so­
ciación abordó el a nálisis de este problem a en su reunión del 28
de noviem bre. Se entresacaron algunos elem entos de la situ a ­
ción y se consultó a las personas en o tro tiem po responsables
de las diversiones. La am plitud del problema y sus aspectos esen­
ciales se precisaron progresivam ente. Algunos m iem bros lo con­
sideraron tan agudo que sugirieron la form ación de un com ité
autónomo para resolverlo. En su reunión del 22 de enero de 1964
la Asociación com isionó a dos de sus m iem bros para crear este
com ité y reclutar colaboradores. A sí se funda el S e rvicio de Es­
parcim ientos de Saint-Henri, Inc.
El año que había acabado p erm itió a la Asociación afianzar sus
fundamentos, dar a sus m iem bros más seguridad y hacerles des­
cu b rir el sentido y el valor de su com etido. Los m étodos de tra ­
bajo en grupo se m ejoraron con más orden. A prendieron bien a
preparar una asamblea pública y a u tiliza r los periódicos. El p re ­
sidente m anifestó un gran sentido de líder y mucha habilidad en
la distribución de tareas y la utilización de los subcom ités.

LA SITUACION EN 1964-1965

De junio de 1964 a jun io de 1965 las iniciativa s progresaron,


m ultiplicándose en SH. He aquí un breve resumen:

a) La Asociación de Padres de Saint-Henri.

La Asociación de Padres continuó jugando un papel capital,

— 33
iO
3
índice
contribuyendo a poner en marcha dos organism os: El Comité de
Educación de Adultos y el Comité «Nosotrosy Saint-Henri». El pro­
blem a de la construcción de la nueva escuela seguía, sin embar­
go, siendo su preocupación principal hasta febrero de 1965, mo­
m ento en que comenzaron efectivam ente los trabajos de esca-
vación. De septiem bre a febrero de 1965 hubo frecuentes contac­
to s con la CECM, e incluso una reunión con el adjunto del pre­
sidente de la misma. El éxito dependía de este esfuerzo soste­
nido y perseverante. La Asociación tuvo que hacer frente, en efec­
to, en medio de cierto escepticism o y de las burlas de la mayo­
ría de los padres, porque la población seguía siendo incrédula y
veía poco posible que una promesa pudiera volverse realidad.
A l m ism o tiem po la Asociación se interesaba por otros pro­
blemas tocantes al m ejoram iento físico del barrio. El más im ­
portante era la creación y arreglo de espacios de juegos para los
niños. La Asociación obtuvo, no sin esfuerzos, dos nuevos par­
ques. El prim ero, el patio de la escuela secundaria de SH, se
consiguió después de una decena de gestiones. Se trataba so­
lam ente de probar la necesidad de parques y obtener la colabo­
ración de dos organism os: la CECM y el Servicio de Parques de
la ciudad de M ontreal. Para la puesta a punto del segundo parque
hubo necesidad de u tiliza r un terreno de estacionam iento m uni­
cipal que los com erciantes del barrio habían obtenido después
de largas gestiones. Los prim eros intentos, en ju lio de 1964, no
dieron ningún resultado. Este terreno de estacionam iento, aun­
que poco utilizado, estaba confiado por el Ayuntam iento a un po­
deroso grupo de com erciantes. Un prim er encuentro con éstos
no aportó ningún resultado. Fue entonces cuando una petición fir ­
mada por todos los residentes de los alrededores y por varios
com erciantes provocó una reunión con el presidente del Com ité
E jecutivo de la ciudad de M ontreal. Este reconoció que la re i­
vindicación de la Asociación estaba bien fundada, pero confesó
que d ifícilm en te podía oponerse a los com erciantes. Después de
m últiples trabajos, éstos cedieron y el Com ité Ejecutivo dio orden
de co nve rtir este te rre no en campo de juegos para los jóvenes.
Se pudo u tiliza r desde ju lio de 1965.
De febrero a junio de 1965 la Asociación se interesó, además,
por las d ificultades escolares de los niños. Colaboró tam bién con
el Servicio de Parques de M ontreal, a fin de poner en marcha un
«Club de la Edad de Oro», que estaría a disposición de las per­
sonas de edad de este sector. En el curso de una asamblea

34 —
iO

índice
púbica, la Asociación dio cuenta detallada de todas sus a ctivida­
des. Los padres estaban encantados. C ontrariam ente a su actitud
en reuniones precedentes no propusieron ningún nuevo programa
de actividades. Parecían m om entáneam ente satisfechos de los
numerosos resultados obtenidos tan rápidam ente.

b) Ei Servicio de Esparcimientos de Saint-Henri.

Formado por la A sociación de Padres, el S ervicio de Esparci­


m ientos de SH tenía plena autonomía en su se ctor de actividades.
A causa de las d ificu lta d e s del año precedente, el esfuerzo del
com ité se centró sobre un o bjetivo preciso y su ficie ntem en te con­
creto como para interesar a los m iem bros: la form ación de equi­
pos de hockey. De septiem bre a enero se consagró la m ayoría de
los esfuerzos a este deporte. Se form aron diez equipos de hockey,
encontrando el equipam iento y ios colaboradores necesarios y o r­
ganizando un fe stiva l que obtuvo un gran éxito.

A l mismo tiem po, el interés de los m iem bros se orientaba


progresivam ente hacia otras actividades: la organización de bai­
les y, sobre todo, una colaboración activa para la apertura y or­
ganización de un centro m unicipal de diversiones, el C entro Saint-
Henri. Igualmente, se intentó establecer un p rincip io de colabo­
ración entre organism os parroquiales de diversiones del barrio.
Los resultados fueron m ediocres. Los o bjetivo s de este com ité
eran descubrir y form ar líderes, se rvir adecuadamente a la po­
blación en m ateria de esparcim ientos (bien organizándolos él
m ism o o estim ulando y ayudando a los d iferen te s responsables)
y actuar como interm ediario entre la población y los d ive rso s o r­
ganismos.

En el verano de 1965, el Servicio de Esparcim ientos de SH y


el Consejo de Obras colaboraron en la experiencia de los estudian­
te s u niversitarios: «Trabajadores estudiantes de Quebec.» Para
dar curso a una sugerencia del Consejo de Obras, unos estudian­
tes intentaron organizar una nueva form a de diversiones, más
adaptada a las necesidades del barrio. Ocho estudiantes se in­
geniaron para organizar actividades nuevas en los «fondos de los
patios», para estim u la r a los niños a u tiliz a r m ejor sus te rre n o s
de juegos, para preparar proyecciones de film s o de juegos de
campo. Los resultados fueron excelentes y desde ese m om ento la

— 35
iO

índice
política del Servicio de Parques de M ontreal comenzó a m od ifi­
carse en cierto s puntos.

c) El comité de Educación de Adultos del barrio de Saint-


Henri.

El interés por la educación de los adultos se había manifestado


el año anterior, en la Asociación de Padres, con la organización
de cursos de prim eros auxilios y realización de un sondeo a las
madres de fam ilia, para conocer los cursos que ellas desearían.
Seguidamente a estos prim eros pasos, la Asociación emprendió
gestiones cerca del nuevo Servicio de Educación de A dultos de
la CECM y organizó, con la ayuda de ésta, en octubre de 1964, un
curso de arte culinario.

A l m ism o tiem po se llevó a cabo un vasto sondeo en la parro­


quia de SH para conocer los deseos de los adultos en materia de
educación. Preparada gracias a la colaboración del Consejo de
Obras y de la CECM, este sondeo fue ejecutado benévolamente
por ve in ticinco personas, habitantes de SH. De todos los que
fueron seleccionados por esta encuesta, que suponía la visita a
600 fam ilias, el 50 por 100 se declararon interesados en los cur­
sos para adultos. El interés era más vivo por cursos de cultura
popular (costura, cultura física, arte cu lin a rio ...) y obtuvieron la
preferencia unánime de las m ujeres. Los hombres, por el contra­
rio, e ligieron en gran número cursos de tipo profesional. Algunas
personas solamente m anifestaron su inclinación por continuar es­
tudios escolares. Después de este sondeo se organizó una nueva
serie de cursos de febrero a mayo, todos del tip o cultura popu­
lar. Este p rim er ensayo fue coronado por el éxito al reunir a más
de 150 personas que estuvieron muy satisfechas de la experien­
cia.

El com ité al que se confió esta responsabilidad fue formado


con ocasión de la preparación del sondeo y de la organización de
los cursos. Los m iem bros del com ité colaboraron estrecham ente
con la CECM para la organización y la puesta en marcha de los
m ism os. La experiencia, todavía muy reciente, es prometedora
para el futuro. La acción de este com ité se extiende ya al con­
jun to del barrio. La form ación del com ité y la organización de
los cursos constituyen un im portante elemento del esfuerzo de
prom oción social que puede y debe co n trib u ir a cambiar el barrio.

36 —
iO

índice
LOS R ESU LTA DO S

Con el fin de que podamos juzgarlos, el balance de los re su lta ­


dos más sig n ifica tivo s se establece como sigue:

a) La presencia de nuevos servicios para la población y el


mejoramiento de las condiciones físicas.

La acción del Consejo de Obras ha obtenido para el barrio


de SH bastantes servicios com unitarios. El se rvicio social esco­
lar ha instalado en SH una de sus prim eras unidades de asisten ­
cia; la Escuela de Servicio Social de la Universidad de M ontrea!
ha organizado un doble curso de investigación y organización c o ­
m unitaria, haciéndose esta investgación sobre las condiciones de
vida de las personas de edad; num erosas agrupaciones están,
pues, actuando en este m om ento en SH. No queremos llegar a
afirm ar que solam ente nuestra influencia las ha m ovilizado, pero
sí que hemos contribuido a crear un clim a favorable para ello.
La Asociación de Padres ha obtenido numerosas m ejoras im ­
portantes: la reparación de la escuela prim aria; la construcción
de una nueva escuela prim aria para reemplazar la anterior, tan an­
tigua, y la utilización de ésta para fin e s com unitarios; la tra n s ­
form ación en parque de un terreno baldío situado detrás de la e s­
cuela secundaria; la transform ación de un terreno de estacionam ien­
to en terreno de juegos para los pequeños, etc. El S ervicio de Es­
parcim ientos de SH, por su parte, ha obtenido que el C entro SH
fuera recubierto y equipado adecuadamente y que el personal se
adaptara al medio. La presencia de m iem bros de los Trabajadores
Estudiantes de Quebec, a los que habíamos presentado el proyecto,
que luego realizaron, p erm itió un m áxim o de u tilización de los re ­
cursos locales. Por ú ltim o, podemos a firm ar que c ie rto s s e rv ic io s
m unicipales decidirán una mayor atención al personal que d e s ti­
nan al barrio de SH.

b) Creación de un liderazgo.

En el curso de estos dos años de actividad hem os lanzado a


trabajar en grupo a ciudadanos que no tenían ninguna experiencia
en este terreno. Han llegado a preocuparse por su m edio y a ser
conscientes de sus responsabilidades, adquiriendo un sentido so ­
cial más agudo. Están preparados para estudiar las situ acion es
y tom ar decisiones con m iras al bien común. También han adqui-

— 37
iO

índice
rido una madurez cívica que raram ente se encuentra en los ba­
rrio s obreros. Estos ciudadanos han descubrierto que unidos pue­
den realizar mejoras importantes en su medio. Han adquirido con­
fianza en ellos m ism os y se sienten capaces de actuar. Están
orgullosos de ello.

La población, como contrapartida, comienza a percib ir que es­


tos grupos de ciudadanos son eficaces cuando se plantean cier
to s problemas. Dan un valor de líder a estos ciudadanos que an­
te s no tenían, individualm ente, ninguna especie de poder. Se d i­
rigen cada vez más a la Asociación de Padres, al Servicio de Es­
parcim ientos, a «Nosotros, Saint-Henri», o a otros com ités, para
fo rm u la r quejas o deseos. Es cada vez más frecuente o ír a per­
sonas del barrio afirm ar que «el barrio bulle», que «esto cam­
bia». Los que desean colaborar en estas empresas son cada vez
más numerosos. El trabajo emprendido tan intensam ente en la pa­
rroquia SH suscita el interés y la envidia de las parroquias vecinas.
Este fa cto r no es probablem ente extraño a la existencia de va­
rías iniciativas recientes en otras parroquias.

No es, pues, excesivo pretender que nuestra acción ha dado pie


a im portantes transform aciones en el barrio. Estas son una garan­
tía de las m odificaciones de mayor envergadura que deseamos
para el futuro. Parece claro, sin embargo, que nuestra acción sólo
ha afectado a la categoría social de los obreros y muy poco, sí
no nada, a la de los indigentes. Sin duda habrá que inventar pro­
cedim ientos particulares para atraer su atención. De todos mo­
dos, tpdos los que hemos m ovilizado, directa o indirectam en­
te , son hoy día ciudadanos preocupados por los problemas de su
m edio. C onscientes de nuevas responsabilidades, han sido inte­
grados en la vía propiam ente dem ocrática que se encamina hacia
la im plantación de estructuras que correspondan más adecuada­
mente a sus necesidades.

II. UNA TENTATIVA DE RENOVACION URBANA

Es tiem po de hablar de una actividad que, de hecho, co n stitu ­


ye parte de una empresa global y que, a causa de su carácter y
am plitud, m erece se la considere como una experiencia en sí m is­
ma. Se trata de una te ntativa de renovación urbana en la que nos
hemos aventurado después de un análisis sumario de las muy pe­
nosas condiciones de alojam iento en SH y de un sondeo de la

38 —
iO

índice
población. Paradójicamente, todos los que fueron som etidos a este
sondeo reconocieron la existencia de un problema agudo, pero
nadie osó proponer ninguna solución porque, en d e fin itiv a , decía
«esto no estaba tan mal» y que de todas maneras «no había nada
que hacer»...

LAS CONDICIONES DE ALOJAMIENTO

El barrio, como hemos hecho notar al princip io, form a una ban­
da larga y estrecha. Esta banda está cortada a lo largo por un fe ­
rro ca rril, que cuenta hasta con ocho vías, y por dos anchas ave­
nidas que sirven de lazo con los suburbios del oeste de M ontreal,
Está rodeado de industrias y cuenta tam bién con varias en su cen­
tro. Podemos hacer la imagen siguiente: un barrio d ivid id o en va­
rios pequeños islotes, contando cada uno con una población de
dos a cinco m il habitantes.
Por datos sacados de un estudio m unicipal que com prende una
parte im portante del barrio, este sector cuenta con el 58,2 por 100
de alojam ientos con más de setenta y nueve años, 72 por 100
de sesenta años o más, 4,7 por 100 solam ente de a lojam ientos
construidos hace menos de tre in ta años. La calidad de las casas
deja mucho que desear. Numerosos alojam ientos tie ne n necesi­
dad de reparaciones im portantes. La m itad de los cuartos no tie ­
nes ni baño ni agua caliente. Los espacios libres y los parques
son raros y hasta ei año pasado, claram ente insu ficie n te s. Las ha­
bitaciones están revestidas de madera o de tejas y tocan las
aceras. La mayoría no tiene patio individual ni balcón. El a lq u ile r
mensual en este sector es de 42,20 dólares por mes, m ie ntra s que
es de 66 dólares en el conjunto de la ciudad d M on trea l. Según
las normas de la O ficina Federal de Estadística, en 1961 el 26,35
por 100 de los alojam ientos estaban superpoblados.

DOS COMITES DE CIUDADANOS

Para tra ta r de m ejorar esta situación, co nstitu im o s dos grupos


de ciudadanos cuya tarea era la de colaborar con las autoridades
m unicipales, estim ulándolas, y de reflexionar, en tanto que" ciuda­
danos residentes del barrio. Desde noviem bre de 1964 la A s o c ia ­
ción de Padres de SH se preocupó del problem a del a lo jam ien to en
el barrio. Desde su comienzo, en diciem bre, se decidió a fo rm a r
un nuevo com ité que se ocupara exclusivam ente de esta cuestión,

— 39
iO

índice
en colaboración con la Ayuda Mutua parroquial de SH. Este fue el
nacim iento del grupo que, al mes siguiente, tom ó el nombre de
«Nosotros, Saint-Henri».

a) El comité «Nosotros, Saint-Henri».

Este com ité se fundó oficia lm e nte al comienzo del mes de


enero de 1965, solam ente unos días después de la resonante de­
claración de los párrocos del barrio, sobre el problema de la v i­
vienda, que tuvo una cierta notoriedad y aceleró la puesta en
marcha del proyecto «La Pequeña Borgoña». El com ité «Nosotros,
Saint-Henri» se compone de representantes de la Asociación de
Padres, de la Ayuda M utua Parroquial, de los Compañeros de
Saint- H enrl, de los S ervicios Fam iliares del Barrio Saint-Henri, de
p ropietarios y de Inquilinos. Las prim eras reuniones sirvieron, so­
bre todo, para precisar los o bjetivos del com ité. Nosotros, por nues­
tra parte, nos preocupamos de analizar el problema del aloja­
m iento, ta l como era percibido por los m iem bros del com ité y por
otras personas del barrio, consultadas con ocasión de un rápido
sondeo. Com pletam os este sondeo con el análisis de las estadís­
tica s tomadas del censo federal.
Desde p rincip ios de marzo, «Nosotros, Saint-Henri» organizó
una asamblea pública en la que la población del sector era lla­
mada a exponer cómo veía el problem a del alojam iento y a ex­
presar sus deseos. La finalidad de esta asamblea era interesar a
la gente del medio en el problema y recoger sus sugerencias,
para que ios m iem bros del com ité pudieran refle xio n ar a p a rtir
de las mismas.
Después de esta asamblea, el com ité m ism o analizó la form a
en que se había desarrollado y los propósitos que se habían f i­
jado en ella. A l m ism o tiem po, se em prendió la form ación técnica
de sus m iem bros y, con la colaboración de un arquitecto-urbanis­
ta, se Im pusieron sobre los elem entos que componen un plan.
También estudió el com ité, con la colaboración del d ire cto r gene­
ral de la Federación de C ooperativas de Viviendas, el tip o de
solución que puede dar una coperativa. Es esta la ocasión de lan­
zar en el barrio la ¡dea de esta fórm ula, poco conocida en él. A s i­
m ism o, estudia la solución que se ha dado en otros países al pro­
blema del alojam iento, en particula r en Suecia, Inglaterra y Francia.
Se hace una segunda asamblea pública que se centra en el
estudio de las principales políticas de alojam iento y, aunque por

40 —
«o
índice
diversas razone? independientes del com ité, sólo acuden unas 40
personas, éstas m anifiestan mucho interés. Lo que im porta es
que un grupo de ciudadanos de SH se prepare para jugar un papel
activo en la renovación del barrio y que los m iem bros del com ité
tomen conciencia de la am plitud del problem a y de sus responsa­
bilidades en este terreno.

b) «El sueño de los ciudadanos de Santa Cunegunda».

Previendo que las parroquias de Santa Cunegunda y San José


serían las prim eras afectadas por los proyectos o fic ia le s de re­
novación urbana, habíamos pensado, desde prim eros de enero, en
organizar grupos de ciudadanos en las dos parroquias. Efectivam en­
te, ayudamos a poner en marcha, hacia m ediados de enero de
1965, un grupo de ciudadanos que se llamó «El sueño de los c iu ­
dadanos de SC». Este com ité se componía de personas que esta­
ban interesadas en el proyecto y que habíamos «fichado» por d i­
versos conductos. Como para «Nosotros Saint-Henri», habíamos or­
ganizado un sondeo que perm itiera a los m iem bros del com ité po­
nerse en contacto con personas de la vecindad y conocer su o pi­
nión. Esta prim era etapa fue más o menos igual que la del co m ité
precedente. Como ninguno de los m iem bros de este nuevo c o m ité
tenía experiencia en el trabajo en grupo, comenzamos más le n ta ­
m ente y consagramos más tiem po a la form ación de cada uno de ellos.
Este lento arranque aseguraba una mayor eficacia para el fu tu ro ,
perm itiendo a cada uno reflexionar en el problem a y dedicarse
a trabajar en su solución.

El 31 de marzo tuvo lugar la prim era asamblea pública del co­


m ité. Era una de las pocas asambleas públicas que se tenían des­
de hacía diez años en esta parroquia. El com ité quería conocer
la opinión de sus ciudadanos sobre las condiciones de alojam ien­
to y les invitaba a som eterle sugerencias que más tarde se e stu ­
diarían. Con gran sorpresa nuestra, el núm ero de personas pre­
sentes en la asamblea sobrepasaba con mucho nuestras pre visio ne s
y la sala elegida resu ltó pequeña. Los p articipantes m anifestaron
un gran entusiasm o, lo que confirm aba nuestra opinión: el pro­
blema del alojam iento preocupaba profundam ente a la población.
Esta preocupación corría el peligro de transform arse en ansiedad
ta jo la presión de la radio, de la te le visió n y de los d ia rio s,
que dramatizaban el problema. Esta asamblea pública daba a la
poolación, por prim era vez, la ocasión de expresar sus ideas.

— 41
iO

índice
Desde la semana siguiente ei com ité preparó una segunda
asamblea con la idea de inform ar a fa gente de SC de los pro­
yectos de la ciudad de M ontreal. Con este fin se invitó ai d irector
de( S ervicio de Urbanismo para que sum inistrara inform ación so­
bre el proyecto «La pequeña Borgoña» y respondiera a las pre­
guntas de los ciudadanos. A cudieron más de trescientas personas.
Esta vez era la primera que una asamblea pública informaba a
la población sobre un proyecto municipal que le tocaba de cerca;
era un precedente importante.
En el curso de los seis meses siguientes los com ités «Nos­
otros, Saint-Henri» y «El sueño de los ciudadanos de Santa Cune-
gunda» cooperaron frecuentem ente en sus proyectos comunes. Es­
to s dos com ités se apoyaron m utuam ente, poniendo en común al­
gunas de sus preocupaciones. Los m iem bros de «El sueño de los
ciudadanos de SC» debían acelerar su «entrenamiento», porque
la ciudad de M ontreal se proponía em prender pronto la renova­
ción de esa zona y habían comenzado ya las investigaciones pre­
lim inares para un programa de renovación en los próxim os años.
Nuestra tarea consistió en preparar rápidam ente el com ité para
que tu viera un papel activo en la discusión de los objetivos y pre­
paración de los planes.

ALGUNOS PROBLEMAS

Estos com ités estaban com puestos por personas del medio,
sobre todo por obreros y amas de casa. La tarea del animador era
en p rim er lugar interesarles y m ostrarles la urgencia de la situa­
ción y después com prom eterles a proseguir el análisis sistem á­
tic o de la situación; ayudarles, en fin , a descubrir lo que podían
hacer. Este análisis debía hacerse, tanto de los componentes ob­
je tivo s de la situación, como de la form a en que la población la
percibía. Esto significaba d escubrir sim ultáneam ente la am plitud
del problema y la inconsciencia o indiferencia de una parte de la
población, debiendo apoyar el plan de acción en esta doble toma
de conciencia.
Como el problema del alojam iento es una responsabilidad pro­
vincial abandonada a las m unicipalidades, el interlo cu tor principal
del com ité debía ser la autoridad m unicipal. Antes de la in te r­
vención de los párrocos, en diciem bre de 1964, la actitud de
las autoridades era ambigua. Lo menos que se puede decir es
que no le daban gran prioridad a este problema, pero por te ­
m or a indisponer contra ellas al público normalmente atento,

42 —
iO

índice
las autoridades reacionaron rápidamente a la declaración de los
párrocos y em prendieron el estudio inm ediato de un se ctor en
el que ya teníam os form ado uno de los com ités de renovación
urbana.
Es difícil establecer un diálogo entre las autoridades munici­
pales y las agrupaciones de ciudadanos. Tanto por parte de las
autoridades, como por la de los funcionarios responsables del
sector, se veía con m alos ojos, por así d ecirlo , la form ación
de estas agrupaciones y, por prim era vez, el S ervicio de Urbanis­
mo se veía forzado a dialogar con ellas e intentaba re s is tirs e pa­
sivam ente — salvo su d ire c to r— invocando toda clase de pre tex­
tos. Consideremos un m om ento de cerca este problem a.
AI parecer, los obstáculos son de dos órdenes: la inseguridad
de los especialistas y una defectuosa concepción de la dem ocra­
cia. Los especialistas se incorporan a un nuevo tip o de acción, la
renovación urbana, y se sienten más o menos inquietos a conse­
cuencia de la am plitud del problema y del pequeño núm ero de
técnicos com petentes con los que pueden contar. A b rir el diálogo
es aceptar que se pongan en tela de ju ic io sus ,análisis y sus
planes, que se les fuerce a explorar nuevos caminos y que in­
cluso se contradigan sus opiniones. Es como m eterles en un ca lle ­
jón sin salida para su punto de vista. S ignifica, igualm ente, una
amenaza para su suprem acía. Ellos no ven qué es lo que puede
aportar una participación de la población.
Por su parte, las autoridades m unicipales se oponen, sin exa­
gerar, a reconocer a estos com ités, pretextando que el barrio
está ya representado por un consejero. Las autoridades tie ne n en
cuenta siem pre a los d iferen te s grupos de presión, sobre todo
a los financieros, sin interrogarse sobre el número de sus m iem ­
bros y su carácter representativo, sin embargo d ifíc ilm e n te acep­
tan esta nueva fuerza popular. Los com ités son un nuevo com ­
ponente de la situación y exigen, por su m ism a e xistencia, que
se cuente con ellos y quieren tom ar parte inm ediatam ente en
las decisiones que les conciernen.
Esta voluntad de actuar de los ciudadanos pone de re lie ve ne­
gativam ente dos aspectos esenciales de M ontreal: su organiza­
ción adm inistrativa y sus mecanismos representativos. Un exa­
men atento de estos dos engranajes p erm ite ver en qué les pue­
de afectar una empresa de animación.
La adm inistración de la ciudad de M ontreal está fu e rte m e n te

— 43
iO

índice
centralizada. Los diversos funcionarios de un sector dado depen­
den de un jefe de servicio, especie de m in istro no electo, cuyo
papel se reduce a menudo a ejecutar los reglam entos que ordena
el C om ité Ejecutivo, en el que no tie ne voz deliberante. Salvo
para algunos servicios m unicipales, no existen subunidades adm i­
n istra tivas locales. Los ciudadanos que desean una m ejora o un
cam bio deben, en la mayoría de los casos, ponerse en contacto
con el jefe deí servicio m unicipal. En estas condiciones, es ine­
vita ble que no deseen ve r m ultiplica rse las asociaciones de ciu ­
dadanos. Estas, en efecto, se unirían a los diferentes grupos de
presión que estos je fe s de se rvicio deben ya tener. Si ocurre que
los contactos con los jefes de se rvicio no bastan, lo que es fre ­
cuente, los ciudadanos están obligados a som eter directam ente
su petición al presidente Ejecutivo. Por su parte, los consejeros
que representan a los ciudadanos no tienen actualmente más que
un m ínim o poder leg isla tivo y ningún poder adm inistrativo o ficial.
Influyen muy poco en la adm inistración de la ciudad y represen­
tan mal los intereses y las preocupaciones de sus barrios. De
ahí la im posibilidad de los ciudadanos para hacerse oír por estos
Interm ediarlos.
Sin embargo, si estos ciudadanos se agrupan para fines pre­
cisos, tienen una conciencia muy viva de los problemas que les
preocupan y de ahí que deseen p articip a r intensam ente. Así. uno
de nuestros com ités, a p a rtir de una necesidad im periosa y de
un conocim iento íntim o del barrio, se ha planteado la validez del
em plazamiento y puesta a punto de un parque. Después de este
anáiisis, los m iem bros de este com ité propusieron un nuevo em­
plazam iento y una nueva puesta a punto. Según los urbanistas
qué consultam os, esta propuesta tenía mayor validez que el p ri­
m er plan oficia l y se basaba en m ejores crite rio s. Un grupo de
ciudadanos es más sensible a las necesidades del barrio qué a
las contingencias exteriores.
Por las mismas razones, este com ité se preocupó del proble­
ma del realojam iento de las fa m ilias desahuciadas. Hasta ahora
este problema había sido escamoteado por las autoridades pú­
blicas, que parecían no te ne r conciencia del drama que consti­
tuye para una fa m ilia la obligación de tener que abandonar su
alojam iento, lo que sign ifica a menudo te ne r que dejar el barrio.
El com ité estudió el papel que podría jugar la empresa privada
en la construcción de alojam ientos a precios módicos. Las prim e­
ras conclusiones le llevaron a dudar de que una empresa privada

44 —
iO

índice
se com prom etiera a tales trabajos. Pero entonces, ¿quién iba a
c o n s tru ir las viviendas necesarias? ¿Qué otras soluciones puede
haber? En este punto el com ité se enfrentó con dos tip os de s o ­
luciones: la vivienda urbana cooperativa y la vivienda propiedad
del Estado, estudiando a fondo cada una de las fórm ulas. H ubie­
ra sido entonces m ejor com pletar este estudio por medio de un
diálogo con el Ayuntam iento. Se hubiera podido proceder más
rápidamente a una decisión sa tisfa cto ria para todos.

¡II. LOS METODOS

Nuestros métodos de trabajo se inspiraron en los que se u tili­


zaban en dos campos de acción del se rvicio social: la organiza­
ción com unitaria y el desarrollo com unitario. Estos m étodos son
bien conocidos y no vamos a exponerlos aquí. M ejor querríam os,
a p a rtir de nuestra experiencia, aclarar dos aspectos d ifíc ile s de
la actividad del animador social: la inform ación que necesita en
el momento de comenzar y la com plejidad de su papel anim ador.

LA INFORMACION NECESARIA

Es banal recordar que antes de em prender una acción de en­


vergadura en un medio, hace fa lta te ne r un conocim iento tan com ­
pleto como sea posible del m ism o. En nuestro caso, era in d is ­
pensable poseer todas las inform aciones estadísticas necesarias
del barrio en cuestión, para conocer sus rasgos generales im ­
portantes y compararlos con los de los demás barrios y el con­
junto de la ciudad de M ontreal: com posición étnica, religio sa,
socio-económica; com posición y rentas de las fa m ilia s; co n d icio ­
nes de alojam iento; tasas de natalidad, de mortandad, de m o rb i­
lidad, de delincuencia, etc.
Debíamos hacer tam bién un estudio de los recursos e x is ­
tentes en el barrio. Por recursos entendemos todos los org an is­
mos y todas las agrupaciones susceptibles de ser u tilizados o
m ovilizados. Era tam bién la ocasión de establecer contactos con
representantes de los d iferen te s m ovim ientos u organism os im ­
portantes y de prepararlos para una colaboración eficaz.
Igualmente, es necesario conocer la d istrib u ció n del poder
en el barrio. En efecto, la form ación de nuevos líderes tie n e re­

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iO

índice
percusión en las gentes que detentan ya el poder. Es, pues, im ­
portante hacer un análisis preciso de la d istribu ción del poder;
evaluar los lazos que existen entre los diferen te s detentadores
del poder; determ inar si éstos son residentes del barrio u hom­
bres de negocios del e xterior. En efecto, ocurre a menudo que
algunos de éstos controlan a los políticos de un barrio o de una
región. A otra escala, im porta tam bién conocer a las personas
con cargos dentro de las Organizaciones de tip o parroquial, como
la Caja Popular, la de San Vicente de Paul, la Liga del Sagrado
Corazón... Algunas veces un pequeño número de individuos con­
trolan estos organism os durante varios años y se vuelven fac­
tores de inercia. El análisis del poder, aunque sea sumario, per­
m ite hacerse una buena idea de las fuerzas representativas y
prever los co n flicto s que podrían derivarse de nuestro trabajo en
el barrio.

También es esencial o tro tip o de conocim iento, aunque d ifí­


ciles de obtener. Se trata de los valores culturales propios del
medio. Para llegar a la población de un m edio dado, es esencial
com prender lo que la hace obrar, lo que choca con su imagina-
nación y su em otividad, conocer su escala de valores. Tal co­
nocim iento supone una sensibilidad en alerta que no siem pre
tienen los trabajadores sociales. Se les reprocha a menudo no
com prender e incluso no intentar com prender a las poblaciones
con las que se ponen en contacto. El conocim iento del sistem a
de valores de un m edio exige a la vez paciencia, observación
e intuición.
El trabajador social debe, por últim o, dedicar gran atención
al diagnóstico social y al descubrimiento de los problemas. La
eficacia de su trabajo se basa en un ju sto diagnóstico de los
problemas. Debe entrenarse en p e rcib ir los problemas del con­
jun to del barrio. Entre los problemas com unitarios, pensamos en
algunos como las dificu ltad es escolares de los niños, la mala admi­
nistración del presupuesto fa m ilia r, las chabolas, las habitacio­
nes deficientes, la educación deficiente, la ausencia de organiza­
ciones de esparcim iento...
Reconozcamos francam ente que los m edios de que disponen
de ordinario los trabajadores sociales d ifícilm e n te les perm iten
poseer todos estos conocim ientos en el momento de la puesta
en marcha de un proyecto. No obstante, lo esencial es que esta
preocupación por canalizar y conocer esté presente en la mente

46 —
iO

índice
en todas las etapas del trabajo. El ideal sería no comenzar has­
ta el m omento en que el conocim iento de un m edio sea sa tis­
factorio, aunque como es poco posible retardar la acción hasta
ese punto, hace fa lta saber analizar y diagnosticar sobre la m ar­
cha.

EL PAPEL DE ANIMADOR

Nuestro método principal en el curso de esta prim era etapa


co nsistió en form ar a nuevos líderes. Se puede realizar esta fo r­
mación con ocasión de acciones que se les proponen y que les
m otivan a com prom eterse más profundam ente. A sí aprenden a
analizar un problema, a preparar una estrategia de acción, a
trabajar con confianza y seguridad. Aprenden, sobre todo, que
existen pocos problemas insolubies y que los ciudadanos de un
m edio dado poseen un poder real que dejan sin explotar. Este
aprendizaje de los líderes sign ifica que deben to m a r conciencia
de los fenómenos de orden p olítico de una ciudad como Mon-
treal y comprender ciertas mareas de fondo políticas. Una prác­
tica efectiva de la dem ocracia necesita de estas condiciones.
El prim er papel del animador consiste, pues, en agrupar a
los ciudadanos a propósito de un problem a que será el punto
de partida de la acción. Existen varios m étodos para fo rm a r este
prim er núcleo. Para ello io esencia! es e le gir ciudadanos cono­
cidos, pero normales, con los que puedan colaborar o tro s ciuda­
danos. La elección de notables influye negativam ente a menudo
en la participación.
Una vez form ado este núcleo, el anim ador social in ic ia a es­
tos ciudadanos en el análisis objetivo del problema, io que es­
tim ula su m otivación. A menudo es bueno dram atizar un poco en
ciertos aspectos del problema para e vitar y m antener un ardor
que hará posible una acción seria. En el comienzo de la expe­
riencia, cada vez que la ocasión se presente, será im portante
analizar y evaluar el valor y la eficacia de los m étodos tra d ic io ­
nales de acción que eran utilizados en ese m edio. También, al
m ism o tiem po que se inicia a los com ités en los núevos m é­
todos, es necesario hacerles com prender su fundam ento ¡egai
y compararlos con las antiguas costum bres.
M ientras que se prosigue este análisis co le ctivo de un pro­
blema y la iniciación en los m étodos, hay que in c ita r a los c iu ­
dadanos a tom ar conciencia de su fuerza. Im plicam os a obreros,

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iO

índice
es decir, a gentes que no habían te nid o nunca hasta ese mo­
m ento ocasión de darse cuenta de la fuerza que podían repre­
sentar como comunidad de ciudadanos. Era su prim era experien­
cia y teníam os que hacerles adquirir la confianza en ellos mismos,
que les perm itiera hacer fren te al conjunto de sus conciu­
dadanos, así como a las autoridades con las que tendrían que
reunirse. El descubrim iento de los problemas y el descubrim ien­
to de la fuerza que se posee como grupo, tienen la misma im­
portancia en la puesta a punto de los p relim inares de la acción.
En esta puesta a punto el papel del anim ador es prim ordial y
éste debe dar todo el estímulo necesario a les que anima, evi­
tando que le sean dependientes.
Durante todo el curso de la acción, el animador social debe
igualmente aportar toda la ayuda técnica necesaria para iniciar
a los m iem bros en el trabajo en com ités, experiencia nueva para
la mayoría de ellos. Hace falta que cada una sepa expresar su
opinión y juzgar en su valor la opinión de los otros. Cada m iem ­
bro debe tam bién iniciarse en nuevas tareas. El presidente apren­
derá a d irig ir eficazm ente una reunión; a rep artir responsabili­
dades; a hacer fre n te a los inevitables co n flicto s que surgen
en el in te rio r del com ité; a asegurar los resultados en el traba­
jo. El secretario, a redactar el orden del día de las asambleas.
El publicista a dar una inform ación adecuada a la población,
etcétera.
El animador social, por su parte, asegura la ejecución del
trabajo del secretario, prepara los docum entos y ciertas cartas,
se pone en contacto con los especialistas, bien para obtener
datos técnicos, bien para preparar las reuniones del com ité. Por
ú ltim o, es responsable de la atm ósfera de las reuniones, que
deben ser vivas y animadas, m ejor cuantas menos ausencias
haya. Una atm ósfera muy seria im pide expresarse a ciertos obre­
ros y entraña una m enor participación en las reuniones. En una
atm ósfera sosegada los pequeños c o n flicto s se atenúan por sí
m ism os y se resuelven más fácilm ente.
El animador social debe, por ú ltim o, intentar que todos los
organismos del barrio se conozcan y aprendan a colaborar. El
é xito de toda empresa colectiva depende de una continua cola­
boración. Esta perseverancia en gran medida se debe a la pre­
sencia y a la propia perseverancia del animador.

CONCLUSION
Todas estas funciones del animador están de alguna mane-

48 —
iO

índice
ra englobadas en una m isión dom inante, constante: el anim ador
debe ser quien dé una orientación a las actividades de los gru­
pos que m oviliza. O rientar las agrupaciones de ciudadanos quie­
re decir dar un sentido a sus esfuerzos, situ a r cada interven­
ción en una mayor perspectiva, precisar los o bjetivos de la par­
ticipación, interpretar las d ificu ltad es y los fracasos. Es el hilo
d ire c to r que perm ite la interpretación de las d ificu lta d e s y pro­
porciona un marco en el que situar cada una de nuestras in te r­
venciones.

Esta orientación no es posible sin un plan global. Un plan


global reposa sobre unosjD bjetivos generales. Estos objetivo s no de­
ben lim itarse a la dim ensión de los o bjetivo s americanos habituales,
como el aumento de la asistencia escolar o la dism inución de
la delincuencia juve nil. Estos objetivos, por válidos que sean,
son parciales y requieren ser integrados en una perspectiva más
vasta. Así, pues, un plan global digno de ese nombre, debe com ­
portar por lo menos dos cosas: Prim eram ente, debe com portar
un ju ic io sobre la ideología que sostiene la situación que se
quiere transform ar y fo rm u la r claram ente la ideología nueva que
ju s tifiq u e la opción hacia la que se quieren o rien ta r los e sfu e r­
zos de transform ación social; en segundo lugar, debe re fe rirs e
a una cierta perspectiva de !a sociedad en su conjunto. Debe,
por lo menos, bosquejar cierto s trazos fundam entales de la so­
ciedad hacia la que queremos tender. A sí, un plan global se
construirá en relación a la proyección de la sociedad que que­
remos co nstruir y contendrá los o bjetivos e xplícito s propios de
la animación y su ficie ntes indicaciones para p e rm itir fija r las
etapas y establecer un programa de trabajo. Entonces será fá ­
c il elaborar la estrategia de la acción.
¿Existe contradicción entre la necesidad de la particip a ció n
de los ciudadanos y la necesidad de un plan global? No hay
contradicción, sino paradoja. Paradoja real, pero necesaria. El
plan global y la participación son dos elem entos necesarios y
com plem entarios de la animación social. Sin p articipación, un
plan global se vuelve una dictadura im puesta por una nueva te c ­
nocracia que juega con la libertad de las «pequeñas gentes» y
las m antiene bajo tutela. Sin plan global, la p articipación corre
el peligro de ser ineficaz e irre alista: es una buena voluntad
disponible, una fuerza sin dirección.

Participación y plan giobal: dos necesidades e xisten cia les que


no llegan a su pleno valor si no se conjugan. En estajS condi-

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4 iO

índice
ciones solamente, podemos esperar que barrios como SH, y
o tros del m ism o género, puedan sa lir del círculo vicioso en el
que están encerrados.

50 —

iO

índice
una asociación
de fomento cultural
en zona industrial
por Ig n a c io A LB ISU
con la colaboración de
A n to n io del VALLE

LA LOCALIDAD DE RENTERIA

Rentería es un pueblo de la provincia de Guipúzcoa. Está s i­


tuado a siete kilóm etro s de San Sebastián, capital de la pro vin ­
cia, y a 14 de Irún, ciudad fron te riza con Francia. A l fin al de
nuestra guerra contaba con 9.000 habitantes; hoy su población
es de 35.000. Este crecim iento no se ha detenido, y antes de diez
años se prevé un censo de 40.000 habitantes.
La urbanización es anárquica; esta anarquía es fie l re fle jo de
lo que Rentería es en cuanto comunidad: está integrada por na­
tivos de Rentería y Guipúzcoa en un 45 por 100y y el resto, por
inmigrantes de toda España, representando Extremadura y la
región andaluza una fuerte proporción. A sim ism o ha habido un
m ovim iento in te rio r de la provincia hacia Rentería, al igual que
hacia otras poblaciones industriales, por parte de la población
rural que, abandonando sus caseríos, se va asentando en la
«calle», como ellos dicen.
Es eminentemente industrial. Sin embargo, el fenóm eno de
la construcción, aunque hoy un tanto dism inuido, absorbe gran
parte de la población inmigrada, lo cual ha supuesto para Ren­
te ría una fu e rte indigestión de la que no se ha curado, ni en
mucho tiem po se curará: carencia de espacios verdes; higiene
pública d e ficien te ; barrios construidos a toda prisa, co m u nita ria ­

— 51
iO

índice
m ente infra-desarrollados; pavoroso problema de cem enterio; r it­
mo de crecim iento en la población infan til superior siem pre al
del levantam iento de nuevas plantas escolares; promiscuidad...,
y un dato sig n ifica tivo : cuatro librerías y 125 establecim ientos
de bebidas alcohólicas.
A todo lo a nte rio r hay que agregar un dato im portante en el
aspecto socio-cultural, fru to de la gran raigam bre asociacionis-
ta de la región: la existencia de múltiples sociedades dedicadas
a fines diversos (m ontañism o, deporte, gastronomía, fotogra­
fía, e tc .).

EL PROBLEMA DEL ALCOHOLISMO COMO PUNTO DE PARTIDA


PARA UNA ACCION CULTURAL

Un ser destrozado en el cuerpo, en la m ente y en (el espí­


ritu ingresa en un sanatorio para enferm os m entales. Está al­
coholizado. A los tre s meses se produce la desintoxicación y,
curado en cuanto a su alcoholización, vuelve a su casa, a Ren­
te ría. Lucha consigo m ismo y con sus circunstancias, pero una
vez más cae. No se da por vencido, reemprende la lucha con
ánim o y al cabo de un año conoce otra vez la borrachera y se
c ierra a la esperanza.
Un fe liz día coincide con un ex bebedor y, alentado por su
profunda actitud de respeto y com prensión, se vuelca, se confía,
descansa en él, y en el alcohólico, desesperanzado brota una ex­
traña fuerza, pues el ex bebedor, lejos de apabullarle con con­
sejos m oralizantes, le ha hecho ver que su privilegiada expe­
riencia alcohólica, puesta al se rvicio de los que todavía sufren
de alcoholism o activo, le coloca en posición ideal para hablar
de tú a tú, con conocim iento de causa, a otros bebedores. Le in ­
dica tam bién que a p a rtir de su experiencia, si es capaz de su­
perarla, puede ayudar m ejor que nadie a sacar del abismo a
otros seres que están ham brientos de com prensión, al tiem po
que le m uestra que en la medida en que se emplee en los demás
se estará salvando a sí m ism o. Y ambos, el ex bebedor y el
alcohólico, se lanzan a la conquista de tantos y tantos seres se­
m ejantes a ellos.
Convencidos mutuam ente de que la convivencia y la acción
cultural podrían se rvir como acicate para el hombre que sufre
del alcoholism o, se reunieron varias veces para elaborar el «plan
de ataque», el proyecto que, madurado, serviría para presentar
un ideal de cultura y de esfuerzo común a aquellos que solos

52 —
iO

índice
eran incapaces de liberarse de las garras del alcohol.
La idea era capaz de entusiasm ar al más reacio, por poca sen­
sibilidad que le quedase: se trataba de repescar hom bres, ha­
cerles conscientes de su dignidad y de su m isión en la vida,
proporcionarles un ideal y un apoyo com unitario y a b rirle s las
puertas del mundo, de la cultura como llave para dom inar su
libertad.

A LA BUSQUEDA DE UN EQUIPO

Con estas ideas en la mente y mucha ilusión en e! corazón


confeccionaron unas listas de personas conocidas que bebían des­
ordenadamente, para ir seleccionando aquéllas a las que consi­
deraban posibles de abordar e ilusionar. Era preciso encontrar
un equipo base que fuese el germen de la meta a conseguir.
Pusieron en marcha el programa de contactos personales, es­
tablecido de antemano, abordando a las personas seleccionadas,
Les dicen: «Tú me conoces, sabes lo que me ha pasado y nece­
sito de ti; tú sabrás com prenderm e, y por cie rto que lo necesi­
to. Fulano de Tal, a quien ya conoces, y un se rvido r, hemos
pensado en ti para crear un equipo cu ltural, porque adquiriendo
cultura en equipo irem os liberándonos, siendo cada vez más
personas. Y esto sólo lo podemos hacer personas que como tú
y yo sabemos lo que nos pasa. Abandonados a nuestras solas
fuerzas somos débiles, pero unidos será otra cosa. Vamos a de­
m ostrar al pueblo que nosotros si no hemos hecho otra cosa que
beber es porque no nos habíamos m olestado en hacer algo d ife ­
ren te..., porque no teníam os medios para hacer otra cosa. No
lo dudes, estás invitado.»
Fue duro. No todos com prendieron y algunos se reían. O tros
Ies tomaron por locos. Algunos sólo veían su pasado y les con­
sideraban incapaces de nada ú til. Ellos siguieron tenaces y lle ­
garon a form ar un grupo de cinco personas. Más tarde, a los
pocos días, se contaron 26.
Se reunían en casa de uno de ellos. Aquello duró dos meses.
Hablaban, sobre todo, de que por culpa de la bebida no cono­
cían otras muchas satisfacciones, ni tenían posibilida d de acce­
der a aquellas cosas a las que la persona tenía derecho.
En aquella etapa todo era confuso, y si p e rs is tie ro n fue gra­
cias a que entre ellos había una am istad más o m enos d e fin i­
da; a que la novedad de saberse unidos en form a de sociedad

— 53
iO

índice
e je rció tam bién su influencia y, sobre todo, ai hecho de que el
hom bre del pueblo, norm alm ente indefenso, busca el apoyo de
los demás como necesidad vita l. Finalm ente, si el grupo se man­
tenía era porque la bebida era o había sido problema para todos,
lo cual proporcionaba unas características que ayudaban a man­
te n e r la cohesión del grupo.
Pero las reuniones en (a casa no se podían mantener, ya
eran demasiados para un piso pequeño. Como única solución se
continuaron las reuniones durante cinco meses más en una bo­
dega. Parecía un contrasentido el hacerlas allí, pero la necesi­
dad de un local y el estím ulo que en la bodega podían encon­
tra r eran factores esenciales. Hacer las reuniones en una bode­
ga venía a ser para ellos como la imagen del fum ador retirado que
lleva tabaco en el bolsillo.
Aquellas reuniones consistían en hacer proyectos sobre la
asociación a fundar, preparar los estatutos, recordar juegos, can­
ta r y contar chistes. M ientras tanto se iban haciendo los trá m i­
te s para la legalización de la asociación. Se hablaba de este
local, de aquel otro, de la cuota que había de estipularse, de las
actividades y de m il proyectos más.
En este tiem po pasó mucha gente por las reuniones, hubo
curiosidad y algunos no volvían a aparecer, pero el grupo inicial
iba creciendo, y, lo que es más im portante, aquel grupo de hom­
bres Iba adquiriendo unos o bjetivos comunes, unas preocupacio­
nes que se salían de «su» problema, aparecía la ilusión y la
confianza mutua: se forjaba la comunidad.
Desde la prim era reunión, el que quería y podía aportaba algo
en m etálico. El gran grupo tomaba conciencia de sí m ism o y com­
prendía las exigencias que se derivaban de un esfuerzo comu­
nitario . Por ello se fueron dividiendo en grupos, con su responsa­
ble al fren te , para desarrollar las actividades que entonces se
realizaban: captación de socios, cada grupo en su ambiente, apo­
yándose en la típica in stitu ció n vasca de «la cuadrilla», ir descu­
briendo posibles locales, a dm inistrar los fondos de la futura aso­
ciación, etc.
A pesar de todo, algunas de estas actividades no se llevaban
bien, y es que era lógico. La mayor parte no tenían idea del orden,
de la organización, de los métodos a emplear, de la d iscip lin a...

NACE LA ASOCIACION DE FOMENTO CULTURAL

Estamos a comienzos de 1963. El m ovim iento iniciado se ha

54 —
iO

índice
abierto a todas las personas que, con problem a alcohólico o sin
él, quieren participar en el m ism o. La naciente asociación, d eci­
didam ente, pretende atacar tanto el problema alcohólico cuanto
todo aquello que suponga un foco que atente contra la cultura, la
higiene y la salud pública de los ciudadanos de Rentería, además
de constituir por sí misma una institución de promoción cultural.
Se decide aprovechar este esfuerzo com unitario en el sentido
de co nstitu irse como Asociación. A l fin queda legalizada con el
nombre de «Asociación de Fomento Cultural».
Desde fuera, y por la fuerza del p rim er mom ento, a la asociación
se la ve, única y exclusivam ente, como una Liga antialcohólica;
deformada visión que, sin embargo, va a ayudar extraordinariam en­
te en lo que a captación de socios de cuota se re fie re . Prin­
cipalm ente el elem ento fem enino, en positiva respuesta a la lla ­
mada que se le dirige, recaba ayuda económ ica de las d is tin ta s
instituciones, empresas y particulares, pues no en balde, como
decíamos antes, el alcoholism o afecta prácticam ente a toda la
población, si no directa, sí al menos indirectam ente.
A mediados de 1963 los m iem bros de la A sociación que pade­
cen el problema alcohólico quedan integrados en la A sociación
M undial de A lcohólicos Anónim os. A parentem ente todo sigue
igual; sin embargo, es el comienzo de un m ovim iento pro reden­
ción de los alcohólicos a escala provincial, que term inará con el
nacim iento pujante de una nueva asociación provincial (y, por
tanto, también en Rentería) que nace como la «Asociación de A l­
cohólicos Anónimos», con vida propia y sin que nada tenga que
ver con la Asociación de Fomento C ultural, si no es en el sentido
de ese vínculo afectivo y sentim ental de haber sido la m adre que
en Guipúzcoa dio vida a aquélla.

REFLEXION SOBRE LO REALIZADO

En una de las reuniones, que se celebraban los sábados, quedó


bastante claro que, a la vista de la evolución sufrida en la idea y
en el grupo inicial, era necesario exponer a todos los socios, lo
más sencillam ente posible, qué es lo que pretendía la Asociación,
qué significaba para ella la cultura y cuál era el espíritu que ani­
maba esta acción.
El grupo llegó a la conclusión de que se debía organizar un
cu rsillo para todos los socios y sim patizantes. Se nom bró una co­
m isión para que lo organizara.

— 55
iO

índice
Se pidió perm iso al d ire cto r de las escuelas nacionales para
celebrar el cu rsillo allí, y se obtuvo. Posteriorm ente, las escuelas
fueron el local de la Asociación, en el cual se desarrollaron las
actividades hasta que, finalm ente, se consiguió un local propio.
El cu rsillo fue algo decisivo. Fue muy sencillo, pero de gran­
des resultados. He aquí su desarrollo:
Primer día.— El mundo ha evolucionado. Rentería está dentro
de este mundo, ¿cpmo ha evolucionado? El ponente repartió por
cada mesa una hoja en la que iban dos preguntas: ¿Cómo encuen­
tras a Rentería con relación a hace veinte años? ¿Crees que en
esta evolución ha participado todo el pueblo?
Segundo día.— ¿Qué es la cultura humana? Preguntas: ¿Qué
necesita Rentería para desarrollarse culturalm ente? ¿Nuestra Aso­
ciación qué debe hacer para elevar la cultura de nuestro pueblo?

Tercer día.— Espíritu de la Asociación. Preguntas: ¿Qué esperas


de la Asociación? ¿Qué estás dispuesto a dar a la Asociación?
El ponente de turno desarrollaba el tem a y a continuación iba
recogiendo en el encerado las respuestas que por medio del ani­
m ador expresaba cada grupo. Previamente se habían formado va­
rios grupos en los que se integraban todos los socios.
El cu rsillo fue estupendo. Dio doctrina y para muchos supuso
el p rim er contacto con un mundo de ideas que desconocían. El
«quehacer» de la Asociación se vio clarificado y la voluntad de loa
socios, fortalecida.

OBJETIVOS

«La Asociación de Fomento C ultural pretende ser un lugar de


encuentro y animación de todos aquellos que buscan superar los
ambientes despersonalizadores, al m ism o tiem po que com batir los
focos que atentan contra la cultura, la higiene y la salud pública
de los ciudadanos», así reza en el artículo 2.° de los estatutos.

Esta Asociación desarrolla su acción cultural de cara al pue­


blo, inscribiéndose en el m ovim iento general de cultura popular
del país, lo cual la hace abordar, sobre todo, la alfabetización y la
promoción cultural de adultos. Para ello cuenta con animadores
y profesorado voluntario, surgidos de entre los mismos socios.

Su línea de acción cu ltural se condensa en estos cuatro pun­


tos de su declaración de principios:

56 —

iO

índice
1. ° La cultura que querem os dar tie n e una doble dim ensión:
Personal y C om unitaria.— Personal, porque lo que se pretende es
desarrollar arm ónicam ente todas las facultades y valores de la
persona, y com unitaria, por cuanto que, rom piendo con el in d i­
vidualism o, lleva en sí un profundo sentido de prom oción co­
m unitaria.
2. ° Nuestro m ovim iento cu ltural es em inentem ente e volutivo.—
Ya que, nutriéndose de la realidad de cada día, da a cada nueva
realidad una nueva respuesta.
3. ° Lo único que de verdad cu ltiva al hom bre es la tom a de
responsabilidades.— Sentirse responsable de un trabajo o de una
persona obliga a form arse, instru irse y llevar un tono de vida.
Por ello, sentirse responsable obliga al hombre a superarse per­
sonalm ente y a tom ar conocim iento de su dignidad. Puede decirse
que así ha encontrado una meta para su vida y una carta de c iu ­
dadanía.
4. ° Es muy im portante colaborar con los centros, clubs y en­
tidades que de una u otra form a ayudan al pueblo de Rentería a
elevarse culturalm ente, para así, y en beneficio de todos, v iv ir
una vida más fe liz.
\■
ACTIVIDADES

Han sido m últiple s las actividades desarrolladas: C iclos de


conferencias y coloquios sobre ellas. D iscusiones d irig id a s sobre
tem as religiosos, económ icos, sociales, p olítico s, etc., sirviéndose
de revistas como «Indice», «Cuadernos para ei Diálogo» y, más
recientem ente, «Perspectivas Sociales». C ontactos m ensuales,
a base de charlas con coloquio dadas por los propios m iem bros
de la Asociación, con los jóvenes acogidos en el re fo rm a to rio
«Internado de Uba», y con los de la «Residencia Zorroaga». A n i­
m ación cultural de las vacaciones. C u rsillo s de salvam ento y so­
corrism o, celebrados trim e stralm en te. C ursillo s fem eninos de ca­
ra al m atrim onio (clases de cocina, economía dom éstica, e tc .),
organizados y d irigid os por las propias c u rsillista s. Clases de vas­
cuence, a ritm ética y dibujo mecánico. U ltim am ente, con la cola­
boración de algunos concejales, se está realizando una acción de
cara a preparar al pueblo para las próxim as elecciones m u n ici­
pales.
El pueblo de Rentería ha com prendido la im portancia de la
Asociación de Fomento C ultural, pues sin llevar a cabo una gran

— 57
iO
ín H ir o
campaña de captación de socios, éstos pasan de los 500.
M uestra de la aceptación que ha tenido la Asociación nos la
proporciona la asistencia a algunas conferencias organizadas: Una,
sobre el tema de «El M unicipio», a base de diapositivas, tuvo
440 asistentes, y en la que se tra tó «El alcoholism o como proble­
ma social», asistieron 1.000 personas.

EL LOCAL SOCIAL

El 22 de ju lio de 1964 se inauguró el nuevo local social. Mide


310 m etros cuadrados y es el resultado de la suma de cuatro v i­
viendas. Su coste se elevó a 800.000 pesetas, obtenidas a tra ­
vés de los siguientes m edios: Diputación Provincial, 150.000 pese­
tas; bonos reintegrables adquiridos por socios y amigos de la
Asociación, 50.000 pesetas; recaudado entre las empresas, el co­
m ercio y los particulares de Rentería, 65.000 pesetas, y 535.000 de
un préstam o de la Caja de Ahorros Provincial, al 4 por 100 y a
reem bolsar en ve in ticin co años.
Naturalm ente, esta ayuda hubiera sido mucho más d ifíc il de
conseguir no contando con el p re stigio de la asociación que «lu­
cha por el problema del alcoholism o». Situación confusa, por otra
parte, que al final ha quedado aclarada ante la Diputación, ya que
no sería correcto se gu ir figurando como los intérpretes de esa
lucha, cuando, como más arriba se indica, la intérprete verdadera
de esta acción es la «Asociación de A lcohólicos Anónimos», con
sus cada vez más num erosos m iem bros a todo lo largo y ancho
de Guipúzcoa.

58 —
iO

índice
fomento ganadero
y promoción rural
p o r F ra n c is c o IÑ IG O

EL MEDIO Y SUS HABITANTES

Teresa (C astellón), está situado en el lím ite de la zona agra­


ria levantina, muy cerca de la a ltip lan icie turolense, y den tro del
am plio valle del río Palancia. El pueblo se halla edificado a o rilla s
de dicho río, en su curso alto, y su a ltitu d es de 640 m etros. El
térm ino m unicipal de Teresa es accidentado, con valles form ados
por el río y barrancos afluentes. Está comunicado por carretera
con Viver y Jérica, y en esta últim a población enlaza con la ca­
rretera nacional Sagunto-Burgos. Su distancia a la capital de la
provincia es de 79 kilóm etro s y 75 de Valencia.
El clim a es seco por d istar 40 kilóm etro s del lito ra l m ed ite ­
rráneo y a su ficie nte a ltitu d , y las lluvias no abundan ni en in v ie r­
no ni en verano. Los inviernos son frío s y los veranos frescos,
sin que las heladas invernales sean persisten te s ni intensas.
La población en 1963 era de 797 habitantes (387 hombres y
410 mujeres), agrupados en 254 familias. En 1960 había 280 v i­
viendas habitables. El pueblo posee alcantarillado, e le c tric id a d ,
agua corriente potable y teléfono.
La población activa se distribuye así: Agricultura, 326 perso­
nas; Industria, 3, y Servicios, 10. Los salarios de los hom bres en
la agricultura, en 1963, estaban com prendidos entre 80 y 150 pe­
setas diarias.
Existen 226 familias con ingresos anuales inferiores a 40.000
pesetas (año 1963); 20 fa m ilias tienen ingresos com prendidos
entre 40.000 y 80.000 pesetas, y 7 ingresan anualm ente más de
80.000 pesetas.

— 59
iO

índice
Evolución de la población

La evolución de la población a lo largo del presente siglo,


queda reflejada en el siguiente cuadro:

Censo de 1900 ...................... ..................... 1.052 habitantes


» » 1930 ...................... ...................... 889 »
1940 ...................... ..................... 818 »
» » 1950 ...................... ...................... 898 »
» » 1960 ...................... ...................... 753 »
» » 1963 ...................... ...................... 793 »

Se observa un im portante descenso en 1940 debido a los efec­


tos devastadores de la guerra c iv il, por estar situada Teresa en
la línea de combate.
El número de em igrantes d e fin itivo s en los años 1950-1960 fue
de 103. Los inm igrantes en igual período de tiem po fueron 13. Los
principales puntos de destino de la corrien te em igratoria son
Barcelona y Valencia.

Historia del pueblo

Queremos destacar dos hechos que creemos tienen influencia


en la actual configuración social y económica de Teresa. A fines
del siglo XIX un sacerdote prom ovió la construcción de una ace­
quia de riego, salvando poderosos obstáculos, levantados por
un pueblo lim ítro fe , lo que determ inó un aumento considerable de
la su perficie regable y con ello de la riqueza del pueblo. Este
acontecim iento se viene festejando todos los años y posiblem ente
este recuerdo haya contribuido favorablem ente desde el punto de
vista psicológico, a que algunos a gricultores hayan confiado en
la obra de promoción planteada por el actual cura párroco.
Durante la guerra c iv il, Teresa permaneció durante varios me­
ses en la zona de nadie, siendo evacuada, y sus casas sufrieron
la acción de la a rtille ría y de la aviación. Durante las postguerra
fue adoptada por el C audillo, y fueron rehechos muchos de sus
e d ificio s por «Regiones Devastadas».

Economía agraria

La extensión cultivada de secano es de 391 hectáreas y la de re­


gadío de 96. En 1963 los cu ltivo s herbáceos (cereales, patatas, le-

60 —
iO

índice
guminosas, hortalizas, etc.) ocupaban 196 hectáreas de secano y
75 de regadío; los de frutales, 171 hectáreas de secano y 9 de
regadío.
El régim en de la tie rra es el siguiente: propietarios, 250; apar­
ceros, 42; arrendatarios, 71. Hay 3.475 explotaciones agrarias con
superficie comprendida entre 0 y 4,9 hectáreas; 15 explotaciones
tienen de 5 a 9,9; 6, tienen de 10 a 49,9, y 3, de 300 a 999, 9 hec­
táreas.
El censo de ganado vacuno para la producción de leche era de
210 vacas, en 1963.
La población depende casi exclusivam ente de la a gricultura.
Como ocurre en toda la zona levantina del valle del Palancia, el
cu ltivo predominante del secano es el olivo, siguiéndoje de
lejos el de los cereales. Por diversas circunstancias, todo el se­
cano está muy abandonado, dada su m arginalidad económ ica. El
regadío es cultivado con esmero y puede decirse que de él depen­
den los ingresos fa m iliares. Pero a pesar de esta dedicación plena
a las parcelas regables, los cu ltivo s han sido to ta lm e n te anárqui­
cos y los métodos y técnicas de trabajo muy p rim itiv o s , aparte
de la enorme parcelación y abancalamiento de la tie rra s .
Como el número de hectáreas de regadío por fa m ilia es de
0,38, los habitantes de esta población se ven forzados a m ejorar
su economía, sosteniendo una pequeña ganadería dom éstica. Ello
exige una alta dedicación humana, con una contrapartida econó­
mica muy débil. Este panorama tan frecuente en el agro español,
constituye uno de los factores determ inantes del fenóm eno e m i­
gratorio.

SITUACION DEL PROBLEMA


Como hemos visto, en Teresa la propiedad agrícola se haya
muy parcelada y la su pe rficie por fam ilia muy reducida, e special­
mente las tie rras de regadío.
La fa m ilia campesina debía reforzar su precaria econom ía me­
diante la ganadería dom éstica (cría de cerdos, recría de ganado
de carne, gallinas y vacas para la producción de lech e). Las v i­
viendas no disponen de cuadras o establos adecuados para alo­
ja r ampliamente y con higiene al ganado que el patrim onio fa m i­
liar agrario perm ite sustentar. La asistencia a este ganado exige
la plena dedicación fa m ilia r durante todos y cada uno de los días
del año: cu ltiva r las tie rra s, transportar los fo rra je s, lim p ia r el es­

— 61
..... »n
índice
tablo, alim entar a los animales, ordeñar las vacas, entregar dos
veces al día la leche al Industrial com prador y vender los produc­
tos de la tie rra.
Por otra parte, el pueblo no posee ningún organismo co le c ti­
vo que agrupe a los agricultores y que realice gestiones de com­
pra y venta para la defensa de los precios en favor del campesi­
no. Todo esto es consecuencia del enorme individualism o de las
gentes del campo, al cual no es ajeno Teresa. La baja cultura,
tie ne como consecuencia la rutina, el rechazo de las nuevas té c­
nicas de trabajo y de cultivos, desesperanza, indiferencia y falta
de confianza.
La baja rentabilidad de la producción agrícola, dada la índole
de los cultivos, las reducidas dim ensiones de las explotaciones
fa m ilia re s y la fa lta de la adecuada com ercialización de los pro­
ductos se vio agravada por la elevada m ortalidad del ganado va­
cuno en los establos fa m iliares (14 por 100 anual).
Las consecuencias de esta situación son:
* Abandono progresivo de la cría de ganado vacuno.
* Mala alimentación familiar.
* Reducidas posibilidades para mejorar la cultura.
* Carencia de medios para la expansión de los modos de es­
parcimiento y de las posibilidades de confort en el hogar
* Falta de horizontes para los hijos.
* Emigración.

Recursos existentes
Los recursos con que contaba Teresa para m odificar su es­
tru ctu ra económica y social eran los siguientes:
Económicos: En dinero son muy lim itados, salvo el que se pue­
de obtener m ediante hipotecas o préstam os.
Humanos: Fundam entalm ente en las personas del Párroco,
M aestro, Secretario del A yuntam iento y un grupo de hombres pro­
cedentes de los cu rsillo s de cristiandad.
Técnicos: La Agencia del Servicio de Extensión Agraria de Se-
gorbe, en cuya comarca está situada Teresa.
Comerciales: Afortunadam ente la venta de la leche no cons­
titu y e problema, por co ncu rrir en toda la zona del Palancia varios
industriales transform adores de Valencia, que cada día envían sus
camiones a recoger el mencionado producto.
Ayudas especiales: C áritas Diocesana de Segorbe-Castellón.

62 —
iO

índice
COMO HA SURGIDO LA EXPERIENCIA

Durante seis años tanto el S ervicio de Extensión A graria de


Segorbe, como la Sección Social de C aritas Diocesana, de común
acuerdo, han difundido entre los a g ricu lto re s del valle del Palan-
cia, ideas para tra ta r de m ejorar la a gricu ltu ra y refo rm a r las es­
tructuras actuales. A grandes rasgos, se ha venido rep itiendo la
necesidad de crear grupos y cooperativas, sobre todo, para la
com ercialización de productos agrarios, para la defensa de los pre­
cios, para la adquisición de alim entos para el ganado, para la e li­
m inación de ciertos interm ediarios, para la explotación de establos co
lectivos y para conseguir seguros m utuos para el ganado. También se
ha llevado al ánimo del a g ricu lto r la necesidad de c u ltiv a r árboles
frutales de especies cuidadosam ente seleccionadas, en función
de las características clim á ticas y edafológicas de la zona, y de
las posibilidades com erciales de los mercados, así como la nece­
sidad de abandonar el cu ltivo de cereales y de hortalizas, s u s titu ­
yéndolos por forrajes adecuados al ganado para la producción de
leche y carne.
Esta acción cultural ha sido complem entada por la concesión
de prestam os por parte de Cáritas Diocesana para la com pra de
ganado vacuno, concedidos a 18 pueblos, afectando a más de 225
beneficiarios, gestionando la compra y transportes hasta la zona,
desde Santander, de 289 vacas en seis años, con una financiación
de 4.200.000 pesetas. Para esta acción, C áritas se b enefició de
ia ayuda económica otorgada por la obra alemana «M isereor».
Sim ultáneam ente C áritas ha form ado numerosos m on itores co­
operativistas, de los cuales 9 actúan en la zona ganadera que nos
ocupa.

Nace la inquietud en Teresa

Durante el mes de octubre de 1963 los cu rsillis ta s de c ris tia n ­


dad de Teresa, en núm ero de 5, realizaron una encuesta bajo la
dirección del Párroco, estudiando la situación económ ico-social
de las fam ilias y del pueblo en su conjunto, y las posibles solucio­
nes para m ejorar el estado de cosas existentes. C onsideraron las
posibilidades de una reform a en los cu ltivo s, evolucionando hacia
la producción de frutas y de forrajes, pero además entendieron que
sería necesario superar las dificultades de la explotación fam iliar in­
dividual, especialm ente cuando se tratara de increm entar la ca­
baña ganadera, y cuán ventajoso resultaría la aplicación y el des-

— 63
iO

índice
arrollo de la idea cooperativista con su am plio panorama de posi­
bilidades en el sector agrario.
Este grupo de hombres maduró estas ideas en sesiones su­
cesivas, hasta a dq uirir la firm e convicción de que la obra era rea­
lizable, e inaplazable, y por tanto, dieron los prim eros pasos ponién­
dose en contacto con la Agencia de Extensión Agraria de Segorbe
de cuyos técnicos recibieron la m ejor de las acogidas.
El Párroco y los cinco m iem bros iniciales ( de los cuales sola­
m ente 3, más el Párroco, llegarían a ser so cio s), tuvieron necesi­
dad de proceder a la captación de nuevos m iem bros para la obra
proyectada. Esta labor, por razones psicológicas, se llevó a cabo
sigilosam ente, de hombre a hombre, hasta alcanzar la cifra de 16
socios. Una vez reunidos y siem pre bajo la dirección técnica de
Extensión Agraria, se constituyó en noviem bre de 1963 el Grupo
Sindical de Colonización, para la explotación de un establo colec­
tivo , compuesto dé 16 m iem bros.

M edios de financiación

La creación de este Grupo ofrecía la posibilidad de conse­


guir del In stitu to Nacional de Colonización los préstamos que este
Organism o otorga para las instalaciones ganaderas que el grupo
precisaba. Inmediatamente, y a través de Extensión Agraria, se
realizaron los trá m ite s precisos para s o lic ita r los referidos prés­
tamos. El préstam o so licita do ascendió a 468.000 pesetas, corres­
pondiente al 70 por 100 del presupuesto to ta l de la obra. El 57
por 100 del im porte del préstam o (equivalente al 40 por 100 del
presupuesto) fue concedido sin interés, y el 43 por 100 restante
(equivalente al 30 por 100 del valor to ta l) devenga un interés
anual de 3,75 por 100. La am ortización del préstam o comenzará en
el año 1970 y term inará en 1980.
Sim ultáneam ente, el Párroco se puso en contacto con C áritas
Diocesana, solicitando ayuda económica en favor del Grupo, para
in icia r las prim eras instalaciones del establo colectivo y para la
compra de 24 novillas. C áritas puso a disposición del Grupo 75.000
pesetas para los prim eros gastos y 384.000 para la compra de)
ganado, ofreciendo asim ism o la asistencia técnica de un v e te ri­
nario experim entado. La concesión de este dinero lo fue a títu lo
de préstamo y a devolver en el plazo de dos años, satisfaciendo
un interés anual del 3,5 por 100.
Todos los socios del Grupo se com prom etieron desde un prin-

64 —
iO

índice
cipio a aportar 1.500 pesetas en m etálico, más 50-60 jornales de
trabajo personal para e d ifica r el establo y sus instalaciones. A d e ­
más, cada uno aportó 4 hanegadas de regadío (1 hanegada = 832
m etros cuadrados).

Elección de técnicas

Entretanto hubo que resolver por parte del Grupo, con la a s is ­


tencia técnica de Extensión Agraria, un problem a muy im p orta n ­
te cuál es la elección del sistem a de estabulación del ganado, para
que resultase más económica la instalación del establo, y para que
la explotación fuese higiénica, con unos costos de m antenim iento
bajos. Opiniones técnicas indicaban como sistem a óptim o el de la
estabulación libre, pero no había apenas experiencias en España.
El Jefe de la Agencia de Extensión A graria de Segorbe y el
Párroco de Teresa, se desplazaron a Barcelona para v is ita r una
instalación de esta modalidad, de carácter particular, situada en
G ranollers. Se estudiaron experiencias francesas e italianas a tra ­
vés de revistas técnicas de ganadería.
Finalmente se tom ó la decisión de instalar un establo al aire
libre.
En noviem bre de 1963, C áritas Española organizó en M adrid un
cu rsillo de form ación cooperativista, y a él a sistieron el Párroco
y el Secretario del A yuntam iento de Teresa. A sí el naciente Grupo
contaba con dos m onitores para desarrollarse adecuadamente.
Inmediatamente de aprobarse el sistem a del establo, se proce­
dió a gestionar la localización y compra del terreno que habría
de se rvir para alojar al ganado. El proyecto técnico fue elaborado
por Extensión Agraria con la colaboración del Grupo, d is c u tié n d o ­
se todos los pormenores, y recibiendo valiosas orien ta cion es de
las casas constructoras de m aquinaria para el ordeño de las reses.
Sim ultáneam ente fue aprobado el Reglamento o E statutos por
el que se rige el Grupo de Colonización.

COMPRA DE GANADO

En mayo de 1964, Cáritas organió el viaje de compra de los


animales. Acompañó al V eterinario el Párroco de Teresa, que re­
presentaba al Grupo de Colonización y que adm inistraba el d i­
nero fa cilita do por Cáritas. Para el viaje a Torrelavega (S antan­
der) fue empleada la furgoneta de C áritas Diocesana de Segorbe.

— 65
5 iO

índice
Se compraron 24 novillas preñadas para prim er parto, con un
prom edio de 5 meses de gestación, siendo su im porte, más los
gastos de compra y de transporte hasta Teresa, de 384.000 ptas.
Durante el tiem po que medió entre la constitución del Grupo
y la llegada de los animales, los a gricultores socios procedieron
a preparar sus campos para el cu ltivo de los forrajes necesarios
y la construcción del establo y de sus dependencias auxiliares.

CONTENIDO, DESARROLLO Y ORGANIZACION

Las exigencias de una explotación conjunta, cooperativa o gru­


po de colonización, son m últiple s:
* La constitución de la cooperativa o grupo sindical de colo­
nización (esta ú ltim a modalidad ofrece ventajas a! verse
favorecida por los préstam os que otorga el In stitu to Nacio­
nal de Colonización para las instalaciones a largo plazo y
a muy bajo in te ré s ).
* Son precisos un número mínimo de socios, según la moda­
lidad del grupo.
* Los socios deben efectuar una aportación en metálico y en
jornadas de trabajo personal, y, por otra parte, deben apor­
ta r determ inada supe rficie de huerta en función del núme­
ro de animales a explotar y del número de socios del Gru­
po. Estas aportaciones deben ser a partes iguales.
* La cesión de las tierras al Grupo se estima por un período
de 4 años, pasados los cuales los socios realizan nuevas
cesiones de tie rra , tam bién por 4 años, volviendo las p ri­
meram ente concedidas a poder de sus dueños. La finalidad
de este relevo, es el establecim into de una rotación de cul­
tivo s adecuada para descansar la tie rra .
* Los productos de la explotación del establo podrán repar­
tirse (una vez atendidas las am ortizaciones, gastos de a li­
m entación y de m antenim iento del ganado y del establo,
salarios y cargas sociales de los em pleados), entre los
m iem bros del Grupo a partes iguales, deducida la oportu­
na reserva. Los productos normales de la explotación son:
leche, novillos de cría, carne de vacas viejas y estiércol.
* Es evidente, que cuando la co nstitución de un Grupo de
Colonización se lleva a cabo sin capital propio, hay que re­
c u rrir a préstam os de cualquier procedencia. El primer ob­
jetivo económico del grupo será entonces la amortización
de aquéllos y la liberación financiera.

66 —

iO

índice
Dirección dei Grupo

El Grupo está com puesto de 16 m iem bros. Uno de ellos es el


Párroco (la Parroquia posee de antiguo una propiedad de regadío);
o tro un m aestro nacional, propietario agrícola; hay un te rce ro que
es industrial tran spo rtista, tam bién p ropietario agrícola, y el res­
to son agricultores puros.
El Grupo se rige por unos estatutos y lo adm in istra una Jun­
ta de Gobierno. Está d irig id o por un presidente, a sistido por el
secretario, el tesorero, el interven to r y dos vocales.
En esta prim era fase, la dirección y la adm inistración son lle ­
vadas por el Párroco, previéndose su retirada paulatina a m edida
que el Grupo se baste por sí m ism o. Para lograrlo, el presidente
del Grupo y el Párroco se reúnen cada dos días.
La Junta de Gobierno celebra sesión cada 15 ó 20 días. El
Grupo com pleto lo hace, hasta ahora, una vez al mes, como té r­
m ino medio. Se ha preferido que la Junta de G obierno no excluya
en la conducción del Grupo al resto de los socios, al menos por
ahora, y de ahí la frecuencia con que todos se reúnen.

El establo y sus instalaciones

La superficie to ta l del establo, más sus dependencias, es de


5.000 m etros cuadrados. Esta extensión se reparte entre:
— Cobertizo o zona de reposo (7 x 30 m .).
— Patio de e je rcicio y pesebre (8 x 30 m .).
— ■ Sala de ordeño sim ultáneo de dos vacas (10 x 5 m .).
— Paridero de vacas, recinto para novillos y enferm ería (20
por 5 m e tro s).
— Silo para 100 Tn. de fo rra je verde, para la alim entación de
24 vacas y 10 novillos durante 70 días: está form ado por
dos muros paralelos distanciados 5 m etros.
— Agua potable: Una fuente que v ie rte sobre una cubeta o
bebedero.
— Estación transform adora de energía e lé ctrica de 10 KVA.
— Vivienda para el encargado del establo.

Inversiones realizadas
Instalaciones ...................................... 400.000 ptas.
V a c a s .................................................... 384.000 ptas.

Total ................ 784.000 ptas.

— 67
iO

índice
aparte de las prestaciones personales en trabajo de los compo­
nentes del Grupo, que ascienden a unas 120.000 pesetas.
Para la manutención del ganado y especialm ente para la alfi
m entación de los novillos que el Grupo retiene en el establo, ha
sido preciso increm entar la su pe rficie inicial de regadío en un
20 por 100. Esta tie rra adicional no es aportada por los socios, si­
no que es cedida por terceras personas com pletam ente gratis,
reservándose únicam ente la producción de los árboles frutales
e xisten tes en los predios cedidos.
En cuanto a la rentabilidad de la explotación, el Grupo asegu­
ra que el beneficio neto asciende al 40 por 100 de los ingresos
brutos to tales anuales. Por otra parte, teniendo en cuenta los des­
em bolsos realizados y la valoración de las tie rra s aportadas para
la alim entación del ganado, más los gastos de la explotación, la
rentabilidad del capital es del orden de 14 por 100 anual.

Producción y datos económicos

Algunos datos del establo del Grupo de Teresa, a los 15 me­


ses de su puesta en marcha:
— Producción media de leche por vaca y día, en prim er parto:
10 litro s.
— Producción en segundo parto: 14,6 litro s.
— Precio de venta actual de la leche: 7 pesetas el litro .
— Producción bruta media de leche, con todas las vacas en
segundo parto: 350 litro s diarios.
— Producción de e stiércol: 60 Tn. al año: pesetas 12.000.
— Venta de los novillos recién nacidos: 4.000 pesetas novillo.
— Venta de los novillos a los 3 meses de vida: 7.500 pesetas
novillo.
— Precio del kilovatio consum ido: 1,50 pesetas.
— Coste de los hombres que atienden al establo:
— 1 hombre fijo que atiende al ganado, lo limpia, lo a li­
menta, lo ordeña: 110 pesetas diarias, más seguros so­
ciales, vivienda, luz y leche gratis.
— 2 hombres para recolectar y transportar el forraje: 110
pesetas diarias más seguridad social.

Desarrollo del Grupo y dificultades halladas

A l nacim iento del Grupo, recibido con el natural recelo por


gran parte del pueblo e incluso con grandes dudas por parte

68 —
iO

índice
de algunos de los socios que lo form aban, tuvo lugar una grave
c ris is en la compra de la leche de la comarca (en noviem bre de
1963 se pagaba la leche a 5,50 pesetas litro ) , debido a que una
de las empresas que m ayor cantidad de este líquido compraba,
hizo suspensón de pagos, afectando el colapso a Teresa. Este con­
tratiem po asustó a muchos por las cantidades que quedaron sin
pagar a los ganaderos y por la desaparición de una empresa de
alta capacidad de absorción industrial. Algunos m iem bros del na-
cíente Grupo lo abandonaron, aunque se consiguió c u b rir sus va­
cantes con o tros a g ricu lto re s con más fe en la obra.
Otra empresa transform adora se hizo cargo de la producción
láctea de los pueblos afectados por el desaparecido clien te, pero
bajando el precio de compra de la leche a 5 pesetas el litro .
En estas condiciones se inició la vida del establo. Gracias a
Dios, ese precio se ha visto superado y actualm ente perciben 7
pesetas por litro .
Durante los 15 meses transcurridos, no ha habido una sola
baja por enfermedad o m uerte, en las 24 novillas traídas de San­
tander, desenvolviéndose la paridera de novillos con toda norma­
lidad.
Todo ello ha p erm itido al Grupo ir liquidando las deudas con­
traídas en los prim eros momentos de la instalación, habiéndose
recibido ya del In stitu to Nacional de Colonización el 100 por 100
del préstamo solicitado y concedido. También se van cum pliendo
los plazos de am ortización del préstam o otorgado por C áritas
Diocesana.
Las dificu ltad es encontradas, aparte de las a nteriores, pueden
resum irse en las siguientes:
— La falta de recursos económicos en los socios del Grupo,
lo que ha hecho im prescindible la financiación de C áritas y
del In stitu to Nacional de Colonización.
— La m entalidad que padece el cam pesino español (descon­
fianza, rutina, fa lta de sociabilidad, fa lta de cu ltu ra com u­
nitaria) y el desconocim iento de técnicas y de economía
agrarias.
— Dimensiones reducidas de los predios o parcelas, que im ­
piden la mecanización de las explotaciones fo rra je ra s.
— Falta de caminos para el abastecim iento económ ico de fo ­
rrajes al establo, y para el transporte del e stié rco l al campo.
— Desidia, im previsión, fa lta de fe en la obra, irre sp o n sa b ili­
dad, etc.

— 6^
iO

índice
ANALISIS DE RESULTADOS

Los resultados d irectos obtenidos son los siguientes:


* Ordenación de los cu ltivo s.
* M ayor producción específica de forrajes.
* C apitalización agraria por la inversión en sí, por la necesi­
dad de la am ortización de los préstam os y por la revalo­
rización del ganado.
* A lta sanidad del ganado y rápida aclim atación al nuevo me­
dio ( salto brusco del clim a húmedo de Santander al seco del
Levante español.)
* Revalorización de las tie rra s de regadío.
* Experiencia de vida cooperativista con abandono progresi­
vo del excesivo individualism o, lo que contribuye también
a suavizar la intrincada y susceptible vida social de los
pueblos pequeños.
* Aum ento del sentido de responsabilidad individual y colec­
tiva.
* M ayor rendim iento económ ico de la superficie de tie rra
cultivable, patrim onio de la fa m ilia.
* M ayor cultura agraria y general.
* A pertura de nuevos horizontes para el Grupo; am pliación
del establo, mecanización de la recolección y transporte de
los forrajes, recrío de novillos para la producción de car­
nes, mejora de la calidad del ganado por sucesivos cruces
y confección del árbol genealógico, m ejora de la calidad de
la leche y aumento progresivo de su producción por vaca,
etcétera.
* M ayor defensa de los precios ventajosos para el Grupo,
tanto en la compra de piensos, como en la venta de la leche.
Pero la experiencia que analizamos tam bién ha logrado una
proyección exterior. A sí vemos que entre las gentes de Teresa,
ajenas al grupo, ha influ ido así:
— M ovim iento para la plantación masiva de frutales en los re­
gadíos, junto con la producción de forrajeras.
— Creación de una cooperativa o grupo para com batir las pla­
gas de los árboles frutales y para la com ercialización de
la fruta.
— Cambio radical de actitud hacia el Grupo vaquero, patenti­
zado en demandas de ingreso de nuevos socios, y en la
aprobación general de la Obra.

70 —
iO

índice
F uera del p ueblo

A esto ha contribuido la divulgación hecha por el S e rvicio de


Extensión Agraria, por la TVE. y por la prensa, especialm ente a
raíz de la inauguración o ficia l del establo, que fue presidida por
el Prelado de la D iócesis, por el Gobernador C ivil de la p ro vin ­
cia y por el D ire ctor General de Extensión A graria, entre otras
autoridades.
a) Creación de un grupo sim ila r en V ive r (a 12 kilóm etro s
de Teresa) a cuyo establo se han traído 36 novillas desde San­
tander, y que tam bién es explotado en régim en cooperativo y
bajo el sistem a de estabulación libre.
b) Proyecto de creación de un establo s im ila r en C ira t (a
unos 40 k iló m e tro s), con 24 novillas, y prom ovido por su Párroco,
c) Gestiones realizadas para otros establos libres en Gau-
diel, en Puebla de Arenoso y en Jérica (todos ellos de la p ro v in ­
cia de C astellón).
d) Edificación de un establo idéntico en un pueblo de la pro­
vincia de Valencia.
e) Petición de inform ación desde varias provincias (A v ila y
Ciudad Real entre e lla s j.
f) Continua vis ita al establo de viajeros aislados y por gru­
pos de a gricultores desde d istin ta s y lejanas procedencias (de
las provincias de Castellón, Valencia, A licante, Teruel, Zaragoza,
Tarragona, Burgos, e tc.).

— 71
iO

índice
BIBLIOGRAFIA SELECCIONADA
A nder Egg, Ezequiel: METODOLOGIA Y PRACTICA DEL DES­
ARROLLO DE LA COMUNIDAD. Humanitas. Col. Desarro­
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Congrés et coíloques. V il Ed. M onton e t Cié. París, 1965.
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Badin, Pierre: PROBLEMES DE LA VIE EN GROUPE. Col. Nouve-
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methodes de l'in s titu t IRAM dans Archives internationales de
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Braun, Arm and: LA PROMOTION SOCIALE EN AGRICULTURE.
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Rodríguez. Z.: TRANSFORMACION DE UNA ALDEA EN COMU­
NIDAD. Educ. Fundamental de Adultos. UNESCO. París, 1953.
educación y desarrollo rural:
la experiencia
de treviso *
p o r G iu s e p p e R O S S E T T O

INTRODUCCION

El mundo rural está en cris is en todas partes. Es una c ris is


producida en parte por la senilidad y tam bién por el c re c im ie n to ;
en una palabra, una c ris is de transform ación de los m odos de
vida y de trabajo, de las dim ensiones técnicas y económ icas, de
las form as asociativas y culturales.
Se trata también de una cris is de civiliza ció n o, m ejor, de uno
de los elem entos de una c ris is más am plia: la cris is de la c iv ili­
zación planetaria.
La c ris is alcanza igualm ente a los países subdesarrollados,
empeñados en la consecución de un nivel de vida más humano,
y a muchos países llamados desarrollados que, orgullosos de los
niveles alcanzados por su civilización ind ustria l, han creído ins­
taurar con ella nada más la civilización.
Tanto en uno como en otro caso no se trata solam ente de un
problema técnico o económ ico, sino tam bién de un problem a so­
cial, de un problema de civiliza ció n; es decir, de un problem a
humano en toda su am plitud, cuya solución debe p a rtir de la per-
osna y tender a su desarrollo integral.
Se intenta lograr nuevos e q u ilib rio s: e q u ilib rio entre la a g ri­
cultura, sector subdesarrollado, y los demás sectores de produc­
ción: industria y servicios; e q u ilibrio entre regiones con d ife re n ­
cies niveles de desarrollo.
Los países desarrollados y los países en vías de d esa rrollo

[*) Tomado de la revista cfDéveloppement et Civilisations», núm. 23.

— 73
iO

índice
tienen que resolver los m ism os problemas en cuanto a la agri­
cultura: lograr un sector económ ico moderno m ediante una evo­
lución acelerada de las form as de vida y de trabajo, de las di­
m ensiones económ icas y técnicas, de las form as asociativas
y culturales.

Sin embargo, hay una diferencia: en los países económicamen­


te desarrollados el sector industrial es pujante, lo que no acon­
tece en los países en vías de desarrollo, con todas las conse­
cuencias que se desprenden de ello.

Por otra parte, el retraso económico supone un subdesarrollo


cu ltural, que, a su vez, es la base y contribuye a la pobreza
económica. El problema es com plejo, ya que es en gran parte
de orden cu ltu ra l; es decir, humano, y, por tanto, habrá que
adoptar una solución humana.

TREVISO: ALGUNOS DATOS ECONOMICOS Y SOCIALES

El m ilagro económ ico italiano, del que conocemos sus con­


tradicciones y ambigüedades, ha dado origen a una ruptura real,
a un m ovim iento hacia adelante, que ha alcanzado y arrastrado
en un vertiginoso m ovim iento a las regiones industriales del
Norte.

El m ovim iento se ha extendido a las demás regiones italianas


cuya economía es, sobre todo, rural, dejándolas en la p eriferia
del m ovim iento.

El sector industrial se ha convertido en Italia en el sector p i­


loto de la economía. Resultado: la m anifestación impetuosa de
una crisis en las estrucutras rurales tradicionales y en el e q u ili­
brio de toda la sociedad.

Examinando los problem as de trabajo observamos que:

La relación entre trabajadores ocupados y fuerzas de traba­


jo .(brazos) ha pasado de 90 por 100 en 1954-56 a 96 por 100
en 1961-62.
La relación entre fuerzas de trabajo (brazos) y población total
ha alcanzado 41,8 por 100 en 1962.
La distribu ción de las fuerzas de trabajo entre sectores pro­
ductivos ha variado del siguiente modo:

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iO

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1963 1954 1959 1962

A g ricu ltura ............ ........... 62 % 43 % 29 % 25 %


Industria ............... ........... 22 % 30 % 39 % 43 %
Servicios ............... ........... 16% 27 % 32 % 32 %

La em igración local, sobre todo al extranjero, se ha tra n s fo r­


mado en m igración sectorial, con un cambio masivo de la a g ri­
cultura a la industria.
Estos elem entos dem uestran un verdadero desarrollo indus­
tria l. El desarrollo está concentrado principalm ente en la re­
gión que lim ita con Venecia y su p eriferia. En el resto de la
región las iniciativas industriales han empezado a dar sus p ri­
meros pasos y muestran cierta tendencia a localizarse, sig u ie n ­
do la línea Venecia-Verona. Pero la a gricultura, bastante sub­
desarrollada, actividad dom inante en esta región, continúa. La
región véneta, no eludiendo la situación, se ha quedado en la
p eriferia del m ovim iento, exceptuándose algunas zonas.
En 1951 la renta de la agricultura representaba el 38,8 por
100 de la renta to ta l, con una población agrícola del 50 por 100
del to ta l; en 1960 la renta proveniente de la agricu ltu ra se nabía
reducido un 25 por 100.
La capacidad de consumo era muy lim itada. Si consideram os
100 como nivel de consumo a lim en ticio de base para Italia,
Treviso alcanzaba 72 en 1952 (fre n te a 112 en Venecia) y 71 en
1955 (frente a 109 en Venecia).
El desarrollo industrial ha favorecido, casi únicam ente, a la
pequeña y mediana industria, concentrada en pequeñas zonas.
Tal situación económica sólo podría desarrollar una situ ación
social de pobreza, hasta de m iseria, p rincipalm ente en el m edio
rural. Esta m iseria se manifestaba en estructuras prim arias e in­
humanas. Las casas rurales a menudo eran insanas, despro­
vistas de luz, faltando en casi todas el agua c o rrie n te y las
instalaciones higiénicas. Las calles estaban intra nsita ble s. Las
relaciones sociales entre el colono y el pro pie tario eran general­
m ente inhumanas. M uchos p ropitarios se oponían a cie rta s m e jo ­
ras, tanto económicas como culturales.
La respuesta a esta situación, respuesta demasiado se ncilla y
a largo plazo peligrosa, incluso p erjudicial, ha sido durante lar­
go tiem po la em igración al extranjero y al in te rio r, lo que ha

75
iO
índice
em pobrecido la provincia (que por otro lado presentaba una sa­
turación d em og rá fica).
Esta provincia, a pesar dei desarrollo iniciado después de la
guerra en las pequeñas y medianas industrias, ha continuado
siendo principalm ente rural debido a que su posición geográ­
fica no perm ite la creación de grandes zonas industriales. Sus
características geográficas la hacen apta para una agricultura
intensiva que, ahora hace su aparición.
Pero esta agricultura, todavía fundam entalm ente basada en
métodos antiguos y em píricos, y cerrada a las nuevas técnicas,
no podía engendrar más que una inm ovilidad, conducir a un fata­
lism o y a una resignación ante la pobreza, y también a la exas­
peración del individualism o y a la marcha de los jóvenes más
inteligentes y dinám icos. El resultado fue un incremento del círcu­
lo vicioso de pobreza.

EL CECAT: SU HISTORIA, SUS ACTIVIDADES, SUS METODOS

Su Historia.

Frente a esta trágica situación humana, se imponía una solu­


ción global. Era preciso tom ar como punto de partida al hombre
y su educación. Era necesario reform ar las estructuras apoyán­
dose (apoyo por otro lado básico) en una obra de educación de
base.
En 1954, en C astellfranco, ciudad de la provincia de Treviso,
se creó una escuela rural, que en 1955 se convertiría en el Ins­
titu to Profesional del Estado para la A g ricu ltura .
La obra encontró dificu ltad es, sobre todo por parte de aque­
llos que querían que el campesino continuase en su estado de in­
ferioridad, y tam bién por parte de las fuerzas políticas y sindi­
cales, que en vez de acoger la iniciativa con simpatía, vieron en
ella un intento de dom inación política. Esta oposición se fue re­
forzando con los años.
En diversas zonas de la provincia se fueron abriendo otras sec­
ciones del Instituto, y se dotó a cada una, para las experiencias
prácticas de los alumnos, de un proyecto rural. Junto a esta in i­
ciativa escolar nacieron otras escuelas para amas de casa, es­
cuelas para adultos y viajes al extranjero para campesinos, jóve­
nes y adultos.

76 —
iO

índice
En el verano de 1955 los alumnos de la escuela se repartie­
ron por los campos de la zona con m áquinas y empezaron a pro­
vocar discusiones sobre la mecanización y sobre la necesidad de
la cooperación. El resultado fue el nacim iento de una cooperativa
de maquinaria que fue la prim era de las 150 cooperativas que
existen actualm ente. Si la escuela tenía que responder al problema
de la preparación personal y técnica del campesino, la coopera­
tiva debía responder al problema de las estructuras, pero tam ­
bién convertirse en un nuevo instrum ento de educación: educa­
ción en la solidaridad, en la cooperación, en la comunidad.
En los años siguientes, el equipo de prom otores y animadores
se com prom etió en la tarea del desarrollo y refuerzo de las es­
tructuras, definió los métodos de trabajo para la acción educativa
directa y elaboró una ideología.
El CECAT que hasta este momento era sólo un equipo de ani­
madores sin form a juríd ica , se co nvirtió en in stitu ció n , bajo form a
de asociación privada (1959). Sus objetivo s más d ire cto s consis­
tían en aconsejar, animar, coordinar, o rie n ta r la tota lid ad de las
actividades en los sectores de educación y de cooperación que
ya estaban en m ovim iento.
En 1959 las cooperativas alcanzaron la cifra de 45, al m ism o
tiem po que las escuelas veían cómo cada vez aumentaba más el
número de alumnos. La experiencia empezaba a te ne r verdadero
éxito a pesar de la desconfianza de los cam pesinos habituados
a que se les considerase al margen de la civiliza ció n o avasalla­
dos por tareas que raras veces respondían a sus verdaderos in­
tereses.

Sus actividades
En todas sus actividades el CECAT tie ne un solo fin : la edu-
ción del campesino para co nve rtirle en una persona com prom etida
en la transform ación y edificación de una sociedad, de una nue­
va civilización; en una persona portadora de sus propios valores
como las demás categorías sociales. Está claro que el objetivo
ha de encaminarse a la eficacia de los m edios, ya que éstos, por
otro lado, pueden convertirse en nuevos instrum entos de some­
tim ie n to de la persona.

La Educación.
La actividad escolar que comenzó como se ha dicho en 1954,
con el nacim iento del In stitu to Profesional del Estado para la

— 77
iO

índice
agricultura, se caracteriza por nuevos procedim ientos didácticos:
1. La escuela para adolescentes, en sus 8 secciones disper­
sas por toda la provincia, acoge jóvenes mayores de 14 años que
han term inado ei período escolar o bligatorio.
A ) Para los jóvenes los cursos se reparten en dos ciclos: El
prim ero es de tre s años (14-15 y 16 años). En él, debido a una
form ación profesional y general, el joven adquiere la calificación
de «experto cultivador».
El segundo ciclo dura dos años y en ellos se dan cursos espe­
cializados y de perfeccionam iento que les perm iten adquirir una
capacitación rural más avanzada.
B) Para las jóvenes el ciclo de form ación comprende dos
años (14-15) de form ación profesional unida a una form ación ge­
neral que le da una capacitación especial: «mujer rural».
Para las de más edad se prevén sesiones de recuperación.
2. La educación de los adultos, no pudiendo llevarse a cabo
por planes sistem áticos, se ve rific a m ediante diversas iniciativas
que pueden resum irse del modo siguiente: encuentros, debates,
reuniones, asambleas de estudio, con el fin de despertar en el cam ­
pesino el sentido de responsabilidad como jefe de fa m ilia y de
empresa, y como m iem bro de una sociedad c iv il.
— Cursos más profundos o sem inarios de estudio para los cam­
pesinos que quieren incorporarse a la comunidad como animado­
res, prom otores y responsables.
■— Viajes de estudio por Italia y por el extranjero para poner
al campesino en contacto con nuevas experiencias y a brirles a
nuevas ideas y valores.
— Una instrucción profesional que les prepare para progra­
m aciones técnicas: mecanización agrícola, aumento del ganado.
— Cursos sobre la organización de cooperativas agrícolas y
su asistencia técnica y com ercial.
3) Centro de promoción rural: Esta iniciativa tuvo como o ri­
gen ia marcha del campo de gran frarte de fuerzas jóvenes e in­
te lig en te s, ya por d ificu ltad es m ateriales o por deseo de evasión
de su medio en el que se encontraban en situación de in fe rio ri­
dad.
La falta de operadores, m onitores y animadores rurales, de
cuadros interm edios para todos los niveles; es decir, personas
que salvados del medio rural hayan tenido la posibilidad, median-

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iO

índice
te un esfuerzo personal de investigación y de análisis, de realizar
un desarrollo de su personalidad que les haga capaces de tran s­
m itir a los demás la sign ificación de sus experiencias y provocar
así fenómenos de transform ación desde la base, llegando a un cre ­
cim iento y promoción humana del medio.
Los jóvenes (de 18 a 35 años) han de tener:
— una serie de experiencias rurales,
— confianza en el mundo rural,
— deseo de prepararse para ponerse a su servicio,
— un títu lo de estudios elem entales.
El ciclo comprende tre s años.
He aquí algunas de las perspectivas que se abren ante estos
jóvenes:
— participar en la empresa fam iliar,
— asistencia técnica a las cooperativas,
— d irig ir y animar las cooperativas de segundo grado,
— enseñanza en las escuelas de jóvenes,
— creación de empresas rurales d irigid as por equipos de jó ­
venes que deberán convertirse en empresas p ilo to s para
la agricultura.

LOS METODOS PEDAGOGICOS UTILIZADOS

Durante estos diez años de experiencia, los educadores y los


dirigentes de escuelas han intentado constantem ente com probar
los resultados de su acción educadora y han tratado de elaborar
form as y métodos de trabajo cada vez más adaptados al m edio
campesino y a la psicología de los alumnos, teniendo en cuenta
las más modernas co rrien tes psicológicas.
Para hacer que el campesino asuma to ta lm en te su p e rso n a li­
dad de emprendedor es preciso ayudarle a alcanzar un d esa rrollo
intelectual com pleto, es decir, que su form ación general com pren­
da no sólo nociones y p rincipios, sino que éstos le hagan apto
para interpretar los valores culturales de su m edio de orige n y
para comunicar a los demás su propia experiencia ind ivid ua l. Por
esto la escuela ha de se rvirle también para perfeccionar las ca­
pacidades de asim ilación y de ju icio crític o de cada uno.
En época de transform aciones sociales en la que la escuela
puede convertirse en el centro de animación y de o rien ta ción c u l­
tu ra l, debe insertarse m ediante ataduras vita le s y continuadas en

— 79
iO

índice
él te jid o vivido de ia sociedad, de los grupos sociales de donde
proceden los alumnos.
El joven, si quiere convertirse en un elem ento m otor de la so­
ciedad y de la civiliza ció n cuya transform ación es cada vez más
rápida, debe a dquirir una estructura m ental abierta, capaz de re­
novar continuam ente sus adquisiciones. El joven no tiene sola­
mente que aprender, sino que debe «aprender a aprender». Por
el contrario la escuela de ahora habitúa al joven a acumular una
serie de datos técnicos y cie n tífico s que hacen al individuo un
ser capaz de desempeñar un papel determ inado en ia sociedad,
pero incapaz de o rientarse, sobre todo, de orientar las v e rtig in o ­
sas transform aciones modernas. La escuela tradicional ha sido
siempre selectiva, una escuela de élite, ahora de acuerdo con la
función dem ocrática, ha de convertirse en medio de promoción
para todos.
Por otra parte, fuera de la escuela, el modo de instrucción de
los jóvenes puede provocar entre generaciones c ris is sociales y
culturales.
Para evitar estas d ificu ltad es el CECAT ha intentado elaborar
nuevos métodos pedagógicos cuyas características fundamenta­
les son:
— Formar hombres capaces y no dominados, de ahí la necesi­
dad de una form ación de la personalidad, para hacer que el
joven sea capaz de orientarse u orientar las transform acio­
nes actuales.
— Formación abierta y form ación «asociada» para ayudar a
los jóvenes en su crecim iento y en su elección profesio­
nal.
— Proceder del análisis a la síntesis y a la acción, apuntando
al desarrollo intelectual del joven. La escuela ha de ayu­
dar en la observación y en el análisis de la experiencia
rural vivida por el joven y su fa m ilia y, a p a rtir de ésta,
desarrollar una síntesis, orientada hacia la acción.
— Proceder de lo concreto a lo abstracto, en lo concerniente
a la progresión de los programas. La experiencia y los
problemas de la vida rural han de p e rm itir a los jóvenes
llegar con mayor facilidad a un conocim iento c ie n tífico y
técnico.
— Valorar la acción educativa de la fa m ilia y del medio me­
diante contactos entre los padres y la escuela. La escuela
no es el único medio de educación sino que ha de unirse

80 —
iO

índice
a los otros dos nuevos m edios educativos: la fa m ilia y el
medio de origen.
Concretam ente este m étodo de form ación se desarrolla así:
La escuela: h ipótesis de búsqueda. El joven, tom ando como
punto de partida lo que aprende en la escuela, establece con sus
compañeros y los que le enseñan un «plan de estudio» sobre un
tem a determ inado.
La fa m ilia : análisis de la experiencia fa m ilia r, desarrollo del
plan de estudio y creación del «cuaderno de proyectos». El joven
discute con sus fa m ilia re s los elem entos del plan de estudio y
prepara con ellos «el cuaderno de proyectos» donde se anotan los
datos de los proyectos fam iliares.
La escuela: discusión de las observaciones de cada uno, con­
tro l de las conclusiones para el reg istro de los proyectos de va lo r
medio de la zona, advertencias cie n tífica s y técnicas del profesor,
advertencias que se derivan de leyes generales. Paso al e je rc ic io
y a la acción.

FUNCION DE LA FAM ILIA

Para evitar una ruptura entre la mentalidad de los adolescentes,


educados en la escuela, y la m entalidad de los padres que perm a­
necen en casa— proponiendo a los hijos m ejores m odelos que los
ofrecidos por la em presa fa m iliar, pero abstractos y sin conexión
con la realidad— para arrastrar a la fa m ilia en ese proceso educa­
tiv o que lleva al conform ism o y a la individualidad y con el fin
de insertarla en las co rrien tes de progreso y desarrollo, el CECAT
encuadra toda la responsabilidad fa m ilia r en la educación progre­
siva de los jóvenes por los siguientes m edios:
— Discusiones sobre la empresa fa m ilia r m ediante el «cua­
derno de empresa» cuya com pilación exige un diálogo con­
tinuado entre padres e hijos, uniendo así estas dos partes
en la reflexión común sobre el desarrollo de la empresa.
— Alternancia de períodos de presencia activa en la em presa
fa m ilia r y períodos de frecuencia escolar. Esto p erm ite una
verdadera u tiliza ció n de la empresa, ya que se hace co in ­
c id ir los períodos de permanencia en fa m ilia con períodos
de trabajo, más im portantes y sig n ifica tivo s.
— Los períodos de permanencia en la escuela, para aprove­
char plenam ente los días, se viven en un internado de ca-

— 81
iO

índice
rácter fa m ilia r. En él se intenta favorecer la vida comuni­
taria y el trabajo en equipo en las investigaciones y en to ­
do el trabajo escolar.
Los profesores llevan con los jóvenes una vida en común lo
que perm ite, si el profesor tiene una rica personalidad humana,
una educación más com pleta del joven:
— Los profesores, cuando los jóvenes están en fa m ilia les v i­
sitan frecuentem ente, estableciendo así un diálogo prove­
choso con la fa m ilia y el medio.
— Los directores de las escuelas se ayudan en su tarea de
un consejo de adm inistración form ado por los padres de
los alumnos, elegidos por las fam ilias que han promovido
la escuela. El consejo puede opinar sobre la orientación
económica y adm inistrativa, y sobre disciplina general.
El programa del CECAT prevé que, con el progreso y creci­
m iento humano del medio rural, las escuelas poco a poco debe­
rán ser organizadas por las mismas fam ilias, según el método de
las «Casas Familiares» francesas.
Hasta ahora cerca de 17.000 personas han asistido a las es­
cuelas o a los cursos organizados por el Centro.

LA COOPERACION

Para poder com prender el sentido y la orientación de la ac­


ción cooperativa creada por el CECAT, es necesario situarla en la
significación global de la misma experiencia del CECAT.
A l principio, la cooperación se concibió como un segundo
tiem po de la form ación cultural del campesino; es decir, que ya
creadas las cooperativas estaba previsto que los campesinos s i­
guieran manteniendo estrechas relaciones con la escuela.
Los campesinos miraban con recelo esta iniciativa: recorda­
ban las experiencias negativas de origen prefascista y dem ostra­
ban poco entusiasm o por las últim as form as asociativas, por las
grandes cooperativas cuyo espíritu y estructura estaban empapa­
dos de preocupaciones burocráticas y tecnocráticas m antenién­
dose en su pasividad e inferioridad.
Debía encontrarse por otro camino la solución al problema:
la cooperación se transform ó en equipo de investigación y de in i­
ciativas para una comunidad nueva, insistiendo en la educación.

82 —
iO

índice
Las características fundam entales de las cooperativas son las
siguientes:
— Proceder de abajo arriba para e xcitar el e spíritu de inicia ­
tiva de los asociados.
— No basta con crear in stitu cio n e s que trabajen en favor de
los campesinos; es necesario que las institucion es estén
en poder de ellos. Solamente así se podrá favorecer el
crecim iento humano del mundo campesino.
— Su dim ensión en pequeña: de 10 a 15 m iem bros.
Un pequeño grupo de hombres que se conocen entre sí. De
este modo pueden desarrollarse intensas relaciones humanas y
adm inistrativas y pueden perderse operaciones técnicas y eco­
nómicas llevadas a cabo y controladas directam ente por sus m iem ­
bros, perm itiendo la realización de un verdadero e je rc ic io demo­
crático y de auto-gobierno.
Las «Cooperativas de maquinaria» son las más num erosas, los
dirigentes del CECAT ju s tific a n esta situación por d iversos m o ti­
vas, siendo los fundam entales:
— M otivos ideológicos: la máquina en la sociedad campe­
sina es el elem ento de ruptura más fu erte . Hace que los
campesinos reconozcan la necesidad de renovar sus té c ­
nicas.
— M otivos económ icos: im posibilidad para las pequeñas em­
presas de llegar a una mecanización autónoma; im p osib i­
lidad de ofre cer prestaciones a las empresas no asociadas.
— M otivos sociales: los jóvenes, al v iv ir en una c iv iliza ció n
en la que las máquinas y la técnica son instru m e ntos de
progreso, no em igrarán; las cooperativas, co nstitu ida s tan­
to por colonos como por granjeros, les dan la p osibilidad
de afirm ar su independencia fre n te a los patronos.
Existen tam bién cooperativas de compra y de d is trib u c ió n de
los alim entos agrícolas, de recogida y de venta de los productos
agrícolas, etc.

CONCLUSION

Hemos intentado exponer los puntos fundam entales de una


experiencia positiva tanto en las realizaciones llevadas a cabo
como en su ideología. Para te rm ina r resum irem os las princip ale s
características:
— Una visión global y humana de los problem as de la socie-

— 83
iO

índice
dad rural, problemas que se intentan solucionar mediante la crea­
ción de instituciones cuyas tareas sean precisas y delim itadas.
— La solidaridad campesina en las escuelas, en las coopera­
tivas, en todas las demás actividades se intenta promover en el
sentido de la solidaridad y de la comunidad. La persona cree en
y con el grupo, por la obra del grupo, trabaja para el grupo.
—• Preocupación de que toda la sociedad campesina llegue a
un desarrollo humano integral. De ningún modo se trata de crear
una é lite muy desarrollada fre n te a un mundo aún atrasado, ni
tam poco o riginar un d esequilibrio que desemboque en una form a
nueva de som etim iento dél mundo campesino. Hay que desarro
llar a toda la comunidad.
— La respuesta cultural que el CECAT ha dado a los proble­
mas, ha contribuido a plantear las bases de una cultura campe­
sina abierta al diálogo, siguiendo los modelos culturales de la
ciudad. Incorporándose al dom inio cultural y permaneciendo fie l
al mundo campesino, ha provocado el encuentro de los «dos mun­
dos», el campesino y el cu ltural, que parecían estar destinados a
no encontrarse jamás. Una de las razones fundam entales que ex­
plican el fracaso a veces brutal de las demás acciones en favor
de la agricultura es quizá esta m entalidad por la cual la cultura
no puede penetrar en los campos (ni tampoco en las fábricas)
sin perder su pureza.
Hay que recordar un ú ltim o valor: la experiencia está íntim a­
m ente relacionada y enclavada en un contexto de relaciones in­
ternacionales. Recuerda en su e spíritu y m étodos la experiencia
francesa de las «Casas Fam iliares de aprendizaje rural», con ex­
periencias sim ilares. A sí ha sido objeto de un cuidadoso estudio
por parte de la C. E. E. y comienza a llam ar la atención de los d i­
rigentes de los países en vías de desarrollo que la encuentran
interesante y valedera para el desarrollo de sus propios países.

84 —

iO

índice
un tele-club
rural
p o r A ntonio A LB A R R A N ,
con la colaboración de
M .* J esú s M A N O V E L

EL PUEBLO

Pezuela de las Torres, a 50 kilóm etro s de M adrid y dentro de


los lím ites de su provincia, es un pueblo como tantos o tro s de
nuestra España rural. Con unos 800 habitantes ha de ver cada día,
en un ritm o casi constante, d ism in u ir su ya exigua población.
Hace solo cuatro años la ocupación de la población activa de
Pezuela era casi exclusivam ente agrícola, sólo un pequño grupo
de albañiles y peones de albañil y los obreros de una reducida
industria de extracción de yeso, componían el cuadro com pleto
de su «economía».
En estos ú ltim os cuatro años, Alcalá de Henares, de la que le
separan solamente 24 kilóm etros, le ha proporcionado nuevos ho
rizontes. La demanda de mano de obra para su industria, ha o ri­
ginado una afluencia diaria de hombres que esperan m ejorar su
nivel de vida.
A ctualm ente son casi setenta los obreros que salen d iariam en­
te del pueblo, en m oto y en otros transportes. Casi todos son peo
nes. En un porvenir inm ediato se puede predecir que abandona­
rán el campo más braceros y se orientarán hacia la industria. De
momento, el pueblo sigue siendo residencia de casi todos e stos
obreros por la escasez de viviendas en Alcalá, donde a pesar de
todo, y poco a poco, se van instalando d efin itiva m en te, una fa ­
m ilia tras otra.
En los ú ltim os años, debido principalm ente a la em igración
de m atrim onios jóvenes, el número de nacim ientos ha d ism inu ido
considerablem ente y no de manera proporcional al descenso de
la población.
En la actualidad existen en el pueblo más de 100 personas

— 85
iO

índice
m ayores de sesenta años, lo que es por sí m ism o un índice re­
velador, que no precisa com entario.

¿POR QUE UN TELE-CLUB?


En octubre de 1962 no había en Pezuela más que un te levisor
vie jo y defectuoso, propiedad del párroco, que lo ponía de vez en
cuando a disposición del pueblo, con ocasión de los programas
más «populares»: toros, fú tb o l, programas in fa n tile s ... Era «el te ­
le v is o r del cura».
El nivel cultural era bastante bajo. Aún en la actualidad, no
se reciben en el pueblo más que cuatro periódicos: para el mé­
dico, secretario del Ayuntam iento, alcalde y párroco. Uegan algu­
nas revistas ilustradas: «Mundo Cristiano», «La Actualidad Espa­
ñola», «Telva», «Tele-Guía». En total muy pocos ejem plares; sus
lectores son, casi exclusivam ente, las chicas jóvenes.
En la fecha indicada la única asociación existente en Pezuela
estaba integrada por los jóvenes y tenía un claro objetivo: el bai­
le. Prácticam ente todos los jóvenes del pueblo abonaban una cuota
mensual con la que pagaban el alq uiler de un local; tenían un
viejo tocadiscos e iban comprando algunos discos, con los que
organizar el baile los dom ingos y fiestas por la tarde. Había otro
centro de reunión muy lim itado, una taberna no muy acogedora,
cuyos clien tes eran, sobre todo, hombres mayores.
Sin necesidad de penetrar en más detalladas descripciones,
dos problemas im portantes podían p ercibirse a prim era vista: el
bajo nivel cultural y la necesidad de encontrar un centro de in­
terés que permitiese asociar a todos los miembros de la comuni­
dad y obtener el desarrollo socio-cultural de la misma.
Surge así la idea del Tele-club. El Tele-club podría poner en
marcha a los habitantes del pueblo con estos dos objetivos a la
vista. Y así empezó la experiencia en octubre de 1962.

PRIMEROS PASOS

El m aestro del pueblo y el párroco se ponen de acuerdo para


interesar a los muchachos jóvenes en la adquisición de un te le ­
vis o r que les proporcionaría una buena distracción.
Desde el prim er momento, se insiste en la idea de que el te­
levisor sea algo suyo (no «el te le viso r del cura»), y que todo lo
que organicen deberán d irig irlo ellos m ism os. En sus manos está
ía decisión a tom ar y todos los pasos sucesivos.

86 —
iO

índice
Poco a poco se logra un clim a general de interés por la idea,
Es en este momento, cuando por m edio de un pregón se convoca
al pueblo en una asamblea general.
A la asamblea asisten unas cien personas mayores. Se celebra
en la escuela. Hablan el maestro y el párroco. Se insiste en los
problemas de origen (cultura y asociación) y en las condiciones
en que podría hacerse algo (suyo y d irig id o por e llo s ). Se hacen
propuestas sobre cómo obtener un te le v is o r y el local posible pa­
ra instalarlo.
En esta asamblea:
— Se decide arreglar, por prestación personal, un local anejo
a la iglesia parroquial, para ponerlo en condiciones m ínim as, ya
que se trata de un claustro.
— Se ve la necesidad de nom brar una Junta Provisional (tre s
casados y tres solteros, más el m aestro y el párroco, como ase­
sores cultural y religio so) que se haga cargo de la puesta en
marcha de la Sociedad. Se nombra esta Junta un poco a dedo,
para un período de cinco meses, en que se prevé e le g ir otra de­
m ocráticam ente.
— Se deciden las cuotas de los socios (diez pesetas los so­
cios solteros, m ayores de 14 años, y 15 los m a trim o n io s ).
— Se proponen d istin to s modos de a dquirir el aparato de T.V.
El párroco entregará gratuitam ente el aparato viejo y la Junta bus­
cará las m ejores condiciones de compra del nuevo,
— Se hace ya una prim era inscripción de socios, unos setenta.
Después de varios días de gestiones del equipo prom otor, se
acuerda so licita r un préstam o a una Sociedad de Caza e xistente
en la localidad (15.000 pesetas) y con el aparato v ie jo cedido por
el párroco, y o tr^ préstam o de 5.000 pesetas que hace la parro­
quia, se adquiere al contado un te levisor. La Junta empieza a co­
brar una cuota de inscripción (25 pesetas) y la cuota de socios
del prim er mes.
Prácticamente se inscribe el 90 por 100 de los habitantes. Los
menores de 14 años y los jubilados o mayores de 65 años, que­
dan dispensados de la cuota.

PRIMEROS INTENTOS DE FORUM

En los meses siguientes a la adquisición del te le v is o r se des­


arrollan varios coloquios a p a rtir de los programas de T.V. Casi
siem pre con obras de teatro.

— 87
iO

índice
La prim era experiencia, que cuenta con ei elem entó de la «no­
vedad», está muy concurrida. Se presenta, en el espacio Primera
fila , «Llama un Inspector», de J. B. Priestley. La obra es clara, In­
teresante, con un mensaje bastante diáfano. A ntes de comenzar
se hace un breve resumen del autor y de los puntos principales
que luego se discutirán en el coloquio. Las esperanzas puestas
en el p rim er intento no resultan fallidas, el coloquio será bastan­
te animado, aunque todos tienen una gran d ificu lta d al intentar
expresar sus Ideas.
Se siguen haciendo coloquios con alguna regularidad. Una de
las obras (ROMEO Y JULIETA) da pie para una introducción lite ­
raria acerca de los d istin to s géneros dram áticos: tragedia, dra­
ma, com edia... La asistencia no es muy numerosa: el local es poco
acogedor, la hora es demasiado ta rdía... Los asistentes son jóve­
nes casi exclusivam ente, y pocos casados; m ujeres y chicas Jó­
venes, apenas ninguna.
También se hace algún coloquio esporádico sobre una pelícu­
la de serie, sobre alguna de largom etraje y sobre algún tele-dla-
río. Siempre resultan interesantes, pero poco a poco se van ha­
ciendo más distantes, fundam entalm ente por un poco de incons­
tancia en los responsables.

UN ALTO EN EL CAMINO

Durante algo más de un afío, no hubo actividades especiales


en línea de Tele-Club. Se siguieron cobrando las cuotas, con más
o menos regularidad. Se hicieron m ejoras m ateriales en el salón:
cielo raso, piso de madera, p in tu ra ... Se e lig ió una nueva Junta,
que actuó muy poco, ya que no se tenían, por el momento, obje­
tiv o s a la vista. M ientras tanto, aparecieron nuevos televisores
en el pueblo. A ctualm ente hay diez aparatos de T.V., todos ellos
instalados en casas particulares.

NUEVAS PERSPECTIVAS

Un cu rsillo de Formación Intensiva Profesional femenino, aco­


gido al Fondo Nacional de Protección al Trabajo, y unos cursos
de Promocón C ultural de A dultos, junto con la apertura al exte­
rio r que supuso la incorporación al trabajo industrial en Alcalá
de varios m iem bros de la comunidad, fueron el origen del p ri­
m er despertar colectivo de la necesidad de lograr un desarrollo
cultural más sólido.

88 —

iO

índice
Algunos jóvenes asisten en M adrid a un C ursillo de D irige n ­
tes de Centros Parroquiales, organizado por el D epartam ento de
Promoción Social de C áritas Diocesana. En este C u rsillo se plan­
tean posibles actividades en línea de prom oción cu ltu ra l, s o cia l...
y, entre ellas, la actividad de Tele-Club.

ULTIMA ETAPA

Viene a Pezuela un representante del Departam ento de Promo­


ción Social de C áritas de M adrid. Tiene prim ero una reunión con
un grupo de diez chicos y chicas, en que se analizan las p osibi­
lidades concretas de lanzar el Tele-Club, qué cosas serían nece­
sarias, en qué podría c o n s is tir su participación, etc.
Aprovechando las clases de adultos, a las que asistían unas
ochenta personas, se celebra un coloquio con todos ellos. En este
coloquio se habla sobre la ayuda que puede prestar la te le v is ió n
para irse abriendo a nuevos conocim ientos, u tilizándola como mé­
todo para un desarrollo progresivo. Se hace un pequeño sondeo
sobre los programas preferidos y se los valora glo ba lm e nte...
La etapa anterior había puesto de m an ifie sto problem as ta les
como: falta de sociabilidad, escaso respeto a «las cosas» que son
utilizadas por todos (local, muebles, T .V ....), individualism o, poco
respeto a la opinión «del otro», etc.
La reflexión sobre estos «defectos» dio pie, frecuentem ente,
a advertencias y correcciones en línea educativa.
Se analiza esta situación y aparece claro que la vida rural no
es, por sí misma, m aestra de convivencia social. Sin duda se per­
cibe la necesidad y el interés de actuaciones en la línea de la
cultura popular. El Tele-Club puede ser una ayuda en este sentido.
Aparecen otras pequeñas d ificu ltad es sin im portancia. Una
alusión al problema de los «rombos», o censura de program as, da
ocasión para orien ta r sobre el sentido de la censura en T.V., Cine,
etcétera. A l fin se decide poner en marcha la experiencia. De
momento, se acuerda te ne r una sesión semanal, durante los m e­
ses que duran las clases de adultos. Se escogerán d is tin ta s se­
siones cada semana, para aprender a juzgar toda clase de progra­
mas.

DESCRIPCION DE ALGUNOS PROGRAMAS


Damos ahora brevísim am ente una reseña de tre s sesiones de
Tele-Club. Los programas fueron escogidos con p articip a ció n de
los m iem bros del m ism o.

— 89
iO

índice
PRIMERA SESION. Programa: Proceso a la Juventud. Tema: La
oración en fam ilia. Un tema poco oportuno para empezar, pero no
fue posible prever cuál sería el tema. Diez m inutos antes, se
o rien tó sobre el contenido general del programa en semanas an­
te rio re s, su estructura, in té rp re te s... Después de ver el programa,
se tra tó de reconstruir ei contenido del m ism o, a base de inter­
venciones espontáneas y provocadas de los asistentes. Cuesta
arrancar a hablar; dicen que «lo saben para ellos mismos, pero no
saben cómo decir lo que han visto». A lo largo del forum salie­
ron los siguientes aspectos: comparar las generaciones anterio­
res y las actuales en su postura ante el rezo, la oración espon­
tánea fren te a las oraciones aprendidas de memoria, la oración
entre amigas (los chicos no tienen confianza entre ellos para re ­
zar juntos) m ejor que la oración con los padres, oración en la
Iglesia y oración fuera de la misma. De refilón salió el tema de
la am istad como clim a para rezar en común, que dio pie para
dialogar sobre la amistad misma, sus d ificu ltad es, su escasez en
am bientes populares (ru ra le s). Esta sesión estuvo dirigida por
un representante de Promoción Social de C áritas, venido expresa­
m ente para ello.
SEGUNDA SESION. Programa: Encuesta y Telediarlo. Tema de
la Encuesta: El piropo. Este tema tampoco pudo ser previsto. En
previsión de los acontecim ientos posibles del Telediario, la pre­
paración de la Sesión se hizo con un Mapa-mundi, situando las
naciones: Vietnam y Santo Domingo. Situación geográfica de los
pueblos en cuestión y sus lím ites. Pequeño análisis de los con­
flic to s respectivos, intereses existentes, enjuiciam iento de ellos...
El tema del piropo fue más rico en intervenciones. Todos po­
dían decir algo. Dio pie tam bién para una revisión de la actitud entre
chicos y chicas del pueblo. Resultó bastante animado.
Los tem as del Telediario fueron muchos. En prim er lugar se
reconstruyeron las noticias. Hay que notar que los mayores no
tienen una gran memoria retentiva. Hay que reconstruir los he­
chos a base de las imágenes. Después de aludir y relacionar va­
rias noticias, se centró el forum sobre una, relativa al m in istro
español de M arina en Portugal. Se habló sobre su significación
actual en el Gobierno. Una pregunta abrió un camino interesante:
¿Sabéis qué es un m in istro del Gobierno? Al comprobar que no
había claridad de ideas se hizo una exposición dialogada sobre
la com posición del Gobierno, explicando la función de cada M in is ­
te rio y el nombre del m in istro respectivo, a la vez que se iba ha­
ciendo un ju ic io somero de los más interesantes.

90 —
iO

índice
TERCERA SESION. Programa: Teatro: C rim en y Castigo, de
D ostoiewsky. Por la d ificu lta d de la hora, a sistieron solam ente
35 ó 40 personas. Breve presentación del autor de la obra. En las
interrupciones p ub licita ria s se hacía un pequeño resumen de la
marcha, o algún breve com entario; tam bién se explicó una pa­
labra cuya significación no entendieron y por la que preguntaron.
El forum posterior fue más breve y menos dialogado que otros
días, debido a la hora. La obra ofrecía d ificu ltad es para entender­
la: «hay muchas ideas». Pero, poco a poco, relacionando las ideas
con las imágenes, fueron saliendo casi todas las cosas. Se analizó
el aspecto moral y el form al de los personajes, su intepretación
dram ática... Se hizo alusión a la música como fa c to r de ambien-
tación excepcional y a la expresividad del silen cio en d e te rm i­
nados momentos. AI final se situó tam bién geográficam ente Rusia,
patria del autor, y países lim ítro fe s de Europa y Asia. La sesión
fue dirigida esta vez por el párroco.
En todos los programas se suelen e xplicar determ inadas pala­
bras raras en su lenguaje. Estas palabras las proponen a veces
los maestros o el párroco o los m ism os asistentes, de las que han
salido en el programa; por ejem plo: decrecer, in frin g ir, donostia­
rra, protocolo, tesis, encuesta...

NOTA FINAL: ALGUNOS PUNTOS QUE PUEDEN DESTACARSE

* El interés crece, los com entarios siguen fuera del local en que
se celebran las sesiones,
* Algunos asistentes han empezado a tom ar notas a lo largo
del proprama.
* Las sesiones, por el momento, han de ser d irig id a s por las
personas más representativas de la comunidad (m aestro, sacer­
d o te ...).
* El carecer de elem entos para am bientar los com entarios de los
programas (mapas, fo to s ...) hace menos eficaces los resul­
tados.
* Raramente hay programas adecuados, y las horas de los más
interesantes no siem pre son adecuados para la población tra ­
bajadora.
* El tono de los programas no resulta accesible, ni en su te rm i­
nología ni en su contenido, para el mundo rural. Por otra parte
rara vez los problemas les resultan «cercanos», lo que resta
interés a su incorporación a los m ism os.

— 91
iO

índice
noticiario
legislativo
(Noticias de ia actualidad
legislativa española)

LEY DE PRENSA E IMPRENTA de transform ación que se v ie ­


ne operando. Un p rim er pos­
(Ley 14/1966, de 18 de mar­ tulado básico inspira, pues,
zo, «B. O.» del 19). el nuevo régim en: garantizar
a los españoles el desarrollo
Pese al relativo interés de de la libertad personal en la
la presente disposición, en or­ expresión del pensamiento.
den a las actividades que pre­ Consecuentemente, co nstitu ­
tende o rien ta r DOCUMENTA­ yen principios fundam entales
CION SOCIAL, dada la actua­ de la Ley, la libertad de ex­
lidad y general trascenden­ presión a través de la pala­
cia de aquélla, dedicarem os bra escrita, la libertad de
brevem ente nuestra atención Empresa y la libre designa­
a sus aspectos más relevan­ ción de D irector.
tes. A través de su articulado,
Hasta la actualidad, el ré­ la Ley regula lo s d istin to s
gim en regulador de la Prensa instrum entos y cauces de es­
e im prenta estaba c o n s titu i­ ta libertad de expresión pre­
do en España por las leyes de conizada en su exposición de
26 de junio de 1883 y 22 de m otivos, juntam ente con los
abril de 1938, fundam ental­ lógicos condicionam ientos y
mente. La nueva ordenación lim itaciones que toda libe r­
aspira, en p rim er lugar, por tad de expresión ha de tener
tanto, a adecuar dicho régi­ en favor del «bien común, la
men a las exigencias actua­ paz social y el recto orden
les de la situación social del de convivencia». El capítulo I
país, tras el iniciado proceso se ocupa de estos extrem os,

92 —
iO

índice
observándose, como nota sig ­ tranjeras y los corresponsa
n ifica tiva la desaparición de Íes inform ativos extranjeros.
la censura obligatoria, que se Cae igualm ente en el ám­
su stituye por la consulta vo­ bito m aterial de la Ley, el
luntaria. e je rcicio de la profesión pe­
En el capítulo II la Ley re­ rio dística — si bien por De­
gula los impresos y publica­ creto se regularán los re q u i­
ciones: su concepto, sus sitos para dicho e je rc ic io — y
clases y los requisitos del pie de la figura del D ire c to r y los
de im prenta y depósito. S ubdirectores de p ub lica cio ­
nes.
La diferenciación entre pu­
Desde el punto de v is ta de
blicaciones unitarias y pub li­
los p erju icios que la inform a ­
caciones periódicas, da lugar
ción pudiera ocasionar a
a la doble clase de Empre­
cualquier persona, natural o
sas, editoriales y p e rio d ísti­
jurídica, la Ley regula los de­
cas, respectivam ente, que
rechos de réplica y re c tific a ­
son reguladas en los capítu­
ción. El prim ero se establece
los V il y III. La regulación de
en garantía de los a dm in istra ­
estos tip os de Empresas
dos; el segundo afecta a la
— que habrán de ser in scri­ A d m in istra ción y autoridades
tas en sus correspondientes en relación con n o tic ia s so­
R egistros— presenta ciertas bre actos propios de su com ­
particularidades que inciden petencia o función.
en el ámbito del Derecho
Finalm ente, establece la
M e r c a n t i l , especialm ente
Ley la responsabilidad por in­
cuando la form a jurídica fracciones de sus normas,
adoptada por la Empresa sea clasificando esta re s p o n s a b ili­
la de Sociedad Anónima. D i­ dad en penal, c iv il y a d m in is ­
chas particularidades afectan trativa , y determ inando las
al capital, los adm inistrado­ sanciones correspondientes.
res y el objeto social.
Com pletan el a rticu la d o de
Junto a las Empresas edi­ la Ley, cuatro d isp osicion e s
to ria le s y periodísticas, la finales, cinco tra n s ito ria s y
Ley se ocupa, en el capítulo una derogatoria. P o s te rio r­
VI, de las Agencias In fo rm ati­ m ente los D ecretos 742 a
vas, clasificándolas en Agen­ 755/1966, de 31 de marzo
cias de inform ación general, («B. O.» 4 de a b ril) e s ta b le ­
gráfica, de colaboraciones y cen normas e spe cíficas para
m ixtas. Trata también las em­ el m ejor desarrollo y a p lica ­
presas im portadoras de p ubli­ ción de la Ley, y el D ecreto
caciones, las agencias ex­ 2.246/1966, de 23 de ju lio

_93
iO

índice
(«B. O.» 10 de se p tie m b re ], nos consultivos, deliberan­
determ ina ei estatuto legal tes, coordinadores y de
de las publicaciones de la cooperación establecidos so­
Iglesia. bre una base fundamental­
mente paritaria y representa­
tiva para el estudio y des­
EMPLEO: arrollo de los programas de
REESTRUCTURACION DE LAS los servicios de empleo».
COMISIONES PROVINCIALES
La composición de las Co­
Y COMARCALES DE COLO­
misiones Provinciales agru­
CACION
pa a un doble tipo de voca­
les: los vocales natos y los
(D ecreto 2.012/1966, de 21 de
electivos. Tienen el primer
ju lio . «B. O.» 12 de agosto.)
carácter diversos funciona­
rios de las diversas Delega­
La ratificación por el Es­
ciones y Servicios de la Ad­
tado español al Convenio de
ministración Central del Esta­
Ka O. I. T., núm. 84, sobre
do; así como el Jefe de la
Servicios de Empleo, y la ne­
Oficina Provincial de Encua-
cesidad, en consecuencia, de
dramiento y Colocación, y el
adoptar las medidas per­
Gerente del Polo de Promo­
tinentes para viabilizar las
ción y Desarrollo Industrial,
disposiciones del Convenio
si existiese en la provincia.
ratificado, ha repercutido so­ Vocales electivos serán los
bre la hasta ahora vigente es­ representantes de los traba­
tructuración de las Comisio­ jadores y empresarios — en
nes Provinciales y Comarca­ igual número, no inferior a
les de Colocación, reguladas tres ni superior a seis— y
por el Reglamento de los Ser­ Ioís representantes (trabajado­
vicios del mismo nombre. res y empresarios) de las
El Decreto 2.012/1966, de Hermandades Sindicales de
21 de julio, actualiza el régi­ Labradores y Ganaderos, y de
men de estas Comisiones, las Comunidades de Regan­
modificando su composición, tes. La presidencia y vicepre­
orientando sus funciones ha­ sidencia de las Comisiones,
cia objetivos específicos en corresponderá a los Dele­
la política de empleo y agili­ gados Provinciales de Traba­
zando su funcionamiento. jo y de Sindicatos, respecti­
Constituyen las Comisio­ vamente. Será Secretario, el
nes Provinciales y Comarca­ de Empleo de la Delegación
les — en definición del artícu­ de Trabajo.
lo 1. del Decreto— «órga­ Cuatro importantes funcio-

94 —

iO

índice
nes atribuye el Decreto a las S ervicios de la Secretaría Ge­
Comisiones: a) lograr la ple­ neral del M ovim iento, enco­
na ocupación y mejor utiliza­ m ienda en su artículo 9.° a la
ción de la mano de obra en Delegación Nacional de A so ­
la provincia; b) la orientación ciaciones «fom entar la crea­
y formación profesional; c) la ción y funcionam iento de A so ­
prevención del desempleo y ciaciones o Entidades de Ca­
la represión del paro invo­ bezas de Familia». P osterior­
luntario, y d) la atención a m ente, la Orden de 24 de ju ­
los movimientos migratorios, lio de 1963 co nstitu yó el p ri­
tratando de obtener el mejor m er paso en el desarrollo de
ajuste geográfico de la pobla­ tal finalidad, regulando la
ción activa de la provincia. constitu ción de A sociaciones
de Cabezas de Fam ilia en el
Innovación de interés en la
estructura de las Comisiones ám bito m unicipal.
Provinciales, es la «Comisión En base a estas normas
de Estudios», a la que corres­ han venido constituyéndose
ponde el estudio previo de en el país un notable núm e­
todas las cuestiones señala­ ro de A sociaciones Fam ilia­
das en el párrafo anterior, lo res, dentro del régim en ju rí­
cual es una garantía en or­ dico asociativo del M ovim ie n ­
den a la racionalización de [a to. La presente Orden de 18
política de empleo. de abril de 1966 co nstitu ye,
El Decreto reguia finalmen- pues, un segundo paso en el
mente las Comisiones Comar­ sentido de agrupar p ro v in c ia l­
cales de un modo simétrico m ente las Asociaciones sur­
a las Provinciales, adaptando gidas en el ám bito m unicipal
su composición y funciones y local. En tal sentido esta­
al área comarcal. Las presidi­ blece y regula las Federacio­
rá el Delegado Comarcal Sin­ nes Provinciales de A so cia ­
dical en representación del de ciones Fam iliares, en cuyo
Trabajo de la Provincia. seno tienen cabida, no sólo
las Generales de Cabezas de
Fam ilia, sino tam bién, las aso­
FEDERACIONES PROVINCIA­ ciaciones fa m ilia re s de fin e s
LES DE ASOCIACIONES FA específicos.
MILIARES En cada provincia podrá
co n stitu irse una Federación
(Orden, 18 de abril, 1966. B.
Provincial, con personalidad
M ovim iento, 1 mayo.)
juríd ica propia e independien­
El Decreto de 20 de ju lio te de la de cada una de las
de 1957, que e structuró ios Asociaciones que la consti-

— 95
iO

índice
tuyan, y dentro del régim en tos, fin es, actividades, m iem ­
ju ríd ico del M ovim iento. Les bros y organización en gene­
serán por tanto propias a las ral. La Orden prevé igualmen­
Asociaciones federadas los te la integración, a su vez, de
derechos y deberes inheren­ las Federaciones Provinciales
tes a dicho régim en. en la Federación Nacional.

La Orden, en su a rtículo 3.°, La estructura orgánica de


asigna a las Federaciones co­ las Federaciones Provinciales
mo fines esenciales «servir está montada sobre la base
de cauce a las aspiraciones de una Asamblea General,
de las entidades fa m ilia re s y una Junta de Gobierno o Co­
de instrum ento de defensa dé m isión Ejecutiva, la Presiden­
los intereses a nivel provin­ cia y la Secretaría.
cial, así como representar an­ Desde el punto de vista
te los organismos del m ism o del fenómeno asociativo, las
ám bito, tanto a las asociacio­ Federaciones Provinciales de
nes que las integran como a Asociaciones Fam iliares, con­
los asociados de éstas». trib u irá n sin duda al enrique­
El ingreso en la Federación cim iento del mismo; pero, so­
deberá ser solicitado por las bre todo, constituyen una in­
asociaciones que lo deseen te lig e n te medida para asegu­
a la Junta de Gobierno de la rar el cauce de la represen-
Federación, acompañando in­ tatividad orgánica.
form ación sobre sus estatu­ L. M .

96 —
iO

índice
E l p ró x im o
n ú m ero de

DOCUMENTACION
SOCIAL

tratará el
tema:

GUIA PRACTICA
PARA EL ESTUDIO
SOCIO- RELIGIOSO
DE UNA PARROQUIA

NO DEJE DE ADQUIRIRLO iO

índice
números
publicados
1. LO SOCIAL EN CARITAS (agotado).
2. LOS CENTROS SOCIALES (agotado).
3. LA ASISTENCIA SOCIAL (agotado).
4. LAS MIGRACIONES EN ESPAÑA (agotado).
5-6. COMO ESTUDIAR UN MUNICIPIO (agotado).
7. LA ACCION SOCIAL (agotado).
8. ASPECTOS SOCIALES DE LA VIVIENDA (agotado).
9-10. LA VIVIENDA EN SUS ASPECTOS ECONOMICOS
(agotado).
11-12. LAS COLONIAS DE VACACIONES (agotado).
13. LAS TECNICAS DEL TRABAJO DE GRUPO.
14. LAS GUARDERIAS INFANTILES (agotado).
15. EL COOPERATIVISMO.
16. EL SERVICIO SOCIAL DE COMUNIDAD.
17-18. LA PLANIFICACION SOCIAL.
19. EL SERVICIO SOCIAL.
20. LA ANCIANIDAD, PROBLEMA SOCIAL DE NUESTRO
TIEMPO.
21. SERVICIO SOCIAL DE CASOS Y SUPERVISION.
22. CENTROS DE FORMACION Y SERVICIO SOCIAL.

Segunda época:

1. LA PROMOCION SOCIAL.
2. EL DESARROLLO COMUNITARIO.
3. EXPERIENCIAS DE PROMOCION SOCIAL.

Próximo número:

4. GUIA PRACTICA PARA EL ESTUDIO SOCIORELIGIOSO DE


UNA PARROQUIA.

PRECIO:

ESPAÑA: 50 pesetas ejemplar. Suscripción anual, 160 pesetas.


EXTRANJERO: 1,25 dólares ejemplar. Suscripción anual, 4 dólares. ^
Indice

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