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TEMA 3

DE LA LEY A LA NORMA
1. De la ley a la norma
2. Diferencias entre la legislación autónoma y la legislación heterónoma
3. Imperatividad de las normas jurídicas

1. De la ley a la norma
El optar por el término de norma con preferencia al de ley constituye uno de los aspectos en los
cuales se observa una influencia positivista, la cual ha asumido nuevas perspectivas y nuevas
ideas, pero que sigue manteniendo una estructura temática característica.
Por el contrario bajo el iusnaturalismo, el término ley, constituye el núcleo por el cual se
explicaban las propiedades del Derecho.
Algunos autores como

 Goytisolo: nos dice que el concepto lato de ley es de relación u ordenación.


 Santo Tomás: para él, la ley implica una cierta medida de lo justo, dirigida al bien
común y promulgada, por el que tiene a su cargo el gobierno de la comunidad.
El sentido característico de la ley es su carácter racional y su dirección a un fin que va más allá
de lo establecido por el propio legislador. También tenemos que decir que la voluntad está
sometida a la razón.
La revolución en el pensamiento jurídico, supone pasar de la ley a la norma jurídica, esto viene
ligado con la crisis del iusnaturalismo racionalista, y a la aparición como concepto histórico de
la Filosofía del Derecho.
Mediante ese giro que va de la ley a la norma, estamos ante una ruptura con el pasado, cargado
de abstracciones y de metafísicas, de forma que las teorías anteriores sobre la ley no sirven ya,
porque solo han ofrecido fórmulas doctrinales vacías (Lo que interesa ahora es la norma jurídica
positiva histórica).
La mayoría de autores sitúan a finales del siglo XIX, el cambio de terminología, lo cierto es que
esta perspectiva recibe influencia del pensamiento kantiano.
Pensamiento kantiano: para el cual la ley opera en el ámbito de la casualidad meramente física,
de una naturaleza, que no puede ser explicada racionalmente.
De un planteamiento semejante arranca la interpretación kelseniana de lo ha de ser la norma
jurídica.
Kelsen contrapone la ley natural a la norma, a la hora de explicar el origen de la palabra ley y
cómo esta palabra derivó hacia ley natural y la ley propiamente jurídica o humana.
El carácter racional que Santo Tomás creía ver en la ley, en Kelsen desaparece para hablarnos
de voluntad, una voluntad que carece de demostración empírica y que lo mismo podía ser
voluntad divina como la voluntad del Estado.
Existe una perspectiva en la cual la ley natural y ley humana se encuentran unidas por una
forma común de entender lo debe ser la ley, se sustituye en la medida en que reducimos la
naturaleza a una naturaleza emancipada de la voluntad de Dios y entendida como una naturaleza
meramente física.
La ley natural de las ciencias explicativas dirá Kelsen, que se encuentra en abierta oposición con
la ley moral y la ley jurídica.
La ley natural solo tiene sentido en el campo especifico de unas disciplinas explicativas o
empíricas, la norma, la normatividad, tiene sentido en el campo de las disciplinas normativas, de
aquellas que son prescriptivas.
Las leyes de naturaleza contemplan los hechos que acontecen en su realidad, los hechos forman
el contenido de las normas sólo interesan a éstas desde el punto de vista de la identidad.
Kelsen critica el Derecho natural, ya que para él la norma se deduce exclusivamente del
Derecho positivo, mientras que las explicaciones iusnaturalistas no nos hacen hablar
propiamente de normas jurídicas, sino de normas provenientes de la MORAL, de la religión o
de otros poderes sociales.
Todo eso nos sirve para la separación entre:

 El mundo del ser:


 El mundo del deber ser: el mundo en el que rige el Derecho tiene notable diferencias
con el mundo donde impera la naturaleza.
Cuando hablamos de la norma sólo podemos tomar en consideración aquellos hechos que son
susceptibles de recibir órdenes y de acatarlas: solo el hombre puede encontrarse sometido al
imperio de la norma.
El fin de la norma no es el bien común y tampoco se trata de una medida reguladora que sea
producto de la razón, a diferencia que se centra en explicar lo que ya ha ocurrido, la norma
pretende producir efectos en el comportamiento de los hombres.
La ley natural: no trata de producir efectos por sí misma: es una observación determinada de la
realidad. El conjunto de las leyes naturales daría lugar a las llamadas ciencias explicativas, lo
que hoy según Kelsen podríamos denominar ciencias empíricas.
La norma: no contiene actos presentes, ni tampoco actos pasados o futuros, porque esta realidad
sólo interesaría al ámbito del ser pero NO al ámbito del deber ser.
Según Kelsen las normas jurídicas son independientes de la sensibilidad subjetiva del individuo
y se hallan situadas al margen del hombre y por encima de él.
Para el normativista una vez que la norma es conocida por el individuo al que se dirige, el
cumplimiento de la misma no puede depender de que la norma sea reconocida o aceptada como
un deber ser que impone ciertas conductas al individuo, sino como una ordenación de la
realidad social que por el hecho de existir, de ser válida, crea la necesidad en el sujeto de
atenerse a ella. Por ello, la norma por el simple hecho de existir formalmente ya es una norma
validad.

2. Diferencias entre la legislación autónoma y la legislación heterónoma

Por este camino, se establece además la diferencia entre la Moral y el Derecho.


La moral dentro de la inspiración kantiana se hace depende depender de la estricta voluntad del
individuo, de manera que la norma moral o el juicio ético existen porque son reconocidos así
por el individuo.
Por lo demás el positivismo considera la existencia de profundas diferencias entre el campo de
la Moral y del Derecho.
Diferencias esenciales en cuanto a que la Moral se caracteriza por el establecimiento de un
contenido preciso para la norma, mientras que el Derecho, la jurisprudencia, es el resultado de
un mero carácter formal: los enunciados lógicos de la norma jurídica son válidos en cuanto que
crean un deber ser sobre acontecimientos futuros.
El deber moral siguiendo con los planteamientos kantianos es la sujeción interior del individuo
bajo la acción de la ley moral. Kant define el deber como la necesidad objetiva de realizar un
acto, por créese obligado a ello.
La idea de un orden impuesto por encima del Derecho positivo, uno orden moral, nos tiene que
conducir necesariamente en palabras de Kelsen al marco del Derecho natural.
El derecho se ve abocado a ser examinado como un orden creado por voluntad, la del Estado,
que impone un deber ser, cuyo conocimiento o reconocimiento por el individuo no reside en su
voluntad interna sino en el procedimiento a través del cual el mismo orden jurídico viene
creado.
Todo este estricto normativismo considera la imposibilidad de que la Moral puede influir o
pueda o pueda proporcionar determinados conceptos al ámbito del Derecho.
La Moral, por su propio sentido derivado del reconocimiento de una voluntad subjetiva, necesita
de una realización, de que sigamos reconocimiento la realidad de tales juicios éticos, de donde
se deduce que los juicios éticos no tienen un contenido permanente, sino derivado del mundo de
los hechos.
Otra de las notas que distinguen la Moral del Derecho, es la llamada unilateralidad de la Moral
y la bilateralidad del Derecho.
La moral dada, su autonomía e interioridad, no crea obligaciones más que para el sujeto, que se
encuentra impelido a obrar por el deber ser contenido en la norma, es decir, la norma moral es
unilateral, por el contrario, el Derecho es una norma que, por un lado, impone deberes u
obligaciones, pero que, por el otro, establece correlativamente derechos, pretensiones,
garantizados por la norma, por lo tanto sería bilateral.
La norma jurídica impone conductas y atribuye a otros la posibilidad de exigir una actuación
conforme a dichas normas: impone deberes jurídicos y crea, en lógica reciprocidad. La
bilateralidad es sólo la reciprocidad.
El ámbito de la Moral, se entiende como unilateral, sólo impondrá deberes u obligaciones, pero
nadie estaría en condiciones de exigir de otro el cumplimiento de una norma moral.
Considera que la norma moral sólo genera deberes para el propio obligado, sin que nadie más se
encuentre en condiciones de plantear una exigencia, es producto de una mentalidad relativista
en el plano ético, y que claramente diferencia lo jurídico de lo moral.
Una última característica diferenciadora hace referencia al fundamento que sirve para establecer
un distinto grado de obediencia a las normas jurídicas y a los juicios éticos, de donde
entraríamos en la Imperatividad de las normas jurídicas que se manifiesta como una de las
características principales de las normas, y sobre la cual las diferentes visiones que del Derecho
se mantienen, han tenido que pronunciarse.

3. Imperatividad de las normas jurídicas

Podemos hablar de la Imperatividad no sirven para esconder el fundamento de la norma


jurídica, un fundamento que hace que se genere una obediencia al mandato contenido en la
propia norma.
Así, la obligatoriedad de la norma depende de la validez de su justificación que es por
consiguiente el fundamento de aquélla.
Encontrar el fundamento de la obligatoriedad de la norma en un punto más allá de la mera
formulación prescriptivo-sancionadora que la norma conlleva, puede representar una búsqueda
infructuosa.
Habría que matizar que una cosa es el fundamento por el cual se justifica la norma y otra la
obligatoriedad que la norma implica, lo que nos lleva a otra cuestión, como es la fuerza, la
coerción que conlleva la misma norma.
Todas estas ideas se pueden resumir en la siguiente frase de Kelsen: “El derecho es un orden
coercitivo”.
¿Qué significa esta idea? El derecho es quien detenta el monopolio de la fuerza en una sociedad
organizada: esto es, el Derecho es quien organiza la fuerza en una sociedad concreta, quien
autoriza que alguien utilice legítimamente la fuerza para imponer una sanción.
Estamos, pues, ante la utilización de la fuerza por parte de unos individuos determinados y para
unos casos determinados.
Pero la fuerza, la coerción o la coacción, son los meros efectos derivados de la orden o del
mandato contenido en la norma. La norma implica un deber ser imperativo al cual hay que
atenerse, y esa Imperatividad rige con independencia.
Imperatividad y Coactividad son notas distintas de las normas jurídicas, notas que no cabe
explicar de forma semejante.
Para Austin el deber y la obligación se pueden definir acudiendo a la noción de sanción o mal
que se amenaza infligir. Estar forzado u obligado no nace de la propia norma sino de la posible
aplicación de un daño si se quiere de la mera amenaza que sugiere la infracción.
Reducir todo el Derecho a un conjunto de imperativos, implica una visión reduccionista sobre el
propio Derecho.
Hart nos dice que no podríamos aceptar como reglas de un sistema jurídico aquellas que no
contienen la amenaza de un mal o de un daño para el sujeto, es decir, aquéllas que no contienen
una consecuencia jurídica sancionadora para el posible incumplimiento de la norma jurídica.
La mayoría de autores consideran las normas jurídicas como verdaderas imperativas, es decir,
órdenes o preceptos, ya sea en la forma de preceptos positivos, que ordenan hacer algo o la
forma de preceptos negativos o prohibiciones, que nos ordenan a abstenernos de hacer algo.
Quien tiene competencia suele ser el legislador y va dirigida a determinar la conducta de los
destinatarios.
Dificultades sobre la teoría de la Imperatividad.
1. Hare distingue los imperativos generales y los particulares.
2. Las normas jurídicas son imperativos impersonales, tanto en relación a quien crea la
norma, como a quien es el destinatario de la misma.
3. El mayor problema es, reducir toda la variedad de Derecho a imperativos ya que el
conjunto de normas jurídicas es algo más que imperativos, es algo más que un conjunto
de sanciones.

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